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La pandemia ha dilatado la implementación de la reforma.

Una de las razones


principales es la acumulación y el retraso en los juicios que se tramitan en las Juntas
de Conciliación y Arbitraje
Fecha de publicación: 02/11/2020
Etiquetas: Mexico, derecho laboral, sindicatos, teletrabajo
Para la firma del Tratado de Comercio de Norteamérica, llamado T-MEC,
México realizó reformas estructurales que involucran diversas
materias, entre ellas el derecho laboral. A principios de año se oficializó
el convenio y entró en vigencia. En noviembre, penúltimo mes del año,
vale la pena preguntarse si fue posible implementar los cambios
esperados.
Para conocer los detalles del contexto mexicano, LexLatin entrevistó
a Carlos Ferran Martinez, socio director y fundador de la firma Ferran
Martínez Abogados. El bufete se enfoca en la
representación de empresas con operaciones en México en todo tipo de
asuntos laborales.

Carlos Ferran Martinez


En la práctica ¿el T-MEC ha implicado una renovación de los
derechos colectivos?
El T-MEC pretende estar en armonía absoluta con la reforma laboral más
importante de todos los tiempos en México, la del 1 de mayo de
2019. Uno de sus temas torales es la libre sindicalización y democracia
sindical.
Nuestro país, por muchos años, ha arrastrado un modelo en donde los
sindicatos se acostumbraron a jugar sin reglas. El común denominador
eran las extorsiones a las empresas y la no representación de las y los
trabajadores. Con la entrada en vigor de la reforma y los mecanismos
establecidos en el T-MEC pretendemos darle la vuelta a un modelo que
ha dañado mucho a nuestro país, inhibiendo el pago de mejores
salarios. Con las modificaciones se busca que haya una real
representación y no una simulación.
Las y los abogados laboralistas hemos impulsado la importancia de
tener una agenda de regulación interna y una vida sindical
activa, para que las y los trabajadores tengan una auténtica
representación. Tenemos que aspirar a terminar con el antagonismo
laboral de antaño y encontrar el equilibrio en los factores de la
producción. Esto guarda estricta relación con el proceso de legitimación
de los contratos colectivos de trabajo, que ya inició y debe concluir en
2023. 
¿El refuerzo de los intereses de los trabajadores ya es una
realidad? ¿Qué mecanismos se suponía que debían operar y la
pandemia no lo ha permitido?
Ya es una realidad en la ley y estamos en el proceso de llevarlo a la
práctica. Los mecanismos, incluso los de revisión, están debidamente
establecidos. Para muestra conviene entender el mecanismo laboral de
respuesta rápida, en el que se revisará si el Estado Mexicano está
cumpliendo con la más elemental democracia sindical en lo que respecta
a las empresas con operaciones en México.
El refuerzo de los intereses de las y los trabajadores tomará algunos
años. Siendo optimistas, para el 2023 deberíamos encontrar un avance
significativo. Si bien los contratos colectivos de protección se encuentran
en peligro de extinción, predecir una fecha exacta para dicha
extinción no deja de ser aventurado.
La pandemia ha dilatado, parcialmente, el curso de la implementación
de la reforma. Una de las razones principales es la acumulación y
el retraso en los juicios que se tramitan en las Juntas de Conciliación y
Arbitraje. 
¿Podemos hablar de “nuevos” derechos colectivos a partir del
tratado? Y a la vez ¿podemos hablar de derechos colectivos
perdidos a raíz de la pandemia?  
Sí existe innovación en materia de derechos colectivos y si bien estos ya
existían en la teoría de derecho laboral internacional,
desafortunadamente no se llevaban a cabo en la práctica.
Aunque nos resulte algo nuevo, lo cierto es que esos derechos tuvieron
que haberse llevado a cabo en la práctica siempre. Uno de los
principales problemas de los últimos 100 años es que en México nos
encargamos de pervertir la vida sindical. Nuestra ley no avanzó al ritmo
que debería haber avanzado en su momento.
Es de celebrarse que hoy en día tengamos ya reconocida la libre
asociación, no solamente en materia de legislación reglamentaria, sino
con la propia ratificación del Convenio 98 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT). Al mismo tiempo, el motivo de
celebración debe ser que con la reforma del año 2019, también se
reconoce la libre no asociación. En otras palabras, nuestra legislación ya
entendió que es igualmente legítimo asociarse a un sindicato que tomar
la decisión de no afiliarse.
¿Cuál es la disposición que le parece más fascinante para
comprender un nuevo paradigma del derecho laboral con las
modificaciones hechas por el T-MEC?
La democracia sindical revolucionó el derecho colectivo del trabajo y
es tan elemental como el voto libre, directo y secreto. Al materializarse
un efectivo conocimiento de los representantes sindicales y, sobre todo,
del clausulado del contrato colectivo de trabajo, automáticamente se
producen incentivos para la economía de nuestro país: aumento de
salarios, mejores condiciones laborales y mayor productividad dentro de
las empresas.
¿Cuáles son las disposiciones faltantes en nuestra normativa
laboral?
Una de las cuestiones clave en el sistema laboral mexicano es la
regulación de la productividad. Con la reforma del año 2012 se
insertó un capítulo para hablar de ella, aunque aún estamos muy lejos
de que el país se considere productivo.
Si revisamos las estadísticas de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE), México es uno de los países que trabaja
más horas al día y es a la vez uno de los menos productivos. En ese
sentido, una prestación que merece una discusión urgente desde hace
tiempo es el reparto de utilidades: desde el año de 1985, el porcentaje
es de 10 % sobre utilidad gravable, en el que los únicos criterios para su
pago son salario y días trabajados. Me parece que sería momento de
repensar la figura y adicionar a la productividad en la ecuación.
Otro tema fundamental del cual esperamos ver regulación
próximamente es el teletrabajo. La realidad nos alcanzó más rápido de
lo que pensábamos con la pandemia, de manera que urge una
regulación compleja en ese sentido que establezca -entre muchos otros
derechos y obligaciones- el derecho a la desconexión.
Hablemos del trabajo que cobra relevancia por plataformas
digitales que no empata con el reconocimiento de los derechos
colectivos, ¿cuál es la discusión que deberíamos tener?
Definitivamente, el poner en igualdad de circunstancias a trabajadoras y
trabajadores, con independencia de la modalidad para la prestación de
su servicio, particularmente por lo que hace al lugar de trabajo. Con
independencia también de donde se presta el servicio, los derechos
laborales, en materia individual y colectiva, no deberían sufrir
menoscabo alguno.
El mundo está cambiando y con ello el trabajo. Si bien los derechos
colectivos pueden inhibirse en trabajos que hasta hace algunos años no
existían, no podemos justificarnos en la complejidad de su
regulación para ser omisos en legislar a la brevedad. Es momento de ser
creativos, entender que las generaciones de patrones, trabajadores y
trabajadoras están en pleno cambio y debemos actuar en consecuencia.
No podemos regular el trabajo del siglo XXI con una ley de 1970. Somos
afortunados de vivir este momento en la historia del derecho del trabajo
mexicano y nos toca, indiscutiblemente, asumir esa responsabilidad
histórica.
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