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Xochitl Del Alba-Entierros y Prácticas Funerarias. Sur de Veracruz
Xochitl Del Alba-Entierros y Prácticas Funerarias. Sur de Veracruz
Y PRÁCTICAS FUNERARIAS
La muerte en el sur de Veracruz
Xochitl del Alba León Estrada
ENTIERROS PREHISPÁNICOS
Y PRÁCTICAS FUNERARIAS
La muerte en el sur de Veracruz
Xochitl del Alba León Estrada
Universidad Veracruzana
Índice
Prólogo 7
Introducción 9
Capítulo 1
La muerte: ideología, cosmovisión, pensamiento 14
La muerte en Mesoamérica 14
El problema filosófico y antropológico de morir 19
Arqueología de la muerte 24
Propuestas metodológicas 27
Capítulo 2
Metodología 31
Escenarios posibles 31
Capítulo 3
San Lorenzo Tenochtitlán 38
Entierros de San Lorenzo 43
5 Comentarios 45 5
Capítulo 4
Tres Zapotes 47
Antecedentes arqueológicos 48
Primeras noticias de entierros 48
Salvamento de un entierro 49
Entierros del Proyecto Arqueológico de Tres Zapotes 50
Comentarios 52
Capítulo 5
Medias Aguas 55
Antecedentes arqueológicos 56
Los entierros de Medias Aguas 57
Comentarios 59
Capítulo 6
Matacapan 61
Antecedentes arqueológicos 62
Entierros de Matacapan 63
Comentarios 68
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León
Capítulo 7
La Campana 71
Antecedentes arqueológicos 71
Entierros en La Campana 72
Comentarios 75
Capítulo 8
Otros entierros en el sur de Veracruz 77
Bezuapan-La Joya 77
Agaltepec 78
El Manatí 80
Chacalapan 80
Más entierros en La Campana 81
Capítulo 9
Consideraciones finales 83
Tipo y clase 84
Sexo 86
Periodos culturales 90
Espacios fúnebres 93
Apéndice 97
6 6
Agradecimientos 100
Bibliografía 101
Índice de figuras 111
Índice de gráficas 112
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León
Cuando morimos,
no en verdad morimos,
porque vivimos,
resucitamos,
seguimos viviendo,
despertamos.
Esto nos hace felices.
Códice Matritense (Fol. 195r)
Prólogo
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León
Introducción
1. Vera Tiesler Blos, “El esqueleto muerto y vivo. Algunas consideraciones para la evaluación de res-
tos humanos como parte del contexto arqueológico”, en El cuerpo humano y su tratamiento mortuo-
rio, Elsa Malvido, Gregory Pereira y Vera Tiesler (coords.), México, Instituto Nacional de Antropología
e Historia, Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1997, p. 77
2. John O’Shea, Mortuary variability. An archaeological investigation, New York, Studies in Archaeo-
logy, Academic Press, 1984; Lewis Binford, “Mortuary practices: their study and their potential”, en
Approaches to the social dimensions of mortuary practices, James A. Brown (ed.), Washington D.C.,
Memoirs of the Society for American Archaeology, núm. 25, 1971, pp. 6-29.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León
hallazgo la grandeza y orgullo patrio.3 Una década más tarde, Matthew Stirling
y Philip Drucker encontraron en La Venta la famosa tumba de columnas mo-
nolíticas que pertenecía a la entonces discutida cultura de La Venta, los olme-
cas; la magnitud de la tumba, su elaboración y las ofrendas encontradas en su
interior otorgaron el sustento para hablar de una compleja sociedad altamente
desarrollada en fechas muy tempranas.4 Más ejemplos de construcciones es-
pecíficas para entierros humanos existen en la zona maya, como en Palenque
con tumbas templo,5 y en el occidente de México con las tumbas de tiro.6
También hay entierros dedicatorios que fungieron como ofrenda a una
deidad, en la celebración de una ceremonia o al erigir un edificio, los ejem-
plos más estudiados son los de Teotihuacan.7 La cremación de cuerpos fue
practicada desde épocas tempranas en sitios como Zohapilco y Tlatilco, en el
Altiplano Central,8 y gracias a algunos de los códices prehispánicos como los
mixtecos y a crónicas coloniales hechas por los frailes Diego Durán, Toribio de
Benavente Motolinía y Bernardino de Sahagún se sabe que su práctica con-
tinuó hasta la época del contacto con los europeos. Los entierros humanos
en contextos arqueológicos y las costumbres funerarias ayudan a discernir la
composición física de una población, su interacción con otros pueblos, su de-
sarrollo social, tecnológico y económico, además de los fenómenos de cambio
cultural.
En relación con lo anterior, la presente investigación plantea un estudio
comparativo de las formas de enterramiento humano observadas en indaga-
10 ciones arqueológicas de sitios del sur de Veracruz, con el propósito de 1) sis- 10
tematizar los datos existentes y 2) llevar a cabo comparaciones por periodo,
con el fin de interpretar algunos aspectos culturales de las poblaciones que
habitaron la región. Es importante señalar que se pondrá énfasis en las for-
mas de enterramiento y las prácticas mortuorias por encima de los aspectos
rituales de carácter funerario, que aunque se mencionan en el texto, no es mi
objetivo discutirlos ni centrarme en cuestiones de ideología y religión.
La Costa del Golfo como subárea cultural en Mesoamérica presenta
también diversas formas de enterramiento y tratamiento mortuorio, que van
desde los simples y sencillos de tipo primario directo y sin ofrenda, hasta los
3. En esa época el gobierno de la nación estaba en manos de Pascual Ortiz Rubio, sin embargo, no
hay que olvidar que Plutarco Elías Calles seguía influenciando políticamente al país y el fomento de
ideales nacionalistas estaban a la orden del día.
4. Philip Drucker, La Venta, Tabasco: A study of olmec ceramics and art, Bulletin 153, Washington
D.C., Bureau of American Ethnology, Smithsonian Institution, 1952.
5. Alberto Ruz, Costumbres funerarias de los antiguos mayas, México, Fondo de Cultura Económica,
2005, p. 116.
6. Acosta, “Las costumbres funerarias en el Jalisco precolombino”, en Estudios del hombre, núm. 4,
1996, pp.145-164; Ma. Teresa Cabrero, La muerte en el occidente del México Prehispánico, México,
unam, 1995 y “La Cultura Bolaños y su tradición funeraria”, en Ancient Mesoamerica núm. 10, 1999,
pp. 105-113.
7. Evelyn Rattray, Entierros y ofrendas en Teotihuacan. Excavaciones, inventario, patrones mortuo-
rios, México unam-Instituto de Investigaciones Antropológicas, 1997; Linda Manzanilla y Carlos Se-
rrano (eds.), Prácticas funerarias en la Ciudad de los Dioses. Los enterramientos humanos de la
antigua Teotihuacan, México, unam-Instituto de Investigaciones Antropológicas, 2003.
8. Román Piña Chan, Tlatilco, México, inah, 1958.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León
estudio hay muchos más entierros esperando ser descubiertos. Sin embargo,
estimo que con ello se puede lograr una ligera aproximación a la muerte en el
sur de Veracruz.
Este libro se divide en nueve capítulos y un apéndice con el siguiente
contenido: en el primer capítulo expondré las consideraciones ideológicas,
teóricas y los puntos fundamentales que rodean la concepción de la muerte
desde una perspectiva filosófica y cultural, como ha sido concebida por las
sociedades mesoamericanas y plasmada e interpretada por los estudios occi-
dentales de las diferentes religiones de los grupos sociales en los siglos xix
y xx, así como los primeros acercamientos antropológicos a las costumbres
funerarias de pueblos extintos. Se abordarán de manera concreta los postu-
lados de Louis-Vincent Thomas15 y Edgar Morin,16 cuyo discurso antropológico y
filosófico sobre la muerte, las reacciones humanas y sus consecuencias socio-
culturales ayudarán a entender mejor este fenómeno junto con propuestas
metodológicas, por lo que se hace un breve bosquejo de la arqueología de la
muerte desde sus inicios hasta la actualidad, y las contribuciones de investi-
gadores como Lewis R. Binford y John M. O’Shea.17
El segundo capítulo corresponde a la metodología empleada, definiendo
los sitios sujetos a estudio y la forma en que abordaré la información. Se deta-
llará la base metodológica, la hipótesis, los objetivos específicos y generales,
así como los términos y clasificaciones usados por otros investigadores en los
cuales me apoyé para sistematizar y ordenar los datos.
12 Los siguientes capítulos se dividen por sitio arqueológico. La informa- 12
ción para cada caso se obtuvo de trabajos publicados, informes técnicos, tesis
y artículos redactados por los investigadores responsables en diferentes épo-
cas. En cada uno se describe físicamente el sitio y los antecedentes de estudio
arqueológico del mismo, en lo posible se exponen detalles de las excavaciones,
la forma en cómo fueron depositados y encontrados los restos óseos, su
ofrenda y disposición, así como su posible horizonte cultural y filiación. Al
final de cada capítulo se comenta respecto de los entierros discutidos.
El capítulo tres se enfoca en San Lorenzo Tenochtitlán, donde incluyo
los entierros de los sitios de San Lorenzo y Loma del Zapote, pues aunque
son independientes, su ubicación dentro de un mismo complejo de sitios y
horizonte cultural los liga estrechamente. El capítulo cuatro se dedica a Tres
Zapotes, en el capítulo cinco abordo los entierros procedentes de Medias
Aguas, mientras que en el seis hablo de Matacapan; La Campana se discute
en capítulo siete. Los entierros encontrados en los últimos dos sitios fueron
excavados por quien suscribe.
Como complemento a la investigación, el capítulo ocho mostrará ejem-
plos de otros entierros en el sur de Veracruz, cuya información no se incluye
en el cuerpo de la investigación debido a que se caracteriza por datos incom-
pletos, en proceso de investigación o referencias antiguas o no disponibles en
su totalidad; éstos proceden de Bezuapan-La Joya, Agaltepec, El Manatí, Cha-
calapan, y La Campana; sin embargo, sirven para establecer ciertas analogías.
15. Louis-Vincent Thomas, Antropología de la muerte, México, Fondo de Cultura Económica, 1978, p. 1991.
16. Edgar Morin, El Hombre y La Muerte, Barcelona, Editorial Kairos, 1999.
17. Lewis Binford, op. cit.; John O’Shea, op. cit.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León
13 13
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
Capítulo 1
La muerte: ideología,
cosmovisión, pensamiento
Sin lugar a dudas, una de las preguntas que más ha intrigado al hombre a lo
largo de toda su historia es: ¿a dónde vamos cuando morimos? Esta incóg-
nita ha tratado de ser revelada por la filosofía, la antropología, la religión y
el sentido común, entre otros, además de ser tema central de discusiones
inacabables que pocas veces nos dejan satisfechos.
Independientemente del destino de los muertos, existe una carga de ri-
tualidad que acompaña a las creencias tan variadas al respecto. El hombre se
ha obsesionado con el asunto de la muerte desde épocas remotas. Este pro-
ceso biológico ineludible ha pasado a ser un hecho sociocultural inaprensible,
como lo vemos reflejado en las significaciones rituales, prácticas y costum-
bres funerarias que los diferentes grupos sociales en distintas áreas cultura-
les realizan ante su llegada. Mesoamérica no fue la excepción, y de ello dan
constancia los códices, crónicas coloniales y registros arqueológicos que se
14 relacionan con la muerte y el tratamiento que se daba al cadáver. 14
A continuación presentaré algunas ideas relacionadas con la muerte en
Mesoamérica, así como concepciones teóricas y metodológicas que tanto filó-
sofos como arqueólogos y antropólogos han formulado para tratar de explicarla.
La muerte en Mesoamérica
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
15 15
Figura 1. Mascara de Arcilla que representa la dualidad vida/muerte. Data del Preclásico
Medio (1500-500 a.C.) y procede de Tlatilco, Estado de México. Colección del Museo
Nacional de Antropología.
18. Alfredo López Austin, “Disfracismos, cosmovisión e iconografía”, en Revista Española de Antro-
pología Americana, vol. ext., 2003, pp. 143-160.
19. Alfredo López Austin, “De la racionalidad, de la vida y de la muerte”, en El cuerpo humano y su
tratamiento mortuorio, Elsa Malvido, Gregory Pereira y Vera Tiesler (coords.), México, inah, Centro
Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1997, pp.13-16.
20. Ibid., p. 15.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
21. Eduardo Matos Moctezuma, Muerte a filo de obsidiana. Los nahuas frente a la muerte, México,
Fondo de Cultura Económica, 1997.
22. Eduardo Matos Moctezuma, op. cit.; Roberto Romero Sandoval, “El devenir en el mundo subterrá-
neo”, en Revista Digital Universitaria, vol. 13, núm. 10, 2012. Consultado en http://www.revista.unam.
mx/vol.13/num11/art108/index.html
23. López Austin, op. cit., 1997, p. 16.
24. Ver Eduardo Matos Moctezuma, op. cit.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
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25. Beatriz De la Fuente, Arte prehispánico funerario. El occidente de México, México, El Colegio
Nacional, 1994.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
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26. Manuel Torres, “Los entierros múltiples en la zona arqueológica de El Zapotal, Veracruz”, en Prac-
ticas funerarias de la Costa del Golfo de México, Yamile Lira López y Carlos Serrano (eds.), Xalapa,
Universidad Veracruzana-Instituto de Antropología, unam- Instituto de Investigaciones Antropológi-
cas, Asociación Mexicana de Antropología Biológica, 2004, p. 203.
27. Ibid., p. 211.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
Al igual que otros filósofos que proporcionan distintas explicaciones, Van der
Leew señala a Böklen, quien se inclina a pensar que la postura fetal está rela-
cionada con la imitación del cuadrante lunar en un proceso similar de nacer,
crecer, morir y renacer.
Rudolf Virchow ofrece una explicación más apegada al marxismo al de-
cir que este tipo de enterramientos responde a un ahorro de trabajo y espacio
al cavar la fosa fúnebre,31 y algunas veces la relacionan con el ciclo agrícola y
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
tices and the study of prehistoric social systems”, en Advances in Archaeology Method and Theory,
núm. 1, 1978, pp. 106-141) y por la escuela francesa de tafonomía con Henry Duday (Henry Dudady
y Claude Masset, Anthropologie phisyque et archeologie. Methodes d´etude des sepultures, Paris,
Editions du Centre National de la Recherche Scientifique, 1987).
32. Edward Tylor, Primitive Culture: Researches into the Development of Mythology, Philosophy, Re-
ligion, Language, Art and Custom, 2 volúmenes, London, J. Murray (ed.), 1871; Edward Frazer, “On
certain burial customs as illustrative of the primitive theory of the soul”, en The Journal of the Anthro-
pological Institute of Great Britain and Ireland, núm.15, 1886, pp. 63-104.
33. Más adelante se tratará este punto en específico.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
Louis-Vincent Thomas
34. Alfred Kroeber, “Disposal of the dead”, en American Anthropologist, núm. 29, 1927, pp. 308-315.
35. Philippe Aries, Western attitudes toward death: from the Middle Ages to the present, Baltimore,
The Johns Hopkins University Press, 1974; y El hombre ante la muerte, España, Taurus Humanida-
des, 1992.
36. Louis-Vincent Thomas, op. cit., 1978; y La muerte, una lectura cultural, Barcelona, Paidos, 1991.
37. Edgar Morin, op. cit., 1999.
38. Louis-Vincent Thomas, op. cit., 1991, p. 11.
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Edgar Morin
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
Arqueología de la muerte
48. Nigel Barley, Bailando sobre la tumba: encuentros con la muerte, Barcelona, Anagrama, 2000.
49. Pierre Bourdieu, “La identidad y la representación: elementos para una reflexión crítica sobre la
idea de región”, en Debate, núm. 67, 2006, pp. 165-184.
50. Stephen D. Ousley, William Billeck y Eric Hollinger, “Federal repatriation legislation and the role of
physical anthropology in repatriation”, en American Journal of Physical Anthropology, núm. 41, 2005,
pp. 2-32.
51. Arthur Saxe, Social dimensions of mortuary practices, Dissertation for the degree of Doctor of
Philosophy, Department of Anthropology, University of Michigan, 1970; Lewis Binford, op. cit.; James
Brown (ed.), Approaches to the social dimensions of mortuary practices, Washington, Society for
American Archaeology 25, 1971; Joseph Tainter, op. cit., 1978; Lynne Goldstein, “One-dimensional
archaeology and multidimensional people: spatial organization and mortuary analysis”, en The Ar-
chaeologyvof Death, R. Chapman, I. Kinnes y K. Randsborg (eds.), Cambridge, Cambridge University
Press, 1981, pp. 53-69; “Landscapes and Mortuary Practices”, en Regional Approaches to Mortuary
Analysis, Lane A. Beck (ed.), Boston, Springer, 1995, pp. 101-121; y “Afterword Visible death: mortuary
site and mortuary landscape in diachronic perspective”, en Archeological Papers of the American An-
thropological Association, vol. 11, núm. 1, 2002, pp. 201-205; Robert Chapman, “Mortuary practices:
society, theory building and archaeology”, en Death, decay and reconstruction, A. Boddington, A.N.
Garland y R.C. Janaway (eds.), Manchester, Manchester University Press, 1987, pp.198-213; Parker
Pearson, “Mortuary practices, society and ideology: an ethnoarchaeological study”, en •Symbolic and
structural archaeology, núm. 1, 1982, pp. 99-113; y The archaeology of death and burial, College Sta-
tion, Texas A&M University Press, 1999; Ian Morris, “The archaeology of ancestors: the Saxe/Golds-
tein hypothesis revisited”, en •Cambridge Archaeological Journal vol. 1, núm. 02, 1991, pp. 147-169.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
logía, considerada una teoría de rango medio que retoma metodologías, téc-
nicas y conceptos de otras disciplinas para aplicarlas a las investigaciones
arqueológicas.52
Con la arqueología procesual el enfoque en las investigaciones arqueo-
lógicas se observa en la evolución de la relación hombre-entorno, como su
marco habitacional, recurso, obstáculo, forma de comunicación y plasmación
de intereses, relación, ideología, etcétera.53 Esta corriente considera los es-
pacios y lugares como puntos centrales en las interacciones hombre-medio,
por lo que propone análisis espaciales y territoriales en diferentes niveles y la
aplicación de análisis estadísticos.54 De esto se deriva el énfasis en los espa-
cios fúnebres como nuevo tema de investigación arqueológica; el estudiar
en conjunto aspectos sobre la disposición del cadáver, su ofrenda, el sitio
utilizado, la arquitectura desplegada, trajo consigo una nueva manera de inter-
pretar aspectos culturales diacrónicamente que pudieran arrojar información
sobre las complejas formas de organización política, pero también social y
por consiguiente jerárquica.55
Se inició entonces una “arqueología de la muerte”, que a diferencia de
los anteriores estudios (que fueron más bien descriptivos y clasificadores),
ahora se centraba en proponer modelos explicativos bajo el método hipotético
deductivo positivista. Entre los primeros y más influyentes representantes de
esta corriente figuran Arthur Saxe y Lewis Binford, quienes en 1970 y 1971,
respectivamente, publican sus propuestas de análisis sistemáticos en los que
25 incorporan nuevas técnicas y datos etnográficos tratando de establecer ana- 25
logías para ofrecer una visión más social del fenómeno cultural mortuorio y
brindar directrices generales que pudieran ser aplicables en otros contextos.
Tanto Saxe como Binford discuten en sus investigaciones las variaciones ob-
servadas en los contextos funerarios y proponen una relación directa entre las
prácticas mortuorias con la dimensión social y la diferencia de tratamiento
del individuo por la sociedad con la que convivió. Binford, por su parte (1971),
argumenta en sus explicaciones que los patrones observados en las costum-
bres mortuorias reflejan a diversas sociedades con diferentes grados de com-
plejidad y estrategias de subsistencia; en este sentido es también que versa
un trabajo subsecuente realizado por Tainter,56 quien al igual que Saxe y Bin-
ford aboga por inferir el estatus social del fallecido mediante los elementos
que componen su ajuar y tratamiento al morir.
Las críticas académicas para los procesualistas se remiten al carácter
materialista y pragmático de sus explicaciones. Ian Hodder57 observa cierta
simplicidad en los postulados de Saxe y Binford, pues dice que la cultura ma-
52. Colin Renfrew y Paul Bahn, Archaeology: Theories, Methods, and Practice, Londres, Thames and
Hudson, 2005.
53. Almudena Orejas, “Arqueología del paisaje: Historia, problemas y perspectivas”, en Archivo Espa-
ñol de Arqueología, núm. 64, 1991, pp. 191-230.
54. Geoffrey Clark, “Paradigms in Science and Archaeology”, en Journal of Archaeological Research,
núm. 1, 1993, pp. 203-234.
55. Lynne Goldstein, op. cit., 2002.
56. Joseph Tainter, op. cit., 1978
57. Ian Hodder, Interpretación en Arqueología. Corrientes actuales, Barcelona, Crítica, 1988.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
58. Michael Shank y Christopher Tilley, “Ideology, symbolic power and ritual communication: a rein-
terpretation of Neolithic mortuary practices”, en Symbolic and structural archaeology, núm. 1, 1982,
pp. 129-154.
59. Christopher Tilley, A Phenomenology of Landscape: Places, Paths, and Monuments, Oxford,
BERG, 1994; Matthew Johnson, “Phenomenological Approaches in Landscape Archaeology”, en An-
nual Review of Anthropology, núm. 41, 2012, pp. 269-284.
60. Parker Pearson, op. cit., 1982; Aubrey Cannon, “The historical dimension in mortuary expressions
of status and sentiment”, en Current Anthropology, vol. 30, núm. 4, 1989, pp. 437-458.
61. Teresa Chapa, “Arqueología de la muerte: aspectos metodológicos”, en Anales de Arqueología
Cordobesa vol. 17, núm. 1, 2006, p. 36.
62. Aubrey Cannon, “Spatial Narratives of Death, Memory, and Transcendence”, en Archeological
Papers of the American Anthropological Association, núm. 11, 2002, pp. 191-199.
63. Jane Buikstra, “Repatriation and Bioarchaeology: Challenges and Opportunities”, en Bioarchaeo-
logy. The contextual analysis of human remains, Jane E. Buikstra y Lane A. Beck (eds.), Estados
Unidos, Emerald Group Publishing, 2006, pp. 389-415; Stephen Ousley et al., op. cit.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
por los vivos para dejar evidencia de su poder y definir su propiedad ante ojos
ajenos, pues según el mismo autor son las relaciones de poder y dominación
las que rigen los sistemas sociales. Al respecto, Cannon64 sugiere que la re-
presentación política del poder se expresa de una forma mucho más directa y
es más potencialmente preservada en las construcciones que en la memoria
social. No obstante, hay investigadores que consideran que el lugar de ente-
rramiento, la ofrenda, el tratamiento mortuorio, los objetos y ceremonias aso-
ciados pueden no ser precisamente el último resultado de una práctica ritual
y cultural,65 pues las sociedades al igual que la cultura y la cosmovisión─ están
en constante movimiento, son dinámicas y no estáticas, hay periodos de tran-
sición y cada manifestación hacia la muerte puede representar sólo una etapa
en el largo camino hasta la muerte total y absoluta.
En la actualidad la arqueología de la muerte ha tenido una evolución
temática y metodológica bastante apreciable. Se ha enriquecido con la inter-
disciplinariedad y son abundantes los estudios enfocados a discernir las prác-
ticas culturales y políticas de la población analizada mediante datos extraídos
del contexto funerario cultural, pero también del biológico. En los casos en que
los restos óseos están bien preservados, estudios de paleodieta, paleopatolo-
gías y adn pueden arrojar información sobre la organización social, modos de
subsistencia, relaciones de poder, género y violencia, relaciones de parentesco
y etnicidad, migraciones, etcétera, abordando la complejidad cultural desde
una óptica biocultural.66 La bioarqueología en este sentido ha crecido y refor-
27 mulado la manera de hacer arqueología de la muerte, llevándonos a renova- 27
ciones teóricas y metodológicas en las que se incorporan nuevas técnicas y
temáticas, pero también otras disciplinas que amplían nuestro conocimiento
científico, social, antropológico y arqueológico.
Propuestas metodológicas
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
Lewis R. Binford
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
John M. O´Shea
De igual forma, propone tres niveles para considerar la ubicación de los entierros:
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C1
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Capítulo 2
Metodología
San Lorenzo
Tres Zapotes
Medias Aguas
Matacapan
La Campana
Escenarios posibles
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C2
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C2
Base metodológica
Términos y clasificaciones
71. En todas las fuentes consultadas se usa indistintamente el término “enterramiento” y “entierro”,
para este estudio se considera que ambos son sinónimos y no hay diferencia en su significado.
72. Sergio López, Zaid Lagunas y Carlos Serrano, Costumbres funerarias y sacrificio humano en
Cholula Prehispánica, México, unam-Instituto de Investigaciones Antropológicas, 2002, pp. 27-28.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C2
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C2
Hay entierros individuales y colectivos. Los primeros son los que constan de
un solo cadáver depositado o enterrado, mientras que los segundos aluden a
aquellos donde se puede observar más de un cadáver inhumado. Por último,
35 se dividen en primarios y secundarios: 35
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C2
general, a los entierros flexionados, directos e indirectos como los más comu-
nes; éstos pueden presentar una orientación variada y su ofrenda consiste en
objetos de diversos materiales. Son pocos los ejemplos de mutilación y/o defor-
mación dentaria en los entierros presentados y para identificar este tipo de
decoración me guie en la clasificación hecha por Javier Romero (figura 7) en
su Catálogo de la colección de dientes mutilados prehispánicos.76
36 36
Figura 7. Mutilaciones dentarias prehispánicas catalogadas por Romero.
76. Javier Romero, Catálogo de la colección de dientes mutilados prehispánicos, México, inah, 1986.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C2
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C3
Capítulo 3
San Lorenzo
El sitio arqueológico de San Lorenzo se localiza al sur del río Chiquito (afluen-
te del Coatzacoalcos), a 45 km al suroeste de la ciudad actual de Minatitlán
y a 26.5 km al sureste de Acayucan, en la región istmeña del sur del estado
de Veracruz, dentro del municipio de Texistepec. Es el principal asentamiento
prehispánico del complejo de sitios de San Lorenzo Tenochtitlán.
Se encuentra sobre una elevación natural o meseta modificada inten-
cionalmente, cuyas terrazas y superficies horizontales proporcionaron un ma-
yor espacio ocupacional para la creciente población79 (figura 8). El tamaño de
San Lorenzo se estima en 500 ha y su arquitectura incluye edificios públicos,
ceremoniales, de élite y casas-habitación sencillas; muchos de los vestigios
arquitectónicos olmecas permanecen bajo tierra.
El dinámico asentamiento de San Lorenzo, al estar rodeado por ríos y
77. Symonds Stacey, Ann Cyphers y Roberto Lunagómez, Asentamiento Prehispánico en San Lo-
renzo Tenochtitlán, México, unam-Instituto de Investigaciones Antropológicas, Dirección General de
Asuntos del Personal Académico, 2002.
78. Michael Coe y Richard A. Diehl, In the Land of the Olmec (2 volúmenes), Austin/Londonm, Uni-
versity of Texas Press, 1980.
79. Symonds et al., op. cit., p. 63.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C3
Loma del Zapote se encuentra 2.5 km al sur de San Lorenzo, sobre el mismo
lomerío. Es un centro secundario en el sistema de asentamiento regido por
San Lorenzo, de menor jerarquía con una población dispersa, pero ubicado
en el mismo marco cronológico.81 Al igual que San Lorenzo, Loma del Zapote
se extendía en un área mayor a 400 ha., siendo ambos los sitios con mayores
dimensiones en la zona.
En el sitio se observaron “focos de actividad, así como la presencia de
arquitectura relacionada con el transporte, lomas modificadas o terraceadas
e islotes junto a la base del lomerío”.82 Cyphers menciona que “Loma del
Zapote puede definirse con base en varias características, principalmente la
concentración de arquitectura y arte monumental, además de claras eviden-
cias de actividades intensivas de tipo religioso y económico”,83 con lo que se
resalta la importancia del sitio.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C3
Antecedentes arqueológicos
84. Beatriz De la Fuente, “Historia de la arqueología olmeca”, en Descubridores del pasado en Me-
soamérica, México, Océano, 2001, pp. 55-79.
85. En 1942, durante la Segunda Reunión de la Sociedad Mexicana de Antropología que tuvo lugar en
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, se discutió este punto, ya que había confusión respecto de la antigüedad
de los olmecas, siendo que las crónicas españolas mencionaban a unos olmecas en el Altiplano
Central muy posteriores a los de la costa, por lo que no podían ser los mismos que al parecer mucho
tiempo atrás habían esculpido grandes monolitos con un estilo único, de ahí la diferencia entre olme-
cas históricos (mencionados en las fuentes) y olmecas arqueológicos.
86. Matthew Stirling, The Stone Monuments of Rio Chiquito, Veracruz, Mexico, Bulletin no. 157, Was-
hington, D. C., Bureau of American Ethnology, Smithsonian Institution, 1955.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C3
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C3
En 1991 se realizó una serie de excavaciones por parte del paslt en el área
llamada Las Treinta, en la parte occidental del lomerío de Loma del Zapote.
Es aquí donde se encontró in situ una escultura de piedra asociada a restos
óseos humano.
El Monumento 5 de Loma del Zapote es una escultura antropomorfa
martillada en basalto, de un metro de alto por 51 centímetros en su parte más
ancha (figura 9). Aunque está mutilada, es posible observar a un personaje
masculino que se encuentra arrodillado e inclinado hacia adelante, porta un
pectoral redondo, cinturón ancho y lo que podría ser un delantal o taparrabo;95
al parecer fue decapitado, desmembrado y se borraron sus insignias antes de
ser colocado en el contexto ritual en que se halló; sin embargo, Cyphers apun-
ta que se encontraron fragmentos del cuello junto a la base cuando ésta fue
42 excavada, lo que indica mutilación también al momento de ser depositada.96 42
94. Ann Cyphers, Belem Zúñiga y Anna Di Castro, “Another look at Bufo marinus and the San Lorenzo
Olmec, en Current Anthropology, núm. 46, 2005, 129-133.
95. Ann Cyphers, op. cit., 2004, p. 160.
96. Ibid., p. 161.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C3
meca que por el material asociado se infirió como del Preclásico Inferior.97
El monumento 5 se encontró rodeado de vasijas completas y fragmentadas
diagnósticas de la fase San Lorenzo; bajo esta escultura y entre los pisos de
bentonita se descubrieron dos entierros humanos (denominados 92-E1 y
93-E1), justo al suroeste del monumento mencionado. En este texto sólo se
describirá el entierro 93-E1.
Entierro 93-E1
Entierro 1
Es individual, directo, sin fosa, ubicado al lado izquierdo de una piedra caliza de
grandes dimensiones (190 cm de largo por 120 de ancho), a una profundidad
de entre 182 y 152 cm. Se encontró el material óseo incompleto, pero con rela-
ción anatómica, en posición decúbito ventral, flexionado con el cuerpo orien-
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C3
Entierro 2
El entierro colectivo
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C3
después ser rellenada, tapada y cubierta por los tiestos, por lo que, como men-
ciona Villamar,102 el espacio sepulcral podía estar inalterado.
La cerámica en relación ayudó a datar el entierro colectivo, siendo que
sólo se encontraron fragmentos diagnósticos del periodo Preclásico Inferior
(subfase San Lorenzo A 1200-1000 a.C.), misma cronología que le fue adju-
dicada. Después de observar el material en campo y laboratorio, así como las
fotos y dibujos, se concluyó que el número mínimo de individuos en la sepul-
tura era de seis, todos adultos de entre 21 y 35 años, pudiéndose identificar el
sexo masculino en dos de ellos.103
Es de notar las características del individuo 1, único ejemplar con rela-
ción anatómica entre sus miembros y en el que se observa casi la totalidad de
sus restos óseos: su posición era en decúbito ventral extendido; sin embargo,
no se pudo definir la orientación del cráneo. Aunque su esqueleto estaba casi
completo, su estado de conservación era bastante malo, por lo que no pudo
ser identificado el sexo, dándose a conocer únicamente que se trataba de un
sujeto en edad adulta.
Como ya se mencionó, los cinco individuos restantes presentaban restos
óseos dispersos y sin relación anatómica; empero, el conjunto de seis conforma
un hecho por sí solo, ya que todos se depositaron en la fosa en una misma oca-
sión de tiempo y espacio. Villamar refiere su hipótesis de que dichos restos
presentan en su tratamiento mortuorio una desarticulación, observada en su
disposición en el espacio, y es contundente al afirmar que “la distribución ósea
45 señalada no puede entenderse sin presuponer una etapa previa de desarticula- 45
ción activa ocurrida para la mayor parte de los individuos”.104
De esto deriva que haya una diferencia en el tratamiento mortuorio de los
restos que conforman el conjunto. Puesto que sólo el individuo 1 se observa
casi completo y en relación anatómica, Villamar menciona que posiblemente
fue para conservar su identidad (lo que no se quería para los cinco restantes).
Comentarios
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C3
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C4
Capítulo 4
Tres Zapotes
El sitio arqueológico de Tres Zapotes es, junto con La Venta y San Lorenzo,
una de las principales capitales olmecas del periodo Preclásico; se sitúa
sobre una altiplanicie ubicada entre el macizo volcánico de la sierra de Los
Tuxtlas hacia el este y la llanura aluvial del río Papaloapan y sus afluentes hacia
el oeste, en los terrenos dedicados a la agricultura que pertenecen al pueblo
actual de Tres Zapotes, en el municipio de Santiago Tuxtla, aproximadamente
a 24 km al suroeste de esta ciudad.
Tres Zapotes se extiende en un área de 450 ha, a la orilla del arroyo
Hueyapan y se limita por barreras naturales como los cerros Rabón y Nestepe,
al este, y una gran barranca al norte.110 El sitio se compone de cuatro grupos
principales de montículos (Grupo 1, 2, 3 y Nestepe) que tienen entre 5 y 8 m de
altura (figura 10), donde se concentraba la arquitectura monumental formando
plazas. En ellas fue donde se asentaron los templos y edificios dedicados a las
actividades administrativas y económicas del centro urbano, alrededor de los
cuales se encontraban las casas habitacionales en las que residía el grueso
47 de la población. 47
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C4
estas tierras son usadas en actividades agrícolas y ganaderas por parte de los
habitantes de la congregación del mismo nombre.
Antecedentes arqueológicos
La importancia del sitio se expresa desde finales del siglo xix, cuando José
Melgar reporta el hallazgo de una gran cabeza con rasgos humanos en el ran-
cho de Hueyapan, hoy conocido como el poblado de Tres Zapotes. A principios
de siglo xx Eduard Seler y Albert Weyerstall visitaron el lugar y reportaron al-
gunos monumentos; posteriormente, en 1938, Matthew Stirling explora y en-
cuentra la Estela C, de gran importancia por contener un registro de cuenta
calendárica y cuyo hallazgo causó gran revuelo al poner en discusión la an-
tigüedad de la cultura maya, hasta entonces considerada como la primera en
Mesoamérica. En esta misma época Philip Drucker trabajó con Stirling y con
la información obtenida en sus excavaciones estratigráficas logró establecer la
primera secuencia cronológica con fundamente científico.
En 1995 da inicio el Recorrido Arqueológico Tres Zapotes, conduci-
do por Christopher Pool, quien con su equipo mapeó e hizo colecciones de
superficie con el fin de recabar datos sobre la distribución de la ocupación
residencial, áreas de producción y espacios domésticos, a fin de discernir
la evolución de la organización política y económica.111 Este investigador
48 ha continuado realizando estudios arqueológicos en el sitio que nos ocupa 48
hasta la actualidad, con apoyo de un equipo de especialistas mexicanos y
estadounidenses, y sus resultados ayudan a comprender más a fondo el tipo
de vida y actividades que se llevaban a cabo en Tres Zapotes durante su di-
ferentes periodos de ocupación.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C4
sólo se menciona que algunos eran “de leche”, por lo que se adjudican a in-
fantes. La explicación más amplia la da para el entierro secundario, localizado
casi al centro de la trinchera que trazó sobre el montículo C, dice que se trata
de un adulto con un pequeño plato justo detrás del cráneo, pendientes de ja-
deíta y algunas vasijas miniatura (entierro montículo C-1), a tres metros de
este entierro se halló otro directo de un adulto masculino que yacía sobre su
lado izquierdo con la cabeza al este y la cara mirando al norte (entierro mon-
tículo C-2).113
La cronología propuesta por Weiant para estos entierros fue Upper Tres
Zapotes, misma que un año más tarde sería revisada y reasignada por Drucker.
Asociada a ellos se encontró un tipo de cerámica extraño para el sitio, siendo
más parecido a uno registrado en el sitio arqueológico de Zoncuantla, cerca de
Xalapa, por lo que Drucker designó fase Zoncuantla o Soncuautla Complex a
un periodo fechado en el Posclásico Temprano, donde los materiales cerámi-
cos, los entierros y las cremaciones son encontrados en contextos intrusivos
en Tres Zapotes.114
Desafortunadamente para quien tiene interés en los patrones mortuo-
rios y estudios funerarios, la discusión de ambos investigadores se centra en
los tipos y formas cerámicas, dando datos y descripciones muy breves sobre
la condición de los entierros, que parece ser son los únicos ejemplares crema-
dos encontrados en el sur de Veracruz de los que se tiene noticia.
49 49
Salvamento de un entierro
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C4
Entierro 1
Entierro 2
De los cuatro entierros reportados en esta área habitacional, éste fue el que se
encontró mejor preservado; por la ofrenda asociada se dató en el periodo Pre-
clásico Medio. Es de tipo directo y primario, se fechó para la fase de transición
entre el Preclásico Medio y el Tardío. Al observar el tamaño del arco supra orbital
se determinó que se trataba de una mujer de entre 25 y 35 años. Su posición era
extendida, con la cabeza al este, la cara mirando al norte y las piernas al oeste.
A diferencia del resto de los entierros, éste se encontró en una fosa con
una rica ofrenda que comprendía: un collar con 95 cuentas de jadeíta, nava-
jas completas de obsidiana, cuatro vasijas diagnósticas del Preclásico Medio,
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C4
Entierro 3
51 51
Entierro 4
Entierro montículo 9
116. Wesley Stoner, María del Carmen Rodríguez y Zenaido Salazar, “Olmec and Epi-Olmec Burials at
Tres Zapotes”, Paper presented at the 74th Annual SAA Meeting, Atlanta, GA, 2009, p. 4.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C4
Entierro Op. 3B
52 Comentarios 52
Es interesante que en las revisiones hechas por quien suscribe de los entie-
rros en el sur de Veracruz, los únicos testimonios sobre cremaciones en el
área propuesta se tengan en sitios de Los Tuxtlas (Tres Zapotes, Matacapan),
y llama la atención que en excavaciones en otras áreas de la región no se
haya reportado esta práctica. Por el tamaño mínimo de la muestra de ejem-
plos cremados muy aventuradamente se puede plantear que fue exclusiva de
Los Tuxtlas en el periodo de transición del Preclásico Temprano al Preclásico
Medio, pero también puede verse en el Posclásico Temprano en entierros in-
trusivos, 119 lo que podría ser indicativo de una costumbre del pueblo olmeca
que no continuaron los pobladores durante el Clásico, pero que resurgió con
nuevos habitantes en el Posclásico Temprano; aunque es bastante claro que
para sustentar esta idea se necesitaría una muestra mayor de cremaciones
contextualizadas en ambos periodos.
Otro dato interesante es que los únicos hallazgos de entierros fechados
117. Ibid., p. 2.
118. Ibid., p. 6.
119. La cremación en territorio mesoamericano se registra desde el periodo Preclásico (Romano,
op. cit.) y la tradición continúa hasta el Posclásico entre los mexicas, mayas, mixtecos y tarascos
(José Oliveros, El espacio de la muerte, México, Colmich-inah, 2006, p. 57). En 2010 se excavaron en
La Campana urnas funerarias con restos cremados en su interior que fechan en el Clásico Tardío,
que se tratarán más adelante (Geraldine Granados et al., “¿Funerario o no Funerario? Definición de un
contexto desde la interdisciplina un sitio de la costa del Golfo: Cerro de La Campana, estudio de caso”,
en Estudios de Antropología Biológica, vol. XVII, núm. 1, 2015, pp. 31-51).
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C4
120. J. Philip III Arnold, Isla Agaltepec: Ocupaciones Posclásicas en las Montañas de Tuxtla, Vera-
cruz, México. Informe famsi (Fundación para el Avance de los Estudios Mesoamericanos Inc)., 2004.
121. Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España, México, Porrúa,
1999.
122. McAnany et al., 1999.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C4
aquí no tienen mayor función que ser parte del ajuar mortuorio, mostrando así
la relativa riqueza de que gozaron los habitantes del sitio.
La espina de pez gato también puede ser un componente que denote
alguna antigua práctica ritual, toda vez que en los códices prehispánicos se
ilustran acciones de sacrificio y autosacrificio donde se usan espinas para
sangrar alguna parte del cuerpo; aunque estos registros pictográficos refle-
jan tales prácticas en épocas prehispánicas más recientes, pudiera ser que en
Tres Zapotes se realizaba algún tipo de sacrificio en épocas tempranas que
fue evolucionando más tarde.
54 54
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C5
Capítulo 5
Medias Aguas
123. Roberto Lunagómez, Un estudio de la arquitectura monumental en los sitios arqueológicos del
Sur de Veracruz durante los periodos Clásico Tardío y Terminal, tesis de maestría en Arqueología,
enah, México, 2002.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C5
Antecedentes arqueológicos
Durante la época de los años 50 del siglo pasado, en el sur del estado de
Veracruz se efectuó una serie de rescates de piezas arqueológicas para
su traslado al antiguo Museo de Antropología de Xalapa. Estas explora-
ciones fueron dirigidas por Alfonso Medellín Zenil,124 quien reportó que en
los cerros de Moctezuma del ejido de Medias Aguas, campesinos habían
descubierto un monumento de piedra, denominado “Mascarón del Dios de la
Lluvia”, con rasgos de felino y agujeros en el mismo lugar de las máscaras
funcionales. Este investigador también anunció la presencia de tiestos de
cerámica anaranjada rojiza y de gris sin desgrasante, asociados al contexto
del monumento, pero no realizó ninguna indagación sistemática en el sitio.
No fue sino hasta 1996 cuando Hernando Gómez Rueda reportó Medias
Aguas como un centro secundario, de acuerdo con la tipología de sitios de su
estudio. Por lo que respecta a la función del sitio, menciona que pudo haber
sido un centro de segundo orden entre dos de primer orden: San Lorenzo Te-
nochtitlán al norte de Medias Aguas y Las Limas al sur. Gómez Rueda (1996)
anotó que los materiales cerámicos de la superficie de una parte del lugar
consisten en tiestos de naranja fino, blanco burdo y cocción diferencial, y pre-
sencia de pasta fina dura, similar al tipo cerámico Tacamichapa Hard de San
Lorenzo.125
El Proyecto Arqueológico Medias Aguas (pama), dirigido por el Dr.
56 Roberto Lunagómez, de la Universidad Veracruzana, inició sus activida- 56
des de campo en 1999 con un recorrido de superficie en la región sureste del
estado de Veracruz, a los alrededores de la congregación de Medias Aguas.
Entre 1999 y el 2000 se recorrieron más 150 km2 en la zona. El sitio de
mayores dimensiones encontrado fue el número 8, también conocido como
Medias Aguas, donde se obtuvieron colecciones en superficie, cuyos materiales
correspondían a los periodos Preclásico Inferior (1,200-900/800 a.C.) y al Clásico
Terminal (800-1000 d.C.).
Durante 2004, el pama tuvo como principales actividades complemen-
tar el levantamiento topográfico del sitio y realizar excavaciones arqueológicas
en áreas específicas. A través del levantamiento topográfico emprendido en el
sitio durante la temporada mencionada, la estimación para la zona con arqui-
tectura monumental se calculó en 15 ha, donde se encuentran tres grandes
plazas con montículos alargados, rematados por otros cónicos de hasta 16 m
de altura; al sumarle las áreas habitacionales y de actividades económicas, el
sitio alcanza un tamaño de casi 40 ha, lo que sería su extensión total.126
Las excavaciones realizadas tuvieron como objetivo general examinar
la secuencia ocupacional y la cronología cerámica, con el fin de hacer una
124. Alfonso Medellín Zenil, “Monolitos inéditos olmecas”, en La Palabra y El Hombre, núm. 16, 1960,
pp. 75-97; Alfonso Medellín Zenil, Monolitos olmecas y otros en el Museo de Antropología de la Uni-
versidad Veracruzana, México, Unión Academique Internacionale-inah, 1971.
125. Roberto Lunagómez, op. cit., 2002.
126. Roberto Lunagómez, Investigaciones Arqueológicas en Medias Aguas, Veracruz, México, Re-
porte final a la Foundation for the Advancement of Mesoamerican Studies, Inc., Crystal River, Florida,
2005a.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C5
Entierro 1
127. Roberto Lunagómez, Informe Técnico del Proyecto Arqueológico “Poblamiento Prehispánico en
la Región de Medias Aguas, Veracruz, mecanoescrito sin publicar, México, Consejo de Arqueología
del inah, 2005.
128. María Arnaud, Los entierros de Medias Aguas, Veracruz: Un acercamiento a sus prácticas fune-
rarias, tesis de licenciatura en Arqueología, Universidad Veracruzana, Xalapa, 2008, p. 44.
129. Paulina Arellanos, La conservación arqueológica de los materiales cerámicos del sitio de Me-
dias Aguas, Veracruz, trabajo práctico-científico de licenciatura en Arqueología, Universidad Vera-
cruzana, Xalapa, 2007; María Arnaud, op. cit., p. 98.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C5
Entierro 2
58 58
Entierro 3
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C5
Entierro 4
Entierro 5
Se localizó justo por debajo del Entierro 4. Es de tipo primario indirecto, depo-
sitado al interior de una vasija (apaxtle) de aproximadamente 56 cm de diámetro,
su posición era sedente flexionado con orientación norte-sur. Este entierro
consta de huesos largos, extremidades superiores-brazos y extremidades
inferiores-piernas, costillas, falanges, cráneo, maxilares inferior (mandíbula)
59 y superior, con la respectiva dentadura de un individuo de sexo femenino de 59
entre 25 y 35 años, aproximadamente. Cabe destacar que el material óseo se
encuentra en condiciones favorables de conservación y es el esqueleto más
completo de los registrados en Medias Aguas.
La ofrenda se acompaña por varias vasijas pequeñas y una vasija glo-
bular en pasta fina anaranjada, lo que relaciona al entierro con la fase Villa Alta
Tardía (800-1000 d.C.) del periodo Clásico Terminal.134
Comentarios
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C5
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C6
Capítulo 6
Matacapan
61 61
Figura 12. El Montículo del Gallo, de las pocas estructuras en pie en Matacapan.
Fotografía de X. León.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C6
Antecedentes arqueológicos
140. Hasta finales de la década de los 80 la arquitectura del sitio era visible; actualmente la gran
mayoría de los montículos, plataformas, plazas y elementos arquitectónicos han sido alterados casi
en su totalidad para aprovechar el terreno en actividades agrícolas y ganaderas, con lo que inevita-
blemente se ha destruido el sitio.
141. Robert Santley, Primer reporte de campo, Proyecto Matacapan, temporada 1983, México, Ar-
chivo técnico del inah, 1983; Robert Santley y Ponciano Ortiz, Informe final del Proyecto Matacapan,
temporada 1984, Archivo técnico del inah, México, 1985.
142. Robert Santley y Ponciano Ortiz, op. cit.
143. Agustín García vega, Informe de los trabajos preliminares llevados a cabo en colaboración con
la Institución Carnegie en la región de los Tuxtlas, México, Archivo técnico del Instituto Nacional de
Antropología e Historia, 1938, p. 1.
144. Juan Valenzuela, Informe preliminar de las exploraciones efectuadas en Los Tuxtlas, estado de
Veracruz, patrocinadas por el Departamento de Monumentos de la Secretaría de Educación Pública
y por la Institución Carnegie de Washington. Noviembre a diciembre de 1937, México, Archivo técnico
del inah, 1937, pp. 13-14.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C6
Entierros de Matacapan
145. Juan Valenzuela, “La segunda temporada de exploraciones en la región de Los Tuxtlas, Estado
de Veracruz”, en Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, vol. I, 1945, pp. 81-94.
146. Robert Santley, Primer reporte de campo, Proyecto Matacapan, México, Archivo técnico del
inah, 1982, p. 2.
147. Santley identifica cierta sección del sitio como “barrio teotihuacano”, por ser un área donde se
concentran los elementos arquitectónicos y los materiales arqueológicos cuyo estilo se relaciona
con los observados en Teotihuacan.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C6
Entierro 1 (1982)
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C6
tipo), dos dientes centrales y dos laterales, tanto inferiores como superiores
con cortaduras en forma de “v” invertida (que corresponden al tipo A1 y A2 en
el catálogo de mutilación dentaria de Romero)149 (figura 13).
65 Al igual que la osamenta del Entierro 1, la del 2 tenía anillos de cobre, dos en 65
cada uno de los tres dedos en ambas manos, 12 anillos en total. La metalurgia
en Mesoamérica es una actividad característica del occidente para el periodo
Posclásico, por lo que cabría la posibilidad de que tanto este entierro como el
1 hayan sido erróneamente asignados al periodo Clásico.
Entierro 3. Los datos encontrados nos refieren al barrio norte. Este en-
tierro fue hallado a 110-120 cm de profundidad bajo superficie, de tipo secun-
dario cuyos restos óseos estaban muy fragmentados y mezclados. Por el ta-
maño y grosor de un fémur y una tibia, se pudo identificar que se trataba de un
individuo adulto, el cual estaba acompañado por un conjunto de seis vasijas,
cuatro platos, un cajete y una jarra con vertedera. No hay más datos.
Entierro 4. Fue encontrado al norte del Montículo 1. El esqueleto estaba
casi completo, por lo que fue fácil deducir que se trataba de un individuo adul-
to. Su posición era sedente. No hay registro de ofrenda o acompañamiento.
Por el marco estratigráfico en que se hallaron estos últimos entierros, la
asociación con cerámica de tipo teotihuacano y su ubicación dentro del barrio
teotihuacano, Santley no duda de que su fechamiento pueda ser adjudicado al
periodo Clásico, justo cuando la influencia de Teotihuacan en Matacapan era
más fuerte.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C6
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C6
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C6
Comentarios
Aunque los datos de los entierros de Matacapan son, en muchos de los ca-
sos, incompletos, podemos observar ciertas tendencias. Una de ellas es el giro
violento e intencional de la cabeza; al parecer el cráneo fue rudamente girado
y con mucha fuerza justo antes de ser enterrado, pero el cuerpo no está de-
capitado ni desmembrado. Esta postura podría derivarse de la decapitación o
desmembramiento funerario practicado en Teotihuacan de forma ritual; asi-
mismo, la mayoría de los entierros de Matacapan fueron hechos en posición
flexionada, que junto con la sedente (de variada orientación) es la más común
en los cadáveres encontrados en fosas teotihuacanas.151
Además, varias de las sepulturas de Matacapan comparten con las
teotihuacanas características de sus espacios fúnebres. En Matacapan
como en La Ventilla se observan entierros bajo los pisos de las habitaciones y
patios o asociados a muros de piedra o a concentraciones de piedras.152 Otros
componentes comunes que pueden tener una explicación en alguna ideología
151. Rubén Cabrera Castro, “Las prácticas funerarias de los antiguos teotihuacanos”, en Prácticas
funerarias en la Ciudad de los Dioses. Los enterramientos humanos de la antigua Teotihuacan, Mé-
xico, Instituto de Investigaciones Antropológicas-unam, 2003, pp.503-539.
152. Carlos Serrano y Zaid Lagunas, “Prácticas mortuorias prehispánicas en un barrio de artesanos
(La Ventilla ‘B’), Teotihuacan”, en Prácticas funerarias en la Ciudad de los Dioses. Los enterramientos
humanos de la antigua Teotihuacan, op. cit., pp.35-79.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C6
Y más dicen que al tiempo que se morían los señores y nobles les
metían en la boca una piedra verde que se dice chalchíhuitl; y en la
boca de la gente baja, metían una piedra que no era tan preciosa, y de
poco valor, que se dice texoxoctli o piedra de navaja, porque dicen que
la ponían por corazón del difunto.155
153. Beatriz De la Fuente, op. cit., p. 22.
154. Fray Bernardino de Sahagún, op. cit., pp. 199-200.
155. Idem.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C6
Esto indica cierta jerarquía del individuo B-46-2. Al igual que en Tres
Zapotes, el jade y las piedras verdes eran consideradas de gran valor por las
culturas prehispánicas desde épocas muy tempranas; al remplazar al corazón
del difunto por este elemento se suplantaba una de sus entidades anímicas,
el teyolía, que viajaba a uno de los lugares de los muertos,156 con ello posible-
mente se trataba de conservar el estatus y el reconocimiento de la persona
social que tuvo en vida; o como Morin lo menciona, la desigualdad subsistente
aun después de la muerte que sólo recalca la sociedad clasista en que se sus-
citan tales pompas fúnebres.157
Los Entierros 1 y 2 que Santley fechó en el Clásico Tardío (600-900 d.C.)
y Clásico (200-900 d. C), respectivamente, son los únicos que portaban anillos
de cobre en ambas manos. Según las investigaciones de Dorothy Hosler,158 la
metalurgia en territorio mesoamericano empezó a desarrollarse en el occiden-
te de México hacia el 700-800 d.C., para después extenderse a otras áreas; la
misma autora señala que la primera fase de la metalurgia en occidente suce-
dió entre el 800 d.C. y el 1200 d.C., etapa en la que el principal metal utilizado
en herramientas y accesorios fue el cobre.
Entre el inicio de la explotación de metales, el uso específico del cobre
y el periodo asignado a los Entierros 1 y 2 de Matacapan pasa un tiempo rela-
tivamente corto, si no es que se contraponen; por lo que existe la posibilidad
de que sean más tardíos, quizás del Posclásico Temprano. Sin embargo, hay
otros elementos como la forma y la variedad que los relacionan más con el pe-
70 riodo propuesto por Santley (flexionado, decúbito lateral y ventral), que son ca- 70
racterísticas semejantes a las formas de enterramiento en Teotihuacan para el
mismo periodo, así como el tipo de mutilación dentaria A1 que se observa en
el Entierro 2, mismo que Serrano y Lagunas159 advierten en varias de las piezas
dentales procedentes de los entierros de La Ventilla.
Es de destacar que los dos únicos entierros con anillos de cobre perte-
necían a mujeres, por lo que no hay duda en la diferencia de estatus por sexo,
como la misma Hosler160 lo señala, más del 80% de los objetos de metal mar-
caban poder y estatus a una élite, el metal no se consideraba del vulgo, solo
gozaban de él las clases sociales altas, sacerdotes y gobernantes; en este
caso, la élite eran las féminas.
156. Alfredo López Austin, Cuerpo humano e ideología. Las concepciones de los antiguos nahuas, 2
tomos, unam, 1996.
157. Edgar Morin, op. cit., p. 147.
158. Dorothy Hosler, “La metalurgia en la antigua Mesoamérica: sonidos y colores del poder. Semillas
de la industria”, en Transformaciones de la tecnología indígena en las Américas, Washington, Centro
de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Smithsonian Institution, 1994, pp.
85-97; Dorothy Hosler, “La metalurgia prehispánica del occidente de México: una cronología tecno-
lógica”, en Arqueología del occidente de México, México, Colmich, 1994a, pp. 237-295.
159. Carlos Serrano y Zaid Lagunas, op. cit., p. 59.
160. Dorothy Hosler, op. cit., 1994, p. 90.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C7
Capítulo 7
La Campana
Antecedentes arqueológicos
161. Pedro Jiménez, Patrón de Asentamiento y Poblamiento Prehispánico en la Cuenca Baja del Río
Papaloapan, Veracruz. Temporadas II y III, años 2000-2001/2001-2002. (Proyecto inicial), meca-
noescrito inédito, Xalapa, Universidad Veracruzana, 1998, p. 39.
162. Pedro Jiménez, “La arqueología en la Cuenca Baja del río Papaloapan, Veracruz, México. (Prime-
ros resultados)”, en Actas Latinoamericanas de Varsovia, 2001, p. 21.
163. Pedro Jiménez y Adrián Velásquez, La dama de Tlacojalpan. Xochiatsih, origen y expresión de
la Cuenca, Veracruz, Universidad Veracruzana, Gobierno del Estado, 2007.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C7
Entierros en La Campana
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C7
yor (apaxtle), que al ser excavada se descubrió que contenía restos óseos, así
como fragmentos cerámicos. Al principio se pensó que estos fragmentos se
debían al colapso sufrido al estar la vasija enterrada; sin embargo, al analizarla
en laboratorio se pudo determinar que se trataba de fracturas intencionales
(matada) al depositar el esqueleto y que después se tapó con la vasija más
pequeña.
En general, el entierro presentó un buen estado de preservación, de tipo
primario indirecto; se trata de una persona de edad adulta (25 a 30 años), de
sexo femenino, cuya posición era sedente con los brazos doblados frente al
tórax y la cara hacia el este. El esqueleto contaba con el cráneo (figura 14)
y todas las piezas dentales, la mayoría de las costillas, omóplatos, clavícula
derecha, huesos largos y pelvis, a excepción de los huesos de las manos. Se
fechó en el Clásico Tardío.
73 73
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C7
una pequeña vasija globular trípode y al oeste se hallaron los restos de la co-
lumna vertebral de un posible reptil y una tablilla con forma de “emparedado”
de 15 cm de largo y 5 cm de ancho, perforada en uno de sus extremos.168
Durante el proceso de rescate y limpieza de la urna se observaron otros
elementos de la ofrenda en su interior: una tablilla tipo “emparedado”, en ma-
terial pétreo de color negro, muy fina y lisa, una ocarina con efigie de ave en
cerámica de textura fina y alisada, dos clavos de concha trabajada con de-
coración de cruces acanaladas y una pequeña placa de concha tallada lisa y
brillante que pudiera formar parte de un pectoral; además de cuatro navajas
prismáticas de obsidiana negra y una de obsidiana verde, y dos dientes de un
animal no identificado.169
Por último, es importante mencionar que se encontró un collar de cara-
coles (figura 15) fuera de la urna, al suroeste de ésta. Se localizó en una
posición sobre la cual podía verse claramente que se trataba de un collar,
a una profundidad de 105-120 cm; las 60 piezas de caracol que lo componen
estaban dispuestas en forma circular con las perforaciones con que se unían
al interior; de forma ovalada cada uno de los pendientes debió estar prendido
a una cuerda de algodón o material perecedero. Los investigadores señalan
la similitud que guarda con objetos de concha rescatados en los traba-
jos arqueológicos del Templo Mayor, en la antigua Tenochtitlán.170 Durante
el análisis de dicho collar se pudo determinar que 42 de los caracoles que lo
componen provienen del Pacífico, mientras que los 18 restantes son propios del
74 norte y oriente de la Península de Yucatán, además de que la técnica de manu- 74
factura es semejante a las empleadas en Las Bocas, Teotihuacán y Tula.171
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C7
Entierro 2002(5)
75 75
Comentarios
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C7
labores domésticas sólo se observa en el Entierro 2002, mismo que está direc-
tamente depositado sobre la tierra y no contenido en una urna, lo que refleja
un gasto energético y una fuerza de trabajo menor.
Por haber sido inhumados en un área muy próxima comparten la dimen-
sión micro sugerida por O´Shea, además del periodo cultural al que pertenecen,
por lo que cabe la posibilidad de que se trate de un personaje importante con su
acompañante, a quien no se quiso reconocer socialmente. Aunque únicamente
son dos entierros, los elementos como tipo y variedad, además de la ofrenda y
posición del cadáver son indispensables para esclarecer aspectos de la per-
sona social y la estructura socioeconómica reflejada en las prácticas mortuorias,
como bien lo señala la falta de igualdad en las formas de enterramiento con el
objeto de mostrar el estatus de los personajes.174
Es importante mencionar la probable relación de intercambio comercial
entre la zona del Papaloapan, específicamente de La Campana, con áreas re-
motas ubicadas en la costa del Atlántico o en la Península de Yucatán, según
lo atestigua la materia prima con que se elaboró el collar de “La dama de Tla-
cojalpan”.
76 76
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C8
Capítulo 8
Bezuapan-La Joya
175. Theresa Jolly y Ann Grauer, General health among an early prehistoric population on the Gulf
Coast of Mexico, ponencia presentada en Midwest Mesoamericanists Meeting, 2002.
176. Romano (1974, p. 92) apunta que durante el Preclásico en Mesoamérica fue muy común el uso
de formaciones troncocónicas para depositar restos humanos a modo de “tumbas”, como en los
casos de Tlatilco, Ticomán y El Arbolillo, en el Altiplano Central.
177. Theresa Jolly y Ann Grauer, 2002, p. 12.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C8
distancia uno de otro, por lo que sugiere que ésta haya sido un área específica
de enterramiento.
Todos los entierros se sitúan en contextos residenciales, desafortuna-
damente no hay datos sobre ofrendas, tipo de enterramiento y posición del
cadáver, pero nos informa que en el conjunto de individuos se pudo identificar
el sexo de tres de ellos: uno masculino y dos femeninos (una presentaba de-
formación craneal, sin especificar el tipo). Sobre las edades, se estimó que un
personaje debió tener entre 35 y 50 años, cuatro entre 18 y 35, tres de entre 3 y
12 y dos de 0 a 3 años. El esqueleto más completo pertenecía a una mujer en-
contrada en La Joya, cuyos restos óseos estaban en 90%, dos entierros tenían
entre 25 y 75% del esqueleto, mientras que los 10 restantes estaban constitui-
dos por menos de 25% del total de su estructura ósea. Jolly y Grauer sostienen
que “diferentes tratamientos mortuorios fueron utilizados simultáneamente
en Bezuapan y La Joya, región donde se concentraba una alta densidad pobla-
cional”,178 pero además de los entierros en basureros o formaciones tronco-
cónicas no nos brindan ningún dato sobre otro tipo de tratamiento que pueda
ilustrar mejor estas diferencias, que quizás sean dadas por estatus, sexo, edad
o procedencia del difunto.
Finalmente, las autoras llegan a la conclusión de que las patologías ob-
servadas en la muestra ósea revelan un alto estrés, debido a las concentra-
ciones de carbohidratos en la dieta, pues su principal alimento consistía en
derivados del maíz y ocasionalmente productos acuáticos.
78 78
Agaltepec
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C8
El Manatí
Chacalapan
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C8
fueron fechados para una época entre el Clásico y el Clásico Tardío (500-
1000 d.C.). Chantal Esquivias describe y detalla estos tres en su tesis doc-
toral,188 los refiere como entierro 8-1, 8-2 y 8-3. El 8-1 es primario, de una
mujer adulta en posición sedente, que se encontró asociado a fragmentos
de un plato trípode de cerámica tipo Tuxtlas Policromo. La autora señala que
posiblemente la evidencia de algunos fragmentos de maxilar ahí hallados
pertenezca a un segundo individuo sepultado, de sexo masculino. El 8-2 es
un entierro primario en estado alterado in situ de una mujer sin edad identi-
ficada. Estaba en posición flexionada decúbito, sin especificar el lado; parte
de los restos óseos probablemente fueron cubiertos con hematita roja, como
se pude observar en algunos fragmentos; en asociación se encontraron dos
vasijas trípodes de cerámica gris fino. El 8-3 también es de tipo primario, de
un hombre adulto que parece que estuvo acompañado de una mujer de entre
40 y 45 años, según los fragmentos de maxilar encontrados; en asociación
se localizaron dos platos de cerámica Tuxtlas Policromo. Es de resaltar que
el Tuxtlas Policromo es una clase cerámica diagnóstica del Clásico Tardío
(600-900 d.C.),189 por lo que es bastante probable que los entierros de Cha-
calapan pertenezcan a estas fechas.
En lo que respecta al cuarto entierro, nombrado 8, Esquivias reporta que
era primario y se encontraba flexionado, asociado a un montículo habitacional
y por debajo del piso de una casa; se observó con restos de cinabrio, fragmen-
tos de chapopote, deformación craneana y mutilación dental, además de una
81 ofrenda cerámica. Cronológicamente corresponde al periodo Preclásico.190 81
Respecto del chapopote, la autora apunta la posible relación con las figurillas
de Medellín Zenil para el área de Remojadas, las cuales presentan este ele-
mento en la boca.
Pese a que no hay mayor información sobre estos entierros, podemos
advertir que algunos de los componentes observados por Esquivias, como el
cinabrio, el contexto habitacional, la posición flexionada, la deformación cra-
neal y la mutilación dentaria se comparten con otros entierros ya descritos.
188. Chantal Esquivias, On the edge of empire? Settlement changes in Chacalapan, southern Vera-
cruz, Mexico, during the Classic and Postclassic periods, tesis doctoral, Graduate School of Arts and
Sciences, Universidad de Boston, 2003, pp. 114-115 y 228.
189. Pool, 1995.
190. Chantal Esquivias, op. cit., p. 241.
191. Geraldine Granados et al., op. cit., p. 40.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C8
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C9
Capítulo 9
Consideraciones finales
195. Los datos completos y las características de todos los entierros aquí presentados y discutidos
pueden consultarse en las tablas del Apéndice I.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C9
Tipo y clase
84 84
Los entierros primarios son los más abundantes y en menor número se presen-
tan los secundarios; en esta última clase se incluyen las cremaciones, como
en el caso de Tres Zapotes, y las desarticulaciones intencionales post mortem,
como se observó en San Lorenzo. Los que no tienen una clase identificada es
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C9
196. Sissel Schroeder, “Secondary disposal of the dead: cross-cultural codes”, en World Cultures, vol.
12, núm. 1, 2001, pp. 77-93.
197. Ian Kuijt, “Negotiating equality through ritual: a consideration of Late Natufiab and Prepottery
Neolithic a period mortuary practices”, en Journal of Anthropological Archaeology, núm. 15, 1996, pp.
313-336; Patricia McAnany et al., 1999.
198. Duncan William N., Andrew K. Balkansky, Kimberly Crawford, Heather A. Lapham y Nathan J. Meiss-
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C9
La mayor parte de los entierros analizados son de tipo directo. Los ocho indi-
rectos comprenden restos óseos depositados en vasijas de barro (que en su
86 mayoría son secundarios), sobre pisos de laja y bases de fragmentos cerá- 86
micos a modo de cama, que parecen haber sido hechas exclusivamente para
colocar encima de ellas el cadáver, como es el caso del B-65-1, de Matacapan.
Ahí se puso esmero y cuidado al realizar tal tarea; un gasto energético similar
no se ve en otros entierros, lo que pudiera marcar la diferencia en el enterra-
miento de un personaje importante y una “muerte anónima”, como lo define
Morin en lo expuesto en el primer capítulo.
Sexo
ner, “Human cremation in México 3,000 years ago”, en PNAS, vol. 105, núm. 14, 2008, pp. 5315-5320.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C9
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C9
199. Ángel María Garibay, Historia de la literatura náhuatl, tomo 1, México, Porrúa, 1971, p. 116.
200. Félix Báez-Jorge, El oficio de las diosas, Xalapa, Universidad Veracruzana, 2000.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C9
Eric Thompson201 dice que entre los mayas, siendo el tejido una labor feme-
nina, el tejedor de la muerte del códice Madrid es seguramente una diosa de
la muerte. Lo anterior pudiera ser reconocido en los entierros femeninos del
sur de Veracruz, los cuales se encontraron con malacates, elemento propio de
las tejedoras en la época prehispánica y atributo de Tlazoltéotl, que aunque
comúnmente se asocia a las mujeres públicas, representa también a las teje-
doras e hilanderas del destino de los hombres.
Esta deidad figura en el panteón mexica como diosa de la Tierra, de la
carnalidad, de la fertilidad y los pecados, por lo que es la comedora de basu-
ra ante la que se confiesan las faltas e infidelidades.202 Se menciona que el
culto a ella viene de una deidad que la antecedía en la región huasteca, que
además presentaba elementos asociados con la guerra. Se le reconoce como
una diosa lunar y no restringe su ámbito a las prácticas sexuales pecadoras,
ya que distingue su carácter matriarcal y fecundo.203 Al ser considerada como
gran paridora y contemplando la imagen de esta diosa en una lámina del có-
dice Borbónico (figura 16) donde aparece pariendo, resulta indudable que las
cihuateteo o cihuapipiltin, (representaciones de las mujeres muertas en parto)
sean advocaciones de Tlazoltéotl.204
La importancia en la religión mesoamericana de las mujeres muertas
durante el parto se registra gráficamente en sitios como El Zapotal, en el centro
del estado de Veracruz. Sahagún recalcó su papel al ser compañeras del Sol
en su viaje al ocaso y equiparadas en valentía con los guerreros, quienes des-
89 pués renacían como aves con ricas plumas.205 No es mi propósito establecer 89
un vínculo entre Tlazoltéotl y los entierros femeninos en el sur de Veracruz, ya
que el culto de tal deidad se manifiesta en el periodo Posclásico y los entierros
femeninos aquí mostrados son fechados en el Clásico, lo cual sería el primer
inconveniente para poder relacionarlos; únicamente trato de hacer hincapié en
los elementos que se encuentran en entierros de mujeres y que quizás puedan
ser indicativos de un antecedente religioso desarrollado tardíamente.
Ya se mencionó la presencia de malacates en la ofrenda a mujeres, pero
también hay artefactos relacionados con la guerra, como puntas de proyectil
de obsidiana en Medias Aguas, La Campana y Tres Zapotes, así como figurillas
zoomorfas que se identifican con un ave y que podrían ser elementos totémi-
cos de alguna deidad vinculada con la guerrea y/o la fertilidad.
Dilucidar si estos entierros son de mujeres muertas en el parto es aún
tarea difícil; no obstante, es necesario reflexionar si como los especialistas
dicen, Tlazoltéotl es además de la gran paridora y diosa de la Tierra, también
una diosa agrícola y por tanto responsable de la fecundidad y la fertilidad, la
renovación de la Tierra y –al igual que las mujeres– encargada de proveer el
201. Eric Thompson, Historia y religión de los mayas, México, Siglo xxi, 1982.
202. Bodo Spranz, Los dioses en los códices mexicanos del grupo Borgia, México, Fondo de Cultura
Económica, 1993, p. 206.
203. Lluvia Sepúlveda Jiménez, Tlazolteotl. Un complejo simbólico, tesis de licenciatura en Etnohis-
toria, enah, México, 2005.
204. Silvia Garza, La mujer mesoamericana, México, editorial Planeta, 1991, pp. 35-36.
205. Fray Bernardino de Sahagún, op. cit., p. 201.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C9
Periodos culturales
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C9
91 91
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C9
Espacios fúnebres
Los espacios fúnebres, donde se entierra al difunto, nos hablan como dice
Binford212 de la “persona social” sepultada y las dimensiones macro, meso
y micro propuestas por O´Shea213 son un parámetro de gran ayuda para
identificar la importancia del individuo en relación con el espacio social
compartido con los vivos.
En cuanto a la época prehispánica, Sahagún habla de cómo se inhu-
maba a los muertos en cámaras en sus casas y hay múltiples noticias en la
literatura arqueológica de entierros cerca de espacios sagrados o bajo estruc-
turas habitacionales. Igualmente, se registran áreas cuyo fin específico era
ser una zona de enterramiento o panteón y hay espacios escogidos para tal
motivo que pueden ser representaciones mismas del centro de la Tierra, como
cuevas y oquedades.
Para el sur de Veracruz las noticias se limitan a tres tipos de espacios:
93 los de élite, que se observan como sagrados, los de producción y los asociados 93
o bajo unidades domésticas. Los entierros en áreas de élite, ceremoniales o
de producción se hallan en Loma del Zapote y San Lorenzo, en el Preclásico.
En el primer sitio, el cadáver se encontró de forma semejante al Monumento 5,
como parte de la ofrenda a dicha escultura; mientras que el entierro colectivo
de San Lorenzo parece mostrar indicios de sacrifico humano en cinco de los
seis individuos que lo constituían, cuyo tratamiento difiere mucho del único
personaje del conjunto, que presentó casi la totalidad de su esqueleto, lo que
lleva inmediatamente a pensar en un dignatario de gran jerarquía, evidenciado
en las dimensiones macro y micro del enterramiento cuya ofrenda en sí misma
fue representada por los cuerpos desarticulados de sus acompañantes. Aun-
que no hay otros objetos ofrendados, es claro que se respetó su integridad y
personalidad, quizás por haber sido un miembro importante en su sociedad. No
se trata, pues, de una muerte anónima, ya que se tuvo cuidado de no perder su
identidad al morir214 y dar un reconocimiento simbólico a su “persona social” .
Respecto del sacrificio ritual entre los olmecas, Cyphers215 recalca la im-
portancia política que tal vez tuvo en las ceremonias de entronización de un
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C9
nuevo gobernante, en las cuales debió haber ritos que incluían el consumo
de ciertas especies de animales, carne humana y sacrificios de niños. Aunque
la distancia temporal entre este evento y los textos de Sahagún es bastante am-
plia, cabe recordar el siguiente señalamiento: “y así también mataban veinte
esclavos y otras veinte esclavas, porque decían que como en este mundo
habían servido a su amo, así mismo han de servir en el infierno”.216
Los ejemplos de entierros en zonas habitacionales, vinculados a espa-
cios domésticos o estructuras, se observan en todo los sitios excepto en Loma
del Zapote, no porque sea un lugar exclusivo de sepulturas de élite, sino porque
hay un único ejemplar. Siguiendo con lo reseñado por Sahagún, menciona que
no hay distinción entre los señores nobles y el grueso de la población;217 sin
embargo, en los datos obtenidos es posible constatar la palpable distinción en
la cantidad y calidad de la ofrenda, el gasto energético al construir fosas o ela-
borar camas o pisos y el cuidado al depositar el cadáver. La dimensión meso
en este caso no es el único factor con el que se pueda diagnosticar el estatus
y jerarquía de los entierros.
En los hallados en Tres Zapotes y Medias Aguas se pueden observar
personajes enterrados en una zona común y un mismo espacio temporal;
existe la posibilidad de que los depositados en un área común pudieran te-
ner un lazo de parentesco entre ellos. Al ubicarse en espacios habitacionales
se puede reconocer su carácter social, pues al pertenecer posiblemente a un
mismo grupo tenían que consolidar sus derechos y validar la herencia a sus
94 descendientes. 94
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León C9
Es difícil dilucidar las influencias entre un sitio y otro por las prácticas
funerarias, pero sí podemos observar elementos compartidos entre
entierros de la región.
218. Ian Kuijt, op. cit.; Patricia McAnany et al., op. cit.; Arthur Saxe, op. cit., y Sissel Schroeder, op. cit.
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León
Apéndice
Tablas de registro general de los entierros de sur de Veracruz
Tabla A:
Formas de enterramiento prehispánico en el sur de Veracruz, según la clasifi-
cación propuesta por A. Romano (1974) pp. 108-109
97 97
Tabla B:
Materia prima de elementos que acompañan a los entierros en cada sitio
(ofrenda) o que se asocian con éstos p.109
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León
Tabla C:
Características generales observadas en los entierros en sur de Veracruz
pp. 110-113
98 98
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99 99
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León
Agradecimientos
Esta obra no es individual. Un buen número de personas e instituciones con-
tribuyeron a lograrla.
Agradezco a la División de Estudios de Posgrado de la Universidad Na-
cional Autónoma de México por otorgarme una beca de estudio, al posgrado
en Estudios Mesoamericanos de la misma Universidad, sus académicos y ad-
ministrativos que me apoyaron durante mi paso por la maestría, de la cual se
100 deriva este libro, en especial las enseñanzas de la Dra. Ann Cyphers, directora 100
de tesis, consejera, amiga y extraordinaria persona, y a la Dra. Ana Luisa Iz-
quierdo ex coordinadora del posgrado, maestra y amiga.
Las asesorías de los Dres. Roberto Lunagómez, Pedro Jiménez y Annick
Daneels, así como de los Mtros. Enrique Villamar y María Arnaud, son invalua-
bles. Gracias por su tiempo, paciencia, comentarios, correcciones oportunas,
y por confiarme datos de sus proyectos arqueológicos para incluirlos en mi
estudio. Agradezco también a los Dres. Nathan D. Wilson y Philip J. Arnold III,
quienes amablemente compartieron datos, imágenes y/o leyeron con entu-
siasmo y espíritu crítico.
De igual forma agradezco a los dos dictaminadores anónimos por sus
críticas constructivas y sugerencias.
A la Universidad Veracruzana y los editores de la Biblioteca Digital de
Humanidades.
C Índice
Entierros prehispánicos y prácticas funerarias Xochitl del Alba León
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Entierros prehispánicos y prácticas funerarias. La muerte en Veracruz
fue editado por la Biblioteca Digital de Humanidades
de la Dirección General del Área Académica de Humanidades
de la Universidad Veracruzana.
2019