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Hola, este es nuestro primer post.

Les contaremos la historia de Gaita y Luna, dos


perritas a las cuales les ayudamos a mejorar su vida y que al igual que muchos otros
perritos en situaciones de maltrato, abandono o discapacidad merecen tener una
segunda oportunidad.

[Imagen]

Todo comenzó en una clase de la universidad, en dicha clase, el proyecto final consistió
en realizar una prótesis, una silla o algo que pudiera ayudar a un perrito de estos a
recuperar parte de su movilidad. El profesor nos comentó que los perros habían
perdido la movilidad e incluso alguna extremidad debido a los accidentes en la calle, al
abandono y más cruel aún, al maltrato. El perrito, o mejor dicho, perrita a la cual
escogimos fue Gaita, la conocimos solo por fotos, pero algo especial nos llamó al
momento de elegir. Hasta donde sabíamos, presentaba un problema para mover sus
patas traseras, no nos imaginábamos la desfortuna que había vivido.

Decidimos construir una silla de ruedas para Gaita, y para ello, necesitábamos tomar
medidas para fabricar la silla adecuada que le ayudaría a recuperar su movilidad. Fue
así, que en un día de mañana, acudimos al refugio canino donde se encontraban Gaita y
Luna. Este lugar se encarga de dar cobijo y refugio inmediato a perritos que han sufrido
abandono, maltrato o mutilación, así es, lo has leído bien, MUTILACIÓN, una práctica
desgarradora que es más común de lo pudieras imaginarte. Para que tengas una idea,
el refugio ampara a cinco desafortunados perritos de un total de cien con esa
característica, cuyo único error fue encontrarse con personas equivocadas en
situaciones inesperadas.

El Refugio de Monty tiene por nombre y se encuentra ubicado en Puebla, México. Un


enorme hogar improvisado, asentado sobre una calle rural, que acoge perritos en lo
que pareciera ser el resto de sus vidas y que pudiera confundirse con una casa más,
como cualquier otra, sin embargo, no lo es. Llegamos en auto y al acercarnos, el ruido
de las llantas pareciera activar una trampilla que desencadena cientos de ladridos,
inmediatamente te das cuenta de la particularidad que tiene esa casa.

Al bajar del auto puedes confirmarlo nuevamente, has llegado y un olor peculiar se
apodera del ambiente. Nos acercamos a la puerta para anunciar nuestra presencia y al
tocar el timbre, los ladridos que parecieran no poder aumentar más, se multiplican,
ladridos de todos los tamaños, razas y personalidades, ladridos pequeños e inofensivos
que se fusionan con ladridos enormes, imponentes, de lo que parecieran perros
gigantescos. La puerta se abre y alguien sale, al ambiente caótico y bullicioso
desaparece lentamente para dar paso al sosiego, una figura de autoridad se ha
mostrado, los perros lo saben, la paz se apropia de ellos.

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