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En este artículo se describe cómo formular una crema antidurezas de urea para el
tratamiento de las durezas de los talones.
Se suelen emplear emulsiones de fase externa acuosa (o/w) o de fase externa oleosa
(w/o) con vaselina líquida a alta concentración (10-15 %). ¿Por qué añadir vaselina
líquida? La vaselina líquida tiene una propiedad al ser aplicada sobre la piel: produce
oclusividad. ¿Qué es oclusividad? Un aceite es oclusivo cuando impide la evaporación
del agua de la piel por formación de una capa grasa no absorbible. Al impedir la
evaporación del agua se produce una alta hidratación de la piel, facilitando la
resolución de la dureza en cuestión y favoreciendo la acción queratolítica de la urea.
La concentración de urea es tan alta que necesita al menos su misma cantidad de agua
para ser disuelta (la incorporación en forma pulverulenta no es nunca la adecuada
según se demostró en el artículo cremas hidratantes de manos con urea). Por ello, es
fundamental disolver la urea en el agua que contenga la fase acuosa de la emulsión,
antes de proceder con el proceso de emulsificación.
Urea, 25 %
Glicerina, 15 %
Vaselina líquida, 15 %
Esencia de lavanda, 1 %
1. Fundir en un baño de agua a 70-75º C la cera Lanette SX® (fase oleosa). Por otro
lado, calentar a la misma temperatura el agua y disolver la urea y la glicerina (fase
acuosa).
2. Fundida la fase oleosa, sacar ambas del baño y añadir la acuosa sobre la oleosa en
pequeñas porciones agitando hasta temperatura ambiente.
La emulsión se aplica en capa moderadamente gruesa sobre las durezas de los talones
tras limpieza previa, antes de ir a dormir. Es conveniente ponerse unos calcetines para
evitar que se retire la emulsión por el roce. A la mañana siguiente, lavar la zona de los
talones con un gel de baño y, una vez secos, aplicar la emulsión en este caso en fina
capa. Esta forma de aplicación se debe repetir todos los días hasta que las durezas
hayan desaparecido. Si las durezas son considerables, habrá que emplear también
piedra pómez por las mañanas tras la limpieza de los talones.
Conclusiones