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Maestría en Ordenamiento Urbano - Regional

Facultad de Artes
Sede Bogotá

Jaramillo, Alejandra. Bogotá imaginada: narraciones urbanas, cultura y política.


Capítulo III: Alegorías de una modernidad fracasante. Bogotá, Alcaldía Mayor, 2003,
pp. 113 – 182
Ciudad y Literatura
Estudiante: Yarledy Olarte Alzate
Ingeniera Geógrafa y Ambiental

Bogotá históricamente ha sido catalogada como una ciudad caótica e insegura, esto no es
solo una percepción de extraños sino de oriundos que narran a la ciudad de esta manera,
describiendo que, algunos momentos han tenido picos más altos que otros pero que, a fin
de cuentas, ha sido una percepción constante que nunca ha abandonado a la capital.
Este caos y pérdida de rumbo ha llevado incluso a que se considere que necesite de
nuevas teorías para ser estudiada y entendida; ahora bien, todo este ambiente de caos y
de inseguridad confluye al tiempo con una época de cambios y transformaciones a nivel
político y estructural, lo que ha develado al mismo tiempo una resistencia al cambio,
específicamente con las tendencias modernistas, siendo reacios a que estas
transformaciones realmente traigan consigo bienestar. Visto lo anterior y teniendo una
percepción de mejora desde diferentes ámbitos, desde el arte especialmente se difiere,
pues este ha servido como exponente de lo oculto y sombrío de lo urbano: la pobreza, la
exclusión, el crimen, la degradación del ser humano en las drogas y el delito.

Ahora, en este punto es cuando los imaginarios urbanos cobran fuerza, pues por un lado
se puede percibir la construcción cultural y social de la ciudad, y por otro lado, los deseos
y frustraciones de sus habitantes, tal como se mencionaba antes, la ciudad
tercermundista se convirtió en un arquetipo de caos, violencia, miseria, vagabundos,
asesinatos, multitud… lo que en algún momento se ha descrito como el futuro del planeta,
una vez la crisis del sistema económico confluya con la crisis climática y todo lo que esto
acarrea: destrucción, agotamiento de recursos, pérdida de calidad de vida, algo así como
lo que vemos en “Elysium” donde solo aquellos con verdadero poder adquisitivo logren
subsistir; desde este supuesto lo que se narra en Scorpio City cobra todo el sentido:
“somos el futuro. He ahí nuestro difícil privilegio”.

Contrario a lo anterior, en la segunda mitad de la década de los 90’s Bogotá se


reconstruye como un proyecto moderno que le apuesta a la construcción de ciudadanía
con la posibilidad de apropiarse de la ciudad desde el espacio público, entendido este
como un lugar de encuentro y de interacción social. Sin embargo, esto parece quedarse
en discurso, incluso hasta la actualidad y en pleno siglo XXI la percepción básicamente
sigue siendo la misma y día a día se complejiza aún más. No es un secreto a voces que la
ciudad se ha convertido en escenario de crimen, de anonimato, de soledad, Bogotá es
una ciudad caótica, diversa y por sobre todas las cosas, compleja, muy compleja.

En últimas, la idea de que Bogotá se dilucidara como una ciudad construida y pensada
desde y para su población parece haberse quedado muy corta, pese a considerarse una
red y un espacio confluido por una realidad plural, y al mismo tiempo, un lugar de
encuentro de travesías, de movilidades y de constante transformación. Es tal el grado de
complejidad de la ciudad que ha sido plano perfecto para las diferentes muestras de arte
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que contemplamos hoy por hoy, el cine, la literatura, la música, el teatro, todos ellos han
sido permeados por la ciudad y la narran de diferentes formas, la diversidad cultural toma
relevancia en este punto.

Tal como se ha venido analizando en el bloque latinoamericano, la ciudad se ve envuelta


en un laberinto, en un lugar lleno de formas y de peligros, de recaídas, un lugar que
devora a sus habitantes si estos llegan al punto de permearse en sus vicios; y como
(nuevamente retomando) se narra en Scorpio City “ser bogotano es pertenecer a las
cloacas del infierno. Por eso aquí ciudadano es sinónimo de roedor”. Esto analizado
desde el orden artístico muestra la evidente exclusión social que se vive en Bogotá, las
personas que sobreviven a diario, el hambre, la miseria, el acoso sexual en una de las
peores ciudades para nacer mujer en el mundo, la rudeza de las drogas y el alcohol como
escapatoria a la realidad, todas ellas manifestaciones de cómo la urbe se consume día a
día a sus habitantes. Quizá en el momento en que se estudie y se entienda la perspectiva
y la cruda realidad cambie, en otros términos, viviremos en un ambiente irreconciliable de
la realidad urbana bogotana.

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