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Índice
Teoría
Materiales a usar como ánodos
Consideraciones de diseño
Referencias
Bibliografía
Teoría
La corrosión es una reacción química que ocurre mediante un mecanismo electroquímico.1 Durante la
corrosión hay dos reacciones, la oxidación (ecuación 1), donde los electrones abandonan el metal (eso da
como resultado una pérdida real de metal) y la reducción, donde se utilizan los electrones para convertir el
agua o el oxígeno en hidróxidos (ecuaciones 2 y 3).2
Mientras la corrosión tiene lugar, se producen las reacciones de oxidación y reducción y se forman células
electroquímicas sobre la superficie del metal de modo que algunas áreas se convertirán en anódicas (oxidación
) y otras áreas serán catódicas (reducción). La corriente eléctrica fluirá desde las zonas anódicas al electrolito
mientras el metal se corroe. A la inversa, mientras la corriente eléctrica fluye desde el electrolito a las zonas
catódicas, la velocidad de corrosión se reduce.4 (En este ejemplo, 'corriente eléctrica' se refiere al flujo de
corriente convencional, más que al flujo de electrones).
Mientras el metal sigue corroyéndose, los potenciales locales sobre la superficie del metal cambiarán y las
áreas anódicas y catódicas van a cambiar y desplazarse. Como resultado, en los metales ferrosos, se forma un
revestimiento general de óxido sobre toda la superficie, que eventualmente consumirá todo el metal. Esto es
una visión simplificada del proceso de corrosión, ya que puede ocurrir de varias formas diferentes.5
La protección catódica funciona mediante la introducción de otro metal (el ánodo galvánico) con una
superficie mucho más anódica, de modo que toda la corriente fluirá desde el ánodo introducido y el metal a ser
protegido se convierte en catódico, en comparación con el ánodo. Esto evita eficazmente las reacciones de
oxidación en la superficie de metal, transfiriéndolas al ánodo galvánico, que será sacrificado en favor de la
estructura bajo protección.6
Para que esto funcione debe haber un flujo de electrones entre el ánodo y el metal a ser protegido (por
ejemplo, un cable conductor o contacto directo) y una vía de iones tanto entre el agente oxidante (por ejemplo,
agua o suelo húmedo) y el ánodo, como entre el agente oxidante y el metal a proteger, formando así un circuito
cerrado. Es decir atornillar una pieza de metal activo, como el zinc, a un metal menos activo, como el hierro
dulce, simplemente en el aire (un mal conductor y por lo tanto que no va a formar un circuito cerrado) no
proporcionará ninguna protección.
El magnesio tiene el potencial eléctrico más negativo de los tres metales (véase serie galvánica) y es más
adecuado para las áreas donde la resistividad del electrolito (suelo o el agua) es mayor. Se usa por lo general
para tuberías metálicas bajo tierra y otras estructuras enterradas, aunque también se utiliza en los barcos de
agua dulce y en los calentadores de agua. En algunos casos, el potencial negativo del magnesio puede ser una
desventaja: si el potencial del metal protegido se convierte en demasiado negativo, los iones hidrógeno pueden
movilizarse en la superficie del cátodo lo que conduce a fragilización por hidrógeno o a la desunión del
recubrimiento.7 8 Cuando esto sea posible, se podrían utilizar ánodos de zinc.
El zinc y el aluminio se usan generalmente en agua salada, donde la resistividad es generalmente menor. Las
aplicaciones típicas son para los cascos de los barcos, tuberías offshore y plataformas de producción, en
motores marinos refrigerados con agua salada, en las hélices y los timones de barcos pequeños, y en la
superficie interna de los tanques de almacenamiento.
El zinc se considera un material fiable, pero no es adecuado para su
uso a temperaturas altas, ya que tiende a la pasivación (se hace menos
negativo); si esto sucede, la corriente puede dejar de fluir y el ánodo
deja de funcionar.9 El zinc tiene un voltaje de activación
relativamente bajo, lo que significa que en los suelos de mayor
resistividad o en el agua puede que no sea capaz de proporcionar
suficiente corriente. Sin embargo, en algunas circunstancias, donde
hay un riesgo de fragilización por hidrógeno, por ejemplo, esta
tensión más baja es ventajosa, ya que se evita la sobreprotección.10
Puesto que la operación de un ánodo galvánico se basa en la diferencia de potencial eléctrico entre el ánodo y
el cátodo, prácticamente cualquier metal puede ser utilizado para proteger algún otro, siempre que exista una
diferencia suficiente en el potencial de ambos. Por ejemplo, pueden ser utilizados ánodos de hierro para
proteger el cobre.12
Consideraciones de diseño
Para el diseño de un sistema de protección catódica con ánodo galvánico deben considerarse muchos factores,
incluyendo el tipo de estructura, la resistividad del electrolito (suelo o agua) en el que operará, el tipo de
recubrimiento y la vida de servicio.
El primer cálculo a realizar es la cantidad de material del ánodo que será necesaria para proteger la estructura
durante el tiempo necesario. Si se emplea muy poco material solo proporcionará protección por un tiempo
corto, y necesitará ser sustituido periódicamente. Un exceso de material podría proporcionar más protección
pero a un costo innecesario. La masa en kg viene dada por la ecuación
La disposición de los ánodos ha de ser planificada con el fin de que sea capaz de proporcionar una distribución
uniforme de la corriente eléctrica en toda la estructura. Por ejemplo, si un diseño concreto muestra que una
tubería de 10 kilómetros de largo necesita 10 ánodos, entonces poner aproximadamente un ánodo por
kilómetro sería más eficaz que poner los 10 ánodos en un extremo o en el centro.
Referencias
1. Schreir, 10 : 4.
2. Peabody pág. 2
3. Schreir, 3 : 4
4. Peabody pág. 21
5. Schreir, 1: 2.
6. Schreir, 10 : 29.
7. Peabody pág. 37
8. Schreir, 10:44
9. Baeckmann, Schwenck y Prinz, pág. 185
10. Schreir 10:43
11. O de Rincón, M Sánchez, O Salas, G Romero, C Palacios, J Basile, J Suárez, M de Romero, R
Zamora (2010), «COMPARATIVE BEHAVIOR OF SACRIFICIAL ANODES BASED ON Mg, Zn,
AND Al ALLOYS IN BRACKISH WATER» (http://www.onepetro.org/mslib/servlet/onepetroprevi
ew?id=NACE-10398), Comparative Behavior of Sacrificial Anodes Based on Mg, Zn, and Al
Alloys in Brackish Water, NACE, p. 15, consultado el 5 de septiembre de 2013
12. Schreir 10:12
Bibliografía
A.W. Peabody, Peabody's Control of Pipeline Corrosion, 2nd Ed., 2001, NACE International.
ISBN 1-57590-092-0
Schreir L.L. et al., Corrosion Vol. 2, 3rd Ed., 1994, ISBN 0-7506-1077-8
Baeckmann, Schwenck & Prinz, Handbook of Cathodic Corrosion Protection, 3rd Edition 1997.
ISBN 0-88415-056-9
Det Norske Veritas Recommended Practice for Cathodic Protection Design DNV RP-B401-
2005
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