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23 LAS IDEOLOGIAS NACIONALISTAS CONTEMPORANEAS: FUNCIONALIDAD, ESTRUCTURA Y TIPOLOGIA t Ramon MAiz Universidad de Santiago de Compostela 1. Introduecién. 2, Nacionalismos e ideologia. 3. Nacionalismo y movilizacién politica. 4 Las variantes ideoldgicas del nacionalismo contempordneo. 5. Bibliografia. 1, Introduceién En una de sus obras més importantes, Nacionalismo y modernidad, A. Smith, uno de los mas prestigiosos estudiosos contempordneos del nacionalismo, constataba: «Hay algo que los cientificos sociales tienen muy claro: el nacionalismo es una ideologia y un movimiento modernos que surgieron a finales del siglo xvii en Europa Occidental y América del Norte» (Smith 2000: 25). Y, en efecto, éstas son las dimensiones clave para una cabal comprensién del fenémeno nacionalista para buena parte de la sociologia y la politologia més recientes: ideologia y movimiento social. Ahora bien, la rearticulacién del concepto de nacionalismo en torno a la ideologia y la movilizacién no viene tinicamente a affadir facetas adicionales al estudio del fendmeno, 0 po- ner mayor énfasis en algin aspecto desatendido hasta la fecha, sino a subrayar la decisiva ar- ticulacién dindmica de ambos momentos: el nacionalismo como fenémeno eminentemente politico (Breuilly 1993; Hetcher 2000). Ahora bien, con esta renovada perspectiva se da un giro de extraordinario relieve al analisis del fenémeno nacionalista que, de hecho, invierte la cadena causal tradicional; a sa- ber: ya no es el nacionalismo el producto politico inexorable de una nacién ya preexistente y objetivamente delimitada, sino el nacionalismo, el que, en circunstancias favorables, con- figura la nacién mediante movilizacién y discurso. Asi, la nacién no constituye un dato pri- mordial, objetivamente cristalizado en la historia, sino el producto contingente de un proce- so de construccién social y politica que, bajo el impulso del nacionalismo, tiene lugar en de- terminados contextos institucionales y sociales. Y, a su vez, el concepto de nacién que, no sin dificultades, se va imponiendo en las ciencias sociales, deviene una categoria prictica mas que ontolégica y sustancial, destinada a dar cuenta de la percepcién politica, compartida en la conciencia de los actores, de una identidad especifica nacionalitaria, La homogeneidad in- tema y diferencia externa de esta identidad colectiva no es la exteriorizacién de una esencia 128 LAS IDEOLOGIAS CLASICAS. natural pristina, sino el resultado de complejos procesos politicos y discursivos de moviliza- cién, conflicto, seleccién y aun invencién de determinados rasgos diacriticos diferenciales de Ja comunidad de que se trate. La posicién del analista del nacionalismo deviene asi doble: por un lado, debe distan- ciarse de la ideologia nacionalista, materia de estudio, en sus pretensiones de objetivismo y evidencia naturalizante, para atender, provisto de los conceptos y modelos de la moderna ciencia social, a los procesos de construccién nacional y sus dimensiones y factores varios; de otro, debe considerar el naturalismo y realismo del discurso nacionalista —la nacién como evideneia indiscutida— como un factor mas, extraordinariamente eficaz en la movilizacién politica del proceso de configuracién de la nacién, El nacionalismo, en la dimensién que aqui nos ocupa, constituye una excepcional muestra de cémo la realidad se genera, también, con las palabras. 2. Nacionalismo e ideologia El andlisis tradicional del nacionalismo estaba dominando, salvo excepciones, por una discutible epistemologia realista extrema, una epistemologia que conduefa a hablar de las na- ciones como entidades cosificadas, como colectividades sustanciales, en buena medida atem- porales, internamente homogéneas y claramente diferenciadas hacia el exterior (Brubaker 1996). De este modo, una nacién previamente cristalizada, constituida a partir de una espe- cifica eticidad, esto es, un conjunto de rasgos diferenciales objetivos («raza», lengua, cul- tura, historia, tradicién, territorio, etc.), generaria una identidad colectiva en tomo a unos intereses nacionales comunes, que se expresan y reivindican mediante movimientos nacio- nalistas, los cuales, descubriendo la diferencia pristina de la respectiva nacionalidad, genera- lizan la conciencia nacional en el seno de la poblacién. Ahora bien, frente al realismo extremo parece mds adecuado, siguiendo las suge- rencias de Kuhn, Laudan o Putnam, admitir que los marcos conceptuales, ideolégicos y lingiiisticos con que damos cuenta de la realidad poseen una innegable implicacién onto- légica, y devienen constitutivos de los objetos de conocimiento. Estro no implica, en modo alguno, suscribir las tesis del constructivismo radical 0 posmodernista, que considera que a realidad, en el caso que nos ocupa, las naciones, no son mds que el resultado de las ideologias las teorias nacionalistas. Muy diferentemente, una epistemologia constructi- vista realista nos Nevaria a admitir que lo que llamamos realidad es un complejo de fe- némenos que: 1) existen independientemente de nuestros recursos conceptuales y discur- sivos, y que por tanto imponen limites al contenido de nuestro conocimiento interpreta- cién del mundo; pero, a la vez, 2) sdlo constituyen hechos significativos en la medida en que se interpretan 0 conceptualizan desde algiin marco de sentido, habida cuenta de que no hay un mundo objetivo exterior, enteramente al margen de nuestros marcos conceptua- les ideolégicos (Olivé‘1999). En el caso que aqui nos ocupa, todo lo anterior implica que las naciones no son ni es- tan, sino que se hacen, esto es, no constituyen datos o puntos de partida sino resultados con- tingentes de procesos sociales y politicos abiertos e indeterminados. De esta suerte, las pre- condiciones étnicas diferenciales (lengua, historia, tradiciones, mitos y simbolos) constituyen una materia prima reelaborada, seleccionada y, en su caso, abiertamente inventada, por los intelectuales y movimientos nacionalistas. Por ello, la ideologia nacionalista no puede ser considerada como la expresién externa de una nacién preexistente, sino como uno de los elementos decisivos de la movilizacion politica que, en puridad, constituye a la nacién. En LAS IDEOLOGIAS NACIONALISTAS CONTEMPORANEAS: 129 suma, la ideologfa no es un factor meramente expresivo y exégeno, sino estrictamente cons- titutivo y endégeno de la realidad nacional. Asi, en un contexto social que reine unas iniciales precondiciones étnicas heredadas —cultura, historia, mitos, simbolos— producto a su vez de un previo trabajo intelectual y politico de las elites e intelectuales en el pasado, activadas por unas favorables precondicio- nes politicas (construccién, democratizacién o descentralizacién del Estado, por ejemplo) y econémicas (desarrollo desigual o divisién étnico-social del mercado de trabajo, por ejem- plo), la movilizacién nacionalista, mediante un largo proceso de organizacién y discurso, aglutina a una nacién especifica, de entre las varias posibles a partir de los mismos materia- les étnicos heredados del pasado. Por ello resulta de todo punto necesario, a la hora de aprehender, tras su aparente sen- cillez, el complejo discurso nacionalista, distinguir: 1) el repertorio de etnicidad heredado del pasado: los mitos, simbolos, relatos, cultura popular, etc., asumidos por los nacionalistas y sectores mAs 0 menos amplios de la poblacién, que condicionan de modo importante la conformacién moderna de 2) las ideologias nacionalistas, imponiendo limites a veces in- franqueables a la maleabilidad e instrumentalizacién de ese material a los lideres e intelec- tuales nacionalistas contempordneos. Entre ellos, debe mencionarse, en primer lugar, la ne~ cesidad por parte de la moderna elaboracién ideolégica nacionalista de sintonizar, de alcan- zat resonancia en los marcos interpretativos populares —relatos, historias, mitos— producto, a su vez, de previas etapas supuestamente culturales (de hecho conflictivas y netamente po- liticas) del nacionalismo. Pero, en segundo lugar, y sobre todo, el repertorio de etnicidad he- redado puede restringir el abanico de opciones ideoldgicas a disposicién de las generaciones futuras: en modo alguno resulta indiferente que el mito fundador que se postule sea un dios belicista como Rama, en el nacionalismo Hindutva; o que los mitos de la Edad de Oro se en- raicen en la nobleza universal, la descendencia de Tubal y un catolicismo integrista y anti- modemo, como en el primer nacionalismo vasco. De ahi la necesidad de dar cuenta tanto de la estructura de cada ideologia nacionalista concreta, como en su genealogia. Por todo lo antedicho es necesario atender a la compleja tarea que la ideologia y la mo- vilizacién nacionalista en la que se inserta, desempeiian en la génesis de las naciones. Com- plejidad referida’a, cuanto menos, dos tipos de dimensiones: 1) la funcionalidad constitutiva de la ideologia y su eficacia especifica, conjuntamente con indispensables factores estructu- rales, en la construccién de las naciones; y 2) la irreductibilidad cognitiva del nacionalismo un falso dualismo: o identidad o intereses. Nos ocuparemos en la segunda seccién de este liltimo punto y diremos algo ahora sobre el primero. Resulta sorprendente la proliferacién, entre los especialistas, de definiciones que con- sideran la reivindicacién del autogobiemo, la autodeterminacién o la soberania como el nii- cleo si no el rasgo central de la ideologia nacionalista, Asi, por referimos a dos reputados autores, ya mencionados en estas paginas, con obras de referencia sobre el tema, para A. D. Smith, «el nacionalismo es un movimiento ideolégico pensado para la obtencién y el man- tenimiento del autogobierno y la independencia de un grupo, algunos de cuyos miembros creen que constituyen una nacién real 0 potencial» (1983: 171). Por su parte, para Hetcher, «el nacionalismo es una accién colectiva destinada a hacer congruentes las fronteras de la nacién con las de la unidad de gobierno» (Hetcher 200: 7). Sin embargo, la funcionalidad de la ideologia nacionalista desborda con mucho la fi- jacién de los objetivos del autogobierno, secesién y estado propio. El cometido de la ideo- logia nacionalista es, de hecho, constituir la nacién misma, esto es, elaborar un «nosotros» a partir de una poblacién separada por multitud de divisiones de clase, religién, intereses lo- cales, etc., mediante la seleccién de una serie de elementos comunes de pertenencia (raza 0 130 LAS IDEOLOGIAS CLASICAS Jengua, religién o historia, etc.) y establecer, paralelamente, un «ellos» como el arquetipo del otro o el ajeno, como imagen especular en negativo de la propia identidad. De ahi que, como Hans Kohn seftalara en su dia, ninguno de los elementos conferidores de la naturaleza na- cional resulta imprescindible, pues las variaciones y combinaciones empfricas de los mismos son extremadamente variadas (Kohn 1949), En su dimensién positiva, la ideologia nacionalista interpela y constituye politicamen- te aun conjunto de individuos como un sujeto colectivo, con un origen remoto, un pasado de comin ascendencia, una trayectoria hist6rica compartida, un conjunto de mitos y simbo- los patrios, un futuro de libertad, en fin, a través de la autodeterminacién y el autogobierno. En su dimensién negativa, el discurso nacionalista elabora la figura del «Otro» me- diante una serie de cddigos binarios (nacién/Estado, propio/ajeno, amigo/enemigo, pureza/ mestizaje, etc.) que vertebran la matriz orgdnica y objetiva de la etnicidad con otras dimen- siones relacionales, exteriores a dicho niicleo orgénico: la oposicién/negacién con otras et- nias o naciones, el modelo politico institucional que se rechaza, la estrategia de exclusién de lo diferente, etc., hasta el extremo de que la «otredad» no es sino un modo adicional de cons- truir la «mismidady y el estereotipo antagénico de lo ajeno deviene hasta cierto punto por- tador vicario de la identidad nacional que se autoafirma (Hedetoft 1995). Sintetizando lo hasta aqui argumentado y de acuerdo con la compleja funcionalidad que, como hemos visto, desemperia la ideologfa nacionalista puede fijarse un contenido mi- nimo, como tipo ideal de ideologia nacionalista en torno a las siguientes asunciones: 1. La humanidad se divide en comunidades naturales y sustanciales: las naciones. 2. Cada nacién es homogénea interiormente, esto es, posee una identidad nacional ar- ticulada en tomo a los rasgos diferenciales de su etnicidad. 3. Esta peculiaridad especifica de lo propio sefiala a su vez la diferencia fundacional con lo ajeno, con otras naciones deslinda el «nosotros» del «ellos». 4, La libertad y una existencia auténtica de los ciudadanos requieren su identificacién con una nacién, hasta el extremo de que la lealtad a la nacién prevalece sobre otras lealtades de grupo o clase. 5. Las naciones s6lo pueden ser libres y realizarse disponiendo de un Estado propio soberano e independiente. 6. El Estado debe de estar al servicio de una sola nacién, de su lengua, cultura e in- tereses. 7. La libertad y la paz mundiales s6lo serdn posibles con la libertad e independencia de todas las naciones. 3. Nacionalismo y movilizacién politica Si bien la ideologia nacionalista se despliega a partir de un capital étnico inicial, de un repertorio de etnicidad heredado y fruto a su vez de elaboraciones previas de intelectuales y movimientos, procede a ello no solamente seleccionands, filtrando y priorizando determina- dos rasgos diacriticos, sino articulindolos, ademas, con intereses sociales y materiales muy especificos, en favor de unos grupos y en detrimento de otros. Esto es, la ideologia naciona- lista se caracteriza por poseer una doble faz intimamente imbricada, pues constituye una efi- cacisima combinacién de intereses y lazos afectivos (Rothschild 1981). La identidad étnica se configura como una mezcla tinica en su complejo mitico-simbdlico de elementos emoti- vos y expresivos, sentimientos y lealtades, ¢ intereses politicos instrumentales, de tal suerte LAS IDEOLOGIAS NACIONALISTAS CONTEMPORANEAS: 131 que estos iltimos alcanzan su sentido tan solo mediante los primeros. De hecho, la ideolo- gia nacionalista es un modo especifico, entre otros, de identificar sujetos colectivos portado- res de intereses y vincula al efecto, sustancialmente, identidad e interés. Sin embargo, es preciso subrayar, al dar cuenta de esta articulacién de intereses mate- riales y elementos diacriticos identitarios, que las preferencias, del mismo modo que las iden- tidades no son dadas, completas y exégenas al proceso politico, sino que se constituyen ideolégicamente, esto es politicamente, mediante procesos endégenos en los que la configu- racién de sujetos colectivos —grupo éinico, nacién— portadores de intereses propios ocupa un lugar decisivo (Brubaker 2000). Asi, los procesos de construecién nacional consisten en el establecimiento de vinculos entre las elites y las masas y la cristalizacién de una comuni- dad nacional de intercambio material y simbélico. De este modo, la génesis de identidades nacionales en modo alguno constituye un obstculo, sino un factor decisivo de la politiza- cién de conflictos de intereses materiales, como, por ejemplo, el de clase. Sin procesos de construccién nacional en curso, la formacién de conflicto de identidades de clase es mucho mis dificil, constituyendo la identidad clasista, esto es, la extensién de la ideologia de clase a amplios sectores, més un producto del proceso de construccién nacional que una dinamica auténoma y alternativa a aquélla (Bartolini 2001: 551). De esta doble articulacién ideolégica interna de: a) los elementos diacriticos conferi- dores de la naturaleza nacional a una comunidad especifica (raza, lengua, historia, Volksgeist, voluntad, ete.) y 6) los intereses de los grupos Ilamados a formar parte de la nacién, depen- derén como veremos mis adelante Ia orientacién politica de cada nacionalismo especifico. El andlisis de los movimientos sociales ha puesto creciente énfasis en considerarlos como fenémenos (también) culturales, capaces de elaborar y generalizar identidades colecti- vas y mundos de sentido (Klandermans 1997). Esto resulta en extremo pertinente en lo que atafie al andlisis del nacionalismo como movilizacién e ideologia, toda vez que la realidad compleja de la etnicidad es politica y cultural, esto es, resultado de la politica y la accién co- lectiva y no una base subyacente, socialmente dada y cristalizada, y sus caracteristicas se de- rivan menos, como hemos visto, de indicadores objetivos, que del significado conferido ini- cialmente por los intelectuales y las elites, y posteriormente por la mayoria del grupo, a cier- tas propiedades culturales, territoriales ¢ historias de un grupo y a su interaccién y experiencias compartidas (Smith 1986). De hecho, la articulacién ideol6gica nacionalista de la etnicidad como fenémeno de la modernidad, reelabora y estiliza su referencia a los datos objetivos y se sitda principalmente en el terreno de la produccién simbélica: la realidad di- ferencial de la lengua nacional o 1a narrativa histérica nacionalitaria resulta reinterpretada constantemente a través de la elaboracién mitico-simbélica y la accién politica (Melucci y Diani 1983). Pues bien, constatado este esquivo conjunto de mitos, tradiciones, valores y simbolos, resultaria vano cualquier intento de aprehenderlo al margen de sus condiciones discursivas de emergencia y propagacién desde la elites y los movimientos o partidos nacionalistas ha- cia las masas, pues las naciones constituyen, no solamente «comunidades imaginarias» (An- derson 1983), sino «fenémenos de masas y no de elites» (Connor 1994). De ahi la necesidad de sustantivar esta dimensién discursiva de la «idea de nacién», extraordinariamente desa- rrollada y capital en todos los nacionalismos. Esto es, la pertinencia de completar 1) el ané- lisis de las precondiciones sociales y la racionalidad de la movilizacién (Hetcher 2000), con 2) un estudio etnosimbélico, que atienda a los materiales étnicos con los que trabaja el na- cionalismo (Smith 1996). Pero también de dar cuenta, como seftalamos més arriba, de 3) la articulacién ideoldgica especifica: tanto interna de los elementos diacriticos de la etnicidad que se configuran en cada caso y sus transformaciones, como externa con ideologias politi- 132 LAS IDEOLOGIAS CLASICAS cas y valores que pueden orientarlos en una u otra direccion politica, de analizar, en suma, las condiciones discursivas de posibilidad del nacionalismo (Maiz 1996, 1997). En este sentido, el concepto de «marco interpretativo», como conjunto de creencias co- lectivas elementales y esquematicas que dotan de sentido a la participacién en la accién colectiva, resulta de indudable utilidad. Pues los marcos sintetizan unas veces de modo in- tencional —«estrategias enmarcadorasy—, otras de forma inconsciente como resultado de aquéllas —«marco de movilizacién»— los elementos capitales del discurso del movimiento nacionalista: el sentido de injusticia u opresién histérica (grievances), la pertenencia a una comunidad homogénea y diferenciada, y la motivacién para la accién politica (Eder 1996, Gamson 1992). Ya hemos visto, en efecto, cémo la significacién de la opresién nacional ha de anali- zarse, por decirlo asi, desde la deprivacién relativa, como frustracién de expectativas ideo- légicamente generadas por el discurso nacionalista: «toda nacién debe poseer su propio Es- tado». Hemos mencionado, asimismo, que el nacionalismo genera identidad colectiva me- diante mecanismos adscriptivos elaborados a partir de la agregacién de elementos diacriticos (lengua, religién, «raza», historia...), que configuran estereotipos antagénicos nosotros/ellos de tal suerte que se sobredimensionan las diferencias con lo ajeno, cuanto se minimizan las diferencias internas en el seno de la comunidad. Precisamente los mitos y los simbolos tie- nen la «virtud» movilizadora aftadida de su ambigiiedad, lo que Barthes denominara «clari- dad feliz», y constituyen por ello eficacisimos galvanizadores de la comunidad nacionalita- ria como un hecho natural y autoevidente, por encima de cualesquiera otras fracturas inter- nas o similitudes externas. Finalmente, recordemos, no resulta suficiente una matriz comtn de etnicidad e intereses socioeconémicos para que se produzea la accién, es preciso ademas la activacién de ese potencial de movilizacién y a tal efecto la elaboracién y seleccién miti- co-simbélica que realiza el discurso nacionalista proporciona elementos para el altruismo, la cooperacién y el sacrifico por la patria, el heroismo o la atrocidad, asi como para la exacer- bacién de la distincién nosotros/ellos que suministran grandes dosis de emotividad, esencia- les para la movilizacién (Brass 1991). De acuerdo con lo sostenido hasta aqui, bien se comprende que los marcos interpreta- tivos nacionalistas no «reflejan» o «expresan» una realidad objetiva nacional preexistente, sino que, como estrategias retéricas, son instrumentos fundamentales de construccién de la propia diferencia etnonacional, seleccionando unos rasgos diferenciadores y diluyendo otros, proponiendo unos objetivos politicos y desconsiderando otros, etc. Y en razén de esta capa- cidad conformadora de una evidencia objetiva de la nacién, que se remonta a la noche de los tiempos en su homogeneidad esencial, constituyen un recurso capital para la accién colecti- va. En este sentido, un discurso nacionalista resulta tanto mas movilizador cuanto més emo- cional, radicalizado, especifico y delimitador de la identidades contrapuestas y excluyentes —propio/ajeno, nosotros/ellos— pero esta intensidad, sin embargo, plantea a los lideres na- cionalistas el problema colateral de su baja inclusividad politica por exceso de radicalidad (frame dealignment). El desafio de conseguir un equilibro entre la emotividad movilizadora, s6lo asumible por una minoria, y la moderacién requerida (electoralmente, por ejemplo) para ensanchar los apoyos, genera la caracteristica ambigtiedad y polisemia propias del discurso nacionalista y sus oscilaciones entre alegatos radicales destinados al consumo interno y for- mulaciones publicas mas morigeradas. En la perspectiva que aqui nos ocupa, la de la ideologia, una nacién es el resultado de un proceso de «alineamiento de marco» (frame alignment) (Snow y Bendford 1988), 0 lo que es lo mismo, de un proceso de sobresignificacién mitico-simbélica de una comunidad de ori- gen como una entidad natural y autoevidente no sélo para los intelectuales o lideres nacio- LAS IDEOLOGIAS NACIONALISTAS CONTEMPORANEAS 133 nalistas, sino para parte importante de la sociedad asi interpelada, habida cuenta que sintoni- za con creencias y narrativas populares de autointerpretacién étnica (frame ressonance). Esto es, genera eficazmente la percepcién generalizada de una comunidad, no politica y relativa- mente arbitraria, una entre las varias posibles en virtud del contexto y las precondiciones ét- nicas y estructurales, sino sustancial e inmutable a los ojos de los nacionales, cuyo origen se remonta a tiempo inmemorial, y cuya esencia se articula en torno a los elementos diacriticos del niicleo duro de su etnicidad: nombre colectivo, mito comtin de ascendencia, historia com- partida y lineal, cultura diferente, asociacién con un territorio determinado, solidaridad pa- tridtica, rechazo de lo ajeno, etc. De este modo, cada narrativa nacionalista se teje mediante la articulaci6n simbélica (symbolic packaging) de diversos marcos interpretativos especificos y es el resultado politico de una estrategia enmarcadora determinada (Eder 1993). Es, precisamente, en el seno de esta estrategia enmarcadora mediante la articulacién de valores, elementos étnicos diferenciales, intereses socioeconémicos y objetivos politicos, en el que se ventila en ¢ada caso concreto: 1) El éxito 0 fracaso de la generalizacién de la ideologia nacionalista como fenéme- no de masas y no sélo de elites. En este sentido, la resonancia con la etnicidad recibida, esto es, con el sentido comin popular en sus relatos, mitos y simbolos deviene decisiva para con- seguir el alineamiento de marcos interpretativos de las elites y la poblacién, que permitira la asuncién masiva de la ideologia nacionalista, deviniendo auténtica conciencia nacional. 2) La orientacién politica del movimiento nacionalista, su repertorio estratégico, los integrantes «auténticos» de la nacién y los ajenos a ella, la formula de autogobierno, los alia- dos potenciales, la indole democritica o autoritaria de la comunidad y Estado futuros, etc. ‘Ahora bien, gde dénde deriva su extraordinaria fuerza inclusiva y movilizadora la ideologia nacionalista? Para dar cuenta de su capitalisima eficacia es preciso prestar atencién a las estructuras y dispositivos, atender al tejido mismo del discurso nacionalista. En este orden de cosas, el nacionalismo genera un discurso en el que diversos dispo- sitivos de enmarcamiento (framing devices) de tipo moral, factual y estético se superponen de tal manera que proporciona una urdimbre de sentido mediante la cual la identidad de los individuos se disuelve «naturalmente», mediante inmersién en la identidad colectiva de la na~ cién, Asi, la relacién con la patria se formula como vinculo de deber para una entidad co- lectiva dotada de derechos (de autodeterminacién, de normalizacién lingiistica, etc.); el com- ponente empitico aporta las pruebas fehacientes de la diferencia nacional como datos «cien- tificos» (lengua, raza, territorio, etc.); el momento estético, en fin, introduce los mitos de la «edad de oro», de la comiin ascendencia, etc., de la mano de una representacién donde la na- cién constituye un hecho natural indiscutible, mientras el Estado no es sino un mero ente ar- tificial. En sintesis, la estrategia enmarcadora nacionalista actiia a través de tres dispositivos fundamentales: a) De objetividad empirica: que muestra la realidad del problema nacional, esto es, la existencia de una nacién objetiva cimentada en un pasado de comtin ascendencia, una ho- mogeneidad cultural interna indiscutible y una diferencia objetiva con otras naciones, pero asimismo su falta de libertad, su opresidn por otras naciones dentro o fuera del mismo Esta- do, la amenaza a su supervivencia, etc. b) De responsabilidad moral, que llama la atencién sobre los valores y principios que llevan a evaluar negativamente la situacién presente de la nacién: la decadencia confrontada 134 LAS IDEOLOGIAS CLASICAS con el mito de los Origenes y la Edad de Oro perdida, la necesidad de regeneracién y liber- tad, el llamamiemto a la movilizacién y lucha de la defensa hasta el sacrificio de la propia vida —mourir pour la patrie— si fuere preciso. ©) De dotacién de sentido: la inmersién en la comunidad como fuente de existencia auténtica, Ia fidelidad y lealtad a la propia nacién por encima de otras lealtades, la fusion del propio destino con el destino de la nacién. Pero ademés, los procesos de enmarcamiento y las estrategias retoricas de la ideologia nacionalista desarrollan tres tareas decisivas para la movilizacién politica y la construccién nacional que dan lugar, a su vez, a tres tipos diferentes de marcos interpretativos: de diag- néstico, prondstico y motivacién (grafico 1). @) Los marcos de diagnéstico: identifican determinados acontecimientos o realidades como intrinsecamente problematicos, como sintomas de un sindrome mas vasto que les con- fiere sentido y demanda urgente solucién: el «problema» nacional. Asimismo, este tipo de enmarcamiento designa no solamente las causas objetivas del mal nacional, sino los agentes responsables de las mismas (Ia falta de Estado propio bajo la opresién de otra nacién, la pre- sencia de extranjeros que amenazan la homogeneidad sustancial cultural, la amenaza de una nacién vecina, etc.). La funcién atributiva de los marcos de diagnéstico implica la imputacién de motivos, intereses espurios y rasgos negativos a los culpables, a quienes se responsabiliza de causar el problema, pudiendo estar situados no sélo en el exterior sino en el propio interior de la nacién, Este tipo de marco interpretativo resulta decisivo, pues procede a ubicar a otras co- munidades 0 minorias nacionales en el papel de antagonista. Esta identificacién del culpa- ble constituye un eficacisimo dispositivo movilizador que polariza el rechazo de forma per- sonalizada y simplificada, resolviendo la complejidad multicausal de los problemas sociales Y proporciona un arquetipo del otro, como diferente, extrafio 0, en tltima instancia, como enemigo. 5) Los marcos de prondstico muestran una alternativa, un plan, una solucién al pro- blema nacional previamente diagnosticado, tanto en lo que se refiere a la regeneracién de la propia comunidad como comunidad nacionalista, homogénea y diferente, cultural y linguis- ticamente normalizada, dotada de conciencia nacional politicamente expresada... cuanto en lo que ataite a los objetivos politicos de la movilizacién: autodeterminacién, soberania, se- cesién. Paralelamente, los marcos de pronéstico designan asimismo el portador del cambio sal- vador, en suma, el protagonista del cambio, que representa los intereses de la nacién, apo- derando metonimicamente (al tomar la parte por el todo) a los intelectuales, lideres, partidos nacionalistas, etc., para que se constituyan en portavoces autolegitimados del entero sujeto colectivo que es la nacién. ¢) Los marcos de motivacién, finalmente, proveen de un repertorio de estimulos para la movilizacién: dramatizacién del problema, mito de los precursores que precedieron a los actuales lfderes, sobredimensionamiento de la homogeneidad interna y la diferencia con otras naciones, posibilidades de éxito de la lucha nacional que refuerzan la plausibilidad de los ob- Jetivos, etc. Ademas, los marcos de motivacién proven del repertorio de accién, esto es, del elenco de recursos de movilizacién requerido para la solucién del problema nacional, ajus- tando medios y fines, y propugnando ora la reivindicacién pacifica, la competicién electoral y parlamentaria, ora legitimando el uso de la violencia frente al otro convertido en enemigo externo ¢ interno, etc. “swisyouozaou s02}80j02p) sootou 80} 2p soueysuomi] “| Ooty sejsyeuoreu sopezyevoivey ‘sopiuied — ‘squerpuadeput opeis3 — ssoo1up610 vugiseoeg — or sopenoejau — |*— oansquoid —} —upmeumorepoiny — |<<———— ‘sel0sindeld — ‘ugqoezIMoVy — SVLSINODVLOUd sanoiontos uoroeznewesg — epyunwog — ‘ouxe sapepmiqisog — ‘enue pepo — uojezinou esuep pepiowig — ‘ououedey — seayelgo UOIEN NoWoov ‘WNOIOWN viWaTE0ud Uuoroez1u0}09 — _pwous/o6ury — ‘Buaposs| — L___y| ‘s0y2/s0n050N — |e consoubey — ezeuawy — |g —___] ouateyordoig — pioeuwiog — VISINODVLNY svsnvo 136 LAS IDEOLOGIAS CLASICAS Las variantes ideolégicas del nacionalismo contemporneo Una vez esquematizadas la funcionalidad y la estructura discursiva del nacionalismo es preciso atender, también de modo muy sintético, a sus principales variantes en el siglo x1. ‘Antes de proceder a tal tarea resulta preciso, sin embargo, realizar algunas precisiones. En efecto, de lo que se trata a los efectos que aqui interesan es de proporcionar una tipologia de los nacionalismos en cuanto ideologia, esto es, que atienda las variaciones en la articulacién interna de los elementos de la etnicidad y a su conexién con la politica y los intereses. No es éste, sin embargo, el lugar para abordar una tipologia de los fenémenos nacionalistas con- tempordneos atendiendo al contexto social y politico de su movilizacién: nacionalismos en Estados plurinacionales, estados nacionalizadores, minorias nacionales, irredenta, nacionalis- mos primordialistas, etc., que ya se ha ensayado en otros lugares (Brubaker 1996, Maiz 1997, Hetcher 2000). Por el contrario, debemos elaborar una tipologia que atienda a las variacio- nes ideol6gicas de articulacién, en el sentido complejo de las asunciones nacionalistas apun- tadas en la seccién 1." de este capitulo. En este orden de cosas quizés la clasificacién mas comin durante mucho tiempo ha sido la que distingue dos tipos de nacionalismo: nacionalismo étnico y nacionalismo civico. Segiin esta tipologia, el nacionalismo étnico conceptualizaria Ia nacién a partir exclusiva- mente de los componentes de la etnicidad (Ia «raza» para las versiones mas biologistas, la cultura o la lengua para las mas culturalistas) y el nacionalismo civico, por el contrario, de- finiria la nacién en atencidn exclusiva a la tervitorialidad y los derechos y garantias de todos los habitantes de un territorio. De esta suerte, el nacionalismo étnico, aun en sus variantes més culturalistas, tenderia de forma inevitable a la exclusién e hipotecaria por definicién los derechos individuales de los ciudadanos. Por su parte, el nacionalismo civico serfa supuesta- mente neutral respecto a la cultura, lo cual lo volveria claramente politico ¢ inclusivo y ci- mentarfa los principios de ciudadania, democracia y libertad. Esta dicotomia, si bien apunta a algunos problemas reales, como veremos, de la arti- culacién politica democritica del nacionalismo etnicista, no resulta empero sostenible pues su exceso de maniqueismo crea mas problemas de los que resuelve y obvia ademas el fulero del problema de fondo: la relacién entre cultura y politica, Por una parte, la salvaguarda y la proteccién del contexto cultural de los individuos no tiene por fuerza que volcarse en res- tricciones de los derechos y garantias individuales, siempre que se le considere como irre- nunciable contexto cultural de la libertad, autonomia y pluralismo de los ciudadanos. Por otra parte, el nacionalismo civico no ha resultado nunca neutral con respecto a la cultura pues, de hecho, todos los Estados (incluidos los ejemplos clisicos del nacionalismo civico: Francia y Estados Unidos) han impuesto desde el Estado una cultura especifica, una lengua, un relato histérico, unos mitos y simbolos comunes para toda la ciudadania. De hecho, ambos nacio- nalismos, civico y étnico, poseen componentes culturales y ambos descuidan, bien que por diferentes razones, los requerimientos politicos de la democracia respecto a la dimensién cul- tural de la ciudadania. La pregunta pendiente en un estudio de las ideologias, sin embargo, sigue siendo jcémo dar cuenta de las condiciones intelectuales de posibilidad que explican que unos na- cionalismos sean liberales, pacificos y democriticos y otros violentos, xendfobos y autorita- rios? Una estrategia muy difundida, recurrente en los andlisis ideolégicos del nacionalismo, se centra en examinar la articulacién externa de la ideologia nacionalista con otras ideolo- gias: liberal, conservadora, fascista, etc., y deducir de cada sintesis ideol6gica especifica la orientacién politica de cada nacionalismo (Baradat 1991, Heywood 1992, Motyl 2001). Aho- ra bien, sin negar la evidente influencia de la interaccién con otras ideologias sobre la con- LAS IDEOLOGIAS NACIONALISTAS CONTEMPORANEAS: 137 figuracién politica de los nacionalismos, defenderemos aqui, en coherencia con lo argumen- tado en las secciones 1.* y 2.* de este capitulo, la plausibilidad de proporcionar una tipolo- gia construida atendiendo especificamente a la articulacién interna de la ideologia naciona- lista misma, esto es, a sus variaciones discursivas, como conjunto plural de estrategias retd- ricas y enmarcadoras. En este sentido, postularemos tres grandes tipos ideales de ideologias nacionalistas contemporéneas; a saber: el nacionalismo organicista que, centrado en un concepto duro de nacién étnica, entronca con una tradicién nacionalista xenéfoba y autoritaria, que se actuali- za una y otra vez en formulaciones que alientan los conflictos y guerras étnicos del pasado y el presente; el nacionalismo culturalista que, depurando la etnicidad de sus elementos més biologistas y deterministas, trata de conciliar la defensa y la proteccién de la cultura y de la lengua nacionales con los requerimientos normativos del liberalismo; y por ultimo, a ellos habria de afiadirse un tercer y emergente tipo de nacionalismo pluralista que, manteniendo frente al cosmopolitismo Ia irrenunciable dimensién de la cultura y la lengua como contex- to de la autonomia de los ciudadanos, procede a la democratizacién radical de la idea nacién, compensando la eventual pérdida de la capacidad movilizadora de los nacionalismos étnicos, con una mayor inclusividad y apertura a la deliberacién y participacién de mayorias y mi- norias en la comunidad nacional. Se trata, bien entendido, de tres tipos ideales situados a lo largo de un continuo que, a nuestro entender permite ubicar, desde un maximo de etnicismo a un maximo de politizacién demoeritica del concepto de nacién, a las diferentes posiciones ideolégicas presentes en los varios nacionalismos contemporineos (Estados etnocraticos y nacionalizadores, nacionalis- mos primordialistas, nacionalismos interiores impugnadores del Estado-nacién, minorias na- cionales, irredenta, etc.), atendiendo a la estructura interna de su discurso. No es infrecuen- te, ademds, frente a generalizaciones apresuradas, encontrar dentro de los mismos casos de nacionalismo, posiciones politico-ideologicas muy diferentes, que ocupan un lugar bien dis- tanciado a lo largo del continuo seftalado. De hecho, una vez analizados de cerca, todos los nacionalismos muestran una gran pluralidad interna entre discursos competitivos por impo- ner su hegemonia en cada proceso de construccién nacional. 4) El nacionalismo organicista se caracteriza por fundamentarse en un concepto ét= nico denso de nacién, esto es, un concepto de nacién cuyo niicleo duro se halla configurado por elementos en extremo deterministas, de una etnicidad en sentido fuerte, sean de indole biologista como la «raza», sean de indole mAs cultural como el Volksgeist o las Historias Na- cionales (grafico 2). Determinismo que cimenta una homogeneidad excluyente de la comu- nidad nacional hacia dentro y se prolonga, mAs alla de los elementos diacriticos clisicos raza, lengua, cardcter, etc., hacia una dimensién axiol6gica y normativa, esto es, la nacién postu- lada como titular de sus propios valores éticos —expresados en usos y costumbres— 0, en algunos casos, su propia religién. El objetivismo de este micleo duro del concepto de nacién, que fundamenta una etni- cidad que por su densidad se impone como evidencia ontoldgica, como un hecho natural, po- see consecuencias ideolégicas que resulta preciso resaltar: 1) En primer lugar, promueve que la diferencia entre el «nosotros» y el «ellos» se prolongue en exclusién, en rechazo, entre lo propio y lo ajeno que, de modo no infrecuente, se decanta en odio al extrafio, en dialéctica amigo/enemigo. 2) En segundo lugar, paralela radicalidad emerge, en el momento positivo de la afinidad étnica, con eventuales fragmentos de la propia nacién, desde el punto de vis ta objetivista y étnico denso a que hemos aludido, Esto se traduce en reclamaciones objeti- vas de etnias de reintegracién ¢ irredentismo, esto es, minorias de Estados vecinos que en ra-

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