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Festival de Viña del Mar:

evento cultural con


tradición

Nombres: Rafael López y Sofía Navarro.


Asignatura: Seminario de Comunicación
y Cultura.
Fecha: 18 de enero de 2022.

Introducción

Según las ciencias sociales, la cultura es la forma de vida que tiene un grupo en
particular de personas, quienes comparten una serie de características en común,
tales como: el idioma, las creencias, las costumbres, las tradiciones, entre otros
aspectos. Sin embargo, hay ciertos teóricos contemporáneos que van un paso más
allá y definen la cultura como “patrones compartidos, que se basan en los
comportamientos e interacciones entre los individuos” (Podestá, 2006, pág. 27). Por
lo tanto, la cultura puede entenderse como el crecimiento de una identidad grupal
fomentada por los patrones sociales exclusivos de la comunidad en cuestión, la cual
se origina mediante la construcción cognitiva y la comprensión de valores que se
aprenden gracias a la comunicación.

En este sentido, los procesos históricos son momentos decisivos en la formación de


la identidad, ya que son los responsables de otorgar un sentido de pertenencia y
entregar las características que determinan a cada individuo y grupo social. Eso sí,
ningún rasgo es exclusivo y habitualmente entran en contradicción o se mezclan al

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punto de considerar a estos en su totalidad, provocando que existan ciertas
diferencias dentro de las comunidades por la diversidad de pensamientos y
cualidades personales. Pero a su vez, es importante que cada sujeto tenga su
propia identidad, pues así tienen la capacidad de reconocerse en el otro y crear
nuevas experiencias a través del tiempo, que permitan establecer tradiciones en la
sociedad.

Siguiendo con lo anterior, la conservación de la memoria queda registrada en los


relatos históricos, que tienen la misión de “almacenar y divulgar las versiones del
pasado en espacios más grandes mediante la mediatización” (Seydel, 2014, pág.
187), lo que facilita la articulación de la identidad social y, a su vez, instala
cuestionamientos sobre los discursos hegemónicos de la alta cultura. En sí, la
memoria no se basa en los acontecimientos importantes, sino que se fundamenta
en las relaciones humanas, las costumbres y los modos de pensar, los cuales se
transmiten de voz en voz, estableciendo así una cultura popular que nace desde y
para el pueblo.

Por lo mismo, en el presente ensayo se pretende analizar el Festival Internacional


de la Canción de Viña del Mar con el propósito de exponer la importancia que tiene
este evento cultural en los ciudadanos, ya que es un símbolo representativo de la
ciudad jardín por su historia y tradición. A pesar de ser considerado como un
espectáculo televisivo hoy en día, el festival nació como un concurso que buscaba
mostrar a los músicos locales y entretener a los viñamarinos durante la época
veraniega. Con el paso del tiempo, se incorporó un certamen folclórico y artistas
invitados, lo que conllevó a que comenzará a ser transmitido por diferentes canales
de televisión y que llegará a otros lugares del país. De este modo, se transformó en
el evento musical más importante de Chile, el cual es sinónimo de identidad y
memoria popular.

I. Memoria, Identidad y Tradición del Festival de Viña del Mar

El Festival de Viña del Mar tiene sus orígenes en el verano del año 1959 cuando
estudiantes de la Escuela de Bellas Artes realizan una feria en la Quinta Vergara, la
cual contaba con una orquesta para amenizar la actividad. El éxito de dicha feria, en
especial la de la orquesta, dió pie inicial a la idea de formular una actividad musical
cada año, encontrándose en aquella época un verdadero éxito en la creación de
festivales de la canción, como el de Sanremo en Italia, o el de Eurovisión en Europa,
entre otros, por lo que se decidió finalmente crear el Festival de la canción de Viña
del Mar, que se realizaría año tras año en la ciudad jardín, en donde intérpretes y
autores participan en una competencia de canciones en busca de la mejor, lo que a
su vez permitía establecer un espacio de difusión cultural de los artistas locales de
la ciudad, y un espacio de recreación para los habitantes y turistas que llegan a la
ciudad en la época estival. Este certamen ha ido creciendo a través de los años,
pasando de un festival puramente local a uno de interés internacional y que se emite
en diversos países, incorporando además números artísticos y humorísticos que con
el paso del tiempo han pasado a tener más relevancia incluso que la competencia
misma debido a que incorpora en ellos artistas de vasta trayectoria y de alta
popularidad, por lo que esto ha contribuido a que el festival se vuelva un evento de
alto interés, lo que se refleja en las altas cifras de audiencia, razón por la cual se ha
convertido en un evento importante para las personas y que marca la conversación
pública los días en que se realiza. Además, los medios de comunicación le dedican

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una gran importancia al evento, por lo que durante la semana de desarrollo del
festival la agenda pública está marcada por los acontecimientos relacionados directa
e indirectamente con el festival.

Así las cosas, el hecho de que el Festival de Viña del Mar se haya convertido en
una tradición responde a la masividad que ha adquirido el evento y a que el festival
ha ido incorporándose poco a poco en la memoria de las personas y el colectivo,
razón por la cual las personas y la comunidad en general se ven atraídas e
interesadas en él. Esta memoria que va desarrollando cada uno de los individuos es
influenciada por su contexto personal y socialmente por otros individuos, los medios
de comunicación, entre otros, tal como afirma Jelin pues “Las memorias individuales
están siempre enmarcadas socialmente. Estos marcos son portadores de la
representación general de la sociedad, de sus necesidades y valores. Incluyen
también la visión del mundo, animada por valores, de una sociedad o grupo”. De
esta forma todo lo relacionado con lo que sucede en el Festival, y que es de interés
público, va pasando de esta memoria individual -o personal- a una memoria
colectiva, la cual se va produciendo a través de la mediación de las personas y su
entorno social. Así lo detalla Jelin (2001), pues “Lo colectivo de las memorias es el
entretejido de tradiciones y memorias individuales, en diálogo con otros, en estado
de flujo constante, con alguna organización social… …y con alguna estructura, dada
por códigos culturales compartidos”. Por tanto, es importante, pues es gracias a esto
que los individuos al socializar, van construyendo la memoria colectiva que a la vez
permite establecer elementos en común entre los individuos que da paso, entre
otras cosas, a tradiciones y una identidad, la cual también se va desarrollando de la
mano de la memoria e igualmente puede ser individual o colectiva, así lo confirma
Pollak citado por Jelin (2001), “La memoria es un elemento constitutivo del
sentimiento de identidad, tanto individual como colectivo, en la medida en que es un
factor extremadamente importante del sentimiento de continuidad y de coherencia
de una persona o de un grupo en su reconstrucción de sí mismo”. Así todos estos
elementos transitan entre lo colectivo y lo individual, y en el caso del Festival de

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Viña del Mar este permite corroborar a través de estas afirmaciones cómo se
producen los procesos de memoria, identidad y tradición gracias a la socialización y
apropiación de estos elementos culturales por parte de los individuos, y que
permiten forjar lo que somos, tanto en el colectivo como individualmente.

II. Festival de Viña del Mar como patrimonio cultural

Antes de entrar en profundidad, se hará una pequeña definición del concepto de


patrimonio cultural, el cual es fundamental para la memoria y tradición de la
sociedad. Entonces, el patrimonio cultural es una expresión de los modos de vida
desarrollados por una comunidad y transmitidos de generación en generación,
incluyendo costumbres, prácticas, lugares, objetos, expresiones artísticas y valores,
entre otros. Normalmente, el patrimonio cultural se expresa mediante “un conjunto
determinado de bienes tangibles, intangibles y naturales que forman parte de las
prácticas sociales de cada comunidad” (Servicio Nacional del Patrimonio Cultural,
s/f). Por lo mismo, es importante preservar los patrimonios culturales, ya que
contribuyen en la valorización de las costumbres y tradiciones, y también entregan
sentido a los procesos históricos. De este modo, los ciudadanos pueden sentirse
parte de la historia de la comunidad donde habitan y toman como propios los relatos
que les enseñaron sus antepasados.

En relación con lo anterior, se puede considerar al Festival Internacional de la


Canción de Viña del Mar como un patrimonio cultural por su tradición y conservación
a través de los años. Desde sus inicios, el certamen promovió la cultura y la historia
local con las bases del concurso, donde le exigían a los participantes a componer
canciones con temáticas sobre Viña del Mar, generando que los asistentes pudieran
empaparse del espíritu de la ciudad. Asimismo, cabe destacar que el escenario se
instaló en los jardines de la Quinta Vergara, siendo “un espacio fundamental para la
actividad de producción de discurso propio y de prácticas en las que estalla un cierto
imaginario” (Martín-Barbero, 1981, pág. 5), donde se inserta las matrices de la
cultura popular. Tras haber sido un éxito la primera versión, el festival fue replicado
el año siguiente, pero se establecieron dos áreas más de concurso: folclor y baile
internacional, las cuales impulsaron el crecimiento del evento.

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Ya con el paso de los años, el certamen viñamarino se modernizó, creando un
anfiteatro en la Quinta Vergara para acomodar de mejor manera a los espectadores
y a los artistas. También, comenzó a ser emitido por Canal 9 (actualmente conocido
como Chilevisión), lo que permitió su masificación por varios lugares del país. Y así,
el festival se fue realizando y transmitiendo todos los años, convirtiéndose en un
evento tradicional de la ciudad jardín. A pesar de que el transcurso de sus ediciones
fue perdiendo la esencia del concurso, sigue siendo un espectáculo que reúne a los
chilenos en torno a una identidad en común, que se fundamenta en “una
construcción social que se elabora desde el presente sobre el pasado” (Arévalo,
2004, pág. 927), donde cada generación le ha puesto su sello distintivo acorde a los
tiempos. Un ejemplo de lo anterior, son las oberturas del festival, que se han
convertido en uno de los espectáculos más esperados por el público, dado que
siempre muestran un hito importante del año anterior para mantener la vigencia y
representar a los chilenos. Por lo tanto, el Festival de Viña del Mar es una expresión
cultural, que remite a los símbolos representativos de la música y el arte, asociados
a un lugar y una época en concreto.

Conclusión

En resumen, el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar es evento


cultural con una larga tradición en Chile, el cual nació desde la idea de un pequeño
grupo de músicos de la Escuela de Bellas Artes, quienes se presentaron en una
primera instancia en la Feria Artesanal que se desarrolla en el Parque Potrerillos,
ubicado en la Quinta Vergara. Por lo tanto, el certamen surgió como un espacio
popular, que permitió visibilizar las diferentes expresiones artísticas relacionadas
con la música y revivió la actividad cultural de la ciudad jardín. Con el transcurso de
los años, el certamen viñamarino sufrió varios cambios debido a que cada
generación adaptó ese espacio de reencuentro con sus propios valores y
costumbres, generando un nexo de continuidad entre el presente y el pasado, que
alude a la identidad de los grupos sociales. En este sentido, las actividades que se
efectúan durante la semana que se lleva a cabo el festival, independiente del
espectáculo artístico, son interiorizadas por la audiencia gracias a los medios de
comunicación, ya que se instalan en Viña del Mar para cubrir los entretelones que
suceden tras cámara y realizan programas especiales. Todo esto hace que la
agenda pública durante los días de desarrollo del festival esté marcada por este, y
por lo tanto, con eso se fomenta la discusión pública en la socialización cotidiana de
las personas, conformado así poco a poco y con el tiempo una memoria colectiva
que va dando paso a una identidad colectiva e individual, pues a través de esto se
van interiorizando y haciendo parte de él al tener acceso a este contenido y poder
socializar con más o menos argumentos con el resto de las personas, lo que define
por un lado su propia identidad, pero también en ese proceso va contribuyendo con
la identidad colectiva, y así el colectivo termina siendo un elemento consensuado
dentro de un grupo de personas, como en este caso, especialmente los
viñamarinos.

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Referencias Bibliográficas

● Arévalo, J. (2004). “La tradición, el patrimonio y la identidad”. Revista de


Estudios Extremeños, 60, (3), pp. 925- 956. Recuperado en:
http://sgpwe.izt.uam.mx/files/users/uami/mcheca/GEOPATRIMONIO/LECTU
RA2E.pdf
● Jelin, E. (2001). “Los trabajos de la memoria”. Siglo Veintiuno editores.
España. Recopilado en: ¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE
MEMORIAS?. Recuperado en:
https://drive.google.com/drive/u/1/folders/0ANCCnpBZDAIPUk9PVA
● Martín-Barbero, J. (1981). “Prácticas de comunicación en la cultura popular:
mercados, plazas, cementerios y espacios de ocio” en: Comunicación
alternativa y cambio social. México: Premia.
● Podestá, P. (2006). “Un acercamiento al concepto de cultura”. Journal of
Economics, Finance and Administrative Science, 11, (21), pp. 25-39.
Recuperado en: https://www.redalyc.org/pdf/3607/360733601002.pdf
● Servicio Nacional del Patrimonio Cultural. (s/f). “Qué entendemos por
patrimonio cultural”. Recuperado en:
https://www.patrimoniocultural.gob.cl/que-entendemos-por-patrimonio-cultural
● Seydel, U. (2014). “La constitución de la memoria cultural”. Acta Poética, 35,
(2), pp. 187-214. Recuperado en:
https://reader.elsevier.com/reader/sd/pii/S0185308214724253?
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