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Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O.

Villarroel Díaz 1

TEMA Nº 1: DERECHO PROCESAL

Sumario

I. Introducción.- El Estado.- Elementos.- fin y funciones.- Función


Legislativa.- Función Ejecutiva.- Función Jurisdiccional.- Función
Electoral.
II. Derecho Procesal.- 1. Etimología del vocablo procesal.- 2. Concepto de
Derecho Procesal.- Definición de Derecho Procesal: Manuel Osorio.- Jorge
Claria Olmedo.
III. Denominaciones.
IV. Contenido.- ontológico.- fenomenológico, axiológico.
V. División y principales ramas del Derecho Procesal.- Derecho Procesal Civil,
Derecho Procesal Penal.
VI. Interpretación de la Ley Procesal.- Legislativa.- Judicial.- Doctrinaria.
VII. Irretroactividad de la ley.
VIII. Ultra actividad de la Ley.- 1. Abrogación.- 2. Derogación.- tácita.- expresa.-
Por des-uso.
IX. Pilares del derecho Procesal.- Jurisdicción, Proceso y Acción.

I. INTRODUCCIÓN.

1. Noción de Estado.- El vocablo "Estado", deriva de la voz latina "Status" que


significa; manera de ser de una persona o de una cosa, es decir el conjunto de
condiciones y circunstancias en que se encuentra.

La acepción de Estado como corporación territorial fue aplicada por


primera vez por Maquiavelo. Así el Estado se llamaba en Grecia "Polis" y en Roma
"Civitas res publica".

Para León Duguit, la palabra Estado designa a la sociedad humana


asentada en un territorio, dotada de un poder de mando y cuya finalidad es
establecer y mantener el bienestar de sus componentes; como que en efecto,
Estado es el órgano jurídico de la sociedad.

2. Elementos del Estado.- Los elementos del Estado son tres; Territorio, Población
y Poder.

a) Territorio, es la superficie de tierra firme y de agua que se extiende al espacio


aéreo y al sub-suelo.
b) Población, es el conjunto de habitantes nacionales y extranjeros que habitan
en un territorio determinado.
c) Poder, (público) es la potestad de mando munida de dos elementos Autoridad
y Fuerza. La Autoridad, es el órgano revestido de facultades suficientes para
actuar en representación del Estado en algún acto o negocio público y, La
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fuerza, es el medio de coacción material para imponer el cumplimiento de los


mandatos de la Autoridad y a la que no se puede resistir.

3. Fin y funciones del Estado.- El fin esencial del estado es el fin jurídico que
consiste en crear el Derecho y asegurar su imperio por medio de sus cuatro
funciones primarias y fundamentales que son: la función Legislativa, la
Jurisdiccional, la Administrativa o Ejecutiva y la electoral.

a) La Función Legislativa, es la potestad publica atribuida al Estado para la


determinación del orden jurídico, mediante la creación de normas de derecho o
reglas de conducta a las que deben sujetarse las personas en los diversos
aspectos de su actuación y relaciones, y no son sino “formulas permanentes de
justicia" para mantener la armonía y paz en la colectividad.

La función Legislativa corresponde específicamente al órgano (poder)


Legislativo. En el Estado boliviano esta función corresponde a la Asamblea
Legislativa Plurinacional (Art. 158-3 CPE) y a las Asambleas Departamentales
(Art. 277 CPE)

b) La Función Administrativa o Ejecutiva, es la potestad pública atribuida al


Estado para hacer cumplir y ejecutar las normas y resoluciones jurídicas.

Esta función corresponde específicamente al órgano (poder) Ejecutivo (Art.


172-1 CPE), el cual tiene además la obligación de satisfacer las necesidades de
seguridad, cultura y bienestar general.

c) La Función Jurisdiccional, es la potestad pública atribuida al Estado para la


aplicación de las normas de derecho con el fin de resolver los conflictos de interés
que se suscitan en la vida social y mantener el orden jurídico, restableciendo de
este modo el derecho alterado, quebrantado o desconocido. El conflicto supone
un choque o pugna de intereses que se debe resolver aplicando la norma jurídica.

La Función Jurisdiccional incumbe específicamente al órgano (poder)


Judicial. (Art. 178 CPE)

d) La Función Electoral, es la potestad pública atribuida al Estado para


organizar, administrar los procesos electorales así como el Registro Civil y el
Padrón Electoral.

Dicha función corresponde específicamente al órgano (poder) Electoral, el


cual tiene además el deber de garantizar el ejercicio efectivo de los derechos
políticos de los ciudadanos y ciudadanas (Art. 208 CPE).

En virtud del principio de separación de los poderes del Estado, el


Legislativo crea la ley o norma jurídica, el Ejecutivo la ejecuta, el Judicial la
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aplica y el electoral determina la forma de elección de sus componentes; empero


cada órgano ejerce también funciones que no son propias de él; sin embargo se
justifican por su autonomía funcional; así el ejecutivo dicta reglamentos con
fuerza de ley; el Judicial suple el silencio de la ley; el Legislativo ejerce funciones
de acusación y juzgamiento de los miembros del Tribunal Constitucional
Plurinacional, del Tribunal Supremo, del Tribunal Agroambiental y del Control
Administrativo de Justicia y el Electoral administra justicia en el ámbito de su
competencia.

A los efectos de estudio de nuestra materia, debemos destacar que el


Estado para cumplir la función jurisdiccional crea las normas de derecho para
sustanciar y resolver los conflictos sometidos a juzgamiento y crea asimismo las
normas de organización y composición de los órganos jurisdiccionales,
determinando sus atribuciones (competencias) y funcionamiento administrativo
interno.

Entendida así la función jurisdiccional, precisamente el Derecho Procesal


es la rama de la ciencia jurídica que estudia los principios, instituciones y
normas procesales así como la organización Judicial del Estado, que comprende
la creación, composición, fin y funciones de los órganos jurisdiccionales, lo que
en el campo del Derecho Positivo, se refleja en los Códigos de Procedimiento y
Leyes de Organización.

II. DERECHO PROCESAL.

1. Etimología del vocablo procesal.- La palabra procesal, viene de la voz latina


"Procederé" que significa poner en movimiento, avanzar, progresar.

2. Concepto de Derecho Procesal.- Como tenemos expresado precedentemente, el


Derecho Procesal es la rama de la ciencia jurídica que estudia los principios,
instituciones y normas procesales que estructuran la actividad jurisdiccional del
Estado así como la creación, composición, fin y funciones de sus órganos
jurisdiccionales. También es llamado Derecho Adjetivo o de forma, por oposición
al Derecho Sustantivo o de fondo.

En el ámbito del Derecho objetivo, es el conjunto de principios y normas


que regulan la función jurisdiccional que comprende tanto a los procesos
judiciales, respecto a sus sujetos, actos, desarrollo y efectos, como a la
organización judicial del Estado, respecto a la distribución, competencia de sus
órganos, requisitos para el ejercido de dicha función, facultades y obligaciones de
sus titulares.

3. Definición de Derecho Procesal.- El tratadista Manuel Ossorio, define el


Derecho Procesal en los siguientes términos:
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“Es el conjunto de normas que regulan la actividad; jurisdiccional del


Estado, es decir, los órganos y formas de aplicación de las leyes".

Por su parte, el tratadista argentino Jorge A. Claría Olmedo, nos da una


de las definiciones más completas expresando que:

"El Derecho Procesal es la ciencia jurídica que en forma sistemática


estudia los principios y normas referidos a la actividad judicial, cumplida
mediante el proceso por los órganos del Estado y demás intervinientes
para la efectiva realización del Derecho Sustantivo" -agrega- "organizando
la Magistratura con determinación de sus funciones para cada una de las
categorías de sus integrantes, y especificando los presupuestos, modos y
formas a observar en el trámite procesal".

Este autor, es más claro al comprender en su definición a los principios y


normas que regulan la actividad judicial y al establecer que ésta tiene por
finalidad la tutela o efectiva realización del Derecho Sustantivo (Art. 91 CPC, Art.
6 NCPC).

III. DENOMINACIONES.- Esta rama del Derecho, ha ido cambiando


sucesivamente de contenido y aún de denominación.

Hasta el siglo XVIII, su contenido en los países de cultura latina era el de


la simple práctica. Los libros se denominaban Práctica Judicial (Mexia de Cabrera
1655, Villa Diego 1788).

En el siglo XIX la voz "Procedimiento" sustituye a Práctica, caracterizado


por el empleo del método exegético encaminado a examinar el alcance de las
disposiciones legales de forma. No se puede todavía hablar de ciencia; pero
comienza a advertirse una concepción plenaria de toda esta rama del derecho.
Sus cultores han sido denominados "procedimentalistas".

A comienzos de este siglo (XX), empieza a abrirse camino entre los países
de formación latina, una concepción sistemática y coherente de todo este
capítulo del Derecho, recibiendo la denominación de Derecho Procesal.

Cuando la doctrina parecía haberse estabilizado en torno a la


denominación enunciada, surgen nuevos intentos de sustituirla.

En la doctrina francesa se preconiza la denominación de "Droit Judiciaire


Prive". En la española "Derecho Jurisdiccional".

La primera constituye una subsistencia de la concepción tradicional que


denomina al procedimiento derecho judicial.
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La denominación genérica de Derecho Jurisdiccional tiene sobre la


precedente, la ventaja de abarcar no sólo el derecho procesal propiamente dicho,
sino también la organización de los tribunales y el estudio de la condición
jurídica de sus agentes. Pero, esta denominación es insuficiente. El derecho
procesal comprende no solo el estudio de los procesos contenciosos sino también
el de los procedimientos de la llamada jurisdicción voluntaria. Por acuerdo
pacífico de doctrina, estos procedimientos no abarcan el ámbito de la función
jurisdiccional, pero si el procesal.

Ocurre asimismo, que numerosas actividades jurisdiccionales, no se hallan


sometidas al órgano judicial, sino también al Poder Legislativo, al Poder Ejecutivo
y a otros órganos del Poder Público, tal como acontecía en nuestro país con el
Tribunal Fiscal de la Nación con jurisdicción y competencia en materia
contencioso-tributaria (Art. 178 y Sgtes. del antiguo Código Tributario). La ciencia
así denominada debería abarcar, desde las funciones jurisdiccionales del
Parlamento hasta las de los órganos específicos de la jurisdicción.

También corresponde subrayar que, en cierto modo, las diversas


denominaciones utilizadas por esta ciencia corresponden a las influencias de las
distintas escuelas.

La doctrina española, usa habitualmente el vocablo "enjuiciamiento"; la


doctrina alemana prefiere "Prozess a Procedur". Algunas escuelas, como la
Italiana, actuaron sobre el vocablo latino "Iudicio" desde el siglo XII al siglo XVIII,
para abandonarlo luego durante el siglo XIX, por influencia francesa, lo sustituye
por “Procedura"; y por influencia alemana, durante el siglo XX, fue sustituido por
"Diritto Processuale".

Cuanto acaba de exponerse conduce a adoptar los vocablos, ya


tradicionales, no obstante su origen relativamente moderno de DERECHO
PROCESAL.

El vocablo "Derecho" está tomado en el sentido que le corresponde como


rama de las ciencias de la cultura; un conjunto de principios y normas que
integran una rama particular del ordenamiento jurídico general. Supone un saber
sistemático, coherente, unitario de los principios y normas jurídicas. Supera en este
sentido a práctica, que sólo alude a un menester empírico y no a un saber
razonado. Supera, asimismo, a la simple enunciación de las leyes, pues el
derecho es más que la ley, La ley es sólo un fragmento de la ciencia del derecho.

En cuanto a la locución "procesal", expresa su relación con el objeto


estudiado: el Proceso. No es propiamente el estudio del procedimiento que es sólo
el lado externo del proceso. La idea del proceso es una idea teleológica. Se halla
necesariamente referida a un fin. El proceso es un procedimiento apuntado al fin
de cumplir la función jurisdiccional.
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IV. CONTENIDO.- Esta rama del saber jurídico es de carácter ontológico porque
tiende a determinar a qué categoría corresponde, en sustancia, el objeto de
conocimiento motivo de examen para responder a la pregunta ¿qué es el proceso?

Tiene un contenido fenomenológico, descriptivo, de la realidad aparente y


visible del proceso porque estudia el desenvolvimiento o comportamiento externo
y formal del proceso para responder a la pregunta ¿Cómo es el proceso?, y tiene
contenido axiológico, por cuanto debe fijar la función del proceso en el mundo del
derecho que no son otros que los fines y resultados del proceso para satisfacer la
pregunta ¿para qué sirve el proceso?

V. DIVISIÓN Y PRINCIPALES RAMAS DEL DERECHO PROCESAL.- El Derecho


Procesal se divide en la misma forma en que está dividido el Derecho Sustantivo
ya que a cada una de las ramas del Derecho Sustantivo, corresponde un tipo
especial de procedimiento que conforma la parte adjetiva de ése Derecho. Sus
principales ramas son el Derecho Procesal Civil y el Derecho Procesal Penal, de
las cuales, con propias características y peculiaridades derivan los llamados
Procedimientos; Laboral, Familiar, Administrativo, Agrario y otros.

VI. INTERPRETACIÓN DE LA LEY PROCESAL.- ¿Que es interpretar?


Interpretar es "interpretare", deriva de la voz latina "Interpress", vale decir
mediador, corredor, intermediario.

El intérprete es un intermediario entre el texto y la realidad; y la


interpretación es extraer el sentido, desentrañar el contenido que el texto tiene
con relación a la realidad,

En términos generales, interpretar significa dar el verdadero sentido a una


cosa o a una expresión, entonces, interpretar la ley es darle o encontrar el
verdadero sentido a la ley para su correcta aplicación.

Interpretar la ley procesal es "dar o encontrar el verdadero sentido a una o


más normas procesales para su correcta aplicación".

Interpretar la ley no es interpretar el derecho, el derecho es el todo del


objeto interpretado, la ley es sólo una parte. La ley se interpreta extrayendo de
ella un significado más o menos oculto; pero la extracción de ése significado
supone la consideración de todo el derecho. La ley es siempre derecho, pero no
todo el derecho es ley.

La primera puntualización consiste en subrayar que interpretar la ley no es


interpretar el derecho, sino un fragmento del derecho. Interpretar el derecho, vale
decir, desentrañar el sentido de una norma en su sentido plenario, presupone el
conocimiento del derecho en su totalidad y la coordinación necesaria de la parte
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con el todo, y lo que rige la conducta humana es el todo y no la parte.

1. ELEMENTOS DE LA INTERPRETACIÓN.- Los elementos que están en juego


en toda interpretación jurídica son: El objeto de la interpretación, los sujetos de
la interpretación y el resultado de la interpretación.

a) Objeto de interpretación.- El objeto de la interpretación es el Derecho. Derecho


es tanto la Constitución como la Ley, como el reglamento, como la Sentencia,
como el contrato, como el testamento. Todos ellos deben ser interpretados.

b) Sujetos de la interpretación.- El derecho en todas sus formas es el objeto; de la


interpretación. Los diversos intérpretes posibles del derecho son el Legislador, el
Juez y el profesor, son tres de los intérpretes más calificados de la Ley, quienes
brindan su apoyo a la clasificación tradicional que distingue entre interpretación
legislativa o auténtica, interpretación judicial e interpretación doctrinaria.

c) Resultado de la interpretación.-Si el derecho es el objeto, y si el intérprete es el


sujeto, ¿Cuál es el resultado? La interpretación misma.

Por obra del intérprete, el derecho resulta interpretado o mejor aún


revelado en todo aquello que es su contenido.

Pero ésa revelación de su contenido no es sólo una operación de


descubrimiento, es también una operación de relación. En ella, decíamos, el todo
se hace presente, interpretar es algo más que desentrañar, es relacionar.

Toda interpretación supone relacionar el fragmento con la totalidad. El


sentido se extrae implantando la parte en el todo.

La interpretación de las leyes procesales no se agota en la operación de


desentrañar el significado del texto particular que provoca la duda interpretativa.
Ese texto no es, normalmente, otra cosa que la revelación de un principio de
carácter general vigente a lo largo de toda la legislación procesal. Interpretar el
texto es determinar la medida de vigencia del principio frente a cada caso
particular.

Esos principios que rigen la codificación son, a su vez, desenvolvimientos


particulares de grandes mandamientos o preceptos básicos consignados en la
Constitución para asegurar la justicia, la igualdad, la libertad, la dignidad de las
personas, etc.

Interpretar la ley procesal, es por lo tanto, interpretar todo el derecho


procesal en su plenitud, a partir de los, mandamientos o preceptos básicos de
orden constitucional.
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2. FORMAS DE INTERPRETACIÓN.- La clasificación tradicional, como tenemos


expresado, distingue tres formas de interpretación la interpretación Legislativa o
auténtica, la interpretación judicial y la interpretación doctrinaria.

Estas tres formas de la interpretación no son tres maneras diferentes de


leer la ley o de extraer su sentido, son tan sólo variantes de la función del sujeto
que interpreta. El objeto es el mismo, la operación es la misma, sólo el sujeto
varia y con él la trascendencia de la obra.

a) Interpretación Legislativa o autentica.- Es la que hace el órgano (Poder)


Legislativo mediante una ley, cuando existe una ley obscura, ininteligible o de
doble sentido, y no expresa claramente lo que quiere decir. Es la interpretación
que de una ley hace otra ley posterior. Interpretación auténtica es solamente el
texto rigurosamente dispositivo de una ley posterior que determina el alcance de
la ley anterior (Art. 158 Inc. 3. C.P.E.).

La interpretación legislativa la hace el órgano Legislativo mediante una ley


llamada interpretativa respecto de una determinada ley o parte de ella para darle
su verdadero significado en alcance y contenido, la cual, es creada, promulgada y
publicada como toda ley con carácter general y obligatorio.

b) Interpretación Judicial.- Es la efectuada por los jueces y tribunales de justicia


pero su valor y vigencia es relativa, porque los únicos que están obligados a su
cumplimiento son los litigantes que intervienen en el proceso, además de las
autoridades que intervienen. Su vigencia es limitada.

Los únicos órganos que hacen verdadera jurisprudencia son el Tribunal


Supremo de Justicia y el Tribunal Constitucional. Posteriormente, en casos
análogos (similares) los jueces y tribunales, dirimen las causas sometidas a su
conocimiento aplicando estos fallos. La jurisprudencia, actúa como derecho
supletorio pero de ninguna manera va contra la Ley.

Los jueces y tribunales, en los casos de falta, oscuridad o insuficiencia de


la Ley, no pueden dejar de fallar en el fondo de las causas sometidas a su
juzgamiento; necesariamente deben resolverlas o dirimirlas aplicando los
principios generales del derecho, las leyes análogas o la equidad que nace del
ordenamiento jurídico del Estado (Arts. 1, 193 del CPC, Art. 25-1. NCPC).

c) Interpretación Doctrinaria.- Se acostumbra hablar de interpretación


doctrinaria para referirse a la interpretación que dan los jurisconsultos a una
ley, no son legisladores ni jueces, por ello es privada. A diferencia y por oposición
de las anteriores (auténtica y judicial) no tiene carácter obligatorio ni general. Por
mucho que el autor sea un científico de renombre internacional.

Cualquier autor puede emitir su opinión pero no se la puede aplicar en


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reemplazo de la norma, porque dentro del sistema de legalidad que actualmente


caracteriza al Estado moderno, los jueces y tribunales son independientes en la
Administración de Justicia y NO ESTÁN SOMETIDOS SINO A LA CONSTITUCION
Y LAS LEYES” (Arts. 14-V, 164-II y 410-I de la CPE)

VII. IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY.- Por principio general, la ley sólo dispone


para lo venidero y no tiene efecto retroactivo, excepto en materia social, cuando
lo determine expresamente la misma, y en materia penal cuando beneficie al
delincuente. Principio que fue positivizado en el Art. 33 de la CPE anterior (de
1967)

La Constitución Política del Estado, vigente, en su Art. 123, igualmente


proclama que la ley sólo dispone para lo venidero y no tiene efecto retroactivo;
sin embargo reconoce tres excepciones a este postulado: en materia laboral,
cuando lo determine expresamente a favor de las trabajadoras y de los
trabajadores, en materia penal cuando beneficie a la imputada o al imputado;
en materia de corrupción, para investigar, procesar y sancionar los delitos
cometidos por servidores públicos contra los intereses del Estado.

Dentro del actual contexto constitucional, las referidas excepciones se


operarían de la siguiente manera:

En el primer caso, cuando la nueva ley en materia laboral establece algún


derecho y/o beneficio en favor de las trabajadoras y de los trabajadores y ésta, en
su propio texto, dispone expresamente su aplicación retroactiva.

En el segundo caso, cuando la nueva ley penal sea más benigna que la
anterior; la nueva ley penal sería aplicable en función al principio de
favorabilidad que rige en esa materia; y

En el tercer caso, cuando la ley implementa nuevas formas de investigación


y/o procesamiento para investigar, procesar y sancionar delitos de corrupción
cometido por servidores públicos contra los intereses del Estado; la nueva ley
sería aplicable a todos los procesos en materia de corrupción que se encuentran
en trámite.

Empero, al respecto, es menester dejar claramente establecido que por


mandato de la misma Constitución Política del Estado (Art. 116) y los Tratados
Internacionales sobre Derechos Humanos, ninguna ley posterior a la comisión del
hecho punible que agrave ese hecho y/o la responsabilidad penal emergente del
mismo, no puede aplicarse retroactivamente.

Finalmente sobre esta materia, según la doctrina predominante, la ley


procesal o adjetiva es irretroactiva y sólo rige para lo venidero y no debe aplicarse
a procesos o trámites iniciados con anterioridad. Empero, en la práctica, la ley
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procesal en algunos casos se aplica retroactivamente.

VIII. ULTRA ACTIVIDAD DE LA LEY.- La ultra actividad de la ley consiste en la


aplicación de normas jurídicas abrogadas o derogadas, a hechos acontecidos o
actos jurídicos celebrados durante su vigencia anterior, prescindiendo de la
nueva ley en vigencia que sólo rige para lo venidero y no tiene efecto retroactivo.

1. Abrogación.- Abrogar significa dejar sin efecto una ley en forma total.

2. Derogación.- Derogar significa dejar sin efecto parcialmente una ley. La


derogación es expresa cuando la nueva ley declara taxativamente que una ley
anterior queda derogada y es tácita cuando una ley es incompatible con otra
aunque siga vigente, y puede tener lugar también por el des-uso, es decir por el
no uso de una determinada norma.

IX. PILARES DEL DERECHO PROCESAL.- De una manera general, los


Principales pilares del Derecho Procesal, constituyen; la jurisdicción, el proceso y
la acción.

La Jurisdicción como aquella función pública realizada por el Estado a


través de sus órganos competentes, con las formas requeridas por la Ley, en
virtud de la cual, por acto de juicio, se determina el derecho de las partes con el
objeto de dirimir sus conflictos y controversias de relevancia jurídica mediante
decisiones con autoridad de cosa juzgada eventualmente factibles de ejecución.

El Proceso como una secuencia o serie de actos que se desenvuelven


progresivamente con el objeto de resolver, mediante juicio de la autoridad, el
conflicto sometido a su decisión.

La Acción como el poder jurídico que tiene todo sujeto de derecho de


acudir a los órganos jurisdiccionales para reclamarles la satisfacción de una
pretensión.

Sistema Conjunto de principios, normas o reglas, enlazados entre sí, acerca de una ciencia o materia. | Ordenado y armónico
conjunto que contribuye a una finalidad. | Método. | Procedimiento. | Técnica. | M. Osorio
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TEMA Nº 2 PRINCIPIOS PROCESALES

Sumario

I. Concepto.
II. Definición.
III. Principales Principios Procesales.- 1. Contradicción, 2. Igualdad, 3.
Inmediación, 4. Impulso procesal, 5. Preclusión, 6. Dirección, 7. Disposición,
8. Economía, 9. Concentración, 10. Publicidad, 11. Oralidad, l2. Escritura,
13. Iniciativa, 14. Gratuidad.- 15. Celeridad, 16. Probidad.- 17. Verdad
material.- 18. Impugnación.- 19. Debido proceso.- 20 Acceso a la justicia.-
21. Transparencia.

I. CONCEPTO.- El vocablo “principio” está vinculado con el concepto de origen o


fundamento y equivale a aseveración fundamental que permite el desarrollo de
un razonamiento o estudio científico.

Ernesto Eduardo Borga, en la Enciclopedia Jurídica OMEBA, refiriéndose a


los principios jurídicos fundamentales da la siguiente definición: “es algo que
debe admitirse como un supuesto de todo ordenamiento jurídico, informa la
totalidad del mismo y aflora de modo expreso en múltiples y diferentes normas, en
las cuales muchas veces el legislador se ve obligado a hacer referencia”.

El Derecho en general se encuentra sustentado por principios jurídicos que


en sí son ideas o enunciados fundamentales, irrebatibles y casi perennes,
que provienen del Derecho natural y la moral y contribuyen a estructurar la
ciencia del Derecho.

El profesor Mario Basco Cosmopolis expresa que el Derecho no sólo es la


ley porque ésta es apenas su manifestación objetiva, su concreción positiva, la ley
es el reflejo de un pensamiento, de una ideología, de un conjunto de valores a los
que apropiadamente se puede reconocer como sus principios. Refiere que todo
sistema jurídico se asienta en principios, que son su base dogmática y axiológica
y aquellas normas que carecieran de principios serían apenas un conjunto
desarticulado de leyes sin alma ni espíritu.

En ese entendido, desde el punto de vista práctico, los principios procesales


conocidos también como principios que informan el proceso se presentan unas
veces como postulados axiológicos sobre los que debe estructurarse el proceso,
otras como exigencias impuestas al juzgador y a las partes, los que luego se
patentizan en garantías procesales (derecho a la defensa) y en ocasiones como
parámetros estructurales que deben ser tenidos en cuenta al momento de hacer
el diseño legislativo del tipo de proceso que se regulará.

II. DEFINICION.- Para Ramiro Podetti, los principios procesales son; "las
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directivas o líneas matrices, dentro de las cuales han de desarrollarse las


Instituciones del proceso", afirmando que ellas vinculan cada institución procesal a
la realidad en la que actúan, ampliando o restringiendo la esfera o el criterio de su
interpretación”.

Cumplen una doble función: sirven de bases previas y fundamentales para


la estructuración de las leyes procesales y de límites para interpretarlas.

III. PRINCIPALES PRINCIPIOS PROCESALES

1. Acceso a la justicia.- En el contexto de la tutela de derechos, asumida por el


Estado, es la facultad de toda persona, pueblo o nación indígena originaria
campesina o comunidad intercultural y afroboliviana de acudir al órgano judicial
a objeto de ser protegida oportuna y efectivamente en el ejercicio de sus derechos
e intereses legítimos y para que se imparta justicia. (Arts. 115-I y 180-I CPE y 30
Inc. 9 LOJ).

2. Contradicción.- Por este principio, el demandado tiene el poder jurídico de


hacer valer ante el Juez todas las razones de derecho y de hecho que puedan
servir para demostrar la falta de fundamento de la demanda y para hacerla
rechazar. El órgano judicial, puede, de este modo, encontrarse no solamente
frente a la petición del actor, sino al mismo tiempo, frente a la contrapropuesta
formulada por el demandado, que lo estimula a rechazar la petición contraria.
El principio contradictorio exige que todos los actos realizados por una parte sean
llevados a conocimiento de la parte contraria, a fin de que esta pueda
reaccionar oportunamente en defensa propia. (Calamandrei Instituciones de Der.
Procesal Civil T I, Pág. 239-332). Este principio se encuentra proclamado como
garantía del debido proceso por los Arts.117. I. y 119. 2. de la C.P.E.

3. Igualdad.- "Las partes en cuanto piden justicia, deben ser puestas en el


proceso en absoluta paridad de condiciones" (Calamandrei Inst. Der. Procesal
Civil, T. I Pág.418)

El mismo establece que todas las personas son iguales ante la ley, no
reconociéndose otra distinción entre ellas que las referidas a las virtudes y los
talentos y, como tal, se encuentra reconocido por el Art. 14-I de la C.P.E.

El desenvolvimiento procesal de este principio es el de igualdad de las


partes en el proceso. En tanto sea posible dentro de las necesidades técnicas del
debate, la ley procesal primero y el juez luego, deben propender a que el actor y
demandado actúen en el proceso en un plano de igualdad. (Art. 119-II. CPE, Art.
3 Inc. 3. CPC y Art. 1 Inc. 13 NCPC)

En la etapa de conocimiento, esa igualdad debe consistir en dar a ambos


contendientes análogas posibilidades de expresión y de prueba. (Couture Der.
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Procesal Civil, T. I, Pág. 66).

Por otra parte, la Igualdad, en el ámbito de los valores supremos,


entendidos como los ideales que una comunidad decide constituir como sus
máximos objetivos a desarrollar por el ordenamiento jurídico y que en
definitiva determinan el sentido y finalidad de las demás normas y
disposiciones legales que conforman el ordenamiento jurídico del Estado,
juntamente a la libertad, la justicia y otros constituyen valores superiores y
como tales han sido instituidos por el constituyente como primordiales para la
comunidad; en ese sentido, son la base del ordenamiento jurídico y a la vez
presiden su interpretación y aplicación.

Consiguientemente, los valores supremos deben ser considerados como


mandatos dirigidos, primero, al legislador, para que sean tomados en cuenta en
la elaboración de las leyes y, segundo, al poder ejecutivo y judicial, para que sean
considerados en la aplicación e interpretación de esas normas, optando siempre
por aquella aplicación e interpretación que más favorable resulte a la efectiva
concreción de esos valores (Javier Santamaría Ibeas).

De modo que la IGUALDAD, como valor supremo o superior, importa el


adecuado trato a los fenómenos que surgen en el seno de la sociedad,
diferenciando las hipótesis que son iguales entre sí, de aquéllas que son diversas.
Equilibrio que impone un trato divergente para circunstancias no coincidentes.

En ese entendido el Tribunal Constitucional, en su sentencia Nº 083/2000


de 24 de noviembre de 2000, ha formulado el siguiente concepto, “En primer
lugar debe tomarse en cuenta que la igualdad, en su genuino sentido, no consiste
en la ausencia de toda distinción respecto de situaciones diferentes, sino
precisamente en el adecuado trato a los fenómenos que surgen en el seno de la
sociedad, diferenciando las hipótesis que exigen una misma respuesta de la ley y
de la autoridad, pues respecto de éstas, la norma razonable no debe responder al
igualitarismo ciego –lo que quebrantaría la igualdad-, sino primordialmente al
equilibrio que impone un trato diferente para circunstancias no coincidentes, lo
que significa que la igualdad no consiste en la identidad absoluta, sino en la
proporcionalidad equivalente entre dos o más entes, es decir, en dar a cada cual
lo adecuado según las circunstancias de tiempo, modo y lugar. En segundo
término porque precisamente, sobre esa base de interpretación del principio de
igualdad es que se justifica una atención especial y prioritaria en el sorteo y
resolución de los expedientes de aquellos procesos penales con procesados
privados de su libertad. La Resolución impugnada instituye por tanto un trato
proporcional y adecuado a las circunstancias del tiempo y situación jurídica, a
los procesados con detención preventiva que se encuentran en desigualdad de
condiciones con relación a aquellos procesados que están libres o gozando de su
derecho a la libertad física, entre tanto concluya su proceso. Con ese objeto se ha
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establecido determinados criterios de manera que no se llegue a la irracionalidad


ni la arbitrariedad, menos se distorsione el núcleo esencial del principio de la
igualdad.”

Por otra parte, para efectuar un análisis sobre los alcances del valor de
igualdad, es necesario acudir a la fórmula clásica de inspiración aristotélica,
según la cual “hay que tratar igual a lo igual y desigual a lo desigual”. Sin
embargo, aunque en ese enunciado se puede distinguir con claridad dos partes
diferenciadas por los conceptos de igualdad y desigualdad, su sola enunciación
carece de utilidad para discusiones o decisiones acerca de los tratos desiguales
tolerables o intolerables; por ello la fórmula requiere un desarrollo más profundo
que permita aclarar sus términos.

En efecto, el concepto de igualdad es relativo dependiendo del sujeto, objeto


o circunstancia en la que se aplicará, puede tener una diversa significación; en
consecuencia, la fórmula aristotélica tiene sentido sólo en la medida en que se
pueda responder las siguientes interrogantes: ¿igualdad entre quiénes?,
¿igualdad en qué?, ¿igualdad con base en que criterio?. En cuanto a los sujetos
pueden ser varios o todos, muchos o pocos; en cuanto al objeto pueden ser
derechos, obligaciones, condiciones de vida, oportunidades, ventajas económicas,
cargos, poder, etc.; en cuanto a los criterios pueden ser la necesidad, el mérito,
la capacidad, la clase, el esfuerzo, etc.

Las dos primeras interrogantes pueden ser respondidas a través del estudio
de los hechos materia de la controversia.

La tercera interrogante, relativa al criterio utilizado para establecer un


tratamiento diferenciado, implica una valoración por parte de quien pretenda
responderla.

La Constitución Política del Estado, lo consigna expresamente como un


valor supremo (Art. 8-II.), derecho de las personas (Art. 14-I- y II.), garantía (Arts.
109, 115 y 119-I.) y como principio (Art. 180).

4. Inmediación.- Este principio está encaminado a la relación directa de los


litigantes con el Juez, prescindiendo de la intervención de otras personas.
Constituye el medio por el cual el Juez llega a conocer personalmente a las partes
y pueda apreciar mejor el valor de las pruebas, especialmente la prueba testifical,
ya que todas ellas deben producirse en su presencia (Ossorio). Se usa para
referirse a la circunstancia de que el Juez actué junto a las partes en tanto sea
posible, en contacto personal con ellas, prescindiendo de intermediarios, como
relatores, asesores, etc.

En el sistema acusatorio oral está relacionado con el conocimiento


inmediato de lo que acontece en el juicio oral, fundamentalmente con el material
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 15

probatorio, pues, el proceso penal exige que la prueba sea producida oralmente,
vista y oída ante los jueces para que puedan decidir de manera libre. Este
principio está relacionado además con un juez o tribunal imparcial, requiere de
un juez no contaminado con las actuaciones del proceso y coloca en un lugar
principal al Ministerio Público con la doble función de acusar y velar por las
garantías que asisten a las partes.

La inmediación, debe ser vista y comprendida desde dos ángulos:

a) Subjetiva o formal.- Obliga a que el juez o tribunal y las partes estén presentes
en el juicio oral, lo que significa la exclusión del juicio en rebeldía, y a que
pronuncie sentencia tomando conocimiento directo y formando su propia
convicción sobre el material probatorio producido en el debate.

b) Objetiva o material.- A través de ésta, el tribunal obtiene conocimiento y forma


convicción utilizando el medio probatorio más cercano al hecho objeto de juicio,
es decir, hace una selección de entre todos los medios probatorios producidos y
forma convicción sobre la base de aquel más cercano al hecho.

5. Dirección.- En virtud a este principio, corresponde al Juez controlar el


desenvolvimiento sistemático del proceso con sujeción a las formalidades
establecidas por la ley y cuida de que el proceso se desarrolle sin vicios de
nulidad (Arts. 3 Inc. 1 y 87 CPC y Art. 1 Inc. 4 NCPC).

6. Iniciativa.- En virtud al cual, la iniciación del proceso incumben a las partes.


El Juez lo iniciara de oficio solo cuando lo estableciere la ley. (Art. 86 CPC).

7. Disposición.- Denominado también dispositivo, porque se asigna a las partes


y no a los órganos de la jurisdicción la iniciativa, el ejercicio y el poder de
renunciar a los actos del proceso. El principio dispositivo tiene, en realidad un
doble contenido, por un lado, la iniciativa de parte (el juicio civil no funciona
sino a petición de parte interesada) y, por otro la limitación del material de
conocimiento (el Juez no conoce más materiales de hecho que el que le
suministran las propias partes) para expresarlo en dos aforismos; "El Juez no se
mueve sino a requerimiento de parte; y el Juez no conoce otra verdad que la que
le dan las partes". El antiguo aforismo decía "lo que no está en el expediente no
es de este mundo". (Couture Der. Procesal Civil T. I Pág. 313). Este principio fue
recogido en el Art. 1 Inc. 3 del NCPC

8. Impulso Procesal.- Se denomina así al fenómeno en virtud del cual se


asegura la continuidad de los actos procesales y su dirección hacia el fallo
definitivo. El impulso procesal consiste en asegurar la continuidad del proceso.

El impulso procesal se obtiene mediante una serie de situaciones jurídicas


que algunas veces afectan a las partes y otros al tribunal.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 16

Las partes, están gravadas frecuentemente con" cargas procesales, que son
situaciones jurídicas que conminan al litigante a realizar determinados actos,
bajo amenaza de continuar adelante prescindiendo de él. El tribunal coopera al
desenvolvimiento del juicio señalando por propia decisión y dentro de los
términos de la ley, plazos para realizar los actos procesales.

El conjunto de estas situaciones asegura el impulso procesal de tal manera


qu e es el propio interés de las partes el que las mueve a realizar los actos dentro
del término que se les señala.

El juicio marcha así incesantemente, impulsado por las partes o por el


tribunal hacia su destino sin detenerse salvo por acuerdo expreso de partes, sin
regresar jamás. (Couture Der. Procesal Civil, T. I Pág. 172).

En nuestro ordenamiento jurídico esencialmente los jueces y tribunales


tienen a su cargo y responsabilidad impulsar el proceso para que las causas no
se paralicen y concluyan dentro de los plazos legales (Art. 2 CPC y Arts. 2 y 24
Inc. 2 NCPC) y accesoriamente ésta corresponde a las partes (Arts. 4, 23, 68, 74,
75, 86, CPC) .

9. Preclusión.- El principio de preclusión está representado por el hecho de que


las diversas etapas del proceso se desarrollan en forma sucesiva, mediante la
clausura definitiva de cada una de ellas, impidiendo el regreso a las etapas y
momentos procesales ya extinguidos o consumados. Preclusión es lo contrario de
desenvolvimiento libre o discrecional.

En un proceso de desenvolvimiento discrecional siempre seria posible


retroceder a etapas ya cumplidas; en un proceso dominado por el principio de
preclusión, extinguida la oportunidad procesal para realizar un acto, ese acto ya
no puede realizarse.

La preclusión se entiende generalmente como la pérdida, extinción o


consumación de una facultad procesal. Resulta normalmente de tres
situaciones diferentes;

1. Por no haberse observado el orden o la oportunidad dada por la ley para la


realización de un acto;
2. Por haberse cumplido una actividad incompatible con el ejercicio de otra;
3. Por haberse ejercido ya una vez válidamente esa facultad (consumación
propiamente dicha)

10. Economía.- El proceso, que es un medio, no puede exigir un dispendio


superior al valor de los bienes que están en debate que son el fin. Una necesaria
proporción entre el fin y los medios debe presidir la economía del proceso.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 17

Por aplicación de este principio, los procesos modestos en su cuantía económica,


son objeto de trámites más simples, aumentándose las garantías a medida que
aumenta la importancia económica en el proceso; en ese sentido se lo debe
entender como economía de gastos y como economía de esfuerzos. En
nuestro ordenamiento jurídico, en función al mencionado principio, tanto el Juez
como los auxiliares de la administración de justicia, deben tomar las medidas
necesarias para lograr la mayor economía en la realización del proceso (Arts. 88,
316, 317 y 318 CPC).

11. Concentración.- Es aquel que pugna por aproximar los actos procesales
unos a otros, concentrando en breve espacio de tiempo la realización de ellos y
tiende a evitar su dispersión. Este principio fue recogido en el Art. 89 del CPC en
los términos siguientes: "Los actos procesales deberán realizarse sin demora,
procurándose abreviar los plazos y concentrar en un mismo acto o audiencia
todas las diligencias que fueren menester" y, como tal, actualmente está
contemplado en el Art. 1 Inc. 6 del NCPC.

12. Escritura.- Por oposición al principio de oralidad, exige que los actos
procesales de las partes y de los órganos de la jurisdicción se realicen por escrito.
(Art. 92 CPC).

13. Oralidad.- Por oposición a principio de escritura, es aquel que surge de un


derecho positivo en el cual los actos procesales se realizan a viva voz,
normalmente en audiencia, y reduciendo las piezas escritas a lo estrictamente
indispensable. (Art. 180-I. CPE, Art. 30 Inc. 2 LOJ, Art. 187-II, in fine, CPC y Art.
1 Inc. 1 NCPC).

14. Independencia.- La función judicial no está sometida ni depende de ningún


órgano del poder público ni de persona natural o jurídica, pública o privada.
(Arts. 178-I CPE, 3 Inc. 2 LOJ y 8 NCPC)

15. Imparcialidad.- Las autoridades jurisdiccionales están sometida sólo a la


Constitución y las leyes y en ese orden deben conocer, sustanciar y resolver los
procesos sin interferencias de ninguna naturaleza, sin prejuicio, discriminación o
trato diferenciado que los separe de la objetividad y sentido de la justicia. (Arts.
178-I CPE y 3 Inc. 3 LOJ)

16. Seguridad jurídica.- Es la aplicación objetiva de la ley, de tal modo que las
personas conozcan sus derechos, garantías y obligaciones, y tengan certidumbre
y previsibilidad de todos los actos de la administración de justicia. (Arts. 178-I
CPE y 3 Inc. 4 LOJ)

17. Publicidad.- Por el que, todas las actuaciones judiciales son públicas, a
menos que por motivos atendibles se disponga lo contrario (Arts. 178-I CPE, 3
Inc. 5 LOJ, 102 Inc.1 CPC, y 1 Inc. 7 NCPC).
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 18

18. Probidad.- Es la conducta imparcial y recta que deben observar los jueces,
fiscales, notarios de fe pública, registradores de derechos reales, personal
subalterno, abogados y partes en los procesos en que les corresponda intervenir.
(Art. 178-I CPE, Art. 30 Inc. 4) L.O.J. y Art. 1, Inc. 17, NCPC).

19. Celeridad.- Determina que la administración de justicia debe ser rápida y


oportuna en la tramitación y resolución de las causas. (Arts. 178-I CPE, 3 Inc. 7
LOJ y 1 Inc. 10 NCPC).

20. Gratuidad.- Postula axiológicamente que el acceso a la administración de


justicia es gratuita y que no debe gravarse a los litigantes con contribuciones
ajenas al ramo judicial (Arts. 178-I CPE, 3 Inc. 8 LOJ y 1 Inc. 9 NCPC).

21. Transparencia.- Importa el deber de ofrecer y otorgar, sin infringir el derecho


vigente, información útil, pertinente comprensible y fiable, facilitando la
publicidad de los actos, cuidando que no resulten perjudicados los derechos e
intereses legítimos de las partes, con el objeto de que la jurisdicción cumpla con
la finalidad de proteger derechos e intereses que merezcan tutela jurídica (Arts.
180-I CPE, 30 Inc. 1 LOJ y 1 Inc. 12 NCPC).

22. Verdad material.- Establece que la autoridad judicial debe verificar


plenamente los hechos que sirven de fundamento a sus decisiones, para lo cual
deben adoptar las medidas probatorias necesarias autorizadas por la Ley, aun
cuando no hayan sido propuestas por las partes, y les obliga a fundamentar sus
resoluciones con la prueba relativa a los hechos y circunstancias, tal como
ocurrieron. (Arts. 180-I CPE, 30 Inc. 11 LOJ, 1 Inc. 16 NCPC).

23. Debido proceso.- Postula que toda persona tiene derecho a un proceso justo
y equitativo, en el que sus derechos se acomoden a disposiciones jurídicas
generales aplicables a todos los que se hallen en una situación similar;
comprende el conjunto de requisitos que debe observar toda servidora o servidor
judicial en las instancias procesales, conforme a la Constitución Política del
Estado, los Tratados y Convenios Internacionales de Derechos Humanos y la Ley.
(Arts. 180-I. CPE, 30 Inc. 12 LOJ, 4 NCPC).

24. Impugnación.- Es el poder que tienen las partes para promover la revisión y
eventual modificación de un acto procesal o resolución ante el mismo juez o
tribunal u otro distinto cuando consideran que les causa agravio. Garantiza la
doble instancia, es decir el derecho de las partes de apelar ante el inmediato
superior, de las resoluciones que presuntamente les causa agravio. (Arts. 180-II
CPE, 30 Inc. 14 LOJ y 250 y 251 NCPC).

El primero y los 12 últimos principios –entre otros- además sustentan la


potestad de impartir justicia conforme mandan los Arts. 178-I y 180 de la C. P. E.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 19

TEMA Nº 3 PRINCIPIOS DEL SISTEMA ACUSATORIO-ORAL

Sumario

I. Introducción.
II. Clasificación:
1. Principios de Derecho Judicial Orgánico.- 1.1. Participación Popular.- 1.2.
Juez Ordinario o natural.
2. Principios del proceso.- 2.1. Principios relativos a la estructura del proceso.-
2.1.1. Principio de Contradicción.- 2.1.2. Principio de Igualdad.- 2.2.
Principios relativos al objeto del proceso.- 2.2.1. Principio de legalidad.-
2.2.2. Principio de Oportunidad.- 2.2.3. Principio Inquisitivo.- 2.2.4.
Principio Acusatorio.- 2.3. Principios relativos a la Introducción de los
Hechos.- 2.4. Principios relativos a la valoración de las pruebas.

I. INTRODUCCIÓN.- Sobre los principios del proceso penal acusatorio oral, el


profesor cubano Juan Mendoza Díaz, en su obra “PRINCIPIOS DEL PROCESO
PENAL”, realiza el siguiente análisis y desarrollo metodológico:

Refiere que, desde el punto de vista práctico los principios que informan el
proceso penal se presentan unas veces como postulados axiológicos sobre los que
debe estructurarse el proceso (igualdad búsqueda de la verdad material), otras
como exigencias impuestas al juzgador y a las partes, los que luego se patentizan
en garantías procesales (derecho a la defensa) y en ocasiones como parámetros
estructurales que deben ser tenidos en cuenta al momento de hacer el diseño
legislativo del tipo de proceso que se regulará (oralidad, publicidad).

Desde el punto de vista doctrinal lo que ocurre muchas veces, en


correspondencia con el criterio de cada autor, es que los principios se ligan,
mezclándose unos con otros y estos con derechos y garantías, de forma tal que en
ocasiones resulta difícil identificar si de lo que se está hablando es de un
principio procesal o de una garantía reconocida en el ordenamiento como derecho
del acusado.

Por ello en la actualidad existe una diversidad de clasificaciones de los


principios, las que generalmente coinciden en sus postulados conceptuales, pero
difieren en cuanto a los criterios metodológicos de ubicación y denominación.

Es necesario destacar que la sistematización de los principios del proceso,


penal tiene una manifestación histórica progresiva, de forma tal que en la medida
en que la sociedad avanzaba y el hombre iba ganando una mejor y más solvente
posición frente a los poderes públicos, se iba produciendo una plasmación
positiva de garantías y derechos en los ordenamientos procesales. Este proceso
que en el terreno filosófico sienta sus orígenes en el florecimiento de las ideas
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 20

liberales, se fue universalizando y extendiendo al llamado mundo civilizado,


desarrollo que está íntimamente ligado al proceso codificador europeo de finales
del siglo XIX, cuando el Derecho procesal abandonó su esquema
procedimentalista y se comenzó a estudiar en las universidades como una
ciencia dentro del Derecho.

Un momento particularmente importante en este proceso de


universalización de los principios del proceso penal lo juegan su plasmación en
instrumentos internacionales, los que sirven para guiar a los Estados en la
organización de sus legislaciones procesales, fenómeno que se enmarca
históricamente con posterioridad a la culminación de la Segunda Guerra
Mundial, con el surgimiento del sistema de las Naciones Unidas y la
conformación de sus principales instrumentos programáticos.

II. CLASIFICACION.- Volviendo a lo que antes expresamos sobre la diversidad de


clasificaciones existentes, el profesor cubano Juan Mendoza Díaz, en su obra
“Principios del Proceso Penal”, emite un criterio de clasificación sistemático y
coherente, basado en el siguiente esquema metodológico:

1. Principios de Derecho Judicial Orgánico.


1.1. Participación Popular.
1.2. Juez Ordinario.

2.- Principios del proceso.


2.1. Relativos a la estructura del proceso.
2.2. Relativos al objeto del proceso.
2.3. Relativos a la Introducción de los Hechos.
2.4. Relativos a la valoración de las pruebas.
2.5. Relativos al Régimen de los recursos.

3.- Principios del Procedimiento.


3.1. Relativos a la forma de los actos procesales.
3.2. Relativos a la relación del Órgano J. con el objeto procesal.
3.3. Relativos a la comunicación de las actuaciones.

A los efectos de la materia, abordaremos únicamente los principios de


Derecho Judicial Orgánico y del proceso.

1. Principios de Derecho Judicial Orgánico.- Nos referimos aquí a aquellos


principios que sin dejar de ser políticos, están esencialmente dirigidos a diseñar
la estructura orgánica y de funcionamiento de los tribunales y que tienen la
particularidad de manifestarse intensamente en el proceso penal, identificando y
definiendo parámetros de ineludible cumplimiento en la concepción de un
proceso penal garantista como el instituido por la Ley 1970. Dichos principios
son:
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 21

1.1. Participación popular en la administración de justicia penal.

La participación popular en la administración de la justicia penal se


presenta como un valladar a la tendencia típicamente endogámica del sistema
judicial, de forma tal que la presencia de los ciudadanos, no ya como
espectadores sino como protagonistas en el acto de aplicación de la Ley, garantice
que esta función que es esencialmente técnica y profesionalizada, no se aparte de
la “temperatura” de la sociedad.

Se plantea que la participación popular en la administración de justicia


constituye una modalidad del ejercicio del derecho subjetivo de los ciudadanos a
participar en los asuntos públicos, y lo ejercita directamente al acceder el
ciudadano personalmente a la condición de juez. Mediante este mecanismo se
articula el deber-derecho de todo ciudadano a participar de manera directa en un
poder real del Estado.

Diversas han sido las formas organizativas que históricamente se han


adoptado para propiciar la participación popular en la administración de justicia.
GIMENO SENDRA nos identifica tres modelos esenciales de participación popular
en el acto de administrar justicia: el jurado anglosajón; el sistema mixto y el
tribunal escabinado.

La institución del jurado tiene su origen en Inglaterra, en la Carta Magna


de Juan Sin Tierra y fue concebido inicialmente como un privilegio para la
nobleza y luego se extendió a todo el pueblo. Se caracteriza por su absoluta
separación de las funciones del juzgador, de forma tal que los hechos
constituyen patrimonio exclusivo del jurado ya que este es el único que se
pronuncia sobre los hechos, mientras que la valoración de derecho está en
manos del juez o tribunal. El sistema de jurado prevalece en los Estados Unidos
y en algunos tipos de tribunales ingleses.

El sistema mixto parte de la existencia del jurado clásico anglosajón pero


matizado por la presencia del magistrado en determinadas deliberaciones o
cuando se producen interrogantes que este profesional está obligado a resolver.
Concibe la constitución de un tipo de tribunal mixto, conformado tanto por
juristas como por otros especialistas legos en Ciencias Jurídicas, pero con
formación en otras ramas del conocimiento incardinadas al Derecho, como
sicólogos, médicos, peritos, etc. El propósito de este modelo era lograr combinar la
participación de personas que sin ser juristas garantizaran tanto la participación
popular como una alta calificación en la valoración y ponderación de los
hechos que se someten a su consideración.

La forma más generalizada de participación popular es el tribunal


escabinado que se integra por jueces profesionales y por ciudadanos legos, en
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 22

las proporciones que determina la ley, participando ambos con iguales derechos
y deberes en todas las decisiones que se emiten en el proceso. Este sistema
prevalece en Europa en Francia, Alemania, Suecia y Portugal, entre otros.

Los jueces legos son aquellos ciudadanos que carecen de titularidad porque
no son permanentes y son electos, como tales, para el desempeño de sus
funciones por un periodo determinado durante el año. La ley establece los
requisitos que debe reunir un ciudadano para poder ser elegido y desempeñarse
en esa función.

1.2. Juez Ordinario o Natural.- Este principio del proceso penal es conocido
indistintamente como, derecho al juez legal natural, ordinario o predeterminado y
GIMENO SENDRA lo define como un derecho fundamental, que asiste a todos los
individuos a ser juzgados por un órgano jurisdiccional creado mediante la ley y
perteneciente a la jurisdicción penal ordinaria, bajo el imperio de los principios de
igualdad, independencia y sumisión a la ley.

AROCA MONTERO refiere que este principio, que tiene sus orígenes en el artículo
4 de la Constitución francesa de 1791 y está recogido actualmente en la gran
mayoría de los ordenamientos europeos, se presenta en una dimensión positiva y
en otra negativa.

La proyección positiva del principio debemos verla como derecho que tiene
todo ciudadano a ser juzgado por tribunales de tipo ordinario, entendiendo el
término no en el sentido de que no puedan ser tribunales especiales, sino en la
dirección de que el tribunal que juzgue el caso debe haber existido con antelación
a la comisión del delito y haber sido creado por una disposición normativa de
rango superior, formando parte del sistema de órganos judiciales del país, lo cual
es consecuente con los principios políticos de monopolio de la función
jurisdiccional en manos del Estado y de la unidad de dicha actividad
jurisdiccional. De lo anterior se desprende que no implica una violación de este
principio el hecho de que una persona sea juzgada por tribunales aforados,
siempre que estos estén establecidos en la ley y que el justiciable reúna los
requisitos predeterminados por el ordenamiento legal para que su actuar sea de
la competencia de este tipo especial de órganos jurisdiccionales.

La proyección negativa está encaminada a establecer una prohibición total


a los tribunales de excepción, vistos como aquellos órganos jurisdiccionales que
son creados ex post facto con el único propósito de asumir el conocimiento de un
hecho delictivo determinado, cuyo desarrollo se produce con antelación a la
creación del órgano juzgador.

2. Principios del proceso.- La distinción entre principios del proceso y del


procedimiento parte de la diferenciación entre ambas categorías procesales, en
virtud de la cual el proceso se presenta como el conjunto de actos del tribunal y
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 23

de las partes encaminados a la realización del Derecho, mediante el cual se


desentraña el objeto y se arriba a una conclusión consecuente con lo que se ha
juzgado y se estructura a partir de principios que sin ser esencialmente políticos
son una derivación directa de ellos; mientras que el procedimiento se presenta
como el conjunto de actos externos y de actuación, vistos en su aspecto
estrictamente formal y en el cual los principios que lo rigen son esencialmente
técnicos–configurativos.

Los principios del proceso se sub-clasifican en:

2.1. Principios relativos a la estructura del proceso.


2.2. Principios relativos al objeto del proceso.
2.3. Principios relativos a la Introducción de los Hechos.
2.4. Principios relativos a la valoración de las pruebas.
2.5. Principios relativos al Régimen de los recursos

2.1. Principios relativos a la estructura del proceso.- Esta sub clasificación


tiene que ver con los principios relativos a la estructura propiamente dicha del
proceso penal y son los que tienen una mayor vinculación con los principios
políticos, pues constituyen una derivación directa de aquellos.

Dentro de esta clasificación se incluyen dos principios que están


íntimamente relacionados, de forma que en ocasiones se confunden y en otros
casos se ve uno como derivación del otro; son los principios de contradicción y de
igualdad.

2.1.1. Principio de contradicción.- Este principio está ubicado en la misma


antesala de todo el proceso penal, pues mediante él es que se garantiza que el
debate se presente como una verdadera contienda entre partes. En lo que al
acusado respecta este principio se presenta como la obligación
constitucionalmente reconocida de que nadie puede ser condenado si
previamente no ha tenido la posibilidad de ser oído y vencido en juicio, lo cual
abre para el acusado lo que se conoce como derecho a resistir la imputación.

Conocido también como principio de bilateralidad de la audiencia o


bilateralidad del debate, se materializa cuando ambas partes en el proceso
(acusador y acusado) pueden comparecer para hacer valer sus respectivas
pretensiones, proponer pruebas y realizar todas las obligaciones que estimen
pertinentes en aras del derecho alegado. Se trata de un diseño consustancial a la
labor de administrar justicia, pues como dice MONTERO, en toda actuación del
Derecho por la jurisdicción han de existir dos partes enfrentadas entre sí, las que
ineludiblemente son parciales y que acuden a un tercero imparcial que es el
titular de la potestad jurisdiccional, y que se corporifica en el juez o magistrado,
esta no calidad de parte que juega el tribunal es a lo que llama “imparcialidad.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 24

La contradicción sobre la que se mueve el proceso penal está identificada


por dos partes encontradas en virtud de pretensiones que resultan
contradictorias; en un extremo de este binomio se ubica la parte acusadora, que
en la mayoría de los países está capitalizada por una institución estatal que
recibe el nombre de Ministerio Público, Ministerio Fiscal o Procuraduría, pero
que puede compartirse en aquellos lugares en que la legislación reconoce el
derecho a que los perjudicados ejerciten la acción punitiva de forma coetánea,
convirtiéndose en acusadores particulares. Se reconoce también la variante
acusatoria a favor de instituciones de la sociedad civil para determinadas
modalidades delictivas, a partir de la figura del acusador popular.

En el otro extremo del binomio contradictorio se encuentra la parte


acusada, posición en la que pueden estar presentes varios individuos, unidos al
solo efecto de la persecución contra ellos interpuesta en virtud de la conexitud
delictiva cuyas reglas impone la ley procesal, pero sobre los que no rigen las
reglas de litis consorcio típicas del proceso civil, pues las pretensiones contra
ellos establecidas revisten características de individualidad que los convierten en
personalísimas y que se unen al solo efecto de la conveniencia procesal, toda vez
que las reglas de la identidad subjetiva que es la base del litis consorcio no está
presente en estos casos, con independencia del nivel de cohesión o acuerdo que
haya existido entre las voluntades de los autores del hecho delictivo al momento
de su comisión.

Desde la perspectiva del acusado y formando parte esencial del principio


de contradicción, se deriva lo que se conoce como derecho a la defensa, visto
como un derecho clave del proceso, que irradia y se incardina con otros de los
principios aquí estudiados y que se corporifica en la ley mediante el diseño de un
conjunto de garantías que en la generalidad de los casos han sido elevadas a la
categoría de derechos fundamentales.

La proyección del derecho a la defensa hacia el resto de los principios lo


convierte en una institución de difícil ubicación doctrinal, pues al estudiarlo
formando parte del principio de contradicción, partiendo del hecho de que su
origen se coloca en la premisa de que nadie puede ser sancionado sin ser
vencido; por ello el proceso de enfrentamiento, denota el arsenal de armas en
manos del acusado para hacer valer sus derechos, armas que en el ordenamiento
procesal adquieren la categoría de garantías del causado. Dicho con otras
palabras, cuando hablamos de derecho a la defensa nos estamos refiriendo al
conjunto de facultades en manos del acusado para repeler la imputación, las que
en su gran mayoría no son otra cosa que la exigencia de las garantías y derechos
que derivan de los principios que rigen el enjuiciamiento penal.

Por las razones antes expuestas resulta muy difícil definir el contenido del
derecho a la defensa, motivo por el cual esbozaremos algunas de las cuestiones
que la comprenden.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 25

-Adquisición de status de parte: Comprende la obligación de informar al acusado


desde el primer momento de los cargos de la imputación, salvando los
inconvenientes de comunicación que puedan presentarse por razón de idioma o
discapacidad, brindándole la posibilidad de hacer las alegaciones y descargos
que considere necesarios a favor de su defensa; a esta posibilidad alegatoria
primaria en manos del propio imputado es a lo que se conoce como “defensa
material”, para diferenciarla de la “defensa técnica” que se reserva para
denominar a la que se ejercita a través de abogado.

-El acceso a la justicia: se perfila como la posibilidad real, no formal, de


garantizar que el acusado pueda ser realmente oído durante todas las fases del
proceso, lo cual tiene una proyección eminentemente procesal, a través del
diseño de un conjunto de posibilidades, reguladas como garantías y derechos que
así lo permitan, pero tiene también una proyección social y es la relacionada con
la posición económica que el individuo tenga en la sociedad, pues conocido
resulta que a pesar de la existencia del derecho formal de representación
procesal que la ley consagra, el real acceso a un asesoramiento calificado y con
ello a poder participar de manera adecuada en el proceso penal está en estrecha
correlación con la posición que el individuo tenga con relación a la renta.

- El derecho a la última palabra: La doctrina tradicionalmente ha resaltado este


derecho al considerarlo como la última manifestación del principio de
contradicción en la primera instancia. Se perfila legislativamente como el
momento final que tiene el acusado para dirigirse al tribunal y puntualizar
aquellos aspectos que considere pertinentes, pudiendo renunciar a este derecho
si lo estima pertinente.

En la práctica forense este derecho resulta de dudosa utilidad, pues tras haber
presenciado el Tribunal todo el desarrollo del juicio oral, en el que el acusado
tuvo la posibilidad de exponer sus puntos de vista con relación a los hechos y
luego el abogado en su nombre realizó las alegaciones que estimó procedente, no
es muy dable que los jueces tengan el estado de ánimo que merece este último
esfuerzo del acusado por hacer llegar su mensajes a sus oídos, por lo que los
letrados defensores generalmente aconsejan a sus patrocinados que “renuncien”
a este derecho que les concede la ley, salvo que exista alguna situación
excepcional que amerite lo contrario.

- Derecho a impugnar: se presenta aquí como la posibilidad que debe tener el


acusado de poder impugnar todas aquellas decisiones que se adopten, tanto en
la fase investigativa como durante el desarrollo del juicio oral: derecho que va
más allá del ser oído, pues requiere la presencia de un diseño procesal que
permita franquear el medio impugnativo necesario y la consecuente obligación de
resolución por parte de la misma autoridad que adoptó la decisión o por un
superior suyo.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 26

2.1.2. Principio de igualdad.- En lo político este principio es una derivación


hacia el proceso penal de la igualdad de los ciudadanos ante la ley, lo que se
manifiesta en casi todos los ordenamientos constitucionales como un derecho
fundamental; desde el punto de vista procesal el principio procesal de igualdad
está estrechamente vinculado con el de contradicción, de forma tal que debemos
ver la contradicción como una manifestación de aquel postulado básico, pues lo
que condiciona que exista la bilateralidad mencionada es precisamente la previa
aceptación de un presupuesto de igualdad entre los que intervienen en el debate
penal.

GIMENO SENDRA considera que el derecho de las partes a no sufrir


discriminación en el ámbito del proceso y a tener las mismas posibilidades de
alegación, prueba e impugnación, es un derecho fundamental autónomo
consagrado genéricamente en la Constitución y más explícitamente en el derecho
a un proceso con todas las garantías, o sea, a lo que se conoce como due proces
of law “igualdad de armas”.

2.2. Principios relativos al objeto del proceso.- En este bloque de principios, se


presentan cuatro principios que están estrechamente relacionados y que se
conciben como pares excluyentes o por lo menos enfrentados; de una parte está
el binomio legalidad-oportunidad y de la otra el inquisitivo-acusatorio.

2.2.1. Principio de legalidad.- Conocido también como principio de necesidad,


se basa esencialmente en la obligación que le viene impuesta al Estado de
perseguir toda aquella conducta que revista características de delito según los
elementos de tipicidad contenidos en la legislación penal vigente, de forma tal
que no es dable dejar a la voluntad de ninguna institución o individuo los
criterios de persecución, sino que esta debe operar con carácter automático.
Mientras exista la norma penal que considere como delito una determinada
acción u omisión, el órgano represivo está en la obligación de perseguirlo;
obligación que se extiende hasta el final del proceso, pues una vez iniciada la
investigación de un hecho presumiblemente delictivo, ninguna autoridad está
facultada para paralizar discrecionalmente el cauce procesal del asunto.

El indicado principio se encuentra recogido en los Arts. 21, párrafo


primero, 70 y 278 del CPP.

2.2.2. Principio de oportunidad.- El principio de oportunidad se presenta como


la antítesis del principio de legalidad, de forma tal que en un ordenamiento que
esté informado por el principio de oportunidad la autoridad estatal a cargo de la
persecución penal tiene facultades para disponer o no el inicio de investigaciones
ante el conocimiento de un hecho que este tipificado en la ley penal como delito,
pudiendo igualmente decidir sobre el destino de las investigaciones que se
encuentren en curso; en correspondencia con la amplitud de sus facultades
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 27

discrecionales es que puede hablarse de oportunidad en sentido estricto o de


oportunidad reglada.

Se ha tratado de ver los orígenes de la oportunidad en el espíritu practicista


que impera en el proceso de corte anglosajón en el cual se reconoce la posibilidad
de que ante la aceptación por parte del acusado de los cargos que se le formulan,
pueda entrar en una negociación con el fiscal, sujeta a aprobación de la corte, lo
que se conoce como plea bargaining o plea agreement o negotiated plea.

Es necesario distinguir que existen dos modalidades de aplicación del


principio de oportunidad: la primera es cuando la renuncia a la percusión penal
puede conllevar tanto la aplicación de una medida pecuniaria administrativa,
como de una advertencia al comisor de la actividad delictiva y tal decisión está
condicionada por la escasa entidad del delito cometido y las condiciones
personales del autor; la segunda modalidad, esencialmente vinculada al modelo
anglosajón de la plea bargaining, condiciona la decisión a la existencia de una
aceptación del delincuente con relación al delito y su disposición a negociar con
la autoridad la pena a imponer, surgiendo las figuras de la conformidad y la
negociación.

En Europa, donde esta concepción ha ido calando progresivamente en las


legislaciones de los distintos países, encaminada fundamentalmente a enfrentar
a la pequeña y mediana criminalidad que se considera causa esencial del colapso
de la administración de justicia y en aras de agilizar el proceso penal, se
mantiene una viva polémica. Los puntos esenciales de dicha polémica son los
siguientes:

A. Los defensores del principio de legalidad plantea que la aceptación de la


oportunidad implicaría estar ante un proceso penal en el que lo más sobresaliente
sería que los titulares de la actuación del Derecho Penal en el caso concreto
habrían dejado de ser los órganos jurisdiccionales, o sea, los jueces y
magistrados, para atribuirse al Ministerio Público, con menoscabo de las
facultades que tiene atribuido el Poder Judicial, lo que implica un retroceso de
algunas de las conquista de la civilización ya que implica coartar las
prerrogativas de un órgano colegiado y con potestad jurisdiccional a favor de otro
personalizado y subordinado al Ejecutivo.

Se plantea que al perfilarse la oportunidad no como un desplazamiento de


las facultades desde el Ministerio Público hacia los ciudadanos perjudicados, sino
como el hecho de que quien tiene el monopolio de la acción penal renuncia a sus
derecho-deber de perseguir una conducta delictiva, condicionando por razones
pragmáticas de utilidad y conveniencia social, se está dejando un margen de
desprotección a los derechos lesionados por la actividad delictiva, así como de los
terceros que se resisten a la confesión y que por ello enfrentan las consecuencia
del proceso penal.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 28

B. El sector de la doctrina que se proyecta positivamente sobre la aplicación del


principio de oportunidad, es el que matiza a través de lo que denominan
oportunidad reglada y que no es otra cosa que el establecimiento en la propia ley
de las condiciones que deben darse para que la autoridad pueda hacer uso de
esta facultad discrecional. El fundamento de esta posición doctrinal se halla en
razones de utilidad pública e interés social.

CAUSAS: La aceptación de esta fórmula procesal se basa, según el criterio de sus


propugnadores, en las siguientes causas:

1. La escasa lesión social producida mediante la comisión del delito y la falta de


interés en la persecución penal.
2. El estímulo a la pronta reparación de la víctima que es uno de os objetivos de
los sistemas de transacción penal.
3. Evitar los efectos criminógenos de las penas cortas privativas de libertad
4. Conseguir la rehabilitación del delincuente mediante su sometimiento
voluntario a un procedimiento de readaptación.
5. Obtener la “reinserción social” de miembros de bandas terroristas y el logro de
información sobre la actividad de dichos grupos.

CONDICIONES: En lo que respecta a ambas posiciones, el profesor Juan


Mendoza Díaz, es partidario de la aplicación mesurada del principio de
oportunidad, pero en su variante reglada, o sea, estableciendo un catalogo
detallado de condiciones que deben ser cumplidas para que sea posible apartarse
del cumplimiento estricto del principio de legalidad. Entre esas condiciones que
deben cumplirse, señala las siguientes condiciones:

1. Que exista conformidad por parte del inculpado.


2. Que la solución prevea una adecuada satisfacción a la víctima o víctimas del
delito.
3. Que la decisión adoptada esté sujeta siempre a la ratificación u homologación
del órgano jurisdiccional.

En nuestra legislación el principio de oportunidad así como sus causas y


condiciones de aplicación se encuentran establecidos en el Art. 21, párrafos
segundo y tercero del CPP.

2.2.3. Principio inquisitivo.- Los principios inquisitivo y acusatorio definen lo


que se conoce en la teoría del proceso como la forma de enjuiciar; en tal sentido
la presencia en un ordenamiento de signos de uno u otro es lo que define el tipo
de sistema seleccionado para la aplicación del Derecho Penal.

Originalmente los sistemas de enjuiciar estaban informados por el principio


acusatorio, el surgimiento del inquisitivo se ubica en el siglo IX a partir del
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 29

procedimiento per inquisitionem, que termina por ser aprobado y confirmado bajo
Inocencio III, en el cuarto Concilio lateranense. Se atribuye a la iglesia la
responsabilidad de haber sido la que, tomando de las instituciones laicas los
elementos que caracterizan al proceso inquisitorial, lo perfeccionó y convirtió en
un sistema propio que lo identifica históricamente.

La inquisitio permitía al juez, sin necesidad de acusador, abrir el


procedimiento contra la persona “difamada”, convocar y oír a los testigos y dictar
una condena. Ante la presencia de una infamatio el juez procedía a realizar una
instrucción o pesquisa secreta, a la que se denominaba inquisitio famae. Al
enjuiciado se le comunicaba los cargos, así como los nombres de los testigos y el
contenido de sus declaraciones, contra las cuales podía presentar todas las
excepciones y declaraciones que resultaran necesarias

En un momento posterior el enjuiciamiento se fue haciendo más riguroso,


con mayor presencia de la escritura y la secretividad, imponiéndose al acusado la
obligación de decir la verdad bajo juramento, lo que le obligaba a auto
incriminarse ante las acusaciones contra él formuladas.

Con la propagación de la ciencia jurídica italiana el proceso inquisitivo se


convirtió, hacia comienzos del siglo XIV, en la forma normal de proceder de los
tribunales seculares de Italia y de ahí lo reciben los demás países europeos. En
un momento histórico desaparece la necesidad del juramento y en su lugar se
utiliza el tormento para forzar una confesión, matizado por una sistema de
prueba legal, mediante el cual se señala particularizadamente el grado que
requiere la condena, qué indicios bastan para la aplicación del tormento, etc.

El magistrado MARTÍNEZ ARRIETA, siguiendo a VÁZQUEZ SOTELO,


identifica como principales características o elementos identificativos del
principio inquisitivo los siguientes:

 Él principio ordinal es el poder del juez para proceder de oficio, sin esperar la
reclamación de alguien como acusador;

 Postergación o atenuación de la figura del acusador, que pasa a un segundo


plano, sin llegar a ser eliminado pues se admite su colaboración con el juez;

 El sistema exige la creación de un oficio público, estatal, encargado de la


persecución penal: se implanta o generaliza la figura del Ministerio Público;

 La justicia se tecnifica, porque para que el juez pueda proceder de oficio es


preciso que esté establecido de antemano y disponga de los correspondientes
medios y preparación, apareciendo el juez profesional o de carrera, frente al
elegido o popular. En cuanto la investigación, es conducida en riguroso secreto
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 30

por el juez, no atiende debidamente las garantías del imputado, elevándose el


escribiente al rango de secretario, dotado de fe pública bajo la que debe actuar
el juez;

 Los principios de escritura y secreto dominan el procedimiento;

 Las pruebas son adecuadamente documentadas en la causa y su valoración


está de antemano fijada por el legislador, con carácter vinculante para el juez,
mediante las reglas de prueba legal o tasada;

 El reo suele estar preso mientras el juicio se prepara y para obtener su


confesión puede utilizarse el tormento;

 En materia de recursos rige la doble instancia de juzgamiento.

Teniendo en cuenta todas estas cuestiones, MONTERO es del criterio de


que no es posible hablar de la existencia de un proceso inquisitivo, pues la
noción del proceso concibe en si misma la existencia de partes enfrentadas en
condiciones de igualdad, mientras bajo el imperio del inquisitivo no existe tal
posibilidad, pues hay sólo una parte con posibilidades omnímodas y que juega
un papel activo y un polo receptivo de sus actuaciones, sin posibilidades de
contra respuesta.

2.2.4. Principio acusatorio.- Como expresamos anteriormente, la forma


acusatoria de enjuiciar es la primera que surge en el tiempo. El castigo era
originalmente un derecho del ofendido o de su grupo, por lo que la sociedad logra
una primera victoria cuando, reprimiendo el instinto de venganza de los
particulares, obliga al que ha sufrido la injuria a guardar ciertas formas y plazos
en el ejercicio de su derecho. Así nace el proceso, como un combate simulado de
lo que ha sido antes un combate efectivo, con presencia de partes, de un tribunal
popular encargado de aplicar el Derecho y con un castigo público.

Tras ceder el paso al principio inquisitivo, en la época histórica que


relatamos en el apartado anterior, el sistema acusatorio comienza su
recuperación en los sistemas europeos bajo el influjo de las ideas de la ilustración
y las revoluciones burguesas, encontrando pleno respaldo legislativo en el
proceso codificador que invadió a Europa a finales del siglo XIX y con ello a gran
parte de América.

El principio acusatorio es aquel que determina la forma mediante la cual se


realizará el proceso y el papel que jugarán en el mismo los diferentes sujetos
intervinientes. Formando parte de este mismo principio se encuentran otros, los
que en ocasiones se ven como derivados de este o interdependientes, como son
los principios de oralidad, inmediación y publicidad, entre otros. Es por esa razón
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 31

que en lo relativo a la determinación del objeto del proceso, el principio


acusatorio se presenta como megaprincipio.

Siguiendo la misma fuente utilizada al identificar los elementos esenciales


del inquisitivo, las características de mayor relevancia del principio acusatorio,
visto en su concepción originaria son:

 La existencia de un acusador que reclama el juicio ante un juez imparcial


totalmente ajeno a los hechos;

 La existencia de un acusado frente al que el juicio se pide. Podrán ser uno o


varios, pero, identificados y determinados como destinatarios o sujetos pasivos
de la acusación y del juicio;

 El Juez o Tribunal encargado del juicio y de dictar sentencia no tiene


intervención previa en la instrucción o preparación de la causa y ni siquiera se
pronuncia sobre la procedencia del juicio, a fin de que quien juzga se mantenga
con absoluta imparcialidad;

 El Tribunal no extiende el juicio más allá del hecho justiciable o hechos con él
conexos, según la acusación se los haya sometido, para evitar que respecto a
los no comprendidos en la acusación se venga a proceder de oficio, con
vulneración de lo que es la piedra angular de todo el sistema;

 Que el Tribunal al dictar sentencia no esté limitado por las peticiones concretas
o pretensiones punitivas de las acusaciones, pudiendo, por el contrario, sacar
todas las consecuencias punitivas que corresponden a los hechos justiciables
previstos en las Leyes penales. La prohibición de dictar sentencia ultra petita en
el proceso penal sólo se refiere a conocer o decidir más allá del hecho o hechos
sometidos como thema decidendum, pudiendo el Tribunal sacar dentro de los
hechos, todas la consecuencias que correspondan a su punición.

Este principio además tiene como base:

a. La delimitación de los órganos que realizarán la investigación y el juicio oral.


b. La imposibilidad de que exista juicio oral sin acusación.
c. La correlación entre acusación y sentencia (Congruencia)
d. Prohibición de la reformatio in peius

Sin embargo la doctrina, coincide en marcar que los mismos constituyen


puntos actuales de debate.

a) Delimitación de los órganos que realizarán la investigación y


el juicio oral.- Bajo el imperio del principio acusatorio la generalidad acepta que
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 32

deben estar separadas las funciones de investigación y juzgamiento; la


problemática se presenta al momento de definir el tipo de persona a la cual se le
encomendará la función de investigar. En este sentido se perfilan dos posiciones
esenciales: La que encomiendan esta responsabilidad a un Juez Instructor,
perteneciente al órgano jurisdiccional y la que encomiendan al Ministerio Fiscal o
a órganos de la Policía bajo la supervisión y el control del Fiscal. Existen
variantes intermedias que ubican a la investigación en manos de la Fiscalía o de
una unidad especializada de la Policía, pero deja sujeto a decisión del órgano
jurisdiccional la toma de todas aquellas determinaciones que estén relacionadas
con los derechos fundamentales de los acusados.

b) Imposibilidad de que exista juicio oral sin acusación.- Se parte del


presupuesto comúnmente aceptado de que no le es dable al órgano jurisdiccional
que tiene la obligación de fallar asumir al mismo tiempo la misión de ostentar la
acusación, pues bajo el imperio del principio acusatorio ambas responsabilidades
deben estar bien individualizadas. No es posible por tanto que el órgano
jurisdiccional pueda proceder al conocimiento y resolución de un hecho sino está
precedido del ejercicio de la acción penal por parte del organismo que ostenta la
responsabilidad de su desempeño, premisa que está representada en el aforismo
nemo iudex sine actore.

c) Correlación entre acusación y sentencia.- De los cuatro aspectos que


estamos estudiando dentro del principio acusatorio, este punto es el que reviste
mayor complejidad de análisis pues está referido a la posibilidad de movimiento
que puede tener el órgano jurisdiccional con relación al contenido de los hechos y
calificación que ha sido servida por el órgano que presenta la acusación.

Este tema esta matizado por la existencia de diferentes posiciones


doctrinales que no resultan coincidentes:

A. La primera de las posturas que podemos identificar es la de los que defienden


que la congruencia entre acusación y sentencia es la que necesariamente debe
darse en lo que constituyen los aspectos objetivos del debate, que no son otros
que los hechos que han sido la base de la acusación, no así los aspectos
relacionados con la calificación, en los que impera el principio del iura novit curia,
que hacen que el Tribunal no debe hacer depender su criterio necesariamente del
delito calificado por la Fiscalía, sino que está sujeto al apego a la norma, según
su propio criterio de calificación. La `posición de MONTERO con relación a este
particular es contundente, distinguiendo al proceso penal del civil, para afirmar
que la vigencia del principio del iura novit curia está acrecentado en el proceso
penal, de tal suerte que teóricamente se podría dar el caso de que se imputara
un hecho sin necesidad de que se planteara la calificación jurídica del mismo,
pues el hecho es el que constituye el verdadero fundamento objetivo la
imputación.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 33

B. La otra posición es partidaria de la existencia de una absoluta congruencia


entre el contenido de la pretensión punitiva y la sentencia; considerando como
objeto no solo a los hechos sino al universo de cuestiones que resultan
inmutables y que abarca a la calificación y la pena. La acusación ha de ser
precisa y clara respecto del hecho y del delito por el que se formula y la sentencia
ha de ser congruente con tal acusación sin introducir ningún elemento nuevo del
que no hubiera existido antes posibilidad de defenderse. De tales elementos solo
dos tienen eficacia delimitadora del objeto del proceso y, en consecuencia,
capacidad para vincular al Juzgado en aras de la necesaria congruencia. Por un
lado, el hecho por el que acusa, es decir, el conjunto de elementos fácticos en los
que se apoya la realidad o clase de delito, el grado de perfección del mismo, la
participación concreta del inculpado, las circunstancias agravantes sean genéricas
o constitutivas del tipo y, en definitiva, todos aquellos datos de hecho de los que ha
de depender la especifica responsabilidad penal que se imputa.

El otro elemento vinculante para tribunal es la calificación jurídica hecha por


la acusación. La clase de delito, si este fue o no consumado, el grado de
participación del acusado y las circunstancias agravantes han de estar recogidas
en la acusación, de modo que en la Sentencia no puede condenarse más
gravemente que lo que legalmente corresponda conforme a todos esos elementos
concretados por los acusadores. No se puede condenar por un delito distinto, ni se
puede apreciar en la Sentencia un grado de perfección o de participación más
grave, ni apreciar una circunstancia de agravación no pedida, salvo supuestos de
homogeneidad entre lo solicitado por los acusadores y lo recogido por el Tribunal,
que suponga tal semejanza que impida la posibilidad de indefensión, porque todos
los puntos de la Sentencia pudieron ser debatidos al haber sido contenidos en la
acusación. Estos dos componentes de la acusación, el conjunto de elementos
fácticos y su calificación jurídica, conforman el hecho punible que constituye el
objeto del proceso penal, el cual sirve para delimitar las facultades del Tribunal
en orden a la determinación de la correspondiente responsabilidad criminal,
porque si se excediera de los límites así marcados ocasionaría indefensión al
imputado que no habría tenido oportunidad para alegar y probar en contra de
aquello por lo que antes no había sido acusado y luego resulta condenado.

De los analizado, es posible concluir que lo verdaderamente indisponible


dentro del proceso penal es el contenido del hecho controvertido, no ocurriendo lo
mismo con relación al resto de los elementos esenciales que integran la
pretensión punitiva del Fiscal, con relación a los cuales se pueden introducir
modificaciones aunque para ello sea necesario cumplimentar determinados
requisitos de tipo formal; esto nos hace inclinarnos a la posición de MONTERO de
considerar que objeto del proceso es sólo el hecho punible o contenido fáctico del
debate y que el resto de los elementos que integran la pretensión punitiva
constituyen lo que él llama el objeto del debate en el juicio oral.

En nuestra legislación (Bolivia) dicho principio se encuentra recogido en el


Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 34

Art. 362 del CPP., bajo el enfoque de la primera posición.

d) Prohibición de la Reformatio in peius.- La Reformatio in peius, conocida


también como reforma peyorativa o reforma en perjuicio, está referida a la regla
que debe imperar en el proceso penal en virtud de la cual resulta imposible que el
órgano encargado de conocer el asunto en vía de recurso pueda alterar los límites
objetivos y subjetivos que han sido trazados por el recurrente y con ello agravar la
situación procesal que quedó fijada por la sentencia de instancia, salvo aquellos
casos en que ambas partes hayan recurrido, en cuyo caso el Tribunal ad-quem
tendría plena libertad para moverse o modificar el fallo recurrido.

En nuestro ordenamiento jurídico este principio igualmente ha sido


recogido en el Art. 400 de CPP.

2.3. Principios relativos a la introducción de los hechos.- La introducción de


los hechos que serán la base del debate penal y que en correspondencia con lo
analizado en los acápites anteriores constituyen el objeto del proceso, pasa aquí
por la determinación de quien tiene la responsabilidad y también la posibilidad de
aportar los elementos de prueba encaminados a demostrar la ocurrencia de
dichos hechos. El dilema se nos presenta bajo un binomio dialécticamente
relacionado y que se denomina aportación-investigación.

Estamos en presencia del principio de aportación si se reconoce que es a


las partes a las que únicamente le corresponde la posibilidad de aportar los
medios de prueba para demostrar los hechos; por el contrario, la posibilidad de
que la autoridad Intervenga en el proceso de prueba, con facultades para
incorporar aquellas que considere convenientes, evidencia la presencia del
principio de investigación.

Ahora bien, en la fase de la investigación no se realiza una verdadera


actividad probatoria en sentido estricto, o sea, una actividad que pueda servir de
fundamento para la decisión que debe pronunciarse en la sentencia, ya que solo
es preparatoria del juicio oral. Durante la primera etapa se deben realizar
aquellos actos de preparación encaminados a proporcionar a las partes las
fuentes de prueba que serán utilizadas en el acto del juicio oral. Es por ello que
Montero hace una distinción entre ambos momentos, denominando al primero
como actos de investigación, reservando la denominación de actos de prueba,
para las acciones que exclusivamente se realizan en la segunda fase.

La controversia, como expresamos, se presenta durante la fase del juicio


oral, teniendo en cuenta que el objeto del proceso ha sido definido, en sus
contornos esenciales, desde el momento en que la Fiscalía presentó su
pretensión punitiva y el Tribunal dispuso la apertura del juicio oral. En
correspondencia con la anterior se concibe que son ordinariamente las partes las
que propongan los medios de prueba que serán practicados ante el juzgador a fin
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 35

de que este logre convicción sobre lo ocurrido. Teniendo en cuenta los principios
de igualdad y contradicción, que rigen el debate en la fase del juicio oral, se
concibe un Tribunal que se mantenga equidistante de los intereses de las partes
y arbitrando la contienda, lo cual no corresponde con una posición de
introducción de nuevos elementos de prueba. Empero bajo el principio de
presunción de inocencia es a la parte acusadora a quien le corresponde asumir
la carga de la prueba incriminatoria, ya que no es posible exigirle al acusado que
demuestre su inocencia, la que por mandato del mencionado principio viene
sobrentendida.

2.4. Principios relativos a la valoración de las pruebas.- Este principio es el


que sigue en el iter lógico del proceso probatorio, pues una vez, determinado el
objeto del proceso y definido quien tiene la responsabilidad de aportar los medios
para corroborar dicho objeto, se impone dilucidar mediante qué reglas o
principios se valorarán dichas pruebas.

En ese sentido se delimitan dos posiciones; la primera, de la prueba legal o


tasada, que como el nombre lo indica no es otra cosa que la predeterminación
legal del valor que se le concederá a cada uno de los medios de prueba utilizados,
mientras que la libre valoración de la prueba es el sistema mediante el cual se
deja en manos del juzgador el criterio de determinar el peso que dicho medio de
prueba jugará en el proceso de probanza del hecho controvertido, en
correspondencia con la impresión que la misma haya causado en su conciencia.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 36

TEMA Nº 4. JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA

Sumario

I. Distintas acepciones del vocablo Jurisdicción.- 1. La jurisdicción como


ámbito territorial.- 2. La jurisdicción como competencia.- 3. La jurisdicción
como poder.- 4. La jurisdicción como función.
II. 1. Etimología.- 2. Concepto.- 3. Definición.
III. Elementos o caracteres del acto jurisdiccional.- 1. Forma de la
jurisdicción.- 2. Contenido de la jurisdicción.- 3. Función de la jurisdicción.
IV. Principales clases de jurisdicción.- 1. Jurisdicción contenciosa.- 2.
Jurisdicción voluntaria.- 3. Jurisdicción contenciosa administrativa.-
Jurisdicción disciplinaria.
V. Diferencia entre jurisdicción contenciosa y voluntaria.
VI. Competencia.- 1. Etimología.- 2. Concepto.- 3. Definiciones.
VII. Factores que determinan la competencia.
VIII. Diferencia entre jurisdicción y competencia.
IX. Legislación Nacional.- 1. Jurisdicción.- 2. Competencia.

I. DISTINTAS ACEPCIONES DEL VOCABLO JURISDICCIÓN.- La palabra


"Jurisdicción" aparece en el lenguaje jurídico con distintos significados. En el
derecho de los países latinoamericanos este vocablo tiene, por lo menos, cuatro
acepciones; como ámbito territorial, como sinónimo de competencia, como
conjunto de poderes o autoridad de ciertos órganos del poder público y su
sentido preciso y técnico de función pública de hacer justicia.

1. La Jurisdicción como ámbito territorial.- La primera de las acepciones


mencionadas es la que dice relación con un ámbito territorial determinado.

Se dice por ejemplo que las diligencias que deban realizarse en diversa
jurisdicción, se harán por otro Juez. En el lenguaje diario se dice que tal hecho
ocurrió en jurisdicción de tal sección, circunscripción o departamento.

Pero esta primera acepción del vocablo no corresponde al significado que


se examina.

2. La jurisdicción como competencia.- Hasta el siglo XIX, los conceptos de


jurisdicción y competencia aparecen como sinónimos. Indistintamente se alude a
la falta de jurisdicción como falta de competencia en sentido material o en sentido
territorial, o aún para referirse a la función. Pleonásticamente se llega a hablar
de incompetencia de jurisdicción.

En el siglo XX, se supera este equivoco y determina que la competencia no es


sino una medida de jurisdicción. En ese entendido todos los jueces tienen
jurisdicción; pero no todos tienen competencia para conocer un determinado
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 37

asunto. Un Juez competente es al mismo tiempo Juez con jurisdicción, pero un


Juez incompetente es un Juez con jurisdicción y sin competencia. La
competencia es el fragmento de jurisdicción atribuido al Juez.

La relación entre jurisdicción y competencia, es la relación que existe entre


el todo y la parte. La jurisdicción es el todo y la competencia es la parte, un
fragmento de la jurisdicción. La competencia es una parte de la jurisdicción
atribuida a una parte del sector jurídico, aquel específicamente asignado al
conocimiento de determinado órgano jurisdiccional. En todo aquello que no le ha
sido atribuido, un juez, aunque sigue teniendo jurisdicción, es incompetente.

3. La Jurisdicción como poder.- En algunos textos se utiliza el vocablo


jurisdicción para referirse a la prerrogativa, autoridad o poder de determinados
órganos públicos, especialmente a los del Poder Judicial. Se alude a la
investidura, a la jerarquía más que a la función.

La noción de jurisdicción como poder es insuficiente porque la jurisdicción


es un poder deber, pues, junto a la facultad de juzgar, el Juez tiene el deber
administrativo de hacerlo. El concepto de poder debe ser sustituido por el
concepto de función

4. La jurisdicción como función.- Existe una cierta sinonimia entre función


judicial y función jurisdiccional. No toda función propia del Poder Judicial es
función jurisdiccional. No lo es, por ejemplo, la llamada jurisdicción voluntaria.
Tampoco toda función jurisdiccional corresponde al Poder Judicial, existe como
se verá, funciones jurisdiccionales a cargo de otros órganos que no son del Poder
Judicial. Sin embargo, en términos generales, la función jurisdiccional coincide
con la función judicial.

En ese contexto, se usa la palabra jurisdicción para referirse a la actividad


de dirimir conflictos y decidir controversias e importa un conjunto de poderes y
de deberes; por ello la debemos concebir ante todo, como una función.

II. ETIMOLOGÍA, CONCEPTO Y DEFINICIÓN.

1. Etimología.- El término jurisdicción deriva de la locución latina "iurisdictio"


que se traduce por: decir, “mostrar o indicar el derecho", y de la locución verbal
"ius dicere" que significa "decir o indicar el derecho".

2. Concepto.- La jurisdicción se concibe, ante todo, como una función. Las


definiciones, que la conciben como una potestad, sólo enseñan uno de los
aspectos de la jurisdicción. No se trata solamente de un conjunto de poderes o
facultades sino también de un conjunto de deberes de los órganos del poder
público.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 38

Esa función se realiza mediante órganos competentes. El orden jurídico


que regla la organización estatal, crea los órganos adecuados para el ejercicio de
cada una de las funciones públicas. Normalmente, los órganos de la jurisdicción
son los del Poder Judicial, pero esta circunstancia no excluye que funciones
jurisdiccionales puedan ser asignadas a otros órganos.

El Estado realiza esta función por institución del orden jurídico. La justicia
no se emite en nombre del rey, ni del presidente de la República, ni del pueblo,
se emite en nombre de la Nación organizada como tal.

La idoneidad de los órganos supone la idoneidad de los agentes que


desempeñan los cometidos del órgano, esa idoneidad exige ante todo la
imparcialidad.

La jurisdicción se cumple mediante un adecuado proceso. El proceso es


una relación jurídica continuativa, consistente en un método de debate con
análogas posibilidades de defensa y de prueba para ambas partes, mediante el
cual se asegura una justa decisión susceptible de cosa juzgada.

El proceso jurisdiccional debe ser "bilateral” con garantías de ser


escuchadas ambas partes y con posibilidades eficaces de probar la verdad de sus
proposiciones de hecho.

El cometido inmediato de la jurisdicción es decidir conflictos y


controversias de relevancia jurídica.

Por conflicto se entiende toda pretensión resistida o toda pretensión


insatisfecha. Por controversia se entienden todas aquellas cuestiones de hecho
o de derecho que, no pudiendo resolverse mediante los procedimientos de
autotutela o autocomposición, reclaman un pronunciamiento de los órganos del
Estado.

No toda función jurisdiccional supone la existencia de un conflicto. Hay


intervenciones jurisdiccionales necesarias. Puede no existir, por ejemplo,
pretensión resistida en materia penal, La jurisdicción penal no siempre es
jurisdicción de pretensiones resistidas o insatisfechas. Es jurisdicción tuitiva,
determinada por ley.

El objeto propio de la jurisdicción es la cosa juzgada. Este contenido no


pertenece ni a la función legislativa, ni a la función administrativa. Los actos
administrativos irrevisables para la administración pueden ser siempre revisados
en la jurisdicción contenciosa.

La idea de jurisdicción, como la de proceso, es esencialmente teleológica. La


jurisdicción por la jurisdicción no existe. Sólo existe como medio de lograr un fin.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 39

El fin de la jurisdicción es asegurar la efectividad del derecho. En el despliegue


jerárquico de preceptos propio de la normatividad, la jurisdicción asegura la
continuidad del orden jurídico. El derecho instituido en la Constitución se
desenvuelve jerárquicamente en las leyes; el derecho reconocido en las leyes, se
hace efectivo en las sentencias judiciales. Esto asegura no sólo la continuidad
del derecho, sino también su eficacia necesaria.

3. Definición.- La jurisdicción, para el procesalista argentino Ramiro Podetti


(Tratado de la competencia" Pag.3) es:

"El poder público que una rama del gobierno ejercita de oficio o a
petición del interesado, instruyendo el proceso para esclarecer la verdad
de los hechos que afectan el orden jurídico actuando la ley en la
Sentencia y haciendo que ésta sea cumplida".

Para el tratadista uruguayo J. Eduardo Couture es la:

"Función pública realizada por órganos competentes del Estado, con las
formas requeridas por la ley, en virtud de la cual, por acto de juicio, se
determina el derecho de las partes, con el objeto; de dirimir sus conflictos
y controversias de relevancia jurídica, mediante decisión con autoridad
de cosa juzgada, eventualmente factibles de ejecución".

Para el tratadista David Lazcano:

"Consiste en la actividad con que el Estado provee a la realización de la


regla jurídica cuando existe un conflicto de intereses".

De acuerdo al Art. 25 de la LOJ abrogada (L. 1455):

"Es la potestad que tiene el Estado de administrar justicia por medio de los
órganos del Poder Judicial, de acuerdo con la Constitución Política del
Estado y las leyes. Es de orden público, no delegable y sólo emana de la ley"

Según el Art. 11 de la LOJ vigente (L. 025):

"Es la potestad que tiene el Estado Plurinacional de administrar justicia,


emana del pueblo boliviano y se ejerce por medio de las autoridades j
jurisdiccionales del Órgano Judicial."

III. ELEMENTOS O CARACTERES DEL ACTO JURISDICCIONAL.- Los


elementos propios del acto jurisdiccional son tres; la forma, el contenido y la
función.

1. Forma de la Jurisdicción.- Por forma o elementos externos del acto


Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 40

jurisdiccional, se entiende la presencia de partes, de jueces y de procedimientos


establecidos en la ley.

Las partes son, normalmente un actor y un demandado y, eventualmente,


los terceros pueden o deben asumir la condición de parte en los casos previstos
por ley (Art. 27 NCPC.). Los jueces son normalmente los jueces del Estado.

También es elemento formal el procedimiento. La jurisdicción opera con


arreglo a un método de debate que se denomina procedimiento. La presencia
externa de este procedimiento, en forma de proceso, revela la existencia del acto
jurisdiccional.

La forma, caracteriza normalmente; a la jurisdicción, pero no es el único


elemento integrante. Solamente cuando las formas jurisdiccionales se unen a los
otros atributos de esta función, puede hacerse de ellas una calificación correcta.

2. Contenido de la Jurisdicción.- Por contenido de la jurisdicción se entiende la


existencia de un conflicto con relevancia jurídica que es necesario decidir o dirimir
mediante resolución susceptible de adquirir autoridad de cosa juzgada.

La cosa juzgada pertenece a la esencia de la jurisdicción. Si el acto no


adquiere real o eventualmente autoridad de cosa juzgada no es jurisdiccional. Si
un acto adquiere autoridad de cosa juzgada es jurisdiccional. No hay jurisdicción
sin autoridad de cosa juzgada.

La jurisdicción es tal por su contenido y por su función, no por su forma.


La forma es la envoltura. El contenido caracteriza la función.

3. Función de la Jurisdicción.- La actividad de dirimir conflictos y decidir


controversias, es uno de los fines primarios del Estado. Sin esa función, el Estado
no se concibe como tal. Privados los individuos de la facultad de hacerse justicia
por su mano, el orden jurídico les ha investido del derecho de acción y al Estado
DEL PODER-DEBER DE LA JURISDICCIÓN.

Entre la autoridad de cosa juzgada y la efectiva vigencia del derecho, hay


una relación de medio a fin. La cosa juzgada se concibe sólo como medio de
despejar la incertidumbre del derecho y como la forma de hacerlo coactivo en los
casos de resistencia u omisión a su cumplimiento.

La cosa juzgada y su eventual coercibilidad, son inherentes a la


Jurisdicción. El carácter de irrevisabilidad que da a las decisiones judiciales la
autoridad de la cosa juzgada, no aparece en ninguno de los otros modos de
actuación del poder público. Una Constitución puede ser sustituida por otra
Constitución, una ley puede ser derogada por otra ley; un acto administrativo
puede; ser revocado por otro acto administrativo; un acto jurídico privado puede
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 41

ser modificado y reemplazado por otro acto jurídico privado; pero una Sentencia
pasada en autoridad de cosa juzgada, no puede ser sustituida, derogada ni
revocada por otra Sentencia.

En sentido teleológico, la cosa juzgada vale como medio y no como fin. El


fin de la jurisdicción es la justicia, la paz, el orden, la seguridad, es decir, los
valores a los cuales el derecho accede y sirve.

En síntesis, la función de la jurisdicción, constituye la actividad de dirimir


conflictos y decidir controversias y, en su eficacia, es un medio de asegurar la
necesaria continuidad del derecho. Y el derecho, a su vez, es un medio de acceso
a los valores que son, esos sí, los que merecen la tutela del Estado.

IV. PRINCIPALES CLASES DE JURISDICCIÓN.- En el lenguaje forense, aún en


ciertas leyes, se hace una aplicación extensiva del concepto de jurisdicción. Se
habla, entonces, de jurisdicción contenciosa, voluntaria, contenciosa
administrativa y disciplinaria tal como si fueran tres formas o manifestaciones
de una misma función.

Corresponde fijar el alcance de cada uno de estos conceptos.

1. Jurisdicción contenciosa.- Se denomina jurisdicción contenciosa a la


jurisdicción propiamente dicha. La palabra contenciosa se refiere a la existencia
de una contienda legal sometida a la resolución de los jueces. Contienda es
controversia, disputa, discusión, conflicto.

La controversia es sólo uno de los elementos de, la jurisdicción, su


ausencia no significa forzosamente que no exista función jurisdiccional, por
ejemplo, el proceso en rebeldía, donde la contienda es sólo potencial y no actual
(Arts. 68 CPC y 364 NCPC).

La jurisdicción contenciosa es aquella que ejercita el Poder Judicial para


conocer y resolver los conflictos y controversias entre dos partes sometido a
juzgamiento, mediante decisiones con autoridad de cosa juzgada, con el objeto de
satisfacer un interés de parte incumplido o resistido, y con la finalidad de
asegurarla actuación de la ley para restablecer y mantener el orden jurídico creado
por el Estado.

2. Jurisdicción voluntaria.- Calificada también como: graciosa u honoraria, fue


denominada graciosa en función a la "gracia" o sea el favor o la dispensa que
antiguamente podía otorgar discrecional mente el soberano.

Eduardo Couture la define en los términos siguientes: “Por oposición a


jurisdicción contenciosa, dícese impropiamente de algunos procedimientos de
carácter unilateral cumplidos ante los jueces, con el objeto de determinar
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 42

auténticamente ciertas situaciones jurídicas o cumplir determinados


requisitos, impuestos por la ley, mediante declaraciones que no adquieren
autoridad de cosa juzgada, ni pueden causar perjuicio a terceros".

Jurisdicción voluntaria, es la que se ejerce por los jueces en las demandas


que ya por su naturaleza, ya por razón del estado de las cosas no admiten
contradicción de parte. Se la ejercita a instancia de una sola parte o de varias
que concurren con intereses coincidentes y que están conformes en reclamar
la resolución del Juez. En virtud a esta función, los órganos de la justicia actúan
otorgando la tutela jurídica con motivo de las situaciones que no suponen
conflicto de intereses, ni litigio de ninguna clase, pero en las cuales la necesidad
o la ley imponen la intervención del magistrado para dar eficacia a ciertos actos
que es menester integrar, autorizar u homologar para agregar a otros el sello de la
autenticidad o publicidad, para proteger a las personas e intereses de los
incapaces y para asegurar la seriedad y legalidad de los negocios y la
conservación de ciertos derechos.

3. Jurisdicción contenciosa Administrativa.- Un Estado sin justicia


administrativa, no es un Estado de derecho.

Frente a los desbordes y arbitrariedades de la administración pública, sólo


bajo un sistema amplio de garantías jurídicas en favor de los administrados
puede concebirse la realización de un Estado de Derecho.

Esta tutela de los administrados, frente a la administración pública, se


ejerce mediante tres clases, de remedios diferentes;

a) Políticos, consistentes especialmente el de contralor parlamentario


sobre la acción del Poder Ejecutivo,
b) Administrativos, consistentes en el control que la propia
administración realiza en el ordenamiento interno de oficio, ya sea
preventivo o represivo, y en el que ejerce a petición del interesado
mediante la revocatoria y el recurso jerárquico, y
c) Jurisdiccionales, propios del Estado moderno de Derecho.

La palabra jurisdicción unida a la expresión contencioso administrativo,


señala la existencia de una función relativa a la decisión de los conflictos
suscitados entre la administración pública y los administrados, con motivo de
actos o hechos regidos por el Derecho Administrativo. Es decir, cuando hay una
controversia entre un particular afectado en sus derechos y la Administración,
con motivo de un acto de esta última.

El ejercicio de esta función podrá otorgarse a órganos administrativos con


recurso ante el Poder Judicial, o a tribunales judiciales, o tribunales separados
de la administración pública.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 43

No obstante lo expuesto, ha sido y sigue siendo común emplear la


expresión "jurisdicción contenciosa-administrativa" para referirla exclusivamente
a la tercera de las hipótesis expuestas en el párrafo anterior.

La función jurisdiccional con respecto a la materia contenciosa-


administrativa, se ejerce con motivo de conflictos suscitados entre la
Administración pública y los administrados e inclusive, bajo determinadas
circunstancias, entre diferentes órganos de la Administración pública, de manera
que dicha función no deja de ser tal porque al órgano que se atribuye esa
función, sea un órgano administrativo, judicial o de otro tipo, pues, no es el
órgano o su ubicación dentro de los poderes del Estado el que califica la
expresión "jurisdicción contenciosa—administrativa", sino es la función que se
ejerce y su contenido.

4. Jurisdicción Disciplinaria.- Las leyes procesales y de organización judicial,


contienen con frecuencia disposiciones de carácter disciplinario.

Las normas de derecho disciplinario tienen como contenido axiológico el


orden. Se instituyen para asegurar el ordenado desenvolvimiento de la
función jurisdiccional. El derecho disciplinario presupone jerarquía y
subordinación. Quién tiene la potestad jerárquica puede imponer formas de
conducta previstas en la ley, para asegurar el cumplimiento de la misma. El que
está sometido a una subordinación debe obedecer y ajustar su conducta a lo
preceptuado por el jerarca.

Pero en todo caso, la disciplina está a su vez jerárquicamente subordinada


a la ley. No es posible, a pretexto o de disciplina, cometer una injusticia. La
jurisdicción no se justifica por el orden, sino por la justicia.

La llamada jurisdicción disciplinaria contiene, en nuestro derecho, la


potestad jerárquica de imponer modos de comportamiento a los jueces,
funcionarios y profesionales, por parte de la Suprema Corte de Justicia; a los
funcionarios, partes, profesionales y auxiliares de la jurisdicción, como los
testigos y peritos, por parte de los jueces que están conociendo de un asunto; por
parte de los funcionarios superiores de la administración judicial a los
funcionarios inferiores a ella.

Pero en todos esos casos, el derecho disciplinario es derecho


administrativo o derecho penal. (Reglamento de la Responsabilidad por la
Función Pública DS 23318-A 5, Arts. 164-I, 183-I, 184 y 189 L.O.J. Nº 025)

V. DIFERENCIA ENTRE JURISDICCIÓN CONTENCIOSA Y VOLUNTARIA.- Las


principales diferencias entre jurisdicción contenciosa y voluntaria son las
siguientes:
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 44

a) La jurisdicción contenciosa, se ejerce "inter-invitos", esto es, entre o sobre los


que no estando de acuerdo tienen que acudir al juicio a pesar suyo o contra
su voluntad, a instancia o solicitud de alguno de ellos; y por eso se llama
contenciosa, tomando su nombre de la contención o disputa que siguen ante
el Juez, sobre derechos o delitos, las partes contrarias.

b) La jurisdicción voluntaria se ejerce por el contrario "no invitos" sino sólo


“inter-volentes”, esto es, a solicitud o por consentimiento de las partes que
están de acuerdo, o en virtud de la demanda, de una sola parte, mientras no
deba o no pueda comunicarse por el Juez a la otra que tenga interés en
contradecirla.

c) Los procesos de la jurisdicción voluntaria pueden pasar al dominio de la


jurisdicción contenciosa, por el hecho de presentarse o intervenir en ellos un
adversario legítimo (Arts. 640 y 641 CPC y 452 NCPC), en cambio iniciado un
proceso en la jurisdicción contenciosa en ningún caso puede pasar al dominio
de la jurisdicción voluntaria.

d) Los actos y resoluciones de la jurisdicción de la jurisdicción voluntaria en


ningún caso causan estado o generan cosa juzgada material y siempre pueden
ser susceptibles de impugnación y revisión ante la jurisdicción contenciosa.

e) En la jurisdicción contenciosa, lo que se somete a la consideración de Juez, es


el conflicto de intereses que se desea solucionar. En la jurisdicción voluntaria,
lo que se lleva al magistrado, es un pedido de realización de un acto que la ley
considera necesario para dar vida a una nueva relación jurídica o producir un
determinado efecto jurídico “En el primer caso hay una litis» en el otro no» Si
lo que se pide al juez es la solución de una litis» lógico es que el Juez» dicte
una Sentencia, una decisión para componer el conflicto; por el contrario, si
no hay intereses en pugna y sólo se pide un determinado acto de parte del
Juez, es natural que éste se limite a realizar el acto requerido» Como
consecuencia de ello, los efectos de la actividad judicial son distintos en uno y
otro caso; en el primero, por lo mismo que pone fin a un litigio, hace cosa
juzgada entre las partes; en el segundo, como no se resuelve nada, no hace
cosa juzgada sino que constituye o da nacimiento a un nuevo estado jurídico o
desarrolla un estado jurídico existente.

VI. COMPETENCIA: ETIMOLOGÍA, CONCEPTO Y DEFINICIÓN.- La palabra


competencia deriva de la voz latina "competeré" que significa competir,
pertenecer, pedir, corresponder. La competencia, en el Derecho Procesal, se
encuentra íntimamente vinculada al estudio de la jurisdicción, institución ésta
que, con la acción y el proceso, constituyen la Trilogía estructural básica de la
ciencia del proceso civil, conceptos todos que en la experiencia jurídica están
estrechamente unidos en forma inescindible (R. Podetti "Trilogía estructural de la
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 45

Ciencia Civil").

Aclarado como tenemos el concepto de jurisdicción, dado que no se puede


estudiar la competencia, por su relación con el órgano jurisdiccional, sin fijar con
prioridad la noción de jurisdicción, corresponde entrar a considerar el de
competencia acerca del cual existen distintas definiciones; así:

Para David Lazcano es:


"La capacidad del órgano del Estado para ejercer la función jurisdiccional",

Para Hugo Alsina:


"La aptitud del Juez para ejercer su jurisdicción en un caso determinado".

Para R. Fernández
"La capacidad o aptitud del órgano investido de jurisdicción para ejercerla
en un proceso determinado en razón de la materia, del valor, del territorio o
de la organización judiciaria".

Para Chiovenda;
"La parte del poder jurisdiccional que puede, ejercitar el órgano”.

Para Podetti;
"El poder jurisdiccional que la Constitución, la ley, los reglamentos o
acordadas atribuyen a cada fuero y a cada tribunal o Juez”.

Por su lado la enciclopedia jurídica OMEBA, define la competencia como:


"la aptitud de los órganos del Estado para ejercer la función jurisdiccional,
según la Constitución, ley, reglamentos o acordadas y constituyendo la
misma un presupuesto de la relación procesal, la que no nace sino frente a
un órgano jurisdiccional, con aptitud legal válida para conocer el caso
sometido a decisión, toda vez, que la falta de capacidad procesal del sujeto
encargado de resolverla genera la nulidad de lo actuado.

VII. FACTORES QUE DETERMINAN LA COMPETENCIA.- La continua


evolución que experimentan los Estados modernos en su complicada
organización ha impuesto la necesidad de estructurar y planificar la función
jurisdiccional, sobre la base de una distribución racional de los distintos órganos,
ya que resulta material y prácticamente imposible concebir que la función
jurisdiccional se concentre en un sólo órgano investido de la facultad de
administrar justicia; por el contrario, factores de distinta Índole, como ser el fuero,
territorio, materia, persona, grado y turno (sorteo) gravitan fundamentalmente
para estructurar una distribución equitativa del trabajo, sin que los sujetos
del proceso puedan eludir tal ordenamiento legal establecido en nuestro Derecho
Positivo.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 46

VIII. DIFERENCIA ENTRE JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA.-Dilucidados los


conceptos de jurisdicción y competencia, ambos son perfectamente diferentes,
escindibles, porque la jurisdicción es siempre una actividad, una función que la
ejerce preferentemente un Poder del Estado -el Poder Judicial-, en quien debiera
concentrarse exclusivamente la misma.

Sin embargo, nuestro ordenamiento jurídico, circunstancialmente ha


atribuido funciones jurisdiccionales y competencia a órganos que no pertenecen
a aquel Poder, como acontecía antes con los tribunales agrarios.

Con ello, queda establecida la diferencia conceptual de las voces


enunciadas, que no responden a un criterio cuantitativo, sino de sustancia o
cualitativo; aquella supone una actividad, ésta una facultad o un poder para
desarrollarla, o sea la capacidad que se le reconoce a un Juez o tribunal para
intervenir en determinados procesos, con lo que, queda dicho que dentro de la
capacidad genérica que corresponde al Poder Judicial en conjunto, está la
capacidad específica, que corresponde al fuero del cual forma parte, lo que
importa admitir que la competencia supone siempre la jurisdicción. No puede
haber Juez competente sin jurisdicción, más aun, todos los jueces tienen
jurisdicción por el contrario, un órgano encargado de administrar justicia, puede
tener jurisdicción y no ser competente, dado que la jurisdicción no supone la
competencia.

De allí que no deban confundirse ambos conceptos, error en el que incurre


con suma frecuencia, la mayoría de las legislaciones procesales, que no siempre
establecen la distinción conceptual anotada, al reglar la excepción de
incompetencia, la que debe denominarse propiamente falta de competencia o
simplemente incompetencia.

IX. LEGISLACION NACIONAL.- Bajo el entendimiento desarrollado


precedentemente la jurisdicción y la competencia, en nuestra legislación, han
sido definidas en los siguientes términos:

1. Jurisdicción.- La Constitución Política del Estado, vigente, bajo la


denominación “·función judicial” concibe la jurisdicción como función única
(Art. 179) que importa la potestad o poder de impartir justicia que emana del
pueblo boliviano (Art.178), y en concepto del Art. 11 de la Ley Nº 025 (Ley del
Órgano Judicial): “Es la potestad que tiene el Estado Plurinacional de administrar
justicia, emana del pueblo boliviano y se ejerce por medio de las autoridades
jurisdiccionales del Órgano Judicial.”

Empero, la continua evolución que experimentan los Estados modernos en


su complicada organización, también ha impuesto la necesidad de planificar y
estructurar la jurisdicción para que el Estado pueda cumplir ésta función
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 47

primaria o esencial de manera eficiente y eficaz que -en su dinámica- es


sumamente amplia y compleja.

Dicha planificación y estructura se expresa a través de un orden


sistemático, concebido en función a los factores materia, territorio y/o personas.
En el Estado Boliviano este orden sistemático, que ha sido establecido
fundamentalmente en la Constitución Política del Estado de febrero de 2009 y
desarrollado en la Ley del Órgano Judicial (Ley Nº 25), permite reconocer cuatro
ámbitos en los que el Estado ejerce la función jurisdiccional (impartir justicia) los
cuales a saber son:

La Jurisdicción ordinaria que ejerce el Tribunal Supremo de Justicia, los


Tribunales Departamentales de justicia, los tribunales de sentencia y los jueces.

La Jurisdicción agroambiental que ejerce el Tribunal y jueces


agroambientales.

La Jurisdicción indígena originaria campesina que se ejerce por sus


propias autoridades.

Las Jurisdicciones especializadas reguladas por la ley.

2. Competencia.- En cambio, conforme prescribe el Art. 12 de la Ley Nº 025, la


competencia: “Es la facultad que tiene una magistrada o magistrado, una o un
vocal, una jueza o un juez, o autoridad indígena originaria campesina para ejercer
la jurisdicción en un determinado asunto.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 48

TEMA 5 PROCESO JUDICIAL

Sumario

I. Concepto.
II. Definición.- Acepciones, Eduardo J. Couture
III. Presupuestos procesales.- 1. Definición.- 2. Principales Presupuestos.- a)
Competencia.- b) Capacidad procesal.- c) Promoción de una demanda
conforme a ley.
IV. La excepción como medio legal para denunciar la falta de un presupuesto
procesal.

I. CONCEPTO.- La idea de proceso en sentido jurídico aparece virtualmente en


todos los campos del Derecho. Existe un proceso Legislativo, otro Administrativo
y otro Judicial: Proceso Penal, Laboral, Agrario, De Menores, Comercial, Civil;
Proceso Municipal, Nacional, Internacional, etc. Existen procesos cuya regulación
pertenece a la Historia otros pertenecen al Derecho vigente y otros son
meramente proyectos de Derecho Futuro. Entre estos diversos tipos de procesos
debemos destacar el que constituye el objeto de nuestro estudio, el proceso
judicial.

En su acepción común, el vocablo “proceso” significa progreso, transcurso


del tiempo, acción de ir hacia adelante, desenvolvimiento. En sí mismo, todo
proceso es una secuencia, un conjunto de las fases sucesivas de un fenómeno
natural o de una operación artificial.

Desde este punto de vista el proceso judicial es un cúmulo de actos que se


desarrollan en el orden temporal, su dinámica está en la forma de desenvolverse
y hacen que todo proceso avance hacia su fin y concluya.

La característica del proceso judicial es su fin, la decisión del conflicto


mediante un fallo que adquiere autoridad de cosa juzgada. En este sentido el
proceso equivale a causa, pleito, litigio, juicio.

Examinaremos en la materia solo el proceso Judicial a cargo de los


órganos del Poder Judicial y dentro de ese género, el inherente a materia Civil
(Proceso de conocimiento), en su aspecto doctrinal y relativamente positivo
referido a los presupuestos procesales, enfocados como aquellos antecedentes
necesarios para que un proceso tenga existencia jurídica cierta y validez formal;
sus contornos no son siempre precisos, pero por regla general abarca la materia
cubierta por el Código de Pdto. Civil, sus leyes complementarias y afines.

En ese orden, la C.P.E. en su Art. 119-I. proclama como garantía que: “Las
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 49

partes en conflicto gozaran de igualdad de oportunidades para ejercer durante el


proceso las facultades y los derechos que les asistan, sea por la vía ordinaria o por
la indígena originaria campesina. La reglamentación de esta garantía
constitucional esta en las leyes procesales (de organización judicial y de
procedimientos judiciales).

Esas leyes para no ser contrarias al citado principio-garantía, deben


asegurar la bilateralidad del proceso, la deducción y producción de prueba
dentro un orden establecido sobre las pretensiones y defensas de los litigantes, y
establecer los deberes, facultades y garantías para que el juez pueda administrar
justicia. Leyes que no se ajusten a ello serán contrarias a la indicada garantía
constitucional.

Por eso en un régimen de Derecho o de facto, la función jurisdiccional del


Estado y el ejercicio de las facultades que integran la acción y la defensa,
requieren un molde preestablecido que se ajuste a la garantía constitucional,
molde que constituye un prius de aquellas actividades en sentido concreto y
especifico. Ese molde está dado por las leyes procesales que estatuyen
determinadas formas que no pueden ser omitidas, por cuanto resguardan la
garantía de los derechos y de la defensa en juicio de la persona.

Las formas como tales presuponen rigidez como garantía de los derechos
que tutelan, pero esa rigidez debe ser atemperada por una cierta flexibilidad o
adaptabilidad y limitada para sus fines. La seguridad que debe otorgar el
formalismo no debe ahogar a las garantías y por ende a la justicia que es su
objeto y fin. (Art. 91 C.P.C.)

Ese molde preestablecido a que nos referimos, es una estructura dada a


priori por las leyes procesales (especialmente por los Códigos de Procedimiento) y
constituye el proceso en visión estática que podemos estudiar en los códigos. Los
actos de quienes intervienen: litigantes y jueces, auxiliares y terceros; al llenar
esa estructura la animan y transforman en un fenómeno especifico, con
dimensión temporal. Porque esos actos que constituyen conducta humana
viviente que se interfieren en un determinado sentido según el fin que se persigue
y el significado que la ley instrumental les atribuye, son los que, desarrollándose
en el tiempo, impulsan el proceso vivo hacia su culminación en la sentencia y
en su ejecución.

Es pues evidente que si el proceso es el instrumento necesario para el


ejercicio de la acción y para que funcione la jurisdicción, aquel no se justificaría
como institución humana, si la estructura que lo constituye no fuere animada
por la actuación de litigantes y de jueces.

Por ello el proceso como instrumento de gobierno, es de derecho público


(Arts. 90 del CPC y 5 NCPC), no es admisible que pueda concebírselo como un
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 50

negocio privado de cuyas formas pueden disponer los litigantes. Pero cuando el
interés sustancial que mueve el proceso es exclusivamente privado o cuando se
trata de reglas que no afectan el orden público, los litigantes pueden regular
parcialmente el procedimiento (desistimientos, transacciones, conciliaciones) sin
que aquello implique modificar su carácter público.

Por otra parte, el fin del proceso es la sentencia que resuelve la controversia,
disipa la incertidumbre derivada de una situación jurídica, constituye un estado
jurídico nuevo, integra o subsana una personalidad. Ese fin, considerado
genéricamente, es público, puesto que sirve para mantener inalterado el
ordenamiento jurídico del Estado. Pero considerando específicamente, el fin del
proceso es la satisfacción de un interés individual tutelado por el derecho. De
allí que deba concluirse que el proceso, en si es de derecho público y por su fin
es público y privado pues interesa al individuo y a la colectividad.

II. DEFINICION.- El profesor Eduardo J. Couture, define el proceso judicial, en


una primera acepción, como una secuencia o serie de actos que se
desenvuelven progresivamente con el objeto de resolver, mediante un juicio
de la autoridad, el conflicto o controversia sometido a su decisión. En su
segunda acepción, en tanto relación jurídica, el proceso es un fenómeno
intemporal e in espacial; un concepto, un objeto jurídico ideal, construido por el
pensamiento de los juristas. En su tercera acepción, como expediente o conjunto
de documentos, el proceso es un objeto físico; ocupa un espacio en el mundo
material; es una cosa.

A los efectos de la materia, adoptamos la definición de proceso en su


primera acepción.

III. PRESUPUESTOS PROCESALES.- El proceso es solo un instrumento para


administrar justicia de acuerdo con las normas sustanciales que integran el
ordenamiento jurídico.

Para ello, lo primero que debe asegurarse es la idoneidad de este


instrumento, estableciendo las condiciones en que debe desenvolverse para que
el pronunciamiento que se emita sea válido, cualquiera fuera su contenido. Estas
condiciones para que el Juez pueda dictar una sentencia con plena eficacia se
refieren en primer término al órgano jurisdiccional (competencia) y a las partes
(capacidad procesal) así como a la demanda. Se las designa presupuestos
procesales, porque son exigidos para la constitución de una relación jurídica
procesal valida y por ende de una sentencia.

1. DEFINICION.- Eduardo Couture define los presupuestos procesales como:

“aquellos antecedentes necesarios para que el juicio tenga existencia jurídica


y validez formal” (13)
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 51

Según Couture, en su obra “Fundamentos de Derecho Procesal Civil”, para


el tratadista alemán Oskar Von Bulow, los presupuestos procesales son:

“supuestos de hecho o de derecho sin los cuales el proceso no tiene


existencia jurídica ni validez formal. Como tales no solo pueden ser
aducidos por las partes, sino también por el tribunal de oficio” (14)

Por otra parte, sobre los presupuestos procesales, la Enciclopedia Jurídica


“OMEBA” expresa que:

“en primer término no puede darse proceso valido si no existe un órgano con
poder jurisdiccional (Juez o Tribunal) con aptitud subjetiva y objetiva para
resolver una litis (competencia). En segundo lugar se ha de dar una
demanda formal; por último es menester que esa demanda se ejercite o dirija
por o contra una parte que tenga capacidad de tal” (15)

Es más la mayoría de los autores reconoce en los apuntados los únicos


presupuestos procesales (verdaderos presupuestos procesales) para que se dé un
proceso valido y por ello si falta alguno de los mismos se ha de declarar su
invalidez; la circunstancia de que no pueda entrarse al examen del mérito o
fondo de la causa, cuando el juez va a dictar sentencia, obedece a que
previamente verifique la concurrencia de los denominados presupuestos
procesales, toda vez que sea ya de oficio o a petición de parte, el mismo ha de
decidir acerca de su concurrencia.

Al respecto el procesalista P. CALAMANDREI, en su obra “Derecho Procesal


Civil” Pág. 51-52 señala:

“Mientras, para poder pronunciar una providencia favorable al reclamante


es necesaria la existencia de los requisitos constitutivos de la acción (o
condiciones de la acción) los presupuestos procesales son las condiciones que
deben existir a fin de que pueda tenerse un pronunciamiento valido favorable o
desfavorable, sobre la demanda, esto es, a fin de que se concrete el poder-deber
del juez de proveer sobre el mérito: así, mientras los requisitos de la acción hacen
referencia a la relación sustancial que pre-existe al proceso, los presupuestos
procesales son requisitos atinentes a la constitución y al desarrollo de la relación
procesal, independientemente del fundamento sustancial de la demanda.

A fin de que la relación procesal se constituya en un primer embrión, son


necesarios, por lo menos dos elementos, esto es un órgano judicial y una
demanda de providencia dirigida a él, en las formas establecidas por la Ley
procesal. Pero estos dos elementos iníciales indispensables no bastan para hacer
surgir de un modo concreto y actual, en el órgano judicial requerido el poder-
deber de proveer sobre el mérito de la demanda, a fin de que este deber se
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 52

concrete, será necesario que el órgano judicial tenga ciertos requisitos que lo
hagan idóneo para juzgar sobre aquella determinada causa (jurisdicción,
competencia), que las partes entre las cuales el proceso se desarrolla, sean
sujetos de derecho con capacidad de obrar (capacidad de ser parte y capacidad
procesal), y que, en ciertos casos estén representadas o asistidas por un
procurador legal o por un abogado (representación procesal). Estos diversos
requisitos sin los cuales no nace el poder del juez de entrar a proveer sobre el
mérito, se pueden denominar presupuestos procesales generales, porque son
comunes a todo proceso”.

Por lo anotado un proceso seguido ante quien ya no es juez, no es


propiamente un proceso defectuoso, sino que es un no proceso, un proceso
inexistente; un proceso seguido entre dos incapaces no es tampoco un proceso,
sino una serie de hechos privados de eficacia jurídica. La investidura del Juez y
la capacidad de quienes están en juicio son dos presupuestos procesales porque
constituyen esa especie de mínimum necesario para que el proceso exista y tenga
validez formal. La doctrina ha convenido en llamarles presupuestos procesales, o
sea supuestos previos al juicio, sin los cuales no pueden pensarse en él.

2. PRINCIPALES PRESUPUESTOS.- Se ha de concluir doctrinalmente que la


competencia del órgano jurisdiccional, la capacidad procesal de las partes y la
promoción de una demanda formalmente presentada, constituyen los referidos
presupuestos procesales, los que si no se han cumplido obstan a que se dicte
una sentencia sobre el fondo de la causa.

a) COMPETENCIA.- Los conceptos de jurisdicción y competencia hasta el siglo


XI, aparecen como sinónimos. Indistintamente se aludía a la falta de jurisdicción
como falta de competencia en sentido material o en sentido territorial o aun para
referirse a la función.

En el presente siglo por regla general se ha separado este equivoco, pero quedan
abundantes residuos en la legislación y en el lenguaje forense y podemos al
presente afirmar: que la competencia es una medida de jurisdicción. Todos los
jueces tienen jurisdicción, pero no todos tienen competencia para conocer en un
determinado asunto. Un juez competente, es al mismo tiempo juez con
jurisdicción, pero un juez incompetente es un juez con jurisdicción y sin
competencia. La competencia es el fragmento de jurisdicción atribuido a un juez.
La relación entre la jurisdicción y la competencia es la relación que existe entre el
todo y la parte. La jurisdicción es el todo, la competencia es la parte, un
fragmento de jurisdicción. La competencia es la potestad de jurisdicción para
una parte del sector jurídico, aquel específicamente asignado al conocimiento de
determinado órgano jurisdiccional. En todo aquello que no le ha sido atribuido,
un juez aunque sigue teniendo jurisdicción es incompetente. Así el Art. 12 de la
Ley Nº 025 (L.O.J) establece que competencia: “Es la facultad que tiene una
magistrada o magistrado, una o un vocal, una jueza o un juez, o autoridad
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 53

indígena originaria campesina para ejercer la jurisdicción en un determinado


asunto.

La C.P.E, en su Art. 122, implícitamente, reconoce a la competencia como


presupuesto procesal, al establecer que: “Son nulos los actos de los que usurpen
funciones que no les competen, así como los actos de los que ejercen jurisdicción o
potestad que no emane de la Ley”.

b) CAPACIDAD PROCESAL.- Si se considera que la relación procesal no es más


que un tipo particular de relación jurídica, y que sujetos de las relaciones
jurídicas en general son las personas físicas y jurídicas, la respuesta es fácil:
partes, es decir sujetos de la relación procesal, pueden ser todas las personas
físicas y jurídicas, que pueden ser sujetos de relaciones jurídicas en general, esto
es, todos aquellos (hombres y mujeres o entidades) que tengan según el derecho
sustantivo la capacidad de obrar.

El C.C. distingue la capacidad jurídica (Art.3) de la capacidad de obrar


(Art. 4); la primera es la idoneidad que nuestra Ley reconoce a toda persona
desde el momento de su nacimiento, para ser sujeto de derechos. La segunda es
la idoneidad, que la Ley reconoce a quien haya cumplido una determinada edad
para proveer con su voluntad al ejercicio de los propios derechos.

Estas dos nociones a la vez contrapuestas y complementarias, se proyectan


del derecho sustancial al derecho procesal: en el cual la capacidad jurídica se
llama capacidad para ser parte, y la capacidad de obrar se denomina capacidad
para estar en juicio o capacidad procesal.

De la capacidad de ser parte se distingue como ya lo hemos indicado, la


capacidad procesal o capacidad de estar en juicio (Arts. 52 y 56 CPC y 29 NCPC);
mientras la primera pertenece a todas las personas físicas y jurídicas, la
capacidad de estar en juicio solo pertenece a las personas que tienen el libre
ejercicio de los derechos que en el se hacen valer o sea, a las personas que
según la ley sustancial tienen la capacidad de obrar o accionar (Art. 4 del C.C.).

El Derecho Procesal, por consiguiente, no regula directamente la capacidad


procesal; se limita, en cuanto a ella a remitirse a las normas del Derecho
Sustancial que regulan la capacidad de obrar.

Hay que recordar también, para evitar igualmente las desorientaciones


conceptuales a que puedan dar lugar las confusiones terminológicas, que la
capacidad procesal de que hemos hablado, y que se la conoce también como
legitimación procesal (legitimación ad-processum) no tiene nada que ver, pese a
la similitud de las palabras, con la legitimación para accionar y para contradecir
(legitimación ad-causan).
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 54

Mientras la legitimación ad-causan, es un requisito constitutivo de la


acción en sentido concreto que el derecho sustancial regula caso por caso en
función de una determinada causa, esto es, de aquella determinada relación
controvertida de que se discute en un proceso; la capacidad procesal o
legitimación ad-processum, es un presupuesto que atañe al proceso sobre la
relación procesal, independientemente de toda referencia de la Ley sustancial
controvertida. La indagación acerca de la capacidad procesal es, naturalmente,
preliminar (como la indagación de un presupuesto procesal); a la indagación
acerca de la Legitimación ad-caussan (que atañe al fondo). Si la parte en causa
no tiene la capacidad procesal, el proceso no es regular, y el Juez no puede
entrar a examinar en el fondo. Por tanto la capacidad procesal también es un
presupuesto procesal reconocido por el Art. 14-I.- de la C.P.E. y Art. 52 del
C.P.C., sin la concurrencia de la cual un proceso no tiene existencia jurídica ni
validez formal por que al igual que la incompetencia su falta acarrea la nulidad.

c) DEMANDA.- Conforme se tiene expresado en el numeral III.1.párrafo 10º que


precede, a fin de que la relación procesal se constituya son necesarios
inicialmente un órgano judicial y una demanda de providencia dirigida a él, en
las formas establecidas por la Ley procesal.

Se comprenden lo dicho, pues, para vencer una causa, no basta tener


razón en el mérito; sino que es necesario también hacerla valer en los modos
prescritos por el derecho procesal, a falta de lo cual el órgano judicial no podrá
entrar a conocer si el reclamante tiene razón o no la tiene, y no podrá, por
consiguiente dictar la providencia jurisdiccional de mérito, a la cual el
reclamante aspira; de modo que la providencia consistirá simplemente en
declarar no poder proveer. Se distingue así la admisibilidad de la demanda de su
fundamento. Admisible es la demanda propuesta y proseguida en los modos
prescritos por el derecho procesal, independientemente de la existencia del
derecho de acción; fundada es la demanda cuando quien la propone tiene acción
(en sentido concreto) independientemente de la regularidad del procedimiento en
que tal demanda es propuesta y proseguida; sin embargo puede ocurrir que la
demanda, aún siendo fundada (en cuando existen los requisitos constitutivos de la acción
para obtener providencia favorable), no pueda ser admitida a examen por el juez,
porque las actividades del proceso no se han desarrollado en conformidad con el
derecho procesal: en este caso, la declaración de admisibilidad de la demanda no
significará que la misma sea rechazada como infundada, sino que significará
solamente que el juez no habrá podido conocer en aquel proceso del mérito de la
demanda y, por consiguiente, no habrá podido pronunciar, en aquel proceso, la
providencia sobre el fondo de la acción.

En el momento en que el órgano judicial pasa a proveer sobre la demanda,


el mismo debe, por consiguiente, antes de entrar a conocer si es fundada,
examinar si la misma ha sido propuesta y proseguida siguiendo las
prescripciones del derecho procesal; en ese entendido la demanda constituye otro
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 55

de los presupuestos procesales ya que no sería posible concebir la existencia del


proceso sin una demanda promovida conforme a ley.

En conclusión la Demanda, como presupuesto procesal debe contener


todos los requisitos establecidos por ley.

En nuestro ordenamiento jurídico estos requisitos están establecidos en la


ley procesal (Arts. 327 CPC y 110 NCPC).

IV. LA EXCEPCION COMO MEDIO LEGAL PARA DENUNCIAR


LA FALTA DE UN PRESUPUESTO PROCESAL.- Cuando se examina el problema
de los presupuestos procesales en relación con el de las excepciones se
comprueba que en múltiples casos, la excepción en el sentido que la hemos
adoptado es un medio legal de denunciar al Juez la falta de presupuestos
necesarios para la validez del proceso.

Es así que la falta de competencia se denuncia mediante la excepción de


incompetencia; la incapacidad de las partes, mediante la excepción de falta de
personería o impersonería. Estas excepciones aparecen en todos los Códigos, lo
que pone de relieve la importancia de dichos requisitos para constituir un
proceso válido.
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TEMA Nº 6 DEMANDA, PRETENSION Y ACCIÓN

Sumario

I. Demanda.- 1. Concepto.- 2. Definición.


II. Pretensión.- Concepto.
III. Pretensión Procesal.- Concepto.
IV. Acción.- Etimología.- Concepto.- Definiciones.- a) R. Podetti; b) Eduardo
Couture
V. Requisitos constitutivos de la acción para obtener sentencia favorable.
VI. Bilateralidad de la Acción-Excepción
VII. Clases de Acciones.- 1.- Civil: a) Personales, b) Reales, c) Mixtas y d)
Indeterminadas.- 2.- Penal.

I. DEMANDA.- Según el Dicc. Jurídico de Manuel Osorio, es el escrito que inicia


el juicio y tiene por objeto determinar las pretensiones del actor mediante el
relato de los hechos que dan lugar a la acción, invocación del derecho que la
fundamenta y petición clara de lo que se reclama. Debe Contener además el
nombre y domicilio de demandante y del demandado y en algunas legislaciones
otros datos como la nacionalidad, edad de las partes.

1. Concepto.- Hugo Alsina, conceptúa que "es el acto procesal por el cual el
actor ejercita una acción solicitando del tribunal la protección, la declaración o
constitución de una situación jurídica"

2. Definición.- Fairen Guillen, define a la demanda como el "acto procesal


consistente en una declaración petitoria de voluntad, por medio de la cual se
ejercita el derecho de acción ante los tribunales, pudiendo también, mediante
ella, prepararse o interponerse la pretensión procesal"

En síntesis, la demanda constituye una petición encaminada a lograr la


iniciación de un proceso, a cuyo efecto quien la formula ejerce y agota el derecho
de acción que le compete

II. PRETENSIÓN.- Según el Dicc. Jurídico de Manuel Osorio: Petición en


General. Derecho real o ilusorio a que se alude para obtener algo o ejercer un
título jurídico.

Para Víctor De Santo.- Petición general, Algunos autores la utilizan como


sinónimo de acción

Para Eduardo Couture, la Pretensión es la afirmación de un sujeto de derecho de


merecer la tutela jurídica y, por supuesto, la aspiración concreta de que ésta se
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 58

haga efectiva. En otras palabras, es la autoatribución de un derecho por parte de


un sujeto que invocándolo pide concretamente que se haga efectiva a su respecto,
la tutela jurídica.

Pero la pretensión no es la acción. La acción es el poder jurídico de hacer valer la


pretensión. Ese poder existe en el individuo, aun cuando la pretensión sea
infundada.

III. PRETENSIÓN PROCESAL.- Víctor De Santo, en su Dicc. de Derecho


Procesal la define como el acto en cuya virtud se reclama ante un órgano judicial
(o eventualmente arbitral) y frente a una persona distinta, la resolución de un
conflicto suscitado entre dicha persona y el actor de la reclamación.

Sin embargo, usualmente se confunden los términos de acción, pretensión y


demanda, debido a que estos actos se encuentran fundidos en un solo acto
procesal porque se los ejercita al mismo tiempo, pues, en ejercicio de la acción se
plantea o hace valer la pretensión y el acto procesal por el que se promueven
ambas es la demanda.

En palabras simples: "La acción no es más que el poder de hacer valer la


pretensión" y, "la demanda es simplemente el acto procesal mediante el cual se
ejercita o promueve la acción y la pretensión"

IV. ACCION.

1. ETIMOLOGÍA.- La palabra acción deriva del latín: Actio-nis. Es un cultismo


jurídico introducido en el castellano en el siglo XV, probablemente a través del
francés, donde reaparece antes (siglo XIII). En latín es “Nomen Actionis” del verbo
ago-ere que significa “obrar, actuar”. En el lenguaje jurídico latino, agere se
empleó con sentido absoluto: agere lege que equivale a “llevar un asunto
adelante, proceder”, agere litem, causam, de donde el significado especial de actio
igual a “proceso, demanda judicial”, aparte de las otras acepciones de dicha
palabra. El uso del verbo agere “obrar” se explica por el hecho que en las épocas
más remotas de Roma, el proceso judicial consistía en la reproducción mímica de
los hechos (legis actio), teniéndose por muy importante la forma en que se
cumplía dicha reproducción.

2. CONCEPTO El proceso judicial se inicia a demanda del actor en ejercicio de su


derecho subjetivo cual es la acción.

Por tanto, es necesario precisar en lo posible que es lo que se quiere


expresar cuando se habla de acción en sentido procesal:
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 59

a) No es sinónimo de derecho, por cuanto el actor puede carecer de un derecho


efectivo que el proceso deba tutelar.

b) No es sinónimo de pretensión por cuanto la pretensión de que se tiene un


derecho válido y en el nombre del cual se promueve la demanda respectiva, puede
ser fundada o infundada.

c) La debemos entender como sinónimo de facultad de provocar la actividad


de la jurisdicción; se habla entonces de un poder jurídico que tiene todo
individuo como tal y en nombre del cual es posible acudir ante los jueces en
demanda de amparo a su pretensión.

El hecho de que esta pretensión sea fundada o infundada no afecta la


naturaleza del poder jurídico de accionar; ya que pueden promover sus acciones
en justicia aún aquellos que erróneamente se consideran asistidos de razón.

Entendemos, pues, por acción no ya el Derecho material del actor ni su


pretensión a que ese derecho sea tutelado por la jurisdicción sino su poder o
facultad jurídica de acudir ante los órganos jurisdiccionales a los fines que hemos
detallado en el punto c).

Ósea, la acción es aquel poder jurídico que faculta para acudir a los
órganos de la jurisdicción (jueces y tribunales) aún sin derecho, con solo existir
una pretensión, ya que el afecto, el actor se considera asistido de razón. Se
tratará sin duda de una pretensión infundada que rechazara oportunamente la
Sentencia. La pretensión es solo un estado de la voluntad jurídica no es poder
jurídico.

La acción como poder o facultad jurídica de acudir a la jurisdicción existe


siempre; con derecho (material) o sin él, con pretensión o sin ella, porque todo
individuo tiene ese poder jurídico aún antes de que nazca su pretensión; el poder
de accionar es un poder jurídico de todo individuo en cuanto tal; existe aun
cuando no se ejerza efectivamente.

De la misma manera que todo individuo en cuanto tal, tiene el derecho de


recibir asistencia del Estado en caso de necesidad, tiene también derecho de
acudir a los órganos de la jurisdicción para pedirles su injerencia cuando la
considera procedente. Esa facultad es independiente de su ejercicio, hasta puede
ejercer sin razón.

3. DEFINICIONES.- Sobre la acción, dentro el enfoque conceptual anterior,


tenemos las siguientes definiciones:

a) Para Ramiro Podetti es: “El plexo de facultades jurídicas, privadas y públicas
que corresponden a los individuos para reclamar del Estado el ejercicio de la
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 60

jurisdicción y al Estado mismo para instruir el proceso y actuar conforme a Ley”.

b) Para Eduardo Couture es: “El poder jurídico que tiene todo sujeto de derecho de
acudir a los órganos jurisdiccionales para reclamarles la satisfacción de una
pretensión”.

Ambas definiciones quieren significar que tienen acción aún aquellas


personas que promueven la demanda sin un derecho válido que tutelar. La acción
se dice con deliberada exageración es el poder de los que tienen y no tienen razón
(demandas probadas e improbadas).

V. REQUISITOS CONSTITUTIVOS DE LA ACCIÓN PARA OBTENER


SENTENCIA FAVORABLE.- La acción, de acuerdo a la teoría que consideramos
históricamente preferible, se la concibe como un derecho subjetivo autónomo
(esto es, que puede existir por sí misma, independientemente de la existencia de
un derecho subjetivo sustancial) y concreto (esto es dirigido a obtener una
determinada providencia jurisdiccional, favorable a la petición del reclamante).

Este derecho, que trata de obtener una determinada providencia favorable,


encuentra su satisfacción en el pronunciamiento de esta providencia, y en ella se
agota y se extingue. Pero, ¿Cuál es el momento que este derecho de acción que
tiende a extinguirse en la providencia jurisdiccional, puede considerarse nacido?
O sea (que en sustancia es la misma pregunta formulada de diversa manera)
¿Cuáles son las circunstancias prácticas que deben verificarse a fin de que el Juez
pronuncie una providencia jurisdiccional favorable a la petición del reclamante?

Para responder a estas preguntas la doctrina ha clasificado tales


circunstancias bajo la denominación de condiciones de la acción o de requisitos
de la acción que, con mayor exactitud todavía, pueden denominarse requisitos
constitutivos, para hacer comprender que sin ellos el derecho de acción (entendido
como derecho a la providencia favorable) no nace, y que los mismos deben, por
consiguiente, ser considerados como los extremos necesarios y suficientes para
determinar, en concreto, el nacimiento del derecho de acción.

A fin de que el órgano judicial pueda acoger la demanda del reclamante, y


con ello satisfacer el derecho de acción que éste ejercita, es preciso que ese
órgano se convenza de ello es necesario que verifique la existencia en concreto de
estos requisitos constitutivos de la acción; existencia que constituye lo que
nuestra ley llama el mérito de la demanda, que el juez debe examinar para
valorar el fundamento y para establecer, por consiguiente, si la misma merece ser
acogida.

La importancia práctica de esta categoría, que la ley positiva no define,


pero que esta necesariamente sub-entendida en muchas de sus disposiciones,
aparece evidente, sobre todo, cuando estos elementos constitutivos de la acción
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 61

sean contrapuestos, como más adelante se hará, a aquella otra categoría de


requisitos de naturaleza profundamente diversa que la doctrina denomina
presupuestos procesales. El alcance de esta contraposición se concentra
principalmente sobre el siguiente punto: que mientras los requisitos de esta
segunda categoría, atinentes a la constitución del proceso, son indispensables a
fin de que el Juez pueda entrar a examinar el mérito de la demanda (tanto que
los mismo se denominan también, como a su tiempo se verá, presupuestos del
examen del mérito) los requisitos de la primera categoría son indispensables a fin
de que el Juez pueda acoger la demanda y pronunciar una providencia de mérito
favorable al solicitante. La falta de los requisitos del proceso hace inadmisible la
demanda, esto es impide al Juez entrar a examinar el mérito de la misma.

La falta de los requisitos de la acción la hace aparecer infundada: los


primeros son indispensables para el pronunciamiento de una providencia de
mérito (favorable o desfavorable al solicitante, de aceptación o de rechazo), los
segundos son indispensables para el pronunciamiento de una providencia de
mérito favorable al solicitante.

Según la doctrina predominante, y no obstante algún disentimiento en


torno a la delimitación precisa de las dos categorías, los requisitos de la acción
son tres:

a) Un cierto hecho específico jurídico, o sea una relación entre


un hecho y una norma (Derecho).
b) La legitimación.
c) El interés procesal.

a) El primer requisito, que se denomina relación entre el hecho y la norma


(Derecho), consiste en una cierta situación objetiva de coincidencia (o
excepcionalmente, de no coincidencia), que debe verificarse en la realidad entre
los hechos concretamente ocurridos y los hechos considerados como posibles por
una norma jurídica: es un cierta situación objetiva de coincidencia, se podría
también decir, entre el hecho específico real y un hecho específico legal.

Así como de ordinario de la coincidencia entre el hecho específico real y el


hecho específico legal nace un derecho subjetivo, el primer requisito de la acción
es la preexistencia, en el campo sustancial, de un derecho a hacer valer en juicio.

Lo que debe, pues, en todo caso existir, como requisito de la acción, es esta
relación positiva o negativa entre el hecho y la norma sustancial; los hechos, que
el actor coloca como base de su demanda, deben tener, respecto de una norma
jurídica sustancial, una cierta trascendencia, que haga aparecer la providencia
pedida como concretamente conforme a la ley. Naturalmente, las figuras que
deben asumir los hechos a fin de que exista esta relación entre ellas y la norma
jurídica, varían según la naturaleza de la providencia pedida.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 62

Así para obtener la condena del demandado, será necesario que el hecho
específico concreto sea configurado de forma que coincida con la de una norma
jurídica que estatuya en abstracto una obligación de prestación, y de la misma
manera para la constitución de un nuevo estado jurídico será necesario que se
verifique en la realidad aquella situación de hecho en vista del cual una norma
preordena en hipótesis el cambio (para obtener la interdicción de un enfermo
mental será necesario que la persona cuya interdicción se solicita se encuentre
realmente en aquel estado de enfermedad mental que la norma abstracta prevé
como motivo hipotético de interdicción); y así sucesivamente.

En ciertos casos (cuando la providencia solicita se dirige simplemente a la


declaración negativa de certeza de la inexistencia de una cierta relación jurídica)
esta relación entre hecho y norma tiene carácter negativo: para negar el derecho
de que se jacta el adversario, es necesario demostrar que entre el derecho
específico real y la norma invocada a su favor por el adversario, no hay
coincidencia, ejemplo: siempre la relación tiene carácter negativo en los
pronunciamientos de rechazamiento.

b) El segundo requisito es la legitimación para obrar o para contradecir


(legitimatio ad causam), llamada también cualidad o investidura para obrar o
para contradecir: que no debe confundirse con la legitimatio ad processum que
es un requisito del proceso o presupuesto procesal.

A fin de que el Juez pueda tomar las providencias correspondientes a


aquella relación entre un hecho específico concreto y la norma jurídica, acerca de
la cual venimos discurriendo, no basta que tal relación exista objetivamente, sino
que es necesario además que la demanda le sea presentada por quién se
encuentre frente a aquel hecho específico en la posición subjetiva que se llama
precisamente legitimación para obrar (o legitimación activa); y que, por otra
parte, la demanda sea propuesta por el actor contra un adversario que se
encuentre, en cuanto a aquel mismo hecho específico, en la posición subjetiva
recíproca que se llama legitimación para contradecir (o legitimación pasiva). Se
ha dicho, en general, que los órganos jurisdiccionales no proveen si no son
estimulados por un sujeto agente (nemo iudex sine actore); pero aquí, al hablar
de los requisitos de la acción entendida como derecho a obtener una providencia
jurisdiccional favorable, se dice algo más: esto es, de que a fin de que el Juez
provea en sentido favorable al solicitante, no basta que la demanda le sea
propuesta por una persona cualquiera sino que es necesario que le sea
presentada precisamente por aquella persona que la ley considera como
particularmente idónea para estimular en aquel caso concreto la función
jurisdiccional.

Este sistema en el que el Juez, para aceptar la demanda no puede


contentarse con adquirir la certeza de la existencia objetiva real de una relación
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 63

concreta entre el hecho específico afirmado y la norma jurídica invocada, sino que
debe además, exigir que la persona que pide la providencia, y aquella respecto de
la cual se pide se encuentren respecto de aquel hecho específico en una tal
situación individual que les haga aparecer como especialmente cualificados para
obrar y para contradecir respecto de la materia.

Para poder obtener del Juez una providencia que condene al obligado, no
basta que exista objetivamente el incumplimiento, sino es necesario, además que
la demanda sea propuesta por el acreedor no satisfecho en contradicción con el
deudor incumplidor; que en el actor coincida la cualidad de acreedor, y la de
deudor en el demandado. A fin de que el Juez pueda condenar a José a restituir
la cosa de propiedad de Juan, que José ilegalmente detenta, no basta que tal
detentación sea objetivamente contraria al derecho, sino que es necesario que la
demanda de restitución sea propuesta por Juan y no por ninguna otra persona; y
que sea propuesta contra José y no contra otra persona.

c) Tercer requisito de la acción es el interés procesal, cuya importancia


específica está tradicionalmente consagrada en los aforismos corrientes entre los
prácticos “el interés es la medida de las acciones”.

Este interés procesal en obrar y para contradecir en juicio no debe ser


confundido con el interés sustancial en la obtención de un bien que constituye el
núcleo del derecho subjetivo. No se debe olvidar que la observancia del derecho
objetivo, y con ella la satisfacción de los intereses individuales que el derecho
tutela, se realiza normalmente sin necesidad de recurrir a los órganos judiciales,
la intervención de los cuales representa un remedio subsidiario, cuya utilidad se
revela solamente cuando ha faltado la voluntaria adaptación de la conducta
individual a la voluntad de la ley, en la cual confía, en primer lugar, el
ordenamiento jurídico. El interés procesal en obrar y en contradecir surge
precisamente cuando se verifica en concreto aquella circunstancia que hace
considerar que la satisfacción del interés sustancial tutelado por el derecho
no puede ser ya conseguida sin recurrir a la autoridad judicial; o sea cuando
se verifica en concreto la circunstancia que hace indispensable poner en práctica
la garantía jurisdiccional.

Especialmente señalada es la distinción entre interés sustancial e interés


individual (y el diverso momento cronológico en que surge este segundo), cuando
quien obra es un acreedor que trata de obtener una providencia de condena
contra el deudor incumpliente. Normalmente la satisfacción del derecho de
crédito tiene lugar a través del voluntario cumplimiento del obligado: de suerte
que mientras el momento de exigir la prestación no ha llegado y no se sabe si, al
llegar el mismo, el deudor cumplirá regularmente su obligación, el acreedor no
tiene interés procesal en dirigirse al Juez para hacerlo condenar, porque, hasta el
momento del vencimiento, su interés sustancial espera y debe esperar su normal
satisfacción, no de la fuerza del Estado, sino de la libre voluntad del obligado; y si
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 64

el acreedor, antes de que la deuda haya vencido, se dirigiese al Juez para obtener
la condena del deudor que tiene todas las buenas intenciones de pagar
regularmente al transcurrir el término, el Juez rechazaría justamente su
demanda, no ya por inexistencia del derecho sustancial, sino por la falta de
interés procesal en pedir a la autoridad judicial lo que debe pedirse en primer
término, al obligado, cuando el vencimiento llegue. Se ve en este ejemplo, que el
interés procesal no nace al mismo tiempo que el derecho subjetivo comienza a
encontrarse en un estado de insatisfacción: sólo si hace falta el oportuno pago,
esto es, el derecho de dirigirse a la autoridad del Estado, a fin de que sujete al
incumpliente. El interés procesal surge, pues, cuando el bien al cual el actor
aspira no se puede ya obtener de otra manera que por vía judicial; la
obtención de este bien debe buscarse, normalmente y se podría decir
fisiológicamente, en la prestación del obligado; sólo en defecto de ésta entra, para
obtener tal consecución, otro medio subsidiario que es la acción.

Se puede, pues, concluir que el interés procesal en sus diversas


configuraciones, surge solamente cuando la finalidad que el solicitante se
propone alcanzar mediante la acción no puede (o no puede ya) ser alcanzada,
sino mediante la providencia del juez; cuando la situación jurídica existente antes
del proceso es tal que el recurso a la autoridad judicial se presenta como
necesario.

Los tres requisitos constitutivos de que hemos hablado hasta ahora deben
concurrir a fin de que pueda considerarse nacida la acción, entendida en
sentido concreto, como derecho a la providencia favorable; la falta de un solo de
ellos determinaría igualmente el rechazo de mérito de la demanda. Si se pide al
Juez que condene al pago a un determinado deudor de la dote, la demanda será
rechazada como infundada, no sólo si resulta que la pretendida deuda no existe
(falta del primer requisito) sino también si la demanda se presenta por la mujer
en lugar del marido, único legitimado para obrar contra los deudores de la dote
(falta del segundo requisito) o bien si resultara que, aun obrando el marido por
una deuda realmente existente, ésta no ha vencido todavía (falta del tercer
requisito).

VI. BILATERALIDAD DE LA ACCIÓN-LA EXCEPCIÓN.- La acción entendida


como actividad dirigida a estimular la jurisdicción y a invocar del juez una
providencia jurisdiccional conforme a la propuesta del reclamante, presenta,
entre otros, un carácter empírico, que es el de su bilateralidad.
La jurisdicción, se ha dicho, trata siempre de restablecer la observancia
del derecho respecto a quien habría debido voluntariamente observarlo, y obtener
con la sujeción lo que no se ha obtenido por la voluntad.
En armonía con esta finalidad de la jurisdicción, quién acciona para
obtener del Juez una providencia jurisdiccional, considera esta providencia no
solamente como destinada a satisfacer el interés propio de él como proponente,
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 65

sino como destinada, además a valer respecto a otra persona, esto es de la


persona sobre la cual deberá obrar la sujeción impuesta por el Estado (el
acreedor pide la condena del deudor; el propietario de un fundo pide que su
propiedad sea declarada cierta respecto el propietario colindante; el cónyuge pide
que el matrimonio sea anulado respecto del otro cónyuge; y así sucesivamente).
La acción se presenta, pues, en todo caso, como la petición que una persona
hace al órgano judicial de una providencia destinada a obrar en la esfera jurídica
de otra persona.
En el proceso moderno hay siempre, frente a una de las partes que pide la
providencia, al menos otra parte respecto de la cual la providencia se pide; pero
esta característica bilateralidad del proceso, no es, en sustancia, mas que una
consecuencia de la bilateralidad de la acción, la cual trata siempre de obtener
del Estado una providencia que ponga en obra una sujeción, y presupone, por
consiguiente, en todo caso, que frente a quien pide la sujeción de otro (actor en el
proceso civil, acusador en el proceso penal), se encuentra alguien que deba ser
sujetado (demandado en el proceso civil, imputado en el proceso penal).
Pero obsérvese que, así como no basta la simple petición de providencia
para hacer que la providencia solicitada se conceda, sino que es necesario, por el
contrario, que caso por caso, los órganos judiciales verifiquen la existencia en
concreto de las condiciones de derecho y de hecho a los cuales la Ley
subordinada la concesión, la parte contra la cual debería operar la sujeción es
siempre admitida (por el Principio de la contradicción) a hacer valer ante el
Juez todas las razones de derecho y de hecho que puedan servir para
demostrar la falta de fundamento de la demanda y para hacerla rechazar. El
órgano judicial puede, de este modo, encontrarse (es lo normal en la fase de
cognición; pero puede verificarse también en la fase ejecutiva, en caso de
oposición por parte de la persona que debería sufrir la ejecución) no solamente
frente a la petición del actor, sino, al mismo tiempo, frente a la
contrapropuesta formulada por el demandado, que lo estimula a rechazar la
petición contraría. De este modo, el impulso y la colaboración en la jurisdicción
le llegan al órgano judicial de dos partes; el juez no debe decidir en virtud de
una sola propuesta de providencia, sino que debe escoger entre dos propuestas,
por lo general antitéticas (el actor pedirá, por ejemplo, la condena del demandado
al pago de la deuda, esto es, una Sentencia de condena; el demandado pedirá
por el contrario, ser absuelto, porque la deuda ha sido pagada, esto es, una
Sentencia de rechazamiento o sea de declaración negativa de mera certeza).
De este modo la acción, como actividad dirigida a presentar al Juez una
propuesta de providencia, no es solamente propia del actor; porque también el
demandado, aun cuando se limite a pedir el rechazamiento de la demanda
contraria, viene en sustancia, a solicitar del Juez que pronuncie una sentencia
de declaración negativa de mera certeza, esto es, una providencia diversa de la
pedida por el actor, y favorable, en lugar de a este, a él como demandado.
También la actividad del demandado se puede hacer entrar así, bajo este
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 66

aspecto, en el concepto de acción; es conveniente, sin embargo, advertir que, en


terminología procesal, a todas las actividades que desarrolla el demandado para
defenderse de la demanda y para pedir el rechazamiento, se le da la
denominación genérica que tiene su origen en la exceptio del proceso formulario
romano, de excepciones, con significado del amplísimo equivalente al de
defensas; y frente al accionar del actor se habla de excepciones del demandado,
en el sentido de contradecir. Pero a la palabra excepción se da también un
significado técnicamente más restringido, reservado a aquellos únicos casos en
los que la petición de rechazo está basada sobre razones de las que el Juez no
podría tener en cuenta si el demandado no las hubiera hecho valer. El ejemplo
más notorio de este fenómeno se verifica en materia de prescripción; el Juez no
puede rechazar la demanda con la que el actor hace valer un crédito prescrito, sí
el deudor demandado no “excepciona” la prescripción; “el Juez no puede suplir
de oficio a la prescripción no opuesta”.
En estos casos, la instancia del demandado constituye, como ya se ha
dicho de la acción, un límite y una condición a la actividad del Juez, y si la
acción se concibe, como un derecho del actor; la excepción aparece en estos
casos como un contra derecho del demandado, el ejercicio del cual depende el
rechazamiento de la demanda del actor. Para estos casos la doctrina habla de
excepción en sentido propio o en sentido estricto.

VII. CLASES DE ACCION.- Sobre las acciones judiciales, existen varias


clasificaciones, una de las más conocidas es la que la clasifica en acción civil y
penal.

1. Acción Civil.- Es la que se ejercita mediante la interposición de la


correspondiente demanda ante los jueces de esa jurisdicción, a efectos de
reclamar el derecho de que el accionante se cree asistido.

Sobre esta categoría de acciones asimismo existen varias clasificaciones;


empero a los fines de la materia nosotros vamos a adoptar aquella que la clasifica
en acciones: Personales, Reales, Mixtas

a) Acción Personal.- Es la que corresponde a alguno para exigir de otro el


cumplimiento de cualquier obligación contraída o exigible, ya dimane ésta de
contrato o cuasicontrato, de delito o cuasidelito o de la ley. Es personal por
cuanto se da contra la persona obligada o su heredero. Se contrapone a la acción
real.

b) Acción Real.- La que tiene por finalidad obtener judicialmente la declaración


de un derecho que no afecta a la persona sino a una cosa o bien de carácter real;
como la reivindicatoria, la confesoria y la negatoria (v.). Se contrapone a la acción
personal y, relativamente, a la acción mixta.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 67

c) Acción Mixta.- En el Derecho romano, donde se daba determinada acción para


determinada pretensión, las acciones se dividieron en reales, si su objeto era
reclamar un derecho de propiedad o relacionado con la misma; personales,
cuando se reclamaba un derecho de crédito, consistente por parte del deudor en
una obligación de dar, hacer o prestar; y mixtas, que eran aquellas en las cuales
la pretensión tenía su origen en un derecho de crédito y en un derecho real,
como la finium regundorum, la communi dividundo y la familiae erciscundae
(deslinde de propiedades colindantes, división de la cosa común y partición de
herencia). En el Derecho moderno, esa distinción carece de interés procesal; ya
que la acción y el derecho a ejercitarla son únicos e independientes del derecho
reclamado.

2. Acción Penal.- La que persigue establecer la responsabilidad penal y, en su


caso, la civil, ocasionada por la comisión de un delito o falta. La determinación de
quienes pueden ejercitar esta acción constituye uno de los temas más debatidos
en Derecho Procesal y Penal, y resueltos por las diversas legislaciones de muy
diversa manera. Como norma orientadora, puede afirmarse que la acción está
encomendada principal o inexcusablemente al Ministerio Fiscal, cuando se trata
de delitos que afectan a la sociedad y que, por ello, tienen carácter público. Otros
delitos, por su índole privada, solo pueden ser accionados por la víctima, por sus
representantes o por sus causahabientes; ya que se estima que en su comisión
no se encuentra lesionado el interés social. Y hay otros delitos en que, no
obstante afectar al interés público, la acción únicamente puede ser iniciada por
la víctima y representantes o causahabientes, porque así pueden mantener en
secreto hechos que rozan o afectan a su pudor (como en el caso de la violación);
pero en los cuales, una vez iniciada la acción, la persecución del delito continua
de oficio, aun contra la voluntad de la parte perjudicada. Finalmente, algunas
legislaciones admiten la llamada acción popular que, con determinadas garantías
y tratándose de delitos de acción pública, puede ejercitar cualquier ciudadano.

Dentro del procedimiento penal, el perjudicado por el hecho delictuoso


puede ejercitar la acción civil emergente del delito.

Las acciones penales no se excluyen unas a otras; así, en los delitos de


acción pública resultan compatibles las que siguen el Ministerio Fiscal y el
damnificado, así como la popular, allí donde sean admitidas. En los delitos de
acción pública a instancia de parte, pueden coexistir la acción pública y la del
particular perjudicado.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 68
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TEMA 7
DEFENSA – EXCEPCIONES
Sumario

I. Consideraciones generales
II. Origen de la excepción
III. Diversas acepciones de la palabra excepción.
IV. Concepto.- E. Couture.- H. Alsina
V. Clasificación de las excepciones.- 1. Clasificación según Justiniano.- 2.
Clasificación común.
VI. Legislación Nacional. a) Excepción previa, b) Excepción perentorias

I. CONSIDERACIONES GENERALES.- Si la acción es un poder o facultad de


mover el organismo jurisdiccional que compete aún a aquellos que carecen de un
Derecho material efectivo que justifique una sentencia que dé lugar a la
demanda, también es admisible que dispongan de un poder similar (excepción)
todos aquellos que han sido demandados en el juicio y que a él son llamados
para defenderse.

Para oponerse a una demanda no se necesita tener razón. El demandado


también pude actuar con conciencia de su sin razón y oponerse a una acción
fundada.

El demandado con razón o sin ella reclama del juez que se le absuelva de la
demanda nadie puede privarle de ese derecho.

En ese sentido la DEFENSA es el poder jurídico que tiene el demandado


para contradecir y oponerse a la pretensión del actor a través de los medios
(excepciones) que le acuerda el ordenamiento jurídico

Siendo así se percibe con cierta claridad que la excepción, en sentido


amplio en sí misma no es tanto el Derecho Sustancial de las defensas como el
Derecho Procesal de defenderse.

En cierto modo el Derecho de defenderse es un Derecho sustancial; y en


muchos aspectos lo es más que el Derecho debatido en juicio; pues, un Derecho
de defensa genéricamente entendido corresponde a un derecho de acción
genéricamente entendido. Ni uno ni otro preguntan al actor y al demandado si
tiene razón en sus pretensiones, porque eso sólo se puede saber el día de la cosa
juzgada. También los demandados pueden ser maliciosos y temerarios pero no es
pretexto que por esas sus defensas maliciosas y temerarias se les pueda suprimir
su Derecho a defenderse en virtud del principio constitucional de que “Nadie
puede ser condenado sin haber sido oído y juzgado...”, y lo que es una regla
necesaria del Der. Procesal (Art. 117.II CPE).
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 70

II. ORIGEN DE LA EXCEPCIÓN.- La excepción como medio de defensa tiene


origen en el sistema “formulario” del derecho romano, llamado así por la fórmula
que el magistrado entregaba al actor para que la hiciera valer ante el juez.

La fórmula constaba de cuatro partes: la demonstratio, que era la


exposición de los hechos que daban lugar a la demanda; la intentio, que
concretaba las pretensiones del demandante; la condemnatio, o sea la orden del
juez para que condenara o absolviera según el resultado de la prueba: y la
adjudicatio, que era la autorización dada por el magistrado al juez para que
pudiera adjudicar a las partes lo que les correspondía en las acciones divisorias.

Pero al lado de estas, que eran las partes principales de la formula, existían
otras accesorias, que podían figurar o no en ellas y que eran las prescripciones y
las “excepciones”

En los primeros tiempos se permitía tanto al demandante como al


demandado, hacer inscribir en la fórmula ciertas restricciones al contenido de la
intentio y de la condemnatio, que se colocaban después del nombre del juez pero
antes de la intentio, y las que recibieron el nombre de praescriptiones. Estas
podían ser a requerimiento del demandante (praescriptiones pro actore) para
permitirle accionar de nuevo por la parte de su derecho no comprendido en la litis
contestatio; o a requerimiento del demandado (praescriptiones pro reo) para
impedir los efectos de la demanda, y entre ellas figuraban principalmente la
incompetencia (fori praescriptio) y la prescripción propiamente dicha
(praescriptio temporis).

Las excepciones que aparecieron mucho después que las prescripciones,


fueron introducidas por los pretores para mitigar los rigores del derecho civil,
evitando que una sentencia justa en derecho, fuera injusta en equidad, pues el
derecho civil solo tenía en cuenta la forma externa de los actos y no consideraba
los vicios de la voluntad; bastaban que se hubieran cumplido los requisitos de la
estipulatio sin que le restara validez la circunstancia de que el consentimiento se
hubiera obtenido por error, dolo o violencia.

La excepción que el magistrado incluía en la formula a requerimiento del


demandado, autorizaba al juez, por razones de equidad, a tener en cuenta esas
circunstancias. He aquí un ejemplo: “Si obligado por miedo o inducido por dolo, o
incurriendo en error, has prometido sobre la estipulación de Ticio lo que no debías
prometer, es evidente según el derecho civil estas obligado, y la acción por la que
se sostiene que debes es válida; pero tu condena seria injusta y, por tanto, para
rechazar la acción, se te da la excepción de miedo, dolo o una excepción concebida
in factum (exceptio metus causa aut doli mali)”. En consecuencia, la condemnatio
se redacta así: “Condenareis... excepto que se pruebe error, dolo o
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 71

violencia”

III. POSICIONES DEL DEMANDADO FRENTE A LA DEMANDA.- Conforme


señala el profesor Hugo Alsina, en su obra “Defensas y Excepciones”, frente a la
acción del actor el demandado puede asumir en su defensa las siguientes
posiciones.

1º El demandado no comparece al juicio dentro del término del


emplazamiento.- En este supuesto el proceso continua en su rebeldía, pero la
contumacia, según la tradición procesal argentina, no autoriza a dictar sin más
una sentencia contra el demandado sino a condición de que la demanda sea
justa, es decir, que el demandante debe probar el hecho constitutivo en que
funda su pretensión y demostrar que le ampara una norma de derecho. Más
adelante vamos a ver como en caso de rebeldía se acrecientan los poderes del juez
precisamente para prevenir una sentencia injusta contra el demandado (Art. 364
NCPC)

2º El demandado comparece y reconoce los derechos del actor.- Esta posición


lleva a la cuestión de saber hasta donde el allanamiento del demandado obliga al
juez a dictar sentencia a favor del demandante, problema vinculado a su vez con
el de los problemas simulados, pero que desde el punto de vista de nuestra
investigación no ofrece dificultad. (Art. 68 CPC, Art. 127 NCPC).

3º El demandado rehúsa contestar la demanda por motivos de orden


procesal, sea que considere que el tribunal no es competente para conocer de él,
sea porque alegue que la relación procesal no se ha constituido válidamente por
incapacidad del demandante o insuficiencia del poder de su representante, o
porque no se han llenado las formalidades de la demanda, o por que sostiene
que el demandante debe cumplir previamente algún requisito. (Arraigo, depósito,
etc.) (Art. 336 Incs. 1), 2) y 3) CPC y Arts. 126 y 127 y 128 Incs. 1) al 8) NCPC)

4º El demandado comparece, no objeta el procedimiento, pero guarda


silencio ante la demanda.- En la mayor parte de los Códigos se establece el
silencio no importa un reconocimiento de los hechos afirmados por el actor y esa
es también la conclusión a que, en general, llega la doctrina. (Art. 126 NCPC.,
Art. 1283 C.C.)

5º El demandado contesta la demanda, negando los hechos en que ella se


funda.- La negativa del hecho constitutivo importa el desconocimiento del
derecho pretendido, desde que si no hay relación jurídica que no tenga como
antecedente un hecho, si este no existe, tampoco puede existir el derecho. (Art.
345 CPC, Art. 126 NCPC)

6º El demandado contesta la demanda y, sin negar los hechos alegados por


el actor, les desconoce trascendencia jurídica.- Son los actos que
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 72

ordinariamente caen en la órbita de la moral o de las reglas de las buenas


costumbres. En este caso entra en las funciones del juez establecer, en primer
término, la posibilidad del hecho, y luego su valor para el derecho. (Arts. 909 y
910 C.C)

7º El demandado reconoce los hechos, pero alega un hecho impeditivo o


extintivo de la relación jurídica cuyo reconocimiento el actor pretende.- En
este caso se niega la “existencia” del derecho, sea porque una circunstancia
impide que el hecho constitutivo produzca los efectos queridos (se ha otorgado un
instrumento privado en vez de una escritura pública que la ley exige en las
donaciones de inmueble, remuneratorias, con cargo etc.), o porque la obligación
se ha extinguido por un hecho posterior (pago etc.) (Art. 126 NCPC)

8º El demandado, sin desconocer el derecho del actor, alega una


circunstancia impeditiva (incapacidad, error, dolo, violencia) o extintiva
(prescripción) que la priva de su “eficacia” (Art. 126 NCPC).

De acuerdo con este planteamiento resulta que:

a) En el supuesto 3º el juez no puede pronunciarse sobre el fondo sin


resolver previamente una cuestión procesal. Aparecen aquí las excepciones
procésales, que en la doctrina moderna se fundan en la ausencia de un
“presupuesto procesal”, pero que, como vamos a ver, no son excepciones
exhaustivas, pero hay circunstancias que obstan el proceso y no son
presupuestos procésales o no constituyen excepciones dilatorias.

b) En los supuestos 5º, 6º, y 7º, el demandado se coloca en una situación de


“defensa” frente al “ataque” que le significa la demanda. Al actor corresponde
la prueba del hecho constitutivo que afirma existente, así como la demostración
de su trascendencia jurídica, sin perjuicio de las facultades del juez a este
respecto. Al demandado corresponde la prueba del hecho impeditivo o extintivo
que opone a la presentación del actor. El juez, en consecuencia, debe rechazar la
demanda si estima que el actor no ha probado el hecho constitutivo, o que, aun
probado, no tiene trascendencia jurídica; debe rechazarla aun en caso de
incomparecencia o silencio del demandado (supuesto 1ro y 4to), o cuando
considere que el allanamiento de este no es sincero, y no merece, por motivos
legales, la protección que pide (supuesto 2do). Debe, en cambio, admitirla si,
probado o reconocido el hecho constitutivo, el demandado no prueba el hecho
impeditivo o extintivo en que funda su defensa (supuesto 8vo).

III. DIVERSAS ACEPCIONES DE LA PALABRA EXCEPCION.- En su más amplio


significado, la excepción es el poder jurídico de que se halla investido el
demandado, que le habilita para oponerse a la acción promovida contra él.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 73

En este primer sentido, la excepción es, en cierto modo, la acción del


demandado. Era éste el alcance del texto clásico “reus in exceptione actor est”.

Una segunda acepción del vocablo alude a su carácter material o


sustancial. Se habla así, por ejemplo, de excepción de pago, de compensación, de
nulidad. Debe destacarse, también en este sentido, que tales excepciones sólo
aluden a la pretensión del demandado y no a la efectividad de su derecho.
Mediante ellas, el demandado pretende que se le libere de la pretensión del actor,
en razón de que el pago, la compensación, la nulidad hacen inexistente la
obligación.

En un tercer sentido, excepción es la denominación dada a ciertos tipos


específicos de defensas procesales, no sustanciales, dilatorias, perentorias o
mixtas, mediante las cuales el demandado puede reclamar del juez su absolución
de la demanda o la liberación de la carga procesal de contestarla.

La primera de las acepciones mencionadas equivale a defensa, esto es,


conjunto de actos legítimos tendientes a proteger un derecho. La segunda
equivale a pretensión: es la pretensión del demandado. La tercera equivale a
procedimiento: dilatorio de la contestación, perentorio o invalidatorio de la
pretensión; mixto de dilatorio y perentorio.

En las páginas sucesivas, salvo mención expresa en sentido contrario, el


vocablo "excepción", está tomado en el primero de sus significados.

En resumen, la palabra excepción tiene tres acepciones: a) en sentido


amplio designa toda defensa que se opone a la acción; b) en un sentido más
restringido, comprende toda defensa fundada en un hecho impeditivo o extintivo;
c) en sentido estricto, es la defensa fundada en un hecho impeditivo o extintivo
que el juez puede tomar en cuenta únicamente cuando el demandado lo invoca.

IV. CONCEPTO.- Con los antecedentes expuestos y según Hugo Alsina, en la


práctica se llama excepción a “toda defensa que el demandado opone a la acción,
sea que contradiga el derecho del actor o que solo impugne la regularidad del
procedimiento”. Pero también se la limita a los casos en que, sin contradecir el
derecho invocado por el actor, el demandado funda su defensa en un hecho
impeditivo o extintivo.

La excepción para Eduardo Couture, en su más amplio significado, “es el


poder jurídico de que se halla investido el demandado, que lo habilita para
oponerse a la acción promovida contra él”, es decir es el poder jurídico del
demandado, de oponerse a la pretensión que el actor ha aducido ante los órganos
de la jurisdicción.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 74

En cambio para Hugo Alsina, la excepción es “toda defensa que el


demandado opone a la pretensión del actor, sea que niegue los hechos en que se
funda la demanda, sea que se desconozca el derecho que de ellos pretenda
derivarse, o que se alegue otros hechos para desvirtuar sus efectos, o que se limite
a impugnar la regularidad del procedimiento”. Es decir que la palabra “excepción”
se opone a la de “acción”; frente al ataque, la defensa.

V. CLASIFICACION DE LAS EXCEPCIONES.

1. Clasificación según Justiniano.- Siguiendo la compilación de Justiniano las


excepciones se dividen en:

a) Por su fuente: civiles u honorarias, según que fuera acordadas por el


derecho civil o por el pretor.
b) Por el hecho que le da nacimiento: excepciones fundadas en la “equidad”,
que son las más numerosas, y excepciones fundadas en una idea de “orden
público”, como serian la cosa juzgada, la excepción de la ley Cincia, las que
se consideran sobreentendidas en las acciones de buena fe.
c) En cuanto a las personas: según que puedan ser invocadas contra ciertos
demandantes (in personam) o que puedan ser opuestas a todo el mundo (in
rem) o que no puedan ser invocados más que por los beneficiarios directos
(exceptione personae) o que puedan ser invocadas por otros indirectos
(excepciones coherentes).
d) Desde el punto de vista de la duración: en perentorias o perpetuas y
dilatorias o temporarias.
Esta última clasificación era la más importante y es la que ha merecido la
mayor atención de los tratadistas del Derecho Procesal ya que, bajo ese catálogo,
fueron incorporadas en muchas legislaciones.

Las excepciones perentorias duraban tanto como el derecho mismo y


podían ser invocadas en cualquier momento en que se pretendiera hacer valer
ese derecho mediante la demanda. Las dilatorias en cambio, sólo duraban un
tiempo, vencido el cual no podían oponerse válidamente contra la acción. En
principio la diferencia estribada en que las primeras estaban vinculadas a la
existencia misma del derecho, y las segundas al ejercicio de la acción.

2. Clasificación común.- Sin embargo, la clasificación más común de las


excepciones, en el derecho de los países latinoamericanos, es la que distingue
entre:
a. Dilatorias
b. Perentorias.
c. Mixtas.
Esta clasificación toma los distintos tipos de excepciones considerando su
finalidad procesal, sus relaciones con el proceso, según tiendan a posterga la
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 75

contestación de la demanda, que la ataquen directamente provocando una


defensa sobre el fondo, o que mediante una simple cuestión previa se procure la
liquidación total del juicio.

A la primera categoría pertenecen, según las definiciones corrientes,


aquellas que tienden a dilatar o postergar la contestación de la demanda:
incompetencia, litispendencia, defecto formal de la demanda, impersonería y
otras.

A la segunda, corresponden las que se emiten sobre el fondo mismo del


asunto y se deciden en la sentencia definitiva: Ej. pago, compensación, novación,
prescripción, etc.

A la tercera, aquellas que, teniendo carácter previo a la contestación sobre


el fondo es decir planteando una cuestión anterior al motivo mismo del juicio,
proponen una defensa que, siendo acogida, pone fin a este. Las excepciones
mixtas tienen, se dice habitualmente, la forma de las dilatorias y el contenido de
las perentorias. Ej. la cosa juzgada, la transacción y otras.

a) Excepciones dilatorias.- Las excepciones dilatorias, tal como se hallan


legisladas en nuestro derecho, corresponden al concepto de excepciones
procesales existentes en el derecho común europeo antes del Código francés y
derivadas del derecho romano.

Son defensas previas, alegadas in límine litis, y que, normalmente, versan


sobre el proceso y no sobre el derecho material alegado por el actor. Tienden a
corregir errores que obstarán a una fácil decisión (defecto legal en el modo de
preparar la demanda); a evitar un proceso inútil (litis pendencia); a impedir un
juicio nulo (incompetencia absoluta, falta de capacidad o de personería); a
asegurar el resultado del juicio (fianza de arraigo); etc.

Constituye, como se ha dicho, una especie de eliminación previa de ciertas


cuestiones que embarazarían en lo futuro el desarrollo del proceso. Tienen un
carácter acentuadamente preventivo en cuanto tienden a economizar esfuerzos
inútiles. Se deciden previamente a toda otra cuestión, razón por la cual se le
llamo en el derecho clásico español alongaderas y más tarde artículos de no
contestar.

Este carácter dilatorio ha hecho creer frecuentemente que el fin de la


excepción es el de dilatar o de alargar el juicio, circunstancia en la que no es
ajeno el impropio y malicioso uso que se hace de este tipo de defensas en la
actividad forense. Sin embargo desde un punto de vista científico, es cosa muy
clara que la dilación o postergación, (no ya del juicio en si mismo, sino de la
contestación de la demanda) es solo una consecuencia y no el contenido de la
excepción; esta es el medio procesal de dilucidar una cuestión que tiene
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 76

carácter previo, dado que compromete la eficacia y la validez de los actos


posteriores.

b) Excepciones perentorias.- Las excepciones perentorias no son defensas sobre


el proceso sino sobre el derecho. No procuran la depuración de elementos
formales de juicio sino que constituye la defensa de fondo sobre el derecho
cuestionado.

A diferencia de las dilatorias, su enumeración no es taxativa normalmente


no aparece enunciadas en los códigos y toma el nombre de los hechos extintivos
de las obligaciones, en los asuntos de esta índole Ej.: pago, compensación,
novación, etc. Cuando no se invoca un hecho extintivo, sino alguna circunstancia
que obsta al nacimiento de la obligación, también llevan el nombre de ésta: Dolo,
violencia, error etc.

Además a diferencia de las dilatorias, las excepciones perentorias no se


deciden in límine litis, ni suspenden la marcha del procedimiento, ya que su
resolución se posterga en todo caso para la sentencia definitiva.

Estas excepciones descansan sobre circunstancias de hecho o sobre


circunstancias de derecho (exceptio facti; exceptio jure).

c) Excepciones mixtas.- Las excepciones mixtas, llamadas también “excepciones


perentorias deducidas en forma de articulo previo”, son aquellas que
funcionando procesalmente como dilatorias, provocan, en caso, de ser acogidas,
los efectos de las perentorias.

Pertenecen a este tipo, como se decía, la cosa juzgada y la transacción.


También pertenecen a él ciertas defensas específicas de índole semejante, en
virtud de texto expreso de ley.

Las excepciones mixtas de nuestro derecho corresponden en cierto modo a


los fins de non recevoir del derecho francés, con algunas diferencias. En tanto que
estos pueden hacerse valer en cualquier estado de la instancia con carácter
previo, las excepciones mixtas solo tienen carácter previo, si se oponen en forma
de dilatorias. Pero nada impide que, pasada la oportunidad para deducir la
excepción mixta como dilatoria, pueda alegarse como perentoria en la
contestación directa de la demanda.

La antinomia que existe entre la forma y el contenido de estas excepciones


es más aparente que real.

La excepción mixta procura, en todo caso, la decisión del proceso por


una cuestión no sustancial. En este sentido, su carácter es común con las
excepciones dilatorias, porque intenta evitar, como se ha dicho, un juicio inútil o
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 77

nulo. Entre las excepciones de cosa juzgada y de litispendencia, por ejemplo, no


median diferencias formales profundas: ambas procuran impedir que siga
adelante un juicio que, en definitiva, provocará resultados gravosos: si las dos
sentencias (la del juicio anterior y la de nuevo juicio) son iguales, la segunda es
innecesaria; si son distintas, aparejarán la colisión de dos decisiones pasadas en
cosa juzgada.

Las excepciones de cosa juzgada y transacción evitan, en todo caso, el


debate sobre el derecho expuesto en la demanda. Quien aduce la cosa juzgada no
discute el derecho mismo, sino que se ampara, en un pronunciamiento anterior a
su respecto, que le resulta favorable y que le ahorra una nueva discusión. El que
invoca la transacción tampoco quiere dilucidar el derecho tal cual era, sino que
se ampara en un estado de cosas que ha surgido luego del contrato de
transacción y que hace innecesario todo debate sobre el estado anterior; la
transacción que es equivalente contractual de la sentencia, actúa en el juicio
como una verdadera excepción de cosa juzgada.

Se trata, en resumen, de decidir el conflicto por razones ajenas al


mérito de la demanda. La excepción mixta no tiene, pues, la forma de las
dilatorias y el contenido de las perentorias. Lo que tiene de estas es la eficacia, no
la esencia. Pone fin al juicio, pero no mediante un pronunciamiento sobre la
existencia o inexistencia del derecho, sino merced al reconocimiento de una
situación jurídica que hace innecesario entrar a analizar el fondo mismo del
derecho.

VI. LEGISLACION NACIONAL.- En los antecedentes históricos de nuestra


legislación el procedimiento civil abrogado reconocía las Excepciones Perentorias
y dilatorias.

Perentorias eran aquellas que se oponían para obtener la absolución del


demandado. Dilatorias las que impedían la discusión en el fondo dilatando el
procedimiento, y se decía que en la práctica las excepciones anómalas de falta de
jurisdicción y personalidad, conforme los Arts. 76 al 85 del Procedimiento Civil
abrogado podían oponerse en cualquier estado de la causa a diferencia de las
otras dilatorias que debían oponerse antes de la contestación y al mismo tiempo.

Las excepciones perpetuas o perentorias afectaban el derecho mismo del


actor y extinguía su acción. Y las excepciones temporales o dilatorias eran
aquellas que afectaban la forma del proceso y postergaban el desarrollo de la
acción del demandante en el proceso.

El Código de Pdto. Civil, abrogado, en su Art. 335, cataloga las


excepciones en dos clases: previas y perentorias.

a) Previas.- El Código las denomina así porque –debido a su naturaleza-


Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 78

deben oponerse y resolverse antes de contestar la demanda o entrar a estudiar el


fondo del asunto que se debate. Se deciden previamente a toda otra cuestión.

Según el Art. 336 del mencionado Código, estas excepciones comprenden las mal
llamadas dilatorias (1. Incompetencia, 2. Incapacidad o impersonería del
demandante o del demandado, o de sus apoderados, 3. Litispendencia, 4.
Oscuridad, contradicción o imprecisión en la demanda, 5. Citación previa al
garante de evicción, y 6. Demanda interpuesta antes de vencimiento del término
o el cumplimiento de la condición), y las mixtas o anómalas (7. Cosa Juzgada, 8.
Transacción, 9. Prescripción cuando pudiere resolverse como de puro derecho,
10. Conciliación, y 11. Desistimiento del derecho).

b) Perentorias.- Son las descritas en el numeral V.1. d) y 2.b) que precede


y a diferencia de las previas, su enumeración no es taxativa, pues no aparecen
enunciadas en los códigos y toman el nombre de los hechos extintivos o
impeditivos de los derechos y las obligaciones regulados por la ley sustantiva. Se
las debe oponer al contestar la demanda y su resolución se la reserva en todo
caso para sentencia.

Refiriéndose a estas excepciones, sobre su planteamiento, el Art. 342 del


Código de Pdto. Civil, establece que “Al contestar la demanda, el demandado
podrá oponer todas las excepciones que pudiere invocar contra las pretensiones del
demandante, inclusive las señaladas en los incisos 7 al 11) del Art. 336 cuando no
hubieren sido planteadas como previas”; empero la reglamentación que de la
materia hace el Código es deficiente y confusa, pues habla de excepciones
perentorias sin precisar conceptos y rehuyendo notoriamente hasta las más
elementales nociones que permitan una cabal comprensión de sus
preceptuaciones.

Sin embargo, como se dijo anteriormente, entendemos que dichas


excepciones tienen su origen en los hechos o circunstancias extintivos o
impeditivos de los derechos y las obligaciones que regula la ley sustantiva Ej:
contra la acción de validez o ejecución de un contrato afectado por alguna causa
de anulabilidad, puede oponerse la excepción perentoria de anulación pues por
mandato del Art. 557 del Código Civil, el demandado puede oponer la excepción
de anulación en cualquier tiempo; de la misma manera, contra la acción de cobro
de una deuda que resulta de juego prohibido, puede oponerse las excepciones
perentoria de falta de derecho y acción, por cuanto, por mandato del Art.
910 del mismo Código, la ley no concede acción para el pago de una deuda que
resulta de juego prohibido, etc.
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TEMA 8 RESOLUCIONES

Sumario
I. Concepto de resolución judicial.
II. Clases de resoluciones judiciales.- 1. Providencia.- 2. Auto.- 3. Sentencia.
III. Providencias.
IV. Auto.- 1. Clases.- Auto interlocutorio simple.- Auto Interlocutorio
Definitivo.- 2. Precedente Jurisprudencial sobre su diferencia.
V. Sentencia.- 1. Concepto.- 2. Definición.-
VI. Forma y contenido de la Sentencia.
VII. Estructura de la Fundamentación de la Sentencia.- 1. Fundamentación
fáctica.- 2. Fundamentación Probatoria a) Descriptiva., b) Intelectiva.- 3.
Fundamentación Jurídica.
VIII. Clases de sentencia

I. CONCEPTO DE RESOLUCIÓN JUDICIAL.- Resolución judicial es cualquiera


de las decisiones, desde las de mero trámite hasta la sentencia definitiva que
dicta un juez o tribunal en causa contenciosa o voluntaria.

Por norma general se adoptan por escrito y algunas veces se adoptan


verbalmente en las vistas o audiencias, las cuales deben sentarse en acta. (Art.
187-II CPC, Art. 132-3) CPP, Art. 209 NCPC)

II. CLASES DE RESOLUCIONES JUDICIALES.- Las resoluciones que dicta un


Juez o tribunal durante la sustanciación de un proceso contencioso ó voluntario
son de 3 clases:
1. Providencias.
2. Autos (Simples y definitivos)
3. Sentencias. (Auto definitivo)

El profesor Eduardo Couture, en su obra Fundamentos del Derecho


Procesal Civil refiere que el juez puede, en el transcurso del juicio, resolver las
cuestiones de simple impulso procesal; puede asimismo resolver las cuestiones
incidentales que surjan en el desarrollo de la instancia; puede, por último, poner
fin al juicio decidiéndolo en forma definitiva. Esas distintas decisiones, según el
nombrado tratadista, toman el nombre de “mere-interlocutorias, interlocutorias y
definitivas”

III. PROVIDENCIAS.- Mediante ellas el juez accede a los petitorios de las partes
que tienen por fin, de acuerdo a Goldschtmidt, “requerir de este una resolución de
contenido determinado atinente a la marcha del proceso”. Accede así al petitorio
de que se admita la demanda y disponga la citación del demandado, al pedido de
diligenciamiento de una prueba, etc.
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Guillermo Cabanellas, acertadamente afirma que: “providencia es la


resolución judicial no fundada expresamente, que decide sobre cuestiones
de trámite y peticiones secundarías o accidentales. Esa falta de motivación es
la que distingue la providencia del auto y más todavía de la sentencia”.

Eduardo Couture, señala que las providencias mere-interlocutorias, de


trámite o de simple sustanciación, tienen por objeto propender al impulso
procesal.

Conforme la previsión del artículo 187 del CPC y Art, 209 del NCPC,

“I. Las providencias solo tenderán, sin sustanciación al desarrollo del


proceso y ordenará actos de “mera ejecución.

II. No requerirán sustanciación ni otras formalidades que expresarse por


escrito indicar la fecha y lugar y la forma del juez o magistrado semanero. En
las actuaciones orales las providencias constarán en el acta”.

De la misma manera el Art. 123, párrafo segundo, del CPP, prescribe que:

“Las providencias ordenaran actos de mero trámite que no requieran


sustanciación”.

IV. AUTO.- En lenguaje procesal, y empleada la palabra en singular; se refiere a


la clase especial de resoluciones intermedia entre la providencia y la sentencia.
En general se puede decir que, mientras la providencia afecta a cuestiones de
mero trámite y la sentencia pone fin a la instancia o al juicio, el auto resuelve
cuestiones de forma o accesorias que se plantean antes de la sentencia. Claro
que está nomenclatura varía conforme a la legislación de los diversos países Ej:
cuando se contesta a la demanda se establece la relación procesal mediante Auto

A dichas resoluciones, Eduardo Couture, las denomina sentencias


interlocutorias porque deciden los incidentes surgidos con ocasión del juicio.
Como ser las cuestiones referentes a las excepciones dilatorias en general, a la
condición del juez (recusación), a la exclusión o rechazo de los medios de prueba,
etc., se resuelven mediante autos interlocutorios.

Esta clase de resoluciones, dictadas en medio del debate, van depurando el


juicio de todas las cuestiones accesorias, desembarazándolo de obstáculos que
impedirían una sentencia sobre el fondo.

Asimismo refiere que dicha resolución es sentencia sobre el proceso y no


sobre el derecho. Dirime controversias accesorias que surgen con ocasión de lo
principal del juicio.
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Estas resoluciones están encabezadas por la indicación del lugar y fecha y


por el vocablo “VISTOS” que constituye una formula administrativa para indicar
que no procede dictar sentencia en el caso y asimismo constituye una
declaración con que un juez o tribunal expresa haber examinado un escrito,
expediente, documentos o asunto.

En ese sentido, el Art. 188 del CPC y Art, 210 del NCPC, prescribe que:

“Los autos interlocutorios resolverán cuestiones que requieren sustanciación


y se suscitaren durante tramitación del proceso. Además de los requisitos
indicados en el artículo precedente, contendrán:

1. La precisión del objeto de la decisión.


2. Los fundamentos jurídicos.
3. La decisión expresa, positiva y precisa de las cuestiones planteadas
4. La imposición de costas y multa en su caso”

De la misma manera el Art. 123, párrafo tercero, del CPP establece que:

“Los autos interlocutorios resolverán cuestiones incidentales que requieran


sustanciación. Las decisiones que pongan término al procedimiento o las
dictadas en el proceso de ejecución de la pena también tendrán la forma de
autos interlocutorios”

1. Clases.- La clasificación corriente en materia de resoluciones interlocutorias


es la que distingue entre autos interlocutorios simples y autos interlocutorios
con fuerza de definitivos. Estos últimos difieren de los primeros en que, teniendo
la forma de interlocutorios, hacen imposible de hecho y de derecho, la
prosecución del juicio. Así la resolución que se pronuncia acogiendo las
excepciones de cosa juzgada o de transacción, es interlocutoria con fuerza de
definitiva.

En concepto de Manuel Osorio, auto interlocutorio es el que no afecta a lo


principal de una causa, por dictarse en un incidente o artículo de previo
pronunciamiento, y auto definitivo es el que aun dictado incidentalmente,
resuelve el juicio con fuerza similar a la sentencia.

Según el Art. 211 del N CPC, resuelven cuestiones que requieren


sustanciación, ponen fin al proceso y no resuelven el mérito de la causa

2. Precedente Jurisprudencial sobre su diferencia.- La Jurisprudencia


nacional, a los efectos del recurso de nulidad, ha establecido la diferencia entre
auto definitivo e interlocutorio simple en los siguientes términos:

“Por vía de mejor interpretación de la Ley y a los efectos del recurso de


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nulidad conviene establecer la diferencia sustancial entre un auto


interlocutorio de carácter definitivo y auto meramente interlocutorio (o
interlocutorio simple).

El primero es aquel que suspende la jurisdicción del juez de tal manera que
no puede seguir conociendo el asunto, como el auto desertorio, el repositorio,
el que resuelve una declinatoria de jurisdicción o decide una excepción de
incompetencia, el que niega el auto de solvendo o lo revoca, el auto de
secuestro en diligencia preliminar de demanda, y en todos aquellos casos en
que la apelación se concede en ambos efectos. En estos casos procede el
recurso de nulidad (…); es decir que pronunciado el auto definitivo, el juez
nada ya tiene que decidir o ejecutar mientras el proceso pende ante el
superior en grado o casación.

El segundo no embaraza ni suspende la competencia del juez, porque puede


continuar con los trámites ulteriores del juicio después de expedido el auto
meramente interlocutorio y concedida la apelación en el efecto devolutivo, sin
que en este caso proceda el recurso de nulidad. (G.J. Nº 1475, paginas 14,
15, 39, 40, 54, 57 y 64)…”

V. SENTENCIA

1. Concepto.- El vocablo sentencia sirve para denotar, a un mismo tiempo, un


acto jurídico procesal y el documento en que él se consigna.

Como acto, la sentencia es aquel que emana de los agentes de la


jurisdicción y mediante el cual deciden la causa o puntos sometidos a su
conocimiento.

Como documento, la sentencia es la pieza escrita emanada del tribunal


que contiene el texto de la decisión emitida. (E. Couture)

2. Definición.- La Sentencia para Hugo Alsina es: “El modo normal de


extinción de la relación procesal”

Según Ramírez Gronda es: “La decisión judicial que en la instancia pone
fin al pleito civil o causa criminal resolviendo, respectivamente, los derechos
de cada litigante y la condena o absolución del procesado”.

VI. FORMA Y CONTENIDO DE LA SENTENCIA.- Doctrinalmente el contenido de


la Sentencia consta de tres partes:

1. Los resultandos.
2. Los considerandos
3. La parte dispositiva o fallo propiamente dicho.
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1. Los RESULTANDOS.- Debe contener “el nombre y apellidos de las partes”


y “La relación sucinta de las cuestiones que constituyen el objeto del juicio”, es
decir, la mención de los hechos alegados por las partes en sus escritos de
demanda, contestación, reconvención y contestación de ésta, así como del
objeto y de la causa de la pretensión o pretensiones deducidas.

Es costumbre, además que entre los resultandos se incluya una breve relación
de los trámites substanciales cumplidos.

2. Los CONSIDERANDOS.- Constituyen la parte más importante de la


sentencia, pues en ella el juez o tribunal debe exponer los motivos y
fundamentos de hecho y de derecho que lo determinan a adoptar una u otra
solución para resolver la causa. En este tramo del pronunciamiento el juez o
tribunal debe remitirse a los hechos invocados por las partes, confrontándolos
con la prueba que se haya producido, apreciar el valor de ésta y aplicar
finalmente la norma o normas jurídicas mediante las cuales considera que debe
resolverse el juicio con mención expresa de éstas.

3 PARTE DISPOSITIVA.- Exige que la sentencia contenga “la decisión


expresa, positiva y precisa, de conformidad con las pretensiones deducidas en
el juicio, calificadas según correspondiere por la ley, declarando el derecho de
los litigantes y condenado o absolviendo de la demanda, reconvención y
excepciones, en su caso, en todo o en parte.

Como bien se pueda advertir, esta parte exige una estricta correspondencia
entre el contenido de la sentencia y las cuestiones oportunamente planteadas por
las partes, lo que supone, como es obvio, la adecuación del pronunciamiento a
los elementos de la pretensión deducida en el juicio (sujetos objeto y causa). Se
trata de una aplicación del denominado principio de congruencia, que constituye
una de las manifestaciones del principio dispositivo y que reconoce, incluso
fundamento constitucional, pues como tiene establecido la jurisprudencia
nacional, importan agravio a la garantía de la defensa (Art. 119-II CPE), tanto las
sentencias que omiten el examen de las cuestiones oportunamente propuestas
por las partes, que sean conducentes para la decisión del pleito, como aquellas
que se pronuncian sobre pretensiones o defensas no articuladas en el proceso.
En este último supuesto la sentencia incurre en el vicio llamado fallo extra petita.
También puede darse en el caso de que el juez emita pronunciamiento ultra
petita, el cual tiene lugar cuando, no obstante mantenerse la sentencia en el
ámbito de la cuestión o cuestiones pertinentes, va más allá del límite cuantitativo
fijado por las partes.
_____________________________________________________________
INTERLOCUCION: Dialogo, coloquio
INTERLOCUTOR: Toda persona que toma parte en un dialogo.
INTER: Prep. Insep. que significa entre o en medio
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VII. ESTRUCTURA DE LA FUNDAMENTACIÓN.- Doctrinalmente, la sentencia


es un documento motivado y fundamentado, es un juicio de valor que emite el
juez o tribunal de mérito (de instancia).

Es así que, conforme manda el Art. 213. I. inciso 3. Del Código Procesal
Civil, la sentencia debe contener: La parte motivada con estudio de los hechos
probados y en su caso los no probados, evaluación de la prueba, y cita de las
leyes en que se funda, bajo pena de nulidad. Esta parte, para el caso de
fundarse en jurisprudencia ordinaria o constitucional, se limitará a precisar de
manera objetiva las razones jurídicas del precedente, sin necesidad de hacer una
transcripción del fallo que oscurezca la fundamentación.

Por otra parte, según dispone el Art. 124 Código de Procedimiento Pena, las
sentencias y autos interlocutorios serán fundamentados. Expresaran los motivos
de hecho y de derecho en que basan sus decisiones y el valor otorgado a los
medios de prueba.

La fundamentación no podrá ser reemplazada por la simple relación de los


documentos o la mención de los requerimientos de las partes.

De manera que la estructura de esta fundamentación comprende tres


categorías:

1. La fundamentación fáctica.
2. La fundamentación probatoria.
3. La fundamentación jurídica.

1. FUNDAMENTACIÓN FÁCTICA.- Debe contener una relación del hecho


histórico, es decir debe fijarse clara, precisa y circunstanciadamente la especie
(hecho) que se estima acreditada sobre la cual se emite el juicio.

2. FUNDAMENTACIÓN PROBATORIA.- Es el sustento probatorio que debe tener


el hecho y se divide en dos:
a) Fundamentación descriptiva.
b) Fundamentación intelectiva.

a) Fundamentación Descriptiva.- Obliga al juez o tribunal a señalar en la


sentencia, uno a uno, cuáles fueron los medios probatorios conocidos en el
debate. Hay diferencia entre medio probatorio y elemento probatorio; el medio
probatorio es el testigo, el medio probatorio es el perito, el medio probatorio es el
documento y el medio probatorio es la evidencia física; pero el elemento
probatorio es lo que sirve al juez o tribunal como elemento de juicio, esto es lo
que extrae el juzgador del medio probatorio para llegar a una conclusión. De
modo que podría haber medios de prueba que suministren buenos elementos, en
tanto que otros bien podrían no suministrarlos.
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A fin de controlar la valoración de la prueba por las reglas de la sana


crítica, el tribunal de mérito (de instancia) debe describir en la sentencia el
contenido del medio probatorio, sobre todo de la declaración testimonial, su parte
medular o significativa sin valorarlo todavía; es decir el tribunal de mérito debe
informar mediante el fallo qué relató el testigo para que el tribunal de alzada se
entere al momento de conocer la apelación si se valoró o no correctamente. Se
llama descriptiva sobre todo por eso, porque es una descripción del relato del
testigo así como de los documentos, de las evidencias físicas y cualquier otro
medio de prueba incorporado al debate.

b) Fundamentación intelectiva.- Después de la fundamentación descriptiva, el


juez o tribunal tendrá que sentar en la sentencia, la fundamentación probatoria
intelectiva.

Es la apreciación de los medios de prueba. Es ahí donde el juez o tribunal


dice por qué un medio le merece crédito, y como lo vincula a los elementos que
obtiene de otros medios del elenco probatorio. Inclusive el tribunal a la hora de
hacer la valoración, y redactar la fundamentación intelectiva, podría remitirse a
argumentos como la memoria remota y la memoria reciente para creer a un
testigo.

Esta fundamentación es precisamente sobre la que recae el reproche del


recurso referido a la violación de las reglas de la sana crítica.

3. FUNDAMENTACIÓN JURÍDICA.- En esta parte el juez o tribunal tendrá que


decir por qué aplica la norma o normas invocadas por las partes o por qué no lo
hace. En materia penal, en caso de aplicación debe indicar además que pena
impone al imputado y por qué.
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SENTENCIA
______________________________________

RESULTANDO:

_____________________________________
FUNDAMENTACIÓN

1.- Fundamentación fáctica

a) Fundamentación Descriptiva
CONSIDERANDO: 2. Fundamentación Probatoria:

b) Fundamentación Intelectiva

3. Fundamentación Jurídica

______________________________________

PARTE DISPOSITIVA:

______________________________________
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VIII. CLASIFICACION DE LAS SENTENCIAS.- La clasificación que mayor


difusión ha alcanzado en la doctrina es aquella que, atendiendo a la naturaleza
de las sentencias, las divide en Declarativas, Constitutivas y de Condena

1. Sentencia Declarativa.- Llamase sentencias declarativas, o de mera


declaración, a aquellas que eliminan la falta de certeza acerca de la
existencia, eficacia, modalidad o interpretación de una relación o estado
jurídico. La declaración contenida en este tipo de sentencias puede ser positiva o
negativa: es positiva cuando afirma la existencia de determinado efecto jurídico a
favor del actor; es negativa cuando afirma ya sea a favor del actor o del
demandado, la inexistencia de un determinado efecto jurídico contra ellos
pretendido por la contraparte.

Según E. Couture, son sentencias declarativas aquellas que tienen por


objeto la pura declaración de la existencia de un derecho.

En realidad toda sentencia contiene una declaración de certeza como


premisa necesaria de la decisión principal, pues tanto para pronunciar una
condena cuanto para determinar las condiciones o modalidades de una relación
jurídica, es necesario que el juez declaré la existencia, en el caso particular, de
las circunstancias que conducen a tales consecuencias. De allí que la
característica fundamental de esta clase de sentencias reside en que la actividad
del juez se agota en la declaración de certeza. En otros términos, todas las
sentencias necesariamente contienen una declaración del derecho como
antecedente lógico de la decisión principal.

Como ejemplos de sentencias declarativas podemos mencionar la sentencia


absolutoria que desestima la demanda, ya que en definitiva ella declara la
inexistencia del derecho que el actor pretende como suyo así como aquellas que
declaran la nulidad o la simulación de un acto jurídico, la falsedad de un
documento, el alcance de una cláusula contractual, la adquisición de la
propiedad por prescripción, etc.

2. Sentencias Constitutivas.- Se denominan sentencias constitutivas aquellas


que, sin limitarse a la mera declaración de un derecho y sin establecer una
condena al cumplimiento de una prestación, crean, modifican o extinguen un
estado jurídico.

Mientras las sentencias Declarativas se limitan a reconocer o hacer


explicita una situación jurídica existente con anterioridad, las Constitutivas
establecen un estado jurídico nuevo (inexistente con anterioridad al
pronunciamiento de la sentencia).

Otros autores, entienden que únicamente puede hablarse de Sentencia


Constitutiva cuando el ordenamiento jurídico condicione la existencia legal de
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una situación determinada a su previa declaración por un órgano judicial, pues


en tales casos –como señala Couture– “los interesados no podrán lograr por acto
privado, ni aun de absoluto acuerdo, los efectos jurídicos deseados”. En este orden
de ideas, la distinción entre las sentencias constitutivas y declarativas no
debe basarse en un plano esencial, sino que debe remitirse a lo que en cada
caso haya dispuesto el legislador. Es decir, que cabrá hablar de Sentencia
Constitutiva siempre que la ley condicione insustituiblemente a una
declaración judicial la eliminación de una incertidumbre respecto de la
existencia, validez, etc. de una relación o estado jurídico.

3. Sentencia de Condena.- Son sentencias de condena aquellas que imponen el


cumplimiento de una prestación (de dar, entregar, hacer o no hacer) Eduardo
Couture, refiere que son sentencias de condena todas aquellas que imponen el
cumplimiento de una prestación, ya sea en sentido positivo (dar hacer), ya sea en
sentido negativo (no hacer, abstenerse).

La condena consiste, normalmente, en imponer al obligado el cumplimiento


de la prestación, en conminarle a que se abstenga de realizar los actos que se le
prohíben, o en deshacer lo que haya realizado

Es el tipo de sentencia más frecuente, y en ella fijaron primordialmente su


atención quienes, en el siglo pasado, al concebir a la acción como un elemento o
función del derecho subjetivo, consideraban que aquella no existía si no mediaba
la efectiva lesión a un derecho.

Además de declarar la existencia del derecho a una prestación y el


incumplimiento de ésta por parte del obligado, las sentencias de condena aplican
la sanción que la ley imputa a este incumplimiento y crean, por ello, a favor del
titular del derecho, la acción tendiente a obtener su ejecución coactiva. “No
siempre –dice Calamandrei– la obligación de prestación que la sentencia de
condena impone al demandado se cumple voluntariamente, por solo obsequio al
mandato contenido en la condena, por el obligado; y en todos aquellos casos en
que la sentencia de condena no tiene la virtud de inducir al condenado a la
ejecución voluntaria, la fase de cognición asegura al vencedor, en lugar de la
satisfacción inmediata y final de su derecho, solamente un medio para pasar a
una fase procesal ulterior, en la que se sustituya a la ejecución voluntaria, por obra
del Estado, la ejecución coactiva”.

Finalmente, en lo que respecta a la ejecución de sentencia, de las tres


categorías de sentencia citadas precedentemente, sólo la sentencia de condena
puede ser objeto de ejecución forzada en caso de incumplimiento.
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TEMA Nº 9
RECURSOS
Sumario

I. Concepto.
II. Clases de recurso.- Ordinarios y Extraordinarios.
III. Recurso Ordinario.- 1. Recurso de Reposición o de Reconsideración.- 2.
Recurso de Aclaración o de aclaratoria de sentencia.- 3. Recurso de
Apelación.- a) Definición.- b) Elementos.- objeto.- sujetos.- efectos.
IV. Recurso Extraordinario.- 1. Error in-procedendo y error in-judicando.- 2.
Recurso de Casación en la forma y en el fondo.
V. Otros medios de impugnación.- 1. Revocación–Mutación.- 2. Recusación.- 3.
Compulsa.- 4. Recurso de queja

I. CONCEPTO.- De manera general recurso es todo medio del que una persona se
vale para obtener alguna cosa.

Recurso quiere decir literalmente regreso al punto de partida. Es un re-


correr, correr de nuevo, el camino ya hecho. Jurídicamente, la palabra denota
tanto el recorrido que se hace nuevamente mediante otra instancia, como el
medio de impugnación en virtud del cual se re-corre el proceso.

De acuerdo al tratadista E. Couture: los recursos son genéricamente


hablando medios de impugnación de los actos procesales. Realizado el acto, la
parte agraviada por él tiene, dentro de los límites que la ley le confiere, poderes de
impugnación destinados a promover la revisión del acto y su eventual
modificación.

II. CLASES DE RECURSOS.- Según la doctrina dominante los recursos son de


dos clases: Ordinarios y Extraordinarios

III. RECURSO ORDINARIO.- Es definido por el tratadista Ramiro Podetti, como


aquel que se concede ante el mismo juez o ante el tribunal de apelación para
reparar omisiones, errores o vicios de procedimiento o de juicio ya que
constituyen trámites comunes o medios de impugnación normales en contra de
las decisiones judiciales. Señala como recursos de esta clase los de aclaratoria,
revocatoria, apelación, nulidad y el de queja.

En doctrina los principales recursos ordinarios son los siguientes:

1. Recurso de Reposición o de Reconsideración.- Para Vicente y


Caravantes, es el que interpone el litigante que se considera perjudicado por una
providencia interlocutoria para ante el mismo juez que la dicto, a fin de que
dejándola sin efecto, o reponiéndola por contrario imperio, quede el pleito en el
mismo estado que tenía antes.
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Si el juez, en lugar de señalar audiencia preliminar dentro de un proceso


ordinario señala directamente audiencia complementaria para dictar sentencia,
incurre en defecto o vicio de nulidad que afecta al Derecho-Garantía del Debido
Proceso, previsto por el 105-II del N.C.P.C. Corresponde entonces advertir al
propio juez que incurrió en el error, solicitando la reposición del acto equivocado,
si el juez advierte su error y repone el acto, la nulidad queda reparada y no es
menester acudir a otros medios de impugnación.

En nuestro ordenamiento jurídico, conforme prescribe el Art. 253 del


Código Procesal Civil (Art. 215 C.P.C. abrogado) el recurso de reposición
procederá contra las providencias y los autos interlocutorios con el fin de que el
juez o tribunal que los hubiere dictado, advertido de su error, pudiere
modificarlos o dejarlos sin efecto.

Este recurso, de acuerdo al Art. 254 del Código Procesal Civil (Art. 216 del
C.P.C. abrogado) debe interponerse y fundamentar por escrito dentro de los 3
días siguientes al de la notificación con la providencia o auto, pero cuando éstos
se dictaren en audiencia deberá interponer verbalmente en el mismo acto.

Si de la providencia o auto la ley autorizaré apelación, en el mismo escrito


o audiencia se podrá interponer alternativamente el recurso de alzada para el
caso de que el juez no modificarse o no dejare sin efecto la resolución.

2. Recurso de Aclaración o de aclaratoria de sentencia.- Es el que se


interpone ante el juez que haya dictado la sentencia para pedirle que corrija
cualquier error material contenido en la misma, esclarezca algún concepto
oscuro, sin alterar lo sustancial de la decisión, o supla cualquier omisión en que
hubiese incurrido sobre alguna de las pretensiones deducidas y discutidas en el
litigio.

En ese mismo sentido se encuentra regulado por el Art. 226. III. del Código
Procesal Civil y por el Art. 125 del Código de Pdto. Penal.

3. Recurso de Apelación.- En términos generales se dice que es el que se


interpone ante el juez superior para impugnar la resolución del inferior. En la
legislación habitual se da contra sentencias definitivas, las sentencias
interlocutorias y las providencias simples que causen un gravamen (agravio,
ofensa). Llámase también recurso de alzada

a) Definición.- Según Couture, la apelación o alzada es el recurso concedido a


un litigante que ha sufrido agravio por la sentencia del juez inferior, para
reclamar de ella y obtener su revocación por el juez superior.

b) Elementos.- Se distinguen en esa definición tres elementos. Por un lado el


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objeto mismo de la apelación, o sea el agravio y su necesidad de reparación por


acto del superior. El acto provocatorio del apelante no supone, como se verá, que
la sentencia sea verdaderamente injusta: basta con que él la considere tal, para
que el recurso sea otorgado y surja la segunda instancia. El objeto es, en
consecuencia, la operación de revisión a cargo del superior, sobre la justicia o
injusticia de la sentencia apelada.

Por otro, los sujetos de la apelación. Este punto tiene por objeto
determinar quienes pueden deducir recursos y quienes no pueden deducirlos; en
términos técnicos quienes tienen legitimación procesal en la apelación. El recurso
interpuesto por quien carece de legitimación no surte efectos, ya que como
acababa de verse, la apelación solo funciona a propuesta de la parte legítima.

En último término los efectos de la apelación. Interpuesto el recurso se


produce la inmediata sumisión del asunto al juez superior. Pero en la previsión
natural de que la nueva sentencia pudiere ser revocatoria de la anterior,
normalmente se suspenden los efectos de la sentencia recurrida.

En nuestra legislación, conforme al Art. 259 del Código Procesal Civil, tres
son los efectos que produce la apelación, suspensivo, devolutivo y diferido. El
primero suspende la competencia del juez impidiendo la ejecución de la sentencia
o auto definitivo; el segundo le permite continuar la tramitación del proceso sin
perjuicio del recurso; y el tercero permite que sin perjuicio del cumplimiento de la
resolución apelada, se reserve la concesión de la alzada hasta el estado de una
eventual apelación de la sentencia.

Según prescribe el Art. 260 del citado Código las apelaciones suspensiva,
devolutiva y diferida, proceden en los siguientes casos:

I. La apelación tendrá efecto suspensivo sólo en proceso ordinario cuando


se trate de sentencias o autos que pongan fin al litigio, o hagan imposible su
continuación.

II. En los demás casos, la apelación no tendrá efecto suspensivo y deberá


ser concedida devolutivamente.

III. El anuncio y posterior interposición de la apelación en efecto diferido


procederá contra las siguientes resoluciones en primera instancia:

1. Autos interlocutorios que resolvieren cuestiones previas, excepto las


mencionadas en el Artículo 367, Parágrafo I. Numeral

2. Autos interlocutorios que resolvieren incidentes.

3. Resoluciones sobre proposición, producción, denegación y


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diligenciamiento de la prueba.

4. Resoluciones que no cortaren el procedimiento ulterior, salvo que el


presente Código disponga lo contrario.

IV. RECURSO EXTRAORDINARIO.

1. Definición.- El recurso extraordinario es definido por Ramiro Podetti como el


que se concede ante el tribunal superior, con carácter excepcional y restrictivo,
generalmente con el fin de asegurar la uniforme aplicación de la Constitución o
de la ley. Señala como recursos de esta clase el de inconstitucionalidad, el de
casación y el de revisión.

A los efectos de la materia, por su importancia y pertinencia, a


continuación nos referiremos al recurso de Casación.

2. Recurso de Casación.- El recurso de casación es un medio de impugnación


extraordinario dado a la parte perjudicada por error “in-procedendo” o por error
“in-judicando” y procede solo contra una sentencia o auto definitivo en los casos
expresamente señalados por la ley. En función a esos errores, este recurso puede
ser de casación en la forma y de casación en el fondo respectivamente; de
manera que son dos recursos distintos.

2.1. Error in-procedendo y error in-judicando.- El juez en el desempeño de sus


labores puede incurrir en error en dos aspectos que afectan al debido proceso.

Uno de ellos consiste en la desviación a apartamiento de los medios


señalados por el derecho procesal para la dirección del juicio. Por error de las
partes o por error propio, puede con ese apartamiento disminuir las garantías del
principio contradictorio y privar a las partes de una defensa plena de su derecho.
Este error compromete la forma de los actos, su estructura externa, su modo
natural de realizarse, se le llama tradicionalmente “error in procedendo”

El segundo error o desviación no afecta a los medios de hacer el proceso,


sino a su contenido. No se trata ya de la forma sino del fondo del derecho
sustancial que está en juego en él. Este error consiste normalmente en aplicar
una ley inaplicable, en aplicar mal la ley aplicable o en no aplicar la ley aplicable.
Puede consistir, asimismo, en una impropia utilización de los principios lógicos o
empíricos del fallo. La consecuencia de este error no afecta a la validez formal del
proceso ni de la sentencia, la que desde ese punto de vista puede ser perfecta,
sino a su propia justicia. Se llama también tradicionalmente error “in
judicando”.

2.2. Recurso de Casación en la forma y en el fondo.- El recurso de casación


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en la forma, procede por inobservancia y errónea aplicación de la ley adjetiva o


de procedimiento y si es acogido, da lugar a la nulidad de obrados, razón por la
cual también en conocido como recurso de nulidad.

En cambio el recurso de casación en el fondo, procede por infracción o


violación de la ley sustantiva y en caso de ser acogido el tribunal de casación
dicta nueva sentencia sobre el fondo de la litis.

En ese mismo sentido, dichos recursos, se encuentran establecidos y


regulados por los Arts. 250 al 276 del Código de Pdto. Civil.

III. OTROS MEDIOS DE IMPUGNACIÓN.- Entre estos podemos señalar los


siguientes:
a) La Revocación–mutación
b) La Recusación
c) La Compulsa
d) El Recurso de Queja

a) Revocación–Mutación.- Este medio permite a las partes impugnar en


cualquier estado del proceso hasta antes de la sentencia toda providencia o auto
que no prejuzgare lo principal del litigio, ni cortare otro procedimiento ulterior
suspendiendo la competencia del juez o tribunal, por causas y razones justas a
objeto de que el juez o tribunal las mute o revoque. (Art. 227 NCPC).

b) Recusación.- Es la facultad acordada a los litigantes para provocar la


separación del juez o de ciertos funcionarios auxiliares en el conocimiento de un
asunto de su competencia, cuando media motivo de impedimento o sospecha
determinada en la ley reconocido por el mismo juez o por el recusado, es decir, es
el acto procesal mediante el cual el litigante provoca el alejamiento del juez del
conocimiento de un asunto en razón de mediar causa de impedimento; en ese
sentido la recusación es el medio judicial para efectivizar el principio–garantía de
imparcialidad.

Manuel Osorio dice: es la facultad que la ley concede a las partes en un


juicio civil penal o laboral para reclamar que un juez, o uno o varios miembros de
un tribunal colegido, se aparte del conocimiento de un determinado asunto, por
considerar que tienen intereses en el mismo o que lo han prejuzgado. En ciertos
casos, la recusación puede hacerse sin expresar causa; pero lo corriente es que
se haga alegando que el recusado se encuentra comprendido en alguna de las
causas que taxativamente enumeran los códigos procesales. Si el motivo de
recusación no se acepta por el recusado, quien la haya promovido estará obligado
a probarlo

La recusación puede igualmente recaer sobre secretarios, fiscales, peritos


testigos y jurados en los países que admiten esa forma de juicio. Las causas de
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 94

recusación habituales son: el parentesco, tener amistad íntima o enemistad


manifestada con el recusado, mantener relaciones económicas y laborales con él,
tener interés en la causa, haber litigado o estar litigando con el recusante, haber
intervenido en el litigio con algún carácter, haber presentado denuncia o
sostenido acusación contra quién sea objeto de la recusación.

En nuestro ordenamiento jurídico el Art. 347 del Código Procesal Civil


establece las causas específicas de recusación y al tenor del Art. 348 del mismo
Código el juez o magistrado comprendido en cualquiera de esas causas de
recusación deberá excusarse de oficio en su primera actuación. Es más,
conforme al Art. 351 de mencionado texto legal: Si el juez o magistrado no se
excusare sin embargo de hallarse comprendido en alguna de las causas del Art.
347, procederá su recusación.

c) Compulsa.- Compulsar significa examinar dos o más documentos,


cotejándolos entre sí.

Este medio de impugnación procede contra las resoluciones que niegan


indebidamente la concesión del recurso de apelación, o cuando conceden la
apelación sólo en el efecto devolutivo, debiendo ser en el suspensivo y también
cuando niegan indebidamente la concesión del recurso de casación.

La compulsa se encuentra recogido y regulado por los Arts. 279 al 283 del
Código Procesal Civil.

d) Recurso de queja.- Es definido generalmente como el que se interpone ante el


tribunal superior cuando el inferior incurre en denegación o retardo de justicia.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 95

TEMA Nº 10 COSA JUZGADA

Sumario

I. Concepto.
II. Definición.- 1. La cosa juzgada como autoridad.- 2. La cosa juzgada como
eficacia.- inimpugnabilidad, inmutabilidad y coercibilidad.
III. Cosa juzgada y proceso.
IV. Clases: Cosa juzgada formal y cosa juzgada sustancial.- 1. Cosa Juzgada
Formal (fundamentos de la distinción).- 2. Cosa Juzgada Sustancial o
Material (alcance de la distinción).
V. Inmutabilidad de la cosa juzgada.
VI. Límites de la cosa juzgada.- 1. límites subjetivos de la cosa juzgada.- a)
personas alcanzadas por la cosa juzgada.- b) la cosa juzgada con relación a
las partes.- 2. límites objetivos de la cosa juzgada.- a) Objeto de la decisión.-
b) Cosa juzgada y fundamentos del fallo.

I. CONCEPTO.- La cosa juzgada es un concepto jurídico cuyo contenido difiere


del simple enunciado de sus dos términos.

A estar a la acepción literal de los vocablos, parecería que cosa significa


objeto, o como dice el Código Civil argentino, denominación genérica dada a todo
aquello que tiene una medida de valor y que puede ser objeto del derecho de
propiedad. Juzgada, a su vez como participio del verbo juzgar, califica a lo que
ha sido materia de un juicio.

En sus términos literales, la cosa juzgada podría definirse, entonces, como


un objeto que ha sido motivo de juicio. La proposición “este vaso es de plata” es
en esta primera acepción, una cosa juzgada. La cosa objeto material, aparece
unida al atributo, de ser de plata.

En una segunda acepción, se advierte que la idea de cosa se ensancha y


desborda el simple objeto material. Cosa también es, en nuestro idioma, todo lo
que tiene existencia corporal o espiritual, real, abstracta o imaginaría. En este
segundo sentido, también un hombre puede ser una cosa. Así cuando decimos
“Sócrates es un hombre”, el objeto se ha transformado y sin ser susceptible del
derecho de propiedad, constituye a su vez una cosa sobre la que se vierte un
juicio.

También el vocablo Juzgado o su femenino Juzgada, tiene una segunda


acepción. No se refiere ya, genéricamente, a lo que ha sido objeto de una
operación lógica destinada a relacionar dos conceptos. Abarca, también, el juicio
jurídico. Cuando decimos “este vaso es de Sócrates”, el juicio se hace jurídico, si
lo que se está disputando es la propiedad del vaso.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 96

En esta segunda acepción de los vocablos, es también cosa juzgada la


proposición “Sócrates es inocente”.

Pero, como decíamos en un comienzo el concepto jurídico de cosa juzgada


es algo más que la suma de sus dos términos. En esta tercera acepción, la cosa
juzgada es una forma de autoridad y una medida de eficacia. En idioma alemán
el concepto se expresa Rect. Y Kraft, derecho y fuerza, fuerza legal, fuerza dada
por ley; en idioma castellano, como en todos los idiomas latinos, cosa juzgada es
res judicata, lo que está decidido, lo que ha sido materia de decisión judicial. En
ingles no existen los vocablos y se usa la expresión latina.

En ninguno de esos idiomas los vocablos expresan plenamente el concepto.


Este debe ser extraído por el jurista, del conjunto de normas positivas. Tal
concepto varía en el tiempo y en el espacio. La idea romana clásica no coincide
con la idea romana de nuestros días; la cosa juzgada del derecho ingles no
coincide con el derecho francés.

II. DEFINICION.- Tratando, pues, de definir el concepto jurídico de cosa juzgada,


luego de tantas advertencias preliminares, podemos decir que es autoridad y
eficacia de una sentencia judicial cuando no existe contra ella medios de
impugnación que permitan modificarla.

1. La cosa juzgada como autoridad.- La definición propuesta subrayada que la


cosa juzgada es una forma de autoridad.

Como tal, es una calidad, una inherencia. En el lenguaje común se repite


diariamente el concepto “autoridad de cosa juzgada” para referirse a los efectos
de ella. Pero cuando bien se observa, se advierte que no es posible confundir la
autoridad con el efecto: el poder de mando con la orden impartida por el que
manda.

Autoridad de la cosa juzgada es, pues, calidad, atributo propio del fallo
que emana de un órgano jurisdiccional cuando ha adquirido carácter definitivo.

2. La cosa juzgada como eficacia.- Además de la autoridad, el concepto de


cosa juzgada se complementa con una medida de eficacia.

Esa medida se resume en tres posibilidades que serán analizadas en esta


lección: la inimpugnabilidad la inmutabilidad y la coercibilidad.

La cosa juzgada es inimpugnable, en cuanto a la ley impide todo ataque


ulterior tendiente a obtener la revisión de la misma materia: non bis in eadem. Si
ese proceso se promoviera, puede ser detenido en su comienzo con la invocación
de la propia cosa juzgada esgrimida como excepción.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 97

La inmutabilidad o inmodificabilidad de la sentencia consiste en que, en


ningún caso, de oficio o a petición de parte, otra autoridad podrá alterar los
términos de una sentencia pasada en cosa juzgada.

La coercibilidad consiste en la eventualidad de ejecución forzada. La


coerción es una consecuencia de las sentencias de condena pasadas en cosa
juzgada. Pero esa consecuencia no significa que toda sentencia de condena se
ejecute, sino que toda sentencia de condena es susceptible de ejecución si el
acreedor la pide.

III. COSA JUZGADA Y PROCESO.- La cosa juzgada es el fin del proceso. Este
apunta hacia la cosa juzgada como hacia su fin natural. La idea de proceso es
necesariamente teleológica. Si no culmina en cosa juzgada, el proceso es sólo
procedimiento.

Los fines del proceso no se logran por éste, en sí mismo, que es sólo un
medio, sino por la cosa juzgada.

Entre proceso y cosa juzgada existe la misma relación que entre medio y
fin; entre el destino final del derecho, de obtener la justicia, la paz, la seguridad
en la convivencia, y el instrumento idóneo para obtenerlos.

Sin el proceso no hay cosa juzgada; pero sin cosa juzgada no hay proceso
llegado a su fin.

IV. CLASES: COSA JUZGADA FORMAL Y COSA JUZGADA SUSTANCIAL.

1. Cosa Juzgada Formal (Fundamentos de la distinción) La distinción entre


cosa juzgada formal y sustancia o material, constituye el paso previo al estudio
de los límites de cosa juzgada.

Cuando se enfrenta la necesidad de determinar en qué sentido la cosa


juzgada obliga a las partes y a los terceros y hasta donde ejerce su poder
vinculatorio, se hace necesario distinguir dos situaciones.

Por un lado se ofrece al intérprete la situación de que determinadas


decisiones judiciales tienen, aun agotada la vía de los recursos, una eficacia
meramente transitoria. Se cumplen y son obligatorias tan solo con relación al
proceso en que se han dictado y al estado de cosas que se tuvo en cuenta en el
momento de decidir; pero no obstan a que, en un procedimiento posterior,
mudando el estado de cosas que se tuvo presente al decidir, la cosa juzgada
pueda modificarse.

A esta forma particular se le llama, en doctrina cosa juzgada formal.


Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 98

2. Cosa Juzgada Sustancial o Material (Alcance de la distinción) Existe, en


cambio, cosa juzgada sustancial, cuando a la condición de inimpúgnable en el
mismo proceso, se une la inimpugnabilidad de la sentencia aun en otro juicio
posterior.

En cierto modo, la cosa juzgada formal es un presupuesto de la cosa


juzgada sustancial, ya que constituye un antecedente necesario sin el cual no es
posible llegar a ésta.

Puede existir cosa juzgada sin cosa juzgada sustancial, pero no puede
existir, en cambio, cosa juzgada sustancial sin cosa juzgada formal, porque a
ésta no se llega sin la preclusión de todos los medios de revisión.

La afirmación ya anticipada de que la cosa juzgada es la suma de


preclusión se refiere especialmente a esta circunstancia. La plena eficacia de la
cosa juzgada sólo se obtiene cuando se ha operado la extinción de todas las
posibilidades procesales de revisión de la sentencia; tanto en el juicio en que fue
dictada como en cualquier otro juicio posterior.

V. INMUTABILIDAD DE LA COSA JUZGADA.- La distinción entre cosa juzgada


formal y cosa juzgada sustancial o material no constituye sino un modo de
aclarar situaciones diversas, a las que no siempre la doctrina ha prestado justa
consideración.

Durante largo tiempo se habló de “cierta especie de autoridad de cosa


juzgada” para referirse a situaciones en las cuales, en forma anómala, la llamada
cosa juzgada perdía uno de sus atributos fundamentales: la inmutabilidad.

Hoy puede determinarse con relativa precisión que, cuando una sentencia
no puede ser ya objeto de recurso alguno, pero admite la posibilidad de
modificación en un procedimiento posterior, se está en presencia de una
situación de cosa juzgada formal.

Y cuando a la condición de inimpugnable mediante el recurso, se agrega la


condición de inmodificable, en cualquier otro procedimiento posterior, se dice
que existe cosa juzgada sustancial, ya que entonces ninguna autoridad podrá
modificar, definitivamente, lo resuelto.

VI. LÍMITES DE LA COSA JUZGADA.- La sentencia pasada en cosa juzgada


tiene, como se ha visto, sus atributos de irrevisabilidad y de inmutabilidad. ¿Pero
quiénes no pueden pedir revisión de la sentencia? ¿Y qué parte de la sentencia es
la que no se puede mudar?

Estas preguntas constituyen el tema de los límites de la cosa juzgada.


Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 99

El primero de los aspectos es el relativo a saber quiénes no pueden volver


a discutir la sentencia. Se procura en él establecer a que sujetos de derecho les
está prohibido renovar el debate, y por consiguiente a que otros, por ser ajenos al
proceso anterior, les sería eventualmente posible volver sobre él. Determinadas
las personas a quienes la cosa juzgada alcanza para impedirles toda nueva
actividad sobre lo mismo, queda fijada, implícitamente, la eficacia de la cosa
juzgada en sentido subjetivo.

El segundo de los aspectos enunciados, el relativo a la inmutabilidad de la


sentencia abarca un problema de otra naturaleza. Admitido que la sentencia
paso en autoridad de cosa juzgada para determinados sujetos, se hace necesario
todavía establecer que parte de la sentencia es inmutable: si lo son todas sus
partes, esto es, lo enunciativo o fundamentos y lo dispositivo o fallo propiamente
dicho. Es necesario, asimismo, establecer lo que ha sido, exactamente, objeto del
juicio y que ha sido materia de decisión.

En ese sentido los límites de la cosa juzgada son dos: subjetivos y objetivos

1. Límites subjetivos de la cosa juzgada.

a) Personas alcanzadas por la cosa juzgada.- El problema de los límites


subjetivos de la cosa juzgada consiste en determinar los sujetos de derecho a
quienes el fallo perjudica o beneficia.

El punto de partida en esta materia es el de que por principio, la cosa


juzgada, alcanza tan solo a los que han litigado; quienes no han sido partes en el
juicio anterior no son afectados por ella, y pueden proclamarse ajenos a esta
aduciendo que res inter alios judicata alliis neque prodesse neque nocere potest.
La doctrina francesa ha sido siempre que esta regla es la misma que rige para las
convenciones.

b) La cosa juzgada con relación a las partes.- La aplicación de la regla de que


la cosa juzgada alcanza a quienes han sido partes en el juicio, impone la
conclusión de que sus efectos se consideran indistintamente según que el actor
del primer juicio actúe como demandado en el segundo y viceversa; el cambio de
posición no altera el efecto de la cosa juzgada.

Esos efectos referidos principalmente a los litigantes, se extienden


naturalmente a sus herederos. No parece que debe acudirse para explicar este
fenómeno al argumento de la representación, habitual en la doctrina francesa del
siglo pasado. La cosa juzgada dada contra el padre no puede obligar al hijo o al
nieto o al bisnieto porque aquel haya actuado en juicio en representación de
éstos, que pudieron no estar siquiera concebidos en el tiempo del proceso. La
cosa juzgada obliga al heredero por virtud del principio de sucesión.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 100

No hay identidad si se actúa como mandatario en un juicio y por derecho


propio en otro; como heredero beneficiario en un juicio y como acreedor
hipotecario en otro; etc.

2. Límites objetivos de la cosa juzgada.

a) Objeto de la decisión.- Se habla de límites objetivos de la cosa juzgada para


referirse al objeto mismo del litigio y de la decisión. El precepto clásico en
este sentido era el de que la cosa juzgada cubre todo cuanto se ha disputado.

Pero de objeto de la decisión puede hablarse en dos sentidos.

Por un lado puede hablarse de lo que ha sido materia de decisión en un


sentido rigurosamente procesal; es decir, lo que ha sido decidido. Así por
ejemplo, puede serlo tan sólo la parte dispositiva del fallo, o en un sentido más
amplio puede serlo todo el conjunto de la sentencia, como una unidad jurídica
comprendiendo sus fundamentos o considerandos.

Pero de objeto de decisión puede hablarse también en un sentido


sustancial, para referirse a lo que ha sido verdaderamente materia de litigio,
a la res in judicium deductae: el objeto y la causa. De estos dos aspectos es
menester ocuparse para fijar los límites de eficacia de la cosa juzgada.

b) Cosa juzgada y fundamentos del fallo.- El problema de saber qué es lo que


pasa en autoridad de cosa juzgada, si solamente lo dispositivo de la sentencia, o
juntamente con éste los motivos o fundamentos en que se apoya la decisión, es
un problema que tuvo solución durante el siglo XIX y sobre el cual se han
producido importantes variaciones posteriores.

Según la conocida enseñanza de Savigny, la sentencia es un todo único e


inseparable; entre los fundamentos y lo dispositivo media una relación tan
estrecha que unos y otro no pueden ser nunca desmembrados si no se desea
desnaturalizar la unidad lógica y jurídica de la decisión. Esta fue la idea
dominante durante el siglo pasado, que sólo varía a fines de él en Alemania bajo
el influjo de la disposición del 32 de la Z. P. O.

Este movimiento tuvo manifestaciones análogas en los países de cultura


jurídica latina, aun sin apoyo de un texto expreso de ley. Tanto la doctrina como
la jurisprudencia sostienen hasta hoy, que solo lo dispositivo de la sentencia es
lo que constituye objeto de la decisión. En resumen puede afirmarse que, en
principio, las premisas o considerandos del fallo no hacen cosa juzgada. Pero por
excepción adquieren esa autoridad cuando lo dispositivo se remite a ellos en
forma expresa o cuando constituyen un antecedente lógico absolutamente
inseparable (cuestión perjudicial) de lo dispositivo.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 101

TEMA 11 INTERVENCION DE TERCEROS

Sumario

I. Introducción.
II. Terceros.- Concepto.
III. Clases de Terceros.- 1. Terceros en el proceso.- 2. Terceristas.
IV. Tercería. .
V. Clases de Tercerías.- 1. Excluyente o de Dominio Excluyente.- 2. De mejor
derecho o Derecho Preferente.- Coadyuvante.

I. INTRODUCCIÓN.- Como bien se dijo anteriormente, en los procesos que se


sustancian ante la jurisdicción contenciosa, la controversia o debate motivo de
litigio se suscita entre dos partes, el demandante y el demandado, que a su turno
asumen posiciones contrapuestas, es decir entre un primer sujeto denominado
demandante y un segundo llamado demandado; sin embargo, cuando el proceso
comprende y afecta derechos o intereses de otras personas, estas pueden
intervenir en el mismo en calidad de terceros, de modo que terceros son todas
aquellas personas, ajenas a la parte demandante y parte demandada, que
intervienen en el proceso cuando este comprende o afecta sus intereses o cuando
son llamados a comparecer por disposición de la ley.

II. CONCEPTO GENERAL DE TERCERO.- Tercero es quien media entre otros


para avenirlos o concertarlos. Persona que no es ninguna de las dos o más que
intervienen en trato o negocio de cualquier clase.

III. CLASES DE TERCEROS.- De acuerdo a la doctrina, podemos distinguir dos


clases de terceros: los denominados Terceros en el Proceso y los llamados
terceros opositores.

Empero de acuerdo a nuestra legislación, conforme prescribe el Art. 51 del


Código Procesal Civil, la forma de intervención del tercero es de dos clases: a)
Voluntaria, sea principal o accesoria y b) Forzosa.

1. TERCEROS EN EL PROCESO.- De acuerdo al Diccionario Jurídico de Manuel


Osorio, son cada uno de los que tienen derecho para mostrarse parte en un juicio
pendiente, cualquiera sea la etapa o instancia en que este se encuentre, siempre
que acrediten sumariamente que la sentencia que recaiga en el juicio pudiere
afectar su interés propio o, que según las normas del derecho sustancial,
hubieren estado legitimados para demandar o ser demandados en el juicio, sin
que en ningún caso la intervención del tercero pueda retrogradar el juicio ni
suspender su curso.

La intervención es obligada cuando el actor de la demanda, o el


Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 102

demandado, al oponer excepciones previas, o al contestar la demanda, soliciten la


citación de aquél a cuyo respecto consideren que la controversia es común.

La sentencia dictada después de la intervención del tercero, o de su


citación, lo afectará como a los litigantes principales.

En nuestra legislación, la intervención de los terceros en el proceso se


encuentra establecida en las siguientes disposiciones legales: Arts. 627 y 1499
del Código Civil y Arts. 50, 58, 59, 60 y 61 del Código Procesal Civil (Ley Nº 439).

2. TERCER OPOSITOR.- Es el que en un juicio ya trabado formula oposición, ya


para coadyuvar con una de las partes, ya para reclamar su propio interés,
reciben la denominación de terceristas

a) TERCERISTA.- Es el que plantea una tercería judicial.

b) TERCERÍA.- Es la acción que compete a quien no es parte en un litigio, para


defender sus derechos frente a quienes están dirimiendo los suyos. La tercería
puede oponerse a ambos litigantes o sólo a uno de ellos.

3. CLASES DE TERCERÍA.- La tercería puede ser: de dominio o dominio


excluyente, de mejor derecho o derecho preferente y coadyuvante.

a) TERCERIA DE DOMINIO EXCLUYENTE.- Es aquella en que el tercerista alega


ser dueño de los bienes que son objeto del proceso en que la tercería se presenta.

b) TERCERIA DE MEJOR DERECHO O DERECHO PREFERENTE.- Es aquella


en que el tercerista no alega ser propietario de los bienes en litigio, sino tener
sobre ellos un derecho preferente al que pretenden los litigantes.

c) TERCERIA COADYUVANTE.- Eduardo Couture dice que la tercería es


coadyuvante cuando la pretensión del tercerista coincide con la de uno de los
litigantes del juicio principal; y que es excluyente cuando se opone a las
pretensiones de ambos.

4. LEGISLACIÓN NACIONAL.- En nuestro ordenamiento jurídico, según los Arts.


52, 53, 54 y 55 del Código Procesal Civil, las tercerías pueden ser de dominio
excluyente, derecho preferente y coadyuvante y, como tales, se encuentran
reguladas por la Sección II, Capítulo Cuarto, Título III. del Libro Primero del
Código Procesal Civil (Arts. 52-57)
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 103

TEMA Nº 12 PROCESO DE EJECUCIÓN

Sumario

I. Antecedentes históricos.- 1. En el derecho romano.- 2. En el primitivo


derecho germánico.- 3. De la fusión entre los sistemas de ejecución romano
y germánico.- 4. En Francia.- e) La influencia francesa
II. Concepto del proceso de ejecución.
III. Clases: Proceso de Ejecución de Sentencia y Proceso Ejecutivo.
IV. El proceso de ejecución en la legislación comparada.- 1. El code de
procédure.- 2. Legislaciones italiana y alemana.- 3. La ley de enjuiciamiento
civil española de 1855.
V. Sentencias ejecutables.- 1. Sentencias de condena y sentencias declarativas
y determinativas.- 2. Falta de potestad de árbitros para ordenar el
cumplimiento del laudo.- 3. Ejecución de la transacción y la conciliación
VI. Presupuestos de la ejecución.- 1. Primer presupuesto, sentencia consentida
o ejecutoriada.- 2. Segundo presupuesto de la ejecución vencimiento del
plazo fijado por la sentencia.- 3. Petición de parte.- 4. Juez competente

I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
1. En el derecho romano, la ejecución forzada presenta caracteres distintos según
el período histórico que se considere.
Durante el período de las legis actiones, la ejecución acusa un carácter
marcadamente penal o policiaco, y se dirige no sobre los bienes, sino contra la
persona del deudor. Transcurridos treinta días desde el pronunciamiento de la
sentencia sin que el deudor condenado pague la obligación (tempus iudicati), el
acreedor se halla facultado para llevar a aquél ante el magistrado y ejercer la
manus iniectio judicati. Mediante ésta el acreedor toma posesión de la persona del
deudor, de quien puede convertirse en patrono cuando transcurren sesenta días
sin que se presente un "vindex" con el cual discutir la legitimidad de la manus
iniectio. Una Lex Voetellia (probablemente el año 441 de Roma) suprime aquel
procedimiento, que incluso acuerda al acreedor el derecho de disponer de la vida
del deudor, aunque, mediante el pedido de la addictio, mantiene la facultad de
proceder a su detención y de retenerlo a los efectos de cobrarse la deuda. Pero
esta ley permite al deudor liberarse de la addictio con e1 juramento de tener
bienes suficientes (bowiin vii-piam jurare).

La ejecución contra la persona subsiste fue parte de la época


correspondiente al procedimiento formulario. Pero ahora, transcurrido el tempus
judicati, el acreedor debe reclamar el cumplimiento de la condena mediante el
ejercicio de la actio iudicati, que constituye una acción derivada de la sentencia
misma y tiene por objeto promover un nuevo proceso en el cual el deudor puede
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 104

acreditar la existencia de alguna causal de liberación (nulidad de la sentencia,


pago, etc.). Si no inedia oposición del deudor, el magistrado libra el decreto de
ejecución. En caso contrario, y en la hipótesis de ser aquélla infundada, se lo
condena a pagar una suma equivalente al doble de la suma inicial (condemnatio
ín dtiplum). Luego de sucesivas condenas cabe la posibilidad de proceder a 1a
ejecución personal.

Aproximadamente en el año 649 de Roma, por obra del derecho pretorio, la


ejecución adquiere carácter patrimonial. Su primera manifestación es la
bonorum venditio, que constituye un procedimiento de ejecución colectiva, de
características semejantes al proceso concursal contemporáneo. Más tarde se
atenúan los efectos de bonorum venditio, y se permite al deudor para sustraerse
que aquella trae aparejada, hacer cesión de sus bienes mediante la cesio ex lege
Iulia. Posteriormente, el procedimiento de la bonorum dictractio ya no recae
sobre la universalidad del patrimonio y autoriza la venta parcial de los bienes del
deudor hasta cubrir el monto adecuado a los acreedores.

El período perteneciente al procedimiento extraordinario marca la definitiva


desaparición de las medidas ejecutivas contra la persona del deudor, si bien el
arresto personal subsiste para cierta clase de deudas (especialmente fiscales) y,
en algunos casos, para asegurar la ejecución patrimonial. Durante este período
aparece una forma •de ejecución semejante a la actual: la pignoris capio.
Fundamentalmente, consiste en la aprehensión, por orden del magistrado, de
objetos particulares del deudor, los cuales quedan afectados a una prenda
durante un plazo de dos meses, en cuyo transcurso cabe la posibilidad de
levantarla mediante el pago de la obligación. Transcurrido ese plazo, se procede a
la venta de los bienes en pública subasta, que se realiza en forma análoga a la
actual.

2. En el primitivo derecho germánico, el incumplimiento de la sentencia es


considerado como una injuria inferida al acreedor, quien se halla autorizado para
proceder a la ejecución en forma privada con total prescindencia de la
intervención judicial. Más tarde, el edicto de Teodorico y la legislación carolingia
eliminan la ejecución directa y requieren que las medidas correspondientes sean
peticionadas al juez, quien debe acordarlas sin ninguna clase de conocimiento.
Este tiene lugar con posterioridad a la ejecución, y en el respectivo período el
deudor puede plantear ciertas defensas que se sustancian y deciden con arreglo
al régimen de la prueba legal.

3. De la fusión entre los sistemas de ejecución romano y germánico -que traduce,


como se ha visto, concepciones antagónicas acerca de la defensa de los derechos-
nace el processus executivus del derecho común, cuyos caracteres
fundamentales han sido recogidos por nuestra legislación, a través de los
antecedentes hispánicos.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 105

Por influencia romana, en este nuevo tipo de proceso ejecutivo se admite la


existencia de un periodo de conocimiento. Pero el no ha de tener -y aquí la
influencia germánica- la amplitud de la actio iudicati: se limitará, por el contrario,
a posibilitar al ejecutado el planteamiento de oposiciones fundadas en hechos
posteriores al pronunciamiento de la sentencia. No cabe oponer defensa alguna
tendiente a demostrar la inexistencia de la obligación.

Desaparece, de tal manera, la actio iudicati, que solo subsiste para el caso
de tener que hacerse valer la sentencia ante un juez de distinta jurisdicción, y se
abre camino al concepto de que dentro del oficio judicial (officium iudiciis) se halla
comprendida la facultad consistente en hacer efectivo el cumplimiento de sus
decisiones.

Es también una característica del período del derecho común. la


asimilación, a la sentencia judicial, de aquellos documentos (pie comprueban la
confesión de deuda formulada ante notario. Entonces nacen los instrumenta
guarentigiata, así llamados por la cláusula (guarentigia) en cuya virtud el notario
que extiende el instrumento ordena al deudor el oportuno pago de la obligación
reconocida en dicho instrumento. Por extensión del principio de que el
confesante debe equipararse al condenado (confessus pro iudicato est), se
acuerda a este tipo de instrumentos el mismo efecto de las sentencias con la
consiguiente posibilidad de abrir, con ellos, el proceso ejecutivo. Posteriormente,
tales efectos han de beneficiar también a las letras de cambio.

4. En Francia, a diferencia de lo que ocurre en los restantes países europeos, no


se adopta el tipo de proceso ejecutivo precedentemente descripto. Siguiendo la
tradición germánica, la ejecución del derecho francos es llevada a cabo por el
propio acreedor, con el auxilio que los sergviiis du Roí (más tarde los huissicrs),
que son los funcionarios encargados de intimar el pago al deudor y de disponer
las correspondientes medidas sobre el patrimonio de aquel. El proceso ejecutivo
se desenvuelve, pues, sin intervención judicial,y no existe en él, como en el
processus executivus del derecho común, un periodo de conocimiento que
tramita independientemente de esta y que, salvo en casos excepcionales, no la
suspende. La suspensión, en el supuesto de ser procedente, requiere el previo
depósito de la suma reclamada.
5. La influencia francesa se advierte, posteriormente, en las legislaciones de los
otros países. España, sin embargo, permanece fiel a las líneas del procesus
executivus. Así resulta, en primer lugar, de la pragmática dada por Enrique III en
el año 1396, en la cual el proceso de ejecución aparece estructurado con un
estadio de conocimiento durante cuyo transcurso el deudor puede oponer la
excepción de pago u otra "legítima excepción". La pragmática de Enrique IV
(1458) contiene una enumeración taxativa de excepciones (pago, espera,
falsedad, usura, temor y fuerza), aunque posteriormente, las necesidades de la
vida jurídica conducen a la admisión de otras, como 1as (pie tienden a afirmar la
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 106

inexistencia de presupuestos procesales, aquellas que los prácticos llaman


excepciones "útiles" (compensación, transacción, prescripción, etc.), etc. 1.a ley
de enjuiciamiento de negocios de comercio, dictada en el año 1830, retorna al
sistema de la enumeración taxativa, incluyendo en ella a muchas de las que
habían sido admitidas al margen de las específicamente previstas por la
pragmática de Enrique IV.

Constituye una característica común a todos estos ordenamientos, la de


admitir ciertas excepciones que, como las de temor, fuerza o usura, resultan
ajenas al título ejecutivo en sí mismo, y se relacionan con la obligación que este
comprueba.

II. CONCEPTO DEL PROCESO DE EJECUCIÓN.

a) El proceso, atendiendo a la finalidad de la pretensión que lo origina, puede ser


de conocimiento o de ejecución. El primero es aquél que tiene como objeto una
pretensión tendiente a lograr que el órgano judicial (o arbitral) dilucide y declare,
mediante la aplicación de las normas pertinentes a los hechos planteados y
(eventualmente) discutidos, el contenido y alcance de la situación jurídica
existente en las partes.

Tal finalidad incide en la estructura de ese proceso, que consta


fundamentalmente, de una etapa de índole informativa, durante cuyo desarrollo
las partes, según las reglas del contradictorio, procuran al juez el conocimiento
de los hechos en que fundan sus pretensiones y defensas, proporcionándole,
eventualmente, la prueba de los hechos controvertidos; y de una etapa en la
cual, sobre la base de esos elementos de juicio, el juez individualiza, con respecto
a la controversia del caso, alguna de las menciones contenidas en una norma
general.

b) Cuando la sentencia es meramente declarativa y determinativa, el interés del


vencedor queda satisfecho mediante el simple pronunciamiento de aquella. Pero
cuando se trata de una sentencia de condena que, como tal, impone el
cumplimiento de una prestación (de dar, de hacer o de no hacer), y esta no es
voluntariamente cumplida por el obligado, el ordenamiento jurídico prevé la posi-
bilidad de que se lleve a cabo una ulterior actividad judicial encaminada a
asegurar la integral satisfacción del interés del vencedor.

Tal actividad se desarrolla en el denominado proceso de ejecución, respecto


del cual el proceso de conocimiento, en la hipótesis de incumplimiento de la
sentencia por parte del vencido, no es más que un medio para que, por obra de
los órganos judiciales del Estado, se sustituya la ejecución forzada a la ejecución
voluntaria. Desde este punto de vista resulta claro que el proceso de
conocimiento y el proceso de ejecución se hallan —como observa SATTA— en un
mismo plano jurídico, pues ambos coinciden en la esencial finalidad de procurar
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 107

la plena tutela de los derechos del acreedor. Ambos representan, en otras


palabras, distintos momentos o etapas dentro de la unidad del fenómeno
jurisdiccional. De allí que CALAMANDREI, recurriendo a un parangón que reputa
"algo burdo pero muy claro", haya dicho que el proceso de conocimiento se puede
considerar como la llave indispensable para abrir la puerta de la ejecución, o
mejor, como la tarjeta de entrada sin la cual no es posible atravesar el umbral del
proceso ejecutivo.

c) Dentro de esa línea de reflexiones, el proceso de ejecución podría definirse


como aquel cuyo objeto consiste en hacer efectiva la sanción impuesta por
una sentencia de condena. Pero el proceso de ejecución también puede agotar
autónomamente el cometido de la función jurisdiccional, o sea que, en ciertos
casos, es posible llevar a cabo la ejecución forzada sin que ella haya sido
precedida por un proceso de conocimiento. Tal es el supuesto de los títulos
ejecutivos extrajudiciales, a los que la ley asigna efectos equivalentes a los
de una sentencia de condena, regulando a su respecto un procedimiento
autónomo, aunque substancialmente análogo al que rige en materia de ejecución
de sentencias.
III. CLASES.- Conforme a lo expuesto, el proceso de ejecución comprende tanto
el proceso de Ejecución de Sentencia como los procesos ejecutivos y coactivos
civiles.

IV. EL PROCESO DE EJECUCIÓN EN LA LEGISLACIÓN COMPARADA,

1. El code de procédure consagra el sistema de ejecución pura que es


característico del derecho francés consagra el sistema de ejecución pura que es
característico del derecho francés a partir de la época del derecho común.
Mantiene, pues, la estricta separación entre proceso ejecutivo, el cual está a
cargo de un huissier que actúa en nombre del acreedor, y la oposición a la
ejecución, que se sustancia ante el tribunal civil competente (art. 553) y sólo
suspende aquélla c liando el Tribunal lo dispone por motivos fundados.
2. Ese sistema, en sus líneas esenciales, inspira a las legislaciones italiana y
alemana. El código procesal italiano de 1865 reglamenta un procedimiento de
ejecución que es común a las sentencias y a les títulos convencionales, el cual es
sustanciado por un oficial público con prescindencia de la intervención judicial.
Igual que en el régimen francés, el deudor tiene el camino de la oposición, que
debe plantearse ante el tribunal competente, y que, como principio, no suspende
la ejecución. Las mismas reglas ha adoptado el código de 1940 (aits. 615, 623 y
624), aunque éste, apartándose del sistema administrativo francés, encomienda
al juez la dirección del proceso ejecutivo (art. 484). Substancialmente semejante
es el procedimiento vigente cu Alemania: el proceso ejecutivo tramita ante un
tribunal de ejecución y el deudor puede oponerse a ella mediante demanda ante
el tribunal competente.
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 108

3. La ley de enjuiciamiento civil española de 1855, tomada como modelo por la


legislación procesal Argentina, legisla por separado la ejecución de sentencias
(art. 891) y el juicio ejecutivo (art. 941 ). Según su art. 963, las únicas
excepciones admisibles en este último son: falsedad del titulo ejecutivo;
prescripción; fuerza o miedo, de los que con arreglo a la ley hacen nulo el
consentimiento; falta de personalidad cu el ejecutante; pago, o compensación de
crédito líquido, que resulte de documento que tenga fuerza ejecutiva; quita,
espera y pacto o promesa de no pedir, novación, transacción o compromiso. De
acuerdo con la tradición, pues, esta ley mantiene la existencia de un periodo de
conocimiento dentro de la ejecución, y admite excepciones ajenas al título
ejecutivo en si mismo (fuerza o miedo).

IV. SENTENCIAS EJECUTABLES

1. Hemos dicho, en su momento, que el proceso de ejecución es aquel que tiene


por objeto asegurar la eficacia de las sentencias de condena, es decir de los
pronunciamientos judiciales que imponen el cumplimiento de alguna prestación
(de dar, de hacer, o de no hacer). Pero ello significa, simplemente, que solo
respecto de esa clase de sentencias rige el procedimientos específico que hemos
de examinar en este capítulo, y no excluye, por lo tanto, la posibilidad de que
también las sentencias declarativas y determinativas se ejecuten, en sentido
amplio mediante el cumplimiento de los actos que generalmente las
complementan (v.gr, inscripción, en el Registro de las Personas, de la sentencia
de adopción).
2. En razón de que los árbitros (sean de derecho o amigables componedores) no
cuentan con imperium para ordenar el cumplimiento del laudo que emitan, la
ejecución de éste debe pedirse al juez a quien hubiera correspondido conocer del
litigio de no haberse comprometido en árbitros.
3. Finalmente, tanto la transacción como la conciliación deben ejecutarse ante el
juez que conoció del litigio compuesto mediante esos actos.

V. PRESUPUESTOS DE LA EJECUCIÓN.- Dice el articulo 409 CPN: “Consentida


o ejecutoriada la sentencia de un tribunal judicial o arbitral y vencido el plazo
fijado para su cumplimiento, se procederá a ejecutarla, a instancia de parte, de
conformidad con las reglas que se establecen en este capítulo”.
1. De acuerdo con los términos de la norma transcrita, constituye primer
presupuesto para la ejecución de una sentencia, el de que ésta se encuentre
consentida o ejecutoriada. Ocurre lo primero cuando las partes, luego de
notificadas, dejan transcurrir los plazos sin interponer recurso alguno; cuando,
pese a haberse deducido y otorgado un recurso, se lo declara desierto en virtud
de no haberse cumplido con la carga de expresar agravios o de presentar el
memorial; o cuando se opera la caducidad de la segunda instancia. Una
Derecho Procesal y Ley de Organización Judicial Docente. Angel O. Villarroel Díaz 109

sentencia se encuentra ejecutoriada también cuando ha mediado confirmación,


por el tribunal superior, de un fallo condenatorio de primera instancia, o cuando,
siendo éste absolutorio, ha sido revocado en segunda instancia.
2. Segundo presupuesto de la ejecución es que haya vencido el plazo que la
sentencia hubiese fijado para su cumplimiento. Deba tenerse en cuenta, sin
embargo, que tratándose de condenaciones de dar, la fijación de plazo no
constituye más que un beneficio que la sentencia puede conceder por la
naturaleza de la obligación. No es, por consiguiente, un derecho del vencido. De
allí que cuando el pronunciamiento no señala plazo para su cumplimiento, es
susceptible de ejecución inmediatamente después de quedar consentida o
ejecutoriada. Distinto es el caso de que la sentencia contenga condena de hacer
alguna cosa, pues el Art. 513 CPN exige que en ella el juez señale plazo para la
ejecución.
3. Finalmente, y en concordancia con el principio dispositivo que rige en materia
civil, la ejecución de la sentencia solo puede llevarse a cabo a pedido del
vencedor.
4. La legislación anterior no contenía ninguna norma que determina cuál era el
juez competente para entender en el procedimiento de ejecución de sentencia.
Sin embargo, sobre la base de que éste constituye una etapa del mismo proceso
en que se dictó la sentencia, la mayor parte de la doctrina entendió que era
competente el juez que conoció en primera instancia y que debía, incluso,
tramitar en el mismo expediente.
Igual solución admitió, en general, la jurisprudencia. El principio reconoció
alguna excepciones: tal la de que, en razón de la naturaleza de la obligación
impuesta por la sentencia, ella deba cumplirse, necesariamente, en el lugar en
donde se encuentran las cosas sobre las cuales versa: o la de las ejecuciones
seguidas por letrados, apoderados o peritos, por honorarios devengados en
causas tramitadas ante la Corte Suprema en instancia originaria, las cuales no
pueden sustanciarse ante dicho tribunal si no concurren los extremos necesarios
para que surja su competencia.
El nuevo código recoge las conclusiones de esa jurisprudencia y determina,
en el art. 501: “Será juez competente para la ejecución: 1) El que pronunció la
sentencia. 2) El de otra competencia territorial si así lo impusiera el objeto de la
ejecución total o parcialmente. 3) El que haya intervenido en el proceso principal
si mediare conexión directa entre causas sucesivas”.

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