66. Lacabellera de Berenice
El que distinguié las constelaciones del inmenso cosmos,
quien dio a conocer los ortos y ocasos de las estrellas,
como se eclipsa el Ilameante esplendor del raudo sol,
como los astros desaparecen en las estaciones sefialadas,
cémo, desterrando secretamente a la Luna a las rocas de
[Latmos,
un dulce amor la desvia de su 6rbita en el cielo:
ese mismo Conén me vio brillar clara en el umbral
del cielo a mf, la cabellera de Berenice,
que ésta, estrechando en sus delicados brazos,
w
prometio a todos los dioses, 10
en la época en que el rey, engrandecido con nuevo hime-
se dirigié a devastar el territorio de Siria, [neo,
Ilevando las dulces huellas de los combates nocturnos,
sostenidos para ganar los despojos de una virgen.
3Es odiosa Venusa las novias? ;O es que ellas se rien 15
de los placeres de los enamorados con lagrimas fingi-
‘ [das,
que derraman a mares en el umbral dela camara nupcial?
No son sinceros, que los dioses me asistan!, sus gimoteos.
Esto melo enseiié mi reina con sus muchas lamentaciones,
cuando su nuevo esposo se dirigia a cruelesbatallas. 20
jNo lloraste tt, abandonada, por el lecho vacio,
sino porla triste separacidn de tu querido hermano!
jQué angustia tan profunda consumia tu triste corazén!
jCémo entonces, soliviantada en todo tu ser,
perdiste la raz6n y los sentidos! Pero yo, al menos, 25
conocia tu fortaleza desde tu mds tierna edad.
sO has olvidado la noble acci6n, por la que ganaste un ma-
[trimonio
real? Nadie se habria atrevido a una accién tan valiente.
Y cuando despediste a tu marido, jqué palabras de tristeza
[pronunciaste!
115
Escaneado con CamScanneriCudntas veces, por Jtipiter, secaste los ojos con tus ma- 39
[nos!
3Qué dios tan poderoso te ha cambiado? ;0 es que los ena-
[morados
no pueden estar lejos dela presencia de su amor?
Entonces prometiste a todos los dioses sacrificarme por tu
dulce esposo junto ala sangre de un toro,
sivolviaa tu lado. Aquél en no mucho tiempo 35
afiadié sus conquistas de Asia al territorio de Egipto.
Por tales acciones yo, ofrecida a los dioses celestiales,
pago la promesa del pasado con la ofrenda presente.
Contra mi voluntad, reina, abandoné tu cabeza,
contra mi voluntad: lo juro por tiy tu cabeza, 40
y digno castigo reciba quien jure en vano;
pero ;quién intentarfa rivalizar con el hierro?
También fue derruido el mayor monte dela tierra,
sobre el que viaja el brillante hijo de Tia,
cuando los persas hicieron un nuevo marylajuventud 45
de oriente navegé a través del monte Atos.
3Qué haria una cabellera, cuando montes asi ceden a las
[espadas?
iQue perezca, Jupiter, toda la raza de los cdlibes
y el primero que se dedicé a buscar metales
bajo tierra y a forjar la dureza del hierro! 50
Mis otras trenzas hermanas, recién separadas de mi, llora-
[ban
mi destino, cuando aparecié el hermano del etiope
Memnén, el caballo alado dela locria Arsinoe,
golpeando elaire con trémulas plumas;
éste mearrebaté y vols por las sombras del cielo 55
yme colocé en el casto regazo de Venus.
Ella, sefiora de Cefirién, habitante griega de las riberas
del Canopo, habfa despachado allia su propio mensajero.
Y para queno sdlola corona de oro delas sienes de Ariadna
quedara fijada més brillante entre las cambiantes estrellas, 60
116
Escaneado con CamScannersino que también yo pudiera brillar
como despojo consagrado de una rubia cabeza,
la diosa me colocé como astro nuevo entre los antiguos,
cuando Ilegué a la morada de los dioses con soplo hi-
[medo;
yen contacto con las constelaciones de Virgo y el fiero Leo 65
y cerca de Calisto, la hija de Licaén,
giro hacia el Ocaso, como guia del lento Boyero,
que se hunde tarde y con dificultad en el profundo
[Océano.
Pero, aunque de noche me oprimen las huellas de los dio-
y el dia, en cambio, me devuelvealablancaTetis [ses 70
(séame permitido decirlo ahora, virgen Ramnusia,
Pues no ocultaré la verdad por miedo alguno,
niaunquelas estrellas me despedazaran con hostiles palabras,
para que no revelara los secretos de mi hondo pecho,
no mealegro tanto por esta situacién como me atormenta 75
estar siempre separada de ti, separada de la cabeza de mi
[sefiora,
con quien yo, mientras fui virgen un‘dia, desconocedora
de los perfumes de las mujeres, beb{ muchas esencias
[humildes.
Ahora vosotras, a quienes la tea nupcial os unié con su de-
[seada
luz, no entreguéis vuestros cuerpos avuestros queridos 80
esposos, descubriendo vuestros desnudos senos antes de
que el tarro de esencias derrame perfumadas libaciones
{en mihonor,
el tarro de esencias de quienes cumplis la ley en casto le-
pero la quese entregé a impuro adulterio, [cho;
iay, que el polvo ligero beba sus intitiles y funestas ofrendas!: 85
yo no busco las ofrendas de mujeres indignas.
Mas bien, recién casadas, siempre la armonia,
siempre el amor diario habite en vuestros hogares.
117
Escaneado con CamScannerY ti, reina, cuando mires las estrellas y aplaques
ala diosa Venus en los dfas de fiesta,
no permitas que a mi, que soy tuya, me falten los perfu-
sino mds bien obséquiame con ricos presentes. _[mes,
jOjala las estrellas se precipiten! ;Ojal4 me convirtiera yo
en cabello real y Orién brillara cerca de Acuario!
90
67. Didlogo con. una puerta
ELPOETA
Salve, puerta agradable al dulce marido, agradableal
padre, y que Juipiter te colme de ricos bienes,
ati, que serviste bien, dicen, a Balbo en el pasado,
cuando anciano habits la casa, ‘
y serviste mal, también cuentan, a su hijo,
cuando, enterrado el viejo, aquél se cas6.
Venga, dime por qué se rumorea que has cambiado
y has abandonadola vieja lealtad de tu duefio.
LAPUERTA
«No es (con perdén de Cecilio, a quien ahora pertenezco)
culpa mia, aunque se diga que es mia, 10
ni nadie puede decir con razn que he hecho algo malo,
aunque eso lo hace la vana chismorreria dela gente,
que, cada vez que se comete alguna maldad,
me gritan todos: jpuerta, tuya es la culpa!»
ELPOETA :
Noes suficiente negarlo sélo de palabra, 15
sino hacer que la gente lo vea y se dé cuenta.
LAPUERTA :
«3Cémo? Nadie pregunta nise preocupa de averiguarlo.»
118
Escaneado con CamScannerELPOETA
Yo.
: no dudes contarmelo.
LA PUERTA
«Bueno, en primer lugar, es mentira que me confiaran,
[como dicen,
auna virgen. Su marido anterior no la llegé a tocar, 20
pues su arma, que le colgaba mis floja que una acelga pa-
nunca se le levanté hasta el centro delatunica: [sada,
se rumorea, en cambio, que el padre violé el lecho de aquel
y deshonr6 esta desgraciada casa, [hijo
ya porque su impio corazén ardiera de ciega pasion 25
o ya porque su hijo fuera impotente y estéril,
de modo que habia que buscar algo mds vigoroso
que pudiera aflojar el cinturén de una doncella.»
ELPOETA
jHablas de un padre de extraordinaria piedad,
que habria sido capaz de joder a su propio hijo! 30
LAPUERTA
«Sin embargo, se dice que no sdlo esto sabe
Brixia, situada al pie dela atalaya cicnea,
ala que bafia el dorado Mela de suave corriente,
Brixia, la querida madre de Verona,
sino que aquélla también habla de los amores de Postumi
y Cornelio, con quienes ella cometié vil adulterio.
Aqufalguien dird: “;cémo sabes tt eso, puerta,
sinunca se te permite abandonar el umbral de tu duefio
niescucharala gente, sino que ahi, sujeta al dintel,
io 35
te limitas a abrir y cerrar la casa?”. 40
Bueno, a menudo he ofdo a mi duefia hablar de sus deva-
secretamente ya solas con las esclavas, [neos
119
Escaneado con CamScannermencionando los nombres que he dicho, confiada en que
yo no tengo ni lengua ni ofdos.
Ademas, hablaba de otro, a quien no quiero citar
para no hacerle fruncir su rojizo entrecejo.
Es un hombre alto, el que una vez tuvo que asistir a un jui-
[cio
sonado por el falso embarazo de un vientre mentiroso.»
68A. Cartaa Manlio
Que tu, abrumado por la cruel desgracia del destino,
me envies esta carta escrita con lagrimas,
para que, como a ndufrago perdido en las espumosas olas,
del mar, te ayude y rescate de las puertas dela muerte,
atia quien nila sagrada Venus concede agradable suefio,
cuando descansas en lecho solitario
ni las Musas consuelan con el dulce canto de los antiguos
poetas, cuando tu alma angustiada permanece despierta:
eso me hace feliz, pues me llamas amigo,
ypor ello me pides un regalo de las Musas y de Venus.
Pero, para que no desconozcas mis propias dificultades,
o pienses que odio los deberes delaamistad, -[Manlio,
escucha en qué mar de desgracias me debato yo mismo,
para que no me exijas en mi dolor regalos alegres.
Enla época en que recibi por primera vez la toga blanca,
cuando la flor de mi juventud vivfa una feliz primavera,
jugué mucho al amor: nome desconoce ladiosa
que mezcla la dulce amargura con las preocupaciones;
peroel dolor por la muerte de mi hermano me ha quitado
todo ese entusiasmo. jAy hermano, arrebatado para mi
[desgracial,
tui, td con tumuerte has roto mi felicidad, hermano,
contigo ha quedado también sepultada nuestra casa,
120
Escaneado con CamScanner
45
0
5