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CAPITULO VI COMUNISMO ANTONIO ELORZA Sumario: I, La matriz soviética. 1. Lenin. 2. Stalin. 3, Trotski. 4. La reforma imposible—Il. Los otros comunismos. 1. El maofsmo. 2. Intemnacionalismo y antiimperialismo. 3. Comunismo y demo- cracia. I. LA MATRIZ SOVIETICA Nosotros, después de todo, en medio de la masa del pueblo, somos como una gota en el mar, y slo podemos gobemnar si sa- bemos expresar con acierto lo que el pueblo piensa. Sin esto, ni el Partido Comunista conduciré al proletariado, ni el proletariado conduciré a las masas, y toda la méquina se desmoronaré. [LeNty, informe al XI Congreso del PC(b), 27-IHl-1922] 1. LENIN En cuanto movimiento politico dotado de una ideologfa propia, el comunis- mo tiene en el siglo xx un acta de nacimiento bien precisa. Es el 8 de marzo de 1918, cuando ante el VII Congreso del partido bolchevique Lenin presenta la propuesta de revisién del programa y cambio el nombre del partido. La conquis- ta del poder por el proletariado en Rusia hacfa obsoleta la denominacién de «socialdemécrata». Con la disolucién de la Asamblea Constituyente y el inicio del terror, quedaba cortado el vinculo con la Segunda Internacional. «Al crear los obreros su propio Estado, el viejo concepto de democracia —de democracia burguesa— ha quedado superado en el proceso de desarrollo de nuestra revolu- cién'. Sumido ya en la utopfa, Lenin opina que ha surgido una democracia como no ha existido otra, salvo en la Comuna de Paris. Los trabajadores han tomado en sus manos la administraci6n estatal y, en consecuencia, «desaparece el aparato especial de administracién». Ha comenzado a funcionar la democracia proletaria y con ello se abre el proceso de desaparicién progresiva del Estado. La democracia en su forma tradicional es definitivamente desechada. «El Poder ' V.L LENIN, Obras escogidas, tomo 2, Mosci, 1960, p. 643. ay 112 IDEOLOGIAS Y MOVIMIENTOS POL{TICOS CONTEMPORANEOS, soviético es un nuevo tipo de Estado sin burocracia, sin policfa, sin ejército per- manente, en el que la democracia burguesa es sustituida por una nueva democra- cia: la democracia que adelanta a primer plano a la vanguardia de las masas trabajadoras, convirtiéndolas en legislador, ejecutor y protector militar, y crea el aparato capaz de reeducar a las masas»?. Paralelamente, surge la necesidad de marcar claramente las fronteras respecto de la socialdemocracia, «hasta ahora un verdadero freno, un verdadero obstéculo para el movimiento obrero revolucionario». Y sobre todo, la puesta en marcha del socialismo significa la definicién de un objetivo igualitario, con la aplicacién del principio «De cada cual, segtin su capacidad; a cada cual, segiin sus necesidades». «De ahi que el nombre de Partido Comunista sea el tinico acertado desde el punto de vista cientifico», concluye*. La socialdemocracia rusa habfa muerto, y desde el poder emergia sin solucién de continuidad el comunismo. En el mismo discurso, Lenin apuntaba a un tercer componente que distinguia a su partido: la violencia. La perspectiva de convertir la revolucién rusa en una revolucién europea se desarrollaré a lo largo de una serie de guerras y confronta- ciones, tanto internacionales como internas. «Los marxistas no hemos olvidado nunca que la violencia acompajiar4 inevitablemente a la bancarrota del capitalismo en toda su amplitud y al nacimiento de la sociedad socialista»*. La practica de represi6n brutal e implacable del aparato estatal dirigido por Lenin seré la expre- sién més clara de ese principio, antes, durante y después de la guerra civil’. Cuando muera Lenin, las expresiones «leninismo» y «marxismo-leninismo» implicardn la sacralizacién del pensamiento de Lenin en el mundo soviético y, a fin de cuentas, su reduccién a un dogma instrumentalizado para legitimar el poder de Stalin. Pero eso no significa que el cuerpo de doctrinas legado por Lenin deje de ser fundamental para la definicién del comunismo soviético. Las mutaciones introducidas por él sobre el fondo ideolégico de la Segunda Internacional —con Kautsky en primer plano—, la confrontacién y la infiltraci6n permanente en rela- cién con el marco politico ruso y las elaboraciones propias sobre temas capitales, como el partido, el Estado o el imperialismo, permiten situar a Lenin como clave te6rica para la formacién del comunismo en nuestro siglo, tanto en sus elementos ideolégicos como en sus desarrollos institucionales. En su polémica de 1918 con Kautsky, Lenin se reclama del origen estrictamen- te marxista de su concepcién de la dictadura del proletariado, y en concreto de la fidelidad de sus reflexiones a la conocida férmula expuesta por Marx en la Critica al programa de Gotha: Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista se sittia el perfodo de transforma- cién de aquélla en ésta. A lo cual corresponde un perfodo de transicién politica, en que el Estado s6lo podria consistir en la dictadura revolucionaria del proletariado”. 2 Ibid., p. 649. > Thid., p. 644. * Tid, p. 648. * Nicholas WerrH, «Un Etat contre son peuple. Violences, répressions, terreurs en Union Soviétique», en 8. CouRtots et al., Le livre noir du communisme, Paris, 1997, pp. 64-93. © Carlos Marx, Critica al programa de Gotha, Madrid, 1971, p. 38. COMUNISMO 113 Es la voluntad de efectuar una lectura revolucionaria de Marx, observable en el sistema de citas leniniano, que conduce a una interpretacién de su obra segtin la cual la elaboracién tedrica consistirfa en buscar la adaptacién de las ideas de Marx y Engels a la realidad rusa para asi estar en condiciones de abordar la revolucién en este pais. Esta afirmaci6n es cierta, pero quizds habria que ir més allé, remitiendo a la incidencia del contexto ruso sobre la génesis de concepciones claves de Lenin sobre el Estado, la democracia o la necesidad del agente exterior (el partido) para la actuaci6n revolucionaria del proletariado. La realidad rusa no ofrece una sociedad civil cuyas relaciones de poder se traducen de un modo u otro en la configuracién del sistema politico, y donde la evolucion de la segunda mitad del siglo xIx apunta a la democracia como formula politica de la sociedad de masas. El Estado que tiene ante sf Lenin es una pura autocracia que en buena medida determina las relaciones sociales y no abre cauce alguno para el despliegue aut6nomo de los intereses ni para el reconocimiento de los derechos individuales. Resulta imposible percibir en su interior la articulacién de equilibrios en que consiste la vida politica europea a partir de la Revolucién francesa, incluso en sus variantes oligdrquicas. Sus rasgos son la asiaticidad, el despotism y el atraso, de un lado, la prepotencia ilimitada 0 samodurtsvo de otro’. Lenin es consciente de la situacién y presenta la perspectiva revolucionaria como una superacién de la misma, pero queda apresado en sus conceptos y prictica politica por ese ambiente en que los forja. Por el mismo motivo, como los popu- listas, menospreciard el papel de la democracia, vista como estadio superior al régimen zarista, pero solamente en cuanto marco desde el que realizar unas trans- formaciones y preparar el trénsito revolucionario al socialismo. Nunca como un fin en sf misma. En fin, la pasividad tradicional del pueblo ruso, incluida la clase obrera, se conjuga con la critica del tradeunionismo para desconfiar de todo pro- ceso que surgiera esponténeamente desde abajo. El proletariado debe recibir la conciencia revolucionaria desde un sujeto histérico incontaminado por los males del zarismo: el partido socialdemécrata, En {Qué hacer? (1902) el engarce de esos elementos da lugar a una primera sintesis coherente. Para empezar, el titulo del folleto supone ya una referencia explicita al populista Chernyshevski y muy pronto el objetivo de la socialdemo- cracia rusa es definido como «liberar a todo el pueblo del yugo de la autocra- cia»*, Las referencias al contraste con Alemania en el terreno de las garantias para la vida legal del partido, inexistentes en Rusia, explican la opcidn favorable a la clandestinidad, pero mas alla de este punto la concepcién de ese partido revolucionario como grupo cerrado de profesionales de la revolucién, sometidos a una estricta disciplina, sin que exista libertad de critica, nos llevan de nuevo a la tradicin revolucionaria rusa. Sobre la misma se proyecta la teoria marxista, de acuerdo con los supuestos definidos por Engels, y por lo tanto en el marco del enfoque propio de Kautsky y la II Internacional. Pero de inmediato esa captacién se ve modificada, en sus consecuencias politicas, pues el portador de la teorfa es la intelligentsia colocada en el exterior de la clase obrera; son los «intelectuales socialistas revolucionarios» quienes han de inyectar literalmente en las organi- 7 Claudio Sergio INGERFLOM, Le citoyen impossible, Paris, 1988, pp. 40-42. * V.L Lenin, Obras completas, t. V, Buenos Aires, 1969, p. 426.

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