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PACO SEIRUL-LO VARGAS

primera publicación diciembre de 2017


editorial Mastercede
dibujos e ilustraciones Caries Salud Santana
diseño de cubierta Laia Moras Visa
textos Xesco Espar
Javier Jorge
Marcel-lí Masssafret
Gerard Moras
Josep María Padullés
Daniel Romero
Francisco Seirul-lo
Richi Serrés
Joan Solé
Julio Tous
coordinación técnica Gerard Moras
Francisco Seirul-lo
diseño gráfico y maquetación Laia Moras Visa
revisión lingüística Lía de la Cruz (Agencia literaria
Letras Propias)
imprenta Gráficas MB (Pallejá)
depósito legal B25524-2017
ISBN 978-84-697-7009-2
EL ENTRENAMIENTO
EN LOS DEPORTES DE
EQUIPO
FRANCISCO SEIRUL-LO VARGAS

í\® 0 » D E
/ dedicatoria

/ acerca de este libro

/
/ capítulo 01
¿entrenamiento estructurado para deportes de equipo?

/ capítulo 02
la estructura condicional

Iodo esfuerza
El entrenamiento tridimensional y cuadrimensionai de la fuerza
¿Cómo aplicar la fuerza en el juego?
¿Cómo se expresa la fuerza en el tiempo?
La amplitud de movimiento como capacidad facilitadora de la fuerza
192 /
capítulo 03
la estructura coordinativa

La tarea: pieza fundamental del entrenamiento estructurado


La proyección del movimiento deportivo especifico en el juego

240 /
capítulo 04
la estructura cognitiva

La complejidad en la toma de decisiones y conocer el juego

258 /
capítulo 05
la estructura socioafectiva

La emotividad en la toma de decisión

278 /
capítulo 06
la organización temporal integrada de las cuatro estructuras

308 /
capítulo 07
Inserción de la acción preventiva dentro del proceso de entrenamiento

338 /
capítulo 08
el control de la carga en los deportes de equipo

368 / los alumnos, la verdadera fuerza del Máster

402 / referencias bibliográficas


dedícalo
seiruHo, seirul.lo, seirul-lo, seirulo...: variaciones sobre un tema de paganini

Paco Seirul-lo y su apellido gemi­ Obviamente, tienen que pertenecer a


nado son un sistema dinámico en ese fantástico aunque corto período
sí mismo. Con punto medio, bajo, de tiempo en que desayunamos jun­
con guión o junto, parece lo mismo tos a diario. Fue la prim era y última
pero no lo es—¿o será un fractal...?—. vez que disfruté con el despertar de
INCLASIFICABLE, su magnitud no cada uno de los días al pensar que
puede ser acotada por los ordenado­ tenía que ir a trabajar; perdón..., a
res, por aquello de que no admiten disfrutar.
el «.lo» como etiqueta. IMPOSIBLE
resulta encontrar otro referente que Marcador socioafectivo. Mi prim er
nos haya configurado más en nuestro día «bajo contrato» en el Bar<;a con­
pensamiento por rutas alternativas y sistió en asistir a un entrenamiento
desconocidas. MALINTERPRETA- de Paco con dos jugadores que se
DO, como ninguno, la Generación encontraban en la peor situación del
Einstein de la inmediatez no tiene la deporte; «fuera de plantilla». Parte de
paciencia necesaria para dejar fer­ la sesión se realizó en penumbra, poí­
m entar la masa lo suficiente y luego no tener no tenían ni derecho a ves­
cocerla para que evolucione hasta tuario. La postura, el tempo, la ges­
el infinito en interminables varia­ tión del espacio próximo, la palabra
ciones. Hace más de 20 años, en un justa, el diseño de tareas realizadas a
curso en Las Palmas, a m í me pasó la máxima intensidad, pero con una
lo mismo, pero tomé la decisión de sonrisa infantil. Pensé: «Yo no sería
hacer un viaje «Hacia Rutas Salva­ capaz de gestionar con tanto éxito
jes». Al principio con la ayuda de in­ una situación así». Años más tarde,
térpretes, después solo; podría decir el destino me llevó a una situación
que aprendí la lengua, pero es más similar, si cabe más dramática toda­
preciso afirmar que sigo «en ruta». vía: 3 campeones del m undo en un
grupo de 5 fuori rosa. Me disfracé de
He escogido tres marcadores somáti­ Seirul-lo.
cos representativos de mi interacción
con Paco en las dos últimas décadas. Marcador emotivo-volitivo. En mi
primer día de trabajo a su lado —él se produjeron en dos semanas no
no jerarquiza, retícula...— me dijo: las he vuelto a ver nunca más, pero
«En 5 minutos sales al campo con lo bonito vino después. Se jugaba el
X, le haces las pruebas que conside­ domingo en el Bernabéu, tras 14 par­
res oportunas y me dices si crees que tidos sin perder y con el sueño de que
puede jugar el domingo». Helada in ­ todavía se podía. Durante la semana
terior. .. «No te preocupes, es el más previa Paco entrenó a ese portento
profesional de todo el equipo y él como si se tratase de un cuatrocen­
mismo te indicará el camino». Pasé tista. Se me han quedado grabadas
un calvario los 90 minutos del parti­ tanto aquellas largas zancadas de
do por si aquel im portante jugador se felino haciendo diagonales como las
lesionaba habiendo dado la luz verde. consignas: «Decide tú la recupera­
La hemeroteca me recuerda el desen­ ción que necesites, dime cuántas son
lace: «El Bar^a ofreció a su afición las series que te optimizan, regúlame
una exhibición de juego y ganas. El la frecuencia y la amplitud...». Se
Camp Nou vibró con el equipo como ganó en M adrid después de 8 años,
ya no se recordaba». El lunes volví ese jugador marcó y yo me llevé, por
al vestuario dispuesto a comerme el intermediación de los capitanes, una
m undo y con una confianza a prueba prim a equivalente a la m itad de mi
de bombas, la que me dio Paco. contrato, todo ello gracias a Paco.

Marcador condicional. Un jugador Me hace especial ilusión sacar a la luz


fuera de serie llevaba casi dos meses este último marcador porque dentro
de baja y ya nadie sabía qué hacer de las variaciones entorno al univer­
con él. Paco me dijo: «Cógelo tú, que so Seirul-lo se encuentra esa que dice
te conoce poco, y métele trabajo de que la «preparación física no existe»
potencia a destajo. Cuando empiece o «es un teórico que no hace trabajar
a coger confianza contigo y a pensar a los jugadores».
en pedir descuentos lo mandas a la
ducha antes de aplicar la rebaja, y Niccoló Paganini fue un virtuoso
así todos los días». Las mejoras que violinista genovés —como el apellido
SeiruMo— del siglo XIX cuyas com ­ su alma al diablo. Imposible acep­
posiciones y «caprichos» trajeron tar una música tan adelantada a lo
de cabeza a sus coetáneos, no solo establecido, inútil incluso intentar
a causa de su enorme complejidad, interpretarla. Tiene que ser cosa del
sino por la dificultad técnica que diablo o, pensándolo mejor, un tema
entrañaba su interpretación. Su in­ menor, sin importancia, que pronto
fluencia fue determinante en gigan­ será olvidado...
tes de la música como Liszt, Brahms
o Rajmáninov. Franz dedicó a Clara El desprecio —nos descubría el gran
Schumann sus «Grandes Estudios de Fernando en su Silla— es el desprecio
Paganini» —6 composiciones para y no la envidia, el deporte favorito del
piano—. Johannes intentó en sus español cainita. La envidia no deja
«Variaciones sobre un tema de Pa­ de ser un amor corrompido, aquello
ganini» que cada una de ellas tuviera que quiero ser pero no puedo o no
una entidad mayor hasta convertirse me atrevo a ser, por lo que descar­
en un «estudio». Serguéi compuso go mis miserias sobre el triunfador.
hasta 24 variaciones sobre un m is­ Afortunadamente, hay esperanzas de
mo tema (el «Capricho n° 24») en su una futura redención si el envidioso
«Rapsodia sobre un tema de Pagani­ persevera en su pasión verdadera. En
ni». Aunque formaban un todo m a­ otra liga, o más bien otro deporte,
yor que la suma de las partes, fue la juegan los plagiadores, una suerte de
variación n° 18 (Andante cantabile) impostores altamente especializados
la que lo convirtió en eterno gracias en adjudicarse el mérito ajeno. Una
a una prodigiosa inversión melódica tupida red de influencias, adláteres
sobre el tema original. y zascandiles barojianos les permite
ocultar el secreto, su fuente de inspi­
Cuenta la leyenda que el adolescente ración, el grial oculto que suele pro­
Niccoló desapareció del mapa duran­ venir de alguien que no concede gran
te unos años y cuando volvió era tal importancia al prodigio; lo considera
su técnica y virtuosismo que todos inacabado, en constante evolución,
daban por hecho que había vendido nada que merezca la pena ser loado
todavía porque no es más que una —Pero, Paco, ¿cuál es la variante co­
aproximación de tantas posibles. rrecta de tu apellido?
—La que más te guste...
A veces me imagino a Seirul°°lo en­ —¿Y eso del triple bypass, debo pre­
cima de un tejado en una noche es­ ocuparme?
trellada, esboza una sonrisa picarona —No hagas caso, es un truco de m a­
y porta un Guarnen del Gesú entre gia..., ya sabes: una necesaria rein­
mentón y clavícula. La pierna dere­ vención de m í mismo inspirada en
cha la tiene situada en escuadra, por los fractales de M aldenbrot y las 32
encima del muslo izquierdo, como si variaciones de Goldberg.
quisiera reajustar los pelvitrocanté- Genial Paco.
reos de su maltrecha cadera. Inter­
preta una nueva variación al mismo Julio Tous Fajardo
tema; para desesperación de sus pla-
giadores, displicencia fingida de sus
despreciadores e inspiración de sus
seguidores, que soñaremos con apro­
ximarnos a ese hilo conductor que
nos perm ita componer otra varia­
ción perpetuadora del legado.
B H
acerca de este m
m PM

En 1991 nació en el INEFC Centro Se compenetraban perfectamente y


de Barcelona un grupo ideológico pronto consiguieron superar los pri­
formado en sus inicios por Paco Sei­ meros obstáculos, que sin ninguna
rul-lo, Xesco Espar y Marcel-lí Mas- duda fueron los más arduos. Discu­
safret. Ya por aquel entonces Gerard siones interminables lideradas por el
Moras y Josep María Padullés —que profesor Seirul-lo llevaron al grupo
poco a poco fueron integrándose en a encontrar una alentadora orienta­
el grupo— compartían la inquietud ción regeneracionista desde el pri­
de m edir las cosas para que tuvieran m er momento. Sobre la base de que
algún sentido en un m undo —el del el deportista y el movimiento son
entrenam iento— excesivamente ba­ realmente el núcleo y punto de parti­
sado por aquel entonces en la subjeti­ da para una nueva estructuración del
vidad. Poco a poco fueron aparecien­ entrenamiento en los deportes colec­
do nuevos actores en escena, algunos tivos, evolucionaron hacia una con­
de ellos discípulos de esa prim era cepción diferente del entrenamiento
generación, como Julio Tous, Javier basada en la intuición y la experien­
Jorge, Richi Serrés y Dani Romero, y cia, pero también —aunque en menor
otros provenientes del INEFC Cen­ m edida— en el conocimiento cien­
tro de Lérida, como Joan Solé. tífico. A Paco Seirul-lo —que debe
ser considerado el alma creativa del
El inequívoco punto de partida y grupo— le debemos las ideas más in ­
principal fuente de inspiración del novadoras, si bien el talento del resto
grupo fue desarrollar una renova­ de componentes, a modo de contra­
da teoría del entrenamiento basada peso, cristalizaba poco a poco todo el
en las connotaciones propias de los saber en propuestas prácticas arries­
deportes llamados «colectivos». Sus gadas para muchos y controvertidas
componentes, como si de un conjun­ para otros. A lo largo de los años, los
to de música de jazz se tratara, toca­ componentes del grupo han podido
ban temas distintos y provenían de experimentar con sus ideas como en­
deportes diferentes, pero se dieron trenadores y preparadores físicos al
cuenta de que su música sonaba bien. más alto nivel. Paco Seirul-lo, como
preparador físico del prim er equipo formador multidisciplinar; Dani Ro­
de balonmano del FC Barcelona y mero, como preparador físico perso­
posteriormente del de fútbol; Xesco nal o readaptador de numerosos ju­
Espar, como preparador físico y en­ gadores profesionales de baloncesto,
trenador del equipo júnior y después fútbol y tenis, además de coordina­
del prim er equipo de balonmano del dor de preparación física en varios
FC Barcelona; Marcel-lí Massafret, centros privados de entrenamiento;
como entrenador y coordinador de y Joan Solé, como preparador físico
baloncesto en clubes de diversas ca­ del prim er equipo del FC Barcelona
tegorías y posteriormente prepara­ y preparador físico de golfistas pro­
dor físico de la selección nacional de fesionales.
waterpolo; Gerard Moras, como en­
trenador y preparador físico de volei- Llevar sus convicciones a la práctica
bol y vóley-playa en clubes, centros les ha dado mucha seguridad y cre­
de tecnificación, alto rendimiento y dibilidad a la vez que les ha aporta­
selecciones nacionales; Josep María do la necesaria visión crítica de las
Padullés, como entrenador de atletas cosas. El grupo, con el afán de pro­
de alto nivel, y pionero del control y yectar sus hallazgos y tras organizar
valoración de la carga en los deportes varios seminarios, cursos de verano,
colectivos; Julio Tous, como prepara­ monográficos y posgrados durante
dor físico especialista en fuerza de los la década de los 90, decidió en el año
primeros equipos del FC Barcelona, 2003 que estaba preparado para salir
Juventus de Turín, selección italiana a escena con su proyecto académico
y Chelsea FC; Javier Jorge, como pre­ más ambicioso: el Máster Profesional
parador físico de baloncesto en las en Alto Rendimiento en Deportes
categorías inferiores del FC Barcelo­ de Equipo de Barcelona. Sin nin­
na durante una década y preparador guna duda, este máster supuso una
físico en el RC de Polo de hockey auténtica revolución intelectual en el
hierba; Richi Serrés, como entrena­ campo del entrenamiento y ha pro­
dor mental de deportistas y equipos porcionado desde entonces una in­
de alto rendimiento, empresario y tensa trayectoria repleta de evolución
e ideas originales basada en una in­
eludible y constante reinvención para
dar cabida a los rápidos avances en el
conocimiento. Su mimesis creativa
ha ejercido una gran influencia en la
forma de entender el entrenamiento
en los deportes colectivos, sobre todo
en las nuevas generaciones de entre­
nadores y preparadores físicos, algu­
nos de los cuales ejercen en clubes de
prestigio internacional.

En la actualidad, los integrantes del


grupo ideológico siguen fascinados
por el entrenamiento deportivo y al
mismo tiempo sienten la intensa ne­
cesidad de compartir sus inquietu­
des; esta ha sido, sin ninguna duda,
la poderosa razón que les ha llevado
a presentaros con ilusión y hum ildad
este libro.
prólo
Este libro incluye la filosofía, cono­ rán tareas especiales de Nivel III, Ni­
cimientos, procedimientos y aplica­ vel IV y Nivel V de juego reducido y
ciones del entrenam iento estructu­ tareas de Nivel V de juego real. Para
rado (EE) a través de las principales cada uno de estos niveles se construi­
estructuras que lo componen: condi­ rán situaciones simuladoras prefe-
cional, coordinativa, cognitiva y so- renciales (SSP) con diferentes niveles
cioafectiva. El EE, desarrollado en los de exigencia. En esta segunda parte
capítulos 1 y 6 como núcleo central de la propuesta de entrenamiento
de la propuesta, tiene como reto de­ debe predom inar la estructura coor­
sarrollar una metodología que prepa­ dinativa (Capítulo 3) o cognitiva
re al deportista para entrenar y para (Capítulo 4).
competir en los deportes de equipo
(DE). Este reto se desarrollará a tra­ Alrededor de toda la propuesta, a
vés de un diagrama de capas (Figura modo de capa superficial, se encuen­
1) que desglosamos a continuación. tra la estructura socioafectiva (Capí­
tulo 5) como elemento ineludible que
Preparar para entrenar implica la nos perm itirá saber cómo y por qué
inclusión de ejercicios genéricos de ganamos. Finalmente, como conteni­
Nivel 0 (Orientado), generales de do transversal pero no por ello menos
Nivel I y dirigidos de Nivel II. Para relevante, se abordará la inserción de
cada uno de estos niveles se plantea­ la acción preventiva (Capítulo 7) y el
rán estrategias de entrenamiento ba­ control de la carga en los deportes de
sadas en el desarrollo tridimensional interacción en espacio compartido o
y cuadrimensional de la fuerza, que DIEC (Capítulo 8).
construirán finalmente el universo
tridimensional de la preparación del
deportista. Esta prim era parte de la G erard M oras Feliu
propuesta de entrenamiento se fun­
damenta en la predom inancia de la
estructura condicional (Capítulo 2).
En preparar para competir se diseña­

17

¿entrenamiento
estructurado en los
deportes de
equipo?_ _ _ _ _
El deportista como Estructura Disipativa se
auto-estructura según procesos dialógicos
que proporcionan la continua interacción
dinámica entre formas operacionales con­
sideradas incompatibles por el paradigma
clásico de entrenamiento.
Francisco SeiruHo vargas
osiblemente no nos confundimos al entender que los DE son demasiado

P complejos para ser observados, comprendidos y enseñados desde la simpli­


cidad conceptual que nos aporta el conocimiento de las teorías conductis-
tas y mecanicistas —como se ha venido haciendo hasta ahora—, pues estas —con
su visión lineal y monocausal— no abarcan la infinitud de alternativas de toda
naturaleza que subyacen en el desarrollo del juego colectivo.

Nos alegra encontrarnos en un m omento apasionante en el desarrollo del entre­


namiento de los DE, que quieren desligarse de los postulados del deporte indi­
vidual, cuyo progreso continúa vinculado a la ciencia clásica basada en teorías
instaladas en conceptos como: la linealidad operacional causa-efecto; entender al
hum ano deportista (EID) como una m áquina convencional; asegurar que existen
ciertos conocimientos del juego que son mejores para el HD que otros; que el lla­
mado «progreso» es la mejora desde una base genérica cuantitativa hasta la cima
cualitativa de una simbólica pirámide; que para conocer un fenómeno hay que
descomponerlo para analizar sus partes; en fin, que la observación de cada parte
y su control es el camino de la ciencia, pues de esta forma se puede repetir tal
fenómeno cuantas veces sea necesario (aun cuando esté fuera del contexto donde
se observó) para ser aprendido y finalmente automatizado por el HD con el fin de
obtener un mayor rendimiento.

Todos estos conceptos son enormemente útiles para el entrenamiento y la com­


prensión de los deportes individuales que, sustentados por ciertas ciencias, han
obtenido resultados incuestionables durante todo el s. XX, por lo que m ultitud de
entrenadores se han animado a utilizarlos de la misma forma en los DE desesti­
mando la naturaleza claramente distinta de los deportes individuales. Nosotros
proponemos que se liberen de este pasado que ya dio sus frutos y que ahora pue­
dan enfocarse —con la aportación de las ciencias de la complejidad— hacia una
comprensión adecuada a la naturaleza del deporte de equipo y a la realidad de
los acontecimientos del juego, donde el HD tiene que competir en un marco de
interacciones dinámicas —a veces inesperadas, en parte desconocidas y siempre
irreproducibles— que no pueden ser entrenadas según metodologías tradicio-
les. Nos encontramos (afortunadamente) en un entorno diferente perfectamente
nuevo conformado por episodios preñados de incertidumbre, variabilidad, tu r­
bulencias, autoorganización y emergencias, donde los criterios acumulativos y
monocausales no tienen cabida, pues causalidad implica reduccionismo, querer
reducir un fenómeno o una dinámica de situaciones a las partes que los explican.
Esto es totalmente contrario al concepto de emergencia, valor diferenciador de los
DE, que consiste en discernir por qué de poco surge mucho, y lo mucho no es re-
ducible solo a los elementos que aparecen como su causa. Creemos que interpre­
tando las conclusiones de la teoría de la relatividad general, la física cuántica, el
principio de incertidumbre, la teoría de sistemas dinámicos y demás ciencias de la
complejidad disponemos de instrumentos teórico-metodológicos suficientemen­
te adecuados para que entrenadores y técnicos podamos identificar los episodios
y acontecimientos del juego en los DE desde una perspectiva que facilite propo­
ner tareas de entrenamiento distintas y disponer de la información adecuada para
optimizar al HD en su empeño competitivo.

Si bien es cierto que todas estas ciencias se han desarrollado y aplicado en ámbi­
tos distintos del deporte —para explicar y explorar investigando la naturaleza y la
sociedad, de m anera preferente—, entendemos que utilizando sus logros con im a­
ginación, pulcritud y respeto (hasta que se hayan investigado nuestras prácticas
de acuerdo a ellas) podemos interpretar sus teorías y conceptos para dar soporte
a una nueva teoría de entrenamiento para los DE. Hemos tomado esta decisión
entendiendo que el paradigma de la complejidad es altamente congruente con
la naturaleza del juego de los DE, donde el HD comparte el espacio-tiempo con
otros HD en interacciones inciertas susceptibles de ser entendidas de modo ho-
lístico-sistémico, no solo en un plano o contexto sino en multiniveles y escalas
esencialmente variables y dinámicas, pues así se conforman los episodios del jue­
go en los DE, a los que nos referiremos a partir de ahora como DIEC. No solo los
DIEC, sino también algunos deportes individuales donde se comparte el espacio
de acción en términos de cierta proximidad con el oponente (como los deportes
de lucha), sin duda alguna podrán beneficiarse de la ciencia de la complejidad.
También pueden compartir procedimientos y sistemas deportes tan sofisticados
como el motociclismo (en muchas de sus especialidades), el tenis e incluso el golf,
y algunos otros menos reconocidos practicados en la naturaleza como el piragüis-
mo o la escalada.

Para finalizar, como lector deberás asumir el compromiso de esforzarte para iden­
tificar en los textos de los distintos autores de este trabajo los valores sistémicos
que subyacen a todas las propuestas (aunque en alguna de ellas no lo parezca),
pues nuestra coherencia individual impregna todas las aportaciones. También
deberás evitar tu posible sesgo confirmatorio al estudiar estos textos si realmente
deseas modificar tus prácticas de entrenam iento hacia las nuevas expectativas que
conforman el paradigma de la complejidad y que nosotros te proponemos.

el' ■
Podemos afirmar que la práctica llevada a cabo por los entrenadores con intui­
ción, rigor y ciertos conocimientos nacidos en la tradición, junto con el talen­
to de sus deportistas, han sido los factores determinantes para poder instaurar
inicialmente los fundamentos y progresar en el conocimiento del entrenamiento
deportivo. De esta forma, se han ganado el reconocimiento y la consideración
de los deportes básicos como la halterofilia, el atletismo y las distintas especiali­
dades gimnásticas, pues gracias a que sus entrenadores han logrado mejorar la
eficiencia de sus entrenamientos y el rendim iento en competición se han podido
desarrollar modelos de entrenamiento para mejorar la fuerza, la velocidad y la re­
sistencia. También se han desarrollado metodologías válidas para la enseñanza y
aprendizaje de las técnicas completas que conforman los saltos y lanzamientos en
algunas de sus especialidades; así como la manipulación de objetos y el desarrollo
de las capacidades facilitadoras, que sin duda han constituido el compendio de
capacidades comúnmente aceptadas como fundamentales en el entrenamiento
deportivo y que desde sus inicios han constituido los contenidos de estudio de
esta materia. Ha sido con posterioridad cuando ha surgido el interés por algunas
ramas de otras materias —ajenas hasta este momento al entrenamiento y consi­
deradas más científicas—que se habían desarrollado con anterioridad en otros
campos del conocimiento, y que a base de investigaciones han ido cimentando
aquellas intuitivas prácticas transformándolas en corpus de conocimiento cien­
tífico mediante la observación de los patrones regulares que se dan en la compe­
tición. Se ha ido construyendo, además, una cierta tecnología y procedimientos
específicos para su experimentación —sobre todo en los deportes antes m encio­
nados—que se han erigido como «ciencias auxiliares» del entrenamiento, y así se
las ha considerado. A partir de sus logros se han podido definir principios, leyes
y sistemas generales de entrenamiento que, contrastados con posterioridad en la
práctica, han conseguido que el rendimiento de los deportistas en sus competi­
ciones haya progresado y han conducido a generar más conocimiento, comple­
tando así una —ya más reconocida— Teoría de Entrenamiento Deportivo con
cierta fundam entación científica.

las teo
Estos planteamientos han perm itido el desarrollo del deporte durante el s. XX
basándose principalmente en teorías conductistas y mecanicistas que han sido
utilizadas para la enseñanza y posterior entrenamiento de todos los deportistas
desarrollando, por un lado, modelos para enseñar las distintas técnicas que los
respectivos reglamentos deportivos proponen y, por otro, los sistemas de entre­
namiento que convalidan esas técnicas para competir en las diferentes m odalida­
des. En la Figura 2 queda patente el planteamiento dicotómico (cuerpo-mente)
figura 2. Planteamiento dicotómico (cuerpo-mente) dominante en la cultura occidental

DEPORTES. XX
Se desarrolla p or m edio de su...
ENSEÑANZA

MENTE
CUERPO

Procesos basados
sados en... j
Teorías Conductistas
Teorías Mecanicistas

LO OBSERVABLE
LO MESURABLE
Psicología
Pedagogía Fisiología
Filosofía Física
M etodología M edicina
Biom ecánica
dominante en la cultura occidental que ha impregnado todas las actividades a las
que se enfrenta el HD en su práctica deportiva. Durante el aprendizaje de su de­
porte se han aplicado conocimientos de la psicología, pedagogía... y para mejo­
rar su rendimiento en competición, los aportes de la fisiología, la biom ecánica...
De esta forma, se define un modelo de entrenamiento atomizado pluridisciplinar
donde, y valga como ejemplo, para mejorar el entrenamiento de algún aspecto
técnico del HD confluyen en la propuesta aspectos parciales y a veces inconexos
de metodología, biomecánica, psicología y física, además de alguna tecnología
específica; o para mejorar la resistencia se acude a la metodología, la fisiología y a
técnicas analíticas propias de la medicina. Estas aproximaciones que parcialmen­
te exponemos nos perm iten apreciar el carácter pluridisciplinar que caracteriza el
entrenamiento y que tiene su explicación en las aportaciones parciales que cada
ciencia hace al fenómeno deportivo (que, atomizado, es aislado de su contexto y
observado como materia de investigación). Es el entrenador quien debe integrar­
las a su m anera (según sus conocimientos, medios e intenciones) para encon­
trarles utilidad en las prácticas de cada día. Actuar dentro de los parámetros que
proponen estas ciencias le asegura, con un alto nivel de certeza, que su entrena­
miento es el adecuado para lograr ciertos aspectos de sus objetivos. De esta forma,
nos encontramos bajo la influencia del «Paradigma de la simplificación» —como
lo denomina M orin (1982-1990) (1)— cuyos principios, leyes y metodologías han
dominado la constitución de los fundamentos del Entrenamiento Deportivo y la
ciencia durante el s. XX.

En la Figura 3 podemos ver la génesis de la teoría del entrenamiento de los de­


portes elaborada por las investigaciones que han ofrecido un grupo de ciencias
llamadas «aplicadas» que, en colaboración con los entrenadores, han proporcio­
nado los contenidos específicos para cada deporte, principalmente en los depor­
tes individuales —en los que, por naturaleza, resulta más asequible la aplicación
de las metodologías de investigación clásicas—. Así se han obtenido modelos de
entrenamiento que se utilizan para mejorar cualidades concretas, que se entien­
den transferidas a las necesidades que ese deportista tiene de ellas; es decir, que
EL ENTRENAMIENTO DEPORTIVO COMO RESULTADO DEL PARADIGMA DESIMPLIFICACIÓN

El conductism o y el m ecanicism o han sido las


principales doctrinas que influyen en las ciencias del S.XX

Estas ciencias con sus investigaciones han estudiado


las exigencias de los diferentes dep ortes y
desarrollado su entre n am ie n to en...

TECNICA

TACTICA JUEGOS APLICADOS

PREPARACIÓN FÍSICA PREDEPORTES

PREPARACIÓN PSICOLÓGICA ENTRENAMIENTO GENÉRICO-


INTERRELACIONADO

ENTRENAMIENTO INVISIBLE

Proponen para cada d ep o rte m odelos cerrados


pluridisciplinarios que se aplican a los
deportistas para que se adapen a ese
universal m odelo de práctica

El progreso del m odelo se logra p or ‘evolución co n tra stad a’


ese jugador se «adapta al modelo» existente para mejorar su rendimiento, aplica­
do en mejorar esa cualidad sea cual sea su deporte. Ese modelo se va ajustando al
deporte cuando supera la prueba de la competición exitosa, en lo que podemos
llamar evolución contrastada, pues asegura en cierta m anera que todos los depor­
tistas que sigan ese método obtendrán mejoras en su rendimiento competitivo en
dicho deporte. Estos modelos se definen por tradiciones como: «Más de lo bueno
es siempre mejor.», «Lo cuantitativo precede a lo cualitativo y es necesario cons­
truir una base cuantitativa amplia de las cualidades para lograr después valores
cualitativos de ella.» y otras muchas, además de por unos principios —con una
base supuestamente científica— ya por todos conocidos que han llevado a que
una práctica, por haber tenido éxito en los deportes individuales, se haya aplicado
en los mismos térm inos en los DE. Debemos concluir que la concepción mecani-
cista describe un entrenamiento lineal reversible y repetitivo de valor universal,
mientras que los DIEC necesitan de un proceso en permanente construcción que
se ajuste con total preferencia al HD.

el nuevo para
El llamado paradigma de la complejidad tiene su origen en la distinta interpreta­
ción de los seres vivos, la naturaleza y los fenómenos sociales que cierto número
de nuevas ciencias han ido proponiendo durante la segunda m itad del s. XX en
oposición al conocimiento mecanicista del paradigma de la simplificación, que
propone alcanzar conocimientos universales por medio de sus principios y leyes.
Este nuevo paradigma, en cambio, lo hace desde la diversidad de lo particular y
su particularidad altamente compleja. Provienen estas ciencias del gestaltismo, el
cognitivismo y el estructuralismo y tienen sus pilares en otras ciencias como la ci­
bernética, la biología, la genética y la teoría de sistemas, que nos ayudan a diferen­
ciar e identificar cuan inacabado, reduccionista y parcelado resulta el paradigma
r ¿entrenamiento estructurado en los
29

de la simplicidad, cuyos principios conducen a la reducción, análisis, abstracción


y disyunción de los fenómenos.
figura 4. Diferentes formas de interpretar el modelo de entrenamiento en los paradigmas clásico y nuevo

En la Figura 4 vemos en un prim er alcance las diferentes formas de interpretar


el modelo de entrenamiento en uno y otro paradigma. Este cambio de «diana»
facilita modificar los procedimientos y observaciones desde la universidad del de­ PARADIGMA
porte a la particularidad del HD en un prim er paso y, a partir de ello, centrarnos
en el HD como objeto preferente de estudio, entendiéndolo como una estructura
disipativa que se autoestructura según procesos dialógicos que proporcionan la
continua interacción dinámica entre formas operacionales consideradas incom ­
patibles por el paradigma clásico. Pongamos como ejemplo el orden y el desor­
den, la organización prescrita y la autoorganización.

En la Figura 5 vemos el alcance que tiene el nuevo paradigma en la concepción


de aspectos funcionales del HD claramente diferenciados del paradigma de la
simplificación. Estos argumentos proponen la obligación de comprender e inter­
pretar en otra dimensión los aspectos del juego para lograr entrenamientos en
los que el HD se vea sumido en acontecimientos situacionales compatibles con
él y donde necesariamente tendrá que aparecer la automodelación individual que
logrará optimizar la funcionalidad del HD en térm inos de autoestructuración di­
ferenciada, permitiéndole solucionar los acontecimientos que conforman los di­
ferentes DIEC en los que participe. Nos vemos obligados a usar otra terminología,
pues los conceptos cambian; así, por ejemplo, mejora o aumento del rendimiento
debe ser sustituido por optimización, pues la mejora supone que un factor aum en­
ta linealmente —hacia más (+)— en su rendimiento haciéndolo válido universal­
mente, mientras que la optimización supone ampliar el ámbito de relaciones de
ese factor con otros de otro nivel, conjugándose así multiniveles de interacciones
dinámicas propiciadoras al mismo tiempo de lo interactivo y lo introyectivo. Y, si
bien el HD puede navegar en ambas dimensiones, los DIEC exigen a sus practi­
cantes la optimización, pues esta logra la autoestructuración; es decir, las propias
formaciones constituidas por las interacciones multinivel descritas, que opera-
cionalmente son más compatibles con las condiciones de los acontecimientos
del DIEC. ¿O acaso realizar un pase a un compañero, cuya situación es en algún
aspecto ventajosa respecto del pasador, es algo monocausal o lineal? No, no lo es,
luego no puede ser comprendida ni entrenada por el HD en unas condiciones que
no sean las propias del deporte que practica.

figura G. Deporte S. XXI. El desarrollo integral del deportista

DEPORTES. XXI

Se desarrollará por m edio del


desarrollo integral del dep ortista

Su enseñanza y su entrenamiento es un proceso único de optimización del deportista

APOYADOS POR:

Biología Organicista
Neurociencias
Teoría de los sistemas
Teoría de la información
Teorías Ecologistas

Logran la automodelación del deportista y su autoestructuracíón


En la Figura 6 vemos resumidas las indicaciones descritas, cosa que nos permite no diferentes tipos de energía e información en forma de flujos diferenciados de
compararla con la Figura 2 y apreciar las grandes diferencias ontológicas que nos datos y , para utilizarlos, los transforman en flujos bioenergéticos y bioinforma-
conducirán al desarrollo de una teoría de entrenamiento específico para los DIEC. cionales que les perm iten m antener estable su estructura lejos del equilibrio y a la
Esta teoría de raíz sistémica propone practicar desatendiendo a sistemáticas y vez provocan cambios en su funcionalidad, lo que antes hemos llamado optimiza­
propuestas jerárquicas. Por el contrario, requiere aceptar fenómenos y procesos ción. Fue Prigogine (1967) (2) quien pudo explicar cómo los seres vivos, gracias
en paralelo y multinivel; prestar atención a lo novedoso, lo único y lo emergente a su metabolismo, son capaces de mantenerse en estados estables pero alejados
multicausal; actividades prácticas flexibles sin un control rígido que perm itan la del equilibrio. Los identificó como estructuras disipativas dando las claves para
autoorganización, así como la no linealidad, aceptando la incertidumbre, la ines­ entender esta posibilidad que hace a cada individuo único e irrepetible como con­
tabilidad y las turbulencias como rasgos diferenciadores del entorno específico secuencia de los procesos que lo conformaron en su entorno específico.
de los DIEC. En fin, que el orden y el desorden son transiciones necesarias para
comprender la topología del entorno, que en los DIEC es esencialmente variable, En los HD estos procesos perm iten que la energía, la materia y la información
incierto e irrepetible. Este es el escenario en el que el HD debe actuar y la teoría del entorno se puedan transform ar en bioenergía, biomateria y bioinformación
del entrenamiento tiene que hacer sus propuestas de práctica para obtener una utilizables para su autoconformación (autopoiesis) en el transcurso de su vida;
optimización perm anente de los jugadores entrenando en contextos reales, pues se obtienen por medio de la intervención de los diferentes sistemas específicos y
la investigación y la práctica del HD —como sistema complejo adaptativo auto- complejos de que dispone, que a su vez están compuestos por subsistemas tam ­
poiético que es— no puede realizarse en entornos ajenos a la realidad de com­ bién complejos, pues están así mismo conformados por otros (criterio m ulti­
plejidad competitiva en la que el HD tiene que actuar. Lo complejo no puede nivel), cada uno con una específica y reconocida funcionalidad diferenciada, y
ser aprendido analíticamente, es necesario interactuar en un entorno unificado como consecuencia de relaciones intersistémicas e intrasistémicas confieren al
donde se establezcan interacciones entre todos los aspectos que tienen influencia HD esta unicidad de su estructura, ya que así es como se manifiesta en sus interac­
significativa en la optimización del HD. El paso siguiente es la propuesta de iden­ ciones con el entorno. La única m anera en que nosotros podemos intervenir en
tificar a los HD desde parám etros sistémicos como agentes que, al interactuar con su autoconformación es proponiéndole modificaciones significativas específicas
el medio y entre sí, se optimizan adaptándose y aprendiendo del medio en el que del entorno con el que debe interactuar, para que pueda encontrarse con los valo­
viven, modificando su funcionalidad, pero nunca en los mismos términos. res de diferente naturaleza que consideremos necesario integrar en los referidos
sistemas y subsistemas. Estos intervendrán necesariamente en diferente medida
y frecuencia temporal, según hayamos modelado los elementos significativos de

eljügaior ¡ las interacciones presentadas en los variados escenarios del entorno específico
que propongamos para las distintas sesiones de entrenamiento y competiciones
en que el HD deberá participar para conseguir su optimización. El alcance de esta
Entendemos al HD, desde el respeto al aporte de las ciencias de la complejidad, ontología unicista es tal que nos permite interpretar al HD desde esta perspectiva
como un sistema adaptativo complejo y autopoiético, pues se les describe como sistémica y al entrenam iento de los DIEC, de acuerdo con ello, de distinta m ane­
sistemas abiertos, es decir, que están capacitados para intercambiar con el entor­ ra, más en concordancia con la naturaleza del HD aquí mostrada.
En la Figura 7 proponemos un modelo explicativo del HD que permite congeniar
la teoría con la práctica, pues según esta m anera de entender al HD lo coloca­
mos como objeto central del entrenamiento, como un agente adaptativo capaz
de interactuar en el entorno competitivo y de entrenamiento de un determinado
DIEC, donde deberá intercambiar flujos energéticos de variados contenidos en su
entorno específico que provocarán su autopoiesis en todas las dimensiones que
hemos propuesto, facilitándonos la comprensión de su funcionalidad sistémica.

figura 7. El humano deportista como estructura

HUMANO DEPORTISTA

Com o estructu ra

Bioenergética
Condicional
Cognitiva
Coordinativa
Socio-Afectiva
Emotivo-Volitiva
Expresivo-Creativa
M ental
Entendemos de esta forma al HD como una estructura disipativa resultante de la
capacidad de interconexión entre todas estas dimensiones. Esta unicidad estruc­
tural le proporciona ámbitos diversos de interacción con el exterior (entorno) y
de introyección con su interior gracias a los multisistemas compartidos en parte
por las diferentes estructuras manifestadas. Así de compleja es la estructura, pues
—como antes vimos— está constituida por varios sistemas también complejos y
estos a su vez por otros subsistemas, realimentándose en diferentes niveles intra-
sistémicos que, por estar altamente compartidos, nos perm iten entender su total
integración, pues están interconectados según criterios de complementariedad
que les confieren la posibilidad de interaccionar con el medio en multidimen-
siones no lineales propias del HD. Podemos entender ahora, observando desde
la complejidad a este HD, cómo una única estructura disipativa que se confor­
ma desde su unicidad intersistémica —constituida por múltiples bucles de reali­
mentación positiva y negativa intraintersistémicos según los criterios que hemos
visto—, configura una funcionalidad única para cada HD que podemos cifrar en
las multidimensiones propuestas anteriormente en la Figura 7 y que ahora expli-
citamos en la Figura 8. De esta forma, podemos obtener una versión sistémica
del HD desde su multifuncionalidad, que le permite interactuar en todas estas
dimensiones y en cada una con determinada prioridad, según las condiciones del
entorno que los reglamentos de los distintos deportes proponen.

Esta prioridad nos permite configurar situaciones de entrenamiento para los


DIEC adecuadas a la realidad funcional del HD logrando así congeniar la teo­
ría de sistemas con la práctica del entrenamiento en los DIEC. Estábamos hasta
ahora apegados a las seguridades que propone el paradigma mecanicista globa-
lista y con esas propuestas nos hemos atrevido a lidiar con entornos singulares y
complejos, pero con esta propuesta de HD nos desligamos de aquellas prácticas y,
gracias a su funcionalidad sistémica, lograremos identificar condiciones de prác­
tica que cumplan los requisitos de complejidad exigidos por la singularidad de
cada HD (que no se autoconforma como ningún otro, aunque hayan realizado
las mismas experiencias interactivas en casi idénticos entornos de entrenamiento,
36

debido a que diferentes nuevas características emergen de forma inesperada en


cada uno por separado, consecuencia de cómo se realizaron las conexiones inter-
sistémicas a diferentes niveles con anterioridad). De aquí que la contingencia de
los acontecimientos vividos durante el tiempo de práctica ejecutado por el HD
sea determinante en la conformación única de cada HD y sus posibilidades espe­
cíficas de interacción en los entornos complejos de los DIEC.

figura 8. El humano deportista como estructura disipativa

HUMANO DEPORTISTA

Como
ESTRUCTURA DISIPATIVA

Cuya funcionalidad se dim ensiona com o ESTRUCTURA:

Bioenergética
Condicional
Cognitiva
Coordinativa
Socioafectiva
Emotivovolitiva
Expresivocreativa
M ental
37

funcionalidad sistémica
y entre
Entendemos que, al haber aceptado la alternativa paradigmática de la compleji­
dad como rectora de estos fenómenos, debemos justificar y explorar si realmente
proporciona posibles parámetros de entrenamiento para los DIEC diferentes a
los ofrecidos por el modelo tradicional del deporte individual, pues de no ser
así nada de lo expuesto tendría ningún sentido. Nos centraremos en el hecho de
que proponer al HD como objetivo prioritario del entrenamiento e interpretarlo
(desde el respeto al nuevo paradigma) como una estructura disipativa autopoiéti-
ca permite apreciar una diferencia altamente significativa: mientras el paradigma
de la simplificación contempla su funcionalidad desde una perspectiva estática
(consecuencia de la suma de los estados funcionales de sus componentes por se­
parado), la sistémica lo entiende como resultante de la dinámica organizativa de
todos sus componentes, que son integrados como estructuras multinivel confor­
madas por sistemas complejos dentro de sistemas autoestructurados mediante
interacciones intrasistémicas conectadas en forma de redes, y que se caracterizan
porque todo es uno interconectado y nada es más importante. Como consecuencia,
la funcionalidad que muestra es diferente a la lograda por cada sistema por sepa­
rado; por ser la autoformación de su interconectividad consecuencia y efecto de
todos los condicionantes del entorno en el que el HD interactúa, las característi­
cas de práctica de los DIEC deben regir las propuestas de tareas de entrenamiento
que se deberán practicar en las sesiones y, por tanto, serán diferentes a las que se
proponen en los deportes individuales.

Pongamos como ejemplo algunas de las necesidades que presenta «la carrera» en
los DIEC y observémosla desde la complejidad específica necesaria: los aspectos
coordinativos intersegmentarios específicos y su reequilibrio global están m edia­
tizados por la presencia de móviles utilizados en las técnicas de los diferentes
DIEC. La intencionalidad del desplazamiento se ve frecuentemente modificada
por la intervención de oponentes, lo inesperado debe ser resuelto y la creatividad
debe estar presente, no resolverse de m anera automatizada. La conexión fluida,
o su interrupción, con otras formas de desplazamiento es habitual en cada situa­
ción de lucha con el oponente. Su soporte energético no es predecible ni clasifi-
cable como en una prueba de atletismo, pues las condiciones del entorno en los
DIEC son solo predecibles estadísticamente y en algunos DIEC aleatorias... Estas
diferencias, por no nom brar algunas más, son evidentes. Entonces, ¿por qué se
entrena como en el atletismo, deporte individual, esta capacidad para los DIEC?
Posiblemente por no disponer de esta visión paradigmática, tanto del deporte
como del HD que lo practica, que ahora tenemos gracias a las ciencias de la com­
plejidad.

Si aceptamos la funcionalidad sistemática del HD debemos identificarnos con


una práctica de entrenamiento propuesta dentro de los parámetros de comple­
jidad necesarios para ofrecer al HD situaciones que favorezcan su optimización.
Concretamos estos parámetros de la siguiente manera: diseñaremos situaciones
de práctica variada en el entorno de una prioridad funcional, pero que a su vez
comprometan simultáneamente en sus repeticiones variadas a las demás catego­
rías funcionales próximas a esa preferente, para así ajustarnos a la unidad funcio­
nal mostrada por la estructura, propiciando la interacción multisistémica necesa­
ria para optimizar al HD practicante de los DIEC.

Los conceptos de carga progresiva y genérica no son preferentes en el tiempo a los


de alternancia y especificidad, pues estos últimos nos llevarán a descubrir posibili­
dades sinergéticas específicas que suplirán a aquellos más lineales en la mayoría de
las situaciones de entrenamiento. Las secuencias y contenidos de las interacciones
que propongamos en los entrenamientos no pueden atender exclusivamente a los
intereses del entrenador, influidos por su formación e interpretación personal del
deporte, sino que deberán ser abiertos y cualitativos, entendidos como necesarios
para ese determinado jugador —o equipo— en ese momento de su vida deportiva,
negociados con él —y ellos— tras un necesario tiempo de práctica compartida y
observadas sus competiciones bajo criterios de complejidad, para de esta forma
ajustar las posteriores prácticas al HD y así lograr hacer de él el objetivo del pro­
ceso. Todas las prácticas deberán ser ejecutadas en grupo para que se den las con­
diciones específicas de los DIEC y puedan ofrecerse alternativas de situaciones de
complejidad adecuadas a esta clase de deportes de interacción.

A partir de estos parámetros, y otros más que iremos esbozando, dispondremos


de indicios sobrados sobre las diferentes condiciones de práctica que la concep­
ción sistémica y holística del juego y del jugador del paradigma de la comple­
jidad nos ofrece, y lograremos obtener formas y contenidos de entrenamiento
específicos para los DIEC altamente diferenciados de los del deporte individual,
que iremos exponiendo en capítulos posteriores. Proponemos así una teoría del
entrenamiento de los DIEC congeniando las teorías de la complejidad con unas
prácticas de entrenam iento basadas en ellas que hacen posible la construcción de
nuevas metodologías, procesos de planificación y control y demás aspectos que
deben conformar las nuevas teorías del entrenamiento para los DIEC, primero de
forma genérica y después para cada una de las especialidades.
estructura
adicional
¡(itroduo
orría el año 1994 y aparecieron por prim era vez en mi vida dos integrantes

C de la Escuela de Barcelona. No hablo del grupo de directores que en los 60


hicieron una propuesta de cine a contracorriente, pero sí del mismo tipo
de insurrección contra lo prestablecido. Paco SeiruMo era como Pere Portabella,
inclasificable. Me llevó años descifrar los mensajes subyacentes de aquellas pri­
meras conferencias, los mismos que necesitará cualquiera que se inicie en la obra
de Portabella El Silencio antes de Seirul-lo. Por otro lado, a Marcel-lí Massafret le
correspondería el papel de Joaquim Jordá y su cine comprometido, de batalla, a
pie de calle. Gracias a él me di cuenta de que en Barcelona estaba emergiendo un
nuevo paradigma de entrenamiento para los DE y, como quien dice, tomé el pri­
m er avión. «20 años no es n ad a...», quién me iba a decir a mí en aquel entonces
que me iban a encargar escribir el capítulo «Todo es Fuerza». ¡Qué responsabili
dad!, pero ¡qué reto más desafiante!

A este dúo habría que añadir a Xesco Espar (versión 1.0) y a dos outsiders ideo­
lógicos como eran Gerard Moras y Josep María Padullés. Si me puedo atribuir
algún mérito destacaría no solo divulgar sus ideas junto con el conocimiento
convencional del m omento en el libro Nuevas Tendencias en Fuerza y Muscula­
ción, sino fundamentalmente haber actuado como catalizador para que todo ese
talento —junto al de otros profesionales que se fueron uniendo paulatinamente al
grupo (Javier Jorge, Dani Romero, Joan Solé, Richi Serrés, etc.)— convergiese en
el máster de referencia en los deportes de equipo.

El grupo actuaba como un conjunto de células con identidad propia debido a que
al supuesto líder no le iba eso de las jerarquías verticales, pero sí los movimientos
horizontales y los pensamientos laterales. Sin embargo, las células hacían sinapsis
cuando alguien se atrevía a discutir el aforismo «Todo es Fuerza». Es importante
destacar que nos encontrábamos a finales del siglo X X , en un m omento donde
todavía se discutía la necesidad de introducir entrenamientos de fuerza en los DE.
Con la terminología hemos topado..., y es posible que sea más apropiado emplear
el término capacidades neuromusculares pero es que LA FUERZA es un concepto
demasiado épico como para ser sustituido así como así. «Por fuerza mayor», «La
fuerza de voluntad», «Una fuerza de la naturaleza», «La fuerza mental», «Fuerza

figura 8. La fuerza como capacidad física fundamental


RPA: repeateúpomability (capacidad de potencia repetida); ADM: amplitud de movimiento

CAPACIDAD FÍSICA FUNDAMENTAL


y honor», «La fuerza gravitatoria» «La fuerza del cariño, del destino, de la razón,
de la costumbre, de la palabra...», «Que la fuerza te acompañe». En la fuerza está
la génesis de la m otricidad y por ello en su optimización radica la de los movi­
mientos. La fuerza es la única capacidad física básica, el resto no son sino formas
de expresarla o, si se prefiere, evaluarla. En definitiva, fractales, la misma realidad,
pero a diferente escala. Gran caballo de batalla del profesor Seirul-lo, que por esta
noble causa fue desterrado de la Corte del Rey Alfonso VI por hereje. Un servidor
tomó humildem ente el testigo recibiendo trato análogo, pero estableciendo una
red de insurrectos que ya fue imposible de exterminar, pues se autoconfiguraron
cada vez más en el atrevimiento y el cuestionamiento de lo preestablecido. Para
desesperación de detractores y enemigos —de esos que a uno le honran—, esta
forma de aproximarse a la fuerza acompañó —sin daño aparente— a deportistas
legendarios en la consecución de resultados y éxitos fuera de lo común. Sus va­
loraciones y útiles sugerencias de cara a m antener la evolución perm anente de la
propuesta son el m otor de todo lo que hacemos, lo único que nos importa, lo que
compensa tantos años de esfuerzos y sacrificios. Aceptamos, por lo tanto, el reto
de defender a capa y espada el aforismo «Todo es fuerza», pero somos conscien­
tes de que nuestros intentos se reducirán a una aproximación al tem a en cuestión
(Figura 9). A pesar de ello, dicho viaje dará origen a unos residuos o posos que
esperamos que puedan aportar herramientas útiles para que los profesionales de
los DE puedan optimizar el rendimiento de sus jugadores. Ahora te paso la pelota
a ti. ¿Aceptas el reto «todo es fuerza»?

fundamentos para el diseño de una


propia. Hacia una fuerza basada en
Somos conscientes de lo que nos hemos perdido por no haber acuñado, al más
puro estilo americano, un acrónimo o un nombre con gancho para nuestra forma
de aproximarnos al entrenam iento de la fuerza en los DE. Este hecho se debe pro­
bablemente a que el origen y el final de todo lo que proponemos es el jugador y sus
necesidades. En este caso concreto, sus necesidades son las de sus movimientos
y nosotros siempre hemos querido actuar de manera análoga al arquitecto que
se adapta al encargo de un cliente: diseñar (construir) un program a (una casa)
de entrenamiento es toda una declaración de principios, valores y normas. Sin
embargo, podemos decir que estamos intentando entrenar la fuerza y la potencia
desde una aproximación combinada y funcional basada en el movimiento, de lo
que resulta —para quien lo necesite— un acrónimo. Por lo tanto, serán los movi­
mientos los que actuarán como eje vertebrador de la propuesta y no los grupos
musculares, cuyo papel será de meros ejecutores. De igual forma, pararse a pensar
en las formas de expresar la fuerza (antes «tipos de») es un debate que considero
estéril en nuestros deportes. Son las acciones o familias de movimientos las que
nos tienen que servir de punto de partida. Salidas o primeros pasos, frenadas o
últimos pasos, caídas o aterrizajes, dribblings, shuffles y cortes en «V», pases y
lanzamientos, saltos y brincos (hops), forcejeos, contrastes y blocajes. Ese es el
lenguaje que emplea un entrenador jefe y ese debería ser el hilo conductor de un
entrenador responsable de lo condicional.

elementos configuradores y condicionantes


Hasta hace poco m i epicentro a la hora de elaborar propuestas de entrenam ien­
to era la ciencia o, mejor dicho, el conocimiento disponible sobre m i campo de
trabajo. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que ahora no lo tenga en cuenta,
pero sí es cierto que desde que tuve la oportunidad de vivir el día a día de un club
de élite y estar en contacto durante 3 años seguidos con unos 100 jugadores de
diferentes edades y niveles m i perspectiva o focus cambió radicalmente. La obli­
gación de no solo solucionar problemas sino anticiparse a los mismos hizo que
desarrollara o consolidara una serie de ideas que hasta ese momento no eran más
que tenues pinceladas. De este modo, fui confirmando o descartando —en defini-
48
figura 10. Propuesta de entrenamiento en base al
Alternancia/
movimiento. RPA: repeatedpowerabUity (capacidad
Concatenación
de potencia repetida): 3D: dimensiones

Eficacia / Eficiencia

Fluctuaciones/
Perturbaciones
Torsiones 3D

MOVIMIENTO

Res. acom odada

Clusters/RPA

figura II. El entrenamiento desde la perspectiva tradicional


Repeticiones

Velocidad / P otencia /
Fase propulsiva

Autom atism os
Tiem po de trabajo /
M onoaxial / Vertical
pausa

MÚSCULO
Énfasis concéntrico
Bilateral
% 1RM

Series
tiva, optimizando— con el trabajo diario todo aquello que llevaba rum iando años.
Algunas de estas ideas tienen un sólido sustento científico detrás, mientras que
otras solo son tratadas de soslayo o desde otra perspectiva por la literatura espe­
cializada. Sin embargo, este es el lugar adecuado para arriesgarme a identificarlas
como elementos con poder configurador sobre los movimientos que necesita un
jugador. Así, en las Figuras 10 y 11 pueden verse contrapuestas nuestra aproxi­
mación y la tradicional. Esto no quiere decir que una invalide a la otra, puesto que
la primera incluye a la segunda (cosa que no ocurre en sentido contrario).

resistencia acomodada
Para perm itir al jugador expresar los movimientos tal y como él los entiende es
necesario que las resistencias que se opongan a dichos movimientos sean acomo­
dadas. Tradicionalmente el entrenam iento se ha estructurado en torno a la fuerza
máxima dinámica (1RM) y lo cerca o lejos que se estaba de la misma. Entendemos
que esto es una limitación, un corsé con el que se hace muy difícil la evolución
permanente de las tareas de fuerza. Una resistencia acomodada permite el cambio
permanente en los movimientos; puedo realizar cada repetición o cada una de sus
fases (aceleración/desaceleración) de m anera diferente y esto ofrece unas posibili­
dades ilimitadas. En este sentido, las máquinas que ofrecen resistencia por medio
de volantes de inercia (flyxvheel) han supuesto una auténtica revolución, pero en la
mayor parte de los casos se usan de m anera inadecuada o se infrautilizan.

eventos estocásticos e
vs. tiempos de trabajo y pausa
Una de las herencias de las metodologías convencionales más difíciles de extirpar
es el carácter previsible de los estímulos que se ofrecen a los jugadores. En los
deportes individuales se actúa desde una visión microscópica intentando prever cargas desconocidas. Uno de sus hallazgos más destacados es que el desconoci­
y controlar hasta el último de los detalles (variables) con el objeto de diseñar pos­ miento de la carga a movilizar provoca que en la importante prim era fase del m o­
teriorm ente modelos de trabajo exitosos. Sin embargo, en nuestros deportes la vimiento tanto los valores de gradiente de fuerza como los de potencia sean muy
génesis de esa propiedad que hemos considerado más identitaria (variabilidad) es superiores respecto a si se conoce la carga. La actividad electromiográfica de los
la imposibilidad de predecir los eventos que van a tener lugar. No es que no pueda principales músculos que generan el movimiento (press de banca) se comportó de
estudiarse o incluso modelizarse un proceso estocástico (impredecible), sino que manera similar, pero, adicionalmente, el que podemos considerar principal mo-
ha de ser analizado desde un prism a diferente, bajo una visión telescópica que vilizador (deltoides anterior) se activó 50 ms antes de comenzar el movimiento
ofrezca la perspectiva necesaria para aproximarme al mismo. Para nosotros, los (14). Son pequeños detalles que nos ayudan a entender desde movimientos bási­
primeros trabajos de Besier (3,4) y Lloyd (5) fueron una gran fuente de inspira­ cos por qué incluir este tipo de elementos puede provocar pequeñas mejoras que
ción, puesto que introducían el concepto de cambio de dirección inesperado y su a largo plazo acaban configurando diferentes áreas. De hecho, en el estudio longi­
mayor agresividad sobre la articulación de la rodilla. Posteriormente se encon­ tudinal que realizaron durante 4 semanas observaron cómo el grupo que trabajó
traron resultados similares en otro tipo de movimientos, como las secuencias de con cargas desconocidas mejoró más la velocidad de lanzamiento en balonmano
parada más salto (stop-jump tasks) (6), los aterrizajes (7) o añadiendo a estos una respecto al grupo que lo hizo con las mismas cargas, pero conociéndolas (15).
prefatiga (8). Afortunadamente, verse sometido sistemáticamente a este tipo de
situaciones inesperadas puede reducir la mencionada agresividad, como se ha En otro tipo de literatura, la de verdad, Miguel Mena escribió un libro tan m ara­
demostrado tras años de práctica (9) o tras un periodo de entrenamiento sen- villoso como demoledor: Piedad (16). Nunca he leído nada que refleje de m ane­
soriom otor (10). En nuestra opinión, estas adaptaciones tienen lugar debido al ra más aguda la dualidad desgarradora de lo inesperado, que transita de la más
desarrollo de los mecanismos de anticipación por disposición, que en inglés se agradable sorpresa a la fragilidad del momento en que nos damos cuenta de lo
equiparan al denominado feedforward (proalimentación). En definitiva, estamos insignificantes que somos.
hablando de los ajustes previos a cualquier tipo de acción, como pueden ser un
apoyo, un aterrizaje, un golpeo, un forcejeo, etc. La falta de una adecuada preac­
tivación (predisposición) anterior a dichas acciones dificultará la deseada ejecu­ agrupaciones (clústeres) o bloques
ción y predispondrá la aparición de lesiones, como demostraron los trabajos de
Mette Zebis (11). De hecho, un entrenamiento neurom uscular muy simple que
incluía algunos ejercicios con situaciones inesperadas y fuerza de lucha demostró
sucesivos con recuperación
mejorar dicha adecuada preactivación mediante el descenso de la relación vasto
lateral-semitendinoso (12).
repeticiones y series
Entendemos que lo inesperado y lo desconocido van de la mano, y recientemente Seguramente fue el estudio pionero —aunque lleno de inconsistencias— realizado
un exalumno de nuestro máster, José Luis Hernández Davó, ha elaborado una in­ por Berger en 1962 (17) el que provocó la arraigada propuesta del 3xlORM, como
teresante y novedosa tesis doctoral (13) para comprobar el efecto de entrenar con brillantemente destapó Carpinelli (2002) (18). Es muy peligroso que un paradig-
ma se asiente bajo un único estudio y, en este caso en concreto, se ha llegado al
punto de que es difícil encontrar profesionales que hayan sido capaces de huir del
atractor generado por el 3x10. Uno de los primeros autores que nos inspiró so­
bre la necesidad de una evolución al respecto fue Gunther Tidow, quien percibió
que las habituales series extensivas incluían una gran cantidad de entrenamiento
vacío sin calidad ni poder configurador, pues se perdía demasiada potencia por
la acumulación de repeticiones y la consecuente fatiga. Concretamente, Tidow
(1995) (19) se dio cuenta de que, por ejemplo, si queríamos estar en zona de
máxima potencia (pérdida máxima de un 10%) se necesitaban un mínimo de 9
segundos de descanso entre repeticiones para poder completar 10 repeticiones.
Más útil para nosotros fue su hallazgo de que se podían realizar hasta 5 repeticio­
nes sin descanso sin que hubiera una m erm a de potencia superior al 10%. Jun­
to con Gerard Moras recogimos esta idea y, tras verificarla en niveles promedio,
establecimos las 5-7 repeticiones o 5 segundos como eje, tanto para elaborar el
test W5 s (20, 21) como para acotar la duración de cada grupo de repeticiones
o clúster de lo que denominamos «resistencia a la potencia» (power endúrame)
(22), o cuando se trata de repetir el clúster con teórica recuperación incompleta,
RPA (repeated power ability) o capacidad de repetir potencia. Obviamente, se
encuentran grandes diferencias individuales en ambas variables, pero era nece­
sario tener un punto de partida para hacer una propuesta que cubriera el vacío
existente en la literatura sobre la repetición de acciones de potencia máxima con
recuperación incompleta.

En las tesis doctorales que codirigimos tanto a Luis Suárez (2011) (23) como a
Javier Jorge (2013) (24) y a Oliver Gonzalo (2015) (25) les propusimos evaluar la
eficacia de estas propuestas desde distintas perspectivas. En el prim er caso, Luis
dividió en dos grupos al equipo de jugadores de rugby de División de Honor al
que preparaba físicamente. El prim er grupo se sometió a un programa de entre­
namiento combinado donde se entrenaba un día la RPA (squats con Pmax sobre
plataforma vibratoria a 30 Hz y 4 mm, a razón de 3 bloques de 6 clústeres de 6
repeticiones, con 20 segundos de recuperación entre clústeres y 4 m inutos entre
bloques) y otro día la RSA (volumen de trabajo similar pero con esprints). El se­
gundo grupo realizó los dos días el entrenamiento de RSA. El grupo que incluyó
el entrenamiento de RPA no solo fue más eficaz —como cabía esperar— en cuanto
al aumento considerable de la potencia absoluta y relativa, sino también respecto
del mejor y de la media de 6 esprints que incluían un cambio de dirección entre
dos largos de 20 m etros (con 20 s de descanso entre esprints) (26).
En el segundo caso, Javier contrastó la idea de la RPA mediante la comparación
de su evolución en un ejercicio en polea cónica simulador del cambio de direc­
ción respecto al —en aquel momento inédito— concepto de capacidad de repetir
cambios de dirección (RCOD). Así, después de realizar un lunge lateral a razón
de 3 bloques de 5 clústeres de 5 repeticiones con 20 s de recuperación, encontró
una merma de potencia solamente en la pierna no dominante entre el prim er y
tercer bloque, tanto en fase concéntrica como excéntrica. Asimismo, la RPA de­
mostró estar altamente correlacionada con la Pmax —aspecto corroborado poste­
riormente por Gonzalo-Skok et al, 2014 (27)—, mientras que no se encontraron
correlaciones significativas entre las variables vinculadas a la RPA y las de RCOD.
Además, observó no solo que esta capacidad era independiente de la RSA, sino
que la m erm a de rendim iento neurom uscular en la pierna dominante (a través de
la pérdida de potencia mecánica y de los cambios en las propiedades contráctiles
—desplazamiento muscular— medidas con una tensiomiografía) era superior con
respecto a repetir esprints lineales. Por último, concluyó que un program a de en­
trenamiento basado en la RCOD es más eficaz a la hora de mejorar esta capacidad
que un programa de RSA, aunque no logra mejorar esta última (24).

En el tercer caso, Oliver no solo se encargó de validar un test para evaluar y es­
tablecer posibles determinantes de la RPA (27), sino que también realizó sendos
estudios que incorporaban programas de entrenamiento tanto para el tren infe­
rior (28) como el superior (29). El primero es un estudio pionero, pues no solo
demuestra que un programa de RPA en prensa de piernas mejora el salto horizon­
tal unilateral, una acción correlacionada tanto con la velocidad lineal como con
cambios de dirección (30), sino también la capacidad de repetir dichas acciones.
En el segundo estudio se esperaba que incluir un programa de RPA para el tren
superior mejorase esta capacidad, pero, además, como resultado más interesante,
se consiguió dism inuir las fluctuaciones intraserie en el último de los 5 clústeres
evaluados. Este fenómeno era algo que tanto Gerard Moras como un servidor
habíamos observado en deportistas a los que entrenábamos y, de hecho, ya Tracy
et al. (31) lo habían descrito intrarepetición en acciones dinámicas. Sin embargo,
la novedad era utilizar la variabilidad de la potencia intraclúster y observar, ade­
más, cómo el mencionado descenso de las fluctuaciones correlacionaba con los
cambios en otras variables como el RPA index (pérdida de potencia) o la potencia
media en el último clúster. Probablemente estos hallazgos nos indican que cuan­
do uno empieza a entrar en fatiga una mayor consistencia dentro de un clúster
permite un mayor m antenimiento de la potencia.

duración posfijada vs.


Uno de los factores más interesantes que ha perm itido la monitorización de la
potencia es que la duración del trabajo (número de repeticiones y descanso entre
las series) sea posfijada en función del núm ero de movimientos que se pueda
realizar dentro de una potencia m ínim a aceptada (por ejemplo, 90% de la Pmax)
y el tiempo de descanso necesario para perm anecer en la zona de trabajo deseada.
La dualidad acerca del entrenamiento prefijado/posfijado era una de las ideas más
clásicas del profesor Seirul-lo. Sin embargo, existen pocos estudios al respecto,
siendo el que realizamos junto con Oliver Gonzalo (32) probablemente el prim e­
ro que concreta el número de repeticiones realizado en un entrenamiento de du­
ración posfijada, en este caso algo más de 8 cuando se trataba de trabajar al menos
al 90% de la Pmax. En cuanto a los intervalos de descanso, Hernández-Davó et
al. (33) encontraron que tras una serie de 8 repeticiones con la carga óptima, un
minuto después aún no se había recuperado la potencia. Es evidente que el nivel
de entrenamiento de los sujetos afectará mucho a la rapidez con que se restituye la
capacidad de aplicar potencia máxima porque en el estudio anteriormente citado
(29) sobre la RPA encontramos que con solo 30 s de descanso en series de 5 repe­
ticiones no se detectaba una m erm a significativa. De hecho, los mismos autores
—en un estudio posterior— observaron que el grupo de sujetos más potente era
capaz de m antener su potencia con intervalos de descanso menores (34). También
se podría realizar un análisis más cualitativo en función de la ejecución técnica o
de parámetros cinemáticos, pero hay que aceptar que se trataría de un análisis o
bien impreciso o bien no inmediato.

alternancia y concatenación
vs. práctica
En los deportes colectivos es difícil encontrar movimientos que se realicen de
manera cíclica. Sin embargo, los programas de entrenamiento convencionales no
contemplan alternar el tipo de movimiento dentro de una serie de ejercicios. Se
repite una y otra vez el mismo movimiento pensando que de ese m odo se aum en­
tará su eficiencia cuando, probablemente, después de un determinado periodo
ocurrirá todo lo contrario. Es el mito de Sísifo aplicado al entrenamiento de la
fuerza, cuya herencia proviene claramente de la halterofilia y el culturismo. Es
sorprendente comprobar la poca influencia que han tenido en el entrenamiento
de la fuerza las investigaciones en psicología del aprendizaje con una tradición
de más de cuatro décadas. A partir de la propuesta Battig (35) —que defendía la
interferencia intratarea como clave para aumentar la transferencia y retención del
aprendizaje—, Shea y Morgan (1979) (36) fueron los primeros en demostrar que
la alternancia entre 3 tareas de m anera aleatoria producía el citado mayor efecto
respecto a la opción de repetir siempre la misma tarea hasta completar una serie.
Se crea así la línea de investigación de la interferencia contextual, cuyo efecto Lee
and Magill (37) atribuyeron a la necesidad de reprogram ar/reconstruir el movi­
miento cuando no se repiten sino que se alternan. Personalmente, añadiría que
además estimula tanto la anticipación como la focalización/atención en la tarea
realizada. Sin embargo, W ulf y Shea (38), en su completa revisión, concluyen que
si la interferencia contextual es m uy elevada puede perjudicar el aprendizaje en
sujetos inexpertos; lo mismo ocurre cuando se trata de aprender una tarea muy
compleja, donde al principio puede ser más eficaz la práctica constante. En cual­
quier caso, la investigación al respecto en el entrenamiento de la fuerza sigue sien­
do, hasta donde llega nuestro conocimiento, inédita.

O tra variable interesante es la concatenación o enlace de movimientos que guar­


dan una relación entre ellos. Considero especialmente interesante realizar un m o­
vimiento en la fase de aceleración y otro diferente, a ser posible antagónico, en la
de desaceleración. Un ejemplo sería concatenar una salida lateral cruzada con un
desplazamiento defensivo. Fijémonos en que estoy posponiendo una fase ofensi­
va a una defensiva, aspecto que se produce frecuentemente en los DE de campo
pequeño.

variabilidad vs. práctica


La variabilidad perm anente en los estímulos es, a mi m odo de ver, uno de los
elementos con mayor poder de configuración. Asimismo, es una muy buena ma­
nera de evitar que el carácter agresivo de ciertos ejercicios deje demasiado residuo
negativo, debido a que si esta variabilidad se aplica de m anera ponderada reper­
cutirá en un buen equilibrio de todas las cargas que apliquemos. Sin embargo, es
probablemente el elemento cuya importancia subrayan más profesionales para al
final caer en el atractor de la m onotonía de los estímulos. A m i modo de ver, esto
es consecuencia del empeño en mantenerse en la atalaya de la zona de confort,
esos tan manidos aforismos del estilo «equipo que gana no se cambia» o el «llevo
30 años entrenando a deportistas y a mí me ha ido bien trabajando así». También
es cierto que existe mucha confusión terminológica desde que Richard Schmidt
(39) propusiera la hipótesis de la variabilidad de la práctica a mediados de los 70
dentro de su teoría del esquema motor. Según este paradigma, el aprendizaje de
un movimiento deja una huella denominada programa general motor (PGM), que
a partir de un esquema de recuerdo perm itirá realizar movimientos de la misma
familia siempre y cuando no se modifique la secuencia dentro del movimiento.
Dichos PGM se verán enriquecidos si se realiza una práctica variable respecto a
una constante. Así, la mayor parte de profesionales trabaja sobre una serie de va­
riaciones sobre muy pocos PGM (vamos a denominarlos movimientos) pensando
que su entrenamiento es muy variado, cuando probablemente están limitando las
posibilidades de acción (affordances) de sus jugadores.

Por otro lado, está la escuela de los sistemas dinámicos/complejos, que entiende
los movimientos como elementos que evolucionan y se autoorganizan en for­
mas cada vez más complejas. Esta autoorganización implica que los movimientos
emergen en un sistema abierto sin verse encorsetados por un PGM almacenado
en la m em oria ni por esquemas que establezcan la regla a seguir. No es fácil de­
finir complejidad y seguramente hay autores y profesionales —que pasan toda su
vida académica intentando definirla— que dirían que no tengo ni idea de lo que
estoy hablando. Creo que bajo esta discusión semántica se encuentra una lucha de
clases a modo de contraseña válida para entrar en mi fiesta, club, feudo o cortijo.
Inspirándome en Davids, Button y Bennett (2008) (40), me arriesgaría a decir
que en un sistema complejo como el neuromuscular se incluyen infinidad de es­
tructuras que interactúan y fluctúan constantemente, pudiendo hacerlo en escalas
temporales diferentes, así como de m anera impredecible. Lo cual no excluye que
las interacciones de dichas estructuras también puedan ser muy previsibles y más
o menos «ordenadas» en cuanto a su secuencia temporal.

Los referentes iniciales fueron Kelso (41), Davids (40) o Newell (42) —aunque
muy en deuda con Nikolai Bernstein (1896-1966), una especie de Tesla del con­
trol m otor que permaneció oculto durante años por no haber escrito en inglés—.
Bernstein (43) propuso, entre otras muchas cosas, los conceptos de repetición sin
repetición y de grados de libertad de un sistema, definidos por las posibilidades de
interacción de sus elementos constituyentes. Cuantas más interacciones entre los
elementos de un sistema, más grados de libertad y, por lo tanto, más complejidad.
Posteriormente, Newell (42) propone los denominados constraints, que vendrían
a ser las barreras o límites que nos condicionan a la hora de expresar los movi­
mientos. Se acostumbra a traducirlos como constreñimientos, pero yo considero
más acertado el térm ino condicionantes, que acota y configura más que oprime y
restringe. Podemos diferenciar varios tipos de condicionantes. En prim er lugar,
están los propios de la estructura o funcionalidad de la persona (individuales),
como por ejemplo que con un jugador alto y/o pesado sea un riesgo realizar drop-
jumps o ejercicios olímpicos, pues su estructura le condiciona; lo mismo ocurre si
sometemos a un portento coordinativo a ejercicios que no impliquen un desafío a
su motricidad. En segundo lugar, tenemos los propios de la tarea, sería el caso de
aprender conceptos tácticos mediante tareas donde se memorizan desplazamien­
tos y posiciones sin ningún tipo de oposición, pues condicionaría totalmente una
óptima transferencia a la competición real donde un buen scouting del adversa­
rio neutralizaría esos movimientos preconcebidos. Por último, tenemos los con­
dicionantes del entorno o socioculturales, por ejemplo, el hábito de trabajar los
aspectos condicionales descontextualizados del juego en Italia, o el de hacerlo
contextualizados en España, aunque sin la suficiente intensidad como para pro­
vocar adaptaciones.

Bajo mi punto de vista, la mayor parte de esta literatura se ha querido extrapolar


directamente a nuestro campo de m anera equivocada, sin haber realizado prác­
ticamente estudios con deportistas entrenados. Personalmente, me ha inspirado
más volver a las bases y releerlas en «clave de entrenamiento»; la teoría de los sis­
temas (44), las leyes del caos (45, 46), la teoría cuántica (47,48), los fractales (49),
la consiliencia (50) o la biofilia (51) que Fritjof Capra sintetiza de m anera brillante
en La Trama de la Vida (52). Todas estas corrientes tienen un lugar común: todo
está interrelacionado y los sistemas más evolucionados son los que van generando
mayor núm ero de interconexiones con su entorno.
50

fluctuaciones y
vs.automa unos
Más recientemente han surgido propuestas orientadas al m undo del entrena­
miento, como el entrenamiento o aprendizaje diferencial de Wolfgang Schóllhorn
(53). El punto de partida es que a partir de la perturbación provocada por las
«diferencias» entre dos estímulos (movimientos) sucesivos se genera una gran
cantidad de información expresada en forma de fluctuación para, de ese modo,
desencadenar adaptaciones cuyo fruto será responder mejor ante una situación
nueva o cambiante. Así, las fluctuaciones y errores en el proceso de aprendizaje
de un movimiento no son vistas —como en las aproximaciones lineales/determi­
nistas— como un aspecto a desechar o evitar, sino como un detonante para la per­
manente evolución de ese concepto que nosotros denominamos anticipación por
disposición o esperar lo inesperado. La perturbación generada por los estímulos
debería ser estocástica (impredecible), de forma que los ejercicios (movimientos)
realizados no sigan un patrón determinístico.

Es probable —como indica Schóllhorn (53)— que los mecanismos subyacentes


que explican los beneficios de este m étodo sean la interpolación, la extrapolación
y la autoorganización. El prim ero de los mecanismos nos permite expresar un
movimiento desconocido que se encuentra entre dos conocidos. En el segundo
caso, es a partir de dos movimientos conocidos cuando emerge un tercero fuera
del intervalo original. Por último, la autoorganización sería el proceso mediante
el cual el movimiento emerge en un sistema abierto (donde interactúan num ero­
sos subcomponentes) sin necesidad de un programa general m otor almacenado
o de cualquier otro tipo de regulador. Así, para considerar que un entrenamiento
es diferencial debería incluir una cantidad óptima de perturbaciones estocásticas
que provoquen fluctuaciones en los movimientos de cara a conseguir un rendi­
miento más estable ante situaciones cambiantes. Es decir, variaciones aleatorias
tanto en los parámetros fijos como en los variables de un movimiento (la teoría
del esquema m otor de Schmidt considera parám etros fijos los relacionados con
el orden, el timing o la fuerza relativa con la que se realiza un movimiento). Esto
implicaría variar las articulaciones habitualmente implicadas o modificar la geo­
metría, velocidad, aceleración, estructura temporal o ritmo de cada fase de un
movimiento.

El problema es que —basándose en estudios presentados en formato abstract (54-


57) o con escasas muestras (58-60)— se quiso defender a capa y espada (61) una
serie de principios que no tienen por qué ser aplicables en todas las etapas/perio-
dos, niveles de entrenamiento o tipos de deporte de equipo. A mí me resultaron
enormemente útiles para la reflexión y contraposición de ideas, pero considero
que en muchas ocasiones su aplicación con jugadores de alto nivel es muy mati-
zable, por no decir desaconsejable, cuando se trata de introducir el método. De
hecho, en los estudios completos más recientes no se han detectado diferencias
significativas respecto a programas considerados tradicionales (62-64). En el más
interesante de estos trabajos, Hossner et al. (64) han puesto en discusión la supe­
rioridad de la propuesta, a lo que Schóllhorn (65) ha respondido que los primeros
no han entendido bien los principios que rigen el entrenamiento diferencial (¿re­
cordáis lo de la contraseña válida para entrar en la fiesta/feudo/cortijo...?). De­
jando a un lado estas discrepancias —que, por otra parte, conviene leer (65,66)—,
me parecen especialmente interesantes los hallazgos del segundo experimento de
Hossner et al., a pesar de haberse realizado en lanzamiento de peso. En él se com­
para un modelo de entrenamiento tradicional con un entrenamiento diferencial o
con un EE. Para diseñar los dos últimos programas se parte de 7 variaciones sobre
el movimiento básico de lanzamiento de peso, a las que se van asociando de 2 a
4 variantes para resultar en un total de 244 ejercicios diferentes. Lo que distingue
a ambos métodos es que en el grupo diferencial los ejercicios son administrados
de m anera aleatoria para aumentar las diferencias (fluctuaciones) entre cada uno
de los ejercicios, mientras que en el grupo estructural se sigue un orden donde se
minimizan las diferencias y, de algún modo, se sigue una secuencia lógica. Así, a
cada una de las variaciones del movimiento objetivo se le va añadiendo cada una
de las variantes y, de este modo, se completa de m anera estructurada el entrena­
miento. Después de 8 sesiones en 4 semanas de entrenamiento, no hubo diferen­
cias entre las ganancias en la distancia de lanzamiento en el grupo diferencial y el
estructural, pero sí entre este y el grupo tradicional. Seguramente sería necesario
analizar otro tipo de movimientos más complejos y realizar test que valoraran
otros aspectos más allá del propio rendimiento de cara a conocer las potenciales
diferencias entre un método y otro. La propuesta de aprendizaje o EE se basa en
la potencial facilitación del aprendizaje por medio de ejercicios o tareas diferen­
tes pero que tienen una cierta vinculación, lo que permite al sujeto aprender la
«estructura» común a dichas tareas. Una vez aprendida dicha estructura, la adap­
tación a una nueva situación que tenga que ver con ella será más rápida porque
serán menos los parám etros que aprender que si la estructura fuera desconocida.

Nosotros interpretam os estos hallazgos en el sentido de que no se trata de escoger


una propuesta u otra, sino de secuenciarlas en el tiempo según la etapa o los ob­
jetivos que nos planteemos. En mi caso concreto, prefiero empezar —con los neó­
fitos— con entrenamientos más cercanos al estructurado, escogiendo movimien­
tos que considero fundamentales, como por ejemplo las salidas en polea cónica,
donde voy pasando por todas las variantes. Una vez los jugadores cogen confianza
y aceptan el m étodo como propio, comienzo a aumentar las fluctuaciones entre
cada una de las repeticiones y/o ejercicios, con el objetivo de que aprendan a
gestionar tanto los cambios repentinos como las potenciales situaciones desco­
nocidas. También entiendo que hay DE donde las capacidades neuromusculares
se expresan más «limpiamente», como es el caso del voleibol o incluso del balon­
cesto (ambos son, teóricamente, deportes de «no contacto»). En el balonmano, el
rugby y el waterpolo abundan los forcejeos, pero en áreas o momentos puntuales,
además de jugarse con las manos (cuyo control a nivel cortical es mucho más
potente) (67). El fútbol, para mí, es singular porque se trata de un deporte donde
es más importante no cometer errores que sumar aciertos, se permite el contacto
en la disputa de un balón casi hasta el límite de la agresión y se juega con los pies
sobre un terreno irregular. Por último, el hockey patines y hielo se parecen mucho
al baloncesto en cuanto a dinamismo, pero sin los saltos y aterrizajes, mientras
que el hockey hierba se asemeja más al fútbol, pero al controlarse el móvil con las
manos adquiere otra dimensión. Por lo tanto, es en el fútbol —deporte de «fuerza
sucia» por antonomasia— donde la perturbación estocástica cobraría un mayor
sentido.

Empecé a considerar el concepto de las perturbaciones antes de conocer el entre­


namiento diferencial a raíz de unos trabajos de Fitzgerald et al. (68). En este caso,
no se trataba de perturbar mediante una o varias tareas a las que se respondía
en forma de fluctuaciones en el movimiento, sino de perturbar o desequilibrar
directamente al deportista. Esta era una de tantas ideas que le había escuchado
mucho antes a Seirul-lo, sobre todo aplicada a las salidas con luchas o forcejeos
en las tareas de velocidad, pero era bueno disponer de alguna evidencia cientí­
fica. El estudio de Fitzgerald consistía en comprobar el efecto de un programa
por medio de perturbaciones con respecto a un grupo de rehabilitación tradi­
cional en sujetos que habían tenido una lesión de LCA pero no habían sufrido
intervención quirúrgica. Los resultados fueron bastante superiores para el grupo
sometido a perturbaciones: no solo un mayor núm ero de sujetos tuvo una re­
habilitación exitosa, sino que mantuvieron mejor sus niveles en test funcionales
como la batería de hop-tests. Posteriormente, se observaron los mecanismos neu-
romusculares que justificaban estas mejoras como aumentos en la actividad de la
cadena posterior (isquiotibiales y soleo) para disminuir la co-contracción (69-71)
o en la preactivación de los isquiotibiales mediales (72). Más recientemente, se ha
comprobado cómo un program a de entreno que incluía saltos reactivos laterales
—cuyo aterrizaje era perturbado por una plataforma que podía aleatoriamente
deslizarse, contrarrestar el aterrizaje o quedarse estable— logró tanto disminuir
las cargas sobre la rodilla como mejorar el control sobre el tronco y la pelvis en el
plano transversal en un cambio de dirección inesperado (73).

También incorporam os este modelo del resbalón o deslizamiento en los aterriza-


63

jes en plataforma vibratoria —donde podíamos bloquear su desplazamiento con


nuestro pie, perm itirlo o bien desplazar la plataforma hacia adelante justo en el
momento del aterrizaje—. Tomé la idea de un estudio de biomecánica ocupado-
nal donde se observaban las respuestas posturales ante un resbalón provocado
por un terreno donde se había vertido previamente aceite de motor. Se observó
que, como consecuencia del resbalón, aumentaba considerablemente el momento
flexor de la rodilla y extensor de la cadera mientras que el tobillo actuaba como
articulación pasiva (74). Más adelante, Oliveira et al. complementaron este tra­
bajo aportando que cuando el deslizamiento era inesperado se observaba una
reducción en la activación del bíceps femoral (75) que dejaba la articulación de la
rodilla vulnerable en el prim er momento del apoyo, cosa que no ocurría cuando
se podía anticipar dicha perturbación (76).

movimientos con predominio unilateral


Durante años, todos hemos pagado a un precio demasiado caro el peso de la
halterofilia como deporte rey de la fuerza. Una de sus características fundam en­
tales es que predom inan los ejercicios bilaterales (que hemos heredado, aunque
es evidente que si algo predom ina en los DE son los movimientos de alternancia
unilateral). Si intentamos replicar un movimiento unilateral con los mismos án­
gulos, carga, velocidad, etc. que un movimiento bilateral, encontraremos que se
diferencian claramente a nivel neuromuscular. Concretamente, en movimientos
de la familia del squat obtendremos una mayor actividad de los isquiotibiales, el
glúteo medio y el tronco cuando el ejercicio es unilateral (77, 78). No voy a negar
que resulta complicado demostrar que un predominio de ejercicios unilaterales
es más eficaz de cara a m ejorar el rendimiento en los movimientos propios de los
DE. La razón fundam ental es la dificultad tanto de equiparar la carga de entre­
namiento como de encontrar test lo suficientemente útiles o sensibles. Aunque
la literatura es escasa, todo parece indicar que los ejercicios unilaterales tienen
un mayor potencial de transferencia a los cambios de dirección, o al menos son
capaces de inducir mejoras más robustas (32). Sin embargo, tanto este como otros
estudios incluyen ejercicios poco desafiantes; aun así, un trabajo unilateral sobre
superficies inestables bastante simple ha demostrado ser eficaz a la hora de recu­
perar el equilibrio más rápidamente ante una perturbación gracias al aumento de
la rapidez y la magnitud de la respuesta neuromuscular (79). Con entrenamientos
similares, el grupo de Markus Gruber ya había descubierto mejoras de fuerza
explosiva (RFD), que atribuían a la posible retirada de la inhibición presináptica
de las fibras «la» de las motoneuronas implicadas (80). Más sorprendente fue el
estudio de Taubert, donde mediante un ejercicio en un balancín se detectaron
adaptaciones a nivel cortical tras solo 2 sesiones de entrenamiento de 45 minutos.
Lo interesante es que el aumento en la materia gris correlacionó tanto con un me­
jor rendim iento (tiempo en equilibrio) en el ejercicio como con una mejora en la
asimetría de ambas piernas (81).

sobrecarga excéntrica (fase de


vs. énfasis concéntrico (fase
Pasa el tiempo y resulta sorprendente observar cómo muchos profesionales igno
ran todavía —o, lo que es peor, rechazan— los beneficios que puede proporcionar
el trabajo de sobrecarga excéntrica. Es cierto que hasta el advenimiento de las
máquinas que ofrecen resistencia mediante un volante de inercia (Yo-Yo, Versa-
Pulley, etc.) era difícil poder huir del irreal trabajo isocinético a la hora de pro­
porcionar una verdadera sobrecarga excéntrica (pico de fuerza superior en fase
excéntrica respecto a la concéntrica). Sin embargo, mediante las citadas máquinas
no solo podemos conseguir dicho objetivo sino incorporarlo a cualquier movi­
miento que diseñemos, ya sea analítico o específico. Lo primero que debemos
tener en cuenta es lo difícil que resulta conseguir sobrecargar excéntricamente, si
bien es más fácil realizarlo con el tren superior que con el tren inferior. Nosotros
ya describimos que era necesario un m ínim o nivel de experiencia para conseguir .g u n
dicha sobrecarga excéntrica (82), pero en el día a día también vemos que hay de­
portistas a los que les cuesta enormemente aprender a desacelerar en pequeños
espacios. Las desaceleraciones máximas son claves en los DE y con la aparición
de los acelerómetros triaxiales se han podido registrar en situación de partido.
Concretamente, se ha observado que en el fútbol de élite el número de desacelera­
ciones a alta intensidad (24 vs. 19 en la I a y 2a parte, respectivamente) es superior
al de aceleraciones (14 vs. 12) (83). En la misma línea, Akenhead et al. (84) ya
habían observado cómo a los 5 minutos de haberse realizado una aceleración o
desaceleración máxima todavía se detectaba una merma del 10,4 % y 11,4 % de
las mismas, que a los 10 m inutos se había restituido.

Por otro lado, es bien conocido que la fuerza de frenado determina tanto el rendi­
miento como la estabilidad en los cambios de dirección. Jindrich et al. (85) descu­
brieron cómo dichas fuerzas prevenían el exceso de rotación en estas acciones, y
Spiteri et al. (86) que los sujetos más rápidos en estas acciones (180°) eran los que
aplicaban mayores fuerzas de frenado vertical en el último paso. Más interesantes
son los hallazgos de Dos Santos et al. (87), quienes descubrieron que la estrate­
gia de desaceleración más eficaz consiste en aplicar mayores fuerzas de frenado
horizontal en el penúltim o paso que en el último. Frenar antes perm ite reducir el
gran momento de fuerza horizontal que se genera y, de ese modo, predispone a
un apoyo más eficiente que luego perm itirá aplicar una mayor fuerza propulsiva.

Las adaptaciones provocadas por ejercicios que incluyen sobrecargas excéntricas


son múltiples y pueden encontrarse con singular tratamiento en la revisión que
realizamos al respecto (88). Como novedades, citaremos los trabajos realizados
con máquinas isoinerciales vinculados al m undo de la prevención de lesiones y el
entrenamiento deportivo. Concretamente, el grupo de Moisés de Hoyo (exalum­
no del máster) llevó a cabo una serie de intervenciones con jugadores de la cantera
del Sevilla FC. En la prim era de ellas, observaron mejoras (respecto a un grupo de
control) tanto en la velocidad lineal y el salto como en la severidad de las lesiones
sufridas, todo ello tras 10 semanas de entrenamiento a razón de 1-2 sesiones/
67
la estructura

semana y de 3 a 6 series de 6 repeticiones realizadas tanto en la YoYo Squat como realizar 6 series del mismo ejercicio bilateral vertical (squat) con el de realizar 6
en la YoYo Leg Curl (89). Además, demostraron el efecto positivo de este progra­ series de diferentes ejercicios unilaterales multidireccionales. El segundo grupo
ma sobre distintos parámetros cinemáticos vinculados a dos tipos de cambio de obtuvo unas mejoras más robustas en el conjunto de los cambios de dirección
dirección (salida abierta y cruzada) (90). En la segunda de las experiencias, se analizados y, sobre todo, en la distancia más corta analizada (5 + 5 metros) lo­
valoró el efecto agudo en diferentes test funcionales después de realizar 4 series gró que estas diferencias fueran significativas en la pierna derecha. En la pierna
de 6 repeticiones (120 s de recuperación) en la YoYo Squat. En contra de la creen­ izquierda no se alcanzó tal significancia, pero un posterior cálculo nos llevó a
cia habitual que asocia este tipo de trabajo a una fatiga que deja mermadas las observar que en un espacio-tiempo tan pequeño (alrededor de 1.8 s) la ganancia
capacidades funcionales de los jugadores, se produjo una mejora considerable en de un grupo respecto al otro era de unos 60 cm, distancia más que suficiente para
todos los test administrados (cambio de dirección abierto y cruzado, salto CMJ y ganar un balón dividido en fútbol. Este es uno de tantos ejemplos que demuestran
velocidad en 20 m) con respecto a un grupo de control que solo realizó un calen­ que un hallazgo puede no ser significativo estadísticamente pero sí para lo que
tamiento mediante bicicleta (91). Por el contrario, tras entrenamientos parecidos busca un entrenador.
se han detectado considerables mermas a nivel neuromuscular, tanto al finalizar
como al cabo de 48 horas (92, 93), pero se debe tener en cuenta el m enor nivel
competitivo de los sujetos estudiados y, sobre todo, la falta de experiencia con este eficacia y eficiencia vs.
tipo de entrenamiento. Es muy atrevido proponer, por los datos obtenidos en un
estudio, la obligación de separar los entrenamientos al menos dos días cuando
esto va a depender totalmente de los factores mencionados. En los años 90 los encoders empezaron a sustituir a las plataformas de contacto a
la hora de m edir las adaptaciones al entrenamiento de la fuerza. Todos gastamos
Por último, citaremos los estudios que hemos realizado nosotros junto con el gru­ el dinero que no teníamos en esta tecnología. Así, de la altura de salto o los tiem ­
po de la Universidad San Jorge cuyos miembros también han estudiado —y poste­ pos de contacto en saltos repetidos se pasó a m edir la velocidad y/o potencia con
riormente impartido clases— en nuestro máster: José Luis Arjol y Oliver Gonzalo. que se movilizaba una carga. El problema es que no se cambió el punto de enfo­
En el prim ero de ellos (94) se comprobó por prim era vez el efecto sobre la mejora que y se sigue pretendiendo estimar el efecto de un periodo de entrenam iento —o
en un test de cambios de dirección de un program a de entrenamiento combinado incluso el estado de forma de los jugadores— mediante dichos test, en lugar de
que incluía tanto ejercicios en la polea cónica como en la YoYo Squat o sobre una prestar atención a los movimientos más habituales en los DE, que son los COD.
plataforma vibratoria. Los efectos fueron claramente superiores a un grupo que De hecho, incluso consideramos más importantes la eficacia y la eficiencia con
realizó el denominado entrenamiento secuencial popularizado por Cometti (95) las que se realiza un movimiento que la velocidad per se. Por ejemplo, en los
consistente en secuencias de ejercicios con sobrecargas, saltos en vallas o saltos cambios de dirección los jugadores expertos son capaces de aplicar en los apoyos
con remates de cabeza (96). Además, la potencia reactiva medida por medio de fuerzas mucho más eficaces al usar más el eje medio-lateral que el vertical (98).
un test RJ5 s mejoró más en el entrenamiento combinado funcional excéntrico, Los jugadores más rápidos realizan una mayor preactivación en los apoyos en los
además de demostrar correlación con las mejoras en el test de COD. En el segun­ COD (99) debido a que el subsecuente aumento de la stiffness vertical redunda en
do de los estudios (97) comparamos el efecto de utilizar una polea cónica para una mayor aplicación de fuerza (100).
Asimismo, hay técnicas más eficientes a la hora de realizar un cambio de direc­
ción, ya Dempsey et al. (101,102) descubrieron que tanto un apoyo más cercano a
la línea media como m antener el tronco recto evitando su rotación disminuían la
agresividad sobre la rodilla. De hecho, en estudios posteriores se observó que los
jugadores de mayor nivel lograban respetar más esta técnica ante una situación
defensiva simulada (103). Por otro lado, una técnica más curvada (bypass) —me­
diante pequeños pasos de aproximación— ha demostrado ser más rápida que una
más cerrada (104) en cambios de dirección de 45°-90°. También se ha observado
que en un desplazamiento defensivo de baloncesto es más rápido realizar el cam­
bio de dirección mediante un giro rápido de cadera (los dos pies se separan del
suelo) que con un paso de caída (drop step, donde el pie interior permanece en
contacto) (105).

torsiones y movimientos 3D
monoaxial (vertical)
O tra de las herencias de la halterofilia difíciles de extirpar es la predominancia
de movimientos en el eje vertical cuando lo norm al es que sean tridimensiona­
les. También es probable que la forma en que la mayor parte de profesionales ha
evaluado la fuerza explosiva mediante saltos verticales haya provocado que los
ejercicios estuvieran condicionados por un intento de mejorar en los mismos.
Una tram pa de la que muchos no pueden salir cuando lo sensato sería introducir,
además, test de saltos horizontales y laterales (32, 106). De hecho, en programas
donde se comparan ejercicios con ambos vectores de fuerza, se observa una clara
especificidad en cuanto a los tipos de test que mejoran (107), aunque combinarlos
puede ser más eficaz todavía (108).

En cuanto a las torsiones o rotaciones, es cierto que conllevan una agresividad


importante (109), pero es el precio que debemos pagar por la especificidad de los
movimientos. De ahí la importancia de incluir trabajo compensatorio en las arti­
culaciones agredidas (habitualmente cadera, rodilla y columna). Es poco habitual
en la literatura encontrar programas de entrenamiento de fuerza que incluyan
ejercicios rotacionales, aunque los pocos disponibles —con lanzamientos de ba­
lón medicinal— han obtenido mejoras en movimientos específicos como el bateo
en béisbol (110) o el lanzamiento en balonmano (111). Nosotros, en el estudio
anteriormente citado, incluimos por prim era vez ejercicios rotacionales en polea
cónica que simulaban movimientos habituales en los DE como son las salidas
cruzadas. Aunque no podamos aislar el efecto de esta variable en los resultados,
lo cierto es que solo se produjo una mejora significativa en el test de cambio de
dirección que más se parecía a estos movimientos (5 m + cambio dirección de 45°
+ 5 metros) (97).

diseñando el traje
Lo primero que me gustaría reseñar es que, según yo lo entiendo, planificar es
prever qué soluciones vas a poder dar frente todos los problemas que te surgirán
al entrenar a un equipo (o jugador). Si no sabes cuáles son esos problemas, debes
aceptar que lo vas a tener muy difícil. Por este motivo, basarse en la experiencia
narrada por un autor —de deportes de prestación— en un libro nos ayudará en
algunos casos en concreto, pero difícilmente nos aportará todas las soluciones.
En mi caso, la mejor escuela fue observar —durante bastantes años— cómo en­
trenaban los que consideraba que eran los mejores y permanecer a su lado, muy
calladito y con los ojos bien abiertos, ayudando en lo que pudiera. A la vez, fui
adquiriendo experiencia con estudiantes de INEF o deportistas de cada vez más
nivel. Creo que es un engaño a uno mismo y al jugador empezar desde arriba sin
haber pasado por una serie de etapas de maduración personal y profesional. Gra­
cias a los deportistas comprometidos a los que he tenido el privilegio de entrenar,
me sigo tomando muy en serio mi profesión a pesar del escaso reconocimiento
que tiene en los clubes españoles. De la misma m anera que un médico o un ar­
quitecto no pueden empezar a operar o a proyectar un edificio real nada más ter- 1
m inar sus estudios, nosotros necesitamos estar primero al lado de profesionales
competentes y después, si demostramos dar la talla, adquirir responsabilidades
mayores. Esto no quiere decir que la experiencia lo sea todo, he conocido a mu­
chos preparadores físicos —expertos de grandes clubes— sin ninguna capacidad,
habilidad, ni motivación para ayudar a los jugadores.

Otra cosa es programar, que sería cuando te decides, después de pensarlo mucho,
a plasmar en un papel qué contenidos incluirás aproximadamente cada semana
(para los DE: microestructuras, sálvese quien pueda). Quien domine el diseño
de estas microestructuras y los mejores contenidos a incluir en las mismas tiene
mucho ganado y debe olvidarse de tragar sapos como un ATR —de los de ver- I
dad—en nuestros deportes.

Recuerdo una magnífica «Contra» de La Vanguardia del premio nobel de eco- I


nomía en 2002, Daniel Kahneman, autor de un libro altamente recomendable
para ser leído en clave de entrenam iento (112), Thinking, fast and slow: «Somos
incapaces de ignorar nuestra ignorancia y desentrañar la complejidad del mun­
do, así que nos contamos un cuento simplificador para poder decidir y reducir
la ansiedad que nos crea que sea incomprensible e imprevisible. Nos contamos
historias fantásticas con muy pocos datos reales y preferimos ese cuento, incluso
sin base real, a asumir que el azar determina más nuestra vida de lo que queremos
aceptar.»

En mi caso, soy muy consciente de mis limitaciones —además de las del conocí- I
miento o ciencia actuales— a la hora de planificar y programar en los DE. Creo
que, como dice Kahneman, al final term ino elaborando un cuento simplificador,
pero intento que, en la medida de mis posibilidades, los datos en que me baso
para elaborar mi cuento huyan de lo «etéreo» y de la «providencia». Pero vayamos
al grano. Ya he analizado dónde estoy, cuánto y con quién voy a competir, más
o menos cuál es el historial de mis jugadores en cuanto a lesiones, tipología de
entrenamiento, actitud ante el entrenam iento... En prim er lugar, necesito saber
con una cierta precisión cuáles pueden ser los problemas y virtudes de mis juga­
dores a nivel neuromuscular. En mi caso, suelo tener la posibilidad de administrar-
pruebas bastantes sofisticadas (tensiomiografías, velocidad-potencia en distintos
movimientos básicos tanto en fase concéntrica como excéntrica, electromiogra-
fías para detectar déficits de activación, etc.). También dispongo de otros datos
provenientes de pruebas administradas por otros compañeros y que, en algunos
casos, tengo en cuenta (isocinéticos, ecografías, FMS o Functional Movement

¡Screen...). Si no se tiene esta posibilidad, siempre hay otras opciones sin medios
(recomiendo leer, aunque lo haya escrito yo, el capítulo de valoración que escri­
bí en el libro Prevención de Lesiones en el Deporte (113)), como es el caso de la
batería de hop test, la medición de la dorsiflexión del tobillo o el Star Excursión
Balance Test (114). A partir de dichos datos podré saber cosas como que la mayor
parte del equipo presenta asimetrías en su estructura (cosa a tener muy en cuen­
ta). Cada uno las tendrá en mayor o m enor medida en unas zonas concretas, pero
suele coincidir que el denominado «triángulo de las Bermudas» (bíceps femoral,
aductores y recto femoral) se lleve el premio de la asimetría en el caso de los fut­
bolistas. La experiencia me ha enseñado que este problema se debe a carencias re­
lativamente fáciles de resolver trabajando sistemáticamente una serie de cadenas
musculares claves. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a la conocida como cincha
oblicua posterior, formada por el dorsal ancho, la fascia toracolumbar, el glúteo
mayor y el tracto iliotibial (115), a la que yo añadiría además el glúteo m edio y de­
más pelvitrocantéreos como estabilizadores tan claves (116) como frecuentemen­
te olvidados. A quien tenga carencias en este tipo de contenidos le recomiendo el
libro de Neumann (117) más que el poco profundo y riguroso de Bousquet (118).

Os digan lo que os digan, parece haber una cosa clara. Si los futbolistas tienden
a presentar esos problemas es porque el fútbol y las cargas de trabajo específicas
parecen dejar ese residuo, que a la larga hará que el jugador se lesione más en las
[ áreas citadas. Esto quiere decir que hay problemas para los que hoy en día el co­
nocimiento aporta una serie de eficaces soluciones —o, mejor dicho, ideas— con
las que podemos ayudar al jugador a que compita con regularidad sin tener que
parar 6 semanas de cada 10. Cada deporte o tipo de jugador tendrá su problemá­
tica específica y esto es lo que debemos intentar conocer. Citamos los trabajos
de Mette Zebis (11) con jugadoras de balonmano y baloncesto y su general inca­
pacidad de preactivar el semitendinoso para estabilizar la rodilla en los apoyos.
Seguramente no será la única causa por la que tiende a romperse el LCA más en
las chicas que en los chicos, pero nos da una idea para afrontar un problema que
muchos consideran que no tiene solución. En este sentido, recuerdo la luz que
proporcionó el trabajo de Leetun et al. (119), quienes encontraron una relación
entre sufrir lesiones en la rodilla y la falta de fuerza en los rotadores externos de
la cadera, hallazgo corroborado posteriorm ente (120). Existen infinidad de ejerci­
cios para activar esta musculatura, desde lo más analítico a lo más específico (121,
122), según busquemos «despertarla» u optimizarla. En el prim er caso, a mí las
bandas elásticas anchas me han posibilitado un abanico de ejercicios enorme, y si
unimos sus dos extremos se obtiene una resistencia muy superior a la que ofrecen
las utilizadas en el campo de la fisioterapia, con la ventaja —respecto a una pesada
m áquina— de que pueden ser utilizadas tanto en los viajes como en el terreno
de juego para realizar ejercicios con desplazamientos más largos con balón. Sin
embargo, donde debemos prestar más atención es en la mejora de la preactivación
previa al aterrizaje u otro tipo de apoyos, como ya demostraron Chimera et al.
(123) con simples ejercicios pliométricos. Por supuesto, esto no implica que de­
bamos olvidar la musculatura aductora, donde se aplican principios similares me­
diante intervenciones low-cost (124, 125) con grandes resultados en mejoras de
fuerza excéntrica, aunque más discretos en la prevención de uno de los grandes
caballos de batalla en el fútbol: las pubalgias (126). Seguramente es más eficaz se­
guir una aproximación holística y no solo basada en un par de ejercicios, como ya
propusieron Holmich et al. (127), para la recuperación de esta insidiosa patología.

Como aplicación directa a la programación del trabajo de fuerza, supongamos


que ya disponemos de unos datos iniciales más o menos objetivos con los que
poder personalizar el trabajo según áreas de riesgo. No olvidemos los dos objeti­
vos fundamentales del entrenamiento de la fuerza en nuestros deportes: prevenir
lesiones y optimizar el rendim iento en acciones específicas. Esto implica que ten­
dremos una parte de la programación dedicada a la prevención y otra a la opti­
mización, ambas desde una vertiente personalizada al jugador y otra global para
todo el grupo (según las demandas del deporte o momento de la competición
donde nos encontremos). El profesor Seirul-lo habla de entrenamiento coadyu­
vante y entrenamiento optimizador, respectivamente.

Entraríamos en lo que habitualmente se denomina periodización, que —tal y


como nos la han enseñado— no es posible aplicar en deportes donde a m enudo se
tienen tan solo 4-5 semanas de periodo transitorio y otras tantas de pretem pora­
da. Hay deportes como el baloncesto donde —en casos extremos como la NBA—
los periodos transitorios dan tiempo a cambiar de arriba a abajo a un jugador,
pero en el caso del fútbol las urgencias son extremas y las ganas de cambiar, pocas.
¿Alguien cree realmente que con un mes de pretemporada y un periodo de 9 m e­
ses con 40-50 unidades competitivas se puede periodizar a lo Bompa (128) con
fases de adaptación anatómica, hipertrofia, fuerza máxima, conversión a fuerza
explosiva o resistencia a la fuerza explosiva? Por este motivo, nuestra propuesta
se basa más en una secuenciación o evolución de los contenidos, que atiende a
algunos de los elementos configuradores anteriormente citados, pero en clave de
diseño de programas:

- Progresión en la dificultad y complejidad de las tareas. Por dificultad entiendo


la mayor o m enor estabilidad con la que el jugador realiza una tarea. Cuando se
realiza una tarea con una gran estabilidad, sin fluctuaciones, es el m omento idó­
neo para introducir algún elemento que devuelva la fluctuación (carga o inercia a
desplazar, perturbación externa, los propios movimientos incluidos en la tarea).
Nos encontraremos con jugadores que son absolutos portentos en cuanto a la ges­
tión del cambio y otros que se desestabilizan a la mínima perturbación. Nuestra
labor es desafiar al máximo a los primeros y no desmotivar a los segundos con
situaciones que los superan.
74

- Acomodación de la carga. Comentamos que uno de los aspectos más obviados o


ignorados del uso de resistencias isoinerciales —poleas cónicas, YoYo y otras que
hagan lo m ism o— es su capacidad para acomodarse a la fuerza que el deportista
puede o quiere aplicar. Podemos, eso sí, seleccionar configuraciones que permi­
tan el desarrollo de una mayor o m enor velocidad o tensión (en función de la
colocación de la polea transmisora o de la inercia del sistema) según nuestros ob­
jetivos (82, 129-131). Todo esto quiere decir que trabajar mediante sistemas isoi­
nerciales ayuda a la periodización o programación en sí misma, porque a medida
que el jugador vaya adaptándose al entrenamiento —y, por lo tanto, aumentando
tanto su eficiencia como su capacidad para desarrollar fuerza o potencia— estos
sistemas se adaptarán a esa ganancia.

- Mayor proporción de estímulos regeneradores al instaurar los programas. Las


cargas vibratorias se utilizan más al principio por sus conocidas virtudes para
atenuar los efectos negativos del trabajo excéntrico (132). Asimismo, el trabajo de
estabilidad lumbopélvica y el compensatorio después de la sesión de fuerza tienen
una mayor importancia al implantar un programa, ya que será normal que por la
falta de eficiencia en los movimientos solicitados los jugadores sufran fundamen­
talmente en la espalda (la coartada perfecta del vago para no trabajar...). En este
sentido, es importante que cuando detectemos al jugador de perfil vago sustituya­
mos aquellos ejercicios que sepamos que pueden provocar malestar en la espalda.

Junto a otro exalumno y ahora profesor del máster, Fernando Hernández Abad,
acuñamos —en una cafetería— el térm ino «estabilidad dinámica rotacional»,
asociado a la gran variedad de tareas que pueden diseñarse utilizando como base
el dispositivo originalmente creado bajo la marca Aerosling. En lugar de con­
formarse con los 10 ejercicios de un póster y el concepto de «entrenamiento en
suspensión», Fernando fue capaz de evolucionar este concepto integrándolo en
otros sistemas de entrenamiento como pueden ser las bandas elásticas anchas, las
poleas cónicas o las pelotas gigantes. El espectro de ejercicios es ilimitado: desde
estiramientos de cadenas musculares en tensión activa a ejercicios funcionales,
pasando por ejercicios más estructurales donde un compañero o uno mismo pue­
de aplicar la resistencia. Además, gracias a simples cambios en la disposición de
las poleas (polipastos) se puede multiplicar o desmultiplicar la fuerza desarrolla­
da y, de ese modo, m odular la intensidad de los ejercicios (Figura 12 y 13). En mi
trabajo diario es una de las herramientas que más utilizo y que más aceptación
tienen por parte de los jugadores, algunos de los cuales se lo llevan cuando salen
de viaje, ya sea para concentrarse con su selección nacional o bien por motivos
privados. En breve se publicará un libro que está llamado a ser una auténtica re­
volución en este campo (133).

figura 13. El trabajo excéntrico en los deportes de equipo


RGODA: fíepeatedctengeofd¡ree1ioná¡llty{mymM de repetir cambios de dirección)

TRABAJO EXCÉNTRICO
MODIFICACIÓN OPTIMIZACIÓN
ESTRUCTURAL + sobrecarga FUNCIONAL
+ co rre sp o n d e n cia diná m ica
+ po te n cia
La «microestructura sálvese quien pueda» parte de la posibilidad de haber hecho
una fase inicial (pretemporada) donde se hayan podido restituir déficits neuro-
musculares importantes. En los jugadores con mayores problemas será necesario
en algunas ocasiones convencer al entrenador jefe para que los exima de algunos
entrenamientos (no olvidemos que suele ser habitual trabajar en formato de do­
ble sesión durante este periodo). Durante el periodo competitivo, lo norm al será
disponer de una sola sesión semanal global a la que podrán añadirse microen-
trenamientos antes (de activación) o después de las sesiones (compensatorios o
complementarios). Estos microentrenamientos, por lo general, habrá que «ganár­
selos» con el jugador directamente, ya que será muy difícil que el cuerpo técnico
entienda su utilidad. Para entenderla hay que cambiar de paradigma y aceptar
que el entrenamiento de fuerza, si está bien diseñado, deja un residuo positivo;
al contrario de lo que ocurre con los métodos culturistas o incluso con algunos
convencionales, que incluso han demostrado tener un efecto negativo sobre el
control del tronco y una mayor carga sobre la rodilla en situaciones de cambio de
dirección inesperado (134).

Un tratamiento singular requerirá el trabajo con jugadores que no compiten habi­


tualmente. En este caso concreto, considero recomendable introducir una segun­
da sesión obligatoria con contenidos orientados fundamentalmente al desarrollo
de la potencia o de la capacidad para mantenerla, según el periodo o necesidad.
Esto no será fácil de llevar a cabo en muchos casos, lo mismo ocurre con el trabajo
con jugadores externos a la plantilla, muy habitual en grandes clubes y un Everest
para las capacidades socioafectivas y emotivo-volitivas del preparador físico.

epílo >o
A través de la profundidad y lucidez de Tiziano Terzani (135) aprendí la nece­
sidad de aproximarme a un problema bajo una visión telescópica. Lo cierto es
que el «poder establecido» nos dobla el cuello para que observemos las cosas de
m anera microscópica o parcelada y de esa m anera perdamos la perspectiva ne­
cesaria para entenderlas en su conjunto. Ya Pasolini (136) anticipó que el poder
roba identidades para «homologar culturalmente» y es tan peligroso para ellos
como desgarrador para nosotros el proceso de abandonar el pensamiento único
al darnos cuenta paulatinamente de que todo está interrelacionado. Lo cierto es
que las cosas importantes en lavida acostumbran a pasar por delante de nosotros
de m anera subyacente, desapercibida (137), y solo nos percatamos de su tras­
cendencia al cabo de un tiempo. Es como el buen jazz, hay que estar m uy atento
porque ni se subraya nada ni se busca el impacto fácil, sino generar emociones sin
trampas o golpes bajos (138).

Nuestra identidad es el proceso de diseñar programas, un acto individual, una


amalgama de intuición y conocimiento (139), aunque implique la penitencia de
navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certezas
(140) . Diseñar (construir) es una ducha fría que vacuna ante cualquier vanidad
(141) . Se ensaya una y otra vez persiguiendo una idea, pero el program a (la obra)
realmente se escribe después (142), no debería ser algo prefabricado.

El entrenamiento de la fuerza o de las capacidades neuromusculares en los DE


ha sido víctima de lo anteriormente apuntado. Cuanto más aumentos tiene la
lupa para observar lo que ocurre en un ciclo de estiramiento-acortamiento o en
una repetición de press de banca o squat, más nos alejamos de lo importante: la
optimización de los movimientos a partir de interminables variaciones. Cuanto
más nos empeñamos en validar protocolos estandarizados y métodos universa­
les, más nos distanciamos de una de las pocas certezas: es en la combinación
dinámica —en perm anente evolución— de estímulos donde encontraremos la lla­
ve a las adaptaciones agudas (activación) y crónicas (programación).

Mi fortuna ha sido la interacción generada no solo en el día a día con los jugado­
res sino tam bién en el máster, tanto con profesores como con alumnos que luego
se convirtieron en compañeros y/o colaboradores. Entre todos, y en poco más de
una década, hemos logrado algo extraordinario, que se reconozca la identidad de
la propuesta y su validez en el entorno para el que se diseñó: la preparación para
la competición en los DE. De este modo, podrá perpetuarse el valioso legado del
profesor Seirul-lo en una época donde la sacralización del paper ha provocado la
renuncia a cualquier atisbo de creatividad y riesgo (143). El paper no es un ene­
migo per se porque, de hecho, está amalgamado en todas nuestras ideas, pero no
podemos dejar que se convierta en la medida de todas las cosas. Este capítulo y
este libro aspiran a convertirse en un objeto dinámico. Ahora te toca a ti hacerlo
evolucionar según tu propia identidad.
Debemos avanzar hacia un cambio de pa­
radigma en el que se estructure el entrena­
miento de la fuerza desde una perspectiva
tridimensional (3D) y cuadrimensional (4D)
respetuosa con los elementos configurado-
res y condicionantes del movimiento.
Gerard Moras Feliu

el enfrenamiento
tridimensional y
buadrimensional
de la fuerza en los
deportes colectivos
la potencia sin control ro
l entrenamiento de fuerza y potencia ha estado focalizado durante mucho

E tiempo, casi exclusivamente, en aumentar la cantidad de newtons o vatios


generados al movilizar una carga (144-146). Probablemente esta obsesión
por la vertiente cuantitativa provenga de los deportes individuales, donde la po­
tencia obtenida tiene bastante relación con el rendimiento final del atleta. Sin em­
bargo, aunque alcanzar un determinado nivel de fuerza y potencia es importante
y necesario en los DE, no siempre va a ser el factor más determinante y transcen­
dental. Quizás por esta razón todavía hoy en día hay quien cuestiona la utilidac
del entrenam iento coadyuvante en los DE.

Los deportistas cometen m ultitud de errores imperdonables durante los partidos


(147), como fallar un gol a puerta vacía, rem atar fuera, tocar la red en voleibo
cuando el colocador te ha dejado sin bloqueo o hacer dos dobles faltas seguidas
en tenis. Cuando estos errores son simplemente casuísticos en la trayectoria de­
portiva de nuestros deportistas no debemos preocuparnos demasiado, aunque
puedan tener mucha trascendencia emotiva por el m omento en el que se han
producido, pero si estos errores son reiterativos debemos otorgarles otro valor.
En este caso, estamos hablando de un deficiente control m otor (148, 149) para
adaptarse a las diferentes maneras de producir movimiento en los DE, aunque los
niveles de fuerza y potencia demostrados en unos determinados ejercicios en el
gimnasio hayan sido excelentes. Si la relación entre fuerza y control m otor fuese
estrecha, los mejores en el gimnasio también lo serían en el juego y, como muy
bien sabemos, no siempre es así. De hecho, si buscásemos los diez jugadores más
rápidos en carrera lineal en el fútbol probablemente muchos de ellos serían des­
conocidos para la inmensa mayoría de nosotros y nos sorprendería que algunos
de los considerados mejores jugadores del m undo no estuvieran entre los cinco
primeros. En voleibol, donde la capacidad de salto es trascendental, nos descon­
certaría saber que Gilberto Amauri de Godoy Filho —conocido como Giba—,
un0 de los jugadores más laureados, tiene una altura de pegada cercana a los
3,25 m, inferior a la de otros jugadores menos relevantes que pueden llegar a con­
tactar con el balón a 3,70 m.

Una de las campañas publicitarias de Pirelli —que tuvo como eslogan «La poten­
cia sin control no sirve de nada»—, cuya imagen era la de Cari Lewis preparado
para la salida de los 100 m calzando unos zapatos de mujer con mucho tacón, nos
puede servir perfectamente de metáfora para ilustrar la conveniencia de gestio­
nar la fuerza de la m anera m ás adecuada en cada m om ento (150). En esa tesi­
tura la mejor solución para Cari hubiese sido aplicar menos potencia y salir más
lento, de la misma m anera que un deportista debe modificar su forma de despla­
zarse por el campo, las líneas de pase o la forma de contactar con el balón cuando
el terreno de juego está encharcado o resbaladizo. Adaptarse al entorno supone,
entre otras cosas, regular adecuadamente la aplicación de fuerza y potencia en el
tiempo según lo deseado por el deportista, y debería ser uno de los grandes retos
del entrenamiento coadyuvante y optimizador.

los jugadores deben aprender


Memorizar unas cuantas sumas en el colegio nos ayudaba solamente cuando nos
pedían resolver una operación matemática en la que los sumandos coincidían
exactamente con una de las sumas memorizadas. En cambio, en el caso de no
conocer los sumandos, estábamos obligados a aprender a sumar o —lo que era
peor— copiar de alguien a quien dábamos crédito o creíamos que sabía más que
nosotros. En principio, cuando un deportista está en formación, automatizar
unos pocos movimientos y repetirlos una y otra vez —que podría equivaler a m e­
morizar unas pocas sumas— puede ser suficiente para desenvolverse en el juego,
pero si el objetivo es alcanzar la excelencia la cosa se complica, pues el deportista
deberá —siguiendo con el símil matemático— proponer los sumandos (qué quie­
ro hacer) más apropiados (qué quiero hacer sabiendo las características del rival,
momento del partido, marcador y mis sensaciones) y sumar lo más rápidamen­
te posible cometiendo pocos errores (resolución rápida, correcta y precisa de la
decisión tomada). Por esta razón, para que el deportista pueda alcanzar un alto
nivel debe «aprender a sumar» correctamente como paso previo a la resolución de
«operaciones matemáticas» más complejas que se manifiestan en el juego a partir
de la compleja interacción entre la estructura condicional, coordinativa, cognitiva,
socioafectiva, emotivo-volitiva y creativa. Pero ¿realmente les enseñamos a sumar?

Llegados a este punto, podemos responder a la pregunta de si el entrenamien­


to coadyuvante, basado en perseguir mejoras en la fuerza máxima y la potencia
muscular, es suficiente para dar soporte condicional a las exigencias del juego en
los DE. La respuesta debería ser que en la mayoría de propuestas probablemente
no, por la sencilla razón de que a m enudo el acento del entrenamiento se pone,
casi exclusivamente, en la modulación del volumen, la intensidad y el carácter del
esfuerzo frente a una propuesta de entrenamiento bastante cerrada y con pocos
ejercicios. El contenido, o lo que es lo mismo, las propuestas de movimiento
pasan inexplicablemente a un segundo o tercer plano, pensando que repetir unos
ejercicios una y otra vez a lo largo de la tem porada con el objetivo de mejorar la
fuerza y la potencia preparará adecuadamente a los deportistas. Cometeríamos
un grave error si no considerásemos que el nivel de prestación de un deportista
experimentado en los DE se relaciona más con la calidad de lo que hace que con
su cantidad (40,98,151). Necesitamos, pues, un cambio de enfoque en el entrena­
miento coadyuvante que tenga en cuenta que los movimientos que el deportista
realiza en el juego están siempre enmarcados en un contexto cambiante e incierto.

la fuerza
Deslumbrados por las mejoras en fuerza y potencia que los deportistas consiguen
a lo largo de una temporada en el gimnasio, pueden pasarnos desapercibidas las
reducidas demandas coordinativas y de interacción solicitadas. Podemos inclu­
so llegar a creer que con esa propuesta de entrenamiento podemos optimizar la
fuerza de juego (fuerza adecuada para afrontar cada una de las acciones en los
p>E), como si esta fuera una capacidad inalterable, imperturbable y constante en
los deportistas. Nos guste o no, la fuerza que tiene un deportista es sim plem ente
la que puede aplicar en cada m om ento (99). Aunque en el gimnasio podamos
aplicar mucha fuerza o potencia al realizar un ejercicio concreto, debemos ser
conscientes de que esto no nos garantiza que seamos capaces de encontrar la m e­
jor manera de gestionarla en todas las situaciones, incluso si aparentemente se
solicita a los mismos grupos musculares.

Además, sabemos que la aplicación de fuerza está fuertemente asociada al movi­


miento, a las experiencias motoras y a los condicionantes del entorno (152, 153).
Y esto puede explicar, en parte, porque el exjugador de baloncesto estadouniden­
se Michael Jordán —considerado por la mayoría de aficionados y especialistas
como el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos— no alcanzó un alto
nivel de prestación como jugador en un equipo de béisbol profesional. Segura­
mente el problema fue su incapacidad de gestionar adecuadamente la fuerza en
las nuevas demandas coordinativas asociadas a unos movimientos que se alejaban
bastante de lo aprendido y vivido en el baloncesto y, por ende, ya no disponía del
tiempo suficiente para lograrlo. Lo que no es discutible es que para que Michael
fuese un gran jugador de baloncesto tuvo que alcanzar unos elevados niveles de
fuerza coordinativa en base a una experimentación neuromuscular amplia que
le permitiera expresar —con suficiente control m otor— la fuerza, la potencia y la
aceleración en múltiples direcciones (154). Por esta razón, parece lógico que el
entrenamiento coadyuvante, que prepara a los deportistas para entrenar, tenga
como objetivo prioritario el desarrollo de esta fuerza coordinativa. Pero ¿cómo
puede hacerse?

Proponemos avanzar hacia un cambio de paradigma en el que se estructure el


entrenamiento coadyuvante desde una perspectiva tridim ensional (3D) y cua-
drimensional (4D) respetuosa con los elementos configuradores y condicionan­
tes del movimiento en los DE explicados en este capítulo en la sección «Todo es
fuerza». Antes de adentrarnos en esta propuesta de entrenamiento de la fuerza
debemos explicar brevemente qué entendemos por dimensión.

En general, cuando hablamos de dimensiones de un espacio nos referimos a lo que


los físicos e ingenieros llaman grados de libertad. En una analogía dimensional, si
un punto —considerado dimensión cero— se mueve en una cierta dirección, ge­
nera un segmento al que consideraremos dimensión uno, si este se mueve en una
dirección perpendicular generará un cuadrado, que consideraremos dimensión
dos, si este cuadrado se mueve en una dirección perpendicular se obtendrá un
cubo de dimensión tres y, finalmente, la dimensión cuatro se generará desplazando
el cubo (155). Pero ¿qué aplicación puede tener esto en los DE?

propuesta de desarrollo de la fuerza


cuadrimensional en los
justificación del entrenamiento de la fuerza 3D
Sabemos que las ganancias de fuerza son, en parte, específicas al tipo de acción
muscular y al movimiento (156, 157) y que para un determinado ejercicio el pa­
trón de reclutamiento muscular se mantiene bastante estable aunque variemos
el peso a movilizar (158-162). Seguramente este detalle, aun siendo muy relevan­
te, ha tenido poco impacto en la m anera de entrenar la fuerza. Estos hallazgos
respaldan la tesis de que la práctica m onótona, basada en la repetición sistemática
de ejercicios en el gimnasio, puede no ser suficiente para preparar adecuadamente
a los deportistas para desenvolverse en el juego aunque la modulación de la carga
a lo largo de la tem porada se haya realizado con esmero. Debemos tener en cuen­
ta que en los DE el deportista utiliza durante el juego vectores de aplicación
de fuerza unilateral y bilateral de magnitud y, sobre todo, dirección y sentido
cambiantes que fuerzan patrones de reclutamiento muscular diferentes (los
cuales muy a m enudo no están en sintonía con los requerimientos del entrena­
miento coadyuvante). Si realmente queremos alterar el patrón de reclutamiento
no nos queda otro camino que proponer variaciones a la propuesta de movi­
miento (163), cambiar de movimiento (164, 165) o modificar las condiciones
de estabilidad del mismo (166, 167).

Algunos preparadores físicos pretenden resolver este dilema mediante la práctica


variada, es decir, aumentando simplemente el número de ejercicios propuestos.
Nosotros tenemos muchas dudas de que esto sea correcto si la práctica no se es­
tructura a través de variaciones en la forma de realizar el ejercicio que supongan
un verdadero campo de estimulación multinivel, pero sin alterar excesivamente
su esencia (29,36), es decir, preservando siempre una cierta vinculación con la es­
tructura básica del movimiento que se desea optimizar. Precisamente serán estas
variaciones las que configurarán el desarrollo 3D de la fuerza del deportista con
el objetivo de proyectar el movimiento, de forma metafórica, en los tres ejes que
conforman las tres dimensiones del espacio de un cubo. Finalmente, cabe desta­
car que la opción de modificar las condiciones de estabilidad del ejercicio será
tratada y explicada como efecto 4D, a pesar de que normalmente tam bién pueda
suponer, en la mayoría de los casos, una alteración en el patrón de reclutamiento
muscular y, por lo tanto, lleve implícito el efecto 3D. ,

propuesta de movimiento, niveles de aproximación y familias


de ejercicios relacionados con una propuesta de movimiento
Entrenamos para optimizar el movimiento deportivo a través de propuestas de
movimiento y para conseguirlo debemos considerar las habilidades básicas de
movimiento que lo sustentan como correr, saltar, golpear, desplazarse... Sirva de
ejemplo el remate por zona IV en voleibol como movimiento deportivo en el que
las habilidades básicas de movimiento son el salto y el golpeo, y la propuesta
de movimiento el salto vertical. Precisamente son estas habilidades básicas de
movimiento las que nos van a servir para estructurar el entrenamiento a través
de ejercicios concretos pertenecientes a diferentes niveles de aproxim ación al
movimiento deportivo (Figuras 14.a. y 14.b.). Aunque existen seis niveles de
aproximación (168), vamos a centrarnos solamente en los tres niveles de carácter
coadyuvante más utilizados en la preparación física, esto es, el Nivel 0 (Orienta­
do), el Nivel I y el Nivel II. El conjunto de ejercicios propuestos en estos niveles,
circunscritos a un movimiento deportivo y a una propuesta de movimiento con­
creta, configurará lo que llamaremos una fam ilia. Precisamente a partir de cada
uno de los ejercicios que configuran una familia construiremos el entorno 3D de
la fuerza.

el desarrollo de la fuerza 3D a partir de los niveles de aproximación


El desarrollo de la fuerza 3D se realizará a partir de cada uno de los ejercicios
propuestos en los niveles de aproximación de orientación coadyuvante. Los ejer­
cicios de cada nivel deben cumplir unos requisitos concretos que explicamos a
continuación.

Los ejercicios más alejados del movimiento deportivo son los de Nivel 0 (Orien­
tado), que no gozan de correspondencia dinám ica con el m ovim iento depor­
tivo, pero que activan cadenas musculares fundamentales en su ejecución. Este
sería el caso de la utilización de la prensa de piernas como ejercicio de entre­
namiento cuando el movimiento deportivo es, por ejemplo, el salto al bloqueo
desde parado en voleibol y la propuesta de movimiento es el salto vertical. Pues
bien, en este caso la construcción 3D de la fuerza podría realizarse proponiendo
al deportista, por ejemplo, cambios en la posición de los pies en la plataforma
(altos, bajos, separados, juntos...) (162), aplicar fuerza de forma asincrónica con
los pies, o realizar el ejercicio con un alza o un disco de pesas debajo de solamente
uno de los pies.
figura 14.a. Los niveles de aproximación al movimiento deportivo en propuestas de movimiento que dependen de dos
fiabilidades básicas. MD: movimiento deportivo. PM: propuesta de movimiento, HB: habilidades básicas, N: nivel

Niveles de aproximación

figura I4.b. Los niveles de aproximación al movimiento deportivo en propuestas de movimiento que dependen de una
habilidad básica. MD: movimiento deportivo, PM: propuesta de movimiento, HB: habilidades básicas, N: nivel.

NO ■
a1
HB
orientado

Niveles de aproximación
A continuación, se encuentran los ejercicios de Nivel I, que poseen correspon­
dencia dinámica con el movimiento deportivo y, además, la resistencia que debe
vencer el deportista debe ser bastante superior a la que demanda el juego. Como
ejemplo podemos mencionar la salida abierta en máquina de resistencia rota­
cional cuando el movimiento deportivo es el desplazamiento en red con salida
abierta de un central en voleibol y la propuesta básica de movimiento es el despla­
zamiento lateral (Figura 15). Las variantes 3D pueden ser, entre otras, el simple
cambio de lado, cambiar el grado de flexión de las piernas, modificar el número
de apoyos o la amplitud de los mismos, el punto o zona de aplicación de la resis­
tencia en el deportista, la dirección del vector de fuerza e incluso trabajar la esta­
bilidad dinámica rotacional a través de la aplicación de fuerzas no concurrentes
que generen un giro del cuerpo sobre el eje longitudinal.

figura 15. Salida abierta en máquina de resistencia rotacional


finalmente, en un último bloque aunamos los ejercicios de Nivel II, que tienen
correspondencia dinámica con el movimiento deportivo, pero —a diferencia del
grupo anterior— la resistencia que debe vencer el deportista es ligeramente su­
perior a la que demanda el juego. Esto se consigue lastrando a los jugadores o
simplemente utilizando pequeños pesos como discos o balones medicinales. En
este nivel es posible realizar una gran cantidad de pequeñas variaciones 3D en el
ejercicio precisamente por disponer, normalmente, de un mayor núm ero de gra­
dos de libertad en comparación con las otras opciones. Nos sirve como ejemplo
la simulación de un bloqueo de voleibol interceptando un balón medicinal de
poco peso (Figura 16). Las variaciones pueden ser, entre otras, la orientación de
las manos para el rechace, la modificación del punto de interceptación del balón,

figura IB. Simulación de bloqueo en voleibol con pelota medicinal

C r-
simular un bloqueo más o menos ofensivo, introducir un giro del tronco o la in­
terceptación con una sola mano.

Todos los ejercicios propuestos en estos ejemplos —independientemente del nivel


de aproximación al que pertenecen— tienen una predominancia vertical, hori­
zontal o inclinada del vector de aplicación de la fuerza. A su vez, todas las varia­
ciones propuestas para construir el entorno 3D de la fuerza pretenden alterar el
patrón de reclutamiento muscular y deben ir acompañadas de una de las estra­
tegias más utilizadas para mejorar la fuerza y la función muscular, como es el
incremento progresivo de la resistencia a movilizar.

La construcción del entorno 3D no debería estar condicionada por el nivel de


especificidad de los ejercicios. Es más, creemos que cuanto más alejado está el
ejercicio que proponem os del movimiento deportivo, más "atención deberíamos
prestar a la construcción de este entorno 3D para compensar la falta de especi­
ficidad (157). De alguna manera, los ejercicios más alejados del movimiento de­
portivo —Nivel 0 (Orientado)— deben preparar para experimentar en los niveles
superiores -N iv el I y Nivel II—; el conjunto de ejercicios de Nivel 0 (Orientado)
Nivel I y Nivel II debe preparar para entrenar en el campo de juego a través deí
Nivel III, Nivel IV y Nivel V (SSP); y, finalmente, lo que hacemos en el entre­
namiento en campo debe preparar para competir —Nivel V (Juego real)—. No
debemos olvidar que el entrenamiento coadyuvante tiene el objetivo de preparar
al deportista para entrenar y competir, y no simplemente para mejorar la fuerza
o potencia de unos ejercicios en concreto que, a menudo, están muy alejados del
movimiento deportivo.

A pesar de que diversos estudios han demostrado que para magnificar el rendi­
miento del deportista en juego el entrenamiento debería ser lo más específico po­
sible en referencia al patrón de movimiento y la velocidad de contracción (156),
creemos que no por ello debemos eliminar de nuestro repertorio los ejercicios
menos específicos de Nivel 0 (Orientado) si consideramos que su razón de ser es
precisamente preparar al deportista para soportar dicha especificidad reduciendo
en lo posible el riesgo de lesión. No obstante, también quiero expresar mis dudas
en cuanto a defender a capa y espada la existencia de una especificidad clara en
el patrón de reclutamiento y en la velocidad de contracción en los movimientos
realizados en los DE.

¿cómo evolucionar hacia el entrenamiento cuadrlmensional de la fuerza?

Sabemos que cada repetición de un mismo movimiento presenta una cierta can­
tidad de cambio independientemente del nivel o del grado de familiarización con
la tarea. Ni tan siquiera los deportistas experimentados pueden producir patrones
motores idénticos (169). La variabilidad del movimiento está presente de forma
inherente en el rendim iento m otor y podría estar asociada con la complejidad del
sistema neuromuscular (170-172). No obstante, cada deportista dispone de unas
características morfológicas y funcionales que determinan un perfil exclusivo de
rendimiento (173).

Los movimientos realizados por los deportistas en el gimnasio son normalmente


movimientos muy regulares, m onótonos y repetitivos que, a pesar de estar ine­
vitablemente sometidos a esta variabilidad, presentan una parte invariable muy
importante que puede ser observada repetición a repetición. Esta parte invariable
del movimiento es la que se considera estable y constituye la firma o huella iden-
tificativa del deportista (174). En la Figura 17 se aprecia la gran similitud en el re­
gistro de fuerza repetición a repetición en dos jugadores de vóley playa de elite y,
al mismo tiempo, las grandes diferencias entre ellos en el patrón o huella identifi-
cativa al realizar 6 series de 6 repeticiones con un minuto de descanso entre series
en el ejercicio de Vz squat en m áquina de resistencia rotacional. Probablemente le
hemos dado un valor excesivo a esta variabilidad sin percatarnos de que la parte
invariable del movimiento es —cuantitativamente hablando— mucho mayor.
figura 17. Registro de fuerza en el eje vertical (z) de dos jugadores de vóley playa al
realizar 6 series x 0 repeticiones de 'A squat en máquina de resistencia rotacional
Fuerza (N )
Fuerza (N )

Tiem po (s )
£n cada ejercicio de la propuesta de movimiento 3D el deportista tenderá a repro
En cada ejercicio de la propuesta de movimiento 3D el deportista tenderá a repro
clucir una y otra vez patrones de comportamiento relativamente regulares. Esto
significa que generará una enorme resistencia al cambio para cada uno de los
ejercicios configuradores de la propuesta 3D, que solo podrá vencerse exploran­
do dimensiones superiores que nos perm itan huir de este férreo atractor (175).
Pero seamos conscientes de que, aunque la propuesta de construcción de familias
de ejercicios relacionados con una propuesta de movimiento constituye un gran
paso hacia delante, queremos ir más allá y estudiar la viabilidad de experimentar
con otras formas de gestión de la fuerza en cada uno de los ejercicios propuestos
en el entorno 3D recurriendo a una dimensión superior.

Consideramos que es posible desarrollar una cuarta dimensión en el entrena­


miento de fuerza si alteramos alguno de los patrones de comportamiento de las
series temporales asociados al movimiento. Pero ¿podemos hacerlo? Viajar a otra
dimensión suena futurista e incluso incomprensible para muchos de nosotros.
Sin embargo, si dijéramos que pasamos de una dimensión (un segmento) a dos
dimensiones (el cuadrado) nadie se sorprendería, a no ser que estuviésemos vi­
viendo en un m undo de una sola dimensión. Sucede lo mismo cuando nos ha­
blan de la cuarta dimensión, ya que percibimos nuestro m undo solamente en tres
dimensiones. El hipercubo o teseractos (176) puede ser el mejor ejemplo de lo
que representa esta cuarta dimensión. Se lo considera un cubo desfasado en el
tiempo y esta proyección es nuestro punto de partida para explicar la propuesta
de entrenamiento 4D en los deportes colectivos. Desfasar algo en el tiempo puede
ser equiparable en el entrenamiento a, por ejemplo, deformar ostensiblemente el
patrón de una señal de fuerza, potencia, velocidad o desplazamiento en el tiempo
para un determinado ejercicio (177).

A través de la experimentación 4D se pretende que el deportista avance aún más


hacia un desarrollo muscular más adaptable a la realidad de los deportes colecti­
vos, en los que los patrones de la serie temporal de la fuerza están alterados y, en
cierto modo, deformados, no pudiendo ser determinados de antemano. Preten
demos que el deportista experimente diferentes formas de aplicación de la fuerza
en el tiempo para cada uno de los ejercicios propuestos en la configuración 3D
De alguna manera, se quiere aplicar a los ejercicios propuestos en el entrenamien
to 3D los principios esenciales de modificación de las condiciones de práctica
(37, 178,179). Al aumentar el núm ero de alternativas de un ejercicio a través de
la configuración 4D del entrenamiento, se incrementa la variabilidad interrepet'
ción e intraejercicio obligando al deportista a adaptarse a niveles de exigencia más
elevados (180). Lógicamente, el nivel de perturbación que supone esta práctica
variada en su globalidad deberá estar en consonancia con las capacidades del de
portista. Una dosis pobre o excesiva de perturbación será contraproducente para
su evolución.

¿cómo se consigue el efecto


aplicaciones prácticas
Para conseguir el efecto 4D buscando la deformación del patrón de la serie tem
poral de la fuerza en uno o varios ejes podemos utilizar ciertas estrategias como
son alterar el patrón de la serie temporal desplazamiento-tiempo, cambiar la re
sistencia externa impuesta al deportista, modificar el tipo de resistencia (grave
dad, neumática, rotacional, bandas elásticas...), utilizar condicionantes pertur­
badores o incorporar el estímulo vibratorio como un componente perturbador y
potenciador, entre otras muchas posibilidades.

alterar el patrón de comportamiento de la serie temporal desplazamiento- tiempo


Muchos de los ejercicios realizados en el gimnasio se basan en repetir una y otra
vez un movimiento relativamente cerrado. Por esta razón, si colocamos un éneo
der lineal o rotacional en una m áquina de un gimnasio y observamos la gráfica
obtenida con los datos de la serie temporal desplazamiento-tiempo, nos daremos
cuenta de que su estructura tiene un carácter eminentemente senoidal. En este
caso, la opción 4D se basa en deformar esta señal hasta obtener un desplazamien­
to de base, por ejemplo, multisenoidal (181). Esta propuesta que desarrollamos
hace ya algún tiempo se inspiró en una prim era aproximación que el profesor
Séirul-lo hizo al plantear una preactivación muscular a través de una acción breve
de rebote antes de la realización de un movimiento explosivo. Concretamente, se
comparó la realización de un press de banca con movimiento senoidal de la barra
con el mismo ejercicio, pero con movimiento multi-senoidal, realizando contra­
movimiento en tres posiciones intermedias en la fase excéntrica y concéntrica
(182). El tiempo de realización de una repetición para una misma carga fue tres
veces superior en el movimiento multisenoidal, el número de repeticiones hasta
el fallo muscular fue mayor en el movimiento senoidal y el valor de la 1RM fue
muy inferior para el movimiento multisenoidal. Aunque ambos ejercicios parten
de una misma propuesta de movimiento (press de banca) la solicitación muscular
y la gestión de la fuerza en el tiempo son completamente diferentes.

Las oscilaciones forzadas en cada fase del movimiento multisenoidal deforman


sustancialmente el patrón de comportamiento de la serie temporal de la fuerza en
comparación con la realización del mismo ejercicio con desplazamiento senoidal,
resultando una nueva experiencia para los deportistas en cuanto a la forma de
gestionar la fuerza, esta vez para una misma propuesta de movimiento. Escogi­
mos el press de banca para realizar el estudio por ser uno de los ejercicios más
utilizados en las investigaciones, pero debemos ser conscientes de que este efecto
4D puede aplicarse a una gran cantidad de propuestas de movimiento distintas.

cambios en la resistencia externa impuesta al deportista durante la realización del ejercicio


Otra estrategia 4D interesante consiste en generar cambios en la resistencia a ven­
cer durante la realización de un ejercicio. Esto se puede implementar fácilmente
cuando se utilizan máquinas neumáticas (183), pues las botoneras perm iten au­
m entar y dism inuir la resistencia sin necesidad de interrum pir el movimiento. De
esta manera, el jugador podrá experimentar en una prensa de piernas la sensación
de luchar contrarrestando una resistencia que, por ejemplo, aumente a lo largo de
la fase concéntrica del movimiento, algo similar a lo que podría suceder en juego
cuando un jugador, durante el impulso para saltar, debe vencer la resistencia de
un jugador que se cuelga literalmente de él. Este efecto no puede ser simulado en
máquinas de resistencia gravitacional, pues el pico máximo de fuerza nunca se
encuentra al final de la fase concéntrica del movimiento. En función del ejercicio
propuesto obtendremos cierta especificidad en cuanto a las posibles formas de
gestión de la fuerza y poca o mucha correspondencia dinámica con el movimien­
to deportivo.

cambios en el tipo de resistencia que debe contrarrestar el deportista


A pesar de la sencillez de la siguiente propuesta creemos que es una de las es­
trategias 4D menos utilizada. El simple hecho de cambiar el tipo de resistencia
al realizar un ejercicio en concreto supone cambios en el patrón de gestión de la
fuerza. A modo de ejemplo, al utilizar las máquinas neumáticas los deportistas se
enfrentarán a un nivel de resistencia parecido durante todo el recorrido articular,
mientras que en las máquinas de resistencia gravitacional se producen cambios
ostensibles en la producción de fuerza durante el movimiento con picos de fuerza
contrastados (184). En este sentido, cabe destacar la notoriedad que han alcan­
zado en el entrenamiento las máquinas de resistencia rotacional como el sistema
YoYo o la polea cónica (91,130,185,186). Estas máquinas pueden acrecentar la
demanda y exigencia en la fase excéntrica del movimiento, algo muy difícil de
conseguir al mismo nivel con otras máquinas de pesas.

la utilización de condicionantes perturbadores


La inclusión de condicionantes perturbadores en el entrenam iento es otra de
las posibilidades para alcanzar el efecto 4D. En esencia, se trata de incrementar el
r

desafío que supone un ejercicio perturbando al deportista mediante la incorpora­


ción de algún tipo de material desestabilizador. Sabemos que cuando incorpora­
mos cierta perturbación a un ejercicio a través de este tipo de material aumentan
los requerimientos de estabilización interna activa, lo que supone un mayor pro­
tagonismo en la solicitación de los músculos estabilizadores respecto de los m ús­
culos con funciones motoras, los cuales incluso pueden dism inuir su actividad
(187). Con esta estrategia podemos conseguir una evidente alteración del patrón
de reclutamiento muscular.

Detrás de la aparente sencillez de esta propuesta se esconden un m ontón de deta­


lles que se deberían tener en cuenta. Hay que admitir que el nivel de perturbación
debe ser el adecuado y que no todo material desestabilizador va a suponer el m is­
mo desafío para todos los deportistas. Además, deberíamos asegurarnos de que la
realización del ejercicio con material desestabilizador supone una alteración sufi­
ciente en el patrón de reclutamiento. En este sentido, en un estudio que realizamos
con deportistas de alto nivel, pudimos observar que la realización de un V2 squat
en máquina de resistencia rotacional con y sin material desestabilizador no supo­
nía cambios sustanciales en la aplicación de fuerza en el eje vertical m edido con
una célula de carga. Tampoco se encontraron diferencias en la predictibilidad del
movimiento medida a través de la entropía. Estos hallazgos desentrañaron la di­
ficultad de seleccionar adecuadamente el material desestabilizador más adecuado
en función de las características del ejercicio. Debemos admitir que este estudio
forzó un cambio de rum bo en nuestra forma de proceder. Actualmente estamos
utilizando los valores de entropía —procedentes del análisis de series temporales
de aceleración obtenidos al colocar de forma estratégica diversos acelerómetros
en el cuerpo del deportista— para poder determinar el grado de perturbación que
supone la realización de un ejercicio.

Uno de los condicionantes perturbadores que muchas veces no se contempla en


la preparación física es el propio balón. Su incorporación durante la realización
de un ejercicio provoca movimientos de anticipación y compensación inducidos
por los ajustes posturales que deben realizarse (188, 189). Precisamente serán es­
tos ajustes los que perm itirán el efecto 4D a través de una clara alteración de los
patrones de movimiento (190). Pudimos comprobar este efecto en un estudio que
llevamos a cabo con jugadores de rugby de elite realizando un desplazamiento ha­
cia delante y hacia atrás en una m áquina de resistencia rotacional incorporando
un balón durante el desplazamiento hacia delante (Figura 18). Los valores de en­
tropía obtenidos a partir de la señal de aceleración de un acelerómetro colocado
en la espalda, cerca del centro de gravedad, fueron superiores en la ejercitación
con balón en comparación con la realización del ejercicio sin balón, lo que su­
pone un aumento de la perturbación —y, consecuentemente, de la dificultad del
ejercicio— que se aproxima a la necesidad de fuerza requerida en los DIEC.
Otra opción es interactuar con un balón de fútbol incorporando al ejercicio un
pase o un cabeceo mientras el deportista se desplaza condicionado por la resis­
tencia que ofrece una m áquina de resistencia rotacional (Figura 19. a.). La pro­
puesta 4D se puede ampliar forzando el golpeo o el pase en puntos diferentes del
desplazamiento, golpear de cabeza alternando el pie o el hom bro adelantado o
simplemente variando la altura de golpeo. Otro ejemplo, esta vez del voleibol,
consiste en incorporar a la acción simulada de bloqueo en m áquina de resistencia
rotacional el condicionante del balón. En este caso, el deportista debe colocar
las manos detrás del balón sin saber de antemano en cada repetición dónde va a
quedar situado exactamente (Figura 19. b.).
incorporar el estímulo vibratorio como un componente perturbador y potenciador
La vibración mecánica, igual que el material desestabilizador, puede conside­
rarse un estímulo perturbador de aplicación transversal en el entrenamiento, ya
que puede adaptarse a prácticamente cualquier ejercicio. Además, la vibración
—como la traslación y la rotación— es una de las formas de producir movimiento
(191). Por estas simples razones el efecto 4D presenta más riqueza y posibilidades
de aplicación que en los supuestos anteriores.

El estímulo vibratorio genera perturbación en los tejidos incrementando la sti-


ffness muscular activa para una determ inada carga (192), lo que supone alterar
cuantitativamente el patrón de fuerza para una misma resistencia, aunque no es­
tamos seguros de que lo pueda deformar en el tiempo. El aumento de la actividad
muscular por el efecto del estímulo vibratorio implica un mayor reclutamiento de
fibras musculares y un incremento de la frecuencia de descarga de las unidades
motoras que se materializa en una mayor producción de fuerza. En este caso, se
justifica el efecto 4D ya que el deportista —aunque seguramente no cambia de­
masiado el patrón de reclutamiento m uscular— experimenta un nivel de tensión
muscular que no se corresponde con el que tendría sin la presencia del estímulo
vibratorio, lo que supone para él un nuevo proceso de interacción con el entorno.

Por otro lado, la aplicación del estímulo vibratorio produce cambios en la coacti­
vación muscular con diferente repercusión sobre el deportista en función de las
frecuencias y amplitudes de vibración seleccionadas. Utilizando una barra vibra­
toria fijada por sus extremos a una m áquina de resistencia neumática se pudo de­
m ostrar que la vibración provocaba un aumento de la coactivación agonista pro­
porcional a la frecuencia de vibración y que era mayor en el bíceps braquial que
en el tríceps braquial. Asimismo, se comprobó que la mejor opción para alcanzar
los efectos deseados era utilizar altas frecuencias (18 a 42Hz), además de resisten­
cias elevadas que provocaran importantes tensiones musculares (193). Además,
la denominada vibración de cuerpo entero ( Whole body vibration) transmitida
través de los pies perm ite generar un efecto potenciador sobre el tren superior
(1 9 4 ), Un curioso efecto que también hemos querido incorporar a este apartado y
que realmente debe considerarse como una rareza dentro del efecto 4D.

Estos son solo algunos ejemplos de las posibilidades de aplicación del efecto 4D al
cuerpo humano. Estamos ante una poderosa herramienta de trabajo que segura­
mente aún no dominamos. Tenemos delante un caballo salvaje al que deberemos
domar, y para eso hará falta tiempo. Ahora dejemos que los investigadores hagan
su trabajo.

Finalmente, queremos resaltar que el alcance del entrenamiento 4D dependerá


del nivel y características de ejecución de los ejercicios seleccionados. Cuando
los ejercicios que configuran el espectro 3D se asemejan mucho al movimiento
deportivo y el nivel de perturbación generado es elevado tendremos pocas op­
ciones para construir el efecto 4D porque, en cierta manera, no es necesario. En
este caso, el propio ejercicio puede generar una alta fluctuación y variabilidad
interrepetición que puede considerarse por sí misma una alteración continuada
del patrón de activación muscular en el tiempo. En este contexto, acertar en el de­
sarrollo 3D puede ser clave para avanzar en el objetivo optimizador o preventivo
que todo entrenamiento y ejercicio deben tener.

el rol de otras dimensiones en el entrenamiento


la fuerza unidimensional en los deportes colectivos

No siempre va a ser fácil alterar el patrón de comportamiento de la serie tem ­


poral de fuerza de un ejercicio o su patrón de reclutamiento muscular, ya que
a menudo los movimientos que realizan los deportistas están encapsulados en
un desplazamiento lineal y, como si de vías de tren se tratara, solamente podrán
moverse en una dirección —ya sea en un sentido o en otro— y, por consiguiente,
en una sola dimensión (unidimensional). Algo parecido a lo que sucede cuando
realizamos ejercicios en máquinas guiadas como el curl de bíceps femoral en má­
quina YoYo (Figura 20). En este caso, aunque las posibilidades de estructurar el
entrenamiento 3D son prácticamente nulas, podemos recurrir, aunque con mu­
chas limitaciones, al desarrollo 4D de la fuerza. Podemos utilizar, por ejemplo,
una de las estrategias más conocidas para alterar el patrón de gestión de la fuerza,
como es generar sobrecarga excéntrica mediante el retardo del mayor esfuerzo
de frenado hacia los últimos grados de extensión de la rodilla (89). Qué curioso
resulta que los ejercicios unidimensionales, pertenecientes normalmente al nivel
más bajo de especificidad, tengan más restricciones en la construcción del efecto
3D que en el 4D.

figura 20. de bíceps femoral en máquina yo-yo

ENTRENAMIENTO TRADICIONAL SOBRECARGA EXCÉNTRICA

Esfuerzo de frenado progresivo duran- Esfuerzo de frenado en el último


te la fase excéntrica del movimiento tercio de la fase excéntrica

Facilitar el esfuerzo durante la fase concéntrica del movimiento


¿existe la dimensión cero en el entrenamiento deportivo?
Sabemos que un punto fijo es considerado una dimensión cero (ningún grado de
libertad) y, por lo tanto, no existe ningún lugar a donde pueda moverse. Partien­
do de esta aproximación geométrica, podríamos considerar la acción muscular
isométrica como la dimensión cero del entrenamiento deportivo. En isome-
tría, estamos confinados a una posición articular y segmentaria relativamente fija
que no da margen al desarrollo del universo tridimensional, aunque, como ya
sugerimos en el entrenamiento con máquinas guiadas, podrem os enriquecer algo
la vivencia de la aplicación de fuerza a través de la modelización 4D. No obstante,
debemos ser conscientes de que, aunque entrenásemos isométricamente en todos
los ángulos articulares posibles combinando diferentes niveles de tensión mus­
cular, no conseguiríamos suplantar el movimiento articular, de la misma forma
que ver todos los fotogramas de una película por separado no puede sustituir el
visionado de la misma.

el desarrollo del universo tridimensional


propuesta
A partir de la visión 3D y 4D de la fuerza desarrollada hasta ahora podremos
construir el universo tridimensional de una propuesta de movimiento. De al­
guna manera, estamos proponiendo una teórica quinta dimensión que pretende
acercarse a la esencia de un deportista perfecto. Algo inabordable, inexpugnable,
pero a lo que debemos aproximarnos.

Seamos conscientes de que una familia de ejercicios simula solamente una de


las muchas maneras en las que el movimiento deportivo puede manifestarse en el
juego (Figura 21). Si la propuesta de movimiento es el cambio de dirección y el
figura 21. Estructura de una familia de ejercicios
MD: movimiento deportivo, PM: propuesta de movimiento, HB: habilidades básicas, N: nivel

.^Ciclos

<y A
*
V?

movimiento deportivo es el cambio de dirección sin balón en baloncesto, los ejer


cicios que configurarán su familia seguramente no incorporarán giros ni tampo­
co movimientos h a d a atrás, y mucho menos elementos de lucha. Pero en el juego
todos estos matices aparecerán. Por esta razón, si queremos preparar adecuada
mente al deportista, deberíamos diseñar otras familias de ejercicios relacionados
con una propuesta de movimiento que tenga en cuenta estos matices.

Por lo tanto, podemos definir el universo tridim ensional de una propuesta di


m ovim iento como un conjunto de familias, formadas por ejercicios de diferente;
figura 22. El universo tridimensional de una propuesta de movimiento
PM: propuesta de movimiento, 3D: tridimensional, 4D: cuadrimensional

niveles de aproximación, que permite desarrollar la fuerza coordinativa del m o­


vimiento deportivo (Figura 22).

Ante todo, para construir este universo tridimensional deberíamos determinar


los grados de libertad que puede llegar a tener el movimiento deportivo. Estos
grados de libertad solo afloran cuando nos paramos a pensar en todos los matices
que tiene un movimiento deportivo en el juego real. Así, en la acción de coger un
rebote en baloncesto tenemos diversas posibilidades como saltar después de for­
cejeo, saltar hacia adelante sin oposición, saltar mientras el adversario te sujeta o
te empuja, saltar después de chocar con un jugador, saltar en carrera, saltar giran­
do en el aire... Analizando con más detalle las situaciones podemos observar qUe
hay movimientos de traslación, rotación y/o forcejeos o impactos que no podrán
ser reproducidos en una sola familia de ejercicios.

En un supuesto teórico, un cuerpo suspendido en el aire tiene como máximo


6 grados de libertad —puede moverse hacia delante-atrás, arriba-abajo, izquier­
da-derecha (traslación en tres ejes perpendiculares)— combinados con la rota­
ción sobre tres ejes perpendiculares (195, 196). Si consideramos al jugador de ba­
loncesto como un cuerpo sólido, rápidamente nos daremos cuenta de que el salto
al rebote desde parado se fundamenta en un movimiento hacia arriba y abajo sin
rotación del cuerpo, lo que supone tener un solo grado de libertad. En cambio, si
el jugador salta verticalmente con una rotación de su cuerpo sobre el eje vertical
estaríamos hablando de dos grados de libertad. Somos conscientes de que en esta
simulación hemos considerado al jugador como un sólido rígido con movimien­
tos de traslación y rotación puros, como si todos los puntos describiesen trayec­
torias paralelas (curvas o rectas), o existiese un centro de rotación que no tiene
movimiento con respecto al marco de referencia estacionario. No obstante, esta
simulación nos permite explicar de forma sencilla las grandes diferencias entre
ejercicios en cuanto a solicitación de los diferentes grados de libertad.

Desde esta perspectiva, es lógico pensar que solo se podrá conseguir desarrollar
el universo tridimensional de una propuesta de movimiento cuando los ejercicios
propuestos, además de perm itir experimentar diferentes formas de gestionar la
fuerza, propongan situaciones que abarquen todos los grados de libertad deman­
dados en el movimiento deportivo. Esto nos lleva a afirmar que será imposible
diseñar un ejercicio —e incluso una familia de ejercicios— ideal que permita de­
sarrollar, por sí solo, el universo tridimensional de una propuesta de movimiento.
La razón es que cada familia de ejercicios pertenece a una propuesta de movi­
miento concreta que tiene restricciones en cuanto al tipo y número de grados de
libertad del movimiento.
En general, cuantos más grados de libertad tengamos en el ejercicio propuesto,
menor será la resistencia que podrem os contrarrestar, lo que supone que sola­
mente a partir de una combinación de niveles lograremos atender las diferentes
manifestaciones de la fuerza. Por ejemplo, para el salto al rebote desde parado
sin oposición se pueden proponer ejercicios de Nivel 0 (Orientado) como la ex­
tensión de piernas en prensa horizontal, que perm itirá contrarrestar todo tipo
de resistencias externas con traslación adelante-atrás pero sin correspondencia
dinámica con el movimiento deportivo; ejercicios de Nivel I como el squat en
máquina de resistencia rotacional, en el que podremos contrarrestar resistencias
externas elevadas en traslación abajo-arriba con una moderada correspondencia
dinámica con el movimiento; y ejercicios de nivel II como el salto con giro con un
disco de pesas en las manos, en el que nos enfrentaremos a pequeñas resistencias
externas en traslación abajo-arriba con rotación sobre el eje longitudinal, pero
esta vez buscando la máxima correspondencia dinámica con una de las manifes­
taciones posibles del movimiento deportivo. En este caso, incluso podríamos uti­
lizar un chaleco lastrado en lugar de un disco de pesas para poder interceptar un
balón, lo que supondrá una mayor dificultad para controlar los grados de libertad
que tendrá el movimiento.

Cabe destacar que las familias de ejercicios de una misma propuesta de movi­
miento se diferenciarán solamente en los ejercicios de Nivel I y Nivel II, ya que
compartirán los ejercicios de Nivel 0 (Orientado) dada su poca correspondencia
dinámica con el movimiento deportivo.

Finalmente, proponem os adm inistrar los ejercicios de manera aleatoria duran­


te las sesiones de entrenamiento como rasgo de no linealidad. De esta manera,
partimos de un EE en su diseño, pero de trato diferencial en su aplicación (66).
Con esta estrategia pretendemos aumentar las diferencias entre los ejercicios para
potenciar su efecto adaptativo.
la construcción del universo tridimensional
Un deporte se fundam enta en diversos movimientos deportivos en base a otras
tantas propuestas de movimiento. Para cada propuesta de movimiento podremos
construir su universo tridimensional y el conjunto de estos universos definirá el
universo tridimensional del deportista (Figura 23). Seguramente la dificultad
que tendremos será escoger, priorizar y secuenciar las propuestas de movimiento
a entrenar. Todo no cabe en el espacio de tiempo reducido que nuestros depor­
tistas estarán con nosotros en el gimnasio. A m odo de ejemplo, si definimos tres
propuestas de movimiento con tres variantes para conseguir el efecto 3D y dos
para el 4D, estaríamos frente a 27 ejercicios. Una de las posibles soluciones para
incluir muchas propuestas de movimiento en una sesión es modificar el ejercicio
en cada serie. Ahora bien, sea cual sea la estrategia utilizada, deberemos regular
adecuadamente el número de propuestas de movimiento por sesión para no com­
prometer el efecto de entrenamiento deseado.

breve justificación de la
tridimensional del
La perturbación provocada por las diferencias entre los ejercicios del entorno 3D
y 4D y entre las familias de ejercicios relacionadas con las propuestas de movi­
miento seleccionadas generará una gran cantidad de información expresada en
forma de fluctuación que nos perm itirá responder mejor ante una situación nue­
va o cambiante (64). Estas fluctuaciones deben ser el revulsivo para una evolución
permanente del deportista.
figuré c»nfli.racióndelUr,l.e,Smri(™nSional del dtp.,IBia PM: p-pusnads «ovWemt. MD: m»lTnien.o4e,»rt,»o

resumen global de
Aparentemente, estamos ante u n . poderosa ^ s

zado hasta ahora.

El modelo de juego de nuestro equipo define lo.


S ^ r ^ - r ^ ^ ^ o s p e r s e g u i r
una mejora de todas las manifestaciones del movimiento deportivo que se dan en
el juego. Los movimientos deportivos deben desglosarse en propuestas de mo­
vimiento concretas que estarán circunscritas a determinadas habilidades básicas.
Alrededor de una propuesta de movimiento se construirá el entorno 3D, cons­
tituido por ejercicios pertenecientes a diferentes niveles de aproximación. Todos
los ejercicios propuestos, con sus variaciones, conformarán una familia. Después,
para cada ejercicio propuesto, se estudiará la posibilidad de elevar la exigencia del
entrenam iento a través del desarrollo 4D de la fuerza, con el inequívoco objetivo
de modificar otra vez las condiciones de ejecución y su variabilidad. El universo
tridimensional de una propuesta de m ovimiento se construye a partir de las
diferentes familias que surgen alrededor de la propuesta de movimiento cuando
atendemos a los matices de la expresión del movimiento deportivo en el juego. Fi­
nalmente, se construirá el universo tridimensional del deportista formado por
diversos universos tridimensionales pertenecientes a diferentes propuestas de
movimiento (Figura 24). El nivel de especificidad de los ejercicios en cada sesión
deberá escogerse, fundamentalmente, en función de las necesidades y «urgencias»
del deportista y de la orientación que hayamos dado ese día al entrenamiento.

¿cómo medir en el
cuadrimensional de la
Medirlo todo nos obsesionó a todos durante algún tiempo. Recuerdo con nostal­
gia el prim er artilugio tecnológico que llegó a Barcelona de manos de Josep María
Padullés allá por los años 90, el Ergopower (Bosco System), que nos permitió me­
dir la potencia, determ inar la relación fuerza-velocidad en un test progresivo de
cargas y, además, disponer de un rudim entario feedback de la potencia a tiempo
real basado en unas luces de diferentes colores en el panel de control que indica­
ban al deportista si la potencia, en cada una de las repeticiones que realizaba, se
113

figura 24. Construcción del universo tridimensional del movimiento y del deportista
N: niveles, 3D: tridimensional, 4D, cuadrimensional
la estructura

encontraba cerca del valor programado; e incluso se atrevía a sugerir al deportista incluso meses antes de nuestra sesión ni de pasar algunos test cada cierto tiempo
que parara cuando la potencia se alejaba demasiado de este valor. Realmente fue para conocer la «evolución» o «involución» de los deportistas, sino de utilizar los
la prim era aproximación a lo que más adelante hemos denominado bloques de instrumentos de medida para ajustar constantemente la carga del entrenamiento
trabajo sucesivos con recuperación m ínim a (RPA). Los deportistas nos miraban en función de las necesidades del deportista en cada momento. En este sentido,
asombrados cuando después de cada serie de trabajo en las máquinas de pesas les podemos destacar una de las prestaciones que ofrecen algunos dispositivos como
dábamos los valores de potencia obtenidos en cada repetición o determinábamos es la de fijar uno o diversos umbrales de feedback en los ejercicios a partir de los
la carga correspondiente al pico máximo de potencia. Probablemente por el mero valores de fuerza o potencia obtenidos en las dos o tres primeras repeticiones de
hecho de m edir ya nos habíamos ganado su confianza. Sin embargo, en honor a cada serie. De esta manera, entrenamos con la capacidad real de rendimiento que
la verdad y para serles sincero, todas las mediciones que he realizado hasta ahora tiene cada deportista en cada entrenamiento evitando abusar de las program a­
me han servido más para aprender y gestionar el día a día que para realmente pla­ ciones clásicas, norm alm ente excesivamente cerradas. Debemos suponer que la
nificar el entrenamiento; y más aún en este momento en que el entrenamiento en concatenación de buenos entrenamientos dará un buen resultado.
los DE está abandonando paulatinamente la práctica m onótona y evolucionando
hacia una alternancia y concatenación de movimientos a partir de una estructura­
ción 3D y 4D de la fuerza. Qué curioso resulta que, pasados unos años e inmersos
en la era del big data (197) en la que tenemos multitud de aparatitos que lo miden
casi todo, estemos volviendo a plantearnos qué es lo que debemos m edir y cómo
debemos interpretar los datos. Quizás el problema esté en m edir siempre bajo la
epílo >o
losa que representan los test. A pesar de que ha pasado más de un siglo desde que la cuarta dimensión espacial
captara la atención de la sociedad, no ha sido hasta este momento cuando he­
Medimos para encontrar un valor o unos valores que supuestamente expliquen mos sido capaces de encontrar su aplicación al entrenamiento deportivo. Somos
el estado de forma de nuestros deportistas y que nos sirvan de referencia para conscientes de que existen muchas posibilidades de utilizar el efecto 4D en el
program ar el entrenamiento futuro. Pero, con las propuestas de entrenamiento entrenamiento y de que en este libro solo hemos mostrado algunas de ellas. No
que se han hecho hasta ahora —en las que se sustituye el concepto de ejercicio obstante, la idea central de la propuesta no era enumerar todas las posibilidades
de referencia (test de referencia) por el concepto de familias de ejercicios en los sino animar a los entrenadores y preparadores físicos a romper con las cadenas
que se busca el efecto 3D y 4D—, es casi imposible e incluso absurdo buscar las de nuestra limitada y confortable percepción de la realidad del entrenamiento y
cargas adecuadas de entrenamiento a partir del valor de la 1RM de esos ejercicios. abrir la mente a nuevas formas de percepción. Nos conformamos si este nuevo
Además, tenemos muchas dudas de que eso sea lo adecuado en buena parte de las enfoque suscita un renovado interés por la preparación física en los DIEC y per­
propuestas de entrenamiento. En esta situación, creemos que lo más acertado es mite erradicar de una vez por todas la frase maldita: «Yo, la preparación física la
cambiar el enfoque y utilizar una de las herramientas más potentes para ajustar hago con balón en el campo».
los parámetros del entrenamiento en cada momento, el feedback (198, 199). No
se trata de entrenar a partir de valores de referencia obsoletos tomados semanas e
Probablemente exista para cada deportista
y situación un umbral adecuado para el pro­
ceso perceptivo y otro para la ejecución de
las acciones en la situación de juego, y no
puede ser descrito de antemano,
Javier Jorge Vizuete
anto en los DIEC como en los deportes de raqueta se ha producido una

T gran evolución en la comprensión de sus componentes gracias a su estudio


desde diferentes áreas y metodologías de observación. Concretamente, se
han utilizado la observación del perfil de actividad, el análisis notacional cuanti­
tativo y cualitativo del rendimiento y los estudios por teoría de redes (200). Todos
ellos, junto con las aproximaciones realizadas desde otras áreas del conocimiento,
han perm itido trazar una hoja de ruta para comprenderlos mejor y aportarnos luz
a la hora de evolucionar las diferentes estructuras de los sistemas que se ven im­
plicados: deportista, equipo y competición. Aun así, es evidente que el carácter es-
tocástico, no lineal y complejo de estos deportes no permite realizar una previsión
absoluta de lo que va a ocurrir. Entendiendo esta singularidad, este capítulo va a
tratar la aplicación de la fuerza en el juego desde diversas vertientes. Por un lado,
el estudio de las acciones de juego que perm ita comprender cómo los deportistas
aplican fuerza en el juego y, por otro lado, aproximarnos al entrenamiento de la
fuerza en el juego desde diferentes niveles a través de las SSP, creando escenarios
para que los deportistas avancen hacia su autoestructuración.

estudio de las acciones


Los diferentes campos de estudio en los DIEC nos proporcionan una visión ge­
neral de las características de las acciones de juego. A grandes rasgos, en las dife­
rentes modalidades deportivas se realizan durante un partido alrededor de 1.000
movimientos discretos que se suceden cada 2-5 segundos (201-203). En el balon­
cesto, por ejemplo, se realizan entre 40 y 50 saltos a alta intensidad y se dedica un
tercio del tiempo total de juego a realizar acciones de cambios de dirección y des­
plazamientos laterales (204). En el caso del fútbol, además de los desplazamientos
con cambios de dirección con aceleraciones y frenadas, las acciones discretas más
repetidas en el transcurso de un encuentro son tanto el pase o recepción del balón
como el salto y golpeo del balón con la cabeza (205).
Las variaciones en el núm ero de acciones que podemos encontrar entre los DIEC
vendrán dadas fundamentalmente por dos factores: el área de juego y el núm e­
ro de jugadores que conform an el equipo (Figura 25). Un área pequeña reduce
necesariamente el tiempo empleado en la realización de un movimiento en par­
ticular y un equipo con menos deportistas puede aumentar el número de movi­
mientos realizados por cada deportista.

figura 25. Comparación de áreas de juego para diferentes deportes multisprint


‘ Excluyendo las áreas de gol. ** área de juego de desplazamiento de equipo y número de deportistas por equipo

ÁREA DE JUEGO (m2)

9000

8000

7000

6000

5000

4000

3000

2000

Sala Hierba
El intercambio continuo de roles, sobre todo en los DIEC de campo pequeño
comporta un número elevado de cambios de dirección, con paradas y acelera­
ciones repetidas. Los jugadores deben esprintar o acelerar para recibir un balón
antes que sus oponentes y entonces chutar, lanzar, driblar o golpear el balón antes
de que el oponente lo alcance (206). Por esta razón, las acciones de alta intensidad
se consideran un elemento crucial en el rendim iento en los DIEC. De hecho, las
acciones decisivas en los DIEC suelen venir precedidas por acciones ejecutadas
a gran intensidad. Dichos esfuerzos son críticos para el resultado de los partidos,
pero la distinción entre equipos de diferente nivel no viene dada por el grado de
intensidad utilizado sino por la efectividad de las acciones técnico-tácticas de­
sarrolladas a esa intensidad (207). Más adelante, en este mismo capítulo —en la
sección «¿Como se expresa la fuerza en el tiempo?»—, profundizaremos en un
concepto m uy relacionado con la intensidad utilizada durante la secuenciación
de acciones en un partido, el ritmo de juego.

El golpeo o chut, el lanzamiento y la recepción, el salto y el aterrizaje, los desplaza­


mientos (aceleración-desaceleración, frenada, esprint, cambio de dirección) con
o sin balón, la lucha y las perturbaciones generadas en los procesos de interacción
son acciones propias y características de los DIEC. Todas estas acciones requieren
unos niveles determinados de fuerza, a la que llamaremos fuerza óptima de jue­
go, que está condicionada por la coordinación. A pesar de que la fuerza se conci­
be como la capacidad física básica, su expresión vendrá determinada y modelada
por el contexto de las acciones de juego.

cómo optimizar la fuerza


Aunque la acción de juego supone el núcleo de esta propuesta, no podemos ol­
vidar que el objetivo es conseguir que el deportista-equipo evolucione en conso­
nancia con las demandas del deporte y eso implica, fundamentalmente, buscar
sinergias en los componentes externos e internos que delimitan el movimiento,
fin el juego colectivo no encontramos acciones aisladas, sino acciones sucesivas o
simultáneas que tienen un sentido concreto en cada momento. Por eso, estamos
supeditados al estudio de secuencias de acciones enmarcadas en el contexto del
juego. Así, por ejemplo, tras un lanzamiento, un jugador interior de baloncesto
deberá saltar orientándose al aro a la vez que recoge el balón en el rebote, aterriza­
ra y, según haya sido capaz de orientarse en su fase de vuelo, deberá decidir pasar
o botar. Por eso deberíamos estructurar siempre las SSP de entrenamiento a partir
de estas secuencias de acciones y no simplemente a partir de ejecuciones aisladas.
Todas las secuencias de acciones tienen unos determinados grados de libertad y
emergen en las situaciones de juego. Las SSP planteadas en los entrenamientos
deben perm itir que afloren estas secuencias, pero en un contexto estructurado
según nos convenga.

Ala hora de diseñar estas SSP debemos respetar unos principios básicos que pue­
den ayudar al deportista y al equipo a autoestructurarse y a crecer: el espectro de
intensidad, la variabilidad y la especificidad.

espectro de intensidad antes y durante


La intensidad en el entrenamiento de fuerza se relaciona siempre con la veloci­
dad y/o potencia con la que se ejecutan las acciones. A mayor intensidad, mayor
velocidad y/o potencia para una misma resistencia. Sin embargo, aunque las ac­
ciones de alta intensidad de los deportistas se consideran un factor determinante
en el rendimiento en los DIEC, únicamente serán útiles cuando esta intensidad
sea efectiva en el juego. No siempre será adecuado realizar una acción a un ni­
vel de velocidad y/o potencia máximo, más bien se debe disponer de un umbral
variable modelado según la situación planteada. A menudo la máxima intensidad
al realizar una acción se relaciona solamente con la ejecución motriz, lo cual a
122

nuestro entender— resulta una aproximación del todo insuficiente en los deportes
colectivos. Creemos que es tam bién determinante la velocidad del deportista en el
proceso de percepción. Esta parte preparatoria, a la que llamaremos intensidad
premotriz, a menudo se realiza a partir de un movimiento previo asociado y no
desde una posición estática.

La fase de captación de información y toma de decisiones, como proceso per­


ceptivo previo a la ejecución motriz, condicionará la fuerza aplicada en el juego.
Actualmente, ya nadie pone en duda que este proceso perceptivo es un factor
claramente diferenciador entre los deportistas expertos y los deportistas noveles
o de m enor nivel (208). Los jugadores de prim er nivel disponen de una capa­
cidad anticipatoria superior (209, 210), lo que nos hace pensar en una mayor
capacidad para extraer rápidamente información relevante del entorno —descar­
tando a la vez la irrelevante—, así como una capacidad superior para aplicar la
fuerza de m anera rápida y eficiente durante la acción. Por lo tanto, sería un error
considerar que una acción realizada a alta intensidad depende únicamente de
factores mecánicos y de la capacidad de aplicar fuerza por parte del deportista.
Entonces, ¿cuál debe ser el espectro de intensidad en el juego?

Bajo nuestro punto de vista, existen diferentes niveles de intensidad en los pro­
cesos de gestión de la información que perm iten resolver las situaciones que se
presentan. No obstante, ante una situación de juego determinada, los deportis­
tas siempre deberán encontrar el camino para ser rápidos gestionando la infor­
mación y efectivos y eficientes en la acción. Pero ¿cuán rápidos deben ser los
deportistas para tener éxito? Probablemente exista para cada deportista y situa­
ción un umbral adecuado para el proceso perceptivo y otro para la ejecución
de las acciones en la situación de juego, y no puede ser descrito de antema­
no (Figura 26). Expresiones habituales de algunos de los mejores jugadores del
m undo ante los medios de comunicación, tales como «tenemos que ser rápidos de
pensamiento», «la velocidad del cerebro es más im portante que la de las piernas»
o «no me desempeño con naturalidad, todo lo tengo que pensar, de medio centro
todo salía automático» nos invitan a resaltar la importancia que tiene —tanto para
el deportista como para el equipo— experimentar con situaciones específicas de
jUego para, precisamente, optimizar el proceso perceptivo con todos sus matices.

figura 26. El proceso perceptivo y de ejecución de las acciones antes de actuar


y durante el acto motor en diferentes deportes

I ANTES DE ACTUAR DURANTE EL ACTO MOTOR

Atletismo
variabili
La aplicación de la fuerza óptim a de juego en las secuencias de acciones no
puede entenderse sin atender a la variabilidad con la que se manifiesta en el jue­
go. Debemos considerar la variabilidad en las acciones motrices como una ma­
nifestación típica de la complejidad, como un indicador del proceso de cambio,
justificando así que el deportista-equipo funciona como un sistema abierto no
lineal. Las estructuras de autoorganización del deportista-equipo comportan
irremediablemente la presencia de esta variabilidad y por ello es indispensable
fomentarla. Y no solo porque existe implícitamente por el mero hecho de que
nunca una situación es exactamente igual a otra (211), sino porque su presencia
fuerza al deportista y al equipo a modificar y ajustar cada vez los movimientos
para conseguir su objetivo.

Según nuestra idea de cómo entrenar la fuerza en el juego, la variabilidad debe


incrementarse proponiendo tareas perturbadoras en las que el contexto creado
afecte la dinámica de interacción deportista-equipo. Para ello se propone utilizar
tareas que aumenten la variabilidad cognitiva, coordinativa o de fuerza de juego.
El nivel de complejidad propuesto en la tarea será uno de los factores que generen
mayor o m enor variabilidad en la relación deportista-equipo obligando a adapta­
ciones constantes. Evidentemente, buscaremos siempre que todas las interaccio­
nes sean resueltas por los deportistas según lo deseado.

el entrenamiento de la fuerza en el juego


niveles de aproximación: el ejemplo
Hemos escogido el cambio de dirección en los deportes colectivos para ejempli-
Bear la aplicación de fuerza en el juego por su complejidad y también por ser una
de las acciones de juego más empleadas, ya sea con balón o sin él.

El cambio de dirección se considera una acción determinante y discriminativa


en el rendimiento de los deportistas. En la gran mayoría de secuencias de m o­
vimiento el cambio de dirección emerge por los acontecimientos del juego. Los
jugadores que participan en deportes colectivos cambian de dirección frecuente­
mente variando los ángulos de salida. Se generan secuencias de acción con cam­
bios de dirección poco agresivos que afectan poco la velocidad; y tam bién otras
situaciones de cambio de dirección que provocan una desaceleración y frenada
brusca con un posterior salto, aceleración, golpeo o chut que la alteran de forma
importante. Por otro lado, los cambios de dirección se consideran acciones de alto
riesgo de lesión, por lo que suscita un gran interés poder determinar las propie­
dades biomecánicas y neuromusculares asociadas al mecanismo lesivo (4-212). El
conocimiento sobre los factores de riesgo asociados al cambio de dirección nos
dará la información necesaria para poder elaborar una propuesta orientada a la
optimización de la acción.

Pero ¿de dónde venimos? Debemos conocer algunos aspectos fundamentales


acerca del cambio de dirección que nos perm itan utilizarlo eficazmente a la hora
de entrenar. El cambio de dirección implica una desaceleración y/o frenada en
la dirección original, que será de mayor o m enor agresividad según el ángulo de
salida escogido. En esta desaceleración la musculatura trabajará de forma excén­
trica con una reorientación hacia la nueva dirección —sin pararse—, en que la
musculatura generará fuerza en acción concéntrica (213). Cuando el ángulo de
salida es grande el compromiso de estabilidad es elevado. En cambio, con ángulos
de salida pequeños la acción de frenado se distribuye más uniformemente entre
los apoyos disminuyendo el compromiso de estabilidad.

La infinidad de variaciones del ángulo de salida en el cambio de dirección condi­


cionará la velocidad de la acción y también su agresividad. Por eso es necesario
establecer la biomecánica de las acciones seguras (BAS) en base a núcleos de ac­
ción protectores que sirvan como instrum ento para prevenir lesiones en las ac­
ciones de juego. Concretamente, nuestros jugadores deberían realizar los cambios
de dirección observando una serie de principios básicos (101, 214): mantener el
centro de gravedad bajo, inclinar el cuerpo hacia delante, acercar el pie de apoyo
al plano medio corporal, disponer una alineación neutral del pie, mantener el
cuerpo erguido en la dirección del recorrido y m antener un mínimo ángulo de
rodilla en la pierna de apoyo. Todos estos ajustes basados en la BAS deberían ser
tenidos en cuenta e incorporados en las propuestas de entrenamiento de los jó­
venes deportistas.

Asumidos los criterios profilácticos en la realización del cambio de dirección y


teniendo en cuenta los dos principios importantes en los que se sustenta —espec­
tro de intensidad y variabilidad—, a continuación describimos una propuesta de
aproximación al trabajo de fuerza en el juego priorizando el cambio de dirección.

orientación genérica
En la orientación genérica se establecen los criterios para el trabajo de fuerza que
contribuirán a optimizar el cambio de dirección en el juego. Los aspectos relevan­
tes del trabajo de fuerza en estos niveles serán: (a) trabajar con el peso corporal
o sobrecarga externa, (b) con acciones reactivas con alta carga excéntrica, (c) de
forma unilateral y (d) con una aplicación de la fuerza preferentemente horizontal
o lateral (215, 216). Hay estrategias de entrenamiento generales que, combinando
los aspectos relevantes descritos anteriormente, son beneficiosas para mejorar los
cambios de dirección. Por ejemplo, el entrenam iento complejo (complex training)
(217), que consiste en combinar ejercicios de potencia/fuerza con los ejercicios
específicos del deporte, o alternar cargas altas con ejercicios pliométricos (218), y
el sistema SAQ (sprint, agility and quickness), basado en un sistema de ejercicios
progresivos que incorpora ejercicios de fuerza, de agilidad y de velocidad con el
objetivo de m ejorar las capacidades del jugador para ser más rápido y preciso en
las acciones de juego (219, 220). Atendiendo a la salud del jugador, deberíamos
diseñar SSP de fuerza que promuevan cambios en la activación de los patrones
neuromusculares con el objetivo de dism inuir los riesgos de lesión articular (221,
222) .

El nivel 0 se corresponde con una tarea en la que se desarrolla la fuerza de los


grupos musculares que intervienen en el cambio de dirección, pero sin corres­
pondencia dinámica con el juego (por ejemplo, un squat o prensa de piernas o
un lunge lateral). Por otro lado, en el Nivel I se realizarán tareas de cambio de di­
rección isim uladas en máquinas de resistencia rotacional como la polea cónica®
basadas en los movimientos deportivos específicos, pero descontextualizadas de
la realidad del deporte. Este trabajo general de fuerza pretende, fundam ental­
mente, reducir el riesgo de lesión gracias a mejoras en la co-contracción, una fase
más corta de contacto en la fase de impulso, un aumento de la ratio de actividad
entre músculo semitendinoso y bíceps femoral que limite una excesiva rotación
externa de la tibia y una compresión lateral articular por un aumento del valgo
dinámico (223).

orientación dirigida
Esta orientación se caracteriza por el diseño de tareas orientadas a la realización
de acciones con cambio de dirección descontextualizadas de la realidad del de­
porte. A continuación explicamos la construcción de una tarea con cambio de
dirección y sus posibles variantes.

En un espacio delimitado se colocan de forma aleatoria o condicionada unas


marcas. El núm ero de marcas dependerá del número de cambios de dirección
128

deseables y del tiempo asignado a la acción que se deba realizar. El deportista


debe iniciar la acción desde una zona y finalizar por otra. Las consignas son las si­
guientes: entrar y salir por una determinada zona y en el recorrido por el espacio
pasar por un núm ero determinado de marcas. Estas dos consignas van a provocar
que cada repetición que el deportista realice sea diferente (Figura 27). Por otro
lado, podemos establecer variantes en la tarea que puedan ayudar al desarrollo de
la variabilidad, la percepción y la toma de decisiones: definir las zonas de entrada
y salida o condicionar la zona de salida en función de diferentes estímulos.

Propuesta: Aumentar el número de jugadores que participan simultáneamente


en la tarea. Esta modificación nos perm itirá plantear normas que impliquen un
nivel de percepción y toma de decisión mayor.

Exigencia: Salir por una zona diferente a la del prim er jugador que elige zona de
salida (en el caso de dos jugadores); iniciar desde diferentes entradas y no poder
coincidir en ninguna zona de cambio de dirección...

A mayor núm ero de jugadores, hasta un máximo de cuatro, se incrementa la com­

figura 21. Tarea orientada a ia emergencia de acciones con cambio de


dirección descontextualizadas del deporte
129

plejidad perceptiva y la toma de decisiones y, a su vez, la variabilidad cognitiva.

orientación especial
El Nivel III se corresponde con la propuesta de juegos reducidos descontextua-
lizados del deporte en los que se plantean SSP en base al espacio, número de
jugadores o reglamento. En cambio, en el Nivel IV se proponen situaciones sim­
plificadas de juego real a través de SSP en base al espacio, número de jugadores o
reglamento.

Espacio: Variar medidas y estructura del espacio aumentándolo o disminuyén­


dolo, o bien ensanchando o alargando el espacio. Estas variaciones condicionarán
el número de cambios de dirección, la distancia entre ellos y los ángulos de salida
en los mismos.

Número de jugadores: En función del mayor o m enor número de jugadores en el


juego, forzaremos la cantidad de acciones de cambio de dirección con y sin pose­
sión del balón. A m enor núm ero de jugadores (2c2 versus 6c6), mayor porcentaje
de acciones de cambio de dirección en posesión de balón y mayor núm ero de
secuencias de cambio de dirección con golpeo o con pase.

Reglamento: Crear condiciones y/o normas que prioricen unas secuencias de


acciones sobre otras. Por ejemplo, en una tarea especial de baloncesto jugando
un 3c3, si la puntuación se altera dando mayor puntuación a la finalización con
entrada que al lanzamiento, encontraremos un mayor número de finalizaciones
donde los cambios de dirección se realizarán con entrada en vez de acciones con
cambio de dirección con frenadas y salto. Es un aspecto a valorar, ya que estare­
mos condicionando la fuerza específica del juego solamente a un grupo pequeño
de acciones que podrían sobresolicitar la estructura condicional.
El ritmo de juego y el nivel de especificidad
como elementos clave para controlar la in­
tensidad y determinar el nivel de fatiga de
las tareas en los deportes de equipo.
132

Y
o también empecé haciendo atletismo y atletismo con balón con mis ju
gadoras de baloncesto en el Pryca Manresa. Como preparador físico solo
pensaba en aumentar su consumo máximo de oxígeno, el umbral anaeró
bico y la capacidad anaeróbica láctica... En definitiva, mi principal preocupación
era mejorar sus sistemas energéticos independientemente del nivel de rendimien­
to m ostrado por el equipo.

15 años después, cuando ya estaba trabajando en el prim er equipo de fútbol del


FCB, tuve una conversación —que todavía recuerdo— con un jugador francés que
iniciaba su primera tem porada en el club. Se trataba de un jugador muy atlético
cuyo estilo de juego requería de una gran condición física. Me comentaba algo
perplejo: «Joan, en este club corremos muy poco, yo necesito correr un mínimo
de 2 a 3 veces por semana para poder rendir al 100 %. Lo que hacemos aquí ¡no
es normal!». Una temporada después, en una rueda de prensa, dicho jugador res­
pondió con el siguiente comentario a una pregunta que le había formulado un
periodista: «Físicamente nunca me he sentido mejor jugando al fútbol». Le faltaba
experimentar la dimensión metodológica del entrenamiento de la resistencia que
desarrollamos a continuación.

Dentro del paradigma del EE hemos visto que uno de los principales protagonis­
tas que configuran la estructura condicional es la fuerza. Concretamente, la capa­
cidad de generar las deseadas tensiones musculares en el m ínim o tiempo posible
es uno de los aspectos más determinantes en el rendimiento de estas disciplinas
(224). Sin embargo, los DIEC se caracterizan por presentar un elevado número
de acciones técnico-tácticas y la ejecución de gran parte de ellas exige altos nive­
les de potencia. Por ejemplo, en el caso del fútbol, en un solo encuentro contra
el CSKA, el Bayern de Múnich realizó un total de 823 pases, 250 conducciones y
67 driblings. Estos resultados, y los que aportan estudios similares, ya dejan en­
trever que presentar un gran pico de potencia máxima no es suficiente, también
es necesario m antener un nivel medio de potencia alto durante todo el tiempo de
juego para que la calidad de estas acciones no disminuya a m edida que transcurre
el partido (225). Es esta capacidad, junto con otros factores, la que facilita que el
equipo pueda ejecutar su modelo de juego con eficacia y eficiencia a lo largo de
todo el tiempo de participación en el juego.

Como es lógico, el alto número e intensidad de ejecución que requieren la m a­


yoría de estas acciones técnico-tácticas conlleva la aparición de la fatiga. En los
DE este elemento siempre condiciona, en mayor o en m enor grado, el estilo de
juego. Actúa como factor estresante que altera, en prim er lugar, el equilibrio de
cada jugador y, como consecuencia, también el del equipo. Por ejemplo, si uno de
los jugadores, por los efectos de la fatiga, interpreta erróneamente una situación
de juego, el resto de compañeros deberán reorganizarse para intentar minimizar­
las consecuencias del error individual. Paralelamente, la fatiga también condicio­
nará el comportamiento técnico-táctico individual alterando más o menos cada
una de las multiestructuras que constituyen el jugador como sistema complejo.
Puede que el cansancio afecte con mayor énfasis a la estructura socioafectiva de
un jugador y esto conlleve una disminución de su sentimiento de cohesión con el
equipo. A otro le perturbará la estructura coordinativa y se reducirá su precisión
en los movimientos técnicos.

Cada modelo de juego, en función de sus peculiaridades, presentará una tenden­


cia específica en cuanto al tipo, número y distribución en el tiempo de ese gran
conjunto de acciones técnico-tácticas. A este factor también debemos sumarle el
tipo de juego que quiera imponernos el equipo contrario. Estos dos aspectos com ­
portan que las sensaciones de fatiga que experimentan los jugadores estén muy
influenciadas por los referentes tácticos que ha determinado el equipo técnico.
El entrenamiento sistemático del modelo conllevará una especialización de la es­
tructura condicional del equipo. Este hecho explica que un jugador que cambia de
equipo, aunque tenga cierto nivel de condición física, requiera siempre una adap­
tación al nuevo sistema. De esta reflexión se desprende que en nuestro paradigma
no existen programas cerrados o estándar de preparación condicional. El equipo
técnico deberá elaborar el suyo en función de las características individuales de
los jugadores y del estilo de juego deseado.

Otro de los factores que influye en el grado de fatiga de los jugadores es la intensi­
dad a que se ejecuta el modelo de juego predefinido. Desde la perspectiva del EE,
la intensidad se identifica, especialmente, con el ritmo de juego. Lógicamente, ese
volumen tan elevado de acciones técnico-tácticas debe ejecutarse en un tiempo
determinado. La relación entre el núm ero de acciones y el tiempo empleado para
ejecutarlas define nuestro concepto de ritmo. Cuanto mayor número de acciones
se realicen en un determinado tiempo, o si se produce el mismo número de accio­
nes en menos tiempo, el ritmo de juego será más alto. La sensación de fatiga en los
jugadores se agudizará y el desequilibrio de las ocho estructuras que configuran
el sistema se alterará de forma particular e individual, repercutiendo negativa­
mente en la calidad y eficacia de cada jugada. De esta forma, para conseguir un
porcentaje más estable de eficacia, el equipo tiene que saber m odular el ritmo de
juego en función del nivel de fatiga que experimenta en las distintas situaciones
y fases del partido. Esta capacidad de autogestión energética y de adaptación de
la respuesta táctica al cansancio es prim ordial en este tipo de deportes, ya que el
grado de prestación de la estructura condicional del sistema no es fijo, sino que
fluctúa en función de diferentes factores.

Desde la propuesta metodológica que planteamos, el entrenamiento se puede


orientar en dos direcciones. La prim era tiene como finalidad mejorar el concepto
de potencia, donde se agrupan manifestaciones de fuerza máxima, fuerza rápida,
potencia anaeróbica aláctica y láctica. Las tareas de entrenamiento están consti­
tuidas por SSP que presentan un volumen bajo de acciones técnico-tácticas de
diferentes niveles de especificidad y ejecutadas en tiempos cortos, lo que impli­
ca ritmos de juego muy elevados. La recuperación es relativamente elevada para
135

evitar que la eficacia y el ritmo de ejecución disminuyan. En este tipo de tareas


la energía proviene principalmente de los sistemas anaeróbico láctico y aláctico,
que participan de forma combinada y aleatoria en función de la situación. Cuan­
do orientamos las tareas hacia la potencia, en definitiva, pretendemos mejorar
la relación entre la velocidad de ejecución de los referentes tácticos y la eficacia.

La segunda dirección en la que podemos orientar el entrenamiento es la capaci­


dad. En este apartado se congregan manifestaciones de fuerza resistencia, resis­
tencia a la potencia, capacidad anaeróbica y aeróbica. Concretamente, las tareas
de entrenamiento están constituidas por SSP que muestran un volumen elevado
de acciones técnico-tácticas de niveles de especificidad desiguales y realizadas
a ritmos de juego más lentos. En este caso, la energía proviene principalmente
del sistema anaeróbico láctico y del aeróbico, que también participan de forma
combinada y aleatoria en función de cada situación. Cuando dirigimos el entre­
namiento hacia la capacidad buscamos que el equipo aprenda a solucionar las
situaciones de juego en condiciones de fatiga. Como hemos comentado anterior­
mente, la capacidad de adaptación y de autogestión energética relacionada con la
toma de decisiones —tanto a nivel individual como colectivo— es prim ordial para
poder resolver con eficiencia y eficacia un porcentaje muy elevado de las distintas
acciones técnico-tácticas que presentan los DE ante la presencia de oponentes.

Dirigir las tareas hacia la potencia o la capacidad facilita enormemente la pro­


gramación del entrenam iento específico desde una perspectiva holística, ya que
en la mayoría de ellas es complicado discernir si se entrena la fuerza explosiva o
la potencia-capacidad anaeróbica aláctica. Esta duda también se presenta con la
fuerza resistencia y las manifestaciones de la resistencia anaeróbica láctica y aeró­
bica. Por ejemplo, en una tarea el jugador salta 4 vallas, recibe el balón, lo conduce
unos seis metros a gran velocidad y después realiza un zigzag con saltos laterales.
Este ejercicio se realiza 15 veces intercalando una pausa de 30 s. ¿Cómo clasifica el
preparador físico este esfuerzo? ¿Es de fuerza explosiva o de resistencia anaeróbi­
ca? En nuestra propuesta sería, simplemente, una tarea orientada a la capacidad.
Es precisamente sobre la capacidad donde se centrará el contenido de este capí­
tulo. Pretendemos m ostrar un planteamiento metodológico que facilite a nuestro
equipo ejecutar ese alto número de acciones técnico-tácticas sin que los efectos de
la fatiga afecten a su eficacia.

el ritmo de juego y el nivel de


elementos clave para controlar la
determinar el nivel de fatiga
Los modelos mecanicistas de la teoría del entrenamiento deportivo que se aplican
en el contexto de los DIEC desarrollan una metodología que busca mitigar los
efectos de la fatiga mediante la especialización de los sistemas energéticos que
participan en mayor grado durante la actividad. En estos casos, es lógico con­
trolar la intensidad de las tareas mediante parámetros fisiológicos —como la
frecuencia cardiaca (Fe) o el lactato— que nos indican el nivel de activación del
metabolismo energético que deseamos mejorar. En cambio, cuando la finalidad
principal del entrenamiento no es mejorar un sistema energético sino que nues­
tros jugadores sean capaces de aguantar las exigencias físicas, técnicas y tácticas
establecidas por un determinado modelo de juego, no nos parece tan coherente
otorgar todo el protagonismo a los indicadores de naturaleza fisiológica o interna.
Así, el EE —sin despreciar a los anteriores— da mayor relevancia a parámetros de
naturaleza externa para el control y prescripción de la intensidad, ya que estos se
identifican totalmente con el concepto de juego que deseamos optimizar. Como
ya hemos apuntado anteriormente, nos referimos al ritmo de juego y al nivel de
especificidad de la tarea.

El ritmo de juego es el indicador de referencia de la intensidad en nuestro plantea-


137

miento. El juego se compone de acciones técnico-tácticas que se ejecutan en un


tiempo determinado, estableciendo así el ritmo de juego. Un mismo sistema tác­
tico puede desarrollarse a diferentes ritmos en función de las acciones del equipo
contrario y del dominio técnico, táctico y físico de los jugadores, por lo tanto, las
adaptaciones a la fatiga que requerirá cada caso serán diferentes. De esta manera,
en nuestra metodología de trabajo, cuando el equipo técnico diseña la estructura
condicional de las tareas no se plantea, en prim er lugar, a qué porcentaje de la Fe
máxima deberán realizarse, sino cuál es el ritmo más adecuado para conseguir
que nuestro modelo de juego se imponga al adversario. Algunas veces, en función
de la calidad de nuestros jugadores y del equipo contrario, un incremento del rit­
mo no comporta un mayor rendimiento, sino todo lo contrario, se pierde eficacia
debido a un mayor número de errores técnicos y/o tácticos.

En el contexto deportivo y, concretamente, en el de los deportes individuales, la


interpretación de este concepto es universal. Se refiere a la velocidad que el atleta
debe m antener entre los parciales en que se ha dividido la prueba para conseguir
la marca deseada. Sin embargo, cuando nos ubicamos en los DIEC el concepto de
ritmo es ambiguo y su interpretación varía en función del criterio de los técnicos.
Algunos entrenadores lo identifican con una elevada velocidad de circulación del
balón y de participación de los jugadores, y otros, con la frecuencia y velocidad
de los movimientos. Por ejemplo, LaPuente (226) lo define como el tiempo medio
entre el inicio de cada acción (solo las que presenten una aceleración superior a
1 m/s2) y lo contabiliza en segundos. Como puede observarse, esta definición del
ritmo está pensada para analizar la exigencia que tienen dichas tareas sobre la es­
tructura condicional de los jugadores. Desde la perspectiva del EE, el concepto de
ritmo representa una visión más global que contempla las ocho estructuras que se
relacionan con el sistema complejo (jugador-equipo).

En su último libro, Phil Jackson, uno de los mejores entrenadores de baloncesto,


describe una conexión intensa entre la música y su deporte con la que nos identi­
ficamos totalmente para explicar nuestra concepción de ritmo. Jackson (227) nos
138 ' ■

dice: «El baloncesto es un juego de naturaleza intrínsecamente rítmica y requiere ROM= ZR D l+R D 2+R D n/n° no posesiones
la misma clase de comunicación no verbal y generosa que presentan los mejores ROM: ritmo ofensivo medio; RD: ritmo defensivo
grupos pequeños de jazz.» «Muy pronto descubrí que el mejor modo de lograr
que los jugadores coordinen sus actos consiste en hacer que practiquen el deporte jltro aspecto que define la propuesta que presentamos es la relación que debe
en un compás de 4x4. La regla básica sostenía que el jugador con la pelota debería ¡tablecerse entre el ritmo y la eficacia. En función del modelo de juego que de-
hacer algo con ella antes del tercer tiempo: pasarla, lanzar o comenzar a driblar. Si irrolla, del nivel técnico-táctico de sus jugadores y de los rivales, cada equipo
todos marcan el ritmo, es más fácil combinarse armónicamente, compás a com­ Vendrá su máximo porcentaje de eficacia si ejecuta el número de acciones pre-
pás.» stablecidas en un tiempo determinado. A este concepto lo denominamos ritmo
ícaz. Se calcula aplicando las fórmulas anteriores, pero contabilizando solamen-
El estudio en profundidad de la posesión del balón es la base de nuestra propuesta plas posesiones que han finalizado de forma positiva.
para el cálculo del ritmo de juego. Cada posesión está definida por un número de
acciones técnico-tácticas individuales y colectivas que se realizan en un tiempo omos conscientes de que este nivel de aproximación sobre el ritmo comporta
determinado. De esta forma, aparece el concepto básico del ritm o: un número de ¡ma elevada ambigüedad a la hora de aplicar la metodología observacional. Sábe­
acciones ejecutadas en un determinado intervalo de tiempo. nos que es difícil universalizar los conceptos técnico-tácticos y que serán distin­
os para cada disciplina y equipo técnico. Por esta razón, no pretendemos cerrar
Ritmo posesión= n°acciones/tiem po (s) iacotar nuestra propuesta definiendo qué acciones son las que se deben registrar,
todo lo contrario, cada entrenador deberá desarrollar esta labor en función de
Por ejemplo: la posesión A presenta 5 acciones técnicas que se han desarrollado os elementos que identifique con el concepto ritmo en su modelo de juego. Por
en 10 s. El ritmo es: 5/10= 0’5, valor que indica que se realiza 1 acción técnica jemplo, en el ámbito del fútbol, nuestro grupo de investigación ha estudiado el
cada 2 s. itmo registrando únicamente el núm ero de acciones técnicas realizadas por los
ugadores que tienen el balón. Concretamente, hemos contabilizado pases, con-
Así, el ritmo ofensivo medio se determina mediante el sumatorio del ritmo de lucciones, driblings y finalizaciones. Estas últimas las hemos clasificado en tres
cada una de las posesiones realizadas en el partido y dividiendo este valor por el ategorías: finalizaciones positivas (gol, remate, chut, centro, falta en la frontal
número total de posesiones. leí área y córner después de remate o chut); semipositivas (falta fuera de la fron-
al del área, banda a favor y córner); negativas (fuera de juego, pase deficiente,
ROM= E R P l+ R P 2+ R P n /n ° posesiones Inal control, error en el dribling y falta en contra). Contabilizamos una posesión
ROM: ritmo ofensivo medio; RP: ritmo posesión ada vez que el equipo consigue realizar tres o más acciones técnicas. Para facili-
ar el análisis se ha dividido el tiempo reglamentario en periodos de 15 minutos.
Esta misma concepción también se puede aplicar al rol defensivo, dando lugar al En la Figura 28 se m uestra el comportamiento del ritmo ofensivo medio y del
ritmo defensivo medio. | itmo eficaz en un partido de fútbol entre el Bayern y el CSKA.
figura 28.. Comportamiento del ritmo ofensivo medio y eficaz
del Bayer de Munich. Champions league 2014

R.Eficaz

R.Medio

Tiempo (m ili)
La monitorización del ritmo nos puede proporcionar información sobre cómo la
fatiga afecta al rendim iento de nuestro equipo. En el ejemplo que se ha presentado
se observa que el ritmo ofensivo eficaz disminuye en los treinta prim eros minutos
de la segunda parte. Sin embargo, somos conscientes de que este tipo de obser­
vaciones siempre deben realizarse desde una perspectiva global que contemple
otras variables.

Como hemos descrito en el ejemplo anterior, el análisis del ritmo se puede rea­
lizar contabilizando únicamente las acciones técnicas. Este nivel de estudio da
lugar a lo que nosotros denominamos Ritmo técnico ofensivo. Por otro lado, tam ­
bién resulta interesante aplicar la anterior reflexión a la táctica y obtener el Ritmo
táctico ofensivo. En este caso, definimos los conceptos tácticos que relacionamos
con el ritmo de nuestro modelo y registramos el número de acciones tácticas que
se ejecutan mientras dura la posesión. Este tipo de análisis es más sencillo de rea­
lizar en deportes de campo pequeño debido a que, generalmente, se juegan con
automatismos tácticos m uy definidos y cerrados. Incluso muchos equipos tienen
un «libro de jugadas» que los jugadores deben memorizar. En estos casos, es rela­
tivamente fácil saber el número de acciones tácticas que tiene cada automatismo.

Por ejemplo, para realizar nuestros estudios del ritmo táctico en el ámbito del ba­
loncesto hemos creado dos categorías: las situaciones de igualdad numérica: lx l,
2x2 (bloqueo directo), 3x3 (bloqueo indirecto), 4x4 (doble bloqueo) y 5x5 (triple
bloqueo); y las acciones de superioridad numérica: 2cl, 3c2, 4c3, 5c4, 3cl, 4c2 y
5c3. En la Figura 29 se muestra el comportamiento del ritmo técnico y táctico del
FC Barcelona y del Real M adrid en la final de la Copa del Rey de 2014.

La información que nos proporciona la relación entre el ritmo técnico y el táctico


es fundamental para diseñar las SSP de forma individualizada a las necesidades y
objetivos del equipo. A la vez, la suma de los dos tipos de ritmos da lugar al ritmo
técnico-táctico, que nos proporciona información del grado de fatiga que conlleva
nuestro modelo de juego y, en definitiva, nos orientará sobre el nivel de desarrollo
que requerirá la estructura condicional del jugador y del equipo.

Por último, para aplicar nuestra propuesta metodológica es preciso disponer de


una escala para establecer diferentes tipos de ritmo y relacionarlos con diversos
niveles de fatiga. No debemos olvidar que uno de los principales propósitos del
entrenamiento es preparar a nuestro equipo para que sea capaz de desarrollar el
modelo de juego a diferentes ritmos. Por esta razón, si conseguimos que juegue de
forma eficaz a ritmos muy altos, también estará preparado para hacerlo a ritmos
más lentos donde la fatiga será menor. La consecución de este objetivo facilita que
nuestro equipo desarrolle el ritmo de juego que más le beneficie en función de las
características del adversario.

figura 29. Comportamiento del ritmo técnico y táctico a lo largo de los cuatro periodos
en la final de la copa del Rey. Izquierda: FC Barcelona, Derecha: Real Madrid
143

La escala de intensidades tiene como referencia el ritmo medio, definido por el


test de automatismos o el registrado en el estudio y análisis de la competición. A
jnodo de ejemplo, presentamos la siguiente Tabla 1.

tabla I. Ritmosy escela de Intensidades en los deportes de equipo

RITMOS SUBMAXIMOS

Intensidad máxima. Ritmos supe­ Intensidad media. Ritmos similares Intensidad submáxima. Ritmos
riores al ritmo medio al de la competición inferiores ai del partido

Sensaciones de fatiga agudizada Sensaciones de fatiga similares a las Sensaciones de fatiga inferiores a
muy superior a las del partido. experimentadas en la competición. las experimentadas en la
Acentuada participación de los Participación mixta del sistema competición. Acentuada
metabolismos anaeróbicos aeróbico y anaeróbico participación del sistema aeróbico

Predominio de la orientación a la Predominio de la orientación a la


Orientación sobre la capacidad
potencia sobre la capacidad capacidad sobre la potencia
Además del ritmo de ejecución de las acciones técnico-tácticas, otro elemento en la actividad inmediata. La segunda afecta especialmente al sistema nervioso
que define la intensidad en el EE es el nivel de especificidad de las tareas. Los central y a la placa motriz. Se presenta de dos formas: como fatiga sensorial y
niveles de aproximación al juego en el contexto de los DE ya fueron definidos como fatiga de control. La prim era altera el proceso de decodificación e inter­
por el profesor Seirul-lo en 1993, diferenciando cinco niveles: genérico, general, pretación de los mensajes procedentes de los distintos receptores sensoriales. La
dirigido, especial y competitivo (228). Es im portante matizar que, a medida que fatiga de control provoca fallos en cualquier punto del sistema nervioso, tanto a
aumentamos la especificidad de la tarea elevamos su nivel de complejidad y, por nivel de elaboración de la respuesta como de motivación y atención hacia la tarea
consiguiente, también crece su dificultad de ejecución. Desde nuestra perspectiva que se está ejecutando. En la mayoría de los equipos la fatiga central se manifiesta
metodológica, la dificultad de ejecución y resolución también se identifican con la en la fase final de un encuentro, y también de la liga por efecto acumulativo.
intensidad, elemento que configura la naturaleza de la carga. De esta forma, una
tarea de carácter dirigido que conlleva una respuesta cardiaca de 160 pulsaciones Es importante matizar que durante el juego el nivel de fatiga periférico y sus efec­
presentará m enor intensidad que una especial que comporte la misma respuesta tos no son constantes ni crecientes en el tiempo, sino que varían en función de la
cardiovascular. Esta observación es prim ordial para el control y programación del frecuencia y tem poralidad de las acciones realizadas. La forma en que participan
entrenamiento en los DIEC. en el juego los sistemas energéticos no es tan predecible como en los deportes in­
dividuales de prestación. Así, las sensaciones de cansancio que experimentará el
jugador serán cambiantes en el tiempo. Por ejemplo, habrá momentos en los que
el entrenamiento de los diferentes experimentará unas sensaciones de fatiga de naturaleza más anaeróbica y en otras
fases del partido serán más aeróbicas. Por esta razón, las tareas del entrenamiento
aproximación al juego en deben intentar simular estos estados para forzar que los jugadores se adapten a
ellos y no reduzcan su porcentaje de eficacia.

Comprender el concepto de fatiga en su máxima amplitud es determinante para Esta forma aleatoria de participación de los sistemas energéticos y de combina­
la elaboración y ejecución de las situaciones simuladoras preferenciales bajo ese ción de las diferentes sensaciones de fatiga que los jugadores experimentan re­
estado. Barbany (229) la define como: «un estado funcional de significación pro­ quiere la creación de m étodos de entrenamiento específicos para poder especiali­
tectora, transitorio y reversible, expresión de una respuesta de índole homeostá- zar su estructura condicional en función de esta particularidad. Concretamente,
tica, a través de la cual se impone de m anera ineludible la necesidad de cesar o, nuestro grupo ideológico propone dos métodos con sus correspondientes varian­
cuando menos, reducir la m agnitud del esfuerzo o la potencia del trabajo que se tes, el iterativo y el de control.
está realizando».
El método iterativo está basado en la teoría de los sistemas dinámicos, donde con­
Debido a las características de los DIEC, los jugadores se ven afectados por dos fluyen los postulados de la práctica variable y de la teoría del esquema m otor de
tipos de fatiga, la periférica y la central. La prim era es fundamentalmente de tipo Schmitd (43). En un inicio y en el ámbito del deporte, estas teorías se han iden­
metabólico y afecta a los músculos, órganos y sistemas directamente implicados tificado con el aprendizaje m otor y el entrenamiento de la técnica. Se oponen a
la hipótesis de la constancia (repetir siempre de la misma manera) y entienden
la práctica como «una particular forma de repetición sin repetir» (169). Así, se
refuerza la introducción de cambios constantes en la estructura del movimiento
a través de la modificación de los distintos componentes del mismo: ejercicios,
intensidades, volúmenes, frecuencia, pausas, orden de las tareas... Como hemos
indicado anteriormente, esta variabilidad también se observa en la participación
de los sistemas energéticos durante el juego. Como sabemos, en un partido, una
jugada puede durar 20 s, la siguiente 5 s y la tercera 30 s. De la misma forma, el
descanso activo entre la prim era y la segunda jugada puede ser de 10 s y, en la
próxima, de un minuto. El ritmo de cada posesión también es distinto. Es decir,
los tiempos e intensidad de trabajo y densidad del estímulo no presentan la mis­
ma estructura ni siguen un orden preestablecido. El método iterativo que desa­
rrollamos recoge todas estas ideas y las aplica a la metodología del entrenamiento
de los diferentes niveles de especificidad en condiciones de fatiga. De esta for­
ma, su principal característica consiste en presentar de forma aleatoria y variable
los diferentes componentes que configuran la carga de las tareas: la duración del
estímulo, el ritmo, el rango y el descanso. En nuestra opinión, en los DIEC es
ilógico ejecutar las tareas de forma repetitiva manteniendo siempre los mismos
componentes de la carga e implicando, básicamente, a una única vía energética.
Por ejemplo: 3x (10 x 30 s de esfuerzo con 15 s de pausa) y 3 min de recupera­
ción. Esta forma de organización es más propia de los deportes individuales. Para
aplicar de forma adecuada el método iterativo se precisa determinar un rango
de variabilidad de los componentes de la carga basado en las peculiaridades de
nuestro modelo de juego. Es este el que nos indica el intervalo en que se ubicará la
duración del estímulo, ritmo y pausa. Así, podemos plantear situaciones donde el
tiempo de trabajo de cada repetición puede oscilar entre 10 s y 30 s, en una puede
ser de 15 s, en la siguiente de 25 s, etc. El mismo comportamiento aleatorio se
experimentará con el ritmo o intensidad y las pausas.

El método iterativo presenta dos variantes, la forma continua y la fraccionada.


Cada una de ellas se puede orientar a la capacidad o la potencia. Es necesario ma-
tizar que este método está diseñado para entrenar SSP de nivel general, dirigido y
especial en condiciones de fatiga específica. Los niveles de especificidad especial
y competitivo se entrenan mediante el método de control.

Sin duda, el método que más facilita la intervención aleatoria e integrada de los
sistemas energéticos es el de control. La participación combinada de los diferen­
tes metabolismos durante el juego es muy específica, ya que está supeditada al
modelo táctico de cada equipo. Por esta razón, constituye el método más eficaz
para «afinar» la forma del equipo. Presenta dos variantes, la de competición y la
de los modelados. Como puede observarse en la Figura 30, cada una de ellas se
estructura en tres categorías.

figura 30. Características del método de control

MÉTODO DE CONTROL

COMPETICIÓN MODELADOS

Tareas simuladoras del juego SIN Tareas simuladoras del juego CON
variaciones en el reglamento variaciones en el reglamento

partidos oficiales Juegos reducidos


Partidos amistosos Juegos de posesión
Parí idos de entrenamiento Autom atism os tácticos
El rol que ocupa el método de control en el proceso de entrenamiento en condi­
ciones de fatiga aumenta cuanto mayor es el número de competiciones que pre­
senta el calendario competitivo. En los DIEC —al competir una o dos veces por
semana— se convierte en uno de los más utilizados en el microciclo, ya que para
preparar estos partidos también se utilizan las diversas variantes del método de
control. Así, en el EE se aplican un amplio abanico de modelados específicamen­
te pensados para dar respuesta a las necesidades de estas disciplinas. Concreta­
mente, los hemos clasificado en tres grandes apartados: los juegos reducidos, los
juegos de posesión y los automatismos tácticos. Cada una de estas categorías pre­
senta una gran diversidad de posibilidades.

Por otro lado, para conseguir m odelar adecuadamente el nivel de forma de nues­
tro equipo y obtener las adaptaciones a la fatiga que hemos descrito anteriormen­
te, es preciso ordenar y combinar en el microciclo cargas de diferentes niveles de
especificidad. Los niveles de aproximación al juego definidos por el profesor Sei-
rul-lo facilitan el diseño de distintas situaciones simuladoras preferenciales donde
se gradúa el nivel de especificidad de las tareas trabajando de forma holística, pero
poniendo el énfasis sobre una de las estructuras. A continuación se describen las
principales pautas metodológicas a seguir para entrenar los cinco niveles de apro­
ximación al juego en diferentes estados de fatiga.

nivel
En la actualidad, debido a una errónea interpretación de la metodología inte­
grada, muchos preparadores físicos han reducido enormemente la presencia de
tareas de orientación genérica en sus planes de entrenamiento. Frases como «todo
lo que no se haga con balón no es útil en los DE» son frecuentes en estos mo­
mentos. Desde nuestro planteamiento metodológico pensamos que no se puede
m antener un estado de forma óptimo durante toda la tem porada si no se combi­
nan adecuadamente en el microciclo todos los niveles de especificidad. Concreta­
mente, relacionamos el entrenam iento a través de tareas genéricas en condiciones
de fatiga con dos objetivos. En prim er lugar, acelerar el proceso de recuperación
entre esfuerzos intermitentes de alta intensidad. Dentro de este propósito tam ­
bién ubicamos la rápida recuperación entre sesiones de entrenamiento y partidos.
Este aspecto es clave para poder afrontar calendarios competitivos largos y con
alta frecuencia de partidos. El segundo objetivo tiene que ver con el concepto de
condición física general. Concretamente, buscamos que nuestros jugadores sean
capaces de aguantar con facilidad las exigencias físicas que conlleva el ritmo de­
seado en nuestro modelo de juego (km recorridos e intensidad fisiológica media).
Para ello, diseñaremos tareas de entrenamiento donde:

• La estructura coordinativa esté configurada por patrones técnicos dis


tintos o ligeramente parecidos a los de la disciplina deportiva practi
cada.

® La estructura condicional implique a los diversos sistemas energéti


eos, pero siempre solicitados de forma aislada y mediante los
métodos generales.

® La estructura cognitiva involucre únicamente al mecanismo de


ejecución del jugador, sin que exista toma de decisiones.

o La socioafectiva presente un nulo o bajo nivel de comunicación y de


colaboración entre jugadores. Son tareas que normalmente se
realizan de forma individual.

• La estructura creativo-expresiva busque la adaptación del modelo


técnico no específico a las características individuales para conseguir
la máxima economía y fluidez de los movimientos.
® La emotivo-volitiva se identifique con la capacidad de sufrimiento y
la voluntad de superación personal, especialmente a nivel de
condición física general.

La Figura 31 ejemplifica el nivel de especificidad de cada estructura con un ecua-


lizador.

El entrenamiento de este tipo de tareas en condiciones de fatiga no dista mucho


del aplicado en los deportes individuales, ya que los metabolismos energéticos se
entrenan de forma aislada. Por este motivo no nos extenderemos en este aparta­
do. El entrenamiento se desarrolla a través de métodos clásicos como el continuo

figura 31. Características del microciclo de nivel genérico


armónico, el continuo variable y los interválicos largos, medios y cortos. En fun­
ción de la manifestación del sistema energético que se desee desarrollar, se pro­
grama la intensidad relacionándola con indicadores fisiológicos como el umbral
aeróbico, el anaeróbico, el VO, máx. y la concentración de lactato.
Unos ejemplos prácticos para un jugador de hockey podrían ser:

® 40 min de carrera continua a ritmo de 150 puls./min.

® 5 x 1000 m de carrera al 100 % de la velocidad máxima aeróbica con


3-5 m in de pausa.

• 3 x (6 x 30 m de carrera lineal al 100 % de la velocidad máxima con


1 min de pausa activa y 3 m in de recuperación entre series).

Este nivel es practicado en el entrenamiento coadyuvante junto con el específico


general que se propone a continuación.

nivel específico
El principal propósito que persigue el entrenamiento de este nivel de especifi­
cidad en condiciones de fatiga es iniciar el proceso de especialización de la es­
tructura condicional del equipo a nuestro modelo de juego. Así, en las tareas que
diseñemos:

• La estructura condicional involucrará de forma interrelacionada y


aleatoria la participación de los sistemas energéticos, lo que implica
una combinación de ritmos distintos.

La estructura coordinativa estará compuesta de movimientos técnicos


152

específicos de baja complejidad ejecutados de forma parcial o global,


por ejemplo, desplazamientos por el terreno de juego sin balón. • La creativo-expresiva buscará la adaptación del modelo técnico en
función de las características individuales para conseguir la máxima
La cognitiva involucrará básicamente al mecanismo de ejecución economía y eficacia de los movimientos.
del jugador. Este tipo de tareas no presentan toma de decisiones
específicas. En algunos casos, también puede participar el mecanismo • La estructura emotivo-volitiva deberá implicar a la capacidad de
perceptivo presentando estímulos inespecíficos que exigen respuestas sufrimiento y la voluntad de superación personal especialmente a
inespecíficas. nivel de condición física específica (Figura 32).

La estructura socioafectiva se caracterizará por demandar En este tipo de SSP se pone el acento especialmente en la estructura condicional.
colaboraciones y relaciones inespecíficas entre uno o dos compañeros. Por ello, la metodología de entrenamiento de este nivel de especificidad en condi­
ciones de fatiga se caracteriza por involucrar de forma específica la participación
de los tres sistemas energéticos dentro de una misma tarea. Es esta peculiaridad la
figura 32. Características del microciclo de nivel específico general que posibilita proporcionar al jugador esta variedad de sensaciones relacionadas
con los diversos tipos de fatiga tan típicos en los DE. El método iterativo ya des­
crito en este trabajo facilita la consecución de dicho objetivo. La modulación del
grado de fatiga a que deseamos someter al equipo se realiza mediante el control
del ritmo. Se establecen tres tipos de ritmo para entrenar este nivel de especifi­
cidad en condiciones de fatiga: el submáximo, el medio y el máximo. En la tarea
predomina uno de ellos, pero siempre se combinan los tres. Generalmente, este
tipo de trabajo se suele orientar a la capacidad y se desarrolla mediante el método
iterativo fraccionado y el iterativo continuo. Veamos un ejemplo:
Especificidad

La tarea se desarrolla mediante un iterativo continuo orientado a la capacidad.


Presenta una duración de 15 m in donde se alternan de forma aleatoria las si­
guientes subtareas:

® Subtarea 1: desplazamiento específico defensivo muy corto de cono a


cono con salto de valla intercalado. Ritmo* máximo: 1.

Fatiga Periférica (Ritmo: 1 se refiere a una acción por segundo.)


« Subtarea 2: cambios de ritm o con diferentes tipos de carrera
combinados con desplazamientos en zigzag marcados con conos. I
Ritmo medio: 0,5.

• Subtarea 3: carrera con cambio de dirección en función de estímulo


inespecífico. Ritmo submáximo: 0,3.

® Subtarea 4: carrera continua alrededor del campo.


Ritmo submáximo: 0,2.

• Subtarea 5: ejercicio de fuerza de lucha por parejas, seguido de carrera


saltada o carrera de frecuencia, alternar diferentes ejercicios de fuerza
y de carrera de forma no ordenada. Ritmo medio: 0,5.

Los niveles que se describen a continuación son los aplicables en el entrenamiento


optimizador.

nivel específico
El entrenamiento a través de situaciones simuladoras preferenciales de nivel di­
rigido en condiciones de fatiga tiene como principal finalidad que nuestros ju­
gadores aumenten o mantengan un alto porcentaje de eficacia de su estructura
coordinativa en diferentes estados de estrés. Con su entrenamiento pretendemos
dism inuir el núm ero de errores que no se deben a la toma de decisión sino a la
ejecución técnica del movimiento. Es importante matizar que estos errores no
se producen porque el jugador no domine adecuadamente la técnica, sino por
los efectos de la fatiga periférica y la central sobre el sistema nervioso como, por
ejemplo, una disminución de los niveles de atención y concentración. En un par­
tido es frecuente observar m ultitud de equivocaciones provocadas por esta causa:
pases mal dirigidos, demasiado cortos o largos, controles mal orientados...
Diseñaremos tareas de entrenamiento donde:

• La estructura coordinativa esté compuesta por coordinaciones


específicas de complejidad similar o superior a la de la competición
buscando la máxima eficacia y precisión en la recepción, el pase y/o
lanzamiento, el blocaje, la interceptación de balón...

• La estructura condicional presente la participación integrada de los


sistemas energéticos en función de las exigencias físicas que requieren
los movimientos técnicos que se ejecutan a un ritmo determinado.

figura 33. Características del microclclo de nivel específico dirigido

Estructura Estructura Estructura Estructura Estructura Estructura


Coordinativa Condicional Cognitiva Socio-Afectiva Exp-Creativa Volitiva


/
{m m m m m -

H ^\
/

E
/

/ E□
/
d□ c□
\ p /
\ ,: /■
\ /
......
____ _
Fatiga Periférica |j
« La estructura cognitiva busque la coordinación entre el mecanismo
perceptivo y el de ejecución del jugador con una complejidad
perceptiva similar o superior a la de la competición.

• La socioafectiva presente relaciones específicas con los jugadores


de la misma línea o colindantes. Se requiere la colaboración entre
jugadores para conseguir el objetivo de la tarea.

• La creativo-expresiva pretenda desarrollar la adaptación de los


diferentes modelos técnicos individuales implicados en la táctica
colectiva. La estructura emotivo-volitiva potencia el incremento de la
confianza y seguridad con las posibilidades individuales de eficacia
en las ejecuciones técnicas (Figura 33).

La piedra angular de la metodología de entrenamiento de este nivel de especi­


ficidad es la eficacia. En nuestra propuesta no solamente se trata de ejecutar los
movimientos técnicos soportando diferentes sensaciones de cansancio, sino que,
a la vez, se debe exigir al jugador unos determinados porcentajes de eficacia. Otro
aspecto metodológico importante es asegurarnos de que la duración de la tarea
permite que los jugadores lleguen al punto de deflexión de su efectividad. Una
vez ubicados en este estado, se debe alargar ligeramente el tiempo de esfuerzo y
motivar a los jugadores para que no disminuyan la efectividad, porque es a partir
de este momento cuando realmente estamos en situación de obtener el objetivo.

Así, los componentes de la carga, el volumen, la intensidad y la densidad que


configuran las situaciones simuladoras preferenciales deben formularse en fun­
ción de los porcentajes de eficacia que deseamos conseguir en la tarea. Estos irán
variando en función del ritmo al que deseamos entrenar (submáximo, medio o
máximo), del m omento de la tem porada y, evidentemente, del nivel de rendi­
miento que presenten los jugadores de nuestro equipo.
Generalmente, el nivel dirigido en condiciones de fatiga se entrena a ritmos me-
¿ios y máximos. El submáximo se aplica con mayor frecuencia en categorías in­
feriores, donde no nos interesa el entrenamiento de la técnica en condiciones de
fatiga muy elevada. En este nivel de aproximación al juego también se involucra
la participación aleatoria de los tres sistemas energéticos dentro de una misma
tarea. Por este motivo, uno de los métodos más recomendados es el iterativo
orientado a la capacidad o la potencia. Consideramos que el iterativo fraccionado
está especialmente indicado para el entrenamiento de ritmos medios y máximos,
mientras que el continuo se adecúa al del ritmo submáximo. Veamos un ejemplo:
La tarea se desarrolla mediante un iterativo fraccionado orientado a la capacidad.
Está compuesta de 2 series de 15 repeticiones con 3-5 m in de recuperación activa.
Presenta tres subtareas que el jugador elige cada vez de forma aleatoria. Cada una
de ellas tiene una duración y ritmo de ejecución diferente. Al finalizar cualquiera
de ellas el jugador puede elegir, también de forma aleatoria, entre tres tipos de
pausa activa: corta, m edia y larga (10-15 s; 15-20 s; 20-40 s).

® Subtarea A: 3 m de carrera de espaldas, giro y recepción del balón.


Eslalon de tres conos con conducción del balón. Pase al compañero y
cambio de dirección. Recepción del balón y chut a portería de 1 m
ubicada a unos 8 m. Ritmo máximo: 1. Precisión exigida: 70 %.

• Subtarea B: Pase de 5 m al compañero, seguido de desplazamiento


hacia atrás (2 m) y esprint hacia delante para recibir de nuevo el balón.
Realizar entre 5 y 10 pases. 30 m de carrera en zigzag entre picas,
recepción del balón y chut a tocar el palo de la portería.
Ritmo máximo: 0,8. Precisión exigida: 30 %.

• Subtarea C: Desplazamiento de 20 m con saltos de vallas pequeñas.


30 m de conducción de balón entre conos. Recepción del balón y
golpeo de precisión para introducir el balón en un círculo de 5 m de
radio. Ritmo medio: 0,5. Precisión exigida: 60 %.
nivel específico
El entrenamiento a través de situaciones simuladoras preferenciales de este nivel
de especificidad en condiciones de fatiga tiene como principal propósito entre­
nar los procesos cognitivos en diferentes estadios de fatiga y mejorar su eficacia
y rapidez. Sabemos que el cansancio no solo afecta a las estructuras condicional
y coordinativa, sino que también afecta a la cognitiva (237). La fatiga del siste­
ma nervioso central comporta un aumento de la somnolencia del individuo, una
disminución de la efectividad de la tarea y una respuesta motora más lenta ante
diversos tipos de estímulos. Como es evidente, el estado de activación del SNC
del jugador condiciona el número de errores en la toma de decisiones durante
el encuentro. De todos es conocido cómo afectan al rendimiento las fiestas y las
pocas horas de sueño antes de los partidos.

Para conseguir este objetivo, las tareas que diseñaremos deben presentar las si­
guientes características:

• La estructura coordinativa debe estar compuesta de coordinaciones


específicas requeridas para solucionar con eficacia situaciones tácticas
parciales pertenecientes al modelo de juego.

• La condicional buscará la participación integrada de las cualidades


físicas en función de las exigencias físicas que requieren las
situaciones tácticas a resolver.

• La estructura cognitiva requerirá la coordinación entre los


mecanismos de percepción-decisión y de ejecución. Se presentan
estímulos específicos que precisan respuestas específicas.
La complejidad perceptiva es similar o superior a la de la competición.
159

• La estructura socioafectiva tiene que favorecer las relaciones


específicas con los jugadores de otras líneas. Se requiere liderazgo,
responsabilidad y colaboración entre los jugadores implicados para
conseguir superar con éxito la situación táctica presentada.

• La creativo-expresiva debe requerir respuestas abiertas a la creativi­


dad para superar situaciones de igualdad o desigualdad numérica.

• La estructura emotivo-volitiva buscará la máxima identificación


personal con la conceptualización del juego ofensivo o defensivo
del equipo (Figura 34).

figura 34. Características del mlerociclo de nivel especifico especial

Estructura Estructura Estructura Estructura Estructura Estructura


Coordinativa Condicional Cognitiva Socio-Afectiva Exp-Creativa Volitiva
Especificidad
160

El ritmo vuelve a desempeñar un rol clave en la prescripción de la carga de entre­


namiento. La forma de incrementarlo o reducirlo responde al número de decisio­
nes que los jugadores deberán tom ar en el tiempo establecido en cada repetición.
Para aumentar la intensidad debemos exigir un mayor número de decisiones y
m antener la duración de la repetición, y viceversa. Otra opción metodológica
es m antener el núm ero de decisiones y dism inuir el tiempo de cada repetición,
siendo esta última la más utilizada por la mayoría de los técnicos. Asimismo, no
debemos olvidar la comunión que debe existir entre el ritmo y la eficacia. Como
ya hemos comentado anteriormente, entrenar a ritmos excesivamente elevados y
no eficientes no comporta ningún beneficio para los jugadores, pues su porcenta­
je de eficacia es inaceptable.

Generalmente, en nuestra propuesta metodológica, este nivel de aproximación al


juego se entrena mediante el m étodo iterativo —tanto fraccionado como conti­
nuo— orientado a la potencia y a la capacidad. En algunos casos, para aumentar el
nivel de especificidad también se puede utilizar el m étodo control, concretamente
a través de los modelados. Veamos un ejemplo:

Esta tarea se desarrolla en el baloncesto y está compuesta por cuatro subtareas.


Se lleva a cabo a través de un iterativo continuo de intensidad máxima orientado
a la potencia. La tarea presenta una duración de 10 min. Durante este tiempo los
equipos de dos jugadores ejecutan las siguientes subtareas de forma aleatoria. El
cambio de subtarea se realiza de forma aleatoria a criterio del entrenador. Gana
el equipo que consiga anotar un mayor núm ero de puntos en el tiempo acordado.

• Subtarea A: Dos equipos de dos jugadores, cada uno con una pelota.
Ubicados detrás de la línea de 6,25 lanzan a canasta con el objetivo
de anotar el máximo número de puntos. Después del lanzamiento
cada jugador debe recuperar el balón y regresar a la línea de 6,25 para
ejecutar un nuevo tiro a canasta. El tipo de lanzamiento que deberá
realizar dependerá del núm ero de jugadores que se encuentren en la
161

botella en el momento que el jugador llegue a la línea de 6,25. Si hay


un compañero deberá lanzar un triple, si hay dos deberá penetrar y
tirar en suspensión desde la línea de los tiros libres. Si están los tres,
se desplazará hacia la línea de fondo y lanzará de dos puntos. Se con
tabilizan los puntos que realiza cada equipo. Ritmo máximo: 0,8.

• Subtarea B: Dos equipos de dos jugadores, cada uno con un balón. El


ejercicio se inicia con una rueda de tiro. En el m omento que uno de
los jugadores realiza tres canastas seguidas, su compañero recoge el
rebote, sale de la línea de 6,25 y se continúa con un 2 contra 2. Se
realiza un ataque y se repite la rueda. Se contabilizan los puntos que
realiza cada equipo. Ritmo máximo: 0,7.

• Subtarea C: 2 contra 2, se deben realizar entre 3 y 5 pases antes del


lanzamiento a canasta. El jugador que tiene la pelota al iniciar la
jugada no puede finalizar la jugada. Se contabilizan los puntos
anotados por cada equipo. Ritmo medio: 0,5.

® Subtarea D: Carrera con bote de balón por parejas, pasar la pelota al


compañero cuando este realice un cambio de dirección.
Ritmo submáximo: 0,2.

nivel específico
El entrenamiento a este nivel de especificidad pretende optimizar las respues­
tas técnicas y tácticas establecidas por nuestro modelo de juego a pesar de los
diferentes niveles de fatiga que experimenten los jugadores. Son tareas que se
desarrollan a través del juego real o simulado. Las tareas que diseñaremos para
conseguir este objetivo deberán presentar las siguientes características:
162

• Su estructura coordinativa estará compuesta por coordinaciones


específicas requeridas para resolver con eficacia las situaciones
tácticas que se presentan en el juego.

• La condicional buscará la participación integrada de los


metabolismos energéticos en función de las exigencias físicas que
requiere nuestro modelo de juego.

• La estructura cognitiva deberá implicar a los tres mecanismos, pero la


toma de decisión siempre vendrá condicionada por las características
de nuestros referentes tácticos. También deberá brindar la posibilidad
de reajustar los tres mecanismos en función de las situaciones
competitivas que se presenten.

• La socioafectiva tendrá que potenciar la cohesión, la relación y la


colaboración de todos los jugadores para superar y ganar al equipo
contrario.

• La estructura creativo-expresiva deberá perm itir la reinterpretación


continua de los referentes tácticos en función de las nuevas
situaciones que provoque el equipo adversario.

• La emotivo-volitiva deberá potenciar el compromiso personal con el


modelo de juego implantado por el entrenador (Figura 35).

La metodología utilizada para entrenar este nivel de especificidad en fatiga se


basa en aplicar diferentes tipos de ritmos que com portaran diferentes grados de
cansancio a los jugadores. Como ya hemos comentado anteriormente, hemos cla­
sificado el ritmo en tres categorías: submáximo, medio y máximo. En este nivel de
especificidad recomendamos utilizar el medio y el máximo.
Para el entrenamiento a ritmo máximo, el método que más se utiliza es el de
control en su variante de los modelados. Estos se relacionan con la idea del juego
con intención y por ello se posibilita la modificación del reglamento. Así, po­
demos cambiar las dimensiones del terreno de juego, el número de jugadores o
la duración, e incluir consignas no contempladas en el reglamento que faciliten
el entrenamiento de nuestros referentes tácticos. A diferencia de la metodología
tradicional, en el EE la modificación de estos elementos del juego no se realiza,
exclusivamente, para modelar la exigencia de la estructura condicional, sino que
se plantea desde una visión global que implica a las seis estructuras que configura
el sistema.

figura 35. Características del microciclo tle nivel especifico competitivo

Estructura Estructura Estructura Estructura Estructura Estructura


Coordinativa Condicional Cognitiva Socio-Afectiva Exp-Creativa Volitiva
164

Mediante los modelados podemos conseguir con relativa facilidad que el número
de acciones que realizan los jugadores por unidad de tiempo sea mucho mayor
que el que se desarrolla en el partido. Como ya hemos comentado, modificando
el espacio de juego o el núm ero de jugadores podemos incrementar o disminuir
el ritmo de juego. En el caso del fútbol, una vez analizados los resultados de su
estudio, Lapuente (226) recomienda la utilización de tareas con menos de 5 o
jugadores por equipo para el desarrollo de alta exigencia específica basada en el
ritmo.

La organización de los modelados presenta, generalmente, una naturaleza frac


cionada. La duración de los estímulos suele ser media (3-10 min) cuando la tarea
se orienta a la potencia y larga (10-20 min) cuando se dirige a la capacidad. Se
realizan descansos moderados que perm iten recuperar de forma parcial las varia
bles fisiológicas y donde el entrenador corrige los aspectos del juego que deben
mejorarse.

La otra variante del método control (competiciones oficiales o amistosas) tiene la


peculiaridad de que no se alteran las normas que establece el reglamento. Sin em
bargo, en los partidos amistosos se perm iten un mayor número de cambios. En el
ámbito de los DIEC es necesario utilizar este m étodo desde el prim er microciclo
de la temporada. Realmente, es el más intenso debido a su elevada especificidad
permite incidir de m anera muy significativa —tanto positiva como negativamen
te— en los estados de forma de los jugadores.

El entrenamiento a intensidad media se relaciona con el ritmo de juego medio.


Básicamente, se ejecuta mediante los partidos oficiales y amistosos. En este caso,
tengamos en cuenta que no se produce ninguna modificación del reglamento para
modelar el ritmo. El número de partidos que podemos program ar por microciclo
depende del tipo de deporte y del momento de la temporada. A muchos entrena
doresyles gusta jugar dos partidos a la semana: uno amistoso a mitad de la semana
y el oficial en sábado o domingo. Veamos un ejemplo de este tipo de tareas:
Partido de 5x5 jugado en un terreno de juego de 30x20 m. Entrenar uno de los re­
ferentes tácticos preestablecidos. Por ejemplo: siempre que el gol se realice como
consecuencia de un centro desde las bandas, vale doble. Al final de cada repe­
tición el equipo que haya realizado un mayor número de centros es premiado
con dos goles de más. Realizar 3 repeticiones de 7 min con 3 min de pausa para
hidratarse. Ritmo aproximado de 0,7 a 0,9.

Después de un error técnico-táctico es obligatorio animar al compañero. Después


del gol todo el equipo debe agruparse y felicitarse. El capitán puede recordar al
equipo, cuando lo considere oportuno, los referentes tácticos del modelo.

Por último, con el objeto de potenciar la creatividad del equipo para adaptar los
referentes tácticos preestablecidos, cuando el entrenador toca el silbato el equipo
debe lanzar a portería obligatoriamente en menos de 5 s.
La amplitud de movimiento debe concebirse
como una capacidad facilitadora de la fuer­
za, de la misma forma que la fuerza debe
ser entendida como soporte condicional al
modelo de juego,
erard Moras Feliu

a amplitud de
ovimiento como
apacidad
acilitadora de la
uerza
168

n un recóndito lugar de un pabellón húm edo y sombrío, un día de invierno

E estaba yo dirigiendo el calentamiento previo a un partido. Los jugadores,


como de costumbre, tras realizar diversos ejercicios dinámicos, se tumba­
ron en el suelo para dedicar un tiempo a estirar. En ese instante, en un ataque de
rebeldía hacia lo que había sido una parte de mi formación, decidí transgredir las
normas y transform ar el calentamiento en lo que siempre debió haber sido, una
auténtica activación física y mental para la competición. Jamás volví a proponer
largos y aburridos estiramientos pasivos en las fases de activación previas a en­
trenamientos y competiciones. Comprendí que muchas veces la construcción de
una nueva visión de las cosas se realiza sobre las ruinas de teorías que creíamos
indestructibles. Y eso es lo que hemos intentado hacer en este capítulo.

«El aleteo de las alas de una mariposa hoy en Japón, puede provocar mañana un
huracán en Nueva York.» Esta famosa frase, que en principio puede parecer muy
improbable, sirve para ilustrar el «efecto mariposa» basado en la teoría del caos
(231). La idea es que la más m ínim a variación de las condiciones iniciales de un
determinado sistema caótico puede provocar que el sistema evolucione en deter­
minadas formas completamente diferentes, pudiendo generar, a través de un pro­
ceso de amplificación, un efecto considerablemente grande a medio o corto plazo.
Quizás por culpa de esta teoría todos hemos sido alguna vez espectadores de los
cambios que se producen en el juego de un equipo cuando se sustituye a uno o
más jugadores, nos ha sorprendido el rendimiento de un jugador por el mero
hecho de haber cambiado de equipo o simplemente por no estar a gusto en él.
Muchos son los detalles que en el contexto de los DIEC pueden modificar el ren­
dimiento, con la dificultad añadida de que no sabemos con seguridad qué tiene
importancia y qué no. Por eso no podemos despreciar sin más ciertas técnicas de
estiramiento por muy inespecíficas que nos parezcan. Debemos ser conscientes
de que tomaremos decisiones sin que eso suponga saber exactamente la repercu­
sión que van a tener en el rendimiento del deportista. Los resultados no seguirán
una relación lineal causa-efecto, sino que estarán distorsionados en el tiempo, lo
que significa que en el caso de obtenerse algún beneficio no podrem os determinar
exactamente cuándo se va a producir (232). Aunque somos conscientes de que al
estirar no estamos practicando fútbol, nos estamos preparando para entrenar en
el fútbol. Quizás un pequeño cambio en la rigidez de la musculatura isquiotibial
de un deportista pueda dism inuir el dolor, aumentar su confianza y, finalmente,
mejorar su rendim iento en el campo.

introducción al lector sobre los


de movimiento articular, flexibilidad y
Con el térm ino inglés stretching (estiramiento) se relacionan en la literatura toda
una serie de técnicas de estiramiento muscular que tienen como finalidad, casi
exclusiva, aumentar la amplitud de movimiento articular (AdM) o movilidad ar­
ticular (233). El estudio y aplicación de estas técnicas aumentó significativamente
cuando se consideró que la AdM era un componente fundamental del rendim ien­
to motor, en algunos casos equiparada en nivel a la fuerza. Una afirmación que no
podemos compartir porque, a nuestro entender, la AdM debe concebirse como
una capacidad facilitadora de la fuerza, de la misma forma que la fuerza debe
ser entendida como soporte condicional al modelo de juego.

La mayoría de autores utilizan el térm ino flexibilidad articular como sinónimo de


AdM de una articulación o grupo de articulaciones (234, 235), aunque su defini­
ción ha sido diferente en función de la disciplina o la naturaleza de las investiga­
ciones. Por eso, no es de extrañar que algunos (236) resaltaran la existencia de una
gran confusión terminológica por el mero hecho de utilizar diferentes términos
para definir un mismo concepto. Atendiendo a su etimología, el térm ino procede
del latín flectere oflexibilis, definido como «la capacidad de un objeto de doblar­
se» (191). En relación con el cuerpo humano, nos referiríamos a los movimientos
de las articulaciones como la flexión-extensión o la aducción-abducción y no tan­
to al estiramiento de los tejidos blandos que las envuelven, los cuales están some­
tidos a fuerzas que los deforman. No obstante, sabemos que existe una estrecha
relación entre estos movimientos articulares y el estiramiento de la musculatura
solicitada y por esta razón a menudo se define la flexibilidad articular como la
capacidad de las unidades musculares y tendinosas para deformarse estirándose
en el contexto de las restricciones físicas que toda articulación tiene (237).

En general, la flexibilidad articular se asocia a la capacidad de alcanzar la máxima


AdM articular (AdMmáx) no dolorosa en respuesta a un ejercicio de estiramiento
realizado lentamente, considerando su m agnitud como un índice de movilidad
articular. Por esta razón, la AdMmáj[ de una articulación en un determinado plano
debe concebirse como una estimación cuantitativa de la flexibilidad articular y no
de la capacidad viscoelástica de los tejidos, ya que esta última solo se podrá mani­
festar al realizar movimientos rápidos o muy rápidos que realmente permitan una
efectiva reutilización de la energía viscoelástica del músculo (238).

¿qué utilidad tiene en los


conocer la AdMmáx. articular
clásicos de flexibilidad?
La respuesta es que poca. En prim er lugar, debemos resaltar la irrisoria especifi­
cidad de estas pruebas de valoración en relación con el tipo de acción muscular,
pues casi todas ellas se realizan relajando todo lo posible la musculatura que se
estira mientras que en casi todos los movimientos deportivos los estiramientos
del complejo músculo tendinoso se realizan con la participación activa del com­
ponente contráctil. En segundo lugar, la evaluación se realiza normalmente en un
único plano, siendo esta una visión muy restrictiva del verdadero potencial de la
articulación. En tercer lugar, los test de flexibilidad m iden la AdMmáx —raras ve­
ces demandada en los DIEC—y, en cuarto y último lugar, la valoración es estática
mientras que el estiramiento muscular en las acciones de juego es casi siempre
dinámico.

No obstante, nunca deberíamos despreciar una evaluación de la AdMmáx a tra­


vés de algunos test de flexibilidad que perm itan detectar ciertas anomalías, del
mismo modo que un electrocardiograma puede encontrar —durante una revi­
sión preparticipativa— enfermedades que puedan suponer un riesgo vital para
los deportistas, en especial cuando el juego es intenso o extremo. Pues bien, lo
razonable sería que en algunos momentos de la tem porada —que no deberían ser
establecidos de antemano en una planificación cerrada— se evaluara la AdMmix
en articulaciones clave —determinadas en función de la modalidad deportiva—,
con el objetivo de detectar restricciones que puedan acarrear problemas y que
deban ser corregidas de inmediato para reducir el riesgo de lesión, como podría
ser el exceso de rigidez en ciertos grupos musculares. Tal es el caso de los test de
flexibilidad de la musculatura isquiotibial y aductora en futbolistas o la estima­
ción de la rotación interna y externa de hombro en jugadores de balonmano o
voleibol. Eso sí, no le demos a un test de flexibilidad más trascendencia de la que
realmente tiene.

Finalmente, debemos considerar que cuando hablamos de AdM más no es igual


a mejor. No se trata de estirar la musculatura para aumentar progresivamente la
movilidad articular sino de estirar para restaurar o frenar su tendencia natural a
reducirse para que cada deportista pueda realizar los movimientos demandados
sin restricciones ni dolor y, por supuesto, con la fuerza y potencia deseadas.
los tejidos blandos también
Aunque sabemos que las técnicas de estiramiento pueden aumentar la AdM arti­
cular, los mecanismos asociados a estas mejoras continúan siendo controvertidos.
En general, la respuesta aguda al estiramiento puede ser atribuida a factores me­
cánicos y neurofisiológicos (239,240). Los neurofisiológicos establecen como fac­
tor limitante durante el estiramiento la respuesta refleja. Por eso instauran como
principal objetivo durante los estiramientos reducir o inhibir esta actividad para
disminuir la resistencia al estiramiento y de esta forma mejorar la AdM. Paradó­
jicamente, las técnicas más efectivas para aumentar la AdM articular se asocian
a una elevada respuesta electromiográfica —lo que invalida, en parte, esta tesis—.
Por otro lado, otra línea de pensamiento determina que las adaptaciones agudas
al estiramiento pueden atribuirse más a un simple aumento de la tolerancia al
estiramiento que a supuestos cambios en la actividad electromiográfica o en la
rigidez de los tejidos. Finalmente, algunos autores (241, 242) consideran que los
cambios en las propiedades mecánicas del músculo —que incluyen deformación
viscoelástica, deformación plástica y aumento de los sarcómeros en serie—son los
principales responsables de los efectos agudos del estiramiento.

Pero no nos engañemos, para conocer el verdadero alcance de un programa de


estiramiento es necesario conocer la resistencia que ofrece el músculo durante el
estiramiento a través de la curva torque-ángulo. Usando esta valoración, algunos
estudios han encontrado alteraciones inmediatas en el torque pasivo después de
un estiramiento estático (243-246). Cuando un tejido genera poca resistencia a la
elongación por poseer una elevada complianza muscular, se observa poca pen­
diente en la curva, lo que significa que se puede movilizar la articulación aplican­
do poca tensión. Aumentar la complianza en músculos como los isquiotibiales
o los aductores podría beneficiar a deportistas excesivamente rígidos, como son
muy a m enudo los futbolistas. Para conseguirlo se deberán aplicar técnicas de
estiramiento pasivas forzadas que alcancen la zona de deformación plástica de los
tejidos. En el caso de que el estiramiento no sea suficientemente intenso, el posi­
ble aumento de la AdM articular se obtendrá, fundamentalmente, por una mayor
tolerancia al estiramiento. A menudo, una simple exploración física por parte del
preparador físico —o simplemente preguntar al deportista por sus sensaciones-
puede ser suficiente para tener una idea aproximada del nivel de rigidez en una
determinada zona o área muscular, y eso nos dará una idea de cómo deberíamos
proceder.

tipos y variedades de
estiramiento en tensión activa o pasiva en ejercitación estática o dinámica
Tradicionalmente, las técnicas de estiramiento se han clasificado en estáticas, ba­
sadas en m antener la posición de estiramiento -normalmente a la mayor AdM
posible- durante un cierto tiempo (246); y dinámicas, en las que el estiramien­
to muscular se obtiene a través de la movilización continuada de los segmentos
corporales (247). Esta clasificación, utilizada muy a menudo en el deporte, no
determina el tipo de tensión muscular a la que el deportista se va a enfrentar, por
lo que debemos considerarla incompleta. Por esta razón, estimamos oportuno sa­
ber siempre si el estiramiento se realizará en tensión activa o pasiva (Figura 36).

En los estiramientos en tensión pasiva se busca una relajación de la musculatura a


estirar, mientras que en los estiramientos en tensión activa el estiramiento se pro­
duce con el músculo en tensión siendo, a todos los efectos, una acción muscular
excéntrica. El objetivo principal de los estiram ientos en tensión activa no de­
bería ser aum entar la AdM sino desarrollar la vigilancia m uscular para incre­
mentar la protección articular mediante la adquisición del sentido de regular con
precisión y anticipación la rigidez muscular indispensable en cada movimiento
(248, 249). Lógicamente, ambas formas de tensión podrán ejercitarse a través de
técnicas de estiramiento estáticas y dinámicas.
Poi otro lado, el estii amiento dinámico tiene un amplio abanico de posibilidades
en lo que se refiere a la aceleración que impone a los segmentos corporales. Por
eso conviene diferenciar la movilización lenta de la rápida -com únm ente deno
m inada en el argot deportivo estiramiento balístico—.

figura 36. La amplitud de movimiento articular. Estiramiento en tensión activa o


pasiva en ejercitación estática o dinámica. ADM: amplitud de movimiento

TENSIÓN ACTIVA
TENSIÓN PASIVA

Estiramiento
los estiramientos dinámicos en el deporte colectivo

Los ciclos de estiramiento-acortamiento (CEA) muscular forman parte de la acti­


vidad normal del complejo musculotendinoso en la ejecución de cualquier ejer­
cicio o tarea de entrenamiento o competición en los DE. Por esta razón, el simple
hecho de entrenar supone una constante solicitación de estiramientos dinámicos
lentos y balísticos enmarcados en la fase negativa o excéntrica del CEA. Estos esti­
ramientos alcanzan niveles de exigencia diferentes en función del deporte. Así, en
balonmano, voleibol o waterpolo el estiramiento dinámico de la musculatura del
hombro durante el CEA demanda a m enudo AdM elevadas. En cambio, la m us­
culatura de las extremidades inferiores solicita casi siempre AdM pequeñas, salvo
en algunas acciones aisladas como el estiramiento de la musculatura aductora en
las caídas laterales en voleibol. Por el contrario, las demandas articulares de AdM
en los futbolistas suelen ser relativamente pequeñas, alcanzándose una alta soli­
citación solamente en situaciones puntuales descontroladas y acciones forzadas.
Obviamente, deberemos prestar especial atención a aquellas articulaciones some­
tidas regularmente y al mismo tiempo a grandes AdM y a elevadas aceleraciones
y desaceleraciones articulares, por su mayor vulnerabilidad y riesgo potencial de
lesión (250).

interacción entre fuerza y estiramiento


Los deportistas, a diferencia de los artilugios mecánicos, poseen importantes pro­
piedades emergentes que les perm iten adaptarse a los cambios contextúales. El
sistema neuromuscular recibe m ultitud de estímulos de naturaleza diferente que
alteran las propiedades mecánicas de los tejidos y la neuroactivación muscular
con el resultado final de un aumento o disminución del rendimiento motor. En­
tonces, sabiendo que la movilidad articular también depende de las características
176

neuromusculares, tendinosas y capsulares, es lógico pensar que el entrenamiento


de fuerza puede tener un efecto potencial en la extensibilidad de los tejidos, y
viceversa. Esta constatación tiene relevantes implicaciones prácticas, pues un alto
volumen de estiramientos en tensión pasiva que disminuya la rigidez muscular
puede repercutir negativamente en el rendimiento en acciones explosivas como el
salto vertical o la capacidad de aceleración (251-256). Pero debemos matizar un
poco más esta afirmación, pues la reducción del rendimiento m otor del deportista
al realizar ciertas acciones explosivas parece no ser independiente de la técnica de
estiramiento seleccionada ni tampoco del grupo muscular estirado. Esta es la ra­
zón por la que se alcanzan resultados muy diversos —y a veces contradictorios—al
estudiar los efectos de los estiramientos musculares en el rendimiento motor pos­
terior. Repasando los estudios realizados hasta el momento, vemos que la gran
mayoría encuentra una disminución en la prestación de los deportistas después
de un estiramiento estático prolongado en tensión pasiva en grupos musculares
protagonistas pertenecientes a cadenas musculares que deben generar altos nive­
les de explosividad o potencia (257-259), pero sin aparente afectación cuando este
estiramiento afecta a otros grupos musculares (260). Aunque hasta el momento
solo se ha demostrado esta disminución en acciones o movimientos simples, no
debemos menospreciar la influencia que este tipo de estiramientos puede tener
sobre el rendimiento m otor en secuencias de movimientos complejos realizados
a alta intensidad, tan característicos de los DE.

un punto y aparte: el estiramiento


En los últimos años el uso y la eficacia de la vibración mecánica han aumentado
de forma muy notable. Se han observado mejoras en la AdM articular (261), la
fuerza (262-266), el flujo sanguíneo (267), el salto vertical (268) y el equilibrio cor­
poral (269). Gracias a los estudios realizados por el Dr. Hábil Vladimir T. Nasarov
(1991), uno de los precursores de la aplicación del estímulo vibratorio al cuerpo
177

humano, sabemos que al utilizarla sobre un grupo muscular en estiramiento se


consigue aumentar más rápidamente la AdM articular que con el mismo estira­
miento realizado sin vibración. El músculo sometido a vibración se contrae de
manera activa, efecto al que se dio el nombre de reflejo tónico vibratorio (192,
270, 271). Nos referimos a la estimulación de las terminaciones prim arias de los
husos musculares, que por su alta sensibilidad a los cambios de longitud inician la
contracción refleja. El estímulo vibratorio en el estiramiento con vibración puede
ser aplicado directamente sobre el vientre muscular o sobre el tendón mediante
instrumentos vibratorios fijados a la piel, cables que transmiten la vibración de
forma localizada o barras vibratorias, o de forma indirecta mediante plataformas
vibratorias con diferentes niveles de estabilidad.

Debemos subrayar que, por el simple hecho de aplicar el estímulo vibratorio de


forma directa o indirecta a un músculo sometido a estiramiento en tensión pasi­
va, esta se convierte automáticamente en tensión activa gracias a la contracción
refleja involuntaria que genera. Por esta razón, consideraremos siempre el esti­
ramiento con vibración como un estiramiento en tensión activa, independiente­
mente de si se corresponde con un estiramiento estático o dinámico.

Recientemente, el uso de barras vibratorias en el entrenamiento (272) ha per­


mitido ampliar las posibilidades de aplicación del estímulo vibratorio al cuerpo
humano durante los estiramientos. Las formas de utilización son diversas, como
la aplicación de vibración de forma directa apoyando el cuerpo central de la barra
sobre el músculo estirado (Figura 37. a.), colocando la barra en el suelo en forma
de rodillo miofascial y aprovechando la presión ejercida por el cuerpo (Figura
37. b.), o suspendiendo la barra a través de un pórtico (Figura 38). En este último
caso tenemos la opción de regular el grado de presión de la barra sobre la m uscu­
latura estirada (273).

Queremos dar especial atención y relevancia al estiramiento utilizando un rodillo


miofascial con vibración. En la última década, la relajación miofascial se ha uti-
figura 37.a. Aplicación del estimulo vibratorio de forma directa durante el
estiramiento apoyando el cuerpo central de una barra vibratoria (Viroller)
sobre la musculatura
tizado como una técnica para tratar las restricciones miofasciales y recuperar la
extensibilidad de los tejidos. En las rutinas de estiramiento miofascial los depor­
tistas utilizan su peso corporal sobre un rodillo miofascial para ejercer presión.
Esta simple técnica permite, no solamente estirar músculos y tendones, sino dis­
m inuir las inelásticas adherencias fibrosas y cicatrices de los tejidos, obteniéndose
beneficios similares a los estiramientos o el masaje (274). Esto nos hace pensar en
el potencial aún desconocido que puede tener la combinación del rodillo miofas­
cial y el estímulo vibratorio tal y como se implementa actualmente a través de los
rodillos miofasciales con vibración.

Finalmente, queremos destacar el potencial, también desconocido, que puede


tener la utilización de una plataforma de vibración con propiedades deslizantes
(Vislide) para la realización de estiramientos estáticos o dinámicos en tensión
activa de la musculatura isquiotibial y aductora de los deportistas (Figura 39).

figura 39. Estiramientos dinámicos activos realizados en una plataforma de


vibración con propiedades deslizantes (Vislide)
estiramientos utilizando material
La forma más habitual de estirar en los deportes colectivos es realizando los es
tiramientos en superficies poco perturbadoras como el propio terreno de juego.
Recientemente, en los entrenamientos ha aumentado la utilización de superficies
o materiales desestabilizadores como pelotas gigantes, Bosus, tablillas desestabili-
zadoras o las cinchas de entrenamiento de la estabilidad dinámica rotacional. La
utilización de este material desestabilizador en las rutinas de estiramiento abre una
nueva e innovadora línea de entrenamiento (poco utilizada por la gran mayoría
de preparadores físicos por ser aún una técnica desconocida). Pues bien, cabe la
posibilidad de emplear estos estímulos perturbadores que desafían la estabilidad
corporal con la incorporación del estímulo vibratorio. Una interesante propuesta
es utilizar una plataforma de vibración que perm ita seleccionar diferentes grados
de perturbación. En la Figura 40 se muestra la realización de un estiramiento
dinámico lento en tensión activa de la m usculatura de la corva realizado en el
suelo y su evolución hacia condiciones más desafiantes que puedan generar más
perturbación utilizando la plataforma de vibración Vibalance. La progresión en
dificultad dependerá siempre de la capacidad del deportista de dom inar la tarea,
que significa poder realizar el ejercicio con más estabilidad y m enor fluctuación.
Así, cuando el deportista adquiere un mayor control de la tarea supondremos que
ha alcanzado su ciclo límite y será el m omento de introducir nuevos retos que
vuelvan a incrementar la fluctuación.

la temida sensación de
La sensación de rigidez al estirar un músculo va a depender de la disposición de
sus fibras y del núm ero de articulaciones que atraviesa (275). Los músculos mo-
noarticulares —que actúan sobre una sola articulación—, salvo en caso de lesión,
figura 40. Estiramiento dinámico lento en tensión activa de la musculatura de la corva
realizado en el suelo y su evolución hacia condiciones más desafiantes utilizando una
plataforma vibratoria con diferentes niveles de estabilidad (Vibalance)
no suelen percibirse como rígidos. Por el contrario, los músculos Particulares ,
pluriarticulares tienden a causar más sensación de rigidez, lo que los ha conver
tido en el foco principal de atención de los estudios (276). De cualquier manera
debemos ser conscientes de que podemos encontrar alguna excepción, como es el
caso del bíceps braquial, que siendo Particular no presenta una elevada sensación
de rigidez al ser estirado.

Los músculos de morfología penniforme o bipenniforme se consideran de acción


corta porque perm iten poca AdM y, además, presentan poca extensibilidad. El
tríceps sural o los isquiotibiales son ejemplos de este tipo de músculos. Quizás
sorprenda que lo sean los isquiotibiales, pero la realidad es que poseen una enor­
me cantidad de tejido de colágeno que les da esa configuración. Concretamente,
en el semitendinoso, como su nombre indica, prácticamente la m itad del músculo
actúa como tendón, y en el semimembranoso la m itad actúa de membrana. Re
sulta especialmente costoso m antener la extensibilidad adecuada en estos tipos de
músculos, ya que precisa esfuerzos constantes para evitar la pérdida acelerada de
las adaptaciones conseguidas (277, 278).

Finalmente, los músculos llamados de acción larga serán aquellos que presen­
ten poca resistencia al estiramiento, perm itiendo grandes AdM. Como excepción
podemos citar al músculo bíceps braquial, que siendo biarticular presenta una
elevada extensibilidad.

Como regla general, podemos considerar que los músculos monoarticulares de


acción corta son más receptivos al estiramiento en tensión activa, mientras que
los músculos biarticulares de acción corta se adaptarán bien a cualquier tipo de
tensión impuesta, sea activa o pasiva (276). Estas apreciaciones deberán ser teni­
das en cuenta a la hora de proponer técnicas de estiramiento para los diferentes
grupos musculares.
el rol de los estiramientos antes,
después de los entrenamientos y
Seleccionar las técnicas de estiramiento más adecuadas en cada m om ento no es
tarea simple. La decisión final debería contemplar su localización dentro de la se­
sión, seleccionando las técnicas en función de si son estiramientos de activación
-realizados antes de la sesión de entrenamiento o com petición-, de recupera­
ción —realizados después del entrenam iento—o de seguimiento —realizados du­
rante el entrenam iento—.

estiramientos de activación

Debemos recordar que después de un estiramiento estático prolongado en ten­


sión pasiva aumenta la AdM pero disminuye el rendimiento musculai (247, 279)
y que durante la realización de estos estiramientos se producen tensiones intra­
musculares elevadas que interrum pen transitoriamente el riego sanguíneo (280).
Estas dos razones son más que suficientes para descartar todas las técnicas de
estiramiento estáticas prolongadas en tensión pasiva antes de los entrenam ien­
tos y competiciones. Pero ¿este planteamiento debe aplicarse a todos los grupos
musculares? La respuesta es que no. Podemos perfectamente disociar la m uscu­
latura agonista m otora de la antagonista. Aplicaremos siempre esta norm a a la
musculatura agonista motora, como los cuadríceps o el tríceps sui al de los juga­
dores de fútbol, o el pectoral y el tríceps braquial de los jugadores de voleibol y
balonmano. Para estos grupos musculares es más adecuado optai por técnicas
de estiramientos en tensión activa, estiramientos dinámicos o estiramientos muy
cortos en tensión pasiva que no deterioren la potencia muscular. En cambio, la
musculatura aductora o isquiotibial de los jugadores de fútbol podrá someterse a
estiramiento estático prolongado en tensión pasiva sin que eso repercuta apaien-
temente en el rendimiento posterior, siempre que la duración e intensidad sean
184

las adecuadas. En este sentido, Bazett-Jones (2008) (281) comprobó que el rendi­
miento en el esprint y el salto vertical no estaban afectados tras seis semanas de
estiramiento estático pasivo prolongado de la m usculatura isquiotibial.

Estaremos de acuerdo, pues, en que una de las herencias más fuertes en el entre­
namiento deportivo —y que está resultando más difícil eliminar— es la utilización
indiscriminada de estiramientos estáticos pasivos prolongados durante la fase de
activación. Sin embargo, no estamos diciendo que debamos descartar todas las
técnicas en tensión pasiva. Una opción razonable si queremos utilizar este tipo de
estiramiento es reducir el tiempo del estiramiento y el número de repeticiones a la
m ínima expresión para evitar alteraciones en la capacidad viscoelástica muscular
(282) y, por lo tanto, en la calidad del rendimiento m otor tras el estiramiento.

Uno de los estiramientos estrella en la fase de activación es, sin ninguna duda, el
estiramiento en tensión activa realizado indistintamente de forma estática y di­
námica. Con este estiramiento alcanzaremos uno de los objetivos fundamentales
de esta fase, como es el desarrollo de la vigilancia muscular, entendida como pre­
regulación y anticipación de la tensión útil de la musculatura, rehuyendo estirar
simplemente un músculo relajado como sucede en las propuestas de estiramien­
to en tensión pasiva. Nordez et al. (2010) (283) sostienen que la respuesta del
complejo m usculo-articular puede ser diferente al realizar ciclos de estiramiento
dinámicos lentos en comparación con el estiramiento estático en tensión pasi­
va. Concretamente, implementando estiramientos dinámicos a través de ciclos
de estiramiento lentos se consiguen cambios en las propiedades viscoelásticas
musculares que pueden afectar menos al rendimiento m otor que los clásicos es­
tiramientos estáticos en tensión pasiva. Por esta razón, también es justificable su
incorporación en la parte inicial de una sesión de entrenamiento.

finalm ente, queremos destacar también la posibilidad de utilizar el estiramiento


con vibración en esta fase porque, a pesar de solicitar AdM articular elevadas,
no acarrea pérdidas en el rendimiento m otor como sucede regularmente cuando
implementamos protocolos de estiramiento estático en tensión pasiva (284). Q ui­
zás una de las investigaciones más relevantes en este sentido es la que realizaron
Kinser et al. (2008) con gimnastas (285), en la que se incrementó la ADMmlx en
las extremidades inferiores sin alterar la fuerza explosiva en diversas variables
del countermovement jum p y el squat jump. Además, Feland et al. (2010) comple­
mentaron el estudio anterior al observar una mayor retención en las ganancias
en comparación con el mismo estiramiento pasivo realizado sin vibración (286).

estiramientos de recuperación

Después de competiciones y entrenamientos podemos realizar estiramientos es­


táticos en tensión pasiva, aunque no tenemos la obligación de incorporarlos en
todas las sesiones como una práctica rutinaria. No obstante, debemos ser cons­
cientes de que es cuestionable realizarlos con el objetivo de acelerar la recupe­
ración muscular en base al retorno venoso —ya que la mayoría de técnicas de
estiramiento interrum pen la vascularización comprimiendo los capilares—, o
para prevenir las agujetas. Schober et al. (1990) analizaron la eficacia de diversas
técnicas de estiramiento en la recuperación muscular constatando que la mayoría
de ellas no la facilitan y concluyendo que solamente los estiramientos dinámicos
intermitentes pueden hacerlo (287). En esta línea de reflexión, Cometti (288) pro­
puso la realización de estiramientos dinámicos resistidos en tensión activa utili­
zando pequeñas resistencias con el objetivo de aumentar el retorno venoso (Fi­
gura 41). Una propuesta de estiramiento dinámico lento en tensión activa muy
interesante, pero desgraciadamente poco utilizada en el entrenamiento deportivo.

Por otro lado, cuando la musculatura está muy fatigada después de entrenar o
competir —presentando microtraumatismos en su estructura interna que afectan
fundamentalmente a la titina— deberíamos desaconsejar los estiramientos forza­
dos en tensión pasiva, ya que imponen tensiones importantes en los tejidos que
pueden agravar aún más el daño celular y retrasar la recuperación muscular.


___________________________________________________________ . ________________________________________________ _
______
A tenor de lo expuesto, podemos concluir que los estiramientos realizados des­
pués del entrenamiento o competición deberían realizarse para restaurar la AdM
articular y devolver la complianza a los tejidos, y no para favorecer la recupera­
ción muscular. Además, es preferible no implementarlos cuando la fatiga muscu­
lar es importante o severa, más aún si es resultado de un entrenamiento excéntri­
co realizado con tecnología rotacional (YoYo o VersaPulley) que haya producido
un elevado daño celular. En este caso deberíamos apostar por otras medidas de
recuperación o regeneración muscular.

figura 41. Estiramientos dinámicos resistidos en tensión activa


estiramientos de seguimiento

Finalmente, queremos ahondar en la posibilidad de utilizar los estiramientos de


seguimiento en el transcurso de las sesiones de entrenamiento. En este caso es
pertinente atender a todas las consideraciones realizadas en los párrafos anterio­
res para poder justificar su inclusión. Hay que tener en cuenta que los estiram ien­
tos de seguimiento no dejan de ser meros estiramientos finales parciales. Desde
esta perspectiva es fácil determ inar si es o no conveniente estirar después de cada
uno de los bloques de entrenamiento. Como regla general, cabe decir que sola­
mente deberíamos utilizar técnicas en tensión pasiva cuando el grado de fatiga
y/o daño celular de los grupos a estirar es pequeño y siempre que la técnica de
estiramiento seleccionada no merme las prestaciones del jugador para proseguir
con el entrenamiento, sobre todo cuando los ejercicios exijan elevados niveles
de fuerza explosiva o aceleración. Las técnicas en tensión activa serán, a grandes
rasgos, nuestras mejores aliadas por su capacidad de adaptación a las condiciones
variables de fatiga a lo largo del entrenamiento, siendo también las que menos
comprometerán el rendimiento muscular. No obstante, siempre tendremos la po­
sibilidad de utilizar, si se estima conveniente, técnicas de estiramiento en tensión
pasiva en músculos antagonistas o músculos poco solicitados y fatigados.

¿cómo estirar la musculatura


Estirar algunos músculos del tronco es prácticamente imposible. Alrededor de la
columna vertebral existe una densa capa de ligamentos (intertransversos, inte­
respinosos, supraespinosos, etc.) que aseguran una gran estabilidad gracias a su
reducida extensibilidad (que no supera normalmente el 20 % respecto a la longi­
tud de reposo). Si a esto le sumamos las limitaciones estructurales por la forma
y la orientación de las carillas articulares de las articulaciones posteriores de las
vértebras, es fácil entender esta reducida movilidad. Esta situación, que limita las
posibilidades de movilidad de la columna, interfiere claramente con la extensi-
bilidad de la musculatura, que puede alcanzar un 35-45 % respecto a la longitud
de reposo. Esto significa que esa musculatura, al no poder sobrepasar el límite
impuesto por los ligamentos y las capas aponeuróticas, realmente se estirará muy
poco. La única forma de solicitarla es que esté en tensión durante el estiramiento
Cualquier otra estrategia no será tan efectiva. Por eso se recomienda alcanzar una
elevada estabilización del raquis mediante estiramientos realizados manteniendo
una posición neutra de la columna (289, 290) mientras se movilizan las extremi­
dades (291). Además, la idea de que aumentar la AdM de la columna disminuye
el dolor y el riesgo de lesión es totalmente infundada y en algunos estudios se
demuestra que una mayor movilidad incluso se puede asociar con los temidos
dolores en la parte baja de la espalda (292-293).

tiempos óptimos de
Estirar es una práctica habitual antes, durante y después de los entrenamientos y
competiciones. Su ubicación dentro de la sesión debería determinar qué técnicas
de estiramiento son las más adecuadas, pero también el intervalo de tiempo
aproximado de cada estiramiento y el número total de repeticiones y series. Des­
graciadamente, tenemos poca información acerca de la duración de los estira­
mientos y el número de repeticiones requeridas para alcanzar un efecto deter­
minado. En general, los estudios clarifican poco debido a la gran disparidad de
combinaciones de técnicas de estiramiento empleadas, a los intervalos de tiempo
seleccionados y a los grupos musculares estudiados. No obstante, sí podemos es­
tablecer unas pautas generales de actuación que nos ayuden a acotar su dura­
ción. Grosso modo, el intervalo de tiempo dedicado a estirar debe establecerse en
función del tipo de tensión solicitada (tensión activa o pasiva) y esta debe estar
condicionada por la ubicación concreta del protocolo de estiramiento en la sesión
de entrenamiento (estiramientos de activación, recuperación o seguimiento). Así,
los estiramientos de activación estáticos o dinámicos en tensión activa deberían
tener una duración de unos pocos segundos (2-6 s) y realizarse unas pocas re­
peticiones. Cuando se sitúan al final del entrenamiento, el intervalo de tiempo
debe incrementarse, sobre todo si el objetivo es recuperar la AdM articular. Se
recomienda una duración aproximada de unos 15 s y un volumen total de unas 4
o 6 repeticiones.

Si se opta por estiram ientos estáticos en tensión pasiva el intervalo de tiempo


seleccionado también debe establecerse en función de su ubicación en la sesión.
Los estiramientos estáticos en tensión pasiva de activación deben ser breves o
extremadamente breves y con pocas repeticiones, para evitar afectaciones en el
comportamiento viscoelástico del complejo musculotendinoso. Por el contrario,
los estiramientos estáticos en tensión pasiva de recuperación pueden ser de m a­
yor duración. El intervalo de tiempo recomendado en este caso ronda los 30 s,
pudiéndose realizar entre 6 y 8 repeticiones.

Finalmente, debemos resaltar y poner especial atención sobre el tiempo efectivo


total dedicado a estirar un músculo, pues este dato puede ser más relevante que el
intervalo de tiempo empleado en cada estiramiento. En este sentido, Zaleas (2005)
demostró que 30 s de estiramiento pasivo de las extremidades inferiores producía
casi el mismo efecto que 2x15 s o 6x5 s (294).

el rol de los estiramientos en la prevención


La inclusión de los estiramientos musculares durante el calentamiento o en la fase
final de una sesión de entrenamiento se ha considerado en muchos casos prim or­
dial para prevenir lesiones, aunque los estudios contradicen muy a menudo esta
afirmación. Entonces, ¿por qué se argumenta que los estiramientos son eficaces
en la prevención de lesiones? Sabemos que la mayor parte de los estiramientos
simplemente aumentan la tolerancia al estiramiento gracias a su efecto analgési­
co. Después de estirar el jugador aumenta la AdM articular por una habituación al
dolor sin que suponga cambios evidentes en las propiedades de los tejidos o en la
calidad de la percepción de la posición y movimiento de una articulación, ambos
aspectos más relacionados con el riesgo de lesión. Sin embargo, en caso de que los
estiramientos realizados consigan modificar propiedades esenciales de los tejidos
—como puede ser el aumento de la complianza muscular— la cosa cambia y pode­
mos pensar en una efectiva contribución a la prevención de lesiones, aunque aún
estemos lejos de una clara evidencia científica.

Algunos estudios han encontrado una estrecha relación entre el riesgo de lesión y
cierta rigidez o poca extensibilidad de la musculatura, evidenciada normalmente
a través de una AdM max.
, reducida. Así, una reducida extensibilidad de la muscu-
latura isquiotibial medida antes de empezar la tem porada en jugadores de fútbol
se asocia a un mayor riesgo de lesión (295), y realizar estiramientos estáticos en
tensión pasiva de esta musculatura en combinación con ejercicios excéntricos
de fuerza supone menos severidad en las lesiones. Por otro lado, Malliaras et al.
(2006) (296) dem ostraron que una reducida AdM en la flexión dorsal de tobillo
aumentaba el riesgo de tendinopatía rotuliana, igual que sucedía en el estudio de
Cook et al. (2004) en el que se encontraron reducidos valores de AdM en el test
sit and reach en jugadores con elevada potencia de salto (297). En estos casos,
aumentar la AdM , de tobillo o dism inuir la rigidez de la musculatura posterior
debería ser, sin ninguna duda, la prim era prioridad. No obstante, a nadie se le
escapa el hecho de que la prevención de lesiones es multifactorial y que no puede
ser atajada con éxito solamente a partir de la aplicación de ciertas técnicas de
estiramiento. Solamente podrem os prevenir el riesgo de sufrir una lesión a través
de una adecuada interacción de los diferentes campos de estimulación que se ma­
nejan durante el entrenamiento, siendo uno de ellos los estiramientos musculares.
Cuidar los detalles en cada una de las sesiones y atender lo más razonablemente
posible a las necesidades individuales de cada deportista será la mejor —y proba­
blemente única— m anera de m inimizar los riesgos.
a

Los protocolos de estiramiento en los DIEC no deberían tener entidad propia, si


aceptamos su rol como facilitadores de la fuerza. No deberían existir programas
estandarizados y rutinarios basados en la repetición sistemática de unos estira­
mientos prefijados e independientes de todo. Han formado y forman parte de las
sesiones de entrenamiento, pero casi siempre se les presta poca atención. Des­
colgados y sin lazos relaciónales con otros elementos configuradores del entre­
namiento, han sido víctimas de la desatención. Muy a menudo los estiramientos
son dirigidos por los propios deportistas o incluso se improvisan individualmente
coincidiendo a menudo con los m omentos de charla de los jugadores, entrena­
dores y preparadores físicos. Lo cierto es que no se tendrán en consideración
hasta que no estén integrados y fusionados desde una aproximación combinada
y funcional con las demás estructuras del entrenamiento. Aún hoy en día me sor­
prende comprobar la poca influencia que han tenido las investigaciones realiza­
das hasta el momento en este ámbito. Probablemente en el complejo m undo del
entrenamiento los estiramientos musculares son los que más se han aferrado a las
tradiciones y creencias. Solo esperamos que este capítulo sacuda el espíritu crítico
que todos llevamos dentro para replantearnos las cosas. Aún estamos a tiempo.
a estructura
coordinativa
la tarea es nuestro canal de comunicación
directo con el deportista para interactuar,
modificar esquemas motrices, cognitivos,
condicionales, cambiar comportamientos y,
en definitiva, conformar el proceso de opti­
mización de los deportistas.
Richi Serrés Lara

la tarea: pieza
fundamental del
entrenamiento
estructurado
continuación, vamos a abordar una de las piedras angulares del EE, como

A es el diseño y construcción de tareas. Después del posicionamiento ideo­


lógico m ostrado en el prim er capítulo, estimamos oportuno desarrollar
un cuerpo teórico que nos perm ita diseñar tareas de entrenamiento adecuadas
que tengan el objetivo de optimizar al HD en su empeño competitivo desde el
paradigma de la complejidad. Este capítulo está justificado desde el momento
en que consideramos que la tarea es el canal de comunicación directo con el
deportista y eje vertebrador de toda nuestra propuesta. Mediante la tarea con­
seguimos interactuar, modificar esquemas motrices, cognitivos, condicionales,
cambiar comportamientos y, en definitiva, conformar el proceso de optimización
de los deportistas.

Dentro de la programación del EE, la construcción de las tareas va a ser la quin­


taesencia del proceso de optimización, el último grado de concreción de nuestra
planificación. La elección de tareas será determinante en el rendimiento de nues­
tro HD para que, en palabras de Xesco Espar, «el deportista pueda aprender escu­
chando, observando, parloteando, pero, sobre todo y necesariamente, haciendo».
La tarea será la llave que nos perm ita entrar y modificar al deportista, debemos
adaptar las tareas planteadas a sus necesidades sabiendo que estas van a cambiar
continuamente a lo largo de su vida deportiva.

definición y estructura
Muchas son las definiciones que se han utilizado para el concepto de tarea. La
más difundida nos la ofrecía Famose, J. P. en 1992: «La tarea representa la orga­
nización de una actividad, ejercicio o juego hacia la consecución de un objetivo
deteiminado» (298). No obstante, estimamos oportuno en esta obra aportar una
definición que se ajuste mas a la idiosincrasia del EE. Así, en nuestra opinión «La
tarea es una situación simuladora del hecho competitivo que manipulamos para
197

facilitar o sobreestimular el um bral de accesibilidad del jugador, dando preferen­


cia a aquellos aspectos que nos interesen especialmente en ese momento». Por eso
consideraremos a las tareas como SSP.

La tarea se divide en un conjunto de subtareas dispuestas temporalmente que


conforman su estructura básica. Estas subtareas pueden formar parte de una acti­
vidad principal o interna, o de una actividad secundaria o externa.

La actividad principal es la parte de la tarea a donde queremos tiansportai el


objetivo y contenido de trabajo. Puede tratarse de una o varias subtareas, aunque
se aconseja que no sean muchas. De entre las subtareas podemos diferencial la
subtarea núcleo - q u e contiene el contenido principal de nuestro objetivo— y el
resto de subtareas de la actividad principal, que sirven de soporte a la subtarea
núcleo. El conjunto de todas las subtareas define y estructura el objetivo de prác­
tica. Aunque pueden ubicarse antes o después de la subtarea núcleo, las subtareas
de soporte no deberían ser más atractivas que la subtarea núcleo. Por otro lado, la
actividad secundaria se corresponde con el resto del tiempo en el que el jugadoi
está practicando, observando, hablando o esperando. Siempre debería existir esta
parte secundaria o externa, este tiempo entre repeticiones de la parte interna, que
ayude a fijar la atención sobre el objetivo de trabajo de la parte principal o interna.

la búsqueda del umbral operante de


factor clave en el
Múltiples son los factores que influyen en el diseño de tareas, algunos de ellos bri­
llantemente explicados por Cárdenas, D. y Alarcón, F. (2004) (299). En general,
todos ellos buscan optimizar el um bral operante de entrenamiento de los depor­
tistas. Quizás uno de los factores clave para construir tareas de entrenamiento
a dificultad de la tarea. Conocer la noción de dificultad, identificarla y, sobre
esa d i f i ° T T laS P°)Slbllldades de manipulación de los factores responsables de
dificultad sera el sustento básico para su diseño y construcción. Pero antes
de definir el concepto de dificultad sería conveniente observar con a t e n e d l o

guras 42' a' y 4 X bJ propuestos p01' Cs* ™ „ , h aiyi,

figura 42.a. Gráfico Firnling Floiv propuesto por Csikszentmihalyi. M. en 199/

%
%
Dism inuir
R endim iento

M enor
BAJA dem an da
ACTIVACIÓN técnica

Técnica
BAJA EFICACIA
ALTA EFICACIA
figura 42.b. Gráfico FindingFlow propuesto por Csikszentmihalyi, M. en 1997

BAJO Nivel técnico ALTO

La dificultad, es la relación existente entre la habilidad o capacidad percibida por


parte del HD y el nivel de reto que le supone la tarea. Esta relación es unipersonal
y continuamente cambiante, aspecto que condiciona enormemente la adaptación
de las tareas a las necesidades del HD. Debemos construir tareas que se ajusten a
esa relación individual, buscando entrenar en relaciones óptimas o estado de flow.
Una resolución correcta de la tarea retroalimentará emocionalmente la autoesti­
ma del deportista y, contrariamente, una continua resolución incorrecta generará
cierta sensación de frustración o desmotivación. En cualquier caso, el diseño de
tareas siempre deberá relacionarse con la gestión de la dificultad, que se llevará
a cabo modificando la variabilidad (reducción o amplificación) de las diferen­
tes subtareas en un orden metodológicamente coherente; inicialmente se actuará
sobre las actividades secundarias, posteriormente sobre las subtareas soporte y,
como último recurso, sobre la subtarea núcleo.
A continuación, desglosaremos de forma simplificada y desde diferentes prismas
ideológicos la metodología del diseño de tareas; diferenciaremos tres niveles: ta
reas dirigidas al juego individual, tareas dirigidas al juego colectivo o táctica de
equipos y tareas que buscan optimizar los sistemas de juego o la estrategia.

diseño de tareas del juego


Esta tipología de tareas comprende aquellas actividades especialmente desarrolla­
das para optimizar el crecimiento del HD en la faceta condicional, coordinativa,
cognitiva, emotivo-volitiva y socioafectiva.

tareas preferentemente
No incidiremos sobre este tipo de tareas dado que se explican en profundidad
en el capítulo 6. Solamente queremos resaltar que el conocimiento, integración
y control de los aspectos condicionales debe ser ese plus de entrenamiento que
perm ita al HD llegar al estado de forma deseado en ese m omento de su vida de­
portiva.

tareas preferentemente
Para abordar este tipo de tareas creemos que es oportuno desarrollar las fases del
aprendizaje propuestas por Abraham Maslow (1942) (301). Este famoso psicólo­
go estadounidense, estandarte de la psicología hum anista de los años 40, propuso
la existencia de 4 fases de aprendizaje (Figura 43):
201

Incompetencia Inconsciente: «No sé cuánto no sé». Esta es la prim era fase, en la


que se manifiesta la ignorancia de aquello que se debe aprender.
Incompetencia Consciente: «Sé cuánto no sé». En esta segunda fase se tiene in ­
formación sobre alguna cosa. Me doy cuenta de que no domino cierto tema y me
abro para aprenderlo. Antes de adquirir cualquier conocimiento, prim ero hay que
atravesar este territorio de confusión sobre la información de mi incompetencia.

figura 43. Las cuatro fases del aprendizaje de Abraham Maslow (1942)

Competente
Incompetente
Consciente
Inconsciente

O o

II IC CC Cl
o o

Competente
Incompetente
Inconsciente
Consciente

Incompetencia Inconsciente (Inicio)

Competencia Inconsciente (Jugar implícito sin errores)

Incompetencia Consciente (Instrucciones)

Competencia Consciente (Autocorrección)

Competencia Inconsciente (Repetición)


Competencia Consciente: «Sé cuánto sé». Cuando entramos en la fase del co­ ¿Debemos independizar los aspectos perceptivos o debemos considerarlos
nocimiento, empezamos a saber qué sabemos. Esta fase es sumamente peligrosa continuamente?
desde el momento en que creo que sé lo suficiente o incluso más que lo suficiente.
Competencia Inconsciente: «No sé cuánto sé». Es la etapa de la sabiduría, en la ¿Cómo debemos gestionar los elementos perturbadores del aprendizaje
que no soy consciente de mi enorme competencia y declaro no saber cómo he coordinativo? ¿y el ritm o o velocidad de ejecución?
conseguido ese éxito.
¿Cuánto tiempo de ejecución deben contemplar las tareas coordinativas?
La confusión forma parte del proceso de aprendizaje, pero no todos los humanos
aceptan su incompetencia inicial como un reto positivo para su aprendizaje. El Muchas son las preguntas a las que debemos encontrar respuesta. En realidad,
verdadero aprendizaje siempre tiene lugar fuera de la zona de comodidad, as­ podría responder a todas ellas con una contestación diferente a m i opinión en el
pecto que puede incom odar a algunas personas e incluso com portar un marcado pasado y, posiblemente, divergente de m i opinión futura. Por eso será m ejor no
rechazo al aprendizaje. Para superar este m omento de incompetencia consciente, responder y dejar que cada uno tome las decisiones que estime oportunas en cada
Poolton, J. M. (2005) (302) añadió una nueva fase de aprendizaje que denominó momento.
constraint training o entrenamiento implícito y pobre en errores. Este entrena­
m iento se fundam enta en ofrecer en sus inicios una experiencia competentemen­
te inconsciente al deportista para incrementar su adhesión al aprendizaje. Nos
encontramos, pues, ante una evidente contraposición entre las clásicas fases de
aprendizaje propuestas por Maslow, A. y el constraint training. A modo de ejem­
plo clarificador: si un deportista quiere aprender a realizar un saque de tenis, La toma de decisiones cognitiva tiene lugar en una zona muy concreta de nuestro
puede hacerlo a partir de tareas donde sus primeras experiencias sean un cúmulo cerebro: la región dorsolateral de la zona prefrontal. En esta zona se localizan el
de errores y correcciones coordinativas, o desde una perspectiva pobre de errores control cognitivo que regula la atención, la toma de decisiones, la acción volunta­
donde inicialmente consiga de forma inconsciente una aceptable sensación de ria, el razonamiento y la flexibilidad de respuesta. Es una zona muy concreta y no
éxito (ampliando la zona de recepción del servicio, eliminando la red, acercando podemos obviar que con capacidad limitada. Nuestra capacidad de atención no
al jugador, manipulando el material para facilitar su ejecución...). Reflexionando es ilimitada, aunque se puede mejorar relativamente mediante el entrenamiento.
acerca de cuál debe ser la tipología de experiencias iniciales del aprendizaje coor­ Para entender de forma visual nuestra capacidad limitada de atención es reco­
dinativo (conscientemente incompetente o inconscientemente competente) nos mendable ver algunos curiosos vídeos colgados en la red, como los de Richard J.
surgen otras consideraciones y preguntas: W iseman (http://bit.ly/lBP2YuO).

¿Estas tareas deben diseñarse preferentemente al inicio de la sesión o deben te­ Por otro lado, cuanto mayor sea el esfuerzo por prestar atención a algo, más lo
nerse en cuenta posibles aspectos de fatiga fisiológica que aparecen con posterio­ realzaremos y más suprimiremos la información circundante. Si analizamos esta
ridad? dinámica de supresión y realce, resulta interesante pensar en la toma de decisio-
204

nes y en el papel que desempeña la intuición frente al pensamiento racional. Y es


que ya lo decía Freud: «Cuando tomo una decisión de poca importancia siempre
me resulta útil considerar los pros y los contras. Sin embargo, en temas vitales.,
la decisión debería surgir de nuestro inconsciente, de nuestro interior.»

figura 44. Variables que interaccionan en la toma de decisiones

EMOCIÓN

PERCEPCIÓN

EJECUCION
205

En el diseño de tareas preferentemente cognitivas debemos tener en cuenta tam ­


bién otras variables que interaccionan con la toma de decisiones como la percep­
ción, la ejecución y la emoción (Figura 44), además de sus matices perceptivos.
Es posible que el um bral de accesibilidad de la tarea esté totalmente condicionado
por las capacidades perceptivas de nuestro HD. En el caso de la percepción visual,
debemos m odular qué ve, qué debe m irar y si sabe qué mirar. En cualquier caso,
la percepción en base a la interpretación de los estímulos sensoriales es suma­
mente compleja y engloba todo el proceso de decisión del HD (303). Por lo que se
refiere a la ejecución, debemos subrayar que está recíprocamente interrelacionada
con la toma de decisiones. Es fundamental calibrar si el deportista debe tomar
decisiones ejecutando gestualidades automatizadas (automatismos) o ejecuciones
fruto de sus capacidades coordinativas. Finalmente, cabe resaltar que esta nueva
propuesta metodológica debe añadir el fundamental y siempre omnipresente as­
pecto emocional a las tareas.

tareas preferentemente
El soporte psicológico es, en nuestra opinión, el gran desconocido. No obstante,
debemos considerar que la carga psicológica de la tarea y el estado emocional del
HD serán determinantes en la definición del umbral operante de entrenamiento.

Para complementar el gráfico sobre el flow presentado con anterioridad en la Fi­


gura 42, queremos m ostrar la breve y práctica Ley de Yerkes-Dodson (1908) (Fi­
gura 45). Esta ley establece que si la tarea está diseñada y dirigida para conseguir
un nivel óptimo de estrés o estado de flow, esta suscitará la vinculación, el entu­
siasmo y la motivación. Además, en esta situación, el HD generará significantes
cantidades de dopamina como neurotransm isor beneficioso para el rendimiento
deportivo. Si, por el contrario, nuestra tarea tiene niveles excesivos de carga psico­
lógica, puede llegar a alterar el hipocampo debido a las elevadas concentraciones
206

de cortisol y noradrenalina que se pueden segregar. Es en esta zona cerebral del


lóbulo temporal determinante para el aprendizaje donde los recuerdos recien­
tes de lo que acabamos de ver, oír o leer pasan de la memoria a corto plazo a la
memoria a largo plazo, lo que nos perm itirá recordarlos con posterioridad. Por
lo tanto, si estamos expuestos durante largo tiempo a un nivel elevado de estrés,
nuestro rendimiento puede resentirse debido a una elevada disfunción cognitiva
que entorpecerá la capacidad de aprendizaje, de retención de información en la
memoria funcional, de reacción con flexibilidad y creatividad, de concentración a
voluntad y de planificación y organización (304).

figura 45. La Ley de Yerkes-Dodson (1908)

BAJA ALTA
Activación
Si se hiciera una exploración cerebral a una persona en estado de flow, proba­
blemente se apreciaría una notable actividad cerebral en la corteza prefrontal
izquierda. Si se estudiara más detalladamente esta actividad cerebral, es posible
que se encontraran altas cantidades de los compuestos químicos que estimulan
el ánimo y la productividad, como la dop amina. Esta situación contrasta con lo
que sucede con una persona que se aburre, detectándose una activación neuronal
dispersa y aleatoria en lugar de una delimitación bien definida de la actividad
cerebral. En el caso de una persona estresada se aprecia mucha actividad en cir­
cuitos emocionales irrelevantes del cerebro, lo que indica que está alterada y ner­
viosa. Por todas estas razones resulta determinante calibrar la carga psicológica
durante el diseño y dirección de nuestras tareas. Aunque no es este el foro ade­
cuado para analizar con detalle el trabajo emocional, nuestras tareas deberían in­
corporar contenidos tales como: autoconciencia, autoconocimiento, autocontrol,
autorregulación, flexibilidad, adaptabilidad, confianza, compromiso, optimismo,
empatia, motivación, trabajo en equipo, cooperación, persuasión, comunicación,
liderazgo, así como otras importantes competencias socioafectivas de la inteligen­
cia emocional.

diseño de S8P del juego


Las relaciones intragrupales son las relaciones que se establecen entre dos o más
jugadores de nuestro equipo para conseguir ventaja sobre los oponentes o para
contrarrestar y m inim izar los efectos de sus actuaciones. En el Capítulo 4 se dis­
cutirá en profundidad sobre las relaciones intragrupales en los DIEC. En este
capítulo nos centraremos solamente en aquellas consideraciones que puedan ayu­
darnos a diseñar este tipo de tareas a través de SSP fundamentadas en juegos que
modifiquen su complejidad preferentemente a través de variaciones de aquellos
elementos que nos interese estimular. Si clasificáramos los diferentes niveles de
aplicación de una manera operativa tendríamos tres fases de entrenamiento: mos­
trar, practicar y disponer.

En una prim era fase (mostrar) debemos proponer tareas con poca especificidad
y complejidad. Si la tarea es ofensiva, podrem os estructurar la SSP mediante el
incremento variable del espacio de juego, ampliando el tiempo y los condicio­
nantes reglamentarios ofensivos perm itidos o dificultando al oponente mediante
hándicaps defensivos (limitando y/o dificultando su motricidad, disminuyendo
el número de efectivos defensivos, complicando cognitivamente sus tareas...). Si
la tarea es defensiva, podrem os diseñar la SSP mediante la reducción variable
del espacio de juego, reduciendo el tiempo y los condicionantes reglamentarios
permitidos (menos tiempo de posesión, desprotegiendo reglamentariamente al
atacante) o dificultando al oponente mediante los hándicaps ofensivos (limitando
y/o dificultando el núm ero y tipo de acciones, disminuyendo el número de efec­
tivos ofensivos, incrementando la atención cognitiva de los atacantes mediante
subtareas cognitivas: contar, cantar, recordar, pensar...).

En una segunda fase (practicar), el objetivo básico es diseñar tareas que integren
los contenidos de interacción en condiciones reales de juego. Estas tareas deberán
ajustar espacios, tiempos, relaciones numéricas, condicionantes reglamentarios,
etc. a la especificidad de nuestro deporte.

En una tercera fase (disponer), deberemos perfeccionar la totalidad de elementos


adquiridos mediante la variación de la complejidad de nuestras tareas. En este
caso, utilizaremos aquellas herramientas que teníamos para simplificar las tareas
del rol del oponente en la prim era fase (mostrar) y añadirlas a las tareas de nues­
tro rol para variar su complejidad. Por ejemplo, en una tarea ofensiva podemos
reducir el espacio, reducir los tiempos, condicionar reglamentariamente y per­
m itir más contacto a los defensas, así como añadir aquellos hándicaps ofensivos
que consideremos oportunos para conseguir focalizar mejor el objetivo de la SSP.
Podríamos incluir una cuarta fase basada en optimizar los componentes de la
SSP para perm itirnos ser eficientes y eficaces en cualquier situación imprevista
que se nos presente. Diseñaremos SSP que nos preparen para superar cualquier
situación de competitividad máxima como el estrés competitivo supramáximo,
los estímulos auditivos y visuales que perturben nuestra atención, las situaciones
fisiológicas límite, los criterios arbitrales poco habituales o las situaciones clima­
tológicas extremas.

Finalmente, presentamos —sin detenernos en su desarrollo— un interesante cua­


dro que resume de forma sintética y esperamos que útil las condiciones de las
tareas de entrenamiento en función de nuestro objetivo o fase de entrenamiento
(Tabla 2).

diseño de tareas del juego


los sistemas
Los sistemas de juego son el conjunto de normas que rigen las acciones individua­
les y colectivas con el objetivo de obtener el máximo rendimiento de todo el equi­
po. Son las relaciones y elementos de intracomunicación que se establecen entre
todos los integrantes de un equipo. Un sistema de juego debe proponer la situa­
ción de los jugadores en el terreno de juego, lo que deben hacer desde un punto de
vista individual, lo que deben hacer desde un punto de vista colectivo y un ritmo
de juego definido. Los equipos deben disponer de un sistema de juego, por lo
menos, para cada una de las fases del juego (ataque, balance defensivo, defensa y
contraataque). La adquisición de un sistema de juego mediante el entrenamiento
es una tarea fundamental, pero a la vez muy compleja. No se puede desarrollar un
sistema de juego sin haber descrito exactamente lo que se espera de cada jugador
en cada momento. Así, cada entrenador debe realizar una descripción minuciosa
de los roles y acciones posibles para cada jugador en función del lugar en que se
halla el balón y quien lo tiene y, a ser posible, teniendo en cuenta el tiempo de
210

tabla 1. Condiciones do las tareas de entrenamiento en función del objetivo


o fase de entrenamiento

ELEMENTOS DE TRABAJO


N° repeticiones por tarea Alto Medio Medio

Tiempo entre repeticiones Mínimo Real Real o superior

Elementos perturbadores Ninguno Algunos Todos

Elementos perturbadores En ningún lugar Fuera núcleo Dentro y fuera

Permanentes y Cambio constante y


Roles y grupos Cambio de rol
estables condicionado

Elementos a recordar Pocos Bastantes Todos

Elementos motrices Preferentemente Automatizados Dominados

Próximos y remotos
Elementos espaciales Próximos e internos Estratégicos
globales

Elementos temporales Ritmo Interno Ritmo global Estratégicos

Exigencia en la eficacia Media Alta Máxima

Exigencia psicológica Poca Media Alta


211

juego y el resultado del partido. Una vez clarificados estos puntos estableciendo
las implicaciones individuales de cada deportista en cada momento, diseñaremos
tareas individuales que m inimicen posibles problemas técnicos y de organización
táctica que entorpezcan la resolución de las situaciones que emerjan del sistema
de juego empleado. Utilizar sistemas de juego para los que los jugadores no están
preparados puede suponer a medio plazo una puerta abierta al fracaso.

Las SSP de grupos utilizadas como elementos de colaboración en un sistema de­


term inado también deben quedar resueltas antes de pasar al acoplamiento del
conjunto para, finalmente, diseñar tareas que abarquen a todos los jugadores del
equipo. Algunas ideas a tener presentes durante el diseño de tareas en base a los
sistemas de juego podrían ser: conseguir un porcentaje mínimo de eficacia cuan-
tificada lo más objetivamente posible mediante un seguimiento estadístico; esta­
blecer retos psicológicos sobre el resultado; repetir hasta conseguir la eficiencia o
hasta conseguir un determinado número de veces el resultado deseado; modifi­
car el reglamento para todos, algún equipo o algún jugador; gestión del arbitraje
(puntuación, criterio, tipología, previamente condicionado...); encadenar 2 o más
fases del juego; establecer normas en relación a la rotación (siempre cambio de
rol, si hay error repito, ejercicios continuos...); proponer situaciones cambiantes
numéricamente, temporalmente, espacialmente o reglamentariamente; plantear
enfrentamientos a número de partidos, tiempo, resultado, número de situaciones,
condicionantes previos de resultado para alguno de los equipos, hándicaps ofen­
sivos y/o defensivos, tipología de puntuación diferente...; y procurar una gestión
emocional y psicológica de las tareas competitivas.

La especificidad de cada una de las disciplinas deportivas impide que podamos


entrar en detalle poniendo ejemplos de cada una de ellas, aunque —más allá de
presentar recetas prácticas— nuestra intención ha sido reflexionar sobre el difícil
y complejo universo del diseño y construcción de tareas. ¡Esperamos que estas
reflexiones no os dejen indiferentes!
La Situación Simuladora Preferencial será el
canal comunicativo del educador-entrena­
dor para transmitir el objetivo del trabajo
práctico al deportista en el contexto propio
de los deportes de interacción en espacio
compartido.
MarceHi Massafret i Marimón

la proyección de
movimiento
deportivo específico
en el juego
214

deporte, deportista,
específico y técnica

l profesor Paco Seirul-lo nos decía a finales de 2013 que estamos entrenan­

E do a deportistas que compiten en DIEC. En estos DIEC, desde la mirada


parcializada de la estructura coordinativa, los jugadores interaccionan,
comparten y generan acciones en cada m om ento del juego. No hace falta decir
que responder moviéndose de forma eficiente a los acontecimientos y situaciones
no estables de juego colectivo es sumamente complicado. También lo es construir
actividades de base coordinativa para optimizar el movimiento deportivo especí­
fico que dará respuesta a las diferentes situaciones de juego.

Para conseguir que los deportistas de los DIEC lleguen a su rendimiento óptimo
coordinativo en competición debemos elaborar tareas ecológicas y flexibles que
perm itan a los deportistas avanzar a diferentes ritmos hacia las demandas del
juego, sabiendo que tienen características y personalidades distintas. El proceso
individual seguido será fundamental para la evolución del deportista, ya que en
los DE el rendimiento, y preferentemente el resultado, dependerá de múltiples
factores sujetos a muy diversas variables. Será de vital importancia definir y evo­
lucionar a través de un proyecto específico y dúctil que se adapte a las particu­
laridades de los deportistas, les facilite alcanzar repetidamente sus objetivos en
el juego y les perm ita obtener resultados válidos, estables en el tiempo e incluso
predecibles en competición.

La dimensión multifactorial y la variabilidad de los DIEC nos invitan a no focali­


zar el rendimiento en una única capacidad del deportista, ni tampoco en un con­
tenido concreto del deporte, y sí a buscarlo a través de la participación conjunta
215

de todos ellos. Será la intercomunicación entre todas las capacidades y sistemas


configuradores de la persona-deportista y su adecuada participación y combi­
nación en cada etapa de su vida deportiva lo que le acerque a un rendimiento
deportivo optimizado.

Para entrenar en un DIEC con el objetivo de llegar al máximo nivel y obtener los
resultados perseguidos no será suficiente conocer en profundidad el deporte, sino
que será imprescindible entender también cómo se desenvuelve cada jugador en
el juego. Para situarnos en esta realidad partiremos del paradigma de que el de­
portista es el centro del proceso y es capaz de saber jugar y competir priorizan-
do el proceso sobre el resultado. Los jugadores son los protagonistas en los DIEC
y los contenidos del deporte son el medio que utilizamos para su evolución y con
ella la del propio rendimiento. Por lo tanto, cualquier contenido presentado para
ser entendido y practicado debería utilizarse para superar las situaciones de juego
y no simplemente para atesorar más habilidades. El deportista debe proyectar lo
conocido en el juego.

En la organización del proceso de entrenamiento consideraremos la estructura


coordinativa como uno de los elementos configuradores de los DIEC en los que se
debe sustentar la práctica. Esta estructura coordinativa cristaliza, desde el prisma
del deporte, en la técnica individual y, desde el del deportista, en el movimiento
deportivo específico.

el movimiento humano
desarrollo del
Somos plenamente conscientes de la importancia que tiene el movimiento para el
desarrollo de la persona. Sabemos que el movimiento es inherente al ser humano.
Somos seres dinámicos que nos expresamos, comunicamos y actuamos a través
del gesto. La especie hum ana necesita moverse para evolucionar, relacionarse y
adaptarse al medio donde vive intentando obtener provecho del mismo (para sí
mismo y para los demás en los DIEC). Será el movimiento el que nos perm iti­
rá evolucionar, superar retos y resolver situaciones conocidas o imprevistas. Las
personas no nacen con la capacidad de desarrollar la técnica individual de un
deporte sino con la capacidad para moverse y será a partir de la práctica orientada
hacia los movimientos de ese juego cuando avanzaremos hacia una especializa-
ción deportiva. Aprovechando esta realidad, sería conveniente que nos preocu­
páramos por mejorar y optimizar la capacidad de movimiento de los deportistas
ayudándoles a disponer de una m otricidad específica que se ajuste a su deporte y
sus contenidos coordinativos técnicos.

el movimiento como puerta de entrada


La evolución de un deportista en un deporte está condicionada por la capacidad
que tenga de generar movimientos deportivos específicos. Para poder jugar en un
DIEC es necesario generar movimiento en un contexto cambiante de juego utili­
zando, con mayor o m enor destreza, un m ínim o de contenidos técnicos propios
del deporte que perm itan al deportista avanzar hacia el objetivo de comunicarse
con los compañeros, superar adversarios y finalizar consiguiendo, la mayoría de
las veces, el resultado deseado. Participar en una modalidad deportiva es posible a
través de movimientos deportivos específicos que requieren para su correcta eje­
cución una capacidad cognitiva adecuada para procesar estímulos, una capacidad
condicional acorde con el esfuerzo que requiere la acción deportiva y un correcto
control m otor en base a una adecuada capacidad coordinativa. La participación
integrada de todos estos elementos será fundam ental para adquirir y optimizar el
movimiento deportivo específico.
Los deportistas normalmente m uestran un predominio m otriz de un lado de su
propio cuerpo. Como educadores-entrenadores siempre nos hemos planteado el
reto de ayudar a los deportistas a conseguir controlar, avanzar, desbordar, com u­
nicar, finalizar... eficazmente con ambas extremidades. Ejecutar la mayoría de
movimientos deportivos específicos a diferentes ritmos y ante situaciones cam­
biantes indistintamente con ambos lados del cuerpo ayudaría al deportista a m a­
nejarse con soltura en el juego, aunque no es fácil poder determ inar cuál sería
exactamente su alcance. Llegados a este punto, nos podemos preguntar cuál sería
el efecto real de esta autonomía motriz en diferentes situaciones como el control
del espacio y del ritmo de juego, la toma de decisiones del jugador o el proceso de
interpretación de la táctica individual y colectiva en competición.

Probablemente, para conseguir que esta singularidad sea una realidad en el juego
y poder comprobar sus efectos en el rendimiento de los deportistas y el resultado
de la competición, quizás debamos superar el método de entrenamiento basado
en la técnica. Pasar de concebir el aprendizaje como un automatismo cerrado
basado en la repetición de un modelo técnico sometido a las exigencias del re­
glamento, a dirigir el proceso de optimización hacia una estructura más abierta
que, respetando el modelo técnico, focalice su objetivo en la optimización del m o­
vimiento humano, y a partir de él llegar al movimiento deportivo específico. Es
un proceso que sobrepasa la especificidad del deporte, pero que imprescindible­
mente necesita de sus contenidos como medio de práctica masiva para alcanzar
un movimiento deportivo eficaz. El movimiento consciente debe ser en esta pro­
puesta el hilo conductor del proceso con la finalidad de optimizar el movimiento
deportivo específico como expresión motriz que proyecta cada deportista en el
juego a partir de las decisiones que toma en las diferentes situaciones que genera.
la coordinación: base de sustentación
optimización del movimiento deportivo
Aunque existen m ultitud de definiciones entorno a la coordinación motriz, en este
capítulo destacaremos dos de ellas por ser las que mejor recogen la esencia de
nuestro razonamiento:

«La coordinación es la eficacia y eficiencia del sistema nervioso y del


sistema muscular en interacción para la consecución del objetivo planteado de
acuerdo con las condiciones del entorno», formulada por el profesor Seirul-lo, F.
en 1978.

«Es la eficiencia de los sistemas nervioso y muscular para poder ofrecer


soluciones motrices que faciliten el control eficaz del movimiento en el espacio y
en el tiempo como consecuencia de una toma de decisiones provocada por una
situación puntual.»

Las dos definiciones establecen como uno de los elementos clave una ajustada
relación entre el sistema nervioso y la musculatura esquelética que posibilite el
aprendizaje del gesto técnico, favorezca la eficiencia del movimiento, facilite la
adaptación del movimiento a las condiciones del entorno, acerque la acción real
a la deseada, estimule la creatividad m otriz y potencie la individualidad gestual.

La coordinación se fundam enta en tres grandes áreas: área de ejecución motriz


(capacidades de control del movimiento), área de representación espacial
(capacidades de implantación en el espacio) y área de percepción temporal
(capacidades de adecuación temporal). Estas áreas son las que perm itirán un
control adecuado del movimiento deportivo específico en su implementación en
el espacio y su adecuación en el tiempo, siendo la base de la construcción de las
SSP en los DIEC.

la técnica individual en
La técnica individual es uno de los componentes del deporte que contribuye de
forma notable al ensamblaje, cohesión y equilibrio en el juego de los DIEC. Segu­
ramente es el contenido más vistoso del deporte e influye en ello la creatividad y
plasticidad en la ejecución por parte del deportista, así como su eficacia y eficien­
cia. Su importancia está en consonancia con la dificultad de la realización práctica
y la efectividad en el resultado. La técnica individual siempre ha desempeñado
un papel importante en el deporte e incluso ha servido para valorar el compor­
tamiento de los deportistas en el juego y clasificarlos en jugadores virtuosos téc­
nicamente o con poco trato de balón. Sus contenidos, a pesar de ser aquellos
elementos que físicamente vemos y estadísticamente valoramos, no siempre van
a ser el m otor fundamental de la evolución del deportista. Quizás por ello, a su
alrededor suele generarse cierta controversia focalizada en la discutida y poco
argumentada «trascendencia» que tiene la técnica individual en el rendimiento
del deportista y en el resultado deportivo. También se discute el «cómo» debe
entrenarse para poder ser asimilada, optimizada y proyectada por el jugador en
el juego. Es probable que las discrepancias se generen por las diferencias con­
ceptuales que se originan según pongamos el centro de atención en el deporte,
el deportista o el entrenamiento. El deporte considera la técnica individual una
herram ienta para la progresión del deportista; el deportista utiliza la optimización
del movimiento deportivo específico como m otor de la evolución de la estructu­
ra coordinativa y el entrenamiento emplea la técnica individual como contenido
para optimizar y proyectar el movimiento deportivo específico en el juego.
220

desde el deporte: la técnica


Consideraremos la técnica individual como un conjunto de contenidos diseñados
para solventar con su ejecución las constantes y variables acciones técnico-tác­
ticas del juego. Se estructura sobre patrones de movimiento estereotipados en­
marcados en modelos cerrados sujetos al reglamento que coartan la motricidad
del deportista. Supone una propuesta de movimiento universal para todos los
deportistas que no se entendería sin una adaptación a cada uno de los deportistas
en función de sus capacidades.

desde el deportista: la
movimiento deportivo
La capacidad de generar un movimiento deportivo específico debe apoyarse en
las altas prestaciones que ofrece el movimiento humano. Su optimización se al­
canza mediante la práctica de los contenidos de técnica individual propuestos por
el deporte. Este proceso permite alcanzar las adaptaciones que el deportista nece­
site para generar y optimizar su técnica individual personal. También le ayuda a
crecer en autonomía m otriz y a expresarse y comunicarse en el juego.

desde el entrenamiento: la
deportivo específico
Proponemos utilizar una metodología de entrenamiento en los DIEC que nos
perm ita una práctica abierta y flexible, que desarrolle la coordinación a partir de
la fusión del movimiento deportivo específico con los contenidos de la técnica
individual. Utilizaremos los elementos de técnica individual como propuestas de
movimiento con el objetivo de optimizar el movimiento deportivo específico en
el juego. Este movimiento deportivo específico optimizado y proyectivo debe ser
el artífice principal de la evolución de los elementos que conforman la técnica
individual del deporte. Por lo tanto, debemos considerar la proyección del m o­
vimiento deportivo específico en el juego como la capacidad del jugador para
expresar los contenidos técnicos del deporte, no solamente como una expresión
física, sino como una solución motriz provocada por una situación de juego. En
realidad, nos estamos refiriendo a un movimiento deportivo específico inteli­
gente que, conjuntamente con Richi Serrés, definimos como «solución y ejecu­
ción motriz, sustentada en la capacidad coordinativa, que el jugador da al proceso
interactivo específico deportista-deporte-adversario a través de movimientos efi­
caces y eficientes ante distintas situaciones de juego».

Para conseguir crecer a partir del movimiento deportivo específico debemos res­
petar el hecho de que el núcleo central del entrenamiento es el deportista y el
medio de entrenamiento es el deporte. Para ello debemos situar el movimiento
en el foco del proceso de adquisición utilizando como herramientas en la práctica
los contenidos propios de la técnica individual; focalizar el entrenamiento en la
optimización de la técnica individual personal a través de la estructura que la
sustenta y que perm ite ejecutarla, que es el movimiento humano; y entender que
la evolución de la técnica individual se genera en la constante experimentación
del movimiento deportivo específico a partir de las situaciones e interacciones
vividas en el juego.

A pesar de todo lo expuesto, no podemos obviar la importancia que la técni­


ca individual tiene para el deporte y el deportista, lo que suscita algunas dudas
y preguntas por parte de los entrenadores. ¿Qué importancia tiene la técnica
individual en el rendim iento de los jugadores y del equipo en competición? ¿Qué
influencia tiene la técnica individual en el transcurso del juego y al final de los
partidos? ¿Cómo reaccionar ante un error técnico o técnico-táctico durante
los entrenamientos o competiciones? ¿Qué soluciones plantear ante los errores
técnicos detectados en entrenamientos y competiciones?

Para responder a todas estas preguntas quizás lo más razonable sería preguntar a
los deportistas. Deberíamos ser capaces de comprender cómo interpretan los de­
portistas el juego, cómo se expresan y qué soluciones dan a través del movimiento
deportivo específico. Propuestas motrices que siempre estarán ligadas a la toma
de decisiones individuales en un contexto de conceptos y referentes colectivos.
También deberíamos conocer la repercusión y el valor que dan los deportistas a
la técnica individual en su deporte en función del rol de juego que desempeñan
—o que el entrenador les asigna— y para el que tienen, supuestamente, talento.

modelos teóricos del entrenamiento


Para educar o entrenar el movimiento deportivo específico proyectado en un
DIEC necesitamos un modelo de referencia en el que confluyan nuestras ideas
y que perm ita la evolución y proyección del movimiento deportivo específico en
el juego en las sucesivas etapas de la vida deportiva. Esta estructura integrada
debe sustentarse en el diseño de SSP coordinativas que optimicen el movimiento
deportivo específico en competición. A partir de este modelo de referencia, cada
DIEC deberá elaborar procedimientos específicos propios de su deporte basados
en estructuras abiertas que puedan adaptarse con facilidad a las variables especí­
ficas de cada deportista y deporte.

Para tener un modelo referente en los DIEC es imprescindible disponer de in­


formación acerca del deporte en cuestión y complementarla con la divulgada en
estudios minuciosos de técnica individual sobre deportes como el atletismo, la
natación, la gimnasia, la halterofilia, los deportes de lucha y con implemento. A
su vez, también deberemos atender a los estudios idealizados en DE como el ba-
loncesto, el balonmano, el voleibol, el fútbol y el waterpolo, entre otros. En ellos
encontraremos información cuantitativa detallada de las intervenciones de los
jugadores en el juego en función de su rol. Todo ello nos aportará una visión más
amplia del movimiento, más allá del propio deporte, que nos ayudará a establecer
las pautas de entrenamiento.

Con relación al deporte, cabe destacar la coexistencia de dos modelos genéricos y


dos específicos en cuanto al entrenamiento de la técnica. A estos hay que añadir
nuestra propuesta de modelo integrado basado en la búsqueda de la optimización
del movimiento deportivo específico proyectado en un DIEC.

Los modelos genéricos (Figura 46) pueden ser aptos para todos los deportistas
en momentos concretos de su vida deportiva, e incluso para todos los deportes
en periodos puntuales de una temporada. En cambio, los modelos específicos
(Figura 47) son aplicables a un deporte concreto y a jugadores según su rol de
juego. A diferencia de los modelos anteriores, el modelo integrado (Figura 48),
como referente para educar o entrenar el movimiento deportivo específico, ayuda
al deportista a proyectarse en su deporte a través de los modelos y referentes de
juego. El deportista es el centro del proceso e interactúa con un deporte con una
concepción abierta del juego, reforzando los referentes grupales del equipo. En su
diseño conviven las situaciones que activan las capacidades coordinativas, cogni-
tivas, condicionales y socioafectivas de los deportistas de forma preferencial, pero
con la participación conjunta de todas ellas.

Cada deportista debe entrenar el movimiento deportivo específico en función


de su nivel de solicitación y proyección en el juego y de su relevancia en el ren­
dimiento final. En general, la optimización del movimiento deportivo específico
a través de la práctica de la técnica individual no debería excluir procedimientos
ni modelos. Respetando el hecho de que cada entrenador tiene su filosofía del
deporte y cómo entrenarlo, y que generalmente lleva consigo un estilo de juego y
un modelo de entrenam iento concreto, sería adecuado en diferentes momentos
de una tem porada en las etapas de formación poder utilizar modelos distintos
de entrenamiento técnico en función del gesto técnico. Por supuesto, el hecho de
utilizar puntualmente un modelo distinto al modelo integrado no debe suponer
renunciar a nuestra filosofía deportiva.

figura 46. Características de los modelos genéricos en los deportes de equipo

Estudio y repetición del modelo


MODELO
BIOMECÁNICO Información detallada del movimiento físico
Proceso externo

Repetición consciente del modelo


MODELO
NEURO-PSICO CIBERNÉTICO
Información del movimiento sensorial-perceptivo
figura 47. Características de los modelos específicos en los deportes de equipo

Entrenamiento concebido y diseñado a partir del


modelo individual de éxito

Evolución del deportista a través del


MODELO entrenamiento del modelo C
DEL CAMPEÓN

Adaptación del deportista a los parámetros


establecidos en base a estudios de los mejores
jugadores en su posición de juego

Entrenamiento concebido a partir del modelo


adaptativo de un patrón de juego

Observación y estudio del juego; estadística, scouting...


estudio exhaustivo de los roles de los jugadores. Diseño
de entrenamiento sujeto a
parámetros cuantificables

Logros a partir de la práctica del modelo


conocido por el entrenador

figura 48. El modelo Integrado en los deportes de equipo

MODELO
INTEGRADO
desde el deporte: la técnica

Para desarrollar el modelo integrado de entrenam iento proponemos el diseño de


SSP que tengan como objetivo el desarrollo de la técnica individual a través de la
proyección del movimiento deportivo específico en el juego. Concretamente, el
diseño de SSP parte de una base núcleo coordinativa y de un soporte cognitivo,
condicional y socioafectivo que tendrá más o menos presencia según la orien­
tación de la actividad. Lógicamente, deberemos construir las SSP según el nivel
coordinativo y motriz de cada jugador.

Por lo tanto, la SSP será el canal comunicativo del educador-entrenador para


transm itir el objetivo del trabajo práctico al deportista en el contexto propio de
los DIEC. La SSP será nuestra herramienta principal de entrenamiento. El m en­
saje que queremos propagar mediante la SSP lo configuran sus contenidos, que
deben estar diseñados con un código comprensible para los deportistas a quienes
se dirigen. Puede ayudar a su comprensión y a hacer suyo el mensaje de la SSP
el hecho de que los deportistas también conozcan y compartan los objetivos del
proceso. Proponemos que el lenguaje del deporte sea eminentemente práctico.
Pocas explicaciones deberían darse si el diseño de la SSP es comprensible y su
puesta en escena es capaz de comunicar un mensaje concreto y ajustado a los
objetivos a conseguir.

Las SSP acompañarán al deportista a lo largo de las diversas etapas de su vida


deportiva, por lo que su diseño debería evolucionar en paralelo a las capacidades
del deportista. Desde la formación a la tecnificación, e incluso en el rendimiento,
nos encontraremos con diferentes posibilidades de expresión de las capacidades
coordinativas, cognitivas, condicionales y socioafectivas por parte del deportista.
El diseño de las SSP debería considerar este factor como clave para lograr una
propuesta comprensible, ejecutable y soportable que, con el tiempo, nos perm ita
227

optimizar el movimiento deportivo específico para alcanzar lo deseado. La obser­


vación del deportista en el juego, así como el conocimiento y la aceptación de su
realidad, serán factores que nos ayudarán a respetar las zonas de riesgo al diseñar
estas propuestas. Zonas de riesgo que no surgen de una única capacidad y que
serán distintas en cada deportista según su forma de expresarse en el juego.

factores limitantes en la estructura


La fuerza puede ser uno de los aspectos limitantes en determinados movimientos
deportivos específicos. Así, por ejemplo, la excesiva distancia del objetivo en ac­
ciones de finalización (lanzamientos, chuts...) o de comunicación (pases y recep­
ciones) será el factor lim itador de la calidad de la ejecución, precisión y ritmo del
movimiento deportivo específico. Esta situación provocada por una insuficiente
capacidad de aplicar fuerza por parte del deportista puede generar paulatinam en­
te una «erosión» del movimiento deportivo específico. La fatiga física, provocada
por la repetición de movimientos o por el transcurso del tiempo, también puede
«erosionar» el movimiento deportivo específico. En esta situación se sucederán
multitud de errores que alejarán al deportista del movimiento deportivo específi­
co deseado entorpeciendo su optimización.

factores limitantes en la estructura


La toma de decisiones que subyace en las SSP propuestas puede ser uno de los
aspectos limitantes de la acción m otriz que entorpezca el movimiento deportivo
específico. Excesiva complejidad en la SSP propuesta o un exceso de exigencia
en la toma de decisiones puede provocar fatiga cognitiva y, como consecuencia,
una lentitud en la respuesta m otriz que deteriorará la ejecución del movimiento
deportivo específico elegido para resolver la situación.

En un ejemplo sencillo mostraremos la gran cantidad de variables que afectan a


la elección de un movimiento deportivo específico con dos opciones. Se persigue
una finalización rápida por derecha o izquierda cerca del objetivo utilizando úni­
camente dos movimientos deportivos específicos conocidos. La elección y eje­
cución del movimiento por la derecha o por la izquierda dependerá, entre otros,
de la zona por donde me llegue el balón, del tipo de pase, del espacio respecto al
objetivo y del núm ero de adversarios circunstanciales que interactúen en el espa­
cio de finalización.

Otra de las situaciones posibles es que el deportista escoja un movimiento de­


portivo específico inapropiado para resolver la situación. Si —como en el ejemplo
anterior— dejamos dos posibilidades de movimiento para finalizar, pero ahora los
adversarios circunstanciales pueden interceptar el pase o puntear molestando la
finalización, podemos provocar no solo que responda con un movimiento depor­
tivo específico incorrecto sino también que escoja uno inapropiado.

factores limitantes en la estructura


La dificultad, un exceso de contenidos de técnica individual a ejecutar o una
propuesta de elementos técnicos poco asimilados para resolver una simulación
compleja pueden perturbar la resolución m otriz en una SSP. Del mismo modo,
puede ocurrir que un deportista de alto rendimiento, en un intento de optimizar
la proyección de su movimiento deportivo específico en competición, se enfrente
a una situación simuladora que comprometa al mismo tiempo sus capacidades
cognitivas, condicionales y socioafectivas, de m anera que su resolución plantee
un grado de complejidad excesiva respecto a la capacidad coordinativa (que de­
bería ser preferencial en la actividad propuesta).
229

La preferencia de la actividad —el contenido coordinativo (foco)— debe estar


siempre ajustada a las posibilidades del deportista, a su realidad de ejecución y de
proyección en el juego.

Objetivo coordinativo de finalización


- Optimizar el lanzamiento a canasta con la m ano dominante
- Fijar el chut a portería con la pierna dominante
Contenidos coordinativos específicos de la finalización
- Lanzamiento en suspensión a media y larga distancia
- Chut con el interior del pie a corta y media distancia
Contenidos coordinativos complementarios a la finalización
- Recepción del balón y parada, conducción o no del balón y salida
- Recepción del balón, número de controles
Contenidos cognitivos a la finalización. Toma de decisiones en la finalización
- Adversarios circunstanciales, con hándicap y directos.
Contenidos condicionales a la finalización
- Espacio de juego. Distancias. Ritmos. Tiempos. Repeticiones. Pausas.
Contenidos socioafectivos en la finalización
- Individual, parejas, equipos. Competición, cuantificación.

cómo diseñar las SSP


El diseño de las SSP coordinativas empieza con la concreción de la preferencia
coordinativa soporte de los elementos técnicos del deporte elegido; continúa con
la elección de la simulación en función de la interpretación del juego por parte
de los deportistas y de cómo proyectan los contenidos en la competición; y fina­
liza con la estructura de la situación proponiendo un entorno para la actividad
práctica en que se den las condiciones que ayuden a optimizar el movimiento
deportivo específico.
la preferencia
La preferencia de la actividad está supeditada a los objetivos a conseguir y la elec­
ción de los contenidos cuya optimización a través de la práctica ha de ayudar a
conseguir los fines propuestos. El hecho de priorizar una capacidad del deportista
—capacidad coordinativa— y, a la vez, elegir los contenidos del deporte que van a
intervenir en la práctica (elementos de técnica individual) nos perm itirá propo­
ner actividades que irán desde situaciones acíclicas a iterativas, o desde acciones
contra cero o contra adversarios circunstanciales al juego reducido o real con
intención.

El diseño de la actividad coordinativa debe respetar la vivencia del movimiento


deportivo específico en calidad y cantidad. A su vez, no debe enmascarar el foco
del contenido técnico o erosionar su expresión, y los elementos que configuran la
actividad deben provocar cambios en la ejecución del movimiento deportivo es­
pecífico. La interpretación que hará cada deportista de los estímulos que circulan
por la práctica provocará una actividad con distintos matices coordinativos que
ayudará a optimizar su técnica individual personal.

La preferencia coordinativa varía a lo largo de las etapas formativas. Para un de­


portista joven la preferencia debe estar focalizada en utilizar unos pocos conteni­
dos técnicos dentro de una SSP. La evolución del deportista a lo largo de las etapas
formativas marcará el incremento y la combinación de los contenidos técnicos de
la SSP. En el alto rendim iento la táctica marca las habilidades técnicas necesarias
para su resolución y la preferencia en la SSP está supeditada a estas necesidades.
Por ejemplo, entrenar la finalización a partir del pick and roll o solo finalizar con
tiro de tres puntos o mate. Además, el deportista tiene un abanico de contenidos
técnicos, pero prioritariamente utiliza solo algunos y sobre ellos prioriza su SSP.
Entrenamos la finalización a partir del pase. Cada jugador gestiona los elementos
técnicos complementarios a la finalización y elige su lanzamiento de confort. El
entrenador refuerza los contenidos de la técnica individual personal de cada ju ­
gador en su zona de confort y propone contenidos complementarios para dar más
opciones de solución a las situaciones tácticas.

En el caso del entrenamiento coordinativo, la preferencia de las tareas debe cen­


trarse en optimizar el movimiento deportivo específico sea en la situación que
sea:

© Corriendo: técnica de carrera, conducción de balón, comunicación del


balón, conducción y finalización, actuar individualmente o con
adversarios circunstanciales.

• Jugando: priorizando aspectos concretos del dribbling, del pase, del


lanzamiento, focalizando en el segmento dominante o no dominante,
implicando una parte o superficie del segmento escogido, en situaciones
abiertas.

® Compitiendo: utilizando unas acciones concretas del movimiento


deportivo específico y evitando otras, definiendo la intención
coordinativa-cognitiva del juego reducido o real, practicando con
hándicaps en ataque o defensa relacionados directamente con los
contenidos coordinativos.

En conclusión, la preferencia sobre el contenido coordinativo debe presentarse


en situaciones cambiantes y previamente diseñadas para que pueda darse repe­
tidamente y con un volumen cuantitativo y cualitativo elevado, obteniendo unas
vivencias personales fruto de la participación-experimentación con un feedback
constante producto de variedad de acciones propuestas desde la propia situación.
elección de la
Una simulación supone asemejar una determinada actividad práctica a una situa­
ción figurada o real de juego. La vivencia práctica debe fomentar el acercamiento
progresivo del movimiento deportivo específico a la realidad del juego, respe­
tando siempre la preferencia de base de la tarea, que en este caso es de contenido
coordinativo. No obstante, la simulación de la práctica se podría modificar acti­
vando cualquiera de las estructuras del deportista. Seguramente el cambio más
significativo estaría propiciado por la activación de las capacidades cognitivas y,
en concreto, de uno de sus contenidos: la tom a de decisiones de cierta compleji­
dad.

Antes de adentrarnos en la estructuración de la simulación es fundamental cono­


cer el nivel de las capacidades del deportista durante el juego reducido o real. A
partir de esta información configuraremos las propuestas prácticas, que tendrán
como objetivo central potenciar la proyección del movimiento deportivo especí­
fico del deportista en el juego real. Del mismo modo que sucedía en la preferen­
cia, la evolución de la simulación dependerá de la capacidad de interpretación y
ejecución del deportista y de su trayectoria deportiva. Para respetar el proceso
individual de aprendizaje a través de una propuesta práctica variada y ajustada al
nivel del deportista, proponem os distintos niveles de simulación que abarcan un
amplio abanico de posibilidades que van desde el juego reducido y real con inten­
ción a los adversarios circunstanciales, pasando por el juego abierto y el ataque y
la defensa con hándicaps.

Nos parece temerario pasar del «corran, corran» al «jueguen, jueguen»; del «repi­
tan, repitan» al rondo, el juego reducido o los minipartidos. Hay muchos matices
a cubrir a lo largo del proceso de enseñanza y aprendizaje de un DIEC. Debemos
ser capaces de ofrecer un amplio abanico de posibilidades en cada entrenamiento
233

que abarque los distintos ritmos y secuencias de aprendizaje de cada deportista.


No sobra nada, pero debemos disponer de recursos para poder priorizar y m ati­
zar el contenido en función de lo que queremos optimizar. Quizás nos falte recor­
dar más a m enudo que no todos aprendemos por un igual a partir de las mismas
propuestas.

eslrucíura de la
El último paso es el diseño de la estructura de la situación que acogerá la prác­
tica. En ella se deben distribuir en el espacio los elementos que interactuarán
desencadenando actuaciones distintas en función de la configuración espacial y
del momento y forma en que se sucedan las cosas. En ningún caso la estruc­
tura de la situación debe ser vista como una imagen fija. En la estructura de la
situación se crea una situación comunicativa práctica formada por el conjunto
de elementos que intervienen en ella: deportista, compañero, adversario, activi­
dad, espacio-tiempo, momento donde se concreta la acción... Por otra parte, en
esta situación comunicativa siempre debería haber un propósito o finalidad, por
ejemplo, dar a conocer o pedir una acción al interlocutor compañero u oponente.
La situación alcanza todo su potencial en un momento y lugar concreto en el
que todos los elementos de la situación planteada actúan y se interrelacionan. En
una comunicación fluida los roles deberían intercambiarse de m anera constante.
Finalmente, cabe recordar que cada deportista solucionará cada situación plan­
teada en función de su interpretación y de su capacidad motriz de manifestarse
mediante un movimiento deportivo específico ajustado a cada situación.
propuesta práctica para el proceso
entrenamiento del movimiento
a partir de las SSP
Para diseñar y controlar el proceso de aprendizaje y entrenamiento del movimien­
to deportivo específico hemos estructurado cuatro niveles de aproximación al
juego real en base a la orientación preferencial coordinativa del proceso (Figura
49). En todos los niveles es prioritario m antener un alto nivel de ejecución del
movimiento deportivo específico independientemente de la mayor o m enor par­
ticipación de las capacidades condicionales, cognitivas, socioafectivas o creativas.

figura 49. Los cuatro niveles de aproximación al juego real en base a la orientación
preferencial coordinativa del proceso de enseñanza-entrenamiento. SSP: situación simuladora preferencial

ESTRUCTURA DE LAS SITUACIONES SIMULADORAS PREFERENCIALES

SSP SSP SSP


Coordinativa Coordinativa Coordinativa
con soporte con soporte con soporte
Coordinativo Cognitivo Cognitivo
(Patrón Motriz) Estructurado Abierto

Tareas 10-20-30 Tareas 40-50-60-70 Tareas 80 Tareas 90-100


Cada uno de los niveles está configurado por una propuesta de SSP numerada
del 10 al 100. El valor numérico de cada SSP está íntimamente relacionado con el
número de capacidades solicitadas en la práctica. Las SSP coordinativas con va­
lores 10, 20 y 30 están construidas con una predominancia de la capacidad coor­
dinativa. En ellas toda la intención de la práctica se centra fundamentalmente en
contenidos coordinativos específicos de técnica individual con el objetivo priori­
tario de aprender, utilizar y progresar en la ejecución del movimiento deportivo
específico, pero sin tener en cuenta su proyección en el juego. Por el contrario,
las SSP coordinativas 90 y 100 son las de mayor exigencia. En ellas, además de
acentuar la capacidad coordinativa, se solicita la participación de las capacidades
cognitivas, emotivo-volitivas, socioafectivas y condicionales.

las SSP de base coordinativa con soporte


patrón ttriz
Tomando como referencia la información que nos proporciona el modelo biome­
cánico de los contenidos de técnica individual, planteamos una propuesta prácti­
ca centrada en el modelo neuropsicocibernético para la optimización consciente
del movimiento deportivo específico. Las SSP deben tener un alto componente
motriz que perm itirá a cada deportista focalizar toda la atención de la ejecución
del movimiento deportivo específico. El objetivo es optimizar el movimiento de­
portivo específico consciente a partir de la práctica coordinativa, posibilitar la
ejecución de la técnica individual personal con la variedad de matices que nos
permite la propuesta coordinativa. Los contenidos preferenciales que consti­
tuyen el núcleo básico de la actividad práctica son el movimiento deportivo
específico y los elementos de la técnica individual del deporte: conducción;
bote, regate..., comunicación; pase y recepción, finalización; tiro, ch u t..., recupe­
ración; desplazamientos defensivos, rebote, etc.
Los contenidos satélite son la coordinación, las capacidades de control del movi­
miento (variación, combinación, control guiado y amplitud del movimiento), el
control de la activación-relajación, la discriminación kinestésica y la diferencia­
ción segmentaria.

Las capacidades de implantación del movimiento en el espacio son la orientación,


la direccionalidad, la localización y ubicación del movimiento en el espacio y el
equilibrio estático-dinámico.

Las capacidades de adecuación tem poral del movimiento son la anticipación-re­


acción motriz, la diferenciación, la variabilidad, el sentido rítmico y la adaptación
temporal.

tipos de SSP de base coordinativa con


SSP 10: Tareas de técnica individual (Automatización del movimiento).
SSP 20: Tareas de técnica individual con elementos de soporte (Optimización del
movimiento).
SSP 30: Encadenamiento de diferentes contenidos de técnica individual con ele­
mentos de soporte (Relación temporal de los movimientos).

SSP de base coordinativa con soporte


toma de decisiones
Para optimizar el movimiento deportivo específico debemos facilitar que pueda
ser proyectado en el juego según lo deseado. Una forma de hacerlo es provocando
237

un incremento del porcentaje de participación de la capacidad cognitiva en la


práctica estimulando la exigencia en la toma de decisiones de los deportistas. Esta
modificación cambiará las condiciones del entrenamiento y, como consecuencia,
la proyección del movimiento deportivo específico será diferente y menos prede­
cible en el espacio y el tiempo.

La elección y la expresión del movimiento deportivo específico en los DIEC de­


penden del juego. Por lo tanto, de él deberían extraerse las SSP con soporte cog-
nitivo. Debemos considerar que la complejidad del juego real dificulta muchas
veces el proceso de aprendizaje de algunos deportistas. Por ello debemos utili­
zar distintos niveles cognitivos, que deberemos seleccionar y practicar según las
necesidades. Una adecuada propuesta facilitará la optimización del movimiento
deportivo específico. Por otro lado, debemos seleccionar estos niveles de parti­
cipación en la toma de decisiones en función de la complejidad del movimiento
deportivo específico y del control del deportista para poder dar una respuesta
motriz óptima. Debemos estar atentos y evitar saturar la resolución de la res­
puesta m otriz con propuestas de contenidos técnicos no optimizados o con si­
tuaciones que arrastren al deportista a una toma de decisiones fuera de su código
de comprensión. Este diseño descontrolado desencadenará demasiados errores
coordinativos y cognitivos.

tipos de SSP de base coordinativa


soporte cognitivo

SSP 40: Tareas de relación entre contenidos técnicos y conceptos de táctica indi­
vidual y colectiva.
SSP 50: Tareas con hándicap figurado (Toma de decisiones con adversarios cir­
cunstanciales).
SSP 60: Tareas con hándicap en situaciones favorables (Toma de decisiones con
hándicaps defensivos y ofensivos).
SSP 70: Tareas con hándicap en situación real (Toma de decisiones con hándicaps
defensivos y ofensivos).

SSP de base coordinativa con soporte


juego creativo
El juego creativo será un recurso facilitador para la proyección del movimiento
deportivo específico en el juego real. Su diseño, acotado por reglas simples, va a
perm itir al deportista una expresión m otriz espontánea que le perm itirá descu­
brir los límites de su propio movimiento. Le ayudará a llegar, libremente y con
creatividad, a su autonomía motriz. El juego tradicional remodelado (tuneado)
con los contenidos coordinativos específicos de un DIEC perm itirá expresar la
técnica individual personal en un contexto de escasas normas que facilitará la
participación con una gran variedad de matices coordinativos y cognitivos a nivel
individual y colectivo.

tipos de SSP de base coordinativa con


coordinativo abierto
SSP 80: Juego creativo orientado al deporte colectivo. Juego creativo dirigido a un
deporte específico.
SSP de base coordinativa con soporte cognitivo
complejo: juego
El juego con intención será el recurso que facilitará la puesta en práctica real
de los movimientos deportivos específicos y, por lo tanto, de la técnica indivi­
dual personal en una situación competitiva. Será la forma más realista en que el
deportista pueda proyectar el movimiento deportivo específico en el juego real.
Su diseño deberá respetar y potenciar la práctica de los movimientos deportivos
específicos a los que se ha dado preferencia y acotar las reglas para facilitar su
proyección en el juego competitivo. Así mismo, deberá perm itir al deportista una
expresión m otriz personal y adecuada que le perm ita descubrir los límites de su
propio movimiento en la consecución del objetivo. Los efectos colaterales de esta
práctica deberían ayudar al deportista a proyectarse en el juego con creatividad
sin perder eficiencia.

tipos de SSP de base coordinativa con soporte


cognitivo abierto
SSP 90: Juego reducido abierto. Juego reducido con intención.
SSP 100: Juego real abierto. Juego real con intención.
la estructura
cognitiva
Los jugadores expertos, mientras están rea­
lizando una determinada acción, ya están
evaluando su entorno y decidiendo cual será
la siguiente.
Xesco Espar Moya

la complejidad en la
toma de decisiones
y conocer el juego
la estructura
as capacidades cognitivas son aquellas capacidades humanas que nos per­

L m iten entender, conocer, reconocer, recordar y recuperar los elementos in-


formacionales necesarios para que las acciones que realizan los jugadores
en el campo sean implementadas en el momento y espacio óptimos, de acuerdo
con nuestras intenciones y deseos.

Durante la práctica deportiva los deportistas realizan una infinidad de acciones


complejas: correr, saltar, lanzar, frenar, cambiar de dirección, esquivar, etc. Estos
movimientos no están aislados del entorno, sino que dependen de múltiples fac­
tores a los que el jugador tiene que prestar atención: adversarios, compañeros,
balón, portería, árbitros, marcador, público... y uno mismo construyendo lo de­
seado.

La principal tarea de los entrenadores es ayudar a identificar y organizar todo este


maremagno de información que llueve sobre los jugadores de forma que puedan
pensar y actuar de la m anera más adaptada y acertada posible. Mediante el en­
trenamiento de las capacidades cognitivas (descritas habitualmente como táctica
individual) el HD puede conocer los elementos más relevantes del juego, prestar
atención y resolver adecuadamente cada vez que analiza e interpreta el entorno en
que se encuentra y todo lo que supone para él y para su equipo.

capacidades humanas y capacidades


El ser humano, y por extensión el HD, debe ser considerado una estructura alta
mente compleja formada por otras estructuras más pequeñas también complejas
en sí mismas. La afectación sobre una de estas estructuras tiene necesariamente
un efecto sobre el resto de estructuras y sobre la forma de relacionarse entre ellas.

Los tejidos del cuerpo hum ano son en realidad grupos de células organizadas
en torno a una función, como la de transportar la sangre a través de los vasos
sanguíneos. Células y tejidos se agrupan para formar órganos. Estos constituyen
unidades estructurales encargadas del cumplimiento de una función determ ina­
da en el seno de un organismo pluricelular. Dentro de la complejidad biológica,
los órganos se encuentran en un nivel de organización biológica superior al de los
tejidos e inferior al de un sistema.

En un nivel superior de organización se encuentran los aparatos o sistemas. Cada


aparato o sistema está compuesto por un conjunto de órganos con una función
determinada. Así, nos encontramos con el aparato respiratorio, el digestivo y el
reproductor y con el sistema circulatorio, el muscular, el locomotor y el nervioso.
Cabe destacar que un sistema está formado por diferentes órganos y que, a su vez,
un órgano puede participar en diferentes sistemas (Figura 50). Cualquier afec­
tación sobre un órgano no solo va a influir sobre las células que lo forman, sino
también sobre los sistemas en los que participa. Igualmente, la incidencia sobre
un sistema va a afectar a todos los órganos que participan en él y, como posible­
mente estos órganos están relacionados con otros sistemas, también estos podrían
resultar afectados. Por eso hemos empezado este capítulo diciendo que el cuerpo
hum ano es una compleja estructura de sistemas, que ya de por sí son complejos,
interrelacionados entre sí.

La forma que tienen estos sistemas de relacionarse entre sí y con el exterior de­
term ina en última instancia las diferentes capacidades que posee el ser hum ano
(Figura 51). Existen m ultitud de capacidades en función de cada sistema o cada
elemento del entorno con el que nos podemos relacionar. Tenemos la capacidad
muscular de contracción, de aportar nutrientes a los tejidos, de desplazamiento,
de combinar simultáneamente dos movimientos, de adaptarlos a un ritmo deter­
minado, de captar información y compararla con información conocida...

Para estudiar estas capacidades de forma simplificada podemos agruparlas en


cinco grandes grupos: condicionales, coordinativas, cognitivas, socioafectivas y
emotivo-volitivas. De alguna m anera podríamos considerar la creatividad como
un sexto grupo, aunque no será tratado en este libro.

Concretamente, las capacidades coordinativas son las que nos perm itirán con­
trolar los movimientos; las capacidades condicionales son las que desarrollarán
las capacidades físicas; y las capacidades cognitivas, objeto de estudio de este
capítulo, son aquellas que nos van a perm itir procesar la información propia y del
entorno, percibir un objeto o una situación, imaginarla y analizarla entera o por
partes, diferenciar lo im portante de lo accesorio, distinguir un patrón dentro de
un todo, descodificar mensajes visuales o auditivos, procesar la información y to­
m ar decisiones, generalizar, dar explicaciones, resolver problemas, etc. Un sinfín
de procesos que —para seguir simplificando— podemos agrupar en tres grandes
grupos: la percepción y análisis de la situación, el procesamiento y toma de de­
cisiones y la autoevaluación. Finalmente, las capacidades socioafectivas y emo­
tivo-volitivas nos van a perm itir interactuar con compañeros, adversarios y con
nosotros mismos a un nivel mucho más profundo, gestionar y crear emociones
individuales y colectivas, crear lazos afectivos de duración deseada y autoorgani-
zarnos colectivamente desde el punto de vista emocional.

En cada deporte las diferentes capacidades tienen distinto grado de importancia


de cara al rendimiento. En los DIEC, en que las condiciones del entorno cambian
constantemente, las capacidades cognitivas juegan un papel predominante para
interpretar acertadamente lo que está ocurriendo en cada momento.
o

el entrenamiento de las capacidades

El solo hecho de practicar un deporte colectivo ya supone una elevada estimu­


lación de las capacidades cognitivas. Sin embargo, su entrenamiento específico
debería fomentar un avance más rápido de su eficacia en el juego. Cualquier tarea
de análisis del entorno o de toma de decisiones debería servir para este propósito,
pero cuidando que al implementar la práctica cumplamos estas tres condiciones
esenciales: que el núm ero de repeticiones de un mismo ejercicio no sea demasia­
do alto —para conseguir estimular los sistemas que dan soporte a dichas capaci­
dades—, pero que sí lo sea el número de ejercicios propuestos, que las condiciones
iniciales de los ejercicios sean variadas y que la tom a de decisiones esté siempre
presente.

la toma de decisiones en los deportes


El proceso de toma de decisiones es de una gran complejidad debido a la grandio­
sa cantidad de elementos que debemos tener en cuenta a la hora de realizarlo. Sin
embargo, si observamos detalladamente las acciones que realizan los deportistas
podemos ver que su actuación se divide en dos momentos diferentes: cuando
percibe la información, la elabora y decide lo que tiene que hacer y cuando realiza
aquello que ha decidido.

Probablemente la información más trascendental para los deportistas va a ser la


interpretada a partir del sentido de vista, aunque continuamente los jugadores
presten atención a las señales sonoras de los árbitros y compañeros, o a las sen­
saciones kinestésicas en situaciones de proxim idad del oponente. La información
recibida por la vista es seleccionada o filtrada con el objetivo de evitar dar al cere-
Q

bro un exceso de información. Los buenos jugadores, aunque ven muchas cosas,
solo se fijan en los detalles de aquello más significativo e importante para ellos en
esa situación, mientras que los jugadores novatos no siempre saben distinguir lo
sustancial de lo accidental.

Cuando el reconocimiento es rápido podríam os decir que utilizamos automatis­


mos tácticos perceptivos, mientras que si no poseemos ninguna situación pareci­
da en la memoria entonces serán las capacidades cognitivas perceptivas las que,
en base a patrones perceptivos semejantes que poseamos, realicen una propuesta
de filtrado para que el mecanismo de toma de decisiones no se vea sobrecargado.
Durante el proceso de toma de decisiones la información obtenida es comparada
con la de algunos escenarios que hemos resuelto anteriormente. En el caso de en­
contrar alguno similar, adoptaremos la solución que en un pasado nos dio buen
resultado. Si no encontramos ninguno porque se trata de un escenario nuevo,
deberemos encontrar una solución combinando aquellas respuestas (o parte de
ellas) que consideremos más parecidas al contexto de juego planteado. En reali­
dad, en esta prim era fase de la toma de decisiones lo que hacemos es simplemente
seleccionar el objetivo de nuestra actuación (pasar, lanzar, fijar, acosar, etc.).

Una vez hemos decidido lo que queremos hacer, repetimos los pasos anteriores
pero esta vez con el propósito de resolver gestualmente la acción de juego. Es
decir, volvemos a buscar alguna situación pasada que nos haya dado resultado.
Si la tenemos, la usamos; y si no, con nuestra capacidad coordinativa improvisa­
mos una acción. Desde esta forma de entender la actividad de los jugadores en
los DIEC, la técnica se relaciona con la forma en que ejecutamos las acciones y la
táctica con la toma de decisiones.

Aunque hemos dado una explicación muy simplificada sobre cómo piensan
y actúan los jugadores, debemos subrayar que las situaciones reales no son tan
sencillas: las acciones no se realizan de manera aislada, sino que se encadenan
unas después de otras y en muy poco tiempo, e incluso algunas deben realizar-
se simultáneamente. De hecho, los jugadores expertos mientras están realizando
una determinada acción ya están evaluando su entorno y decidiendo cuál será la
siguiente. Eso solo es posible cuando los jugadores son capaces de independizar la
vista de su propio movimiento o del balón, de m anera que no les hace falta m irar
para controlar. De todas las cosas a las que el jugador tiene que atender, dos son
las que destacan por encima de las demás: la acción de los adversarios y la acción
de los compañeros. Precisamente serán estas dos las que definirán los conceptos
tácticos.

Las capacidades cognitivas no solo sirven para resolver las situaciones que nos
plantea el entorno, sino también para proyectar nuestro juego en él. Hay, por lo
tanto, tres niveles de actuación: (1) el reactivo, en el que solucionamos los retos y
situaciones que presentan los adversarios y el medio en que nos desplazamos; (2)
el anticipativo, que depende en gran medida de nuestras posibilidades, capacida­
des, puntos fuertes y deseos; y (3) el estratégico, que tiene en cuenta los factores
ambientales y competitivos más elevados y a más largo plazo.

la percepción en la toma de
El mecanismo perceptivo tiene el objetivo de recoger información a través de los
distintos sistemas que el cuerpo hum ano tiene para ello y después filtrarla (Figura
52).

la percepción del juego a través del


La información exterior que los jugadores reciben debe ser transm itida de la reti­
na al nervio óptico. Las imágenes que impactan sobre el fondo del ojo son conver-
tidas en señales que el cerebro deberá procesar. De esa transducción se encargan
dos tipos diferentes de fotorreceptores que se encuentran en la retina: los conos
y los bastones. La calidad de la información que nos dan estos receptores es dife­
rente. Los conos poseen un alto poder de resolución y transmiten información de
mucha calidad, pero solamente un pequeño espacio del display visual puede ser
tratado de esta manera, ya que se encuentran ubicados únicamente en el centro de
la retina. En cambio, los bastones dan mucha cantidad de información, ya que son
los receptores más numerosos ocupando más del 80 % de la retina, pero su resolu­
ción es bastante más baja. Además, el hecho de que la captación de información se
realice simultáneamente con los dos ojos determina dos tipos de campos visuales.
La zona visual estereoscópica o binocular, que abarca hasta unos 60° y en la que
gracias a la intervención de las dos retinas se puede analizar correctamente la pro­
fundidad espacial; y la zona visual monoscópica o uniocular, que comprende
los restantes 30° y en la que existe sensación de movimiento, pero cuyo análisis es
poco exacto (Figura 53).

figura 52. El mecanismo perceptivo

ACTUACIÓN DEL MECANISMO PERCEPTIVO

Código perceptivo

DE PERCEPCION

Analizadores internos Analizadores externos


252

En resumen, el cam po visual central (zona visual estereoscópica) permite poco


ángulo de visión, poca cantidad de información y mucha calidad de información
—se aprecian todos los detalles—; por el contrario, el cam po visual periférico
(zona visual monoscópica) perm ite un gran ángulo de visión, mucha cantidad de
información y poca calidad de información —se aprecian menos detalles—.

figura 53, Características del campo visual periférico y central

CAMPO VISUAL

PERIFÉRICO CENTRAL

Gran ángulo de visión Poco ángulo de visión


Mucha cantidad de información Poca cantidad de información
Poca calidad de información Mucha calidad de información
Se aprecian menos detalles Se aprecian todos los detalles
253

estrategias en la captación de

Debido a estas dos posibilidades de transducción de la información, nos encon­


tramos con dos maneras diferentes de captar la información. El deportista debe
perseguir la información relevante a través del cam po visual central ajustando la
mirada constantemente sobre los diferentes lugares y centros de interés espacial.
Ello supone un cierto desgaste físico por el constante reenfoque que debe realizar
en función de la acción que quiere captar. La ventaja de esta forma de proceder
es la gran calidad de la información que obtendrá y la velocidad en el cambio de
foco —pudiendo acceder a 2 informaciones relevantes por segundo—. En cambio,
cuando decidimos captar la información con el cam po visual periférico, ope­
ramos fijando la m irada como si hiciéramos una foto momentánea de la acción
y después desplazamos rápidamente la atención dentro de los escenarios perci­
bidos, pero sin mover el foco. Esta capacidad de m irar dentro de la «foto» nos
permite acelerar el tiempo de la tom a de información y acceder a 4 o 5 informa­
ciones relevantes por segundo. Aunque esta segunda opción no perm ite obtener
información de tanta calidad como con el campo visual central, es suficiente para
tomar decisiones tácticas. A pesar de su inferioridad respecto a los conos, los bas­
tones son suficientemente eficaces para reconocer los colores —o, como mínimo,
las tonalidades claras y oscuras—, así como la ausencia o presencia de objetos. En
este caso, debido a que la cantidad de información por unidad de tiempo es más
útil que la supercalidad, tom ar información con el campo periférico nos perm iti­
rá tom ar decisiones en menos tiempo.

Seguramente pocas veces los jugadores se equivocan al tomar una decisión si


atendemos solamente a la información que están manejando en ese momento.
Muchas veces las decisiones de los deportistas son erróneas porque la informa­
ción que están utilizando es incompleta, poco trascendental para esa acción o
incluso irrelevante.
las capacidades cognitivas y la
niveles d6 pensamiento
A la hora de tom ar decisiones podemos usar las capacidades cognitivas de tres
maneras diferentes. En prim er lugar, podemos usarlas para resolver situaciones
concretas que nos plantea el juego en situaciones de interacción, tanto tácticamen­
te como estratégicamente. Este nivel de pensamiento es constantemente utilizado
por los jugadores durante los encuentros y perfeccionado en los entrenamientos.
En segundo lugar, podemos utilizar las capacidades cognitivas para generalizar
una solución a partir del reconocimiento de partes comunes en diferentes pro­
blemas. Esto es, después de haber resuelto diferentes situaciones en el pasado, el
jugador es capaz de inferir qué situaciones parecidas pueden ser resueltas de m a­
neras similares a las aprendidas. Y, en tercer lugar, podemos recurrir a un recurso
más exigente cognitivamente como es la realización de una abstracción de las
situaciones del juego. Para ello el deportista debe abandonar la visión en prim era
persona y convertirse en un observador externo del juego. Aunque este nivel de
pensamiento es utilizado principalmente por los entrenadores, es interesante que
los jugadores accedan a él para poder seguir los planteamientos que hace el entre­
nador antes de los partidos.

el comportamiento estratégico de los jugadores

Hasta ahora hemos visto el devenir de la toma de decisiones en la mayoría de los


escenarios en que se encuentran los deportistas. Sin embargo, en el deporte de
alto nivel hay elementos que deben ser tenidos en cuenta y posiblemente no están
a la vista durante las competiciones. En el deporte de alto nivel la importancia de
ganar no solo los partidos sino los campeonatos hace que el reglamento de com ­
petición y la propia evolución de la dinámica del partido también estén presentes
entre los focos de atención a la hora de tomar decisiones. El conocimiento especí
tico de las debilidades del rival y las experiencias en los enfrentamientos directos
que haya tenido con él pueden hacer que un orden jerárquico decisional superior
influya invisiblemente en la tom a de decisión del jugador.

Llamamos tom a de decisión táctica a aquella que se realiza atendiendo a la re­


lación de un jugador con su adversario directo. Llamamos tom a de decisión es­
tratégica a aquella que no solo tiene presente la actuación del adversario directo
en ese espacio y tiempo, sino que presta atención y valora otros condicionantes
como el lugar que ocupa dentro del campo, el momento del partido, el historial de
enfrentamientos con ese adversario, el tipo de competición en la que está incluido
ese partido (liga o eliminatoria), el reglamento de la competición... y cómo lo in­
terpreta el árbitro. En este contexto el jugador debe considerar muchas categorías
diferentes de información para tom ar decisiones.

categorías de información para la tom a de decisiones

La atención consciente de los jugadores es limitada y, en concreto, suelen reco­


ger información de dos focos de atención diferenciados como son las necesida­
des perceptivas externas e internas. Las necesidades externas deben focalizar la
atención del deportista en entender lo que hacen sus compañeros y lo que hacen
los adversarios, así como las condiciones estratégicas que toman en cuenta todos
los condicionantes que envuelven las competiciones. Respecto a las necesidades
internas, los deportistas deben contrastar cada situación con las órdenes del sis­
tema de juego que toca implementar en ese momento y con el autoconocimiento
sobre lo que sus propias capacidades les permite desarrollar en el juego.

En la Tabla 3 mostramos los diferentes elementos sobre los que un jugador debe
prestar atención para tomar decisiones, que habrá que tener presentes a la hora de
diseñar tareas focalizadas en la toma de decisiones.
256

tabla 3. Elementos configuradores en la toma de decisiones

- Directo
- Del Compañero
- Sus intenciones

- Situación
- Intenciones

- Campo (todo el campo)


- Juego y espacio próximo
(observar compañeros y adversarios)

- Del Partido
- De la acción concreta
(ritmo, momento adecuado, etc,)

-De juego
- De la competición

- Técnicas
- Físicas
- Estratégicas

- Ubicación
- Peligrosidad

ACTUACIÓN ARBITRAL - Conocer características de los arbitrajes


el mecanismo
El mecanismo de toma de decisiones decide el objetivo de la acción que se va a
realizar (pasar, lanzar, rematar, acosar, interceptar...), pero el patrón m otor que
vamos a realizar concretamente será implementado por el mecanismo efector
que, a través del sistema neuromuscular, materializa el gesto o movimiento de­
seado. Igual que en la percepción y en la toma de decisiones, para solucionar un
problema gestual existen básicamente dos alternativas. La prim era solución se
basa en los automatismos, que son movimientos automáticos y superrápidos.
No suelen ser movimientos conscientes, por lo que podemos prestar atención a
otras cosas, como por ejemplo las acciones tácticas. La desventaja más grande que
tienen es que si nos equivocamos no podemos modificarlos. La segunda solución
se basa en las capacidades coordinativas del deportista. Si no poseemos una so­
lución rápida a la situación planteada, echamos mano de nuestras capacidades
coordinativas para fraccionar algunos de los elementos que podrían ser utilizados
y construimos una propuesta de actuación nueva o parecida a alguna que posee­
mos. Desde esta perspectiva podemos considerar que las acciones motrices pue­
den ser automatismos —acciones donde el deportista no tiene que pensar para
realizar la acción—, acciones sensomotrices —en las que el jugador interpreta la
situación y decide hacer una determinada acción que pueda controlar— o accio­
nes creativas —acciones innovadoras en las que el deportista se anticipa al juego
y a la situación—.

En resumen, cómo se realiza la acción es responsabilidad del mecanismo efector,


mientras que el objetivo de la acción es responsabilidad del mecanismo de toma
de decisiones. El deportista en prim era instancia decide qué quiere hacer a través
del mecanismo de toma de decisiones y después determina cómo hacerlo m e­
diante el mecanismo efector.
Francisco SeiruMo Vargas
a estructura
socíoafectiva
Cada jugador implica y optimiza su estructu­
ra socioafectiva siempre que vive situacio­
nes en las que está comprometido afectiva­
mente con los demás individuos con los que
necesariamente coopera, compite, acepta o
rechaza.
261

Francisco SeiruHo Vargas

a emotividada en
la tona de
decisión
262

uando observamos las «esencias» del deporte desde su versión tradicio­

C nal, nos encontramos con la máxima generalizada de que lo importante es


ganar, sin im portar mucho el cómo y el porqué. En los DE sí nos importa,
y mucho, pues en estos deportes para ganar es necesario e imprescindible «contar
con los demás», por lo que debemos siempre establecer durante el juego lazos
de relaciones interpersonales e intergrupales estables y satisfactorias, que son los
verdaderas responsables del éxito. Los entrenadores insisten: «Hemos ganado
porque hemos jugado como un equipo». ¡Como si hubiera otra forma de ganar!
Un gran jugador puede ganar un partido si sus compañeros le han dado esa po­
sibilidad. Así nace el criterio socio de esta estructura y el conocimiento del juego
desde la socioafectividad.

La dialéctica individuo-grupo presente en el deporte de equipo pone en evidencia


que el juego solo es posible si se cuenta con los compañeros, si eres capaz de lograr
altos niveles de interacción con ellos y el compromiso de una necesaria participa­
ción colectiva, que sin duda transforma el significado individual de ganar. Apa­
rece entonces la cultura colectiva del juego, diferenciada y en múltiples aspectos
opuesta a la de los deportes —no juegos—, ya que el marco cultural y la estructura
del juego colectivo establecen especiales referencias sobre las que se conforman
las relaciones interpersonales, identificando distintos códigos de comunicación,
puentes multirelacionales y vínculos sentimentales con los componentes del equi­
po que perm iten conocer los acontecimientos del juego desde otra dimensión
específica. Por ello estos juegos generan procesos interactivos complejos, pues
no solo son motrices o cognitivo-motrices, sino que comprometen en mayor o
m enor m edida todas las estructuras del jugador, siendo la socioafectiva la que
identificamos como preferente para la comprensión del juego. Los sentimientos
que emanan de haber participado, compartido y resuelto —o no— los aconteci­
mientos del juego conforman vínculos afectivos con aquellos que los han vivido
junto a mí, poniendo de manifiesto la necesidad de contar indefectiblemente con
ellos, tanto más cuando logre identificar m i propia conciencia individual y los
intereses que me movilizaron en mis actuaciones individuales en cada momento
263
la estructura ¡oafectiva
'

del juego. ¡Me muevo e intervengo individualmente para interaccionar con mis
| compañeros! Sin ellos, no soy yo...

Cada jugador implica y optimiza su estructura socioafectiva siempre que vive si-
tuaciones en las que está comprometido afectivamente con los demás individuos

[ con los que necesariamente coopera, compite, acepta o rechaza. Este sobreva­
lor afectivo está siempre muy presente en todas las categorías de interacciones,
pues bajo cada una de ellas hay sentimientos latentes, activos y vinculantes que
impregnan cada realización del juego y del entrenamiento. La asunción de los
significados de lo vivido se produce sobre el balance de lo individual deseado y la
incidencia real ocasionada en el equipo. Este nos informa de manera exponencial
y clara del valor de la vivencia, que podrá o no coincidir con los deseos personales
depositados en ella, lo que es fuente generadora de sentimientos y afectos intra e
interpersonales asociados a cada uno de los compañeros que me ayudan, confor­
mando nuestra personalidad afectiva y haciendo patente la vertiente afectiva de
esta estructura.

J. A. M arina (2000) (305) propone: «Lo que llamamos personalidad puede con­
siderarse como un sistema integrado por esquemas afectivos cognitivos y m oto­
res». Los tres están presentes en los acontecimientos de los juegos de equipo, con
las diferentes alternativas cognitivas y motoras que conforman los reglamentos
de las distintas especialidades, pero con esquemas afectivos comunes constituti­
vos de la adquisición de la personalidad socioafectiva específica de cada jugador.
Todas las experiencias personales vividas en cada grupo en que haya estado a lo
largo de su vida deportiva son imprescindibles para ser jugador de equipo, pues lo
conforman sentimentalmente de modo que adquiere una determinada predispo­
sición a participar y ser aceptado en el equipo actual.

Por ello es necesario contemplar la estructura socioafectiva en el proceso de en­


trenamiento en los DE, donde compito para ganar pero no puedo hacerlo solo,
debo integrarme en un equipo al que deben unirm e afectos interpersonales en
continua modificación, lo que genera en mí una forma «cruel» de renuncia a los
significados personales sobre los que antes planteaba m i forma de lograr los obje­
tivos competitivos y de conformación personal, que ahora debo modificar.

concordancia de expectativas
la integración en el equipo
El éxito de un jugador en un equipo y no en otro se fundamenta, entre otros
factores, en este encuentro o desencuentro de afectos con los componentes de
ese concreto grupo deportivo durante las actuaciones que se refieren a los actos
deportivos comunes, como son los entrenamientos y las competiciones. Se dice:
«¡Juegan bien porque son amigos!» ¡Pobre concepto de la amistad! Pueden jugar
bien y ganar más veces que perder si logran ser un equipo donde confluyan y con-
cuerden el mayor núm ero de expectativas, que serán los sensores de identidades
afectivas que están por delante de cualquier interés individual. Es la única forma
de que todos vean cumplidas la mayor parte de las expectativas depositadas en
sus actividades dentro del equipo. Este acto de renuncia individual en favor del
grupo abre ante el jugador un m undo de nuevas necesidades socioafectivas para
integrarse en ese nuevo grupo, identificarse con él y compartir los éxitos y los
fracasos de sus actuaciones deportivas.

Es un reto del equipo y de sus entrenadores, que deben facilitar al recién llegado
su pronta integración. Para ello disponen de tres sistemas referenciales que deben
ser m ostrados cuanto antes al candidato.

El primero concierne al sistema de valores aceptado por todos y da sentido a sus


proyectos comunes en forma de preceptos que imponen ciertas formas de re­
lacionarse. Actitudes ante el esfuerzo requerido, de entender la solidaridad y el
altruismo, para construir una ética de trabajo cotidiano, como una cultura propia
que logra un clima que impregna a todos durante cualquiera de las actividades
del equipo. Una vez conocidas por el sujeto, este se verá acogido o no en el equipo
según su grado de aceptación de las mismas y cómo lo demuestre en cada una de
sus actuaciones diarias dentro del equipo.

El segundo se refiere a la frontera de intimidad, la esfera de privacidad del equipo


que contiene desde formas de expresión propias —motes de los jugadores— a todo
un m undo de comportamientos intragrupales que no se desea que sean conocidos
fuera del equipo —a veces ni el entrenador los conoce—. Es la complicidad implí­
cita en el ambiente que facilita el nacimiento de opiniones compartidas, objetivos
«secretos», sentimientos generalizados, distribución de funciones... Construyen
el propio mundo dentro del equipo, solo por ellos reconocido, y que en algunos
casos puede ser el origen de una buena amistad fuera del equipo. Como ejemplo,
las redes sociales son un instrum ento de complicidad, pero deben tam bién respe­
tar la intimidad ya descrita.

El tercero se concreta en lograr el nivel de bienestar personal deseado por medio


del conocimiento de las redes de intracomunicación que otorgan «papeles» a cada
jugador y que, si son fluidas y honestas, conforman un mapa de personajes que
asegura unas relaciones interpersonales plenas y satisfactorias que aportan segu­
ridad y bienestar en el seno del grupo a todos sus componentes.

Una vez activados, los tres sistemas funcionan como bucles interactivos, de m a­
nera que su especifica estimulación activa a los otros en un continuo bucle que
facilita la pronta integración del jugador despertando su deseo de «¡¡Estar aquí!!»
y «¡¡Dar todo lo que tengo!!». Todas las expectativas de los componentes del equi­
po dependen en gran medida de la manera en que el grupo y cada uno de sus
componentes satisfacen sus propias necesidades de acogida, intimidad y bienestar
—necesidades que todo ser hum ano debe tener cubiertas para rendir en situa­
ciones de alta complejidad, como son todos los ambientes inciertos de los juegos
deportivos—,

optimización
Todo aspecto socioafectivo de un jugador nace y se optimiza como resultado de
procesos de autoevaluación realizados a diferentes niveles de autoconciencia que
se producen antes, durante y después de vivir situaciones de relación interperso­
nal específicas de las prácticas en los entrenamientos y la competición de la espe­
cialidad deportiva practicada en ese equipo. La práctica diaria en la comunidad
del equipo es, junto con la competición, la fuente que aporta a cada jugador m o­
tivos para su socialización y descubrimiento afectivo. El lugar donde se cumplen
o no sus deseos...

Cada ejercicio de entrenamiento y cada participación en una jugada de un par­


tido son inmediatamente autoevaluados desde diferentes dimensiones por el ju ­
gador, que debe también aceptar el juicio que los compañeros y su entrenador le
aportan. Las conclusiones que se derivan son inmediatas, por lo que afectan a la
siguiente participación de m anera significativa; por lo tanto, son generadoras de
estados afectivos de alta influencia en la conformación socioafectiva del jugador,
especialmente durante los partidos.

De cada acontecimiento de partido, los jugadores movilizan cierto nivel de in­


formación para realizar sus juicios, que podemos concretar al menos desde estas
dimensiones:

• El conocimiento del acontecimiento del juego identificado por las


experiencias de competición y entrenamiento anteriores.

® El nivel de expectativas del grupo ante ese acontecimiento.


• El compromiso del sujeto frente al equipo para intervenir en el
acontecimiento.

® El estado en que se encuentra la confianza entre el sujeto y los demás


individuos del equipo.

• La aceptación de los juicios que los compañeros, oponentes,


espectadores... han realizado (sentirse juzgado).

• El grado de satisfacción personal obtenido en la realización


inmediatamente anterior.

• Los deseos e intereses del jugador en esa intervención.

• La idea que el jugador tiene de su nivel de competencia referida a ese


acontecimiento.

Todas estas dimensiones —y algunas más específicas— interaccionan y ofrecen


al jugador argumentos para sus juicios, de los que emanan los rechazos o atrac­
ciones interpersonales que tendrán influencia en las sucesivas situaciones vividas
durante el partido. Serán positivas o negativas, pero de cualquier forma lograrán
optimizar su estructura socioafectiva y perm itirán conseguir la eficiencia de la
estructura en los próximos encuentros con la confianza y seguridad necesarias.
El entrenamiento que se debe realizar para conseguirlo consiste en:

© Proponer canales de comunicación claros para «nuestra inform a­


ción», para que estos juicios sean eficaces y puedan optimizar la
personalidad socioafectiva de nuestros jugadores.

® Facilitar alternativas a las conclusiones de los juicios que fueron


negativas durante el desempeño de ese acontecimiento, para intentar
modificar aquella predisposición no deseada y lograr que el jugador
acepte modificar sus prejuicios de cara a futuras situaciones.

® Optimizar los niveles de autogestión del grupo para que actúe


inmediatamente ante la aparición de esos juicios negativos y el
jugador se sienta partícipe de esa autogestión y esto le ayude a
superar los juicios negativos (¡Esto no volverá a pasar!) generando su
confianza en el equipo y de su equipo en él.

los caminos de la
La asertividad y la empatia son habilidades sociales de comunicación que en los
DIEC constituyen los caminos socioafectivos, pues nos indican por dónde deben
circular todos los intercambios de comunicación verbal y no verbal entre los com­
pañeros durante los partidos y entrenamientos. Por ellos discurre toda la infor­
mación interpersonal de significados diversos producto de las culturas deportivas
en las que el jugador haya sido educado para el deporte y la vida. Optimizar la
comunicación entre jugadores es la meta del entrenador y la asertividad y la em ­
patia son los caminos para lograrla.

La palabra asertividad viene de la latina assertum, que se traduce por «afirmar».


En su adecuación a las situaciones de práctica en las que interviene un individuo
puede entenderse como «afirmación en mi propia actuación, comunicación se­
gura y eficiente». Transponiendo estos térm inos se interpreta como «tener con­
fianza en uno mismo, tener autoestima», algo beneficioso para la comunicación
intragrupal. Las intenciones de la comunicación asertivo-motriz se transmiten
mediante elementos especiales proxémicos o temporales cronémicos y, sin duda,
con los gestos motrices y las técnicas de los diferentes deportes kinésicos, todos
ellos cargados de valores afectivos por ir dirigidos al jugador a quien se le solicita
un cierto nivel de actuación en un acontecimiento concreto. El «juega fácil, juega
bien» de los entrenadores quiere decir «juega asertivamente», pues hacerlo así
supone que:

• Soy claro y firme, transm ito lo que quiero con la seguridad de que tú
lo entiendes, pues así lo hemos entrenado.

• Soy honesto, pues te doy alternativas de resolución para que podamos


ayudarnos fácilmente de una u otra forma.

® Soy el responsable de que nuestro intercambio discurra por las vías


que deseamos tú, yo y el equipo en este momento y situación del
partido.

¿Os imagináis un pase realizado así? Pues la comunicación asertivo-motriz está


entre la comunicación neutra —no comunicativa— y la agresiva —confusa— de
cualquier técnica deportiva. No es válido entrenar individualmente sin la nece­
saria intercomunicación asertivo-motriz y luego querer jugar como un equipo.
Como dice Pat Riley: «Crear una atmósfera donde el talento de los jugadores
pueda florecer». Esa atmósfera la propicia la comunicación asertivo-motriz y para
ello el entrenador deberá proponer una información que:

© Solicite a todos los jugadores un nivel homogéneo de orientación


activa para sus actuaciones que sea el hábito de m editar las metas del
trabajo que le está proponiendo, así como los elementos de su talento
personal que debe comprometer para lograrlas y la comparación o
relación con las de sus compañeros.
©
Promueva en el jugador la aceptación de las propuestas de trabajo con
la disciplina y la concentración necesarias, sin escatimar esfuerzos,
siempre alejado de la pasividad, evitando la irritabilidad y los juicios
erróneos sobre las ejecuciones individuales o colectivas, así como
sobre las metodologías del entrenador.

Materialice relaciones afectivas para la confianza del grupo por medio


de realizaciones colectivas, tanto de ayuda m utua como de
cooperación, comprendidas colectivamente e instrumentalizadas con
participaciones aceptadas individualmente con honestidad y
autorresponsabilidad, que a veces han de partir del grupo,
materializándose en una cierta m otricidad global de grupo con
libertad de interpretación personal.

Aumente la sintonización colectiva mediante la sincronización


persuasiva de los impulsos colectivos para obtener logros
inmediatos en los momentos deseados del partido. Persuasión
colectiva en que podamos realizar estas concretas habilidades en este
momento del entrenamiento, para que después aparezca la realización
en el momento oportuno del partido según los deseos del equipo, su
autogestión.

Estimule experiencias referenciales individuales de retroinformación


inmediata que inciten a los menos dotados a ensayar situaciones y
acontecimientos ya resueltos por los más dotados, mientras que a
estos les induzcan a aceptar las tareas necesarias para que se realice el
trabajo de entrenamiento en esos térm inos de ayuda.

Produzca la sensación de sentirse cómodo cuando es necesario


depender de los demás, que será posible cuando se practica lo que
podríam os llamar socioevaluación generativa, donde siempre se
constata lo bueno, que será aquello que optimice la actuación del
grupo, y siempre habrá que encontrar algo que genere esa necesaria
271

dependencia del grupo.

• Encuentre referentes activos evocando situaciones de experiencias


anteriores colectivas que en su momento fueron exitosas pero que se
optimizarán con las propuestas actuales, siempre en las condiciones
de compromiso colectivo.

• Entienda que ser motrizmente asertivo es un proceso, no un estado,


que hay que estar siempre atento a cómo se comunica, y aprender a
hacerlo de formas diversas para adecuarlo a la situación que se esté
practicando en relación con los demás compañeros. Así, reconocerá
que después de cualquier intercambio de inform ado asertivo-
m otriz positivo aparecen sentimientos de seguridad y confianza
mutua, crece la autoestima, se establecen corrientes de alta afectividad
con todos los compañeros que han facilitado la obtención de ese logro
y con el entrenador que lo propuso.

• Oriente las transacciones de información para facilitar la manera


en que algunos jugadores se relacionan, de modo que todos sepan que
pueden aprender de todos, que tienen que identificar las alternativas y
apreciar las consecuencias de todas las opciones que se proponen,
catalogando las indispensables expresiones que conformarán el
lenguaje comunicativo del equipo para poder seguir aprendiendo
mediante ese código comunicativo específico de grupo.

Por otro lado, y como propuso Kohut (1959) (306) al definir empatia: «Todos los
humanos somos capaces de realizar procesos de introspección de nuestra propia
experiencia, que nos perm iten interpretar cómo debe sentirse otra persona im ­
plicada en una situación similar a la que nosotros ya hemos vivido». Proceso que
Kohut llamó introspección vicaria. No quiere decir que nuestra experiencia sea la
misma que la del otro, solo con encontrar similitudes ya podemos sentir empatia
por él, pues depende de la tensión afectiva que nos una. Por lo tanto, asertividad y
empatia se complementan señalándonos el camino de una comunicación integral
para identificar los complejos acontecimientos de los DIEC desde la socioafecti-
vidad. La comunicación asertivo-motriz parte y se hace evidente cuando tenemos
una comprensión de lo que «está pasando» nuestro compañero, tenemos con él
una resonancia empática que llega a predecir las propuestas motrices a las que se
ve abocado por la situación que está viviendo y tam bién lo que sentirá durante
y después de su realización. Esa resonancia empática no solo es ponernos en su
lugar, sino estar realmente en su lugar, por lo que supera el nivel de interacción
simpática de «trata a los demás como quieres que te traten a ti» y logra el «actúa
con los demás como ellos actuarían consigo mismos». Para ello es necesario co­
nocer los intereses, la cultura y el nivel de competencia de nuestro compañero.

¿Cómo voy a poder interaccionar con m i compañero como él actuaría consigo


mismo si desconozco su m undo de significados y la dimensión que él les otorga?
Posiblemente su dimensión cultural sea determinante, pues muestra no solo
sus conocimientos y formación deportiva sino también todo un m undo de
criterios comportamentales que condicionan toda su conformación afectiva y
relacional. La interculturalidad del equipo complica sobremanera los caminos
de la comunicación asertivo-empática que proponemos, por eso se dice que «La
gente de casa está más comprometida con el equipo», y posiblemente sea porque
se identifican más eficientemente con la cultura del lugar. Debemos conocer los
elementos culturales que afectan a la constitución del equipo desde la socioafec-
tividad. Por ejemplo:

® Las distinciones raciales y de género que se dan en todas las culturas.


De todos es conocida la supremacía de la raza negra en capacidades
condicionales, que frecuentemente es reconocida en los grupos de­
portivos. Sin embargo, a veces es utilizada en su contra, pues no les
reconocen ninguno más de los talentos que pueden tener en otros
aspectos del rendimiento.
La interpretación y preocupación que tienen por el concepto calidad
de vida, producto de la inoculación cultural de su entorno educativo.
Para algunas culturas se trata del éxito material y social alcanzado a
toda costa, incluso comprometiendo la salud. En otras, el respeto al
propio cuerpo, la modestia o la desdramatización de la competición
son los valores más significativos. Estos valores desencadenan formas
muy diferentes de vivir la vida deportiva y de afrontar el reto de la
competición como un juego o como una tragedia, y condicionan la
comunicación.

La dimensión individualismo-colectivismo, determinante en la forma


con que cada jugador contrapone o yuxtapone los conceptos para su
integración real en el equipo. En las culturas individualistas se da
valor a los objetivos que se logran personalmente, la iniciativa y los
éxitos personales, mientras que en las colectivas es todo lo contrario.
En los DE deben hacerse confluir las dos tendencias: ¡Podré ser tanto
más yo, cuanto seamos más nosotros!

La m anera de enfrentarse a la incertidumbre es otro identificativo


específico del éxito condicionado por la interculturalidad del equi­
po. Hay culturas que son tan rudimentarias que, necesariamente, sus
integrantes viven rodeados de altos niveles de incertidumbre y no
sufren ansiedad por considerarla un fenómeno natural con el que han
aprendido a convivir disfrutando su resiliencia. En cambio, otras
culturas más tecnológicas —denominadas desarrolladas— engendran
ansiedad existencial en sus integrantes —que luego van a ser
deportistas—, pues en ellas las incertidumbres son selectivas y solo se
han desarrollado mecanismos para superarlas específicamente. Es
evidente que ello determinará la manera en que cada individuo se
enfrenta al estrés competitivo.
La diferenciación jerárquica, aceptada o no, que cada sujeto tiene
respecto a la distribución desigual del poder que existe en todos los
equipos. Podemos hablar del concepto distancia jerárquica para
identificar esta dimensión, pues hay culturas en las que estas distan­
cias o grados están muy diferenciadas, mientras que en otras son
mínimas. En los equipos estas diferenciaciones están marcadas: los
jugadores veteranos, los directivos, el entrenador, los novatos... La
clave está en el nivel de aceptación de la jerarquía instaurada por parte
de cada jugador, que va a m arcar comportamientos socioafectivos
fluidos o dificultados según se amolde más o menos a estos grados
jerárquicos.

La aceptación de niveles diferenciados de competencia entre los


componentes del equipo. Cuando un nuevo jugador llega a un equipo
se le suponen unas competencias que inicialmente casi siempre son
aceptadas. Pero transcurrido cierto tiempo se ponen en tela de juicio
o incluso no se reconocen. Hay culturas que siempre respetan,
adm iran y cultivan esa diferenciación de competencias, mientras que
otras son iconoclastas y consideran ilegítimo aceptar la diferenciación
de competencias. Estas posturas son frecuentemente irreconocibles y
entorpecen las relaciones entre jugadores iguales bloqueando
selectivamente la formación de redes afectivas («¿Tú con quién has
empatado?»).

El planteamiento temporal para el logro de objetivos a largo plazo o


a corto plazo. Todas las culturas que impregnan a sus individuos del
apremio y la velocidad del corto plazo valoran los modelos ya
reconocidos, los que han dado éxitos, aunque haya sido coyuntural-
mente, apremian el progreso del jugador y tienen grandes apoyos
tecnológicos que supuestamente han ocasionado el inmediato éxito.
Por el contrario, las de largo plazo apelan al esfuerzo personal, a la
perseverancia, al respeto a la maduración del deportista, a la
evolución de su naturaleza. Sus métodos se adaptan a las necesidades
que va presentando el individuo, respetando la naturaleza de los
frutos duraderos, según el talento personal y su implicación en el
proceso de entrenamiento. Los primeros son jugadores de 5 años y los
segundos son de 15 años... de vida deportiva.

• La estimación que hacen en su cultura del proceso de entrenamiento


como optimizador del rendimiento del equipo. Esta dimensión
cultural implica al jugador en su propio proceso de formación o le
induce a perm anecer al margen. Aquellas culturas que dan prioridad
al talento y consideran que «solo el que vale puede» desestiman el
proceso de entrenamiento, sino totalmente, lo suficiente para crear un
ambiente de comunicación no positivo durante el entrenamiento, y
solo aceptan positivamente el juego real. Por su parte, otras culturas
dan prioridad al trabajo y estimulan el esfuerzo para conseguir logros
—que serán tanto mejores cuanto más talento tenga el jugador—,
pero siempre concillándolo con el trabajo, con la exigencia del
entrenamiento. Los sujetos de esas culturas siempre quieren aprender,
esperan que entrenar les proporcione esa optimización continua que
ellos desean. Estos individuos participan activamente en el proceso
de entrenamiento, aseguran el éxito de cualquier propuesta que se les
proponga y dinamizan el grupo estableciendo altas cotas de
comunicación con todos los compañeros.

Esos aspectos comunes deben ser el objetivo del entrenador ya desde la pretem ­
porada, Broome (1991) (307) la llamó tercera cultura, pues debe englobar todos
los elementos comunes de las diferentes culturas armonizándolas de un modo
coherente durante los primeros entrenamientos y actividades del equipo. Podrá
hacerlo por medio de las siguientes estrategias, incluidas principalmente durante
el juego libre en los primeros entrenamientos y partidos de pretemporada.

• La bipolarización es la implicación m otriz alternativa que propone


una observación m utua entre los jugadores. Después de un tiempo
de juego en una demarcación, yo voy a jugar donde tú lo has hecho, y
tú lo harás donde yo y como yo lo he hecho.

0 El efecto nivelador es utilizado por el entrenador cuando entre


jugadores próximos uno siempre lleva la iniciativa comunicativa
coartando la de los otros. Su mediación propone que la iniciativa se
alterne entre los diferentes jugadores de esa zona del campo, haciendo
rotar esa responsabilidad entre todos y favoreciendo así la gestión de
las relaciones interpersonales entre todos los jugadores.

e La sublimación del compromiso es la tercera posibilidad de que


dispone el entrenador cuando un determinado jugador continúa
defendiendo una línea comunicativa pese a ser evidente que le
conduce al fracaso («¡Es que no me entienden!»). Deberá apelar al
compromiso que cada jugador tiene respecto al grupo para que el
grupo aprenda de él, pero él también aprenda del equipo, no en el
enfrentamiento sino en la sublimación de los valores y criterios del
grupo, y no se sienta rechazado.

Por todo lo expuesto, podemos concluir que la optimización de la estructura so-


cioafectiva es un objetivo diferenciado de los DE y el entrenador que no tenga en
cuenta esta dimensión está condenado al fracaso en la mayoría de casos. Todo
equipo necesita de esa sensibilidad común respecto al compañero, ser un lugar
donde el talento personal esté al servicio del grupo, donde el éxito y el fracaso
sean de verdad logros del equipo, así como su felicidad.
211
la organización
temporal
integrada de las
cuatro estructuras
Entendemos planificar como el conjunto de
presupuestos teóricos que realiza el entre­
nador y que incluyen la descripción, previ­
sión, organización y diseño de cada uno de
los episodios de entrenamiento, así como
disponer los medios de análisis y control
necesarios para modificar estos episodios
con el objeto de lograr la optimización de
los jugadores.
Joan Solé i Foríó Francisco Seirulio Vargas
282

la planifica
lanificar una práctica deportiva supone elaborar un plan para lograr obje­

P tivos en el deporte que se practica. Exige realizar ciertas predicciones ba­


sadas en la experiencia y conocimientos del entrenador comprometido, así
como establecer unos objetivos acordados entre entrenador y entrenado. Para los
DE que son objeto de este trabajo debemos incluir en este contexto al club al que
pertenece ese equipo. Esta institución deberá responsabilizarse de la realización
previa de un proyecto deportivo propio que incluya —entre otras cuestiones-
aquellas que inciden de m anera sustancial en la planificación deportiva del equi­
po que representa al club en cuestión. En la Figura 54 vemos cómo la planifica­
ción es consecuencia de las premisas del proyecto del club. Este deberá componer
el equipo que lo representará en una determinada especialidad y en un concreto
nivel y categoría de competición.

De acuerdo y en concordancia con ello, propondrá los objetivos reales que el club
tiene proyectados y cuya consecución espera en un tiempo determinado. Se com ­
prometerá de la misma forma a aportar ios medios que el entrenador conside­
re imprescindibles para entrenar de la forma que estime necesaria. Desde estas
premisas, el entrenador deberá identificar las necesidades de optimización de su
equipo para afrontar el nivel de competición que cree que será necesario para
lograr los objetivos. Hasta este m omento siempre nos hemos movido en el campo
de las intenciones, pero la realidad comienza con las condiciones que la competi­
ción impone, por un calendario en su mayor parte prefijado. En este punto (parte
inferior Figura 54) la planificación que realizan el entrenador y sus ayudantes
debe satisfacer tanto las necesidades de su equipo como las exigencias de la com ­
petición, y así hacer posible el logro de los objetivos.
figura 54. La planificación como proyecto de un club

LA PLANIFICACIÓN COMO CONSECUENCIA DEL PROYECTO

APORTACIÓN DE LOS MEDIOS


CONFORMACIÓN DEL EQUIPO NECESARIOS PARA EL ENTRENAMIENTO PROPUESTA DE LOS OBJETIVOS
(al entrenador y ayudantes)

Necesidades de optimización El entrenador según estos medios, Condiciones impuestas por el


del equipo necesidades y condiciones calendario de competiciones
confeccionará la

PLANIFICACIÓN

Para hacer posible el logro de los objetivos


Como se ve, en este nivel las relaciones son recíprocas, la planificación satisface
las necesidades de los componentes del equipo, lo que influye a su vez en los
contenidos a planificar. Lo mismo ocurre en las otras líneas de actuación, lo que
hace de la planificación un proceso inacabado en continua transformación que el
entrenador debe controlar y resolver.

Bajo esta perspectiva, podemos definir la planificación como: «El conjunto de


presupuestos teóricos que realiza el entrenador y que incluyen la descripción, pre­
visión, organización y diseño de cada uno de los episodios de entrenamiento que
luego realizarán los jugadores en ese m omento concreto de su vida deportiva en
que pertenecen a su equipo; así como disponer los medios de análisis y control
necesarios para modificar estos episodios con el objeto de proporcionar un pro­
ceso de entrenamiento cada vez más adecuado para lograr la optimización de
los jugadores, cosa que les perm itirá obtener los resultados deseados de manera
ininterrumpida en la competición en la que están implicados.»

A continuación, explicaremos los conceptos más relevantes que implica esta


definición:

• Los presupuestos teóricos nos indican el carácter de lo descrito en la


planificación para prefijar las condiciones de la posterior práctica en
los entrenamientos.

0 Llamamos a cada parte del entrenamiento episodio, pues no solo debe


contemplar los ejercicios prácticos sino tam bién cualquiera de los
demás actos del entrenamiento que simulen las condiciones de la
competición y otros aspectos que ocupan el tiempo del entrenamiento
(reuniones, test, etc.).

* La vida deportiva será descrita más adelante.


• El deseo de perm anecer en un estado de alto rendimiento de manera
ininterrumpida tiene como objetivo respetar su deseada larga vida
deportiva, así como asegurar su participación en el juego a lo largo de
toda la tem porada alejado de situaciones lesivas.

características de la
De todos es conocido y aceptado que, según la teoría general del entrenamiento
(TGE), la cuantificación y orientación de los componentes de la carga por pla­
nificar concuerdan con las variables establecidas para los deportes individuales
(Figura 55. a.). Y así se han utilizado durante años tanto en deportes individuales
como de equipo. La imagen de la pirámide es una constante en la iconografía
de la TGE. En su base amplia se utilizan las condiciones básicas que esa clase de
deporte exige, para construir sobre ellas —desde lo genérico y cuantitativo— los
distintos niveles de sucesiva especialización que culminan en lo cualitativo-espe-
cífico. Todo ello entendiendo que esa «progresión» es posible gracias a procesos
de «transferencia» desde lo genérico a lo específico en cada uno de los sucesi­
vos niveles a lo largo del proceso de planificación. Entrecomillamos progresión
y transferencia para indicar nuestra postura, que consiste en negar la validez de
estos conceptos para los DIEC.

Por el contrario, en los DIEC disponemos de otra imagen para identificar la se­
cuencia dinámica de los componentes a planificar, que parte de una reducida área
de elementos altamente seleccionados —específicos y cualitativos— y centrados
en el HD, que tendrá que optimizar ciertos componentes de sus estructuras m e­
diante bucles de interacción entre todos esos tipos específicos de componentes.
Esta concepción determ ina las condiciones de práctica que debemos planificar,
claramente diferenciadas de las que proponen los deportes individuales (Figura
55. b.). Por ello, la planificación de los DE tiene unas características distintas. Así,
287
la organización temporal integrada de las

deberá ser: interpretación desde el paradigma de la complejidad. Aparecen en consecuencia


Única: Determ ina la necesidad de una unidad paradigmática que dé metodologías diferentes, propuestas de tareas distintas y criterios de evaluación
soporte al deporte de equipo (DE). Entendemos que debe ser el paradigma de altamente diferenciados de los de las teorías de entrenamiento para los deportes
la complejidad que parte y se explica por medio del pensamiento sistémico. De­ individuales (DI).
bemos aceptar que los acontecimientos del juego son interdependientes y dejan
la puerta bien abierta a lo impredecible y el azar, por ello son complejos. Esto Específica: Propia identificativa de los DIEC y concreta para cada
implica la necesidad de una unidad prescriptiva que determine el lenguaje de deporte, pues dependerá, entre otras cuestiones, de que se tiene menos tiempo
comunicación entre los entrenadores y los jugadores para no incurrir en errores para entrenar porque se compite más. El estado de cada jugador es un enigma,
conceptuales que puedan interpretarse desde el paradigma clásico dominante en y además deberá interaccionar con el estado de forma del resto de jugadores del
el deporte. Así convenimos una nueva unidad terminológica identificativa de la equipo. Este estado de rendim iento colectivo no asegura un resultado positivo en

figura 55.a. Cuantificación y orientación de los componentes de figura 55.fi. Cuantificación y orientación de los componentes de la
la carga en los deportes Individuales carga en los deportes de equipo

DEPORTE INDIVIDUAL DEPORTE COLECTIVO

Bucles de carga que se retroalimentan logrando


la optimización de lo cualitativo y específico a lo
largo del proceso de entrenamiento

CUALITATIVO Y
ESPECÍFICO

Á Soporte condicional de carácter


genérico y cuantitativo
LA BASE
L
la competición. Su nivel de especificidad dependerá del nivel de ejecución de las
técnicas específicas de su especialidad que tengan los jugadores tanto como de los
sistemas de juego que proponga el entrenador.

Personalizada: que no individual, pues en estos deportes los episodios


de entrenamiento se diseñan generalmente para grupos más o menos num ero­
sos. La personalización es posible cuando los aspectos de la planificación pueden
acoger los conceptos de vida deportiva, talento y nivel de integración. La planifi­
cación debe respetar el tiempo necesario para la conformación de las conexiones
intersistémicas que conforman la totalidad de las estructuras que componen el
HD. Estas tienen lugar durante el tiempo que permanece en una suficiente y sig­
nificativa práctica deportiva. Es su vida deportiva. Todas sus vivencias en ciertos
entornos conforman huellas de acceso a su m om ento presente mediante la opti­
mización de los diferentes sistemas más o menos implicados en las prácticas vi­
vidas. En este punto conectamos el talento del jugador. El talento es para muchos
una cierta predisposición genética que facilita sobremanera la realización a muy
alto nivel de una actividad. En el deporte aún está más generalizada esta creencia.
La epigenética está demostrando que ciertas vivencias, huellas de acceso específi­
cas, pueden activar ciertos genes que de otra m anera no se habrían manifestado.
Por lo tanto, el talento no solo es genética sino también epigenética; depende de
las condiciones de vida mantenidas en el tiempo, que proporcionan un enriqueci­
miento del genotipo y ofrecen un genotipo diferente consecuencia de esas especí­
ficas condiciones vividas. Por este motivo la planificación deberá incluir prácticas
específicas de forma masiva, para que su epigenética haga también su aporte al
genotipo del deportista y muestre todo su potencial. El entrenador utilizará y
planificará estrategias organizativas donde los talentos puedan florecer. Así:

• No hablará de oportunidades de futuro sino de su eficiencia de hoy.

• Respetará el pensamiento independiente y las ideas del jugador.


• Liberará al jugador de la mayor cantidad posible de obligaciones evita­
bles, m anteniendo el compromiso con el trabajo creativo con el que se identifique.

® Fomentará en su entorno de prácticas la variedad, disponibilidad y es­


fuerzo como los valores capaces de modificar los escenarios competitivos favora­
bles para él y su equipo.

® Potenciará su liderazgo proponiendo transformaciones en la organi­


zación del equipo sin que él pueda sospecharlo y así dé lo mejor de sí mismo.

• Logrará que su crecimiento competitivo sea sostenible utilizando he­


rramientas empáticas para consolidar la confianza recíproca talento-equipo.

® Desterrará el letargo, la soberbia, la timidez y la falta de esfuerzo por


confiar demasiado en el talento.

Para que la planificación sea personalizada ahora solo falta que atendamos al nivel
de integración de ese determinado jugador en el entorno competitivo en que par­
ticipa su equipo, a su nivel de comprensión del juego, que le perm itirá entrenar y
competir con la exigencia que su entrenador estime necesaria en ese m omento de
su vida deportiva y de su socioafectividad.

la finalidad de la
En conclusión, planificar es un proceso sistemático de desarrollo e implementa-
ción de planes de actuación (episodios de entrenamiento) que realizan el entre­
nador y su equipo técnico para alcanzar los objetivos previstos. Precisa de acción
unificada, esfuerzo y conocimientos compartidos para diseñar con los medios
disponibles unos planes de entrenamiento eficaces y eficientes. Para ello deberán
tener presentes como guía los objetivos definidos en el proyecto, que deben di­
ferenciarse de los buenos propósitos que algunos entrenadores y otras personas
—aficionados, directivos— se hacen al iniciar la tem porada o durante la misma.
Estos propósitos, si los hubiera, no deben generar conflictos, han de ser compa­
tibles con los objetivos para no influir en el equipo y la planificación propuesta.
Es indispensable una buena conexión con el entorno específico del club, así como
con los niveles de competencia supuesta y contrastada de los demás equipos, para
determ inar la propia competencia. Se evitar así la sobrestimación del valor y los
recursos de nuestra plantilla de jugadores.

El entrenador y su equipo técnico deberán:

» Aplicarla para identificar y eliminar en lo posible las deficiencias del


equipo.

• Tener la flexibilidad suficiente para adaptarse a las situaciones cam­


biantes e inesperadas que aparezcan a lo largo de la tem porada
de competiciones.

• Obtener los medios necesarios para m edir su efectividad y validez en


la identificación de los objetivos y propósitos que en mayor o menor
medida se obtengan.

• Ser autocríticos y tener posibilidades de aplicar nuevas ideas o


procedimientos, tanto en los entrenamientos como en la competición.

« Tener claro que la finalidad de la planificación es la optimización de


los jugadores del equipo, pues son los que propician el logro de los
objetivos del club.

® La planificación deberá obtener la estabilidad de las expectativas que


sobre el desempeño del juego tiene cada jugador, mostrándole que
solo las logrará en el seno del equipo.

La Figura 56 muestra estas finalidades.

figura 56. Finalidad de la planificación deportiva

FINALIDAD DE LA PLANIFICACIÓN

El deportista busca la

Para comprender y amar el juego


el proce ¡o I
El entrenador —o, en su caso, el equipo de entrenadores— se enfrenta a la realiza­
ción de un proceso sistemático y continuo (temporizado) para intentar lograr los
objetivos del equipo. Se trata con ello de conformar los episodios de entrenam ien­
to diario y ajustarlos a las competiciones que el equipo debe afrontar a lo largo de
la temporada. Para ello deberá ser riguroso al temporizar la ejecución de las tareas
teóricas y prácticas de periodización, de ciclización, de programación, de diseño,
de práctica, de evaluación y de control.

la periodiza n 5 °

Las tareas de periodización son de alto valor informativo teórico, pues con ellas
se determinan:

a) Los parámetros estructurales

Estos parámetros estructurales deberán —en lo posible— permanecer fijos a lo


largo de la tem porada para compatibilizar los días de entrenamiento con el calen­
dario de competiciones y poder distribuir los contenidos a entrenar durante los
microciclos semanales. También se fijarán el resto de compromisos y competicio­
nes de otro tipo que tendrá que afrontar el equipo. Estarán consensuadas por los
técnicos y directivos responsables del equipo para ajustarlas a los compromisos
organizativos de las distintas competiciones en que se participe. Para ello se di­
vidirá la tem porada en las fases de pretemporada, competición y transición, que
deberán ajustarse al calendario y fechas conocidas de las competiciones. Aten­
diendo a la teoría del entrenamiento estructurado (EE) se definirán en cada una
de ellas las características de la carga y otros contenidos específicos que servirán
de guía para realizar las demás tareas del proceso.

b) Los elementos identificadores del juego

Se propondrán los elementos identificadores del juego que se quiere desarrollar


durante los partidos, que deberán otorgar la personalidad deseada al juego del
equipo. Estos son, al menos:

® Los elementos y características de comunicación interpersonal que se


deberán dom inar para obtener la organización y autoorganización del
equipo, cuando se dispone del balón y cuando no es así.

• Identificar, definir y consensuar alternativas didácticas para adquirir


estos conceptos en los momentos de práctica específica en cada sesión.

• Determinar la elección de los jugadores que se consideran más eficaces


para desempeñar esas funciones específicas en los partidos.

® Definir los m omentos y medios de control y evaluación de estos pará


metros para que tanto los jugadores como los técnicos los identifiquen,
requisito para la renovación y bienestar del equipo.

Para la mayoría de deportes en nuestra latitud las competiciones tienen lugar de


septiembre a junio. Dejamos parte de junio y julio para la fase de transición, que
incluye la recuperación y las vacaciones; mientras que agosto es la pretemporada.
Luego, según el calendario oficial, cada deporte ajusta los días al concreto calen­
dario de competiciones y torneos. La categoría en que milite el equipo y su nivel
cualitativo modificarán relativamente las duración de las distintas fases en cada
temporada, siempre m anteniendo fija necesariamente la fase de competición.
294

la eieliza
La ciclización añade a lo periodizado la configuración de los diferentes ciclos en
cada fase. En el EE que defendemos como teoría específica para los DIEC, los mi-
crociclos constituyen la unidad funcional de la ciclización. Son los responsables
de que la Teoría del EE sea distinta a otros modelos de entrenamiento utilizados
en los deportes individuales. En el EE la ciclización se plantea por microciclos
estructurados (ME) que se ajustan a la semana del calendario, por lo que van de
lunes a domingo durante todas las fases de la temporada. Su compromiso consiste
en poder program ar cíclicamente los contenidos, la orientación de la carga y su
cuantificación para diferenciarlos y ajustarlos a los objetivos de cada fase. Los
de la fase de competición podrán asumir uno o dos días de competición dentro
del ME comprometiéndose a obtener un estado de forma suficiente para lograr
los objetivos y a mantenerla a lo largo de toda la fase de competición. Esto se
consigue ajustando ciertas interacciones entre los componentes de la carga de los
microciclos estructurados sucesivos, que conforman relaciones complejas especí­
ficas entre ellos, donde lo significativo y diferenciador es que:

© Nada es «más importante que...».

® Lo cualitativo es recursivo de lo específico.

* Los contenidos específico-cualitativos que conforman la carga satisfacen


tanto las necesidades individuales como las del equipo, gracias al diseño de las
SSP como elementos de las sesiones de cada ME.
® Ante la aparición de ciertas situaciones no deseadas o imprevistas (elimi­
nación de una competición, un viaje contrariado, etc.) permite ofrecer inm edia­
tamente alternativas de cambio en los contenidos y su dinámica de cargas.

• Se podrán descubrir sinergias entre los elementos que los conforman.

Todo esto es posible porque solo se program an y diseñan, ya desde la pretem po­
rada, 3 microciclos estructurados. Al term inar la práctica del prim ero de ellos, se
conformará -—según lo obtenido y consensuado— otro nuevo que será el 3o de un
nuevo ciclo de 3. En este momento también se pueden incluir las modificaciones
necesarias en el diseño de cualquiera de los microciclos estructurados interme­
dios, que ahora corresponderán al I o y 2o del nuevo ciclo de 3. Cada 3 microciclos
estructurados constituyen una m icroestructura dinámica que nos perm ite selec­
cionar los contenidos del entrenamiento más adecuados a la realidad del equipo
y el momento de la competición.

La Figura 57 nos indica la distribución de los volúmenes de las tres clases de


carga que conforman el ME de pretemporada y su relación con la intensidad, así
como su distribución en cada día de la semana, siempre que no haya partidos en
este prim er ME. El % se conocerá y ajustará a las características de los jugadores.
Se irá incrementando o disminuyendo a lo largo de los sucesivos ME de la fase
según las posibilidades de entrenar que tenga el equipo, la experiencia de los en­
trenadores, los medios de control de la carga de que se disponga y el carácter de
las competiciones en que se participe.

En las Figuras 58. a. y 58. b. se muestra el ME de las primeras semanas de la fase


de competición.

Los tres tipos de ME que se desarrollan y combinan en la pretemporada son:


microciclo preparatorio, transformación dirigido y especial. Sus principales ca­
racterísticas se describen a continuación.
figura 58.a. Estructura del microciclo estructurado de las primeras semanas de la
fase de competición. R: bloque de recuperación (carga general), BT: bloque temporada
(puede ser sustituido poruña competición), VTT: indica el Volumen de Técnica y Táctica,
P: partido de liga oficial (sábado o domingo), I: indica la Intensidad con que se aplican
los contenidos de cada curva y VCG: indica el Volumen de Carga Genérica

MICROCICLO ESTRUCTURADO DE LAS PRIMERAS SEMANAS DE FASE COMPETICIÓN

1a Semana
figura 58.fi. Estructura del bloque temporada. BT: bloque temporada
(puede ser sustituido por una competición)

BLOQUE TEMPORADA
A
£CD=
E
=3 D T
microciclo preparatorio

Tiene como principal finalidad incidir en la adquisición de la forma general del


jugador. Por esta razón, se caracteriza por un predominio de las sesiones de ca­
rácter genérico y general. O tra peculiaridad que lo define es su dinámica de carga,
donde prepondera el volumen sobre la intensidad. Es un microciclo de naturaleza
básicamente extensiva. Siguiendo los principios de la microestructura, en los pri­
meros días de la semana se concentran los porcentajes más elevados del volumen
y en los últimos, los menores. El aspecto cualitativo de la carga, la intensidad,
muestra un comportamiento totalmente inverso al volumen y adquiere su máxi­
ma expresión al final del microciclo. Es importante recordar que en este tipo de
deportes la forma de controlar la intensidad es a través del nivel de especificidad
de las tareas. Controlar la carga fisiológica es algo importante y que debe hacerse,
pero debe relegarse a un segundo plano.

microciclo de transformación dirigido


Sirven para iniciar el desarrollo del estado de forma específica del jugador. Por
esta razón, preponderan las tareas de carácter específico, pero siempre conside­
rando que es el prim er escalón de aproximación para la adquisición de la forma
específica. Como el preparatorio, muestra una naturaleza extensiva donde el vo­
lumen adquiere un gran protagonismo. El MTD se caracteriza por un predominio
de las sesiones de naturaleza general y dirigida. Este tipo de microciclo se ubica
en la prim era fase de la pretemporada, después de los preparatorios. También en
fases donde la liga se interrum pe por compromisos de la selección, etc.
microciclo de transformación especial

Este tipo de microciclo completa el desarrollo de la forma específica del jugador


iniciada mediante los MTD. Presenta características similares al anterior, pero en
este caso predom inan las tareas de carácter especial. Así, se remarcan las tareas
de táctica individual donde la toma de decisión adecuada determina el cumpli­
miento del objetivo. A diferencia de los anteriores, su carácter es más intensivo
que extensivo. El volumen general disminuye de forma m oderada y la intensidad
se incrementa, lo que comporta que las sesiones sean más cortas, pero de mayor
intensidad. Se ubica a finales de la pretemporada o al inicio de la fase competitiva.
También se puede presentar en el transcurso de la liga cuando el nivel del equipo
adversario es muy superior o inferior al nuestro.
tT u
En la fase de competición (liga), se diseñan los ME de mantenimiento y compe­
tición.

microciclo de mantenimiento
Este tipo de microciclo se ubica en la fase de competición regular (liga). Busca
que el equipo entre en el estado de alta forma, caracterizado por ser capaz de
conservar un alto nivel de rendimiento durante todo el periodo competitivo. Este
objetivo se consigue aplicando una dinámica de cargas que viene definida por
una relativa arm onía entre el volumen y la intensidad. El aspecto cuantitativo
de la carga predom ina a principios de la semana y el cualitativo, durante el resto.
Una de sus principales peculiaridades es que predom inan las cargas de carácter
competitivo y de descanso-regeneración. A la vez, se intenta cuidar el necesario
equilibrio que debe existir entre la forma general y la específica para poder man-
tener un elevado nivel de rendimiento durante el largo calendario competitivo.

Busca que el equipo entre en un estado de forma óptimo. Generalmente, el equi­


po técnico se plantea este objetivo cuando debe afrontar semanas donde se ubi­
can partidos de gran importancia, por ejemplo, la fase de play-off para el título
o cuando hay dos partidos oficiales en un mismo microciclo. Así, su principal
característica es el notable predom inio de cargas competitivas (oficiales) y de se­
siones regenerativas. Se trata de un microciclo en que la intensidad predom ina
claramente sobre el volumen.

Se establecen diferentes formatos de MC en función de los días de la semana en


que se ubican los partidos. Las posibilidades son múltiples y varían en función del
tipo de deporte y del momento de la temporada, pero las formas más frecuentes
son las siguientes: El MC I se utiliza con frecuencia en los equipos que compiten
en dos o tres competiciones regulares, por ejemplo, liga europea y nacional; los
partidos también se pueden ubicar el martes y el sábado. En cambio, el MC II res­
ponde a la fase de play-off para el título o fase final de la Copa del Rey en deportes
de campo pequeño (waterpolo, baloncesto...).

La programación es el momento de la planificación en que se deben tomar de­


cisiones sobre cómo entrenar las cosas que previamente se ha decidido que son
necesarias para lograr los objetivos y el éxito del equipo. El EE utiliza formas de
conformar los programas de entrenamiento de las cualidades muy alejadas del
entrenamiento tradicional (ET) (Figura 59). Lo que proponemos no es solo un
caprichoso cambio de nombre respecto de las propuestas del ET. Debemos enten-

figura 59. Diferencias entre el entrenamiento tradicional y el entrenamiento estructurado

LA PROGRAMACIÓN
ENTRENAMIENTO TRADICIONAL
Deportes individuales

PROGRAMAS

Que se desarrollan por medio de Que se conforman por medio de


SISTEMAS DE ENTRENAMIENTO SECUENCIAS CONFORMADORAS
compuestos por sucesiones de compuestos por sincronía de
EJERCICIOS SITUACIONES SIMULADORAS PREFERENCIALES
que se practican siempre en condiciones que se practican en condiciones de
determinadas prescritas por los sistemas variación y variabilidad

Son sucesiones lineales de ejercicios más o menos Son secuencias de situaciones simuladoras
específicos para la mejora de las capacidades del preferenciales en interacción para optimizar las
deportista estructuras del deportista
der que si hacemos algo diferente no podemos llamarlo de la misma forma, pues
crearíamos una confusión.

Un programa de entrenamiento tradicional que pretenda mejorar una cualidad


del jugador (HD) con sus propuestas parte de creencias como:

Se le suponen al jugador unas condiciones conocidas y estables sobre


una cualidad, que se observan por medio de algún test o prueba «científica». Sin
embargo, sabemos que el HD —como estructura disipativa compleja— no dispo­
ne de capacidades estables ni a largo ni a medio plazo, sino que están sometidas
a continuas fluctuaciones dentro de un determinado rango de inestabilidad diná­
mica, lo que invalida tales pruebas para estos fines.

Se estima que es mejor entrenar más y más lo que resulta válido para
mejorar una cualidad. No obstante, sabemos que las estructuras disipativas tienen
una altísima sensibilidad a los «cambios cualitativos», lo que hace innecesarios
los grandes volúmenes de entrenamiento de una cualidad, por im portante que
creamos que es.

Se proponen cargas y contenidos según las necesidades de la compe­


tición más próxima y de los resultados deseados. Sin embargo, sabemos que esas
cargas y contenidos tienen relevancia en el HD cuando se aplican atendiendo al
momento de su vida deportiva, lo que deberá tenerse en cuenta si se quiere ser
eficiente en la elección de esos contenidos para que sean adecuados al HD y no
sujetos al resultado necesario como objetivo...

Se utilizan unos programas, sistemas y ejercicios, y solo estos, pues


son los «buenos» que conoce el entrenador para esta o aquella cualidad. Sin em­
bargo, no cabe duda de que solo la variación propicia la optimización del HD en
cualquiera de sus estructuras.
Por estas razones no se utilizan en el EE los programas tradicionales de entrena­
miento, sino las que llamamos estrategias organizativas, que se fundam entan en
los mencionados aspectos que las ciencias de la complejidad otorgan a la funcio­
nalidad del HD, por lo que:

No se acepta:
-La progresión lineal de las mejoras.
-Que lo cuantitativo sea determinante para esas mejoras.
-Que cualquier HD puede asimilarlo todo, sino que se tienen en cuenta los ante
cedentes y el momento de su vida deportiva.

M ientras que sí se acepta:


-La imposibilidad de que existan propuestas idénticas de forma continuada.
-La discontinuidad de la carga como fuente de variedad.
-La autoexigencia como alternativa a la obligatoriedad de una propuesta y su
práctica.
-Y otras cuestiones que se desprenden de las conjeturas sistémicas que las estraté­
gicas contemplan y cumplen.

En consecuencia, consideramos que los programas son sucesiones lineales de


condiciones cerradas, definidas, progresivas y maximizadoras que atienden a m o­
delos de supuesta validez universal. Por el contrario, las estrategias son interacti­
vas y abiertas, logran la optimización mediante la variación, no maximizando una
funcionalidad de referencia en el jugador (HD). A esto se debe que las estrategias
perm itan la interacción con el entorno a tres niveles:

Nivel proximal, para solventar las necesidades actuales del equipo.


Logra la optimización deseada y ajustada por la periodización.

Nivel intermedio, cuando ajusta estos logros a las posibles alteraciones


que el equipo contrario pueda interponer en el siguiente encuentro.
■ ?.: :

Nivel final, que puedan ajustarse a las necesidades que se cree que van
a ser imprescindibles para jugar en el futuro, cuando estará implicado en un juego
diferente como consecuencia de nuevos conocimientos e investigaciones.

De esta forma, se propicia la programación de las secuencias conformadoras, que


por estos motivos se diferencian en gran medida de los sistemas de entrenam ien­
to de los deportes individuales (y de algunos de equipo que aún lo hacen según los
preceptos que propone la TGE). El EE sustituye estos principios establecidos por
las conjeturas sistémicas (CS), que aportan conceptos a la práctica conformadora
que atienden a la complejidad de los DE, a las condiciones del entorno compe­
titivo en que interactúa el HD y a su complejidad. Así, logramos identificar las
conjeturas de:

Eficiencia sincrónica: propone el compromiso de identificar hasta


cuándo una —o un grupo de— secuencias conformadoras m antienen el efecto
optimizador para el que se conformaron al aplicarlas sobre el mismo grupo de
jugadores.

Conformación intrasistémica: existe la posibilidad de que al optimizar


un sistema de una estructura del jugador pueda producirse simultáneamente una
autooptimización de otros sistemas de la misma o de otras estructuras. Si es así,
hay que aprovecharlo y elaborar sesiones desde esta conjetura.

Utilidad y eficiencia temporal. Debemos saber cuánto tiempo de la se­


sión se debe invertir para optimizar un determinado sistema de cierta estructura
para poder ser eficientes temporalmente.

Hologramática. Presenta la exigencia de que cada unidad de entrena­


miento —sucesión de secuencias conformadoras— contenga la representación de
todos los atributos del acontecimiento del juego que se quiera optimizar en ese
entrenamiento.

Sinergética. Propone practicar diferentes combinaciones de conteni­


dos de las secuencias conformadoras de las estrategias organizativas de los ME
hasta encontrar efectos sinérgicos entre ellos.

Idoneidad. Las SSP han de ser compatibles y casi idénticas a las situa­
ciones de interacción de los acontecimientos del juego que queremos tener como
imagen de nuestro equipo en el campo.

Recursividad. Lo cualitativo ha de ser recursivo de lo específico, am­


bos en una interacción sincrónica, en todos los diseños de sesión por medio de
SSP.

Todas las estrategias organizativas que se program en estarán de acuerdo con algu­
na de las conjeturas o con varias, y nunca podrán ir en contra de ninguna.

eldiseio
Llegamos así a la parte de realizar el diseño de la sesión. Diseñar supone dar la
forma deseada a las situaciones de entrenam iento que presentaremos a los HD.
Aquello «que pueden hacer» en esa concreta sesión. En el EE, desterrando los
ejercicios tradicionales, los entrenadores proponem os las situaciones simuladoras
preferenciales (SSP) para simular de m anera preferente un solo componente del
juego, que será el único objetivo de la sesión. Este aspecto constituye característi­
ca específica del EE por presentar ese concepto del juego bajo las condiciones de
práctica variada con secuencias conformadoras. Solo así todo practicante podrá
ensayar ese elemento en las alternativas habituales de la variedad e interacción
que se ajusten a las condiciones del juego. De esta forma facilitamos —com o nos
enseñan las neurociencias sobre la conformación de redes corticales— el logro de
unidades de conocimiento que se constituirán en memoria junto con todos sus
atributos asociados, consecuencia de las condiciones de práctica propuestas por
las SSP. Como componentes de las secuencias conformadoras, perm iten practicar­
en distintos niveles de aproximación a la complejidad del juego. Desde el gene­
ral, que solo dispondrá de aquello distintivo del entorno al movimiento, acción
del juego específico que se propone como objetivo, pasando alternativamente por
aproximaciones dirigidas o especiales —según se le vayan asociando atributos
específicos en variabilidad—, hasta la globalidad del juego mediante la aproxi­
mación competitiva focalizada. En cada sesión utilizaremos dos niveles de apro­
ximación como máximo, así quedará concretado en el diseño de los microciclos
(ME). Asimismo, debemos cumplir con alguna o varias de las conjeturas sistémi-
cas, cerrando el círculo de los componentes teóricos de la planificación, pues a
partir del diseño ya podemos iniciar la práctica de estas SSP durante las distintas
sesiones de los ME planificados según las conjeturas del EE.

Tanto la práctica como la evaluación y control del entrenamiento que completan


el proceso de planificar se estudiarán en el capítulo 8 de este libro.
inserción de la
acción preventiva
en el proceso de
entrenamiento
Dejemos de hablar de plan preventivo y ha­
blemos de entrenamiento. Si lo preferimos,
podemos incluso hablar de entrenamiento
optimizador-preventivo.
Daniel Romero Rodríguez
L
a idea de un plan de prevención ha estado apoyada frecuentemente en mo
délos establecidos, como el de Van Mechelen (1992) (308), posteriormente
modificado por Van Tiggelen (2008) (309). Dentro de estos modelos se
han desarrollado intervenciones cerradas tras estudiar la incidencia lesiva, la bio­
mecánica lesional y los factores de riesgo asociados. Las propuestas más seguidas
son las publicadas en revistas de prestigio internacional, aunque dichas publica
ciones tienen el problema de estar sometidas a estrictos controles metodológicos
con la intención de llegar a conclusiones apoyadas en el método científico.

Pero el DIEC resulta mucho más complejo que una o muchas intervenciones
metodológicas de las llamadas preventivas para dism inuir el número de lesiones.
Interesa tener la capacidad de crear tareas que realmente tengan efecto optimi-
zador y preventivo, que lleven al deportista a tener mayor protección durante el
desarrollo de las habilidades propias de su deporte. En este capítulo se preten­
de exponer una metodología de intervención que inserte la intención preventiva
dentro de la complejidad del entrenamiento optimizador del deportista. A pesar
de que dicha propuesta está basada fundam entalmente en la visión estructuralista
del entrenamiento —con orientación también hacia la perspectiva de los sistemas
dinámicos—, veremos que hay niveles de intervención que —relativamente— no
son tan cercanos a dichas ideas, pues es el conjunto de la propuesta lo que hace
que podamos relacionarla con las orientaciones mencionadas.

prevención en situaciones deportivas


continuamente
Vamos a desarrollar en este apartado un tránsito en el planteamiento preventivo
desde los deportes cíclicos hasta los deportes de situación de gran complejidad.
Ai abordar cualquier tipo de deporte hemos de partir de la premisa que el obje-
tivo fundamental de una intervención preventiva es la disminución del potencial
lesivo de los factores de riesgo identificados, y para ello hemos de focalizar el de­
sarrollo de tareas en las estructuras del entrenamiento que más se involucren en
cada especialidad deportiva, tal y como se muestra en la Figura 60.

el deporte cíclico. Las estructuras condicional y coordinativa

Para poder abordar este apartado es necesario perm itim os, en prim er lugar, re­
flexionar sobre la intervención preventiva que podemos desarrollar en los lla­
mados deportes cíclicos. Si pensamos en un análisis de la lesión, veremos que el
mecanismo lesivo corresponde habitualmente a la propia acción deportiva. Pon­
gamos el ejemplo de un maratoniano. En el caso de padecer un proceso degenera­
tivo de un tendón aquileo pensaremos que el mecanismo que le ha llevado a dicha
afección es la acción de correr de una forma repetitiva, aunque esta lesión tiene
también una elevada incidencia en deportes de movimientos complejos (310).
Analizaremos su calzado y su carga de entrenamiento (factores extrínsecos) y
también su morfología y demás factores intrínsecos de la lesión que puedan estar
relacionados (311). En ningún caso pensaremos en la posibilidad de que exis­
ta un factor relacionado con dicha lesión que pueda situarse en causas de tipo
perceptivo o cognitivo. Pensaremos que, posiblemente, se haya producido una
instauración progresiva de fatiga tisular (312), hecho que puede objetivarse a ni­
vel muscular —y, por tanto, a nivel tendinoso— mediante herramientas como la
electromiografía de superficie y la tensiomiografía, ambas con principios de in­
terpretación diferentes.

Una vez contextualizado el deportista y la lesión del ejemplo expuesto, podremos


encontrar bibliografía que nos aconseja desarrollar trabajo de tipo excéntrico de
diferentes características en las lesiones tendinosas crónicas (313, 314), además
de intervenciones terapéuticas de gran actualidad como de la Electrólisis Percutá-
nea Intratisular o EPI® (315, 316). Llegados a este punto y descartando anomalías
de tipo digestivo, horm onal o de índole más sistémica, podremos afirmar que
Estructura Cognitiva

elementos perceptivos

Estructura Cognitiva

augmento elementos perceptivos

Estructura Coordinativa

figura 60. Implicación progresiva de las es­


tructuras del entrenamiento según la especia­
Estruct. Socio-Afectiva
lidad deportiva. Se aprecia un aumento de la
complejidad deportiva a la vez que se muestra
Estruct. Emotivo-volitiva
un efecto sumatorio de las estructuras impli­
cadas en cada uno délos deportes mostrados en todos los casos según deporte y características
psicológicas del deportista

_
el mecanismo lesivo de la lesión comentada es la propia acción competitiva de
correr, y tendremos herramientas de gran consistencia que nos perm iten tratar
esta afección y además prevenirla, tal y como documentan las referencias m en­
cionadas. Cuando hablemos de prevención estudiaremos posibles factores como
el calzado y revisaremos su carga de entrenamiento y competición, y teniendo en
cuenta estos factores diseñaremos una acción preventiva específica para impedir
que el tendón sufra un deterioro que impida su recuperación tras la aplicación de
una carga. Estas consideraciones harán que dicha intervención quede circunscrita
a las estructuras condicional y coordinativa, sin llegar a hacer planteamientos de
mayor complejidad.

el deporte acíclico. Inserción de elementos perceptivos

Progresando en complejidad con relación a la acción deportiva susceptible de


lesión y a la intervención preventiva a diseñar, pensemos ahora en aquellos de­
portes que se desarrollan mediante una acción única aislada (saltos y lanzamien­
tos, especialmente). Tengamos presente, por ejemplo, un saltador de altura. Este
deportista tiene una acción única de aproximación en carrera a la que le sigue la
acción de un salto m uy específico propio de esta especialidad. Está claro que las
situaciones que pueden darse en entrenamiento serán de mayor diversidad que
las que pueden presentarse en el ejemplo del maratoniano, pero determinemos
la acción propiamente competitiva como la causante de una lesión. Por ejemplo,
pensemos en una lesión articular de la rodilla en la acción reactiva del salto (la ex­
tremidad inferior de impulsión realiza un último apoyo y pasa de una acción ex­
céntrica a una concéntrica de la musculatura propulsora, y este hecho se produce
a una gran velocidad de ejecución). Aquí también podremos, igual que en el caso
anterior, pensar en factores extrínsecos e intrínsecos de la lesión, pero cuando los
analicemos veremos que no hay procesos cognitivos presentes, aunque sí pueden
existir factores de tipo perceptivo. Por ejemplo, por el motivo que sea, una mala
disposición del cuerpo respecto al apoyo. Aunque son gestos que están muy auto­
matizados, es cierto que al tratarse de una acción que no es cíclica y que se desa­
rrolla a gran velocidad los factores que pueden intervenir en la lesión pueden ser
más complejos que en el caso de deportes cíclicos como la maratón, a la cual nos
referíamos anteriormente. Este tipo de deporte representa una incursión limitada
pero im portante de la percepción visual y kinestésica en posibles intervenciones
preventivas, hecho que nos obligará a tener en cuenta estos factores en el diseño
de la misma, a diferencia del caso del maratoniano.

velocidad y motor: deportes con gran expresión de elementos perceptivos

Continuemos con nuestra evolución sobre la complejidad lesiva situándonos por


un momento en los llamados deportes de motor. Dependiendo de la modalidad
es de mayor o m enor importancia reflexionar sobre la implicación perceptiva que
tienen: capacidad de reacción, orientación espacial y temporal, mantenimiento de
una buena situación de equilibrio (incluyendo la importancia del sistema vestibu­
lar). Hay especialidades donde existen circuitos cerrados que se intentan memo-
rizar (aunque hay que diferenciar si se desarrollan con o sin espacio compartido),
y hay otras donde los circuitos son abiertos y de gran distancia, imposibles de
programar.

Estos deportes, con respecto a la progresión que estamos desarrollando en este


apartado, si bien no tienen la complejidad de resolución propia de los DE, sí que
tienen de m anera intrínseca una exigencia desde el punto de vista cognitivo y
emocional (situaciones de riesgo físico elevado) que los hace particularmente
especiales. Las acciones de prevención con relación a los mismos están basadas
fundamentalmente en combatir estados de fatiga y evitar lesiones por sobreuso
o de tipo traumático, como las que afectan la cabeza (317), pero difícilmente se
plantean de m anera específica con la intención de reducir riesgos por falta de
atención o concentración. Estos aspectos también son susceptibles de ser trabaja­
dos de m anera específica para cada especialidad deportiva del motor, hecho que
permite pensar en la introducción, aunque limitada, de la estructura cognitiva
tanto a nivel optimizador como preventivo.
el deporte de situación individual. Mayor expresión de los procesos cognitivos
por situaciones continuamente variables
Aumentemos la variabilidad de estímulos con que se puede encontrar un depor­
tista. Por ejemplo, un deporte de situación, aunque sea individual: el tenis. Es evi­
dente que las lesiones que se producen en este deporte son de mayor diversidad
que las que se sufren en las especialidades deportivas comentadas con anteriori­
dad, al menos desde el punto de vista del mecanismo lesivo. Podemos afirmar que
las zonas más expuestas a lesiones por sobreuso son las ubicadas en la extremidad
superior y el tronco (318), y a este hecho hemos de asociar la existencia de gestos
«parecidamente» repetitivos (como, por ejemplo, el golpe de derecha y el servi­
cio, no solo en competición sino especialmente en entrenamiento). Si asociamos
la teoría de la complejidad al tenis, veremos que se trata de un deporte donde
hay m ultitud de desplazamientos diferentes provocados por la interacción con un
oponente y la existencia de un objetivo a dominar, que es la pelota. Las situacio­
nes que se producen son impredecibles, se trata de un entorno cambiante donde
la articulación glenohumeral, por ejemplo, sufre infinita diversidad de esfuerzos
con situaciones articulares (rango de movimiento) y musculares (inhibiciones y
activaciones de musculaturas profundamente relacionadas entre ellas) que tienen
la particularidad de ser irrepetibles. Teniendo esto en cuenta, es importante en­
tender cómo hemos avanzado en la complejidad lesiva.

En relación con lo anterior, podemos afirmar que una de las zonas que alberga
mayor incidencia lesiva en los tenistas profesionales es el hombro, siendo una
de las lesiones importantes el llamado SLAP (superior labral tear from anterior
to posterior) (319), afección articular por deterioro del rodete glenoideo debida,
entre otras cosas, a grandes cargas de torsión en el anclaje posterior del bíceps
braquial. Si queremos establecer una intervención sobre este problema no podre­
mos provocar tan solo acciones cerradas a determinados grados articulares, sino
que deberemos idear situaciones que lleven a las adaptaciones deseadas a nivel
articular, muscular y ... neuronal.
Y es tras esta última reflexión donde encontramos la evolución en las estructu­
ras que hemos de trabajar a nivel preventivo. De esta manera, desde el punto
de vista condicional, será importante crear ciertas adaptaciones a nivel tisular, y
tam bién trabajaremos la estructura coordinativa en busca de mejores ubicaciones
corporales en los golpeos y de ejecución de los mismos. A diferencia de los de­
portes anteriores, es en este tipo de especialidad donde cobra especial relevancia
la estructura cognitiva, no tan solo las habilidades de atención y concentración,
sino tam bién la toma de decisiones y la resolución de problemas, tal y como dife­
rencia Vickers (2007) (320). Por último, en referencia a este deporte, la estructura
vinculada a los procesos emocionales adquirirá un papel muy importante, pues
la interacción con un oponente así lo requiere. Este hecho se produce especial­
mente al tratarse de un deporte donde se combinan acciones explosivas con altas
necesidades de precisión, hecho que hemos de tener presente también al diseñar
acciones preventivas. En estos casos son necesarios niveles moderados de arousal
(321), sobre todo en las situaciones de mayor tensión competitiva, momentos en
el que el deportista se puede exponer con mayor vulnerabilidad a una lesión.

el deporte de situación colectiva. Mayor expresión de la interacción


compleja de las diferentes estructuras de entrenamiento

Como eslabón último en la adquisición de complejidad que presentamos en este


apartado, situémonos ahora en el fútbol. Deporte de situación, igual que el te­
nis, pero con varios ingredientes más: existe mayor oposición (número de con­
trincantes) y mayor colaboración (número de colaboradores). Además, hemos
de añadir los aspectos más importantes en relación con la prevención: espacio
compartido donde se disputa una pelota y situaciones continuamente cambiantes
que pueden desarrollarse a máxima velocidad. ¿Cómo podemos desarrollar una
acción preventiva ante esta situación deportiva? La respuesta no deja lugar a du­
das, aunque rebosa complejidad: la intervención preventiva necesitará del trabajo
simultáneo e integrado de las diferentes estructuras a las que nos hemos referido
(condicional, coordinativa, cognitiva y emotivo-volitiva), a las que sumaremos la
socioafectiva, dado que se trata de un deporte de equipo. Además, hemos de tener
en cuenta que los factores de riesgo de lesión asociados al control neuromuscular
adquieren una relevancia especial en deportes de estas características y es necesa­
rio idear tareas vinculadas a la disminución del potencial lesivo de dichos factores
(322, 323). De acuerdo con la propuesta estructuralista mencionada, podremos
desarrollar acciones que se sitúen de forma preferente en alguna de estas estruc­
turas, pero las tareas deberán tender a buscar la complejidad de la competición
para conseguir realmente un efecto preventivo de gran alcance.

En el siguiente apartado se desarrollará una metodología que tiene como objetivo


cubrir las necesidades preventivas de este tipo de deporte, donde es necesario
diseñar tareas que, como se ha apuntado en la introducción de esta obra, son
cambiantes, con gran variabilidad, abiertas, de carácter cualitativo y desarrolladas
en grupo como m ínim o en alguno de los niveles de prevención que se presenten.

el programa de prevención en losDIEC

No se ha publicado ningún programa preventivo que pueda abarcar las necesi­


dades reales de prevención en un deporte de situación. Dicho de otra manera:
no hay respuesta a la pregunta ¿cuántas horas a la semana y qué frecuencia ha
de tener un plan de prevención de lesiones? Ni tampoco a esta otra pregunta:
¿qué tareas son necesarias para prevenir lesiones en un determinado deporte?
Los muchos trabajos publicados atienden a situaciones que frecuentemente se
alejan de la realidad deportiva. Además, se basan normalmente en la búsqueda
de adaptaciones tisulares y, en algunos casos, coordinativas, hechos que no de­
jan de ser importantes, pero que son insuficientes. El trabajo de Borotikar et al.
(8) es interesante por la metodología que aplican en la búsqueda de alteraciones
—tanto cinemáticas como cinéticas— provocadas por la instauración de la fatiga.
Se centra en ver cómo dicha fatiga afecta coordinativamente la recepción de un
salto con la consiguiente salida lateral o vertical. Pero destacamos su trabajo den-
la orientación del entrenamiento
tro de este capítulo debido a que estos autores señalan la necesidad de introducir
la estructura cognitiva en el estudio de las acciones deportivas potencialmente
lesivas, aunque lo hagan de m anera m uy limitada. La pregunta es si las adaptacio­ El entrenamiento deportivo tiene como objetivo fundamental optimizar el rendi­
nes buscadas con los llamados planes de prevención son realmente efectivas ante miento del deportista. A esta intención optimizadora hemos de añadir el objetivo
situaciones de competición. La respuesta no puede conocerse a no ser que veamos preventivo (tal y como ya hemos apuntado), y la programación orientada a la rea­
el efecto realmente preventivo en competición (por ejemplo, el trabajo de Askling daptación de un deportista (proceso que sigue a la curación biológica de un tejido
et al. (324) m uestra un efecto de este tipo en futbolistas profesionales), y, aun así, con la intención de dejar al deportista en un estado cercano al óptimo para com­
el análisis desarrollado será incompleto debido a la complejidad que alberga un petir). Estas dos últimas intenciones del entrenamiento hace años que han sido
deporte de situación. Esta última afirmación se refiere a que las causas reales de recogidas en nuestro entorno mediante el térm ino entrenamiento coadyuvante y
una lesión se analizan desde una vertiente cinemática y cinética, pero esto no es todas sus variables (325). Pero dejemos de lado este último aspecto del entrena­
suficiente porque deberían tenerse en cuenta también aspectos perceptivos, así miento y centrémonos en el binomio optimización-prevención. En los siguientes
como la intervención de la atención, el reconocimiento de patrones, la anticipa­ puntos reflexionaremos sobre la vertiente preventiva del deportista y cómo pode­
ción y la correcta tom a de decisiones, todas ellas variables cognitivas (330). En un mos incluirla en su entrenamiento deportivo (Figura 61). Intentaremos alejarnos
intento de ejemplificar esta idea, existen varios trabajos que muestran los benefi­ del concepto trabajo de prevención como aparece en la mayoría de textos publi­
cios del ejercicio intermitente de alta intensidad. Este tipo de actividad aumenta cados, los cuales presentan una limitación evidente en la aplicación de cargas,
la capacidad de realizar esprints, pero ¿para qué sirve que un jugador tenga esta sea por motivos metodológicos o por una limitación creativa. Vamos a tratar los
mayor resistencia si su toma de decisiones a la hora de realizar una acción de diferentes niveles de prevención incluidos en el entrenamiento del deportista, y
máxima intensidad es incorrecta? La toma de decisiones errónea en una acción solo será posible ver su efecto si analizamos esta metodología desde su globalidad,
desarrollada a máxima intensidad puede facilitar la existencia de lesiones, y este a pesar de que haya una parte del entrenamiento alejada de la competición.
factor se puede entrenar desde el trabajo de las variables cognitivas mencionadas.

La complejidad de análisis descrita tiene una repercusión ineludible en la inter­ los ejercicios compensatorios: entrenamiento preventivo post trabajo optimizador
vención preventiva que queramos desarrollar. De hecho, dejemos de hablar de
plan preventivo y hablemos de entrenamiento. Si lo preferimos, podemos incluso Podemos definir el ejercicio compensatorio como «aquella intervención básica
hablar de entrenamiento optimizador-preventivo, entrenamiento entendido como con la intención de recuperar y estabilizar estructuras corporales que han sido
proceso que mejora el rendimiento del deportista y evita que se lesione. De esta estresadas de m anera importante durante un entrenamiento o competición».
manera, podemos afirmar que la forma de entrenar determinará ambos aspectos, Normalmente van a ser ejercicios sencillos que se centrarán especialmente en de­
mayor rendim iento y m enor núm ero de lesiones —y de m enor gravedad—. De­ sarrollar la estructura condicional, tal y como se representa mediante un ejemplo
bemos observar cómo entrenamos, aquí encontraremos la respuesta a si estamos en la Figura 62, aunque de m anera indirecta incidan en el resto de estructuras,
teniendo en cuenta la necesidad de cubrir el área preventiva del entrenamiento. especialmente en la coordinativa (recuperación de amplitudes articulares y de la
322

figura 61. Interrelación de las diferentes orientaciones de carácter preventivo integradas


dentro de la planificación y programación del entrenamiento del deportista

ENTRENAMIENTO ESTRUCTURADO DE CARÁCTER INTEGRADO

Entrenamiento
compensatorio

Entrenamiento preventivo
recuperador de optimizador
trabajo optimizador
mediante cargas NO competitivas

mejora de las
habilidades mediante sobrecargas

Entrenamiento preventivo
optimizador

Entrenamiento estructurado de mediante cargas competitivas


carácter integrado: Introducción de
la intervención preventiva dentro
trabajo integrado
del proceso de entrenamiento
para el desarrollo de
habilidades en competición
figura 62. Trabajo compensatorio en tenistas. La imagen A muestra el músculo
trapecio, pudiéndose apreciar los fasciculos Inferiores del mismo y su acción de
descenso de la escápula al realizar un trabajo en cadena abierta. Las imágenes B
(trabajo unilateral de descenso) y C (trabajo bilateral de descenso conjuntamente con
una acción aductora de la articulación escapulo-humeral), muestran dos ejercicios
con el objetivo de trabajar analíticamente esta porción muscular en tenistas. Este
músculo es uno de los fijadores escapulares más importantes en deportes donde se
realizan continuamente acciones del brazo por encima de la cabeza
correcta tensión muscular que facilitan los gestos) y emotivo-volitiva (la recupe
ración física facilita alcanzar un mejor estado en relación a las emociones).

El trabajo compensatorio es una intervención importante que además puede al­


bergar cierta sencillez, siempre y cuando conozcamos bien el deporte en cuestión
y las alteraciones estructurales y funcionales que puede provocar a nivel corporal.
Se trata de un tipo de intervención que se podrá desarrollar tanto fuera como
dentro del terreno de juego e incluso, en este segundo caso, colocado de manera
estratégica no provocará ningún tipo de alteración en el desarrollo de una sesión
que se considere optimizadora.

Con relación a las acciones compensatorias en el entrenamiento, pensemos en


una de las posibles lesiones comentadas anteriormente en este capítulo: la exis­
tencia de SLAP en el tenista. Realicemos el siguiente análisis intentando evitar la
aparición de este tipo de afección:

® Características anatómicas de la zona: hemos de tener presente el tipo


de estructura articular implicada en el proceso, en este caso
fundamentalmente la glenohumeral.

• Biomecánica de la zona implicada: características de movilidad y


musculatura relacionada, tanto músculos propulsores de las acciones
más lesivas como músculos estabilizadores y frenadores.

Acciones más relacionadas con la posibilidad de existencia de SLAP.

Debemos tener presente que este tipo de lesión viene provocada, normalmente,
por la existencia de determinadas habilidades repetitivas del deporte en cuestión.
A partir del análisis interrelacionado de estos puntos, podemos diseñar ejercicios
con una intención fundamentalmente compensatoria, pero dicha interrelación
deberá realizarse de m anera específica en cada tenista. Por ejemplo, es diferente
la estabilidad articular del hom bro en una jugadora alta y delgada, con una gran
envergadura, que la de un jugador suficientemente musculado. De cara al trabajo
compensatorio deberemos incluso tener en cuenta la técnica de los golpes más
relacionados con esa lesión. A pesar de que habitualmente escuchamos que existe
una forma «óptima» de ejecución para cada acción, debemos tener presente que
probablemente existen muchos «óptimos», según las características morfológicas
y adaptaciones técnicas de cada tenista, es algo que se puede apreciar fácilmente
en el tenis profesional. Es necesario tener en cuenta las estrategias neuromus-
culares de inhibición —activación muscular y coactivación del deportista—, que
veremos a través de su capacidad coordinativa y que podríamos llegar a analizar
en cada caso concreto.

Está claro que una ejecución incorrecta de los golpeos puede representar un fac­
tor de riesgo de lesión y que, por lo tanto, es necesario tener muy en cuenta la
estructura coordinativa al diseñar las tareas de prevención; pero además debere­
mos pensar en otras dos estructuras que pueden verse involucradas en tal dise­
ño y que pueden albergar factores de riesgo. Estas estructuras son la emocional
(emotivo-volitiva) y la socioafectiva. Los factores de riesgo relacionados con estas
estructuras se centran en la ansiedad que determinadas acciones pueden provo­
car en un tenista (especialmente cuando ve algunos golpeos como puntos débiles
de su juego), así como - a pesar de tratarse de un deporte in dividual- el efecto de
responsabilidad que puede sufrir el tenista en relación con su entorno (conjunto
de profesionales que trabajan con él, familiares y personas con diferentes tipos de
vínculos). Un buen conocimiento de estos aspectos facilitará la creación de ejer­
cicios con una finalidad principalmente compensatoria y perm itirá programarlos
con un volumen y frecuencia adaptados a las necesidades de cada deportista.

los ejercicios preventivos-optimizadores mediante cargas no competitivas

Este nivel de prevención de lesiones es el que habitualmente se desarrolla en los


326

programas de fuerza y control neuromuscular. De hecho, la cualidad física más


relacionada con dichos programas de prevención es la fuerza muscular. El desa­
rrollo de esta capacidad puede tener diferentes orientaciones según los objetivos
que se pretenda conseguir, pero en la mayoría de ocasiones tendrá que existir
algún tipo de sobrecarga para que las adaptaciones se produzcan según los prin­
cipios del entrenam iento deportivo. Mediante este planteamiento, la cualidad de
fuerza y otras relacionadas con una intención preventiva van a tener que ejecutar­
se bajo unas premisas que vulneran, en mayor o m enor medida, las condiciones
de competición donde debe aplicarse la fuerza; y esto va a tener que ser así a
menos en un determinado porcentaje del entrenamiento. A pesar de esto, debe­
mos considerar los beneficios que pueden extraerse de un trabajo separado de
ámbito propiamente competitivo, un contenido de entrenamiento que no sigue
los principios de los sistemas dinámicos. Aun teniendo presente este apunte, hay
que tener en cuenta que el buen conocimiento del deporte en su conjunto puede
facilitar la creación de tareas orientadas a mejorar las habilidades durante la com­
petición. Esto quiere decir que el diseño de ejercicios debe incluir de m anera im­
plícita patrones que mejoren los diferentes gestos deportivos. Por ejemplo, pode­
mos querer aumentar la fuerza de la musculatura propulsora de las extremidades
inferiores, pero tendremos que decidir si la mayoría de ejercicios van destinados
a hacer desplazamientos laterales o bien anteroposteriores.

Si bien destacamos la fuerza muscular como cualidad central de este nivel de tra­
bajo preventivo, debemos tener en cuenta que esta capacidad necesitará desarro­
llarse juntamente con la capacidad de equilibrio y la capacidad de reacción, ade­
más de introducir un trabajo de percepción y orientación espacial y temporal. La
idea de trabajar unas cualidades físicas con una intención preventiva tiene como
principal objetivo disminuir la incidencia lesiva durante las infinitas situaciones
en que se desarrollan las habilidades específicas de un deporte de situación. De
acuerdo con esta intención, por poner un ejemplo, de nada servirá aumentar un
10 % la fuerza en un ejercicio como el squat si después ese teórico aumento de
fuerza no se convierte en una mayor estabilización de la musculatura periarticu-
lar de la rodilla en la recepción de diferentes tipos de salto.

La clave de este segundo bloque de intervención propuesto sobre el plan preven­


tivo reside especialmente en la capacidad del profesional que realiza la progra­
mación de entrenamiento, es decir, en cómo idear ejercicios que —alejados de
la competición— mejoren las habilidades del deporte (objetivo optimizador) y
consigan que estas —tanto por intensidad como por repetición— no sean lesivas
(objetivo preventivo). Esta parte de la programación entiende que los deportis­
tas pueden beneficiarse de este tipo de trabajo, pero hay que preguntarse en qué
tipo de habilidades queremos proteger a nuestros deportistas. Ayudémonos de un
ejemplo centrado, en este caso, en el fútbol.

Podemos ver cómo las acciones específicas que más incidencia lesiva provocan
en este deporte son los cambios de dirección, los giros, la recepción de saltos
y las aceleraciones y frenadas (326). Hemos de pensar que todas estas acciones
pueden tener lugar en competición tanto sin contacto como con perturbaciones
de múltiples características. Como ocurre en el resto de deportes de situación,
los dos bloques de lesiones se pueden dividir en musculares y tendinosas, por un
lado, y articulares, por otro (Figura 63). Relacionando estos tipos de estructuras
corporales con las clases de carga lesiva podemos ver que las lesiones musculares
y tendinosas principalmente van a producirse, sea por mecanismo agudo (car­
gas que sobrepasan de m anera aislada el um bral de resistencia del tejido) o de
repetición (cargas que acumulan un daño en el tejido hasta que se lesiona), por
cargas de tracción combinadas en ocasiones con cargas en flexión. Por otra parte,
las lesiones articulares tienen lugar habitualmente por combinaciones de cargas,
especialmente las de torsión con tracción y flexión, aunque el cizallamiento y la
compresión también aparecerán dependiendo de la estructura anatómica.

Continuemos con el ejemplo del fútbol y pensemos ahora en una situación de


riesgo que queremos prevenir: la habilidad del salto. Vamos a intentar mejorar su
rendimiento y evitar que un jugador se lesione al ejecutarla siguiendo las premi-
328
figura B3. Análisis metodológico para la creación de tareas de tipo optimizador-preventivo no competitivo

GRUPOS DE LESIONES EN EL FÚTBOL

MUSCULARES V TENDINOSAS

Habitualmente
sin contacto

Torsión
Tracción
Tracción Flexión
Flexión Compresión y
Compresión (contacto) cizallamiento
Habilidades más (según estructura
relacionadas: anatómica)

Saltos (especialmente la
recepción) con y
Aceleraciones sin golpeo del balón
Desaceleraciones
Desplazamientos a alta Conservación de la pelota
intensidad Entrenamiento basado en las
bajo perturbaciones
Conducción de la pelota capacidades de:
Golpeos de balón Fuerza
Giros
Equilibrio
Cambios de dirección
Capacidad de reacción
Regates
Percepción y orientación
espacial y temporal

Intervenciones a desarrollar en la programación:


1. Orientación anatomobiomecánica de la carga según habilidades
2. Introducción de perturbaciones
3. Combinación de acciones esperadas e inesperadas
4. Introducción de estímulos visuales que aumenten lademanda coordinativa
5. Aumento de la intensidad en el ciclo de estiramiento - acortamiento
6. Aumento de la tensión generada en la transición excéntrica - concéntrica
7. Combinación de acciones elásticas y reactivas
8. Introducción progresiva de estado fatigante (previo y desarrollado) durante la sesión
9. Trabajo con y sin fatiga
sas de este apartado. Sabemos que una de las estructuras más vulnerables de la ro­
dilla del futbolista es el LCA. La combinación que normalmente acaba lesionando
dicho ligamento es la acción de tracción (mediante cizallamiento al trasladarse la
tibia anteriormente) y torsión (326). Conocemos la anatomía y biomecánica de
la rodilla, y por tanto el funcionamiento de este ligamento, y además ya hemos
detallado su tipo más frecuente de carga lesiva. Tengamos también presente cómo
puede presentarse esta habilidad en competición. Con estas premisas, iremos in­
troduciendo cualidades físicas a trabajar:

Trabajo de fuerza en el salto: aquí podemos ayudarnos con diferentes


tipos de resistencia; una de las más cercanas a los gestos de competición debido a
la transición excéntrica-concéntrica que genera es la inercial y, dependiendo del
equipamiento utilizado, incluso puede simular de m anera importante la acción
real de salto.

Trabajo de equilibrio: hemos de provocar algún tipo de desestabiliza­


ción, originada o no por contacto (un giro de la cabeza tras presentarle una señal
ya es un estímulo que puede provocar una alteración de la estabilidad corporal).

Capacidad de reacción: referida a la rapidez y eficiencia de respuesta


a un estímulo; es muy necesario que la buena capacidad de reacción se trabaje
juntamente con el equilibrio, pero puede darse el caso de que interese trabajarla
buscando la eficacia en el resultado y sin tener presente que se mantenga o no el
equilibrio corporal.

Percepción y orientación espacial: hemos de añadir a las tareas estí­


mulos espaciales provocados por compañeros, colaboradores, balones o indica­
ciones del preparador; con el objetivo de que sean percibidos de m anera rápida
y correcta por el jugador o jugadores que realizan la tarea. Se trata de percibir
el estímulo y ubicar el cuerpo de la m anera correcta para el siguiente objetivo
(estamos en un ejemplo deportivo con situaciones continuamente cambiantes).
En este trabajo la capacidad visual va a tener un rol principal, pero también será
importante una buena cualidad cinestésica del jugador para saber en cada mo­
mento cómo están ubicadas sus diferentes estructuras corporales y el conjunto de
las mismas.

Percepción y orientación temporal: muy ligada a la capacidad espa­


cial, aquí los estímulos tienen más relación con las diferentes aceleraciones y ve­
locidades con que se presentan, además de tener en cuenta la frecuencia con que
aparecen.

Teniendo bien presentes las variables a las que nos hemos referido (habilidad a
desarrollar, anatomía y biomecánica de la zona más vulnerable implicada en la
acción, tipos de carga más lesivos y cualidades físicas más relacionadas con la ac­
ción preventiva) podemos marcar alternativas de ítems en las tareas que compor­
ten una mayor exigencia neuromuscular. Esta propuesta será flexible y, de hecho,
dependerá del análisis de ejecución que el preparador haga sobre sus deportistas:

Orientación anatómico biomecánica de la carga según habilidades: la


realización de saltos en fútbol puede ejecutarse con el impulso y recepción a uno
o dos pies, pero también es importante variar la posición corporal y la dirección
del impulso.

Introducción de perturbaciones: este parámetro es de los más impor­


tantes porque nos acerca a la realidad del espacio compartido y del contacto; te­
nemos innumerables opciones y nos podemos inspirar en la realidad del propio
deporte.

Combinación de acciones esperadas e inesperadas: es importante in­


troducir estímulos inesperados para el deportista, que pondrán a prueba en su
máxima expresión su capacidad de feed-forward; es interesante, incluso, introdu­
cir estímulos que no han sido pactados previamente de ninguna manera; estos
estímulos deben ser, principalmente, de origen visual y también por contacto.

Aumento de la intensidad en el ciclo de estiramiento-acortamiento


(CEA): la introducción de este factor facilita el aumento de la tensión generada en
la transición excéntrica-concéntrica, y ello nos puede llevar a adaptaciones muy
importantes a nivel muscular y tendinoso.

Combinación de acciones elásticas y reactivas: relacionado con el


CEA, es importante progresar de las acciones que provocan una reacción elástica
en la estructura muscular y tendinosa hacia las acciones de tipo más reactivo,
donde el tiempo de transición excéntrico-concéntrico es m enor y el impacto arti­
cular tiende a ser de mayor consideración.

Introducción progresiva de estado fatigante, tanto previo como de­


sarrollado durante la sesión: especialmente importante durante el desarrollo de
trabajo coordinativo, pues son las acciones cercanas a las habilidades deportivas
las que tienen que desarrollarse bajo estado de fatiga en los sujetos que estén pre­
parados para ello.

Es necesario tener en cuenta que el tipo de intervención propuesta en este apar­


tado, representada en la Figura 62, debe incluirse durante el periodo competitivo
de un equipo o deportista como una parte inherente a su entrenamiento. La única
manera de poder enfocar este tipo de trabajo es mediante la convicción de que
esta parte del entrenamiento nos llevará a mejorar las habilidades propias del de­
porte, a la vez que conseguirá que las diferentes estructuras sean más resistentes a
la presentación de cargas potencialmente lesivas.
los ejercicios optimizadores-preventivos mediante cargas específicas y
competitivas: el entrenamiento integrado

Al inicio de este punto hemos señalado que el diseño del propio entrenamien­
to es lo que determinará que este tenga un mayor o m enor carácter preventivo.
Después de ver en los dos apartados anteriores las tareas enfocadas a compensar
acciones lesivas en las estructuras anatómicas más vulnerables, y posteriormente
desarrollar la forma de trabajar habilidades alejadas de la atmósfera competitiva,
el último tipo de intervención debe desarrollarse de m anera intrínseca al entre­
namiento específico del deporte. El entrenamiento optimizador-preventivo me­
diante tareas de carácter específico y competitivo es el nivel de prevención donde
vamos a poder aplicar de manera simultánea las diferentes estructuras a las que
nos hemos referido. Teniendo esta metodología como referencia, vamos a desa­
rrollar a continuación una tarea propia del fútbol.

Desarrollaremos una forma jugada donde se introduzcan los aspectos tácticos


de grupo, técnicos, condicionales, cognitivos a nivel individual, socioafectivos y
emotivo-volitivos. Sin dejar de lado la intención optimizadora del entrenamiento
deportivo, vamos a darle también a esta tarea un planteamiento preventivo. Pon­
gamos que la forma jugada es un 7c7 donde el equipo poseedor tenga dos líneas
de ataque, la de medio campo y la propiamente de ataque, mientras que el con­
trario tiene la línea de medio campo y la línea defensiva. De esta manera, hemos
eliminado la prim era línea de ataque en el equipo defensivo para evitar el desa­
rrollo de una prim era presión, y esto puede ayudar a im prim ir mayor velocidad al
equipo atacante. Veamos cómo implicar las estructuras comentadas con relación
a la prevención de lesiones:

Condicional: podemos hacer más resistente al jugador en esta tarea


exponiéndolo progresivamente durante más tiempo, o bien provocando una ma­
yor presentación y frecuencia de estímulos; por ejemplo, provocar carreras de
más distancia permite conseguir mayores velocidades, lo que provocará que los
cambios de dirección necesiten un mayor desarrollo de fuerza (desaceleración y
aceleración posterior en el cambio de dirección).

Cognitiva de grupo: es posible hacer que el equipo poseedor de la


pelota tenga diferentes opciones tácticas marcadas; una de ellas puede ser jugar
forzando la penetración en zona atacante por las bandas, a la vez que los movi­
mientos por la parte central serán tan solo de atracción, es decir, no se recibirá la
pelota en esta zona; si jugamos con esta intención facilitamos los controles de pe­
lota de cara al adversario, hecho que permite tener más control sobre el inmediato
defensor y, por tanto, tener mayor capacidad de alerta ante una perturbación por
su parte.

Cognitivo individual: se deben desarrollar movimientos que —respe­


tando las directrices tácticas de grupo establecidas— consistan, por ejemplo, en
no recibir la pelota con un contrario en la espalda (factor de riesgo im portante en
una lesión por contacto o provocada por una perturbación); igualmente, quién
tenga la posesión de la pelota ha de evitar pasarla a un compañero que tenga que
recibir con un contrario a su espalda; con estas directrices se pretende conseguir
ventaja en la recepción del pase, y para ello el receptor necesitará una gran habili­
dad cognitiva, perceptiva y coordinativa; como podemos apreciar, esta condición
de la tarea está íntimamente ligada a la estructura cognitiva de grupo.

Coordinativa: la propuesta formulada es una forma jugada, por lo que


pueden aparecer todo tipo de habilidades y, por tanto, un gran trabajo a nivel
coordinativo; no obstante, podemos también limitar de la m anera que nos intere­
se esta estructura, por ejemplo, facilitando o limitando la realización de cambios
de dirección y de giros, o bien de saltos; podemos optar por no perm itir en una
serie el juego aéreo, y en la siguiente serie facilitarlo. Lo que hemos de tener muy
claro es que tenemos opciones para manipular la tarea de la m anera que nos inte­
rese y dotarla de una gran variabilidad, provocando mayor estrés en determ ina­
das habilidades.

Socioafectiva: las buenas asociaciones entre compañeros pueden me­


jorar la fluidez del juego creando mayores espacios de recepción (tras un pase)
y por tanto situaciones de m enor peligro (menor proximidad del contrario); es
necesario reforzar las asociaciones que nos interese entre los jugadores que de­
cidamos, no tiene por qué ser con el equipo en todo su conjunto (tal y como
proponemos en este ejemplo). La manipulación de esta estructura nos permitirá
también una mayor diversidad táctica, hecho importante de cara al rendimiento
del equipo.

Emotivo-volitiva: en relación con el efecto preventivo que buscamos,


debemos detectar qué jugadores tienen cierta aprensión a determinadas situa­
ciones (posiblemente por lesiones anteriores); la manipulación de esta tarea o de
cualquier otra puede facilitar la adaptación de estos jugadores, poniéndolos en
mayor o m enor situación de riesgo según la zona en que se coloquen y según la
táctica global utilizada (al cargar más o menos el juego en la zona donde se en­
cuentren dichos jugadores).

integración de los diferentes tipos


compensatorio-preventivo, optimizador
cargas no competitivas y optimizador
cargas específicas y competitivas
La Figura 64 esquematiza la propuesta de entrenamiento optimizador-preventivo
en que se centra este capítulo. Debemos ahora entender que el entrenamiento op-
335
inserción de la acción preventiva en el le entrenamiento

í timizador-preventivo mediante cargas específicas y competitivas es el eje central


del entrenamiento del deportista. Acompañando a este tipo de intervención, el
trabajo preventivo compensatorio se situará especialmente tras la realización de
| cargas de trabajo que revisten un potencial lesivo o que han provocado una fatiga
I importante en determinadas zonas anatómicas. Por último, el trabajo optimiza-
dor-preventivo mediante cargas no competitivas es el que buscará adaptaciones
I fuera de la situación deportiva, pero irá orientado a mejorar especialmente la
I coordinación y la resistencia en la realización de las habilidades propias del de­
porte. Este último factor repercutirá positivamente en el objetivo optimizador y
preventivo del entrenamiento. Acompañando a este planteamiento organizativo,
[ será la correcta manipulación de las estructuras comentadas la que perm itirá con-
í seguir las adaptaciones deseadas, tanto a nivel optimizador como preventivo. De
hecho, la prim era premisa a tener en cuenta es que el rendimiento de un equipo
mejorará cuanto mayor núm ero de jugadores en situación de competir tenga.
No hay que olvidar que los deportes de situación están plagados de situaciones
que necesitan una combinación de explosividad y precisión, y ello requiere nive­
les moderados de activación (concepto de arousal) (321). En una relación estre­
cha con esta precisa activación en el juego, la capacidad coordinativa adquiere
\ especial relevancia con la intención de evitar desarrollar las acciones propias del
deporte de una m anera técnicamente incorrecta, hecho que facilita la existen­
cia de lesiones (327), especialmente en situaciones de fatiga (328). La estructura
condicional adquiere aquí especial relevancia, pues trabajar la resistencia a las
habilidades propias del deporte es uno de los factores clave para conseguir re­

I tardar al máximo la aparición de fatiga y, por tanto, la aparición de acciones que


podríamos considerar erróneas, tanto desde el punto de vista coordinativo como
cognitivo.

J
QOC

figura 64. Resumen de la propuesta de entrenamiento optlmizador preventivo en el que se centra este capítulo

OPTIMIZADORA-
PREVENTIVA
■ rn M im
COMPENSATORIA
COMPETITIVA

Situación de 3x3 donde se juegue Banco de paravertebrales para el Progresión de cambios de direc­
en un espacio alargado y estre­ trabajo de esta musculatura desde el ción con polea cónica con pases
cho para fomentar desmarques alargamiento muscular; los continuas por ejemplo de pelota; preventivo
en ruptura (cambios de dirección rotaciones de columna que se produ­ por la sobrecarga y la variabilidad,
y giros a alta aceleración y cen pueden provocar sobrecarga en la lo que lleva a las adaptaciones
velocidad) zona lumbar deseadas
337
inserción de la acción preventiva en el ceso de entrenamiento
A pesar de los grandes avances tecnológi­
cos, aún hoy en día solamente disponemos
de instrumentos para medir fenómenos que
sean simples y aislados. En cierta manera,
seguimos encapsulados en el paradigma
de la simplificación; aunque cada vez más
se intenta medir el grado de complejidad
todavía no se han encontrado respuestas
definitivas.
«El azar solo favorece a los espíritus preparados.»
Louis Pasteur (1822-1895

la evaluación en

L
a tecnología es una disciplina que hace uso de la ciencia y la ingeniería para
diseñar instrumentos que ayuden al ser hum ano en sus necesidades. Las
respuestas tecnológicas que se han ido generando como respuesta a estas
necesidades en cada época y contexto histórico son un perfecto indicador de su
evolución. La tecnología tiene el objetivo de proporcionar soluciones que ayuden
a desarrollar mejor y de forma más eficaz las distintas tareas que desarrollan los
deportistas, entrenadores y, en general, todas las personas implicadas en el de
porte.

Las primeras formas de evaluación que se aplicaron a la actividad física y al deporte


se centraron en las medidas antropométricas. Uno de los pioneros fue Hitchcock,
del Amherst College, quien tras recoger datos entre 1861 y 1880 acabó publican­
do sus resultados en 1893 (329). Marey y Demeny (1882-1892) diseñaron num e­
rosos instrum entos de valoración y realizaron los que podríam os llamar primeros
estudios biomecánicos con base científica (330). La inclusión de los test de fuerza
probablemente fue iniciada en 1880 por Sargent. En 1921 este autor publicó un
artículo titulado «The Physical Test of Man» en el que se describe su famoso test
de salto vertical, que puede ser considerado como uno de los primeros test de po­
tencia muscular (331). En 1896, Kellog describió un dinam ómetro universal con
el que fue posible valorar de m anera más ajustada la actividad muscular (332).
En 1927, Rogers presentó una batería de test que fue utilizada como referencia
de las habilidades atléticas. McCurdy publicó en 1933 diversas modificaciones a
los test anteriores suprimiendo los elementos de resistencia. Con posterioridad
fueron mejorados por McCloy (1939), que incorporó el uso de un dinamómetro
isométrico (333). Y no fue hasta 1945 cuando Delorme y Watkins introdujeron
el concepto de repetición máxima (RM) (334). Los estudios realizados en los úl­
timos 50 años han demostrado la importancia que tiene el entrenamiento de los
factores condicionales, coordinativos y cognitivos convirtiendo su evaluación en
un reto y a la vez en una ayuda muy relevante para el desarrollo de los programas
de entrenamiento.

Los mayores avances en evaluación se pueden atribuir al desarrollo de materiales,


equipos y técnicas. En realidad, el gran avance de la industria electrónica y, sobre
todo, la aparición de los ordenadores personales han hecho posible que estemos
delante de una gran revolución tecnológica en lo que a instrumentos de evalua­
ción se refiere.

la evaluación en los deportes


en espacio
A finales del siglo XX se propuso una nueva interpretación de ciertos fenómenos
de la naturaleza y de las ciencias sociales en base al paradigma de la complejidad.
El paradigma clásico o paradigma de la simplificación pretende llegar al conoci­
miento de ciertos fenómenos descomponiéndolos en sus partes y estudiando cada
una de ellas por separado, mientras que el nuevo paradigma lo hace desde los dis­
tintos elementos que lo componen y las relaciones que se establecen entre ellos.

En muchos casos resulta especialmente complicado poder m edir fenómenos


complejos y expresarlos de forma cuantitativa. A pesar de los grandes avances
tecnológicos, aún hoy en día solamente disponemos de instrumentos para medir
fenómenos que sean simples y aislados. En cierta manera, seguimos encapsulados
en el paradigma de la simplificación; aunque cada vez más se intenta medir el
grado de complejidad, todavía no se han encontrado respuestas definitivas. Por
eso m edir la carga del entrenamiento y mostrarla con una única magnitud resulta
especialmente complicado. Como es lógico, en una sesión de entrenamiento o
en la propia competición interaccionan de forma integrada estructuras condi­
cionales, coordinativas y cognitivas, siendo prácticamente imposible encontrar
una magnitud que determine cuál ha sido la afectación o repercusión global en el
deportista. Quizás debamos conformarnos con diferentes mediciones que expli­
quen parcialmente fenómenos aislados sin que la suma de estas pueda explicar el
rendimiento global.

Pero se pueden hacer cosas. Podemos evaluar la percepción subjetiva del esfuer­
zo realizado, se pueden m edir parámetros fisiológicos de tipo cardio-respiratorio
como la frecuencia cardíaca (Fe), el consumo de oxígeno (V 0 2), la producción
de C 0 2 (V C 02), se pueden tomar parámetros bioquímicos como el lactato (La)
y la glucosa, así como estudiar las variables enzimáticas u hormonales; y todas
estas mediciones pueden realizarse durante el ejercicio, al finalizar el mismo o en
la fase de recuperación. También es posible cuantificar variables mecánicas que
determinan el volumen realizado, como son la distancia recorrida (km), la masa
total levantada (kg), el número de acciones e incluso la intensidad con la que se
han realizado los ejercicios m idiendo la velocidad, la potencia o el número de
acciones en el tiempo.

Pero no todo lo que podemos medir tiene la misma relevancia o importancia en


los DIEC. En la práctica, aunque todas las cualidades se manifiestan en forma
de respuestas espacio-temporales a través de los movimientos que el deportista
efectúa en el juego, consideramos que las capacidades neuromusculares y la coor­
dinación m otora van a ser probablemente las más relevantes en los DIEC, y por
ello vamos a dedicarles más atención en este capítulo.

No obstante, somos conscientes de que la evaluación de los factores determinan­


tes del rendimiento en los DIEC debería realizarse atendiendo a las estructuras
que configuran el entrenamiento deportivo. Sin embargo, este cometido es aún
hoy difícil, sobre todo en lo que se refiere a atender a las estructuras cognitiva,
socioafectiva y creativo-expresiva. Si se quieren evaluar, aunque sea parcialmente,
es preciso un instrum ental tecnológicamente avanzado solo disponible en unos
pocos laboratorios de investigación. Nos referimos a sistemas de análisis 3D, pla­
taformas de fuerza, ultrasonidos, resonancia magnética, electromiografía, elec-
troencefalografía y analíticas de sangre y orina, entre otras. Aunque todos estos
métodos suelen ser precisos y fiables, su uso precisa de personal especializado,
que raramente contratan la mayoría de clubes o centros deportivos. Estos siste­
mas de medición caros y sofisticados —utilizados habitualmente en los laborato­
rios— entran en conflicto m uy a menudo con los intereses de los entrenadores y
preparadores físicos, que utilizan métodos más baratos y de fácil aplicación en los
campos de juego, aunque no gocen de todo el rigor en la medición que la comu­
nidad científica exige.

Otro aspecto que debemos tener en cuenta en los DIEC es que la correlación
entre los factores condicionales y el rendimiento deportivo (como sucede con los
índices de resistencia aeróbica) es pobre o incluso inexistente. En este sentido,
Bosco postuló en 1991 (335) que las cualidades fisiológicas fundamentales que
debe poseer un jugador de fútbol debían identificarse, en prim er lugar, con las
capacidades neuromusculares y, a continuación, con los sistemas bioenergéticos
utilizados para suministrar energía a los músculos. Por esta razón se ha podido
demostrar que el futbolista no posee una potencia aeróbica demasiado elevada.
Concretamente, el consumo de oxígeno medido en jugadores europeos y ameri­
canos no superó los 60-65 mi- k g 1 -min'1 (336). Por lo tanto, podemos establecer
que el consumo máximo de oxígeno no es el factor condicionante más importante
en el rendimiento del futbolista, en todo caso debe ser considerado como un fac­
tor limitante del mismo; este razonamiento puede hacerse extensivo a casi todos
los DIEC.
instrumentos para la evaluación de la
«Hace falta comprender para m edir y no m edir para comprender.»
Gastón Bachelar, L’Esprit scientifique

La carga se define como «la totalidad de estímulos de entrenamiento efectuados


sobre el organismo que pretenden provocar determinados efectos de adaptación
que comportarán una optimización del rendimiento» (337). La especificidad de
la carga de entrenamiento provoca una transferencia en los efectos de una tarea
(ejercicio auxiliar) a otra principal (338). Según los parámetros en que se exprese,
se puede definir la carga como:

• Externa o trabajo realizado, expresada mediante los componentes de


la carga (tiempo, km, k g ...) y m edida a partir de la respuesta mecánica.

• Interna o efecto producido por la carga externa sobre el organismo.


Expresada por parámetros que describen la respuesta del organismo
(Fe, lactato, EM G ...) y medida a partir de la respuesta fisiológica.

medida, test y
El fin de todo proceso de observación constituye la correcta descripción del fe­
nómeno observado. En algunas ciencias como la medicina, la biología o la física
las descripciones se acostumbran a hacer mediante números o ecuaciones (339).
Antes de iniciarnos en el uso de los instrumentos, conviene aclarar que no es lo
mismo m edir que adm inistrar un test o evaluar. Llamamos medida a la compara­
ción de la m agnitud a medir con una unidad denominada patrón, lo que nos in­
dica las veces que la unidad patrón está incluida en la magnitud a medir. También
podemos decir que es «la correspondencia que se establece entre un fenómeno
y su expresión numérica». Denominamos prueba o test al conjunto de acciones
que incluye una o varias mediciones, que se efectúan cuando la complejidad del
objeto comporta que medirlo sea difícilmente accesible. En deporte se denomina
test a «toda medición encaminada a determinar el estado en que se encuentra un
deportista en un m omento dado». Una misma prueba debe dar resultados coinci­
dentes cuando se efectúa en igualdad de condiciones. Según Zatsiorski (340), no
todas las mediciones pueden ser utilizadas como pruebas, sino solamente aque­
llas que responden a ciertas exigencias especiales, entre las que se encuentran:

• La estandarización (el procedimiento y las condiciones de aplicación


de pruebas deben ser iguales en todos los casos).

e La existencia de un sistema de evaluaciones.

e El nivel de información.

A veces se utiliza, no una prueba, sino varias pruebas que tienen un mismo ob­
jetivo final (por ejemplo, la evaluación del estado del deportista en el período
competitivo del entrenamiento). Este grupo de pruebas se denomina complejo de
pruebas (Tabla 4).

Llamamos evaluación a la cualificación por parte de un experto de la información


obtenida en una o varias pruebas. Es la medida unificada del éxito o fracaso en
una tarea determinada, en este caso una prueba. La evaluación es un proceso que
reviste una importancia enorme en tanto que proporciona información objetiva
al entrenador. Según Sale y McDougall (341), el control ideal del proceso de en­
trenamiento se logra utilizando los mismos equipos en el entrenamiento y en la
evaluación. Para Léger (342), la elección de objetivos constituye la parte teórica de
la evaluación y la ejecución de la prueba, la parte práctica de la misma.
348

tabla 4. Clasificación de las pruebas motoras (Zatsiorski, 1989}

DENOMINACIÓN RESULTADO
TAREA DEL DEPORTISTA EJEMPLO
DE LA PRUEBA DE LA PRUEBA

Mostrar el resultado Carrera de 1500 m,


Ejercicios de control Logros motores
máximo tiempo de la carrera

Se dosifica igualmente Indicadores fisiológicos


Registro de la FC para un
para todos o bioquímicos para un
trabajo estándar
trabajo estándar
a) por la magnitud del 1000 kgm/min
Pruebas funcionales trabajo realizado
estándar

Indicadores motores
Velocidad de la carrera
b) por la magnitud de los para una magnitud
para una FC de 160 pulsa­
cambios fisiológicos estándar de cambios
ciones por minuto
fisiológicos

Determinación de la
Mostrar el resultado Indicadores fisiológicos ‘deuda’ máxima de
Pruebas funcionales
máximo bioquímicos oxígeno o del consumo
máximo de oxígeno
objetivos generales
Para McDougall y cois. (343) la evaluación se convierte en un proceso educativo
para el deportista en tanto que le permite adquirir más información sobre sí mis­
mo y sobre el deporte que practica. La interpretación de los resultados resulta de
gran utilidad al deportista y al entrenador, pues incrementa el nivel de informa­
ción sobre los factores que intervienen en el deporte y el deportista. A partir de
los datos comparados se puede:

• Verificar el estado de salud y la capacidad funcional general


del deportista.

© Evaluar las capacidades funcionales específicas del deportista.

• Seleccionar y clasificar al deportista. Seleccionar talentos.

9 Orientar al deportista, en función de sus puntos fuertes o débiles,


hacia las actividades que le pueden resultar más favorables.

• Verificar el estado del entrenamiento y verificar los progresos.

® Proponer modificaciones que perm itan mejorar el proceso de


entrenamiento (cambiando cargas, medios, métodos, etc. en
función de los resultados obtenidos).

• Fijar objetivos accesibles en las siguientes evaluaciones.

® Predecir resultados deportivos.


@ Motivar.

La evaluación del deportista debe dedicar una parte muy importante al control
del entrenamiento, aportando los medios que perm itan orientar de m anera efec­
tiva con la ayuda de la información obtenida usando métodos de varias ciencias.
Aunque las investigaciones médicas son muy necesarias, para Viru y cois, no se
puede sustituir la información proporcionada por el control del entrenamiento
(344). El propósito del control del entrenamiento se basa en la necesidad de con­
tar con información sobre los efectos reales, sabiendo que el diseño del entrena­
miento es adecuado en una etapa específica del atleta y reconociendo el patrón de
posibilidades de adaptación del mismo.

condiciones para que una evaluación


Según MacDougall, Wenger, y Green (343), para que la aplicación de un progra­
ma de evaluación sea efectiva deben cumplirse ciertas condiciones:

• Seleccionar las variables determinantes del rendimiento en el deporte


seleccionado. Las pruebas deben ser relevantes. Durante décadas se
han efectuado test que no tienen relación con el rendimiento.

® Elegir pruebas válidas o, lo que es lo mismo, que m idan lo que


esperamos medir.

Comprobar que las pruebas sean fiables, es decir, que los resultados
pueden reproducirse al efectuar las pruebas en las mismas
condiciones. La fiabilidad indica el grado de repetitiviaad o
consistencia de la prueba.
a Las pruebas deben proporcionar resultados exactos y precisos.
Entendemos por exactitud a la capacidad de aproximarse al valor
verdadero de la medida, mientras que precisión se refiere al valor
m ínim o apreciable entre dos valores.

® Las pruebas seleccionadas deben ser específicas para cada deporte.


Las pruebas deben estar perfectamente controladas y, a ser posible,
estandarizadas.

® Las pruebas deben repetirse a intervalos regulares. Al final de cada


ciclo de entrenamiento se debería efectuar una prueba específica que
indique si se han cumplido los objetivos del ciclo y proporcione
propuestas sobre las características del programa de entrenamiento
que se realizará en el ciclo siguiente.

• Los resultados deben ser discutidos con los entrenadores y los


deportistas. El tiempo transcurrido entre la aplicación de una prueba
y la entrega de los resultados debe ser tan breve como sea posible.

evaluación de la carga
Los DE son demasiado complejos para ser observados y comprendidos a partir de
ciertos conocimientos que aportan las teorías conductistas y mecanicistas (345).
Con el fin de optimizar el rendimiento, se debe disponer de una información
completa y compleja de lo que ocurre en el partido o competición, para ello se
debe tener conocimiento sobre las diferentes dimensiones que integran el depor­
te: técnica, táctica, condicional, socioafectiva, así como de las relaciones que se
puedan establecer en y entre ellas (346).
352

La necesidad de conocer los efectos del entrenam iento que se aplica a los depor­
tistas —el cual se ha diseñado a partir de las experiencias de otros entrenadores e
investigadores y, en el peor de los casos, en base a la intuición del propio entrena­
dor— nos lleva a buscar sistemas que nos den información sobre lo que le ocurre
al deportista como consecuencia de las cargas aplicadas. Si no se evalúa es como ir
a ciegas, sin saber si se dan los efectos previstos. No obstante, estar bien documen­
tado y formado no garantiza que el entrenamiento aplicado tenga las consecuen­
cias previstas. Los estudios y experiencias que se han publicado se han realizado
con otras personas —distintas de los deportistas a los que se está entrenando—, lo
cual no garantiza que estos den la misma respuesta a los estímulos del entrena­
miento. Por todo ello resulta imprescindible tener un control del entrenamiento,
más allá de los resultados que pueda ir proporcionando la propia competición.

La evaluación de la carga interna o externa durante un test, una acción o durante


todo un partido o competición ha representado uno de los retos más importantes
para los investigadores del deporte. Con el fin de poder observar de una forma
objetiva lo que ocurre en el transcurso de un partido, se han desarrollado dife­
rentes instrumentos de observación que van desde la observación directa —y su
registro mediante tom a de notas m anual— hasta la filmación y posterior análisis
por medio de herramientas informáticas específicas. En el prim er caso, nos en­
contramos con una dependencia absoluta respecto de las habilidades del obser­
vador y una pérdida de gran parte de la información. En el segundo, la falta de
inmediatez impide tom ar decisiones de forma inmediata.

Con el fin de resolver estas limitaciones, se han ido desarrollando herramientas


que ayuden al técnico a conocer los distintos aspectos de lo que sucede durante
el partido, sobre todo los que tienen que ver con aspectos mecánicos y fisiológi­
cos. Desde principios de los años 80 se ha utilizado el pulsímetro para conocer y
registrar la frecuencia cardíaca (Fe) del deportista, como indicador indirecto de
la intensidad del ejercicio. Recientemente se ha podido integrar la Fe con paráme­
tros mecánicos como la posición, la distancia, la velocidad y la aceleración. Para
ello se han desarrollado dispositivos que incluyen GPS o acelerómetros, con estos
dispositivos se ha podido hacer una aproximación al cálculo indirecto de pará­
metros metabólicos como el gasto de energía, la carga metabólica o la potencia
metabólica del deportista.

La utilización de GPS por parte de deportistas de deportes colectivos permite


hacer un seguimiento de algunas variables cinemáticas en competición. Exis­
ten algunas limitaciones en el uso que vienen determinadas por la frecuencia de
muestreo de los sistemas GPS (actualmente está fijada en 1Hz, pero se puede
llegar a 15Hz), a todas luces insuficiente para valorar acciones de corta duración
y por el hecho de tener que llevar encima el dispositivo (Figura 65). En deportes
de largo recorrido con cambios de dirección poco bruscos puede utilizarse el GPS
sin demasiados problemas, pero tienen otra limitación difícilmente solucionable
que viene dada por el hecho de que las señales solo pueden ser recibidas al aire
libre, lo cual excluye su utilización en deportes que se juegan bajo techo. Boyd,
Ball y Aughey (347) proponen que la carga soportada por un jugador se puede
calcular a partir de datos de las aceleraciones obtenidas usando el acelerómetro
Catapult MinimaxX 2.0 (que se expresa a partir de la aceleración en cada uno de
los tres ejes).

Tal y como se ha podido observar, la integración de diferentes sensores inercia-


les —como acelerómetros y giróscopos con magnetómetros— puede reducir los
errores que se producen cuando solo se usan los primeros. Los indicadores que se
utilizan habitualmente tienen que ver con aspectos técnicos: cuantificación y cua-
lificación de las acciones (pases, lanzamientos, bloqueos etc.) o bien mecánicos
y fisiológicos. A partir de lo anterior, podemos identificar las variables asociadas
al volumen y la intensidad en cada fase o en la totalidad del partido, así como en
cada jugador y en el equipo.

Los indicadores del volumen son los del tiempo de posesión, de ataque o defen­
sa, número y duración de las diversas acciones, distancias totales o a diferentes
velocidades, carreras por encima de cierta velocidad (esprints), las aceleraciones
(arrancadas, frenadas y cambios de dirección), choques o impactos y la frecuen­
cia cardíaca media.

figura 65. Recorrido, velocidad, frecuencia cardiaca y altura durante un partido de polo (Padullés, 2004)
Los indicadores de la intensidad son la velocidad (media, máxima y por encima
de umbrales establecidos), la aceleración máxima, la máxima frecuencia cardíaca
alcanzada y el núm ero de aceleraciones por unidad de tiempo (Figura 66). Re­
cientemente se han incorporado nuevos indicadores como las asimetrías en la
zancada de carrera, usadas para valorar la mecánica de la misma, especialmente
en etapas de rehabilitación o retorno a la competición. Basándonos en los es­
tudios de Di Prampero (348) y de Osgnach (349) podemos calcular la potencia
metabólica (MP), asociadas a esta se pueden determinar tanto la carga metabólica
(J/kg) como la potencia media relativa (W/kg) o la distancia en carga metabólica
alta (m), entre otras variables.

figura 66. Datos obtenidos durante un partido de rugby con dispositivos


Spi Elite incorporados en la indumentaria de cada jugador (Gpsportspain)
Los aspectos más difíciles de identificar y cuantificar son los que tienen que ver
con la táctica, para ello se han desarrollado sistemas que identifican las zonas del
campo más utilizadas, el área cubierta por grupos de jugadores, las situaciones de
ataque o defensa, las líneas óptimas de pase o de lanzamiento, etc. Normalmente
son sistemas expertos que utilizan tecnologías de visión artificial, capaces de reco­
nocer a los jugadores en el campo y, a partir de esta información, determinar las
variables utilizadas en el estudio. Uno de los equipos de estudio más avanzado en
el análisis automático de la imagen es el de la Queen Mary University of London,
dirigido por el Dr. Cavallaro (350), que ha conseguido la detección de jugadores
y balón en tiempo real, tanto en campo grande (fútbol), como en indoor en el ba­
loncesto. Cuando se han efectuado comparaciones entre los sistemas basados en

figura 07. Distancia total a alta Intensidad y a máxima velocidad en la primera y segunda parte de un partido medidas con seml-automatlc
multiple-camera system (MCS. n%20). thevideo-basedtime-motionmlysissystm (VTM. ní4l7). GPS-I (n!d8), y GPS-2 W 3 ) .
357

— — —H

GPS y los que utilizan análisis a partir de la imagen (351) se ha podido observar
que, en algunos parámetros como las distancias recorridas a ciertas velocidades,
se dan diferencias que aconsejan que los datos sean tomados con precaución (Fi­
gura 67).

evaluación de la carga
«Los conocimientos autónomos deben convertirse en acciones prácticas y volver
a la teoría para enriquecer los contenidos obtenidos en dichas prácticas. Lo que
se oye, se olvida. Lo que se ve, se recuerda. Lo que se hace, se comprende.»
Piasenta, 2007

Como se ha indicado anteriormente, llevar las condiciones de la competición al


entrenamiento puede resultar difícil; por lo tanto, cuando se pretende controlar la
carga del entrenamiento en DE nos encontramos con las dificultades propias del
control de dichos deportes. De los datos obtenidos en las situaciones reales de jue­
go se desprende que los indicadores mecánicos son los más fáciles de controlar y
reproducir. La posición, la distancia, el tiempo, la aceleración y la velocidad —que
a su vez determinan la forma en que se manifiestan la fuerza y la potencia— son
las variables más utilizadas cuando se quiere llevar a cabo un control de lo que
ocurre en el entrenamiento. Si hay un apartado en que los diferentes especialistas
en la materia no se ponen de acuerdo es el de designar qué tipo de manifesta­
ciones de la fuerza son principales y cuáles son una variante de las anteriores. A
pesar de ello, una vez conocidos los diferentes tipos de acción muscular, podemos
aproximarnos con un mayor conocimiento de causa a las diferentes manifestacio­
nes de la fuerza (352). La aplicación de la fuerza siempre está asociada al tiempo
de aplicación y al espacio recorrido durante el desplazamiento (353). Se puede
analizar la causa del movimiento a partir del tipo de acción muscular (negativo,
positivo, estático, y sus combinaciones), las características de la sobrecarga em­
pleada, los estratos energéticos y las características del movimiento realizado.

En la valoración de la fuerza y la potencia se suelen utilizar tres tipos de indica­


dores:

® Indicadores básicos: fuerza, torque y potencia, tanto en valor medio


como máximo o relativo.

® Indicadores diferenciales: relacionan la fuerza y la potencia con el


tiempo en desarrollarlas.

® Indicadores indirectos: máxima carga levantada, velocidad, tiempo,


etc...

De acuerdo con esta definición, la evaluación debe tener en cuenta todo el rango
de velocidades —tanto en la fase excéntrica como en la concéntrica— de la acción
muscular.

En muchos casos, las pruebas de campo proporcionan datos que perm iten prede­
cir resultados deportivos, ya que ejecutan patrones de movimiento parecidos a los
del gesto deportivo. Por ejemplo, una carrera de 100 m lisos puede estar altamente
correlacionada con un test sobre 30 m, pero este test no proporciona suficiente
información sobre los procesos musculares y energéticos. Tampoco discrimina
entre las distintas manifestaciones de fuerza implicadas. Por lo tanto, hay que
diferenciar los objetivos del test, que puede:

9 Predecir resultados.

Inform ar sobre los procesos implicados.


M

En el prim er caso, el test debe ser lo más parecido posible a la especialidad, hasta
el extremo de que podemos afirmar que el mejor test es la propia prueba. En el
segundo caso, la ejecución del test puede estar más alejada de los patrones m o­
trices del gesto deportivo si con ello nos informa de los procesos que intervienen
en el entrenamiento. Los test de campo han sido utilizados ampliamente por en­
trenadores y deportistas por su facilidad y bajo coste, normalmente son pruebas
de dinamometría isoinercial, es decir, se usan masas constantes conocidas. Los
movimientos más utilizados son levantamientos, saltos, lanzamientos y carreras.

En muchas ocasiones se confunde la masa levantada con la fuerza ejercida. La


máxima carga que puede ser levantada con una sola repetición se denomina
1RM, siendo la m edida más común de valoración. Existen numerosas ecuaciones
de predicción que perm iten determ inar el 1RM a partir del máximo número de
repeticiones obtenidas con una carga (Tabla 5) (22). La mayor ventaja de este tipo
de valoración reside en que el material necesario es el que habitualmente se utiliza
en el entrenamiento. Normalmente este tipo de prueba se realiza con barras o
máquinas de musculación. La determinación de la fuerza y la potencia mediante
la movilización de sobrecargas puede hacerse con:

® Máxima carga levantada en una repetición.

• Número máximo de repeticiones posibles con una carga submáxima.

• Tiempo en ejecutar uno o varios movimientos con una carga y un


desplazamiento conocidos.

• Medida de la velocidad o aceleración de la masa movilizada.


360

tabla 5. Fórmulas que permiten calcular el IRM a partir de una masa conocida (0) y el número máximo de repeticiones (n)

1RM= Q (Kg) / 1,0278 - 0,0278 t i


Brzycki, 1993
%1 RM = 1,0278 - 2,78 reps hasta fallo

Welday, 1988 1RM = (Q ■0,0333 ■n ) + Q

1RM = 100 • Q / (101,3 - 2,67123 ■r i )


Lander, 1985
%1 RM =101,3-2,67123-n

O'Connor, et al,, 1989 1RM = Q • (1 + 0.025 - n )

Epley, 1985 1RM = (1 + 0,333 ■n) - 0

IRM = 100 -Q / (52.2 + 41,9 M5S n)


Mayhew, et a l,, 1995
%1RM = 53,3 + 41,9 °'®5'n

Wathan, 1994 1RM = 100 -Q 7(48,8 + 53,8 « ' " )


el entrenamiento basado

El control de la potencia obtenida al levantar distintas masas pone de manifiesto


que al aumentar esta se incrementa la fuerza aplicada y disminuye la velocidad,
pero se observa que la potencia va creciendo hasta llegar a una masa máxima a
partir de la cual, aunque se siga incrementando la masa, la potencia empezará a
disminuir. Lo anterior justifica la necesidad de conocer la máxima potencia de­
sarrollada y, muy especialmente, con qué masa se alcanza dicha potencia (354).

El diseño del entrenamiento de fuerza basado en la potencia ha sido una revolu­


ción por el cambio de paradigma, ya que el entrenamiento deja de basarse en la
máxima carga levantada y las repeticiones determinadas a partir de modelos. El
mismo método puede ser aplicado al entrenamiento mediante máquinas inercia-
les (YoYo o cónicas). Para el control de la potencia resulta necesario el uso de dis­
positivos de medida que detecten, registren y procesen el movimiento. La Tabla 6
muestra los sensores que se pueden utilizar para detectar las variables mecánicas.

evaluación con instrumentos


A partir de 1983 se dio un gran impulso científico y tecnológico a los métodos de
control gracias a la introducción de los test de Bosco (355), con los que se pueden
valorar de forma indirecta las distintas expresiones de la fuerza de las extremida­
des inferiores. La reducción en los costes y la mejora tecnológica han perm itido a
los propios entrenadores y deportistas utilizar instrumentos sofisticados directa­
mente en la pista o el gimnasio. Deben tenerse en cuenta todas las posibilidades
de acción muscular y, por tanto, todas las situaciones.
Dado que la medición del peso levantado en forma directa o indirecta no tiene
en cuenta la velocidad de ejecución del ejercicio, los investigadores Julio Tous y
Gerard Moras (21) diseñaron un test sumamente sencillo y que solo precisa de
una cinta métrica y un cronómetro (Test de W5 s).

Algunos de los actuales terminales de teléfonos móviles —denominados también


teléfonos inteligentes— incluyen en su interior un GPS de alta calidad y uno o
varios acelerómetros triaxiales. Las posibilidades aportadas son infinitas, permi­
ten obtener todos los datos cinemáticos a partir de la integración de las señales
y de las posiciones obtenidas por su propio GPS. Pueden almacenar los datos en
su propia m em oria y procesarlos con los programas integrados en el terminal y
pueden transm itir los datos desde el term inal a cualquier ordenador conectado a
internet. Al mismo tiempo que los teléfonos inteligentes, los programas de aná­
lisis asociados a dichos terminales han ido ocupando una parte importante del
sector de la evaluación en el deporte.

instrumentos de registro
fotografía y cinematografía
Puesto que la respuesta parpadeo del ojo hum ano es de 10 imágenes por segundo,
no puede ver los detalles de un objeto en movimiento. Por otra parte, el ojo no
hace un registro del movimiento, el instrum ento de registro es el cerebro, el cual
pierde rápidamente información de los detalles que ha podido tomar de los obje­
tos que se mueven. La posibilidad de m antener en la m em oria los detalles depen­
de de la cantidad de información que contiene el objeto, de la velocidad del objeto
y de sus partes, de las interferencias, etc. Ante esta situación, se crea la necesidad
de congelar el movimiento. Desde la aparición de dispositivos de registro de la
imagen los investigadores empiezan a hacer uso de aparatos que proporcionan
imagen fija a partir del movimiento. Recientemente ha aparecido en el mercado
SENSORES Y MÉTODOS DE DETECCIÓN MÁS FRECUENTES

MAGNITUDES j

Posición
Acceleración
Sensores Distancia Velocidad Fuerza
Vibración
Desplazamiento

Potenciómetros
Galgas
Resistivos Galgas Potenciómetros Galgas
+ masa-resorte
Magnetorresistencias

Condensadores Galgas
Capacitivos capacitativas
diferenciales

Ley de Faraday
Transformadores
Magneto-elástico
diferenciales Transformadores
Inductivos y Transformadores
diferenciales
electro­ diferenciales + Transformadores
Corrientes Focault
magnéticos masa-resorte diferenciales +
Corrientes Focault
célula de carga
Efecto Hall
Efecto Hall

Piezoeléctricos +
Generadores Dinamo Piezoeléctricos
masa-resorte

Encoders increm.
Digitales Encoders increm.
Encoders absolutos

Uniones p-n Fotoeléctricos


tabla 6. Sensores utilizados en medidas de
Reflexión Efecto Doppler fuerza, potencia y velocidad
Ultrasonidos
364

doméstico una gama de cámaras de fotografía digital fabricadas por Casio qu


incorporan las características de alta resolución y alta velocidad a unos precios
totalmente asequibles para cualquier entrenador.

El tratamiento de las imágenes debe hacerse con programas de análisis en 2D o


3D que pueden hacer los cálculos a partir de la digitalización previa, manual o
automática. Los sistemas que se pueden encontrar en el mercado suelen ser caros
y precisan de personal preparado para su uso. Afortunadamente, han aparecido
programas libres y gratuitos como Kinovea y Longomatch que perm iten el análi­
sis del gesto y del partido con un nivel muy alto de calidad, estos programas han
sido validados y cada vez se utilizan más en el campo de la investigación.

sistemas de evaluación
El proyecto Chronojump Boscosystem (www.chronojump.org) es una solución
libre creada por Xavi de Blas (356) y usada por entrenadores, profesores y estu­
diantes; se trata de una herramienta informática para medir, gestionar y obtener
estadísticas de test de salto, carrera, ritmo o de cualquier tipo basado en la medida
de tiempos. Tanto el software como el hardware han ido evolucionando gracias a
la colaboración de personas de todo el m undo que participan compartiendo sus
conocimientos y los datos que obtienen al ejecutar los test. El sistema permite
conectar todo tipo de sensores basados en contactos eléctricos, electromagnéti­
cos, optoacoplados o basados en semiconductores. O tra característica que lo hace
especialmente interesante es que el software puede controlar varios procesadores
al mismo tiempo. El sistema Chronojump se ha convertido en un referente a nivel
mundial utilizado por universidades, equipos deportivos, entrenadores y depor­
tistas. Se han desarrollado varios dispositivos que se pueden conectar al sistema,
plataformas de salto de diferente tipo, células fotoeléctricas, encoders lineales y
rotatorios. Al mismo tiempo, se han ido incorporando nuevos test al programa,
más de 50, siempre a propuesta de los usuarios (Figura 68).

También han ido apareciendo nuevos dispositivos que perm iten crear cualquier
aparato de medida, el más popular es Arduino, creado por Massimo Banzi, que
ha supuesto una revolución en el m undo del diseño de instrumentos; con un cos­
te de menos de 40 € permite conectar todo tipo de sensores y puede conectarse
fácilmente a un ordenador o dispositivo móvil para procesar las señales obteni­
das. Siguiendo la experiencia de Arduino, se han creado ordenadores m iniatura
orientados a la captura y tratam iento de señales como Raspberry Pi y Banana Pi.
Otro dispositivo especialmente interesante es Bitalino, orientado a la captura y
tratamiento de señales biológicas (Figura 69).

figura 68. Chronopic3. instrumento de hardware libre


conclu ¡iones
A pesar de la dificultad que puede tener la evaluación de las capacidades especí­
ficas en cualquier DIEC, el registro y análisis de lo que ocurre en el campo per­
mite incrementar el conocimiento sobre el deporte. La aplicación de las nuevas
tecnologías ha supuesto una importante mejora en los sistemas de entrenamiento,
especialmente en la dimensión condicional. La facilidad de acceso a estas tecno­
logías y la posibilidad de crear uno mismo los instrumentos que necesite perm i­
ten personalizar las soluciones en función de las necesidades generadas, tanto en
análisis de juego como en el entrenamiento para el rendimiento, la prevención y
la rehabilitación.

El conocimiento de la estructura condicional a partir de la clasificación funcional


de la fuerza propuesta por Seirul-lo permite estructurar el uso de instrumentos
para controlar sus manifestaciones utilizando la plataforma de salto para la fuerza
de salto, el radar o el encoder para la fuerza de lanzamiento, la galga extensiomé-
trica para la fuerza de lucha y las fotocélulas o el radar para los desplazamientos.

figura 69. Dispositivo programable para el registro y medida de señales biológicas basado en un circuito Raspberry Pi
367
¿cómo controlar la carga
in duda, el m ayor legado de

S nu estro m áster son sus alum nos


y p o r este m otivo queríam os in ­
cluir una sección donde dar voz a un
grupo selecto de alum nos que han
destacado a nivel profesional para
que nos com enten cóm o influyó esta
form ación en sus carreras. Com o su e ­
le decirse, «ni están todos los que son
ni son todos los que están», p o r ello
habilitarem os un espacio en n uestra
web donde p o d e r am pliar esta sec­
ción (h ttp ://m asterced e.co m ).
371

joséluis rjol
Nací en Zaragoza y siempre he vivido aquí, excepto cuando he tenido que de­
splazarme por motivos laborales o de formación. Jugué en diferentes equipos es­
pañoles como futbolista profesional en 2a División durante 6 años (Atlético de
Madrid, Linares, Cartagena y Logroñés) y me retiré a los 26 años para centrarme
en mis estudios en el INEF de Madrid. Posteriormente, inicié los cursos de doc­
torado (defendí la tesis en 2004) e inmediatamente después formé parte de la
prim era promoción del Máster en ARD del COE, estudios que simultaneé con
los cursos de entrenador de fútbol; y no teniendo suficiente, seguí con el Master-
cede, el Máster de Preparación Física en Fútbol, así como distintos posgrados de
coaching y dirección deportiva y cualquier congreso o jornada que me pareciera
interesante. En cada momento de mi carrera he tratado de poner en práctica la
formación recibida.

Mi desarrollo profesional siempre ha simultaneado la tarea de preparador físico,


segundo entrenador (11 años en Primera División y 1 en Segunda, donde desta­
caría las experiencias en el Real Zaragoza, el Real Betis Balompié, el Tenerife y el
Oporto) o prim er entrenador (Tercera y Segunda División B) con la de docente
en formación deportiva, casi toda sobre fútbol. Quizás la experiencia que más me
marcó fue la prim era etapa en el Real Zaragoza, que duró 5 años, durante la cual
el equipo participó en dos finales de la Copa del Rey (en una de ellas se proclamó
campeón) y logró una Recopa de Europa.

En la actualidad me encuentro inmerso en la culminación del proyecto donde


más decisiones he podido tom ar en prim era persona: la creación del Grado en
Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Universidad San Jorge. Es un
sueño hecho realidad haber podido ayudar a crear el primer grado de nuestro
gremio en m i ciudad. Por otro lado, desde la pasada temporada he vuelto al Real
Zaragoza para dirigir el Area de M etodología y Conocimiento del club.

Pertenezco a la prim era promoción de Mastercede (2003-2005). Recuerdo que, en


segundo curso, como estaba en Oporto, no pude asistir a las sesiones presenciales
y, aunque term iné el máster, al año siguiente pedí permiso para asistir a muchas
de esas clases presenciales por el valor que considero que tienen en la formación.
No olvidemos que yo estudié con Álvarez del Villar, en Madrid, una preparación
física basada en el atletismo, por lo que esta formación fue clave para poder dar
el salto cualitativo que necesitaba en mi forma de entender el entrenamiento. Me
marcaron especialmente Paco Seirul-lo, Gerard Moras y Julio Tous. Con este últi­
mo se forjó a través del máster una relación más estrecha, tanto a nivel personal
como profesional, que aún hoy perdura.

antonio
Nací en Santander, aunque pasé mi infancia en Castro Urdíales (Cantabria). Una
vez cursada la EGB, mi vida se desarrolló principalmente en el País Vasco llevan­
do a cabo allí tanto el bachiller como la carrera universitaria (IVEF 1997-2002).
Posteriormente, he completado mi especialización mediante 4 másteres y un doc­
torado, además de haber realizado los cursos de entrenador, tanto de fútbol como
de fútbol sala. Considero que la formación debe ser continua y permanente, pero
si tuviera que destacar un valor determinante sería el hecho de dudar, de consid­
erar que todo lo que recibimos como formación no es más que un punto de parti­
da para atreverse a dudar, a reflexionar, a pensar y a llevar a la práctica diferentes
cosas. Como tradicionalmente nos han mencionado, la teoría es una cosa y la
práctica es otra distinta.
Mi trayectoria profesional me ha llevado a ir cubriendo etapas en diferentes lu­
gares. Tras 3 años en el equipo de mi ciudad, Castro Urdíales, me fui otras 3
temporadas al equipo de Bilbao (consiguiendo subir a la máxima categoría). Tras
ello decidí dar el paso de salir a un equipo con otro tipo de aspiraciones, así com ­
pleté un ciclo de 4 años en Santiago de Compostela. Desde 2008 hasta esta última
temporada he desarrollado m i labor de preparador físico en la Selección Nacional
de Fútbol Sala y en la actualidad lo hago en la Cultural Leonesa. Creo que el m o­
mento que más he disfrutado profesionalmente fue conseguir un ascenso con un
equipo, es algo mágico. También debutar con el equipo nacional fue un momento
que se me quedó grabado en la retina para siempre. Respecto a lo de sentirme
identificado, me siento identificado siempre y cuando el equipo esté dispuesto
a reducir el porcentaje del factor suerte, porque hemos realizado un trabajo de
calidad. Por lo tanto, he intentado fluir y disfrutar en cada contexto.

Me han marcado especialmente tanto José Venancio López Hierro (seleccionador


nacional de fútbol sala) como Roberto Barcala Furelos (director de tesis), y mi
compañera de viajes para poder cumplir mis sueños: María Richter Balboa.

Soy de la promoción Mastercede 2010-2012 y recuerdo como compañeros de­


stacados a Ismael Camenforte (actual preparador físico del Barcelona B de fút­
bol), David Pozos (colaborador del FC Barcelona a través de su entrenador), Rafa
González de Txabarri (preparador físico en remo) y Xisco Sanz (actual prepa­
rador físico del Iberostar Tenerife). Aunque no eran de mi promoción directa,
fue con los que más relación tuve durante el segundo año. Valoro especialmente
haber conocido a estos y otros compañeros que aportaban muchas cosas en los
ratos libres, así como haber podido interactuar con profesionales de altísimo niv­
el. También destacaría haber sido capaz de analizar si estaba muy lejos de lo que
desarrollaba personas a quienes consideraba eminencias en su área. En este sen­
tido, me resultó de gran utilidad en los lugares donde he trabajado el aprendizaje
de cómo gestionar el trabajo de fuerza, ya que considero que la aplicación de los
contenidos abordados en el máster en muchos casos se ve muy condicionada por
374

el contexto de intervención y, sobre todo, por las personas a quienes se aplica.

david álvarez
Nací en Las Palmas de Gran Canaria, crecí aquí, estudié las dos carreras (FCAFD
y Fisioterapia) y me doctoré en la universidad de mi provincia.

Fui preparador físico y fisioterapeuta del Universidad de Las Palmas de GC, tan­
to en Segunda División A como en Segunda División B. Posteriormente, estuve
como fisioterapeuta-recuperador en el prim er equipo del FC Barcelona durante
las temporadas 2008-2009 y 2009-2010. Trabajé como preparador físico y fisioter­
apeuta personal de Thierry Henry en los NY Red Bulls de la MLS de EE. UU. y
entre 2012 y 2015 fui responsable del Área de Rendimiento de dicho club. Volví a
mi tierra para dirigir el Área de Fisioterapia y Recuperación de la UD Las Palmas
en La Liga y en la actualidad trabajo para el Birmingham FC como Head o f Sports
Science and Medical.

Personalmente, me sentí especialmente cómodo trabajando en una ciudad tan


maravillosa como Nueva York. Fue una magnífica experiencia poder llevar hasta
otro país los conocimientos que había adquirido en el máster y en mis estudios
anteriores, a una liga como la MLS y a un equipo como los NY Red Bulls. Se
formó un gran equipo profesional y humano.

Soy de la prim era promoción de Mastercede (2003-2005). Entre los compañeros


que recuerdo están mi amigo Rómulo Díaz, Edu Pons, David Vidal, Sesé Rivero
o José Luis Arjol. El máster cambió m i forma de entender el entrenamiento y la
planificación de los deportes colectivos con respecto a lo que había aprendido
375

en mis estudios anteriores. Fue clave para mí conocer a profesores cuyas teorías
había estudiado en la carrera pues, unos años más tarde, al coincidir con ellos en
el máster, pude entender mejor cómo aplicar esos principios en el trabajo. Recu­
erdo todavía el impacto que me provocó la charla magistral que dio Xesco Espar
en la clausura del máster en 2005. Desde el punto de vista personal, el máster me
ayudó a parar de trabajar y hacer un paréntesis de vez en cuando, aun cuando
piensas que no puedes faltar al mismo para seguir formándote, perdiendo días
libres y haciendo un esfuerzo económico importante. Quizás por ello lo disfruté
tanto. Desde el punto de vista profesional, me dejó huella porque posteriormente
trabajé en ese club, el Batya, y en esa ciudad, Barcelona. Tengo la sensación de
que ese máster fue un preámbulo de lo que me iba a pasar. Además, gracias a José
Manuel Sánchez conocí una técnica terapéutica (la EPI) que marcó los siguientes
años de mi profesión. Definitivamente, he podido aplicar la gran mayoría de los
conocimientos que adquirí. Si bien es cierto que muchas otras cosas no son apli­
cables porque la realidad laboral no es siempre la que esperas, básicamente me
preparó profundam ente para lo que me he encontrado en los siguientes 12 años
de mi carrera.

albert
Nací el 5 de agosto de 1984 en La Pobla de Lillet, un pequeño pueblo de la comar­
ca del Berguedá (Barcelona), aunque a los 6 años me trasladé a Ripoll (Gerona)
donde resido actualmente. Mi formación académica durante los años de estudio
de ambas carreras (CAFyD y Fisioterapia) en la Universidad de Vic fue deter­
m inante a la hora de adquirir y asentar las bases de mis conocimientos, esas son
las raíces del árbol. El doctorado (INEFC/UB) me formó en el ámbito de la in­
vestigación y me enseñó a tener una visión y perspectiva científica de las cosas.
Los dos másteres (Alto Rendimiento en DE —Mastercede— y Alto Rendimiento
en Fútbol —MBP SportNetworking—) y el postgrado (Readaptación al Esfuer­
zo —INEFC/Fundació Universitaria del Bages—) fueron los que me aportaron
la calidad necesaria para poder desarrollar mi vida profesional, me impregnaron
de conocimiento teórico basado en la práctica, me situaron en la realidad del
deporte de alto rendimiento, fueron la clave; hasta ese m omento tenía claro qué
hacer, pero no sabía cómo hacerlo.

Profesionalmente, trabajé durante 7 temporadas (2006-2007 a 2012-2013) en el


fútbol profesional (fútbol base y Barcelona B) del FC Barcelona desempeñando
labores de fisioterapeuta, preparador físico y readaptador deportivo. También es­
tuve contratado (2009-2012) realizando mi tesis doctoral en el CAR de Sant Cugat.
A continuación, trabajé para los New York Red Bulls de la Major League Soccer
(2013-2015) como Head o f Fitness and Performance desempeñando labores de
preparador físico y readaptador deportivo. Volví a España en el curso 2015-2016
para ejercer como docente en la Universidad de Vic en los grados de CAFyD y
Fisioterapia, además de dar clases en distintos másteres oficiales y otros cursos.
Desde la tem porada 2017-2018 trabajo en el Birmingham FC como First Team
Strength and Conditioning Coach.

No sería justo si destacara o valorara una sola experiencia sobre las demás, porque
todas ellas me han ayudado a mejorar y a ser quién soy hoy en día, tanto a nivel
personal como profesional, pero si tuviese que destacar una sería mi experiencia
de tres años en los Estados Unidos de América. Me aportó muchísimo en todos
los niveles, personalmente, porqué dejé mi zona de confort, donde lo tenía todo
—familia, amigos, trabajo... — y me tuve que adaptar a una nueva cultura, país,
idioma y modo de vida, y eso te curte. A nivel profesional hice un salto de calidad,
empecé a trabajar en un prim er equipo profesional y a codearme con jugadores
que eran leyendas vivas en su deporte. Además, tuve que desempeñar varias tar­
eas a la vez, algunas de las cuales no había hecho antes, eso fue como otro máster,
el día a día era un aprendizaje constante, crecí exponencialmente y me tuve que ir
adaptando a las situaciones que surgían. Podría decir que estudié dos másteres a
la vez, uno personal y otro profesional. Destacaría a dos personas que me m arca­
ron tanto por su hum anidad en el trato personal y como por su gran profesionali-
dad en el día a día: Lluís Til, que fue mi supervisor en el CAR y mi responsable en
el FC Barcelona, y David Álvarez, que fue mi responsable los dos primeros años
de mi etapa en los New York Red Bulls, y que lo es ahora en el Birmingham FC.
Me demostraron que ambas cosas no están reñidas, a pesar de que mucha gente
no pueda entender que un jefe puede ser también un amigo. El trato a la hora de
dirigir personas y equipos de trabajo es algo que admiro de ellos. Podría decir
que es un don natural que poseen que, sumado a los amplios conocimientos y
formación académica que tienen, les convierte en personas excepcionales.

Estudié Mastercede en la promoción 2011-2013. Recuerdo especialmente a Víctor


Sánchez (actualmente segundo entrenador de la ACF Fiorentina con Paulo Sou­
sa y Nacho Torreño) y a Andrés M artín (preparador físico del juvenil B del FC
Barcelona). Aquello fue un bombardeo constante de contenidos, en cantidad y en
calidad, todo lo que se enseñaba era útil y aplicable en mi día a día en el trabajo.
Hasta el momento, nunca me había pasado, estaba acostumbrado a asistir a clases
magistrales donde se explicaba el temario a nivel teórico, pero cuando entrabas al
«ruedo» no sabías como «torear». El hecho de tener como profesores a profesio­
nales en activo o en contacto con el m undo del deporte —amateur o profesional-
fue determinante y, según m i opinión, es la clave del éxito y lo que le da un valor
añadido a este máster. No te creías las cosas solamente porque te las contaran,
las ponías en práctica y funcionaban, no eran experimentos de laboratorio que
cuando los quieres probar en tu día a día fallan sin saber por qué o simplemente
no sabes ni cómo empezar. Estabas en tu puesto de trabajo y deseabas que llegase
la siguiente sesión presencial del máster, abrir la cuenta de correo y leer el email
con el temario que se daría en la siguiente clase para poder asistir y aprender. Una
vez allí, querías estar en el campo para poder aplicar lo que te estaban contando
o simplemente debatirlo con los profesores y compañeros de promoción. Todos
los conocimientos que adquirí y los contactos que hice me ayudaron y me siguen
ayudando a mejorar día a día y a ser mejor profesional.
olivergonzalo
Nací en Zaragoza y he desarrollado toda m i carrera profesional en dicha ciudad.
Estudié INEF en Lérida, dos másteres (Mastercede y el Máster Oficial Rendimien­
to Físico y Deportivo en la UPO de Sevilla) y me doctoré por la Universidad de
Zaragoza en 2015.

Profesionalmente, m i carrera se ha desarrollado tanto en el Básquet Zaragoza


(como responsable de la preparación física de toda la cantera y del filial de EBA)
como en distintas selecciones españolas de baloncesto formativo. Desde el año
2014 ejerzo como profesor en el nuevo Grado de Ciencias de la Actividad Física y
el Deporte creado en mi ciudad (Universidad San Jorge).

En mi vida como jugador, Jorge Mena —que en paz descanse— me marcó a nivel
personal. Luchar por lo que quieres sin rendirte nunca era una de sus premisas.
Posteriormente, en m i carrera profesional, hay 3 personas que me han marcado
en diferentes cuestiones: Julio Tous, José Luis Arjol y Alberto Méndez-Villanueva.

Soy de la promoción 2008-2010 de Mastercede. Recuerdo como compañeros a


Guillermo Gutiérrez, David Casamichana, Alberto Sánchez y Jairo Vázquez. El
máster produjo un cambio radical en m i m anera de entender la preparación física.
Me aportó conocimiento, sí, pero principalmente me generó inquietudes, ganas
de seguir aprendiendo, de ser mejor cada día, de descubrir nuevos enfoques de
entrenamiento. En definitiva, me impulsó a ser mejor profesional y a reciclarme
constantemente. Todas aquellas preguntas que me hacía cuando era jugador
comenzaron a verse contestadas. Dar vueltas al campo o levantar pesas dejaban
de tener sentido en la configuración del deportista de equipo. Mi llegada a Barce­
lona provocó una situación de reseteo sobre todo aquello que había aprendido an­
teriormente para dar paso a una nueva dimensión. Creo que he podido aplicar la
gran mayoría de cosas que aprendí, pero destacaría los conocimientos adquiridos
sobre el entrenamiento de la fuerza. Además, he tenido la oportunidad de analizar
y evaluar científicamente la aplicabilidad de algunos de ellos, como el efecto de la
RPA en el rendimiento o el entrenamiento mediante movimientos con aplicación
de fuerza en diferentes vectores.

rafael maldonado
Nací el 3 de abril del Año de la Constitución y me crie en Arahal (Sevilla), uno de
los pueblos de La Campiña sevillana, famosa por sus aceitunas prietas. A los 19
años me mudé a Granada para estudiar la licenciatura y, recién acabado, comencé
mi andadura profesional, primero por Andalucía (Huelva, Cádiz y Sevilla) y, pos­
teriormente, por Barcelona, Londres, Florencia y actualmente Nueva York.

Mi formación académica en el INEF de Granada fue mi prim er acercamiento


al entrenamiento de la fuerza, ahí vi por prim era vez un encoder lineal; además,
aprendí a comprender el deporte desde un punto de vista vanguardista a nivel
didáctico y de entrenamiento. El máster añadió aún más conceptos a los ya ad­
quiridos en Granada, pero, sobre todo, me inició en el camino del entendimiento
de la «complejidad del deportista» indistintamente del deporte. Finalmente, el
m áster/doctorado que hice en la UPO (Sevilla) me aportó la posibilidad de con­
ocer más sobre el m undo de la investigación.

En 2004, después de probar como preparador físico en diferentes equipos de


Tercera División, fui cofundador de VF Sport (Sevilla), donde inicié la andadura
profesional que me ha distinguido hasta el día de hoy. Hasta el 2010 llevé a cabo
entrenamientos a deportistas de diferentes disciplinas y colaboré con equipos de
fútbol de Prim era División como, por ejemplo, el Recreativo de Huelva, el Real
Racing de Santander y el Real Zaragoza SAD. En septiembre de 2010 me trasladé
a Barcelona para incorporarm e a Novaelite Sport Center en el puesto de director
técnico. Allí compaginaba dicha labor con la de preparador físico de Carla Suárez
(por entonces Top-20 WTA) y algunas colaboraciones como, por ejemplo, con la
Juventus de Turín a través de Julio Tous. Durante dos temporadas y media (2013-
2015) empecé un nuevo proyecto de ámbito internacional como coordinador del
Área Condicional, Prevención y Readaptación de lesiones en tres clubes de tres
países diferentes (Udinese Calcio, de la Serie A italiana; Granada CF, de la Liga
Santander; y Watford FC, de la Prendere League inglesa). Desde julio de 2015
hasta junio de 2017 formé parte del staff técnico de Paulo Sousa como uno de los
responsables de la optimización del rendimiento de los jugadores del ACF Fioren-
tina (Serie A italiana). En la actualidad me encuentro en Nueva York llevando la
readaptación a la competición de Giuseppe Rossi.

Aunque cada trabajo te aporta muchas experiencias personales y laborales, si tu­


viese que destacar uno por encima de todos, por su intensidad sería la época del
VF SPORT. Durante esos 6 años se gestó una gran cantidad de conocimiento
sobre el entrenamiento de la fuerza y la readaptación de lesiones gracias, entre
otras cosas, a la interacción y discusión continua con profesionales de diferentes
ámbitos (médicos, fisioterapeutas, nutricionistas, preparadores físicos), a la orga­
nización de congresos internacionales y a la investigación y aplicación de nuevas
tecnologías provenientes principalmente de la «escuela de Barcelona». Además
—de ahí el calificativo «intenso»—, fue cuando se produjo nuestra irrupción lab­
oral en la élite deportiva y, sobre todo —y por lo que me siento más orgulloso—,
por la creación de vínculos de amistad que perduran hasta el día de hoy.

Citaría a bastantes personas que me han marcado, pero de entre ellas destacaría a
dos (para mí imposibles de separar): José Manuel Quintana y Julio Tous. Amigos
ante todo, ambos me han enseñado incondicionalmente aspectos esenciales para
mi crecimiento: me han ayudado a ser mejor persona y profesional. De ellos de­
stacaría, además de su amistad, su honestidad, su capacidad de generar cono­
cimiento y su valentía profesional.

Soy de la prim era promoción de Mastercede (2003-2005). Me acuerdo de Da­


vid Vidal, Antonio Gómez, Xavi Julia, Deborah, David Álvarez, Cala, Juan Sol-
la, Miguel Martínez, Pedro Do Campo, José Bolludo, Esther y Sergio Rodríguez.
Ante todo, creo que lo más importante fue ganar una red de amistades profe­
sionales maravillosas (compañeros y profesores). El máster me enseñó palabras
como «complejidad» y «optimizar» y me inició en la difícil tarea de comprender
«cómo es/actúa el ser hum ano/deportista», cómo «intentar» optimizar su ren­
dimiento indistintamente del deporte que practiquen (ya sea colectivos o no...)
y cómo enlazar «eslabones perdidos« y «darle una vuelta de tuerca» a contenidos
ya existentes para que cada intervención empezara a tener incidencia directa en
el rendimiento y bienestar de nuestros jugadores. A pesar de que ya hace 10 años
que lo cursé, no ha quedado como un máster obsoleto, sino todo lo contrario, yo
sigo acudiendo a algunas sesiones presenciales porque es un lugar de referencia
para actualizarse y autogenerarse nuevos paradigmas de entrenamiento. Desde
el m inuto 0 pude aplicar todo lo que aprendía en las clases presenciales. Cuan­
do estaba de preparador físico en San Fernando, los jugadores se reían de mí
cuando trabajábamos con m etrónom o y me decían: «¿Esto qué es, una cámara de
fotos...?». Es cierto que me he encontrado en contextos laborales donde es más
«fácil» aplicarlos que en otros, pero debo decir que no concibo mi trabajo si no
es aplicando estos conocimientos adquiridos e innovando con los que están por
venir...

xisco
Nací en La Laguna, donde pasé los primeros años de mi vida hasta que con 13
años mi familia se trasladó a vivir a Santa Cruz de Tenerife, donde yo ya estudiaba
en el Colegio Hispano Inglés desde hacía unos años. Nunca fui un gran estudi­
ante, creo que en parte porque no había muchas materias que me apasionasen, y
fue gracias a la insistencia de mi m adre que aprobé lo que entonces era el COU y
la Selectividad. Estudié CAFD en la Universidad Europea de M adrid y posterior­
mente realicé un curso de Experto Universitario en Actividad Física y Salud, al
mismo tiempo que el Master en Alto Rendimiento del COE.

Empecé a trabajar como preparador físico en todas las categorías, desde la for­
mación hasta los profesionales, en el Tenerife Baloncesto y Náutico. Tras varios
años compaginando estos puestos con el de profesor de Educación Física, de­
cidí invertir en tecnología y posteriormente crear m i propio centro, RED Recu­
peración y Entrenamiento Deportivo, y dedicarme a ello en exclusividad. Esto
me abrió nuevas puertas y la oportunidad de entrenar a multitud de deportistas,
desde amateur a olímpicos, así como trabajar junto al grupo de Michal Novotny,
con quien sigo colaborando como asesor de tenistas como Tomás Berdych, Vasek
Pospisil, Dominic Thiem, Dominika Cibulková o Lude Safárová. Desde la tem ­
porada 2013-14 también trabajo como preparador físico del Iberostar Tenerife
(ACB), equipo que ha ido superándose y m ejorando su rendimiento año tras año.
Para mí, form ar parte de este grupo, donde tienes la confianza y el respeto de los
jugadores, del club y el apoyo del cuerpo técnico —encabezado por Txus Vidorre-
ta, junto a Marco y Nacho—, que valoran mi trabajo y lo consideran fundamental,
es algo muy gratificante y motivante. En la tem porada 2016-17 se produjo el m i­
lagro: tras 23 jornadas disputadas, el equipo era líder a dos victorias del Madrid
y a tres del Bar^a. Disputamos la fase final de la Copa del Rey, nos clasificamos
para los playoffs por prim era vez en la historia del club y, además, conseguimos
el prim er título europeo (Champions League). Aparte de estos logros, mi trabajo
—junto al de los fisioterapeutas— ha ido evolucionando y mejorando en los úl­
timos años, centrado en la mejora del rendimiento y la prevención de lesiones,
vamos reduciendo año tras año el número de lesiones por sobreuso o agudas sin
contacto, hecho que permite a Txus trabajar el mayor número de sesiones posible
con todos los jugadores profesionales y en las mejores condiciones.

Comencé el máster en el año 2012. Desde el principio creamos un grupo de cole­


gas que, además de convivir cada fin de semana, intercambiábamos experiencias
y conocimientos profesionales. Por suerte, con todos ellos, en mayor o m enor
medida, he m antenido el contacto a pesar del paso del tiempo: Alvaro Álvarez
Parrilla, Juan Antonio García Zapata, Rafa González de Txabarri y Juan Diego
Prada Juárez, Andrés Parada López, Isaac Ruiz Castaño, Daniel Carm ona Cuevas.
También me gustaría mencionar a Antonio Bores Cerezal, a quien, a pesar de ser
de una promoción anterior a la nuestra, conocimos una m añana desayunando
antes de subir a Montju'ic caminando —tal y como hicimos muchas veces a partir
de ese día—, y a quien en la actualidad me une una excelente relación profesional
y personal. Además, también mantengo contacto con Raquel Padrón, compañera
de máster, que está trabajando como yo en baloncesto en La Palma y en la FEB.
Me decidí a realizar este máster después de conocer a Julio Tous gracias a amigos
del gremio o de la tierra, ya que, como sabemos, Julio es un tinerfeño que tuvo
que emigrar. Fue a él a quien por prim era vez escuché hablar de entrenamiento
con sobrecarga excéntrica, plataformas vibratorias y entrenamiento en suspen­
sión, por no hablar del concepto de que «la fuerza es la única cualidad fundam en­
tal», algo que tenemos muy claro todos los que hemos realizado este máster.

No soy una persona que tenga referentes ni en el ámbito personal ni en el profe­


sional. Si tuviese que elegir a alguien sin duda sería mi padre, huérfano de padre
desde muy joven, capaz de estudiar Medicina, jugar al baloncesto profesional y
además crear una familia. Me gusta conversar y escuchar a gente que entiende
de entrenamiento y rendimiento. Algo que siempre trato de hacer es aprender
de los que me rodean y de quienes he tenido oportunidad de hablar sobre entre­
namiento y todo lo que está, directa o indirectamente, ligado al rendimiento de­
portivo. Me encanta escuchar a Julio Tous, por su cercanía y la naturalidad con la
que cuenta su experiencia, además de sus conocimientos en el entrenamiento de
fuerza. Puedo debatir con Antonio Bores sobre la importancia del entrenamiento
384

invisible... En esta era donde está todo cuantificado (metros recorridos, num e­
ro de esprints, desaceleraciones...) dentro del entrenamiento, muchas veces no
sabemos qué hace el deportista cuando term ina el trabajo. Vuelvo loco a m i com­
pañero Pedro Valdivieso con ideas de entrenamientos, objetivos de las triseries,
orientación de las tareas y demás, pero lo más im portante de todo es que estas
conversaciones enriquecen muchísimo.

Por último, esta última tem porada estoy viviendo, aprendiendo y disfrutando de
lo que yo denomino «evolución del modelo de juego» gracias a los jugadores, por
su profesionalidad y ética de trabajo, pues son como esponjas, capaces de asimilar
enseguida cualquier nueva información o modificación en el planteamiento, y
también al cuerpo técnico, que es capaz de seguir evolucionando nuestro modelo
de juego. En cuanto al máster, solo tengo buenos recuerdos. No hay duda sobre la
calidad de los profesores e invitados, o la cercanía de Julio Calleja, Gerard Moras
o Padullés, por citar a algunos. Como ya dije al principio, he creado un vínculo
con compañeros de distintas partes del país que me han ayudado a abrir otras
puertas. Aparte de la materia y de los contenidos adquiridos en el máster, me sigo
planteando nuevos aspectos o tareas a desarrollar que implican un constante reci­
claje y que me perm iten seguir evolucionando como preparador físico. Un ejem­
plo de ello es que ahora cada tarea o cada triserie se plantean de m anera diferente
a la de hace dos años y completamente distinta a la de hace 10 años.

rubén
Nací en Valencia, donde realicé tanto los estudios básicos, federativos como uni­
versitarios. En la Universidad de Valencia, me desarrolle como profesional espe­
cialista en actividad física y deporte, concretamente en rendimiento deportivo
y más específicamente en fútbol. Mi formación académica se compones básica­
mente, de cuatro pilares. El prim ero es la licenciatura en FCAFD, después realicé
simultáneamente el máster y el doctorado. El máster lo concluí en los dos años
estipulados, más un tercer año durante el cual realicé el trabajo final de máster
tutorizado por Joan Solé. Tras realizar el prim er año, tuve que posponer m i doc­
torado. Como tercer pilar cuento con mi formación federativa en fútbol, que con­
sidero clave para la especialización dentro del rendimiento deportivo. Por último,
y no menos importante, quiero destacar todos los cursos realizados en etapas
posteriores, las visitas a clubes de élite, las charlas con grandes profesionales y
la observación. La formación es clave en el desarrollo profesional. Es la base y el
soporte de todo. A mayor formación, mayor capacidad de analizar, cuestionar,
aprender, desaprender y mejorar el día a día.

En cuanto a m i trayectoria profesional, desde 2008 trabajo en equipos de fútbol


profesionales: Aris FC (Superliga de Grecia, 2008-2009); FC Shinnik Yaroslavl (2a
División de Rusia, 2010); PAE Asteras Trípoli (Superliga de Grecia, 2011-2012);
CF Gandía (Grupo III, Segunda División B, 2011-2012); Neftpi Bakú PFC (Super­
liga de Azerbaiyán, 2012-2014); Stromsgodset IF (Superliga de Noruega, 2015);
Qarabagh FC (Superliga de Azerbaiyán, 2015-...). El lugar donde me he sentido
más identificado con m i equipo fue en la tem porada 2015-2016 en el Qarabagh
FC. El trabajo diario, el rendimiento del equipo, los éxitos conseguidos y el gru­
po hum ano creado son difíciles de igualar. Esta temporada hemos conseguido
clasificarnos para el grupo final de la Champions League, algo histórico en este
país. También destacaría el Aris FC, por ser mi prim era experiencia en el m undo
profesional. Allí aprendí muchas cosas que no aparecen en ninguna asignatura.
La persona que ha marcado mi carrera profesional ha sido Quique Hernández. Él
me contrató para su cuerpo técnico sin conocerme y me hizo conocer el m undo
profesional desde dentro, en toda su extensión.

Comencé el máster en septiembre de 2006, justo después de term inar la carrera.


Tuve el placer de coincidir con compañeros como René Santana, Flavio Augusto,
Javi Ramos o Luis Zaldívar. El máster me aportó un punto de vista diferente; me
hizo replantearme mis conocimientos, comenzar a aplicar cosas nuevas; conocer
y poder copiar a los que tenían éxito. Después de cada sesión presencial pasaba
horas analizando el material, incluyendo nuevas estrategias en mis entrenamien­
tos. También ha supuesto un punto de apoyo; siempre que he sentido la necesidad
de volver al aula, ver nuevos enfoques o escuchar el punto de vista de otros las
personas que trabajan en el máster han estado allí. He podido aplicar, he aplicado
y aplicaré muchas de las ideas que aprendí, combinadas con otras, que marcan mi
m anera de pensar, de vivir y de trabajar.

xavier
Nací en Barcelona el 16 de mayo de 1980. Viví del 83 al 90 en Argentina. Del 90 en
adelante, fui al colegio y al instituto en Barcelona y luego asistí a la universidad y
me doctoré en Lleida. Me considero nacido y criado en Barcelona, con el parénte­
sis (importantísimo) de vivir 6-7 años Argentina. Aparte de la citada formación,
realicé un máster en Fisiología Integrativa en la Facultad de Biología (UB) y ahora
estoy haciendo mi segundo doctorado en Computer Science y Performance Anal-
ysis (Victoria University, Melbourne).

El m undo académico es bueno siempre y cuando tengas un pie y medio en el


m undo real y práctico. Solo estudiar no vale de nada si no lo interpretas, lo sabes
transm itir y lo aplicas. Yo he tenido la suerte de estar siempre trabajando en equi­
pos, primero en baloncesto de base (Lluisos de Gracia y Sant Josep de Badalo-
na) y después con profesionales (Básquet Manresa 2005-14, Selección Española
sub-20 en 2014 y personalmente con Serge Ibaka del 2008 al 2014). Desde 2014
soy Director de Ciencias del Deporte y Preparación Física en San Antonio Spurs
(NBA). Crecí exponencialmente en Básquet Manresa. Ellos, con Jaume Ponsar-
nau como entrenador jefe, me abrieron las puertas para desarrollarme personal y
profesionalmente. Ahora en los Spurs la filosofía es muy parecida a la de Manresa,
pero con más recursos económicos y humanos. Me marcaron especialmente mis
padres y mi hermano. Ellos sembraron en mí las semillas de la curiosidad y la
perseverancia, que son lo que yo considero que me ha llevado hasta aquí.

Soy de la segunda promoción del máster (2004-2006). Me ofreció una visión


sistémica del rendimiento humano. La filosofía de Paco, Julio y Gerard es una
parte fundamental de mi m anera de trabajar. Cada uno luego tiene sus matices
personales y su particular manera de aplicarlo, pero desde luego el máster ha
determinado mi m anera actual de trabajar.

juan manuel no
Nací en Argentina, cumplimenté mi carrera de INEF en Buenos Aires, también
la especialización en preparación física del futbolista, de un año más de carre­
ra (1985-1989). Una vez finalizada la especialización en fútbol, realicé un curso
intensivo de Especialización en Investigación Científica Deportiva (1991-1993)
en el CENARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento). Ya en España, realicé
la convalidación y homologación de mi título argentino en el Ministerio de Ed­
ucación en M adrid como Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el De­
porte. Mientras estuve trabajando en Italia aproveché para realizar un máster de
un año en Preparación Física en Deportes de Conjunto repartido en tres sedes
(Macolin, Lyon y Turín), con profesores italianos y franceses.

Comencé a trabajar en la preparación física en fútbol en 1989, primero con juve­


niles hasta el año 1992 y luego tuve la oportunidad de continuar mi experiencia en
equipos de Segunda División entre los años 1992 y 1995. A partir de 1995 tuve la
posibilidad de trabajar dos temporadas en un gran club de Primera, el Lanús, con
Héctor Cuper, ganando un título internacional como la Conmebol 1996, equiva­
lente a la Europa League europea. Estas experiencias me posibilitaron acceder a
trabajar en la Liga Española por prim era vez en el Real Club Deportivo Mallorca,
de 1997 hasta 1999, ganando la Supercopa de España 1998. La siguiente experien­
cia que tuve fue en el Valencia Club de Fútbol durante las temporadas 1999-2001,
donde pudimos acceder a jugar dos finales consecutivas de Champions League
frente a Real M adrid y Bayern Múnich, respectivamente, y ganando nuevamente
la Supercopa de España en 1999. Entre los años 2001 y 2003 he pasado dos tem po­
radas en el Inter de Milán compitiendo también en Europa League y Champions
League y llegando en ambas competiciones a semifinales. En el año 2004 regresé
con el cuerpo técnico al Mallorca por una tem porada y luego estuve en el Real
Betis en la media tem porada 2007-2008 por resultados negativos. Entre los años
2008 y 2009 me ofrecieron trabajar por dos temporadas como preparador físico
del plantel profesional del Club Atlético Boca Juniors, donde cosechamos dos
títulos, el Apertura 2008 y la Supercopa 2008. También me ofrecieron regresar al
club entre las temporadas 2013 y 2014.

Me ha marcado a nivel profesional y personal el profesor Julio Santella, el prepara­


dor físico de Vélez, campeón de América y del M undo en 1994, y preparador físi­
co de Boca Juniors, campeón de América 2000/2001/2003, y campeón del Mundo
2000/2003. Fue mi m entor por los valores de superación, humildad, generosidad
con los alumnos y por su gran capacidad de liderar e inspirar a los futbolistas
a prepararse durante la semana gracias a un discurso sincero y contagioso, sin
necesidad de apelar a la coacción. Además, fue pionero en el trabajo central de la
fuerza con todo tipo de entrenamientos funcionales y especiales a principios de
los noventa.

Comencé el máster en el ciclo que va desde el año 2010 hasta el 2012, compar­
tiendo las clases con alumnos como Josu Barrenetxea, Miguel Gomila y Gaspar
Mesquida, entre otros. Siempre he buscado la excelencia y la elección de las más
efectivas sesiones y tareas para lograr el mejor rendimiento del futbolista, por lo
tanto, como eternos aprendices que somos, buscando la sabiduría y la evolución
como profesional no he dudado en cursar este máster, que ha sido un elemento
clave para satisfacer muchas de mis inquietudes sobre lo que intentaba evolucio­
nar en el entrenamiento de la fuerza como factor relevante y superador en el ren­
dimiento. He tenido el placer de asistir a todo tipo de clases, ponencias, charlas y
muestras prácticas de alto nivel a cargo de profesores como Gerard Moras, Julio
Tous, Josep Padullés, Daniel Romero, Paco Seirul-lo, Javier Jorge, Xesco Espar,
Iñigo Mujika, Richi Serrés y Joan Forcades, exposiciones que, naturalmente, repe­
tiría por el gran enriquecimiento que suponen al ofrecer siempre una posibilidad
de cuestionarnos la estrategia de trabajo a la hora de planificar y aprovechar las
sesiones de entrenamiento disponibles. Conocimientos, metodologías y evalua­
ciones que he podido poner en práctica en las experiencias sucesivas de trabajo
en Mallorca y Boca Juniors, sobre todo cuando los equipos se encuentran jugando
a una frecuencia baja de competencias por temporada, dinámica con la cual me
identifico más. Tuve que evolucionar y replantearme algunas cuestiones acerca de
la metodología clásica que implementaba en mis comienzos y que, si bien debo
reconocer que me había dado muy buenos resultados, no encontraba una trans­
ferencia y especificidad real que pudiera beneficiar al jugador y al equipo.

El máster me ha aportado y me sigue aportando una infinidad de conocimientos


y certezas que aún hoy me posibilitan encontrar evoluciones gracias al feedback
que existe con todos los docentes que lo imparten. Me han dejado una huella Paco
Seirul-lo, un adelantado al encontrar en el futbolista un completo sistema sobre el
que actuar; Julio Tous, por la actualización y profesionalidad con la que identifi­
carse; Joan Forcades, por su discreta e infinita sabiduría; Gerard Moras, por el alto
nivel de capacitación y placer que produce asistir a sus atractivas exposiciones;
Richi Serrés, por atender a un aspecto para mí indispensable como es la dinám i­
ca de grupos para mejorar las relaciones y todos los aspectos que influyen en la
formación y motivación de los equipos. Sin dejar de mencionar la gran generos­
idad y disponibilidad a la hora de brindar ayuda, y la capacitación del Gran Pep
Padullés, al que tuve el placer de conocer hace ya 20 años.

agustín
Nací en Monzón, un pueblo con tradición deportiva de la provincia de Hues­
ca, crecí profesionalmente en Barcelona y sentí lo que es el alto rendimiento en
tierras aztecas: México. El fútbol lo fue todo desde pequeño, como casi todos los
niños quise ser futbolista y, como le pasa a la mayoría, no tuve el nivel suficiente
para estar entre ese puñado de elegidos que son los deportistas de élite. Así que
en ese m omento la decisión fue fácil, «si no puedo ser futbolista, voy a tratar de
vivir cerca de ellos», por eso me formé y lo di todo, como siempre había hecho,
para ser preparador físico de fútbol. Comencé mi formación estudiando Ciencias
de la Actividad Física y el Deporte, y term inar la licenciatura no fue un punto
final sino el comienzo de la búsqueda de respuestas a todas las preguntas que en
ese momento tenía. Así comencé a cursar todos los másteres que estaban a mi
alcance: el de Alto Rendimiento Deportivo (COE, M adrid), el de Actividad Física
y Entrenamiento Deportivo (INEFC, Barcelona), el de Entrenamiento de Fuerza
(UCAM, Murcia) y el de Alto Rendimiento en Deportes de Equipo (MASTER-
CEDE, Barcelona).

El 14 de julio de 2011, 3 semanas después de que term inara el máster, comencé a


trabajar en el Club Pachuca de Prim era División de México como preparador físi­
co y director de toda la preparación física del club. Poca experiencia profesional,
pero muchísimas ideas para poder poner en práctica. De hecho, la propuesta que
se presentó en aquel m omento era todo lo que nos habían explicado en Barcelona
y, a pesar de que México no era un entorno que tuviera esta corriente de trabajo,
al director deportivo, Marco Garcés, le sonó lógico, novedoso e innovador y, por
esta razón, a día de hoy, 6 años después, sigo dirigiendo toda la preparación física
del Grupo Pachuca. Grupo Pachuca es la institución deportiva que sin duda más
me ha marcado; para quien no lo conozca, es una empresa que reúne 5 equipos de
fútbol en la Primera División de 3 países diferentes, cosa que te da la posibilidad
de crecer y de plasmar en el día a día todas las ideas que tienes en la cabeza.

Es difícil señalar a una sola persona que me haya marcado, creo que al final cada
uno de nosotros somos la suma de muchos otros; sin duda, profesionalmente las
personas más importantes para mí han sido Joan Vilá, Caries Romagosa y David
Hernández, en mi prim era etapa profesional, del 2006 al 2010. A continuación,
Gerard Moras y Joan Solé, que me acogieron en su despacho y laboratorio del
INEFC durante el año 2010. En 2011 Marco Garcés, director deportivo del Club
Pachuca, fue quién me dio la oportunidad de trascender en un equipo de élite.
Pero esto no hubiera sido posible sin el asesoramiento de Dani Romero, profe­
sor del máster, que dedicó 2 años de su vida semana a semana a tratar con sus
enseñanzas y consejos que mi trabajo en Pachuca fuera un éxito. Finalmente, cier­
ran el círculo Julio Tous, Gustavo Metral e Iñigo Mújika; su ejemplo es, sin duda,
una inspiración para continuar creciendo y logrando objetivos.

A finales de septiembre de 2009 comenzaba un máster que me iba a cambiar la


vida, no solo por los contenidos que se im partirían en él, sino por la amistad que
iba a forjar con todos los profesores a quienes considero grandes expertos del
entrenamiento en deportes de equipo. Tuve la suerte de vivir estos dos años jun­
to a grandes amigos como Juanjo Díaz (ahora en la Ia División de Chile), Martí
Matabosch (ahora en la Selección de Kazakstán) y Basel Bawab (ahora de pro­
fesor en Barcelona). El máster me aportó una metodología y una perspectiva de
comprensión de nuestra profesión completamente diferente a la que nos habían
enseñado. Fue como pasar en 2 años de la máquina de vapor a la energía solar...,
pudimos nutrirnos de las décadas de experiencia que acumulaban los grandes
profesionales encargados de transmitirnos una idea tan revolucionaria como co­
herente: hay que entrenar al futbolista como lo que es, un futbolista. Fue determi­
nante en mi formación y marcó mi forma de ser y de pensar en este maravilloso
deporte hipercomplejo que es el fútbol. También configuró la que es hoy, muchos
años después, m i metodología de trabajo. Además, me dio la posibilidad de com­
partir, convivir y generar una amistad con gente tan especial como Paco Seirul-lo,
Dani Romero, Julio Tous, Gerard Moras, Joan Solé, Xesco Espar, Iñigo M újikaJj
y todos esos referentes de nuestra profesión a los cuales tanto admiro.

femando hernández-abad
Nací y crecí en San Cristóbal de La Laguna, aunque me marcó mucho mi estancia
de estudios durante dos años en La Habana (Cuba), donde gracias a una beca
INDER me formé en el Instituto Superior de Cultura Física Manuel Fajardo. Unos
profesores de altísima calidad hum ana consolidaron el concepto que tenía sobre
algunos valores del deporte. Posteriormente, obtuve la licenciatura en la FCAFD
de Las Palmas de Gran Canaria y el doctorado en Ciencias de la Salud en la Uni­
versidad de La Laguna.

Profesionalmente he ejercido como preparador físico en baloncesto (Tenerife Ba­


loncesto en su etapa LEB, selecciones españolas de baloncesto sub-19 y, personal­
mente, con Sergio Rodríguez en los veranos de su prim era etapa NBA), vela (dis­
tintos regatistas olímpicos, tanto en Londres 2012 como en Río 2016), voleibol,
voleibol playa (pareja femenina JJOO Rio 2016), además de un buen número de
deportistas de élite —algunos campeones del m undo o de España— en discipli­
nas como el kickboxing, la lucha canaria, el mua thai o el motociclismo. Disfruté
especialmente el M undial Júnior de vela de 2008 en Croacia y el Mundial de balo­
ncesto sub-19 de 2013 en la República Checa. A nivel individual no puedo desta­
car a ninguno sobre los demás, trabajar con todos ellos ha sido una experiencia
increíble. La persona que más me marcó es, sin lugar a duda, Julio Tous.
Comencé el m áster en 2007. Recuerdo a compañeros como Roger Font, pero más
mi lucha contra la falta de sueño la noche anterior... Por motivos laborales, para
poder asistir a las clases cogía el vuelo a M adrid que sale a las 2 de la m adrugada
de Tenerife Sur, y luego enlazaba con el prim er vuelo a Barcelona para llegar a
tiempo a la prim era clase. El esfuerzo merecía la pena porque hacer el máster fue
determinante para que hoy en día pueda ganarme la vida como preparador físico,
sin duda la mejor experiencia académica que he vivido nunca. Los lunes después
de cada sesión presencial eran una factoría de ficción.

Óscar
Nací en La Laguna (Tenerife) y allí realicé mis estudios de EGB, BUP y COU,
para posteriorm ente irm e a Gran Canaria a cursar mis estudios universitarios
(FCAFD).

Mi trayectoria de trabajo con deportes de equipo se ha centrado durante casi 15


años en el baloncesto, habiendo desarrollado mi actividad en tres clubes (CB Ca­
narias, Juventud Laguna y Santo Domingo). Durante los 12 años entrenando en
el CB Canarias he obtenido los logros más destacados, como el ascenso desde la
liga LEB 2 a la liga LEB 1, el logro de una Copa del Príncipe y el ascenso de LEB
1 a la ACB. Sería complicado destacar un equipo o experiencia de trabajo con la
que más pude fluir, porque en todos esos años coincidí con jugadores que, por lo
general, estaban bastante implicados en el trabajo que se realizaba con ellos, pero
está claro que los años de los ascensos de LEB 2 a LEB1 y LEB 1 a ACB fueron muy
importantes porque contamos con el premio final y así se valora más el trabajo re­
alizado a lo largo del año. A nivel personal, está claro que mi familia es la que más
me ha marcado en todos los sentidos; gracias a ella he podido estudiar y dedi­
carme a lo que quería. A nivel profesional, sin duda, Julio Tous. Antes, durante y
después de realizar el máster me ha ayudado a trabajar, a formarme y a cambiar la
forma de enfocar el entrenamiento en los deportes de equipo.

El máster lo comencé en el año 2005 y lo finalice en el año 2007. Los compañeros


de los que guardo mayor recuerdo y contacto son Efrén Pérez Castellano y Pepe
Aguilera Villena, ya que solíamos coincidir en los traslados desde las Islas hasta
Barcelona y compartimos muchas horas hablando de nuestras experiencias per­
sonales con equipos y jugadores. Sin duda alguna, es la formación que más me
ha hecho replantearme toda mi idea de lo que era el entrenamiento. Supuso un
cambio radical en mi idea de organizar el trabajo con un grupo de jugadores,
dándome la posibilidad de poner en práctica muchas de las propuestas para luego
comprobar que la mejora en el rendim iento era significativa. Supuso un aluvión
de ideas interesantes para probar, para introducir y para variar los entrenamien­
tos que ya tenía. Comprobé, además, que esta línea de trabajo al jugador le gus­
taba mucho más. De entre todo lo aprendido, el trabajo de fuerza fue el que más
cambió con respecto a mis conocimientos previos, además de ser con el que me­
jores resultados obtuve.

aníonio gómez
Nací en Murcia y con 18 años m e fui a León para estudiar INEF con varios com­
pañeros de la región. Volví a Murcia a hacer el doctorado (lo concluí en la Uni­
versidad de Zaragoza en 2014) y empecé mi andadura con la preparación física en
fútbol a nivel base y amateur. Después tuve la oportunidad de ir a trabajar a Ingla­
terra al fútbol profesional. Allí estuve durante 5 temporadas (Liverpool, 2006-08;
Sunderland AFC, 2008-09; Ipswich Town, 2010-12) y por fin pude desarrollar
todo lo aprendido en clubes y staffs fantásticos que me invitaron a quedarme allí
para toda la vida. Me casé y, en contra de la opinión de mucha gente, volví a Es­
paña, a Murcia, a intentar seguir m i carrera más cerca de mi familia. Actualmente
llevo en Barcelona 5 temporadas, las 4 primeras en el FC Barcelona B y ahora
en el prim er equipo como preparador físico. Aquí he tenido la suerte de volver
a coincidir —y aprender— con el maestro Paco Seirul-lo, y es como si se hubiera
cerrado el círculo después de todos aquellos conocimientos del máster al poder
vivir in situ todas sus enseñanzas.

De todos los equipos y experiencias he aprendido y disfrutado mucho, m uchí­


simo diría yo. El fútbol, como la vida, tiene muchos momentos buenos y otros
menos buenos, pero el aprendizaje de cada lugar y experiencia ha merecido la
pena en tanto me ha formado como el profesional y la persona que soy actual­
mente. Clubes como Real Murcia, Liverpool FC y FC Barcelona han estado siem­
pre en mi corazón desde pequeño y haber tenido la oportunidad de trabajar en
ellos me hace sentir afortunado. Lo más relevante para mí, en cualquier caso, son
las oportunidades que he tenido de trabajar con verdaderos equipos de ti abajo,
que al final son los que más te enriquecen en todos los sentidos. Hay muchas per­
sonas que han influido en mi carrera. La realidad es que al final siempre que llegas
a un destino nuevo es porque alguien te ha recomendado o seleccionado en un
proceso duro, y sin duda a todas ellas les estoy agradecido por igual. No obstante,
si tuviese que destacar a alguien, sería a Paco Seirul-lo por todo lo que ha sido, ha
significado y sigue significando para todos los preparadores físicos amantes de
este modelo de entrenamiento. Sobre todo él, que después de haber ganado todo
lo que ha ganado y con la experiencia y conocimientos que tiene, sigue enseñán­
donos día a día con grandes aportes, siempre es una persona disponible, accesible
y dispuesta a ayudar y crecer, valores que son dignos de reconocimiento, agradec­
imiento y admiración.
396

Empecé el máster en el año 2003 siendo parte de la prim era promoción, en una
búsqueda de nuevos conocimientos acerca de los DE. Recuerdo que veníamos de
Murcia con 2 compañeros más, David Vidal Mateo y Xavier Juliá (compañeros
míos en el Real Murcia y Orihuela, respectivamente), con los que compartí
viajes, conocimientos, experiencias y sueños profesionales. El máster me aportó
la formación de calidad que necesitaba y que no tenía al completo después de
estudiar INEF. Además de nuevos conocimientos, perspectivas y tendencias de
entrenamiento, me perm itió plantearme múltiples cuestiones y valoraciones so­
bre lo que yo hacía, sobre lo que había leído previamente y lo que creía que era
correcto. Siendo sincero, me abrió la mente al m undo específico de los DE, a
partir del entrenamiento estructurado y sus diferentes capacidades condiciona­
les pude entender y clarificar la necesaria optimización del rendimiento para mi
deporte. Como profesional, supuso un punto de inflexión enorme, vital para mi
progresión y para visualizar que todo lo que yo ansiaba y soñaba en convertirme
era posible. Desde el prim er momento, intenté aplicar todos los conocimientos
adquiridos. Recuerdo la ansiedad por acudir a aquellas clases de los sábados una
vez al mes para preparar los siguientes microciclos con las nuevas tendencias que
nos enseñaban en clase. Ahora muchos jugadores (en su día niños o jugadores
amateurs de mis primeros años) me paran por la calle y guardan un gran recuerdo
de aquellos entrenamientos que no solo les perm itían estar en mejor forma, sino
que les hacían pensar y tomar decisiones. En mi etapa profesional ha sido muy
valioso todo aquel conocimiento, pues con medios materiales y humanos extraor­
dinarios he podido optimizar aún más mis recursos y llegar a la conclusión de que
todo lo aprendido puede ponerse en marcha y dar unos resultados excelentes. Por
todo ello, siempre estaré agradecido y espero que esta formación pueda seguir así
durante mucho tiempo.
397

moisés
Soy natural de Fuentes de Andalucía (Sevilla). Estudié la diplomatura de Fisio­
terapia en la Universidad de Sevilla y posteriormente la Licenciatura de Ciencias
de la Actividad Física y el Deporte en Granada. Realicé el máster de Preparación
Física en el Fútbol de la RFEF/UCLM y mi tesis doctoral en la Universidad de Se­
villa sobre respuesta funcional y biológica asociada al entrenamiento vibratorio.
Había recibido una formación basada en la perspectiva tradicional de entrena­
miento, por lo que me decidí por el Máster de Alto Rendimiento en Deportes de
Equipo con la intención de conocer otros métodos de entrenamiento, los cuáles
son los que utilizo fundamentalmente en el día a día.

Desde 2005 trabajo como profesor del Departamento de Educación Física y De­
porte de la Universidad de Sevilla. Como preparador físico vinculado al fútbol he
conocido prácticamente todas las categorías amateurs del fútbol español, hasta
que en 2010-11 el Sevilla FC me da la oportunidad de trabajar como readapta­
dor físico deportivo con los equipos de escalafones inferiores. En las temporadas
2011-12 y 2012-13 realizó la misma función pero en el prim er equipo. En las tem ­
poradas 2013-14, 2014-15 y 2015-16 trabajo como preparador físico en el cuerpo
técnico de Unai Emery que consigue tres UEFA Europa League consecutivas. En
la tem porada 2016-17 continúo trabajando en el prim er equipo del Sevilla FC
como preparador físico asociado al cuerpo técnico y en la presente tem porada he
decidido comenzar un nuevo proyecto como responsable de la preparación física
en el Levante UD.

Sin duda la mejor experiencia profesional y deportiva ha sido formando parte


del cuerpo técnico de Unai Emery, no sólo porque fue un periodo de éxito, sino
también por las relaciones personales que tuve con el resto de compañeros del
equipo de trabajo.
Profesionalmente me considero una persona de mente abierta y que le gusta enri­
quecerse de todas las perspectivas de entrenamiento. No obstante, si es cierto que
siempre que tengo la opción de escuchar una charla de Julio Tous o Gerard Moras
no me la pierdo, porque sé que algo nuevo tienen que mostrarme. Por otro lado,
en el m undo del fútbol el trabajar al lado de Unai Emery me perm itió conocer lo
que es vivir por y para el fútbol, dedicar tu día sólo a pensar como puedes mejorar
el rendimiento del equipo. Él me hizo ver que si te esfuerzas y tienes dedicación
plena en tu trabajo hay más probabilidades de tener éxito.

Comencé el máster en el año 2011. En esta promoción éramos varios los com­
pañeros de Sevilla, como José Ramón Plaza, Juan Luis M artín, Enrique Bañuls,
Gabriel Suárez... El máster me sirvió para abrir la mente y entender el entrena­
miento desde una nueva perspectiva que era en gran parte nueva para mí. Esa
perspectiva es la que hoy día utilizo como base para el desarrollo de mi trabajo.
He tenido la suerte de poder trabajar en un cuerpo técnico donde el entrenador
ha confiado en mi trabajo, perm itiéndom e llevar a cabo una metodología basada
en muchos conocimientos que adquirí en el máster, tanto desde el punto de vista
de la periodización como desde la perspectiva del diseño de tareas de entrena­
miento.
José Luis Arjol. media vida en el Real Zaragoza Antonio Bores en su etapa con la Selección Española de Fútbol Sala

ALTARRIBA ’>
4 Ve-j*

Albert Altarriba en su etapa en los NY Red Bulls


David Álvarez en su etapa con los NY Red Bulls
Xavier Schelling. de Manresa a los San Antonio Spurs Juan Manuel Altano en una pretemporada con el Inter FC

Antonio Gómez en su etapa en el FC Barcelona Fernando aplicando sus propuestas de Estabilidad Dinámica Rotacional
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