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Una de las circunstancias que penden como amenaza al régimen chavista es la cuestión
económica. Por una parte, la recesión no ha sido superada. La economía, durante 2010,
apenas anunció el inicio de la superación de la tendencia recesiva, situándose el cre
cimiento del PIB en -1,9 por ciento. Para 2011 el crecimiento pudiese ser un poc
o mejor, pero con una inflación similar o cercana a la de 2010. La deuda pública alc
anza entre 28 y 30 por ciento del PIB, partiendo de un cálculo que toma como base
una paridad de 2,60 bolívares por dólar. Pero, si el cálculo se efectúa ubicando el dólar
a 4,30, algunos economistas concluyen en que la deuda pública alcanza 55 por cient
o del PIB. Si tomamos la tasa de 5,30, usada por el Sistema de Títulos en Moneda E
xtranjera (Sitme), el endeudamiento asciende a 65 por ciento del PIB, afirmado p
or el economista García Banchs, en un estudio realizado a finales del ejercicio de
2010. La deuda interna, específicamente, se sitúa en unos 100 millardos de bolívares.
Para este año se calcula que la deuda pública interna se ubicará en 54 mil millones d
e bolívares, 54 por ciento más elevada que la contratada en 2010. Según cifras oficial
es, la deuda pública se ubica en 64.115 millones de dólares, de los cuales la deuda
externa representa 54 por ciento y la interna 46 por ciento. Por su parte, según cál
culo de algunos economistas no oficialistas, la deuda global alcanza más de 110 mi
l millones dólares. García Banchs agrega que, aunque el Estado venezolano presenta c
ifras a los mercados internacionales a una tasa de 2,60, desde el exterior ya se
están haciendo trabajos en los cuales se calcula la deuda nacional con los difere
ntes tipos de tasas. Esto se podría traducir en pagar mayores intereses por los pa
peles que se lancen al mercado.
Ciertamente la capacidad de endeudamiento del Estado venezolano es correspondien
te con el aval que representa el petróleo y otras riquezas naturales. Si la compar
amos con la deuda estadounidense veríamos que en términos relativos, claro está, se tr
ata de una deuda soportable. Como señalamos anteriormente, la deuda de EEUU está cer
ca de 100 por ciento del PIB de 2010. Sin embargo, en nuestro caso, en virtud de
l proceso de destrucción de capitales, del desmantelamiento del aparato industrial
y agrícola, cualquier vaivén a la baja del precio del crudo conduciría a una situación
de mayor déficit presupuestario, lo cual tendrá como respuesta el consabido endeudam
iento púbico y más presión tributaria, medidas éstas que el gobierno sabe que son pernic
iosas en condiciones preelectorales. Ante ello, el régimen preferirá recurrir al end
eudamiento y al incremento de la espiral inflacionaria, así como a una eventual de
valuación. De allí el consiguiente incremento del gasto, dados los compromisos que d
eberá asumir el Estado para cancelar esos servicios. Esto explica que, a pesar del
alto precio del crudo, el presupuesto de ingresos y gastos se consolida siempre
con base en el endeudamiento público, la manipulación cambiaria y la inflación. Esto
es, por ser los gastos superiores a los ingresos, el gobierno busca hacer se de
recursos vía deuda pública, mediante la devaluación, con lo cual obtiene más bolívares con
los mismos dólares, y mediante la emisión de papel moneda sin respaldo, mientras el
aparato productivo sigue estancado, por lo cual la inflación se hace más amenazante
. Se gasta más de lo que se percibe, en términos reales y nominales. Todo lo cual co
nduce a un traspaso de capitales a la oligarquía financiera mediante el incremento
de la deuda pública así como mediante negocios garantizados por el aval que supone
el Estado. Recordemos que los compromisos contraidos por el Estado con la banca,
supone amortización de capitales y pago de una tasa de interés que debe ser superio
r a la inflación. Con ellos los bancos ven atractivo comprar papeles de deuda fren
te al riesgo de invertir en un aparato productivo estancado y poco competitivo.
El elemento más pernicioso de la política económica del régimen sigue siendo seguir a pi
e juntillas la orientación que conduce al afianzamiento extremo del papel de Venez
uela en la división internacional del trabajo. Circunstancia claramente explicada
desde la teoría y que la vida se ha encargado de corroborar de manera fehaciente.
De seguir por este camino, nos rezagamos en todas la materias, salvo petróleo, al
menos así dice la teoría, que en nuestro caso parece contradicha, dado que incluso e
n la producción de este rubro hemos perdido ventajas comparativas por la conducción
que se le ha dado a esta empresa. Ello explica entonces el manejo del sector ext
erno y la inserción de Venezuela en Mercosur, manteniendo relaciones comerciales c
on EEUU muy sólidas. Entretanto, perdemos ventajas y contribuimos con el desarroll
o en otras latitudes donde es muy alta la composición de capitales, brindando elev
adas cuotas de ganancia al adquirir bienes por encima de su valor pero más baratos
en relación con la producción nacional. En definitiva, mientras obtenemos extraordi
narias ganancias por concepto del precio del crudo, brindamos ganancias enormes
en la compra de bienes producidos más baratos pero que nos venden por encima de su
valor. Ello paraliza el aparato productivo y disminuye el empleo productivo. Co
n las superganancias petroleras se mantiene la capacidad de demanda social, pero
en perspectiva la economía se encamina hacia un verdadero desastre.
En el marco del capitalismo, estos elementos se convierten en un freno de primer
orden en el desarrollo de las fuerzas productivas, expresado principalmente en
las limitaciones que suponen al proceso de concentración de capitales. De allí el en
carecimiento del crédito en esa conjunción perversa entre altas tasas de intereses p
ara compensar la inflación, mientras se estimula la capacidad de demanda social si
n desarrollo ni crecimiento económico, se desprotege el aparato productivo interno
con la consiguiente pérdida de capacidad competitiva, mientras se incrementa la i
mportación de bienes que pueden producirse en el país. He allí lo fundamental de la po
lítica económica chavista de cara a las leyes del desarrollo del régimen de producción c
apitalista. En definitiva, se produce un freno brutal al desarrollo de las fuerz
as productivas, mientras se mantiene la ficción de que hay desarrollo endógeno, lo q
ue evidencia que los diversos dislates chavistas son puro engaño y fantasía.
Si nos atenemos a cifras oficiales, los índices de pobreza y desempleo indican una
importante disminución. Ciertamente, podemos dar algo de crédito a estos indicadore
s, pues el consumo se ha incrementado en la medida en que la importación ha crecid
o de manera galopante, a la par del desmantelamiento de nuestras capacidades pro
ductivas, y en particular del aparato industrial. Recordemos que EEUU satisfizo
alrededor de 50 por ciento de todas las importaciones que realizó Venezuela en 201
0, si bien obtuvimos un superávit cercano a 19 mil millones de dólares. El comercio
entre EEUU y Venezuela creció en 2010 en alrededor de 34 por ciento en relación con
el ejercicio fiscal precedente. Las importaciones durante 2010 se situaron en 38
mil millones de dólares.
El déficit fiscal, por su parte, se incrementará de manera importante. El presupuest
o pautado para 2011 es de 204 mil millones de bolívares, 28 por ciento más que los 1
59 mil millones de 2010, aunque esta cifra se ha incrementado con las asignacion
es de créditos adicionales, que durante ese período superaron los 34 mil millones de
bolívares. Si el aumento de 28 por ciento en el presupuesto se contrasta con las
estimaciones de una inflación para 2011 de 30 por ciento, en términos reales estaría c
ayendo el gasto público nuevamente. Se trata de una caída del gasto social en términos
reales que se ve aún más afectado por el crecimiento de la deuda por déficit así como l
a que contrae Pdvsa y otras empresas del Estado, para mantener su capacidad oper
ativa así como algunos planes de desarrollo. A su vez, en la Ley de Endeudamiento
para 2011 se prevé un aumento de 54 por ciento en relación con 2010, al pasar de 35
a 54 mil millones de bolívares. Esto se traduce en que 26 por ciento del gasto tot
al en 2011 estará financiado con deuda, según García Banchs, quien indica, además, que e
n este ejercicio el gobierno será más dependiente del endeudamiento. El déficit fiscal
estaría por el orden de 4 puntos del PIB, resultado de la política económica que dest
ruye el aparato productivo. Si se toma en cuenta la devaluación de la moneda decre
tada a finales de año, es probable que ―por el alto porcentaje de endeudamiento de V
enezuela― el gobierno tenga más dificultades para colocar su deuda correspondiente a
l año en curso.
Esta circunstancia nos permite afirmar que la inflación para 2011 será probablemente
similar a la de 2010. Quienes calculan estas tendencias están persuadidos de que
la recesión junto con el incremento del gasto público, y por ende el déficit fiscal, c
onducirán a que esta tendencia se sostenga, derivando en una probable mayor estanf
lación, o sea, se mantiene la inflación así como el estancamiento.
La construcción de viviendas es uno de los asuntos jerarquizados por el gobierno c
havista dado el déficit de más de 2 millones de unidades, lo cual lo convierte en ex
plosivo. Con la promesa de construir 150 mil unidades este año, apenas se logrará at
emperar el malestar de quienes demandan de manera perentoria soluciones habitaci
onales. De cumplirse esa meta, apenas se correspondería con el crecimiento anual d
e la demanda de este bien. Además, ello repercutiría negativamente en el manejo de l
as finanzas públicas de no incrementarse los ingresos por la vía de la subida de pre
cio del crudo o del ritmo de crecimiento de la producción nacional, lo cual parece
ser la tendencia dominante.
El análisis de las condiciones objetivas así como las perspectivas del régimen nos ind
ican que pudiera presentarse una situación revolucionaria, cuestión posible en un es
cenario en el cual permanentemente las luchas de los trabajadores, de los poblad
ores de los barrios, de variadas comunidades, entre otros, viven en permanente l
ucha demandando solución a los ya crónicos problemas nacionales.
El régimen presenta signos claros de agotamiento, cuestión percibida por muchos sect
ores nacionales e internacionales. Dicho agotamiento se ve reflejado, en primer
lugar, en la contradicción entre el discurso y la realización de políticas que favorec
en claramente al capital financiero. En segundo lugar, en la ineficacia que pres
enta toda la institucionalidad en la atención de los problemas más urgentes del pueb
lo, tales como inseguridad, vivienda, empleo, salario suficiente, entre otros. S
e suma, como dijimos antes, el agotamiento de la figura carismática de Chávez. Ya la
gente tiende a cansarse de tanta demagogia e histrionismo, acompañado de la tal r
epolarización, que tiende a crear angustias en la gente, muchas veces sin que exis
tan razones ciertas para ello, como no sea una estrategia de permanente camorra
política.
Es evidente que sectores de la oposición atentos a esta tendencia buscan sacarle p
rovecho para sustituir al régimen, aunque en términos generales sólo para dar paso al
continuismo que mantiene las cadenas de dependencia y sujeción de las grandes pote
ncias imperiales. Ésa es la puja que hay entre todos quienes buscamos una salida a
la circunstancia política, toda vez que también estamos presentes quienes pugnamos
por una salida progresista, popular y nacionalista. Ello debemos tomarlo en cons
ideración a la hora de formular nuestra política. De un lado tenemos que el agotamie
nto del chavismo puede dar paso al afianzamiento de tendencias anticomunistas, d
e hecho, somos de la idea de que han brotado y se han estimulado tendencias cada
vez más reaccionarias y revanchistas frente al chavismo que ―al identificar esta fo
rma de dominación burguesa con socialismo― terminan por hacer un servicio al gobiern
o, instados miopemente por el espíritu que los anima en materia política y de presen
tarse como alternativa cierta. Pero, de otra parte, están presentes las tendencias
políticas en el seno de la masa chavista que también cuentan a la hora de sumar en
una dirección, pero que se ven frenados por el elemento antes señalado. Ello resta p
otencialidades a la perspectiva de cambio, o al menos de superación del régimen.
Por otra parte, la base social de este régimen es tremendamente endeble. Dada su n
aturaleza, el sector lumpen ―uno los componentes más importantes del chavismo, no sólo
poco firme, sino también oportunista en extremo― termina siendo una debilidad que,
en caso de pérdida de perspectivas, de seguro no tendrá miramientos para saltar la t
alanquera. Los trabajadores se mueven con recelo frente a uno y otro color. Los
chavistas no terminan de hacerse fuertes entre la clase obrera no sólo porque no p
resentan una perspectiva de organización genuina defensora de sus intereses, sino
por la política a favor de la explotación, de la flexibilización laboral, entre otros,
que impone el régimen ―por supuesto, siempre amparados en discurso engañoso―. Pero la o
posición no logra convertirse en hegemónica debido a las limitaciones políticas frente
a la organización sindical y la defensa de la clase.
De tal manera que tanto la superestructura como la base social chavista terminan
siendo débiles y, en perspectiva, poco fiables de ser puntales ante una eventual
sacudida de los precios del crudo o de resquebrajamiento acelerado del bloque de
la dominación. En cualquier caso, de lo que se trata es de establecer el desarrol
lo y afianzamiento de tendencias en las formas de conciencia social en la actual
circunstancia.
Un aspecto cada vez más requerido en la situación política es la conformación de una fue
rza social y política alternativa. En la actualidad hay más elementos que nos fuerza
n a ratificar este objetivo: en primer lugar, para evitar el fracaso de las pers
pectivas posibles de cambio, se requiere de una fuerza material concreta; y, en
segundo lugar, pero no menos importante, debemos impedir que el “cambio” signifique
una continuidad en el sentido de dejar intacto lo fundamental del régimen, es deci
r, que se mantengan instituciones y leyes antipopulares y antinacionales. En est
o el imperialismo sigue realizando experimentos, aprovechando los estallidos polít
icos sucedidos recientemente en Túnez y Egipto, donde se permiten cambios para que
todo siga igual.
Aun cuando no podemos predecir los tiempos para el logro de una situación definito
ria en la lucha contra el régimen, sí podemos adelantar que dicho desenlace tendrá un
carácter más progresista si existe en la contienda un movimiento social y popular fu
erte, enraizado en todas las luchas económicas, reivindicativas, sociales, democráti
cas, que seguramente se desarrollarán en nuestra geografía. Hablamos de una fuerza s
ocial y política alternativa, y la pensamos como un movimiento que puede tener una
influencia decisoria en el rumbo de la circunstancia política y en el carácter de l
a transición. Esto necesariamente implica trabajar tesoneramente en la vinculación d
e las fuerzas de avanzada con las luchas por salario, por empleo, por contrato,
por vivienda, por servicios, contra el alto costo de la vida, contra la corrupción
y el despilfarro, etcétera; en lograr que dichas luchas se articulen mediante una
plataforma común y una coordinación funcional. Debemos confiar en el pueblo y dejar
a un lado cualquier sectarismo o visión excluyente que coarte las potencialidades
de unidad real en las luchas concretas; los partidos pueden y deben jugar un pa
pel de orientación y ayuda en la conducción de las luchas, pero no debemos detenerno
s si la conjugación de esfuerzos de da sobre otras bases donde los partidos juegue
n un papel secundario.