UNIDAD 8: DESAPARICIÓN DE LA PERSONA: AUSENCIA SIMPLE. FIN DE SU Art. 81. Juez competente.
Art. 81. Juez competente. “Es competente el juez del domicilio del ausente. Si éste no lo tuvo en el
EXISTENCIA: MUERTE NATURAL Y DECLARACIÓN DE FALLECIMIENTO PRESUNTO.
RÉGIMEN ESPECIAL DE LA LEY 24.321 SOBRE DESAPARICIÓN FORZOSA DE PERSONAS.
1. Ausencia simple. Plurisignificación de ausente.
La palabra “ausente” en su sentido vulgar, hace referencia al alejamiento de la persona de un lugar
en el que se supone debía estar.
En el derecho, la palabra ausente alude a varias cuestiones, por ej., se habla del consentimiento entre
ausentes, haciendo referencia a las personas que no están en el lugar considerado; también se habla
de la persona que no se presenta a juicio estando citado; luego se habla del ausente con presunción de
fallecimiento, siendo éste aquella persona que desaparece por un tiempo prolongado de su domicilio y
de la que n se sabe su paradero. Dicha persona es reputada o estimada como muerta.
Personas desaparecidas de su domicilio dejando bienes abandonados. El juicio de simple ausencia.
Fines del proceso.
Art. 79. Ausencia simple. “Si una persona ha desaparecido de su domicilio, sin tenerse noticias de
ella, y sin haber dejado apoderado, puede designarse un curador a sus bienes si el cuidado de éstos lo
exige. La misma regla se debe aplicar si existe apoderado, pero sus poderes son insuficientes o no
desempeña convenientemente el mandato”.
El simple ausente es aquella persona que desparece de su domicilio, abandonando sus bienes y sin
dejar un apoderado con facultad suficiente para que cuide de ellos. En este caso, se puede iniciar un
juicio por simple ausencia, pero si la persona dejó un apoderado con la facultad suficiente para estar
a cargo de sus bienes, no se puede iniciar un juicio por simple ausencia pero si por fallecimiento
presunto.
Legitimación.
Art. 80. Legitimados. “Pueden pedir la declaración de ausencia, el Ministerio Público toda persona
que tenga interés legítimo respecto de los bienes del ausente”.
Siendo que la ausencia simple requiere una declaración judicial, la norma prevé quienes están
legitimados para solicitarla.
El Ministerio Público actúa en una doble perspectiva: como Ministerio Público Fiscal, en cuanto
concierne al interés social en que los bienes cumplan una función relacionada no solo al interés o
provecho de su titular, sino también a toda la comunidad; y como Ministerio Público Pupilar cuando
hubiere derechos de incapaces relacionados a los bienes del ausente, actuando en vinculación con la
tutela de ellos.
Cuando la norma menciona a toda otra persona que tenga un interés legítimo en los bienes del
ausente, se refiere a los socios, los condóminos, los titulares de un derecho real derivado del dominio
del bien de titularidad del ausente, es decir, usufructuarios, usuarios. También los herederos y
legatarios, o el mandatario del ausente que tuviera poderes de administración o disposición
insuficientes.
Competencia.
país, o no es conocido, es competente el juez del lugar en donde existan bienes cuyo cuidado es
necesario; si existen bienes en distintas jurisdicciones, el que haya prevenido”.
Tiene competencia para iniciar el trámite de declaración de ausencia, el juez correspondiente al
domicilio del ausente. Si el ausente tuviera el domicilio en otro país, o dicho domicilio no fuese
conocido, tendrá competencia el juez del lugar donde existan bienes del ausente que necesiten
protección; y si tuviera bienes en distintas jurisdicciones, tendrá competencia el juez que hubiera
promovido primero el trámite de declaración de ausencia.
Art. 82, 1º párr. Procedimiento. “El presunto ausente debe ser citado por edictos durante cinco días, y
si vencido el plazo no comparece, se debe dar intervención al defensor oficial o en su defecto,
nombrarse defensor al ausente. El Ministerio Público es parte necesaria en el juicio”.
El articulo regula lo referente al modo en el cual debe tramitar y resolverse el pedido de declaración
de ausencia simple. Acreditada la competencia del juez interviniente (conforme a las pautas del art.
81) y la legitimación para solicitar la declaración (según el art. 80), se inicia la sustanciación con una
citación por edictos al ausente que se publicaran por cinco días consecutivos en el Boletín Oficial de la
Jurisdicción, o en algún periódico del lugar.
Prueba de hechos positivos y negativos.
En el proceso de declaración de ausencia, se deben probar hechos positivos y negativos. Los hechos
positivos serian por ej., la búsqueda de la persona ausente a través de diarios, radio, televisión o
enviando oficio a migraciones para saber si la persona viajó a otro país o, en su defecto, a
gendarmería. Otro hecho positivo es la protección de los bienes del ausente mientras perdure la
ausencia.
Los hechos negativos son, por ej., la no aparición de la persona porque se la buscó en su domicilio y
estaba totalmente cerrado, o por la devolución del correo de la notificación en razón de retorno
porque nadie la recibió. En suma, los hechos negativos serian la falta de noticias de la persona
ausente.
Facultades del defensor y del administrador provisorio.
Art. 82, 2º y 3º párr. “Si antes de la declaración de ausencia se promueven acciones contra el ausente,
debe representarlo el defensor.
En caso de urgencia, el juez puede designar un administrador provisional o adoptar las medidas que
las circunstancias aconsejen”.
La designación del defensor, que representara al ausente en la tramitación de la causa, se hará en la
persona del defensor general que corresponda a la jurisdicción del juzgado actuante o, si no lo
hubiere, en un defensor designado judicialmente de la lista de abogados de la matricula. Su rol será
controlar la regularidad del proceso, la efectiva ausencia y las diligencias de búsqueda, la
competencia del tribunal y la legitimación del requirente, pudiendo ofrecer pruebas atinentes a la
eventual ubicación del requerido.
En caso de urgencia, es decir, cuando los bienes del ausente se encuentren en riesgo inminente de
sufrir un perjuicio, se designará un administrador provisorio de esos bienes cuyas funciones cesarán
cuando asuma el curador definitivo, o se adopten las medidas cautelares o de resguardo que las
circunstancias aconsejen.
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Sentencia y publicidad, efectos de la sentencia, el curador de bienes: facultades.
Art. 83. Sentencia. “Oído el defensor, si concurren los extremos legales, se debe declarar la sentencia
y nombrar curador. Para la designación se debe estar a lo previsto para el discernimiento de curatela.
El curador sólo puede realizar los actos de conservación y administración ordinaria de los bienes.
Todo acto que exceda la administración ordinaria debe ser autorizado por el juez; la autorización
debe ser otorgada sólo en casos de necesidad evidente e impostergable.
Los frutos de los bienes administrados deben ser utilizados para el sostenimiento de los descendientes,
cónyuge, conviviente y ascendientes del ausente”.
La norma estipula que una vez oído el defensor del ausente, el promotor del proceso y el Ministerio
Público, y ofrecida y producida la prueba que tanto el peticionante de la apertura del proceso como
aquél propusieran, si aparecieren acreditadas las circunstancias viabilizadoras del instituto, se
procederá a la designación del curador de los bienes, que tendrá la función de administrarlos en tanto
subsista la situación que determina la ausencia simple, con obligación legal de la rendición de
cuentas. Para la designación del curador se aplicarán las normas de la curatela (arts. 138 a 140). El
art. 140, como regla, contempla que la curatela puede ser discernida a favor del cónyuge no separado
de hecho, el conviviente, y los hijos, padres o hermanos de la persona, según quien tenga mayor
aptitud.
El curador ejercerá funciones vinculadas estrictamente a la administración de los bienes, pudiendo el
juez autorizar otras si fueren necesarias.
Finalmente, la norma prevé que los frutos de la administración de los bienes del ausente, sin perjuicio
de la retribución al curador, si correspondiere, deberán ser imputados al sostenimiento de las
personas más próximas familiarmente al ausente, es decir, sus descendientes, cónyuge, conviviente y
ascendientes.
Art. 84. Conclusión de la curatela. “Termina la curatela del ausente por:
a) La presentación del ausente, personalmente o por apoderado;
b) Su muerte;
c) Su fallecimiento presunto judicialmente declarado”.
Siendo la ausencia simple una institución sólo destinada a la atención del patrimonio de una persona
cuya desaparición, y no habiendo un mandatario con facultades de administración suficientes,
requiere proveer de alguien que cumpla dicho rol hasta que se aclare la situación de ese ausente, la
misma es tutelar y transitoria.
Por ello, la presentación del ausente, el anoticiamiento fehaciente de su muerte biológica o la
declaración de fallecimiento presunto pone fin a la curatela discernida en la sentencia que la
declarara.
La reaparición del ausente debe entenderse en su domicilio real o en un lugar apto para retomar su
manejo patrimonial por sí mismo, ya que el mero anoticiamiento de haber sido visto en otro lugar no
basta para hacer cesar los efectos de la curatela, o bien con el hecho de que a través de un
apoderamiento fehacientemente documentado por instrumento público, otorgue poder representativo a
alguien que supla al curador en el manejo de sus bienes. Los supuestos que se relacionan con la
muerte natural o presunta que generará la transmisión mortis causa de sus bienes a sus herederos.
Influencia del juicio de simple ausencia sobre el de declaración de fallecimiento presunto.
Art. 88, últ. párr. Procedimiento. “La declaración de simple ausencia no constituye presupuesto
necesario para la declaración de fallecimiento presunto, ni suple la comprobación de las diligencias
realizadas para conocer la existencia del ausente”.
Se aclara que el proceso y la sentencia de declaración de ausencia simple no constituye presupuesto
para la declaración del fallecimiento presunto, ni releva al peticionante de acreditar las diligencias
necesarias para ubicar el paradero.
Efectos de la declaración de simple ausencia sobre el ejercicio de la patria potestad.
Art. 702, inc. a). Suspensión del ejercicio. “El ejercicio de la responsabilidad parental queda
suspendido mientras dure:
a) la declaración de ausencia con presunción de fallecimiento”.
La suspensión del ejercicio de la responsabilidad parental responde a situaciones tácticas en que no
resulta posible la actuación de los derechos y deberes parentales, exentas de todo tipo de reproche o
sanción al progenitor.
A diferencia de la ausencia simple, la declaración de presunción de fallecimiento provoca la
suspensión de la responsabilidad parental. Bajo el régimen anterior la norma aludía a la ausencia
simple, la presunción de fallecimiento quedaba incorporada, equiparándola con la muerte, en los
casos de extinción de la responsabilidad parental. La reforma modifica este aspecto y el artículo
analizado refiere claramente a la ausencia con presunción de fallecimiento.
Art. 704 en conc. con el art. 83 últ. párr.
Art. 704. Subsistencia del deber alimentario. “Los alimentos a cargo de los progenitores subsisten
durante la privación y la suspensión del ejercicio de la responsabilidad parental”.
La norma expresa la subsistencia del deber alimentario a pesar de la privación o suspensión de
ejercicio de la responsabilidad parental, lo que guarda relación con el fundamento alimentario fincado
en la procreación y no sólo en la titularidad de la responsabilidad parental.
Este articulo tiene concordancia con el art. 83, últ. párr. porque el mismo prevé que “Los frutos de los
bienes administrados deben ser utilizados para el sostenimiento de los descendientes, cónyuge,
conviviente y ascendientes del ausente”.
La norma prevé que los frutos de la administración de los bienes del ausente, sin perjuicio de la
retribución al curador, si correspondiere, deberán ser imputados al sostenimiento de las personas más
próximas familiarmente al ausente, es decir, sus descendientes, cónyuge, conviviente y ascendientes.
Régimen especial de la ley 24.321 sobre desaparición forzosa de personas: art. 1 y 7.
Art. 1: “Podrá declararse la ausencia por desaparición forzada de toda aquella persona que hasta el
10 de diciembre de 1983, hubiera desaparecido involuntariamente del lugar de su domicilio o
residencia, sin que se tenga noticia de su paradero”.
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Art. 7: “Los efectos civiles de la declaración de ausencia por desaparición forzada serán análogos a
los prescriptos por la Ley 14.394 para la ausencia con presunción de fallecimiento”.
2. Presunción de fallecimiento.
Origen histórico.
En el derecho romano no se previó la presunción de fallecimiento porque sólo se tenía incertidumbre
sobre la existencia de una persona cuando eran prisioneros y, en tal caso, surgió el punto de vista de
que en esa incertidumbre se debía extinguir los derechos y obligaciones de la persona, pero más
adelante se consideró que por motivo de que no se conocía la muerte del ausente no se podía disponer
de los bienes del mismo.
En el antiguo derecho español tampoco se reguló la presunción de fallecimiento, esta cuestión tiene
origen en el antiguo derecho germánico. Los germánicos conocían la presunción por fallecimiento por
el hecho de que los tribunales declaraba “muerto” a la persona que desaparecía en el lapso de 4 a 20
años, según los países y según las circunstancias de los mismos.
Fines del proceso.
En la presunción de fallecimiento, como su nombre lo indica, aun cuando se parta de un mismo hecho
objetivo (la ausencia), el propósito es dar respuesta a una problemática mayor que es el de si esa
persona desparecida, en las condiciones temporales para el caso ordinario y circunstanciales para los
casos extraordinarios, está viva o se la puede tener por fallecida aunque no se tengan noticias
fehacientes de su deceso, con todas las proyecciones personales y patrimoniales que esa declaración
implica.
Art. 85. Caso ordinario. “La ausencia de una persona de su domicilio sin que tenga noticia de ella por
el término de tres años, causa la presunción de su fallecimiento aunque haya dejado apoderado.
El plazo debe contarse desde la fecha de la última noticia del ausente”.
En el caso ordinario no importan las circunstancias en las cuales la desaparición operó, sino el tiempo
transcurrido desde que se tuvo la última noticia del ausente, que es de al menos tres años. Dicho plazo
se computa desde la ausencia si nunca se tuvo noticias de la persona, o desde la última noticia de ella
si sobreviene a la ausencia, siendo irrelevantes la existencia de apoderados en la medida en que lo
principal de la declaración judicial no es la de proteger los bienes del ausente, sino de resolver lo
inherente a su existencia misma.
Art. 86. Casos extraordinarios. “Se presume también el fallecimiento de un ausente:
a) si por última vez se encontró en el lugar de un incendio, terremoto, acción de guerra u otro
suceso semejante, susceptible de ocasionar la muerte, o participó de una actividad que
implique el mismo riesgo, y no se tiene noticia de él por el término de dos años, contados
desde el día en que el suceso ocurrió o pudo haber ocurrido;
b) si encontrándose en un buque o aeronave naufragados o perdidos, no se tuviese noticia de su
existencia por el término de seis meses desde el día en que el suceso ocurrió o pudo haber
ocurrido”.
En los casos extraordinarios no es sólo el transcurso del tiempo el que hace presumir la eventualidad
de la muerte biológica de la persona humana desparecida o ausente, sino que además de él hay un
componente fáctico, de entorno o circunstancial que suma a la eventualidad de que ese fallecimiento
haya acaecido.
Legitimados, competencia.
Art. 87. Legitimados. “Cualquiera que tenga algún derecho subordinado a la muerte de la persona de
que se trate, puede pedir la declaración de fallecimiento presunto, justificando los extremos legales y
la realización de diligencias tendientes a la averiguación de la existencia del ausente.
Es competente el juez del domicilio del ausente”.
En este caso, desparece la legitimación del Ministerio Público para promover la instancia y se amplía
la propuesta a todos quienes pudieran acreditar un derecho vinculado a la muerte de la persona (del
ausente). Estas personas son los herederos y legatarios en tanto acrediten su vocación sucesoria al
promover la acción, sus acreedores , los titulares de un derecho real de goce desmembrado de la nuda
propiedad si la muerte del nudo propietario integra el dominio pleno, el deudor de un contrato de
renta vitalicia, el Ministerio Público Pupilar si los herederos fueran incapaces, el Fisco como
interesado en la herencia vacante, el alimentante o el alimentado, el socio, el donante si mediara una
cláusula de reversión por muerte del donatario, el beneficiario de un seguro de vida del ausente, el
cónyuge si pretende recuperar la aptitud nupcial, el conviviente, etc.
El proceso debe incoarse ante el juez en lo civil con competencia en el lugar donde el ausente tiene su
último domicilio.
Procedimiento; la prueba de los hechos negativos y positivos, designación de defensor y curador a
los bienes; citación por edictos. Facultades del curador ad-bona.
Art. 88. Procedimiento. Curador a los bienes. “El juez debe nombrar defensor al ausente o dar
intervención al defensor oficial, y citar a aquél por edictos una vez por mes durante seis meses.
También debe designar un curador a sus bienes, si no hay mandatario con poderes suficientes, o si por
cualquier causa aquél no desempeña correctamente el mandato.
La declaración de simple ausencia no constituye presupuesto necesario para la declaración de
fallecimiento presunto, ni suple la comprobación de las diligencias realizadas para conocer la
existencia del ausente”.
El código regula el “cómo” de la tramitación judicial del procedimiento para la declaración de
presunción de fallecimiento. Recibida judicialmente la solicitud, a la cual deben acompañar las
constancias de la ausencia, de las singularidades del caso que se invoque para promoverla, y las
gestiones hechas infructuosamente para dar con el paradero del ausente, así como la legitimación del
requirente y la competencia material y territorial del juzgado interviniente, se procede a nombrar un
defensor al ausente, que puede ser el defensor oficial o un particular sorteado de la lista de oficio.
El defensor cumplirá el rol de “curador ad bona” en el proceso, estando obligado a manifestarse no
sólo respecto de la petición, sino también de la acreditación de la ausencia, de sus circunstancias, del
eventual ofrecimiento de prueba, e incluso también deberá apelar la sentencia que declare la
presunción de fallecimiento, del mismo modo que el defensor de ausentes en el proceso de usucapión.
El ausente debe ser citados por edictos en el Boletín oficial o en un diario del lugar una vez por mes
durante seis meses, y los edictos deben no sólo citar al ausente, sino también invitar a cualquier
persona que tuviera noticias de su paradero a aportar los datos pertinentes al juzgado.
Sentencia.
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Art. 89. Declaración del fallecimiento presunto. “Pasados los seis meses, recibida la prueba y oído el
defensor, el juez debe declarar el fallecimiento presunto si están acreditados los extremos legales, fijar
el día presuntivo de fallecimiento y disponer la inscripción de la sentencia”.
La norma dispone que una vez vencido el plazo de publicación de los edictos, y habiéndose recibido la
prueba ofrecida tanto por el solicitante de la declaración como el defensor del ausente, el juez debe
declarar el fallecimiento presunto luego de evaluar la consistencia de la prueba para tener por cierto
no sólo su competencia y la legitimación del requirente, sino la existencia real de la ausencia, la
infructuosidad de los medios de búsqueda, y si se tratara de un caso ordinario de ausencia el
cumplimiento del plazo legal mínimo para la procedencia de la pretensión, mientras que si se tratara
del caso extraordinario la existencia del evento que lo habilita y la presencia en él del ausente.
Se debe fijar también el día presuntivo de fallecimiento y mandar a inscribir la sentencia en el Registro
del Estado Civil y Capacidad de las Personas para publicidad a terceros.
Su contenido respecto al día presuntivo en cada caso.
Art. 90. Día presuntivo del fallecimiento. “Debe fijarse como día presuntivo del fallecimiento:
a) en el caso ordinario, el último día del primer año y medio;
b) en el primero de los casos extraordinarios, el día del suceso, y si no está determinado, el día
del término medio de la época en que ocurrió o pudo haber ocurrido;
c) en el segundo caso extraordinario, el último día en que se tuvo noticia del buque o aeronave
perdidos;
d) si es posible, la sentencia debe determinar también la hora presuntiva del fallecimiento; en
caso contrario, se tiene por sucedido a la expiración del día declarado como presuntivo del
fallecimiento”.
El testamento, el inventario, los bienes, la prenotación, su finalidad y la publicidad.
Art. 91. Entrega de los bienes. Inventario. “Los herederos y los legatarios deben recibir los bienes del
declarado presuntamente fallecido, previa formación de inventario. El dominio debe inscribirse en el
registro correspondiente con la prenotación del caso; puede hacerse la partición de los bienes, pero no
enajenarlos ni gravarlos sin autorización judicial.
Si entregados los bienes se presenta el ausente o se tiene noticia cierta de su existencia, queda sin
efecto la declaración de fallecimiento, procediéndose a la devolución de aquellos a petición del
interesado”.
La entrega de los bienes a los herederos y con ello los efectos patrimoniales de la eventual reaparición
del ausente es en carácter de dominio revocable. La declaración de fallecimiento presunto genera
similares consecuencias que la muerte natural comprobada, extinguiendo la persona, sus atributos y
derechos personalísimos, así como también las relaciones jurídicas extrapatrimoniales en las que
fuera sujeto el ausente como la responsabilidad parental, el vínculo matrimonial, la tutela y la
curatela, y también en principio generando una modificación subjetiva por sucesión en las
patrimoniales. Con ello, la apertura de la sucesión, del testamento o legados si los hubiere y la entrega
de los bienes a los herederos o testamentarios previo inventario, en nada difieren de lo que debe
hacerse en una sucesión derivada de la muerte natural comprobada.
En la sentencia declarativa del fallecimiento presunto se verifica la prenotación, según la cual los
herederos y legatarios declarados tales dentro de la sucesión del presunto fallecido reciben los bienes
que les corresponden, pero no en dominio pleno, sino revocable. Así, los herederos sólo podrán
administrar los bienes recibidos, pero no gravarlos ni disponer de ellos, salvo autorización judicial y
mediando causas debidamente justificadas. La prenotación o anotación marginal en el folio
correspondiente al bien inmueble o mueble de que se trate en el registro que según su naturaleza
corresponda es una carga de publicidad para los terceros con relación a la particular situación del
bien. En relación a lo bienes muebles no registrables, el inventario operará como resguardo de su
inenajenabilidad.
Art. 92, 1º párr. Conclusión de la prenotación. “La prenotación queda sin efecto transcurridos cinco
años desde la fecha presuntiva del fallecimiento u ochenta años desde el nacimiento de la persona.
Desde ese momento puede disponerse libremente de los bienes”.
El periodo de prenotación, con sus efectos patrimoniales (la indisponibilidad de los bienes recibidos
por los herederos durante su vigencia, ante la eventualidad de la reaparición de quien era su titular
dominial), tiene dos alternativas de duración: concluirá al cumplirse cinco años a computar desde el
día en que la sentencia ha declarado que el fallecimiento presunto ha tenido lugar, pero si antes de eso
el ausente hubiera cumplido los ochenta años de edad, se produciría la conclusión anticipada.
Reaparición en este periodo del fallecimiento presunto: su efecto sobre el juicio y los bienes.
Art. 92, últ. párr. “Si el ausente reaparece puede reclamar:
a) la entrega de los bienes que existen en el estado en que se encuentran;
b) los adquiridos con el valor de los que faltan;
c) el precio adeudado de los enajenados;
d) los frutos no consumidos”.
El código prevé que en la manera en que se reintegren los bienes al ausente desaparecido se diferencie
en dos momentos. Si la reaparición opera estando vigente la prenotación, los herederos estarán
obligados a devolver los bienes recibidos, y si fueron judicialmente autorizados a disponer de alguno
de ellos, su valor o lo ingresado a su patrimonio en reemplazo, y si no hubiera nada de él, subsistirá
una deuda de valor con relación al reaparecido por cuanto sus facultades, como titular dominial no
pleno, eran de administración y no de disposición. En cambio, si la reaparición opera luego de vencida
la prenotación, se aplican las reglas que el presente artículo prevé en sus cuatro incisos.
3. Efectos de la sentencia de fallecimiento presunto.
Sobre el matrimonio.
Art 435, inc. b). Causas de disolución del matrimonio. “El matrimonio se disuelve por:
a) sentencia firme de ausencia con presunción de fallecimiento”.
La disolución del vínculo de un matrimonio válido no se vincula con la estructura del matrimonio
como acto, sino con el matrimonio como estado, porque debe tenerse en cuenta que lo que se disuelve
es un matrimonio que nació eficaz, plenamente válido o éste fue convalidado, cumpliendo todos los
requisitos de validez exigidos. Es por eso que la invalidez del acto que implica la nulidad del
matrimonio no constituye un supuesto de disolución.
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La sentencia de declaración de ausencia con presunción de fallecimiento es una de las causales de
disolución del vínculo matrimonial, ya que causa la presunción del fallecimiento y opera como muerte
natural.
La sociedad conyugal.
Art 476. Muerte real y presunta. “La comunidad se extingue por muerte de uno de los cónyuges. En el
supuesto de presunción de fallecimiento, los efectos de la extinción se retrotraen al día presuntivo del
fallecimiento”.
El Código regula una de las causales de disolución de la comunidad: la muerte real y presunta de uno
o ambos cónyuges. La muerte de uno de los cónyuges es causal de disolución del matrimonio y, como
lógico correlato de ello, la norma comentada prevé también la extinción de la comunidad patrimonial
nacida a la luz de aquél. Así, queda vedada la continuidad de la comunidad frente a la muerte
comprobada o presunta de uno de los cónyuges. En el caso de la muerte presuntiva la extinción de la
comunidad se produce al día presuntivo del fallecimiento.
Los bienes.
Art. 92. Conclusión de la prenotación. “La prenotación queda sin efecto transcurridos cinco años
desde la fecha presuntiva del fallecimiento u ochenta años desde el nacimiento de la persona. Desde
ese momento puede disponerse libremente de los bienes.
Si el ausente reaparece puede reclamar:
a) la entrega de los bienes que existen en el estado en que se encuentran;
b) los adquiridos con el valor de los que faltan;
c) el precio adeudado de los enajenados;
d) los frutos no consumidos”.
Capacidad del fallecido presunto.
El fallecido presunto conserva su plena capacidad en cualquier lugar donde se encuentre, además de
tener la facultad de reclamar lo que le corresponde a su reaparición.
4. Diferencias.
Supuesto de no encontrarse el cadáver y el fallecimiento presunto.
El supuesto de no encontrar el cadáver está previsto en el art. 98, últ. párr. en el cual se establece que
“Si el cadáver de una persona no es hallado o no puede ser identificado, el juez puede tener por
comprobada la muerte y disponer la pertinente inscripción en el registro, si la desaparición se produjo
en circunstancias tales que la muerte debe ser tenida como cierta”.
Cuando no existe cadáver, o aun existiendo es irreconocible en su identidad (por ej., cuando la muerte
acontece en una explosión, catástrofe aérea, corrosión por ácido o un siniestro en el cual pierden la
vida simultáneamente muchas personas y sus restos no son pasibles de ser identificados
singularmente), se tiene la certeza de muerte. En la presunción de fallecimiento existe una
incertidumbre con respecto a la existencia de la persona, es decir, no hay certeza de muerte como
sucede en el supuesto de no encontrar el cadáver.
Supuesto de no encontrarse el cadáver y los conmorientes.
La conmoriencia está prevista en el art. 95, el cual establece que: “Se presume que mueren al mismo
tiempo las personas que perecen en un desastre común o en cualquier otra circunstancia, si no puede
determinarse lo contrario”.
Son conmorientes dos o más personas que tienen entre sí vocación sucesoria y fallecen en el mismo
evento o en circunstancias distintas, pero sin que pueda conocerse fehacientemente cuál de ellas murió
primero. En el supuesto de no encontrarse el cadáver, a diferencia de los conmorientes, el cadáver no
puede ser hallado o identificado, a pesar de que sufran el mismo desastre como en el caso de la
catástrofe aérea. En la conmoriencia el cadáver si es hallado pero, como se produce la muerte de dos
o más personas, no puede determinarse cuál falleció primero.
5. Fin de la existencia de las personas.
Art. 93. Principio general. “La existencia de la persona humana termina por su muerte”.
La muerte, como conclusión del proceso vital del ser humano, resulta como hecho jurídico indiferente
a las causas que la determinan y supone, como regla, la extinción de las relaciones jurídicas
extrapatrimoniales en las que ella era parte (salvo las excepciones previstas por la ley), y la
transformación subjetiva por sucesión de aquellas de contenido patrimonial que la involucraban.
Muerte natural; concepto; comprobación; reglas especiales de la ley 24.193.
La muerte natural, o simplemente “muerte”, implica el cumplimiento inevitable del ciclo vital de toda
persona humana, sea por enfermedad, por muerte violenta (homicidio, accidente, suicidio, catástrofes),
o por el simple agotamiento de sus funciones vitales en relación con su edad biológica.
La muerte como el nacimiento, son hechos jurídicos en la medida en que son acontecimientos
susceptibles de producir el nacimiento, la modificación o la extinción de relaciones jurídicas que,
como tales, comprometen derechos y obligaciones.
Art. 94. Comprobación de la muerte. “La comprobación de la muerte queda sujeta a los estándares
médicos aceptados, aplicándose la legislación especial en el caso de ablación de órganos del
cadáver”.
Siendo que no es inherente al derecho una definición de la muerte como hecho biológico, el artículo
remite para la comprobación de su acaecimiento a lo que dispongan las ciencias biológicas (la
medicina, la biología o la tanatología), pero manteniendo una salvedad en el caso de muerte cerebral
comprobada, al sólo fin de trasplante de órganos, con lo dispuesto en la Ley de Trasplantes de
Órganos 24.193. dicha ley, en su art. 23, dentro de la regulación del régimen de trasplantes de origen
cadavérico, caracteriza a la “muerte cerebral” a partir de la detección fehaciente de al menos cuatro
signos clínicos inequívocos: ausencia irreversible de respuesta cerebral, de respiración autónoma, de
reflejos encefálicos a través de pupilas reactivas e inactividad encefálica debidamente acreditada. La
doctrina interpreta la norma como un estado de la persona que habilita a proceder a la ablación de
algunos de sus órganos como donante cadavérico, operativa sólo para ese fin específico.
Análisis de la ley 26.742 de muerte digna.
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La presente ley prevé los derechos del paciente en la relación entre el paciente y el o los profesionales
de la salud, el o los agentes del seguro de salud, y cualquier efector de que se trate, los siguientes:
a) Asistencia. El paciente, prioritariamente los niños, niñas y adolescentes, tiene derecho a ser
asistido por los profesionales de la salud, sin menoscabo y distinción alguna, producto de
sus ideas, creencias religiosas, políticas, condición socioeconómica, raza, sexo, orientación
sexual o cualquier otra condición. El profesional actuante sólo podrá eximirse del deber de
asistencia, cuando se hubiere hecho cargo efectivamente del paciente otro profesional
competente;
b) Trato digno y respetuoso. El paciente tiene el derecho a que los agentes del sistema de salud
intervinientes, le otorguen un trato digno, con respeto a sus convicciones personales y
morales, principalmente las relacionadas con sus condiciones socioculturales, de género, de
pudor y a su intimidad, cualquiera sea el padecimiento que presente, y se haga extensivo a
los familiares o acompañantes;
c) Intimidad. Toda actividad médico – asistencial tendiente a obtener, clasificar, utilizar,
administrar, custodiar y transmitir información y documentación clínica del paciente debe
observar el estricto respeto por la dignidad humana y la autonomía de la voluntad, así como
el debido resguardo de la intimidad del mismo y la confidencialidad de sus datos sensibles;
d) Confidencialidad. El paciente tiene derecho a que toda persona que participe en la
elaboración o manipulación de la documentación clínica, o bien tenga acceso al contenido
de la misma, guarde la debida reserva, salvo expresa disposición en contrario emanada de
autoridad judicial competente o autorización del propio paciente;
e) Autonomía de la voluntad. El paciente tiene derecho a aceptar o rechazar determinadas
terapias o procedimientos médicos o biológicos, con o sin expresión de causa, como así
también a revocar posteriormente su manifestación de la voluntad.
Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a intervenir en los términos de la Ley 26.061 a los fines
de la toma de decisión sobre terapias o procedimientos médicos o biológicos que involucren su vida o
salud.
En el marco de esta potestad, el paciente que presente una enfermedad irreversible, incurable o se
encuentre en estadio terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual situación, informado en
forma fehaciente, tiene el derecho a manifestar su voluntad en cuanto al rechazo de procedimientos
quirúrgicos, de reanimación artificial o al retiro de medidas de soporte vital cuando sean
extraordinarias o desproporcionadas en relación con la perspectiva de mejoría, o produzcan un sufri-
miento desmesurado. También podrá rechazar procedimientos de hidratación o alimentación cuando
los mismos produzcan como único efecto la prolongación en el tiempo de ese estadio termi nal
irreversible o incurable.
En todos los casos la negativa o el rechazo de los procedimientos mencionados no significará la inte-
rrupción de aquellas medidas y acciones para el adecuado control y alivio del sufrimiento del pacien -
te.
f) Información Sanitaria. El paciente tiene derecho a recibir la información sanitaria
necesaria, vinculada a su salud. El derecho a la información sanitaria incluye el de no
recibir la mencionada información.
g) Interconsulta Médica. El paciente tiene derecho a recibir la información sanitaria por
escrito, a fin de obtener una segunda opinión sobre el diagnóstico, pronóstico o tratamiento
relacionados con su estado de salud.
También prevé el llamado consentimiento informado. el consentimiento informado es la declaración de
voluntad del paciente después de haber recibido información clara, precisa y adecuada sobre:
a) Su estado de salud;
b) El procedimiento propuesto, especificando el objetivo que se busca con él;
c) Los beneficios que se esperan del procedimiento propuesto;
d) Los riesgos, molestias y efectos adversos del procedimiento propuesto;
e) Los procedimientos alternativos, especificando los riesgos y beneficios en relación con el
procedimiento propuesto;
f) Las consecuencias de la no realización del procedimiento propuesto y los alternativos;
g) El derecho que tiene el paciente que padece una enfermedad irreversible, incurable o se
encuentre en estadio terminal o haya sufrido lesiones que lo hayan puesto en iguales
condiciones, de rechazar terapias o procedimientos quirúrgicos, como también de rechazar
procedimientos de hidratación o alimentación;
h) El derecho a los cuidados paliativos, en el procedimiento de atención de su enfermedad.
Estos cuidados son aquellos que no tienen por fin curar una enfermedad, sino controlar o
aliviar el sufrimiento del paciente.
Este consentimiento es libremente revocable en cualquier momento, y el médico debe aceptar las
decisiones del paciente y dejar constancia de ello.
La muerte civil: supresión.
El código derogado en su artículo 103 preveía la “muerte civil”, la cual implicaba la subsistencia
biológica de la persona, pero la privación de todos sus derechos e incluso la apertura de su sucesión,
como acontecía en el pasado con cierto tipo de penas infamantes (que producía infamia a quien la
sufría como por ej., la horca, la argolla, los azotes y la exposición a la vergüenza pública), o con la
profesión de ciertas comunidades religiosas de clausura, o con el destierro por causas políticas.
6. Extinción de las relaciones jurídicas por muerte.
Principio y excepciones: derechos patrimoniales, derechos extrapatrimoniales y atributos de la
personalidad.
La muerte produce una serie enorme de efectos en las relaciones jurídicas de las que la persona
fallecida era parte, extinguiendo algunas normalmente de rango extrapatrimonial: junto con la
persona misma, sus atributos y sus derechos personalísimos; y produciendo en otras de contenido
patrimonial un fenómeno de modificación subjetiva por sucesión. Es decir:
 derechos patrimoniales: los derechos patrimoniales no se extinguen con la muerte de la
persona porque los bienes del causante pasan por herencia a aquellos que son sus heredero
para que lo sucedan en su persona.
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  Derechos extrapatrimoniales: estos derechos no se heredan, no se suceden. Son derechos
inherentes a la persona a la cual pertenecen y no se transfieren por ningún acto jurídico.
Atributos de la persona: los atributos también son inherentes a la persona y no se transfieren. Al igual
que los derechos extrapatrimoniales, los atributos se extinguen con la muerte de la persona.