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SESIÓN 9: Dinámicas espaciales y temporales del conflicto armado y el

posconflicto en Colombia

Christian Hurtado
cchurtados@unal.edu.co

CNMH (2018) Paramilitarismo: balance de la contribución del CNMH al


esclarecimiento histórico.
El texto surge como aporte al esclarecimiento de la verdad, según lo acordado en la
mesa de diálogos de la Habana. Propone un diálogo entre los informes elaborados
por la CNMH, investigaciones académicas sobre el tema. Se trata de un intento de
aportar insumos, advertir temas poco trabajados y polémicas abiertas, siendo
relevante en ellas la definición del paramilitarismo, su relación con el Estado y sus
responsabilidades. Aborda esta literatura desde 3 ejes interpretativos: a)
construcción diferenciada del Estado y tendencia a provisión privada de seguridad; b)
tensiones entre cambios económicos, institucionalidad local e impacto de emergencia
de economías ilegales; c) configuración territorial local y órdenes diferenciados del
paramilitarismo.
El texto se organiza en 5 ejes de discusión: a) el debate del origen; b) la
caracterización, conceptualización y evolución; c) relación con el problema agrario y
los vínculos con políticos y funcionarios estatales; d) casos emblemáticos que
ilustran la diferencia espacio temporal del paramilitarismo, así como la diversidad de
actores asociados; e) un itinerario de hallazgos, vacíos, temas controversiales que la
CEV puede concentrar sus reflexiones.

Problema de los orígenes:

Se propone ubicar la discusión del origen del paramilitarismo en la periodización y


síntesis o miradas de largo plazo sobre el conflicto armado colombiano. Por tanto, se
pasa revista a algunas propuesta de periodización.
Allí se ubica el planteamiento de Marco Palacios, que recupera la baja legitimidad y
soberanía del Estado, el contexto internacional como marcadores de su
periodización. Define el conflicto como disputa de elites mediante violencia pública, lo
cual implica que cada elite construye un relato de legitimidad propia. Esta disputa
tiene un carácter prosistema – antisistema. Fernán Gonzales propone una visión de
largo plazo, y centra su análisis en la comprensión del Estado como proceso en
construcción. De allí, que interpela la idea de ausencia de Estado / Conflicto; ello en
tanto esa ausencia de control territorial y monopolio de la violencia es parte del
proceso mismo de construcción del Estado en Colombia. Otro referente recuperado
es el informe ¡Basta Ya! Del Grupo de Memoria Histórica. La expectativa de este
informe es interpelar la sociedad, reivindicar la memoria y reconocerlas como actores
de una resistencia a la violencia. Este texto dialoga con la propuesta de Gonzales y
Palacios, al ubicar como factores en el conflicto: problema agrario que persiste;
emergencia e incidencia del narcotráfico; limitaciones a la participación política;
influencia internacional; fragmentación del Estado.

Por último, se pasa revista a los ensayos de la CHCV nacida en medio de las
negociaciones de la Habana. Pese a la divergencia y diversidad de estos informes, al
igual que sus intencionalidades. A manera de síntesis, se proponen algunas
coincidencias de las propuestas revisadas:
a) Continuidad de la “Violencia” y el Frente Nacional. Este último es un hito en el
inicio del conflicto armado.
b) El ritmo de los relatos está marcado por el movimiento guerra/paz y gobiernos.
De esto la advertencia de “presidencializar” la guerra y la paz. Pues de ese
modo se reduce a asunto de gobierno, temporal, lo que lleva a limitar los
alcances de una política de paz.
c) Retos de una Comisión de la Verdad: el abordar una copiosa documentación
primaria, elaboraciones académicas e institucionales que no convergen; ello
acentuado por el papel de esclarecer y visibilizar impactos, magnitudes,
patrones, formas de victimización.

Caracterización del paramilitarismo:


Hacia los 80, la magnitud de la violencia llevó a tal perplejidad que se consideraba
como multiforme, indiferenciada entre lo político y lo criminal. Un intento pionero, de
los violentologos, intenta diagnosticar esa violencia a partir de tres temas: cultura de
la violencia; cultura de la democracia y nuevo pacto social. Uno de sus aportes fue la
distancia de la violencia política, indicando que es más intensa la violencia “cotidiana”
que la motivada por grupos armados. Ello conllevaría a una minimización de las
dimensiones políticas de la violencia. Otro aporte es la comprensión del
paramilitarismo como vinculado a narcotraficantes, élites, ejército, policía y políticos
locales. Estos autores proponen comprender a los paramilitares como expresión de
violencia organizada, articulados en torno a recursos ilegales, protección de la
propiedad y el orden social.
Así, se abre un debate sobre la naturaleza de las alianzas articuladas al
paramilitarismo. Por una parte, se plantea su papel contrainsurgente y una
autonomía respecto al Estado; también se indica la continuidad de la relación armas
– política que estos remiten. Será más problemático el papel del Estado en la
configuración del paramilitarismo, siendo o bien un mecanismo privado de seguridad
o una expresión paraoficial de contención de la izquierda y el movimiento social.
Temporalmente, el ascenso del narcotráfico y economías ilegales como contrabando
permiten un aumento de la capacidad militar y organizativa de estos grupos, lo cual
les hace más efectivos en la confrontación con las guerrillas. La política de paz del
gobierno Betancur en tanto la oposición de las fuerzas militares deriva en una
hostilidad abierta o clandestina. El informe ¡Basta Ya!, indica como punto de inflexión
la política autoritaria de Turbay y su sucesión por un gobierno pro dialogo como
transición que potencia la primera generación paramilitar y sus transformaciones. Se
trataría de una primera generación marcada por mucha heterogeneidad en lo que
refiere a las alianzas que articula: elites económicas que defienden sus recursos;
narcotraficantes en búsqueda de proteger sus negocios y expandirse; militares ante
las guerrillas y el enemigo interno.
Ya en la segunda generación, marcada por las AUC, se renueva el debate. Allí
surgen propuestas de entender la violencia como insurgente, contraestatal y de
izquierda, así como una vigilante, de carácter reactivo, paraestatal y de derecha.
Siendo los paramilitares en esta etapa proactivos y vigilantes. Los enfoques
dominantes en el análisis adoptan tes perspectivas: a) terrorismo de Estado; b)
tercero en discordia o grupos vigilantes autónomos del Estado; c) reacción del
gamonalismo armado ante la incapacidad estatal de disputar el poder de elites
locales, sería una modalidad de dominación regional.
Respecto a periodizaciones, articulando los roles y motivaciones de los sectores que
integran el paramilitarismo, se indica la propuesta de Gonzáles, Bolívar y Vásquez en
2003: 1980 – 1984, grupos urbanos y reacción del narcotráfico ante secuestros
guerrilleros; b) 1984 – 1989: expansión del paramilitarismo en Magdalena Medio,
Córdoba, Urabá y Meta; c) 1990 – 1994, estancamiento, purgas, tensiones y rupturas
de alianzas con narcotraficantes; d) 1994 – 1998, expansión y coordinación en AUC.
Otra perspectiva es la de empresarios de coerción, como aquellos que ofrecen como
mercancía la violencia organizada. Sin embargo, se alerta de no reducir el fenómeno
a una motivación económica; en su lugar se resalta que los paramilitares promueven
la restauración y definición de regímenes políticos locales que se encuentran en
tensión ante las políticas de paz centrales.
Ya en el proceso de negociación con las AUC se vive un nuevo impulso de los
estudios sobre el paramilitarismo: estos agrupan o bien las dudas y debates
asociados a la negociación, indicando como lo negociado desmonta las AUC más no
el paramilitarismo; la política estatal ante el paramilitarismo que oscila entre la
legalidad sin reglamentación plena, ilegal y asociada al narcotráfico mientras es
apoyado por poderes locales – nacionales. Respecto a la financiación, se indican:
cobros directos; cooptación de recursos públicos; fuentes empresariales; economías
ilegales. Por último, los análisis de relación paramilitarismo – propiedad de la tierra,
en los que se enfatizan que superan el problema de la tierra y se integran al
problema del territorio y el poder. Metodológicamente, se propone comparar casos
afines atendiendo similitudes, confluencias y tendencias.
Otra aproximación caracteriza el paramilitarismo como autónomo del Estado,
insurgencia civil permeada por el narcotráfico y articulado en estructuras. Surgen
como respuesta a la expansión de la guerrilla ante la incapacidad estatal para
contenerla.
Una aproximación más teórica establece dos ejes de análisis: territorial, con
dimensión local y supralocal; tamaño, distinguiendo estructuras grandes o pequeñas:
emergen como tipos los vigilantes, escuadrones de la muerte, guardianes locales y
milicias y ejércitos paramilitares. Estos últimos se ligan al estado y su función es
producir violencia. De allí, una relación entre paramilitarismo y formación del Estado,
siendo los estados débiles aquellos que acuden a estos grupos.
Variaciones temporales y territoriales:
Retomando los campos problemáticos del paramilitarismo como actor represor del
Estado, organización de seguridad privada funcional a terratenientes o alianza con
narcotraficantes, se propone indagar sobre las variaciones territoriales y temporales.
Se retoman 3 generaciones: a) la primera, localista, desarticulada y cuyo estudio
privilegia la zona del Magdalena Medio; b) la segunda generación con el
protagonismo de las AUC; c) los grupos que surgen luego de las AUC, cuya
continuidad con estas y caracterización esta abierta a debate.

Primera generación: expresa dos tipos, endógena, contraguerrillera y en busca de


control territorial; etiquetas de actores dispersos o poco articulados, sin pretensión de
control territorial y basadas en alianzas coyunturales, asociadas a la guerra sucia.
Respecto a las endógenas, un eje de debate remite a la condición del Magdalena
Medio como periférico, con Estado ausente y temprana inserción de las guerrillas.
Esta mirada es interpelada por autores que indican la región no es homogénea y esta
mirada niega la diversidad de esta. Hay entonces un exceso de generalización.
En su lugar, hay aproximaciones que asumen esta premisa e incorporan
particularidades subregionales. Se avanza en identificar subregiones, dinámicas de
expansión, pero aún queda por profundizar el cómo evoluciona cada subregión y la
emergencia de órdenes paraestatales en las mismas. También el exceso de
apelación a la zona como de colonización y periférica diluye su sentido en algunas
aproximaciones. La zona emerge asociada a aspectos militares en la Violencia; esta
compuesta por municipios secundarios de cada uno de sus departamentos, expresan
baja representatividad política y precaria inserción a la economía nacional, se les
concebía como zonas de orden público. Hacia los 80, la ganadería y agroindustria
transforma la zona, al punto que ganaderización y paramilitarización corren paralelos.
Esto pone de presente que la forma en que los territorios se integran a un modelo de
desarrollo incide en la dinámica del conflicto allí. En este caso, se puede indicar una
integración conflictiva de manera acelerada, violenta, de una economía rural a una
economía de escala.
Respecto a la etapa de originaria se vislumbran diferencias respecto al papel de los
militares como factor central ante visiones que proponen en que la expansión fue
posible gracias a la alianza con narcotraficantes.
Otras perspectivas enfatizan en las dinámicas nacionales, la relación centro periferia
como centro acentuado de la dinámica de expansión de estos grupos. No menos
problemática es la integración de actores y el peso relativo, así como dinámico, de
cada actor en el proceso: militares, elites locales, narcotráfico. A manera de síntesis,
se proponen 4 aspectos:
1) La violencia de FARC en territorios de su incidencia minó sus apoyos y de allí
la emergencia de grupos de seguridad privada defensiva.
2) Estos grupos fueron hegemonizados y subordinados por el núcleo de Puerto
Boyacá, se alían con narcotraficantes y generan una agenda de desarrollo,
anticomunista y logran asumir funciones estatales.
3) El papel de las fuerzas militares en entrenar y potenciar estos grupos.
4) No reducir al paramilitarismo como parte de un plan Estatal, pues este entra
en tensión con el Estado dado el posterior protagonismo del narcotráfico.
Segunda generación: En esta etapa no hay acuerdo sobre la caracterización en tanto
se polemiza si la expansión obedece a reacción contra los diálogos del Caguán o por
expansión del narcotráfico. Los estudios se concentran en la Casa Castaño y la
consolidación de un orden paraestatal en Urabá y Córdoba. Por último, está el
establecimiento de impactos diferenciados de esa expansión nacional.
Sobre los objetivos de esta segunda generación, se indica la vinculación con ordenes
sociales y políticos que se veían en riesgo por la Constitución de 1991. Se trata de
una generación con vocación ofensiva, mayor control territorial de la población,
suplen funciones estatales, saquean y se integran a lógicas de corrupción y
clientelismo.
Las confesiones de paramilitares ponen de presente 3 temas polémicos sobre su
caracterización: a) el grado de coordinación real de las AUC como organización
nacional; b) la motivación política o económica; c) la definición de estos como actores
políticos o criminales.
Respecto a su grado de coordinación. Se indica que se trató de un proceso de
federalización, inestable en términos de acción colectiva. La idea de una
organización fue más una proyección de sus integrantes.
Respecto a la expansión, esta se considera o como motivada para obstaculizar el
proceso de diálogo impulsado por Pastrana, o como impulsada por el control de las
etapas de producción del narcotráfico. Sin embargo, se advertirá que ambos
objetivos no son excluyentes, más al tener en cuenta que las FARC controlaban
algunas de estas etapas del narcotráfico.
Ante el estatus político, se indica la ambigüedad de reconocerle como actor político
pese a la negación de conflicto armado del gobierno Uribe. Esto implicó debilidades
al proceso de negociación, y la necesidad de Gobierno de dar legitimidad a ese
proceso. En el caso de las AUC, se trataría de un proceso de legalización de bienes
y tierras logrados durante su expansión, así como traducir ese control territorial en
poder político. Ya en el proceso de negociación se buscará hacer de las AUC actor
político, un tercer actor en discordia.
El proceso de negociación como tal, y las confesiones en Justicia y Paz, permitieron
conocer algunos hechos de violencia, la composición y forma de actuar de estos
grupos. No es igual el balance ante el conocimiento de grados de responsabilidad de
los actores que apoyaron estas estructuras. Sin embargo, se resalta el avance en
dignificar a las víctimas.

Vista en detalle la experiencia de la Casa Castaño, se pueden identificar dos


fenómenos relevantes para comprender esta segunda generación: los incentivos de
quienes apoyaron a estos grupos ante la guerrilla como enemigo común; el caso de
los Castaño como nueva clase de propietarios rurales cuya riqueza está asociada a
actividades ilegales. Esto último remite a prestar atención a las implicaciones
sociales, culturales y económicas de comunidades cuya articulación al mercado sólo
sea posible mediante actividades ilegales. Es la convergencia de esta Casa y las
Convivir los fenómenos seminales de las posteriores AUC. Por último, la relevancia
de esta experiencia radica en que logra consolidar un orden paraestatal, asociado al
capitalismo agrario. Es decir, integran el fenómeno a un proceso de transformación
más general en el Urabá, Magdalena Medio y Sur de Córdoba. Los impactos son
indicativos de lo anterior: desplazamiento masivo, desocupación del campo,
urbanización informal, reconfiguración política local. De ello que no de deba pensar
en paramilitarismo como actor contrainsurgente, estos grupos contribuyen a constituir
órdenes sociales de violencia.
Por último, se indican los factores organizativos que permitieron esa consolidación de
la Casa Castaño: los comandos populares y reciclaje de combatientes; escuelas de
formación; disciplinamiento violento de los sindicatos; Convivir.
La expansión diferenciada: No es homogénea su incidencia. Mientras que en el Norte
del País, logran una importante hegemonía y arraigo, la expansión también devino en
presencial hacia las zonas de incidencia guerrillera hacia el suroriente y nororiente
del país. Esto, teniendo en cuenta la lógica organizativa y tensiones internas de las
AUC, y los territorios de disputa arrojan resultados y dinámicas diferenciadas. Se
afirma que se da una exitosa inserción hacia el Caribe, una lógica de ocupación
hacia el Oriente y un fracaso hacia el Sur.
A manera de balance de esta generación se indica: a) la expansión se guio por
afianzar el dominio al norte del país y atacar retaguardias guerrilleras al Sur; b) esta
generación expresa la mayor expansión geográfica y los mayores niveles de
afectación a la población civil. Se pasa de un momento reactivo a uno de mayor
iniciativa social, económica, la disputa es contra las guerrillas y los órdenes sociales
que esta construye; c) en el sur del país la presencia paramilitar fue más tipo ejército
de ocupación, expansivo del narcotráfico; d) esta etapa culmina expresando un límite
al crecimiento de todos los actores armados.
Tercera Generación: luego de la desmovilización de las AUC, se trata de
reconfiguración de la violencia asociada a grupos armados posdemovilización. Este
proceso tiene dos constantes: a) incentivo de uso privado de la violencia y seguridad
resultante de diseños institucionales estatales; b) persistencia de economías ilegales
a nivel territorial y su necesidad de regulación privada. Estos factores además
inciden en el fracaso de los procesos de desmovilización.
A estos factores se suma la capacidad de movilizar recursos humanos y logísticos
ante la ofensiva estatal y en la disputa por desplazar otros competidores; ello incide
en la reconfiguración de estos grupos. También estará la disputa por capitalizar
legados del paramilitarismo.
Ante la caracterización, se recogen algunos aspectos que resalta el texto:
1) La desmovilización de las AUC no desactivo los fenómenos criminales
subyacentes.
2) Es preponderante la existencia de grupos rearmados y emergentes ante los
disidentes.
3) Necesidad de balancear las experiencias de DDR, sus vacíos jurídicos y
logros.
4) No reducir el fenómenos a simplemente delincuencial, tampoco negar su
relación con redes mafiosas.
5) Organizar las lecturas en clave de cambio-continuidad: ampliar categorías de
comparación, integrando la primera generación; no reducir la comparación con
la segunda generación.
Temas de debate y ejes explicativos sobre el paramilitarismo

Dos ejes son recurrentes en el análisis del paramilitarismo en particular: relación


entre conflicto y problema agrario; relación entre conflicto, fragmentación
institucional, territorial, Estado y democracia precaria.
Estos ejes se especifican en: a) despojo masivo de tierras, concentración de tierra y
expansión de ganadería extensiva y agroindustria, así como con las etapas
productivas del narcotráfico; b) responsabilidad de agencias del Estado, imposición
de órdenes autoritarios y control del poder político de las elites en lo local.
Problema agrario y narcotráfico: existe una paradoja estatal en el tratamiento del
paramilitarismo (coexistencia de normas punitivas y permisivas, así como su
denominación autodefensa y luego paramilitar). Se señala que el paramilitarismo
superó una orientación contraguerrillera para converger con intereses económicos y
políticos particulares. El problema agrario ha sido en algunos estudios invisibilizado
tras la atención prestada a la violencia en los análisis sobre el conflicto.
Existe una relación entre concentración de la tierra, modelo de desarrollo rural y
accionar paramilitar. Ello indicaría que antes que generación de pobreza, ausencia
de Estado y desplazamiento, existe una relación entre este último y zonas de
potencial rentista. Sin embargo, el establecimiento de una relación entre
concentración de tierra y paramilitarismo es objeto de polémica. Ello en tanto algunas
regiones afectadas por paramilitares reflejan dominancia de mediana propiedad que
coexiste con gran concentración de la tierra, imposibilidad del campesinado de
superar problemas como acceso a bienes públicos y por tanto, bajo desempeño
agrícola.
El caso del Sur de Córdoba y Sucre indica la complejidad del fenómeno: estructura
concentrada de tenencia de la tierra; elite política clientelar; campesinado en lucha
por la tierra. El proceso es de contrarreforma vía despojo violento y acciones de
apariencia legal. Aún más complejo es indicar cómo al sur del país el despojo se
asocia a la etapa de ofensiva militar estatal. Se puede añadir a este complejo mapa,
los estudios que indican el importante peso de la economía campesina en el sector
agropecuario.
Un aspecto más claro es la relación entre paramilitarismo y narcotráfico. De esta, se
desprende la advertencia de no separar una dimensión política y otra criminal del
paramilitarismo según el grado de dicha relación.
Parapolítica: Respecto a las modalidades de vinculación entre paramilitares,
funcionarios, se indica que estas han permitido la persistencia del fenómeno. La
atención en el fenómeno se concentra en su etapa de debate público, lo cual
invisibiliza la existencia de estos nexos anteriormente, los cuales tienen en su
repertorio la violencia hacia una amenaza de cambio político.
La etapa tardía tiene mayor atención en tanto fue más visible, así como sus
magnitudes fueron dramáticas en tanto alcance territorial y modalidades de
vinculación. Sin embargo, es abierto el debate sobre sus causas y naturaleza:
Colusión: se trata de una comprensión del fenómeno como alianzas funcionales, de
orden inevitable dados los contextos y motivaciones de actores implicados.
Alianza funcional: girarían en torno a intereses convergentes. Para los paramilitares
es la necesidad de influir en procesos electorales, para las elites políticas la
necesidad de construir o mantener control territorial, restricción a la competencia
electoral y captura del poder local.
Relaciones simbióticas: transacción de políticos por maximizar votos, paramilitares
para lograr políticas favorables. Esta mirada es tendencial, ignora las dinámicas
micro lo cual limita una comprensión adecuada de su movimiento. Aspectos como el
funcionamiento federal de las AUC, o la tendencia a fragmentarse de las elites
políticas interpelan esta aproximación.
Reconfiguración cooptada del Estado: esfuerzo de grupos armados por incidir en las
decisiones públicas de manera favorable a su visión y necesidades. Se daría
mediada por actores legales que actúan para satisfacer los intereses de las
organizaciones armadas. La relación es inestable, no es claro quién subordinó a
quién. Esta perspectiva da un lugar al Estado en el análisis, pero presupone al
Estado como externo, objeto a capturar y no como parte del fenómeno.
Más allá de lo transaccional: se trata de entendimientos como arreglo institucional,
dirigidos a generar restricciones e incentivos a comportamientos futuros. Sin
embargo, no se trata de acuerdos de libre voluntad, obedecen al contexto que
condicionan la organización y distribución del poder local: a) el proceso de formación
del Estado permitió que paramilitares suplieran funciones o prácticas estatales; b) el
desarrollo del conflicto derivó en un mayor poder de los paramilitares respecto a los
políticos a nivel económico y político.
Proceso subnacional de economía política: subnacional en tanto se desarrolló de
abajo hacia arriba; la violencia es el instrumento que dinamiza el proceso; no fue
extrainstitucional, más bien se apoyó en el marco institucional vigente.
La parapolítica, como etapa del clientelismo colombiano deriva en conexiones
coactivas en las que los políticos asumen una doble mediación: acceso a rendas e
impunidad y relación con poblaciones y elites locales que permitirían ampliar los
apoyos. Desde esta perspectiva emerge una tipología de la gobernanza paramilitar:
a) injerencia acotada: distancia de los paramilitares y exigencias puntuales a los
políticos; b) influencia directa con competencia: activo papel político, se permiten las
elecciones pero se proscriben algunos actores; c) listas únicas: candidaturas únicas
definidas por los paramilitares; d) señor y dueño: definen la política local.
Estas aproximaciones permiten 4 aspectos comprensivos: a) articulación de contexto
local y general, incidencia de esa interacción en la forma de relación entre
paramilitares y actores armados, de allí el control de la variación territorial y temporal;
b) introducción de la violencia en el análisis; c) tensiones entre política y economía
como centro que se pretendía gestionar mediante el vínculo; d) el fenómeno se ubica
en la institucionalidad formal e informal. Respecto a actores que no entraron en este
tipo de interacción, se indica que se relaciona con la clase social, nivel educativo del
político y el grado de relación que este tiene por sí mismo con el centro político y el
Estado.

Sobre las magnitudes: el proceso fue de un origen local para luego escalar a nivel
nacional. Fue, a su vez, un proceso descentralizado. Aún no se cuenta con un
conocimiento sistemático de la magnitud de la parapolítica; hay un marcado énfasis
hacia el orden e impacto nacional y poco lo que se sabe de su dinámica e incidencia
local. Se puede ratificar la relación entre grupos políticos involucrados y la coalición
de Álvaro Uribe Vélez. La parapolítica alcanza una expansión nacional y pese a su
magnitud es baja la acción judicial hacia los parapolíticos.
Sobre las dinámicas: al respecto se introduce una diferenciación entre los acuerdos a
manera de repertorios. Por una parte están los pactos fundacionales, acuerdos con
un componente programático y directrices para influir en escenarios electorales. En
estos casos se pueden identificar niveles diferenciados de incidencia electoral según
los intereses de las estructuras y comandantes.
Otra modalidad consiste en pactos con políticos ya establecidos regionalmente. Es
una relación en principio de ascendencia de los políticos, ascendencia que va
disminuyendo a medida que aumenta el poder de los paramilitares en el desarrollo
del conflicto.
Por último, se señalan los arreglos con motivación económica. Comunes en
territorios donde la presencia paramilitar es exógena. Son intercambios ocasionales y
acotados a aspectos concretos, los cuales permiten su estabilidad o reproducción.
Masacres
Se explicita la metodología de casos emblemáticos como indicadores de las
dinámicas particulares y generales que compone el paramilitarismo. De este modo se
puede enfatizar la lógica diferenciada del paramilitarismo, así como las tendencias
que le dan identidad. Se propondrán 4 matrices territoriales: a) Magdalena Medio,
localista y territorializado; b) Norte del Valle, lógica mafiosa y localista; c) Urabá y Sur
de Córdoba, territorial con vocación expansiva; d) llaneros, localistas.
Recomendaciones a la CEV

Como parte de la experiencia misma de la CNMH y del balance construido, se


sugieren algunas recomendaciones a la Comisión de la Verdad conforme a los
mandatos que la animan: a) ampliar el universo de casos de referencia; b) ubicar el
fenómeno paramilitar como parte del proceso de configuración estatal en varias
regiones; c) recoger situaciones tipo que inciden en responsabilidad diferenciada de
los actores implicados según la fuerza del vínculo : b1) paramilitares endógenos que
inciden en la estructuración regional; b2) paramilitarismo exógeno pero se estabilizó
alrededor de móviles económicos; b3) convergencia de las dos dinámicas anteriores
pero de organizaciones diferentes en tensión; b4) paramilitares no logran insertarse;
c) no llevar al extremo de considerar a la población civil como ajena a la dinámica del
conflicto; d) identificación de legados que persisten; e) sobre el narcotráfico,
considerando no reducirlo a fuente de enriquecimiento, soslayando su significado
social y político. Además de lo anterior, superar la dicotomía criminal – político; f)
complejizar la mirada sobre el despojo de tierras, la concentración de la propiedad y
las modalidades de despojo.

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