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Espejito espejito: un tramo en el largo

camino de Blancanieves

Amparo Rocha Alonso

Nos interesa un caso de transposición actual: el cuento de hadas Blancanieves en su


adaptación al cine de 2012 (Mirror, mirror, Tarsem Singh).
Se trata de una versión paródica que sintetiza una serie de rasgos de lo que se ha
dado en llamar estilo de época (Steimberg y Traversa, 1997): apelación a la retoma
transtextual (Genette, 1982), recurso al humor, temática antipatriarcal, hibridación con
géneros como el videoclip.
En tal sentido, esta Blancanieves se recorta tanto de las numerosísimas
adaptaciones literarias hechas para diversas edades, como de la emblemática de
animación de Disney (1937), que sentó precedente temática y formalmente, y de las
contemporáneas Blancanieves y el cazador y El cazador y la reina de hielo, todas
continuaciones de la línea seria, dramática.

Eterna Blancanieves
Es posible que, en una encuesta hecha al azar entre personas de a pie,
Blancanieves, como otros tantos cuentos populares de hadas, sea ampliamente conocido.
Esos relatos medievales europeos que recopilaron Charles Perrault y los Hermanos
Grimm1 forman parte de un sustrato común de historias arquetípicas que han modelado
conductas, deseos y temores de niños y adultos de Occidente.2 Sin embargo, si se dijera
que en el relato no existe ningún beso de príncipe que devuelve la vida a la heroína, o más
aún, si se contara que como final “Se obligó a la bruja a entrar en esos zapatos
incandescentes y a bailar hasta que le llegara la muerte.” los padres actuales retrocederían
en pánico para cambiar el final a sus hijos por uno más amable. De hecho, eso es lo que
sucedió durante todo el siglo XX y lo que va del XXI, en que la reina malvada se cae de
un peñasco, es muerta en ejercicio de la legítima defensa o simplemente se desvanece
ante los ojos atónitos de los invitados a la boda.

1 Charles Perrault, funcionario en la corte de Luis XIV, publicó sus cuentos en diversos medios, y luego
los recopiló en 1697 como Cuentos de mamá ganso (Les contes de ma mère l’oye); en 1812 y 1815, los
hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, lingüistas y filólogos alemanes, publicaron sus Cuentos para la
infancia y el hogar (Kinder und Hausmärchen). El cuento “Blancanieves” (Schneewittchen) apareció en
el volumen de 1812.
2
También hay una antiquísima tradición oriental, que está, junto con la mitología griega y otras, en el
origen de muchas de estas historias. Bruno Bettelheim (1994 [1977]) recoge este acervo y efectúa una
interesante comparación entre mito y cuento de hadas. En cuanto a esta denominación “de hadas”, se trata
de una expresión que tienen algunas lenguas para nombrar los relatos maravillosos con final feliz. Por
supuesto, no es necesario que en ellos haya hadas.

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Los cuentos de hadas de hoy y de siempre

De entre todas las formas narrativas, los relatos populares son aquellos de mayor
eficacia circulatoria (Traversa, 2014: 105). O podemos decirlo a la manera inversa: es
porque tienen tal capacidad circulatoria (porque apelan a estructuras universales) que se
van sedimentando como relatos del pueblo. Estos relatos, a la vez que retornan una y
otra vez a la palabra oral y a la escrita, propician la transposición multimedia (teatro,
ballet, ópera, cine, televisión, videojuegos). En cada caso, lo que queda de ellos no es el
espesor de una escritura de autor, sino la estructura básica, imbatible, del folklore.
Por lo tanto, las diferencias en los distintos relatos Blancanieves no deben leerse
como traición a un original, sino como juego de variaciones previstas (o no) dentro del
campo del cuento popular, tal como fue teorizado por formalistas rusos como Vladimir
Propp (1977 [1928]). En ese sentido, importa menos cuál es la naturaleza del castigo a la
bruja, sino que hay castigo y que con este se recupera el equilibrio perdido.

Hipertextualidad
Cualquiera de las formas en que se nos aparece Blancanieves, por entero y
declaradamente, es una retoma hipertextual: un texto se deriva de otro anterior por
imitación o transformación (Genette, 1982). En este caso, gana por mucho el segundo
procedimiento: ese relato se transforma no solo dentro de la propia narrativa verbal, sino
cambiando de lenguaje o medio, lo que Oscar Steimberg (1997) denomina transposición.3
En una encuesta casera, hecha a conocidos con hijos y nietos, surgió como dato
interesante que la primera aproximación a un relato como Blancanieves sigue siendo oral.
Otro dato, bastante esperable a nuestro entender, es que el film animado de Disney se
entrevera con estos primeros recuerdos, y esa es la versión de la historia que se fija. Las
secuencias trazadas serían “oral, libro, Disney; libro, Disney: oral, Disney”. Incluso,
algunos encuestados recuerdan el disco-libro que la compañía lanzó con mucho éxito en
los años sesenta y que hace a un caso claro de oralidad mediatizada (Zumthor, 1985), en
que la voz y la poesía primigenias se hacen presentes a través de medios como la radio y
el registro fonográfico. Dicho esto, quisiéramos adelantar una humilde hipótesis: el
cuento publicado por los Hermanos Grimm tiene un enorme efecto como estructura básica
que se abre hacia atrás, al tesoro de la narrativa oral con todas sus variaciones, y hacia
adelante, a todas las formas de la hipertextualidad mediatizada4, allí donde la palabra
oral sigue siendo fundante.
Todos sabemos de una niña-joven que huye del odio que inspira en su madrastra
su gran belleza, sabemos que es cobijada en la casita de los siete enanitos, que un príncipe
la vuelve a la vida y que la malvada reina es castigada. Esa estructura, antes de pasar “de
soporte en soporte y de arte en arte”, apunta a un régimen del funcionamiento psíquico
3
Para un pormenorizado repaso por las distintas corrientes que abordaron el fenómeno de la transposición
ver Del Coto (2019).
4
Tomamos el concepto de mediatización de Eliseo Verón (2013), que la piensa en el largo plazo: la
escritura, como primera mediatización de la palabra, seguida por la grabación del sonido. Agregaríamos
la intervención electrónica sobre la palabra cantada. Por su parte, la imagen ya tiene su primer fenómeno
mediático con la pintura rupestre, hasta llegar a la síntesis digital de hoy día. Las tres dimensiones del
sentido: lo indicial (cuerpo, espacio, sonido), lo icónico (imagen) y lo simbólico (palabra, simbólica
general), se desenvuelven en el tiempo desde la fabricación de herramientas de piedra hasta la actualidad.

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que atañe a la ficción y por eso su gran eficacia (Traversa, 2014 [1992]). Pero a diferencia
de Carmen la de las transposiciones5, que parece encontrar un mejor alojamiento en la
ópera y los medios audiovisuales, Blancanieves es eficaz donde se manifiesta con fuerza
la estructura del relato oral popular, del cuento de hadas, con el “había una vez” dicho
por una voz, con su maniqueísmo y su final feliz. Por ello, lo que Disney consiguió en su
versión animada, no lo logran los mejores efectos especiales.

Disney, siempre Disney


Como dijimos, a poco que uno se adentra en los recuerdos acerca de las tantísimas
Blancanieves, notaremos que la mayoría de la gente no leyó los originales Cuentos para
la infancia y el hogar, con lo que pueda significar original en el caso de un relato oral
llevado a la escritura. Y eso no es extraño: la mayoría de nosotros accedió a ellos a través
de menciones al pasar (“la manzana envenenada”, “espejito, espejito: ¿quién es la más
hermosa?”, “el espejo mágico”, “los siete enanitos” o “el beso del príncipe”), relatos
orales completos, adaptaciones para niños ilustradas en formato libro. O de películas…
En cuanto a estas, si bien ha habido gran cantidad de recreaciones cinematográficas desde
1910, la de Disney se transformó claramente en la versión canónica de la historia, al
menos hasta hace unos pocos años.
Cada generación se forma con una cierta cantidad y calidad de insumos culturales.
En el caso del cuento Blancanieves, nos atrevemos a afirmar que desde 1937, año en que
Disney estrenó su largometraje animado, el clásico se vistió con la trama y
fundamentalmente, con las formas visuales de ese film, que se impregnaron en la memoria
de la cultura popular masiva global. Para decirlo claramente: Disney ha funcionado como
interpretante a la hora de pensar Blancanieves y muchos otros relatos populares.
Si nos detenemos en la película, Blancanieves y los siete enanitos nos cuenta su
versión de la historia y lo hace en formato musical. Como es común en el género, cada
evento importante da lugar a una canción, un número musical que comenta y colorea la
acción. El tema que canta Blancanieves, “Some day my prince will come” (Churchill y
Morey), fue versionado de forma instrumental por grandes del jazz como Bill Evans
(1960) y Miles Davis (1961). También lo grabó una famosísima cantante como Barbra
Streisand (2001. En aquél, y acorde con los cánones de los cuentos de hadas, Blancanieves
suspira por la llegada de un príncipe que le susurrará “te amo” y le robará uno o dos besos.
Asimismo, de acuerdo con las convenciones de la ópera, género todavía muy popular a
principios del siglo XX, Blancanieves canta como soprano ligera y el príncipe como tenor.
En cambio, barítonos y bajos serán los enanitos, cuya enérgica canción de trabajo mueve
a la sonrisa. Pese a todo, nos atrevemos a afirmar que, salvo por el tema transformado en
standard de jazz, el aspecto musical no es lo primero que se recuerda de la película.
Lo mismo sucede con los numerosos gags de humor a cargo de los enanitos,
convenientemente apodados según su característica principal: Gruñón, Tontín, etc. en la
traducción al castellano. Dichos gags se alternan con los momentos serios, decididamente

5
El artículo de Oscar Traversa así titulado se publica originalmente en 1992 para luego reaparecer en
Traversa (2014). El autor persiguió a figuras femeninas como Salomé y Judith en dos mil años de
derivaciones. Como Carmen, sus historias son de gran eficacia circulatoria.

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nucleares de la historia: Blancanieves huyendo aterrada por el bosque en el medio de una
tormenta nocturna, la reina escudriñando su espejo mágico a la espera de la respuesta
tranquilizadora, la mordida de la manzana envenenada, el beso del príncipe.
Evidentemente, son estas las secuencias emblemáticas de la película.
Disney no solo lanzó su largometraje Blancanieves, sino que instaló una
iconografía que se ha consumido y se consume en figuritas para pegar, cuentos para
pintar, stickers, muñecos, disfraces y toda clase de merchandising. Atenta a las
necesidades del mercado infanto-juvenil, la máquina Disney no ha hecho más que
engrosar una serie de princesas dignas de identificación y de villanas temibles y
repudiables. En este sentido, las siguientes películas hollywoodenses tuvieron que
vérselas con esas figuras, tanto en cuanto a una imagen esperable, como en las virtudes y
defectos que encarnan. Ellas han acompañado los cambios de costumbres y valores que
trajo la liberación sexual, los feminismos y posfeminismos: en la actualidad, muy lejos
de la frágil jovencita de los años treinta, las princesas se hacen cargo de su existencia y
pelean contra la adversidad sin esperar al príncipe azul. Las “malas” por su parte siguen
encarnando el Mal con mayúsculas, pero se las ve en situaciones cotidianas o se explica
su proceder por traumas del pasado.
¿Cómo logró Disney transformar su historia en la historia? Podemos arriesgar que
encontró, con Blancanieves y unos cuantos relatos más, la exacta dosificación entre
estructura básica, encanto del dibujo animado (frente a la indexicalidad de personajes
encarnados por cuerpos existentes), humor y música. Como dice Bettetini (1984), para
quien el pasaje de la literatura al cine es una de las tantas formas de la traducción, aquí se
pudo ajustar y readecuar eficazmente el proyecto comunicativo inicial -verbal- a partir de
la diferencia de lenguajes y de materias significantes.
Lo cierto es que el universo Disney ha configurado la experiencia narrativa de
varias generaciones, incluso la de los niños actuales, que acceden desde muy pequeños a
su versión de las historias6, la que termina siendo la historia oficial.

200 años: ¿de qué sirvió?


Ahora bien, en 2012 hubo una nueva ofensiva Blancanieves en forma de tanques
cinematográficos: Espejito espejito (Tarsem Singh) y Bancanieves y el cazador (Rupert
Sanders) vinieron a poner nuevamente foco en la historia, dándole nuevos contornos.
Ambas películas, y las posteriores Maléfica (Robert Stromberg, 2014) y la precuela El
cazador y la reina de hielo (Cedric Nicolas Troyan, 2016), corresponden a la categoría
de cine espectáculo (Andrew Darley, 2000): relatos audiovisuales ligados a la industria

6
“Soy Pedro y tengo 9 años. Lo conocí por una película, El gato con botas interactiva que en una parte
había una escena de…Blancanieves, dijeron la palabra, Blancanieves, así que cuando terminó la película
la busqué y me la vi.” Este relato delata formas de circulación que siempre existieron, pero que
actualmente se ven potenciadas y facilitadas por Internet. Además de la cita (hipertexto genettiano), en
este caso vemos la intervención del dispositivo digital de uso personalizado que acerca la historia en su
versión cinematográfica animada y el fenómeno de remediación del cine en plataformas digitales (Bolter
y Grusin, 2000).

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del entretenimiento y dependientes de la tecnología de efectos especiales digitales, en
oposición a lo que suele llamarse cine arte.
Ya Bruno Bettelheim (1994 [1977]) alertaba sobre la costumbre de evitar a los
niños toda forma de contacto con la muerte, la crueldad, la enfermedad y el dolor. Los
cuentos de hadas son para él relatos que ayudan a los pequeños a transitar y a tramitar la
angustia de la desintegración, los terrores ante el abandono y la pérdida y los conflictos
edípicos. Sea como fuere, lo cierto es que en cada época esos relatos maravillosos son
tomados a cargo por un gusto y una sensibilidad propios. Si el film de Disney era “fuerte”
para niños sesentistas, las reelaboraciones de 2012 apuntan en otra dirección: la heroína
desvalida (una niña en el cuento de Grimm, una jovencita en las películas) se empodera
frente a la villana, que lucha contra el paso del tiempo y la vejez, o sufre por un pasado
que la condena y la lleva a ser destructiva.
En Espejito espejito la historia que se presenta enmarcada por el relato de la
madrastra, comienza con “Esta es mi historia” para reconocer, ya en el final, que estaba
equivocada, que ha sido la historia de Blancanieves. Y si bien en la trama puede
entenderse así, no sucede lo mismo con el peso de la actriz que da cuerpo a la reina. Tanto
en este film como en Blancanieves y el cazador y en la posterior Maléfica, son superstars
de Hollywood (Julia Roberts, Charlize Theron, Angelina Jolie) las que encarnan a las
villanas, personajes, como se sabe, más complejos y atractivos. Particularmente en el caso
de Maléfica, tanto el nombre como la imagen están calcados del film de animación La
bella durmiente (Disney, 1959) Como dijimos, el foco se ha trasladado a la malvada, en
el podio de las malvadas Disney, junto con Cruela de Vil (101 dálmatas, 1961).
¿Qué queda en el siglo XXI de esos relatos publicado por los Hermanos Grimm
doscientos años antes? Por un lado, un despliegue audiovisual impactante.7 Por otro,
variaciones de la historia que buscan acordar con el espíritu de época.

Diseño y videoclip para una transposición diferente


En tal sentido, Espejito espejito recupera la dimensión reidera del film de Disney,
a veces olvidada porque lo siniestro se impone en el recuerdo. El humor corre por cuenta
de los enanitos, cuyas secuencias son una suma de gags, como los dibujos animados de
los personajes del Estudio.
En cuanto a la música, además de la tradicional música de foso, solo aparece en
un clip final al estilo Bollywood, una nota excéntrica que parece haber gustado al público.
La joven heroína canta“I believe in love”: cree, pero no se ha quedado esperando, sino
que accionó sobre su destino para llegar al final feliz.
Mirror mirror es una reescritura en clave millennial con toques de corrección
política (no hay ningún Dunby, por ejemplo): Blancanieves deshace ella un hechizo que
le han hecho al príncipe; es una guerrera, como los enanitos, que roban para vivir; la reina
persigue la eterna juventud con terapias ridículas de spa; el príncipe es buen mozo, pero
un papanatas. Todo apunta al duelo entre mujeres: la heroína y su madrastra, que encarna

7
Al menos en el momento del estreno, ya que la carrera de los efectos especiales se asemeja a la carrera
espacial.

5
la codicia universal y una muy actual obsesión por la lozanía y la belleza. En cuanto al
aspecto visual, además de los escenarios fantásticos que logran los efectos especiales,
cabe detenerse en el vestuario, disparatado y de una imaginación desbordante, a cargo de
Eiko Ishioka.
Ahora bien, deberíamos preguntarnos si el humor vence al pathos, o las
adaptaciones serias siguen concitando mayor atención que las risueñas. Lo cierto es que
la mirada irónica y el juego con los materiales en la indumentaria y la música no alcanzan
para vencer el potencial catártico del cuento de hadas. En ese sentido, la contemporánea
Blancanieves y el cazador se impuso en el favor del público por mantener la dramaticidad
del cuento de los Hermanos Grimm. Ganó varios premios y tuvo su precuela de 2016.

La crítica
Si nos asomamos a diversas reseñas de la película, veremos que van de llamarla
“una bosta infumable”, “naufragio descomunal debido a la monotonía de la industria” a
recomendarla con bastante entusiasmo. En el medio, se la considera lavada, con poca
gracia y un guión absurdo. Los comentarios en YouTube, por su parte, son entusiastas,
aunque algunos usuarios prefieren la contemporánea Blancanieves y el cazador.
Lo que hace reir a un niño no necesariamente atrae a sus padres. Mirror Mirror
no se vuelca decididamente a la parodia por apuntar a un público multitarget, como es
común en el cine de industria actual Por ello, es posible que haya perdido el favor de la
crítica: ni parodia desenfrenada con guiños a adultos, ni cuento de hadas siniestro.

¿Happy End?
Este texto, más cercano a una reseña periodística que a un paper, pretendía
centrarse en Espejito espejito como reelaboración actual de un cuento clásico, pero como
tantos personajes de cuentos de hadas, nos perdimos en el bosque de la circulación del
relato. Finalmente, sanos y salvos, podemos articular algunas ideas:
Que el camino de Blancanieves está ligado inexorablemente al relato oral
Que ese relato, en sus variadas formas en tiempo y lugar confluyó en una versión,
casi un registro por escrito (Hermanos Grimm) y en un hito de la cultura masiva, el film
animado de Disney, que logró aunar la estructura del cuento popular con el estilo de su
época.
Que todavía no ha habido una retoma que reemplace a este film, pero es posible
que la que lo haga siga la línea seria, dramática.

Referencias

Bettelheim, B. (1994 [1977]). Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Barcelona: Crítica.

6
Bettetini, G. (1984). “Las transformaciones del sujeto en la traducción”, en La
conversación audiovisual. Madrid: Cátedra, págs. 80-102.

Bolter, J. Y Grusin, P. (2000). “Inmediatez, Hipermediación, Remediación”. Traducción


del inglés de Eva Aladro, 2010. Orig. en inglés: Remediation: Understanding New
Media. Cambridge, MA: MIT Press.
https://revistas.ucm.es/index.php/CIYC/article/viewFile/36986/35795
Darley, A. (2000). Cultura visual digital Espectáculo y nuevos géneros en los medios de
comunicación. Barcelona: Paidós.

Del Coto, M. R. (2019). “El estudio de las transposiciones de la literatura al cine: los
aportes que distintas vertientes semióticas efectuaron al campo”. XIV Congreso
Mundial de la IASS/AIS, Trayectorias, Tomo 4, Artes y Lenguajes, págs. 21-32.

Genette, G, (1982). Palimpsestes - La littérature au second degré. París, Seuil.


Propp. V. (1977 [1928]). Morfología del cuento. Madrid: Fundamentos.
Steimberg, O. (1993). “Libro y transposición” y " El pasaje a los medios de los géneros
populares", en Semiótica de los medios masivos. Buenos Aires, Atuel.
Steimberg, O. y Traversa, O. (1997). Estilo de época y comunicación mediática. Buenos
Aires: Atuel.

Traversa, O. (2014). “Carmen la de las transposiciones”, en Inflexiones del discurso.


Buenos Aires: Santiago Arcos págs. 105-130.

Zumthor, Paul, (1985). “Permanencia de la voz”. Correo de la UNESCO No.8, págs. 4-


9.

Artículos de periódicos
Trzenko, N. Comedia. Espejito, espejito Espejito, espejito - LA NACION
Bernades, H. ( 6 de abril de 2012). “Blancanieves”, pero contado por la madrastra.
Página/12 :: espectaculos (pagina12.com.ar)
Lesley O’ Toole (8 de abril de 2012). Hay gente que está fuera de eje con la idea de
belleza. Página/12 :: espectaculos (pagina12.com.ar)

Blogs
Jinete de la Noche - Cine Fantastico: Espejito, espejito - (2012)

7
Espejito, espejito (2012) - Título original: Mirror, Mirror - Vuelve Blancanieves - Espejo
mentiroso - Hay enanos terribles, por William Venegas (espaciolatino.com)
Espejito espejito (2012) Mirror mirror: La monotonía de la industria - ochoymedio -
revista en línea de cine

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