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La cascarilla, llamada por los indígenas quinquina (Quinquina se traduce como la corteza de las
cortezas), es la planta nacional del Ecuador. A partir del año 1649, cuando los jesuitas “la
descubrieron”, generó una floreciente industria en la zona de Loja, cuyo apogeo corresponde al
siglo XVIII.
En los primeros años, cuando no existía el producto sintético que ahora sustituye a la quinina
natural, las cosechas eran masivas. A principios del siglo XX se sintetizó la cloroquina, por lo que ya
no era necesaria la extracción de la corteza. El problema regresó con la Segunda Guerra Mundial,
cuando se volvió a explotar masivamente a las poblaciones naturales del árbol de cascarilla en
todo el mundo.
Quino es el nombre genérico que reciben diversas especies de árboles originarios de América,
pertenecientes al género Cinchona, de cuya corteza, denominada quina, se extraen diversas
sustancias, entre ellas la quinina, utilizada para combatir el paludismo.
La quinina
Del mismo modo, aunque se desconoce su mecanismo de acción exacto, la quinina y sus derivados
poseen efectos antiinflamatorios, inmunosupresores y moduladores de la respuesta inmunitaria.
Eso les confiere su eficacia en enfermedades autoinmunes sistémicas y reumáticas, como la artritis
reumatoide o el lupus.
Quinina y plasmodium
El parásito que infecta los glóbulos rojos, impidiéndole metabolizar la hemoglobina de la cual se
alimenta y matándolo, bien por inanición, bien por la acumulación de un exceso de hemoglobina
parcialmente metabolizada en su interior. De momento no se conoce con detalle cuál es su
mecanismo de acción, aunque se sabe que incrementan el pH en el interior de los parásitos.
Parece que solo actúan sobre los parásitos que se encuentran dentro de los glóbulos rojos, lo que
induce degradación lisosomial de la hemoglobina y la destrucción del parásito La quinina se
empleó en el tratamiento de la malaria, hasta ser sustituida por otros medicamentos sintéticos
más eficaces.
Actualmente
La historia se repite con el covid-19. Los rumores de que la corteza de esta especie sea una
potencial cura para el coronavirus están llevando a una nueva ola de sobreexplotación de
cascarilla. Aunque no hay evidencia científica de que estas plantas sean eficaces para tratar el
covid-19, en redes sociales y mercados se promocionan sus beneficios. La pandemia afecta
principalmente a la Cinchona officinalis y a la Cinchona pubescens.
Todo apunta a que dificulta la entrada del virus en las células (por un mecanismo similar a su
acción antipalúdica). Otra opción es que altere la capacidad del virus para unirse al exterior de una
célula huésped. Además, están sus efectos sutiles sobre una amplia variedad de células y procesos
del sistema inmune, lo que estimularía la capacidad del organismo para combatir al coronavirus.
Hay pacientes resistentes a las drogas sintéticas como la cloroquina o hidroxicloroquina, por lo
que recurren nuevamente a los compuestos naturales en este caso la cascarilla
Evidencia
Riesgos
Por otro lado, hay que tener presente que este grupo de fármacos tiene un lado oscuro, como son
sus problemas de seguridad, como trastornos digestivos (náuseas, vómitos y diarrea), oculares
(reversibles tras interrumpir el tratamiento de forma temprana), cardiacos (arritmias) y
neuropsiquiátricos (psicosis e ideación suicida), además de pérdida del apetito y de peso, etc.
Entre los efectos adversos graves, cabe destacar los cardiacos, como la prolongación del intervalo
QT (una alteración del electrocardiograma) y otras arritmias, así como retinopatías y efectos
psiquiátricos severos. Estos efectos adversos pueden ser incluso mortales, cuando se consume sin
control.