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DEMOCRACIA DIRECTA EN LATINOAMERICA

Conceptualmente, democracia directa es aquella en que el pueblo ejerce el gobierno del


Estado por sí mismo, esto es, sin intermediarios, en contraste con la democracia indirecta
o representativa en que la sociedad está gobernada por personas elegidas por ella y a
quienes confía el cumplimiento de funciones de mando de naturaleza y duración
determinadas y sobre cuya gestión conserva el derecho a una fiscalización regular.
La democracia directa tiene un carácter y un interés fundamentalmente teóricos puesto
que en la experiencia humana no hay un solo sistema político que pueda ser exhibido
como modelo de esta forma de gobierno. Ella tiene más de hipótesis de laboratorio que
de dato de la experiencia. Jamás, en lugar alguno, la masa popular ha sido llamada a
desempeñar las funciones gubernativas de la sociedad.
La democracia directa es entendida como “un grupo de mecanismos que permite a los
ciudadanos decidir sobre materias específicas directamente en las urnas”. El objetivo de
estos mecanismos es incentivar a la participación colectiva y directa en los procesos de
toma de decisión, más allá de la elección de sus representantes.
La democracia directa en manos de presidentes electos más por sus características
personales que por sus propuestas políticas, incentivarían un tipo de democracia
mayoritaria y delegativa, afectando negativamente a los partidos y a los parlamentos.
En la década del noventa se comienza a generalizar la inclusión de los mecanismos de
democracia directa en las constituciones latinoamericanas. Este mecanismo jurídico
conlleva una serie de riesgos para las democracias. Seria otorgar más poder al Ejecutivo en
detrimento del Legislativo, aprobar leyes que de otra forma no se sancionarían o resolver
divisiones al interior de los partidos políticos.
Los votantes ven al presidente como el depositario exclusivo de la legitimidad
democrática, al que en consecuencia delegan el derecho y la obligación de resolver los
problemas del país a su leal saber y entender. Por su parte, el presidente se ubica por
encima de los partidos políticos y de los intereses organizados.
A partir de 90 los ciudadanos tienen mayores posibilidades de participar en la elaboración,
el control y la derogación de políticas (y políticos). Cabe mencionar que la democracia
directa en manos de los ciudadanos conlleva ciertos riesgos, éstos son menores que
aquellos promovidos por los presidentes. Entre las diversas formas jurídicas que asume el
ejercicio de democracia directa destacamos la iniciativa legislativa, la iniciativa popular, el
veto y la revocatoria de mandato. Los dos primeros son mecanismos proactivos, es decir,
los ciudadanos proponen leyes y reformas constitucionales al Parlamento o directamente
a la ciudadanía. El veto y la revocatoria son reactivos, son mecanismos que buscan
derogar una ley ya aprobada y revocar el mandato de un funcionario electo por la
ciudadanía.
En el análisis de las reformas constitucionales se demuestra que la mayoría de las
constituciones de América del Sur incorporaron o ampliaron los mecanismos de
democracia directa durante la década del noventa (con la excepción de Chile y Uruguay).
Respecto de las coyunturas sociales en donde se aprueban los mecanismos , hay países
que se caracterizan por una extrema conflictividad social (Bolivia y Ecuador) y otros por
una escasa movilización social (la Argentina y Perú). Algunos contextos registran una alta
inestabilidad institucional (Ecuador y Perú), otros media (la Argentina, Bolivia y Venezuela)
y baja (Colombia). En todos los casos, aunque en diferentes grados, ha habido una cierta
descomposición del Estado y deslegitimación de los representantes. Los partidos políticos
han perdido centralidad, cuando no han colapsado (como en Perú y en Venezuela), y han
surgido outsiders que prometen mayor participación ciudadana directa a costa del poder
legislativo (como Chávez en Venezuela y Correa en Ecuador).

De 18 países de América Latina, Uruguay constituye el caso donde se incluyó de manera


más temprana algún tipo de mecanismo de democracia directa en la región. El sufragio
constitucional, el sufragio legislativo y la iniciativa popular fueron legalizados por medio
de las constituciones de 1934 y 1967 (Welp y Serdült 2008: 10). Pero, a partir de la carta
constitucional de 1967, se incluyeron “mecanismos de democracia directa susceptibles de
ser activados por la ciudadana” (Welp 2014: 247). Después siguió Panamá, donde se
incorporaron algunos de estos mecanismos en 1972. Por su parte, otros 5 países
incorporaron mecanismos de democracia directa en la década de 1980 (Brasil 1988, Chile
1980, El Salvador 1983, Guatemala 1985, Nicaragua 1987 y Uruguay 1967). Otros seis
países latinoamericanos lo incluyeron en su normativa en la década de 1990. Este fue el
caso de Argentina (1994), que introdujo en su normativa estas instituciones a través de
una reforma constitucional.

Bibliografía
Cevallos, D. R. (18 de Enero de 2019). Democracia Directa. Obtenido de
DerechoEcuador.com: https://derechoecuador.com/democracia-directa/
Lissidini, A., Welp, Y., & Zovatto, D. (2008). DEMOCRACIA DIRECTA EN LATINOAMÉRICA.
Buenos Aires: Prometeo Libros. Obtenido de DEMOCRACIA DIRECTA EN
LATINOAMÉRICA:
https://www.idea.int/sites/default/files/publications/democracia-directa-en-
latinoamerica.pdf

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