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UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA

Tesis Maestría en Historia Política

La tradición política como “arma” en la lucha


interna del batllismo:
el conflicto entre la 14 y 15 (1947-1958)

Jorge Chagas
Tutor: Adolfo Garcé

2018
1
ÍNDICE.

INTRODUCCIÓN……………………………………………………..,,,…… Pág. 4

¿QUÉ SE ENTIENDE POR TRADICIÓN?..................................................Pág.4.

SOBRINO Y PRIMOS: EL CONFLICTO BATLLISTA…………………Pág.6

EL OBJETO DE ANÁLISIS: LA TRADICIÓN BATLLISTA……………Pág.9

CAUDILLISMO-COLEGIALISMO: LA TENSIÓN IRRESOLUBLE, LAS

TRES DIMENSIONES DEL PROBLEMA ………………………………. Pág. 12

EL COLEGIADO FRENTE A LA REALIDAD POLÍTICA……………Pág.14

UNA TRADICIÓN FIRME, PERO FLEXIBLE…………………………. Pág.18

UN NUEVO TIEMPO POLÍTICO: LOS LÍMITES DEL PRINCIPISMO


BATLLISTA………………………………………………………………… Pág.22

EL “GOLPE BUENO”: LA PRUEBA DE FUEGO DE LA TRAIDICIÓN


BATLLISTA………………………………………………………………… Pág.24

EL ASCENSO DEL NUEVO LÍDER BATLLISTA……………………… Pág. 26

LA CONSOLIDACIÓN DEL LIDERAZGO……………………………… Pág.29

EN BUSCA DE LA HEGEMONÍA………………………………………… Pág.33

EL RETORNO DEL COLEGIADO: EL TRIUNFO DE LA


TRADICIÓN………………………………………………………………. Pág.36

2
LA LLEGADA DE LA CRISIS: LA ENCRUCIJADA BATLLISTA…. Pág.39
LA TRADICIÓN BATLLISTA FRENTE A LA CRISIS………………..Pág.41

NUEVOS PROBLEMAS, NUEVOS RETOS…………………………….. Pág. 44

LAS ELECCIONES DE 1958: ¿QUIÉNES ERAN LOS AUTÉNTICAMENTE


BATLLISTAS?..................................................................................................Pág.45

RECAPITULACIÓN: RESPUESTAS Y NUEVAS


INTERROGANTES………………………………………………………… Pág.47

BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………… Pág.50

DIARIOS, SEMANARIOS Y REVISTAS……………………………… Pág.52

FUENTES ORALES…………………………………………………………Pág.52

HEMEROTECA…………………………………………………………… Pág. 53

3
INTRODUCCIÓN:
La lucha intestina entre las listas 14 y l5 del Partido Colorado - que se
desarrolló entre los años 1947-1958 – fue, al decir del conocido periodista batllista Ángel
1
Venturini, como la de “Montescos y Capuletos”. Ambos grupos se autodefinían como
batllistas, herederos directos de un legado político que había dejado su impronta en la
historia del Uruguay y sin embargo, tenían diferentes concepciones políticas, sociales y
económicas. ¿Cuál fue el origen de esta disputa? ¿Cuáles fueron los principales conceptos,
ideas, juicios y visiones, que se manejaron en la misma?
El presente trabajo busca hurgar en el tema de la tradición política, específicamente
la tradición batllista y cómo la misma, en base a las interpretaciones que se hicieron de ella,
se convirtió en un “arma política” para confrontar entre los mismos batllistas. Una cantera
donde, uno y otro grupo (la 14 y la 15), extrajeron argumentos – expresados
fundamentalmente a través de los diarios El Día y Acción - para polemizar y deslegitimar al
otro. Desmenuzar los orígenes y posterior desarrollo de la tradición batllista en los
diferentes momentos históricos de la vida política del país y cómo la misma comienza a ser
interpretada por la 14 y la 15 puede ayudar a comprender las causas de un conflicto interno
que dañó significativamente al batllismo y al Partido Colorado.

¿QUÉ SE ENTIENDE POR TRADICIÓN?


Como bien señala Crespo Martínez (2002:10) la continuidad histórica de los partidos
tradicionales “expresada en la identidad política de las subculturas partidistas, su
centralidad en el sistema político y el control ejercido por estos sobre las fracciones que
configuran su oferta electoral, permite afirmar que los partidos tradicionales en Uruguay
han sido, de acuerdo a la definición de Joseph LaPalombara (1974:509-510), verdaderos
partidos políticos y no simples coaliciones de índole electoral, ambos han sido- al menos
hasta las últimas décadas- los portadores de las principales referencias políticas en clave de
valores y símbolos compartidos de manera colectiva”
Ahora bien, si aceptamos que los partidos políticos han sido y son productores de la
reconstrucción del pasado y “oficiantes de historización”, esto es memoria, olvido, historia,
“testamentos” que “seleccionan y nominan”, y demás lugares de memoria colectiva, común
y parcial, que se pueden rastrear en las conmemoraciones, monumentos y textos, que cobran

1
Chagas, Jorge y Trullen, Gustavo. Entrevista realizada 09/03/1994.

4
especial simbología (visibilidad) cuando en momentos críticos condensan significado,
podemos concluir que se trata de un tema de vital importancia para la comprensión de la
historia política nacional. Es aquí donde entra a jugar el concepto de tradición. Desde el
punto de vista lingüístico la palabra tradición deriva del vocablo latín “traditio” y este a su
del verbo “trajere” que significa entregar o transmitir. La tradición es, fundamentalmente, la
transmisión de costumbres, comportamientos, recuerdos, aun rumores, creencias e incluso
leyendas, para las personas de una comunidad, convirtiéndose en parte de la cultura. En el
caso específico de la política, las tradiciones juegan un rol esencial en la conformación de las
identidades partidarias y en los liderazgos.
Cierto es que tradición y historia no significan lo mismo, principalmente porque la
Historia es una construcción intelectual donde se busca reconstruir el pasado mediante
diversas fuentes (documentos, testimonios, etc.) por medio de una metodología – un método,
ya que es una disciplina científica que sistematiza información - y armar una explicación de
los hechos. Siempre está sometida a crítica, revisión, cuestionamientos y nuevas
reescrituras. En cambio, la tradición estaría más fosilizada, sería más rígida, para nada
propensa a cambios, porque se mueve en un plano simbólico y emocional. Es un capital
valioso, sin duda, en la medida que permite a los integrantes de una comunidad política
aproximarse a algo que proviene del pasado (un pasado que se valora positivamente) y que
influye en su accionar presente y futuro. De ahí que se entiende la importancia de su estudio,
en un caso particular, porque nos permite abrir cauces inéditos de investigación
No es casual el uso condicional: la tradición estaría más fosilizada, sería más
rígida, para nada propensa a cambios… El análisis del caso del batllismo puede poner en
duda este concepto, en la medida que se observa que la tradición batllista durante 1933-
1942, sin bien mantiene “un núcleo duro” simbólico-emocional, está sometida a tensiones
que la obligaron a una recreación permanente de su narrativa.
Hobsbawm (1992:1) sostiene que la “tradición” – que debe distinguirse claramente
de la “costumbre” - implica un grupo de prácticas, normalmente gobernadas por reglas
aceptadas abierta o tácitamente y de naturaleza simbólica o ritual, que buscan inculcar
determinados valores o normas –en este caso de comportamiento político - por medio de la
repetición, lo cual implica automáticamente continuidad con el pasado. El pasado, real o
inventado, impone prácticas fijas, formalizadas.
Por otro lado, Parselis (2009:95-96) maneja la idea de que la reconstrucción de los
hechos históricos no puede reducirse a la recuperación del contexto y de la perspectiva de
los testimonios, sino que influye también la conciencia retrospectiva de intérpretes

5
históricamente situados. El problema principal es la interpretación del pasado en términos de
exégesis. En otras palabras: el conocimiento de la historia no se produce a través de una
explicación sino de una narración autoexplicativa, capaz de abarcar acontecimientos
narrados sin tener que referirse a elementos externos de la narración misma.

SOBRINO Y PRIMOS: EL CONFLICTO BATLLISTA


En las elecciones nacionales de noviembre de 1946 se presentaron por primera vez
las listas 14 y 15 en el Partido Colorado. La lista 14 estaba liderada por los hijos de José
Batlle y Ordóñez (1856-1929) - César Batlle Pacheco (1885-1966), Lorenzo Batlle Pacheco
(1897-1954) y Rafael Batlle Pacheco (1888-1960) - y la lista l5, por su primo Luis Batlle
Berres (1897-1964) que el 2 de agosto de 1947 se convertiría en Presidente de la República,
tras la muerte de Tomás Berreta (1875-1947). Su período de preeminencia ha recibido la
denominación de neobatllismo (Germán D’Elía: 1982) El prefijo “neo” implica una clara
referencia al “primer batllismo”, o sea la etapa comprendida entre los años 1903-1916 donde
las propuestas reformistas impulsadas por José Batlle y Ordóñez (1856-1929) pusieron en
jaque la estructura agro-exportadora vigente y ambientaron el nacimiento de una peculiar
mentalidad colectiva sobre el papel que debía jugar el Estado en la economía, con una
pertinaz prédica legislativa y periodística. El neobatllismo sería, pues, una recreación
“nueva” o bien “novedosa”, de los postulados del “primer batllismo” en el mundo de la
posguerra. De hecho, Luis Batlle, no se cansó de invocar el pensamiento y la obra de su tío,
como pasado, presente y futuro.
En el transcurso de la primera presidencia de Luis Batlle (1947-1950) fueron
públicas las divergencias, fundamentalmente, sobre el manejo de la gestión pública y la
forma de liderazgo (el llamado “personalismo”) entre ambas fracciones. Estas desavenencias
alcanzaron su máxima expresión en el período 1955-1958, cuando Luis Batlle retorna al
gobierno y se desata una severa crisis económico-social, llegando a la ruptura total y siendo
una de las causas que originó la derrota del Partido Colorado tras casi cien años de ejercicio
del gobierno. Este conflicto – el estado de la cuestión - ha sido tratado parcialmente por
algunos historiadores. German D’Elía, sostiene que mientras la crisis provocó en la
gobernante lista 15 “una actitud de apego a fórmulas periclitadas”, la lista 14 “agudizó las
tendencias conservadoras que la caracterizaban. Su actitud crítica frente al gobierno,
marcando discrepancias y formulando acusaciones, haría difícil para un observador no
interiorizado de la vida política nacional ver en ella una fracción del partido gobernante.

6
En la intensa polémica que mantuvieron las dos fracciones del Batllismo, el líder de la lista
15 pudo decir que el diario ‘El Día’, utilizaba un léxico parecido al de ‘El Debate’ o al de
2
‘El País’ (…)” Lincoln Maiztegui, por su parte, afirma que el reformismo impulsado por
Luis Batlle desde la Presidencia de la República “fue ahondando las diferencias. Lorenzo y
César Batlle Pacheco eran dos políticos hábiles, pero carentes del poderoso atractivo
personal de su primo, éste era un orador excelente (…) tenía una suprema habilidad para
seducir y convencer a los que se le aproximaban (…) y, cuando quería era encantador. (…)
Además se rodeaba de una pléyade de jóvenes que crecían a su sombra y a los que él
concedía espacio y responsabilidades (…) en los que se solía ver a peligrosos extremistas.
Todo esto llevó a que la oposición entre los dos sectores batllistas fuera en permanente
escalada hasta la ruptura personal y política” 3
También actores políticos, que actuaron en ese tiempo histórico, se han referido a esa
disputa interna. Julio María Sanguinetti menciona que en las elecciones de 1946 “aparecen
por vez primera, a la Cámara de Diputados por Montevideo, las listas 14 y 15, la primera
nucleada alrededor del poderoso diario El Día y la 15 ya encabezada por Luis Batlle. (…)
No era, todavía, una real competencia nacional, pero ya en Montevideo la figura de Luis
Batlle se perfilaba inequívocamente como un líder y la gente comenzaba a alinearse. La 14
era la ortodoxia histórica, el colegialismo, la invocación casi religiosa a Don Pepe (Batlle y
Ordóñez), el cultivo de la austeridad que emanaba de la fuerte personalidad de César
Batlle Pacheco. La 15 se mostraba más juvenil, reformista, detrás de un joven inquieto que
recorría el país y los barrios montevideanos, despertando entusiasmos y tejiendo lealtades
personales que serían el cimiento de una gran organización” 4
Washington Bado advierte una cuestión de poder que se da tras la muerte de Tomás
Berreta: “La política le tiene horror al vacío. Cada vez que esto se produce, el vacío se llena
con un reacomodamiento de los factores de poder. Luis Batlle Berres tuvo que hacer alarde
de su condición de político nato e hilar muy fino, no sólo dentro de su propio partido, sino
también con los demás para mantener el equilibrio necesario que le permitiría pisar firme,
como estaba acostumbrado a hacerlo. Su lista 15, pese a la buena votación obtenida, seguía
estando en minoría frente a la 14 que comandaban sus primos, César y Lorenzo (…) A nadie
se le ocultaba la fuerte desazón que el ascenso del nuevo presidente, les provocaba a

2
D´Elía, Germán El Uruguay Neo-batllista 1946-1958 Montevideo EBO 1986 Pág. 92.
3
Maiztegui Casas, Lincoln R. Orientales Una historia política del Uruguay. De 1938 a 1971. Montevideo.
Planeta. 2008. Págs. 141-142
4
Sanguinetti, Julio María. Luis Batlle Berres. El Uruguay del optimismo. Taurus. 2014 Montevideo Pág. 44

7
aquellos, por el temor previsible de tener que resignar la conducción parlamentaria. Las
5
intrigas previas a la proclamación de la fórmula presidencial lo demostraban”
La idea del “sobrino preferido” de Batlle y Ordóñez, que generó “envidias y celos”
en sus primos, ha estado presente para explicar este conflicto. Sanguinetti expresa que su tío
“siempre lo distinguió al advertir sus condiciones tanto para el periodismo como para la
política (…)” 6 En un artículo publicado antes de la elecciones de 1962 César Di Candia –
quien tuvo una cálida relación con Luis Batlle y su familia – se refirió largamente a este
punto: “Estamos en la quinta de don José Batlle y Ordóñez en Piedras Blancas (…) Batlle,
que ya ha vivido dos presidencias propias se enfrenta a un problema que nunca había
llegado a prever: el resquebrajamiento del Partido Colorado. Todavía sigue siendo - con
sus errores, con sus obcecaciones, con sus pasiones y odios- la principal figura política de
su generación, el propulsor de una dinámica social que sorprende, desconcierta y halaga a
un pueblo que tiene demasiado cerca las montoneras. Sin embargo- hombre que sabe mirar
lejos, astuto y lúcido – Batlle se da cuenta que su estrella política comienza a languidecer y
que es necesario buscar a su alrededor – y educar a su imagen y semejanza- una guardia
joven y leal que sirva de depositaria y de continuadora de sus ideales. En su quinta está
viviendo, desde hace unos años un joven sobrino, hijo de su hermano don Luis Batlle y
Ordóñez, muerto prematuramente luego de una carrera política corta e inevitablemente
oscurecida por el prestigio de don Pepe. Se llama Luis Conrado Batlle Berres y las
tradiciones orales han recogido la versión que Batlle gustaba elogiar en público sus
condiciones y señalarlo como ‘un futuro hombre de gobierno’. Don Pepe siente una
entrañable predilección por el sobrino huérfano, y lo convierte primero en su secretario
personal y luego en secretario general de sus diarios ‘El Día’ y ‘El Ideal’, lanzándolo con
un insólito espaldarazo, a la carrera política. Detrás suyo, desplazados, olvidados, han
quedado tres figuras que llevan la política en las entrañas y han vivido hasta ahora en un
delfínazgo inocuo, aunque ambicionan mucho más. Son César, Rafael y Lorenzo Batlle
Pacheco, los tres hijos de don Pepe. Batlle, sin proponérselo, ha cometido el mayor error de
7
su vida: sembrar la semilla de los celos que destrozarán (…) al Partido Colorado” Sin
embargo, esta cuestión personal en el conflicto 14 y 15 es un aspecto controversial. Alba
Cassina de Nogara, una activa militante de la lista 14 niega terminantemente la predilección
de Batlle y Ordóñez por su sobrino Luis: "Eso no es verdad. Batlle y Ordóñez se sentía

5
Bado, Washington. Crónicas de Luis Batlle y su época. Arca. 2015. Montevideo. Pág.81
6
Sanguinetti, Julio María. Luis Batlle Berres… ya citado Pág.17
7
Di Candia, César. Revista Reporter, Luis Batlle. Un hombre entre dos noviembres, Nro. 56, 16 de mayo de
1962. Pág. 3

8
orgulloso de los progresos políticos que realizaba su sobrino Luis. Pero el que siempre
estuvo a su lado fue Don César. Él era su confidente y hombre de confianza ante cualquier
problema político que se presentase. Atribuirle una conducta semejante a Don Batlle y
Ordóñez es ofensivo. Nunca hubiese incubado, deliberadamente o no, el germen de los celos
en su familia. Suponer que tanto Don César como Rafael y Lorenzo tuvieran enconos con
su primo por ese motivo, es igualmente injurioso para esos hombres que tenían un alto
calibre moral. Jamás hubiesen tenido ese tipo de actitud mezquina. Jamás..." 8
Alejándonos de estos enfoques es interesante observar que tanto la 14 como la 15
abrevaban en la tradición batllista para dirimir sus diferencias. Ambas fracciones se sentían
como las auténticas depositarias del legado de Batlle y Ordóñez. Esto nos lleva a una
primera pregunta: ¿qué se entiende específicamente por tradición batllista? En el caso
particular del batllismo, la tradición política adopta un sesgo particular ya que la misma tiene
una iconografía que incluye mártires y santos laicos. En este sentido, es interesante la
reflexión del político e historiador colorado Carlos Manini Ríos (1909-1990) sobre el
batllismo, al considerar que más que “una organización política, parecería una
organización religiosa. Tiene su Dios, sus profetas, su Biblia, sus pontífices y su clero. A
medida que pasan los años, se está cristalizando una iconografía bien determinada de los
prohombres del partido, comenzando por el retrato de Batlle y Ordóñez. (…)Ha conseguido
crear una mística e infundirle al pueblo, no ya contemporáneo del estadista desaparecido
sino también a las nuevas generaciones que solamente de nombradía saben de él. Tal vez
aquí puede encontrarse una explicación más profunda de la batalla de los primos (…) No
son suficientes las pequeñas razones privadas, oposiciones de carácter o querellas de
9
familia” El concepto del batllismo no como una corriente política sino como una “secta”
cuasi-religiosa – muy usado por sus adversarios políticos en la década del ’30- o sea una
organización cuya base filosófica es una ortodoxia, donde aquellos que se oponen a ella son
pocos menos que blasfemos, puede ser útil para comprender el porqué del grado de
virulencia que adquirió el enfrentamiento interno entre la 14 y la 15.

EL OBJETO DE ANÁLISIS: LA TRADICIÓN BATLLISTA


José Rilla (2008) analizó concienzudamente el enfrentamiento de tradiciones
políticas lo que parece de este modo como el terreno más fértil de la construcción nacional y

8
Chagas, Jorge y Trullen, Gustavo. Entrevista realizada 10/09/2004.
9
Apuntes históricos publicados por el semanario Sobretodo en mayo - setiembre de 1992

9
de la política uruguaya – algo que posiblemente la distingue de la región - es una política
muy atenta a su pasado, con fuertes rememoraciones. Las enunciaciones de los líderes
políticos se remiten, asiduamente, a una historia y a una tradición. Existe una retórica
política marcada por el pasado. Colorados y blancos, con más de un siglo de antagonismo
construyeron polémicamente sus narrativas – con sus respectivos olvidos, memorias y
recuerdos - y elaboraron una tradición “binaria” (que cada tanto fue contestada por otras
fuerzas). Rilla, a si vez, le da un giro a este enfoque: los partidos políticos se “apropian” del
pasado y lo remodelan de acuerdo a sus intereses políticos del presente, elaborando un
relato.
También es bueno recordar que el Partido Colorado es el partido de gobierno, el
actor que produce su relato a partir de la práctica del ejercicio del gobierno, de la
administración del Estado. (En el relato/narrativa batllista la historia del Uruguay moderno
aparece fundamentalmente articulada a la hegemonía del Partido Colorado y a su papel en la
gestión y modernización del Estado) Esto forma parte ineludible de su capital narrativo ante
la ciudadanía, que se asocia a la eficacia, a la responsabilidad e intervención en las políticas
públicas. Es una tradición de poder. Este relato está compuesto por un conjunto de ideas
articuladas a complejas cadenas de significación (Estado, Colegiado, República,
Democracia, etc.)10, mediante las cuales adquieren su sentido en forma relacional. Las ideas
son formuladas, transmitidas y recibidas como discursos. Por otro lado, la tradición batllista,
como ya se expresó anteriormente, no fue estática sino que sufrió mutaciones al paso del
tiempo como consecuencias de las circunstancias políticas.
Partiendo de este marco teórico lo que interesa es concentrarse no en la dicotomía
colorado- blanco/batllismo-herrerismo, sino apuntar al conflicto en la interna batllista. ¿Por
qué esta opción? Tanto la lista 14 como la 15 se consideraron las auténticas herederas de la
tradición de José Batlle y Ordóñez (1856-1929). Sus argumentos en la confrontación
abrevaban en la misma fuente. Hubo dos interpretaciones de la “herencia/tradición batllista”
o bien, una disputa sobre esa tradición que se manifestó en discursos y prácticas diferentes.
Surgen otras preguntas: ¿Qué se entiende por “tradición batllista”? ¿Cuál es la tradición
más preciada que provocó el conflicto 14 y 15? De acuerdo con Mora Guarnido (1931 155-
156) una de las mayores preocupaciones de Batlle y Ordóñez era la autoridad ilimitada y
amenazadora de los presidentes. No abundaban los presidentes que dejaban elegir libremente

10
Caetano, Gerardo. La República Batllista. Montevideo EBO, 2011. Barrán, José P. y Nahum, Benjamín.
Batlle, los estancieros y el imperio británico. El nacimiento del batllismo Tomo III. Montevideo. EBO.
1986.

10
sucesor y que se resignaran a volver a ser simples ciudadanos al terminar su mandato. El
presidencialismo tenía “una marcada tendencia, en todas partes, a la perpetuación. Los
recursos que para ello puede utilizar sin infinitos” Por eso debía ser suprimido y suplantado
por un órgano que evitara la emergencia de ambiciones personalistas. .
Por su parte, Grompone (1943:59-65) sostuvo que un aspecto central del
pensamiento sobre la acción política de Batlle y Ordóñez es que uno de los males del
Uruguay y de toda América Latina es el predominio del hombre (líder, caudillo, dirigente o
jefe político) sobre el grupo: “El hombre que podía colocarse en situación destacada por
cualidades excepcionales, dominaba toda la organización política influyendo aun en la
estructura social” La persona que ocupaba la titularidad del Poder Ejecutivo – aunque no
tuviera condiciones excepcionales – hacía gravitar hacia sí toda la vida política del Estado.
¿Cuáles eran los riesgos? La voluntad del primer mandatario se transformaba en la ley
política que debían acatar los ciudadanos y por otro lado, la sucesión presidencial adquiría
mucha trascendencia. “La psicología del pueblo y la concepción social tenía necesariamente
que amoldarse a ese modo de ser”
De ahí que la actitud de Batlle y Ordóñez es de oposición a la concepción de un
partido dirigido por los gobernantes y siguiendo las inspiraciones de éstos. Los partidos no
debían organizarse bajo tutelas políticas sino en base a clubes seccionales autónomos para
que los ciudadanos (el pueblo) pudieran actuar directamente, sin injerencia del Poder
Ejecutivo. El concepto de “mandato imperativo” – basado en que los gobernantes no gozan
de total libertad y deben cumplir con las directivas emanadas de las bases partidarias: los
gobernantes no gobiernan, son gobernados por el pueblo - tan caro al batllismo, nace de
esta visión de los peligros del poder individual.
Nuestro objetivo es analizar las causas del enfrentamiento entre ambos sectores
colorados – la disputa por “la tradición batllista” - en una perspectiva de larga duración,
partiendo desde uno de los momentos fundacionales por excelencia: la publicación los
“Apuntes” en 1913 de Batlle y Ordóñez para reformar la Constitución de 1830 e instaurar
un régimen de Colegiado integral de gobierno hasta la derrota del Partido Colorado en 1958.
¿Por qué el análisis parte desde ahí? Como bien lo señala Ney Ferreira (2010) esos
“Apuntes” conectaron al batllismo con el pensamiento político republicano, es decir, con la
concepción de que debía existir un poder político controlado, la construcción de
instituciones políticas que impidieran una dominación personalista. “Este es el fin al que
tiende la institución del gobierno Colegiado, en el que no hay espacio para el mando
personal, ni para que el interés, el rencor y el error individual se apoderen del poder,

11
aunque el personaje sea muy encumbrado”, dirá Batlle y Ordóñez en un discurso del 25
de mayo de 1916. 11

CAUDILLISMO-COLEGIALISMO: LA TENSIÓN IRRESOLUBLE


LAS TRES DIMENSIONES DEL PROBLEMA.
Ahora bien, por un lado, esta idea matriz del batllismo chocó con la cultura
caudillista/personalista que imperaba en el país desde los inicios de su vida independiente -
en el siglo XIX expresada a través de caudillos militares (Rivera, Oribe, Venancio Flores,
Timoteo Aparicio y Aparicio Saravia, este último en la transición de los siglos) y en el siglo
XX por medio de jefes civiles (Herrera y el mismo Batlle y Ordóñez) 12 y por otro,
estableció una tensión interna en el batllismo, que tenía dos caras: una concepción
republicana del poder y, a su vez, la égida de un líder fuerte – que controlaba férreamente el
ejecutivo batllista e imponía tozudamente sus ideas en la Convención - como sin duda lo fue
Batlle y Ordóñez. No pocos historiadores hicieron hincapié en esta característica cuasi-
autoritaria del líder colorado.
Carlos Manini Ríos (1970:54.55) señaló que el mismo tenía “demasiada
personalidad como para poder pensarse a sí mismo en un segundo plano, Es de costumbres
sencillas, es todo morigerado, pero no es modesto (…) Cree en sí mismo, en su obra y en lo
que puede hacer por el país. Tiene plena conciencia de su propio peso y ciega fe en su
programa político, social y económico”
Real de Azúa (1964:43), por su parte, afirma que era un hombre “con calidades de
político diestrísimo pero también, a la vez, con eficaz y auténtica aureola de apóstol,
misional y mesiánico. Un hombre capaz de unir sin hipocresía una viva suscitación de la
espontaneidad popular (…) y el peso de una personalidad que por su misma irradiación
caudillesca, importaba tal vez a pesar suyo, una coherente, autoritaria, jefatura política”
Maiztegui (2011:299) sostiene que paralelamente a la obra reformista, Batlle y Ordóñez
“fue reforzando, si cabe, su belicosidad, su autoritarismo y su incapacidad de olvidar
agravios”

11
Vanger, Milton I. José Batlle y Ordóñez 1915-1017. Humanizando el capitalismo Uruguay y el
Colegiado. Montevideo. EBO 2009 Pág. 98
12
Pivel Devoto, Juan E. Historia de los partidos políticos en el Uruguay. 2 Tomos. Montevideo. Claudio
García y Cía. Editores. 1943. Dotta, Mario. Caudillos, Doctores y Masones. Montevideo. Ediciones de la
Plaza. 2006 Barrán, José Pedro. El Uruguay comercial, pastoril y caudillesco. 1830-1875 Montevideo. EBO.
1986 Reyes Abadie, W. y Vázquez Romero, A. Crónica General del Uruguay El Uruguay del siglo XIX.
Volumen III. Montevideo. EBO.

12
En otras palabras: desde los orígenes de la tradición batllista hubo una tensión nunca
resuelta entre la cultura política de un líder fuerte y el ideal de despersonalización del poder.
Esta cultura política originó el surgimiento de fracciones conducidas por lugartenientes de
Batlle y Ordóñez con aspiraciones de liderazgo: Pedro Manini Ríos, Feliciano Viera, (1872-
1927), Julio María Sosa (1897-1931) - en vida del líder colorado13- y finalmente, la que
tuvo más éxito, la conducida por Gabriel Terra (1873-1941) que logró ser mayoría en el
Partido Colorado y controlar el gobierno (en alianza con el herrerismo) entre 1933-1938. 14.
Hay aquí una dimensión política de la cuestión cuyo primer eje es personalismo
versus colegialismo. Tras el golpe de Estado de Terra surge en el período 1933-1942 otra
tensión dentro del batllismo, que es un segundo eje de la dimensión política: abstencionismo
(los partidarios de no participar en las elecciones dentro del marco legal de la Constitución
aprobada en 1934) versus concurrencismo (los partidarios de participar en las elecciones
pese a todo). En febrero de 1942 – con el denominado “golpe bueno” de Alfredo Baldomir
(1884-1948) que cancela el período terrista - surge un tercer eje: legalismo versus
pragmatismo, que resume en la cuestión clave: apoyar o no un nuevo quiebre institucional
Tras el impasse político provocado por el golpe de Estado de 1933, el batllismo
volvió a la arena política y nuevamente se reeditó la tensión inicial personalismo versus
republicanismo. Luis Batlle fue un líder popular y carismático, además de ser un “Batlle”
con toda la carga simbólica que esto significaba. Su llegada a la Presidencia de la República
(agosto 1947) le posibilitó la consolidación de su liderazgo al poder disponer de los
mecanismos del Estado. El conflicto 14-15 cobró mayor intensidad a partir de 1955 cuando
el modelo batllista empieza a mostrar fallas ante la crisis socio- económico y se hizo
necesario buscar soluciones urgentes. Por tanto surge aquí una segunda dimensión de la
disputa: la económica. La 14 y la 15 usaron la tradición y divergieron al plantear las medidas
para resolver los problemas económicos
Para analizar esta disputa no sólo observaremos las respectivas argumentaciones de
ambos grupos batllistas sino, en busca de una visión más global, en algunos casos
recurriremos a las opiniones/análisis de los colorados independientes (no batllistas)

13
También está el caso de Baltasar Brum que, aunque siempre fue leal a Batlle y Ordóñez, intentó desde la
Presidencia de la República crear la Unión Colorada de efímera vida.
14
Caetano, Gerardo y Raúl Jacob El nacimiento del Terrismo (1930-1933) 3 Tomos. Ediciones de la Banda
Oriental. Montevideo 1989/1990/1991. Jacob, Raúl El Uruguay de Terra 1931-1938. Ediciones de la Banda
Oriental. Montevideo. 1985 Trochón, Yvette y Vidal, Beatriz El Régimen Terrista (1933-1938) Aspectos
políticos, económicos y sociales. Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo 1993.

13
expresados en El Diario y La Mañana y de la izquierda (los editoriales de El Sol y Marcha),
dejando afuera al herrerismo, al nacionalismo independiente y comunistas por los límites del
espacio exigidos para este artículo.

EL COLEGIADO FRENTE A LA REALIDAD POLÍTICA.


Tras lograr pacificar al país - la derrota en Masoller del caudillo nacionalista
Aparicio Saravia (1855-1904) – Batlle y Ordóñez aseguró al Partido Colorado el ejercicio
pleno del gobierno, el fin de la segmentación territorial, la unidad absoluta del poder militar
y a partir de 1911 emprendió un vasto plan de reformas económicas y sociales15. El
batllismo a través de la continua prédica periodística y parlamentaria a favor de las
nacionalizaciones, fue moldeando la conducta y el espíritu de vastos sectores sociales.
Además ambientó el nacimiento de una peculiar mentalidad colectiva sobre el papel que
debía jugar el Estado en la economía. La matriz batllista, a su vez, tuvo otra arista de
carácter institucional: el 4 de marzo de 1913, El Día publicó El Poder Ejecutivo
Colegiado. Apuntes sobre su posible organización y funcionamiento. En ellos Batlle y
Ordóñez planteó la reforma de la Constitución vigente desde 1830, proponiendo la
sustitución de la Presidencia de la República por un Colegiado: una Junta de Gobierno de
siete miembros, que habían de durar siete años en sus funciones, siendo cambiados de uno
por año, por elección popular. Posteriormente, amplió esa Junta a nueve miembros y a nueve
años el mandato de sus miembros. En mayo de 1916 Batlle y Ordóñez dirá en el seno de la
Convención Nacional Colorada una frase reveladora de su pensamiento: “Las más terribles
desgracias de la Humanidad se debieron siempre al despotismo individual” 16
Las primeras resistencias a esta propuesta surgieron dentro de su mismo sector
produciéndose la escisión de los once senadores colorados liderados por Pedro Manini Ríos
(1879-1958)17 . A su vez, el Partido Nacional abandonó la abstención, que practicaba desde
la derrota de 1904, para combatir la idea colegialista. Con la consigna "Inscribirse no es

15
La administración batllista había logrado desembarazarse del lastre que significaban, para las finanzas
públicas, las guerras civiles. Al no existir urgencias financieras derivadas de la situación bélica, se presentó un
escenario propicio para poder equilibrar y aun hacer superavitarios los resultados financieros del gobierno. Esto
posibilitó una imagen "seria" del país en el exterior. Se obtuvo, así, el financiamiento necesario para
desarrollar una muy importante obra de infraestructura. Hasta 1913 - pese a algunas fluctuaciones - los
superávit se dan en el marco de políticas expansivas del gasto público. Este crecimiento se hizo especialmente
rápido en los primeros años del segundo gobierno de Batlle y Ordóñez.
16
Vanger, Milton I. José Batlle y Ordóñez 1915-1917,,, ya citado.
17
Ellos fueron: Adolfo H. Pérez Olave, Antonio María Rodríguez, Blas Vidal, Ventura Enciso, Carlos Albín,
José Astigarraga, José Repetto, Jacobo Varela Acevedo, Pedro Manini Ríos, Federico Fleurquin y Juan Pedro
Castro. De los otros siete senadores, Martín Suárez se adhirió al bloque tiempo después y se mantuvieron fieles
a Batlle y Ordóñez, el presidente del cuerpo Manuel B. Otero, Domingo Arena, Francisco Accinelli, Francisco
Soca, Ramón G. Saldaña y José Espalter

14
votar", se convenció a la masa nacionalista descreída del sufragio, de la importancia del
voto y en este enfervorizado contexto se consolidó el liderazgo de Luis Alberto de Herrera
(1873- 1959). Los colorados anticolegialistas advirtieron la necesidad de abrirle el camino
de las urnas al nacionalismo para crear un dique capaz de contener al batllismo. Las clases
conservadoras, por su parte, hallaron tanto en el coloradismo anticolegialista como en el
nacionalismo, eficaces portavoces políticos de sus intereses. 18
El plebiscito del 30 de julio de 1916 significó la derrota del proyecto colegialista y
esto obligó a Batlle y Ordóñez a pactar con sus adversarios. Esto dio lugar a un acuerdo
político que desembocó en la Constitución de 1917, un régimen híbrido con un Poder
Ejecutivo bicéfalo19. A partir de ese momento el líder colorado emprendió una estrategia de
alianzas con las facciones minoritarias de su Partido, buscando siempre que en las fórmulas
electorales hubiera un “neutral” como candidato a la Presidencia de la República. Siempre se
opuso a que un batllista ocupara la Primera Magistratura. Batlle y Ordóñez pronunció
palabras proféticas sobre los riesgos de un presidente batllista y por lo tanto, del
personalismo:"Se dice de que hay el peligro de que un Presidente de la República falte a su
deber. Desgraciadamente, cuando un hombre posee esa suma de fuerza que se pone en
manos del presidente, existe el peligro de que quiera imponer su voluntad con la fuerza. Ese
peligro existe respecto a hombres que salen de todos los partidos. La Presidencia hace
delirar (...) Al cabo de dos años en el poder, un presidente cambia y no es el mismo que
cuando asumió el mando. De ahí que yo prefiera que un presidente que faltase a su deber
surgiese de las filas de otros partidos y no del nuestro (...) Si un presidente salido de
nuestras filas violase las leyes y se propusiera establecer la tiranía, podría llevar en pos de

18
Barrán, José P. y Nahum, Benjamín. Batlle Los estancieros y el Imperio Británico. La derrota del
batllismo 1916 Tomo VIII Montevideo. EBO 1987
19
El Presidente de la República sería elegido directamente por la ciudadanía por cuatro años y no podía ser
reelecto inmediatamente. Los Ministerios de Interior, Relacion es Exteriores y Defensa estarían a su cargo. La
otra rama del ejecutivo sería un Consejo Nacional de Administración de nueve miembros. Durarían seis años
en funciones y se renovaría por terceras partes cada dos años también elegidos directamente y se renovaría por
terceras partes cada dos años. El resto de los Ministerios – Hacienda, Obras Públicas, Industrias e Instrucción
Pública - dependerían de este organismo. Además se le daba la facultad de proponer ternas, dentro de las
cuales debía elegir el Presidente de la República al Jefe de Policía de cada departamento. El partido minoritario
actuaría como opositor dentro de él. El Parlamento quedó casi igual. Los órganos de gobierno departamental
fueron radicalmente modificados. Desapareció la figura todopoderosa del Jefe Político y se creó un Consejo
Departamental de Administración con amplia autonomía fiscal y de gestión. Además se concretó la separación
de la Iglesia y el Estado, estableciéndose la total libertad de cultos; se estableció el sufragio universal
masculino para los mayores de dieciocho años eliminándose las restricciones a los analfabetos, peones
jornaleros y sirvientes a sueldo y para reconocer a la mujer el derecho al voto bastaría el pronunciamiento
favorable de dos tercios del total de miembros de cada una de las Cámaras. Además se implantó
definitivamente el voto secreto y la representación proporcional integral. Los funcionarios policiales y militares
quedaron impedidos, bajo pena de destitución, de formar parte de comisiones o centros políticos, suscribir
manifiestos partidarios y ejecutar cualquier acto público de carácter político salvo el voto. Vanger, Milton I.
José Batlle y Ordóñez 1915-1917,,, ya citado

15
sí a parte de nosotros; en cambio, si surgiera de entre nuestros adversarios nos tendría a
todos nosotros en contra suya”.20 Esta estrategia funcionó en gran medida y paradojalmente
– puesto que se trataba de combatir al presidencialismo o bien, al personalismo de
potenciales líderes batllistas - gracias a su férreo manejo de la Convención y de los órganos
directrices, muy en especial la Agrupación Nacional de Gobierno, un instrumento creado
con el objetivo de dominar, controlar, dirigir, y/o disciplinar a los gobernantes.21 Pero esta
estrategia antipersonalista tenía un límite: su vida.
El 29 de octubre de 1929 falleció Batlle y Ordóñez, cerrándose inexorablemente un
ciclo en la vida política del país. Había una pregunta crucial que atravesaba todo el
batllismo: ¿Quién o quiénes eran los auténticos intérpretes y continuadores de su obra y
pensamiento? La silla vacía que se instaló en las convenciones batllistas de ahí en más, como
símbolo del líder ausente, podría también significar indirectamente la existencia de una
herencia política yacente en disputa. Esto quedó patente durante todo el año 1930, ya que en
noviembre se elegiría Presidente de la República y la división en el batllismo fue notoria.
Por un lado, estaban sus hijos – César, Lorenzo y Rafael – y Luis Batlle, que se
habían formado a la sombra del líder colorado e integraban el denominado Grupo de El Día.
Por otro, estaba un importante sector que patrocinaba la candidatura de Gabriel Terra. El
1/4/1930 Luis Batlle, desde El Día, inició una larga serie de editoriales donde, en total
consonancia con la tradición batllista, defendió la necesidad de llevar un neutral a la Primera
Magistratura.22 De hecho el Grupo de El Día respaldó la candidatura de Federico Fleurquin
(1872-1961) pero no pudo impedir el triunfo de Terra.
Si bien en noviembre de 1930 el batllismo logró un holgado triunfo sobre el
nacionalismo, luego de años de paridad electoral, no fue menos cierto que Terra al superar
ampliamente al candidato del Grupo de El Día se transformó – de hecho – en el líder del
batllismo. Desde un primer momento estuvo claro que Terra, pese a su condición de
batllista, no estaba dispuesto a someterse a los dictados de la Agrupación Nacional de

20
El Día Crónicas de la Convención Batllista Año 1926, días 29 de julio; 20, 23,27 y 30 de agosto; y 1, 2 y
6 de setiembre.
21
Estaría integrada por el Presidente de la República, los Consejeros Nacionales, senadores, diputados,
ministros, miembros partidarios de la Corte Electoral y los quince miembros del Comité Ejecutivo Nacional. Se
reuniría por lo menos cada quince días y resolvería todo asunto de gobierno que en ella se planteara por
mayoría de votos. Si bien sus resoluciones no serían obligatorias debían ser atendidas y si no era así, debía
darse las razones por escrito cuando la mayoría lo estimara pertinente. Pero si la mayoría era de dos tercios
podía dirigirse la queja a la Comisión Nacional, la que también por dos tercios podía resolver la censura del
indisciplinado, lo que implicaba un descrédito partidario. La Convención se constituía en el órgano de alzada y
decidía toda apelación por mayoría.
22
En las Págs. 187-199 del libro Luis Batlle Pensamiento y Acción (Ideario y Artículos) Tomo II, selección
y notas de Santiago Rompani está el listado de los artículos escritos por Luis Batlle desde 1930 a 1933 en El
Día.

16
Gobierno y las discrepancias no tardaron en aparecer. En las elecciones parciales de 1931 la
separación de las listas “terristas” y batllistas fue notoria23. Fue en este contexto que se
fundó la lista 15, considerándose heredera de la lista 5 que en 1928 había encabezado Batlle
y Ordóñez. Los nombres de muchos de sus candidatos en aquella oportunidad ahora se
repetían (Arena, Ghigliani, Castillo, Cosio, Acevedo Álvarez, Santín Carlos Rossi, Luis
Batlle) en una clara demostración de continuidad.
El protagonismo de Luis Batlle durante la campaña provocó que a principios de
diciembre, surgiera la idea de tributarle un homenaje. Según informó El Día el 7/12/1931, se
“recibieron numerosas adhesiones al homenaje que un núcleo de amigos resolvió tributarle
al inteligente y activo legislador señor Luis Batlle Berres, con motivo de la destacadísima y
eficaz actuación que le cupo en la propaganda del reciente acto cívico”. El 10 de diciembre
se reunió en los salones de la Casa del Partido el comité organizador presidido por Edmundo
Castillo para hacer los preparativos. En un principio estaba programado para el viernes 18.
El 17/12/1931 El Ideal se refirió al hecho: “Tanto en el periodismo como el parlamento el
señor Batlle Berres ha sido un centinela avanzado del Batllismo, mereciendo en plena
juventud el calificativo de veterano. Orador partidario de palabra amena y elocuente, está
vinculado con las masas ciudadanas, por la acción directa del propagandista siempre
pronto a captar los anhelos populares en su fuente originaria y siempre pronto a
defenderlos con convicción, con coraje y talento. El Batllismo debía un homenaje caluroso y
afectuoso a este luchador adornado por varios méritos y por una juventud en magnífica
florescencia. Ese homenaje vino al fin y es el que se hará mañana en las Cervecerías del
Uruguay. Fiestas de consideración a un hombre meritorio y de camaradería entre el pueblo
batllista, no lleva entretelones agresivos para nadie. Es el Batllismo que se congrega al lado
de uno de sus más brillantes paladines” Sin embargo, debido a la gran cantidad de personas
que se adhirieron al homenaje, debió ser postergado para el lunes 21, Según la crónica de El
Día de esa misma fecha, el homenaje adquirió “contornos extraordinarios”. Más de
setecientas personas ocuparon las sillas alrededor de largas mesas dispuestas en el local al
aire libre. “Hombres que ocupan altos cargos en el gobierno y en la administración y
hombres modestos, verdadero pueblo se sentaban juntos y rivalizaban”, relató el matutino.
Hacia fines de 1931 Luis Batlle se perfilaba como el líder emergente del “batllismo
neto” pero, pese a la buena performance electoral de la lista 15, la agudización de la crisis
económica mundial – en 1929 colapsó la Bolsa de Valores de Nueva York generándose el

23
De hecho las listas patrocinadas por el Grupo de El Día se autodenominaron “batllismo neto”

17
período conocido como la Gran Depresión – y el protagonismo cada vez mayor de Terra
impulsando una reforma constitucional alejada del ideal colegialista, generó una escalada
que culminaría con el golpe de Estado del 31 de marzo de 1931.

UNA TRADICIÓN FIRME PERO FLEXIBLE


Una vez producido el quiebre institucional, la tradición batllista incorporó a su
acervo el martirologio de Baltasar Brum (que se suicidó el mismo 31 de marzo de 1933) y el
crimen de Julio César Grauert (asesinado por la policía el 26 de octubre de 1933), al tiempo
que el Grupo de El Día optaba por la abstención electoral. Sin embargo, el terrismo estuvo
dispuesto a disputarle esa tradición. Para justificar el golpe de Estado apeló a la figura de un
Batlle y Ordóñez “legalista” pero no “democrático”, recordando su apoyo al golpe de Juan
Lindolfo Cuestas el 10 de febrero de 1898. Incluso la Convención terrista, realizada el 8 de
mayo de 1933, llegó a homenajear a Baltasar Brum, considerando que el gobierno no era
responsable de su suicidio. La simbología batllista estuvo muy presente en las listas terristas
24
en la elección de abril de 1934, ante el ostensible rechazo del Grupo de El Día En un
artículo del 3/7/1933, el matutino batllista, al comentar una noticia aparecida en el Imparcial
sobre el surgimiento de la denominación “terrista” a la fracción del Partido Colorado que
apoyaba al Presidente de la República, sostuvo que al amparo del nombre del batllismo
“esos ciudadanos han procedido en discrepancia absoluta con el programa partidario y con
los antecedentes de una agrupación política que ha luchado con indeclinable empeño por el
prestigio de la democracia y por la civilización de la República. Lo verdaderamente
honorable es que quienes no sienten las doctrinas batllistas y están lejos de sustentarlas,
utilicen el nombre que mejor les acomode, pero no el de la causa de que están separados
por ideas y por hechos”
Hubo otro aspecto donde esa tradición sufrió tensiones: dentro del batllismo se formó
la corriente “concurrencista” – o sea partidaria de participar en las elecciones – que contaba
con prestigiosos dirigentes como Antonio Rubio (1882-1953) y Tomás Berreta, que también
reivindicaba el legado de Batlle y Ordóñez de no rehuir a las luchas cívicas confiando en la
fuerza del batllismo. 25 En declaraciones brindadas el 22/4/1933 a la publicación Tradición
Colorada de Rivera, Tomás Berreta manifestó que “la conveniencia de ir a las elecciones
siempre que se nos ofrezcan las debidas garantías: absoluta libertad de prensa, de palabra
y de reunión y eso debe ser inmediatamente. Además me parece que las elecciones debían

24
Batllismo a secas. El Día 29/6/1933. Pág. 6
25
Castellano, Ernesto. Crónicas Coloradas de Rivera Edición de autor. Montevideo 2008. Pág. 283

18
tener lugar en fecha que diera tiempo para que los partidos reorganicen sus elementos al
poder moverse con toda la libertad”
Por otro lado, Luis Batlle se vio obligado a exiliarse y según dirán tiempo después sus
partidarios, fue en ese momento que comenzaron las diferencias entre los Batlle Pacheco y
su primo, cuando este último renunció a su cargo de redactor político de El Día porque no
se le permitió escribir con la energía que él creía necesaria para enfrentar al régimen terrista.
Los Batlle Pacheco habrían tratado de no radicalizar la lucha. Habría primado en ellos el
concepto de El Día como una empresa particular que debía ser preservada y no como un
diario del Partido.26 Sin embargo, un análisis de la correspondencia que entabló Luis Batlle
desde el exilio, si bien muestra que tuvo discrepancias con la dirigencia que actuaba dentro
del país y algún que otro desencuentro, no surge una división tan tajante en la estrategia a
seguir.27 Tras su retorno, el 2 enero de 1936, siguió alineado al abstencionismo pregonado
por el Grupo de El Día. En la Convención batllista trató el proyecto de reorganización
partidaria el 15 de setiembre de ese año - que incluía los temas de las elecciones internas y la
renovación de autoridades - defendió el abstencionismo más radical, oponiéndose incluso a
la realización de elecciones internas por falta de garantías.
A esa altura la tradición batllista estaba sometida a nuevos desafíos. Tras el golpe de
marzo de 1933 y la instalación de un nuevo régimen institucional conocido como la Tercera
República, El Día reivindicó al régimen bicéfalo como una especie de “Edad de Oro” de la
democracia uruguaya. En el editorial del 24/6/1934, sin renegar en absoluto de su posición
abstencionista rememoró las grandes manifestaciones cívicas del pasado, preámbulo de los
comicios, contraponiéndolas al presente: “tan grandioso y viril fue el espectáculo (…) y tan
provechosas su enseñanza, que el Partido se acostumbró a tomarlas como prólogo de las
elecciones y a reconocer en ellas el acto previo del sufragio. Esas manifestaciones eran la
fuerza que le señalara al Batllismo la obligación de votar; era la bandera que le indicaba el
cumplimiento del deber”
Por otro lado, a raíz de un comentario realizado por el diplomático, historiador y
escritor español Salvador de Madariaga (1886-1978), que visitó varios países de América y
comprobó que los presidentes gozaban de un excesivo poder, El Día inició el 3/9/1935 una
serie de artículos (que se extendieron hasta 1936) con el título Presidencia y Colegiado,
donde retornaba sobre las bondades del régimen colegialista frente al presidencialismo.

26
Contestando a “El Día”. Acción. 17/3/1952 Pág. 3
27
A este respecto se puede consultar la carta fechada el 4 de junio de 1934, que envió desde Buenos Aires a
Manuel Rodríguez Correa (1897-1961) militante batllista oriundo de Rocha. Archivo Luis Batlle Berres.
Documentos durante el destierro 1933-1935. Caja 28 Carpeta 2.3.1. Archivo General de la Nación.

19
Independientemente de los argumentos doctrinarios, en estos artículos estaba implícita una
clara crítica a la Constitución aprobada en abril de 1934. También consideró que el período
1919-1933 era de los mejores vividos por la República en cuanto a tranquilidad y libertad.
Esa “Edad Dorada” - una suerte de “tiempo perdido”donde se gozaban de amplias garantías
individuales y progreso ascendente- debía ser recuperada. Sin embargo, hacia 1936, El Día
se vio forzado a darle un nuevo giro interpretativo a esta recreación del pasado mítico.
¿Cuáles fueron las causas de ello? En primer término, el nuevo impulso de la
corriente concurrencista dentro del batllismo, acicateada – entre otros factores – por la
ampliación del padrón electoral (una campaña de inscripción cívica promovida por el
gobierno y la incorporación de las mujeres, que iban a votar por primera vez en las
elecciones de 1938)28 Por otro lado, un sector de las fuerzas opositoras terrista estaba
impulsando la creación de un Frente Popular.29 Esto generó nuevos y fuertes desencuentros
en el “batllismo neto”, especialmente en los departamentos del interior. El Grupo de El Día
defendió enérgicamente tanto la abstención como la no integración del batllismo al Frente
Popular.
El 27/12/1936 El Día comenzó la publicación de una serie de editoriales – que se
extenderían hasta el 28/6/1937 - titulados El Partido Colorado y el golpe de Estado. Se
trató de una reflexión retrospectiva sobre los acontecimientos políticos desde 1916 a la
fecha, que buscaba trazar una estrategia a futuro, que reinterpretaba la tradición batllista. En
estos artículos el concepto de “Edad Dorada” del período 1916-1933 interrumpida por el
golpe de Estado de Terra aparecía matizado por el reconocimiento de que el batllismo no
había sido tan pujante, ya que en el período 1922-1930 las mayorías del Partido Colorado
habían sido “escasas y oscilantes” lo que provocó la necesidad de acuerdos entre las

28
Antonio Rubio, inició una serie de artículos en El Día – del 8/10/1935 al 15/10/1935 – donde defendía la
necesidad de que el batllismo participara en la inscripción cívica, además de proponer posibles salidas
institucionales y estrategias posibles de la oposición. (En el acápite de cada nota El Día aclaró que no
consideraba que ese era el momento oportuno para el planteamiento del asunto concerniente a la inscripción)
La réplica a Rubio vino desde Buenos Aires. En la edición del 11/10/1935 El Día anunció que Alberto Zubiría
le contestaría y dos días después el matutino batllista publicó las primeras de las cartas que se extendieron hasta
el 25/10/1935. Zubiría aclaró que sus opiniones contrarias a los argumentos esgrimidos por Rubio tenían la
conformidad de los otros desterrados Luis Batlle, Ricardo Cosio, Tomás Berreta, Rómulo Boggiano y
Francisco Forteza.
29
El 25 de julio de 1935 se había reunido en Moscú el VII Congreso de la Internacional Comunista con el
objetivo de afianzar nuevas tácticas políticas ante el avance de los fascismos europeos. Allí se rescató la idea
del Frente Unido Proletario, pero profundizándola aun en la época de Lenin, al ampliarla con la concepción de
Frente Popular. Este se basaba en la búsqueda de acuerdos con los partidos socialistas y “burgueses
democráticos”. Los Frentes Populares se impondrían en Europa a través de las experiencias francesa y
española. El Partido Comunista uruguayo convocó a los partidos políticos antiterristas a la unidad en un frente
opositor.

20
diferentes fracciones, debiéndose soportar las “prepotentes exigencias” del riverismo.30 Sin
embargo, esta situación había cambiado en 1930. El Partido Nacional llegaba a su tope
electoral y se quedó sin reservas, no pudiendo incorporar nuevos contingentes. No sucedió lo
mismo con el Partido Colorado, donde muchos jóvenes pasaron a engrosar las filas del
batllismo. La muerte de Batlle y Ordóñez – de acuerdo con esta interpretación – había calado
hondamente en la ciudadanía y su obra adquirió una dimensión mucho mayor. Eso posibilitó
que en 1928-1930 se produjera “un salto” del batllismo al lograr nuevos votos. Fue así que
surgió la candidatura de Gabriel Terra como representante fiel de los ideales batllistas con el
apoyo de Ghigliani. La misma recibió amplios apoyos de quienes buscaban preservar el
orden institucional surgido en 1917. Tras el triunfo de Terra – continuaba esta reflexión de
El Día - existía optimismo en el batllismo, que se acrecentó con la división del Partido
Nacional. Herrera quedó representando al “nacionalismo selvático”, en cambio el
nacionalismo independiente representaba la parte más sana, culta y patriótica. Esto posibilitó
el pacto de 1931 que había sido muy beneficioso para el país porque se había tratado de
31
“una gran obra de progreso y mejoramiento nacional”. Sin embargo, Terra comenzó a
inmiscuirse en temas económicos, que le estaban vedados constitucionalmente y a
desatender la opinión de los órganos directrices del batllismo. Esto hizo que fuera perdiendo
apoyos significativos de dirigentes batllistas que habían prestigiado su candidatura. De
todos modos, el panorama político de 1931 era auspicioso: el batllismo se presentaba
“compacto y firme”, el nacionalismo dividido y fundamentalmente la caída del riverismo
permitía que “no habría que rendirse nunca más a sus exigencias extorsivas” 32 Terra ya no
contaba con mayorías, aunque dentro del batllismo había “algunas tendencias que no se
mostraban adictas a su política extraviada, aunque cubriéndose todavía bajo el lema común
y glorioso del Partido” Así se llegó a la jornada electoral de noviembre de 1931 y los
grandes derrotados “más que el nacionalismo y riverismo, eran, personalmente, Manini y
Herrera. El presidente también lo había sido, pero para él seguían abiertas ¡todavía!, de
par en par, las puertas anchas de una fraterna solidaridad con sus correligionarios y
amigos de todos los momentos, que sólo aspiraban a una leal rectificación de sus
33
extraviados rumbos, para volver a otorgar su más amplio y franco apoyo” Manini y
Herrera se convirtieron en cadáveres políticos para los que el golpe de Estado fue “un
milagro salvador”, de ahí su adhesión calurosa a él. Esta reinterpretación del pasado

30
El Partido Colorado y el golpe de Estado. El Día 27/12/1936 Pág. 6
31
El Partido Colorado y el golpe de Estado. El Día 08/01/1937 Pág. 6
32
El Partido Colorado y el golpe de Estado. El Día 29/01/1937 Pág. 6
33
El Partido Colorado y el golpe de Estado. El Día 03/03/1937 Pág. 6

21
apuntaba a dos objetivos: no ingresar al Frente Popular como reclamaban una parte
importante de sus bases porque entendían que el batllismo tenía suficientes fuerzas –
materiales y morales – para actuar independientemente y por otro lado, se debía continuar
con el abstencionismo. Sin embargo, este segundo punto seguía siendo fuente de tensiones
internas. 34

UN NUEVO TIEMPO POLÍTICO: LOS LÍMITES DEL PRINCIPISMO


BATLLISTA.
El 4 de enero de 1938, la Convención del batllismo se reunió bajo la presidencia de
Tomás Berreta para tratar dos temas: el primero era la concurrencia del partido a las
elecciones mediante el entendimiento de los partidos y organizaciones democráticas que
actuaban en el país manifiestamente opositoras al régimen imperante; y en segundo término,
que el ejercicio de los cargos representativos que se pudieran obtener fuera regido por el
mandato reglamentado oportunamente por las autoridades partidarias. Había dos tendencias:
abstencionistas y concurrencistas. Ante ello se formó una comisión de doce miembros para
estudiar el tema que elevó dos informes. El mayoritario recomendaba ir a las urnas y el
minoritario consideraba que el batllismo debía mantener el abstencionismo. Pero la última
palabra aún no estaba dicha.35 Tras arduas discusiones, el 26 de febrero se realizó la votación
en la Casa del Partido Colorado, que laudó el tema. Los resultados arrojaron 387 votos por la
abstención, 357 por la concurrencia y 1 voto en suspenso (luego se sumó al
concurrencismo). El batllismo no se presentaría pero era indudable que los abstencionistas
habían obtenido una victoria pírrica.
El Partido Colorado se alzó con la victoria en las elecciones nacionales del 27 de
marzo, resultando la fórmula Alfredo Baldomir-César Charlone (1895-1973) la más votada
(cosechó 121.259 sufragios). .A su vez se dio un hecho sin precedentes en la historia política
del país: se aprobaron enmiendas constitucionales que entraban en contradicción con la
Constitución vigente36. Todo esto generó un panorama viciado desde el punto de vista legal

34
El Partido Colorado y el golpe de Estado. El Día 09/04/1937 Pág. 6
35
En medio de la discusión de los convencionales, el nerviosismo del Grupo de El Día fue en aumento ya que
Baldomir captaba ciudadanos opositores al régimen. En tanto Eduardo Blanco Acevedo (1884-1971) se
presentaba con el sublema “Viva Terra”, Baldomir con “Servir al país” recogía adhesiones de sectores
heterogéneos de la vida nacional. No pocos convencionales batllistas reconocían que los votantes de diferentes
puntos del país se sentían inclinados a dar su apoyo a Baldomir, seducidos por su discurso aparentemente más
aperturista y conciliador que la otra fracción terrista. Desde Radio Ariel (que había sido adquirida por Luis
Batlle en 1936) también se dio la voz de alarma: la abstención podía convertirse en un arma de doble filo.
36
La ley constitucional, como el proyecto de los sesenta y cuatro legisladores resultaron aprobados pese a ser
contradictorios con el artículos 149 de la Constitución: uno permitía de hecho que se presentaran varios

22
que serviría de motivación para los planteos reformistas. El Grupo de El Día entendía que
para normalizar la vida política del país era imprescindible abolir o bien reformar la
Constitución de 1934. Esta idea la manejaban también otros grupos – especialmente el
disuelto riverismo que había apoyado la candidatura de Baldomir - que si bien habían
apoyado el golpe del 1933, no estaban dispuestos al retorno del Colegiado. Ya en su discurso
de asunción Baldomir se mostró partidario de reformar la Constitución y en sus primeros
meses de gobierno, pese al continuismo en muchos aspectos, se perfilaron cambios
(principalmente en el marco de las libertades) que fueron percibidos por la oposición.
Además las relaciones entre Baldomir y el herrerismo comenzaron a deteriorarse
progresivamente, en un contexto mundial de polarización que desembocaría en el estallido
de la II Guerra Mundial con las consiguientes realineaciones internacionales. 37
El 23 de mayo de 1939 se había aprobado la Ley de Lemas.38 La misma se
transformó en una eficaz herramienta que permitía el encauzamiento de los disidentes a su
partido original. En marzo de 1940, el nacionalismo independiente decidió levantar su
abstención electoral. El batllismo quedó en una difícil alternativa. Debía tomar posición

candidatos bajo un mismo lema y el otro, del 24 de febrero de 1938, impedía figurar en un mismo lema
solamente una fórmula presidencial
37
El 31/1941 El Día inició una serie de artículos con el título El año que pasó, que se extenderían hasta el
22/1/1941, donde analizó detalladamente esta nueva coyuntura. En el primero de ellos, señaló que el conflicto
bélico iniciado en setiembre de 1939 excedía los límites europeos. El mundo entero sería una cosa u otra según
los vencedores y habría repercusiones espirituales y materiales, “lo que está en juego esta vez (…) son (…)
dos sistemas genéricos y complejos de la vida humana, que significan algo así como la luz y la sombra, la
libertad y la opresión (…)” Agregó que la vida nacional se había visto “influenciada y condicionada por los
efectos trascendentes” de aquellos episodios en Europa. El 4/1/1941 alertó sobre el posible apoyo nazi a
“ciertos grupos nacionales” y el día 6 identificó al herrerismo con el nazismo. En el editorial del día 8 hizo
mención a los notorios desencuentros entre Baldomir y Herrera, pronosticando que cada vez se estaba más
cerca de la ruptura. El 9 se pronunció a favor de la elección de una Asamblea Nacional Constituyente para
reformar la Constitución de 1934 y el día 12 reconoció que la Ley de Lemas (aprobada en 1939) pese a no
haber alcanzado “la perfección moral y jurídica, desde el punto de vista de los principios democráticos, que
habría sido deseable, (…) mejoraba, indudablemente, la situación existente antes de su sanción, situación en
la cual las fuerzas independientes carecían de todo derecho frente a quienes detentaban los lemas
tradicionales, en tanto la nueva ley venía a asignarles derechos no despreciables” El día 19 calificaron como
positivo el alejamiento de César Charlone del Ministerio de Hacienda por ser “el hombre que
incondicionalmente sirvió a Terra” Finalmente, en el editorial del día 22 sostuvo que Baldomir “llegó al
poder en momentos en que el país sufría las consecuencias del más vergonzoso gobierno. La inmensa mayoría
de los que sufragaron por él, lo hicieron porque vieron en él, a base de su propaganda como candidato, una
perspectiva de reacción. Si al término de su período presidencial el país se encarrilla en la normalidad
democrática, ello reflejará honor sobre su conducta de gobernante”
38
Se trata de un conjunto de disposiciones legales que se conocerían como la Ley de Lemas. La primera norma
legal, del 5 de mayo de 1934 reguló el uso del Lema (denominación de los partidos en actos y procesos
electorales). La propiedad del mismo se concedió a la mayoría de los legisladores de un partido dado. Esto
supuso la exclusión de los opositores. En diciembre de 1935 se complementó al reconocer como personas
jurídicas a los partidos políticos propietarios del lema. Esto los facultó para administrar y disponer los bienes
partidarios. Finalmente en 1939 se regularon las normas de utilización de los sublemas y formas de
acumulación al lema partidario. Pretendía evitar los acuerdos horizontales entre fracciones de los dos grandes
partidos entre sí y con otros partidos. Este armazón legal impedía la disgregación del bipartidismo pero, al
mismo tiempo, la unidad sería sólo con fines electorales.

23
sobre las próximas elecciones. Esto generó arduas y ásperas discusiones internas. El informe
de la comisión designada para estudiar este punto presentó dos informes. Uno, el de la
mayoría (suscrito, entre otros, por Lorenzo y César Batlle Pacheco, Juan Fabini, Tomás
Berreta, César Mayo Gutiérrez y Andrés Martínez Trueba) que argumentó a favor de la
inscripción de un sublema. Entendían que el mecanismo, a la larga, iba a operar a favor del
batllismo y lograrían recuperar la mayoría en el Partido Colorado. Por otro lado, reconocían
el peso de la tradición y el riesgo que implicaba la adopción de un nuevo lema. En cambio,
Luis Batlle (junto a Héctor Grauert y Omar Goyenola) apoyó el informe de la minoría La
independencia política que el batllismo adquiriría con un nuevo lema, la estimaban positiva.
Eran conscientes que renunciar al alegato histórico (la tradición) como factor de propaganda
tenía un costo político: “Pero todo esto es de orden puramente psicológico que en nada
afectará la libre ciudadanía, la que sabe por qué el Partido determinado por las
circunstancias toma este camino en la opción obligada que le impone la ley que pretende
someterlo. Sabe que la violencia lo despojó en marzo de 1933 del nombre de Colorado, que
39
le pertenece más que a nadie”
A todo esto, al aceptar el “batllismo neto” las reglas de la Ley de Lemas, le
otorgaba al Partido Colorado grandes ventajas frente al nacionalismo, ya que este se
presentaría dividido a las elecciones de noviembre de 1942. Lo cierto es que la abstención
de casi diez años y el alejamiento de los círculos oficiales pesaban mucho. Desde las páginas
de El Día, siguiendo fielmente la tradición batllista, se insistió en la necesidad de un
candidato neutral. Un candidato batllista podría provocar alianzas internas en su contra. El
incipiente “charlonismo” – que respondía al liderazgo del ministro de Hacienda, prestigiado
por la recuperación económica – o el blancoacevedismo eran amenazas a tener en cuenta.
Lo más duro del terrismo podría triunfar y se “constituiría en una auténtica catástrofe
40
nacional” En estas circunstancias el batllismo proclamó la fórmula Juan Fabini-Tomás
Berreta. La campaña electoral no llegaría a desarrollarse.
Tras varios desencuentros se llegó a la ruptura total entre Baldomir y el
herrerismo que tuvo su corolario en el golpe de Estado del 21 de febrero de 1942 apoyado
por el batllismo, el nacionalismo independiente y el comunismo.

EL “GOLPE BUENO”: LA PRUEBA DE FUEGO DE LA TRAIDICIÓN

39
Partido Colorado Batllista. Informes de la Comisión designada para estudiar la ley de lemas. Montevideo.
c.1940. Pág. 5
40
El problema presidencial. El Día 2/11/1941. Pág. 7

24
BATLLISTA
Pero, ¿cómo concilió el Grupo de El Día la tradición democrático -legalista del
batllismo con la ruptura institucional de Baldomir? El editorial del 22/1/942 de El Día – el
día siguiente al golpe de Estado – comenzó con una cita del libro de Francisco Cambó sobre
la dictadura de Primo de Rivera en España: “En las dictaduras se sabe cómo y cuándo se
entra en ellas, pero no puede saberse cómo y cuándo se sale” Así había ocurrido con la
dictadura que se instaló en marzo de 1933 en Uruguay. “A sus vicios de origen, agregó la
inferioridad de sus obras, de las que fue síntesis y culminación el cuerpo de normas
jurídicas implantado en 1934 como Constitución de la República”, continuaba el editorial.
Para El Día la Constitución de 1934 “no tuvo de tal otra cosa que el nombre y las formas.
En esencia no fue más que legalización del pacto de alianza política concertado entre Terra
y Herrera para usufructuar los privilegios que habían creado” Este mecanismo institucional
– como habían alertado – estaba destinado a hacer crisis “Ha caído, sin duda alguna, una
Constitución. Pero esta Constitución espuria por su origen y absurda y atentatoria por su
contenido, no podía inspirar respeto, ni determinar adhesiones vehementes que una
Constitución honorable, y de real esencia democrática. No puede mover al pueblo en igual
sentido, por cierto, la consideración de que con la caída de una Constitución han rodado
por los suelos los privilegios irritantes que gozaban Herrera y los suyos, y que sin
prudencia ni discernimiento explotaban con intolerable abuso”. En la misma línea
interpretativa, la declaración del Comité Ejecutivo Batllista señaló que el golpe de Estado de
Baldomir era la “consecuencia de un régimen pretendidamente constitucional que organizó
privilegios y arbitrariedades, con desconocimiento de la voluntad democrática del país, y
abusivamente explotados por una minoría” Por tal razón, “el apartamiento de las normas
instituidas por dicho régimen no puede tener para los ciudadanos de la República, el
alcance de agravio intolerable a un Estatuto que jurídica y moralmente hubiese sido
reconocido por ello” 41
Con esta argumentación la tradición batllista pudo aceptar el quiebre institucional
de Baldomir y apoyar los pasos siguientes (creación de un Consejo de Estado, reforma de la
Constitución de 1942 renunciando temporalmente a implantar nuevamente el sistema
Colegiado, elección de un candidato presidencial en acuerdo con el baldomirismo 42). El

41
La Convención del Partido aprobó por aclamación el informe y la declaración del Comité Ejecutivo
Nacional ante los sucesos políticos. El Día 26/2/1942. Pág. 7
42
En la Convención batllista, reunida a fines de setiembre, se alzaron voces críticas respecto a Amézaga. César
Batlle recordó que el batllismo en 1922 y 1926 había dado sus votos a ciudadanos no batllistas -Serrato y
Campisteguy- pero que reunían las cualidades exigibles al buen gobernante. Existía otra cuestión fundamental.

25
batllismo luego de un interregno de casi diez años 1933-1942 se aprestó a concurrir a las
elecciones y un grupo de ciudadanos levantaron la candidatura de Luis Batlle como primer
titular para la lista de diputados pero los Batlle Pacheco lo impidieron. Este fue uno de los
primeros indicios de una puja interna entre primos en el batllismo. “Fue ésta la primera vez
que, siendo mayoría, perdimos y tuvimos que someternos a pesar de los injusto que era,
porque no se procedía respetando la mayoría”, afirmará Luis Batlle tiempo después. 43 Por
otro lado, César Batlle había tenido un papel destacadísimo en los sucesos y su figura
política resplandeció como nunca antes. Sin embargo, rehusó ser candidato a un cargo
relevante y optó por integrar la lista a la Junta Departamental de Montevideo en un notorio
gesto político (anti-personalista) de desprendimiento.

EL ASCENSO DEL NUEVO LÍDER BATLLISTA


El 1 de marzo de 1943 asumió la Presidencia de la República Juan José de
Amézaga (1881-1956) sostenido por una coalición conformada por el batllismo, el
baldomirismo y el nacionalismo independiente. Sin embargo, pese a que se logró una amplia
recuperación de las libertades y se buscó reparar las injusticias cometidas por el anterior
régimen, hacia 1946 el gobierno de Amézaga entró en una prolongada crisis. Las causas eran
variadas: la inacción del gobierno44, los flagelos de la carestía, escasez y acaparamiento y la
presión opositora del herrerismo que a través del episodio de “las implicancias”
(funcionarios del gobierno de Amézaga que presuntamente usaban sus cargos públicos en
beneficio de sus actividades privadas) logró jaquear al gobierno.45
A esto se le agregó los problemas en la gestión del Intendente de Montevideo
Juan Fabini (1876-1982). Luis Batlle afirmó que “la lucha electoral de 1946, con el
problema de las implicancias y con el desacierto del señor Fabini, en la política
administrativa de la Intendencia, tendrán presente cuánto tuvo que ser el esfuerzo del

César Batlle entendía que había que "sacar al país de la situación que la llevó el marzismo y lograr que se
encarrile por el camino de la democracia". Había que decirle no al rencor y las pasiones. El batllismo debía
darse cuenta del rol que desempeñaría y asegurar una "evolución tranquila" frente a un futuro "lleno de
riesgos". Los precandidatos Fabini y Berreta renunciaron a sus aspiraciones para allanar el camino.
43
Discurso pronunciado en la Casa del Partido con dirigentes seccionales. 2/10/1953
44
"En lo financiero, en lo económico, en lo social, la conducta de los poderes públicos bajo la actual
administración ha sido siempre uniforme: ignorar los problemas, desinteresarse de ellos, agravarlos con
directivas equivocadas y hasta absurdas, buscando sólo salidas circunstanciales cuando los hechos
apremian", sentenciaba El Diario el 7/8/46. La Mañana no se quedaba atrás. En un artículo del 29/10/46
opinaba que en el gobierno existía una "visión errada del interés general, la incapacidad para orientar la
economía y las finanzas nacionales, directivas sin sentido económico o fiscalista en materia presupuestal,
desorden e ilegalidad en la gestión de los dineros públicos".
45
Actas Parlamentarias. Sesión del 23 de julio de 1945. Interpelación al Ministro de Hacienda H. Álvarez Cina
por el diputado herrerista Francisco Gilmet .Tomo 462 Pág. 183

26
46
Batllismo para no perder esas elecciones, sobre todo el gobierno municipal” La
conformación de las Uniones Vecinales -un distintivo accidental destinado a que los votos
emitidos bajo un mismo lema se sumasen- hacía que un triunfo nacionalista en Montevideo
fuese una posibilidad real. Herrera las apoyó por entender que los "vecinos blancos y
colorados" debían unirse para “salvar” al municipio montevideano. Ante la posibilidad de
que el batllismo perdiera la comuna capitalina Luis Batlle – que había ganado un sólido
prestigio durante 1943-1946 como presidente de la Cámara de Diputados y contaba con
apoyos en el electorado batllista urbano47 - consideró que estaba en condiciones
inmejorables para enfrentar a las Uniones Vecinales. Pero los Batlle Pacheco no pensaban
lo mismo y rechazaron su candidatura a la comuna montevideana. Esto provocó una escisión
en el Grupo de El Día que no pasó desapercibida por los sectores colorados no batllistas El
6/10/1946 La Mañana informó que: los partidarios “de los clubes del Sr. Luis Batlle Berres
no se conforman con que se le haya impedido postularse para la Intendencia (...) Muchos de
aquellos partidarios, al votarse en lista aparte, se abstendrán o sufragarán por otro
candidato". No se produjo una ruptura frontal, pero Luis Batlle se tuvo que conformar con
ser el compañero de fórmula de Tomás Berreta y a su vez, provocó la refundación de la lista
15. Esta vez se trató de una 15 que no contemplaba a todo el batllismo, como la de 1931,
sino a la fracción “luisista” o “batlleberrista” que ya era una realidad palpable.
Luis Batlle se referiría a este tema, procurando dejar en claro que no lo movían
apetencias personales: “¿Nosotros éramos personalistas? No; sin duda lo eran los que
querían negar nuestros derechos. Además, ¿somos nosotros los responsables de la
presencia de la lista 15? Tampoco; si la lista 15 salió a la calle, fue porque no se quería
respetar los derechos ni reconocer la fuerza que la lista 15 tenía en la calle. (…) Pero en
esa ocasión también aparecí yo como vicepresidente de la República. ¿Era ése mi deseo?
No; yo no deseaba integrar la fórmula del Sr. Berreta como vicepresidente; no lo creía
conveniente para los intereses del Partido. Para integrar la fórmula yo deseaba ser
48
candidato a la Intendencia de Montevideo (…)” Obsérvese que Luis Batlle, plenamente
consciente de la tradición batllista, se preocupó en enfatizar que era ajeno al personalismo
que le endilgaba la 14.
A todo esto el Grupo de El Día volvió a hacer explícito uno de los núcleos duros

46
Discurso pronunciado en la Casa del Partido con dirigentes… ya citado. Luis Batlle Pensamiento y Acción
(Ideario y Artículos) Tomo I, selección y notas de Santiago Rompani Pág. 367
47
Sanguinetti, Julio María Sanguinetti Luis Batlle Berres https://partidocolorado.uy/luis-batlle-berres
48
Discurso pronunciado en la Casa del Partido con dirigentes… ya citado. Luis Batlle Pensamiento y Acción
(Ideario y Artículos) Tomo I… ya citado.,

27
de la tradición: la implantación del Colegiado. El 23 de mayo de 1946 batllistas,
nacionalistas independientes y comunistas presentaron en la Asamblea General un proyecto
de ley que sustituía la Presidencia de la República por un Consejo de Estado de nueve
miembros.49 El Día comenzó una serie de editoriales explicando la importancia de abolir el
Poder Ejecutivo unipersonal: “…la Presidencia excita, provoca la peligrosidad de los
hombres, anula las buenas potencias espirituales de quienes caen bajo su hechizo,
50
perjudicando finalmente, el destino venturoso de la nación” A su entender el régimen
colegiado no había perdido actualidad, porque hasta “cuando los grupos formados por
personas unidas por comunes aspiraciones reclaman la acción del Gobierno Nacional,
olvidan al Jefe de Estado y reclaman la intervención del Consejo de Ministros; y no ha de
ser, seguramente, porque deseen demorar soluciones o restringir los amparos impetrados
51
(…)” La implantación del Colegiado – alegó el matutino batllista - eliminaría “los
motivos de grave disputa política que siempre se crearon en torno a la presidencia. Con ello
ha de lograrse, pues, una razón de paz en la convivencia política nacional. La Presidencia
de la República ha sido la causa directa o indirecta de la historia accidentada del país.
(…)La Presidencia tiene un poder de gravitación tan intenso, que promueve, como ningún
52
otro instituto, la ambición absurda de los hombres” La Presidencia de la República –
insistieron – se trataba de una institución en crisis, originaria de Estados Unidos, que había
nacido “de una pieza – como nació Minerva armada del cerebro de Júpiter – de la
mentalidad de los constituyentes de Filadelfia (…)(que) bajo distinto nombre , la
Presidencia de la República no era más que la supervivencia, con modificaciones de detalle
que no alcanzaban para modificar su esencia, de una institución anterior, esa sí, vieja como
el mundo, y la misma contra la cual habían estado luchando y seguían combatiendo
53
aquellos hombres de excepción que procuraban sentar las bases de mundo nuevo” Esa
vieja institución era la monarquía y por una singular paradoja los constituyentes de
Filadelfia – argumentó El Día – crearon una monarquía con otro nombre, pero en vez de
hereditaria y vitalicia, fue electiva y temporal. Si bien admitía la fortaleza del sistema
democrático de Estados Unidos se corría el riesgo que una elección equivocada llevara a la
Presidencia a un hombre con malas intenciones. De ahí que el Colegiado era un régimen
superior.

49
Hacia el Colegiado. El Día 26/5/1946 Pág. 6
50
El Colegiado es una solución de paz y continuidad. El Día 15/6/1946 Pág. 6
51
La actualidad del Colegiado. El Día 19/6/1946. Pág. 6
52
El Colegiado es una solución de paz y seguridad. El Día 22/6/1946 Pág. 6
53
Una institución en crisis. El Día 26/6/1946. Pág. 6.

28
En opinión del coloradismo no batllista lo que realmente ocurría era que el Grupo
de El Día buscaba eliminar la candidatura de Tomás Berreta, muy prestigiado a nivel
nacional por su actuación al frente el Ministerio de Obras Públicas. Los Batlle Pacheco
seguían fieles a la tradición de un candidato neutral a la Presidencia, pero no habían podido
impedir el ascenso de la corriente “berretista”.54 En un artículo del 9/9/1947 La Mañana
opinó que el batllismo era un “ partido de dirigentes colegialistas- unos convencidos, otros
escépticos y otros arrastrados por la fuerza de la hábil explotación mística – tiene en su
seno poderosas corrientes presidencialistas, que luchan sorda o abiertamente entre sí,
pero siempre en forma pasional y enconada” La Mañana advertía que si Berreta era
proclamado candidato a la Presidencia - lo que aparentemente no podría ser evitado por los
Batlle Pacheco-, “sus partidarios al votarlo para ese cargo no pondrían jamás la boleta del
“Si” a la reforma colegialista. A su vez, “los antiberristas furibundos, furiosos o cavilosos-
que hay en todos los planos psicológicos – harán a la inversa” El matutino concluía que ahí
estaba “la tragedia de esos dirigentes. Su pasión les ha creado su propia trampa en que van
a caer, y que se la habían puesto disimulada entre la maleza del berretismo”
Entre setiembre- octubre de 1946 el Grupo de El Día – ya conducido
exclusivamente por los Batlle Pacheco - tenía a su frente a dos corrientes batllistas con claras
apetencias electorales. Una liderada por Berreta y la otra por Luis Batlle. El acuerdo final,
fruto de trabajosas negociaciones, no pudo ocultar este hecho. De todos modos, la lista l5
avaló la prédica fuertemente antipersonalista, presentándose en las elecciones de 1946 con el
lema "Con el Colegiado contra los unicatos". Sin embargo existía una contradicción
insoslayable: la 15, en su nueva versión, respondía integralmente a un líder fuerte con
ambiciones manifiestas que, además, estaba distanciado del otro sector batllista. . La tensión
en el batllismo entre colegialismo y personalismo volvía a emerger. Al asumir Luis Batlle la
Presidencia de la República (esa institución tan denostada históricamente por el batllismo),
se hizo más explícita y agudizó el distanciamiento con el Grupo de El Día.

LA CONSOLIDACIÓN DEL LIDERAZGO


El editorial de El Día del 4/8/1947 fue muy elogioso con el nuevo gobernante y el 15
de agosto de ese año se realizó una comida de camaradería en la sede del diario batllista
donde participó Luis Batlle junto con otras personalidades políticas55, incluidos César,

54
Noticias Políticas. La situación interna del batllismo. El Diario. 02/10/1946 Pág. 3
55
Comida de camaradería. El Día 17/8/1947 Pág. 6

29
Rafael y Lorenzo Batlle Pacheco. Pero no era posible soslayar las diferencias de 1942 y
1946..

Gerardo Caetano (1997:1) ha sostenido que los “liderazgos colorados suelen


afirmarse desde el ejercicio de la Presidencia de la República y el caso de Luis Batlle es
ejemplar en ese sentido”. Si bien es cierto que Luis Batlle intentó en un principio tener
buenas relaciones con el Grupo de El Día, la propia dinámica del ejercicio del poder lo
proyectaría como un líder relevante. Al poco tiempo de asumir la primera magistratura, el 20
de noviembre de 1947, Luis Alberto de Herrera visitó la residencia presidencial de la calle
Agraciada. 56 Con esto se creó un clima de entendimiento político que se llamó “La
Coincidencia Patriótica” con lo que Luis Batlle logró ensanchar el apoyo parlamentario y
ciertamente evitar quedar prisionero del catorcismo – pese a que ya no existía la Agrupación
Nacional de Gobierno - que recelaba de su ascendente liderazgo. El Día se limitó a informar
del hecho y no emitió opinión alguna.57 No obstante resultaba obvio que Luis Batlle
comenzaba, muy rápidamente, a imponer su impronta en el gobierno. Dupont Aguiar
(1970:136) describe los “nerviosos afanes del presidente Batlle Berres, tendientes a ganar
presto la popularidad, sus particularidades, creencias y estilos directivos brindando otro
provisor renuevo político, sus ansias de rigor histórico y su empeño de extender
apuradamente el área de apoyo, lanzando al voleo inducciones, promesas y mercedes de
variada naturaleza, crearon a poco, un orden, un quehacer político administrativo
realmente ansioso y de identificable influjo personal, haciendo de su pertinencia e
inspiración todo cuanto emanaba de la esfera oficial.”
De acuerdo con el fotógrafo Alfredo Testoni (1919-2003), que frecuentó asiduamente
la residencia presidencial, Luis Batlle se levantaba “siempre de madrugada, leía toda la
prensa mientras mateaba y luego comenzaba a llamar a los ministros. Hacía quince o veinte
llamadas mucho antes de la siete de la mañana. Se hacía una especie de memo con todos los
problemas del día y después arrancaba con las llamadas. (…) antes de encarar los
problemas se informaba acerca de los protagonistas de ese hecho, ya fuere éste una huelga
o cualquier tipo de situación conflictiva. Preguntaba de qué partido político eran, qué
religión tenían, si eran masones, cuál era su posición económica, donde trabajaban, todo.
Yo lo presencié más de una vez. Yo había visto a trabajar a (Gabriel) Terra, a (Alfredo)
Baldomir, algo a (Juan José de) Amézaga y a (Tomás) Berreta y ninguno lo hacía como Luis

56
Por el bien del país. El Debate 21/11/1947 Pág. 1
57
Gob. y Administración Visitó al Presidente el Dr. De Herrera. El Día 21/11/1947. Pág. 7

30
58
Batlle (…) tenía otra dinámica otro estilo” ¿Esta dinámica o estilo de gobernar iba en
consonancia con el concepto que tenía la tradición batllista sobre el ejercicio del poder? En
esta descripción – hay otros testimonios al respecto – surge la figura de un hombre que toma
las decisiones solo y ejerce sin dilaciones el mando. Podría afirmarse que ejercía ese mando
de la misma forma que su afamado tío. Por cierto no era un autócrata, pero la Presidencia de
la República le daba un margen importante de autonomía y liderazgo.
Hubo un momento, durante la presidencia de Luis Batlle, que se puede considerar
“fundacional” en cuanto a su afirmación como líder: la aparición del diario Acción el 22 de
octubre de 1948, desde donde expresará sus ideas políticas, económicas y sociales que
progresivamente entrarían en colisión con las de El Día. En su primer número Acción hizo
explícito uno de los aspectos centrales del discurso luisista que sería una interpretación
particular de la tradición batllista: “Es el nuestro un pequeño gran país. Si un día se le pudo
llamar con verdad laboratorio de experimentación del derecho laboral, hoy se le puede
calificar, con igual razón, de pequeño oasis de paz, libertad y justicia, en un mundo
59
perturbado por trágicas realidades o estremecedoras perspectivas” Tal cual señala
Panizza (1989:126-128) el Uruguay de fines de los cuarenta y principios de los cincuenta es
presentado como “un espacio interior privilegiado”. En un mundo azotado por varias
convulsiones (Europa devastada tras la II Guerra Mundial, peligro atómico, luchas
anticoloniales en Asia y África, inestabilidad política y social en América Latina, etc.) el
batllismo había sido capaz de construir un “país de excepción” Ya no se estaba en el
“laboratorio de ideas” sino en una suerte de “edén” donde el batllismo es pasado, presente
y futuro. Esta característica “hiperoptimista” del discurso luisista no fue, por cierto,
ingenua.60 Se constituyó en una de las formas de reafirmación de su liderazgo personal.

58
Búsqueda 27/8/1987. Págs. 34-35
59
Un pequeño gran país. Acción 22/10/1949 Pág. 3
60
Tampoco fue novedosa en su pensamiento. En un artículo que publicó el 11/11/1931 titulado Tocando
puntos de actualidad, en plena campaña electoral donde debutó la lista 15, afirmó que si posamos la mirada
sobre los países de América del Sud, veremos que todos ellos viven graves problemas político-constitucionales,
(…) los Gobiernos legales han sido sustituidos por gobiernos de fuerza. Ello se debe, fundamentalmente, a que
en esas Repúblicas gobiernos y pueblos se mueven por separado, no existiendo la debida conexión que debe
haber en todo país bien organizado, y así es frecuente que el pueblo vea en el gobierno un opositor a sus
intereses, lo mismo que es igualmente frecuente que los gobiernos resuelvan los asuntos sin tener en especial
cuenta los intereses del pueblo. Este divorcio, trae consigo un final lógico: el de los golpes de Estado o
revoluciones dados a veces con la intención de mejorar males existentes, pero aprovechando siempre la
despreocupación popular por la suerte de sus malos gobernantes y de sus corrompidas instituciones”. La
situación de esos países contrastaba con la de este país, en que los prestigios del gobierno eran sólidos. Esa
solidez no se mantenía sólo por las armas – el ejército había dado pruebas de su respeto a la legalidad – sino
que era “el mismo pueblo – y esto es lo que debe destacarse – quién apoya al gobierno, depositando confianza
en las resoluciones por él tomadas, porque bien sabe que están ellas inspiradas en el deseo de servir de la
mejor manera a los intereses públicos”. Para Luis Batlle la paz institucional que vivía Uruguay no se
explicaba como “un fenómeno de la casualidad”. Tenía su razón en la libertad amplia que gozaban todos los

31
Después de todo, estaba gobernando el país un Batlle, sobrino de Don Pepe (criado en su
hogar de Piedras Blancas). La perdurabilidad de este país mítico aparecía implícitamente
ligada a su persona Por otro lado, Luis Batlle pese que a buscó dar cabida a todos los
sectores colorados en su gabinete y en la administración, amplió su estructura política de
apoyo al absorber a sectores batllistas más o menos independientes como Doctrina y Acción
liderado por Ledo Arroyo Torres (1894-1975) o Avanzar (fundado por Julio César Grauert)
que contaba con la dirigente Alba Roballo (1909-1996) y más tarde, los restos del
baldomirismo A esto se le sumó el uso del diario Acción y de Radio Ariel (adquirida por
Luis Batlle en 1936) para difundir la línea oficialista.
La 14 no compartió este discurso hiperoptimista y reafirmó el núcleo duro de la
tradición batllista: la única solución para el buen desempeño de la función gubernativa era el
Colegiado y más aun en la época que se vivía. El 10/8/1948 El Día afirmó que “las
funciones de gobierno, a causa de la misión social que el Estado cobra día a día, se tornan
más complejas y, por lo tanto, hacen más inadecuado y hasta peligrosa su entrega a la
competencia y la decisión de un solo hombre” Precisamente en el año 1948 retornaron los
planteos en el batllismo catorcista de reforma constitucional para reimplantar el Colegiado,
lo que indicaba una creciente disconformidad no solamente con la Constitución de 1942,
sino con la forma “luisista” de desempeñarse en el Poder Ejecutivo.61
Los colorados independientes – que expresaban sus opiniones a través de El Diario y
La Mañana – hicieron mención “al retorno de la influencia directriz”, en referencia a la
tesis postulada originariamente por el presidente Julio Herrera y Obes (1841-1912) la
necesaria y legítima conveniencia que el gobierno ejerciera su influencia para la designación
de los candidatos del partido en el poder. Sólo que los colorados independientes le daban un
sentido más amplio aun a este retorno: la 15 estaba cooptando desde el gobierno todos los
organismos del Estado, designando a sus partidarios en los puestos de dirección. La 15
colonizaba el Estado.62

habitantes de la República, la pureza del voto y “el celo” de todos por respetar la voluntad popular libremente
expresada en los comicios. La frecuencia de actos eleccionarios junto con la intervención “siempre creciente”
del pueblo en la cosa pública, la acción socializante de la legislación y la democratización de los organismos de
gobierno, también cimentaban la solidez institucional. El batllismo se había preocupado de hacer con las
instituciones republicanas “una verdadera escuela de democracia”. Así se había alcanzado un grado de
cultura cívica “que puede honrar a los pueblos más prestigiosos del mundo”. Había sido preocupación del
batllismo la existencia de continuas consultas electorales “en la seguridad de que era acentuando la
intervención del pueblo en la cosa pública que íbamos a perfeccionar nuestra democracia”. Los nacionalistas
y los conservadores se oponían a esto. Pero ahora se estaban recogiendo los frutos de la obra batllista.
61
Venturas y desventuras del Colegiado. Marcha. 2/7/1948 Pág.9
62
Chagas, Jorge y Trullen, Gustavo. Luis Batlle Berres. Esplendor y Derrumbe del Uruguay de la 15 1947-
1958 (inédito)

32
Una mirada interesante sobre el accionar de Luis Batlle como Presidente – ajena a la
interna del Partido Colorado - fue la de los socialistas. Si bien consideraban al primer
mandatario como un “demócrata probado” que había enfrentado el régimen terrista, al nazi-
fascismo y solidarizado con la República Española63, en el ejercicio del cargo actuaba más
como un “candidato a la Presidencia” que como Presidente de la República: “El motivo más
insignificante da pretexto al gobernante nómada, para trasladarse a los rincones más
apartados de la República. Previamente preparado el ambiente y la escena – probablemente
por una mano oculta en los despachos del propio Presidente- viaja el primer magistrado
acompañado por numeroso y sobre todo, costoso séquito. Paisanadas a caballos, unidades
del Ejército, funcionarios, niños de las escuelas, esperan a la caravana presidencial al
término de cada viaje” 64
No sólo los socialistas advertían que Luis Batlle fortalecía su figura política usando
los mecanismos del poder para realizar una suerte de proselitismo larvado. El 5/4/1949 El
Día publicó un editorial titulado La conducta del Batllismo. Habían pasado casi dos años
de la asunción de Luis Batlle y si bien el mismo no tenía ninguna alusión personal, estaba
implícita en su texto una crítica a la forma en que se conducía como gobernante: “Nuestra
conducta es siempre clara; defendemos el imperio de la legalidad, de la libertad y de ideas
solidaristas que jerarquizan la condición del hombre. Nuestro concepto de democracia nos
aleja de igual grado del nazismo, del comunismo, del fascismo, de los dictadores y
tiranuelos, de los demagogos e histriones, que gritan en el tinglado, sin poder ofrecer a la
consideración del pueblo la paternidad de una idea generosa, la articulación de una ley o
un punto de vista razonable y justo sobre los temas que interesan sucesivamente a la opinión
pública” Y agregaba: “Seguiremos defendiendo la democracia, señalando a sus enemigos;
a los demagogos vacuos y estridentes, a los totalitarios arteros y violentos que hacen
también más de un contacto con los primeros”. Leyendo entrelíneas, el balance provisorio
que hacía la 14 de la presidencia de Luis Batlle no era nada halagüeño. A su entender, se
apartaba, cada vez más, de la tradición antipersonalista del batllismo y parecía acercarse al
modelo de liderazgo peronista (Argentina) o del varguismo (Brasil) gobiernos, si bien
electos por voto popular, presentaban rasgos demagógicos y autoritarios, que despertaban
recelos en buena parte de la clase política uruguaya donde primaba el liberalismo.

EN BUSCA DE LA HEGEMONÍA

63
Un crédito de confianza. Frente al nuevo Presidente de la República. El Sol 7/8/1947. Pág. 4
64
Gobernar no es exhibirse. El Sol 30/2/1948 Pág. 4

33
En 1950 se produjo un segundo acontecimiento que también puede ser considerado
“fundacional” en cuanto a la consolidación del liderazgo partidario de Luis Batlle: la
65
creación del grupo denominado “los Amigos del Presidente” Se trataba de un grupo de
ciudadanos batllistas – muchos de ellos jerarcas del Estado y la Administración Pública –
que formaron una red de comités por todo el país en respaldo expreso a la fórmula Andrés
Martínez Trueba (1884-1959)- Alfeo Brum (1898-1972), elegida por Luis Batlle para
competir en las elecciones de noviembre. De acuerdo con una crónica de Marcha del
10/3/1950, los Amigos del Presidente apoyados por los “grupos ‘soidissant izquierdistas’
de don Antonio Rubio y de (Ledo) Arroyo Torres, estarían dispuestos a liquidar la
candidatura de El Día en el seno de la Convención” La división del batllismo, a esa altura,
era un hecho. La 14 impulsó la fórmula de César Mayo Gutiérrez (1892-1951)- Lorenzo
Batlle Pacheco y a medida que se avanzaba la campaña electoral la lucha interna se hizo
más enconada.
Ante la acusación de que se estaba usando la maquinaria burocrática estatal –
presionando a los empleados públicos para apoyar la fórmula oficialista- los Amigos del
Presidente ensayaron una defensa y justificación de sus actos, argumentando que no eran
motivados por ninguna intención hostil hacia los otros grupos colorados (especialmente la
14). El 1/10/1950 desde las páginas de Acción afirmaron que ellos “los amigos de un
Presidente que se va y que luchamos por las candidaturas de dos ciudadanos que nunca
formaron en nuestro grupo en luchas partidarias – únicamente porque nos han parecido
que son las mejores esperanzas que puede ofrecer el Partido en el momento-, no salimos de
nuestra sorpresa al vernos atacados por nuestros propios correligionarios con una crudeza
cada día mayor y que no teme dejar heridas incurables”
El 9/10/1950 El Día no vaciló en expresar su rechazo a este grupo por considerarlo
ajeno a la tradición batllista: “Hasta ahora, nunca en el Batllismo, se había invocado la
condición de amigo de gobernantes para recomendar soluciones electorales, ni otras. En el
Partido, el convencimiento de la razón y el acierto de lo que se propone es lo que puede dar
confianza en el triunfo y dinamizar el esfuerzo por alcanzarlo. El hecho de ser amigo o no

65
María Julia Garatalde – viuda de Justino Zavala Muñiz – relató una anécdota significativa: un día llegó a su
casa de veraneo Juan Francisco Guichón y le dijo a su esposo “‘estamos organizando y queriendo construir
un comité de los amigos de Luis Batlle’ Mi marido, ya no lo dejó seguir: ‘Dígame Guichón, ¿usted cree que la
política se hace auténtica en base a comités, a camarillas de amigos de fulano o sultana? No, yo no integro el
comité, desde ya se lo digo’. Bien, Guichón se fue con un gran desconcierto al no poder llevar la firma de
Zavala Muñiz. Cuando venimos a Montevideo, lo llama Luis (Batlle) (…) y le dice: ‘Así que usted no es amigo
mío’ y Justino le dijo: ‘Porque soy su amigo, yo no constituyo comités de amigos de Luis, precisamente porque
soy su amigo’”. Brecha 13/10/1989. Pág. 16

34
de tal o cual jerarca del gobierno, no agrega ni quita razón, ni es, por lo tanto, condición a
invocarse”
Pero, ¿por qué la creación del grupo de los “Amigos del Presidente” puede ser
considerado otro momento “fundacional”? Es en este momento que se vuelve más explícita
la intención de Luis Batlle de impulsar un proyecto político de largo aliento: lograr y
perpetuar su liderazgo hegemónico en el batllismo y el Partido Colorado. Imposibilitado
constitucionalmente de ser reelegido, Martínez Trueba estaba destinado a cumplir una
transición hacia una segunda presidencia, en el período 1954-1958 del líder colorado. Un rol
similar al cumplido por Claudio Williman (1861-1934) entre las dos presidencias de Batlle y
Ordóñez. Nadie dudaba que Luis Batlle volvería a ser candidato en 1954.
El Día se aferró a una prédica principista, siempre dejando claro su oposición al
personalismo y su concepción sobre el ejercicio de Poder Ejecutivo. El 11/10/1950 sostuvo
que los partidarios de la fórmula César Mayo Gutiérrez- Lorenzo Batlle Pacheco no
luchaban por el poder en sí mismo, sino “por darle al país un gran gobierno. Lo que no es
lo mismo. La expresión ‘llevar al poder’ parece entrañar un deseo de dar mando, autoridad,
discrecionalidad, a quienes se exalta. La fórmula correcta es llevar al gobierno. Gobernar
no es, simplemente, mandar, porque se esté en el poder. Gobernar es administrar, orientar,
conducir” El resultado electoral arrojó una amplia victoria del Partido Colorado, logrando
433.464 sufragios contra 254.834 del Partido Nacional. La 15 superó a la 14 por 11.000
votos y si bien Luis Batlle logró la mayoría dentro del lema, la diferencia no fue
abrumadora. Esto abría interrogantes sobre la viabilidad de su proyecto hegemónico. La
suspensión de la "Caravana de la Victoria" para celebrar en forma unitaria el triunfo, por
razones de "organización y carencia de tiempo" como se argumentó, fue interpretada
como un síntoma de esa sorda lucha. Sin embargo el diario Acción, que respondía a la línea
presidencial, rescató la importancia de la unidad de los colorados. En el editorial del
3/12/1950 expresó que "el batllismo está por encima de las discrepancias electorales.
Sigue una línea ideológica reformista. Su unidad aleja a los conservadores y reagrupa a sus
dirigentes. Todos debemos luchar por el espíritu de los nuevos tiempos". El Día, hizo notar
en el editorial del 2/12/1950 que en esas elecciones el batllismo no sola había conquistado la
Presidencia de la República, sino que "aumentó considerablemente su representación
parlamentaria". Esto último determinaba que la ciudadanía le daba "mayor fuerza para
luchar por la realización de nuestro programa con más intensidad y eficacia". El órgano
catorcista no vaciló en indicar cuál debía ser el Norte del programa batllista: "El Colegiado
es, entre las aspiraciones del Partido, la de mayor trascendencia porque, además de sus

35
alcances políticos, la supresión de la institución presidencial, sustituyéndola por el gobierno
pluripersonal (…)”
Es pertinente poner atención al juicio que hizo Marcha, en su editorial del
29/12/1950 sobre el gobierno del Luis Batlle. "(la) preocupación electoral primó sobre la
preocupación de gobierno, el caudillo sobre el gobernante. De ahí que no se diera un paso
ni se dejara atender cuidadosamente a las consecuencias que en el terreno electoral ese
paso podía tener o dejar de tener. Y como los problemas, constantemente aplazados, se
agolpaban, se trató de darles nuevas dilatorias, bajo el signo de la complacencia
demagógica, hasta pasar el cabo de las tormentas del 28 de noviembre"
Esos problemas “constantemente aplazados” jugarían un rol fundamental en la
interna batllista.

EL RETORNO DEL COLEGIADO: EL TRIUNFO DE LA TRADICIÓN.


Cuando Martínez Trueba asumió la Presidencia de la República tuvo como principal
preocupación política limar las asperezas entre la l4 y 15, procurando ocupar una posición
equitativa y sobria. El 24/4/1951 El Diario señaló que el gobierno estaba atascado, en los
problemas políticos internos, ya que “a pesar de la extrema homogeneidad colorada en el
gabinete y en las mayorías parlamentarias, en el fondo predomina la lucha interna por el
control de la situación. Los dos sectores batllistas disputan palmo a palmo cada posición,
obligando al presidente a buscar zonas de equilibrio cada vez más difíciles de encontrar
(…)” El 26 de abril los Batlle Pacheco fundaron, en el primer piso del edificio de El Día,
la “Agrupación Joaquín Suárez” expresando que el sector catorcista “no fue derrotado y no
se siente derrotado” 66 Fue una clara señal de su disposición a darle batalla a la 15.
En mayo de 1951, una exposición realizada por el ministro de Hacienda, el catorcista
Héctor Álvarez Cina (1890-1976), en el Consejo de Ministros sobre la situación financiera
del país desató el enojo de Luis Batlle. El ministro informó que habían existido gastos
desmedidos de los fondos públicos en los últimos meses de 1950 y que, además, la
información brindada por el gobierno saliente había sido parcial e insuficiente. Ante el
ataque duro y personalizado del quincismo, la 14 defendió al ministro por cumplir con “un
deber patriótico al señalar con claridad, imparcialidad y justeza la situación financiera del
Estado”67 Si bien esta pequeña crisis política generada se superó, tanto la designación de los
Jefes de Policía como los jerarcas de los Entes Autónomos generaron nuevas rispideces entre

66
Chagas, Jorge y Trullen, Gustavo. Luis Batlle Berres. Esplendor y… ya cit.
67
El Diario 17/8/1951. Pág. 4

36
la 14 y 15, Entre marzo –junio de 1951 la situación del gobierno de Martínez Trueba era
precaria: debía mantener un delicado y precario equilibrio entre los dos grupos batllistas. Ya
en su discurso inaugural el Presidente de la República había hecho mención a la necesidad
de reformar la Constitución – un tema que no había aparecido en su oratoria preelectoral -
aunque sin mencionar la palabra Colegiado68 Su decisión de iniciar negociaciones
interpartidarias para proceder a la instalación del ejecutivo pluripersonal – con el obvio aval
de la 14 - contó con un respaldo fundamental: el caudillo nacionalista Luis Alberto de
Herrera que, desconcertando incluso a sus propios partidarios, abandonó su tradicional
anticolegialismo y apoyó la reforma.69 Resultó evidente que, más allá de la sincera cuestión
principista, la 14 buscaba neutralizar el poder de Luis Batlle en una segunda presidencia. La
tradición se volvía un “arma” política poderosa para frenar al líder quincista, que quedó
frente una difícil disyuntiva ya que dentro de su propio sector, había fuertes resistencias a la
reforma. Era consciente que la reforma significaba un golpe a su proyecto hegemónico. Pero
no podía ir en contra de una de las más caras tradiciones batllistas que había defendido desde
siempre. Como él mismo dijo más de una vez, se había criado en el hogar de Batlle y
Ordóñez donde el Colegiado era prácticamente sagrado La tensión inicial del batllismo,
concepción republicana del poder/líder fuerte emergió una vez más con fuerza.
El 31 de julio de 1951 el batllismo y el herrerismo pactaron, estableciendo las bases
de la reforma en un documento: el Poder Ejecutivo pasaría a estar constituido por nueve
miembros (seis de ellos por la lista más votada del lema más votado y tres por los del partido
que le siguiera en votos, en forma proporcional) y la estructura colegiada se extendía a los
gobiernos departamentales
El 12 de agosto de 1951 Luis Batlle hizo un esperado discurso en Paysandú – el
“paydiscurso” como se le llamó - donde a la par que reafirmó su fe colegialista, criticó la
forma en que se hacía la reforma constitucional. “Dar un paso más para cambiar la
Presidencia de la República por el consejo ejecutivo nacional no es cosa que vaya a
transformar nuestra vida institucional; por el contrario, lo podemos hacer sin temores,
porque nuestro país está pronto a hacer ese cambio, sin que haya perturbaciones
fundamentales en la vida administrativa. Desde el punto de vista político pasa lo mismo y
podemos decir que la idea de Batlle del colegiado integral va ganando camino. El Batllismo
todo es colegialista (…) Tenemos que ir al Colegiado, pero tenemos que defendernos de los

68
Maiztegui Casas, Lincoln R. Orientales. Una historia política del Uruguay De 1938 a 1971. Planeta. .
Montevideo. 2008 Pág. 183
69
El Partido Nacional Independiente la apoyó con reservas. La oposición quedó reducida al socialismo, la
Unión Cívica y el Partido Comunista y sólo con argumentos de oportunidad política.

37
reformistas políticos del instante, prepararnos para darnos después una puñalada por la
espalda al Batllismo y a la República. Tenemos que reclamar la Asamblea Constituyente y
70
hacer un Colegiado con respaldo de opinión para que nadie lo pueda traicionar”
Este reclamo de Asamblea Constituyente – donde advertía sobre el oportunismo
político de Herrera - hizo suponer que de no ser aceptado, Luis Batlle le quitaría respaldo a
la reforma. Pero este acto hubiese significado quebrar la unidad partidaria por lo que, a
regañadientes, acompañó la reforma en el Parlamento. Los días 20,21 y 22 de agosto se
reunió la Convención batllista y los convencionales quincistas se limitaron a defender la
convocatoria de la Constituyente. El trámite parlamentario siguió su curso y se logró el voto
de los dos tercios del total de componentes de cada cámara que se requería para reformar la
Constitución. El 24/11/1951 El Día sostuvo que el Colegiado era más necesario que nunca
en los tiempos que corrían, ya que dentro del Estado liberal, tipo juez y gendarme, donde la
actividad oficial estaba determinada “por las funciones primarias o necesarias de defensa,
seguridad interior, hacienda, justicia y tutela elemental para los habitantes del país”, podía
aceptarse la institución presidencial así con todos sus males, “desviación del poder y el
eclipse de los derechos individuales” Pero la especialización de las funciones públicas, “la
urdimbre cada día más intrincada de los problemas económicos, la complejidad de los
temas de naturaleza social, el curso de la política exterior, la política de previsión,
constituyen apenas los rubros esenciales del trabajo gubernativo” Estas circunstancias
superaban la “capacidad de tiempo y de labor del Presidente más diligente y organizado.
Todos los problemas de la sociedad moderna requieren estudio personal, asesoramientos
técnicos y reflexiones profundas sobre las consecuencias inmediatas o mediatas en el vasto
escenario de la Nación” De ahí que desearan “la transformación del Poder Ejecutivo en un
cuerpo plural, para que la autoridad se integre con la competencia y el esfuerzo de varios
gestores públicos, de tal modo que se reduzcan al mínimo los peligros inherentes al mando
individual”
El 16 de diciembre, se realizó el plebiscito Votó apenas el 37% de los ciudadanos
habilitados, 232 mil por el Sí a la reforma y 197 mil por el No. Era una mayoría exigua y,
significativamente, en Montevideo y Salto donde la 15 era mayoría gano el No. La l4
pareció no advertir que el retorno del Colegiado no concitaba grandes adhesiones en la
ciudadanía y el editorial de El Día – el mismo día de la votación - expresó su algarabía: “En
una hora de mundial incertidumbre, en la cual la desorientación, con frecuencia

70
. Luis Batlle Pensamiento y Acción (Ideario y Artículos) Tomo I, ya cit…. Pág. 255

38
deliberadamente provocada, crea el campo propicio para el presidencialismo, y muchos
hombres, nublada su conciencia, privados de información adecuada, engañados, en una
palabra, se encaminan por sendas que conducen a la inevitable destrucción de la dignidad
humana, el Uruguay se pone a salvo de tales peligros”
En cambio Acción, sí hizo mención a la apatía ciudadana con respecto al Colegiado.
En el editorial del 17/12/1951 sostuvo que los votos emitidos señalaban “un hecho de
características singulares que es necesario tomar en cuenta, para extraer enseñanzas para
el futuro. En Montevideo triunfó el No salvando el destino de la reforma la campaña, donde
triunfó ampliamente el SI. El esfuerzo realizado por el Batllismo de la capital – esfuerzo que
nadie puede negar- no encontró el respaldo popular necesario para obtener de la
ciudadanía capitalina un pronunciamiento favorable” Sin embargo, pese a esto el diario
quincista no renegaba del Colegiado. A su entender el batllismo debía “lanzarse de lleno,
con ardor y con presencia a una obra constructiva que prestigie al máximo la labor que
desde el Colegiado debe desarrollarse” El problema había sido de procedimientos, al no
convocarse la Constituyente, no del régimen constitucional aprobado. Puede inferirse que
esta crítica a las formas usadas fue apenas una excusa para oponerse a la reforma sin
renegar del colegialismo.
Luis Batlle se había embarcado hacia Europa en octubre de 1951 presidiendo la
delegación uruguaya a la VI Asamblea General de las Naciones Unidas que se realizó en
París y regresó el 23 de abril de 1952, donde fue recibido por una multitud llegada desde
todo el país.71 Continuaba siendo un líder popular y no renunciaría a lograr la hegemonía
partidaria. La l4 y la 15 seguían fieles a la tradición colegialista, pero el conflicto interno
continuaba.

LA LLEGADA DE LA CRISIS: LA ENCRUCIJADA BATLLISTA.


En marzo de 1952 se instaló el primer Consejo Nacional de Gobierno y la situación
económica comenzaba a deteriorarse con el fin de la Guerra de Corea (1950-1953) que
ocasionó la caída del precio de la lana que repercutió en la industria textil, la capacidad
industrial – dirigida por un empresariado de tipo rentista - y también empezó a mostrar sus
límites72, a lo que se le agregó la aparición del fenómeno de la inflación. 1952-1954 no fue
un período fácil. El gobierno tuvo que implantar Medidas Prontas de Seguridad para

71
Sanguinetti, Julio María. Luis Batlle Berres… ya citado Pág. 106
72
Sobre este tema hay un profundo trabajo que analiza la creación de este tipo de empresariado al calor del
Contralor de Cambios y el modelo de Sustitución de Importaciones. Zurbriggen, Cristina. Estado,
empresarios y redes rentistas durante el proceso sustitutivo de importaciones en Uruguay. Los
condicionantes históricos de las reformas actuales Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo. 2005

39
enfrentar los conflictos sindicales en Salud Pública y en el transporte montevideano 73 Luis
Batlle mantuvo – en un principio - una prudente distancia de este gobierno, sin atacarlo
frontalmente pero tampoco sin realizar una defensa entusiasta. Sin embargo, a medida que
se acercaban las elecciones Luis Batlle se mostró más crítico del gobierno. En un discurso
pronunciado el 1 de abril de 1954 en el teatro España de la ciudad de Florida, afirmó que
para la 15 “el régimen colegiado no es una forma de ver cómo nos colamos. Para nosotros,
por el contrario, la lucha por el gobierno colegiado tiene otro sentido. Sabemos que, en la
opinión pública, el colegiado de hoy no tiene arraigo ni prestigio; sabemos que esto es por
este gobierno vacilante, pusilánime, que no sabe tomar los derroteros que debe tomar Y
entonces nos hemos presentado al Partido para decirle: ‘queremos el gobierno para
74
gobernar nosotros y darle al país la confianza en las nuevas instituciones’” Resulta algo
paradójico esta crítica del líder colorado al gobierno ya que el Consejo Nacional contaba con
miembros quincistas. Lo cierto es que al tiempo de reafirmar su colegialismo, planteaba que
el mismo sería realmente eficiente si el quincismo lograba la mayoría absoluta. En esta
dirección rechazó todo tipo de acuerdo con los otros grupos colorados: “no quería
transacciones previas con los demás sectores partidarios. Al amparo del doble voto
simultáneo aspiraba a competir para conquistar toda la mayoría del Consejo Nacional y
75
obtener una fuerte representación parlamentaria” Este impulso quedó reflejado en el
slogan de su campaña política: Todo o Nada En un discurso del 20 de agosto de 1954 Luis
Batlle justificó su accionar afirmando que “era inconveniente para los destinos del
Colegiado, y para los intereses de la República, el subdividir el Poder Ejecutivo. Por eso
levantamos el slogan del ‘todo o nada’ y lo hicimos en el momento más difícil,
76
aparentemente, para nosotros”
La 14 no dudó un instante sobre las intenciones personalistas de Luis Batlle. El
7/11/1954 El Día sostuvo que al batllismo se le quiso imponer “un ‘líder indiscutido’, lo
que equivale a decir un jefe, se llegó a expresar, cuando logramos la implantación del
Colegiado Integral que esto se hizo ‘con el propósito de cerrar el paso a Luis Batlle’. Esta
frase de genuino corte personalista, merece ser detenidamente meditada. Se reconoce con
ella la unión de la desmedida ambición y el espíritu presidencialista, forjando el propósito
de que el ‘lìder indiscutido’ volvería a ocupar el sillón presidencial y a disponer de ‘la

73
Un pormenorizado detalle de estos conflictos están narrados en Cores, Hugo La lucha de los gremios
solidarios (1947-1952). Editorial Compañero/EBO. Montevideo. 1989.
74
Luis Batlle Pensamiento y Acción (Ideario y Artículos) Tomo I…ya citado. Pág. 388
75
Sanguinetti, Julio María. Luis Batlle Berres. El Uruguay…Pág.109
76
Luis Batlle Pensamiento y Acción (Ideario y Artículos) Tomo I…ya citado. Pág.420

40
ayuda del poder inmenso que impone contar con la Administración’” El slogan electoral de
la 14 Cuidado con los hombres fuertes apuntaba en esa dirección.
En las elecciones de noviembre de 1954 el Partido Colorado obtuvo 444 mil
sufragios contra 309 mil del Partido Nacional. Dentro del coloradismo la 15 consiguió una
amplia ventaja sobre la 14 (más de 130 mil votos) pero el pleito estaba lejos de ser zanjado.
La 14 evaluó que la política personalista- que siempre habían denostado- había vencido. El
28/11/1954 Lorenzo Batlle Pacheco – antes de morir – redactó el editorial de El Día titulado
Como siempre: “El resultado de las urnas nos ha sido desfavorable. Esa elección marca
una nueva etapa en el Partido y en el País. Comprobamos que los ciudadanos, en mayoría,
prefirieron apoyar con su voto a la política personalista. El Colegiado será sometido a una
dura prueba, a pesar de ser un gobierno pluripersonal será orientado por un solo hombre,
que es el único triunfador del momento. En la derrota, como en la victoria, seguiremos
animados por los mismos principios que han definido nuestra política. (…) En esta lucha del
‘todo o nada’ nos ha tocado perder y el gobierno pasará integralmente a manos de quién ha
obtenido la victoria.”
Entre diciembre de 1954 y febrero de 1955, la 15 debió iniciar tensas negociaciones
con la 14 para integrar el gabinete. “Como hombres fuertes que somos iremos a negociar”,
expresó en una clara alusión al slogan de la 14 que tanto fastidio le había causado 77. Si bien
se alcanzó un acuerdo entre los dos sectores batllistas, este resultó tan inestable como frágil,
en un contexto de acentuación de la crisis económica. En el editorial del 28/1/1955 Marcha
advertía que la pasada elección había estado dominada por “una ardorosa lucha entre las
dos fracciones batllistas, sobre la que campeó la consignada lanzada por la fracción que
resultó triunfante: ‘Todo o nada’” Pero ese slogan era falaz, ya que el sistema político
impedía una hegemonía absoluta de cualquier fracción partidaria.

LA TRADICIÓN BATLLISTA FRENTE A LA CRISIS


Los problemas no tardaron en llegar. El catorcismo y el quincismo seguían
haciéndose reproches. El 6/7/1955 La Mañana afirmó que resultaba evidente que “estas
mutuas y respectivas inculpaciones entre ambas fracciones batllistas no tienen sentido ni
justificación. Desde 1942 a la fecha, el batllismo ha sido el gobierno, por sobre las
alternativas de la lucha doméstica, ambas fracciones han estado siempre representadas en
términos que le hacían posible definir o influir una política” El 18 de julio de 1955 en un

77
Chagas, Jorge y Trullen, Gustavo. Luis Batlle Berres. Esplendor y… ya cit.

41
discurso radial Luis Batlle acusó al anterior gobierno de violaciones legales, exceso de
burocracia, gastos excesivos, entre otras graves fallas, provocando una breve crisis política
con la 14 que dejó de manifiesto lo endeble del acuerdo alcanzado.78
Más allá de lo político había que resolver la apremiante situación financiera que
exigía recurrir a los bolsillos de los contribuyentes. El ministro de Hacienda, Armando Malet
(1905-1982) elaboró un plan impositivo que fue rechazado por la 14 argumentando que el
Impuesto a la Renta que se proyectaba iba en contra de la Carta de Principios del batllismo:
Batlle y Ordóñez siempre se había opuesto a él por considerar que castigaba a los
humildes. 79. El 1/8/1955 El Día afirmó que los integrantes del grupo gobernante invocaban
como único argumento para implantar tal gravamen “la necesidad (…) Creemos que el
Partido entra, con esta decisión de algunos de sus integrantes, en un momento de grave
crisis, ya que se plantea, descarnadamente, una modalidad de acción política que abandona
por completo los principios para conformarse a las circunstancias y doblegarse ante las
ideas del adversario” El 2/8/1955 Acción respondió que el gobierno había presentado esas
soluciones impositivas sin alejarse del pensamiento batllista “pero los legisladores amigos
de El Día, sabiéndose necesarios para constituir la mayoría en la Cámara y el Senado, han
declarado que no votan los impuestos propuestos. La razón no es, por cierto, que estos
impuestos conspiren contra la línea del Partido, sino de que siempre es más cómodo no
votar impuestos y puede resultar políticamente conveniente para cierto núcleo de la 14,
presionar hasta la angustia al gobierno para hacerlo fracasar en su gestión, sin pensar en
las consecuencias que para el país puede tener este fracaso”
La disputa entre la 14 y la 15 sobre cuál era la solución correcta de acuerdo a la
tradición batllista para paliar el déficit fiscal impidió lograr los votos parlamentarios para
aprobar el plan impositivo (pese a que la l5 logró el apoyo de la mayoría de la convención
batllista) y entre agosto y octubre de 1955, el gobierno quedó paralizado. En mayo de 1956
se produjo el alejamiento definitivo de los ministros catorcistas del gabinete y la 15 quedó
gobernando sola (algo que el sector juvenil y más radical deseaba). Aun así en el mes de
junio logró un acuerdo con la 14 para aprobar una serie de medidas fiscales en el
Presupuesto General de Gastos provocando la renuncia de Malet, que fue sustituido por
Ledo Arroyo Torres En el editorial de El Diario del 2/6/1956, los colorados independientes
censuraron este pacto entre batllistas: “Otra vez se vuelve a creer en remedos totalmente

78
El Parlamento en Síntesis. En el Senado: la 14 versus la 15 o la Democracia Batllista en crisis. El Diario
3/8/1955 Pág. 3
79
El Impuesto a la Renta El Día 16/8/1955 Pág. 14

42
míticas, y otra vez se apela al socorrido argumento de no estarse a tiempo para las
soluciones de fondo. La credulidad mítica – y que es difícil suponer sincera- en arbitrios
que siempre se invocan y nunca resultan, se da en cuanto al pacto de la financiación.” Lo
cierto es que la crisis económica no cedía y tampoco el conflicto entre la 14 y la 15.
Hacia mediados de 1956 los precios de las materias primas exportables – carnes y
lanas – bajaron abruptamente, fundamentalmente debido a la irrupción de algunas economías
europeas en el comercio internacional y la Ley 480 de Excedentes Agrícolas de EE.UU. que
quitó mercados a las economías periféricas agroexportadoras80 Las importaciones, en
cambio, debieron mantenerse en beneficio de la industria, por lo que la balanza comercial se
volvió deficitaria. La producción se estancó y para equilibrar la balanza comercial se debió
recurrir a las reservas acumuladas en los años de bonanza.
El nuevo ministro de Hacienda tenía pocos márgenes de maniobra y el crédito con
que contaba en un principio se comenzó a agotar rápidamente.81 De todas formas, la 15 no
renunció a su discurso optimista. El 17/7/56 Acción opinó que el momento de dificultad que
atravesaba el país era coyuntural puesto que no solamente éramos un país agrícola “sino que
también somos un país industrial. La economía del campo está en auge, pues todo lo que
produce la tierra directa o indirectamente tiene un buen valor, pero como viven en crisis las
industrias manufactureras y se han detenido las exportaciones, el país está
momentáneamente detenido en su marcha de expansión y hay una merma en la entrada de
dólares, semejante a lo que nos ha ocurrido en otras oportunidades por razones distintas
pero con el mismo resultado final.”
La 14 no compartió este diagnóstico. Entendía que la fidelidad a la tradición batllista
para solucionar la crisis que azotaba al país implicaba – entre otras medidas- una política de
austeridad en el ingreso de los empleados públicos. El 3/8/1956 El Día afirmó que existía
“la necesidad de que el Estado, y demás corporaciones del Derecho Público, no acrezcan,
de modo injustificado, con falsos estímulos o con promesas que luego resultan ilusorias, los
cuadros burocráticos nacionales. En efecto, constituye un deplorable error, por lo menos,
cuando, por defectuosos sistemas de orientación del ciudadano, se atrae a las filas del
funcionariado una cifra creciente de personas, comúnmente jóvenes, apartándolas, de esa
suerte, del ejercicio de otras actividades que, a menudo, contemplan mejor los reclamos de

80
Esta ley fue firmada por el presidente de EEUU Dwight Eisenhower (1890-1969) en 1954 que permitía
colocar los excedentes agrícolas en los mercados mundiales.
81
El 10/7/1957 El Diario afirmó que los quinces días que el nuevo ministro se había marcado “para presentar
en definitiva un plan, han vencido largamente. Y nada se sabe del plan ni de su formulación. Como tampoco
nada se sabe del debate del Consejo de Gobierno sobre estos tópicos , una faz de calma y absoluto
desentendimiento parece haber seguido a la perspectiva de un nuevo programa”

43
la nación, y aun de los propios interesados ” No solamente había que reducir la burocracia
estatal, la 14 clamó por una revisión del régimen de subsidios, la estabilidad monetaria y
redefinir la orientación presupuestal.
Si bien Ledo Arroyo Torres compartía muchas de las observaciones económicas de la
14 – muy en especial la necesidad de terminar con la improvisación y restablecer el
tradicional vínculo del batllismo con los técnicos82 - no logró acercar las partes para lograr
un plan económico común Durante todo 1956 una ola de carestía se abatió sobre la
población y la situación social fue adquiriendo caracteres explosivos. Las movilizaciones
obreras se multiplicaron (frigoríficos, arroceros, metalúrgicos, FUNSA y el puerto), a lo que
se le agregó el comienzo de los reclamos de los estudiantes terciarios por la autonomía
universitaria y el cogobierno. A su vez, al gobierno quincista se le abrió otro frente externo.

NUEVOS PROBLEMAS, NUEVOS RETOS


En 1956 el Partido Nacional tras haber estado dividido desde 1933 (herrerismo y el
nacionalismo independiente) logró su unificación. 83 Paralelamente, el herrerismo se asoció a
la Liga Federal de Acción Ruralista liderada por Benito Nardone (1906-1964) un periodista
radial, exbatllista, que había logrado movilizar – usando el sistema de cabildos abiertos en el
interior del país – a las capas medias y bajas rurales. La alianza herrero-ruralista promovió
una reforma constitucional presidencialista que volvió a poner al Colegiado en la picota del
debate político. A su vez, la implacable prédica antibatllista de Nardone golpeó tanto a la 14
como a la 15 pero, la lucha entre ambos grupos batllistas continuó intensificándose.
Hacia mediados de 1956 y principios de 1957, Luis Batlle intentó resolver el
conflicto interno reclamando la realización de elecciones internas previamente a las
nacionales. Obviamente estaba convencido de contar con la mayoría dentro del batllismo. En
cambio la 14 sostuvo que ambas elecciones debían ser simultáneas, fundamentado su
oposición al procedimiento planteado por la 15 en la tradición batllista: “La elección interna
en el Batllismo se implementó como método democrático, cuando el totalitarismo aún no

82
Adolfo Garcé en su trabajo Economistas y políticas en Uruguay (1932-2004) sostiene que el debate
“sobre la planificación, que sacudió a los países occidentales durante los años 1930s y 1940s no ingresó a
Uruguay. Este es un hecho sorprendente porque el PC se había caracterizado, a partir de las presidencias de
José Batlle y Ordóñez (1903-1907 y 1912-1916), por una gran apuesta a los expertos, especialmente a los
ingenieros. Al menos en principio, la tradición batllista ofrecía un buen ‘institutional home’ para adoptar la
lógica de la planificación que se extendió rápidamente en Europa en tiempos del Plan Marshall. La
explicación de la firme resistencia de los colorados ante la ‘onda expansiva’ de la planificación tiene un
componente ideológico muy fuerte: los colorados asociaban planificación con peronismo, varguismo, fascismo
o comunismo”
83
El Partido Nacional Independiente, Reconstrucción Blanca y el Movimiento Popular Nacionalista
configuraron la Unión Blanca Democrática (UBD)

44
había puesto en boga tales prácticas, y, ni siquiera había aparecido. La prescindencia de
blancos y colorados en los pleitos de adversarios, era norma de decoro cívico y casi punto
de honra personal. Los totalitarios en cambio buscan todos los medios de dividir y debilitar
a las fuerzas democráticas. Por eso, nuestras elecciones internas se han vuelto un medio
dudoso de lograr autoridades que sean la fiel expresión de la voluntad del Batllismo”,
editorializó El Día el 21/11/1956. Para la 14 el planteo del líder quincista implicaba una
carga totalitaria ajena al batllismo.
El 29/7/1957 Luis Batlle escribió en Acción una defensa de las elecciones internas
anticipadas invocando el pensamiento de su tío: “Batlle (y Ordóñez) tenía una clara lógica
al sostener que el Partido, ante cada elección nacional, realizara un movimiento partidario
en todo el país, en actos realmente plebiscitados, sobre la gestión de gobierno efectuada y
dando oportunidad a que se discutieran temas sobre el futuro gobierno (….) Esta lucha,
además, sería beneficiosa para el Partido Colorado y para la República, porque movilizar
la opinión partidaria es fortificar las costumbres y las instituciones democráticas; y el único
que puede hacerlo, en el país, es el Partido Colorado” Para la 15 negar las elecciones
internas era, ni más ni menos, que negar a Batlle y Ordóñez. “Olvida a Batlle (y Ordóñez)
‘El Día’ o no lo siente (…) Totalitarismo y liderato, para ‘El Día’, es el imperio de la
mayoría dentro del Partido. Que las mayorías orienten, que las mayorías resuelvan, que el
Partido adopte sus resoluciones por decisiones de las mayorías, esto es para ‘El Día’ (…)
totalitarismo”, indicó Acción el 27/8/1957
Ambos grupos batllistas seguían usando la tradición como “arma política” usando
argumentos contrapuestos citando siempre el legado histórico de Batlle y Ordóñez.
Resultaba evidente que con vistas a las elecciones de 1958 no había la más mínima
posibilidad de unidad en el batllismo, al tiempo que la crisis no daba respiro. Amílcar
Vasconcellos (1915-1999), un político del “riñón” quincista, sustituyó a Arroyo Torres en el
Ministerio de Hacienda, pero ya era tarde para cambiar el rumbo de los acontecimientos.

LAS ELECCIONES DE 1958: ¿QUIÉNES ERAN LOS AUTÉNTICAMENTE


BATLLISTAS?
¿Cómo se posicionaron la 14 y la 15 frente a la crucial elección de noviembre de
1958? El editorial de El Día del 13/5/1957 afirmó que el “quincismo triunfante
empequeñeció (…) su victoria, desconociendo, con su espíritu avasallante, nuestra
significación electoral dentro del Partido y la República, para imponer el ‘todo o nada’ con
el que asumía la exclusiva responsabilidad de la conducción del gobierno del País. Y hay,

45
quien en tono lastimoso trata de ocultar el fracaso de su gestión gubernativa en función de
una supuesta mala voluntad de los hombres del Batllismo principista (…)” La 14 deslindaba
responsabilidades sobre la gestión de gobierno, buscando cargar todas las culpas en la
actitud de la 15. En el editorial del 19/5/1957 insistía en que el “‘todo o nada’ ha
resultado, a la luz de los hechos, contrario al prestigio del Partido Colorado en cuanto a su
capacidad de gobernar y contrario al interés de una necesaria y democrática unidad
batllista” La 14 fue más allá en sus críticas. A medida que se acercaba el acto electoral
hizo un llamado al “ciudadano batllista antiquincista”, marcando una diferencia clave: una
cosa era el batllismo y otra el quincismo, que representaba un grupo personalista ajeno al
legado de Batlle y Ordóñez. El temor a una fuga de votos colorados desconformes con el
gobierno a otros lemas estaba presente. El 19/11/1958 El Día aseguró que existía “un solo
camino para contribuir efectivamente a la victoria sobre el quincismo y es votar, dentro del
Partido Colorado, por el Batllismo Principista y Unido (…)” Votar fuera del lema –
argumentó – “es inutilizar el voto antiquinicista y apoyar, en definitiva, a Herrera,
Nardone y (Eduardo Víctor) Haedo” En esta oportunidad el slogan pergeñado por el
catorcismo fue “derrotar al quincismo porque si no el quincismo derrota al país” (La idea
de que el quincismo se había alejado de la tradición batllista pareció verse reforzada cuando
Martínez Trueba – enemistado con Luis Batlle – fundó una nueva agrupación con el
sugestivo nombre de Volver a Batlle y un discurso crítico hacia el gobierno)
La 15 recurrió, una vez más, a la prédica de Batlle y Ordóñez para frenar la
estrategia catorcista. El 18 de enero de 1958 Luis Batlle respondió a la prédica de El Día,
sosteniendo que seguía insistiendo en que “la mayoría del Partido Colorado ya no es
batllista, dado que le niega al quincismo, que es la gran fuerza del Partido Colorado, su
carácter batllista y pretende, en cambio, que ellos, los del sector de la 14, que son minoría y
seguirán siendo minoría, son, en realidad, los batllistas. Esta hipótesis, absurda y temeraria
de ‘El Día’, cuando no aristocrática, permite la conclusión de que, por primera vez en la
historia del Partido Colorado, el Batllismo no representa su mayoría o, dicho en otras
palabras, el Partido Colorado ha dejado de ser batllista, todo lo cual, sin duda, es una gran
insensatez. Sería gravísimo para la República que la inmensa mayoría del Partido Colorado
no fuera batllista, porque eso sería la derrota de las ideas de Batlle (y Ordóñez), cuando en
verdad, lo que sucede es que las ideas de Batlle (y Ordóñez) no las sostiene ‘El Día’ y la
inmensa masa del Partido Colorado sigue siendo batllista y, para serlo en la acepción del
vocablo, esa mayoría del Partido Colorado, que es batllista, está dentro del sector de la 15,
encasillado así por la fuerza de la ley electoral (…) Por nuestra parte, frente a los números

46
y a los hechos repetidos, hemos dicho siempre que somos la mayoría del Partido y hemos
dicho, igualmente, que la minoría, tal cual lo sostuvo siempre Batlle (y Ordóñez), tiene
obligaciones de disciplina, dentro del Partido, cosa que ellos no han acatado jamás y
buscan independizarse o mantenerse como minoría del Partido. El hecho es grave, pero el
único camino es que la mayoría imponga el pensamiento y la disciplina de Batlle (y
84
Ordóñez), si no se quiere ver el Partido totalmente destruido”
El batllismo avanzó hacia el acto electoral de 1958 en un estado de guerra
permanente entre l4 y 15 enfrentando a un Partido Nacional unido y aliado al ruralismo,
además en un marco de un malhumor generalizado en la población por la coyuntura
económica y la fuerte movilización de los estudiantes universitarios por la Ley Orgánica,
que contaron con el apoyo de los obreros sindicalizados
Finalmente la elección le dio el triunfo al Partido Nacional, con el 49,7% de los
votos. La 15 continuó siendo la mayoría (215 mil votos) frente a la 14 (154 mil) y a la hora
del balance ambos grupos batllistas se reprocharon amargamente uno a otro por lo sucedido
Lo cierto es que, luego de casi cien años en el poder, el Partido Colorado retornaba al llano.

RECAPITULACIÓN: RESPUESTAS Y NUEVAS INTERROGANTES

Hemos intentado explicar los orígenes, causas y consecuencias del conflicto interno
del Partido Colorado que enfrentó a las listas 14 y 15, que se autodefinían ambas como
batllistas. El primer paso fue analizar el concepto de tradición política para luego
enfocarnos en la cuestión de la tradición batllista. En la misma observamos, en primer lugar,
una tensión no resuelta entre la impronta caudillista de la política uruguaya – que se
remontaba al siglo XIX - y el ideal colegialista que era lo opuesto a toda opción
personalista. El accionar mismo de Batlle y Ordoñez encarnó esta dicotomía. Su muerte
dejó una “herencia yacente” que tras el resultado de las elecciones en 1930 fue recogida por
Gabriel Terra.
Tras el golpe de Estado del 31 de marzo la tradición batllista fue puesta a prueba. Por
un lado, debió lidiar con la división dentro del batllismo entre abstencionistas (el Grupo de
El Día) y concurrencistas. Ambos grupos tomaron sus argumentos en contra o a favor de ir a
las urnas de la misma tradición batllista. Por otro lado, el “relato” mismo que sustentaba esta
tradición sufrió alteraciones. En un primer momento se consideró el período 1917-1933
como una verdadera “Edad Dorada” donde se habían logrado las más grandes realizaciones

84
Luis Batlle Pensamiento y Acción (Ideario y Artículos) Tomo I…ya citado. Págs. 256-257.

47
sociales, económicas y políticas. Pero este “relato” sufrió modificaciones hacia el año 1936,
una suerte de reinterpretación, debido a las presiones de la coyuntura política que obligaron
a mirar aquel pasado en forma, acaso, más realista: el batllismo había sido la “minoría
mayor” y se había visto forzada a realizar continuos acuerdos con las otras fracciones. Pero
la prueba de fuego para la tradición batllista fue el golpe de Estado del 21 febrero de 1942,
cuando tuvo que conciliar sus ideales legalistas-democráticos con una nueva ruptura
institucional. El concepto fundamental que se manejó fue durante 1933-1942 había existido
una situación institucional anómala y por tanto el golpe de Baldomir era la puerta para
restablecer plenamente las garantías democráticas.
Por otro lado, la desaparición del terrismo dejó nuevamente sobre el tapete la
cuestión del liderazgo. Hacia el final del gobierno de Amézaga las tensiones en el interior
del batllismo, muy en especial en el segundo semestre de 1946 cuando surgieron con fuerza
las figuras de Tomás Berreta y Luis Batlle Berres. No es casual que en este momento El Día
retomara la prédica colegialista, opuesta a todo tipo de personalismo.
Luis Batlle aspiraba a la Intendencia Municipal de Montevideo pero ante la
oposición de sus primos debió pactar y aceptar la candidatura a la Vicepresidencia de la
República. La muerte de Berreta, en agosto de 1947, lo catapultó a la Presidencia y desde
allí terminaría de cimentar su liderazgo, hecho que provocaría un enfrentamiento cada vez
más intenso con sus primos. La fundación del diario Acción en 1948, con una línea
divergente de El Día, y la conformación del grupo de “Amigos del Presidente”, no hicieron
más que ahondar el conflicto. Este se expresó en las elecciones de 1950, donde el triunfo de
la fórmula apadrinada por Luis Batlle (Martínez Trueba- Alfeo Brum) pareció consolidar su
hegemonía pero, en los meses siguientes los Batlle Pacheco lograron imponer en la agenda
política la reforma constitucional que implicó el retorno del Colegiado. Luis Batlle no podía
oponerse a esta concepción institucional que era una de las ideas matrices de la tradición
batllista. En las elecciones de 1954 su consigna electoral “Todo o Nada” buscó nuevamente
la hegemonía (mayoría quincista en el Consejo Nacional de Gobierno y mayorías
parlamentarias) sin renunciar al ideal colegialista.
El retorno al poder de Luis Batlle coincidió con el comienzo de una crisis
económico-social profunda que puso en jaque al propio modelo batllista y ahí la cuestión
se podría resumir en una pregunta: ¿cuáles eran las soluciones auténticamente batllistas? O
dicho de otra manera: ¿cuáles eran las soluciones auténticamente fieles a la tradición
batllista? En esta dimensión del problema surgieron nuevas diferencias entre la 14 y la 15
que terminaron por paralizar al gobierno. En las argumentaciones de ambos grupos se puede

48
observar las continuas referencias al pensamiento de Batlle y Ordoñez del que nunca
reniegan. El “estado de guerra” interno perjudicó al Partido Colorado a lo que se le sumó
la reunificación del Partido Nacional que se alió con el ruralismo, un nuevo y pujante actor
de la escena política, el malestar social y la conflictividad obrero-estudiantil. Todo esto
coadyuvó para la derrota de 1958
Quedan por cierto algunas líneas de investigación para abordar en profundidad en el
futuro. Uno de ellas se refiere a la concepción de la 14 y 15 circunscriptas solamente a los
liderazgos de los Batlle Pacheco y a Luis Batlle. En realidad, se trataba de agrupaciones con
un cierto grado de complejidad y no necesariamente homogéneas. Por ejemplo, en el
catorcismo el sector acaudillado por el senador Luis Brause (caudillo de Canelones) mostró
matices con respecto a la conducción de los Batlle Pacheco. También es el caso de Renán
Rodríguez que estaba en una posición más conciliadora con el quincismo que otros
catorcistas. También es el caso de la 15. Pese al fuerte liderazgo de Luis Batlle dentro de
ella se perfilaban diferentes corrientes que iban de la defensa acérrima del colegialismo
(Vasconcellos), a los que planteaban un sistema Colegiado pero solamente con integrantes
de la mayoría del partido ganador (Rodríguez Correa, Flores Mora, Alba Roballo, habrían
estado en esta línea y apoyados por Luis Batlle), presidencialistas (Zelmar Michelini) y un
cuatro sector que además de ser presidencialista consideraba que la 15 debía rever sus ideas
económicas dirigistas y estatistas, así como su postura - relativamente tolerante - con los
conflictos sociales (Jorge Batlle, Julio María Sanguinetti, entre otros) Si se logra
comprobar que tanto la l4 como l5 no eran bloques políticos compactos, sino que
presentaban notorios matices en su seno, entonces el enfrentamiento entre ambas
agrupaciones se complejiza más aún..
Por otro lado, si aceptamos que el catorcismo no compartió el discurso
hiperoptimista del luisismo queda pendiente un estudio más amplio de su mirada– muchas
veces tildada de conservadora y/o reaccionaria - a la época de bonanza del neobatllismo y
también falta ahondar en su pensamiento económico cuando se desata la crisis. El Día
planteó una revisión del sistema de subsidios, una mayor austeridad fiscal, una
racionalización burocrática Incluso no eludió el debate sobre la necesidad de contar con un
Banco Central (una de las banderas del ruralismo) Esto obliga a volver a las raíces
programáticas del “primer batllismo” para saber hasta qué punto el catorcismo era fiel a la
tradición
La otra línea de investigación que falta recorrer es la posición del coloradismo
independiente (ni catorcistas, ni quincistas) en esta coyuntura. ¿Es correcto hipotetizar que la

49
forma de liderazgo de Luis Batlle los impulsó en 1958 a votar fuera del lema? ¿Por qué el
llamado al “voto antiquincista” de la l4 no les llegó? ¿El ruralismo captó los votos colorados
independientes desconformes?
Sin duda alguna, el conflicto entre la 14 y la 15 es aún un tema abierto.

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El Día – Colección Microfilmada de la Biblioteca del Palacio Legislativo
El Diario- Colección de la Biblioteca Nacional.

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La Mañana- Colección de la Biblioteca Nacional.
El Sol- Colección de la Biblioteca Nacional
Marcha – Colección Microfilmada de la Biblioteca del Palacio Legislativo
Revista Reporter - Colección de la Biblioteca Nacional

FUENTES ORALES

Alba Cassina de Nogara- Entrevista realizada el 10/09/2004, junto con el Lic. Gustavo
Trullen, en el marco de la investigación sobre Luis Batlle.
Ángel Venturini Entrevista realizada el 9/6/1994, junto con el Lic. Gustavo Trullen,
en el marco de la investigación sobre la vida del dirigente sindical José D’Elía.

HEMEROTECA

Archivo Luis Batlle Berres – Archivo General de la Nación

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