Está en la página 1de 3

BURGUESÍA, MESTER DE CLERECÍA Y DE JUGLARÍA EN EL SIGLO XIV

En el siglo XIV, superados los momentos difíciles de la Reconquista, España penetra en la Baja Edad Media,
protagonizada por la nueva clase burguesa. Sin embrago, en Castilla no hay una burguesía rica siendo el
comercio y la artesanía actividades desempeñadas por musulmanes y judíos. La literatura burguesa, realista
y satírica, es el reflejo más claro de esta clase social para la que el dinero y el goce sensual y alegre de la
vida están por encima de las virtudes religiosas y del esfuerzo heroico.

La literatura didáctica

En manos de los burgueses, la producción didáctica cambia: no se dirige hacia el perfeccionamiento moral
sino hacia reflexiones de tipo prático concebidas como una defensa contra los peligros mundanos y contra
los engaños del prójimo. El siglo XIV es una época de graves desordenes (peste negra, guerra de los Cien
Años, Cisma de Occidente) y España malgasta energias en luchas nobiliarias. Frente a este espectáculo, se
adoptan dos posiciones fundamentales: la de aquellos que lo toman como ocasión de humor, como hace el
Arcipreste de Hita, y la de quienes reaccionan con una severa repulsa, como el Canciller Ayala.

El siglo XIV signa aun la descomposición de ciertos géneros (la cuaderna vía y los cantares de gesta), el
comienzo de la influencia humanística italiana (a fines de la centuria) y la presencia de fuertes
individualidades (Hita, Ayala y don Juan Manuel).

EL MESTER DE CLERECÍA EN EL SIGLIO XIV


Durante el 1300, la escuela poética del Mester de Clerecía, sufre una profunda evolución. En cuanto a la
forma, la cuaderna vía deja de ser cultivarse al final del siglo y aparecen nuevas formas. En cuanto al fondo,
predomina la inspiración didáctico-satírica. La figura más importante del Mester de Clerecía es el Arcipreste
de Hita.

JUAN RUIZ ARCIPRESTE DE HITA

Poco se sabe de Juan Ruiz, sólo que desempeñó el cargo de Arcipreste de Hita (Castilla). No obstante, su
obra suple los documentos históricos y nos da noticias sobre el autor: debió de ser un hombre exuberante y
debió de llevar una vida desordenada, frecuentando la compañía de “judías e moras”. Según algunos
críticos no son más que simples tópicos muy frecuentes en la literaturadel período.

Su obra principal es el Libro de Buen Amor, un poema de unos 1700 estrofas constituido por un
desordenado conjunto de elementos heterogéneos que podemos agrupar en:

- Episodios narrativos que comprenden aventuras amorosas contadas en forma autobiográfica,


varios “enxiemplos” o sea apólogo, fragmentos alegóricos, historia de dos enamorados, uno sería el
Arcipreste, ayudados por una vieja;
- Digresiones didácticas de tipo moral (censura contro los pecados capitales) o satírico (ironía sobre
el dinero);
- Composiciones líricas en diversos metros de carácter religioso en las cántigas a la Virgen y profano
en las cántigas de serrana.
El Libro de Buen Amor responde a un propósito doctrinal al servicio tanto de la moral eclesiástica como de
un deseo de placeres terrenos. Aún más, lo religioso es utilizado a veces con fines profanos, mientras el
relato más desenvuelto sirve a veces como ejemplo para deducir una conclusión moralizadora. En este
sentido, la yuxtaposición o interferencia de elementos religiosos y mundanos es la nota más sobrasaliente
del libro. Todo lo dicho no excluye tampoco la fe religiosa del Arcipreste: pero clara es la distancia entre la
ingenua devoción de Berceo y la turbulenta sensualidad de Hita. Mundano y fervoroso creyente, el
Arciprestre resume en sí mismo los dos motores del hombre medieval: la tradición ascética religiosa y el
goce de la vida presente. Humor y realismo son las dos notas capitales de la obra.

Estilo del Libro - El lenguaje del Arcipreste es el más rico y pintoresco de toda la literatura medieval, lleno
de color y de vida. La presencia de numerosos refranes y modismos populares contribuye a producir una
impresión de habla familiar. Por su rapidez, así como por la exuberancia de su léxico, el lenguaje del
Arcipreste de Hita supone una formidable avance respecto de aquello utilizado por los poetas del siglo XIII.

El sentido del humor - El Arcipreste es uno de los más notables humoristas de la literatura española. Pero
sus agudas observaciones no nacen de un malévolo deseo de herir, sino de un propósito de poner en
relieve de la gracia pintoresca de una situación o de su lado cómico. A veces disfraza su ironía adoptando
un tono de severa moralización pero con una brusca cambio de tono, pone de manifiesto sus verdaderas
intenciones. El humor de Hita, con su tono divertido, que elude todo pesimismo, responde con exactitud al
espíritu burlón de la sociedad burguesa: lo confirma la continuada tendencia a la parodia del mundo
caballero y eclesiástico.

El realismo - Hita captura la realidad material y psicológica de la Edad Media con un tono también delicado,
pero por lo general prefiere la expresión rápida de escenas animadas (color, luz, movimiento). Muy poco
amigo de estilizaciones idealistas, se mueve siempre en el terreno de lo concreto seguiendo la tradicción
realista del Cid.

El tono juglaresco y el elemento lírico - El Arcipreste une una cultura literaria con una fuerte inclinación al
arte popular y su obra deriva de fuentes conocidas de ambas tradicciones. Con él, el juglar y el clérigo
llegan a fundirse por completo. En efecto, la métrica del Libro es típicamente juglaresca, irregular. El autor
considera su tarea literaria como una colaboración con el pueblo, por eso entrega su obra al pueblo para
que éste lo altere según sus gustos. Y como cualquier juglar, pide un don al fin de su relato, aunque en este
caso recuerda su condición de clérigo y se limita a pedir “un paternostro”.

El sentido juglaresco del libro se evidencia bien en los fragmentos líricos escritos no utilizando la cuaderna
vía, sino en zéejeles. El Arcipreste llega a su cumbre la juglaría lírica en castellano, después de vencer a la
en gallego que mantuvo el predominio en siglo anterior (XIII). Otras líricas no forman parte del Libro como
las composiciones sobre la Virgen y cánticas de serrana que describen el encuentro del clérigo con una ruda
y hombruna serrana, claramente parodia de la mujer.

Trascendencia del Libro - El Arcipreste es sin duda el mejor poeta de la literatura medieval española y el
primero que tiene un estilo personal con su espíritu zumbón y malicioso. El lenguaje expresivo, el agudo
sentido del humor, el vigoroso realismo y la nspiración juglaresca constituyen su originalidad.
Otros poemas del Mester de Clerecía, menores y poco interesante, son:

- El Poema de Yúsuf es la obra principal de la literatura aljamiada, o sea española pero escrita en
caracteres arábigos o hebreos. Narra la historia bíblica de José según la versión del Corano;
- El Libro de Miseria de Omne adopta un tono pesimista de la vida y tiene un propósito moral. Con
sus versos de dieciseis sílabas representa la degeneración de la cuaderna vía.

Entre la poesía didáctico-moral en metro distinto a la cuaderna vía, destacan los Proverbios morales del rabí
don Sem Tob.

EL MESTER DE JUGLARÍA EN EL SIGLO XIV


Juglaría lírica

A principios del siglo XIV, la juglaría lírica gallega comienza a decaer, mientras adquieren importancia los
juglares castellanos aunque no tengamos casi nada de éstos. A fines del siglo, la juglaría castellana inicia a
su vez laa decadencia mientras en los ambientes palaciegos se desarolla la poesía cortesana.

Juglaría épica

En el siglo XIV se dan la últimas formas, ya degeneradas, de los cantares de gesta. Los juglares, con el
intento de atraer la atención de su público, comienzan a introducir en sus poemas elementos fantásticos.
Por lo general, los episodios añadidos suelen referirse a la juventud de los héroes, a la que no hacían
referencia los viejos cantares. El único cantar de gesta de este tipo que conservamos es el Cantar de las
Mocedades de Rogrido pero todo él es pura fábula: cuenta cuenta la joventud del Cid, descrito como un
héroe prepotente y brutal, tan distinto del protagonista del viejo cantar. Las Mocedades no tienen el valor
artístico del Mio Cid pero son el punto de partida de toda la literatura cidiana hasta el siglo XIX.

En cambio el Poema de Alfonso XI se considera la última manifestación del Mester de Juglaría.

También podría gustarte