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Balance (2021) y desafíos (2022)

Unidad y movilización para el relanzamiento


del proceso de cambio

En el II Congreso nacional del Nuevo Perú realizado en noviembre 2021, compartimos un balance y evaluación de
nuestra participación electoral, nuestro rol en la actual coyuntura política y la perspectiva estratégica de nuestro
proyecto. Empezando el 2022, consideramos indispensable hacer, además, un balance general de lo actuado desde
que se abrió la oportunidad de un proceso y gobierno de cambio, en un momento crucial para la historia del Perú, en
el que la táctica y la estrategia tienden a sobreponerse. Formulamos también perspectivas y líneas de acción para el
corto y mediano plazo.

Elecciones 2021: prevalece la opción del cambio en medio de una crisis de régimen que aún no se resuelve

Nuestro país atraviesa desde hace varios años una profunda crisis multidimensional, como consecuencia del
agotamiento del neoliberalismo iniciado por la dictadura fujimorista; esta crisis se ahondó en el 2017 por el destape
de la corrupción vinculada al caso Odebrecht que comprometió a varios expresidentes de la República, a la élite política
y empresarial; continuó con los audios de Los Cuellos Blancos del Puerto en el 2018; y fue develada en toda su
magnitud por la pandemia de estos últimos dos años que mostró de manera descarnada cómo el Estado ha sido
utilizado por los grupos de poder para sus gigantescas ganancias y no para satisfacer las necesidades en salud,
educación, vivienda y otros derechos de la ciudadanía. Se ahondó así la desafección hacia la política y las instituciones.
El crecimiento económico resultado de los altos precios en el mercado internacional y el remate de nuestros recursos
naturales enriqueció a unos pocos y se profundizó la desigualdad social.
En medio de esta crisis múltiple, con una gran fragmentación política, con un creciente malestar y un ánimo
destituyente, la demanda de cambios profundos y de representación de los sectores postergados por una República
excluyente y un neoliberalismo voraz fue encarnada por Pedro Castillo, maestro rural y sindicalista, quien irrumpió en
la escena política tras su importante participación en la huelga magisterial del 2017 y pasó a la segunda vuelta junto a
Keiko Fujimori.
Reconociendo las coincidencias programáticas y la legítima elección de los sectores populares del maestro Castillo,
además de identificar la amenaza que significaba la candidatura fujimorista aupada por la ultraderecha, la Comisión
política del Nuevo Perú sostuvo conversaciones institucionales con la Dirección política de Perú Libre que derivaron
en la formulación del “Compromiso por el cambio” (https://bit.ly/3JNOXFq), documento firmado por Pedro Castillo y
Verónika Mendoza, en el cual acordamos unir fuerzas para asegurar el triunfo en la segunda vuelta. Para ello
articulamos a nivel de equipo técnicos, parlamentarios electos y comités territoriales, aportando así en la elaboración
del Plan “Perú al Bicentenario sin corrupción”, en la difusión de las propuestas, la movilización en la campaña, la
defensa del voto, entre otras tareas asumidas con decisión unitaria y con responsabilidad por parte de nuestra
organización.
El resultado de la segunda vuelta movilizó a la derecha, dispuesta a impedir la proclamación de Castillo. Con el cuento
del fraude atacaron a las instituciones electorales y movilizaron grupos de choque (La Resistencia) con el aval del poder
económico, el poder mediático y “líderes de opinión” encabezados por Vargas Llosa. Desde el Nuevo Perú actuamos
firmemente en defensa de la voluntad popular y la democracia, apoyando al equipo legal y de personeros y
movilizándonos en las calles frente a la pretensión de la derecha de anular legítimas votaciones ciudadanas y
desconocer los resultados previamente avalados por todas las instituciones peruanas y todos los observadores
internacionales. Contribuimos también a alertar a la comunidad internacional frente a estas pretensiones
antidemocráticas y participamos de la conformación del Frente Nacional por la Democracia y la Gobernabilidad,
espacio de confluencia de organizaciones sociales y políticas que primero asumió la tarea de defender la voluntad
popular expresada en las urnas y, luego, se propuso dar soporte social al gobierno.

Lograda la proclamación de Castillo, y planteada su invitación a participar del gabinete, decidimos orgánicamente
formar parte del mismo, concretando nuestra participación en los ministerios de Economía y finanzas y de la Mujer y

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poblaciones vulnerables, con Pedro Francke y Anahí Durand respectivamente, en la perspectiva de contribuir a un
manejo económico responsable a la vez que construir progresivamente una nueva economía soberana, diversificada,
sostenible y con una redistribución justa, así como procurar igualdad plena de derechos para todas y todos sin ninguna
discriminación. Dicho acuerdo se sustentó en el compromiso común de implementar el Plan “Perú al Bicentenario sin
corrupción” y de construir un gobierno transparente y participativo, con protagonismo de los sectores populares y las
organizaciones sociales. Cerramos esta etapa electoral decididos a respaldar en el Ejecutivo, el Legislativo y con la
movilización social, al gobierno que eligieron los peruanos para concretar sus aspiraciones de cambio.

Un gobierno asediado, dos gabinetes, la ausencia de soporte colectivo y las grandes expectativas sociales por el
cambio

Tal como prefiguraba la actuación de la derecha en la segunda vuelta, el gobierno del Presidente Castillo arrancó con
una cerrada oposición que desde el primer día puso sobre la mesa la posibilidad de vacancia, dejando en claro que
ésta no tiene que ver con la gestión del gobierno sino con la persistencia en desconocer el resultado electoral. Desde
el lado del gobierno, luego de un mensaje presidencial inicial con iniciativa y propuesta, lamentablemente, las
contradicciones dentro del propio gabinete, las marchas y contramarchas y la falta de claridad en cuanto a las políticas
y medidas a priorizar, fueron debilitando la capacidad de iniciativa del gobierno y el liderazgo del Presidente. Uno de
los grandes problemas del gobierno es la ausencia de un centro de dirección estratégica que permita definir las
alianzas, implementar el programa en el tiempo y traducirlo en políticas públicas coherentes. Esto se reflejó en el
primer gabinete que tuvo una composición corporativa de los sectores que colaboraron con Perú Libre en campaña,
incluyendo a organizaciones como Runa o el Frente Amplio. La conducción errática del premier y las crecientes
desavenencias con el presidente (sobre, por ejemplo, la continuidad de Maraví o la cuestión del gas de Camisea que
no fue preparada con el gabinete sino lanzada sin mayor sustento por el premier), impidió construir una coordinación
consistente. A ello se sumó la poca capacidad del premier de ensamblar un equipo de gobierno con mirada estratégica
y cohesionado con el presidente, los aliados y las organizaciones del campo popular. Conscientes de estas dificultades,
desde el Nuevo Perú planteamos interna y públicamente la necesidad de definir un rumbo colectivo, lejos de las
competencias entre individualidades o agrupamientos, sino poniendo por delante las propuestas de cambio. En esa
perspectiva planteamos el relanzamiento, coordinado y consistente de políticas y medidas concretas en sintonía con
lo ofrecido en campaña y con las necesidades urgentes de la ciudadanía. Así, por ejemplo, en setiembre 2021
propusimos “Cinco cambios urgentes para la gente”: Reforma Tributaria, nacionalización del gas, Segunda reforma
agraria, reforma laboral para y con los trabajadores y reconocimiento al trabajo de cuidado de las mujeres y autonomía
económica (ver documento aquí https://bit.ly/3ibr3r9)
En octubre, Mirtha Vásquez asumió el premierato con la tarea prioritaria de generar mayor estabilidad y articulación
dentro del gabinete, tender puentes con las diversas fuerzas políticas con presencia en el Parlamento y mantener a la
vez el proyecto de cambio a favor de las mayorías populares. Sin embargo, al no contar con una correlación propia ni
en el gabinete ni en el Parlamento, enfrenta críticas tanto de la derecha como de Perú Libre. Desde el Nuevo Perú nos
mantuvimos en el Ministerio de economía y el Ministerio de la Mujer. Desde esos espacios nos propusimos impulsar
no solo algunas medidas a favor de los sectores más vulnerables sino también impulsar algunas reformas de fondo.
Así, por ejemplo, el MEF destinó más de 5 mil millones de soles para transferencias directas para apoyar a 13,5 millones
de peruanos y peruanas y, a su vez, para reactivar la demanda y mover las economías locales, se avanzó en el pago a
los pensionistas de la ONP que habían aportado por más de 10 años y no podían acceder a sus pensiones, el pago de
la deuda social a los maestros y maestras, se restituyó el derecho a negociación colectiva de los trabajadores del sector
público, entre otras medidas destinadas a sectores habitualmente postergados, manteniendo a la vez el equilibro
macroeconómico. El PBI ha crecido en 13%, es decir, se ha recuperado e incluso superado el nivel de crecimiento
prepandemia, con un record histórico de S/.39 mil millones de inversión pública, la inversión privada también ha
crecido en un 35% y se ha reducido el déficit fiscal prácticamente a la tercera parte. Pero, además, se impulsó una
reforma tributaria para mejorar la recaudación y poder invertir más y mejor en salud, educación e infraestructura
esencial, avanzando en una redistribución con justa y equitativa. Lamentablemente, la mayoría parlamentaria aprobó
una versión muy recortada de dicha propuesta. Desde el Ministerio de la Mujer, se trabajó para empezar a restituir un
Estado activo y presente en el territorio para atender a las poblaciones en situación de vulnerabilidad y para incluir a
organizaciones sociales de mujeres como agentes activos para la viabilidad de las políticas. Se implementó la estrategia
“Caso por caso hasta llegar a casa” para la desinstitucionalización de menores, se sentó las bases del Programa Mujer

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emprendedora, el programa Gobernando juntas para el apoyo en la gestión de las mujeres autoridades, se presentó
el Proyecto de ley de pensión de orfandad vulnerable para poder dar asistencia integral a más de 80 mil niños, niñas y
adolescentes (pendiente de aprobación en el Congreso), entre otras iniciativas. Se ha iniciado, además, un proceso
participativo para construir un Sistema nacional de cuidados que permita reconocer, valorar y asumir de manera
compartida entre hombres y mujeres, Estado y sociedad, el trabajo de cuidado que hoy asumen principalmente las
mujeres. Sin embargo, más allá de la gestión y la iniciativa en cada uno de estos sectores, no hemos logrado construir
una articulación política consistente dentro y fuera del gabinete que permita darles fuerza y respaldo social movilizado
a las reformas planteadas. Este es un desafío pendiente. Como organización, además, hemos insistido
programáticamente en profundizar la segunda reforma agraria, la renegociación de los contratos de Camisea y la
masificación del gas, entre otros temas.

A nivel del Poder Legislativo, el hecho de que Perú Libre perdiera la conducción de la Mesa Directiva fue un primer
revés que además lo dejó fuera de la conducción de las principales Comisiones. Nuestra Bancada promovió la
presentación de una lista alternativa a la de la derecha, pero la falta de experiencia parlamentaria y desavenencias en
la bancada gobiernista impidieron llegar a buen puerto. Los 4 congresistas del Nuevo Perú, Ruth Luque, Sigrid Bazán,
Isabel Cortez y Edgar Raymundo han hecho grandes esfuerzos en articular con diversas organizaciones y movimientos
sociales (sindicatos, ollas comunes, comedores populares, comunidades afectadas por la contaminación minería, etc.)
para construir una agenda legislativa que recoja las demandas y expectativas de dichos sectores y hacer eco de su
voz en el Parlamento. Han sido firmes también en denunciar las maniobras golpistas de la ultraderecha y las
pretensiones de recortar derechos ciudadanos (como el paquetazo antilaboral de la presidenta del Congreso que,
finalmente, tuvo que retirar sus propuestas, el recorte del derecho ciudadano a convocar a un referéndum para
modificar la Constitución, entre otros). Sin embargo, queda el desafío de concretar una articulación de las y los
congresistas de izquierda y plantear iniciativas comunes con respaldo social para no estar, como se ha estado hasta
ahora, principalmente a la defensiva.

Entretanto, hemos seguido apoyando decididamente la construcción y consolidación del Frente nacional por la
democracia y la gobernabilidad que se ha movilizado para rechazar las pretensiones golpistas del Parlamento y
exigiendo que se realicen los cambios por los que la ciudadanía votó. Se han hecho grandes esfuerzos para llevarlo
más allá de la movilización reactiva cada vez que se agudizan los intentos golpistas o se pone en crisis al gobierno
debido a la impericia con que se manejan muchas cosas en su interior. Lamentablemente Perú Libre decidió abstenerse
de participar en dicho Frente, decisión que esperamos se pueda revertir. Sin embargo, se ha logrado conformar un
núcleo de dirección con importantes organizaciones sociales, políticas, sindicales, indígenas y de mujeres, que viene
trabajando la conformación de un gabinete social y popular que dialogue desde su autonomía con el Ejecutivo, un
programa de cambio desde las organizaciones sociales y políticas que lo componen, así como el impulso del proceso
constituyente. También se ha elaborado una propuesta para la conformación de un Sistema de participación
ciudadana en la perspectiva de institucionalizar el diálogo y la participación permanente de las organizaciones sociales
en el gobierno del cambio.

Han sido cinco meses de un gobierno asediado por las élites y el poder mediático con un sector golpista que a sólo
cuatro meses presentó una arbitraria moción de vacancia. Facilitado esto último por la dificultad del propio
presidente Castillo para establecer un equipo que lo acompañe en la conducción política que sea profesional, honesto
y comprometido con el cambio. El delegar funciones claves a parientes, allegados y redes de paisanaje sin visión
política ha traído consecuencias negativas en el manejo de visitas y relaciones que tendenciosamente son presentadas
como turbias y delictivas. Destaca también la dificultad del presidente para liderar una relación estable con Perú Libre,
debiendo lidiar con el ala cerronista que pasa de calificarlo de “sindicalista básico” a tenderle nuevamente la mano,
para luego abrazarse con los golpistas y culpar obsesivamente a los “caviares” de sus propios errores. El grupo
magisterial tampoco termina de consolidar un soporte estable y pareciera priorizar sus intereses gremiales.
Finalmente, la relación del presidente con el Frente por la democracia y las organizaciones sociales ha sido esporádica
y sin una estrategia clara. Así, mientras la derecha y la ultraderecha le recortan facultades al gobierno y frenan sus
iniciativas desde el Parlamento, promueven grupos de choque que generan caos y violencia en las calles, así como la
infiltración en determinados círculos del gobierno de personajes cuestionables en búsqueda de negocios particulares;
mientras los sectores del centro pragmático presionan al gobierno para que renuncie a su programa de cambios, en
las izquierdas, las prácticas sectarias de ciertos grupos pretenden poner en disputa, no un programa, sino el control o
la influencia en el gobierno por delante, dividiendo al campo popular e incluso boicoteando al gobierno mismo.

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Pasar a la ofensiva: Unidad, acumulación y nueva Constitución

Entrando al 2022 es claro que la derecha y ultra derecha continuarán implacables contra el gobierno del presidente
Castillo trabajando para tumbarlo, sea por la vía de la vacancia parlamentaria, la jugarreta judicial o el sabotaje en las
calles. Más sutilmente el “centro” y los liberales, fungen de observadores deseosos que se cumplan sus vaticinios de
fracaso. Es fácil prever que continuará el ataque del poder mediático maximizando cualquier error y ocultando los
aciertos y avances del gobierno. Como organización política de izquierda y del campo popular, debemos tener claro
que los grupos de poder NO van a detenerse hasta sacar al presidente Castillo de Palacio y con ello anular la posibilidad
de cambio a favor de las mayorías. Persistirán en imponer un programa y un gabinete servil con los grupos de poder,
pero aún si lo consiguen no tolerarán a Castillo: en su perspectiva, un campesino no puede ser presidente, y si lo es,
debe fracasar, y con él todo proyecto de izquierda o nacional popular.

Se ha llegado al gobierno, lo cual es un logro histórico, pero está todavía abierta la disputa por el poder. Haber
culminado estos cinco primeros meses del 2021 revirtiendo un primer intento de vacancia, superando conflictos
sociales en base al diálogo sin la represión y criminalización que estuvieron a la orden del día en los gobiernos
anteriores, con logros concretos como la vacunación (80% de la población vacunada) y la reactivación económica en
curso, puede permitir pasar a la contraofensiva y retomar impulso. El pueblo ha identificado la angurria y
desesperación de la derecha por sacar al presidente, pero esos mismos sectores populares también esperan cambios
concretos, que se cumplan las promesas electorales y para ello se debe actuar pronto confrontando la narrativa
derrotista. Es el momento de deponer actitudes vanguardistas y sectarias convencidas de que sólo un partido salvará
al Perú. Se requiere madurez y unidad para avanzar en una estrategia acumulativa que permita al gobierno
demostrar con hechos que es posible un gobierno popular exitoso.

Como organización política planteamos las siguientes líneas prioritarias de trabajo conjunto el 2022:

• Definir los objetivos político programáticos prioritarios del Ejecutivo que permitan alinear a los actores políticos y
sociales: reforma tributaria, segunda reforma agraria, masificación del gas (con una Autoridad autónoma de
masificación del gas, el gasoducto del Sur, ente otras medidas), retorno seguro a clases presenciales en marzo;
atención primaria de salud y derrota a la pandemia; reforma laboral con y para los trabajadores; lucha contra la
corrupción; seguridad ciudadana. Esto incluye relanzar estrategia de acumulación con una narrativa propia, que
presente debidamente los logros del gobierno popular.
• Articulación a nivel Parlamentario entre bancadas y congresistas de izquierda en torno a iniciativas legislativas que
permitan avanzar en las reformas prometidas y cerrar el paso a la derecha golpista. Esta correlación debe tender
puentes a las bancadas democráticas logrando acuerdos tácticos con éstas.
• Consolidar un espacio de unidad entre partidos políticos de izquierda, como pretendió ser la “Mesa de Izquierdas”
con participación de Perú Libre, Nuevo Perú, Juntos por el Perú, Frente Amplio, Tierra y Libertad por el Buen vivir y
otros grupos y colectivos políticos que permitan ampliar el soporte político al proceso-gobierno de cambio. Esto
puede incluir o no participación en el gabinete, pero sobre todo asegurar dirección y respaldo, así como la
comunicación con profesionales y técnicos honestos. Desde el Nuevo Perú no hemos condicionado ni
condicionaremos nuestro respaldo a nuestra presencia en el gabinete, pero sí exigiremos que se cumplan las
propuestas de cambio y que el gobierno sea implacable con la corrupción.
• Fortalecer la relación con el Frente Social impulsando particularmente el Frente Nacional por la Democracia y la
Gobernabilidad como espacio de articulación y movilización de las fuerzas del cambio que acompañen y fiscalicen al
gobierno, que propongan iniciativas y políticas construidas desde las organizaciones sociales y los territorios a través
del Gabinete social y popular. Así mismo, el Frente por la democracia y la gobernabilidad debe impulsar el diálogo y
la movilización ciudadana por una nueva Constitución, con miras a la convocatoria a una Asamblea constituyente.
• Ser implacables con la corrupción dentro y fuera del gobierno. Exigir transparencia y rigor en el manejo de los
fondos públicos y en la designación de funcionarios.
• Establecer un acuerdo político amplio que permita enfrentar victoriosamente a la derecha y la ultraderecha en las
próximas elecciones municipales y regionales.

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Finalmente debemos asumir que la crisis de régimen continua irresuelta. Los sectores conservadores a través del
Congreso han logrado inclinar el equilibro de poderes hacia el Legislativo, han forzado una norma inconstitucional para
limitar la cuestión de confianza mientras tienen carta libre para vacar presidentes pasando encima de la voluntad
popular. Tienen también mecanismos como el voto de confianza al premier y la interpelación a los ministros para
desestabilizar gabinetes. Con reformas parciales a la Constitución del 93 han avanzado en entorpecer la posibilidad de
una Asamblea constituyente. Sin embargo, el avance hacia una nueva Constitución no puede estar sujeto a las
restricciones burocráticas. El recojo de firmas como iniciativa conjunta debe desplegarse con una propuesta sólida y
viable; ninguna norma impuesta por el poder constituido puede frenar la voluntad del soberano. Esto hace más
importante que nunca el despliegue de la iniciativa y el empuje de los pueblos del Perú. No podemos dejarnos
aprisionar en la disputa institucional. Nuestra fuerza tiene que venir de la ciudadanía consciente y movilizada. Como
en tantas otras ocasiones, finalmente el pueblo movilizado tendrá que imponer su poder. Pero para esto tenemos que
convocar y entusiasmar, generar esperanzas, abrir horizontes.

Como Nuevo Perú seguiremos avanzando en este período complejo, tomando decisiones colectivas, con debates y
tensiones, y quizás con errores y costos políticos, pero actuando siempre de cara al país, responsables con el momento
histórico que vivimos, poniendo por delante las justas demandas de cambio de nuestro pueblo. Porque hoy es posible
empezar a construir un país de justicia social, sin calco ni copia.

6 de enero 2022

Comisión política
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