Está en la página 1de 13

Содержание

Cover Page

Содержание

El Ángel que bailaba con el Diablo


El Ángel que bailaba con el Diablo
By_sofi
El Ángel que bailaba con el Diablo

Había una vez una hermosa y curiosa ángel que bajaba a la tierra de los
humanos para espiarlos, su nombre era Anaciel. Ella amaba su música, bailes
y fiestas, ya que en el paraíso aquellas actividades mundanas estaban
prohibidas. Moría de ganas de participar de uno de esos festejos, pero al no
poder ocultar sus alas observaba a aquel pueblo desde la oscuridad del
bosque que estaba junto a él.
Así, esperaba a que la música comenzara y bailaba en soledad entre medio de
aquellos árboles.
Un día fue descubierta por un demonio que también visitaba la tierra en busca
de diversión, pero no era cualquier demonio, este era un príncipe, un Diablo
llamado Noré. A él le entretenía verla bailar, le parecía graciosa y muy bella.
Como todo Diablo era un maestro del engaño y por ende podía tomar la
forma que él quisiese, así que se transformaba en diferentes animales para
estar cerca sin que Anaciel lo notase, hasta el momento en que decidió
hacerse presente ante ella. Le confesó que hacía un tiempo la observaba en
secreto y le preguntó que buscaba en la tierra, ya que sabía que las leyes de
los angeles eran mas rigurosas y tenían prohibido el contacto con los
humanos, no así los demonios que podian hacer y deshacer a su gusto.
Ella tímidamente respondió que amaba las fiestas que hacían pero al no poder
participar en ninguna permanecía oculta allí para admirarlos de lejos. Fue
entonces cuando una idea cruzó la mente de Noré - Yo puedo ir y venir entre
los humanos, con mi magia logro cambiar mi apariencia. Si lo deseas puedo
hacer lo mismo contigo - le propuso
- ¿Por qué me ayudarías?, ¿Qué esperas a cambio? - desconfió ella
- Que bailes conmigo, ¿Es mucho pedir? - sonrió él
Anaciel no podía evitar dudar, desde pequeña le habían enseñado que no
debía confiar en los demonios, que eran seres malos. Pero su deseo de poder
participar en una de esas fiestas era tan grande que decidió aceptar su
propuesta.
Así el diablo uso su magia, ocultó las alas de ella y cambió su color de
cabello, luego hizo lo mismo sobre él para desaparecer sus cuernos y cambiar
sus rasgos. Anaciel estaba sorprendida, nunca había visto una habilidad así,
definitivamente él era un ser poderoso.
Noré la tomó de la mano y la llevó hasta el pueblo, la ansiedad se iba
haciendo cada vez más fuerte en el pecho de ella.
Al llegar pudo descubrir que aquella música provenía de una alegre taberna
cuyos clientes siempre estaban dispuestos a celebrar.
Ella no podía ocultar el brillo en sus ojos y él, galante, la invitó a bailar
- Pero... ¿ y si no puedo hacerlo bien?...- dudó Anaciel
- Sólo déjate llevar...- le susurró Noré mientras con el brazo derecho tomaba
su cintura, y con la izquierda su delicada mano.
Decidió hacerle caso y se dejó guiar por aquel misterioso demonio que la
miraba a los ojos de forma seductora. Ella no ocultaba su alegría, sus
movimientos fluían perfectos con los de él. No tardaron en llamar la atención,
a la vista de todos era una joven pareja, ninguno de los presentes podía jamás
imaginar que un ángel y un diablo bailaban en el medio del salón.
Luego de ello, Noré la invitó a probar la comida y bebida hecha por los
humanos, él se desenvolvía con total naturalidad entre ellos, dejando en claro
que no era la primera vez que lo hacía.
Así la noche transcurrió entre risas y baile, sorprendentemente para Anaciel
había pasado una velada inolvidable en compañía del ser menos pensado.
Antes de que la oscuridad desapareciese por completo se dirigieron
nuevamente al bosque, recuperando así sus verdaderas apariencias
- Quiero agradecerte por lo de esta noche, ha sido como un sueño para mi...
confieso que al principio dude de ti, no podía creer que lo único que quisieses
a cambio fuese bailar - dijo ella
- ¿Y quien dijo que era lo único que quería a cambio? - sonrió con picardía él
- ¿Qué quieres decir? -
Noré se acercó rápidamente a ella, le tomó el rostro y de sus labios robo un
tierno beso. Anaciel quedó inmóvil por un momento, aquel gesto fue
totalmente inesperado, provocando que se sonrrojara por completo
- ¿De verdad creíste que estaría al lado de un ser tan bello como tu y
simplemente me conformaría con bailar? - sonrió él mientras aún acariciaba
su rostro
- Yo... no...- continuaba ella sin poder ordenar sus pensamientos
- Me gustaste desde la primera vez que te vi y desde entonces no has salido
de mi mente -
- Pero... no puede ser...-
- ¿Por qué no?, ¿Crees que por qué somos distintos no podría poner los ojos
en ti?, soy un Diablo, las normas no van conmigo - continuó seduciendola.
Ella, avergonzada, se tomaba el rostro mientras evitaba mirarlo directamente
por que era consciente de que algo en él también la atraía, temía ser ingenua y
que aquel atrevido Diablo sólo estuviese jugando con ella, después de todo
era la primera vez que tenía contacto con uno de ellos.
- Por favor mirame y dime que sientes - insistió Noré mientras volvía a
acercarse
- L-lo siento, será mejor que me vaya... - respondió ella, se dio media vuelta y
lentamente comenzó a caminar hasta invocar una puerta al paraíso.
Él simplemente sonrió, aquella reacción tímida le parecía simpática, y al
verla irse le dijo en voz alta - ¡Sí deseas volver a vivir lo de esta noche sólo
ven aquí!, Siempre estaré esperándote... -
Anaciel volteó por última vez sólo para ver que la observaba con un gesto de
satisfacción en su rostro, todo había sido tan repentino, no sabía que pensar,
si creer o no en sus palabras. Pero que el Diablo tuviese la habilidad de
engañar no quería decir que todo en él fuese falsedad pues, como todo ser,
también poseía un corazón.
Al día siguiente la mente del ángel estaba llena de sentimientos encontrados,
trató de reflexionar sobre lo ocurrido la noche anterior, y si debía ser
completamente honesta consigo misma tenía que aceptar que había disfrutado
mucho de la compañía de Noré, incluso de aquel beso robado. Así que,
llenándose de valor, decidió ir al mundo humano esa noche, sin si quiera
tener certeza de que él estaría allí.
Ya en el bosque sus latidos no dejaban de acelerarse, ¿Cómo debía actuar?,
¿Qué respuesta le daría?, ¿De verdad él asistiría?, las preguntas no paraban de
acumularse en su cabeza y con ellas los nervios sólo iban en aumento. Pero
todas sus dudas desaparecieron cuando él nuevamente se hizo presente ante
ella. Sorprendida, sin querer exclamó - Viniste! -
Noré no pudo evitar reír - Claro que vendría, ¿Creiste que mentía? - le dijo
mientras se acercaba más a ella.
- Bueno... yo...-
- Es verdad que tenemos la habilidad de engañar con facilidad pero por esa
misma razón cuando decimos la verdad tiene más peso que cualquiera. Y
cuando queremos algo lo hacemos con mas fuerza que ningún otro...- terminó
mirándola directo a los ojos.
Anaciel se sentía muy tímida a su lado, aquel Diablo la hacia estremecer con
sus palabras tan directas, tenía una personalidad avazayante. Él era consciente
de ello y parecía divertirse avergonzandola.
- ¿Y bien? ¿Que buscas de mi? - preguntó mientras la arinconaba contra un
gran árbol
- Eh? ...-
- Yo ya te dije el por qué estaría aquí, porque me gustas. ¿Y tu por qué?,
¿Acaso esperas otro favor de mi? - continuó
- Yo...- comenzó a sentirse nerviosa y evitaba mirarlo
- Dime -
Anaciel apoyó su mano derecha en el pecho de él, lentamente levantó la vista
y le respondió - Por que me gusta estar contigo... -
Noré se sorprendió con aquella respuesta, no esperaba que le dijese algo así y
más aún viéndolo con esos enormes y hermosos ojos verdes. Con su pureza
había logrado hacer sonrrojar a aquel Diablo impetuoso.
Él sonrió amablemente y le dijo - Sí me miras así haré lo que sea por ti...-
tomó su mano y la besó con ternura.
Para ella era un misterio, quería saber más de él, era atrevido pero a la vez tan
dulce - ¿Deseas que vayamos nuevamente al pueblo? - le preguntó
- Me gustaría mucho...- respondió Anaciel
- Entonces no perdamos tiempo, quiero aprovechar cada segundo contigo -
terminó él.
Nuevamente pasaron una noche increíble entre la gente de pueblo, ocultos
bajo aquel hechizo.
Cuando llegó el momento de partir, una vez más se encontraban solos en la
oscuridad del bosque - Ya es hora de que regrese...- dijo el ángel.
Noré le tomó la mano - Espera, ¿Acaso no me darás nada a cambio por lo de
hoy? - dijo con una sonrisa seductora.
Anaciel lo miró en silencio por un momento y se acercó tímidamente hacia él,
Noré no entendía que pretendía hacer hasta que vio que ella lentamente cerró
sus ojos y quedó de pie frente a él, como esperando a que la besara igual que
la noche anterior. Ese gesto inocente terminó de robar por completo el
corazón del Diablo, quien no desaprovechó la oportunidad para besarla
dulcemente mientras la rodeaba con sus brazos.
Así fue como inicio aquella historia de amor prohibido, que echaba raíces en
la tierra de los humanos. Con el paso del tiempo aquellos sentimientos se
fortalecieron más, a su lado aquel Diablo aprendió lo que era amar, y ella
comprendió que nunca debía dejarse guiar por los que otros pudiesen
asegurar, ya que sólo con sus propios ojos debía ver para poder juzgar.
Era su mayor secreto, nadie podía saber de su amor, sus encuentros en el
mundo humano eran puro romance y pasión. Ella amaba su rebeldía y
desparpajo, y él su dulzura y alegría. Podían entregar el corazón en las manos
del otro sin dudar. Pero por más cuidadosos que fuesen sabían que en algún
momento alguien de sus mundos podría descubrirlos, así que vivían su
relación como si no hubiese un mañana, llegando incluso a hacer el amor una
noche que se hospedaron en el pueblo.
No sabían que sería de ellos en un futuro, pero decidieron dejarse llevar por
sus sentimientos.
Hasta que aquello tan temido por Noré ocurrió, esa noche, simplemente,
Anaciel no llegó.
Él la esperó nervioso en aquel bosque, pero nunca apareció, y así varios días
más. El Diablo se sentía morir por dentro, necesitaba saber que había
ocurrido con su amada pero no quería iniciar un conflicto con los ángeles,
necesitaba pensar claramente las cosas. Hasta que finalmente ella un día
regresó a él.
Allí le contó que sus superiores la habían descubierto, pero que creían que
mantenía una relación con un humano, como castigo por ello la encerraron
por unos días para que reflexionase. Pero en cuanto pudo nuevamente escapó.
Noré sabía que los ángeles eran muy rigurosos con quienes rompían las
normas y que los próximos castigos sólo serían peores. A él nada le ocurriría,
pues en su mundo era un príncipe y se hacía su voluntad. Pero la peor parte la
llevaría ella y no podría hacer nada para salvarla pues su límite era entrar en
guerra con ellos.
Aquella situación despertaba toda la furia del Diablo pero Anaciel con su
dulzura lograba aplacarlo diciendo que podía soportarlo. Esa noche ella le
pidió que no pensase en nada más que amarla y Noré respeto cada uno de sus
deseos.
Cuando llegó el momento de despedirse - No te vayas, quédate aquí conmigo.
Si regresas ahora a tu mundo temo no volver a verte...- le pidió él
- Te prometo que pase lo que pase regresaré... por favor esperame aquí
mañana... - respondió ella mientras acariciaba su mejilla y se marchó.
El día siguiente fue eterno para el Diablo, la incertidumbre oprimía su pecho
evitando que pudiese pensar en otra cosa, hasta que la oscuridad nuevamente
cayó en la tierra de los humanos. El tiempo pasaba y ella no llegaba, Noré
comenzaba a ponerse nervioso, no podía imaginar que le había ocurrido.
Hasta que en un momento, de la nada, Anaciel apareció. Angustiada, se
abrazó con fuerza a él, esto llamó su atención - ¿Anaciel, que ocurre?,
¿Sucedió algo? - preguntó
- Noré...-
De la oscuridad emergió un segundo ángel que venía persiguíendola -
Anaciel si no regresas ahora mismo perderás tus alas y quedarás condenada al
destierro! - exclamó - No puede ser, es un Diablo!, ¡¿Esa es la razón de tus
escapes?!, Haz perdido la cabeza?! -
Noré estaba dispuesto a enfrentarse con él pero ella lo detuvo - No lo hagas
Noré... no te involucres, podrías ocasionar una guerra...-
- ¿Acaso ese Diablo te hechizó? - continuó aquel ángel
- Él no tiene nada que ver, es mi decisión venir aquí y estar a su lado - se
defendió
- Una cosa es que espies a los humanos para observar sus costumbres y otra
es que vengas a estas tierras para reunirte con un demonio, es una deshonra! -
- Vete, diles que no me importa que me quiten mis alas, pero no volverán a
encerrarme jamás - dijo ella con determinación.
- Espero no te arrepientas de tu decisión...- sentenció por último el ángel y se
marchó .
- Anaciel... - susurró Noré
- ¿Puedes quedarte conmigo aquí?...- preguntó ella
- Yo haría lo que sea por ti...- sonrió él.
Se fueron juntos al pueblo y se alojaron en una confortable posada bajo sus
falsas identidades. Ya en la intimidad de la habitación - ¿Qué planeas hacer
Anaciel?... No puedes perder tus alas por esto... - dijo él
- No quiero pensar en eso ahora. En este momento sólo somos tu y yo
Noré...- respondió ella mientras se abrazaba a él.
Esos sentimientos le daban valor, su único deseo era compartir el mayor
tiempo posible con Noré.
Aquel Diablo la amaba y deseaba tanto que el más mínimo gesto de parte de
ella era suficiente para desatar toda la pasión que había en su corazón.
Pasaron días conviviendo en aquel pueblo, se sintieron tan completos juntos
que llegaron a imaginar que tal vez esa es la vida que deseaban tener.
Aquellas noches de romance desenfrenado hacían sentir a Anaciel que no
dudaría en entregar sus alas con tal de estar al lado de Noré. Pero pronto
descubriría que los sacrificios por amor tenían un límite.
Durante ese tiempo no habían vuelto a tener noticias de parte de ese ángel
que en esa ocasión persiguió a Anaciel. ¿Será que habían desistido de la idea
del castigo?, no, todo estaba a punto de volverse más difícil.
Un día llegó a manos de ella una nota en una paloma blanca, provenía del
paraíso. Al leerla quedó impactada, no podía disimular su conmoción - ¿Qué
ocurre Anaciel?, ¿Qué dice? - preguntó Noré que estaba junto a ella.
- Dice que los superiores han decidido perdonarme si regreso ahora, pero de
no hacerlo mi familia será exiliada ya que la unión de un ángel y un demonio
es un pecado de deshonor familiar...- respondió afectada
- No lo entiendo, ¿Por qué tanto interés en ti?, ¿Por qué no símplemente te
dejan ir? -
- Es por que soy candidata a suceder a un arcángel... no es algo que dictamine
nuestra sangre si no el azar. Hace un tiempo fui llevada a un palacio en mi
mundo donde se me prepararía para mi futuro. Algunos estaban al tanto de
que venía aquí por que me gustaba ver las cosas humanas y me lo permitian.
Pero seguramente jamás creyeron que podría encontrar el amor en esta tierra
y mucho menos que sería un Diablo - explicó ella
- Anaciel...-
- Debo admitir que era feliz con mi vida anterior, pero ahora que sé que existe
no concibo otra forma de felicidad que no sea estar a tu lado Noré...- confesó
mientras acariciaba el rostro de él
- Yo me siento igual...-
- No me importaría que me exiliaran, o que arrancasen una por una las
plumas de mi alas hasta quitarmelas... Pero no puedo permitir que un
inocente sufra por mi culpa, y mucho menos si son mis padres. Estoy segura
de que no saben nada de todo esto...-
- ¿Como lo sabes? -
- Por que si están tratando de convencerme de regresar es por que quieren
solucionarlo entre nosotros sin que nadie se entere, sería un escándalo -
- Creo que puedo ver cuál será tu respuesta...-
Anaciel entristeció su mirada - Perdóname Noré... Pero ese es mi límite...-
El Diablo la rodeo con sus brazos, presionandola contra su pecho - No tienes
que pedirme perdón, lo único que puede hacerme daño es verte triste... sólo
quiero que sepas que lo que siento por ti es para siempre -
- Igual yo... Sí tan sólo fuésemos de la misma raza las cosas no serían tan
difíciles...- suspiró ella
- Tal vez... Pero tampoco nos hubiésemos amado así, nos queremos por que
somos diferentes, porque encontramos en el otro cosas que no conocíamos en
nuestros mundos...- terminó él.
Anaciel decidió responder aquel mensaje diciendo que regresaría esa misma
noche.
Eligieron pasar sus últimas horas juntos en la intimidad de ese cuarto,
amandose en esa pequeña libertad. Antes de irse Noré le pidió bailar una
última vez, pero siendo ellos mismo, sin disfraces, mirándose tal cuáles eran,
sólos entre esas cuatro paredes.
Finalmente el tan temido momento llegó, era la hora de despedirse. Fueron
hasta el bosque en el medio de la noche como ella prometió, se entregaría por
propia voluntad.
Allí la estaba esperando un ángel, un poderoso guardián, para llevarla de
regreso. Iban tomados de la mano, aquella imagen impactó al guardián,
comprobó que lo que le habían dicho era verdad, un ángel y un diablo juntos
entre los humanos.
Una inmensa tristeza invadió el pecho de Anaciel, no quería soltar la mano de
su amado, él también se resistía a la idea de que se fuese. Resignada, se
colocó frente a él, aunque casi no podía ni mirarlo, y con un tímido beso le
dijo adiós.
Comenzó a caminar en dirección a aquel guardián, pero a mitad de camino se
detuvo, volvió corriendo sobre sus pasos y abrazó con todas sus fuerzas a
Noré.
- No puedo hacerlo... No quiero dejarte...- decía ella entre sollozos
- Por favor no llores Anaciel... sabés que es lo único que puede herirme...-
- Pero... de sólo pensar que no volveré a verte siento mucho dolor...-
Ella lloraba sin consuelo, Noré se sentía culpable por aquella situación,
pensaba que si no la hubiese buscado, si no la hubiese ilusonado desde un
primer momento, Anaciel no tendría que pasar por todo eso. Fue entonces
cuando decidió tomar una drástica decisión, había una sola cosa que podía
hacer para ayudarla - Mirame Anaciel...- le dijo con una voz serena y la besó
apasionadamente - Si algún día mi recuerdo regresa a tu corazón estaré aquí...
esperándote - sonrió él
- A que te refiere- - intentó preguntar ella y derepente Noré besó su frente,
haciendo que cayera inconciente en sus brazos.
El guardián quedó atónito ante esa acción - Pero que les has hecho?! -
preguntó indignado a aquel Diablo que lentamente se acercaba a él cargando
a Anaciel para luego entregarsela - Ella está bien, sólo borré de su mente
todos los recuerdos que tenía conmigo...- explicó
- Quieres decir que ella no recordará ni siquiera haberte conocido...? -
- Exactamente - respondió él y comenzó a alejarse.
- Te conozco, tu eres Noré, tercer príncipe del infierno -
- Así es -
- ¿Como pudiste posar tus ojos en un ángel?... Acaso te divertiste robando el
corazón de un ser tan puro?...-
- ¿Dices que yo lo robé? - sonrió él - esa criatura que cargas ahí es quien se
lleva en sus manos para siempre mi corazón - dijo señalandola.
El ángel quedó en silencio por un momento - Me resulta difícil de creer tu
benevolencia - dijo
- Estás en lo cierto, si por mi fuese hubiese arrasado con la mitad de ustedes
sólo para que nos dejasen en paz. Pero sé que ella no quería que nadie saliese
herido por nuestra causa -
- Eres muy arrogante al afirmar algo así -
- Claro que lo soy, soy un Diablo -
- ¿Por qué haces esto? -
- ... Porque la amo. Algún día cambiaré las reglas del juego y será mía para
siempre, pero hasta ese entonces esto es lo mejor para ella. Todo es por su
bien - dijo por último Noré y desapareció en la oscuridad.
El ángel miró a Anaciel que aún permanecía inconciente y murmuró para si -
Quien diría que un ángel tan joven sería capaz de domar a una de las peores
bestias del infierno...- y regresó al paraíso.
Tal como aquel Diablo prometió, Anaciel no recordaba nada de lo sucedido
prácticamente hasta su llegada al palacio, ni siquiera de sus viajes al mundo
humano. Sus superiores decidieron que lo mejor era no mencionar el tema y
todo quedó como si nada de eso hubiese existido.
El tiempo pasó y la curiosidad de ella por la música humana despertó,
haciéndola regresar a esa tierra, esta vez seguida a escondidas por un
guardián. Pero al constatar que no había rastros del Diablo la dejaba ir en
soledad por el bosque.
Una extraña sensación abrazaba el cuerpo de Anaciel, como si hubiese
olvidado algo que era muy importante, pero por más que lo intentaba no
podía recordarlo.
Al igual que antes de que todo comenzara, cuando la música del pueblo
llegaba hasta donde ella estaba bailaba sola entre medio de los árboles, o
quizás no tan sola, si no en compañía de un pequeño y hermoso pájaro de
color violeta que siempre estaba rondandola en el lugar, llegando incluso a
posarse en sus manos. Anaciel, ni siquiera aquel guardián, podían imaginar
que esa ave era Noré que, cumpliendo su promesa, cada noche esperó su
regreso. Pero esta vez para amarla desde la distancia, en silencio.
Verla sonreír era suficiente para él, por ahora. Porque la amaba tal cual era,
con sus hermosas alas, no quería que las perdiese por estar a su lado, no
necesitaba que ella hiciese un sacrificio por amor, pensaba que no era justo
que sufriese de esa forma.
El Diablo era un Diablo pero cuando amaba lo hacía de verdad, sin egoísmo.
Aquel ángel se había llevado su corazón, estaba dispuesto a hacer cualquier
cosa por su bien, y en ese momento sintió que aquello era lo mejor, hasta que
llegase el día en pudiesen estar juntos.
A veces amar de verdad significa dejar en libertad, y la libertad en algunas
ocasiones implica tener que olvidar...

FIN

Sofia Reynoso

También podría gustarte