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Introducción
Según las ciencias sociales, la cultura es la forma de vida que tiene un grupo en
particular de personas, quienes comparten una serie de características en común,
tales como: el idioma, las creencias, las costumbres, las tradiciones, entre otros
aspectos. Sin embargo, hay ciertos teóricos contemporáneos que van un paso más
allá y definen la cultura como “patrones compartidos, que se basan en los
comportamientos e interacciones entre los individuos” (Podestá, 2006, pág. 27). Por
lo tanto, la cultura puede entenderse como el crecimiento de una identidad grupal
fomentada por los patrones sociales exclusivos de la comunidad en cuestión, la cual
se origina mediante la construcción cognitiva y la comprensión de valores que se
aprenden gracias a la comunicación.
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punto de considerar a estos en su totalidad, provocando que existan ciertas
diferencias dentro de las comunidades por la diversidad de pensamientos y
cualidades personales. Pero a su vez, es importante que cada sujeto tenga su
propia identidad, pues así tienen la capacidad de reconocerse en el otro y crear
nuevas experiencias a través del tiempo, que permitan establecer tradiciones en la
sociedad.
El Festival de Viña del Mar tiene sus orígenes en el verano del año 1959 cuando
estudiantes de la Escuela de Bellas Artes realizan una feria en la Quinta Vergara, la
cual contaba con una orquesta para amenizar la actividad. El éxito de dicha feria, en
especial la de la orquesta, dió pie inicial a la idea de formular una actividad musical
cada año, encontrándose en aquella época un verdadero éxito en la creación de
festivales de la canción, como el de Sanremo en Italia, o el de Eurovisión en Europa,
entre otros, por lo que se decidió finalmente crear el Festival de la canción de Viña
del Mar, que se realizaría año tras año en la ciudad jardín, en donde intérpretes y
autores participan en una competencia de canciones en busca de la mejor, lo que a
su vez permitía establecer un espacio de difusión cultural de los artistas locales de
la ciudad, y un espacio de recreación para los habitantes y turistas que llegan a la
ciudad en la época estival. Este certamen ha ido creciendo a través de los años,
pasando de un festival puramente local a uno de interés internacional y que se emite
en diversos países, incorporando además números artísticos y humorísticos que con
el paso del tiempo han pasado a tener más relevancia incluso que la competencia
misma debido a que incorpora en ellos artistas de vasta trayectoria y de alta
popularidad, por lo que esto ha contribuido a que el festival se vuelva un evento de
alto interés, lo que se refleja en las altas cifras de audiencia, razón por la cual se ha
convertido en un evento importante para las personas y que marca la conversación
pública los días en que se realiza. Además, los medios de comunicación le dedican
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una gran importancia al evento, por lo que durante la semana de desarrollo del
festival la agenda pública está marcada por los acontecimientos relacionados directa
e indirectamente con el festival.
Así las cosas, el hecho de que el Festival de Viña del Mar se haya convertido en
una tradición responde a la masividad que ha adquirido el evento y a que el festival
ha ido incorporándose poco a poco en la memoria de las personas y el colectivo,
razón por la cual las personas y la comunidad en general se ven atraídas e
interesadas en él. Esta memoria que va desarrollando cada uno de los individuos es
influenciada por su contexto personal y socialmente por otros individuos, los medios
de comunicación, entre otros, tal como afirma Jelin pues “Las memorias individuales
están siempre enmarcadas socialmente. Estos marcos son portadores de la
representación general de la sociedad, de sus necesidades y valores. Incluyen
también la visión del mundo, animada por valores, de una sociedad o grupo”. De
esta forma todo lo relacionado con lo que sucede en el Festival, y que es de interés
público, va pasando de esta memoria individual -o personal- a una memoria
colectiva, la cual se va produciendo a través de la mediación de las personas y su
entorno social. Así lo detalla Jelin (2001), pues “Lo colectivo de las memorias es el
entretejido de tradiciones y memorias individuales, en diálogo con otros, en estado
de flujo constante, con alguna organización social… …y con alguna estructura, dada
por códigos culturales compartidos”. Por tanto, es importante, pues es gracias a esto
que los individuos al socializar, van construyendo la memoria colectiva que a la vez
permite establecer elementos en común entre los individuos que da paso, entre
otras cosas, a tradiciones y una identidad, la cual también se va desarrollando de la
mano de la memoria e igualmente puede ser individual o colectiva, así lo confirma
Pollak citado por Jelin (2001), “La memoria es un elemento constitutivo del
sentimiento de identidad, tanto individual como colectivo, en la medida en que es un
factor extremadamente importante del sentimiento de continuidad y de coherencia
de una persona o de un grupo en su reconstrucción de sí mismo”. Así todos estos
elementos transitan entre lo colectivo y lo individual, y en el caso del Festival de
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Viña del Mar este permite corroborar a través de estas afirmaciones cómo se
producen los procesos de memoria, identidad y tradición gracias a la socialización y
apropiación de estos elementos culturales por parte de los individuos, y que
permiten forjar lo que somos, tanto en el colectivo como individualmente.
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Ya con el paso de los años, el certamen viñamarino se modernizó, creando un
anfiteatro en la Quinta Vergara para acomodar de mejor manera a los espectadores
y a los artistas. También, comenzó a ser emitido por Canal 9 (actualmente conocido
como Chilevisión), lo que permitió su masificación por varios lugares del país. Y así,
el festival se fue realizando y transmitiendo todos los años, convirtiéndose en un
evento tradicional de la ciudad jardín. A pesar de que el transcurso de sus ediciones
fue perdiendo la esencia del concurso, sigue siendo un espectáculo que reúne a los
chilenos en torno a una identidad en común, que se fundamenta en “una
construcción social que se elabora desde el presente sobre el pasado” (Arévalo,
2004, pág. 927), donde cada generación le ha puesto su sello distintivo acorde a los
tiempos. Un ejemplo de lo anterior, son las oberturas del festival, que se han
convertido en uno de los espectáculos más esperados por el público, dado que
siempre muestran un hito importante del año anterior para mantener la vigencia y
representar a los chilenos. Por lo tanto, el Festival de Viña del Mar es una expresión
cultural, que remite a los símbolos representativos de la música y el arte, asociados
a un lugar y una época en concreto.
Conclusión
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Referencias Bibliográficas