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Tierra de vientos

sonidos, voces y ecos de la América andina


una revista digital sobre la musica de los Andes
y los paisajes y gentes que la acunan

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La quena es un instrumento conocido a nivel internacional, y, junto con el charango y la zampoña,


se ha convertido en uno de los "embajadores" de la música (difundida comercialmente) de los
Andes. Se trata de una flauta vertical con escotadura o bisel (sin aeroducto), de tubo abierto, que
pertenece a una familia (notched flutes, flûtes à encoche) con representantes en todo el mundo: las
flautas de huesos humanos de Surinam, la kété de Ghana, la umwirongo de Ruanda, el shakuhachi
de Japón, la m'breli del Congo, la takala de los Emerillón de la Guayana francesa, la pa-oo de
Vanuatu, la kapao iètipe de los Makú de Colombia, la tiwére y la dite de los Wayana de la Guayana
francesa, la haiau de los Waika-Xamatari de Venezuela, las flautas de los Tiriyó, los Wai-wai y los
Yaminawa de Brasil, la paldong de los Kalinga de Filipinas, la xiao y la feng huang xiao chinas, la
tshokwe de Angola, la flauta de cortejo de los Apache, y la danso y la tongso coreanas.

Entre los ejemplares más antiguos de este tipo de flauta hallados en yacimientos arqueológicos del
área andina se encuentran los instrumentos de hueso dotados de tres orificios y construidos por una
sociedad de cazadores, pastores y horticultores de Inca Cueva (Jujuy, noroeste argentino; 2130
a.C.). El mismo instrumento se halló en las manos de una momia en el cementerio de Sequitor
(cultura San Pedro de Atacama, norte de Chile). Más tarde aparecen entre los restos de las culturas
prehispánicas Chicha, Chavín (900-200 a.C.), Mochica (100-800 d.C.), Nazca (100 a.C.-800 d.C.),
Lima (100-650 d.C.), Chancay (1000-1470 d.C.), Chincha (1000-1450 d.C.) e Inca (1483-1533
d.C.).

En la actualidad, las flautas tradicionales andinas tipo "quena" se organizan en varias subfamilias
distribuidas sobre todo en los Andes centrales, y cuyos nombres varían de acuerdo al área de origen
e interpretación. Algunas componen grandes instrumentos (quena quenas, pusipías, lichiguayos,
choquelas...), mientras que otras, sobre todo las de pequeño tamaño, se tocan en conjuntos pequeños
o en solitario (shilos, lawatas, conivis, chaqallos...). Poseen de 2 a 6 orificios, miden entre 10 y 90
cms. de largo, y sus biseles pueden ser triangulares, en media luna, rectangulares o en forma de U.
No siempre cuentan con un orificio posterior. Se construyen sobre todo en distintas variedades de
caña, pero también en madera, piedra (esteatita), hueso, cerámica, metal o plástico. En tiempos
prehispánicos también se usaban calabazas, huesos humanos o plumas de grandes aves.

El nombre « quena » de origen aymara se aplica de forma genérica a esta clase de flautas desde
tiempos relativamente recientes, pues prácticamente no aparece en las crónicas coloniales y los
primeros diccionarios y gramáticas de lenguas indígenas andinas (en los cuales las flautas verticales
eran denominadas bajo el término-paraguas de "pinkullos" o "pingollos"). El vocablo comenzó a
recibir atención y difusión desde finales del siglo XVIII y, sobre todo, durante el periodo romántico
(finales del siglo XIX y principios del XX); en ocasiones, fue usado indistintamente para hablar de
"flautas indias" de cualquier tipo. En la actualidad, "quena" designa a aquellas flautas con un tipo
determinado de embocadura y, más concretamente, al instrumento denominado "quena estándar".

A mediados del siglo XX comenzó un proceso de adaptación de la "quena" andina (la llamada
"quena india") a los estándares de la música occidental. En la práctica, a partir de ciertos tamaños
comunes de quena tradicional se "creó" una flauta (la quena estándar) con la característica
embocadura de la quena, afinada en Sol M, con unas dimensiones determinadas (alrededor de 35
cms. de largo), y seis/siete orificios delanteros y uno trasero para producir una escala temperada. Tal
instrumento no suele encontrarse "en estado natural", es decir, en las áreas de ejecución tradicional
de esta clase de flautas. Con el paso del tiempo, los distintos luthiers fueron agregándole aportes
propios al nuevo instrumento; la mayoría fueron copias o adaptaciones de las técnicas de
construcción de los aerófonos clásicos europeos: uso de maderas nobles, metales preciosos,
plásticos especiales o cañas de variedades exóticas para su construcción; elaboración de boquillas
de materiales duros (hueso, marfil); empleo de barnices y lacas; utilización de maquinaria altamente
especializada para el taladrado y la afinación... De esa forma nació una especie de cultura de la
quena, basada, sobre todo, en la exploración y discusión de las características físicas más
apropiadas para lograr un instrumento óptimo. Entre 1920 y 1930, muchos conjuntos de música
tradicionalista, folklórica o nativista sudamericanos incluyeron las primeras "quenas estándar" entre
sus instrumentos, incorporando así el aerófono al circuito de la música comercial. Para mediados
del siglo pasado ya eran varios los profesionales y grupos que difundían con fuerza los sonidos del
aerófono (p.e. el maestro Alejandro Vivanco en Perú, Julián Tucumbi en Ecuador y Antonio Pantoja
en Perú y Argentina). Si bien en un principio la quena (al igual que otros instrumentos autóctonos)
fue despreciada, o considerada como un elemento "secundario", la destreza que alcanzaron algunos
quenistas y el descubrimiento de nuevas posibilidades sonoras para el instrumento lograron que
terminara siendo muy apreciada.

Hacia 1960, el instrumento viaja a Europa (sobre todo a Francia) de la mano de músicos emigrantes.
Los grupos y solistas de "música latinoamericana" residentes en el Viejo Mundo (p.e. Los Incas,
Los Calchakis, Los Chacos, Los Guacharacos, Guillermo de la Roca, Alfredo de Robertis, Facio
Santillán, "Uña" Ramos, Jorge Cumbo) popularizarían el instrumento y le darían mayor ímpetu a su
empleo. Al mismo tiempo, la quena ganaba innumerables adeptos en Latinoamérica, sobre todo
entre los conjuntos que comenzaban a conformar la llamada "Nueva Canción": Jatari, Los
Huayanay y Ñanda Mañachi en Ecuador; Ruphay, Los Jairas y Los Kjarkas en Bolivia; Alturas,
Vientos del Pueblo, Tiempo Nuevo, Puka Soncco, Los Uros del Titicaca y Raymond Thevenot y los
Machu Picchu en el Perú; Illapu, Inti-Illimani, Quilapayún, Curacas, Kollahuara y Altiplano en
Chile; Los Chaskis, Raíces Incas, Markama, Huerque Mapu, Cuarteto Zupay y Jaime Torres en
Argentina.

El buen hacer de intérpretes como José Miguel Márquez (Illapu), Lars Nilsson (Markama), Claudio
"Pajarito" Araya (Huara), Lucho Cavour, Pancho Valdivia Taucán, Fernando Sepúlveda, Raúl
Mercado, Pedro Chalco, Edgar Espinoza, Omar Salgado, Raúl Olarte, Marcelo Peña y Arturo Flores
(ver reseñas y novedades, entre otros, han llevado a la quena a convertirse en un instrumento de
concierto. De la mano de sus cultores ha superado los límites del repertorio tradicional andino: con
ella se interpreta desde jazz (p.e. Humahuaca Trío), rock y tango a música clásica (p.e. Barroco
Andino), música celta, salsa y cumbia, pasando por el folklore latinoamericano de todas las
latitudes (p.e. Los Folkloristas y Khenany en México, Gustavo Patiño y Los Huayra en Argentina).

Algunos investigadores y músicos señalan que las modificaciones realizadas por los luthiers en el
instrumento original y el desarrollo de estilos y la ejecución de repertorios ajenos al patrimonio
cultural andino han llevado a la "quena estándar" a convertirse en algo diferente del instrumento
tradicional que le dio origen, e incluso en algo "ajeno" al universo musical andino. Sea como sea, la
"quena estándar" ha servido como punto de inicio para muchos músicos de todo el mundo, que a
partir de ella han descubierto la asombrosa riqueza y diversidad de la música de los Andes. Por otro
lado, las variantes tradicionales de la quena continúan interpretándose tanto en fiestas y
celebraciones populares como en espacios privados. Y es precisamente allí, lejos de modernos
talleres de luthería y partituras de conservatorio, donde la quena mantiene su sabor. Ése que la
terminó convirtiendo en un instrumento legendario.

Edgardo CIVALLERO (Buenos Aires 1974) edgardocivallero@gmail.com


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La quena : flauta vertical compuesta por un tubo hueco, abierto por ambos extremos. El extremo
proximal está dotado de una escotadura (sin aeroducto) de forma variable, que oficia de bisel y en
donde el intérprete sopla directamente. En la mitad distal posee entre 4 y 8 orificios de digitación
frontales (equidistantes y en la misma línea que la escotadura de soplo) y uno trasero,
diametralmente opuesto a los anteriores y situado un poco más arriba que el primero de éstos
(detalle de influencia europea). Los materiales, formas, tamaños y afinaciones varían dependiendo
de la región, aunque las más comunes son de caña chuqui o “bambú hembra”. Las quenas
denominadas “profesionales” están afinadas en Sol M (escala temperada), presentan bisel en forma
de U, 7 oficios frontales y uno trasero y miden 35 cms. de longitud y unos 2.5 cms. de diámetro.

Entre las quenas tradicionales merecen mención las pusipías, quena quenas, choquelas y lichiwayus
(o lichiguayos) tocadas en tropas (de varios tamaños y nombres) en Bolivia, Perú y el norte de
Chile; las quenas qarwani (o karhuani), yura, viticheña y chatre de Bolivia; el descomunal tokhoro o
ujusiri de Tiahuanaco; el quenacho, la quenali (o kenali) y la quenilla; la kamacheña o flautilla de
Pascua del sur de Bolivia y norte de Argentina; la hilawata o pusa, el quenacho o pha’laata, la
machu quena u ocona, la puli puli, la chatripuli o chayna y el chaqallo de Puno (Perú); la lawata de
Calca, la phalawata de Cusco y el chhilo, chilo o shilo y la quena mala de Huánuco (Perú).

La quena (qina, kena, khena, k’ena, khhena, khoana) es uno de los instrumentos andinos más
popularizados merced a la música comercial. Miembro de una familia de aerófonos que incluye
muchas flautas tradicionales, la quena –en su variedad estándar o “profesional”- es quizás el
instrumento de viento andino más interpretado a nivel mundial.

Responde al código 421.111.12 de la clasificación Hornbostel-Sachs: instrumento de soplo, de filo o


flauta, sin canal de insuflación, longitudinal, aislado, abierto y con agujeros.
Es una flauta vertical de estructura muy básica. Se trata de un tubo único abierto por ambos
extremos. En el proximal se sitúa una escotadura o bisel de forma variable (U, V, cuadrada,
semicircular, elíptica), en la cual el músico sopla directamente. Dependiendo de la forma, amplitud
y profundidad de este bisel, la calidad del sonido producido por el instrumento podrá variar
drásticamente (a mayor anchura, la intensidad aumenta y la dulzura disminuye). La quena no
dispone de aeroducto de insuflación, a diferencia de la flauta dulce europea y otros aerófonos, lo
cual hace que su interpretación sea particularmente complicada.

En la mitad distal se encuentran los orificios de digitación frontales, generalmente ordenados en


línea con el bisel, de tamaños relativamente similares y en número variable. Ciertos orificios pueden
presentarse desalineados para facilitar la digitación de algunas notas. Algunos pueden ser más
grandes que otros, debido a problemas de afinación a la hora de construir la quena. Finalmente, el
número varía entre 4 y 8, aunque en líneas generales las quenas “profesionales” poseen 6-7
orificios, a semejanza de la flauta dulce europea moderna.

Puede o no existir un orificio posterior, que en todo caso se sitúa un poco más arriba del primer
orificio frontal, pero diametralmente opuesto a éste.

La base puede coincidir con un nudo de la caña (taladrado) o quedar totalmente abierta. En el
primer caso (“medio tapadillo” o “semitapadillo”), los bordes del nudo restantes, que cierran
parcialmente la abertura distal, varían la afinación del instrumento.
Las quenas “profesionales” están afinadas en la escala de Sol M (nota tónica Sol) y miden unos 35
cms. de largo y unos 2.5 cms. de diámetro. Existen quenas “profesionales” afinadas en otras escalas
(Fa M, Fa# M, Sol # M, La M) para propósitos especiales. Su longitud y su diámetro variarán
proporcionalmente.

La escala musical proporcionada por la quena es principalmente diatónica, aunque con una
digitación apropiada puede lograrse una perfecta escala cromática. Cubre un intervalo de dos
octavas, si bien con la técnica correcta puede obtenerse media octava más en el registro sobreagudo.
Para conseguir la afinación de los registros agudo y sobreagudo, el tubo tiene que ser recto; la
sección, circular; y el diámetro, el mismo en toda su longitud: los instrumentos con forma de cono,
sección elíptica o ligeras curvaturas a lo largo “mienten” en tales registros.

El material más empleado en la fabricación de quenas es la caña. Es la que proporciona al


instrumento su característico timbre sedoso y envolvente. Tradicionalmente se utiliza la caña
llamada chuqui (bambú hembra, wilulupu, sukus, suju suju, sokhosa, tacuarilla, carrizo, gádua,
charro, cañahueca, caña brava), aunque, dependiendo de la disponibilidad y la localización
geográfica, pueden usarse otras variedades, como la tacuara, la “caña castilla” (caña común), la
castel mamaq y la bombilla mamaq peruana, el tokhoro o el bambú. Cada variedad de caña,
dependiendo de su calidad, rugosidad interna, grosor de pared, forma (circular, elíptica), defectos y
tiempo de secado y estacionamiento, suena de una manera distinta. Se prefiere la caña bien seca a la
sombra, de corte circular, pulida interiormente, de fibra continua y densa y sin defectos de ningún
tipo, si bien en los ámbitos tradicionales no se tienen en cuenta tantas recomendaciones (de ahí el
peculiar sonido de algunas de esas quenas: “pifiado”, “desafinado”, “rasposo” o “vibrante” para
algunos músicos “occidentales”).

Otro material muy usado es la madera. Dada la complejidad que implica construir un tubo abierto,
perfecto y de paredes finas a partir de un bloque de leño, tal material es usado principalmente por
carpinteros con experiencia en el manejo de tornos. El sonido de estas quenas es más agudo y
preciso. Si bien está desprovisto de las armonías de la caña, resulta adecuado para músicos que
pretendan lucir sus destrezas técnicas en lugar de extraer del instrumento texturas sonoras. En los
ámbitos tradicionales se han usado a veces ramas horadadas con hierros al rojo para quenas y otras
flautas. Su sonido, lleno de armónicos, no es apreciado por los quenistas “urbanos”.

Pueden elaborarse quenas de piedra (esteatitas, areniscas, esquistos), arcilla cocida, calabazas finas,
tubos de metal y caños de plástico (PVC). Estos últimos son muy estimados en lugares en donde la
caña no abunda (situación cada vez más frecuente dada la presión ecológica que reciben las zonas
húmedas andinas en donde crecen naturalmente). La calidad de su sonido es, si no inferior,
profundamente diferente. Sin embargo, cumplen su función de forma idéntica a la de las flautas de
caña o madera. Las quenas de hueso son, en la actualidad, una verdadera rareza. Se emplean huesos
de patas de parina (flamenco andino) o pelícano, alas de cóndor u otras aves de gran porte o tibias
de mamíferos como la llama. Su timbre se asemeja al de la madera. Dado el diámetro y la longitud
reducida de los huesos, su sección habitualmente elíptica, su porosidad y la curvatura que muestran
muchos de ellos, estas quenas tienen un sonido agudo y fluctuante y son de difícil interpretación.

Las quenas cuentan con siglos de antigüedad. Han sido encontradas quenas líticas, de cerámica y de
huesos animales (huesos largos de alas de cóndor o de patas de flamenco y pelícano, ulnas de
auquénidos o fémures de félidos) en enterramientos de antiguas culturas prehispánicas como
Chavín, Nazca, Chimú, Paracas, Mochica/Moche e Inca (Perú) o Tiwanaku/Tiahuanaco y Chichas
(Bolivia).

Las quenas preincaicas y prehispánicas son silbatos sencillos con un número variable de orificios
frontales y una escotadura o muesca en semicírculo o media luna. Sus orificios eran equidistantes,
dependiendo de la habilidad o las características del constructor (que a veces llegaba a utilizar sus
propios dedos para marcar las distancias). En ocasiones el interior era sellado con cera de abeja para
tapar poros y lograr así un mejor sonido. Cualquier imperfección en el exterior (incluyendo errores
en el taladrado de los orificios) era igualmente reparada con el mismo material.

Existe un acalorado debate sobre las escalas que cubrían las quenas preincaicas y prehispánicas. Los
autores de principios y mediados del siglo pasado popularizaron la teoría de la “escala pentatónica
incaica”. Estudios modernos sobre flautas arqueológicas insinúan que las escalas serían muy
variables y no se atendrían a unos patrones determinados dentro de los esquemas de la música
occidental.

De acuerdo a Karl Gustav Izikowitz, su distribución geográfica original estaba limitada por el sur
por una línea entre Jujuy y el Chaco (Argentina) y por el este por otra en la dirección del río
Paraguay hacia el norte.

Las quenas líticas se hallaban sobre todo en el altiplano; las de arcilla, calabaza y metal, en Perú; las
de caña, desde Perú hacia el NE hasta las Guayanas y el SE hasta Paraguay; las de hueso, en Perú y
en torno a la cuenca del Amazonas hasta las Guayanas. Izikowitz documenta quenas de hueso de
jaguar entre los Patamona (Ingariko) de Guyana y los Yuracaré del oriente boliviano, y Theodor
Koch-Grünberg reseña quenas de hueso de ciervo entre los Ye’kuana (Makiritare) de Venezuela y de
jaguar entre los Pemon (Taulipang) de Guyana. Los esposos D’Harcourt, entre sus numerosos
trabajos sobre Sudamérica, informaron de la existencia de quenas de 7-8 cms., instrumentos únicos
dentro de su clase, y el musicólogo Carlos Vega describió las variedades interpretadas en Argentina.

Los registros más tempranos de las quenas aparecen reseñados en el “Vocabvlario de la lengva
aymara” (Juli, 1612) del jesuita Ludovico Bertonio : Flauta de caña: Quena quena (p. 243, primera
parte), Pputu pputu, Quena quena, Lutu lutu, Ppía ppia cala &c. Piedra o qualquiera otra cosa
muy agugereada (p. 284, segunda parte), Quena quena, Ppia ppía, Lutu lutu: Cosa muy agugereada
(p. 288, segunda parte), Quena quena, pincollo: Flauta de caña. (p. 289, segunda parte).
Curiosamente, los diccionarios contemporáneos de la lengua quechua (Domingo de Santo Tomás
(1560), Juan Martínez de Ormachea (1604), Diego de Torres Rubio (1603), Diego González
Holguín (1607), Juan Roxo Mexía y Ocón (1648) y Esteban Sancho de Melgar (1691)) ignoran el
término “quena” o “quena quena”, e incluyen “pingollo” (Santo Tomás) o “pincullu” (González
Holguín) como “flauta”.

Felipe Guamán Poma de Ayala (“El primer Nueva corónica y buen gobierno”, 1615) y Bernabé
Cobo en su “Historia del Nuevo Mundo” (1653) sí emplean “quena quena”. En las páginas 315 y
325 de su obra, Guaman Poma se refiere a “quena quena” como una danza aymara (de los hombres
del Collasuyo) o del Condesuyo (p. 329) y a las flautas como “pingollos”. Cobo, por su parte,
define: “Quenaquena es una caña sola como flauta para cantar endechas”.
Probablemente las referencias de estos cronistas antiguos (especialmente de Guaman Poma y el
Inca Garcilaso de la Vega) a flautas del Imperio Inca elaboradas a partir de huesos procedentes de
enemigos caídos en combate estén relacionadas con quenas.

La forma más popular de quena es la “profesional”, que ha asimilado un buen número de rasgos de
la música occidental: escala diatónica/cromática temperada (que condiciona el número de orificios
frontales), presencia de orificio posterior, ausencia de orificios de afinación en la base y
determinadas características físicas (forma y calidad del material, tratamiento, construcción).

Sin embargo, al mismo tiempo pervive un enorme número de quenas tradicionales. Una parte se
interpretaron e interpretan de forma comunitaria, en tropas, combinando distintos tamaños para
formar armonías particulares.
Merecen mencionarse :

• Las pusi p’iyas o pusipías de la zona Aymara (Bolivia, sur de Perú y norte de Chile). 4/0 (cuatro
orificios frontales y ninguno posterior, de ahí el nombre aymara de “cuatro agujeros”) y tres
tamaños: tayka (80 cms.), malta (55 cms.) y jiska (40 cms.).

• Las quena quenas (Bolivia). 6/0, 50-60 cms. de largo y 3 de diámetro.

• Los lichiwayus o lichiguayos Aymara y Chipaya (Bolivia, sur de Perú y norte de Chile). 6/0 o 6/1.
5 cms. de diámetro y tres tamaños: pac pingallo (60 cms.), taipi pingallo (40 cms.) y kholto pingallo
(30 cms.) para los Chipaya.

• Las choquelas Aymara (Bolivia y sur de Perú). 6/0 y dos tamaños: guía o jach’a (60 cms.) y malta
(40 cms.)

Edgardo CIVALLERO (Buenos Aires 1974) edgardocivallero@gmail.com

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