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LA FARMACÉUTICA DE OLOT,

25 AÑOS DESPUÉS
ABC ARAGON

Enterrada en vida en un minúsculo zulo, durante 492 días de horror. Así


aguantó María Angels Feliú Bassols, conocida popularmente como la
farmacéutica de Olot (Gerona), el cruel cautiverio al que fue sometida para
extorsionar a su acaudalada familia. Veinticinco años después de que
arrancara aquel secuestro, María Angels Feliú sigue con su día a día. Cuando
logró recuperar la libertad, regresó a su casa, con su familia. Y a su farmacia.
Y allí sigue.

La farmacia de María Angels es bien conocida en Olot. Tiene veteranía. La


comunidad de bienes familiar a la que pertenece, Feliú Bassols C.B., acumula
más de 30 años de existencia. La farmacia está en la carretera Santa Pau
(Santa Paz) de Olot.

María Angels sigue trabajando en la farmacia, indican en Olot. Sigue con su


día a día 25 años después de que, tras terminar su habitual jornada laboral en
la botica, fuera asaltada al llegar a casa por los encapuchados que la
mantuvieron secuestrada durante 492 días. Este lunes por la tarde, justo el
día que se cumplieron los 25 años del inicio del cautiverio, ABC buscó el
testimonio de María Angels, pero sin éxito. «No, en este momento no está»,
contestó amablemente una voz femenina en la botica de la carretera de Santa
Paz. «Soy una empleada y desconozco dónde podría localizarla usted en este
momento», afirmó con educada discreción.

Aquel secuestro disparó la popularidad de Olot muy a su pesar. Capital de la


comarca gerundense de La Garrocha, el municipio apenas tenía 27.000
habitantes en 1992, y ahora anda por los 34.000, ejemplo de despegue
demográfico que para sí quisieran la mayoría de áreas rurales españolas. Al
calor de una próspera economía, Olot ha crecido en estos 25 años arropado
por ese telón de fondo excepcional que es el parque natural de La Garrocha.
Paisaje volcánico en rotundos verdes.

Hija de un acaudalado empresario


María Angels Feliú tenía 34 años cuando fue secuestrada. Ahora anda por los
59 y rondan la treintena los hijos a los que los secuestradores dejaron
temporalmente sin madre cuando contaban dos, tres y cinco años de edad.

Los Feliú Bassols eran por entonces -y siguen siendo- una familia muy conocida
en la zona por su poderío económico. Con negocios en varios sectores, entre
ellos el energético, el padre de María Angels era un acaudalado empresario
con un patrimonio familiar que llamó la atención de los secuestradores. En
vez de ir a por él, fueron a por una de sus hijas, la farmacéutica.
Sus captores no eran profesionales del delito, pero trabaron sociedad para
adentrarse en el fango de lo criminal en busca de fortuna. En la banda, por
haber, hasta había dos policías municipales. Junto a ellos, un guarda forestal,
la mujer de éste y un conocido de uno de los policías implicados.

Primero acordaron cometer un secuestro, y tiempo después decidieron quién


sería la víctima. Y fue ahí cuando le pusieron nombre: María Angels Feliú.

La alarma saltó de inmediato. La farmacéutica desapareció tras haber estado


con unos amigos y haber regresado a su casa. Su ausencia fue denunciada de
inmediato, y desde el primer momento se tuvo claro que todo apuntaba a un
secuestro por motivos económicos.

Accidentada investigación
El hecho de que la primera denuncia llegara ante la Policía Local hizo que
fuera este cuerpo el que, paradójicamente, empezó unas pesquisas por un
caso en el que estaban directamente implicados dos de sus miembros. En esa
investigación inicial no faltaron los despropósitos, como la chapucera
manipulación del coche de la farmacéutica, tan chapucera que resultó
imposible obtener una sola huella. Las pesquisas pasaron luego a los Mossos y,
tras estar tiempo en peligrosa vía muerta, la Guardia Civil decidió mantener
viva la investigación.

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