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trabajos de otros. Con todo, sus sombras no consiguieron eclipsar su aportación a la ciencia.

Con
ayuda del príncipe Alberto de Sajonia, creó en Londres el Museo de Historia Natural, donde
exhibió su variada colección de fósiles de dinosaurios.

Pero tuvo que pasar algo más de un siglo para que los descubrimientos y las investigaciones
acerca de los dinosaurios tuvieran la dimensión que merecen. Y eso se debió, en buena parte, a
Steven Spielberg y a su película Parque Jurásico. Este detalle lleva a darle la vuelta a la Poética de
Aristóteles y a su principio, según el cual, las artes imitan a la naturaleza. Aquí pasó al contrario,
pues, gracias a que Spielberg llevó la novela de Michael Crichton a la gran pantalla, en 1993, las
investigaciones acerca de las especies que hace millones de años dominaban el planeta,
empezaron a conseguir financiación. Fue entonces cuando numerosos equipos de científicos
entraron en acción como nunca antes había sucedido. La ficción, en este caso, condicionó la
realidad.

Hoy, los dinosaurios se han convertido en un icono pop, y cada nuevo hallazgo da la vuelta al
mundo en forma de noticia. El Yingliang es el ejemplo; lo más parecido a un polluelo, con todas
las características más significativas de las actuales aves, incluidas las plumas. Pero hay otro
asunto del que poco o nada se habla cada vez que hay un nuevo hallazgo fosilizado de dinosaurio,
y es la relación de los dinosaurios con las aves debido a la similitud de la glándula pituitaria.

El pasado año, un equipo de investigadores brasileños reconstruyó el cerebro del Buriolestes


schultzi, un dinosaurio del Triásico tardío cuya glándula pituitaria era relativamente pequeña,
semejante a la de las aves. Volviendo a Aristóteles, hay que recordar que fue el estagirita, y no
otro, quien primero investigó acerca de esta glándula del tamaño de un guisante. Según su
creencia, la pituitaria era el órgano causante de la mucosidad de nuestra nariz. Pero Aristóteles
estaba equivocado. En otra ocasión dedicaremos una pieza a esta glándula maestra, responsable
de regular buena parte de las funciones de nuestro cuerpo.

Para terminar, una recomendación lectora. Se trata de un relato acerca de dinosaurios, tal vez
una de las mejores ficciones donde el viaje al pasado adelanta el efecto mariposa. Se titula El
ruido de un trueno, y fue publicado a principios de los años cincuenta por Ray Bradbury. En dicho
relato, el escritor estadounidense nos traslada hasta el año 2055, donde una empresa de viajes
ofrece safaris a la época en que los dinosaurios dominaban la tierra. Un relato que, sin duda,
sirvió de inspiración a Michael Crichton para escribir su Parque Jurásico.

El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio
particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias
de conocimiento.

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