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Aristóteles.

Comentario resuelto
(obtenido de www.boulesis.com)

"La razón por la cual el hombre es, más que la abeja o cualquier animal gregario, un animal social es
evidente: la  naturaleza, como solemos decir, no hace nada en vano, y el hombre es el único animal que
tiene  palabra. La voz es signo del dolor y del placer, y por eso la tienen también los demás animales, pues
su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer y significársela unos a otros; pero la palabra
es para manifestar lo conveniente y lo dañoso,  lo justo y lo injusto, y es exclusivo del hombre, frente a los
demás animales, el tener, él sólo, el  sentido del bien  y del mal, de lo justo y de lo injusto, etc., y la
comunidad de estas cosas es lo que constituye la casa y laciudad\".

Contexto y tema.
El fragmento propuesto pertenece a Aristóteles, filósofo griego del siglo IV a.C. Discípulo de Platón, no
tardó sin embargo en distanciarse de una manera progresiva de respecto a las ideas de su maestro.
La Política, obra a la que pertenece el texto, es en cierta manera una buena expresión de la vida que
acabamos de esbozar: siendo una de sus obras de madurez mantiene el carácter empírico. Su autor conoció
de primera mano la constitución y las leyes de diversas ciudades-estado de su tiempo antes de redactar
esta obra, en la que reflexiona, entre otras cosas, sobre la ciudad y su organización como uno de los
aspectos esenciales de la vida humana.

La idea principal del texto es el lógos como característica diferenciadora de las sociedades humanas
respecto al resto de sociedades. Esta idea continúa la reflexión aristotélica en torno a la sociabilidad
natural del ser humano: vivimos en sociedad por naturaleza, y también por naturaleza poseemos el
lenguaje como elemento que nos distingue del resto de especies. Así, Aristóteles nos está ofreciendo
también su propia visión del ser humano como animal que tiene palabra. El lenguaje se convierte además
en la raíz de la moral y la política, pues gracias a él podemos discutir “sobre lo justo y lo injusto” y dar voz a
nuestro “sentido del bien”. En consecuencia, el texto podría responder a la siguiente pregunta: ¿En qué se
diferencia la sociedad humana del resto de sociedades? La respuesta aristotélica apuntaría al lógos como
aquello que nos define y nos separa del resto de animales, siendo una condición indispensable de
nuestra manera de vivir en sociedad.

El principal argumento de Aristóteles apela a la naturaleza como origen de nuestra capacidad lingüística.
Puesto que la naturaleza “no hace nada en vano” y el ser humano dispone del lenguaje, habrá que concluir
que todo lo que deriva del mismo, como el vivir en la ciudad, es “por naturaleza”, y que además da a
nuestra manera de vivir en sociedad una nota distintiva en tanto que nos permite discutir sobre cuestiones
morales y políticas, que es la idea que aparece en la segunda parte del texto. Esto es precisamente lo más
característico de la vida en la ciudad: tomar las decisiones a través de la palabra, que nos ha sido dada por
la naturaleza.
Tema a desarrollar (Aristóteles: el alma y el conocimiento)
Aristóteles entenderá el alma como el principio esencial de vida. De esta manera, todo lo vivo tiene alma,
con lo que implícitamente nos estaríamos separando de Platón para el que el alma estaba ligada al
mundo de las Ideas y al conocimiento. Frente a esto, Aristóteles nos habla de tres funciones del alma:

1. Alma vegetativa: es característico de las plantas, y se limita a las funciones nutritivas y vitales esenciales.
2. Alma sensitiva: aparece en los animales, y se caracteriza por contar con la sensibilidad, el deseo y la facultad
de movimiento. Así, los animales son capaces de conocer la realidad en un sentido muy primitivo,
conocimiento imprescindible para tomar decisiones y actuar en consecuencia de lo que perciben.
3. Alma racional: específica del ser humano, nos capacita para el conocimiento intelectual, logrando sobrepasar
la experiencia presente, y conocer la forma de las cosas así como deducir nuevo conocimiento a partir del
que ya tenemos. Así, el alma humana es principio de vida, pero también desea por naturaleza el
conocimiento de la verdad

A partir de lo anterior, se podría decir que el hombre aspira por naturaleza a conocer, tal y como afirma
Aristóteles al comienzo de su Metafísica. Cabría preguntarse entonces qué es el conocimiento para
Aristóteles. Al igual que su maestro Platón, Aristóteles afirma que el conocimiento debe buscar lo
universal, es decir, existe algo más allá de la apariencia que hace que las cosas sean lo que son. Se trata
de la forma de las cosas, que es el objetivo último del conocimiento. Hay por tanto una verdad universal
en la realidad y podemos conocerla. Sin embargo, el proceso del conocimiento no tiene nada que ver con lo
descrito por Platón: el conocimiento empieza por los sentidos, y en este sentido no somos muy distintos al
resto de animales.

Es preciso introducir también algunas reflexiones de la ética, en la que entendimiento y voluntad están
íntimamente unidos. No en vano define Aristóteles la felicidad como la “actividad del alma dirigida por la
virtud”. El alma entonces, tiene una dimensión operativa: no sólo conoce el mundo sino que también
vive en el mismo, “hace” cosas en la realidad física y social. En cierto sentido, el alma es principio de
acción y también de decisión en tanto que decidimos por medio de nuestra voluntad. Y como decía unas
líneas más arriba, Aristóteles distinguirá virtudes propias de la voluntad (éticas) y virtudes propias del
intelecto (dianoéticas). Más aún: el hombre prudente, que es un modelo a seguir dentro de la propuesta
ética Aristótelica es precisamente aquel en el que intelecto y voluntad conviven en armonía: el alma del
hombre prudente sabe lo que hay que hacer (virtud intelectual, capacidad de análisis y toma de decisión) y
quiere hacerlo (virtud de la voluntad, que cuenta con la suficiente fuerza como para llevar la acción a cabo).

Si el “télos” del ser humano es alcanzar la felicidad, cabría preguntarse qué estilo de vida es el mejor, el que
más nos asegura el lograr una vida feliz, completa, realizada. A qué debe aspirar nuestro alma si queremos
ser felices. De todos los estilos de vida posibles, Aristóteles propone precisamente la vida entregada al
conocimiento, la vida teórica. Si el ser humano es el anima que tiene logos, parece que tendrá que vivir
de acuerdo a su naturaleza, de acuerdo a lo que es. Nuestra capacidad de conocer es una de las notas
distintivas de nuestra especie, por lo que la vida más auténtica y plenamente humana tendrá que
desarrollar al máximo este conocimiento. De esta forma, esta exposición que comenzaba con referencias a
la antropología aristotélica y a la teoría del conocimiento, nos conduce de un modo casi natural a la ética: el
alma mejor es la de aquel que se dedica a conocer, pues siempre tendrá más opciones de ser feliz.

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