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La batalla del Pichincha ocurrió el 24 de mayo de 1822 en las faldas del volcán
Pichincha, a más de 3000 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de
Quito.
Los primeros movimientos empezaron en 1809 con la rebelión de los Criollos contra
el dominio español conocida como El Primer Grito de Independencia Americana. Aunque
hay otros precursores como Eugenio Espejo, sabio criollo de origen mestizo que
lanzó las primeras proclamas por escrito en la publicación «El Nuevo Luciano de
Quito». Los sublevados formaron una Junta de Gobierno provisional el 10 de agosto
de
Para enero de 1822 Sucre ya había organizado la nueva campaña. Su ejército constaba
de aproximadamente 1700 hombres, entre veteranos de sus campañas anteriores y
nuevos reclutas. Había hombres de las tierras llanas de la Provincia de Guayaquil y
voluntarios que provenían de la Sierra, como el héroe cuencano Abdón Calderón, cuyo
padre había muerto heroicamente en 1812, defendiendo al Estado de Quito. Los dos
contingentes pronto fueron organizados como el Batallón Yaguachi; también había
soldados neogranadinos y venezolanos enviados por Bolívar, unos cuantos oficiales y
soldados españoles que habían cambiado de bando, un batallón entero de voluntarios
británicos e incluso unos cuantos irlandeses y franceses. El 18 de enero el
ejército Patriota se dirigió a Machala, en el llano. El 9 de febrero, tras haber
cruzado los Andes, Sucre entró en el pueblo de Saraguro, donde su ejército se juntó
con los 1300-1500 hombres de la División peruana, enviados por San Martín, al mando
del Coronel Andrés de Santa Cruz. Esta fuerza (Expedición Auxiliar de Santa Cruz a
Quito) estaba conformada en su mayoría por reclutas peruanos, existían también
chilenos, argentinos y alto-peruanos (bolivianos), tenía también oficiales
argentinos, entre los que destacaban Félix Olazábal, ambos de Infantería y Antonio
Sánchez de Caballería y un escuadrón del Regimiento de Granaderos a Caballo de los
Andes (argentino) al mando de Juan Lavalle. Al enfrentar esta fuerza multinacional
de alrededor de 3000 hombres, el destacamento Realista de caballería, de unos 900
hombres, que defendía Cuenca se retiró hacia el Norte, siendo perseguido a la
distancia por la caballería Patriota. Cuenca fue entonces recapturada el 21 de
febrero de 1822, sin que se disparara un solo tiro. Durante marzo y abril, los
Realistas continuaron marchando hacia el Norte, logrando con éxito evitar
enfrentarse con la caballería Patriota. Sin embargo, el 21 de abril se produjo un
feroz encuentro entre las fuerzas de caballería en Tapi, cerca de Riobamba. Al
final del día los Realistas nuevamente se retiraron, mientras que el ejército
principal de Sucre procedió a capturar Riobamba, quedándose ahí hasta el 28 antes
de reanudar su viaje hacia Quito.
Acercamiento a Quito
Cuando amaneció, los centinelas posicionados cerca de Quito avistaron a las tropas
patriotas ascendiendo por las laderas del Pichincha. Aymerich, entonces consciente
de la intención de Sucre de flanquearlo por medio del ascenso al volcán, ordenó a
su ejército de 1894 hombres ascender la montaña lo más pronto posible, para
enfrentar ahí a Sucre. Al haberse encontrado en un campo de batalla tan improbable,
los dos comandantes no tuvieron otra opción más que enviar gradualmente sus tropas
a la batalla. Existía poco espacio para maniobrar en las empinadas laderas del
Pichincha, entre profundos barrancos y densos matorrales.
Para entonces el destino de la batalla para los Patriotas parecía depender del
Albión, que transportaba las municiones tan necesitadas; y sin embargo se
desconocía su paradero. A medida que el tiempo pasaba, los Realistas parecían ganar
el control de la batalla. El otro batallón peruano Piura, fue obligado a
retroceder. En medio de la desesperación, a los hombres de reserva del batallón
Paya se les ordenó cargar contra el enemigo con sus bayonetas. Ambos bandos
sufrieron grandes bajas, pero la situación más o menos se estabilizó para los
Patriotas. A pesar de esto, Aymerich, como parte de su estrategia, durante el
ascenso al Pichincha separó de su fuerza principal al batallón Aragón, ordenándole
avanzar hasta la cúspide del volcán, para así luego atacar a los Patriotas por la
retaguarda, rompiendo sus líneas en el momento indicado.17 El Aragón era el mejor
batallón del ejército realista; estaba conformado por veteranos españoles que
habían actuado tanto en Guerra de la Independencia Española como en otras batallas
en América del Sur, y en ese momento se hallaba sobre los Patriotas y listo para
atacar.
Afortunadamente para los Patriotas, cuando el Aragón estaba por cargar sobre la
alicaída línea Patriota, fue detenido en seco por el Albión, que entró
inesperadamente en la batalla. Resulta que el Albión consiguió avanzar a una
posición más alta que la de los españoles. Pronto, el Magdalena se unió a la
batalla, y el Aragón tras sufrir fuertes bajas, se desintegró. Entonces el
Magdalena avanzó hasta la línea Patriota para reemplazar al Paya, y cargó contra la
línea Realista, que terminó por romperse.18
El sacrificio de Abdón Calderón
La Batalla de Pichincha fue el escenario del sacrificio por la patria de uno de los
más destacados héroes ecuatorianos, el cuencano de 18 años Abdón Calderón.
Calderón, quien fue hijo del coronel cubano Francisco Calderón, defensor del Estado
de Quito de 1812, vivía en Guayaquil y se enlistó en las tropas de origen
ecuatoriano que combatieron en la Batalla.
En la obra Leyendas del Tiempo Heroico del escritor Manuel J. Calle se narra la
muerte de Calderón con una serie de hipérboles, destacando que pese a las graves
heridas sufridas en las cuatro extremidades, se negó a abandonar el campo de
batalla.
La Capitulación de Pichincha
Capitulación de Quito (1822), óleo sobre lienzo de Antonio Salas Avilés
A las doce del día bajo un sol resplandeciente, los soldados de la libertad en
la cima del Pichincha a más de 3000 metros de altura dieron el grito de victoria.
La victoria fue de Sucre, la cual fue completada con la capitulación que el jefe
patriota concedió al mariscal Aymerich el 25 de mayo del mismo año.
El fortín de El Panecillo sirvió de puesto de mando de los españoles, quienes
inclusive hicieron fuego de artillería contra los patriotas, que habían ascendido
la falda del cercano volcán Pichincha. Al ser derrotados, los españoles se
refugiaron en el fortín.20 Sucre, para evitar el sangriento asalto al emblemático
cerro, envió un emisario a Aymerich para que capitulara, cosa que el capitán
general español aceptó.
Según el acta de Capitulación del 25 de mayo de 1822,21 los españoles, a las 14:00
de ese día, arriaron su bandera y entregaron sus armas al Ejército de la Gran
Colombia, en una ceremonia especial que tuvo lugar en un puente del fortín
colonial. De esta manera, en la cima del Panecillo tuvo lugar el acto final del
Imperio español en Ecuador.
Con las operaciones cuyas acciones finales se produjeron en las faldas del
Pichincha y en la ciudad de Quito, Sucre decidió a su favor la vacilante y delicada
situación de Guayaquil; dio libertad al territorio que conforma hoy la República de
Ecuador, y facilitó su incorporación a la Gran Colombia.
Luego de la batalla, a los pocos días llegó la noticia a Guayaquil, siendo esta
celebrada por los cabildantes y autoridades máxima del Gobierno Provisorio. Esta
fue plasmada en el principal y único medio de comunicación oficial del Gobierno,
que era el "Patriota de Guayaquil", publicándose lo siguiente en conmemoración a la
victoria conseguida por las tropas de varias nacionalidades, entre ellas la
Guayaquileña:”22
CONCIUDADANOS. Las fuerzas unidas del Perú, Colombia y Guayaquil han roto al
fin las pesadas cadenas que arrastraban nuestros hermanos en la segunda capital de
los Incas: y aunque los tiranos las habían afianzado en los enormes montes y
profundas quebradas de aquel país, ellas ahn sido deshechas á la presencia de los
hijos de la Libertad.
Resultado
Mapa de la Gran Colombia según Agustín Codazzi. El mariscal Sucre compartía la
visión política de Bolívar y la unidad de la "Patria Grande".
En los años 70 del siglo XX, la dictadura militar que gobernaba Ecuador decidió
construir en el lugar un monumento de mayores proporciones que el modesto obelisco
original.
El Templo tiene varios salones en los que se pueden apreciar algunas armas
antiguas, que, si bien no son en su mayoría de 1822, son de mediados y finales del
siglo XIX. Otro salón muestra los trajes de época de todas las guardias
presidenciales y de honor de Sudamérica, y un diorama que permite seguir las
incidencias de la Batalla del Pichincha.