Está en la página 1de 3

Lo cierto es que la evaluación rebasa las funciones del diagnóstico o la información para constituirse en

mecanismo de estructuración social, valoración de los individuos, catalogación de sujetos e instituciones,


luchas de poder y competencia.
La evaluación es el proceso que, por excelencia y por sí mismo,conduce a la superación de sujetos,
instituciones y programas, invirtiendo la lógica académica y reduciendo a un procedimiento único toda
estrategia de cambio.
Lo evaluado determina lo que se debe enseñar. Así, en la actualidad, en lugar de analizarse los planes de
enseñanza, explicarlos y justificarlos, se decreta lo que se evalúa (Glazman, R., 2001: 64). .

Las instituciones y los sujetos pierden de vista si se evalúa para comprobar lo enseñado, o se enseña
porque deberá evaluarse.
Para los alumnos, la situación es evidente: tienen claro que la evaluación no es un diagnóstico de lo
aprendido, sino una razón para estudiar.
El problema no es evaluar, sino atribuirle un valor fundamental y único a la evaluación como fuente de
descripción de una institución, situación o sujeto. En la evaluación adquieren importancia los juicios
formulados desde (lo que es), frente a (lo que debe ser); ello se establece a partir de modelos, supuestos,
posiciones, marcos de referencia o parámetros que, a su vez, pueden ser objeto de análisis, valoración y
cambio.
Al instaurar la evaluación como base de las relaciones entre universidades y Estado, aquélla se convierte
en instrumento básico de la política educativa; así, la evaluación es defendida como una manera de
garantizar la competitividad y la competencia entre los centros de educación superior, lo cual promueve
la competencia inter-institucional, intra-institucional Y entre sujetos.

La competencia y la competitividad se convierten en motores del funcionamiento universitario. Sin


embargo, la competitividad se plantea como uno de los lineamientos para que la escuela
proporcione al estudiante los conocimientos, habilidades, actitudes y aptitudes que sin duda alguna
requerirá para su desarrollo ocupacional y profesional
La correlación entre estudios cursados y mercado laboral, confiere un papel social a la evaluación. Es
aquí donde las jerarquizaciones y el poder de la evaluación adquieren un sentido que rebasa a la escuela.

Muchas propuestas de evaluación, impulsadas en las instancias de educación superior en México,


suponen que la calidad puede medirse mediante procedimientos sencillos que no requieren una
preparación especial de evaluadores. Así, la evaluación es sinónimo, para muchos, de medición referida
a normas estandarizadas (Harman, G., 2001: 331).

Por su parte, el sentido de la evaluación y la valoración de los logros poseen un carácter social en las
distintas instituciones de educación superior. Los criterios para juzgar sus alcances dependen de las
discusiones desarrolladas en torno a la educación, la evaluación, al campo que se evalúa, la función
atribuida a la Universidad, tipo de estudiante y perfil de los pretendidos egresados.

En torno a la evaluación tal y como se ha desarrollado hasta este momento en México- es necesario
revisar las siguientes propuestas (Glazman, R., 1991: 293):

• Su intencionalidad, la ocasional inconsciencia de sus consecuencias y cierta incapacidad técnica de


los evaluadores.
Debido a un control reducido de su vida institucional, las escuelas, facultades y universidades de un país
se ven en riesgo de perder su autonomía y el manejo de sus recursos educativos si
las normas, reglas y procedimientos centralizados imponen las jerarquías y criterios de evaluación, desde
miradas externas a la función de la institución, a los criterios, la cultura propia y al papel histórico y
social de los centros de educación superior.
• Los tipos de evaluación que se promueven. La carencia de datos acerca de su objetivo, realidad y
producción, dificulta la toma de decisiones y coloca a la evaluación a disposición de entidades ajenas,
capaces de manejar la información incorrectamente.
• La información que puede recolectarse con las formas promovidas (escasa claridad y conciencia de los
evaluadores sobre sus propósitos: misión, metas y objetivos). Dado que un referente importante de la
evaluación es el de las propias finalidades, la falta de conciencia sobre éstas, en las instituciones de
educación superior, las vuelve incapaces de actualizarse y puede implicar su debilitamiento. No hay
instituciones, ni procesos educativos que se desenvuelvan sin una intencionalidad; no hay
sujetos educativos que desarrollen sus actividades sin metas. Intenciones, fines, misiones u objetivos
implícitos o explícitos, reconocidos o no, rigen las acciones educativas y las conducen al logro de
resultados que adoptan diferentes terminologías.
• La utilidad que tienen y el servicio que prestan las evaluaciones desarrolladas en México. Hasta la
fecha, se ha tenido una reducida capacidad de reflexión acerca de las fallas y logros en el
funcionamiento, puesto que no se pueden medir, ni tampoco tomar decisiones. Muchas veces, se
imponen juicios de valor y criterios externos.
• La mayor o menor incidencia de las evaluaciones que actualmente se aplican en relación con el
mejoramiento de la calidad de la educación superior.
• El fomento de la competitividad entre universidades, instituciones, proyectos y sujetos. Las
universidades pueden optar por la simulación, el juego y por falsear la información frente a una
valoración que les es ajena, operada por evaluaciones externas.
• La superación de los programas de docencia.
• Las mayores o menores posibilidades de incidencia en el mercado de trabajo, a partir de formaciones
específicas en las instituciones de educación superior.
• La virtual existencia de una cultura de la evaluación, si se atiende a las condiciones históricas,
políticas, sociales y filosóficas del país, de la educación superior nacional y del entorno político de la
evaluación. Mayor dependencia de las administraciones centrales. En la lógica actual, la falta de
información sobre las condiciones propias y la carencia de auto-evaluaciones locales, entrañan pérdidas
de control en aras de los poderes centralizados.

Las instituciones de educación superior que logran una participación más amplia de sus propios actores en los
procesos educativos, que se hacen cargo de sus propias evaluaciones y establecen planes de acción para su
mejoramiento están en condiciones de alcanzar mayor capacidad de auto-conocimiento, así como la
profundidad de un auto-análisis, mediante la investigación de sus condiciones (Porter, 1996).

En la evaluación adquieren importancia los juicios formulados desde lo que es, frente a lo que debe ser, lo
cual se establece a partir de modelos, supuestos, posiciones, marcos de referencia o parámetros que, a su vez,
pueden ser objeto de análisis, valoración y cambio.

La demanda de actualización y cambio, planteada a los centros de educación superior, se apoya en la


transformación mundial de los conceptos de conocimiento válido, institución de educación superior y
educación profesional, y en los cambios de carácter socioeconómico. Pueden destacarse ciertas tendencias:

• Reorientación de las carreras en función de los cambios socioeconómicos y las demandas de la


globalización; aseveración aplicable a prácticamente todas las carreras universitarias 23
• Predominio de una transmisión de conocimientos que habilite al profesional para la practica, privilegiando
su carácter utiIitari024

• Insistencia en la actualización conforme al avance científico y técnico; capacidad de aprovechar la nueva


tecnología; dominio de varias lenguas
• Promoción de la calidad de los servicios profesionales.
• Impulso de la capacidad de interacción del profesional; interdisciplinariedad; trabajo en equipo; habilidad
para proponer soluciones e impulsar decisiones significativas en el área profesional.
• Hoy se agregan a lo anterior, los sectores universitarios que oscilan entre la globalización Y la necesidad de
una formación nacional acorde con las condiciones sociales del país (compromiso de solidaridad de los
egresados con los sectores depauperados del país); la promoción de la capacidad crítica (institucional e
individual); Y el fomento a la creatividad en el campo profesional.

También podría gustarte