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CONTENCIÓN DE AGUAS MEDIANTE ATAGUÍAS

Por: Dr. Víctor Yépez Piqueras

Figura 1. Ataguía, Montgomery Point Lock and Dam (Estados Unidos).


https://en.wikipedia.org/wiki/File:Dam_Coffer.jpg

Una ataguía (cofferdam) es una estructura, generalmente provisional, destinada


contener el terreno e impedir, reducir o desviar la entrada de agua en una excavación.
Se trata de construir un recinto estanco y seco temporal muy empleado, por ejemplo, en
la ejecución de pilas de puentes, muelles, presas, y en cualquier otro lugar donde se
quiera trabajar en seco.

Son obras que reciben el empuje de las tierras, el hidrostático y las fuerzas dinámicas
debidas a corrientes u oleaje, en su caso, y que deben satisfacer los requisitos de
estabilidad, impermeabilidad y estanqueidad. Por tanto, resulta inútil emplear ataguías
sobre terrenos muy permeables, pues de nada serviría la impermeabilidad de las
paredes si por el fondo se filtran caudales imposibles de agotar. En estos casos, sería
necesario un dragado previo hasta alcanzar el sustrato impermeable.

Además, si la ataguía se utiliza en obras fluviales, hay que considerar los problemas
hidráulicos como la erosión del lecho de la corriente y el desbordamiento. No en balde,
si la ataguía empieza a tener dimensiones importantes debe diseñarse y construirse con
todas las garantías exigibles a una presa, aunque sea provisional.

El trazado de la ataguía con frecuencia termina formando un recinto cerrado, caso muy
habitual en el caso de la construcción de cimientos de puentes en los ríos. Sin embargo,
pueden ser construcciones no cerradas, como es el caso de derivación de un río para
construir una presa. En este caso de ataguías abiertas, no tiene sentido que su altura
supere un nivel superior al de las orillas, aunque sí quedar por encima de la crecida
ordinaria del río. La altura debe quedar por encima de las pleamares en obras marítimas.
La construcción de estos recintos estancos es compleja, pues se debe colocar en medio
del cauce de un río o en el mar, en condiciones ambientales a veces muy duras. Es por
ello difícil mantener las tolerancias constructivas, desviándose las dimensiones
previstas en proyecto. Además, hay que tener presente que, en caso de desmontaje, se
deben considerar los esfuerzos sobre la obra construida. Es por ello que muchas veces
los recintos se quedan de forma permanente, por ejemplo, en el caso de la construcción
del cimiento de un puente.

Figura 2. Ataguía de tablestacas para la construcción de la cimentación de un puente.


https://www.flickr.com/photos/vtrans/19114472205

Una ataguía de interés es la construida para el desvío y cierre del cauce de un río para
la construcción de una presa. Realmente son presas cuya vida útil es muy reducida (de
1 a 4 años, según los casos), con fugas de agua o filtraciones admitidas mayores que
las presas definitivas y con materiales empleados que, dada la cortedad de su vida útil,
pueden ser de menor calidad. Es frecuente también colocar una contraataguía aguas
abajo de la presa para contener la lámina de agua que pudiera llegarse a formar agua
abajo, a la salida del túnel de desvío; aunque podría no ser necesaria cuando la
pendiente del cauce es suficiente para que el agua siga con una cota máxima de lámina
inferior al nivel del cauce en el lugar de trabajo.

Sea cual sea el tipo de ataguía a utilizar, resulta muy importante realizar un cálculo del
gradiente hidráulico que se forma por las líneas de filtración del agua por el material
permeable. Si el gradiente hidráulico, es decir, el caudal de agua dividido por la longitud
de la línea de filtración excede a la unidad, se puede producir inestabilidad y el efecto
de “arenas movedizas” del sifonamiento. Estas filtraciones se deben recoger en un
sumidero para ser bombeadas al exterior del recinto excavado. El bombeo previsto para
agotar el agua del recinto debe ser muy superiores a los previstos, pues son frecuentes
las averías de las bombas, así como entradas de agua imprevistas.

La correcta elección del tipo adecuado de ataguía depende de aspectos tales como de
la profundidad del agua, profundidad y tamaño de la excavación, tipo de terreno,
velocidad de la corriente de agua, existencia de mareas o de elementos flotantes,
condiciones locales y los medios que puedan utilizarse en función de la importancia de
la obra a proteger. Galabrú (2004) clasifica las ataguías en los siguientes tipos: ataguías
de tierra, ataguías mixtas de tierra y tablestacas, ataguías de escollera y gaviones,
ataguías de tablestacas metálicas (cortinas simples, recintos y células autoestables),
ataguías de hormigón (gravedad o bóveda, paredes moldeadas en el suelo e
inyecciones, pantallas de pilotes y cajones hincados con aire comprimido o sin él),
ataguías por congelación de suelos y casos especiales (sobres suelo rocoso o en cursos
de aguas con corriente intensa).

Es más, los procedimientos de construcción de cimentaciones mediante cajones


indios o mediante cajones de aire comprimido podrían considerarse, en cierto modo,
como ataguías, puesto que serían sistemas que permiten trabajar en seco; aunque en
estos casos el medio auxiliar no es provisional, sino que queda formando parte de la
cimentación, tal y como pasa en el caso de los puentes cimentados bajo el agua.

REFERENCIAS:

• GALABRÚ, P. (2004). Cimentaciones y túneles. Tratado de procedimientos


generales de construcción. Editorial Reverte, Barcelona.
• POWERS, J.P. (1992). Construction dewatering: New methods and applications.
Ed. Wiley et al., New York.
• PREENE, M.; ROBERTS, T.O.L.; POWRIE, W. (2016). Groundwater Control –
Design and Practice, 2nd Edition. Construction Industry Research and
Information Association, CIRIA Report C750, London.
• TOMLINSON, M.J. (1982). Diseño y construcción de cimientos. URMO, S.A. de
Ediciones, Bilbao, 825 pp.
• YEPES, V. (2020). Procedimientos de construcción de cimentaciones y
estructuras de contención. Colección Manual de Referencia, 2ª edición.
Editorial Universitat Politècnica de València, 480 pp. Ref. 328. ISBN: 978-84-
9048-903-1.

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