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Es conocida de todos los apicultores la facilidad con la cual las abejas sorprendidas por la
caída de la tarde en los breves días invernales quedan paralizadas apenas unos centímetros
de la piquera de la colmena muriendo
durante la noche. Un fenómeno que en principio no debe alarmarnos a los apicultores, dado
que afecta principalmente a individuos enfermos de la colonia.
Las abejas comienzan a entrar en su estado de parálisis por debajo de los 9º si bien esta
temperatura no debe ser tomada en su valor más estricto dado que es influenciada por las
condiciones atmosféricas, especialmente el viento. En cualquier caso, de todos es sabido
que pese a la incapacidad individual de las abejas para regular su temperatura, el nido de
cría sí que permanece a una temperatura prácticamente constante de 34º-35ºC.
Las abejas elevan la temperatura del nido de cría hasta el entorno de los 35ºC. Este logro es
el resultado de la producción de calor que acompaña al movimiento de los músculos
torácicos, los potentes músculos que mueven las alas de las abejas durante el vuelo. Para
poder realizar ese ejercicio es necesario combustible, pues todo ejercicio no es más que una
combustión. En nuestro caso el combustible natural es la miel que en forma de reservas son
almacenadas para el propio alimento de la colmena y para el calentamiento del nido de cría.
Una abeja aislada es capaz, con el temblor de sus músculos, de elevar su temperatura
corporal en forma insignificante pero suficiente para el conjunto de la colmena si
consideramos el verdadero colchón térmico resultante de la agrupación densa de miles de
abejas en el racimo de invernada.
El consumo de miel por día para una abeja adulta en reposo es de 4mgr, por hora para una
abeja en vuelo se aproxima a unos 14mgr y por día para una larva de 26mgr.
Extra:
Alguien podría pensar que los cuadrados también son una forma eficiente de
almacenamiento, y que con ellos se ahorraría cera, pero los cuadrados no son eficientes
repartiendo la carga en una estructura grande, de modo que un panal cargado de miel,
que puede llegar a pesar 4 kilos en un cuadro tipo Langstroth, se vendría abajo.
Por otra parte, los hexágonos de los panales de las abejas de la miel transcienden la
matemática del número áureo y la sucesión de Fibonacci, a la que están acostumbradas
las abejas cuando liban en las estructuras florales de las plantas.