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Soberanos en nuestra era, libertadores de prejuicios, defensores de la honestidad, reyes en

mundos imaginarios, predicadores de calma, elevados en consciencia, buscadores de


misterios, creadores por excelencia, espíritus libres; racionales, con fe y esperanza;
deductivos, pero también inventores de métodos; solitarios, pero con una inmensa
capacidad para amar. Somos diferentes, pero eso nos hace únicos; somos especiales, pero
no nos creemos superiores; somos indiferentes, pero si nos piden ayuda, ahí estamos.
Somos sensibles, sí, pero altamente acorazados; si alguien nos hace sufrir o nos da
felicidad, tiene que ser sumamente especial. No somos fácilmente irritables, pero si nos
hacen enojar puede desatarse una furia de titanes. Nuestra fortaleza está en nuestra mente
y un poco más allá, siempre en nuestro interior; por más frágiles que nos veamos somos
peligrosos, aunque inofensivos a quien nos ignora. Adulantes de lo esotérico, hiperactivos
en esencia, mediadores de la justicia; perseverantes hasta el final, pero solo cuando la
causa nos importa.
La locura está en nosotros, pero no siempre somos payasos; nuestra belleza no radica en lo
superficial, pero el brillo que irradiamos no tiene comparación. Marcamos el final de un ciclo
evolutivo y el comienzo de otro; potenciamos lo mejor de cada signo, somos lo más cercano
a omnipresentes. El dolor puede ser muy intenso en nosotros, pero nunca, jamás logra
extenderse en el tiempo. Nos sentimos en paz, tanto en la luz como en la oscuridad; nos
manejamos cómodamente en ambos extremos. No existen muchos grises para nosotros,
vamos siempre a los polos y damos otro paso para ver que sigue; somos curiosos y nos
arriesgamos a todo lo que nos atrae. No nos desafíen; si el reto es interesante, no
fallaremos; si no lo es, no aceptaremos. Caemos bien, caemos mal, pero no nos importa
caerle a nadie. No necesitamos la aceptación y aprobación de ningún ser ajeno, sabemos lo
que somos, estamos seguros de lo que hacemos, nos gusta su silencio.
La energía es fuerte en acuario y, cuando todos aprendan a explotarla en su máxima
expresión, una nueva especie, una nueva civilización tendrá su lugar y tiempo para existir.
Mis palabras no son egocéntricas, quien conozca bien nuestro signo me apoyará, a quien le
moleste, es tan libre de seguir hiriendo su ego, como de abandonar la lectura en este punto.
Claro que tenemos cosas malas, por supuesto que nos abundan los defectos, pero no es lo
importante ahora.
Que esta esencia, acuario, trascienda las fronteras físicas, que se extienda a lo ancho y
largo de los planos universales, que sobreviva y perdure por los ciclos de los ciclos, fuera de
tiempo y espacio, desde el alfa hasta el omega.
Que nuestras creaciones mentales sean tan intensas que se vuelvan materiales,
convirtiendo la fantasía en realidad y viceversa.
Que nuestra unión sea tan grande que las galaxias enteras contemplen nuestro ejército de
energía trascendental.
Que se pulan nuestras asperezas, se potencien nuestras bellezas y se contagie nuestra
rareza.
He hablado, he deseado, he decretado y he concretado.
He aquí yo, un humilde caballero de la vida, luchando por causas justas, defendiendo mis
principios y protegiendo los de los demás. He aquí yo, un guerrero de luz, otro de los tantos
que pelean contra las fuerzas densas, que le hacen frente a la oscuridad. He aquí yo, he
llegado con mi serenidad, irradiando y buscando calma, porque todos somos uno y uno
somos todos. He aquí yo, regalando mi energía a quien regale la suya, porque las fuerzas
del Universo han de estar equilibradas. He aquí yo, me presento ante tu imagen para
mostrarte tu grandeza, esa que niegas, esa que tu propio miedo te esconde. He aquí yo,
dispuesto a rebajarte y humillarte, para que tu ego pierda su fuerza, para que tu “yo
verdadero” resurja. He aquí yo, recordándote y recordándome que el amor es la vibración
más elevada. He aquí yo, para ser tu espejo en otro cuerpo, para que veas reflejado tus
errores y aciertos, para que aprendas conmigo y me ayudes a crecer. He aquí yo y he aquí
tú, compartiendo la consciencia del Cosmos.
La soledad siempre fue mi mejor compañera. He amado, claro, pero nunca ha funcionado.
Soy fácilmente “defraudable”, supongo. He querido intensamente, pero cuando me he
sentido engañado, cuando se han quebrantado los principios que me unían a otra persona;
o bien, cuando la monotonía comenzaba a hacerse verduga de mi corazón, he decidido
alejarme y, automáticamente, se han marchitado mis sentimientos. No tolero la mentira, me
exacerba la normalidad; no puedo seguir las modas, los pasos de la sociedad, es algo
humillante para mi propia libertad. No pueden decirme que hacer, ni que sentir, ni como
andar por la vida; no soy un esclavo, no soy sumiso. Soy un ser libre y como tal, me he
dedicado a soñar.
Laboralmente soy muy activo y eficiente, aunque me agobia trabajar por más de seis meses
en el mismo lugar. Soy un artista en sí, pero no tuve el valor, aún, para intentar vivir de lo
que amo. Lo bueno es que nunca dejo morir mi pasión, al contrario, cada día la alimento un
poco más.
La música me deleita, los compases armónicos me relajan, aunque sean caóticos a oídos
poco sensibles. La naturaleza me apasiona, soy un defensor de la vida, aunque todavía no
he logrado saciar mis deseos carnívoros.
El movimiento es vida, me dijo una amistad pasajera, y qué razón que tenía. Si bien
desconfío de los conceptos de tiempo y espacio, si bien desconfío de casi todo en realidad,
tengo claro que si uno tiene vida es para vivir, no para estancarse y ver como otras vidas
pasan delante de sus ojos.
Paradójicamente al hecho de que disfruto mi soledad, no me olvido de que mi mayor miedo
es quedarme solo, morir sin tener a nadie a mi lado que me ame; esa es una tragedia para
cualquier ser viviente, irse sin ser amado.

Mis deseos de viajar, de conocer los lugares más recónditos del mundo, eran
increíblemente intensos; pero, por algún motivo, apenas si había salido de mi propia
provincia y por razones laborales. Algo me detenía, pero no tenía claro que era. Muchos
lugares misteriosos, ocultos, de difícil acceso me cautivaban; pero mi obsesión era conocer
Egipto, el antiguo y místico Egipto, y poder recorrer todos los pasajes de cada una de sus
colosales estructuras. Sabía que pronto e cansaría de mi vida sin sentido y me dispondría a
vivir una aventura sin igual; mientras tanto, procuraba ahorrar todo lo posible.
Leer libros extraños siempre fue otra de mis pasiones. Si bien la literatura en sí no me
fascinaba, el hecho de aprender o investigar sobre fantasmas, otras dimensiones, vida en
otros planetas, energía, espiritualidad y otros temas sobrenaturales, se quedaba con toda
mi atención.
Con respecto a los videojuegos, debo aceptar que aprendí mucho y que ayudaron a
potenciar exponencialmente mi imaginación infinita, pero al crecer los he dejado de lado. De
todas formas, quiero dejar claro que el ocio, para mí, también es aprendizaje.

Jamás nadie supo de mis problemas; ni mi familia; ni mis amigos; ni siquiera, mis intentos
de pareja. Si he tenido confidentes a lo largo de mi vida, han sido parciales y, en esencia,
temporales. Nunca necesité desgarradamente, ni me interesó –para ser sinceros- exponer
aquellas cosas que me inquietaban, preocupaban o que me derrumbaban el alma. Así,
supongo, fui aprendiendo a solventar de manera independiente mis propios problemas de
manera independiente, evitando que otros deban consumir mi energía negativa y
demostrándome a mí mismo que podía contra los obstáculos del camino.

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