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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE SANTIAGO

UTESA

Asignatura:
Derecho Penal 2

Tópico:
Trabajo escrito del debate

Profesor:
Daisy Valerio M. A

Presentado por:
Josué Saúl Núñez luna 1-20-0308
Rosali Muñoz Luna 1-20-1072.
Fabián Tavarez 2-19-0752.
Nikaoly Fernández 1-20-0081
Yowel Rodríguez 2-19-1288
Astrid Sarante 2-19-0617

Miércoles 17 de noviembre del 2021


Santiago de los Caballeros, República Dominicana
A continuación desarrollaremos temas relevante en cuanto a materia penal, pues
hablaremos de la importancia de la antijurícidad, la cual nos ayudara a entender
aquellas condiciones y casos en los cuales las acciones u omisiones realizada se
convierte en hechos en contra de la ley o no y con esto entenderemos cuales cosas
son consideradas delitos, pero también en cuales casos estas acciones que podrían
ser considerada un delito por alguna norma permisiva son eximida de al alguna
pena, haciendo mención de aquellas acciones que son considerada como agresiones
y sus tipos; tomando en cuenta en estos casos la legitima defensa. Todo lo anterior es
de vital importancia para poder desarrollarnos en el ámbito penal, cada uno de
los conocimientos obtenidos y de desarrollados a continuación explicaran a detalle todo
lo relacionado con la misma, haciendo énfasis y uso del código
penal dominicano, el ante proyecto y nuestro libro del texto, con el fin de explicar de
forma eficiente y de fuentes segura las informaciones en lo adelante, suministrada.
ROSALI.

La antijuricidad

“la teoría de la antijuricidad tiene por objeto establecer bajo qué condiciones y en qué
casos la realización de un tipo penal (en forma dolosa o no; activa u omisiva) no es
contraria al derecho, es decir, el hecho no merece una desaprobación del orden
jurídico. Es por lo tanto, una teoría de las autorizaciones para la realización de un
comportamiento típico. Decir que un comportamiento está justificado equivale a afirmar
que el autor de la acción típica dispuso de un permiso del orden jurídico para obrar
como obró”.

El análisis de la antijuricidad o justificación, en principio, representa una etapa histórica


dependiente de la separación entre ilícito y culpabilidad. Se trata, claro, de un análisis
que sólo puede ser formulado a raíz de la división categorial entre el hecho y su autor.

Como hoy afirma Molina Fernández, “una respuesta fundada a la cuestión de si el


concepto de antijuricidad, que preside desde hace más de un siglo la construcción de la
teoría del delito, es un concepto materialmente necesario, y sistemáticamente definible
con la suficiente nitidez, pese al escaso acuerdo doctrinal acerca de su contenido que
revela un examen histórico, sólo puede obtenerse mediante el estudio detallado de las
diferentes cuestiones que han influido en la aparición y subsiguiente desarrollo de la
teoría del injusto y que pueden resumirse en tres puntos: en primer lugar, la
antijuricidad surge como un concepto para expresar la ilicitud formal de un
comportamiento por estar en contradicción con un orden jurídico dado (perspectiva
formal del injusto como contrariedad a derecho); en segundo lugar, la antijuricidad hace
referencia a la lesividad material de la acción para bienes jurídicamente protegidos
(perspectiva material del injusto como lesividad para bienes jurídicos); por último, la
antijuricidad es un concepto práctico que debe contribuir a la construcción de un
sistema que sirva para resolver problemas de explicación y, principalmente, aplicación
del derecho (perspectiva práctica del injusto como categoría sistemática)”.

Conviene volver sobre una idea fundamental para poder entender el funcionamiento
de las causas de justificación y de la categoría de la antijuricidad: El material normativo
mediante el cual el jurista construye la verificación de la ilicitud en principio, como
sabemos, se descompone en dos categorías: aquellas normas que comienzan por
definir los parámetros a través de los cuales se debe determinar la eventual infracción
(de una norma de mandato o de prohibición) y aquellas otras que delimitan, luego de
ese condicionamiento, un espacio de permiso, normalmente estructurado sobre la base
de eventuales conflictos valorativos.

Como puede verse, se trata, sin duda, de una evidente contradicción normativa: por
Un lado se afirma (norma imperativa), debes no matar y, por el otro, con la misma
energía, se define, puedes matar en legítima defensa. La categoría de la justificación o
antijuricidad es el lugar sistemático que se prevé para resolver tal contradicción.
Contradicción, naturalmente, que puede provenir de sectores divergentes del
ordenamiento penal.

Sistema del hecho punible

Un relevamiento sobre la función del sistema del hecho punible deja en evidencia, más
allá de las diferentes etapas de su evolución histórica, el objetivo de transformarse en
un auxiliar del trabajo hermenéutico, de interpretación de la ley. De este modo, el
sistema del hecho punible pretende estipular metodológicamente el camino de las
decisiones judiciales referentes a la existencia de un hecho ilícito jurídico-penalmente
relevante y a la atribución de ese hecho a un sujeto responsable. Es por ello que la
teoría del delito pretende montar un sistema de dosificación y ordenamiento de la
información que ofrece el mundo normativo y la que produce el mundo fáctico.
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el caso de la vida real se encuentra
constituido por información de diferentes niveles que requieren una consideración
diferenciada sistemática y cronológicamente. Por otro lado, el mundo normativo se
presenta con un aspecto complejo, a veces desorganizado y, en no pocas ocasiones
directamente contradictorio. El sistema del hecho punible facilita y organiza el
enfrentamiento del intérprete con estos dos mundos.

Ya es una afirmación repetida en la ciencia penal que la teoría del delito al cumplir esta
misión metodológica, ofrece un modelo de aplicación de la ley penal que pretende
evitar el acaso, la arbitrariedad y la desigualdad; se pretende el logro de la
Seguridad jurídica en las decisiones que emanan del modelo de gestión de casos.
Queda claro que estos objetivos los ha pretendido cumplir las teorías del delito de
Todas las épocas (más naturalistas o más normativistas) y, en verdad, todas ellas, han
conseguido, en cierta medida, el logro de estos propósitos.

La teoría del delito ha sido sistemática en dos de los sentidos posibles: en primer lugar,
se trata de una teoría coordinada y articulada y, en segundo lugar, lo ha sido por
responder a un método de análisis generalmente reconocido. El método de análisis
estratificado, como ya se ha afirmado, permite una exploración ordenada y sujeta a
parámetros de la argumentación jurídica del material con el que se cuenta para la
resolución de un caso. En efecto, si hubiera que describir de un modo por demás
sencillo cuál es la tarea fundamental de este sistema que se muestra a veces en
extremo complejo, deberíamos reafirmar, entonces, su función de transformarse en un
puente conceptual que a través de la comparación de datos fácticos –en el caso- y
exigencias normativas.

Como hemos visto en las unidades anteriores, el primer filtro ha consistido en la


necesidad de que el hecho signifique una acción. Ello responde al paradigma
fundamental de que el derecho penal se ocupa sólo de acciones con expresión de
sentido. Claro que, quizá nunca se ha tratado de cualquier acción de la vida común,
sino de una que satisfaga ciertas exigencias para la imputación penal. Este
concepto ha variado de concepciones más naturalistas a concepciones más normativas
y en alguna época se trataba de uno de los debates de mayor trascendencia en el
mundo jurídico penal. Hoy en día, por lo menos, hay consenso en que no puede haber
una acción allí donde se ha tratado de un mero comportamiento reflejo o sonámbulo o
motivado por una fuerza externa que es imposible resistir. Si a este concepto de acción
se lo denomina final o de otra manera es algo que no tiene trascendencia, por lo menos
en esta instancia. Es seguro entonces que el comportamiento que no satisface esa
exigencia no ha superado el primer filtro y, por lo tanto, obviamente, la decisión debe
ser de no punibilidad

Por lo menos para los delitos de comisión es evidente la necesidad de exigir que el
sujeto haya expresado un ejercicio de actividad que ha podido ser dirigido.
Por otro lado, el requisito de que haya un comportamiento, como mínimo común
denominador a toda forma de ilícito, implica, en términos más político-criminales o de
punto de partida ideológico, un divorcio ya fundamental con respecto al derecho penal
que legitimaba su reacción basado en ciertas características del sujeto activo (derecho
penal de autor) y un compromiso con el derecho penal de acto.
Para el segundo filtro la ciencia penal ha desarrollado el concepto de tipo o de tipicidad.
Este nivel conecta el supuesto de hecho con la descripción de la conducta prohibida
(delitos de comisión) o mandada (delitos de omisión). Es por ello que la tipicidad se
nutre sólo de la norma imperativa. La norma que contiene un mandato de acción o de
omisión, prevé una serie de exigencias que deben ser verificadas: debe haber
correspondencia entre la definición legislativa del hecho y éste tal cual se manifiesta en
el caso individual

FABIAN.

El material normativo mediante el cual el jurista construye la verificación de la ilicitud en


principio se descompone en dos categorías: aquellas normas que comienzan por definir
los parámetros a través de los cuales se debe determinar la eventual infracción (de una
norma de mandato o de prohibición) y aquellas otras que delimitan, luego de ese
condicionamiento, un espacio de permiso, normalmente estructurado sobre la base de
eventuales conflictos valorativos. Aquí veremos un ejemplo de contradicción normativa
de antijuricidad y causas de justificación.
Por un lado, se afirma (norma imperativa), debes no matar y, por el otro, con la misma
energía, se define, puedes matar en legítima defensa.

Lo que dice el código penal:


Art. 295.- El que voluntariamente mata a otro, se hace reo de homicidio.
Art. 328.- No hay crimen ni delito, cuando el homicidio, las heridas o los golpes se
infieran por la necesidad actual de la legítima defensa de sí mismo o de otro.
Las causas de justificación pretenden solucionar un conflicto propio del ámbito fáctico y
normativo de la anti normatividad que pretende anular.
La totalidad de las características del ilícito en el sistema del hecho punible se define
en la fluctuante residencia de la adecuación social y del riesgo permitido, enormemente
vinculada a la falta de precisión acerca de si en la justificación se debe agregar algo a
la definición de los contornos del ilícito o si, en verdad, se trata solo de una
confirmación negativa de aquello que ya es manifiesto desde el punto de vista de
su antinormatividad.
El Derecho Penal sin causas de justificación carecería de criterios de solución para
dichos conflictos (en el sentido de que no los consideraría ni siquiera conflictos), por lo
tanto, violaría la autonomía personal, que justifica también el ideal de certeza. Ejemplo:
el estado de necesidad justificante.
Una de las normas permisivas más clásicas- puede manifestar su efecto eximente –lato
sensu- sobre comportamientos típicos de distinta índole (violación de domicilio en
condiciones de emergencia para los que habitan la morada, daño necesario sobre las
cosas para salvar la vida de una persona, etc.)
Lo que dice el Código Penal sobre el Estado de Necesidad:
Art. 329.- Se reputa necesidad actual de legítima defensa, los casos siguientes: 1o.
cuando se comete homicidio o se infieren heridas, o se den golpes rechazando de
noche el escalamiento o rompimiento de casas, paredes o cercas, o la fractura de
puertas o entradas de lugares habitados, sus viviendas o dependencias; 2o. cuando
el hecho se ejecuta en defensa de la agresión de los autores del robo o pillaje
cometidos con violencia.
Lo que dice el anteproyecto sobre el Estado de Necesidad:
Artículo 22.- Estado de necesidad. Actúa en estado de necesidad y no es penalmente
responsable, quien, ante un peligro actual o inminente que lo amenaza o amenaza a
otra persona, con la finalidad de repelerlo, realiza o ejecuta una acción u omisión,
tipificado como infracción por este código o por la legislación penal.

ASTRID.

1) ¿Cual constituye el objeto y el alcance de la adopción? La adopción es una medida


de integración y protección familiar para los niños/as y adolescentes en función de su
interés superior, cuyo proceso debe ser llevado bajo la suprema vigilancia del estado.
Pueden ser adoptados niños/as o adolescentes huérfanos de padre y madre, niños/as
o adolescentes de padres desconocidos, que se encuentren bajo la tutela del estado,
niños/as o adolescentes cuyo padre y madre hayan sido privados de la autoridad
parental por sentencia niños/as o adolescentes cuyos padres consientan la adopción.
El hecho de adoptar, desde siempre, se ha constituido en uno de los gestos más
humanos y generosos posibles de realizar. Como concepto general y actual, la
adopción es la medida de protección por excelencia que se aplica en subsidio de la
familia de origen, cuando se han agotado todas posibilidades para que un niño pueda
permanecer bajo el cuidado de sus padres o familia biológica. Podemos situar los
orígenes de la adopción internacional después de las dos guerras mundiales y tras los
conflictos en Vietnam y Corea. Su objeto, por aquel entonces, era proporcionar una
familia a los miles de niños que habían perdido las suyas, y que hallaron hogar en
Europa occidental y estados unidos. 2) ¿Dónde radica la importancia de los conflictos
de leyes y cómo se resuelven? Las normas internacionales pueden estar en conflicto
con la norma interna, en eso reside el conflicto entre la norma internacional y la norma
interna. Ambas regulan una misma cuestión jurídica, pero las soluciones por ellas
previstas son distintas. La solución del conflicto está en la posibilidad de revocación de
una norma por otra, se podría decir que es válido que el tratado podrá revocar la ley
interna, pues el tratado internacional válidamente celebrado es parte, por si solo, del
ordenamiento jurídico interno del estado. 3) En qué país se realizó de la conferencia de
1928? Se celebró en la Habana. 4) Señale el fundamento del sistema de la
personalidad de la ley. Desde la caída del imperio romano, por la invasión de los
bárbaros de diferentes procedencia, por lo que cada pueblo aplicaba sus propias leyes,
es decir, a cada individuo se le aplicaba su “ley personal”. Existió en este periodo una
convivencia de leyes sin que se de propiamente un conflicto de leyes. Por tanto, se
convierte en sistema jurídico según el cual muchas leyes son susceptibles de ser
aplicadas en un mismo territorio, a causa de la coexistencia de grupos étnicos
diferentes: la pertenencia de la persona al grupo étnico determina la aplicación al
individuo de las leyes que rigen a ese grupo. La personalidad de las leyes constituye un
sistema totalmente opuesto al de la territorialidad, que consiste en la aplicación
generalizada. Sin embargo, ambos deben ser considerados como sistemas de solución
a los conflictos de leyes ya que, si bien es cierto que las reglas de conflicto son
implícitas, la relación jurídica cuenta, sin embargo, con la presencia de un elemento
extraño planteando así el problema de la elección del derecho aplicable a la solución
del litigio. El sistema de la personalidad de las leyes no debe ser confundido con el
“personalismo", doctrina elaborada por el autor italiano Pascual Estanislao, en el siglo
XIX. El personalismo tiene su fundamento en la nacionalidad que, según Mancini,
constituye el punto de vinculación que permite determinar la ley aplicable en caso de
conflicto de leyes. Es importante resaltar que pretende ver en la nacionalidad el
elemento que asegura el respeto a la soberanía de los estados. 5) Señale la diferencia
entre la partición amigable y la partición judicial • La participación amigable es la que
los herederos han acordado armoniosamente la división de los bienes
comunes. Está sujeta a cambios entre los copartícipes que le serán sometidos al
tribunal para fines de homologación; si estamos en presencia de una sucesión esta
será precedida de una determinación de herederos, que no es litigiosa, cabe decir, que
no se da en jurisdicción contenciosa sino de carácter administrativo. • La participación
judicial es la que, a falta de acuerdo entre los herederos, se deja en manos del tribunal
decidir la forma en que los bienes serán distribuidos. La judicial es obligatoria en caso
de desacuerdo de los copartícipes. Está sometida a una serie de formalidades, que
pasan por el nombramiento de peritos para los fines de tasar constitución de lotes,
sorteos de los mismos, llegando hasta la venta en pública subasta cuando los mismos
resulten difícil de dividir, todo esto está fundamentado en el artículo 815 del código civil
y el 966 y siguientes del procedimiento civil.

NIKAOLY.

2.3 LOS REQUISITOS DE LA AGRESIÓN


Un tema de discusión permanente es el de los requisitos de la agresión para habilitar
legítimamente la defensa directa. ¿Cuáles deben ser las características de la
agresión que puede habilitar la defensa necesaria?
La legítima defensa tiene un lugar en la base misma de la tensión que particulariza a
todo el derecho penal, aquella que tiene por extremos, de un lado, la necesidad del
logro de eficacia en la protección de los bienes jurídicos, y del otro, el uso razonable del
poder de reacción frente a la desobediencia de la valoración estatal.
En el código penal se establece lo siguiente:
Art. 328.- No hay crimen ni delito, cuando el homicidio, las heridas o los golpes se
infieran por la necesidad actual de la legítima defensa de sí mismo o de otro.
Art. 329.- Se reputa necesidad actual de legítima defensa, los casos
siguientes: 1o. cuando se comete homicidio o se infieren heridas, o se den golpes
rechazando de noche el escalamiento o rompimiento de casas, paredes o cercas, o la
fractura de puertas o entradas de lugares habitados, sus viviendas o
dependencias; 2o. cuando el hecho se ejecuta en defensa de la agresión de los
autores del robo o pillaje cometidos con violencia.
Mientras que el ante proyecto de condigo penal nos dice que:
Artículo 19.- Legítima defensa. Se considera legítima defensa el acto dirigido a
rechazar de modo simultáneo, necesario y proporcional la agresión actual, inminente e
injustificada que se ejecuta o que está en curso de ejecutarse en contra de sí mismo o
de otra persona. No es antijurídica la conducta de quien actúe en legítima defensa.
Artículo 20.- Casos de legítima defensa privilegiada. Se consideran casos de
legítima defensa privilegiada, sin excluir otros posibles supuestos, los casos
siguientes:
1. Cuando se rechaza por cualquier medio y desde el interior de una casa habitada
la entrada que hace otra persona con fractura, violencia, engaño o cualquier otro
método ilegítimo;
2. Cuando se actúa contra quien es sorprendido dentro de una casa habitada;
3. Cuando se actúa contra el autor del robo perpetrado con violencia, en cualquier
tiempo y lugar.

2.4 AGRESIÓN OMISIVA


Existen distintos puntos de vista ante la interrogante de si hay agresión en la omisión.
El problema claro es saber cuál es el sentimiento jurídico predominante, y, en su caso,
cuáles son las razones de política-criminal, hasta ahora presupuestas, que le dan
fundamento. En relación con este problema podemos citar en forma resumida tres
posturas básicas. La primera de ellas está representada por los autores que estiman la
imposibilidad de que la agresión ilegítima pueda cometerse mediante algún tipo de
omisión.
Una parte de los autores que así opinan, como afirma Luzón Peña, están influidos por
el entendimiento previo de la agresión como suceso físico y violento, lo que -a su vez-
limita los bienes jurídicos defendibles. Seguimos en la clasificación a Luzón Peña,
“Aspectos esenciales de la legítima defensa”.
En este conjunto, tácita o expresamente, se excluye, incluso, a los casos de “comisión
por omisión” u “omisión impropia”.
Gómez Benítez ha afirmado que” ni lingüísticamente parece admisible que el que omite
agreda, ni preventivo-generalmente parece acertado permitir la desproporción
característica de la legítima defensa frente a quien se abstiene de interferir -contra su
deber- en un proceso causal, y esto hay que mantenerlo incluso en los siempre
discutidos y graves casos de comisión por omisión”.
Luego existen posturas intermedias, que se basan, la mayoría de las veces, en la
posibilidad de que no toda omisión, sino sólo las omisiones impropias, puedan
constituir agresión. En principio es posible pensar que es más correcta aquella postura
que no ve aquí ningún obstáculo para considerar susceptible de producir una conducta
agresiva a cualquier tipo de omisión jurídicamente relevante (o sea, a partir de que se
encuentra definido normativamente un deber de actuar de determinado modo).
Según Maurach: „La agresión, por regla general, supone, en su autor, una determinada
actividad. El simple no hacer no integra agresión alguna. Un “no hacer algo” puede, sin
embargo, representar una agresión si el sujeto tenía un deber de actuar.” La
afirmación, como muchas parecidas, no es muy feliz. Un “simple no hacer” nunca ha
significado nada para el derecho penal.
Escuela Nacional de la Judicatura A modo de conclusión provisional, podemos afirmar
que:
a. No hace falta, aquí, acudir a un límite tan difuso como el que distingue las
omisiones en propias o impropias (o clasificaciones sinónimas). Pero ello porque, en
principio, cualquier omisión puede constituir agresión.
b. El criterio “material” ofrecido por Luzón es aplicable al problema global de la
agresión ilegítima, pero no está relacionado con el tema recién tratado.
El anteproyecto establece que:
Principio de culpabilidad. Las personas solo podrán ser culpables de una acción u
omisión si han actuado con dolo o imprudencia. Ninguna persona se considera
culpable por la realización de una conducta cuando no le sea exigible actuar de otro
modo;
Principio de proporcionalidad. La pena debe ser proporcional al nivel de
culpabilidad de la persona imputada, y debe ser proporcional a la gravedad de la
lesión o puesta en peligro provocada.

2.5 AGRESIÓN IMPRUDENTE


Se entienden dos posturas frente a la legítima defensa en un caso de agresión
imprudente. En primer lugar, un sector de la doctrina opina que la acción que da base a
la agresión antijurídica, para habilitar la legítima defensa, debe ser dolosa en el sentido
de la teoría del injusto personal. Otros autores piensan que cabe la legítima defensa
contra “agresiones” sólo imprudentes -es decir cuya ilicitud se funda en el
incumplimiento del deber objetivo de cuidado.
En realidad, desde el punto de vista del sujeto agredido, que el sujeto agresor actúe
con dolo o sólo imprudentemente no hace presumir nada de su mejor o peor suerte.
Son imaginables numerosos casos en los cuales una agresión imprudente significa un
riesgo equivalente al de una dolosa, independientemente de la cantidad de reproche
que una y otra merezcan. Privar al titular del bien jurídico de la posibilidad jurídica de
defenderse legítimamente en forma directa es político criminalmente errado.
Jurídica de defenderse legítimamente en forma directa es político criminalmente
errado.

JOSUE.
Restricciones ético sociales a la legítima defensa
En la actualidad es muy común observar como afirman la falta de que se pondere
aquellos bienes jurídicos que se están encontrando en juego, esto hace que se abran
muchos debates en base a la legitima defensa puesto que a diferencia de otros
derechos que se pueden hacer en casos de excepciones, la legitima defensa no goza
de esto, puesto que la legitima defensa no depende de los interés de quienes se
encuentran en disputa, ni depende del valor de la cosa atacada, sino que depende más
bien de la peligrosidad y lo bélico que pudo llegar a ser la agresión realizada que los
tiene dentro de una disputa.
Entonces entendemos como legítima defensa a aquel acto que se realiza con el fin de
salvaguardar un bien o su propia vida ante un tercero, haciendo que este acto realizado
quede eximido de alguna responsabilidad jurídica, pero como mencionamos en este
caso a diferencia de otros derechos este no depende de excepcione sino más bien de
la peligrosidad en que se ejecutó el problema.
Este es un derecho que exime algo ilícito y que hoy en día se ha visto enfrentada con
políticas criminales, que toman en cuenta más el impacto social que la eximición en sí.
En nuestro libro base de teoría del delito nos explica en base a la ley de Alemania
donde observamos que no solo se mide la peligrosidad de lo que paso, sino también lo
que paso en sí, ya que no se puede eximir de responsabilidad a una persona que le
quite la vida a un tercero solo por el hecho de hurtar manzana, puesto que este hurto
no requería de un asesinato para evitarlo, basta con llamar a la policía, la familia o
quizás hasta a un vecino, dígase que en la legitima defensa se deben tomar en cuenta
varios factores para poder eximir la responsabilidad, diciendo así que este solo sería
válido en caso extremo donde la persona que se defiende no tenga otra alternativa que
no sea esa.
En busca de una solución a esta disputa del uso de la legitima defensa algunos autores
en este caso Roxin han desarrollado dos principios, la protección y mantenimiento del
derecho, pues este tiene claro que la legitima defensa es el derecho que el estado
puede otorgarle a personas en las cuales es casi imposible defenderlos, pero también
entiende que se debe mantener el derecho y que este debe ser equitativo, puesto que
mantener el derecho no es en contra de quien se defiende, sino que mantener el
derecho es examinar las causas y el riesgo con el que pasaron las cosas para entender
si era o no necesario llegar a este punto.
Una de la causa de justificación de la legítima defensa que hay que resaltar es el
estado de necesidad, donde se explica claramente que quien se encuentra en un
estado de necesidad para salvar un bien justificado queda eximido de responsabilidad.
Desde otro punto de vista definen la legitima defensa como un derecho a matar, pues
esta parte entiende que no es justificado el hecho de dejar a alguien gravemente herido
o asesinarlo, sin embargo, por la otra parte tenemos esto como una causa de
justificación el hecho de que se cometió legítima defensa porque se contrarrestó una
agresión, siempre y cuando se justifique que se cometió porque no hubo otra manera
de salvaguardar un bien.
Algo que contraataca todo lo establecido sobre la legitima defensa es el convenio de
los derechos humanos pactado en puerto rico el cual estipula que todos tenemos
derecho a la vida y a que se nos respete la misma desde el momento de nuestra
concepción, pero desde un punto de vista personal este convenio se puede usar como
un alma de doble filo, porque aunque mucho usen este convenio que en nuestro país lo
tenemos estipulado en el art 37 de la constitución, para defender la postura de que no
se justifica que se asesine al agresor principal como justificación de legítima defensa,
otros usan este mismo convenio para establecer que como todos tenemos derecho a
que se nos respete la vida, quien asesino al agresor principal haciendo uso de legítima
defensa no hizo más que lo que establece el convenio y fue defender su vida de
alguien que intento en contra de ella, en una ocasión donde las autoridades no podía
intervenir inmediatamente y que no queda más recurso para salvaguardar su integridad
física.
Basándonos directamente en República Dominicana en relación a este tema
encontramos que, el código penal dominicano estipula que:
“Art. 328.- No hay crimen ni delito, cuando el homicidio, las heridas o los golpes se
infieran por la necesidad actual de la legítima defensa de sí mismo o de otro.”

“Art. 329.- Se reputa necesidad actual de legítima defensa, los casos siguientes: 1o.
cuando se comete homicidio o se infieren heridas, o se den golpes rechazando de
noche el escalamiento o rompimiento de casas, paredes o cercas, o la fractura de
puertas o entradas de lugares habitados, sus viviendas o dependencias; 2o. cuando el
hecho se ejecuta en defensa de la agresión de los autores del robo o pillaje cometidos
con violencia.”

 Siguiendo con la investigación nos encontramos con algunos cambios en


nuestro ante proyecto del código penal:
“Artículo 19.- Legítima defensa. Se considera legítima defensa el acto dirigido a
rechazar de modo simultáneo, necesario y proporcional la agresión actual, inminente e
injustificada que se ejecuta o que está en curso de ejecutarse en contra de sí mismo o
de otra persona. No es antijurídica la conducta de quien actúe en legítima defensa”

“Párrafo I.- En la legítima defensa siempre prevalecerá la proporcionalidad relativa al


bien jurídico protegido, sobre la proporcionalidad de medios.”
“Párrafo II.- No hay legítima defensa ni presunción de ella si la agresión rechazada ha
sido precedida por un acto de provocación cometido por quien la invoca. “
“Artículo 20.- Casos de legítima defensa privilegiada. Se consideran casos de
legítima defensa privilegiada, sin excluir otros posibles supuestos, los casos
siguientes:
1) Cuando se rechaza por cualquier medio y desde el interior de una casa habitada la
entrada que hace otra persona con fractura, violencia, engaño o cualquier otro método
ilegítimo;

2) Cuando se actúa contra quien es sorprendido dentro de una casa habitada;


3) Cuando se actúa contra el autor del robo perpetrado con violencia, en cualquier
tiempo y lugar. “

 El siguiente artículo del ante proyecto es muy interesante pues aquí también
estipulan en los casos donde no se justifica la legitima defensa.

“Artículo 21.- Causales de inexistencia de legítima defensa. No se justifica el


homicidio cometido por una persona para defenderse de una agresión injusta que se
comete solamente contra un bien patrimonial, personal o de otra persona, física o
jurídica, salvo en los casos antes señalados. “

“Párrafo. - No hay legítima defensa ni presunción de ella si existe una manifiesta


desproporción entre los medios empleados para valerse de ella y la gravedad de la
situación que amenazaba a la persona. Tampoco hay legítima defensa si quien la
invoca ha provocado la situación que causó el hecho.”

 Ahora sin embargo veremos cuando si se justifica:

“Artículo 22.- Estado de necesidad. Actúa en estado de necesidad y no es


penalmente responsable, quien, ante un peligro actual o inminente que lo amenaza o
amenaza a otra persona, con la finalidad de repelerlo, realiza o ejecuta una acción u
omisión, tipificado como infracción por este código o por la legislación penal.
Párrafo. - No hay estado de necesidad ni presunción de él si existe una manifiesta
desproporción entre los medios empleados para valerse de él y la gravedad de la
situación que amenazaba a la persona o cosa. Tampoco hay estado de necesidad si
quien lo invoca ha provocado la situación que causó el hecho.”

YOWEL.
Según el capítulo se entendí que la autoridad estatal y el
agredido básicamente responden a reglas bien distintas. La extensión que se le ha
otorgado a la facultad de defensa personal, inspirada en el más puro individualismo,
permite aventurar una respuesta afirmativa al interrogante planteado. La idea de que “el
derecho no tiene que ceder ante el ilícito”, todavía parcialmente vigente, parece dirigida
sólo al sujeto pasivo de la agresión.
Tenemos por otro lado algo que puede ser admisible y es que el convecino regula un
conflicto muy distinto que puede ser de beneficio para la defensa legítima y este se
basa en que nadie diría que el policía y el sujeto acometido por la agresión ilegítima se
encuentran en igualdad de condiciones. Al mismo tiempo, desde las consecuencias, no
parece prudente esperar que de la ampliación de una cláusula restrictiva de una
eximente contenida en un tratado internacional surja la esperada limitación ético-social
de la misma.
”En rigor, la primera posición -la negativa- no se compatibiliza con lo resuelto por el
Tribunal Constitucional ...al declarar inconstitucional la descriminalización del aborto
durante los primeros meses del embarazo, por insuficiente protección de la vida
humana”, Esto es lo que el autor argentino Raúl Zafaron propone al defender la postura
de Stratenwerth en cuando al aborto.
En cuanto al tema del aborto la Convención Americana de Derechos
Humanos establece que el estado está obligado a proteger la vida a toda costa, según
este desde el momento de la concepción nadie puede ser privado de la vida
arbitrariamente, sobre esto dice el autor argentino las siguientes conclusiones:” a)
la obligación estatal de proteger legalmente el derecho a la vida; y b) la prohibición de
privar de ella arbitrariamente.”.
Por lo tanto, en este según lo que propone el autor argentino sobre el tema y teniendo
en cuenta lo tratado anteriormente, no existen posibilidades ciertas de encontrar un
argumento positivo “evidente” para limitar en forma razonable los costos de un
protagonismo indebido de la justificante.
Una posible solución o salida seria ámbito penal seria otorgarle el rol de “racional”
según la necesidad del medio empleado.
Así pues los términos racional y necesidad son medios que podrían ser utilizados por la
defensa desde el punto de vista de la inexistencia de otros medios eficaces, pero
irracional, desde el punto de vista de la relación entre magnitud de la amenaza
y dañosidad de la defensa. Sin embargo, teniendo claro el desconocimiento del
contexto de la palabra racionalidad.
Lo expresado anteriormente está basado en el otorgamiento de ciertas cualidades al
legislador que no son exactamente igual a lo que es en verdad de la tarea legislativa en
la vida real; pareciera que si se ha pretendido establecer cierto límite en casos de
extrema desproporción, existían instrumentos lingüísticos para manifestarlo de modo
más claro y preciso, sobre todo cuando se advierte que, ingresados en este terreno, las
cercanías con el estado de necesidad justificante son absolutamente estrechas.
La primera impresión cuando el legislador se refiere a la necesidad del medio lo hace a
la manera de un elemento que se comprueba bajo los parámetros de un mecanismo
similar al de la “condito sine qua non”. La pregunta es ¿si no se hubiera utilizado ese
medio de defensa, el sujeto hubiera sido dañado por la agresión?, en donde no es
legítimo incluir hechos no sucedidos como la posibilidad de acudir a un instrumento
menos lesivo de defensa.
El autor Giuseppe Maggiore llevo estas concepciones a sus últimas consecuencias:
“La legítima defensa consiste en el derecho que tiene cada uno para rechazar la
agresión injusta, cuando la sociedad y el Estado no pueden proveer a su defensa. El
orden jurídico ha de ser conservado a toda costa; por lo tanto, si fuera lesionado, y el
Estado no pudiere reintegrarlo inmediatamente, este deber de reintegración le
corresponde entonces al individuo que se defiende, no viola el derecho, sino que
coopera a su realización; ni obra ya como persona privada, ejerce una verdadera y
propia función pública, como sustituto de la sociedad y del Estado, a los cuales, por la
misma ley eterna del orden, compete el derecho de castigar”.
Según lo citado anteriormente se sostiene que de acuerdo a la preponderancia de fines
individuales o sociales emanarían distintos efectos para la configuración de la
eximente, o más claro, para el establecimiento o no de ciertos límites externos.
Según el criterio del escritor es cuestión en cuando a ese tipo de argumentos se refiere
de dos ideas claras: La cuestión reside en que una de esas ideas es correcta -la
necesidad de establecer un conjunto de límites a la eximente-, mientras que la otra idea
no lo es -la “capacidad de respuesta” del argumento preventivo: ello desde una visión
político-criminal, valorativa o axiológica.
Esto es conocido como la concepción de la teoría del “doble fundamento”, que
pretende ver en el ejercicio de la defensa necesaria una función preventivo general.
Según el texto se puede esperar muy poco de una sociedad que delega en los
individuos una función tan estrechamente ligada a los fundamentos mismos del Estado.
Que ello es altamente peligroso no hace falta demostrarlo. Si a ello se suma que el
Estado en su función penal está sometido a gran cantidad de restricciones (incluso de
diseño constitucional) que sería altamente dificultoso trasladar al individuo, se
advertirán los enormes costos de tal concepción. En este sentido se carece de una
evaluación ética seria de tal postura.
Pero, incluso cuando ello fuera admisible político-criminalmente, no sería razonable
vincular a esa concepción efectos, justamente, reductores del ámbito de
desenvolvimiento de la eximente.
Para decirlo con palabras de S. Mir Puig “el principio de la “máxima utilidad posible”
para las posibles víctimas debe combinarse con el de mínimo sufrimiento necesario
para los delincuentes. Así como el Estado, en su función de protección de los intereses
sociales, debe agotar todos los instrumentos y medios menos lesivos antes de recurrir
al derecho penal, así también, el individuo agredido debe agotar todos los posibles
medios de defensa poco violentos, incluso a veces huir, antes de acudir al medio
necesario para repeler el ataque, pero extremadamente violento en relación con la
magnitud del bien jurídico o la intensidad de la agresión.

En fin, durante este trabajo podemos ver variantes existentes entre el ante proyecto y el
código penal y consigo observamos como en el código penal se nos presenta
cuando la acción es antijurídica y como se castigan esta, pero a la misma vez
nos muestra como esas acciones en determinados casos y
con excepciones predeterminada son eximentes de responsabilidad penal, es decir en
aquellos casos cuando hay una causa justificada de las planteadas en este trabajo.

Bibliografía:
•Libro de la materia, Teoría del Delito.
•Anteproyecto Código Penal.
•Código de Procedimiento penal.
•Código Penal Dominicano.
•https://www.iberley.es/temas/estado-necesidad-
48281?__cf_chl_rt_tk=NBcKDOcsOXnqw0OMJYRdqRG7x9G18nnnmDIPy0ciwbc-
1637196149-0-gaNycGzNB-U
•http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2070-
81572012000200007

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