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24/11/21 18:41 Mercury Reader

elpais.com

10 excelentes novelas negras para


leer con frío y lluvia
Nov. 24th, 2021 Send to Kindle

Llega el primer gran temporal del otoño-invierno y ofrecemos para


contrarrestarlo un buen puñado de novelas negras de muy distinta condición.
Una forma de quedarse en casa, refugiarse del frío, la lluvia y la nieve y
alegrarse por ello con lecturas que harán que merezca la pena. Como siempre,
habrá muchas más, pero estas son las que puedo recomendar honestamente
tras devorarlas y analizarlas. Novela histórica, una historia potente de una
mujer única, thrillers con suplantación de identidad (ahora que está tan en
boga) y la recuperación de varios clásicos son algunas de las apuestas. Pasen y
lean.

Mujeres irredentas: muerte al tópico


Piel quemada, Laura Lippman (Salamandra Black, traducción de Jofre Homedes
Beutnagel). Nos trae la buena selección de la colección negra de Salamandra a
una mujer que no sabemos por qué no estaba antes en nuestras oraciones (y en
la de los editores). Lippman es una autora multipremiada pero, sobre todo, es
una escritora capaz de crear una novela que se lee de una sentada sin grandes
giros ni dosis de acción. ¿Cómo se hace eso? Escribiendo muy bien y con una
impecable dosificación de la información que el lector tiene de cada personaje
en cada momento y de la que los personajes tienen unos de otros. Y, de nuevo,
¿cómo se hace eso? Tratándolos con respeto, cuidando cada una de sus capas
antes ir quitándolas. El argumento: Polly deja a su marido y a su hija durante
unas vacaciones en la playa para reiniciar su vida en un pueblo perdido. Este es
el punto de partida de un libro que sin pretender mucho lo tiene todo. Pero
¿novela negra? Claro. Polly no desencadena nada con su huida porque todo

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había empezado antes, algo que el lector no tarda en percibir: estafas,


detectives, incendios provocados, un dinero, quizás, escondido por ahí, muertes
sospechosas, engaños y malos tratos. No les cuento más. Sigan a Polly en su
búsqueda de algo verdadero, crean en ella. El final da en cierto modo una
respuesta a todo. Pero mejor léanlo.

¿Quién es Maud Dixon?,


Alexandra Andrews (AdN,
traducción de Pilar de la Peña).
Si el libro de Lippman
esquivaba casi todos los
recursos clásicos del género,
este utiliza muchos, algo que,
lejos de lo que se pueda pensar
en un inicio, juega a su favor.
Laura Lippman, en Milán en 2007.CENDAMO LEONARDO
(Getty Images) Lectura fácil, giros ingeniosos y
una historia de suplantación de identidad literaria (muy apropiado) en esta
novela que va jugando con el lector, cuidado con creerse que uno está en lo
cierto, a cada paso. Una joven asistente en una editorial de Nueva York se
encuentra con la oportunidad de su vida, la que le llevará donde cree que
merece, es decir, al olimpo literario: será la asistente de la misteriosa y afamada
Maud Dixon. A partir de ahí, ya saben, nada es lo que parece, pero les reto a
dejar de pasar páginas. Un entretenimiento a lo grande que, además, es un
divertido retrato del mundo editorial.

— Aquí van otras cinco buenas novelas negras escritas por mujeres.

Páradise, Fernanda Melchor (Literatura Random House). En este caso el


protagonismo femenino viene por el lado de solo de la autora, una de las voces
más potentes de la literatura en español de hoy. Con un oído fascinante,
Melchor construye una prosa asfixiante y musical con la que narra los
sinsabores vitales de Polo, un pobre chico que limpia en la urbanización de lujo
que da nombre a la novela y que lo que desea es mandar todo a la mierda. Se

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cruza en su camino uno de esos niños pijos, que le ofrece una oportunidad o
una condena, algo que lo saque de la miseria, el aburrimiento y el alcohol. ¿Es
negra? Muchísimo. ¿Es novela negra? No para el gusto clásico, pero aquí hay
desigualdad, narcos (aunque de lejos) y una narración que se conduce de
manera inevitable hacia el desenlace violento. Una lección de estilo.

Un chute de novela histórica y criminal


Después de la guerra, Hervé Le Corre (Reservoir Books, traducción de Carlos
Mayor). Hervé Le Corre es un maestro muchas veces imitado y pocas igualado.
Cada uno de sus libros es una inmersión en historias de amor, odio y venganza
y una muestra de lo bien que funcionan juntas la novela histórica y la criminal y
lo difícil que es hacerlo en condiciones. En este caso repite la estructura de Bajo
las llamas, pero traslada la acción desde la Comuna de París en el siglo XIX a
una Francia marcada por la guerra de Argelia y el pasado colaboracionista. Aquí
no hay enigma, solo unos hombres a la caza de otros. En medio, víctimas
impotentes y otros que no dan su brazo a torcer ante la barbarie. A pesar de los
cambios de escenario y tiempo, todo encaja con naturalidad, pero el mayor
acierto es el personaje central en una novela llena de sólidas figuras. El
comisario Darlac es listo, ruín, amoral, brutal y despreciable. Y, sin embargo, el
lector lo sigue a un nuevo paisaje del fin del mundo, gran especialidad de Le
Corre.

— Pueden leer este reportaje de mi compañero Antonio Jiménez Barca en


Burdeos con el autor.

1794, Niklas Natt och Dag (Salamandra, traducción de Pontus Sánchez). Era
complicado seguir en alto tras el gran final de 1793, la primera parte de esta
trilogía ambientada en un convulso y fascinante Estocolmo. Pero Niklas Natt
och Dag lo ha conseguido. Los riesgos narrativos que asume el autor y su
facilidad para dar con el equilibrio perfecto entre historia y acción hacen de
esta serie una lectura perfecta para el puro disfrute, aunque no exenta de
calidad. En esta segunda parte, que se puede leer de forma independiente pero

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que se enriquece con la lectura de la anterior, nos encontramos a Emil Winge,


hermano de Cecil, enorme personaje que recorría la primera entrega. Ambos
están perseguidos por grandes males, son seres condenados. No se pierdan
tampoco a Mickell Cardell, veterano de mil batallas, ni de todo el álbum de
personajes femeninos. La novela de aventuras, presente sobre todo en un
fascinante inicio en tierras coloniales suecas, completa el placer. Algunos
contamos los días para que llegue ya 1795.

— Pueden leer un adelanto de la novela aquí.

— También una entrevista con el autor, todo un personaje.

El derecho de los lobos, Stefano De Bellis y Edgardo Fiorillo (Alfaguara,


traducción de Carlos Gumpert). Entretenidísima trama llena de conspiraciones
en la Roma del 80 a. C. El currículum que la editorial aporta de estos dos
autores debutantes es asombroso y alejado de la literatura. ¿Cómo han acabado
escribiendo? No lo sé, pero bienvenidos sean. Son más de 600 páginas y no se
hace pesado, las tramas están bien planteadas, corren paralelas a buen ritmo
hasta el momento de cruzarse. Lo mismo ocurre con los personajes: no
quedarán en la retina del lector, pero están bien perfilados. Sobre todo un
jovencísimo Cicerón convertido en investigador y Tito Anio Tuscalano,
protagonistas a la par, uno en los salones y el otro en la calle. Roma, la
fascinante Roma de la época, es transmitida al lector a través del ambiente, de
la vida de quienes la pueblan, no de largas descripciones tan frecuentes en el
género. Y se agradece. Es lo que termina de rematar este sólido entretenimiento
para una tarde, o dos, de lluvia y frío.

Un par de clásicos recuperados


Justicia, Friedrich Dürrenmatt (Tusquets, traducción de Juan José del Solar).
Tusquets sigue recuperando con regularidad las novelas de este clásico de las
letras suizas. Sigo quedándome con La promesa, una obra cumbre del género,
pero en todas encuentras un análisis fino de la sociedad, cierto sarcasmo y
personajes que sacan los colores al lector bienpensante. En esta ocasión, un
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abogado en horas bajas acepta


un caso imposible: demostrar
que un famoso político que ha
matado de un tiro a otro
notable ciudadano en medio de
un restaurante atestado de
gente no es el asesino. Un
punto de partida disparatado,
encima el condenado no tiene
motivo alguno para tal acto,
sirve para el habitual
despliegue de Dürrenmatt, del
que podemos seguir
disfrutando gracias al empeño
de Tusquets y con la excusa de
su centenario.

— Un artículo un poco más a


fondo con el genio suizo.

Un lugar desconocido, Seicho


Matsumoto (Libros del
Asteroide, traducción de
Marina Bornas). Del autor de
El expreso de Tokio, (también en
Portada de 'Justicia' de Dürrenmatt en la nueva edición de
Tusquets. Libros del Asteroide) llega esta
maravillosa novela de hechuras clásicas y sembrada de las preocupaciones
tradicionales de su autor: la mentira, los secretos, la vergüenza y la venganza.
En este caso recurre a un detective improvisado, Tsuneo Asai, un hombre de
negocios que no entiende cómo su mujer ha muerto en un barrio en el que se
supone que nunca había pisado, un lugar lleno de hoteles de citas. Cuano leí
Tokio Redux de David Peace, vi el fantasma de Matsumoto recorriendo sus
páginas. No tienen nada que ver, o poco, lo sé, pero es lo que tienen los grandes.
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— Aquí tienen más apuestas que merecen la pena de pequeñas editoriales.

Buenos policiales
Bajo una luz fría, Gary Disher (RBA, traducción de Sergio Lledó). Siguiendo la
tónica de buenos policiales como Un policía del sur de John MacMahon o Colinas
de California de Lee Goldber, la mano de Antonio Lozano en RBA nos trae en
esta ocasión un clásico australiano ideal para los amantes del buen
procedimental. Los aficionados del género sabrán de qué les hablo cuando
evoco esa sensación que se tiene al tener entre tus manos un buen policial. Es
algo que se ve enseguida, algo que ocurre siempre con nuestro amado Michael
Connelly, por ejemplo, o con las novelas del distrito 87 de Ed McBain: el
personaje engancha, los diálogos son inteligentes, los casos sólidos, te quieres
quedar con estos policías, vivir un rato sus vidas azarosas, ayudarlos de lejos en
sus pesquisas. Aquí tenemos al peculiar Alan Auhl, un policía retirado que
vuelve a la unidad de casos abiertos. Sí, ya sé, está muy visto. ¿Y qué? Además
de la investigación central, hay un caso de violencia de género que toca y
trastoca la vida del agente y que consigue implicar al lector en esa trama
subsidiaria. No se queden en estas líneas y descubran este clásico
contemporáneo del policial.

Bologna Boogie, Justo Navarro (Anagrama). Y hablando de clásicos, uno que


tiene aroma a hard boiled por los cuatro costados. Seguimos las desventuras del
comisario Polo, ahora enviado de su querida Granada a una fascinante Bolonia
en busca de Guillermo Sola, niño bien español que ha desaparecido sin dejar
rastro. La excusa de la búsqueda destapa el tarro de las esencias: jazz, mujeres,
personajes muy turbios y un protagonista que no tiene en su altura excesiva su
única cualidad estrafalaria. Si aman el Bernie Gunther de Kerr, aquí tienen un
plato de su gusto, un libro escrito con mimo y que no se contenta con tener una
trama misteriosa bien amarrada. Ah, y no se pierdan a Carolina Munt, personaje
que ya querrían para sí tantos fabricantes contemporáneos de mujeres fatales.

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