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CURSO INGENIERÍA DE RECURSOS HIDRÁULICOS ESCUELA DE INGENIERÍA CIVIL - FIGMMG / UNMSM

UNIDAD 3

3.2 ESTUDIO DE LA DEMANDA DE AGUA PARA UN SISTEMA DE


IRRIGACIÓN

En un sistema de irrigación existen demandas agua para diversos usos, pero el volumen de
agua para riego es el principal consumo de agua respecto a los otros usos. Si se tiene en
cuenta que para cultivar bajo riego una hectárea de tierra se puede requerir un volumen de
agua equivalente al agua de consumo necesaria para una población de 1000 a 2000 habitantes,
se desprende la incidencia del volumen total de demandas de agua representa el sistema de
irrigación.

Si partimos de la obra de captación de agua, y la conducimos hacia las distintas parcelas


cultivadas de cada predio, se evidencia la necesidad de circular por una extensa y compleja red
de canales. De esto se desprende, lo difícil que resulta determinar las demandas de agua para
riego. Ello se debe básicamente a lo siguiente: los cultivos consumen el agua a través del
proceso evapotranspiración de los cultivos; existen pérdidas y desperdicios en el proceso de
conducción y distribución de agua en la red de riego, así como para la aplicación al suelo en las
mismas unidades de producción.

Las pérdidas y desperdicios de agua en la red de riego serán menores cuanto menor sea el
tamaño del sistema de riego, y las demandas dependerán más del consumo de agua en las
parcelas; tal como ocurre en un sistema de riego por bombeo de aguas subterráneas, donde
cada pozo representa una obra el de captación para un área reducida (entre 30 ha y 60 ha). Sin
embargo, el área del sistemas de irrigación, a que se refiere este curso, está por el orden de
5,000 ha y 10,000 ha, por lo tanto las pérdidas y desperdicios en la red tienen una gran
incidencia; no solo para fines de la formulación de planes de riego, sino para determinar las
fallas de operación que deben ser corregidas.

La determinación de las demandas de agua de un sistema de irrigación, constituye de uno de


los aspectos más inciertos de la operación del mismo, ya que se basa en procedimientos de
tanteo y ajustes que se producen a través del tiempo, a medida que varía la disponibilidad de
agua con respecto a las demandas.

Al respecto, cabe destacar, que las relaciones entre el suelo, el agua y la planta, han producido
métodos y técnicas para determinar la oportunidad y la lámina de riego, para un determinado
nivel de productividad de los cultivos. Y el diseño de los métodos de riego permite reponer el
agua en las unidades parcelarias, con una eficiencia aceptable. Debe recordarse que un predio
es un complejo de producción que tiene dimensión (o sea una determinada superficie), variedad
de condiciones naturales (diversidad de suelos, cultivos y épocas de siembra), y una
determinada capacidad humana para realizar las múltiples labores, de las cuales el riego es
sólo una de ellas.

Si bien en función de las demandas de agua en el predio (de todos y cada uno de ellos) es
posible establecer un programa de distribución de aguas, el mismo involucra pérdidas en la red
de riego y desperdicios de operación que puede representar, en determinadas condiciones, un
volumen mayor de agua que el consumido en los predios. Ello se debe también, a que si bien
teóricamente es posible organizar una distribución de agua que conduzca a las pérdidas
mínimas, la realidad es que un sistema de riego cuenta ya con una determinada red y
estructuras de riego, y una determinada organización con recursos técnicos y humanos
definidos, que no puede cambiarse sustancialmente. De allí es que, si bien existen técnicas y
métodos, que nos vienen del campo agronómico para estimar las demandas de agua de los

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cultivos, y que generalmente se emplea con éxito con fines de planificación y diseño de las
obras, en la práctica no se ha encontrado que esto contribuya mucho a la formulación de un
plan de riego, si no se tiene un conocimiento preciso de las reales pérdidas y desperdicios en la
red general, y en los mismos predios regados.

Para el análisis, se divide el tema en las demandas netas puntuales, calculadas en base a
procedimientos convencionales, pero insistiendo en la incidencia de la eficiencia, y en los
factores que afectan la capacidad de uso del recurso agua, y de otros recursos, que a su vez
repercuten en el manejo del riego.

3.2.1 DISTRIBUCIÓN DE AGUA DERIVADA CON FINES DE RIEGO

La Figura 3.2.1, tomada de Jensen (1967), muestra gráficamente la disposición de las aguas de
riego cuando se cuenta con un completo sistema de obras, que comprende: derivación,
regulación, conducción, distribución y consumo de agua por los cultivos (evapotranspiración).
Sí se considera el área delimitada por cada flecha, resulta que la evapotranspiración que
representa el proceso productivo y motiva la realización de la obra, constituye en cantidad la
mitad o menos del agua derivada (comúnmente entre 1/3 y 1/2).

Las flechas dirigidas hacia arriba, señalan el agua que cambia de estado físico y vuelve a la
atmósfera en estado de vapor; las dirigidas hacia abajo, es el agua que continúa en el mismo
estado físico y escurre como agua superficial, o se infiltra como agua no productiva en las
diferentes etapas del proyecto. Estas últimas pérdidas y desperdicios constituyen un caudal que
ingresa al subsuelo elevando los niveles freáticos, o escurre sobre la superficie por los
desagües. La aproximación de los niveles freáticos a la superficie del terreno permite el
desarrollo de la vegetación natural compuesta de especies sin o de escaso valor económico, y
que representan un uso no beneficioso del agua, particularmente cuando predominan especies
freatófitas.

Tal como muestra el gráfico, Figura 3.2.1, queda aún un flujo o caudal de retorno que puede ser
usado nuevamente, si la calidad del agua no ha disminuido a límites peligrosos, y siempre que
su nivel con respecto a los terrenos a regar posibilite su uso económico.

El punto de partida para estimar los requerimientos de riego de un proyecto es la necesidad de


agua, que resulta del balance hídrico del suelo en equilibrio con el clima, donde la precipitación
y la reserva de humedad en el suelo constituyen las entradas (haber) y la evapotranspiración
las salidas (débito).

Dado que el agua se deriva, regula, conduce, distribuye y se aplica al terreno para compensar
su deficiencia hídrica, todas las demás pérdidas son función de dicho déficit, y representan una
fracción del mismo; de modo que el monto de las pérdidas, depende en principio de la velocidad
de uso del agua por el cultivo, o sea de la evapotranspiración. En su expresión más simple, los
requerimientos de riego de un proyecto durante determinado período de tiempo, resultan de:

Evatranspiración − Aportes
Requerimientos del proyecto=
( real ponderada ) ( hídricos )
Eficiencia del proyecto

En el numerador se incluye la influencia de las condiciones ambientales, o sea de la relación


agua-suelo-planta, sobre la cual el hombre puede influir sólo en parte, al decidir respecto a los
cultivos y proporción relativa en cada uno de ellos en el patrón adoptado. En el denominador,
en cambio, se incluye una expresión de la capacidad del hombre para aprovechar el recurso
hídrico de acuerdo a su ingenio, habilidades y medios a su disposición.

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Figura 3.2.1 Distribución del agua de riego según Jensen (1967)

3.2.2 FACTORES QUE AFECTAN LAS DEMANDAS DE AGUA DEL SISTEMA DE RIEGO

Se considera los aspectos agrícolas, climáticos, edáficos, de ingenieras de operación


económicos, ambientales, sociales, legales e institucionales.

3.2.2.1 Agrícolas

Se refiere a los suelos, cultivos y su distribución en el sistema de riego. A la célula de cultivo, o


sea cómo están distribuidos los cultivos porcentualmente; también a la duración del ciclo
vegetativo y su ubicación en el tiempo, desde la siembra a la cosecha.

Las condiciones de mercado pueden hacer variar el patrón de cultivos través del tiempo.
Además, la política oficial de fomento de determinados cultivos, utilizando el crédito como una
de las formas de fomento, puede incidir en el cambio de unos cultivos por otros que tienen
demanda de agua diferente.

Otro aspecto, de orden agrícola, como son las demoras en la siembra de determinados cultivos
por retraso en el otorgamiento de créditos, provisión de semillas o de realización de trabajos de
preparación de tierra (cuando este servicio lo suministran estaciones de mecanización) puede
alterar el plan escalonado de siembra, el calendario de labores agrícolas y de riegos, afectando
así las demandas de agua.

3.2.2.2 Climáticos

Las demandas de agua de los cultivos dependen de las condiciones climáticas, si se tiene en
cuenta que las mismas afectan la evapotranspiración; o sea, el proceso de cambio de estado
de agua de líquido a vapor, mediante el cual el agua almacenada en la capa radical, pasa a la
atmósfera al ser usada por el complejo suelo - planta. A su vez, se producen aportes hídricos
principalmente por precipitación, lo que constituye una contribución al proceso de
evapotranspiración, y reducir así el déficit o la demanda neta de agua que debe ser
compensada mediante el riego.
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3.2.2.3 Edáficos

El suelo, desde el punto de vista de sus características topográficas, físicas y químicas, tiene
una gran incidencia en las demandas de agua, en especial porque condiciona los cultivos a
instalar y el método de riego.

Una topografía desfavorable, sin duda conduce a una baja eficiencia de aplicación de agua.
Por ejemplo, en terrenos pendientes y de relieve irregular se obtendrán bajas eficiencias de
aplicación y de distribución de agua.

Suelos de características físicas extremas, muy pesados o muy livianos, tienden a producir
pérdidas significativas de agua cuando se riegan por superficie, ya sea por escurrimiento al pie
de la parcela en los primeros, o por percolación profunda en los segundos. En presencia de
problemas de salinidad en suelos y/o en las aguas de riego, se requieren volúmenes
suplementarios de agua para mantener los requerimientos de lixiviación.

3.2.2.4 De ingeniería

Se trata del diseño y construcción de la obra; o sea, la capacidad puesta en la concepción y


proyecto de la misma, y las inversiones realizadas en la construcción de las obras de cabecera,
redes de riego, estructuras hidráulicas, así como también en la sistematización de las tierras
para riego o desarrollo físico de las parcelas. Sin duda, una obra que asegure un buen manejo
y distribución del agua hasta su entrega a las parcelas, permite operar el sistema con alta
eficiencia, es decir con mínimas pérdidas y desperdicios en la red. Además, si el trabajo de
ingeniería se lleva a nivel predial, con un buen acondicionamiento de las tierras, diseño de
métodos riego, y la disponibilidad de estructuras y equipos que permitan el control positivo
sobre el agua, las eficiencias de aplicación de agua en la parcela contribuirán a elevar aún más
la eficiencia de uso del agua en el proyecto.

3.2.2.5 De operación del sistema de riego

Se requiere una buena operación para que a su vez una obra bien proyectada y construida
pueda traducirse en una eficiencia de conducción y distribución de agua, acorde con las
inversiones de una obra de riego. Ello implica, una organización para operación con personal
capacitado, que ajuste la distribución de agua, a programas pre-establecidos, y mantenga las
obras en condiciones de conservación acorde con el buen funcionamiento de las mismas. Todo
ello redundará en un mejor uso del recurso agua, y por lo tanto en la reducción de las
demandas de riego.

3.2.2.6 Económicos

Es indudable que cultivos productores de sustanciales beneficios económicos, justifican por


parte del usuario un más eficiente uso del agua, que pueda lograrse por un mejor
acondicionamiento de la tierra para riego e introducción de prácticas mejoradas de riegos, a
base de estructuras e implementos de riego. Contrariamente, explotaciones de reducido éxito
no constituyen aliciente alguno para mejorar las prácticas de riego.

El cobro del agua por volumen, puede ser asimismo un factor importante hacia un uso más
eficiente del agua y disminución de las demandas.

3.2.2.7 Ambientales

Dado que el agua es el componente principal para el desarrollo de los cultivos, se debe contar
con una calidad de agua óptima para el riego, en cuanto a sus propiedades químicas, físicas y
biológicas. Debemos tener en cuenta que la calidad de un agua vendrá fundamentalmente

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determinada por las sales que en ella se encuentra y dependerá de la naturaleza de estas, así
como de sus concentraciones para el desarrollo de la planta sea más o menos adecuada. Las
aguas superficiales están expuestas a una amplia gama de factores que pueden alterar la
calidad del agua en diferentes niveles de intensidad y de maneras simples o complejas. Los
aspectos como el clima, hidrología, geología fisiográfica y la influencia de actividades
realizadas por el hombre (en los ámbitos doméstico, industrial, minero, etc.), afectan la calidad
física, química y biológica de las aguas destinadas al riego de vegetales, pudiendo generar
alteraciones en su desarrollo biológico, debido a la concentración de elementos tóxicos
contenidos en el agua.

La calidad del agua destinada al riego de plantas como frutales, legumbres, cereales entre
otros, necesita satisfacer un patrón de calidad. En tal sentido, no debe contener sustancias
como el boro y metales pesados, que son tóxicos para el suelo y las plantas. En el caso de los
vegetales que se consumen en estado crudo, estos deben ser regados con aguas que
satisfagan criterios más estrictos, especialmente en lo que respecta a los parámetros
microbiológicos, porque son muchas las enfermedades causadas por virus, bacterias,
protozoarios o gusanos que se transmiten a través de esta vía.

A nivel internacional existen Guías de calidad de agua para riego, como lo que tiene la FAO,
Guía canadiense, y de la OMS (Organización Mundial de la Salud), los cuales están basados
en estudios sobre la toxicidad de elementos contaminantes en las plantas y en el suelo. Por
consiguiente, es necesario contar con Estándares de Calidad Ambiental de agua para
establecer niveles de concentración máxima de contaminantes en el agua, que en su condición
de cuerpo receptor y cuyo uso pueda ser destinado para el riego de vegetales.

3.2.2.8 Sociales, legales, institucionales y humanos

Estos factores tienen una importancia decisiva, de modo que no pueden omitirse al considerar
los requerimientos de agua, ya que inciden principalmente en el monto de las pérdidas y
desperdicios de agua de un sistema, especialmente cuando se remodelan o amplían viejos
sistemas de riego a base de tomas libres sobre el río, muchas veces fruto de la iniciativa
individual o comunitaria de los agricultores propietarios de tierras adyacentes.

La incorporación de viejos regadíos a un sistema de riego es posible, y generalmente de


interés de los propios regantes, pero legalmente, en ocasiones deben respetarse "derechos
adquiridos”, que configuran un pobre uso del agua. Es muy posible que frente a una situación
como ésta al planificar los recursos de agua, se hayan considerado las reformas legales
correspondientes, pero puede que otras circunstancias ajenas a la voluntad del proyectista,
tales como las de orden político, impidan tomar decisiones y deban considerarse como hechos
existentes.

El tipo de instituciones para administrar los recursos hídricos y de extensión agrícola, así como
la posible participación a del regante tiene que ser cuidadosamente considerada a fin de
deducir la posible eficiencia en la administración, operación y mantenimiento de la obra, que se
refleja en la eficiencia de uso del agua en todo el sistema de riego.

El recurso humano, desde el punto de vista de su capacidad como agricultor de riego,


interviene en el panorama, dado que la agricultura de riego por su elevada intensidad, requiere
de conocimientos y habilidades que no son comunes en el agricultor de secano. Asimismo,
siendo el riego un problema que afecta a grupos, su grado de motivación para participar, en
comunidad, en la solución de los mismos, juega un rol muy importante al considerar la posible
eficiencia en el uso del agua.

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3.2.3 DEMANDA NETA DE RIEGO

La demanda neta de riego, constituye el déficit de agua que presentan los cultivos en un
determinado período de tiempo (una semana, un mes, el ciclo vegetativo) al realizar un balance
del suelo en equilibrio con el clima. Por lo tanto:

DNR=d d + ET + Pe (3.2.1)
donde:

DND es la demanda neta de riego [L]


dd es la lámina disponible en el suelo [L] (por sobre el contenido de agua al punto de
marchitamiento permanente)
ET es la evatranspiración real o verdadera [L]
Pe es la precipitación efectiva [L]

La evapotranspiración real ET, es como su nombre lo indica, la que verdaderamente ocurre


en el complejo suelo-planta, en las condiciones climáticas existentes, para determinado cultivo
y nivel de humedad el en suelo.

La evapotranspiración real ET =  Et, siendo Et el valor en mm/día [LT-1]. Además:

Et =Etpk (3.2.2)
donde:

Etp es la evapotranspiración potencial [LT-1]


k es el coeficiente de cultivo [L L-1 ]

La evapotranspiración potencial Etp, es el máximo consumo de agua en las condiciones


climáticas existentes, cuando el terreno está cubierto íntegramente por un cultivo de escasa
altura en activo crecimiento y con adecuado nivel de humedad en el suelo.

El coeficiente de cultivo k tiene en cuenta la especie vegetal de que se trata, su estado o


período vegetativo y el nivel de humedad en el suelo. Los cultivos permanentes como los
pastos, tienden a un coeficiente constante. (Figura 3.2.2). Los cultivos estacionales presentan
un coeficiente variable, que generalmente aumenta durante el gran período de crecimiento,
alcanzando el valor máximo en flotación o "cuaje de los frutos”, y finalmente disminuye durante
la maduración.

Lo expuesto es válido en igualdad de nivel de humedad en el suelo. Cuando éste baja (y por lo
tanto aumenta el esfuerzo para extraer agua del suelo) Et disminuye. De modo que lo lógico es
obtener más bajos valores de k para valores relativamente bajos de humedad en el suelo,
comparativamente con un nivel más elevado del mismo.

El agua disponible en el suelo dd, se refiere a la parte de la lámina total de agua disponible en
la capa de suelo, que exploran las raíces los cultivos dt, se calcula así:

( W c −W m ) (3.2.3)
dt= ρa D
100
donde:

Wc es el contenido de agua a la capacidad de campo, expresado en gr de agua por 100 gr


de suelo seco

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Wm es el contenido de agua al punto o coeficiente de marchitez permanente, expresado en


gr de agua por 100 gr de suelo seco
a es el peso aparente del suelo en gr de suelo seco por 100 cm3
D es la profundidad de máxima exploración radical

Figura 3.2.2 Coeficiente de cultivos permanentes y estacionales

Si se trata con un suelo con horizontes diferenciados:

n
( W c −W m ) (3.2.4)
d t =∑ ρ an D n
❑ 100

La precipitación efectiva, es la parte de la precipitación total que aporta al proceso de


evapotranspiración. La evapotranspiración es un fenómeno continuo, mientras que la
precipitación es un fenómeno esporádico y temporal, por lo que tiene significativos efectos en
la cuantificación del déficit hídrico y de las demandas de riego para determinados periodos de
tiempo. Por lo tanto, el cálculo de las demandas netas mensuales, tan comunes desde el punto
de vista de planificación y de diseño de una obra de riego, tiene escaso significado para
elaborar un plan de riego, en cuyo caso se requiere precisar láminas de agua a aplicar e
intervalos de riego.

Se presentan tres casos en cuanto al aporte de la precipitación y su consideración para estimar


las demandas de riego:

(i) Costa peruana: la precipitación es despreciable por su escasa significación


(ii) Guanare, Venezuela. La precipitación, aunque abundante está concentrada en siete
meses. El período de riego (verano) es seco y la precipitación puede igualmente
despreciarse.

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(iii) Valle del Cauca, Colombia. La precipitación es importante y distribuida con bastante
regularidad en todos los meses del año, y representa un aporte significativo que cabe
tenerlo en cuenta.

3.2.4 LÁMINA DE AGUA A APLICAR Y FRECUENCIA DE RIEGO

Dada la importancia que ello tiene en un plan de distribución de agua, se discute a continuación
la lámina neta de agua a aplicar, que nos conduce al volumen de agua para una determinada
superficie y el turno o intervalo de entre uno y otro suministro de agua.

La lámina neta de agua a aplicar corresponde a una fracción de la lámina total de agua
disponible, dependiente del umbral de reposición elegido para el suelo considerado y la
productividad esperada de un determinado cultivo en tales condiciones. La teoría y las
experiencias de campo, han mostrado, que a medida que el umbral de riego baja (aumenta la
succión matriz o disminuye el potencial hídrico), los cultivos responden desfavorablemente a la
producción, obteniéndose rendimientos menores.

Como el riego ha sido concebido para su aplicación a determinados intervalos de tiempo, de


manera tal que resulten operativos en la práctica, y como por otra parte no se puede (en los
sistemas por superficie) mantener el suelo continuamente en un alto nivel de humedad, se
emplean reglas que la práctica ha consagrado como funcionales y que la investigación de
campo no ha descartado hasta el presente; tal como es regar cuando se ha agotado aproxima
el 50% de la lámina de agua disponible. De modo que:

dt
d n= (3.2.5)
2

A una velocidad de evapotranspiración, Et expresada en mm/día, y d n en mm, resulta

dn
T r= (3.2.6)
Et
donde:

Tr es el turno o intervalo de riego en días [T]

Si se sustituye en la Ec. (3.2.6), dn de la Ec. (3.2.3) y Et de la Ec. (3.2.2), se tiene:

0.5 d t 0.5 ( W c −W m )
T r= = ρa D (3.2.7)
Et 100 E ktp

La Ec. (3.2.7) permite calcular el turno o intervalo de riego en función del suelo (Wc, Wm, a), del
clima (Etp) y del cultivo (D, k). Dicha ecuación, muestra que, para la misma profundidad de
raíces, la frecuencia de riego es mayor en suelos de textura gruesa (menor W c −W m) que en
los suelos medios y finos; además es mayor a medida que disminuye la profundidad de las
raíces D, y a medida que aumenta la evapotranspiración diaria Et .

Dado que, para el mismo valor de (W ¿ ¿ c−W m )¿ , el turno o intervalo de riego T r, varía a lo
largo del ciclo vegetativo con la profundidad de las raíces D, y con la evapotranspiración diaria
Et , resulta que T ren cultivos anuales o estacionales cambia continuamente. Las diferencias
entre los turnos, no son sin embargo importantes, en especial en el "gran período de
crecimiento”, durante el cual D y Et aumenta en función del tiempo, al crecer k. Una vez que el

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cultivo ha alcanzado su máximo crecimiento, la profundidad radical permanece estacionaria, y


por lo tanto, el intervalo entre riego y riego aumenta, como consecuencia de la paulatina
reducción de Et al final de la estación.

En los cultivos permanentes, en los cuales un cambie en el tamaño radical se produce a través
de los años, puede suponerse un valor de D constante para determinado año; en tal caso el
intervalo T r es fundación de Et .

En un proyecto de riego con diferentes cultivos y suelos, las láminas netas y los turnos de riego
se calculan para el patrón o patrones de cultivo típico para la totalidad o áreas parciales del
mismo. A su vez como T r cambio en función de D y Et , Ec. (3.2.7), se adoptan valores medios
de dos o tres períodos en que puede dividirse el ciclo vegetativo. Al respecto debe recordarse,
que fijando un umbral de reposición de agua que está bastante por sobre W m , siempre resta
una considerable cantidad de agua en el suelo, que permite abastecer regularmente el proceso
de evapotranspiración, aún a costa de la disminución de rendimientos, pero en favor de una
mayor economía en la construcción y operación de las obras.

El nivel de humedad edáfica al comienzo del ciclo vegetativo de un cultivo, determina el monto
de la lámina a aplicar, para llevar el suelo a W c . Si el suelo está seco después que un cultivo o
la vegetación natural ha agotado toda la humedad del suelo, sin duda la lámina a aplicar, debe
calcularse con un coeficiente numérico igual a la unidad. Contrariamente, al final del ciclo
vegetativo, cuando el cultivo está en el periodo de maduración, puede suspenderse el último
riego para que las exigencias de evapotranspiración se cubran con la reserva de humedad
disponible en el suelo.

La representación gráfica de ET acumulada en función del tiempo, permite identificar el día de


aplicación de cada riego (Figura 3.2.3) y escribir el calendario de riegos de un cultivo para una
determinada época de siembra y sin contar el aporte por precipitación.

Figura 3.2.3 Evapotranspiración real acumulad en función del tiempo, Palacios (1971)

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3.2.5 EFICIENCIA DE USO DEL AGUA

Para pasar de demanda neta de riego a "demanda bruta de riego” se acostumbra afectar
aquella por coeficientes que tienen en cuenta los diferentes factores discutidos en el ítem 3.2.2.
No obstante, como no se cuenta con procedimientos racionales o empíricos, que permitan
cuantificar dichos parámetros, se ha recurrido a:

(i) Englobar varios factores en expresiones simplificadas referidas a determinadas partes


integrantes de un sistema.
(ii) Usar datos de pérdidas medias en el mismo sistema o en otros sistemas de riego de
condiciones similares.

Con respecto al primer criterio, cabe destacar que en cuanto a pérdidas y desperdicios en la
red de riego, la bibliografía incluye datos por pérdidas en la red de riego, que en términos
generales oscilan entre 15% y 45%. Israelsen (1950) consigna al respecto, que en los 17
países del Oeste de los Estados Unidos, en el volumen conducido en 1939, en los 200,000 km
de canales de riego, las pérdidas representaron el 38%.

Houk (1951), transcribe asimismo una tabla preparada por el Bureau Of Reclamation, donde se
detallan las pérdidas de agua para gran número de obras durante un periodo de cinco años,
con un promedio del 33%, y extremos que van desde el 14% a 44%. Echeverry y Harding
(1933), refiriéndose a pérdidas determinadas eh la India, señala oscilaciones entre un 13% y un
55%; aunque este máximo, para sistemas viejos donde ha habido deposición de material
limoso, se redujo a un 30%.

En cuanto a las eficiencias parcelarias, Keller y Mc Culloch (1962) han tabulado asimismo
valores de eficiencias de riego con métodos de riego por superficie, Tabla 3.2.1 y por
aspersión, Tabla 3.2.2; en el primer caso en función de la textura del suelo y la topografía; y en
el segundo caso, en función de la lámina de agua a aplicar, la velocidad del viento y de la
evapotranspiración máxima. En dichas tablas pueden observarse valores extremos que van
desde el 20% al 75% en riego por superficie, y desde el 50% al 80% en riego por aspersión.

En general, puede considerarse un 65% como una eficiencia razonablemente buena, cuando
se riega por superficie, y un 75% en riego por aspersión. Houk (1951), después de analizar un
gran número de proyectos, concluye que la eficiencia de riego, para cultivos comunes osciló
entre 20% y 50%; y para cultivos especiales y frutales entre 35 y 70%

Tabla 3.2.1 Eficiencia de riego por superficie, según Manual Ames (1962)

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Tabla 3.2.2 Eficiencia de riego por aspersión, según Manual Ames (1962)

En cuanto al segundo criterio, cabe destacar que los datos de pérdidas obtenidos en el mismo
sistema, mediante aforos sistemáticos durante la operación, son sin duda los más confiables a
los fines del cálculo de las demandas de agua. En ausencia de esta información, pueden
emplearse datos de otros sistemas de similares condiciones; para ello, se requiere tener en
cuenta todas las variables de las cuales depende la demanda de agua de un sistema, y no sólo
el déficit hídrico que es una expresión del clima.

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4.2.6 DEMANDA BRUTA DE RIEGO

Si se acepta como expresión de capacidad de las obras hidráulicas de sistema para captar y
conducir el agua hasta las parcelas, la denominada eficiencia de conducción E fc , y como
expresión de la de parcelero satisfacer las demandas de agua de los cultivos, denominada la
eficiencia de riego E fr , puede entonces estimarse la demanda bruta de riego de un de
terminado periodo así:
DNR
DBR= (3.2.8)
E fc E fr

y la lámina bruta a aplicar en un riego:

dn
db= (3.2.9)
E fc Efr

Al graficar las demandas de riego (neta o bruta) de cada cultivo en función del tiempo (Figura
3.2.4), se visualizan los requerimientos de agua que corresponden a determinado patrón de
cultivos; lo que permite mitigar, dentro de lo posible, coincidencias en el período de punta de
diferentes cultivos, mediante cambios en el periodo de siembra, o cambio parcial de los
cultivos, o porcentajes de los mismos en la célula respectiva. La representación de la demanda
ponderada con respecto al área de cada cultivo, gráfica, puede ser más significativa como
expresión en su función del tiempo del régimen de demanda del sistema.

Figura 3.2.4 Demandas de riego neta o bruta de cada cultivo en función del tiempo, Zierold
(1969)

Además, dada la distribución de los cultivos en distintos sectores del mismo, conviene efectuar
los mismos gráficos de demanda, pero referido a las diferentes áreas en que está divido el
sistema.

La distribución de los cultivos en todo el sistema o en diferentes sectores del mismo, depende
de factores climáticos, edáficos, agronómicos y económicos. El área cultivada está
generalmente compuesta por:

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(i) Cultivos permanentes (frutales, caña de azúcar, et.) no susceptibles de cambio en el


tiempo.
(ii) Cultivos semipermanentes (pastos) establecidos por períodos de dos a seis años.
(iii) Cultivos estacionales (maíz, frijol, etc.) que pueden ser cambiados de un año a otro.

Si en el patrón de cultivos predominan especies permanentes, la curva de demanda del


sistema o de un sector del mismo, sigue un trazo gradual. En clima templado, la curva de
demandas se aproxima a una parábola, con la rama ascendente en primavera y la
descendente en otoño. En clima tropical en cambio, las diferencias entre los meses del ciclo de
riego son menores, dado las escasas diferencias en el uso consuntivo.

En regiones tropicales, donde el período de riego sucede a la estación lluviosa, en la cual


también se realizan cultivos, la época de siembra en las especies estacionales afecta
sustancialmente la curva de demanda al vincular los cultivos de un ciclo con otro,
distanciándose ésta sustancialmente de la parábola.

Cabe destacar asimismo que, de existir problemas de sales en el sistema de riego, ya sea en el
suelo o en el agua, es necesario tener en cuenta los requerimientos de lixiviación en el cálculo
de la demanda de agua. Si problema de sales está en el suelo, se requiere cuantificar la lámina
para lavar los suelos en la etapa de desarrollo físico y puesta en riego de las tierras. Si el
problema de sales está en el agua debe considerarse un exceso de agua para mantener el
balance salino del suelo.

4.2.7 OTROS USOS DE AGUA EN EL SISTEMA DE RIEGO

Se discuten brevemente otros usos del agua por los regantes de un sistema, como
generalmente ocurre con el abastecimiento de agua potable, y en ocasiones con la generación
de energía eléctrica; y el uso del agua por usuarios diferentes, tal como el empleo del agua en
industria y la minería. Cabe destacar, sin embargo, que los usos del agua cambian con la
urbanización, desarrollo industrial y patrón de cultivos, pudiendo ser transferida a usos de
mayor prioridad

4.2.7.1 Uso doméstico

Corresponde a la provisión de agua potable para los centros poblados y los centros de servicio
o para alguna otra población vecina de mismo sistema. Generalmente, se extrae del subsuelo
el agua potable destinada a cada centro poblado, pero en ocasiones, ya sea por razones del
costo de bombeo o de la calidad del agua, este servicio debe atenderse con el agua del
sistema de riego. La cantidad de agua por habitante que el sistema debe suministrar es muy
variable y depende varios factores, entre los cuales cabe destacar al clima. La planta
generalmente cuenta con sistemas potabilización, cuando se trata de núcleos poblados de
alguna magnitud.

Es común también que los ocupantes de las tierras vivan en sus respectivos predios; y que, por
las mismas razones anteriormente expuestas, sea sistema el que deba proveer el agua para
uso doméstico y de abrevadero de ganado. En este caso, el sistema debe prever un caudal
que, aunque exiguo debe estar circulando continuamente por los canales para atender dichas
demandas y las respectivas pérdidas y desperdicios que ello implica.

4.2.7.2 Energía hidroeléctrica

Aunque los regantes pueden ser a su vez usuarios de energía eléctrica, el consumo doméstico
y de la industria agrícola, si las hubiere, es comúnmente mínima; de modo que la energía

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generada en plantas hidroeléctricas que dependen de los mismos recursos hidráulicos que el
sistema de riego, se destina por lo general a otros usuarios.

Dado que la demanda de agua para generar energía eléctrica solamente, puede no coincidir
con las demandas de agua para riego, sino incluso contraponerse a veces, se origina
frecuentemente conflictos que afectan el aprovechamiento de ambos usos del agua; en
especial si el riego antecede al uso en generación de energía hidráulica.

En la Figura 3.2.5, tomada de Espinoza De León (1967), incluye un ejemplo de representación


de demandas de agua para riego y generación de energía expresadas en porcentaje, en
función del tiempo. El área rayada, representa el déficit de agua para riego. Contrariamente, las
áreas punteadas representan el déficit de agua para la generación de la energía.

A nivel local, el déficit de agua para riego puede resolverse con un segundo embalse regulador,
más pequeño, aguas abajo del embalse para la planta hidroeléctrica; ello si las condiciones
económicas, topográficas o geológicas e hidráulicas lo permiten. A nivel regional, la
interconexión de sistemas interconectados (termoeléctricos o hidroeléctricos), permite resolver
este desplazamiento de ambas curvas de demanda.

4.2.7.3 Uso industrial

En algunos casos se requiere agua para las industrias, a veces incluso dependientes del
sistema de riego, ya que procesan productos agrícolas allí producidos. El uso industrial implica
una demanda reducida de agua, con relación al riego, pero que debe tenerse en cuenta; no
solamente porque en determinada época y sobre determinado canal puede implicar en parte
una competencia con el riego, sino porque se trata de un servicio que el sistema debe prestar
en virtud de una concesión. Si bien determinadas industrias regresan parte del caudal al canal
donde la toman, debe prestarse la debida atención al nivel de contaminación que ello puede
causar y las consecuencias que de ello se derivan para otros de este recurso.

Figura 3.2.5 Representación de demandas de agua para riego y generación de energía


expresadas en porcentaje, en función del tiempo, Espinoza De León (1967)

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