Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Resumen
Este estudio pretende evaluar la universalidad de la teoría de la mente en niños de tres culturas –la zapote-
ca, la española y la regiomontana– y a su vez, comparar sus concepciones sobre el realismo y el animismo, conoci-
miento que está marcadamente influido por principios o sistemas culturales. Se utilizaron dos tareas de teoría de
la mente (la tarea de creencia falsa de primer y de segundo orden de recursividad) para evaluar los rendimientos
de los niños en dos edades distintas; y otras dos tareas para valorar el realismo y el animismo. Los resultados de
este estudio revelan el carácter universal de la competencia de la teoría de la mente y su coexistencia con concep-
ciones culturales y particulares sobre lo mental. Se discute la naturaleza de la psicología natural y de la psicolo-
gía popular.
Palabras clave: Animismo, psicología natural, psicología popular, realismo, teoría de la mente.
Agradecimientos: El estudio que aquí se presenta forma parte de la Tesis Doctoral de la primera autora y recibió
el premio de Investigación de la Fundación LaFourcade-Ponce (convocatoria 2000). Este estudio se inició vin-
culado al proyecto de investigación financiado por la DGCYT (PB92-0143-C02-01) coordinado por Angel
Rivière, con el que siempre tendremos una especial deuda intelectual, así como con el resto del equipo de
investigación con los que compartimos discusiones y vivencias de aquellos inestimables años de trabajo común.
Correspondencia con las autoras: Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento. Facul-
tad de Psicología, UNED. Juan del Rosal, 10. 28040 Madrid. Teléfonos: 91398 6292. ó 6232.
E mail: lquintanilla@psi.uned.es - esarria@psi.uned.es
© 2003 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0210-9395 Estudios de Psicología, 2003, 24 (3), 313-335
314 Estudios de Psicología, 2003, 24 (3), pp. 313-335
INTRODUCCIÓN
Este estudio tiene como objetivo investigar la universalidad de un tipo de
conocimiento mental, la teoría de la mente, y observar su coexistencia con otro
tipo de conocimiento mental, el realismo y el animismo en niños de tres culturas
distintas. La estrategia de comparación que hemos seguido, para alcanzar este
objetivo, ha sido producto de una distinción, esencial a nuestro juicio, entre la
psicología natural y la psicología popular. Entendemos que estas dos psicologías
son conocimientos mentalistas que todos los humanos poseemos, nos indican
como funciona la mente y su estrecha relación con el comportamiento. Son cono-
cimientos que nos permiten comprender y explicar el comportamiento propio y
ajeno, interactuar y comprender las diversas situaciones sociales. Sin embargo, la
psicología natural –o teoría de la mente– posee un rasgo pragmático, operativo y
nomológico frente a la psicología popular que tiene un carácter sustantivo e ideo-
gráfico (de Vega, 1989; Quintanilla, 1999; Rivière, 1989; 1991). Esta distin-
ción supone una concepción del conocimiento mental como una cuestión de gra-
dos o de niveles de conocimiento. En tal sentido, la psicología natural sería un
conocimiento básico que cualquier humano, de cualquier cultura y en virtud de
su naturaleza como especie, necesita para la vida social. La psicología popular
sería un conocimiento mental pero que, en virtud de la naturaleza particular de
la historia social y cultural, compartimos sólo con algunos miembros de nuestra
especie.
Una de las razones que justifican la pertinencia de realizar esta distinción
surge en el seno de la investigación de la teoría de la mente. Ésta se concibe como
una capacidad mentalista en la que existen diversos grados de complejidad de
conceptos mentales, de inferencias y razonamientos mentales; tal característica
de grados de conocimientos de la teoría de la mente, ha provocado que haya sido
utilizada para denominar tanto a las capacidades más básicas del funcionamiento
mental como a los conocimientos culturales sobre la mente (folk psychology). En
este estudio que pretende evaluar los conocimientos mentales universales y cul-
turales fue necesario distinguir conceptualmente entre estos dos tipos de conoci-
mientos mentales y de este modo, situar en la psicología natural lo que se ha
dado en llamar teoría de la mente y en la psicología popular el realismo y el ani-
mismo. Esta diferenciación en tipos o grados de conocimiento mental no supone
una desvinculación entre ambos; tienen una estrecha relación, tanto desde la
perspectiva del desarrollo de las capacidades mentalistas como desde el punto de
vista de la cultura.
A nuestro modo de ver, toda interacción social (en cualquier cultura) implica
capacidades básicas que vinculan el comportamiento con conceptos mentales, y
opera mediante reglas en las que deseos, creencias e intenciones, se asocian en
términos causales al comportamiento (p. e., “Si J busca algo es porque quiere ese
algo”). Estas reglas están en función de principios universales tales como “Si tie-
nes el deseo de tener x intentas conseguir x”, “El otro tiene una mente igual que
la mía”. Cada cultura, por otra parte, constituye y organiza, a partir de sus prin-
cipios sobre el mundo, un sistema de conocimientos particulares, de conceptos
mentales específicos (basados en las convenciones determinadas por la historia
del grupo cultural), mediante el cual establece la vinculación entre comporta-
miento y mente y que, a su vez, produce conocimientos sobre los procedimientos
más eficaces para interactuar en ese grupo concreto (p. e., en el mundo mesoame-
ricano, “El halago o las miradas de deseo pueden causar enfermedad (mal de
ojo)”; por tanto, “cuando recibas un halago sobre un objeto tienes que hacer que
toque el objeto quien te lo ha halagado”).
Realismo, Animismo y Teoría de la Mente / L. Quintanilla y E. Sarriá 315
Con esta base, distinguimos entre la naturaleza operativa, pragmática y
nomológica de algunos conceptos mentales, tan esencial que sin ellos no pode-
mos interactuar o lo haríamos de manera ineficiente incluso en nuestra propia
cultura, sin control ni previsión de lo que los otros pretenden, creen o desean, sin
dar sentido al comportamiento (propio y ajeno)1; y la naturaleza sustantiva e ide-
ográfica de otros conceptos mentales vinculados al contexto cultural –y que pro-
bablemente algunos solo tengan existencia o sentido en ese único contexto cul-
tural–.
Daremos ahora algunas tenues pinceladas de qué se ha entendido por teoría
de la mente y en función de esta definición situaremos esta capacidad en la dis-
tinción básica a la que nos hemos referido. Tal ubicación nos permite plantear
nuestras expectativas con respecto a la universalidad del conocimiento mental
más básico y la permeabilidad cultural de los otros conocimientos mentales.
Después de casi más de 20 años de investigación sobre el tema de teoría de la
mente, quizás no hace falta hacer una descripción muy detallada –o definición–
de lo que es la teoría de la mente. La definición “oficial” es la que ofrecieron en
1978, Premack y Woodruff (1978) en su artículo: “¿Tienen los chimpancés una
teoría de la mente?”; y que exponen así: “... Al decir que un individuo tiene una
teoría de la mente nos referimos a que el individuo atribuye estados mentales a sí
mismo y a otros... Un sistema de inferencias de este tipo es visto, propiamente,
como una teoría; primero porque los estados mentales no son directamente
observables; y segundo porque el sistema puede ser usado para hacer prediccio-
nes, específicamente sobre el comportamiento de otro organismo”.
Esta capacidad no tiene un nombre único, es polinominal, como señala Whi-
ten (1994)2, y detrás de la polinomia existe un problema no sólo nominal sino
conceptual que define su naturaleza. Esto tiene repercusiones importantes no
solo para el tema que nos ocupa, que es saber si la universalidad es una caracterís-
tica de la teoría de la mente, sino también para conocer cuáles son sus raíces evo-
lutivas, cómo se desarrolla esta capacidad en el niño, qué factores la determinan,
etc. En función del significado que se le da a la capacidad se determina qué y
cómo estudiamos esta capacidad en los organismos.
El estudio en psicología evolutiva de la teoría de la mente generó el paradig-
ma de la creencia falsa como forma de evaluación de la presencia de la capacidad
en los niños. A partir de los criterios proporcionados por Dennett (1978)3, los
psicólogos Wimmer y Perner (1983) construyeron una tarea, en la que se pide al
niño evaluado que anticipe qué hará el protagonista de la siguiente historia.
“Max ha guardado el chocolate en la estantería verde y sale a jugar. Su madre coge el cho-
colate para hacer un pastel y luego lo guarda en la estantería azul, después sale un momen-
to a la casa de su vecina. En ese momento, Max vuelve y quiere comer un poco de chocolate”.
La pregunta crítica que se plantea al niño es ¿Dónde va a buscar Max el chocolate?
La predicción correcta es que va a buscarlo en la estantería verde, y esta respuesta
la dan los niños alrededor de los cuatro años –entre los 3 y los 5 años de edad–,
siendo un resultado encontrado en los diferentes estudios con una importante
robustez (Para un meta-análisis, véase: Wellman, Cross y Watson, 2001).
Tal consistencia de resultados se dio también en el primer estudio con niños
de una cultura diferente a la occidental. Los niños de la cultura Baka del Came-
rún, estudiados por Avis y Harris (1991), presentan un rendimiento parecido al
de los niños occidentales, ya que resuelven entre los 3 y 5 años la tarea paradig-
mática de la creencia falsa. Sin embargo, el estudio que Penélope Vinden (1986)
realizó con niños Junín Quechua de Perú, proporcionó evidencias distintas a las
de Avis y Harris. En esta cultura los niños a la edad crítica de 4 años no tenían la
capacidad para comprender la tarea de la creencia falsa, esto es, no la resolvían
316 Estudios de Psicología, 2003, 24 (3), pp. 313-335
de sí mismo lo que tiende a sesgar las nociones sobre la naturaleza. De tal modo
que prestar conciencia a las cosas, cargar de intencionalidad a la naturaleza y a los
objetos que no la tienen pone en evidencia una de las propiedades humanas: la de
ser psicólogos naturales. Con el realismo ocurre algo parecido, el caso más fre-
cuente es el de los sueños. A pesar de que sigue siendo una pregunta abierta y
teórica la de si los sueños caen dentro o fuera de la experiencia (Dennett, 1984);
el grado de realidad que se les atribuye, está asociado al hecho de que en el sueño
se experimentan estados emocionales y fisiológicos, y somos conscientes de dichos
estados emocionales. La conciencia de sí mismo sobre la vivencia de estos estados
emocionales durante el sueño produce que se otorgue “realismo” a un estado que
objetivamente no lo es.
Dicho lo anterior, ¿seguimos admitiendo que en la tarea de la creencia falsa se
requiere la distinción subjetivo-objetivo? La respuesta es afirmativa, pero con un
importante matiz: es una cuestión de grados. Consideremos por un momento los
estudios sobre comunicación temprana, y su relación con el desarrollo de la teoría
de la mente. La comunicación inicial entre bebés y adultos se establece con rela-
ción a objetos, sea en términos de protoimperativos o de protodeclarativos propios
del final del primer año de vida (Bates, Camaioni y Volterra, 1975). Solicitar un
objeto o producir una reacción emocional y atencional en el otro mostrándole un
objeto supone que el bebé ya sabe que el objeto es percibido por él y por el adulto,
ya tiene un conocimiento implícito sobre las propiedades físicas del objeto (que
tiene acceso perceptivo de carácter público). La evidencia es clara en cuanto usan
el objeto para llamar la atención o solicitarlo. Además, cuando el bebé lo que soli-
cita del adulto no es el objeto sino su interés (atención, agrado, etcétera) o compar-
tir un estado emocional, se pone de manifiesto que el niño sabe de la existencia de
estados mentales muy básicos y los usa de forma más o menos eficiente (Gómez,
Sarriá, Tamarit, Brioso y León, 1995). Podríamos decir que el conocimiento del
objeto y de los estados mentales es de carácter pragmático. El principiante de psicó-
logo natural sabe hacer cosas con los objetos y con los estados mentales propios y
ajenos, (puede manipular la atención del otro, ocultar información para no recibir
castigos, simular diferentes estados mentales, incluso predecir acciones en función
de las creencias, etcétera) aunque no conozca de forma más explícita la naturaleza
y las propiedades del objeto mental que usa. Consideramos que la distinción sub-
jetivo-objetivo implicada en estos logros del desarrollo es una cuestión de grados,
como lo es el propio desarrollo de la teoría de la mente.
Desde la perspectiva cultural, por otra parte, tanto el realismo como el ani-
mismo son concepciones de tremenda envergadura en la vida de los diferentes
grupos culturales. Forman parte de su concepción del mundo y cumplen la fun-
ción de otorgar sentido a la naturaleza y a su propia existencia. Estos conceptos
están arraigados a la historia cultural y social del grupo del cual forma parte el
individuo. Si admitiésemos la necesidad de la ausencia de realismo o animismo
como condición para ser un psicólogo natural o teórico de la mente, decidida-
mente condenaríamos a muchas culturas que mantienen una visión animista y
realista (en la que está incluida, sin duda, la propia cultura occidental) a la ausen-
cia de una capacidad tan esencial como la teoría de la mente.
El planteamiento de este estudio asume, sin ambigüedad, la universalidad de
la psicología natural como una capacidad que permite comprender y actuar con
los otros. Esta comprensión implica en el inicio del desarrollo usar las reglas que
permiten actuar con los demás; permiten atender, pedir, obedecer, cooperar,
actuar en función de los requerimientos del otro, y estas actuaciones e interaccio-
nes suponemos que son universales en toda la especie humana (y probablemente
algunas especies no humanas comparten algunas de estas reglas). Pero el conoci-
Realismo, Animismo y Teoría de la Mente / L. Quintanilla y E. Sarriá 319
miento de tales reglas de uso para con los otros extiende las ramas de su poder
explicativo (de control, manipulación y predicción del comportamiento) a la
naturaleza no humana, así el origen del animismo y del realismo se sitúa, contra-
riamente a la idea de Piaget, en la conciencia propia (y del otro) y no desaparece-
ría con ésta.
¿Es el animismo un error conceptual sobre la naturaleza? Lo es desde un
punto de vista científico, pero no lo es desde el cultural, desde el conocimiento
lego, donde los enunciados que expresan sus preceptos no tienen el mismo valor
de objetividad y verdad que se espera que tenga una teoría científica. Es decir los
principios5 que expresa la cultura y que asume como preceptos que conciben el
mundo no pasan por el filtro de la contrastación de su verdad o falsedad, más
bien se fundamentan en las convenciones al uso en un contexto determinado
(veáse, Shweder, 1991). Por tanto, el animismo y el realismo serían parte de la
psicología popular, y lo serían en la medida en que los criterios que definen la
distinción subjetivo-objetivo forman parte del entramado cultural y están, por
tanto, determinados no por un juicio verdad sino por la arbitrariedad de lo con-
vencional.
En definitiva, tanto el problema de la universalidad de la teoría de la mente
como su desarrollo y adquisición son asuntos que deben resolverse empíricamente.
Nuestra estrategia de estudio consiste, entonces, en constatar de forma com-
parativa en tres culturas la coexistencia de los dos tipos de conocimiento mental,
la teoría de la mente y otros conocimientos mentales que no son universales.
Nuestra predicción es clara a partir de los supuestos que hemos estado exponien-
do: suponemos que la capacidad básica de la teoría de la mente es universal
–obtendremos rendimientos similares en las tres culturas en las tareas de creen-
cia falsa–, mientras que habrá diferencias culturales en las concepciones animis-
tas y realistas –obtendremos diferencias de los tres grupos en estas tareas–.
Para la contrastación de esta hipótesis se plantea un estudio ex post facto
prospectivo basado en la comparación de tres grupos naturales seleccionados por
sus características culturales, en lo que se distingue a su vez dos grupos de edad
que permiten esta comparación en distintos niveles de complejidad de los cono-
cimientos de lo mental.
MÉTODO
Participantes
La muestra total estuvo compuesta de 240 niños, 120 de 4 a 5 años (edad
media = 4;7, Madrid = 4;8, Monterrey = 4;6, Oaxaca = 4;7) y la otra mitad de 6
a 7 años (edad media = 6;7, Madrid = 6;7, Monterrey = 6;6, Oaxaca = 6;9). Los
niños pertenecen a tres culturas distintas, por una parte, los niños de Madrid
(España) (N=80) que representan la cultura occidental, por otra, los niños urba-
nos de la ciudad de Monterrey (México) (N=80), y por último, niños zapotecos
de Tlacochahuaya, Oaxaca (México) (N=80). Estos últimos a diferencia de los
anteriores viven en una zona rural y pertenecen a una cultura diferente de los
niños urbanos. Sin embargo, todos los niños comparten una característica
común: todos siguen el proceso de escolarizació n regular, incluso los niños
pequeños, que asisten a centros de educación infantil.
Procedimiento
Las tareas se aplicaron individualmente en dos sesiones de trabajo, con un
intervalo de tiempo, entre las sesiones, de un día. Para conseguir que el orden de
presentación no fuera fijo en cada bloque de tareas por sesión y la ejecución no se
320 Estudios de Psicología, 2003, 24 (3), pp. 313-335
Las preguntas son iguales para los dos tipos de historias mentales o físicas. Las
seis historias presentadas cambian el objeto de referencia (pelota, bicicleta y hela-
do); y el estado mental (soñar, recordar o pensar.) En las historias físicas los tres
objetos son iguales que las de las mentales. En definitiva, nuestra tarea estaba
constituida por seis breves historias: tres historias mentales y tres físicas. Nunca
se contaron las seis historias en una misma sesión, sino que se presentaban tres en
la primera y las otras tres en la segunda. La presentación fue aleatoria puesto que
en las entidades mentales las respuestas correctas eran siempre negativas, en las
entidades físicas las respuestas acertadas eran siempre afirmativas.
Como en la tarea original, pedíamos una explicación a los niños en una de las
preguntas de acceso intrasubjetivo, y otra explicación en una de las preguntas de
acceso intersubjetivo, con la finalidad de obtener una información complemen-
taria de carácter cualitativo que pudiera dar cuenta del tipo de razonamiento
empleado para dar la respuesta. La prueba se grabó en cintas de audio para reali-
zar la trascripción de las justificaciones.
Puntuación: Cada respuesta fue puntuada con 1 si era acertada y con 0 si era
incorrecta. Considerando de forma aditiva las puntuaciones que nos proporcio-
nan las dos primeras preguntas de acceso intrasubjetivo (EM1: ver y actuar sobre
el objeto), en las tres historias de entidades mentales, los niños podían obtener,
en este caso, un rango de puntuación de 0 a 6. En las preguntas de acceso inter-
subjetivo (EM2: ver, actuar y saber el color del objeto) el rango de puntuaciones
variaba de 0 a 9, considerando que eran tres historias mentales por tres pregun-
tas. Por tanto las puntuaciones totales tenían un rango de 0 a 15 (EMT) En el
caso de las entidades físicas se empleaba el mismo proceso de puntuación. EF1:
Realismo, Animismo y Teoría de la Mente / L. Quintanilla y E. Sarriá 321
respuestas de acceso intrasubjetivo con un rango de 0 a 6; EF2: respuestas de
acceso intersubjetivo con un rango de puntuación de 0 a 9. De igual modo varia-
ban de 0 a 15 las puntuaciones totales en las historias de entidades físicas (EFT).
Las justificaciones se codificaron aplicando el sistema de categorías propuesto
a tal efecto por Wellman y Estes (1986).
Puntuación: para el análisis de los datos obtenidos en esta tarea hemos catego-
rizado las posibles respuestas en función del agente o los agentes elegidos como
portador de la función o concepto preguntado. Se determinaron cuatro categorí-
as: Prototípica, Prototípica + Otros, Todos y Otros.
La respuesta “Prototípica” es, digamos así, la “menos” animista: se elige sólo
al agente que tiene la propiedad o función mental por la que se pregunta. La
segunda categoría implica seleccionar otro agente además del prototípico. La
tercera categoría, “Todos”, incluye al agente prototipo y a los tres restantes ele-
mentos del bloque presentado. En la cuarta categoría, “Otros”, se han agrupado
varias respuestas que muestran cierta incoherencia, cuando el sujeto no seleccio-
na a ningún agente, “no sabe responder”, o señala sólo a los agentes menos proto-
típicos. Los criterios de categorización específicos para cada concepto pregunta-
do se detallan en el apéndice.
Las respuestas a las dos primeras preguntas definen las variables dependientes
y las dos siguientes son preguntas de control. Estas últimas permitían asegurar
que el niño recordaba la historia, y que podía distinguir entre las creencias de la
protagonista y la situación actual del objeto. Si los niños no respondían correcta-
mente las preguntas controles, se volvía a contar la historia, o bien, se pedía que
nos contara la historia. Si el niño tenía problemas por segunda vez con la historia,
simplemente quedaba fuera de la muestra. Pero esto no ocurrió en ningún caso.
Puntuación: Las respuestas correctas a cada pregunta (predicción y creencia)
se puntuaron con 1; y las respuestas incorrectas con 0. Estas respuestas se valora-
ron independientemente pero de forma combinada organizando los posibles
patrones de respuesta a la pregunta de predicción y de atribución de creencia (1-
1, 1-0, 0-1,0-0).
Puntuación: De igual modo que la tarea anterior, cada una de las dos preguntas de prueba fue-
ron evaluadas con 1 si las respuestas eran acertadas, y con 0 si las respuestas eran erróneas y se
generaba el mismo patrón de respuestas.
RESULTADOS
Para valorar el rendimiento en las diferentes tareas mentalistas presentamos
en primer lugar los datos evolutivos en el conjunto de la muestra.
les de los objetos; utilizan algunas explicaciones tales como la ausencia del objeto
o alguna restricción moral o normativa. Sin embargo, los niños mayores ya cono-
cen algunas de estas propiedades y justifican la inaccesibilidad al objeto porque
está encerrado en el contexto mental.
Peq May Peq May Peq May Peq May Peq May Peq May Peq May Peq May
Prototípico 5 9 23 5 48 64 33 59 19 24 21 28 30 22 16 37
Prot + Otros 37 83 32 57 26 48 38 48 12 20 12 17 14 28 13 23
Todos 36 10 15 3 28 5 13 3 64 66 49 58 58 64 21 45
Otros 42 18 50 35 18 3 36 10 25 10 38 17 18 6 70 15
c2 43.07* 17.75* 35.57* 29.45* 9.04* 10.64* 12.19* 55*
Una visión de conjunto de las distribuciones nos indica que en los con-
ceptos de vida, movimiento, tacto y dolor, los pequeños distribuyen sus eleccio-
nes en las categorías Todos, Otros y Prot + Otros, a diferencia de los mayores
que concentran sus elecciones en las categorías que incluyen el agente proto-
típico (Prototípico y Prot + Otros). En los conceptos de aprender, recordar,
pensar y tener ideas las diferencias se aprecian esencialmente en la categoría
Otros donde los pequeños tienen mayores frecuencias de elección, mientras
que en los mayores, las frecuencias se distribuyen de forma masiva en las tres
primeras categorías.
TABLA V
Distribuciones de frecuencias de las elecciones de respuestas para las diferentes funciones mentales y los conceptos de vida y
movimiento. (pequeños), * palfa < 0.05
Mad Mty Oax Mad Mty Oax Mad Mty Oax Mad Mty Oax
Prototípico 3 1 1 15 7 1 28 7 13 14 9 10
Prototípico + Otros 6 16 15 6 12 14 7 12 7 11 11 16
Todos 8 13 15 2 7 6 1 13 14 2 7 4
Otros 23 10 9 17 14 19 4 8 6 13 13 10
X26gl = 17* X26gl = 19.68* X26gl =29,09* X26gl = 6,01
Fotos: Arbol, Oso de peluche, Luna, Roca Fotos: Insecto, Arbol, Oso de peluche, Roca.
Mad Mty Oax Mad Mty Oax Mad Mty Oax Mad Mty Oax
Prototípico 13 3 3 17 1 3 11 10 9 5 8 3
Prototípico + Otros 3 3 6 3 4 5 11 2 1 11 1 1
Todos 15 27 22 7 21 21 9 24 25 5 12 4
Otros 9 7 9 13 14 11 9 4 5 19 19 32
X26gl = 15,75 * X26gl = 30,58* X26gl = 23,84* X26gl = 11,38*
Fotos: Mono, Perro, Pato e Insecto. Fotos: Niño, Mono, Perro, Pato.
Mad Mty Oax Mad Mty Oax Mad Mty Oax Mad Mty Oax
Prototípico 5 3 1 12 7 6 15 21 28 8 28 23
Prototípico + Otros 25 26 32 15 20 22 24 16 8 29 9 10
Todos 3 3 4 3 0 0 0 2 3 0 0 3
Otros 7 8 3 10 13 12 1 1 1 3 3 4
X 6gl=6,23
2
X 6gl=10,24
2
X 6gl=14,76*
2
X 6gl=33.09*
2
Fotos: Arbol, Oso de peluche, Luna, Roca Fotos: Insecto, Arbol, Oso de peluche, Roca.
Mad Mty Oax Mad Mty Oax Mad Mty Oax Mad Mty Oax
Prototípico 8 10 6 15 7 6 7 7 8 14 11 12
Prototípico + Otros 10 7 3 7 7 3 18 5 5 13 6 4
Todos 19 21 26 13 18 27 12 26 26 9 19 17
Otros 3 2 5 5 8 4 3 2 1 4 4 7
X26gl7,28 X26gl=13,83* X26gl=19,00* X26gl=28.01*
Fotos: Mono, Perro, Pato e Insecto. Fotos: Niño, Mono, Perro, Pato.
TABLA VII
Distribución de Frecuencias de aciertos en la tarea de creencia falsa de primer orden –predicción y creencia- en la
tres poblaciones
Predicción 26 25 27 30 30 28
Creencia 11 11 17 21 19 17
100
Proporciones de acierto.
80
60
40
20
0
Madrid Monterrey Oaxaca Madrid Monterrey Oaxaca
1º orden (4 años) 2º Orden (6 años)
Predicción Creencia
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Se ha organizado la discusión, siguiendo el orden de presentación de los resul-
tados, en torno a tres aspectos: uno, se refiere a los aspectos evolutivos; otro, a la
comparación inter-cultural, que nos lleva a tratar sobre los rasgos culturales y
específicos del conocimiento mentalista y, el último, sobre cuestiones metodoló-
gicas del estudio.
Del componente evolutivo del estudio se destacan las diferencias de rendi-
miento entre los dos grupos de edad en cuanto a las cuatro tareas evaluadas. En
las tareas de teoría de la mente encontramos que los niños de cuatro años resuel-
ven bien la tarea de creencia falsa de primer orden y su rendimiento es peor en la
tarea de segundo orden. El grupo de seis años resuelve la tarea de primer orden
en una proporción mucho mayor que la de segundo orden, pero también en ésta
última dan muestras, por la proporción de aciertos, de capacidad de resolución
Realismo, Animismo y Teoría de la Mente / L. Quintanilla y E. Sarriá 329
de la misma. Estos resultados nos informan de que las diferencias de rendimien-
to están en sintonía con el planteamiento de un desarrollo progresivo y creciente
de las capacidades básicas de inferencia de la teoría de la mente. Las tareas de rea-
lismo y de animismo también nos indican que la distinción mental-física es una
cuestión de grados de conocimiento. Los niños de cuatro años obtienen puntua-
ciones más bajas que el grupo de mayores en la tarea de distinción mental-física.
Con respecto a la tarea de animismo, se ha podido comprobar la diferencia entre
los pequeños y mayores sobre los conceptos atribuidos a los diferentes agentes.
Las frecuencias obtenidas en las diferentes categorías de respuesta proporcionan
un indicio de que con la edad cambian los criterios de selección para asignar fun-
ciones mentales. Sin embargo, estos resultados no son concluyentes con respecto
a cómo se produce este proceso, ni a los factores que desarrollan las concepciones
animistas, sencillamente esta tarea permite constatar el hecho de la presencia de
concepciones animistas en las dos edades, y por otro lado, que a los niños mayo-
res a diferencia de los pequeños parecen desarrollar la idea de la prototipicidad al
elegir con más frecuencia a los agentes más prototípicos. Esto probablemente sea
producto de su mayor grado de integración en las convenciones culturales.
Esta parte evolutiva nos permite obtener una visión general en cuanto al plan-
teamiento que presentábamos al inicio de este informe, que se refiere a la gra-
dualidad de los conocimientos mentales (de la psicología natural y la popular).
Parece que los niños pequeños son eficientes en el manejo de los estados menta-
les, y en la distinción subjetivo-objetivo implícita en la tarea de la creencia falsa,
lo que les lleva a predecir con acierto la acción de la protagonista de la historia.
Sin embargo, no lo son tanto cuando de manera explícita deben distinguir entre
las propiedades de lo mental y de lo físico tal como les exige la tarea propuesta a
tal efecto, ni tampoco tienen un criterio claro para distinguir entre los agentes a
los que se puede atribuir funciones mentales y a los que no.
Nuestra consideración acerca de la existencia de dos niveles de conocimiento
mentalista, uno más pragmático frente un conocimiento más explícito y declara-
tivo de lo mental, puede encajar con el cuadro obtenido por los datos evolutivos
del estudio.
Esta doble característica del conocimiento mental, nos condujo a plantear la
hipótesis de una coexistencia entre el rasgo universal de la teoría de la mente o
psicología natural y el carácter cultural específico de la psicología popular. A
nuestro juicio, los resultados obtenidos en la comparación transcultural en estas
tareas nos permiten mantener esta hipótesis de coexistencia con sus rasgos dife-
renciales. Las diferencias culturales obtenidas en las dos tareas de distinción entre
mental y físico (realismo) y las que aportan los datos de asignación de funciones
mentales (animismo) en la comparación de los grupos según su cultura, por una
parte, y los patrones similares de respuesta en las tareas de teoría de la mente nos
llevan a sostener nuestro planteamiento inicial: la universalidad de la teoría de la
mente entendida como una comprensión mentalista básica y la particularidad
cultural de los conocimientos mentalistas tales como el realismo y el animismo.
A pesar de la claridad y consistencia de los resultados obtenidos en las tareas
de teoría de la mente, se podría argumentar que la permeabilidad cultural no se
manifiesta en la medida en que en edades tempranas los conceptos culturales
específicos sobre la mente aún no están del todo integrados en la comprensión de
la mente de los jóvenes principiantes de la psicología natural y por tanto puede
ser discutible la conclusión de universalidad.
La relevancia del estudio que aquí se presenta radica en que este resultado de
universalidad de la teoría de la mente (concebida como proceso básico para la
interacción social) se obtiene no sólo a partir de la evaluación en la tarea más sen-
330 Estudios de Psicología, 2003, 24 (3), pp. 313-335
En definitiva, nuestro trabajo perseguía una idea básica, la cual sostiene que
subyacente a los conocimientos populares sobre la mente existen conocimientos
básicos que tienen un rasgo operativo y pragmático sobre el que se asientan los
conocimientos mentales de carácter sustantivo que clasifican al mundo con funcio-
nes mentales y aquellos que permiten comprender algunas propiedades diferencia-
les del mundo mental frente al mundo físico. Contrariamente a las posiciones
menos universalistas, como la de Lillard (1998), nuestra hipótesis permitiría plan-
tear que gracias a que existe una capacidad más básica y universal, la psicología
natural, es posible comprender los aspectos sustantivos que una cultura produce
–las llamadas “etnopsicologías”–. Este aspecto evidentemente no está contrastado
empíricamente en este estudio, sin embargo, pensamos que las diferencias cultura-
les en las tareas de realismo y animismo y la similaridad de rendimiento obtenidas
en las tareas de teoría de la mente son compatibles con este razonamiento.
Por otra parte, un factor que permanece constante en nuestro estudio es la
escolarización de los tres grupos. Deberíamos cuestionarnos si éste puede consti-
tuir una variable enmascarada que compitiera con la característica de universali-
dad en la explicación del patrón de resultados obtenido. Vinden (2002) informa
de un estudio en el que aplica una serie de tareas en niños Mofu del Camerún
comparando los que estaban escolarizados frente a los no escolarizados y encuen-
tra diferencias en términos de la edad a la que adquieren estas capacidades. Sin
embargo, a nuestro juicio, el hecho de encontrar más tardíamente las competen-
cias en niños no escolarizados puede ser fundamentalmente un dato a favor de la
interacción como uno de los factores en la adquisición de la teoría de la mente.
Pero este hecho no niega su universalidad, sino que los ritmos de adquisición de
la teoría de la mente pueden ser distintos y los intercambios en la escuela favore-
cen que el cálculo mentalista aparezca antes.
El estudio de los mecanismos que subyacen en el proceso de la construcción de
una psicología natural no esta acabado. Buena parte de la investigación sobre teoría
de la mente aún se dirige a conocer cuáles son estos procesos que preludian la cons-
titución de un teórico de la mente, que llevan al individuo a comprender el signifi-
cado mental de las acciones (propias y ajenas) y al conocimiento de las reglas que
subyacen a la pragmática de la interacción entre las personas. Se conocen algunos
momentos claves del desarrollo de la teoría de la mente, pero no su proceso.
En este sentido, la comparación inter-cultural resulta una valiosa herramienta
metodológica para conocer dichos procesos, sobre todo en el caso en el que los
grupos culturales difieran notablemente en cuanto a concepciones mentales y al
modo en que se establecen las relaciones sociales con respecto al mundo occiden-
tal. El trabajo presentado aquí es sólo un primer paso que nos ha permitido
situar algunos componentes del conocimiento mentalista que son universales y
distinguirlos de otros culturales. La estrategia seguida aquí, pensamos, tiene una
cierta fortaleza teórica. Hasta ahora, los estudios de comparación trans-cultural
en la línea de investigación de teoría de la mente se han realizado comparando
sólo las competencias propias de la capacidad, poniendo de relieve en definitiva
si los grupos tienen o carecen de teoría de la mente a determinadas edades. Sin
embargo, en este estudio hemos intentado desvelar la naturaleza universal de la
capacidad poniendo en evidencia los vínculos con otros conocimientos mentales
y su naturaleza específica con respecto a la cultura. Por tanto consideramos que la
relevancia de este trabajo se apoya en buena medida en su contribución teórica al
partir de la distinción conceptual entre la psicología natural y la psicología
popular, y en la aportación empírica de un estudio transcultural que ofrece al
mismo tiempo resultados de similaridad y diferencias culturales para distintos
tipos de conocimiento mentalista.
Realismo, Animismo y Teoría de la Mente / L. Quintanilla y E. Sarriá 333
Notas
1
Existe un importante consenso entre los estudiosos del síndrome de autismo que sostiene que uno de sus síntomas consiste en la
incapacidad del individuo para comprender el mundo mental; de algún modo, se sostiene que la ausencia de una teoría de la
mente les impide ingresar en el mundo social (Baron-Cohen, 1989; Frith, 1989; Rivière, 2001).
2
Andrew Whiten (1994) encuentra 18 denominaciones de la capacidad de la teoría de la mente: Psicología popular (folk) (Wundt,
1916); Sentido de la conciencia de sus compañeros (Thorndike, 1930); Atribución a otros desde la propia experiencia (Lloyd Mor-
gan, 1930); Psicología Ingenua (Heider, 1958); Intencionalidad de Segundo Orden (Dennett, 1971); Intersubjetividad (Trevart-
hen, 1977) Teoría de la mente (Premack y Woodruff, 1978); Metarrepresentación, (Pylyshin, 1978) Razonamiento de deseo-cre-
encia (Davidson, 1980) Psicología Natural (Humphrey, 1980); Lectura de la mente (Krebs y Dawkins, 1984): Teoría representa-
cional de la mente (Perner, 1991) entre otros nombres más.
3
Los requisitos propuestos son: 1) que el organismo debe ser capaz de tener creencias sobre las creencias de otros, es decir debe dis-
tinguir las creencias propias de las de otro individuo, y 2) El organismo debe predecir, en función de la creencia que atribuye al
otro, lo que éste hará.
4
Como dice Cintia Rodríguez siguiendo los críticas que Vygotski hace a la concepción piagetiana, en el animismo está ausente el
otro, y en el caso de que esté, ocupa el lugar menos relevante. Como irrelevante es el objeto, sus características o propiedades y su
historia en su explicación sobre el desarrollo del pensamiento (comunicación personal).
5
Los principios culturales son aquellas expresiones que contienen saberes que la cultura tiene como principios que rigen nuestras
vidas, por ejemplo, “Cuando las personas mueren su alma transmigra”, “Si sales en la televisión, entonces existes”, “Las plantas
pueden sentir”. Estos presupuestos los compartes o no, en la medida en que se comprometen a una visión del mundo, su vigencia
como principio no exige contrastarse, forman parte “de los elementos constituyentes de la organización de las realidades” (Shwe-
der, 1991)
Referencias
ASTINGTON , J. W., PELLETIER, J. & HOMER, B. (2002). Theory of mind and epistemological development: The relation between
children’s second-order false belief understanding and their ability to reason about evidence. New Ideas in Psychology, 20, 131-
144.
AVIS, J. & HARRIS, P. (1991). Belief-desire reasoning among Baka children: evidence for a universal conception of mind. Child
Development, 62, 460-467.
BARON-COHEN, S. (1989). The autistic child’s theory of mind: a case of specific developmental delay. Journal of Child Psychology
and Psychiatry, 30 (2), 285-297.
BATES, E., CAMAIONI, L. & VOLTERRA, V. (1975). The acquisition of performartives prior to speech. Merrill-Palmer Quarterly, 21,
205-226.
BLOOM, P. & GERMAN, T. P. (2000). Two reasons to abandon the false belief task as a test of theory of mind. Cognition, 77, 25-31.
BRUNER, J. S. (1966). On Cognitive Growth I. En J. S. Bruner, R. R. Olver, P. M. Greenfield, Studies in cognitive growth (pp. 1-30).
Nueva York: John Wiley and sons.
BULLOCK, M. (1985). Animism in childhood thinking: A new look at an old question. Developmental Psychology, 21, 2, 217-225.
COLE, M., GAY, J., GLICK , J. A. & SHARP, D. W. (1971). The cultural context of learning and thinking. An exploration in experimental
anthropology. Londres: Meuthen & Co. Ltd.
DENNETT, D. C. (1978). Beliefs about beliefs. Behavioral and Brain Sciences, I, 568-570.
DENNETT, D. C. (1984). ¿Son experiencias los sueños? Cuadernos de Crítica, 33, México D.F.: Instituto de Investigación Filosóficas.
UNAM.
DE VEGA, M. (1989). Pragmatismos, meta-cogniciones y teorías populares. Cognitiva, 2 (3), 275-279.
ESTES, D., WELLMAN, H. & WOOLEY, J. D. (1989). Children´s understanding of mental phenomena. Advances in Child Development
and Behavior, 22, 41-87.
FLAVELL, J. H., GREEN, F. L. & FLAVELL, E. R. (1986). Development of knowledge about the appearance-reality distinction. Mono-
graphs of the Society for Research in Child Development, 51 (I, Serial Nº 22).
FRITH, U. (1989). Autism: Explaning the enigma. Oxford: Basil Blackwell.
GEERTZ, C. (1987). La interpretación de las culturas. Madrid: Gedisa.
GÓMEZ, J. C., SARRIÁ, E., TAMARIT, J., BRIOSO, A. & LEÓN, E. (1995). Los inicios de la Comunicación. Madrid: MEC-CIDE.
GOPNIK, A. & ASTINGTON , J. W. (1988). Children’s understanding of representational change and its relation to the understan-
ding false belief and the appeareance-reality distinction. Child Development, 59, 26-37.
GOTTFRIED, G. M. & JOW, E. E. (2003). I just talk with my heart: the mind-body problem, linguistic input, and the acquisition of
folk psychologies beliefs. Cognitive Development, 18, 79-90.
HUMPHREY, N. K. (1987). La reconquista de la conciencia. México: Fondo de Cultura Económica (Trabajo original publicado en
1983).
INAGAKI, K. & SUGIYAMA, K. (1988). Attributing human characteristics: Development changes in Over- and Underattribution.
Cognitive Development, 3, 55-70
LAKOFF, G. & JOHNSON, M. (1980). Metaphors We Live By. Chicago: University of Chicago Press.
LILLARD, A. (1998). Ethnopsychologies: Cultural variations in theories of mind. Psychological Bulletin, 123, 3-32.
NÚÑEZ, M. (1993). Teoría de la Mente: Metarrepresentación, creencias falsas y engaño en el desarrollo de una psicología natural. Tesis docto-
ral no publicada. Facultad de Psicología. Universidad Autónoma de Madrid.
PERNER, J. & WIMMER, H. (1985). `John thinks that Mary thinks that...` Attribution of second order beliefs by 5- to 10-year-old
children. Journal of Experimental Child Psychology, 39, 437-471.
PIAGET, J. (1967). La representación del mundo en el niño. Madrid: Morata. (Trabajo original publicado en 1937).
PREMACK, D. G. & WOODRUFF, G. (1978). Does the chimpanzee have a theory of mind? Behavioral and Brian Sciences, 1, 515-26.
QUINTANILLA, L. (1999). La universalidad de la Teoría de la Mente y Otras capacidades mentalistas: Un estudio evolutivo trans-cultural en
niños zapotecos, españoles y regiomontanos. Tesis doctoral no publicada. Facultad de Psicología.UNED.
334 Estudios de Psicología, 2003, 24 (3), pp. 313-335
QUINTANILLA, L. & SARRIÁ, E. (En preparación). Theory of mind in zapotec, spanish and mexican-urban children. A cross-cultural
study of false-belief and appearance-reality tasks.
RIVIÈRE, A. (1989). Más a favor de la psicología popular. Cognitiva, 2, 261-265.
RIVIÈRE, A. (1991). Objetos con Mente. Madrid: Alianza.
RIVIÈRE, A. (1997). Teoría della mente e metareppresentazione. En F. Braga Illa (Ed.), Livelli di reppresentazione (pp.351-410).
Urbino: Quattro Venti.
RIVIÈRE, A. (2001). Autismo: Orientaciones para la intervención educativa. Madrid: Trotta.
ROSALDO, R. (1991). Cultura y Verdad. Nueva propuesta de análisis social. México Grijalbo. Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes.
ROTH, D. & LESLIE, A. (1998). Solving problems: toward a task analysis. Cognition, 66, 1-31.
SCRIBNER, S. (1977). Modes of thinking and ways of speaking. Culture and logic reconsidered. En P. N. Johnson & P. C. Wason
(Comps.), Thinking: readings in congnitive science. (pp. 483-500). Cambridge: Cambridge University Press.
SHWEDER, R. (1991). La rebelión romántica de la antropología contra el iluminismo, o el pensamiento es más que razón y eviden-
cia. En C. Geertz & C. Clifoord, El surgimiento de la antropología posmoderna (pp. 78-113). México D.F.: Gedisa.
SULLIVAN, K., ZAITCHIK , D. & TAGER-FLUSBERG, H. (1994). Preschoolers can attribute second-order beliefs. Development Psycho-
logy, 30, 395-402.
VINDEN, P. G. (1986). Junín Quechua children`s understanding of mind. Child Development, 67, 1707-1716.
VINDEN, P. G. (1999). Children’s understanding of mind and emotion: a multi-culture study. Cognition and Emotion, 13 (1), 19-
48.
VINDEN, P. G. (2001). Parenting attitudes and children’s understanding of mind A comparison of Korean American and Anglo-
American families. Cognitive Development, 16, 793-809
VINDEN, P. G. (2002). Understanding minds and evidence for belief: A study of Mofu children in Cameroon. International Journal
of Behavioral Development, 26, 5, 445-452.
WELLMAN, H. M. (1990). The Child’s Theory of Mind. Cambridge MA: MIT Press/Bradford Books.
WELLMAN, H. M., CROSS, D. & WATSON, J. (2001). Meta-analysis of Theory-of-Mind Development: The truth about, false belief.
Child Development, 72, 655-681.
WELLMAN, H. M. & ESTES, D. (1986). Early understanding of mental entities: A reexamination of childhood realism. Child Deve-
lopment, 57, 910-923.
WHITEN, A. (1994). Grades of Mindreading. En Ch. Lewis & P. Mitchell (Eds.), Children’s early Understanding Mind: Origins and
Development. (pp. 47-69). Hove: LEA.
WIMMER, H. & PERNER, J. (1983). Beliefs about beliefs: Representation and the constraining function of wrong beliefs in young
children’s understanding of deception. Cognition, 13, 103-128.
WOOLLEY, J. D. & WELLMAN, H. M. (1990). Young Children’s understanding of realities, non-realities, and appearances. Child
Development, 61, 41-68.
Realismo, Animismo y Teoría de la Mente / L. Quintanilla y E. Sarriá 335
Apéndice
Tarea de Animismo
Descripción de los elementos que componen la tarea de animismo. Después de que el niño
reconocía las fotos que se presentan en cada bloque se preguntaba por las cuestiones que están
señaladas en la parte inferior de cada grupo de fotografías.
Primer bloque:
Oso de Peluche, Roca, Luna, Árbol.
¿Cuál de estos está vivo?
¿Cuál de estos puede moverse solo?
Segundo Bloque:
Insecto, Árbol, Oso de Peluche, Roca.
¿Cuál de estos puede sentir cuando lo tocamos?
¿Cuál de estos puede sentir dolor cuando lo rompemos o lo pinchamos?
Tercer bloque:
Insecto, Pato, Perro y Mono.
¿Cual de estos puede aprender algo?
¿Cuál de estos puede recordar lo que ha pasado?
Cuarto Bloque:
Pato, Perro, Mono y Niño.
¿Cuál de estos puede pensar?
¿Cuál de estos puede tener ideas?
CUADRO 1
Categorías de respuestas para los conceptos evaluados en la tarea de atribución de funciones mentales
Tipos de Vida M ovim iento Tacto y D olor A prender y P ensar e Ideas
respuesta R ecordar
Prototípica Arbol Luna Insecto Mono/Perro Niño
Prototípica Arbol +Oso Luna +Oso Insecto +Arbol, Mono/Perro Niño +Mono,
+ O tros de Peluche, Luna, de Peluche, Arbol Oso de peluche y Pato. Perro.
Todos Arbol, Oso de Luna, Oso, Arbol Insecto, Arbol, Oso Mono, Perro, Niño, Mono, Perro
peluche, Luna y Roca y Roca. Pato e Insecto. e Insecto
y Roca
O tros Ninguno. Ninguno. Ninguno. Ninguno. Ninguno.
Roca. Roca. Roca. Insecto. Insecto.
Cualquier Cualquier Cualquier La elección de Cualquier
combinación de combinación de combinación de Pato e Insecto. combinación de
Luna, Oso Oso, Luna y Roca. Arbol, Oso de O la elección de Mono, Perro e
de peluche y Roca. O la elección de peluche y Roca. sólo uno de éstos. Insecto. O la
O la elección de sólo uno de éstos O la elección de elección de solo
sólo uno de éstos sólo uno de éstos uno de éstos.