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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE LOS ANDES - FILIAL ANDAHUAYLAS

CARRERA PROFESIONAL DE DERECHO.

TEMA: El Derecho Romano desde las Leyes Agrarias hasta el fin de la República
CURSO: Sociología Jurídica
DOCENTE: Gerardo Quispe Auccalla
ALUMNA: Fiorella Valdez Huaraca

APURIMAC –ANDAHUAYLAS- PERÚ


INDICE

INTRODUCCION.................................................................................................................3

DERECO ROMANO Y LAS LEYES AGRARIAS........................................................................4

LA DISTRIBUCIÓN DEL TERRITORIO...................................................................................4

EL PROBLEMA DEL CAMPO EN ROMA. SU REFLEJO EN LA FORMACIÓN DEL DERECHO. .5

ALGUNAS CONSIDERACIONES...........................................................................................6

LA JURISDICCIÓN ROMANA, EN GENERAL........................................................................9

LA JURISDICCIÓN AGRARIA EN ROMA. EVOLUCIÓN HISTÓRICA. SUS DIVERSOS

TITULARES. CARACTERÍSTICAS DE LA JURISDICCIÓN AGRARIA EN EL BAJO IMPERIO....10

UNA ÉPOCA DE FUERTES CAMBIOS SOCIALES................................................................14

LAS GUERRAS PÚNICAS...................................................................................................15

LOS GRANDES GENERALES EN LA REPÚBLICA.................................................................16

JULIO CESAR ESCULTURA MUSEOS VATICANOS.............................................................17

FINAL DE LA REPÚBLICA......................................................................................17

Conclusión.......................................................................................................................18
INTRODUCCION

El presente trabajo tiene por objetivo dar a conocer el derecho romano desde las
leyes agrarias hasta el fin de la república, a lo largo de la historia, Roma ha atravesado
de la Roma Republicana a ser un imperio. En las siguientes páginas se explicará en qué
momento termina la época republicana, es justamente con Julio César, pero antes de
ello tuvo algunos antecedentes como el triunvirato que en la actualidad se consuela
como los tres órganos del estado.

Por tanto en su época republicana, Roma tuvo muchas guerras con los vecinos y en
cada victoria las legiones era premiadas con terrenos de tal forma existían tipos de
tierras: primera las privadas tomadas por los patricios (cenadores, gobernantes y el
clero), segundo los pastos o áreas comunes que era del plebe.

Durante la historia republicana de Roma se propusieron varias leyes, los cuales


siempre fueron importantes aunque muy flexibles para los patricios, como principales
se prepusieron varias reformas.
DERECHO ROMANO Y LAS LEYES AGRARIAS

La tierra pública o de dominio público, el territorio propio de Roma, fue designado


como “ager publicus” desde tiempo inmemorial. Primero este término correspondió al
propio de la ciudad de Roma. Poco a poco se extendió a la zona ribereña del Tíber y ya
para la época de la guerra social, a toda la península italiana y los territorios que
habían sido agregados a la propia Roma, como resultado de los triunfos obtenidos a lo
largo de la república. Sabemos que salvo algunos casos individuales, el título de estas
adquisiciones era la occupatio de los enormes territorios arrebatados a los enemigos.
A veces por la derrota, a veces por los tratados que de diferentes formas se celebraban
con ellos. Estas extensiones entraban jurídicamente al dominio- publica propietas del
populus romanus.

LA DISTRIBUCIÓN DEL TERRITORIO

Dividía en tres clases; a) territorio romano estricto, el ager romanus, b) el territorio


itálico (solum italicum), que disfrutaba del privilegio romano; c) el territorio provincial
o extranjero (solum provinciale o ager peregrinus). Esta división persistió hasta los
últimos tiempos del imperio, porque la trascendental constitución de Caracalla, que
reconoció a todos los súbditos imperiales la ciudadanía romana (o plena capacidad
jurídica) no suprimió esta diferencia entre el suelo de la metrópoli y el de las
provincias. Fue Justiniano quien, en otra de sus sencillas y geniales disposiciones,
suprimió las diferencias entre el solum italicum y provinciale. El origen del ager
publicus como el de tantas propiedades o el de toda la propiedad primitiva se
encuentra en la conquista. Las tierras del vencido que queda esclavo pasan a
propiedad del Estado romano, en proporción variable, desde el tercio o la mitad, como
Ancia Menor, hasta la saciedad de todas las fincas de los enemigos derrotados. Algún
ager publicus, como el de Capua, fue objeto de una reforma agraria por Julio Cesar,
que lo repartió entre veinte mil ciudadanos, cada uno de los cuales había de tener tres
hijos. Las necesidades de las guerras llevaron también a enajenaciones en masa.
EL PROBLEMA DEL CAMPO EN ROMA. SU REFLEJO EN LA FORMACIÓN

DEL DERECHO

Es un hecho innegable, hasta donde alcanza nuestros conocimientos actuales, que la


sociedad romana y por ende su Derecho, tuvieron orígenes modestos. Esto, es natural,
Roma surgió, como tantas otras comunidades de la Europa del primer milenio anterior
a la era cristiana, de las comunidades agrarias.

El hombre europeo, como el de otros continentes de nuestro planeta, al pasar de la


etapa de nomadismo para entrar paulatina y gradualmente al del sedentarismo, no
poseía las características que mucho después adquiriría, de lo que podemos llamar
homo urbanus. Acostumbrado hasta entonces a obtener los satisfactores que le
permitían sobrevivir, directamente de los recursos que le proporcionaba el campo, el
primitivo romano fue y siguió siendo por mucho tiempo un hombre del campo y para
el campo. ¿Podemos precisar de alguna manera cuando ese temprano hombre
agrícola, dejó de serlo? Es ciertamente difícil en virtud del carácter gradual de los
procesos de transformación.

Estas transmutaciones no son fáciles de descubrir por el historiador, se escapa a la


reconstrucción histórica. Podemos empero, suponer con cierto grado de aproximación
y de cautela, que después de las guerras púnicas, toda la cultura romana acusa
profundas transformaciones. Es en esta época, cuando comienzan a acentuarse las
peculiaridades del romano que poco a poco se concentra en la ciudad, abandona el
campo. La cultura romana y por tanto su Derecho han nacido sin embargo, al amparo
del clima agrario. Esta ha sido innegablemente su matriz. Por ello estudiosos del
Derecho Romano como Bonfante y Arangio Ruiz, encuentran tal cantidad de huellas
agrarias en las instituciones del Derecho Privado. Por ello también, especialistas en el
Derecho.

Agrario como Balarín Marcial, han podido afirmar que las Leyes de las XII Tablas, ese
primer monumento escrito de la jurisprudencia y de la legislación de los romanos, es
básicamente un “Código Agrario”. Si esto es así, salta inmediatamente la duda ante el
investigador de la Historia Jurídica. ¿Por qué hasta ahora no se ha hablado de un
verdadero Derecho Romano Agrario? Las respuestas que podríamos ofrecer al lector y
al estudioso de estas notas, son múltiples, podemos atenernos a las que juzgamos más
convincentes. Veamos las tres siguientes. Primera. Porque esta rama del Derecho,
desde el punto de vista de su autonomía científica y legislativa es de reciente
concepción. Es así que al igual que tantas otras especialidades del Derecho, no han
sido aplicadas a la jurisprudencia romana. Segunda. Porque el Derecho Romano, nos
ha sido conservado fundamentalmente a través de las fuentes y de los criterios ius
privatistas. Tercera. Porque el Derecho Romano, presenta aún, a pesar de su
extraordinario y precoz desarrollo, un alto grado de indiferenciación, tanto científica,
como legislativa.

ALGUNAS CONSIDERACIONES

Hagamos algunas breves consideraciones acerca de estas tres razones, antes de seguir
adelante. En efecto, en el último siglo y medio, se ha desarrollo y especializado
enormemente el derecho. Sabemos cuán grande ha sido el despertar del Derecho
público en lo que llevamos de los siglos XX y XXI. Este proceso propio de las
necesidades de nuestro tiempo, es un fenómeno nuevo y ha decir verdad, todavía no
es fácil predecir hasta dónde llegará. Es sin embargo asombroso, que cada vez que
acudimos a los testimonios que nos han conservado el tiempo para conocer el Derecho
romano e intentamos conocer algo de esa experiencia jurídica, hallamos sorpresas
insospechadas, aun en campos que a simple vista nos podrían parecer del todo ajenos
al pensamiento y al Derecho de los romanos. Lo que acabamos de apuntar, nos es más
asombroso aún, si caemos en la cuenta de que el Derecho romano, nos ha sido
conservado, a nosotros, hombres de este tiempo, sólo en una mínima parte. ¿Cuántas
fuentes, documentos y testimonios deben de haber desaparecido? Hoy por hoy
ciencias como la epigrafía y la papirología, jurídicas, están colaborando activamente en
esa difícil labor de recuperación. Comentando la tercera de las razones apuntadas más
arriba, podemos insistir en algo que ya hemos afirmado varias veces. Tengamos
presente que el Derecho de los romanos, vivió y evolucionó durante más años de los
que lleva la existencia de la era cristiana. A través de esa dilatada evolución, se produjo
la diferenciación entre Derecho Público y Privado que diversos juristas a lado de
Ulpiano nos muestran ya desde la llamada época clásica y que tanto ha ocupado e
intrigado a los estudiosos de esa ciencia. Los romanos contribuyeron en este renglón a
la evolución del Derecho y de su estudio científico. Derecho Público y Derecho Privado.
He ahí una contribución genial que por sí misma bastaría para que valiera la pena
dedicarnos de por vida a conocer sus raíces e implicaciones. A pesar de no haber
llegado mucho más lejos, si estudiamos atentamente el Derecho romano a través de
sus diversos y a veces entrelazados procesos de formación y conformación, podremos
notar que ya se muestran síntomas de una más decidida diferenciación que quizás no
pudo madurar, por razón de las circunstancias de carácter histórico que advendrían
hasta la Edad Media. Para quien se haya ocupado de la evolución sistemática del
Derecho romano, antes y después de Gayo, de las doce tablas al edicto del pretor, de
ahí a los códigos de la época posclásica pasando también por las aportaciones de los
clásicos dentro de las cuales Marcelo y Ulpiano ocupan un lugar preponderante, y
arribando finalmente a la compilación bizantina del siglo VI; será relativamente sencillo
comulgar con nuestra idea. Deseamos en las líneas siguientes, demostrar cómo en el
inagotable cúmulo de la experiencia romana, podemos encontrar, no obstante la
escasez de los testimonios que hemos recibido, una verdadera jurisdicción de carácter
agrario. Dejemos sentado antes, que un cuidadoso estudio de las instituciones jurídicas
privadas de Roma, nos muestra a primerísima vista la importancia y supervivencia
sobresalientes del agrarismo como factor vitalísimo de los romanos .

La concepción ius publicista de la soberanía, “maiestas populi romani”, se alcanza y se


afina, gracias a la aportación de los derechos derivados de la conquista que pertenece
al pueblo de Roma. Los particulares, sólo pueden adquirir al respecto, derechos
derivados y subordinados, algo así como un usufructo, “ius provinciale”. He ahí por
qué en época posterior se devuelve la hereditas vacans al patrimonio del emperador.
Huellas importantes de lo agrario, las encontramos en el entendimiento de la sociedad
romana como una sociedad esclavista. Es fácil comprender que la esclavitud con todas
sus variantes, haya aparecido al asentarse los núcleos humanos vencedores al lado de
los vencidos. La afluencia de los servi llamados vicarios a la cuidad, debe haber influido
poderosamente en el desarrollo de instituciones tales como la representación jurídica
de carácter director y la factoría mercantil. Cuánto debe la moderna tesis de la
apariencia jurídica a estas figuras del Derecho de Roma. Los institutos del colonato, de
la enfiteusis, del arrendamiento, con la peculiarísima figura de la remisión de la renta y
de la aparcería, nos parecen testigos mudos de un fuerte y poderoso agrarismo
primitivo. Quizás en materia de bienes, es donde encontramos los residuos más
resistentes y numerosos de éste fenómeno. La valoración, propia de los campesinos,
agricultores y ganaderos, condujo de un modo por demás natural y espontáneo a la
determinación de aquellos bienes que bajo esa óptica parecían los fundamentales,
eran las cosas mancipi, aquellas que directamente se encontraron por varios siglos,
ordenadas y consagradas a los fines propios de la agricultura. Todos los bienes
restantes fueron considerados por exclusión nec mancipio. De aquí se siguió una
diversidad de tratamiento jurídico, que no pudo ser borrada sino cuando agonizaron
las formas arcaicas, en el periodo de la compilación de Justiniano. Todavía los juristas
clásicos, integran dentro de esta concepción a los derechos, aquellas res incorporalis
que en caso de estar ordenadas a la agricultura son res mancipi. Nos referimos
especialmente a las servidumbres rústicas. Otra figura que esta enunciación
incompleta, no debe escaparse a nuestra atención, es la hipoteca. Por más que algunos
historiadores hayan puesto de relieve el origen ático de la figura, hasta ahora parece
indiscutible la originalidad de la contribución romana. Por otra parte, la hipoteca,
singularísima muestra del genio de los romanos, concebida en un momento de
abstracción de los valores y de los mecanismos jurídicos, sólo pudo ser creada según
nos lo dejan entrever las fuentes, mediante el clima peculiar y propio del alquiler de
los terrenos destinados a la agricultura. Las cosas “invecta et illata”,6 como se
recordará, eran bienes destinados a la Agricultura. No queremos tampoco olvidar que
en materia de obligaciones, algunos juristas como Papiniano y africano, insisten en
otorgar un tratamiento especialmente favorable a los “rustici”, es decir a campesinos
que por su aislamiento de la ciudad, sufren de cierto atraso e ignorancia. Para ellos no
debe correr la prescripción, ellos pueden excusarse de varios cargos públicos. Para
estos campesinos, es posible aducir en juicio al error iuris, si con dicho alegato se
pretende evitar un perjuicio y no obtener un lucro. Si examinamos brevemente el
Derecho penal encontraremos también en él, rastros de protección a los intereses del
campo en su ámbito. Esas huellas parecen remontarse a épocas muy primitivas.
LA JURISDICCIÓN ROMANA, EN GENERAL.

Se trata de explicar un concepto de Derecho procesal y administrativo que no ha sido


fácilmente expuesto ni ilustrado por los romanistas. La jurisdicción es sin embargo un
aspecto del poder llamado imperium con el que se investía a todo magistrado. En
efecto, el imperium, es la fuerza de la autoridad. En algunos casos implicaba sólo el
derecho de mandar y en otros la facultad de poner en acto las órdenes (coercitio).
Ocasionalmente se reunían ambas facultades. La jurisdicción estaba directamente
conectada con la facultad de impartir justicia. Jus, dicere, es decir pronunciar las
resoluciones a través de las cuales se dirimían las controversias.

La jurisdicción como facultad del pretor y más tarde del juez, en la época de
Dioclesiano se llama ocasionalmente “cognitio” ya que a través de ella se inquiere y
descubre la verdad procesal. Los textos reservan la expresión “imperium merum” para
referirse sólo a la jurisdicción criminal que a menudo conllevaba la pena capital si se
esclarecía la culpabilidad del acusado. Cuando se habla de “imperium mixtum”, los
juristas clásicos quieren denotar que en una misma autoridad se concentran tanto la
jurisdicción propiamente dicha cuanto el derecho de ejecutar los actos determinados,
es decir la coercitio o ius gladii.

También los juristas conocieron lo que hoy llamamos jurisdicción voluntaria en


oposición a la contenciosa, y no parece ser el jurista Marciano el único que alude a
esta oposición de conceptos. En las provincias, los funcionarios municipales, que en
tiempos del imperio se multiplican a la par en que se desarrolla la burocracia, están
investidos de una jurisdicción delegada que reciben del pretor y de otros funcionarios
mayores, siendo así que sólo el príncipe y más tarde el emperador la concentran en sí
mismos como titulares originarios.
LA JURISDICCIÓN AGRARIA EN ROMA. EVOLUCIÓN HISTÓRICA. SUS

DIVERSOS TITULARES. CARACTERÍSTICAS DE LA JURISDICCIÓN

AGRARIA EN EL BAJO IMPERIO

Es una clara nota distintiva del método jurídico de los romanos, el que no se
propongan teorías ni explicaciones de índole científica, sino que decidan proceder
directamente y sin rodeos teóricos a la solución de los problemas que les plantea la
vida cotidiana. Así, en materia de jurisdicción, las estructuras se van formando sobre
las jerarquías políticas y de competencia. Toca pues al estudioso de hoy el descubrir
poco a poco y a veces penosa y difícilmente el pensamiento de los romanos en cada
materia. En palabras sencillas, hemos de expresar que los romanos, tuvieron y
ejercieron una verdadera jurisdicción en materia agraria. Negarlo, equivaldría a
sostener, contra toda evidencia histórica, que no afrontaron ni resolvieron por vía legal
los problemas del campo. Cabe en este punto preguntar si los órganos encargados de
este cometido, fueron propios y exclusivos o por lo contrario, se trató de atribuir a
funcionarios investidos de jurisdicción común, también la facultad de conocer de los
asuntos relacionados con el campo.

En las siguientes líneas, iremos demostrando cómo en los primeros siglos de Roma,
existieron pocos órganos que ejercían la jurisdicción común y que conforme el Derecho
crece en sus manifestaciones normales, la estructura del Estado se hace más compleja
y los problemas y sus soluciones se van especializando, los romanos crean nuevos
titulares del poder llegándose incluso en el llamado Bajo Imperio, a encargar a ciertas
autoridades el dictamen y la solución de los problemas agrarios en sus perfiles técnicos
y en sus manifestaciones propiamente jurídicas. A pesar de lo audaz que pueden
suponer ciertas afirmaciones, parece que hoy los romanistas que se ocupan del
Derecho procesal están anuentes en considerar que desde la más temprana república
si no es que antes, existiera en Roma un verdadero procedimiento administrativo. En
él, el Estado intervenía como parte y a la vez conociendo el caso, lo resuelve.

Época arcaica. En el periodo tan controvertido por los historiadores del gobierno
monárquico, apreciamos que eran las autoridades supremas, casi no existían otras, las
que estaban investidas de jurisdicción agraria. Así, el Rex tenía facultades para asignar
tierras. Este derecho según explica Willems, debe haberse compartido entre res y
comitia a partir de la reforma de Servio Tulio. También el Senado pudo otorgar su
autorizas o en su caso negarla para expedir una lex a través de la cual se declarará a
una porción “ager colonicus” a fin de destinarla a fundar o a ensanchar una colonia.
Los particulares no podían convertirse en propietarios ni siquiera por venta del Estado,
era precisa una ley, la usucapión no era admitida. Esta situación se modificó con el
paso de los tiempos. A fines de la república se le llamó ager occupatorius y podía ser
entregado a los particulares a través de una adsignatio convirtiéndolo en ager privatus
a cambio del pago de un estipendio. En este último caso se habla de ager stipendiarius.
En otras ocasiones el Estado toleraba que los pastores llevaran ahí a su ganado. Más
tarde se aceptó que fuera vendido o dado en locación.

El Senado tenía la facultad de disponer de las tierras consideradas como ager publicus.
El Senado a veces con prudencia, a veces con torpeza o malevolencia, condujo esta
política causando en ocasiones problemas críticos tan serios como el del siglo II a.C., al
calor de la fuerte personalidad de los dos hermanos Gracos. Figura fraterna esta de los
Gracos que algunos escritores de nuestros días les hace recordar a la de los hermanos
norteamericanos Kennedy. Todavía bajo los reyes, parece que se designaron por vez
primera, tres funcionarios para resolver entre particulares, asuntos relativos al
deslinde y al aprovechamiento de los terrenos del campo. Eran los “arbitritres”. De ser
correcta esta noticia, se trataría de la primera magistratura romana investida con una
jurisdicción propia y exclusivamente agraria. Época republicana. Como consecuencia
de la transformación política que se produjo en el siglo VI a.C., los cónsules
absorbieron las facultades que en la materia habían venido ejerciendo los reyes, el
Senado mantuvo más o menos intactas sus facultades aunque hubo de seguir
sometido hasta cierto punto al derecho de iniciar leyes que dependían de cónsules y
comicios. Aparece ya en forma nítida en este periodo el tribuno de la plebe, quien a
través de sus facultades de veto, lograba ejercer poderes tan importantes como los
que dedujeron los Gracos. Lugar muy importante en esta época, ocupan los censores.

El Estado no podía explotar directamente las tierras que pertenecían a la llamado ager
publicus, por lo cual se optaba por ofrecerlas a los particulares para que ellos
directamente las explotaran a cambio de un pago o vectigal que se entregaba al
Estado. A mediados de la República, los particulares que deseaban recibir esta
concesión del Estado, eran abundantes, razón por la cual se decidió sacar a locación
pública, una especie de remate al mejor oferente, la entrega de estas tierras.
Mommsen ha demostrado que los censores gozaron de facultades especiales para
asignar estas tierras en locación, pero también para dirimir las controversias de límite y
de lugar que con motivo de su explotación pudieran presentarse11. Cuando por algún
motivo, el Estado debía reclamar (publicatio) la devolución de tierras que habían sido
usurpadas en su perjuicio, recurría a formar comisiones especiales encargadas de
hacerlo y además provistas de jurisdicción especial para dictar resoluciones definitivas.
Los ediles fueron revestidos de facultades para sancionar algunos impuestos, tal fue el
caso de Licini Stolo que fue condenado por ellos a pagar una severa multa después de
nueve años de haber eludido la prohibición de emancipar a su hijo para otorgarle
tierras que no debían sino haber entregado al Senado para su justa distribución,
conforme al proyecto de Ley que el mismo Stolo había conseguido que se aprobara.

Los cuestores disfrutaron también de facultades para enajenar las tierras del ager
publicus y resolver directamente las dificultades que al respecto pudieran plantearse
(quaestores aerarii). Esta venta confería al adquirente la plena propiedad y no simple
dominio revocable como se creyó en un tiempo. Estos mismos funcionarios tenían
facultades para proceder a la división y subdivisión de tierras (divisio) con asignación
de porciones de este terreno a los plebeyos (assignatio). Era lo que se llamaba agri
divissi et assignati. Estas tierras quedaban desafectadas del dominio público,
ingresaban al patrimonio de los particulares y eran también ley, en la misma se
señalaban a los comisarios o curadores a quienes se encargaba ejecutar la medida.
Cuando debía fundarse una nueva colonia, se expedía una lex llamada Colonica. Esta
ley debía designar a funcionarios llamados “triunviri adoloniam deducemdam”.

Ellos debían identificar a los colonos y conducirlos al territorio indicado por la ley.
Quedaban por tres años en la colonia con la función específica de dirimir cuanta
controversia pudiera suscitarse en materia agraria. Después de terminado el reparto
agrario entre los propios colonos, podrían retirarse nombrando en su lugar curatores
llamados “triunviri coloniae deducida agroque dividendo o agrometiundo
dividundoque”.12 Nos falta aún tratar del “ager trientius tabuliusque”, se trata del uso
que hizo el Estado, durante la República, de una parte del ager publicus de Italia para
dar en pago a sus acreedores dichas porciones de campo ante la imposibilidad de
pagar en efectivo. Acababan de terminar los últimos combates contra Aníbal y el erario
se encontraba totalmente agotado. Los cónsules hicieron la estimación en el precio de
las tierras y los trasviere mensarii, las adjudicaron a los acreedores.13 Si no olvidamos
la abundancia con la que los dos grupos de triunviros ejercieron sus facultades en
materia agraria como aquella pasión por la tierra que Tito Livio llamaba “cupido agros
continuandi”, podemos pasar al Imperio. Época del Imperio. Evidentemente el
Emperador asumió todas las facultades que antes venía atribuyéndose a tantos
funcionarios en materia agraria. Pero la administración de tan vastas tierras era difícil,
más bien imposible de administrar por un solo hombre.

De aquí las urgencias de una creciente descentralización. Los procuradores y


gobernadores, disfrutaron de la jurisdicción delegada del Emperador. Se trataba de
una jurisdicción plena tanto con facultades de decisión como de ejecución que se
extendía al ius gladii, para juzgar causas civiles agrarias y también criminales. Bajo el
imperio de Alejandro Severo a algunos gobernadores se les privó de la jurisdicción
criminal enviándose en su lugar procuradores ad casum, especiales, o agentes ad rebus
agrariae.

Por razones de buena administración fue preciso dividir y subdividir algunas vastísimas
regiones, especialmente en África, que fueron denominadas saltus. Al frente de cada
una de ellas se colocaba a un Procurador que representando al Emperador o al
Senado, debía actuar coordinadamente con el gobernado procónsul o propretor. Es
interesante notar en este momento, que los llamados Publicani, a quienes el Estado en
ocasiones atribuía el derecho de recaudar los impuestos, no fueron investidos de
jurisdicción alguna.
UNA ÉPOCA DE FUERTES CAMBIOS SOCIALES.

Ambas revueltas provocaron unos cambios muy notables en la sociedad romana. Nacía
el derecho romano. Se dictaron leyes en favor de la clase más baja y se asentaron los
derechos que la defendían. De esta forma incluso consiguieron representacion en el
senado. Esto desembocaría más tarde en el nombramiento de un cónsul de la plebe.

Además de todo esto se creó el estipendio. Una ayuda económica para los campesinos
que dejaban de producir y, por ello, de ganar dinero a causa de ir a la guerra. Un
dinero que ahora tendría una nueva forma, pues Roma crea en esta etapa su moneda
propia: el as.

En medio de esta evolución política, la guerra volvió a llamar a la puerta de los


romanos. Esta vez fueron los latinos, a los cuales Roma derrotó una vez más. Sin
apenas descanso, sus otros vecinos, los etruscos, volvieron a entrar en conflicto y, de
nuevo, Roma salió vencedora.

tommaso laurenti muzio scevola ante porsena museos capitolinos

Muzio Scevola (el manco) personaje legendario de la lucha contra los etruscos de
Porsenna. Fresco en los Museos Capitolinos.

Sin embargo y, curiosamente, los romanos tendrían que aliarse con éstos poco
después. Un nuevo y mayor enemigo llegaba desde el norte: los galos. Ni siquiera esta
alianza pudo salvar a Roma, que sufrió una de las derrotas más crueles y dolorosas de
su historia. Los galos arrasaron la ciudad, matando y saqueando cuanto pudieron.

El resurgir de la república
Pero Roma superaría este golpe, los romanos supervivientes reconstruirían la ciudad y
consiguirían reponerse del tremendo golpe. Su vuelta fue grandiosa y Roma en los
siguientes siglos conquistaría de forma definitiva a la mayoría de pueblos de la
penísula itálica convirtiéndose en la principal potencia.

Los primeros en caer fueron los latinos, luego los etruscos y por último las colonias del
sur. Esta vez fueron los etruscos quienes se aliaron con los galos para protegerse del
enemigo mayor: los romanos.

Roma, mientras conquistaba, creaba una red de infraestructuas en sus territorios que
provocaba un crecimiento y una facilidad de conquista mayores. Calzadas, acueductos,
puertos y murallas potenciaban su desarrollo productivo y bélico. Éste último
impulsado además con la creación de la legión romana. Una organización del ejército
ideada por los romanos con la que tantas victorias obtendrían a lo largo de su historia.
A partir de este punto Roma no haría más que expandirse.

ocas del campidoglio

Le Oche del Campidoglio. Los romanos, ante el asedio de los galos, se refugiaron en la
colina del Campidoglio. Dice la leyenda que las ocas, último animal superviviente del
hambre de los últimos resistentes, alertaron de una internada nocturna de los
asaltantes y esto salvó a Roma de su derrota definitiva.

LAS GUERRAS PÚNICAS

Empezaron entonces las famosas guerras púnicas contra Cartago, teniendo a Aníbal y
Escipión como grandes contrincantes. Poco a poco todas las potencias del
Mediterráneo cayeron ante el poder romano que incluso comenzaba a dominar
territorios en oriente.
La enorme expansión geográfica significó también una demográfica. Muchos más
habitantes y muchas más voces que querían hacerse escuchar. La ciudadanía romana
era la carta con la que acceder a la mayoría de los derechos y gran parte de la
población, recientemente anexionada, no la tenía.

LOS GRANDES GENERALES EN LA REPÚBLICA

Por otra parte, el ejército y el poderío militar de Roma era ahora enorme. Esto
equivalía a que nuevas figuras de gran poder estaban en el mapa: los grandes
generales. Nunca antes en la historia de Roma se había llegado a este nivel aunque se
pudo obtener y mantener mediante la sangre, la riqueza y una influyente red política.

Fue entonces cuando estos dos puntos, las revueltas sociales y la guerra, finalmente se
encontraron. Llegaría el principio del fin de la República: la primera guerra civil
romana.

Las dos clases sociales ahora eran los optimates (nobleza, patricios y la ciudadanía más
rica) y los populares (plebeyos). Numerosos senadores y figuras políticas populares
comenzaron a alzar su voz en protesta con los favores de Roma hacia los optimates y
defendían un mayor acceso a la ciudadanía romana, sobre todo para los itálicos.
Incluso un grupo de ciudadanos italianos formó otra revuelta en la que fundó una
nueva ciudad ‘’independiente’’ de Roma que llegó a hacer frente en batalla a los
romanos.

En esta situación de enorme tensión, por primera vez en la historia un romano utilizó
su poder militar para llegar al poder político. Este fue Lucio Cornelio Sila. Dos cónsules
populares dirigían el estado y fue Cayo Mario, uno de ellos, quien se enfrentó al
mando de sus tropas a Sila, cayendo derrotado.
El precedente ya estaba sentado y, aunque Sila puso a dos cónsules para dirigir la
república, él era dictador de Roma y su máximo cargo. Las luchas por el poder usando
la fuerza militar se sucederían hasta que una figura carismática como nunca antes vista
en Roma acaparó todo el poder.

CRISIS DE LA REPÚBLICA

Las continuas guerras de Cártago trajeron consigo situaciones difíciles para Roma, ya

que, por un lado, el costo en vidas humanas fue muy elevado y por otro lado, la clase

campesina se vio afectada seriamente debido a que la transportación de trigo por

barco era más barata que hacerlo por tierra, situación que se refleja en su debilitación

económica y empieza la migración hacia la urbe.

De igual manera, la mala administración de las provincias, derivado de que un año no

era suficiente ni para las obras planeadas ni tampoco para las operaciones militares.

Esto aunado a algunas guerras civiles por el poder del senado, contribuyó a la

decadencia de las instituciones republicanas.

Ahora bien, antes de la caída de la República, se suscitan en Roma dos triunviratos,

mismos que son resultado, el primero de una lucha entre Mario y Sila, quienes fueron

elegidos en varias ocasiones como Cónsules, uno, Lucio Cornelio Sila apoyado por los

soldados, y Cayo Mario favorece al partido popular. Como resultado de haber sido

elegidos, Sila propone una reforma constitucional para restaurar al poder senatorial y

Mario emprende una campaña en su contra. Sin embargo, Sila es embestido con una

dictadura de duración indefinida, aniquilando al partido popular mediante propuestas

de ley. Así, logra restaurar el poder del Senado y pone en práctica la reforma

constitucional en el año 79 a. de C., mismas que son eliminadas una a una.


El primer triunvirato: conformada en el año 60 a. de C. por Julio César (sobrino de

Mario), Pompeyo y Craso, quienes a través de un pacto secreto comparten el gobierno

de la República. Con la muerte de Pompeyo y el paso del tiempo, César es declarado

dictador vitalicio en el año 45 a. de C. aproximadamente, pero, un año después es

asesinado en el Senado a los pies de la estatua de Pompeyo, por pompeyanos

encabezados por Bruto y Casio a quienes les había otorgado amnistía.

El segundo triunvirato: a la muerte de César deviene la guerra civil entre sus

seguidores y pompeyanos. Se integra ahora el segundo triunvirato por Cayo Octavio

(sobrino nieto e hijo adoptivo de Julio César), Marco Antonio y Lépido a quienes se les

otorgan poderes consulares por cinco años, prorrogables por otro periodo igual. El

triunvirato se deshace debido a que Octavio regresa a Roma, Marco Antonio

permanece en el oriente con el objetivo de pacificarlo y Lépido es desterrado por

Octavio a la isla de Circeya. Antonio se une a Cleopatra y la nombra reina de Egipto,

Chipre, África y Siria. Finalmente se enfrentan Octavio y Marco Antonio en la batalla de

Accio en el año 31 a. de J.C., y a la muerte de Octavio y Cleopatra, Octavio se convierte

en el señor de Roma

JULIO CESAR ESCULTURA MUSEOS VATICANOS

Escultura de Julio César en los Museos Vaticanos. Su llegada al poder acabaría


desembocando en el final de la república.

FINAL DE LA REPÚBLICA

Había llegado el momento de Julio César. Tanto que el pueblo romano lo adoraba y
aceptaba de buen grado su dictadura. No así el senado que el 15 de marzo del 44 a.C.
le dio muerte.
En otra parte de la historia es julio cesar en compartir el poder con el cenado y el
gobernador, Roma estaba gobernado por tres hombres poderes llamado triunvirato,
desde ese entonces aparece en la historia de un estado llamado los tres poderes del
estado, que, en la actualidad mal llamado, caso correcto es denominar órgano estatal
o del estado.

Se dice que julio cesar fue asesinado por el senado y traicionado por el hijo de su
amante llamado BRUTUS, Cesar en el pasado, estando en el poder casi llega a arruinar
a la Roma por su situación sentimental a cleopatra Faraona de Egipcio.

Lo que inició con la intención de restablecer la república provocó todo lo contrario.


Pues numerosos hombres de grandes ambiciones intentarían hacerse con el lugar de
César y dominar Roma. Precisamente el que el propio Julio César nombró su sucesor
fue el que lo logró. Nacía así el Imperio Romano en el 27 a.C. de manos de Octaviano
que pasó a llamarse Octavio Augusto.

CONCLUSIÓN.

Tanto las conquistas como las ligas y alianzas del Imperio Romano, traen como

resultado que éste se sitúe a la vanguardia de la Europa de la época, y queda al frente

de los pueblos griegos del sur de la península, influenciando a los cartaginenses. Roma

tenía alianzas con Cártago y con Siracusa, llegado el momento, debe de elegir, optando

por Siracusa, originando así las guerras púnicas; de las cuales la vencedora es Roma,
teniendo como nuevos horizontes la cuenca oriental del Mediterráneo, hecho que

genera grandes cambios en la sociedad. A los campesinos y guerreros deviene una

nueva sociedad integrada básicamente por mercaderes, los preceptores, armadores y

comerciantes.

Para que el Estado pueda hacer frente a las necesidades de un ejército siempre en

acción, requiere ingresos, por ende, se extrae tanto cobre, como plata y oro. En Roma

se vive una movilización de esclavos y extranjeros, producto, principalmente de la

conquista, incluso se tiene noticia de que un día se llegaron a vender diez mil esclavos

en el mercado de Delos.

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