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Reto 2

Tema General: maderables más movilizadas en Colombia provenientes del bosque natural
Sub-Tema: Caracterización de las especies forestales más explotadas en Colombia
Problemática: En el marco del proyecto de Consolidación de la Gobernanza Forestal en Colombia,
que desarrolla el monitoreo e implementación de la de mejora continua y fortalecimiento a los
actores relacionados con el uso del recurso forestal, se busca impulsar la economía forestal, a
través del fortalecimiento a la cadena forestal, mediante la identificación de unidades productivas
y empresas forestales que promueven la legalidad en el uso sostenible de los bosques y su
biodiversidad. Este proyecto implica un sistema de control que permita a los funcionarios de las
autoridades ambientales identificar los maderables legales más movilizados, las zonas donde se
realiza la explotación, las empresas locales que realizan su transformación y el grado de
trasformación, sus diversas aplicaciones.

Elementos de información de las especies maderables en Colombia

1- Nombre común
2- Nombre científico
3- Familia Botánica
4- Otros nombres comunes
5- Fotografía marco transversal
6- Fotografía marco longitudinal
7- Habitad natural
8- Características macroscópicas de la madera
9- Descripción anatómica de la madera
10- Propiedades físicas y mecánicas de la madera
11- Durabilidad y preservación
12- Secado
13- Trabajabilidad
14- Usos
15- Rutas de movilización a nivel nacional
16- Volumen de madera movilizado por especie

Otra información adicional:

- Empresas legales regionales


- Grado de transformación
- Diversas aplicaciones
- Planes de reforestación de acuerdo con las zonas de explotación

Procesos

Salida
Otros temas que se pueden abordar para el reto 2:
. Contaminación por plaguicidas: El desarrollo de los plaguicidas de síntesis fue recibido
como un triunfo del hombre sobre la naturaleza. A tal punto, que el químico Paul Müller,
recibió en 1948 el premio Nóbel, por haber desarrollado el DDT. Sin embargo, la ilusión
duró sólo unos pocos años. Desde que en 1964 Rachel Carson publicara su famoso libro La
primavera silenciosa (Carson, 1964) la peligrosidad de los plaguicidas fue puesta en
evidencia con una crudeza inusitada y las cosas ya no volvieron a ser como antes. Mc Ginn
(2000) señala que, irónicamente, los mismos pesticidas que hoy son puestos en las listas
negras de numerosos países (por su extrema peligrosidad), fueron vistos durante muchos
años como un símbolo del triunfo del hombre sobre la naturaleza. En este sentido, 9 de
los 12 productos químicos más peligrosos que existen, denominados como la “docena
sucia”, fueron desarrollados y promovidos como insecticidas o fungicidas para su uso en la
agricultura. Ellos son el Aldrin, Clordano, DDT, Dieldrin, Endrin, Heptacloro, Hexacloro,
“Mirex” y “Toxafeno”. Estos productos, definidos como contaminantes orgánicos
persistentes, conocidos por su sigla en inglés como POP (persistent organic pollutants),
poseen la característica de ser muy tóxicos, acumularse en la cadena alimenticia, ser
persistentes en el ambiente y tener el potencial de viajar largas distancias desde su punto
de liberación (Opschoor & Pearce, 1991). Además de los efectos sobre la población rural o
relacionada directamente con las actividades agropecuarias, el uso de plaguicidas pone en
peligro la salud de los consumidores de estos productos, lo que está siendo percibido cada
vez con más claridad por la opinión pública. Análisis efectuados por el Laboratorio del
Mercado Central de la Ciudad de Buenos Aires (Argentina), durante 1988 y 1989,
mostraron que el 29,5 y el 14,2 % de las muestras de papa y apio respectivamente,
presentaban restos de plaguicidas superiores a los niveles tolerables, por lo que debieron
ser consideradas no aptas para el consumo (Limongelli et al. 1991). En los EE.UU., un 26%
de 15 frutas y hortalizas evaluadas por el Departamento de Agricultura de la Florida,
mostraron la presencia de 2 o más pesticidas, entre ellos alguno prohibido como el DDT
(Florida Department of Agriculture, 1987).
. Contaminación de los cuerpos de agua: La contaminación de las aguas es,
probablemente, el mayor efecto ambiental de la agricultura. En los EE.UU., se considera a
la agricultura como la mayor fuente de polución de los cursos de agua superficiales,
arroyos, lagos, embalses y ríos (NRC, 1989). Existen cada vez más evidencias de
contaminación de las aguas destinadas al consumo con plaguicidas y/o con derivados de
fertilizantes (como los nitratos), sobre todo en países desarrollados donde se hace un
mayor consumo de agroquímicos (Newbould, 1989). En los EE.UU. se ha estimado que
entre el 50 y 70% de todos los nutrientes que alcanzan los cursos de agua superficiales,
provienen de prácticas agropecuarias tales como la aplicación de fertilizantes o abonos
animales (NRC, 1989). Este daño ocasiona pérdidas anuales de un monto que varía de 2 a
16 miles de millones de dólares (NRC, 1989).
Disminución de la eficiencia energética: A pesar de que el rendimiento de los cultivos ha
aumentado en las últimas décadas, la eficiencia energética (energía cosechada por unidad
de energía utilizada) ha disminuido peligrosamente como en el caso de la producción de
maíz en Estados Unidos (Masera & Astier, 1993). Según Pimentel et al. (1990) desde el año
1700 hasta 1900 el incremento en el uso de la energía (principalmente fósil) aumentó 17
veces, mientras que, en el mismo período, los rendimientos del maíz aumentaron sólo 3
veces. En China, Dazhon & Pimentel (1990) citan que desde 1950 la energía utilizada en la
agricultura (con el advenimiento de los fertilizantes sintéticos, pesticidas y maquinaria)
aumentó unas 100 veces para incrementar los rendimientos 3 veces. Esto significa que
cada vez se requiere más energía para producir aumentos en los rendimientos. En cierto
sentido, la agricultura moderna de altos insumos consiste en transformar la energía
proveniente de los combustibles fósiles en alimentos o fibra. Energía que ha tardado
millones de años en acumularse se está consumiendo a un ritmo excesivamente
acelerado. Sin embargo, la humanidad aún no ha tomado conciencia clara de este
problema. Un ejemplo de ello es que todavía es común oír hablar de la “producción” de
petróleo de un país, cuando es obvio que el petróleo no se produce, sino que se extrae. La
explotación petrolera es una actividad minera y no productiva y la posibilidad de
mantener este ritmo de extracción por mucho tiempo, parece totalmente improbable
. Pérdida de la capacidad productiva de los suelos La erosión de los suelos constituye otro
grave problema actual y futuro. Según PNUMA (1990), cada año el mundo tiene 80
millones más de personas para alimentar y 20.000 millones de toneladas menos de suelo
para cultivar. En la Argentina, 24 millones de hectáreas sufren erosión hídrica o eólica
severa o grave, y otros 22 millones de hectáreas presentan una erosión moderada (FECIC,
1988). El uso excesivo y/o inadecuado de la maquinaria agrícola condujo, en algunos
casos, a un exceso de laboreo que se tradujo en mermas en la capacidad productiva de los
suelos. La pérdida de la estructura del suelo, con la aparición de problemas de
encostramiento (planchado) y piso de arado, disminuye la capacidad de infiltración de
agua y requiere un aumento en el número de labores para mantener el suelo en
condiciones productivas. Este exceso de laboreo disminuye, a su vez, el contenido de
materia orgánica y por lo tanto la fertilidad, provocando el incremento en el uso de
fertilizantes sintéticos para restituirla. Esto implica, a su vez, un aumento en la demanda
de energía necesaria para la síntesis y fabricación de dichos fertilizantes
. Pérdida de nutrientes La pérdida de nutrientes es otro problema importante y la
contracara de lo que sucede en algunos países industrializados. En La Pampa Húmeda
Argentina se ha producido un aumento de la superficie donde se observa respuesta
positiva a la aplicación de fertilizante fosforado, indicando un déficit creciente de este
nutriente por falta de reposición en cantidades adecuadas (Darwich, 1991). Un estudio
hecho en Ecuador, mostró pérdidas importantes de nutrientes (42 kg.ha-1.año) en el
ámbito nacional principalmente a través de la erosión de suelos por la realización de
cultivos con técnicas inadecuadas en zonas con pendiente donde sólo debería haber
pasturas permanentes (Koning et al., 1997)

Dependencia creciente de agroquímicos La agricultura moderna depende cada vez más


del uso de agroquímicos. Más aún, mucha gente no puede concebirla sin su uso. A pesar
de las promesas de control total de plagas que surgieron cuando aparecieron los primeros
pesticidas, estos no sólo no han erradicado las plagas, sino que cada vez son más
necesarios. En los últimos 50 años, el uso de pesticidas se ha incrementado 26 veces. La
Argentina no es la excepción (Figura 3). El uso de herbicidas e insecticidas ha aumentado
sustancialmente en los últimos años mostrando una tendencia preocupante. Incluso,
aunque en algunos países industrializados su uso ha declinado, la toxicidad de los
principios activos es entre 10 y 100 veces mayor, por lo que la cantidad de producto
liberado sigue aumentando (Mc Gill, 2000).
Resistencia creciente a los plaguicidas Otro de los problemas importantes es la pérdida
de eficiencia de los plaguicidas debido al desarrollo de resistencia por parte de las
especies plagas. Para el año 1989, 504 especies de insectos ya habían desarrollado
resistencia a uno o más pesticidas (PNUMA, 1990), lo que implica el uso de nuevos
productos y/o de mayores dosis a intervalos más cortos para obtener el mismo resultado.
Además, el uso indiscriminado de plaguicidas provoca la eliminación de depredadores
naturales y aumenta la probabilidad de aparición de plagas nuevas y más vigorosas. Tal
vez uno de los ejemplos más dramáticos en este sentido es el del control del picudo del
algodón en Nicaragua en la década del 60 (Sweezy & Faber, 1990). Luego de 10 años de
aplicación de plaguicidas el número de plagas económicamente importantes había
aumentado de 5 a 9, los rendimientos cayeron hasta un 30% y el picudo del algodón
adquirió 10 veces más resistencia al Metilparathión que antes. En casos extremos los
campos se trataban hasta 35 veces en una temporada, llegando el costo de estas labores
al 32% del costo total de producción. Asimismo, una plaga secundaria, como la oruga del
algodón (Heliothis zea) adquirió 45 veces más resistencia al Metilparathión que antes,
transformándose en un problema adicional.
Pérdida de biodiversidad y erosión genética La producción agropecuaria está relacionada
también con otros efectos negativos para la calidad del ambiente, cuyas consecuencias
pueden parecer menos evidentes por presentarse en una escala más global. Uno de ellos
es la pérdida de biodiversidad y la extinción acelerada de especies. Según PNUMA (1990)
cada día desaparecen 100 especies de la faz de la tierra, en algunos casos debido a la
expansión de la frontera agropecuaria que destruye sus hábitats naturales. Pero también,
la 3º Conferencia de las Partes de la Convención de Diversidad Biológica, reconoce
claramente que “el uso inapropiado y la excesiva dependencia en agroquímicos han
producido un substancial efecto negativo sobre ecosistemas terrestres, incluidos
organismos del suelo, costas y acuáticos, perjudicando, por lo tanto, la diversidad
biológica de diferentes ecosistemas” (UNEP, 1997)
La erosión cultural: la soberbia y el desconocimiento de algunos científicos El
menosprecio y desconocimiento de las técnicas tradicionales de cultivo, y de sus bases
ecológicas y culturales, provocó que durante mucho tiempo éstas fueran desplazadas y
reemplazadas por “tecnología moderna más eficiente”. Esto generó una gran erosión
cultural que tiene enormes repercusiones en los intentos de conservación de
germoplasma in situ. Un ejemplo de esto lo señala Shiva (1991) con la introducción de las
variedades “milagrosas” de la revolución verde en la India, y la disminución de la
superficie sembrada con numerosas variedades tradicionales que se fueron perdiendo al
reemplazarse por pocas variedades modernas (Figura 5). Muchas variedades y ecotipos de
plantas de cultivo han desaparecido para siempre de la faz de la tierra.

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