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MÉXICO PREHISPÁNICO
S
egún el profesor Lenecq, "la forma más brillante de la cultura moderna, consiste en
el estudio de la historia de las ideas. Los progresos efectuados en el dominio de
varias ciencias y de muchas técnicas, han sido tales -dice- que, en la actualidad hay
cierta tendencia de ignorar o, lo que es peor, de despreciar su pasado, y de creerlas nacidas
apenas ayer. El estudio de su evolución histórica nos precave de este error. Cuando
seguimos esa evolución, ese desarrollo (que no siempre es un progreso continuo, sino a
veces una marcha sinuosa, con retrocesos y estancamientos), adquirimos desde luego una
excelente lección de modestia si sabemos reflexionar; vemos en efecto cómo son raros los
grandes descubrimientos, cuán difícil es su realización, y por ello se aumenta nuestra
admiración por quienes los hicieron; estudiando los conocimientos científicos de nuestros
predecesores y sus técnicas, comprendemos mejor éstas en su estado actual y verificamos la
justísima observación de Augusto Comte, de que no se conoce bien una ciencia, sino
cuando se sabe su historia" .
¡ Qué aplicación tan propia tienen los anteriores conceptos, en lo que a la historia de
nuestras instituciones médicas se refiere! Agitados incesantemente por las luchas de la vida
actual, vivimos el momento que pasa, y en ocasiones imaginamos que la obra de nuestras
escuelas, de nuestras instituciones, de nuestros hospitales, de nuestras agrupaciones
científicas, es el milagro de hoy, y solemos olvidar lo que se hizo apenas ayer, sin recordar
a los que nos precedieron.
El maestro Carlos Pellicer, en el museo que donó a Tepoztlán, Mor., dejó escrito en
uno de los muros un pensamiento que dice "nunca seremos completamente mexicanos, en
tanto no conozcamos, para amarlo y admirarlo, lo maravilloso de nuestros antepasados
indígenas"; esto nos lleva de la mano para recordar, que no se quiere una ciencia si no se
conoce su historia y conocer algo' de la medicina legal y forense es quererla y es muy
interesante; sin embargo habrá que aclarar de una vez, que este trabajo no pretende ser de
ninguna manera "la historia", sino solamente es una recolección de algunos datos históricos
Periódicamente eran concentrados los pederastas a los que se les ahorcaba o se les
quemaba vivos; en todos estos casos de delitos o perversiones sexuales, el médico debía de
determinar si el delito se había consumado y si el sujeto había participado como pasivo o
activo, esto con el fin de poder aplicarles a cada uno la pena correspondiente.
Con relación a las pericias en muertos, el médico debía de certificar la muerte y a la
vez indicar si esta era producto de un suicidio, accidente u homicidio y si se había usado
veneno; en los casos de homicidio el homicida era decapitado.
Con relación al aborto, se tenía, que a la madre que había abortado y a la que le
había proporcionado las yerbas abortivas, se les condenaba a muerte; aquí la pericia del
médico estaba orientada a informar si el aborto era natural o provocado y si el producto
había nacido vivo o muerto. Todas estas informaciones médico legales eran lo que les
permitía fundamentar el castigo que habían que aplicar.
Con relación a la prostitución, esta fue permitida pero severamente vigilada, a las
alcahuetas se les untaba trementina en los cabellos y se les quemaba en público o se les
mataba. A la prostituta se le toleraba comprendiendo que la proscripción de la prostitución
les podía acarrear mayores males que la tolerancia.
De acuerdo con los comentarías de Sahagún, ya en la medicina precortesiana por los
años de 1534, existían médicos cirujanos, sangradores, parteras y las que daban yerbas para
abortar.
Los Aztecas tenían una organización que se gestaba en el CALPULLI, que constaba
de veinte jurados formados por los nobles de un clan, es decir, por los miembros adultos de
las familias más antiguas.
Uno de los funcionarios llamado CALPULLEC distribuía las tierras comunes y
decidía sobre las disputas suscitadas, administraba justicia sobre los asuntos de menor
importancia, representaba a su grupo en los casos de controversia con otros clanes y
cobraba los impuestos.
El gran consejo era el conjunto de CALPULLIS de la tribu y estaba compuesto por
los representantes de veinte CALPULLIS llamado TLATOCAN, que era encargado de
juzgar asuntos criminales y civiles de la tribu, lo mismo que resolvía operaciones de guerra
y concertaba la paz.
COLONIA
D
espués de la conquista, Cortés ordenó que en el ayuntamiento de Coyoacán las
sepulturas de los cementerios de las parroquias, se hicieran lo suficientemente
profundas para evitar que los perros atacaran los cadáveres y también ordenó
que se pusieran soldados en las puertas del hospital de San Lázaro para evitar que este tipo
de enfermos se escapara o más bien se evadieran o abandonaran la Institución sin orden
médica.
La docencia fue en los tiempos de la Nueva España objeto de gran interés desde los
inicios de la enseñanza médica. El protomedicato identifica a los siguientes grupos:
médicos españoles, médicos criollos, médicos indígenas, enfermeras, parteras, algebristas
(curahuesos), curadores de bubas y aficionados, entre los cirujanos se distinguían los latinos
o de universidades y los romancistas.
El primer obispo de la nueva España Juan de Zumárraga y el virrey Antonio de
Mendoza gestionaron la creación de La Real y Pontificia Universidad de México, y fue
fundada durante el gobierno del segundo virrey Luis de Velasco por Cédula Real expedida
el 21 de septiembre de 1551 en la Ciudad de Toro, España, por el Emperador Carlos V, para
que los “naturales” e hijos de españoles fueran instruidos en las cosas de nuestra Santa Fe
Católica, la cátedra de medicina se implantó en el año de 1580.
En la escuela de medicina, se impartían las clases o cátedras de Anatomía,
Fisiología, Operaciones y Clínica Quirúrgica; hasta fines de la época colonial se añadió ya
en forma oficial, la cátedra de Inducción y Nociones de Medicina Legal.
También durante esta época fueron construidas varias prisiones cuyas carencias
sanitarias eran extremas; siendo verdaderos centros de concentración y confinamiento de
detenidos, en donde se negaba el derecho a la salud y se desconocía el trato humano a los
inculpados.
Asimismo, se utilizaron varios edificios palaciegos para el mismo fin. Para el año de
1642 se tenía: la Cárcel Perpetua de la Santa Inquisición, la Real Cárcel de Corte y otros
edificios más improvisados. Parece ser que solamente en la Real Cárcel de Corte, ya existía
cierta corriente humanizadora y se brindaban algunos servicios de atención médica.
Los encargados durante la época colonia de aclarar las dudas y las consultas
médicas de los jueces, eran un cuerpo de peritos constituidos por dos médicos y dos
cirujanos, propuestos anualmente al gobierno por el protomedicato, entre los profesores
más probos y prácticos en medicina legal, los cuales no recibían ninguna remuneración.
Estos peritos debían de decidir, bajo el punto de vista puramente clínico, todas las dudas; tal
como en una acta que dice: "dos maestros cirujanos inspeccionarán y declararán la calidad
y esencia de las heridas, el instrumento con que pudieron ser dadas y si por si solas fueron
suficientes para quitarle la vida".
Las autoridades que en esa época han estado legislando en materia de medicina, han
sido el Rey que desde la Metrópoli dictaba las leyes; el Virrey que es quien lo representaba
en la colonia y el protomedicato que se encargaba de dar a conocer esas leyes y vigilar su
observancia.
A partir de entonces, la Medicina Legal en México ha seguido un doble sendero, el
académico y el auxiliar en la Procuración y Administración de Justicia.
Existe un auto de fecha 20 de octubre de 1742 en el que el protomedicato prohibió a los
médicos y cirujanos, que se encargasen de la curación de los enfermos que no fueran
respectivamente de su competencia.
En 1770, de acuerdo con la organización y planes de estudio, la Escuela de Cirugía,
cuenta con las sillas o cátedras de Anatomía, Fisiología, Técnicas Quirúrgicas, y Clínicas
Quirúrgicas y Medicina Legal, esto en base a los Colegios de Cádiz y Barcelona.
La circular dada por Bucareli, en noviembre de 1772, indicando que se practicará la
cesárea a las mujeres que mueran estando embarazadas, así mismo se prohibió en 1774, que
los facultativos extranjeros ejercieran su profesión, si no tenían la real licencia.
También el bando publicado por Bucareli, el 14 de mayo de 1777 previniendo a los
cirujanos de la Nueva España, que acudieran a cualquier hora que fueran llamados y sin
necesidad de orden escrita por el juez, a asistir a cualquier herido, con la obligación de dar
aviso inmediatamente o dentro del término de ocho horas después de la primera curación a
algunos de los jueces reales, con sanción de destierro o prisión en caso de faltar a esta
disposición.
INDEPENDENCIA
E
n el año de 1819, el ayuntamiento, nombro una Junta de Sanidad con el objeto de
cuidar el ejercicio de la medicina, de la cirugía y de la farmacia en todos sus
ramos; de la higiene, de la policía pública y de los hospitales.
En el año de 1830 el Dr. Don Manuel de Jesús Fables, reunió todas las leyes y
disposiciones relativas al ejercicio de la medicina en una especie de Código Sanitario y lo
publicó bajo el título de "Noticia de las Leyes y Ordenes de Policía que rigen a los
profesores del arte de curar".
En tanto que la decadencia de la Universidad se agudizaba, el Gobierno de la
República a través del Presidente Don Valentín Gómez Farías se vio obligado a emitir un
decreto en 1833 para clausurar las puertas de la Real y Pontificia Universidad de México
por “inútil, irreformable y perniciosa”, creando al mismo tiempo lugares de enseñanza
superior. Un año antes, es creado el Establecimiento de Ciencias Médicas que escogía a sus
profesores especialmente del Real Colegio de Cirugía y en donde tiene su sede la enseñanza
de la Medicina Legal, bajo la palabra del primer catedrático, el profesor Don Agustín
Arellano.
El Colegio de Ciencias Médicas no desarrollo su labor para el que fue creado, pues
pronto es clausurado por la reapertura de la Real y Pontificia Universidad de México, ante
el triunfo conservador de López de Santa Anna, sin embargo se avanza en la unidad de la
enseñanza médica en esas circunstancias.
Desde el año de 1833 se perfilan las dos tendencias políticas que por más de
veinticinco años se disputaban el poder público con grave atraso material y científico del
país, hasta que en 1857 se inicia una senda de claras tendencias liberales gracias a las
heroicas luchas del partido liberal y de Don Benito Juárez.
Los fundadores del Establecimiento de Ciencias Médicas, impregnados
indudablemente por la influencia de la cultura francesa, al organizar dicho plantel pensaron
naturalmente en la creación de la clase de medicina legal, y al formarse las temas
correspondientes propusieron para ella a los señores Arellano, Dávila y Tender, siendo
nombrado catedrático el primero, con fecha 27 de noviembre de 1833, y habiendo jurado su
cargo el 2 de diciembre del mismo año. Quedaba así establecida la clase de medicina legal
y quedaba en funciones, como su primer catedrático, el señor Dr. don Agustín Arellano,
quien formó desde luego parte de la comisión de higiene pública y policía médica del
establecimiento, en unión de los señores doctores Don Pedro del Villar y Don Salvador
Rendón; colaboraba en la historia de la medicina con los señores Olvera y Erazo.
Nacido el señor Arellano en México, y habiendo sido alumno de la antigua
Universidad Médica, presentó el 20 de marzo de 1819 su acto correspondiente, defendiendo
las lecciones sobre los aforismos de Hipócrates en la cátedra de vísperas de medicina, y en
el 1° y 2° tomos de las Investigaciones Fisiológicas de Bichat; el 21 de abril siguiente
recibió, después de réplica del grado hecha por los doctores Febles, Flores, Contreras,
Liceaga y Vara, el grado de bachiller en medicina. Dos años más tarde sustentó examen
profesional ante el protomedicato y el año de 1831 fue recibido como cirujano latino según
las prácticas del propio tribunal. Abandonadas apenas las aulas, se presentó a los concursos
abiertos por la Universidad, en las cátedras de astronomía, matemáticas, método. Al
fundarse el Establecimiento de Ciencias Médicas, teniendo en cuenta sus antecedentes
mereció, como ya hemos dicho, el ser nombrado profesor fundador de medicina legal. Poco
había de durar en su cargo pues, debido quizá a las difíciles circunstancias del ambiente, la
cátedra fue suprimida en el plan de 1834 y con las vicisitudes diversas del plantel no volvió
a figurar en el plan de estudios sino hasta el año de 1839 en que se encargó de ella el
entonces director, Don Casimiro Liceaga, quedando el señor Arellano como agregado de la
cátedra, en la que sustituyó al señor Liceaga interinamente, en 1841. Pasó a encargarse con
su propia calidad de adjunto de la cátedra de fisiología, en los años de 1844 a 1848 y optó
por esta cátedra definitivamente en el año de 1850. Según datos proporcionados por el
doctor Nicolás León, el 1 de enero de 1851 el Señor Arellano se ordenó como sacerdote
católico abandonando entonces sus actividades médicas. Como un rasgo de su carácter hay
que citar que en la junta de profesores celebrada en septiembre de 1834, en vista de las
precarias condiciones económicas por las que atravesaba el Establecimiento de Ciencias
Médicas, fue el Señor Arellano quien propuso que los gastos se pagaran a escote entre los
profesores.
José Ignacio Durán, y los de los señores Lucio, Robredo y Espejo. Por las razones
económicas señaladas o por otras, tal vez relativas a la organización, los dos primeros
directores de la facultad tomaron a su cargo el desempeño de la cátedra. Ocúpanla, el
primero, durante 9 años con breves interinatos, desempeñados, uno por el Señor Arellano
en 1841, otro en 1846 por el Señor Robredo, y otro en 1847, por Don Rafael Lucio, quien
era adjunto de la escuela desde 1845. En el desempeño del difícil y delicado puesto de
sustituto del Dr. Liceaga, el doctor Lucio dio claras muestras de acierto, tino, y una
madurez de juicio muy superior a su temprana edad (28 años), motivos más que suficientes
para que día tras día aumentasen el respeto y consideraciones que tan justamente había
conquistado ya en el ánimo de sus profesores y discípulos.
Habiendo ocupado la dirección de la facultad por separación del señor Liceaga, en
1846, el Dr. don José Ignacio Durán tomó a su cargo juntamente con aquélla la cátedra de
medicina legal; era el año de 1849.
Oriundo de Puebla, en 1804 obtuvo en la capital de la República el título de cirujano
romancista, prestando con singular carácter sus servicios durante la Guerra de
Independencia, como cirujano del regimiento de infantería "Voluntarios de la Patria", en el
cual se encontraba en 1821. Terminada la lucha, continuó sus estudios médicos en la
Universidad, y el 26 de abril de 1824, después de haber sido aprobado nemine discrepante,
recibió de manos del presidente del jurado, Dr. Calvillo, el título de bachiller. Dos años más
tarde sustituye en la cátedra de prima de medicina a los señores Jove y Febles. El 29 de
octubre de 1838, al reorganizarse el Establecimiento de Ciencias Médicas, fue postulado
como profesor agregado, desempeñando sucesivamente y en calidad de sustituto, las
cátedras de patología externa y medicina legal (1841-1845). y desde 1849 hasta su muerte,
acaecida en 1868, actuó como propietario de esta última cátedra.
Apartase en los principios de su enseñanza de la escuela francesa, para seguir las
brillantes y conceptuosas líneas de la escuela española, representada por Mata y Peyró
Rodrigo, cuyos textos adopta, para tomar más tarde la obra alemana de Casper, y volver en
las postrimerías de su enseñanza a adoptar la obra francesa de Briand y Chaudé. Amigo leal
y caballeroso, se granjeó de tal modo la estimación, respeto y simpatía de sus colegas, que
en octubre de 1845 lo eligieron vicedirector del establecimiento y, al separarse en 1846 don
Casimiro Liceaga, Durán fue electo director, puesto que desempeñó hasta su muerte, no
obstante que por disposición reglamentaria ese cargo había de renovarse cada cuatro años.
Este hecho ratifica la alta estima que supo conquistar, siendo para la escuela lo mismo que
su predecesor, padre amorosísimo y benefactor altruista. Fue, además, secretario del Cuerpo
de Sanidad Militar, en 1833, miembro del Consejo de Instrucción Pública en 1854-, y
vicepresidente de la Academia Nacional de Medicina, en 1865 y 1866.
Con los tropiezos naturales al principio de toda obra, la falta de elementos
materiales y la de una orientación legal bien definida, puesto que todavía no podría tener
legislación, la enseñanza de la cátedra de medicina legal tuvo que seguir los senderos
puramente teóricos que le marcaran obras extranjeras. Esto debe haber obligado, tanto al
primer profesor -el doctor Arellano-- como a sus inmediatos sucesores, a desplegar una
gran voluntad y un esfuerzo tenaz para encauzar la materia, a cuyo servicio pusieron los
señores Liceaga y Durán el prestigio de sus nombres y su reconocido desinterés. En esta
nueva era política de México, con la nueva legislación se modifica la enseñanza de la
Medicina Legal y en el viejo Hospital de San Pablo hoy Hospital Juárez, surge el Profesor
Don Luis Hidalgo y Carpio, gran precursor de la Medicina Legal en México,. En el siglo
XIX, la figura más destacada fue el maestro Luis Hidalgo y Carpio (1818- 1879), a quien se
le reconoce como el fundador de la etapa científica de la medicina legal en México En el
año de 1868, después de un tiempo de adjunto, el Sr. Dr. Don Luis Hidalgo y Carpo, quedó
encargado de la materia impartiéndola hasta el año de 1873. El Dr. Hidalgo, nació el 18 de
marzo de 1818 y perteneciente a familia de escasos recursos, perdió en temprana edad a su
padre y fue la energía tenaz y silenciosa, llena de abnegación y virtud, de su madre, quien
logró infundir en él las cualidades que habrían de elevarlo, destacando su figura y
granjeándole el respeto y la consideración general. Fueron en este caso, como en otros
tantos semejantes, la inteligencia y el corazón de una mujer mexicana, tan justa y
elocuentemente alabada en reciente ocasión por don Ramón Pardo, los vehículos que
desarrollaron en el joven Hidalgo y Carpio su laboriosidad infatigable, su tenacidad y
perseverancia, su probidad y honradez nunca desmentidas. Estas cualidades que no habían
de abandonarlo en el resto de su vida, forjan al estudiante que en el Seminario Conciliar de
Puebla sustenta un acto de matemáticas y física en el año de 1835; al que radicado en la
capital obtiene los primeros premios en su carrera y merece el honor de ser admitido en la
Academia Nacional de Medicina como socio numerario, un año antes de recibirse y que,
puesto que desempeñó hasta 1874. En el desmantelado y sucio ambiente de aquel viejo
hospital es donde, mediante su laboriosidad y dotes de observaci6n, obtiene los mejores
frutos. Con los doctores Miguel Jiménez y José Villagrán hace un magnífico estudio sobre
los derrames de pecho, preconizando los revulsivos en el principio, y la toracocentesis más
tarde, como su mejor tratamiento. Operador audaz va a buscar el líquido biliar por los
espacios intercostales, atravesando la masa misma del hígado; osadía quirúrgica que no es
incompatible con un buen criterio, como lo demuestran sus apreciaciones sobre la gravedad
de la desarticulación escápulo-humeral y su dictamen sobre el método de oclusión, que para
las heridas proponía el Dr. Clement. Es en el propio establecimiento donde hace detenidos
estudios de las heridas de cabeza y la terrible infección purulenta, podredumbre de hospital,
que tantos estragos hacía en aquella época. La descripción sintomática de tan temible
complicación es muy clara y exacta; la descripción de las lesiones anatomo-patológicas,
escrupulosa y fiel; llevándole ambas a dar una explicación patogénica tal como él la
entendía.
Su prolongada estancia en el hoy Hospital Juárez y las numerosas observaciones y
problemas médico-legales que a diario se presentaban, le hicieron tomar decidido gusto y
predilección por esa rama de las ciencias médicas, que en aquella época era mirada con
desprecio y que había de constituir la aplicación magnífica de sus conocimientos, la
brillante síntesis de la labor de Hidalgo y Carpio: la medicina legal.
No hay capítulo de ella que no haya abordado con raro acierto y fuerte personalidad:
lo mismo el estudio atento de los signos de la muerte real, que le llevan a considerar como
exagerados o apócrifos los relatos de personas enterradas vivas, que sus estudios sobre el
suicidio. Ora doliéndose de la lenidad de la ley para castigar los delitos de incontinencia, o
bien fijando con la mayor exactitud posible la duración máxima de la gestación. Prueba con
experimentos que la coagulación de la sangre no era signo infalible de lesiones inferidas en
vida. Hace estudios para demostrar que la momificación del cordón umbilical del recién
nacido no es fenómeno vital, sino que se halla sujeto a leyes físico-químicas; describe un
nuevo género de asfixia, producida al respirar atmósferas cargadas de polvo. Demuestra
que muchos de los ahogados mueren por la repleción de materias alimenticias, que del
estómago pasan a las vías aéreas.
Dos capítulos, sin embargo, cautivaron particularmente su atención:
expreso, a atender a los enfermos; disposición que había originado enormes abusos de las
autoridades.
Impelían las leyes también al médico a ser el revelador ante las autoridades, de
secretos adquiridos en el ejercicio de la profesión. Contra ambas disposiciones luchó
encarnizadamente el señor Hidalgo y Carpio, especialmente contra la segunda, de la cual
protestaba en el año de 1866, con estas palabras: "Por fortuna está en la conciencia de los
médicos de México, guardar todos los secretos, y ni el permiso que les da la ley ni su
mandato expreso, harán que desciendan de la dignidad a que los ha elevado su ministerio,
para arrastrarse por el suelo, confundidos con los delatores de oficio, que el vulgo apellida
con un epíteto enérgico y degradante."
Lograron sus ideas hallar eco, y al ingresar el Dr. Hidalgo y Carpio, en 1868, a la
comisión encargada de formular el anteproyecto del Código Penal promulgado en 1871 por
Don Benito Juárez, consiguió hacer valer sus puntos de vista sobre los dos interesantes
asuntos mencionados y no solamente sobre ellos, sino que se puede decir que en todas las
cuestiones médicas, o que tienen relación con temas de orden médico, su opinión
predominó y formó la base del referido código.
Con su carácter de profesor de la facultad y en compañía del médico de cárceles,
don Francisco Becerril, y de don Juan María Rodríguez, hizo el examen del cadáver del
malogrado Manuel Acuña y el análisis toxicológico del liquido que por medio de una
bomba aspirante extrajeron del estómago, concluyendo en la forma siguiente: "De esta serie
de pesquisas resulta que el líquido del estómago del cadáver de don Manuel Acuña y el del
frasco remitido por el juzgado, contenían uno y otro cianuro de potasio, una de las
sustancias más venenosas que se conocen.-México, 7 de diciembre de 1873. -L. Hidalgo y
Carpio. Juan María Rodríguez."
Era natural que una persona de tanta actividad y de tan relevantes méritos, formase
parte de las agrupaciones científicas de su tiempo y así, además de la Academia Nacional
de Medicina, de la cual fue activo socio, tesorero y presidente en 1867, perteneció a la
Filoiátrica, a la Larrey, a la de Pedro Escobedo, a la Farmacéutica, a la Humboldt, y fue
socio honorario de las sociedades médicas de Guanajuato, Toluca, Puebla y Mérida.
Tantas y tan valiosas actividades, aplicadas en diferentes ramas de la administración
pública, había de cortarlas la fuerza inquebrantable de sus convicciones. En el año de 1874,
obligados los empleados a presentar la protesta de ley que la nueva Constitución imponía,
el doctor Hidalgo y Carpio consideró tal hecho contrario a sus principios morales y
religiosos, y renunció a todos sus puestos. Fue entonces, dice el Dr. Andrade en su elogio
fúnebre al Dr. Hidalgo y Carpio, cuando "pude conocer el grado de su grandeza, su
humildad, su desprendimiento, su conformidad, su resignación, su abnegación y,
dominando este cuadro, su sincera fe cristiana".
La retirada del eminente profesor no había de representar, sin embargo, la cesación
de sus actividades. Alejado de hospitales y cátedras, se consagra por entero a llenar un
hueco que existía en la enseñanza:
Enfocar la medicina legal, hasta entonces aprendida en los textos extranjeros y con
legislaciones distintas, a nuestros problemas, a nuestra legislación, a nuestra enseñanza.
Escribe primero la Introducción a la Medicina Legal Mexicana y más tarde y en
colaboración con el Dr. Gustavo Ruiz Sandoval, el Compendio de Medicina Legal
Mexicana que acabó de publicarse en 1877.
Esta obra, que figuró como texto durante algunos años en la facultad y que es poco
conocida actualmente, tiene todos los rasgos característicos de las obras maestras:
abundante doctrina, claridad de exposición, conceptos personales e ideas avanzadas que
demuestran la intuición y amplitud de miras de su autor. Ni el tiempo ni las condiciones nos
permiten hacer una apreciación tan completa del libro, como éste lo merece. Básteme decir,
para dar una idea de la clarividencia de su autor, que en el capítulo de responsabilidad
criminal y siendo partidario del concepto filosófico del libre albedrío, propugnaba ya por el
estudio personal de los delincuentes, admitiendo que éstos lo eran por condiciones y
anomalías físicas o psíquicas y proponía desde aquel entonces la pena condicional. Sobre la
abstracción del delito entendía ya la necesidad del estudio del delincuente, y sobre la
sanción estandarizada, la pena condicional. (Hacer una nueva edición de la obra, en la que
sin cambiar de texto original, se hagan las anotaciones que la legislación actual o las
doctrinas médicas modernas impongan, ha sido ilusión acariciada por nosotros desde hace
tiempo y que esperamos ver realizada con la cooperación de algunos distinguidos colegas
especialistas.)
Hábil y diestro cirujano, médico que cultivó la química. la toxicología, el
laboratorio, la higiene, es, por encima de todo, el más alto, el más brillante, el inigualado
epítetos festivos, hicieron de él el prototipo del maestro. Estimuló por cuantos medios
estuvieron a su alcance a sus alumnos en la labor de investigación. Creó premios que pagó
de su pecunio para los mejores y más originales trabajos. Desde el año de 1880 estableció
la costumbre de señalar un tema anual de estudio e investigación, y de esta manera
consiguió que aparecieran bajo su dirección diversas memorias fundadas en datos
nacionales. Pueden citarse entre otros los siguientes: De los signos profesionales, desde el
punto de vista de identificación de las personas. De la estatura en la identificación. El
himen. Estudio. comparativo entre la estrangulación y la suspensión. ¿La qué edad
principia la nubilidad y cuándo desaparece en la mujer mexicana?
Socio fundador de nuestra academia, presentó numerosos trabajos y observaciones
clínicas; tomó parte activa en diversas polémicas y entre ellas la muy candente que despertó
el trabajo de Don Ángel Iglesias sobre la vacuna animal. El Dr. Andrade se declaró
partidario de la vacuna humana, a la que defendió con firme convicción y gran brillantez.
Entre algunos de los más interesantes estudios que presentó, hay que citar el hecho
sobre las cornadas de toro en el que, además de una descripción minuciosa y una
apreciación clínica muy particular, preconiza como el mejor tratamiento la desbridación,
canalización e irrigación continua por el agua fría. En otra memoria titulada "Los Médicos
y la Administración de Justicia", defendió con todo calor los derechos médicos, que como
ya hemos dicho anteriormente, se encontraban muy vulnerables por disposiciones
gubernativas.
Su gran puntualidad, su método admirable y el cariño grande que le tuvo a la
Academia Nacional de Medicina, lo llevaron a ocupar después el puesto de segundo
secretario, en 1864, y el de archivero en 1873; ocupó la vicepresidencia de la corporación
de 1874 a 1875, y por seis ocasiones llevó la presidencia de la misma (1875-1876, 1877-
1878, 1879-1880, 1880-1881, 1883-1884 y finalmente 1885 a 1866). Murió en diciembre
de 1886.
Además, fue médico del Hospital de San Andrés, director del Oftalmológico
Valdivieso, presidente del Consejo Médico Legal y miembro de numerosas sociedades
nacionales y extranjeras. Esclavo en el cumplimiento de su deber, ordenado, seco, severo y
conciso, supo captarse el respeto y estimación generales y su labor como hombre de
ciencia, como maestro académico será imperecedera.
del Departamento del Distrito Federal (hoy Instituto de Servicios de Salud)". (De aquí
nació la absurda división injustificada de médicos legistas y médicos forenses).
Estos Servicios Médicos de Policía se crearon por la necesidad de dar apoyo médico
legal a las dependencias jurídicas y por lo tanto sus actividades principales son las pericias
médico legales y la curación de los heridos.
Porque, aunque ya desde el 5 de febrero de 1905, se había inaugurado el Hospital
General de la Ciudad de México, dependiente de la Secretaría de Salubridad y que contaba
con todas las especialidades, no impartía servicios de psiquiatra ni de medicina legal; y
aunque atendía a toda clase de enfermos, no daba atención a lesionados, a los enajenados, a
los consignados a la autoridad, ni a las mujeres dependientes de la Inspección de Sanidad.
Es de interés para la medicina legal lo referente al nombramiento de la comisión que
formulara un proyecto del Código Penal, el 6 de octubre de 1862 para el Distrito Federal y
Territorio de Baja California, que fue truncado por la invasión extranjera a México,
reanudándose en 1868 y siendo presidida la comisión por el Lic. Antonio Martínez de
Castro, que formulara un proyecto dando como resultado que el 7 de diciembre de 1871, el
Presidente Benito Juárez pusiera en vigor el Código Penal para el Distrito Federal y
Territorio de Baja California el Código Penal consideró una serie de conceptos de heridas y
otro tipo de lesiones de la manera siguiente: se refiere a delito de lesiones y homicidio
consignados en dicho Código Penal cuyos dictámenes periciales ocupan la mayor parte del
trabajo de los médicos legistas, cabe decir, que se publicó el Auto acordado de heridores el
27 de abril de 1765, las lesiones se clasificaron así: leves, graves por accidente y graves por
esencia, agregándose mas tarde otras dos clases de lesiones, las heridas mortales por
accidente y las heridas mortales por esencia, permaneciendo esta clasificación hasta el año
de 1871, aunado a esto entró en vigor el Código Penal, que según la exposición de motivos
de la comisión redactora, toma en cuenta lo estipulado en algunos códigos extranjeros,
como el de Baviera de 1813 y el de Prusia de 1851, definió a las lesiones de manera
siguiente: “bajo el nombre de lesión se comprenden: no solamente las heridas,
excoriaciones, contusiones, fracturas, dislocaciones y quemaduras, sino toda alteración en
la salud y cualquier otro daño que deje huella material en el cuerpo humano, si esos efectos
son producidos por una causa externa”, un comentario importante es que el concepto de
lesión prevalece hasta nuestros días. Los hospitales que funcionaban en la Ciudad de
México estaban a cargo por lo general de religiosas en completa separación del poder
Público, esto originó que el Ayuntamiento de la Ciudad de México, celebrara un contrato
con el Hospital de San Andrés, fundado en el año de 1779, para que ahí se atendieran los
presos y heridos.
En 1847, época de la invasión norteamericana a territorio nacional, el atraso en los
pagos del Ayuntamiento al Hospital era ostensible por lo que el Gobierno Federal giró
ordenes para que algunos Hospitales de la Ciudad de México asistiesen a los heridos
abatidos en el campo de batalla, contribuyendo principalmente los Hospitales de San
Hipólito y de San Lázaro dedicados en ese entonces a curar enfermos leprosos y mentales,
no así el Hospital de San Andrés, cuyos administradores rehusaron hacerlo puesto que el
Ayuntamiento no les había pagado sus servicios, esto obligó al Regidor Licenciado Urbano
Fonseca, a que obtuviera del Jefe del Ejercito de Oriente y del Ayuntamiento de la Ciudad
de México, la orden para que el edificio del Colegio de San Pablo se convirtiera en Hospital
para recibir a los heridos que resultaran de las batallas habidas entre el ejercito mexicano y
el norteamericano. El 20 de agosto de 1847 el hospital recibió a los primeros heridos de los
enfrentamientos de Padierna y Churubusco, al igual que los hospitales de San Hipólito, San
Lázaro y el Hospicio de pobres.
Una vez que se retiró el ejercito norteamericano de México, el Hospital de San
Pablo queda organizado como Hospital Municipal, con una dotación de sesenta camas para
enfermos libres, quedando el de San Hipólito asignado para los presos.
El Hospital de San Pablo con carácter Municipal recibía a todos los heridos de la ciudad y a
los cadáveres recogidos para que se les practicara la autopsia de ley y de esto ultimo se
rindieran informes medico legales.
El Servicio Médico Legal del Distrito y Territorios Federales, no se organizó
completamente sino hasta el año de 1903, cuando el Gobierno de la República dicta la Ley
de Organización Judicial y el Reglamento de la Ley Orgánica de Tribunales, dicha ley en su
artículo 114 dice: “El Servicio Médico Legal para la administración de Justicia en el
Distrito, será desempeñado por los médicos de comisaría, los de hospitales, los de cárceles
y los peritos médicos legistas”, disposición que tenía sus antecedentes en la ley del 15 de
septiembre de 1880, expedida por el General Porfirio Díaz.
REVOLUCIÓN MEXICANA
L
a penitenciaria de Lecumberri fue inaugurada en el año de 1900, donde los
peritos médico legistas o forenses contaban con oficinas anexas a las Cortes
Penales y donde se resolvían asuntos como la reclasificación de lesiones, también
conocida como clasificación definitiva de lesiones, determinación de edad clínica,
exámenes psiquiátricos, ginecológicos, andrológicos y otras pericias solicitadas por los
jueces. Esto en la actualidad se desarrolla en los reclusorios Norte, Sur y Oriente.
En el edificio anexo a la penitenciaria de Lecumberri, se encontraba el laboratorio
de toxicología. Las necropsias se realizaban en el Hospital Juárez, por los peritos médico
legistas o por los médicos adscritos al hospital.
El 9 de septiembre de 1919, el Gobierno heredó de la Revolución Mexicana la Ley
Orgánica de Tribunales del Fuero Común, en lo relativo a la organización del Servicio
Médico Legal, las reformas no fueron en realidad sustanciales.
En los años de 1921 a 1924, la situación económicas fue tan crítica que obligó a las
autoridades de la ciudad concedieran la autorización a la Cruz Roja y la Cruz Blanca para
desempeñar las funciones médico oficiales de emergencia.
Desde 1929 a raíz de la publicación del segundo Código Penal de México, el
profesor José Torres Torija se convierte en un excelente maestro de la enseñanza de la
medicina legal moderna en la actual Facultad de Medicina de la Universidad Nacional
Autónoma de México y en la de Jurisprudencia, siendo Decano del Servicio Médico Legal
del Distrito y Territorios Federales, en sus clases existía un gran respeto por sus enseñanzas.
El Código Penal de 1929 para el Distrito y Territorios Federales creó el Consejo
Supremo de Defensa y Prevención Social, entonces el Servicio Médico Legal dejó de
pertenecer al Tribunal Superior de Justicia, para formar parte del consejo, del cual dependió
hasta 1931, cuando puso en vigor el código penal reciente. Esto dio origen a que los peritos
médicos forenses fueran totalmente independientes a los médicos de Delegaciones (hoy
agencias del Ministerio Público), hospitales y cárceles.
La Ley Orgánica de los Tribunales a la que nos estamos refiriendo dice en su
artículo 224: “Habrá en la Ciudad de México 15 peritos médico legistas que se encargarán
del Servicio Médico Legal del Departamento del Distrito Federal, de los que tres deberán
ser especialistas en psiquiatría y los otros doce deberán dedicarse a la resolución de
problemas relacionados con la medicina del trabajo”. Este personal tendrá el apoyo técnico
de dos químicos toxicólogos, un anatomopatólogo, un hematólogo, un laboratorista
bacteriólogo y personal administrativo. Uno de los peritos médico legistas fungirá como
director auxiliado en sus labores por un secretario que debe ser médico.
Uno de los requisitos de esta Ley es que el cargo de médico legista se obtendrá por
oposición ante un jurado, presentando el aspirante una prueba práctica y el desarrollo de un
tema teórico de medicina legal; el aspirante al puesto de perito, debe ser mayor de treinta
año y contar con un mínimo de cinco años de experiencia profesional.
Durante el año de 1931 se amplían los servicios médicos de los Centros de
Reclusión, Cárcel, Correccional de hombres y mujeres y en forma importante todo el de la
Penitenciaria. Los médicos que laboran en los reformatorios pasan a depender de la
Secretaría de Gobernación y los Servicios Médicos de Comisaría dejan de depender de la
Jefatura de Policía para pasar a ser una oficina de la Dirección de Acción Social del
Departamento del Distrito Federal.
El crecimiento continuo de la ciudad y por lo tanto el número de servicios de
emergencia y aumento de traumatizados, obliga que en el año de 1938, se inauguren nuevas
secciones médicas en las entonces delegaciones foráneas de Azcapotzalco, y Villa Gustavo
A. Madero con tres turnos de practicantes, años posteriores se designa un grupo de médicos
cirujanos, con categoría de residentes para solucionar los problemas más importantes.
El 21 de agosto de 1940 muere en el Puesto Central de Socorros de la Cruz Verde,
después de 24 horas de agonía, el líder León Trosky como consecuencia de un traumatismo
craneoencéfalico, con fractura expuesta y hernia de masa encefálica.
Pronto se va creando la necesidad de un hospital que apoyara estos servicios, siendo
inaugurado como primer hospital el "Dr. Rubén Leñero", en el año de 1943 y años después
se inauguran otros hospitales más, todos con la doctrina principal de atención médica legal.
L
os eventos científicos organizados en el área de Medicina Legal y Forense, han
sido múltiples y variados, efectuados por diversas instituciones tales como el
SEMEFO y Servicios de Salud del D.D.F., principalmente, ya sea en forma
aislada o en conjunto, en forma de curso, congreso o seminario, como ejemplo de algunos
de ellos, tenemos que durante los últimos cincuenta años ha habido, entre otros los
siguientes:
Del año de 1951 a 1957, se lleva a cabo de la Primera a las 7a. Semana de
Traumatología y Cirugía de Urgencias de ]a Cruz Verde; en el año de 1954, se efectúa el
Primer Congreso Nacional de Cirugía de Urgencias y Medicina Legal; en 1955 el segundo
Congreso; y en 1956 el tercer Congreso.
En 1957 el segundo Congreso de Traumatología. Cirugía de Urgencias y Medicina
Legal; en 1958 el tercer Congreso del 20 al 25 de octubre, con una asistencia de 453
médicos nacionales y algunos de Estados Unidos.
En el año de 1958 la Facultad de Medicina sustituye el tradicional nombre de la
materia de Medicina Legal por el anglosajón de Medicina Forense. 1958.
Hasta finales de 1958 las necropsias médicos legales se efectuaron en el hospital
Juárez por los médicos forenses; ya que el 24 de septiembre de 1960 se inauguró el nuevo
Servicio Médico Forense en avenida Niños Héroes No. 102 con instalaciones modernas y
múltiples servicios de apoyo a la investigación judicial, con departamentos de fotografía,
química, hematología, rayos X, psiquiatría, odontología, antropología, investigación y
docencia; con lo que se le dio un nuevo impulso a la medicina legal y forense.
En ese mismo año de 1960, el Procurador de Justicia del D.F., autorizó que en el
hospital Rubén Leñero se efectuarán las autopsias de los pacientes fallecidos en el mismo,
para lo que de acuerdo con la ley y con el Servicio Médico Forense es nombrado el equipo
constituido por un anatomopátologo y un médico legista, que se encargarían de los estudios
correspondientes postmortem; dando con esto un gran paso en el complejo estudio médico
legal de los pacientes atendidos en esa institución.
1961. Se reforma la Ley Orgánica de los Tribunales de Justicia del Fuero Común del D.
F., en el título noveno, capítulo V, adecuándose la designación ('Del Servicio Médico
Forense". En diciembre de este año entra en vigor el importante reglamento de bancos de
sangre, servicios de transfusión y derivados de la sangre.
Del 23 al 26 de abril de 1962 se efectúa el primer Congreso Nacional de
Traumatología, Emergencias Pediátricas y Medicina Legal, con una gran asistencia, ente
ellos 15 norteamericanos, 1 canadiense y 1 alemán; en ese mismo año, se inauguran otros
dos hospitales uno en Coyoacán y otro en Balbuena, dependientes del Instituto y que ya
cuentan con local dentro del hospital para la Agencia del Ministerio Público que se
encargará de intervenir en todos los procedimientos legales de los pacientes atendidos y
evitar el traslado a otras delegaciones para la averiguación correspondiente, asimismo estas
unidades ya están autorizadas para practicar las necropsias médico legales indicadas por la
autoridad.
En 1963 se inaugura el hospital de urgencias "La Villa".
En 1964 la Procuraduría del D.F. y el SEMEFO, organizaron a nivel de postgrado
un curso de Adiestramiento en Medicina Forense y la División de Estudios Superiores de la
U. N. A. M. Imparte un curso de especialización en medicina forense.
forenses.
Esto nos lleva de la mano. para que en un futuro no muy lejano. podamos exigir. que
todos los que efectúen acciones médico legales, tengan el reconocimiento del consejo y así
mismo. ahuyentar a los improvisados. a los audaces y a los charlatanes. erradicando
definitivamente el concepto de que la Medicina Legal en un terreno sin cerco ni dueño
evitando que sea transitada sin control por ignorantes e inescrupulosos.
Además que quienes desempeñen funciones técnico administrativas relacionadas
con la medicina legal tengan el nivel académico de médicos especializado en medicina
legal y forense. reconocido por el Consejo correspondiente.
Finalmente. habrá que calcular cuantos especialistas de esta rama .requiere el país.
tomando en consideración que son necesarios, como lo mínimo. dos peritos médico-legistas
y forenses por municipio; y que actualmente laboran oficialmente en este tipo de
actividades en toda la República. no menos de 5.000 médicos y casi 600 corresponden al
Distrito Federal. y seguramente no todos tienen los conocimientos médicos legales o
forenses necesarios para poder ser certificados en forma satisfactoria. por el Consejo
Mexicano de Medicina Legal y Forense.
Durante el presente siglo, hemos tenido entre otros (probablemente no hemos
incluido mucho que ustedes recuerdan) a: Samuel García, Castillo Nájera, Torres Torija,
Alfonso Millán, Baledón Gíl, Martínez Murillo, Quiróz Cuarón, Merino Alcántara, Gilbón
Maitret y Sol Casado.
Conmemorando que el 15 de diciembre de 1909. se fundaron los Servicios Médicos
de Policía. antecedente de 'la Instituto de Servicios de Salud del D.D.F. se ha señalado
oficialmente. celebrar el día 15 de diciembre de cada año como "Día del Médico Legista".
Hasta aquí estas notas y esperamos que la sociedad al conocer lo que es esta ciencia. este en
capacidad de finalmente, dar el reconocimiento que merece, a esta extraordinaria
especialidad, que es la Medicina Legal y Forense.