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A propósito del día del Seminarista

Muy queridos hermanos Seminaristas:


Quiero aprovechar esta fecha simbólica, que dicho sea de paso no sabía que hoy se
celebraba, para abrir el corazón y compartir con ustedes algunos pensamientos y sentimientos
acerca de su vida, persona, vocación, proceso formativo y situación especial que estamos
viviendo en estos tiempos.

Hablar de vocación sacerdotal y de proceso formativo en el Seminario, es


sumergirnos en un mundo donde quien tiene la primera y última palabra es Aquel que, por
amor, nos ha llamado, es entrar a una tierra sagrada donde es necesario descalzarnos pues el
lugar que vamos a pisar es santo y sumamente delicado, es caer en cuenta de la grandeza del
amor de Dios y de lo limitado que somos como seres humanos.

Teniendo como base los anteriores presupuestos y con profundo respeto y cariño
quiero felicitarlos por tener la valentía y voluntad de responder a la llamada de Dios, de
escuchar su voz en medio de tantas y tantas voces que en la actualidad quieren señalarnos el
camino, de confiar su vida, sus proyectos, sus sueños e ilusiones a Dios mismo, por ser parte
esencial de la familia del Seminario Mayor de Hermosillo.

Para quienes ya estamos en el ministerio sacerdotal, resulta sumamente esperanzador


descubrir que detrás de nosotros vienen jóvenes con deseos muy santos y nobles de servir a
los hermanos, con dones y cualidades sumamente especiales, con intenciones de construir
una Iglesia más evangélica, pero sobre todo con la recta intención de entregar su vida desde
la misma trinchera que ahora estamos sirviendo; desde el sacerdocio ministerial. Ánimo
hermanos, esto no sólo vale la pena, vale la vida.

El tiempo actual que estamos viviendo es un tiempo especial para dejar que la gracia
de Dios nos siga formando, ciertamente las condiciones externas no son las más óptimas,
pero pienso que las condiciones de persecución de la Iglesia primitiva tampoco eran las
mejores y sin embargo aquellos a los que Jesús había llamado se mantuvieron de pie; la
misma guerra cristera en nuestro país que trajo como consecuencia grandes santos y mártires
que fueron capaces de bendecir nuestra tierra con su sangre y entrega generosa no cumplía
con el mínimo de requisitos favorables. El día de hoy tú y yo estamos llamados a poner todo
lo que esté a nuestro alcance para dar respuesta a tanto amor que Dios nos tiene; a la gracia
de haberse fijado en ti y en mí y a la enorme confianza y esperanza que su pueblo ha
depositado en nosotros. Recordemos que el oro, para ser tal, necesita pasar por el crisol. La
historia nos muestra que de los momentos más desfavorables de la vida de nuestra Iglesia,
han salido los más grandes santos.
Es bien sabido que la respuesta a la llamada que Jesús nos hace, más que esfuerzo
personal, es una gracia, por ello los invito a continuar pidiéndole insistentemente a Dios que
nos dé ese regalo; el regalo de poder dar una respuesta fiel y generosa, el regalo de permitir
que su amor siga formándonos, el regalo de que en nuestro corazón se formen los mismos
sentimientos que Él tiene, el regalo de ser fieles y de mantenernos hasta el final.

Agradezco a Dios el poder compartir con ustedes su proceso de formación inicial,


para eso estamos hermanos, para acompañarlos, para caminar con ustedes, para favorecer el
discernimiento, para brindar los elementos que favorezcan su respuesta. Por favor, ante
cualquier situación, no duden que estamos para ustedes, que aunque en espacios diferentes
compartimos el mismo ideal: ser pastores al estilo de Jesús. ¡Aquí estamos para ustedes!, a
cualquier hora y para lo que necesiten, por favor no se detengan por mínima que sea la
situación, son nuestra prioridad pastoral, pidan con confianza.

Que San José, patrono de nuestro Seminario, interceda por nosotros para que hagamos
de nuestro hogar un espacio donde la formación sacerdotal pueda seguir llevándose a cabo,
que así como él colaboró desde la casa y el taller de Nazareth en la formación de su hijo
amado así también participe en nuestro proceso formativo.

Con la esperanza de vernos pronto, les mando un fuerte abrazo y mi bendición.


Seguimos en comunión de oraciones.

Pbro. Daniel Millán Lanz


Rector

Hermosillo, Sonora
30 abril 2020

C.c.p. Arz. Ruy Rendón Leal


C.c.p. Archivo

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