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De laudibus sanctae crucis

Simmias de Rodas,“Alas”

Simmias de Rodas es el primer autor de caligramas que conocemos. Demuestra su virtuosismo


dibujando con la palabra objetos como un hacha, un huevo o unas alas. Poseen una base religiosa,
ya que aluden a personajes mitológicos: el Huevo, a Hermes; las Alas, a Eros; y el hacha, al
constructor del caballo de Troya (Epeios) y a la diosa Atenea. El interés radica en el sistema de
lectura en espiral empleado (Fig. 1): se alternan los versos iniciales y finales hasta llegar al centro y
descifrar el sentido.
Publio Optaciano Porfirio, Laberinto IX.

En el siglo IV Publio Optaciano Porfirio superará los technopaegnia griegos con la creación de los
laberintos de letras o carmina figurata. Conocedor de la tradición caligramática alejandrina —había
compuesto tres caligramas a imitación de Dosiadas y Teócrito— se alejará de esta para inventar el
género nuevo. Si en los caligramas la forma externa sugería el contenido de los poemas, en los
laberintos son las letras las que dibujan en el interior del texto significativas figuras geométricas.
Destaca la presencia del Crismón, símbolo del primitivo Cristianismo que aglutina las iniciales del
nombre griego de Jesucristo, Iesus Xristos. Interpretado como emblema de la totalidad (Figura 2),
su uso se explica por razones pragmáticas. Los laberintos y caligramas forman parte de un
panegírico dirigido al emperador Constantino para que le librara del destierro.
Poesía criptográfica- Venancio Fortunato,
Laberinto.

El laberinto de Venancio Fortunato dedicado a Syagrius, obispo de Autum, cuenta con una
pluralidad de lecturas, además de la significación alegórica de las letras iniciales, la configuración
geométrica y la estructura matemática.
Está constituido por un cuadrado de treinta y tres versos de treinta y tres letras ca-a uno, en alusión
a la edad en que murió y resucitó Jesucristo. Contiene cinco acrósticos. Los tres internos evocan las
iniciales I, X, que, superpuestos, conforman el monograma de Cristo, símbolo solar asociado con la
idea de la inmortalidad. En el centro del cuadrado aparece la M, letra central del alfabeto latino.
DISCOS DE ABULAFIA

En los discos de Abulafia las palabras giran y dan lugar mediante las técnicas de la combinación y
permutación a numerosas formaciones lingüísticas. Diversos críticos defienden que la Cábala
extenderá su influencia al Barroco con la difusión de artificios como los laberintos, anagramas y
jeroglíficos que se basan en la combinación y permutación.

SONETO ACRÓSTICO
El soneto dedicado a Carlos II (1685) es claramente laudatorio. El acróstico sincopado (el acróstico
del primer verso se completa con la letra final A) se pone al servicio de la alabanza monárquica. El
rey es equiparado a personajes mitológicos como Heracles, Apolo, mientras que el grafema central
A y la esfera que circunda el texto aportan una significación adicional. El dispositivo centrorradial
refuerza la identificación del rey con el sol, ya sugerida en el texto con el sintagma Activo Apolo.
La letra A insiste en la grandeza del personaje, porque, al ser la primera letra del abecedario,
designa el Principio, la fuerza creadora. Los rayos esparcen el poder del Imperio católico hasta los
más alejados puntos del globo terrestre, representado por el círculo.

Pedro Pablo Pomar, “Exclamación a la muerte…”.


La “Exclamación a la muerte de la Reyna N. S. Doña María Luisa de Borbón” (Figura 9) es una
composición elegíaca que potencia por medios visuales los lugares comunes de este género. Así el
sentimiento de vanidad de los bienes del mundo presente en los versos se prolonga con el acróstico
final na, que alude a la nada; sin embargo, la convergencia de líneas hacia una A gigante nos indica
que el aspecto destructor de la muerte se rinde ante la hegemonía de la A, símbolo del Principio
Vital, la Causa Primera. Para reafirmar su superioridad, la A permanece en posición vertical,
mientras los versos cuelgan como cintas fúnebres que, para ser leídos, deben colocarse en posición
horizontal.

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