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El martes 6 de abril se realizó en el Templo Mayor del Campus Oriente el XVII Encuentro
de Música Sacra. El evento se realizó sin público y debió ser transmitido en línea debido a
la presente pandemia que afecta al país y al mundo, lo que supone un gran cambio en la
experiencia de concierto tanto para intérpretes como para oyentes.
El concierto contó con la participación de músicos del Estudio MusiAntigua UC, con los
artistas Sergio Candia en flautas, Gonzalo Beltrán en violín, Florencia Bardavid en viola da
gamba y canto, Gina Allende en viola da gamba, Eduardo Figueroa en archilaúd y Camilo
Brandi en clavecín interpretando distintas piezas de música sacra.
A grandes rasgos, considero importante notar que se está interpretando música compuesta
para acompañar ritos religiosos en un templo. Esto acerca la obra a su contexto original, no
solo a través de lo visual y de la atmosfera que genera, sino también por medio de la
acústica propia del salón que se adecua correctamente al sonido de los instrumentos
utilizados.
En cuanto al efecto generado por las medidas sanitarias, siento que la falta de público le
quita al concierto una energía que es esencial en la música en vivo. La reacción del publico
después de cada pieza es un feedback importante y una motivación adicional para los
intérpretes. Además, el uso obligatorio de mascarillas supone una dificultad al entorpecer la
respiración de los músico y una restricción para nosotros como público ya que cubre gran
parte de la cara de los artistas, tapándonos a los oyentes parte de la gesticulación.
A continuación, entrego mi opinión y análisis de las obras interpretadas en este concierto.
Con el fin de reducir la extensión del reporte, voy a ordenar las piezas agrupándolas por
tipo de instrumentos utilizados y no en el orden que fueron ejecutadas.
En primer lugar, me pareció interesante el sonido del clavesín, un instrumento muy raro de
ver hoy en día. En Canzone Francese Settima Cromatica de Giovanni Maria Trabaci y en
Canzone Francese Seconda de Giovanni Salvatore, ambas obras donde solo se toca el
clavesín, se logra apreciar como el timbre característico del instrumento se acopla muy bien
con el eco del templo. También me llamó la atención como Camilo movía su mano
izquierda cuando esta no estaba tocando el instrumento, haciendo un gesto similar al de un
director de orquesta, como si esto le ayudara a mantener el ritmo.