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Trabajo Escrito Debate Segundo Parcial
Trabajo Escrito Debate Segundo Parcial
UTESA
Asignatura:
Derecho Penal 2
Tópico:
Trabajo escrito del debate
Profesor:
Daisy Valerio M. A
Presentado por:
Josué Saúl Núñez luna 1-20-0308
Rosali Muñoz Luna 1-20-1072.
Fabián Tavarez 2-19-0752.
Nikaoly Fernández 1-20-0081
Yowel Rodríguez 2-19-1288
Astrid Sarante 2-19-0617
La antijuricidad
“la teoría de la antijuricidad tiene por objeto establecer bajo qué condiciones y en qué
casos la realización de un tipo penal (en forma dolosa o no; activa u omisiva) no es
contraria al derecho, es decir, el hecho no merece una desaprobación del orden
jurídico. Es por lo tanto, una teoría de las autorizaciones para la realización de un
comportamiento típico. Decir que un comportamiento está justificado equivale a afirmar
que el autor de la acción típica dispuso de un permiso del orden jurídico para obrar
como obró”.
Conviene volver sobre una idea fundamental para poder entender el funcionamiento
de las causas de justificación y de la categoría de la antijuricidad: El material normativo
mediante el cual el jurista construye la verificación de la ilicitud en principio, como
sabemos, se descompone en dos categorías: aquellas normas que comienzan por
definir los parámetros a través de los cuales se debe determinar la eventual infracción
(de una norma de mandato o de prohibición) y aquellas otras que delimitan, luego de
ese condicionamiento, un espacio de permiso, normalmente estructurado sobre la base
de eventuales conflictos valorativos.
Como puede verse, se trata, sin duda, de una evidente contradicción normativa: por
Un lado se afirma (norma imperativa), debes no matar y, por el otro, con la misma
energía, se define, puedes matar en legítima defensa. La categoría de la justificación o
antijuricidad es el lugar sistemático que se prevé para resolver tal contradicción.
Contradicción, naturalmente, que puede provenir de sectores divergentes del
ordenamiento penal.
Un relevamiento sobre la función del sistema del hecho punible deja en evidencia, más
allá de las diferentes etapas de su evolución histórica, el objetivo de transformarse en
un auxiliar del trabajo hermenéutico, de interpretación de la ley. De este modo, el
sistema del hecho punible pretende estipular metodológicamente el camino de las
decisiones judiciales referentes a la existencia de un hecho ilícito jurídico-penalmente
relevante y a la atribución de ese hecho a un sujeto responsable. Es por ello que la
teoría del delito pretende montar un sistema de dosificación y ordenamiento de la
información que ofrece el mundo normativo y la que produce el mundo fáctico.
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el caso de la vida real se encuentra
constituido por información de diferentes niveles que requieren una consideración
diferenciada sistemática y cronológicamente. Por otro lado, el mundo normativo se
presenta con un aspecto complejo, a veces desorganizado y, en no pocas ocasiones
directamente contradictorio. El sistema del hecho punible facilita y organiza el
enfrentamiento del intérprete con estos dos mundos.
Ya es una afirmación repetida en la ciencia penal que la teoría del delito al cumplir esta
misión metodológica, ofrece un modelo de aplicación de la ley penal que pretende
evitar el acaso, la arbitrariedad y la desigualdad; se pretende el logro de la
Seguridad jurídica en las decisiones que emanan del modelo de gestión de casos.
Queda claro que estos objetivos los ha pretendido cumplir las teorías del delito de
Todas las épocas (más naturalistas o más normativistas) y, en verdad, todas ellas, han
conseguido, en cierta medida, el logro de estos propósitos.
La teoría del delito ha sido sistemática en dos de los sentidos posibles: en primer lugar,
se trata de una teoría coordinada y articulada y, en segundo lugar, lo ha sido por
responder a un método de análisis generalmente reconocido. El método de análisis
estratificado, como ya se ha afirmado, permite una exploración ordenada y sujeta a
parámetros de la argumentación jurídica del material con el que se cuenta para la
resolución de un caso. En efecto, si hubiera que describir de un modo por demás
sencillo cuál es la tarea fundamental de este sistema que se muestra a veces en
extremo complejo, deberíamos reafirmar, entonces, su función de transformarse en un
puente conceptual que a través de la comparación de datos fácticos –en el caso- y
exigencias normativas.
Por lo menos para los delitos de comisión es evidente la necesidad de exigir que el
sujeto haya expresado un ejercicio de actividad que ha podido ser dirigido.
Por otro lado, el requisito de que haya un comportamiento, como mínimo común
denominador a toda forma de ilícito, implica, en términos más político-criminales o de
punto de partida ideológico, un divorcio ya fundamental con respecto al derecho penal
que legitimaba su reacción basado en ciertas características del sujeto activo (derecho
penal de autor) y un compromiso con el derecho penal de acto.
Para el segundo filtro la ciencia penal ha desarrollado el concepto de tipo o de tipicidad.
Este nivel conecta el supuesto de hecho con la descripción de la conducta prohibida
(delitos de comisión) o mandada (delitos de omisión). Es por ello que la tipicidad se
nutre sólo de la norma imperativa. La norma que contiene un mandato de acción o de
omisión, prevé una serie de exigencias que deben ser verificadas: debe haber
correspondencia entre la definición legislativa del hecho y éste tal cual se manifiesta en
el caso individual
FABIAN.
ASTRID.
NIKAOLY.
JOSUE.
Restricciones ético sociales a la legítima defensa
En la actualidad es muy común observar como afirman la falta de que se pondere
aquellos bienes jurídicos que se están encontrando en juego, esto hace que se abran
muchos debates en base a la legitima defensa puesto que a diferencia de otros
derechos que se pueden hacer en casos de excepciones, la legitima defensa no goza
de esto, puesto que la legitima defensa no depende de los interés de quienes se
encuentran en disputa, ni depende del valor de la cosa atacada, sino que depende más
bien de la peligrosidad y lo bélico que pudo llegar a ser la agresión realizada que los
tiene dentro de una disputa.
Entonces entendemos como legítima defensa a aquel acto que se realiza con el fin de
salvaguardar un bien o su propia vida ante un tercero, haciendo que este acto realizado
quede eximido de alguna responsabilidad jurídica, pero como mencionamos en este
caso a diferencia de otros derechos este no depende de excepcione sino más bien de
la peligrosidad en que se ejecutó el problema.
Este es un derecho que exime algo ilícito y que hoy en día se ha visto enfrentada con
políticas criminales, que toman en cuenta más el impacto social que la eximición en sí.
En nuestro libro base de teoría del delito nos explica en base a la ley de Alemania
donde observamos que no solo se mide la peligrosidad de lo que paso, sino también lo
que paso en sí, ya que no se puede eximir de responsabilidad a una persona que le
quite la vida a un tercero solo por el hecho de hurtar manzana, puesto que este hurto
no requería de un asesinato para evitarlo, basta con llamar a la policía, la familia o
quizás hasta a un vecino, dígase que en la legitima defensa se deben tomar en cuenta
varios factores para poder eximir la responsabilidad, diciendo así que este solo sería
válido en caso extremo donde la persona que se defiende no tenga otra alternativa que
no sea esa.
En busca de una solución a esta disputa del uso de la legitima defensa algunos autores
en este caso Roxin han desarrollado dos principios, la protección y mantenimiento del
derecho, pues este tiene claro que la legitima defensa es el derecho que el estado
puede otorgarle a personas en las cuales es casi imposible defenderlos, pero también
entiende que se debe mantener el derecho y que este debe ser equitativo, puesto que
mantener el derecho no es en contra de quien se defiende, sino que mantener el
derecho es examinar las causas y el riesgo con el que pasaron las cosas para entender
si era o no necesario llegar a este punto.
Una de la causa de justificación de la legítima defensa que hay que resaltar es el
estado de necesidad, donde se explica claramente que quien se encuentra en un
estado de necesidad para salvar un bien justificado queda eximido de responsabilidad.
Desde otro punto de vista definen la legitima defensa como un derecho a matar, pues
esta parte entiende que no es justificado el hecho de dejar a alguien gravemente herido
o asesinarlo, sin embargo, por la otra parte tenemos esto como una causa de
justificación el hecho de que se cometió legítima defensa porque se contrarrestó una
agresión, siempre y cuando se justifique que se cometió porque no hubo otra manera
de salvaguardar un bien.
Algo que contraataca todo lo establecido sobre la legitima defensa es el convenio de
los derechos humanos pactado en puerto rico el cual estipula que todos tenemos
derecho a la vida y a que se nos respete la misma desde el momento de nuestra
concepción, pero desde un punto de vista personal este convenio se puede usar como
un alma de doble filo, porque aunque mucho usen este convenio que en nuestro país lo
tenemos estipulado en el art 37 de la constitución, para defender la postura de que no
se justifica que se asesine al agresor principal como justificación de legítima defensa,
otros usan este mismo convenio para establecer que como todos tenemos derecho a
que se nos respete la vida, quien asesino al agresor principal haciendo uso de legítima
defensa no hizo más que lo que establece el convenio y fue defender su vida de
alguien que intento en contra de ella, en una ocasión donde las autoridades no podía
intervenir inmediatamente y que no queda más recurso para salvaguardar su integridad
física.
Basándonos directamente en República Dominicana en relación a este tema
encontramos que, el código penal dominicano estipula que:
“Art. 328.- No hay crimen ni delito, cuando el homicidio, las heridas o los golpes se
infieran por la necesidad actual de la legítima defensa de sí mismo o de otro.”
“Art. 329.- Se reputa necesidad actual de legítima defensa, los casos siguientes: 1o.
cuando se comete homicidio o se infieren heridas, o se den golpes rechazando de
noche el escalamiento o rompimiento de casas, paredes o cercas, o la fractura de
puertas o entradas de lugares habitados, sus viviendas o dependencias; 2o. cuando el
hecho se ejecuta en defensa de la agresión de los autores del robo o pillaje cometidos
con violencia.”
El siguiente artículo del ante proyecto es muy interesante pues aquí también
estipulan en los casos donde no se justifica la legitima defensa.
YOWEL.
Según el capítulo se entendí que la autoridad estatal y el
agredido básicamente responden a reglas bien distintas. La extensión que se le ha
otorgado a la facultad de defensa personal, inspirada en el más puro individualismo,
permite aventurar una respuesta afirmativa al interrogante planteado. La idea de que “el
derecho no tiene que ceder ante el ilícito”, todavía parcialmente vigente, parece dirigida
sólo al sujeto pasivo de la agresión.
Tenemos por otro lado algo que puede ser admisible y es que el convecino regula un
conflicto muy distinto que puede ser de beneficio para la defensa legítima y este se
basa en que nadie diría que el policía y el sujeto acometido por la agresión ilegítima se
encuentran en igualdad de condiciones. Al mismo tiempo, desde las consecuencias, no
parece prudente esperar que de la ampliación de una cláusula restrictiva de una
eximente contenida en un tratado internacional surja la esperada limitación ético-social
de la misma.
”En rigor, la primera posición -la negativa- no se compatibiliza con lo resuelto por el
Tribunal Constitucional ...al declarar inconstitucional la descriminalización del aborto
durante los primeros meses del embarazo, por insuficiente protección de la vida
humana”, Esto es lo que el autor argentino Raúl Zafaron propone al defender la postura
de Stratenwerth en cuando al aborto.
En cuanto al tema del aborto la Convención Americana de Derechos
Humanos establece que el estado está obligado a proteger la vida a toda costa, según
este desde el momento de la concepción nadie puede ser privado de la vida
arbitrariamente, sobre esto dice el autor argentino las siguientes conclusiones:” a)
la obligación estatal de proteger legalmente el derecho a la vida; y b) la prohibición de
privar de ella arbitrariamente.”.
Por lo tanto, en este según lo que propone el autor argentino sobre el tema y teniendo
en cuenta lo tratado anteriormente, no existen posibilidades ciertas de encontrar un
argumento positivo “evidente” para limitar en forma razonable los costos de un
protagonismo indebido de la justificante.
Una posible solución o salida seria ámbito penal seria otorgarle el rol de “racional”
según la necesidad del medio empleado.
Así pues los términos racional y necesidad son medios que podrían ser utilizados por la
defensa desde el punto de vista de la inexistencia de otros medios eficaces, pero
irracional, desde el punto de vista de la relación entre magnitud de la amenaza
y dañosidad de la defensa. Sin embargo, teniendo claro el desconocimiento del
contexto de la palabra racionalidad.
Lo expresado anteriormente está basado en el otorgamiento de ciertas cualidades al
legislador que no son exactamente igual a lo que es en verdad de la tarea legislativa en
la vida real; pareciera que si se ha pretendido establecer cierto límite en casos de
extrema desproporción, existían instrumentos lingüísticos para manifestarlo de modo
más claro y preciso, sobre todo cuando se advierte que, ingresados en este terreno, las
cercanías con el estado de necesidad justificante son absolutamente estrechas.
La primera impresión cuando el legislador se refiere a la necesidad del medio lo hace a
la manera de un elemento que se comprueba bajo los parámetros de un mecanismo
similar al de la “condito sine qua non”. La pregunta es ¿si no se hubiera utilizado ese
medio de defensa, el sujeto hubiera sido dañado por la agresión?, en donde no es
legítimo incluir hechos no sucedidos como la posibilidad de acudir a un instrumento
menos lesivo de defensa.
El autor Giuseppe Maggiore llevo estas concepciones a sus últimas consecuencias:
“La legítima defensa consiste en el derecho que tiene cada uno para rechazar la
agresión injusta, cuando la sociedad y el Estado no pueden proveer a su defensa. El
orden jurídico ha de ser conservado a toda costa; por lo tanto, si fuera lesionado, y el
Estado no pudiere reintegrarlo inmediatamente, este deber de reintegración le
corresponde entonces al individuo que se defiende, no viola el derecho, sino que
coopera a su realización; ni obra ya como persona privada, ejerce una verdadera y
propia función pública, como sustituto de la sociedad y del Estado, a los cuales, por la
misma ley eterna del orden, compete el derecho de castigar”.
Según lo citado anteriormente se sostiene que de acuerdo a la preponderancia de fines
individuales o sociales emanarían distintos efectos para la configuración de la
eximente, o más claro, para el establecimiento o no de ciertos límites externos.
Según el criterio del escritor es cuestión en cuando a ese tipo de argumentos se refiere
de dos ideas claras: La cuestión reside en que una de esas ideas es correcta -la
necesidad de establecer un conjunto de límites a la eximente-, mientras que la otra idea
no lo es -la “capacidad de respuesta” del argumento preventivo: ello desde una visión
político-criminal, valorativa o axiológica.
Esto es conocido como la concepción de la teoría del “doble fundamento”, que
pretende ver en el ejercicio de la defensa necesaria una función preventivo general.
Según el texto se puede esperar muy poco de una sociedad que delega en los
individuos una función tan estrechamente ligada a los fundamentos mismos del Estado.
Que ello es altamente peligroso no hace falta demostrarlo. Si a ello se suma que el
Estado en su función penal está sometido a gran cantidad de restricciones (incluso de
diseño constitucional) que sería altamente dificultoso trasladar al individuo, se
advertirán los enormes costos de tal concepción. En este sentido se carece de una
evaluación ética seria de tal postura.
Pero, incluso cuando ello fuera admisible político-criminalmente, no sería razonable
vincular a esa concepción efectos, justamente, reductores del ámbito de
desenvolvimiento de la eximente.
Para decirlo con palabras de S. Mir Puig “el principio de la “máxima utilidad posible”
para las posibles víctimas debe combinarse con el de mínimo sufrimiento necesario
para los delincuentes. Así como el Estado, en su función de protección de los intereses
sociales, debe agotar todos los instrumentos y medios menos lesivos antes de recurrir
al derecho penal, así también, el individuo agredido debe agotar todos los posibles
medios de defensa poco violentos, incluso a veces huir, antes de acudir al medio
necesario para repeler el ataque, pero extremadamente violento en relación con la
magnitud del bien jurídico o la intensidad de la agresión.
En fin, durante este trabajo podemos ver variantes existentes entre el ante proyecto y el
código penal y consigo observamos como en el código penal se nos presenta
cuando la acción es antijurídica y como se castigan esta, pero a la misma vez
nos muestra como esas acciones en determinados casos y
con excepciones predeterminada son eximentes de responsabilidad penal, es decir en
aquellos casos cuando hay una causa justificada de las planteadas en este trabajo.
Bibliografía:
•Libro de la materia, Teoría del Delito.
•Anteproyecto Código Penal.
•Código de Procedimiento penal.
•Código Penal Dominicano.
•https://www.iberley.es/temas/estado-necesidad-
48281?__cf_chl_rt_tk=NBcKDOcsOXnqw0OMJYRdqRG7x9G18nnnmDIPy0ciwbc-
1637196149-0-gaNycGzNB-U
•http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2070-
81572012000200007