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1.- Los Bienes: Esta materia está tratada en el Libro Segundo del Código Civil “De los bienes, y de su
dominio, posesión, uso y goce.”
a) COSA: Es todo lo que existe sea corporal o incorporal; las cosas corporales son las que ocupan
un lugar en el espacio.
b) BIENES:, Son las cosas que, prestando una utilidad para el hombre, son susceptibles de
apropiación.
Nuestro Código Civil no hace esta distinción sino que utiliza indistintamente uno u otro término.
1. Bienes Corporales e Incorporales: De acuerdo al artículo 565 del Código Civil, “Los bienes
consisten en cosas corporales o incorporales.”
“Corporales son las que tienen un ser real y pueden ser percibidas por los sentidos, como una
casa, un libro.”
“Incorporales las que consisten en meros derechos, como los créditos, y las servidumbres
activas.”
1. Hay algunos modos de adquirir que sólo permiten adquirir cosas corporales.
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2. Algunos modos de adquirir establecen reglas distintas según se trate de adquirir
cosas corporales o incorporales, como ocurre con la tradición y la prescripción
adquisitiva.
--> Bienes Incorporales: De acuerdo al artículo 576, las cosas incorporales son los derechos,
tanto los derechos reales como los personales.
a) Derechos Reales: El Código Civil define al derecho real en el inciso 1° del artículo 577
indicando que “derecho real es el que tenemos sobre una cosa sin respecto a
determinada persona.”
A continuación, el inciso 2° señala que “son derechos reales el de dominio, el de
herencia, los de usufructo, uso o habitación, los de servidumbres activas, el de prenda y
el de hipoteca. De estos derechos nacen las acciones reales.”
a) Derecho Personales: El Código Civil define al derecho personal en el artículo 578
señalando que “derechos personales o créditos son los que sólo pueden reclamarse de
ciertas personas, que, por un hecho suyo o la sola disposición de la ley, han contraído
las obligaciones correlativas; como el que tiene el prestamista contra su deudor por el
dinero prestado, o el hijo contra el padre por alimentos. De estos derechos nacen las
acciones personales.”
b) Derechos Intelectuales: Los derechos intelectuales son derechos que recaen sobre bienes
inmateriales y que otorgan a sus titulares la facultad exclusiva o monopólica de
explotarlos económicamente.
Conforme al artículo 584 “las producciones del talento o del ingenio son una propiedad
de sus autores.”
2. Bienes Muebles e Inmuebles: Esta clasificación es aplicable tanto a los bienes corporales
como a los incorporales, sin embargo, tratándose de estos últimos, el criterio de distinción es
diferente pues ellos son muebles o inmuebles según lo sea la cosa en que han de ejercerse o
que se debe.
A continuación veremos la clasificación de las cosas corporales en muebles e inmuebles.
Conforme al artículo 566 del Código Civil, las cosas corporales se dividen en muebles e
inmuebles.
El inciso 1° del artículo 567 señala, a continuación, que “Muebles son las que pueden
transportarse de un lugar a otro, sea moviéndose ellas a sí mismas, como los animales (que por
eso se llaman semovientes), sea que sólo se muevan por una fuerza externa, como las cosas
inanimadas.”
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De acuerdo al artículo 568 “Inmuebles o fincas o bienes raíces son las cosas que no pueden
transportarse de un lugar a otro, como las tierras y las minas, y las que adhieren
permanentemente a ellas, como los edificios, los árboles.”
Por mucho tiempo, y hasta la llegada del desarrollo industrial, los inmuebles, el suelo, constituían
el bien económico por excelencia, representantes de poder y prestigio; y desde entonces ha
quedado establecida para ellos una especial protección.
Así, nuestro Código Civil da más importancia y una mayor protección a los inmuebles. Por
ejemplo:
De manera que hoy ya no se justifica plenamente la mayor protección que el Código Civil
otorga los inmuebles, siendo necesaria también la protección de muchos muebles. Con ello la
protección de los inmuebles desaparece como fundamento de la distinción, aun cuando la
clasificación mantiene interés debido a que su distinta naturaleza y utilidad, los muebles e
inmuebles requieren distinto tratamiento jurídico.
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Ahora volviendo a la clasificación:
a) Bienes Muebles: De acuerdo al artículo 567 los “Muebles son las que pueden
transportarse de un lugar a otro, sea moviéndose ellas a sí mismas, como los animales
(que por eso se llaman semovientes), sea que sólo se muevan por una fuerza externa,
como las cosas inanimadas.”
El inciso 2° de la misma disposición señala que se exceptúan las cosas que siendo
muebles por naturaleza se reputan inmuebles por su destino, según el artículo 570.
a. Muebles por Naturaleza: Los muebles por naturaleza son aquellos a que se
refiere la definición del inciso 1° del artículo 567.
b. Muebles por Anticipación: Los muebles por anticipación son los que consagra el
artículo 571 de acuerdo con el cual: “los productos de los inmuebles, y las cosas
accesorias a ellos, como las yerbas de un campo, la madera y fruto de los
árboles, los animales de un vivar, se reputan muebles, aun antes de su
separación para el efecto de constituir un derecho sobre dichos productos o
cosas a otra persona que el dueño.”
“Lo mismo se aplica a la tierra o arena de un suelo, a los metales de una mina,
y a las piedras de una cantera.”
Con esta disposición, puede decirse que los muebles por anticipación son ciertos
inmuebles por naturaleza, por adherencia o por destinación que, para el
efecto de constituir un derecho sobre ellos a favor de otra persona que el
dueño, se reputa muebles, aún antes de su separación del inmueble a que
pertenecen.
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De acuerdo al artículo 1121, “Si se lega una casa con sus muebles o con todo lo
que se encuentre en ella, no se entenderán comprendidas en el legado las cosas
enumeradas en el inciso 2° del artículo 574, sino sólo las que forman e ajuar de la
casa y se encuentran en ella; y si se lega de la misma manera una hacienda de
campo, no se entenderá que el legado comprende otras cosas, que las que sirven
para el cultivo y beneficio de la hacienda y se encuentren en ella.”
“En uno y otro caso no se deberán los demás objetos contenidos en la casa o
hacienda, sino los que el testador expresamente designare.”
b) Bienes Inmuebles: El concepto aparece en el artículo 568 según el cual los “Inmuebles o
fincas o bienes raíces son las cosas que no pueden transportarse de un lugar a otro,
como las tierras y las minas, y las que adhieren permanentemente a ellas, como los
edificios, los árboles.”
Debido a que el legislador considera jurídicamente como inmuebles a ciertos bienes que
naturalmente no lo son, se clasifica a los inmuebles en:
b. Inmuebles por Adherencia: Del artículo 568 se desprende que inmuebles por
adherencia son ciertos bienes que, siendo muebles, se reputan inmuebles por
estar adheridos permanentemente a un inmueble.
Conviene aclarar que los productos de la tierra y los frutos de los árboles son
inmuebles mientras permanecen adheridos a su fuente de origen; separados
permanentemente son muebles; y se reputan muebles, aún antes de su
separación para los efectos de constituir derechos sobre ellos a favor de otra
persona que su dueño.
Se entiende que de acuerdo con las disposiciones del Código, el bien debe estar
destinado al aprovechamiento del inmueble (no del propietario del inmueble)
y el destino debe ser permanente.
Se ha sostenido que es necesario que el destino le sea dado al bien por el dueño del
inmueble pues algunos de los ejemplos del artículo 570 exigen este requisito y en
tales casos no puede discutirse, pero la ley no lo establece en términos generales,
por lo que es discutible esta exigencia.
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El artículo 1508 se refiere a las obligaciones de género señalando que son aquellas
en que se debe indeterminadamente un individuo de una clase o género
determinado.
Esta clasificación se refiere únicamente a los bienes muebles ya que los inmuebles siempre
serán cosas específicas.
a) Cosa específica o especie o cuerpo cierto es aquella que está perfectamente determinada
como individuo.
b) Cosa genérica o género es aquella que sólo está determinada en cuanto a sus caracteres
generales, comunes a todos los individuos del mismo género o especie.
Cuando la obligación recae en una especie o cuerpo cierto, la obligación del deudor
sólo podrá cumplirse mediante el pago de esa especie y no de otra aun cuando fuere de
mayor valor; en cambio, en la obligación de género, el acreedor no puede pedir
determinadamente ningún individuo del género, con tal que sea de una calidad a lo
menos mediana.
Si la obligación es de especie, el deudor tiene la obligación de conservarla hasta la
entrega y el acreedor debe recibirla en el estado que se halle (a menos que el deterioro
provenga del hecho o culpa del deudor) y si la cosa perece, por regla general, se extingue la
obligación; en cambio, si la obligación es de género, la pérdida de algunas cosas del
género no la extingue, y el acreedor no puede oponerse a que el deudor las enajena o
destruya, mientras subsistan otras para el cumplimiento de lo que se debe.
Los medios de producción, por la finalidad productiva que los caracteriza, son,
generalmente, de estructura compleja y de apreciable valor; es bastante común que
esta clase de bienes cuente entre sus componentes, con uno o más bienes raíces que le
sirven de asiento. Lo importante es que, en muchos casos, los medios de producción
pueden constituir una universalidad jurídica.
La clasificación, respecto de ciertos bienes, puede resultar relativa. Algunos bienes,
en determinadas condiciones, pueden aparecer como bienes de consumo, en tanto
que en otras pueden constituir medios de producción cuando se encuentran formando
parte de una unidad económica mayor.
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a) Bienes consumibles son aquellos que, por sus propias características, se destruyen ya
natural, ya civilmente, por el primer uso (“no puede hacerse uso conveniente a su
naturaleza sin que se destruyan”)
b) Bienes no consumibles son aquellos que, por sus propias características, no se
destruyen ni natural ni civilmente por el primer uso.
Así se señala que para el librero los libros de su librería son subjetivamente consumibles pues su
primer uso por él implica su enajenación, si bien, objetivamente no son consumibles por cuanto
puede hacerse uso de ellos conveniente a su naturaleza sin que se destruyan.
Se discutió si una mina podía o no ser dada en arrendamiento, atendida su naturaleza consumible;
problema resuelto por el Código de Minería que lo permite expresamente.
Por último, cabe señalar que, dentro de los bienes consumibles, hay una categoría especial, cual es
la de bienes llamados “corruptibles”, que deben consumirse en breve tiempo pues pronto pierden
su aptitud para el consumo; como algunas frutas, ciertos medicamentos, etc. Considerando tales
características, la ley los somete a veces a un tratamiento especial. Así por ejemplo de acuerdo al
artículo 488 del Código Civil, al curador de bienes se le prohíbe aún enajenar los muebles siempre
que no sean corruptibles.
6. Bienes Fungibles y No fungibles: No obstante los diversos criterios existentes para abordar esta
clasificación, en general puede decirse que son fungibles las cosas que por presentar entre sí
una igualdad de hecho, se les considera como de igual poder liberatorio. (Ej. Dinero)
En otros términos, pero manteniendo el mismo sentido, se dice también que son fungibles los
bienes que pertenecen a un mismo género y se encuentran en el mismo estado.
La noción de fungibilidad sólo puede plantearse en términos generales, que necesitan adaptación a
las variadas circunstancias en que se aplica, esto es, cuando en una relación determinada se
pretende reemplazar un objeto por otro. La similitud es un calificativo graduable y entonces
depende siempre del grado de identidad que se exija.
Desde otro punto de vista, el concepto amplio inicialmente expuesto, permite aplicarlo no sólo a
las cosas sino también a los hechos. Así habrá hechos que se considerarán fungibles, como
aquellos cuya ejecución no requiere de condiciones o destrezas especiales, mientras otros no serán
fungibles, como la pintura de un cuadro, en que tiene importancia la persona que lo ejecuta.
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En cuanto a la naturaleza mueble o inmueble de los bienes, en doctrina la clasificación puede
aplicarse no sólo a los muebles sino también, en ciertos casos, a los inmuebles como es el caso de
lotes de terreno; pero en nuestro Código Civil sólo se aplica a los muebles, de acuerdo al inciso 1°
del artículo 575 que indica que las cosas muebles se dividen en fungibles y no fungibles.
--> Fungibilidad Subjetiva: Dos o más cosas son subjetivamente fungibles cuando el
interesado les atribuye igual valor económico y de uso y, en todo caso, igual poder
liberatorio, sin que intervenga el valor de afección.
Dentro de la misma idea, hay cosas que siendo objetivamente fungibles, subjetivamente pueden
no serlo; ocurre principalmente cuando está presente el llamado valor de afección.
Así, hay bienes consumibles que no son fungibles, como una bebida exclusiva y
cuidadosamente preparada.
Y hay bienes fungibles no consumibles objetivamente, como los libros de una misma edición.
Entonces, sólo puede afirmarse que a menudo concurren ambos caracteres, pero son
independientes.
Una apreciación general permite concluir que la fungibilidad es más frecuente que la
consumibilidad, ya que muy corrientemente la fungibilidad concurre a las cosas consumibles y
además la fungibilidad se presenta sola, en todos los artículos de uso habitual, durables,
generalmente producidos en serie.
Lo anterior puede servir como explicación de la confusión en que incurre el artículo 575 del
Código, según el cual las cosas consumibles pertenecen a las fungibles, significando que las cosas
consumibles vendrían a ser una especie de las fungibles.
A propósito de la misma disposición, conviene aclarar la situación de las especies monetarias; sin
duda son fungibles, ya que las de igual valor tienen idéntico poder liberatorio; y además son
consumibles, pues empleadas en su normal destino, perecen, desaparecen, se destruyen civilmente
con el primer uso. Cuando el Código afirma “en cuanto perecen para el que las emplea como tales,
son cosas fungibles”, debe enmendarse el último término y concluir “consumibles”.
a) Bienes principales son aquellos que tienen existencia independiente, sin necesidad de
otros.
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b) Bienes accesorios son aquellos que están subordinados a otros sin los cuales no pueden
subsistir.
El artículo 587, de acuerdo con el cual el uso y goce de las capillas y cementerios
situados en posesiones de particulares y accesorios de ellas, pasaran junto con ellas y
junto con los ornamentos, vasos y demás objetos pertenecientes a dichas capillas o
cementerios, a las personas que sucesivamente adquieran las posesiones en que están
situados, a menos de disponerse otra cosa por testamento o por acto entre vivos.
El artículo 1122, el cual señala que si se lega un carruaje de cualquiera clase, se
entenderán legados los arneses y las bestias de que el testador solía servirse para usarlo, y
que al tiempo de su muerte existan con él.
El artículo 1127 que indica que por el hecho de legarse el título de un crédito, se
entenderá que se lega el crédito, legado que comprende el de los intereses devengados;
pero no subsiste sino en la parte del crédito o de los intereses que no hubiere percibido el
testador.
El artículo 1830 en cuanto establece que en la venta de una finca se comprenden
naturalmente todos los accesorios, que según los artículos 570 y siguientes se reputan
inmuebles.
La clasificación no sólo se aplica a los bienes corporales, sino también a los incorporales o
derechos. Así, por ejemplo, la servidumbre es accesoria del derecho de dominio sobre el
predio en que la servidumbre se ejerce; la hipoteca es accesoria del crédito que garantiza,
etc.
Para comprender los conceptos enunciados, debe agregarse que son varios los factores que se
consideran para decidir, entre dos o más cosas, cual es accesoria de cuál.
8. Bienes Divisibles e Indivisibles: Desde un punto de vista físico, todos los bienes corporales son
divisibles.
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a) Son materialmente divisibles los bienes que pueden fraccionarse sin que se destruyan
en su normal, ni pierdan notablemente su valor al considerarse las partes en su
conjunto.
b) Son intelectualmente divisibles las cosas que pueden fraccionarse en partes ideales,
imaginarias, aunque no puedan serlo materialmente.
Desde este último punto de vista, todos los bienes, corporales e incorporales son divisibles, sin
embargo, existen algunos derechos que por disposición legal no pueden dividirse, como
ocurre con el derecho real de servidumbre, hipoteca y prenda.
Dividido el bien sobre el que se tiene dominio, éste se sigue ejerciendo indivisiblemente sobre
cada una de las partes.
El dominio puede considerarse un derecho divisible en cuanto es el típico derecho real que
admite desmembraciones como tal, al ser posible desprenderse de una o más facultades de
las que concede el dominio y transferirlas a otro; así, es el derecho el que se divide, aunque
el objeto sobre el que recae no sea tocado.
La más usual de las divisiones del dominio es aquella en que el propietario mantiene la nuda
propiedad y confiere a un tercero las facultades de uso y goce, con lo que el derecho real de
dominio origina otro derecho real, el de usufructo.
Debe tenerse presente que si sobre un mismo objeto varias personas ejercen el derecho de dominio
(hay una comunidad) no hay división del dominio; en tal caso, cada sujeto ejerce todo el derecho
de dominio, sólo que limitado en su ejercicio por el derecho de cada uno de los otros.
a) Son bienes singulares los que constituyen una unidad, natural o artificial.
b) Son bienes universales las agrupaciones de bienes singulares que no tienen entre sí
una conexión física, pero que forman un todo y están relacionados por un vínculo
determinado.
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individualidad, forman un todo al estar unidos por un vínculo de igual destino,
generalmente económico.
1) Los bienes que la componen pueden ser de igual naturaleza, como los
animales de un ganado o los libros de una colección; o bien, de naturaleza
diferente, como el conjunto de bienes corporales e incorporales que componen
el llamado establecimiento de comercio, que según algunos, en ciertos casos,
pueden estimarse una universalidad de hecho, aunque el punto es discutido.
2) Los bienes que la componen mantienen su propia individualidad, función y
valor, por lo que no se consideran universalidades de hecho las meras partes o
fracciones de un bien singular. Lo mismo ocurre con ciertos objetos que
adquieren valor sólo apareados, como con un par de zapatos, se trata de cosas
singulares, pero indisolublemente unidas, que aisladas pierden utilidad.
3) El vínculo que une a las cosas singulares para formar la universalidad de
hecho es el de un común destino o finalidad, que generalmente es de
carácter económico. Sin embargo, la precisión del fin da lugar a situaciones
discutibles, especialmente tratándose de la llamadas “destinaciones genéricas”,
como el ajuar de una habitación, las herramientas de un artesano.
4) La doctrina entiende que la universalidad de hecho sólo comprende bienes,
es decir, sólo elementos activos y no pasivos (deudas), que serían aceptables
únicamente en las universalidades jurídicas.
5) Para algunos autores, la universalidad de hecho requiere que el destino
común del conjunto de bienes sea conferido por el propietario de dichos
bienes.
Luego, impreso el destino unificante, se mantiene la universalidad aunque
algunas de las cosas sean objeto de negociación separada.
Y cesa la universalidad por la voluntad contraria, que la hace desaparecer,
voluntad que ha de manifestarse por hechos exteriores que la demuestran con
evidencia; y así, para su existencia, la universalidad depende en gran medida de
un problema de interpretación de la voluntad del que la configura.
Dentro de las universalidades de hecho se han llegado a distinguir dos categorías:
Sin afirmar que las diferencias entre universalidad de hecho y de Derecho sean fáciles de
observar, puede decirse que en última instancia, mientras-la función unificadora de las
universalidades de hecho es dada. por el hombre, la de la universalidad de Derecho es
otorgada por la ley.
Ello explica que la mayoría de los, negocios jurídicos fundamentales pueden celebrarse sobre, las
universalidades de hecho (venta, arriendo aporte en sociedad, donación, etc.) así como se pueden
celebrar sobre los bienes que la componen.
Por lo mismo, suele afirmarse que sólo la universalidad de hecho puede considerarse un bien, en
el sentido usual (porque en el sentido real de cosa, sólo lo son bienes singulares que la componen),
de modo, que universalidad de Derecho sería tan sólo una abstracción jurídica.
En nuestro Derecho positivo no existe una reglamentación de las universalidades, lo que, por
lo demás, es común en las legislaciones.
Los artículos 1317 y 2304 distinguen entre los bienes singulares y universales. El artículo
1317 señala que ninguno de los consignatarios de la cosa universal o singular será
obligado a permanecer en la indivisión; y el 2304 se refiere a la comunidad universal o
singular entre dos o más personas, sin que ninguna de ellas haya contratado sociedad o
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celebrado otra convención relativa a la misma cosa, indicando que es una especie de
cuasicontrato.
Se ha dicho también que tales son sólo los bienes creados por la naturaleza (una planta,
un trozo de madera).
b) Bien compuesto o complejo es el formado por dos o más cosas simples unidas,
fusionadas o mezcladas, que pierden su individualidad en la composición.
Se tiene entendido que estos bienes son producto sólo de la acción del hombre, como
un automóvil o un edificio.
Tratándose de las cosas compuestas o complejas la relación jurídica recae sobre el todo sin
necesidad dé especificar cada una de las partes.
Asimismo, sí temporalmente uno, de los componentes está separado sigue perteneciendo al bien
todo (como cuando se ha separado la rueda de un carro) en tal caso, la relación jurídica sobre el
todo sigue afectando a dicha parte, temporalmente separada.
Hay autores que hablan de cosas simples y complejas, distinguiendo entre estas últimas: cosas
compuestas, aquellas formadas por una unión física de componentes; y cosas colectivas, aquellas
formadas por una unión puramente económica o de destino. Y de ahí hacen nacer la noción de
universalidad de hecho.
11. Bienes Presentes y Futuros: Atendiendo a la existencia real de los bienes al momento de
crearse una relación jurídica, pueden clasificarse en presentes y futuros.
Es también, como se ve, una clasificación puramente jurídica, porque en la realidad, sólo son
bienes los aquí llamados presentes.
a) Bienes presentes son los que a un momento determinado (al celebrarse una relación
jurídica) tienen existencia real.
b) Bienes futuros, los que a esa época no existen y tan sólo se espera que existan.
La futureidad puede considerarse desde un punto de vista objetivo o desde el punto de vista
de alguna de las partes; en este último sentido, se habla de cosa futura cuando, existiendo
realmente, no pertenece al sujeto, pero se espera que en el futuro la adquiera.
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La futureidad admite graduaciones, especialmente tratándose de cosas compuestas. Así, un
edificio, por ejemplo, puede encontrarse, a la época de la relación jurídica, en una etapa inicial de
construcción y entonces puede resultar dudoso su calificativo de bien actual o futuro.
Asimismo, existe una graduación en relación con las probabilidades de existencia de las cosas
futuras. En este sentido se distinguen bienes futuros de existencia esperada y de existencia
aleatoria, según haya más o menos probabilidades de existencia. Se trata de conceptos
eminentemente relativos.
El Código Civil no se refiere a esta clasificación expresamente y sólo hace referencia a ella
en algunos de sus preceptos:
El artículo 1409 dispone que las donaciones a título universal no se extenderán a los
bienes futuros del donante, aunque éste disponga lo contrario.
El artículo 1811 establece que es nula la venta de todos los bienes presentes o futuros o
de unos y otros, ya se venda el total o una cuota, pero será válida la venta de todas las
especies, géneros y cantidades, que se designen por escritura pública, aunque se extienda
a cuanto el vendedor posea o espere adquirir, con tal que no comprenda objetos ilícitos.
El artículo 1813 se refiere a la venta de cosas que no existen pero se espera que existan,
indicando que ella se entenderá hecha bajo condición de existir, salvo que se exprese lo
contrario, o que por la naturaleza del contrato aparezca que se compró la suerte.
El artículo 2419 en relación a la hipoteca de bienes futuros establece que ella sólo da al
acreedor el derecho de hacerla inscribir sobre los inmuebles que el deudor adquiera en lo
sucesivo y a medida que los adquiera.
12. Bienes Comerciables e Incomerciables: Los bienes se clasifican en comerciables e
incomerciables según puedan o no ser objeto de relaciones jurídicas por los particulares.
a) Bienes comerciables son los que pueden ser objeto de relaciones jurídicas privadas, de
manera que sobre ellos puede recaer un derecho real o puede constituirse a su respecto
un derecho personal.
En efecto, de acuerdo al artículo 1461 del Código Civil “no sólo las cosas que existen
pueden ser objeto de una declaración de voluntad, sino las que se espera que existan; pero
es menester que las unas y las otras sean comerciables, y que estén determinadas, a los
menos, en cuanto a su género.”
Asimismo, el artículo 2498 establece que sólo puede ganarse por prescripción el
dominio de los bines que estén en el comercio humano.
a. Los bienes incomerciables en razón de su naturaleza, como la alta mar, el aire, etc.
En realidad, estas cosas llamadas “cosas comunes a todos los hombres”, son las
únicas que no son objeto de relaciones jurídicas en general y a las únicas a las que se
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les puede aplicar la expresión de cosas que están fuera del comercio humano. Atendido
el concepto que se ha dado de bienes, no puede en este caso hablarse de bienes.
b. Bienes incomerciables en razón de su destino, como las plazas, calles y otros bienes
nacionales de uso público, que siendo naturalmente comerciables, se han sustraído
del comercio jurídico para dedicarlas a un fin público.
Respecto de estos últimos, es posible observar que pueden ser objeto de ciertas
relaciones jurídicas, pero ellas son de carácter público, como es el caso de las
concesiones que otorga la autoridad; de manera que sólo desde el punto de vista del
derecho privado pueden considerarse incomerciables.
Hay muchos bienes respecto de los cuales existe una prohibición legal de celebrar
determinadas relaciones jurídicas, generalmente prohibición de enajenar o de
celebrar actos o contratos. Esas prohibiciones son establecidas a veces con caracteres
absolutos, otras, sólo en ciertas circunstancias; a veces permanentes y otras veces
temporales; por razones públicas o de interés privado.
En cuanto a las llamadas cosas de culto divino, bienes que están destinados al
cultivo de la actividad religiosa, puede afirmarse, en general, que son bienes
comerciables. La ley civil chilena no les excluye de las relaciones jurídicas
privadas.
Los artículos 586, 587 y 1105 (que por la época en que se dictaron se refieren a la
Iglesia Católica) demuestran la comerciabilidad de estos bienes, en cuanto pueden
ser objeto de relaciones jurídicas privadas.
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Dentro de estos últimos pueden distinguirse:
Puede ser que nunca hayan tenido propietario y son entonces llamados res nullius, o
pueden haberlo tenido, pero el dueño los abandonó con intención de desprenderse
del dominio, en cuyo caso son llamados res derelictaes.
Sin embargo, muchas veces el Estado decide reservar para sí mismo el dominio de ciertos
bienes por conveniencia económica o de otra naturaleza y no siempre queda claro que
bienes pertenecen a la comunidad por reserva y cuáles otros pertenecen al Estado por
otras razones, pero son susceptibles de apropiación por los particulares, los cuales podrían
eventualmente adquirirlos del Estado o elaborarlos ellos mismos.
Como se dijo, y según lo prescribe el artículo 589 son “aquellos cuyo dominio
pertenece a la nación toda.”
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1) Bienes Nacionales de Uso Público: Son aquellos cuyo dominio pertenece a la
nación toda y su uso toca a los habitantes (artículo 589 del Código Civil)
Plazas
Calles
Puentes
Caminos
Mar Adyacente
La tuición de estos bienes queda encargada a distintas autoridades según su
naturaleza: Municipalidades, reparticiones del Ministerio de Obras Públicas,
Fuerzas Armadas, División de Bienes Nacionales del Ministerio de Bienes
Nacionales y leyes especiales reglamentan cada caso.
De acuerdo a lo que indica el inciso final del artículo 589 puede decirse que
bienes fiscales son aquellos bienes nacionales cuyo uso no pertenece
generalmente a los habitantes.
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Bienes muebles e inmuebles afectos al funcionamiento de los servicios
públicos.
Bienes que componen las herencias en que sucede el Fisco como
heredero intestato.
Nuevas islas que se formen en el mar territorial o en los ríos y lagos que
puedan navegarse por buques de más de 100 toneladas (artículo 597 del
Código Civil)
Los impuestos y contribuciones.
Las tierras que, ubicadas dentro del territorio nacional, carecen de otro
dueño (artículo 590)
En relación con el artículo 590, se estima que establece una verdadera
presunción de dominio a favor del Fisco, de manera que quien le dispute
al Fisco debe acreditar dominio, aunque tenga la posesión.
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2.- Derecho Real: Concepto, Características y Clasificaciones
2.1) Concepto de Derecho Real: El derecho real constituye un bien incorporal. En efecto, conforme
al artículo 576: “Las cosas incorporales son derechos reales o personales.”
El Código Civil define al derecho real en el inciso 1° del artículo 577 indicando que “derecho real es el
que tenemos sobre una cosa sin respecto a determinada persona.”
El concepto que adopta nuestro Código es el clásico que le concibe como una relación persona-cosa,
inmediata, absoluta; un derecho en la cosa. Puede entenderse como un “poder” o “señorío” que tiene un
sujeto sobre una cosa.
Cuando ese poder es completo o total, se está en presencia del derecho de dominio; pero puede ser
parcial, incompleto, como en los demás derechos reales. El titular es una persona, pero pueden también
ser varias, como en la copropiedad. Y la cosa ha de ser siempre determinada.
Pero esa concepción de derecho real como una relación persona-cosa ha sido sumamente discutida,
señalándose que es impropio concebir una relación entre una persona y una cosa, en circunstancias que en
Derecho las relaciones jurídicas se establecen entre sujetos, y el objeto de esa relación podrá recaer sobre
una cosa.
Han surgido numerosas proposiciones para la concepción del derecho real. El más difundido es el
de la llamada obligación pasivamente universal.
Se entiende que entre el derecho real y el personal no existe diferencia sustancial; el derecho real
también importa una relación entre sujetos, pero mientras el derecho personal se da entre acreedor
y deudor, recayendo el derecho sobre una prestación, en el derecho real esa relación se da entre el
titular y el resto de las personas, recayendo sobre la cosa de que se trata.
De este modo, el titular tiene el derecho de que se respete por todos el ejercicio de sus facultades sobre la
cosa, y todos los demás, la obligación de ese respeto, absteniéndose de perturbarlo.
Los derechos reales los establece la ley y nuestro Código Civil los enumera en el inciso 2° del artículo
577, según el cual, son derechos reales:
1. El dominio.
3. El derecho real de herencia.
4. El usufructo.
5. El uso o habitación.
6. Las servidumbres activas.
7. La prenda.
8. La hipoteca.
Pero dicha enumeración no es taxativa en cuanto existen otros derechos reales establecidos por la ley
que ella no contempla.
Así, por ejemplo, el artículo 579 contempla el derecho de censo que es un derecho real en cuanto se
persiga la finca acensuada.
Además, leyes especiales contemplan otros derechos reales como son el derecho de aprovechamiento
de agua, las concesiones mineras, la concesiones sobre bienes nacionales de uso público.
Pero se ha planteado el problema de si sólo son derechos los que establece la ley como tales (números
clausus) o si es posible a los particulares crear derechos reales en sus convenciones (número apertus)
En general, en Chile, la doctrina no acepta la posibilidad de que los particulares pueda crear
derechos reales; la razón más frecuentemente esgrimida es el carácter de orden público que tienen
las normas sobre organización de la propiedad, entre las cuales se encuentran las relativas a los
derechos reales.
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Conviene precisar que sin perjuicio de lo anterior, la voluntad de los particulares es generalmente la
que origina los derechos reales en concreto.
Así, para que se origine un usufructo, será necesario que un sujeto se lo conceda a otro en un
convenio, en un testamento y sólo por excepción, como en el usufructo legal del marido, los confiere la
ley pero incluso en tales casos, hace falta, para que tengan lugar, junto al precepto legal que los establece,
que se agreguen otros supuestos en los que es decisiva la voluntad de las partes (en el ejemplo, que haya
matrimonio) Pero el usufructo, como figura jurídica, está previamente diseñado en la ley.
2.2) Características de los Derechos Reales: Los derechos reales presentan una serie de características
que los diferencian de los derechos personales:
1. En el derecho real existe una relación de persona a cosa, si bien ello es objetado por la
doctrina (mientras que en el derecho personal la relación es entre sujetos de derecho)
9. En el derecho real se confiere a su titular un poder jurídico inmediato sobre la cosa sobre
que el derecho recae (en cambio, en el derecho personal el acreedor sólo puede obtener el
pago de la prestación del deudor)
10. Los derechos reales requieren, para su adquisición, de la dualidad título – modo de
adquirir (mientras que tratándose de los derechos personales basta la concurrencia del título)
11. Los derechos reales son absolutos porque pueden ejercerse respecto de todos (en el
derecho personal sólo se puede perseguir al deudor)
12. Los derechos reales sólo los establece la ley y las partes no pueden crearlos (mientras que
las partes pueden crear todos los derechos personales que estimen pertinente)
2.3) Clasificación de los Derechos Reales: Los Derechos Reales pueden clasificarse en:
3.1) Concepto de Dominio: El Código Civil en su artículo 582 declara que “El dominio (que se llama
también propiedad) es el derecho real en una cosa corporal, para gozar y disponer de ella
arbitrariamente; no siendo contra la ley o contra derecho ajeno.” (inciso 1°)
De acuerdo a esta definición, en nuestro país dominio y propiedad son sinónimos. En doctrina
extranjera se distingue entre el dominio y la propiedad señalando que el dominio es el derecho que recae
sobre cosa material, mientras que la propiedad sería el género (que comprende también el dominio)
referente al derecho sobre las cosas materiales e inmateriales.
La definición pertenece a las denominadas analíticas del dominio, que con un criterio cuantitativo se
dedican a enumerar las facultades que el dominio confiere al propietario sobre el objeto de su derecho.
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Se oponen a ellas las denominadas definiciones sintéticas, que son, que con un criterio cualitativo no se
refieren al dominio como una suma de facultades sino como un señorío pleno sobre el objeto de la
propiedad, con abstracción de las mayores o menores facultades que confiere.
Por el concepto de arbitrariedad que contiene, se ha calificado la definición de “clásica”, queriendo con el
adjetivo estimarla absoluta, desprovista de contenido social. Pero puede observarse que el complemento
“no siendo contra la ley o contra derecho ajeno” permite sobradamente impedir el arbitrio. La
jurisprudencia, y desde luego el legislador, han quedado ampliamente facultados para conducir la
institución mediante esas limitaciones, que posibilitan elaboraciones para que cumpla adecuada función.
Ahora bien, si nos estamos únicamente al artículo 582 no cabría sino concluir que el derecho de
dominio recae sólo sobre cosas corporales, sin embargo, ello no es así, por cuanto a continuación el
artículo 583 dispone que sobre las cosas incorporales hay también una especie de propiedad.
De manera que se puede tener dominio sobre los derechos, teniendo presente que, conforme al
artículo 576: “Las cosas incorporales son derechos reales o personales.”
Estos preceptos (Art 582, 583 y 576) consagran lo que se denomina doctrina de la
CONSIFICACIÓN DE LOS DERECHOS, esto es, la consideración de los derechos como cosas o
bienes.
En efecto, el artículo 19 N°24 de la Constitución Política garantiza a todas las personas, el derecho
de propiedad en todas sus especies sobre toda clase de bienes corporales o incorporales; derecho que
se encuentra protegido de los actos ilegales o arbitrarios, tanto de las autoridades como de otros
particulares, y que impliquen su privación, perturbación o amenaza, mediante el recurso de protección
que contempla el artículo 20 de la Carta Fundamental.
Por otra parte, permitido también la protección de derechos ante agresiones del legislador a través de la
retroactividad. Si una ley dispone que ella se aplicará a situaciones ya producidas y se detecta que vulnera
un derecho de un particular adquirido, se acude a aquel razonamiento, se propone que esa ley priva del
derecho de propiedad y que, por tanto, es una ley expropiatoria que, por no reunir los requisitos que la
Constitución exige para expropiar, es inconstitucional y cabe la declaración de inaplicabilidad por
inconstitucionalidad.
Pude apreciarse que con este razonamiento ha sido enorme el fortalecimiento de los derechos individuales
de toda naturaleza.
Debe advertirse sí, que en la aplicación de esta doctrina, existen algunos puntos de conflicto:
1) Cuando una ley priva de un derecho y cuando sólo limita su ejercicio, porque las normas
constitucionales impiden al legislador privar del dominio, pero no introducir limitaciones
a su ejercicio.
2) Qué elementos distinguen a un derecho de una mera expectativa o de simples facultades o
prerrogativas legales.
--> Evolución del Derecho de Dominio: Entre los investigadores de las épocas primitivas, es materia de
discusión la forma primaria de propiedad y el sentido de la evolución.
Se sostiene con frecuencia que fue la propiedad colectiva la predominante en los inicios, y de allí se
habría llegado a las formas comunitarias y familiares, hasta configurarse la propiedad individual; pero
también se ha afirmado la existencia de una completa dispersión, apareciendo, en distintos lugares,
alternadamente en distintas formas.
En relación con los objetos del dominio, hasta los tiempos de la Revolución Industrial, era la propiedad
territorial la fundamentalmente importante; el suelo y sus edificaciones constituían definitivamente la
riqueza material de mayor envergadura; de ahí que los estudios sobre la evolución de la institución están
siempre referidos a la propiedad inmueble. Es a partir de aquel acontecimiento que van apareciendo
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bienes muebles e inmateriales de apreciable valor y, por lo mismo, van influyendo también en la
estructuración y caracteres jurídicos del dominio.
Desde un punto de vista más bien técnico, a través de la historia del Derecho se ha observado en dos
épocas la existencia de una estructura compleja de la propiedad:
Pero pronto después de producida esa simplificación, a la caída del Imperio se inicio otro sistema, aún
más complejo, en el que se asentó el feudalismo, que se mantuvo hasta fines del siglo XVIII.
A partir de arrendamientos perpetuos y numerosos otros contratos se fueron configurando una suerte de
concesiones, como el “feudo” y el “censo”, en cuya virtud se fue descomponiendo el dominio entre un
titular del objeto y el concesionario de él; el señor era el titular del dominio, tras el vasallo o tenanciero
que realmente tenía, ocupaba la cosa, pero sin tener la propiedad.
Con el tiempo, por la extensión de los derechos de disfrute del vasallo y por su perpetuidad, se le fue
considerando también como una especie de propietario; el señor tenía entonces el “dominio directo”, y el
vasallo el “dominio útil”; y queda así estructurado un sistema con dos propietarios sobre una misma cosa,
sin que haya división entre ellos, pero concebidos como derechos de propiedad de distinta naturaleza.
Esa descomposición se llegó a ampliar, produciéndose una escala jerarquizada de titulares. Ya al final del
periodo se va acentuando el derecho del vasallo, el dominio útil, de modos que se llega a tener a éste
como el propietario, tan sólo con una servidumbre o carga a favor del primitivo señor, carga respecto de
la cual van apareciendo intentos por extinguirla.
Con la Revolución, desaparecen definitivamente las cargas feudales; el Código Francés de 1804 consagra
una propiedad liberada, única, pero individualista; el Código Chileno, como otros, recibe esa concepción.
Desde allí, simple nuevamente en su estructura, pero concebida en términos muy individuales, con
amplias prerrogativas del titular sobre el objeto, se inicia otra evolución incesante hacia la “función social
de la propiedad”.
La naturaleza de las cosas y las posibilidades racionales de la vida social, excluyen los dos extremos
absolutos. No se puede eliminar completamente la propiedad individual (pensando en los objetos de uso
personal), pero no puede tampoco ella extenderse a la totalidad de las cosas (pensando en la necesidad de
una calle).
Así, partiendo del supuesto de que siempre habrán de existir bienes de propiedad privada y bienes de
propiedad colectiva (formalmente pertenecientes al Estado como representante de la comunidad), la
decisión se reduce a establecer el límite; qué bienes pertenecerán a la comunidad y cuales quedarán
entregados al dominio de los particulares.
En la fijación de ese límite surgen una diversidad de posiciones filosófico-políticas, que están siempre
presentes en la vida social. En esos planteamientos han aparecido también terceras posiciones, como son
las llamadas propiedad cooperativa, propiedad comunitaria, por las cuales se propone que ciertos bienes
sean, no de propiedad colectiva ni privada, sino de grupos sociales.
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Examinada la realidad de un país en determinado momento, considerando la titularidad de los bienes
conforme a las alternativas referidas, se podrá apreciar que quedan configurados sectores o áreas de
propiedad colectiva, de propiedad privada y, aún de propiedad intermedia, que se van restringiendo o
extendiendo, como resultado de aquel referido dinamismo.
Cuando en casos concretos se adopta la decisión de que cierto bien quede en dominio colectivo y a la
sazón está en propiedad particular, para lograr aquella finalidad habrá de extraerse acudiendo al
instrumento jurídico disponible al efecto: la expropiación por causa de utilidad pública.
Pero también la expropiación se ha utilizado para redistribuir la propiedad privada. Así, en nuestro país,
las leyes de reforma agraria que se han dictado, contemplaban la expropiación de predios con la finalidad
posterior de ser asignados a cultivadores en dominio individual, en unidades de dimensiones familiares.
Ahora bien, los bienes que quedan en dominio del Estado, a veces son excluidos de toda negociación con
los particulares y otras, son objeto de algunas limitadas actuaciones con ellos, mediante figuras jurídicas
como los permisos y las concesiones.
Finalmente aquella decisión fundamental y varios de sus caracteres, son diseñados, en sus rasgos
fundamentales, por la Constitución del respectivo país.
Así, en Chile, ello se encuentra en la Constitución Política de 1980, artículo 19 N°23 y 24.
De acuerdo al artículo 19 N°23, la Constitución garantiza a todas las personas, la libertad parar adquirir el
dominio de toda clase de bienes, excepto aquellos que la naturaleza han hecho comunes a todos los
hombres o que deban pertenecer a la Nación todas y la ley lo declare así. De acuerdo a la misma
disposición se requiere una ley de quórum calificado por causa de interés nacional para establecer
limitaciones o requisitos para la adquisición del dominio de algunos bienes.
Por su parte, el artículo 19 N°24 garantiza a todas las personas el derecho de propiedad en sus diversas
especies sobre toda clase de bienes corporales e incorporales, estableciendo que sólo la ley puede
establecer las limitaciones y obligaciones que deriven de su función social.
De acuerdo a esta disposición, la función social de la propiedad comprende todo cuanto exijan:
Dentro de los distintos factores que determinan la decisión que se adoptará en esta materia, pueden
observarse como principios orientadores en esta materia:
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El del patrimonio cultural que la comunidad va acumulando con el tiempo y que servirá
para cimentar nuevos progresos y para el disfrute y enriquecimiento del espíritu.
Tomando base en ellos, se ha difundido la expresión función social de la propiedad, que como se
vio, recoge nuestra Constitución Política, para advertir que el dominio debe ser ejercido con
consideración de las necesidades de la sociedad y o sólo de las particulares del propietario.
Las limitaciones que atenúan el carácter de absoluto de dominio, en nuestro Derecho, están
diseminadas por todo el Código Civil y en innumerables leyes especiales.
La intensidad de estas limitaciones provoca también polémica; hay ocasiones en que las limitaciones
son tantas o tan intensas, que llegan a paralizar la actividad del propietario, al punto de que para él
sería preferible que, francamente, le expropiaran, pues entonces tendría la justa indemnización.
Finalmente hay que agregar que, siendo tantas y tan distintas las funciones o las utilidades que prestan las
cosas, se han ido configurando diversos estatutos legales para distintas categorías de bienes, que van
debilitando la noción unitaria del dominio, atomizándola. Y por este camino han ido apareciendo las
llamadas “formas de propiedad”
La concepción tradicional del dominio no sólo se ha caracterizado por imponer escasas limitaciones a la
propiedad, sino también por ostentar una regulación uniforme, con normas aplicables a la generalidad de
los bienes, cualquiera que sea su naturaleza, abundancia o calidad.
Sin embargo, la insistencia en el beneficio común ha ido quedando reflejada en la legislación y fueron
apareciendo preceptos legales modificatorios de las reglas generales. Las diferencias derivan,
precisamente, de la distinta función o rol que corresponde a las varias clases de bienes.
Entonces, la propiedad continuaba una sola, con algunas reglas especiales tratándose de ciertos bienes.
Pero con el tiempo fueron aumentando tales disposiciones especiales, al punto de llegar a constituir un
verdadero estatuto particular, regulador de todos los aspectos fundamentales de la materia, rigiendo las
normas comunes tan sólo de manera supletoria.
La doctrina empieza luego a hacer referencia a una nueva forma de propiedad y se han ido configurando
así las denominadas propiedad urbana, agraria, minera, intelectual, etc.
3.2) Características del Dominio: La doctrina tiene desde mucho tiempo asignados al dominio los
caracteres de ser un derecho:
1. Derecho Real: El dominio es el derecho real por excelencia; se ejerce sobre una cosa sin
respecto a determinada persona.
2. Derecho Absoluto: Confiere al titular la posibilidad de ejercitar sobre el objeto las más
amplias facultades, de manera soberana e independiente.
El Código, siguiendo las codificaciones de la época, establece este carácter absoluto diciendo que
el dominio permite al dueño gozar y disponer de la cosa arbitrariamente, no siendo contra la
ley o el derecho ajeno; estos constituyen los límites normales o naturales del derecho de
dominio.
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Algunos autores la sustituyen por la de “generalidad del dominio”, en cuanto el propietario logra
obtener toda utilidad o provecho que la cosa pueda proporcionar, sin necesidad de texto o
autorización especial, salvo las limitaciones derivadas de otros derechos reales sobre la misma
cosa.
3. Derecho Exclusivo: Se atribuye a un titular en forma privativa, y no puede haber dos o más
propietarios sobre una misma cosa con iguales poderes sobre ella.
Esta es ocasión de mencionar la llamada “facultad de excluir”, por la cual el dueño puede
impedir a los demás el uso o goce de la cosa de que es propietario.
Ahora bien, la doctrina ha venido elaborando importantes excepciones e tal facultad desde
mucho tiempo:
a) El derecho de uso inocuo, que es el que se tiene en la cosa de otro, para obtener un
provecho sin causar al dueño perjuicio alguno o causándolo en medida
insignificante (el Código suizo lo establece expresamente)
b) El derecho de acceso forzoso, que es el que se le reconoce el dueño o administrador
de una cosa, para entrar transitoriamente, a una propiedad ajena, a ejecutar algún
acto relativo a la utilización de aquel objeto (por ejemplo, para recoger los frutos
caídos en predio vecino en la forma que consagra el artículo 943 del Código Civil)
c) El principio del mal menor, en cuya virtud se estima que cualquier persona puede
aprovecharse de una cosa ajena para salvar una cosa o bien jurídico de mayor valor
que el daño que pueda causar ante un peligro inminente; concediendo al dueño, claro
está, indemnización del daño causado.
4. Derecho Perpetuo: Ello significa que el dominio sobre una cosa persiste mientras subsiste la
cosa misma, no se extingue por el solo transcurso del tiempo o por el no ejercicio del
derecho; por lo mismo su acción protectora, la acción reivindicatoria no se extingue por el solo
transcurso del tiempo, no prescribe.
5. Otras Características del Dominio: Las doctrinas modernas atribuyen al dominio algunas otras
características, según las cuales el dominio es un derecho:
a) Es un derecho abstracto: Ello quiere decir que tiene existencia distinta e independiente
de las facultades que otorga.
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Así, puede faltar alguna o algunas de tales facultades, pero el dominio se mantiene. Por
ejemplo, en el caso del usufructo o cuando existe una cláusula de no enajenar.
b) Es un derecho elástico: Con ello se quiere significar que el derecho se puede reducir o
ampliar.
Se reduce cuando concurre con otros derechos reales y se ampliará cuando esos otros
derechos reales se extingan.
3.3) Facultades del Dominio: La concepción clásica del dominio, en este punto desde el Derecho
Romano, asigna al propietario 3 facultades fundamentales (Uso, Goce y Disposición):
1. La Facultad de Uso: Denominada jus utendi, implica que el propietario puede utilizar o servirse
de la cosa.
Nuestro Código Civil, como su modelo francés, no menciona separadamente este atributo, lo
que ha conducido a la doctrina a concluir que lo incluye en la facultad de goce.
No obstante que el artículo 643 los llama productos, la doctrina siempre ha distinguido los
productos de los frutos.
a) Los frutos son los que la cosa da periódicamente ayudada o no de la industria humana
y sin detrimento de la cosa fructuaria.
b) El producto carece de periodicidad y disminuye la cosa.
Ello explica el artículo 537 de acuerdo con el cual, no se contarán entre los frutos las materias
que separadas no renacen, ni aquellas cuya separación deteriora el fundo o disminuye su
valor.
Con lo anterior, no resulta muy justificado recurrir a la accesión, como lo hace el Código,
para conferir al propietario de una cosa los frutos y productos de ella pues pertenecen al
dueño por la facultad de goce mencionada.
Significa que el dueño puede disponer de la cosa según su voluntad y arbitrio, sin perjuicio
de las limitaciones que provengan de la ley o del derecho ajeno.
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a) Por una parte el dueño puede disponer materialmente de la cosa, modificándola o
destruyéndola (son interesantes las limitaciones que, en este sentido, están dadas por la
protección a las obras de arte y monumentos históricos)
b) Por otra, el dueño puede disponer jurídicamente de la cosa, celebrando
negociaciones con terceros respecto de ella, gravándola con prendas, hipotecas u
otras limitaciones, y, en fin, enajenándola.
Artículo 1126: “Si se lega una cosa con calidad de no enajenarla, y la enajenación no
comprometiere ningún derecho de tercero, la cláusula de no enajenar se tendrá por no
escrita.”
Artículo 1964: “El pacto de no enajenar la cosa arrendada, aunque tenga la cláusula de
nulidad de la enajenación, no dará derecho al arrendatario, sino para permanecer en el
arriendo, hasta su terminación natural.”
Artículo 2031: “No vale en la constitución del censo el pacto de no enajenar la finca
acensuada, ni otro alguno que imponga al censuario más cargas que las expresadas en
este título. Toda estipulación en contrario se tendrá por no escrita.”
Artículo 2415: “El dueño de los bienes gravados con hipoteca podrá siempre
enajenarlos o hipotecarlos, no obstante cualquier estipulación en contrario.”
Sin embargo, en otros casos, el mismo Código permite la cláusula de no enajenar:
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Otros, en cambio, RECHAZAN LAS CLÁUSULAS DE ENO ENAJENAR estimándolas
nulas absolutamente por adolecer de objeto ilícito, entre otras, por las siguientes razones
1) Se recurre en este caso a la norma del artículo 1126 al que se confiere una aplicación
general, valiéndose del argumento a contrario sensu.
2) Con ello quedaría descartado el argumento del atentado al principio de la libre
circulación de los bienes que, por su naturaleza general, pareciera ser la razón más
contundente para negar validez a estos pactos.
Por esto último es que también se ha dicho que la cláusula implica una verdadera condición
resolutoria, que se opera cuando el obligado a no enajenar, enajena. Entonces, respecto del
tercero adquirente le alcanzarán o no sus efectos, en conformidad a lo previsto en los
artículos 1490 y 1491.
2. Propiedad Civil o Agraria, Urbana, Intelectual, Minera, Horizontal, etc: Desde el punto de
vista de la naturaleza del objeto sobre el que el dominio recae, puede hablarse de propiedad civil
o común o bien, agraria, urbana, intelectual, minera, horizontal, etc.
3. Propiedad Plena o Nuda: En cuanto a la integridad de las facultades del derecho de propiedad,
puede haber propiedad plena o nuda.
a) La propiedad Plena está provista de todos los atributos ya antes mencionados de uso,
goce y disposición.
b) La Nuda o Mera propiedad contiene sólo el derecho de disposición jurídica del objeto
sobre que recae, correspondiendo a otro las facultades de uso y goce, configurándose en
éste un derecho de usufructo.
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a) Propiedad Absoluta, que no está sometida a duración o término, y
b) Propiedad Fudiciaria, que está sometida al evento de traspasarse a otro si se cumple
una condición.
En efecto, de acuerdo al artículo 733 del Código Civil, “se llama propiedad fiduciaria la que
está sujeta al gravamen de pasar a otra persona, por el hecho de verificarse una condición.”
“La constitución de la propiedad fiduciaria se llama fideicomiso.”
“Este nombre se da también a la cosa constituida en propiedad fiduciaria.”
“La translación de la propiedad a la persona a cuyo favor se ha constituido el
fideicomiso, se llama restitución.”
El término indivisión parece ser el más comprensivo y puede ser utilizado para referirse a los otros.
En cuanto a los términos condominio y copropiedad, se les tiene generalmente como sinónimos.
a) Comunidad es el género: indivisión de cualquier derecho que pertenece a dos o más sujetos y
se ejerce sobre un mismo objeto;
b) Y la copropiedad o condominio es la especie: indivisión del derecho de dominio.
De esta manera, decimos que existe COMUNIDAD cuando dos o más sujetos tienen un derecho de
idéntica naturaleza jurídica sobre la totalidad de un mismo objeto.
Y hay COPROPIEDAD O CONDOMINIO cuando dos o más sujetos tienen el dominio sobre la
totalidad de un mismo objeto.
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LAS OBLIGACIONES (artículos 2304 y siguientes) y no en el de los bienes como acontece en otras
codificaciones, atendido que el cuasicontrato no es el único origen de la comunidad.
Hay además, muchas disposiciones relativas a la comunidad, diseminadas a través del Código, en
especial, al tratarse la partición de los bienes hereditarios, normas que, no obstante su ubicación, tienen
aplicación general en virtud de disposiciones expresas.
Desde luego, aunque no esté establecido expresamente, se entiende que en el Derecho Chileno rige
también el llamado jus prohibendi. Como la concepción romana de la comunidad postula que cada
comunero es dueño de su cuota, resulta que ninguno, ni la mayoría, puede adoptar decisiones sobre
la administración de la cosa común, menos por cierto, sobre actos dispositivos. En otros términos,
cualquiera puede oponerse a que en la cosa se ejecuten actos jurídicos o materiales; cualquiera puede,
pues, prohibir que se ejecuten.
Así, el jus prohibendi consiste en la facultad que cada comunero tiene de impedir las actuaciones de
los otros en la cosa común (derecho de veto)
Puede observarse que esa conclusión constituye un serio inconveniente de esta concepción de la
comunidad que puede llegar a ser paralizante.
La doctrina extranjera ha acudido a diversos mecanismos para intentar sortear el inconveniente del
jus prohibendi, que impone la unanimidad, entre los que pueden mencionarse:
1) El artículo 2305 que señala que el derecho de cada uno de los comuneros sobre la cosa común es
el mismo que el de los socios en el haber social.
2) El artículo 2081 conforme al cual, no habiéndose conferido la administración de la sociedad a
uno o más de los socios, se entenderá que cada uno de ellos ha recibido de los otros el poder de
administrar, sin perjuicio de que cada socio tiene el derecho de oponerse a los actos
administrativos de otro, mientras esté pendiente su ejecución o no se hayan producido efectos
legales. Además, establece que ninguno de los socios podrá hacer innovaciones en los inmuebles
de la sociedad sin el consentimiento de los otros.
Debe observarse que los problemas prácticos pueden estar solucionados si se designa administrador.
4.1) Naturaleza Jurídica de la Copropiedad: Dos son las grandes concepciones elaboradas para
explicar la naturaleza jurídica de la comunidad y que, ordinariamente, han inspirado las diferentes
reglamentaciones:
Así, cada comunero tiene una cuota o parte en la cosa común, y, además tiene derecho a la
cosa en su totalidad.
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Cada comunero tiene una cuota que es abstracta o ideal, puesto que la cosa no se halla
dividida materialmente; sólo se concibe intelectualmente; es, pues, dueño exclusivo de esa
cuota o fracción intelectual de la cosa y puede ejercitar derechos sobre ella como tal.
La concepción es individualista y estima a la comunidad nada más como una modalidad del
dominio.
Por una parte permite a cada cual disponer de su cuota y, por otra, entrabar a los demás la
utilización de la cosa.
Pero en el Derecho Moderno se observan con frecuencia masas de bienes en comunidad que
se mantienen en movimiento productivo, de manera que tal concepción resulta insuficiente.
Así las cosas, a esta concepción se le formulan criticas de tipo económico, indicando que,
entendida así la copropiedad, las comunidades resultan improductivas y no conducen a una
buena explotación del bien común puesto que nadie se siente dueño y no desea trabajar la
cosa común para que los demás aprovechen luego su trabajo.
Se trata de una concepción colectivista (al contrario de la romana que es individualista) y que
mira más bien al interés social.
De esta manera no se tienen derechos sobre cuota; todos tienen un derecho de goce sobre el
objeto, cualitativamente igual, pero parcial, porque está limitado por el derecho de los
demás; se llega a negar a los comuneros, incluso, la acción para pedir la partición de la cosa
común.
Este último aspecto, no es muy aceptado por los autores germánicos quienes observan que
esta concepción, adoptada tan estrictamente también obstaculizaría el tráfico de los bienes
comunes.
C. La Concepción del Código Civil Chileno: La doctrina nacional estima que el Código Civil
chileno adopta, fundamentalmente, la DOCTRINA ROMANA.
Se concluye así por los antecedentes considerados para su elaboración y por el contenido de
varios preceptos, en virtud de los cuales se reconoce la noción de cuota y se permite al
comunero celebrar respecto de ella diversos actos, sin el consentimiento de los otros; y la
NOCIÓN DE CUOTA ES EL RASGO DISTINTIVO DE LA CONCEPCION ROMANA.
4.2) Clases de Indivisión: De acuerdo a distintos puntos de vista la indivisión puede clasificarse:
1. Comunidad sobre Universalidad Jurídica y sobre Cosa Singular: Según el objeto sobre el
cual recae la indivisión, puede haber comunidad sobre una universalidad o sobre una cosa
singular.
Esta es la única clasificación que reconoce el Código Civil, en sus artículo 1317 y 2304.
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En cuanto a la clase de universalidades sobre las que puede haber comunidad, en la
doctrina nacional no ha habido muchas precisiones. En todo caso no existe acuerdo.
Hay quienes entienden que puede haber comunidad tanto en universalidades de hecho
como en universalidades jurídicas señalando como ejemplo la herencia, la que queda al
disolverse la sociedad conyugal, la que queda a la disolución de una sociedad y, en general, cada
vez que la comunidad recae sobre un patrimonio o masa de bienes con activo y pasivo propios.
Pero esa proposición ha sido negada. Se ha sostenido que, siendo un rasgo distintivo de las
universalidades jurídicas el que tengan un pasivo.
*En Chile, no puede haber comunidad sobre universalidades jurídicas, porque en virtud de
lo dispuesto en los artículos 1354 y 2306, habiendo dos o más comuneros, el pasivo está
siempre dividido entre los copartícipes por el sólo ministerio de la ley.
De ese modo, las universalidades que podrían ser jurídicas cuando pertenecen a un solo
titular, cuando pasan a pertenecer a dos o más son universalidades de hecho, pues carecen
de pasivo común.
Cuando la comunidad recae sobre una universalidad, surge un problema con importantes
consecuencias prácticas de seguirse una u otra solución: el problema de la comunicabilidad
entre la cuota y los bienes que integran la comunidad, esto es, si la cuota de cada comunero
se traspasa o no a cada uno de los bienes que integran la universalidad.
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En este punto, el Código chileno se apartó de la concepción romana y consagró el
efecto declarativo de la adjudicación.
En efecto, el artículo 1344 señala que “cada asignatario se reputará haber sucedido
inmediata y exclusivamente al difunto en todos los efectos que le hubieren cabido, y no
haber tenido jamás parte alguna en los otros efectos de la sucesión.”
“Por consiguiente, si alguno de los consignatarios ha enajenado una cosa que
en la partición se adjudica a otro de ellos, se podrá proceder como en el caso de la venta
ajena.”
En este punto el Código Civil chileno no expresó alternativa, de manera que se plantea la
discusión de si se acogió o no la comunicación entre la cuota y los bienes o no.
B. Doctrina Minoritaria: Pero también se ha sostenido (en este sentido don Enrique Silva
Segura), con suficientes fundamentos que, habiéndose adoptado en nuestro Derecho
la concepción romana, la comunicación entre la cuota y cada uno de los bienes de la
comunidad, característica de esa concepción, no está excluida. Así lo demuestran
los artículos 951, inciso 2° y 580:
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2) El artículo 580 señala que los derechos y acciones se reputan bienes muebles
o inmuebles, según lo sea la cosa en que han de ejercerse, o que se debe.
Dichas disposiciones demuestran que la orientación concreta del Código
respecto de la comunidad en cosa universal en cuanto a lo que tienen los
comuneros son bienes y no una mera abstracción jurídica.
3) Por otra parte, se agrega que el efecto declarativo de la partición no puede
tenerse como argumento concluyente para rechazar la comunicación ya que
se trata de una ficción y su finalidad es proteger a los comuneros de la
enajenación que pueda haber hecho uno de ellos durante la comunidad,
pero en realidad, todos han sido dueños de la totalidad.
4) Por lo demás debe tenerse presente que la partición no es el único medio de
poner término a la comunidad, por ello, no siempre habrá efecto
declarativo. Así, puede terminar también por la reunión de las todas las cuotas
en manos de una misma persona, según el artículo 2312 N°1, y en tal caso,
ciertamente no hay efecto declarativo.
5) Por último, cuando se está en presencia de la comunidad hereditaria, debe
distinguirse entre el derecho real de herencia, que sí recae sobre la
universalidad jurídica que es la herencia; y la comunidad de dominio que se
origina entre todos los herederos sobre los bienes del causante (comunidad
que recae sobre una universalidad de hecho puesto que no tiene pasivo ya
que las deudas están divididas según el artículo 1354). En esa comunidad
sobre el activo hereditario la cuota de cada comunero se comunica a cada bien
de que se compone la comunidad, porque el 1909 se refiere a materia de
herencia y no de dominio.
--> Las consecuencias de seguir una u otra teoría son de evidente importancia :
Si la comunidad recae sobre una cosa singular, no hay duda de que la cuota de cada
uno se radica en el único objeto de la comunidad y, por tanto, participa de su
carácter.
En consecuencia, los actos sobre la cuota estarán sometidos a las reglas de los actos
sobre el respectivo objeto.
2. Comunidad que deriva de un hecho, de la voluntad del titular y de la ley: Según su origen la
comunidad puede derivar:
a) De un hecho, como ocurre con la comunidad hereditaria, que nace con el hecho de la
muerte del causante
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b) De la voluntad del titular, esto es, cuando dos o más personas deciden adquirir en
común un bien determinado, o cuando un propietario enajena una cuota de su
dominio
c) De la ley, como ocurre con las servidumbres y la propiedad horizontal.
a) Las comunidades temporales, que por regla general son indeterminadas en el tiempo,
pueden tener duración relativamente determinada en virtud del denominado
“pacto de indivisión”, el cual por la adversidad legal a la comunidad está sujeto a
limitaciones en cuanto no puede estipularse por más de cinco años, pero cumplido
este término puede, sin embargo, renovarse (artículo 1317)
Si no se ha celebrado pacto, la regla es que la partición la puede pedir cualquiera de
los comuneros en cualquier tiempo.
b) Las comunidades perpetuas las establece la ley, aunque en el fondo derivan más
bien de la naturaleza misma de las cosas, como es el caso de la comunidad que tiene
lugar en la propiedad horizontal.
4.3) Derechos y Obligaciones de los Copropietarios: Con la concepción romana, en nuestros textos los
derechos y obligaciones de los comuneros en la cosa común se precisan a través de la noción de
cuota o cuota-parte.
La cuota es la porción ideal, determinada o determinable, que cada comunero tiene el objeto de la
comunidad.
Estas cuotas pueden ser iguales o desiguales; a falta de prueba en contrario, han de entenderse
iguales, de acuerdo a lo dispuesto en los artículos 1098 y 2307. Se expresan generalmente en
fracciones o porcentajes.
El comunero puede disponer libremente de su cuota por acto entre vivos o por causa de muerte;
puede reivindicarla; puede ser embargada.
Conforme al artículo 2310, los frutos de la cosa común deben dividirse entre los comuneros a
prorrata de sus cuotas.
*Ello, sin perjuicio de los derechos del copropietario sobre la cosa común. Cada comunero puede
servirse de la cosa común y emplearla según su destino natural, siempre que no entrabe el justo uso
de los demás comuneros, según resulta de la relación entre el artículo 2305 y 2081 N°2.
*En efecto, de acuerdo al artículo 2305, el derecho de los comuneros sobre la cosa común es el mismo
que el derecho de los socios en el haber social; y de acuerdo al N°2 del artículo 2081, cada socio
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podrá servirse para su uso personal de las cosas pertenecientes al haber social, con tal que las
emplee según su destino ordinario, y sin perjuicio de la sociedad y del justo uso de los otros.
No obstante lo anterior, cualquiera de los comuneros puede pedir judicialmente el cese del goce
gratuito que de la cosa común hace otro comunero.
Cualquiera de los comuneros puede ejecutar los actos tendientes a la conservación de la cosa
común.
4.6) La Copropiedad Inmobiliaria: Dentro de la propiedad civil, hoy en día tiene importancia una
especie de propiedad que se denomina copropiedad inmobiliaria, la que se encuentra regulada en la Ley
N°19.537, publicada en el DO De 16 de diciembre de 1997.
Esta ley vino a reemplazar la antigua ley de propiedad horizontal, la que se encontraba regulada en la Ley
N°6.071.
La antigua ley de propiedad horizontal regulaba el dominio de los pisos o departamentos de un edificio.
Esta ley fue interpretada extensivamente, aplicándose a propiedades individuales, configurándose los
condominios.
La nueva ley cambia la orientación y pone el énfasis no en los pisos o departamentos, sino que se orientó
a los condominios.
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Establece un régimen especial de propiedad inmobiliaria, cuando un terreno o edificio es de
propiedad común de un grupo de personas, que a su vez son titulares de derechos sobre casas o
parte de edificios construidos en un terreno común.
En este régimen, la persona es dueña de una casa o departamento y copropietario de los llamados
bienes comunes.
La copropiedad propiamente tal, esto es, aquella en que varias personas son propietarias en común
de un inmueble, se rige por el Código Civil.
El artículo 1° inciso 1° de la Ley N°19.537 señala: "La presente ley regula un régimen especial de
propiedad inmobiliaria, con el objeto de establecer condominios integrados por inmuebles divididos en
unidades sobre las cuales se pueda constituir dominio exclusivo a favor de distintos propietarios,
manteniendo uno o más bienes en el dominio común de todos ellos.”
En su inciso 2° señala los bienes sobre los cuales se puede constituir este dominio exclusivo: “Los
inmuebles que integran un condominio y sobre los cuales es posible constituir dominio exclusivo, pueden
ser viviendas, oficinas, locales comerciales, bodegas, estacionamientos, recintos industriales, sitios y
otros.”
Sólo las unidades que integran condominios acogidos al régimen de copropiedad inmobiliaria que
consagra esta presente ley podrán pertenecer en dominio exclusivo a distintos propietarios (artículo 1°
inciso final)
A) Ámbito de Aplicación: Esta ley se aplica a los condominios acogidos al régimen de copropiedad
inmobiliaria que consagra la ley N°19.537.
Para acogerse al régimen de copropiedad inmobiliaria, todo condominio deberá cumplir con las normas
exigidas:
Este también debe archivarse en una sección especial del Registro de Propiedad del Conservador de
Bienes Raíces respectivo, en estricto orden numérico, conjuntamente con el certificado que declara el
inmueble acogido al régimen de copropiedad inmobiliaria.
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El artículo 12 establece ciertas exigencias para las escrituras públicas mediante las cuales se
transfiera el dominio o se constituyan derechos reales sobre alguna unidad de un condominio, las
cuales deberán hacer referencia al plano a que alude el artículo anterior.
En la escritura en que por primera vez se transfiera el dominio o se constituyan derechos reales
sobre algunas de esas unidades, además, deberá insertarse el certificado que declara el inmueble
acogido al régimen de copropiedad inmobiliaria.
Esta inscripción del título de propiedad y de otros derechos reales sobre una unidad debe cumplir
con los requisitos del artículo 78 del Reglamento Conservatorio de Bienes Raíces y contendrá las
siguientes menciones:
1. La fecha de la inscripción.
15. La naturaleza, fecha del título y la notaría en que se extendió.
16. Los nombres, apellidos y domicilios de las partes.
17. La ubicación y los deslindes del condominio a que pertenezca la unidad.
18. El número y la ubicación que corresponda a la unidad en el plano correspondiente.
19. La firma del Conservador.
En efecto, prescribe que para los efectos de esta ley, se entenderá por condominios: Las
construcciones o los terrenos acogidos al régimen de copropiedad inmobiliaria regulado por la
presente ley.
Se distinguen dos tipos de condominios, los cuales no podrán estar emplazados en un mismo predio:
B.1) Las Unidades: En conformidad con el artículo 2° N°2, en la ley se utilizará la expresión "unidad"
para referirse a los inmuebles que forman parte de un condominio y sobre los cuales es posible
constituir dominio exclusivo.
B.2) Los Bienes de Dominio Común: Son bienes de dominio común de acuerdo con la ley:
1) Los que pertenezcan a todos los copropietarios por ser necesarios para la existencia,
seguridad y conservación del condominio: Tales como terrenos de dominio común, cimientos,
fachadas, muros exteriores y soportantes, estructura, techumbres, instalaciones generales y ductos
de calefacción, de aire acondicionado, de energía eléctrica, de alcantarillado, de gas, de agua
potable y de sistemas de comunicaciones, recintos de calderas y estanques.
2) Aquellos que permitan a todos y a cada uno de los copropietarios el uso y goce de las
unidades de su dominio exclusivo: Tales como terrenos de dominio común diferentes a los
indicados en la letra a) precedente, circulaciones horizontales y verticales, terrazas comunes y
aquellas que en todo o parte sirvan de techo a la unidad del piso inferior, dependencias de servicio
comunes, oficinas o dependencias destinadas al funcionamiento de la administración y a la
habitación del personal.
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3) Los terrenos y espacios de dominio común colindantes con una unidad del condominio,
diferentes a los señalados en las letras a) y b) precedentes.
4) Los bienes muebles o inmuebles destinados permanentemente al servicio, la recreación y el
esparcimiento comunes de los copropietarios.
5) Aquellos a los que se les otorgue tal carácter en el reglamento de copropiedad o que los
copropietarios determinen, siempre que no sean de aquellos a que se refieren las letras a),
b), c) y d) precedentes.
El derecho que corresponda a cada unidad sobre los bienes de dominio común se determinará en el
reglamento de copropiedad, atendiéndose, para fijarlo, al avalúo fiscal de la respectiva unidad.
Los avalúos fiscales de las diversas unidades de un condominio deberán determinarse separadamente.
La regla general respecto de los bienes comunes es la indivisión forzada. Esto significa que estos
bienes no pueden dejar de ser comunes.
No podrán dejar de ser de dominio común aquellos bienes comunes a que se refieren las letras a, b
y c, mientras mantengan las características que determinan su clasificación en estas categorías.
En relación con esto hay que tener presente que con la Ley N°6.071 subsistía la indivisión mientras
existiere el edificio y terminaba en caso de su destrucción total o al menos de 3/4 partes, eventualidad en
la que se podía solicitar la partición.
De manera que existe una gran diferencia. La antigua ley condicionaba la indivisión a un hecho material,
en cambio, la nueva ley lo sujeta a una resolución administrativa.
Aún más, la nueva ley no dispone la división de las cosas comunes, sino que señala que la asamblea podrá
resolverlo.
Estos bienes comunes presentan la característica de ser accesorios a las unidades o departamentos.
Esto queda claramente establecido en el artículo 14 de la ley: “Los derechos de cada copropietario en
los bienes de dominio común son inseparables del dominio exclusivo de su respectiva unidad y, por tanto,
esos derechos se entenderán comprendidos en la transferencia del dominio, gravamen o embargo de la
respectiva unidad.”
“Lo anterior se aplicará igualmente respecto de los derechos de uso y goce exclusivos que se le
asignen sobre los bienes de dominio común.”
a) Son absolutamente accesorios al dominio individual de la unidad, esto es, que nunca pueden
enajenarse separadamente de esta unidad, los bienes declarados comunes en las letras a, b, c
del N°3 del Artículo 2° de la Ley N°19.537.
b) Son relativamente accesorios, los bienes destinados al servicio, recreación y esparcimiento
comunes, declarados así por el reglamento.
Los propietarios podrán hacer uso de los bienes comunes en la forma que indique el reglamento.
Cada copropietario podrá servirse de los bienes de dominio común en la forma que indique el
reglamento de copropiedad.
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Si éste nada dice, se pueden usar según su destino y siempre que dicho uso no obste el uso legítimo
de los demás propietarios (artículo 13)
Las construcciones en bienes de dominio común, las alteraciones de los mismos, formas de su
aprovechamiento y el cambio de su destino, se sujetarán a lo previsto en el reglamento de copropiedad o,
en su defecto, a lo que determine la asamblea de copropietarios, cumpliendo en ambos casos con las
normas vigentes en la materia.
El dueño de una unidad no puede afectar los bienes comunes, ni cambiarlos sin acuerdo de la asamblea y
los permisos correspondientes de la Dirección de Obras Municipales.
Las unidades del inmueble acogidos a la ley pueden enajenarse y gravarse con plena libertad,
porque cada propietario tiene el dominio exclusivo de la propiedad que le pertenece (artículo 16)
En caso de hipoteca, esta se extiende en forma automática a los derechos sobre los bienes comunes.
Para cambiar el destino de una unidad, se requerirá que el nuevo uso esté permitido por el
instrumento de planificación territorial y que el copropietario obtenga, además del permiso de la
Dirección de Obras Municipales, el acuerdo previo de la asamblea (artículo 15)
D) Los Gastos Comunes: La existencia de bienes comunes hace necesario incurrir en gastos
denominados expensas o gastos comunes.
a) Gastos Ordinarios: Conforme con el artículo 2 N°4 de la ley N°19.537, se tendrán por gastos
comunes ordinarios los siguientes:
De estos gastos participan los propietarios por el sólo hecho de ser propietarios de
unidades.
Cada copropietario deberá contribuir tanto a los gastos comunes ordinarios como a los
gastos comunes extraordinarios, en proporción al derecho que le corresponda en los
bienes de dominio común, salvo que el reglamento de copropiedad establezca otra forma de
contribución.
Si el dominio de una unidad perteneciere en común a dos o más personas, cada una de ellas será
solidariamente responsable del pago de la totalidad de los gastos comunes correspondientes a dicha
unidad, sin perjuicio de su derecho a repetir lo pagado contra sus comuneros en la unidad, en la
proporción que les corresponda.
Esta es una excepción a la regla general según la cual, cuando hay comunidad las obligaciones son
mancomunadas o simplemente conjuntas (artículo 2307 del Código Civil)
La obligación del propietario de una unidad por los gastos comunes seguirá siempre al dominio de su
unidad, aun respecto de los devengados antes de su adquisición.
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El crédito correspondiente gozará de un privilegio de cuarta clase, que preferirá, cualquiera que sea su
fecha, a los enumerados en el artículo 2481 del Código Civil, sin perjuicio del derecho del propietario
para exigir el pago a su antecesor en el dominio y de la acción de saneamiento por evicción, en su caso.
Si, por no contribuirse oportunamente a los gastos a que aluden los incisos anteriores, se viere
disminuido el valor del condominio, o surgiere una situación de riesgo o peligro no cubierto, el
copropietario causante responderá de todo daño o perjuicio.
Cada copropietario deberá pagar los gastos comunes con la periodicidad y en los plazos que
establezca el reglamento de copropiedad.
El reglamento de copropiedad podrá autorizar al administrador para que, con el acuerdo del Comité de
Administración, suspenda o requiera la suspensión del servicio eléctrico que se suministra a aquellas
unidades cuyos propietarios se encuentren morosos en el pago de tres o más cuotas, continuas o
discontinuas, de los gastos comunes (artículo 5° inciso 3)
El cobro de gastos comunes se sujetará al procedimiento del juicio ejecutivo del Título I del Libro
Tercero del Código de Procedimiento Civil y su conocimiento corresponderá al juez de letras
respectivo.
El primer reglamento de copropiedad será dictado por la persona natural o jurídica propietaria del
condominio y en él no podrán fijarse mayorías superiores a las establecidas en la ley.
Este instrumento deberá ser reducido a escritura pública e inscrito en el Registro de Hipotecas y
Gravámenes del Conservador de Bienes Raíces respectivo como exigencia previa para obtener de la
Director de Obras Municipales, el certificado que declare el inmueble acogido al régimen de
copropiedad inmobiliaria.
Una vez enajenado el 75% de las unidades que formen parte de un condominio nuevo, el
Administrador deberá convocar a Asamblea extraordinaria la que se pronunciará sobre la
mantención, modificación o sustitución del primer Reglamento.
En el silencio del reglamento de copropiedad, regirán las normas del reglamento de la ley N°19.537.
Este primer reglamento tiene vigencia hasta que se hayan enajenado el 75% de las unidades del
condominio.
En la antigua ley el reglamento tenía que aprobarse por la unanimidad de los propietarios. Lo mismo se
aplicaba a la toma de acuerdos.
a) El primero, que se aprueba por el dueño del condominio, sea persona natural o jurídica.
b) Los posteriores, como los que establecen la modificación o sustitución del primer reglamento
tienen que aprobarse por el 75% de los asistentes a la asamblea, que no puede constituirse
con menos del 80% de los derechos en el condominio.
a) Las sesiones ordinarias se celebrarán, a lo menos, una vez al año, oportunidad en la que:
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1) La administración deberá dar cuenta documentada de su gestión correspondiente a los
últimos doce meses
2) Podrá tratarse cualquier asunto relacionado con los intereses de los copropietarios y
adoptarse los acuerdos correspondientes, salvo los que sean materia de sesiones
extraordinarias.
b) Las sesiones extraordinarias tendrán lugar:
En las asambleas ordinarias, entre la primera y segunda citación deberá mediar un lapso no inferior
a media hora ni superior a seis horas.
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En las asambleas extraordinarias dicho lapso no podrá ser inferior a cinco ni superior a quince días.
Todo copropietario estará obligado a asistir a las asambleas respectivas, sea personalmente o
debidamente representado, según se establezca en el reglamento de copropiedad.
Si el copropietario no hiciere uso del derecho de designar apoderado o, habiéndolo designado, éste
no asistiere, se entenderá que acepta que asuma su representación el arrendatario o el ocupante a
quien hubiere entregado la tenencia de su unidad, siempre que en el respectivo contrato así se
hubiere establecido.
Los acuerdos adoptados obligan a todos los copropietarios, incluso a los inasistentes a la asamblea,
como a los que asistiendo votaron en contra.
El Comité de Administración podrá también dictar normas que faciliten el buen orden y
administración del condominio
Este comité estará compuesto, a lo menos, por tres personas, dos de las cuales deben ser
copropietarias.
El Comité de Administración durará en sus funciones el período que le fije la asamblea, el que no
podrá exceder de tres años, sin perjuicio de poder ser reelegido indefinidamente.
Será presidido por el miembro que designe la asamblea, o en subsidio, el propio Comité.
Para la validez de las reuniones del Comité de Administración, será necesaria una asistencia de la
mayoría de sus miembros y los acuerdos serán adoptados por la mitad más uno de los asistentes.
Este Comité tiene especial importancia en la administración del condominio. En el hecho recaen sobre él
todas las funciones de la asamblea, por lo que no deja de llamar la atención que su reglamentación está
comprendida en sólo un artículo de la ley.
Sus facultades serán las que disponga el reglamento de copropiedad respectivo y las concedidas por
la asamblea.
Entre ellas está la representación judicial con las facultades del artículo 7° inciso 1° del CPC.
De los conflictos que se susciten entre los copropietarios o entre éstos y el administrador conoce el
juez de policía local, a menos que se halla sometido a arbitraje.
5.1) Sistema de Transferencia y Transmisión de Bienes en el Derecho Chileno: Por una concepción
antigua, que viene desde la última época del Derecho Romano, en muchas legislaciones, entre ellas la
nuestra, para la transferencia del dominio y demás derechos reales se exige la concurrencia de 2
elementos jurídicos: un título y un modo de adquirir.
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TÍTULO + MODO DE ADQUIRIR = TRANSFERENCIA DE DOMINIO
a) Título es el hecho o acto jurídico que sirve de antecedente para la adquisición del derecho.
b) Modo de adquirir es el hecho o acto jurídico que produce efectivamente la adquisición del
derecho.
Con el sólo título, pues, no se adquiere el dominio de las cosas; de él nace solamente un derecho
personal, el derecho a exigir que posteriormente se transfiera el dominio por el obligado, mediante
el correspondiente modo de adquirir.
*Los títulos que habilitan para la posterior transferencia de dominio son llamados TÍTULOS
TRASLATICIOS DE DOMINIO y son innumerables; legalmente no tiene un número cerrado y
pueden revestir la forma y características que acuerden los particulares. Generalmente adoptan la
forma de contratos: compraventa, permuta, donación, aporte en propiedad a una sociedad, etc.
Tal es el sistema denominado romano, del título y modo, o del efecto personal del contrato.
Frente a él se conoce el sistema consensual o del efecto real del contrato, en cuya virtud el solo título
es suficiente para producir la transferencia del derecho, sin necesidad de recurrir al modo.
Sin embargo, una observación general de ambos sistemas permite concluir que ninguno mantiene su
pureza en toda circunstancia.
Así, en las legislaciones de efecto real se debe recurrir a la tradición o un acto semejante cuando el
contrato se refiere a obligaciones de género o alternativas, en que con el sólo título no queda
individualizada la cosa que se transfiere.
Y entre nosotros, como se podrá apreciar más adelante, hay situaciones en que se llega a configurar una
suerte de efecto real del contrato, sobre todo respecto de la transferencia de bienes incorporales.
Lo anterior por cuanto el Código chileno, apartándose del precedente romano, exige tradición no sólo
para el dominio, sino también para los demás derechos reales, pero es difícil efectuar una auténtica
tradición para transferir los derechos de usufructo o de uso.
Además, mediante los modos de adquirir se adquieren también derechos personales o créditos y
existentes. Así, un acreedor que lo es porque prestó una cantidad de dinero, puede vender su crédito y en
tal caso tendrá que efectuar la tradición de ese derecho personal al que se lo ha comprado, el que entonces
lo adquiere.
Ahora bien, se plantea la cuestión de si siempre es necesario un título que anteceda el modo.
A. Arturo Alessandri sostiene que siempre se requiere un título que anteceda el modo, según se
desprende de varias disposiciones legales que se conjugan entre sí, principalmente los
artículos 703 y 951 y siguientes.
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De acuerdo a los artículos 951 y siguientes, cuando se adquiere por causa de muerte, si la
sucesión es intestada, el título es la ley; y si es testada, el título será el testamento.
B. Otros, Somarriva entre ellos, sostienen que la exigencia del título existe sólo para la tradición
y que tratándose de los demás modos de adquirir la ley no ha exigido título.
Cabe decir finalmente, que se puede adquirir por un solo modo según lo ha precisado también la
jurisprudencia; no es posible adquirir un derecho por dos o más modos, la aplicación de uno de ello
impide que opere otro. Tal como no se puede hacer lo hecho, asimismo no se puede adquirir lo ya
adquirido.
5.2) Los Modos de Adquirir el Dominio: Los modos de adquirir están establecidos en la ley y por el
carácter institucional de la materia de propiedad, no pueden tenerse como tales sino los que el texto
legal señala.
La Constitución Política así lo dispone expresamente en el artículo 19 N°24: “sólo la ley puede
establecer el modo de adquirir la propiedad, de usar, gozar y disponer de ella y las limitaciones y
obligaciones que deriven de su función social.”
1. La ocupación
29. La accesión
30. La tradición
31. La sucesión por causa de muerte
32. La prescripción
33. A ellos debe agregarse la Ley
La ley constituye modo de adquirir en diversos casos, como ocurre con el usufructo legal del marido
sobre los bienes de la mujer. La jurisprudencia ha establecido que en la expropiación, la ley constituye
título y modo de adquirir el bien expropiado.
Dentro de los modos de adquirir hay algunos que tienen un ámbito de aplicación mayor que otros;
hay algunos que sirven para adquirir cualquier derecho real y otros que sólo permiten la
adquisición de ciertos derechos reales.
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5.3) Clasificaciones de los Modos de Adquirir el Dominio: Los modos de adquirir el dominio pueden
clasificarse en:
La distinción tiene importancia para determinar el alcance y características del derecho del
adquirente.
Por ello, si se adquirió por un modo originario, bastará examinar el acto o hecho que
configura el modo y la cosa sobre que recae. En cambio, si se ha adquirido por un modo
derivativo, será preciso además examinar los derechos que tenía su antecesor.
Por ejemplo, si el tradente no era dueño de la cosa cuya tradición efectúa, el adquirente no
adquiere el dominio; igualmente, si la cosa estaba gravada, el adquirente la adquiere
gravada.
2. Modos de Adquirir a Título Universal y a Título Singular: Los modos de adquirir se clasifican
así según se puedan adquirir con ellos universalidades jurídicas o bienes determinados.
Por sucesión por causa de muerte se pueden adquirir bienes determinados (legados de
especie o cuerpo cierto)
Por sucesión por causa de muerte se pueden adquirir bienes universalidades (herencias).
3. Modos de Adquirir por Acto entre Vivos y por Causa de Muerte Los modos de adquirir se
clasifican en modos de adquirir por acto entre vivos y modos de adquirir por causa de muerte,
según presuponga o no la muerte del titular del derecho para que el modo opere
a) Modo de Adquirir por Acto entre Vivos: No presupone la muerte del titular del derecho
para que opere.
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b) Modo de Adquirir por Causa de Muerte: Presupone la muerte del titular del derecho para
que opere.
El único modo de adquirir que se configura a la muerte del titular es la sucesión por causa
de muerte; todos los demás son modos de adquirir por acto entre vivos.
4. Modos de Adquirir a Título Gratuito y a Título Oneroso: Los modos de adquirir pueden
clasificarse en modos de adquirir a título gratuito y a título oneroso según signifiquen o no una
contraprestación pecuniaria para el adquirente.
La tradición por su especial naturaleza será a título gratuito u oneroso según lo sea el título
que le sirve de antecedente; si ese antecedente es un acto a título gratuito, como una
donación, será un modo a título gratuito; y si es un acto oneroso, como una compraventa, será
un modo a título oneroso.
6.- La Ocupación: Conforme al artículo 606 del Código Civil, “por la ocupación se adquiere el
dominio de las cosas que no pertenecen a nadie, y cuya adquisición no es prohibida por la leyes
chilenas, o por el Derecho Internacional.”
Puede definirse la ocupación como un modo de adquirir el dominio de las cosas que carecen de dueño,
consistente en su aprehensión material con la intención de adquirir la propiedad.
6.1) Elementos o Requisitos de la Ocupación: Los requisitos o elementos de la ocupación son los
siguientes, y deben concurrir copulativamente:
1. Aprehensión Material: Este es el denominado elemento físico, y es por este que suele decirse
que por falta del elemento aprehensión material, no es posible la aplicación de este modo a
los bienes incorporales.
c) Que carezcan de dueño: Las cosas que carecen de dueño son las denominadas RES
NULLIUS, y puede tratarse de cosas que nunca han tenido propietario, como los
llamados por el Código animales bravíos; o que han tenido dueño, pero dejaron de
tenerlo, como los animales domesticados que recuperan su libertad; o que han tenido
dueño, pero han sido abandonadas por éste al primer ocupante, llamadas RES
DERELICTAE (las monedas que se arrojan a la multitud son un clásico ejemplo)
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Establecida esta exigencia de cosa sin dueño, y atendido lo prescrito en el artículo
590 del Código Civil, resulta que este modo de adquirir el dominio en Chile sólo se
aplica a los bienes muebles.
Tratándose de la ocupación de una cosa que tiene dueño, no operará como modo de
adquirir el dominio, pero permitirá al ocupante entrar en posesión de la cosa, y
podrá llegar a adquirir el dominio por prescripción. La ocupación entonces
funcionará como “TÍTULO PARA POSEER".
d) Cuya adquisición no este prohibida: La adquisición no debe estar prohibida por las
leyes o el Derecho Internacional, advertencia que constituye supuesto de toda
actuación jurídica. Pero se menciona para recordar que en ciertas actividades como
la pesca, la caza, la guerra, en que la ocupación se aplica vivamente, puede haber, y
de hecho existen, disposiciones legales limitativas.
1. Ocupación de Cosas Animadas: La ocupación de cosas animadas se refiere a los animales, entre
los cuales nuestro Código Civil distingue:
a) Animales bravíos: De acuerdo al artículo 607, “la caza y la pesca son especies de
ocupación por las cuales se adquiere el dominio de los animales bravíos.”
Y conforme al artículo 608, se llaman animales bravíos o salvajes los que viven
naturalmente libres e independientes del hombre.
Conforme al artículo 623, los animales domésticos están sujetos a dominio. Conserva
el dueño este dominio sobre los animales domésticos fugitivos, aun cuando hayan
entrado en tierras ajenas; salvo en cuanto las ordenanzas de policía rural o urbana
establecieren lo contrario.
c) Animales domesticados Animales domesticados son los que sin embrago ser bravíos
por su naturaleza se han acostumbrado a la domesticidad y reconocen en cierto modo
el imperio del hombre.
Estos últimos, dispone en el inciso final del artículo 608, mientras conservan la
costumbre de volver al amparo o dependencia del hombre, siguen la regla de los
animales domésticos, y perdiendo esta costumbre vuelven a la clase de los animales
bravíos.
1) De este modo, dice el Código, se adquieren las cosas que no presentan señales de
dominio anterior.
2) Se adquieren del mismo modo las cosas cuya propiedad abandona su dueño al primer
ocupante.
El descubrimiento de un tesoro es una especie de hallazgo sujeto a reglas especiales.
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Se llama tesoro la moneda o joyas, u otros efectos preciosos, que elaborados por el hombre
han estado largo tiempo sepultados o escondidos sin que haya memoria ni indicio de su dueño
(artículo 625)
Se trata, por lo tanto, de cosas muebles, que son las que pueden adquirirse por ocupación.
Conforme al artículo 626 el tesoro encontrado en terreno ajeno se dividirá por partes iguales
entre el dueño del terreno y la persona que haya hecho el descubrimiento.
El descubridor sólo tendrá derecho a esta porción cuando el descubrimiento sea fortuito, o
cuando se haya buscado el tesoro con permiso del dueño del terreno.
El artículo 627 dispone que “al dueño de una heredad o de un edificio podrá pedir cualquiera
persona el permiso de cavar en el suelo para sacar dinero o alhajas que asegurare pertenecerle
y estar escondidos en él; y si señalare el paraje en que están escondidos y diere competente
seguridad de que probará su derecho sobre ellos, y de que abonará todo perjuicio al dueño de la
heredad o edificio, no podrá este negar el permiso ni oponerse a la extracción de dichos dineros
o alhajas.”
A continuación el artículo 628 señala que “no probándose el derecho sobre dichos dineros o
alhajas, serán considerados o como bienes perdidos, o como tesoro encontrado en suelo ajeno,
según los antecedentes y señales.”
“En este segundo caso, deducidos los costos, se dividirá el tesoro por partes iguales
entre el denunciador y el dueño del suelo; pero no podrá éste pedir indemnización de perjuicios,
a menos de renunciar su porción.”
En lo que dice relación con la captura bélica, conforme al artículo 640, “el Estado se hace
dueño de todas las propiedades que se toman en guerra de nación a nación . . .”
El artículo 641 dispone que “las presas hechas por bandidos, piratas o insurgentes, no
transfieren dominio, y represadas deberán restituirse a los dueños, pagando éstos el premio de
salvamento a los represados.”
Conforme al artículo 630 “si en el curso del mes subsiguiente al último aviso no se presentare
persona que justifique su dominio, se venderá la especie en pública subasta; se deducirán del
producto las expensas de aprensión, conservación y demás que incidieren; y el remanente se
dividirá por partes iguales entre la persona que encontró la especie y la municipalidad
respectiva.”
El artículo 631 establece que la persona que haya omitidos estas diligencias, perderá su
porción a favor de la municipalidad, y además, quedará sujeta a la acción de perjuicios, y
según las circunstancias, a la pena de hurto.
El artículo 632 indica que en caso de aparecer el dueño antes de subastada la especie, le será
restituida, pagando las expensas, y lo que a título de salvamento adjudicare la autoridad
competente al que encontró y denunció la especie.
En lo que dice relación con las especies náufragas, el artículo 635 dispone que “si naufragare
algún buque en las costas de la República, o si el mar arrojare a ellas los fragmentos de un
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buque, o efectos pertenecientes, según las apariencias, al aparejo o carga de un buque, las
personas que lo vean o sepan, denunciarán el hecho a la autoridad competente, asegurando
entre tanto los efectos que sea posible salvar para restituirlos a quien de derecho corresponda.”
“Los que se apropiaren, quedarán sujetos a la acción de perjuicios, y a la pena de
hurto.”
El artículo 636 indica a continuación que las especies náufragas que se salvaren serán
restituidas por la autoridad a los interesados, mediante el pago de las expensas y la
gratificación del salvamento.
7.- La Accesión: El artículo 643 del Código Civil prescribe que “la accesión es un modo de adquirir
por el cual el dueño de una cosa pasa a serlo de lo que ella produce, o de lo que se junta a ella.”
Buena parte de la doctrina objeta la inclusión de la accesión entre los modos de adquirir, ello,
fundamentalmente por 2 razones:
1) Por una parte, no se atiende en las accesiones a la voluntad del sujeto adquirente, voluntad
que aparece como esencial en todos los demás modos de adquirir.
2) Por otra, se entiende que las accesiones constituyen, generalmente una manifestación del
derecho de dominio, en su facultad de goce, lo cual es acertado tratándose de la
denominada accesión de frutos.
En todo caso, en la sistemática del Código, la accesión está tratada como un modo de adquirir el
dominio.
7.1) Clases de Accesión: Del propio artículo 643 se desprende que existen dos clases de accesión:
En virtud de esta accesión, el dueño de una cosa lo es también de lo que la cosa produce. Es
bastante claro que en este caso la construcción teórica de la accesión es innecesaria: lo que una
cosa produce forma un solo todo con ella y no hay más que una extensión física del objeto del
dominio.
Se entiende por fruto lo que una cosa da periódicamente y sin detrimento de su sustancia; es
producto lo que una cosa da sin periodicidad o con detrimento de su estructura.
Como indica el artículo 646, pueden haber situaciones excepcionales en que los frutos no
pertenezcan al dueño, ya sea por disposición de la ley o por voluntad del propietario.
Ejemplos en que los frutos no corresponden al propietario por disposición legal encontramos
en:
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Los frutos no corresponderán al dueño por su propia voluntad cada vez que el lo decida,
entregando la cosa a un tercero para que éste obtenga gratuitamente los frutos que
produzca (si hay contraprestación, el dueño estaría igualmente adquiriendo los frutos, ahora
civiles)
El artículo 643 señala que los productos de las cosas son frutos naturales o civiles,
confundiendo ambos conceptos, haciéndolos sinónimos; sin embargo, hay algunas disposiciones
que distinguen entre ambos conceptos (por ejemplo: artículos 537 y 784)
Como lo indica el artículo 643, los frutos pueden ser naturales o civiles.
a) Frutos naturales: Conforme al artículo 644, “se llaman frutos naturales los que da la
naturaleza, ayudada o no de la industria humana.”
De aceptarse que en nuestro Derecho tiene cabida la distinción entre frutos y productos,
debe agregarse que dichos frutos naturales deben reunir la característica de
periodicidad y conservación de la sustancia de la cosa de que emanan.
Dentro de los frutos naturales caben tanto los frutos naturales propiamente tales,
que da la cosa espontáneamente, y los denominados frutos industriales, que son los
que produce con la ayuda de la industria humana, como el vino.
b) Frutos Civiles: El concepto de fruto civil no es más que una creación jurídica.
El fruto civil es la utilidad equivalente que el dueño de una cosa obtiene al conceder a un
tercero el uso y goce de ella.
El Código no los define; se limita a señalar ejemplos de los que se puede desprender la noción:
precios, pensiones, cánones de arrendamiento o censo, y los intereses de capitales exigibles,
o impuestos a fondo perdido.
El precepto señala como fruto civil el interés de capitales exigibles, sin embargo, hay que
tener presente que en muchos casos un denominado interés puede ser simplemente el reajuste de
la cantidad; fruto civil, interés, habrá sólo en los que exceda de la cantidad primitiva debidamente
actualizada.
En cuanto al estado en que pueden encontrarse estos frutos, el artículo 647 establece que se
encuentran
2. Accesión Continua: Accesión continua, propiamente tal o por unión es la unión permanente
de dos o más cosas originariamente separadas, que pasan a formar un todo indivisible.
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Puede observarse que materialmente la situación es la misma, sea que los objetos unidos
pertenezcan a diferentes propietarios, o sean de un solo dueño, pero es en el primer caso
que adquiere relevancia jurídica el fenómeno, pues precisamente se trata de decidir a quien
ha de pertenecer el todo formado.
Para tales efectos el Código ha recurrido a la técnica de establecer este hecho de la unión, que se
llama accesión, como un modo de adquirir el dominio.
Cuando una cosa se une a otra, y por disposición de la ley, el dueño de ésta pasa ha de ser el
dueño de la primera, se dice que ha operado la accesión como modo de adquirir; la primera ha
accedido a la segunda. El dueño de la segunda ha adquirido el dominio de la primera por
accesión.
Es pertinente señalar que al establecer este modo de adquirir no se ha hecho sino aplicar el
antiguo y lógico principio de que “lo accesorio sigue la suerte de lo principal”
En términos generales parece difícil discutir la validez del principio, pero las dificultades
aparecen con frecuencia en los casos particulares, cuando se trata de determinar qué es lo
accesorio y qué lo principal entre dos objetos que se unen.
La función, el valor y hasta el volumen pueden ser criterios a los que se puede recurrir para dar
las soluciones; el Código recoge estos criterios en carios preceptos que dedica al tema.
Este aumento accede a las heredades riberanas dentro de sus respectivas líneas de
demarcación, prolongadas directamente hasta el agua; pero en puertos habilitados
pertenecerá al Estado (artículo 650)
El inciso 2° del artículo 650 dispone que el suelo que el agua ocupa y desocupa
alternativamente en sus creces y bajas periódicas, forma parte de la ribera o del
cauce, y no accede mientras tanto a los heredades contiguas.
Sobre esta parte del suelo que es transportada de un sitio otro, conserva el dueño
su dominio, para el solo efecto de llevársela; pero si no la reclama dentro del
subsiguiente año, la hará suya el dueño del sitio a que fue transportada.
54
c. Mutación del Álveo: Si un río varía de curso, podrán los propietarios
riberanos con permiso de autoridad competente, hacer las obras necesarias
para restituir las aguas a su acostumbrado cauce; y la parte de éste que
permanentemente quedare en seco, accederá a las heredades contiguas,
como el terreno del aluvión (artículo 654)
Por otra parte, conforme al artículo 655, si un río se divide en dos brazos que no
vuelven después a juntarse, las partes del anterior cauce que el agua dejare
descubierta accederán a las heredades contiguas, como en el caso precedente.
d. Formación de una Nueva Isla: Acerca de las nuevas islas que no hayan de
pertenecer al Estado (pertenecen al Estado las nuevas islas que se formen en
el mar territorial o en ríos y lagos que puedan navegarse por buques de más
de 100 toneladas) se observarán las siguientes reglas establecidas por el
artículo 656:
1) La nueva isla se mirará como parte del cauce o lecho, mientras fuere
ocupada y desocupada alternativamente por las aguas en sus creces y
bajas periódicas, y no accederá entre tanto a las heredades riberanas.
2) La nueva isla formada por un río que se abre en dos brazos que vuelven
después a juntarse, no altera el anterior dominio de los terrenos
comprendidos en ella; pero el nuevo terreno descubierto por el río
accederá a las heredades contiguas, como en el caso del artículo 654.
3) La nueva isla que se forme en el cauce de un río, accederá a las heredades
de aquella de las dos riberas a que estuviere más cercana toda la isla;
correspondiendo a cada heredad la parte comprendida entre sus
respectivas líneas de demarcación, prolongadas directamente hasta la isla
y sobre la superficie de ella.
Si toda la isla no estuviere más cercana a una de las dos riberas que a la
otra, accederá a las heredades de ambas riberas; correspondiendo a cada
heredad la parte comprendida entre sus respectivas líneas de demarcación
prolongadas directamente hasta la isla y sobre la superficie de ella.
4) Las partes de la isla que en virtud de estas disposiciones correspondieren a
dos o más heredades, se dividirán en partes iguales entre las heredades
comuneras.
5) Para la distribución de una nueva isla, se prescindirá enteramente de la
isla o islas que hayan preexistido a ella; y la nueva isla accederá a las
heredades riberanas como si ella sola existiese.
6) Los dueños de una isla formada por el río adquieren el dominio de todo lo
que por aluvión acceda a ella, cualquiera que sea la ribera de que diste
menos el nuevo terreno abandonado por las aguas.
7) A la nueva isla que se forme en un lago se aplicará el inciso 2° de la regla
3 precedente; pero no tendrán parte en la división del terreno formado por
las aguas las heredades cuya menor distancia de la isla exceda a la mitad
del diámetro de ésta, medido en la dirección de esa misma distancia.
b) Accesión de Mueble a Mueble: Se origina cuando se unen dos cosas muebles
pertenecientes a distintos dueños.
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En estos casos, no habiendo conocimiento del hecho por una parte, ni mala fe
por otra, el dominio de lo accesorio accederá al dominio de lo principal, con
el gravamen de pagar al dueño de la parte accesoria su valor.
c. Mezcla: Dispone el artículo 663: “Si se forma una cosa por mezcla de materias
áridas o líquidas, pertenecientes a diferentes dueños, no habiendo conocimiento
del hecho por una parte, ni mala fe por otra, el dominio de la cosa pertenecerá a
dichos dueños proindiviso, a prorrata del valor de la materia que a cada uno
pertenezca.”
“A menos que el valor de la materia perteneciente a uno de ellos fuere
considerablemente superior, pues en tal caso el dueño de ella tendrá derecho
para reclamar la cosa producida por la mezcla, pagando el precio de la materia
restante.”
--> Reglas comunes a las distintas accesiones de mueble a mueble: Ellas las entregan
los artículos 664 a 667.
“En todos los casos en que al dueño de una de las dos materias unidas no sea fácil
reemplazarla por otra de la misma calidad, valor y aptitud, y pueda la primera
separarse sin deterioro de lo demás, el dueño de ella, sin cuyo conocimiento se haya
hecho la unión, podrá pedir su separación y entrega, a costa del que hizo uso de ella.”
(artículo 664)
“En todos los casos en que el dueño de una materia de que se ha hecho uso sin su
conocimiento, tenga derecho a la propiedad de la cosa en que ha sido empleada, lo
tendrá igualmente para pedir que en lugar de dicha materia se le restituya otro tanto de
la misma naturaleza, calidad y aptitud, o su valor en dinero” (artículo 665)
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“El que haya tenido conocimiento del uso que de una materia suya se hacía por otra
persona, se presumirá haberlo consentido y sólo tendrá derecho a su valor.” (artículo
666)
Finalmente, conforme al artículo 667, “el que haya hecho uso de una materia ajena sin
conocimiento del dueño, y sin justa causa de error, estará sujeto en todos los casos a
perder lo suyo, y a pagar lo que más de esto valieren los perjuicios irrogados al dueño;
fuera de la acción criminal a que haya lugar, cuando ha procedido a sabiendas.”
“Si el valor de la obra excediere notablemente al de la materia, no tendrá lugar
lo prevenido en el precedente inciso; salvo que se haya procedido a sabiendas.”
a. Edificación
b. Plantación o Siembra
En todo caso, ellas se encuentran sometidas a las mismas reglas.
En efecto, señala el artículo 668 que si se edifica con materiales ajenos en suelo
propio, el dueño del suelo se hará dueño de los materiales por el hecho de
incorporarlos en la construcción, sin perjuicio de la indemnización que corresponda
al dueño de los materiales.
La misma regla se aplica al que planta o siembra en suelo propio vegetales o semillas
ajenas.
Por su parte, el artículo 669 se refiere al caso en que el dueño de los materiales o
semillas es el que planta en terreno ajeno, pronunciándose en el mismo sentido.
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conocimiento del uso que se hacía de ellos, sólo habrá lugar a la disposición
del inciso anterior.
ii. El dueño de los materiales edifica, siembra o planta en suelo ajeno: Señala el
artículo 669 que “el dueño del terreno en que otra persona, sin su conocimiento,
hubiere edificado, plantado o sembrado, tendrá el derecho de hacer suyo el
edificio, plantación o sementera, mediante las indemnizaciones prescritas a favor
de los poseedores de buena o mala fe en el título De la reivindicación, o de
obligar al que edificó o plantó a pagarle el justo precio del terreno con los
intereses legales por todo el tiempo que lo haya tenido en su poder, y al que
sembró a pagarle la renta y a indemnizarle los perjuicios.”
“Si se ha edificado, plantado o sembrado a ciencia y paciencia del dueño del
terreno, será éste obligado, para recobrarlo, a pagar el valor del edificio,
plantación o sementera.”
8.- La Tradición: Con antecedentes en el Derecho Romano, desarrollados en la Edad Media, el Código
Civil Chileno establece como principio para la transferencia de bienes, la dualidad título y modo de
adquirir.
Es en la aplicación del modo de adquirir tradición en donde se observa con particular claridad (y el
único caso donde tiene lugar según algunos) ese sistema dual.
El artículo 670 del Código define este modo de adquirir expresando que “la tradición es un modo de
adquirir el dominio de las cosas y consiste en la entrega que el dueño hace de ella a otro, habiendo por
una parte la facultad e intención de transferir el dominio, y por la otra la capacidad e intención de
adquirirlo.”
“Lo que se dice del dominio se extiende a todos los otros derechos reales.”
Mediante este modo, entonces, se pueden adquirir no sólo el dominio, sino también los demás
derechos reales, e incluso los derechos personales ya existentes.
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Cabe agregar que la tradición puede ser utilizada, no ya como modo de adquirir el dominio, sino
como requisito para poseer una cosa. Tal ocurre, como se explicará más adelante, cuando el
tradente no es el verdadero dueño de la cosa tradida, pues en tal caso el adquirente no adquiere su
dominio, pero la tradición le sirve para poseerla y llegar a adquirirla por prescripción.
Las reglas que gobiernan la tradición se contienen en los artículos 670 a 699, pero además deben
considerarse:
Las disposiciones del Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes Raíces, para la
tradición de inmuebles.
Artículos 1901 y siguientes, para la tradición de los derechos personales.
Las disposiciones del Código de Comercio relativas a la tradición de créditos mercantiles.
8.1) Características de la Tradición: La tradición, como modo de adquirir presenta las siguientes
características:
1. Se trata de un Modo de Adquirir Derivativo y por Acto entre Vivos: Se trata de un modo
derivativo en cuanto el adquirente deriva su dominio de otro sujeto, el tradente, a diferencia
de otros modos de adquirir, como la ocupación o la accesión.
Esta característica es fundamental para determinar los derechos que el adquirente obtiene con
ella. Siendo derivativo, este modo no transfiere al adquirente más derechos que los que tenía el
tradente, y concretamente, si éste no era dueño de la cosa tradida, no lo será el que la recibe
puesto que nadie puede transferir más derechos de los que tiene.
Se trata de un modo por acto entre vivos por cuanto no presupone de la muerte del titular del
derecho para que opere.
No se trata de un contrato pues no se crean con ella derechos y obligaciones, sino que
precisamente con ella se extinguen derechos y obligaciones contraídas en el título que le
antecede, o si se quiere, con ella se cumple la obligación contraída, se paga.
Este acto jurídico bilateral, convención, es un acto de disposición, por cuanto el tradente se
está desprendiendo de un elemento de su patrimonio, y por tanto, requiere que el tradente
cuente con capacidad de disposición.
Y este acto jurídico es también una acto de atribución patrimonial en cuya virtud se desplaza
un derecho que está en un patrimonio, a otro. La causa del desplazamiento está en el título
translaticio que antecede a la tradición.
8.2) Entrega y Tradición: El Código, en la definición del artículo 670, prescribe que la tradición
consiste en la entrega que el dueño hace. . .
Pero también pueden darse situaciones de entrega material de una cosa sin que llegue a configurarse
tradición.
Cuando la entrega se efectúa con la intención de transferir el dominio (u otro derecho real) por una
parte y de adquirirlo, por otra, queda configurada la tradición.
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Esta intención que concurre en la tradición, se manifiesta también en el título del cual la tradición es
consecuencia, el llamado título translaticio de dominio.
A veces los estima sinónimos, como en el artículo 1824 que habla de entrega o tradición.
Otras veces habla de entrega cuando debería decir tradición, como por ejemplo, en el artículo
2196.
Otras, habla de tradición, siendo más preciso el término entrega, como por ejemplo, en el
artículo 1443 y en el artículo 2174 inciso 2°, en relación con el comodato, pues no existe
tradición sino simplemente entrega.
Finalmente hay ocasiones en que sí se emplean adecuadamente los términos, según las
acepciones expuestas, como ocurre en lo artículos 2212, 2174 inciso 1°, 2197.
8.3) Requisitos de la Tradición: Para que la tradición produzca sus efectos normales, esto es, transfiera
el dominio, es necesario, en nuestro Derecho, que concurran los siguientes requisitos:
1. Concurrencia de dos Partes: Tradente y Adquirente: Siendo la tradición una convención, acto
jurídico bilateral, requiere de dos partes:
A. El Tradente: Dice el artículo 671: “Se llama tradente la persona que por la tradición
transfiere el dominio de la cosa entregada por él o a su nombre.”
La disposición precisa que el tradente debe tener facultad de transferir el dominio para
dejar establecido que el tradente requiere poder de disposición.
Si carece de dicha facultad, la sanción se encontrará en los preceptos que regulan los
actos respectivos.
El tradente debe ser también dueño de la cosa que transfiere, si no lo es, no se transfiere
el dominio, la tradición sigue siendo válida (no hay nulidad), pero es ineficaz.
El adquirente también debe ser plenamente capaz, pero en este caso le basta la facultad o
capacidad de administración, no requiere poder de disposición.
2. Consentimiento de Ambas Partes: Este requisito es de toda lógica desde que se ha señalado
que la tradición es un acto jurídico bilateral, de manera que requiere del consentimiento de
ambas partes.
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--> Vicios del Consentimiento: Ahora bien, como en todo acto jurídico el consentimiento debe
encontrarse exento de vicios.
Los vicios del consentimiento en esta materia son los comunes, pero el Código ha señalado
para la tradición algunas reglas especiales relativas al error. Para que el error vicie el
consentimiento puede recaer:
Luego el artículo 677 agrega que “el error en el título invalida la tradición, sea cuando una
sola de las partes supone un título translaticio de domino, como cuando por una parte se tiene
el ánimo de entregar a título de comodato, y por otra se tiene el ánimo de recibir a título de
donación, o sea cuando por las dos partes se suponen títulos translaticios de dominio, pero
diferentes, como si por una parte se supone mutuo, y por otra donación.”
Agrega el artículo 678 que si la tradición se hace por medio de mandatarios representantes
legales, el error de éstos vicia la tradición.
--> Tradición por representantes: Según es la regla general en el Derecho Civil, la tradición
también puede efectuarse a través de representantes, legales o voluntarios. El Código lo
confirma expresamente en diversas disposiciones, fundamentalmente al definir al tradente y
adquirente en el artículo 671, pero también lo hace en los artículos 672, 673, 674 y 678.
Para solucionar aquello, el inciso 3° el artículo 671 establece que en las ventas forzadas que
se hacen por decreto judicial, a petición de un acreedor, en pública subasta, la persona cuyo
dominio se transfiere es el tradente, y el juez su representante legal. Así, el consentimiento
lo otorga en su nombre el juez.
Para que proceda esta representación legal, debe tratarse de ventas forzadas y no
simplemente de aquellas que se hacen por el ministerio de la justicia (como ocurre respecto
de ciertos bienes de los incapaces)
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Debe señalarse que si bien el artículo 671 establece la representación legal para la tradición,
no lo hace directamente para el título, la venta; pero el Código de Procedimiento Civil lo
dispone claramente, al menor al referirse a la subasta de inmuebles.
3. Título Translaticio de Dominio: El inciso 1° del artículo 675 señala expresamente que, para
que valga la tradición se requiere de un título translaticio de dominio, como la de venta,
permuta, donación, etc.
Desde el punto de vista del modo, la tradición requiere de un título translaticio precedente, y
desde el punto de vista del título translaticio de dominio, éste requiere, para cumplir lo
pactado, que le siga la tradición.
Esta relación conduce a los autores nacionales a considerar al título como la causa de la
tradición, si bien la doctrina extranjera discute el carácter causal o abstracto de la tradición.
a) Jurídico: Llámese título al acto jurídico que sirve de antecedente más o menos próximo
a la adquisición del dominio o a la causa inmediata de un derecho.
b) Material: Pero se le da también el nombre de título al documento que contiene o da
constancia de alguno de los actos jurídicos denominados título en la acepción.
En lo que se refiere a la tradición, la palabra título está tomada en la primera acepción, esto
es, como el acto jurídico que sirve de antecedente más o menos próximo a la adquisición del
dominio o a la causa inmediata de un derecho.
Entre los títulos translaticios de dominio de aplicación más frecuente pueden mencionarse
la compraventa, la permuta, la tradición, el aporte en propiedad a una sociedad, la
novación, la dación en pago (discutida esta última como título translaticio por un sector de la
doctrina)
Lo dicho aquí sobre el título y el modo se ha expresado en relación con el dominio, pero
debe aplicarse también a los demás derechos reales, con las precisiones del caso.
-->El conflicto con la noción de contrato real: Los contratos reales se perfeccionan por la
entrega de la cosa, y en algunos de ellos, como el mutuo, la entrega es tradición porque
transfiere el dominio de lo entregado.
Surge entonces la interrogante de cuál es el título de esa tradición, toda vez que antes de la
entrega no hay contrato. Las dos alternativas posibles son igualmente insatisfactorias:
De manera que para que la tradición produzca su efecto normal de transferir el dominio,
debe tener como antecedente un título válido.
En términos teóricos, la tradición que se efectúa sin título o con título que resulta ser nulo,
puede ser calificada de nula o válida.
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Concluir que es nula, equivale a concebirla como un acto causado y, por lo mismo, hace
depender su suerte de la suerte que corra el título. Ello, sin perjuicio de que puede ser nula por
defectos propios de su estructura.
Pero el alcance de esa nulidad no queda perfectamente definido, ello si se considera el efecto
posesorio de la tradición, pues la tradición deja al adquirente en posición de adquirir el dominio
por prescripción. Cuando el artículo 675 señala que la falta de título válido anula la tradición,
no deja claro si esa nulidad lo priva de todo efecto o si únicamente no transfiere el dominio
pero confiere la posesión.
Siendo un modo de adquirir derivativo, este efecto normal, se producirá siempre que el tradente
haya sido dueño de la cosa que transfiere; sino lo era, se originarán otros efectos que se verán a
continuación.
Por otra parte, si el tradente tenía el objeto sometido a gravámenes reales, el adquirente lo adquirirá
con las mismas cargas; todo siguiendo el citado principio de que nadie puede transferir más
derechos que los que tiene.
Como con la tradición quedará, generalmente la cosa a su disposición, entonces reunirá los
elementos de la posesión, exigidos en el artículo 700.
Se ha dicho que "generalmente" quedará con la cosa a su disposición porque mediante las
tradiciones simbólicas pudiera darse el excepcional caso de que alguien efectúe a otro la tradición
de una cosa que, además de no pertenecerle, nunca la haya tenido a su disposición.
En tal caso el adquirente si bien tiene el ánimo de dueño (animus) porque recibió en tradición, no
tendrá la posesión, porque le faltará el elemento tenencia .
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Sería la situación de alguien, que vende, una cosa ajena; nunca, la ha detentado; efectúa al
comprador la tradición simbólica mostrándosela; y, luego, de dos años el adquirente pretendiera que
la ganó por prescripción e intenta reivindicarla del dueño, quien a todo esto no tiene noticias de la
maniobra, porque él nunca ha sido turbado en la posesión de su objeto.
En verdad, aquí el, adquirente no ganó posesión por falta de tenencia, ni la ha perdido el verdadero
dueño.
Este efecto de que la tradición deja a al adquirente en posesión (salvo casos extraños, como el recién
descrito) tiene lugar cuándo el tradente:
a) ES DUEÑO
b) CUANDO SOLO ES POSEEDOR
c) AÚN CUANDO ES MERO TENEDOR
d) SIEMPRE QUE EL ADQUIRENTE QUEDE EN POSESIÓN DE LA COSA
Así, el artículo 730 expresamente resuelve que el que recibe del mero tenedor queda en posesión; con
mayor razón si recibe de un poseedor.
*Por esto es que bien puede decirse, como se ha dicho, que el primer efecto de la tradición es dejar al
adquirente en posesión, y que produce el otro, el de transferir el dominio, cuando el tradente era
dueño.
Así lo señala el artículo 683: “La tradición da al adquirente, en los casos y del modo que las leyes
señalen, el derecho de ganar por la prescripción el dominio de que el tradente carecía, aunque el
tradente no haya tenido ese derecho.”
El artículo citado pudiera inducir a pensar que la tradición sería título para poseer, al disponer que da
derecho a ganar por prescripción.
En materia posesoria, como se verá, se menciona como título a otros modos de adquirir el dominio,
mas no a la tradición, puesto que la tradición es consecuencia de un título.
De manera que el rol consiste en poner en posesión de la cosa al que la recibe, con lo cual, podrá
llegar a ganarla por prescripción.
Así, al examinar la tradición, decimos que ella requiere de un título; y al estudiar la posesión,
diremos que también ella requiere de un titulo; que es el mismo de la tradición.
Si el tradente carecía del dominio sobre, la cosa que entrega, pero tenía sobre ella otro u otros
derechos transferibles, como un usufructo, por ejemplo, los transfiere con la tradición (El artículo
682 habla de derechos transmisibles, debiendo decir transferibles, como lo ha señalado la Corte
Suprema)
Aquí queda el adquirente como poseedor, de la cosa , y dueño y poseedor de los derechos que el
tradente tenía.
Ahora bien, dentro de los efectos de la tradición, debe hacerse referencia también a algunos puntos
particularmente regulados por el Código.
Si el tradente que no era dueño de la cosa que entrega, posteriormente adquiere el dominio de ella,
la transferencia al adquirente se entiende que opera desde, el instante en que se hizo la tradición
(artículo 682, inciso 2°, en concordancia con el artículo 1819)
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El precepto es de conveniencia práctica, pero no muy satisfactorio en la estricta lógica, desde que
siguiendo una secuencia en el tiempo, resulta que, como al efectuar el tradente la tradición, el verdadero
dueño no perdió su dominio sobre la cosa entregada, se produce, teóricamente, una suerte de
superposición de dominios.
8.5) Época para Exigir la Tradición: Para determinar desde cuándo se puede exigir la tradición de lo
que se deba, hay que recurrir al título respectivo, del cual, como se ha dicho, la tradición es una
consecuencia.
Allí constarán la obligación de efectuarla y la época en que el acreedor podrá exigir esa tradición;
allí se determinará desde cuándo la obligación de efectuar la tradición es exigible.
Así, si en el título se somete la entrega a una condición suspensiva, habrá que esperar a que la
condición se cumpla; si se somete a un plazo suspensivo, luego que el plazo se cumpla.
Así se desprende del artículo 681: “Se puede pedir la tradición de todo aquello que se deba, desde que
no haya plazo pendiente para su pago; salvo que intervenga decreto judicial en contrato.”
Puede ocurrir que, exigible ya la tradición, se le notifique a quien debe efectuarla, una resolución
judicial por la que se ordene la retención, embargo o prohibición de celebrar actos y contratos
respecto de lo debido, antes que entregue el objeto al acreedor.
En este último caso, el obligado a efectuar la tradición se debe abstenerse hacerla, siguiéndose, si lo
hace, los efectos indicados en los artículo 1578 y 1464.
--> Tradición Sujeta a Modalidades: Cláusula de Reserva de Dominio: Más propiamente que la
tradición, los efectos de la tradición pueden someterse a modalidades según lo permite el artículo
680.
Y, una vez más, esta modificación de los efectos, se establece en el título respectivo, de modo que
habrá que remitirse a él para conocer si hay o no modalidades a que queden sometidos.
En este entendimiento, el artículo 680, al menos en su inciso 1°, huelga: “La tradición puede transferir
el dominio bajo condición suspensiva o resolutoria, con tal que se exprese.”
El inciso 2° de esta disposición agrega que “verificada la entrega por el vendedor, se transfiere el
dominio de la cosa vendida, aunque no se haya pagado el precio, a menos que el vendedor se haya
reservado el dominio hasta el pago, o hasta el cumplimiento de una condición.”
Por nuestros textos, la regla es que la cláusula puede ser acordada válidamente, y origina el
efecto correspondiente; en cualquier título traslaticio y bajo cualquier condición o término.
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bajo la condición de que se pague el precio y por los términos del precepto, se concluye que
está referida a la compraventa puesto que sólo en ella hay precio, vendedor y cosa vendida,
que son los términos utilizados allí.
Pero, por otra parte, el artículo 1874, regulando precisamente la compraventa dispone que la
cláusula de reserva de dominio hasta la paga del precio no producirá otro efecto que poder
demandar el cumplimiento o la resolución del contrato (el efecto del artículo precedente), es
decir, no le otorga ningún efecto especial (pues sin recurrir a la cláusula, si el comprador no
paga el precio, el vendedor encuentra protección en el artículo 1489 y respecto, de terceros, se
dispone de los artículos 1490 y 1491), en todo caso no, el efecto literal de efectiva reserva de
dominio y el adquirente recibiría el dominio desde la entrega misma no obstante el pacto.
Con todo, parece adecuado solucionar el conflicto a favor del artículo 1874, por las dificultades,
que puede traer consigo la reserva de dominio que podría establecerse con frecuencia en las
compraventas con pago a plazo, con la consiguiente confusión de propietarios, especialmente
respecto de terceros. Además, reservándose el dominio, el vendedor podría en el intertanto gravar
con derechos reales la cosa, que afectarían al comprador aun luego pagar todo el precio.
3. Tradición Sujeta a Plazo: La tradición también puede someterse a un plazo, aun cuando no
lo precisa el artículo 680.
Debe repetirse nuevamente que tal modalidad y sus particularidades habrá que buscarlas
en el título.
Que la tradición se sujete a plazo suspensivo será poco común; debe observarse que no se
trata aquí de que la obligación de efectuar la tradición se postergue para él futuro, sino que
se conviene que la tradición que ahora se efectúa, empezará a producir sus efectos desde
que llegue un cierto día.
Se trata también aquí de una tradición anticipada; vale lo dicho para la cláusula de reserva
de dominio.
Tendrá lugar la tradición a plazo extintivo si se pacta que llegado cierto día se extinguirá el
dominio para el adquirente.
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8.6) Formas de Efectuar la Tradición: La legislación patria, al considerar normas de muy distinto
contenido respecto de formas de efectuar la tradición, diferenciadas especialmente para muebles e
inmuebles obliga a la doctrina nacional a dedicar un capítulo especial al tema.
--> Evolución: Según se ha dicho, los orígenes de nuestro sistema del título y el modo datan del
Derecho romano.
De otra parte, el Código chileno, al igual que otros que siguen este mecanismo, permite variadas
formas de la tradición, que se apartan de la forma fundamental de entrega material.
Estas observaciones elementales inducen a recordar los datos sobre la suerte que ha corrido esta entrega
en el transcurso del tiempo.
Debe advertirse que al no ser terminantes los antecedentes, los historiadores discuten muchas
apreciaciones.
Por otra parte, y puede sostenerse que por la propia razón anterior, unida a una concepción sensible o
material del Derecho, se manifestó, antes que nada, como un acto de entrega material, física.
Con el tiempo, la transformación fue apareciendo en ambas direcciones, aplicándose como modo de
transferir también el dominio, y desligándose de su aspecto materializado.
Ya en la época del Derecho Justinianeo y por la fuerza de las cosas, que en muchos casos
imposibilita una entrega de mano a mano, se hallaban en pleno desarrollo las tradiciones fictas o
simbólicas, que fueron reemplazando en gran medida la entrega real, incluso en objetos en que ésta
era posible.
El señor Bello, como también se ha anunciado, adoptó el principio romano, y consagró, como no
podía dejar de hacerlo, varias formas de tradición simbólica (entre las que debe mencionarse la
más inevitable, la de inmuebles).
Aun cuando se recordará oportunamente, puede anticiparse que precisamente en algunas de estas
tradiciones fictas se observa, entre nosotros, un notable debilitamiento del sistema; que llega a
acercarse mucho con ellas, al otro, de transferencia por él solo contrato.
En otro sentido, la desmaterialización desvirtúa en cierto modo una justificación de la tradición, cual
es la de conceder publicidad a las transferencias de dominio.
Si patentiza la mutación de dominio respecto de terceros, los que tomarán conocimiento de ella, y
evita que el vendedor que conserva el objeto en su poder luego de venderlo ostente un patrimonio
que ya, no le pertenece, la ventaja desaparece o disminuye cuando la tradición se efectúa
ficticiamente, por actos que no importan una inmediata entrega material.
--> Para estudiar las distintas formas de efectuar la tradición, conviene proceder a las siguientes
distinciones:
67
37. Tradición de derechos reales sobre muebles
1) Tradición de Derechos Reales sobre Bienes Muebles: Reglamentan esta materia los artículos
684 y 685 del Código Civil; deben si agregarse algunas normas del Código de Comercio y
textos especiales (como la legislación sobre almacenes generales de depósito).
Es la que se efectúa por una entrega real o, como llama la doctrina antigua, por
tradición "de mano a mano"; en ella la cosa tradida es materialmente entregada por el
tradens al accipiens, cumpliéndose los demás requisitos, que antes se han indicado.
Pero puede observarse que esta tradición mano a mano, por su naturaleza, es tan sólo
aplicable a las cosas que por su volumen y peso permiten está entrega material de una
persona a otra.
Esta tradición real no es directa o, al menos claramente mencionada por el Código, pero,
desde la definición del modo, en toda su estructura técnica no queda duda de que es la
primera forma de efectuarla.
Una buena parte de la doctrina nacional y extranjera considera también como tradición
real la del N°1 y aun el N°2, y hasta el N°3 del artículo 684.
Entre nosotros, sólo él Profesor Barros Errázuriz niega claramente esta calificación
entendiendo que todas las formas señaladas en el artículo 684 son fictas.
B. Tradición Ficta o Simbólica: El artículo 684 establece que "la tradición de una cosa
corporal mueble deberá hacerse significando una de las partes a la otra que le transfiere el
dominio, y figurando esta transferencia por uno de los medios siguientes:
68
inducen a pensar que bastaría que se "permitiera" la aprehensión.)
3. Entregándole las llaves del granero, almacén, cofre o lugar cualquiera en que esté
guardada la cosa: Mientras para algunos autores es ésta la forma de tradición
simbólica por excelencia, en que las llaves constituyen el símbolo de la entrega,
otros, en cambio, han entendido que también es ésta una forma de tradición real, al
permitir las llaves la posibilidad de la toma inmediata de posesión por parte del
adquirente.
Nuestro precepto no exige que el almacén, cofre, etc., esté a la vista de las partes,
pero la entrega de las llaves, propiamente, debe ser real.
Del tenor del precepto se observa que aquí queda efectuada la entrega por
convenirse el encargo; se trata de un verdadero mandato por el que el tradente se
encarga de poner la cosa a disposición del adquirente en algún lugar.
Puede entonces notarse que en este caso hay una especie de tradición por el solo
contrato, convenida que sea la cláusula sula en que se encarga el tradente, cláusula que
se podrá acordar en el mismo título (venta u otro) o quedando desde entonces el
tradente, con la cosa como mero tenedor, en calidad de mandatario.
5. Por la venta, donación u otro, título de enajenación conferido al que tiene la cosa
mueble como usufructuario arrendatario, comodatario, depositario, o a cualquier
otro título no traslaticio, de dominio: La contiene el N°5, primera parte, del artículo
684.
Es la llamada tradición por "breve mano" (brevi manu, puesto que no se alcanza a
percibir).
Se entiende que la tradición aquí está representada por la entrega que antes se
efectuó por el dueño al mero tenedor cumpliendo el contrato de arrendamiento (u
otro).
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Esta forma, inversa de la anterior, es la denominada "constituto posesorio"
(constitutum possessorium)
Como en la situación precedente, se evita con esta forma una doble entrega, en
que el tradente primero entregara la cosa que transfiere y luego el adquirente se
la entregara a su vez, ahora cumpliendo el contrato de arrendamiento u otro que
celebren.
Examinadas las diferentes formas de tradición ficta, puede observarse como, idea
permanente en ellas la de que, aun sin realizarse la entrega real, material, al operar
estas formas simbólicas el adquirente queda en la posibilidad de disponer
inmediatamente de la cosa tradida como poseedor.
--> Tradición de Muebles por Anticipación: El artículo 685 establece una regla general para
la tradición de esta clase de bienes: “Cuando con permiso del dueño de un predio se toman
en él piedras, frutos pendientes u otras cosas que forman parte del predio, la tradición se
verifica en el momento de la separación de estos objetos.” (inciso 1°)
Esta disposición está en relación con el artículo 571, pero no hay conflicto entre ellos, porque
tratan materias diferentes: el artículo 571 califica de muebles ciertos bienes, que la doctrina
llama muebles por anticipación; en tanto que el artículo 685 inciso 1° establece la forma
como se efectúa la tradición de estos bienes.
El precepto regula una forma de tradición real al prescribir que la tradición se verifica en el
momento mismo de la separación de estos objetos.
Para que valga como tradición es necesario que esa separación se efectúe con permiso del dueño,
pues ahí está, precisamente, la voluntad del tradente.
70
Ha dado lugar a controversia la cuestión de si la tradición de estos bienes se puede efectuar
por alguna de las formas de tradición fictas del artículo 684, además de la forma real que
indica el artículo 685.
El inciso 2° del artículo 685 señala una regla de acceso a la propiedad ajena de carácter
práctico: “Aquél a quien se debieren los frutos de una sementera, viña o plantío, podrá entrar a
cogerlos, fijándose el día y hora de común acuerdo con el dueño.”
La norma se justifica en cuanto un acreedor que pretende que se le pague lo que se le debe,
igualmente debe respetar la propiedad ajena; si el deudor se negare persistentemente el acreedor
tendrá que ejercitar las acciones del título respectivo; si le deben la entrega de esos objetos por un
contrato, habrá incumplimiento de lo pactado.
--> Taxatividad de las Formas Fictas: Se ha discutido si es o no posible que la tradición ficta
se pueda efectuar por formas distintas de las señaladas en el artículo 684, aparte, ciertamente,
de los casos en que leyes especiales disponen otras formas.
Otros, niegan tal posibilidad. Se sostiene que estas formas fictas son precisamente
creaciones de la ley, siempre excepcionales, y sobre todo porque desde el punto de vista de la
posesión, que también se adquiere con la tradición, el Código dispone, que la posesión se
adquiere por la aprehensión material o legal (artículo 723), y no puede hablarse de aprehensión
legal donde la ley no la establece; se hacen notar, asimismo, los términos perentorios, limitativos,
del artículo 684 antes de iniciar la enumeración.
--> Valor Comparativo: Se ha discutido el igual o diferente valor que se les ha de atribuir a
estas dos posibilidades de efectuar la tradición: real y simbólica.
Puede ocurrir que un tradente efectúe una tradición ficta y luego la real, de la misma cosa a
diferentes personas (X vende a Y un mueble, y se acuerda que X lo conservará en su poder
como arrendatario; posteriormente X lo vende nuevamente a Z y le efectúa su tradición real).
En principio, entre nosotros el artículo 1817 soluciona el problema para la venta: “Si
alguien vende separadamente una misma cosa a dos personas, el comprador que haya entrado
en posesión será preferido al otro; si se ha hecho entrega a los dos, aquel a quien se haya
hecho primero será preferido; si no se ha entregado a ninguno, el título más antiguo
prevalecerá.”
De acuerdo a la disposición transcrita, en tal situación, el comprador que primero haya entrado en
posesión de la cosa será preferido, en el caso propuesto, como la posesión se adquiere al cambiar
el ánimo, aun con la tradición, ficta, habría que concluir que, el primer adquirente es el preferido,
teniendo el segundo sólo una acción de indemnización.
Teniendo a la vista nuestro artículo 1817, se sostiene que, como el precepto no distingue, ha
de preferirse al primero, aun cuando la tradición que se le haya efectuado haya sido la ficta
lo que implica asignar a ambas igual valor.
Autores extranjeros estiman que debe atribuirse, en la colisión, mayor valor a la tradición real,
particularmente por un principio protector del tercero: la tradición ficta al efectuarse por actos
71
representativos, no da noticia a los terceros del cambio de situación de la cosa; ello es más
evidente en el caso del N°5 del artículo 684, en que el cambio de posesión de la cosa al
adquirente se efectúa tan sólo por un cambio de ánimo.
Esa publicidad sólo aparece en la tradición real, en que los terceros pueden darse cuenta de la
mutación ocurrida. Así, el segundo adquirente que respecto de la primera adquisición era un
tercero, no estaba en condiciones de saber que compraba cosa ajena, y, protegiéndole, habría de
concederse más valor a esta tradición real.
Debe notarse por último, que, entro nosotros, el problema puede presentarse con más dudas
en contratos distintos de la compraventa en que no se dispone ni siquiera del artículo 1817
citado.
--> Tradición de Muebles Registrables. Los Vehículos Motorizados: Una buena parte de las
legislaciones, entre ellas las nuestra, contienen normas especiales respecto de algunos bienes
muebles que por necesidades de organización y control del tráfico, se someten al sistema de
registro, en condiciones similares a los inmuebles.
Así ocurre, por ejemplo, con, las naves, las aeronaves, los vehículos motorizados terrestres.
Por tanto, el título respectivo no está sometido a formas especiales (si es compraventa, es
consensual, sin perjuicio de la limitación probatoria) y la tradición se rige por el artículo 684
del CC.
Pero existe un Registro de Vehículos Motorizados, que es llevado por el Servicio de Registro
Civil e Identificación.
Estas inscripciones no son requisito de los respectivos actos, pero se presume propietario de
un vehículo motorizado a la persona a cuyo nombre figure inscrito en el Registro, salvo
prueba en contrario (Ley del Tránsito, y Reglamento del Registro de Vehículos Motorizados.
Estos textos resolvieron la duda que ofrecía la legislación precedente, en orden a si la tradición de
estos bienes se efectuaba por inscripción o conforme a las normas generales para bienes muebles)
72
Pero con la dictación del Código se estableció entre nosotros, según es norma en la
organización de la propiedad territorial en los tiempos modernos, un sistema de
transferencia para los derechos sobre inmuebles, en base a un Registro.
El artículo 686 del Código dispone: "Se efectuará la tradición del dominio de los bienes raíces
por la inscripción del título en el Registro del Conservador.”
“De la misma manera se efectuará la tradición de los derechos de usufructo o de uso
constituidos en bienes raíces, de los derechos de habitación o de censo y del derecho de
hipoteca.”
“Acerca de la, tradición de las minas se estará a lo prevenido en el Código de Minería”
Relacionando esta disposición con otros textos vigentes, puede concluirse que la tradición del
dominio y otros derechos reales sobre inmuebles se efectúa por la inscripción del título en el
Registro del Conservador de Bienes Raíces (artículo 686).
--> EXCEPCIÓN: la tradición del derecho real de servidumbre, que se efectúa en la forma
prescrita en el artículo 698 (por escritura pública en que el tradente exprese constituirlo, y
el adquirente aceptarlo), salvo el caso de la servidumbre de alcantarillado en predios
urbanos, en que se vuelve a la regla del artículo 686, efectuándose por inscripción en el
Registro del Conservador.
2.1) El Registro: Para los efectos, que aquí se están tratando, se entiende por Registro el
conjunto de instrumentos en que se va dejando constancia de las mutaciones jurídicas que
tienen lugar en determinada clase de bienes.
Se conocen alternativas teóricas en varias cuestiones fundamentales, entre las cuales se puede
optar en la construcción de un Registro Territorial.
b) Registro real: Registro real es el que se organiza en base a los predios, que se
individualizar en un folio inicial, con un número de orden u otro signo, y algunos
datos materiales del inmueble; a continuación, formando un cuerpo separado (folio
o carpeta), se van agregando las constancias de las mutaciones jurídicas que van
teniendo lugar en el bien.
Un catastro o plano por zonas o regiones del país, y un plano o croquis para cada
predio, es de evidente utilidad en un Registro, y puede establecerse como
complemento ya del personal, ya del real (pero es más factible en el real).
73
relativos a la propiedad registrable, y son esos títulos los que se presentan o exhiben al
funcionario correspondiente, para registrarlos.
Ahora bien, esas constancias pueden consistir en "inscripciones", esto es, extractos o resúmenes
de los títulos exhibidos, o en "transcripciones", es decir, copia íntegra, de dichos títulos.
Es un Registro con un carácter de legalidad el que se acerca más a cumplir las finalidades que
justifican su instauración.
Como puede apreciar apreciarse también es una característica graduable; el grado de legalidad de
un sistema se desprenderá de los textos positivos que regulan sus mecanismos.
En los, últimos tiempos han alcanzado especial renombre dos sistemas registrales que parecen
estar funcionando por varias décadas, con aparente éxito:
2.2) El Sistema Registral Chileno: El Registro Conservatorio de Bienes Raíces: Las normas
legales fundamentales sobre la materia están contenidas en los artículos 686 y siguientes del
Código Civil y, en virtud de lo prescrito en el artículo 695, en un cuerpo reglamentario, conocido
como Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes Raíces, de 24 de junio de 1857.
Se trata de un DFL dictado por mandato del artículo 695; así se ha resuelto.
Funciona como una oficina en cada comuna del territorio, a cargo de un funcionario denominado
Conservador de Bienes Raíces, calificado de Auxiliar de la Administración de Justicia y
considerado ministro de fe pública. En la mayoría de las comunas del país el notario, o uno de los
varios, es al mismo tiempo el Conservador.
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--> Los Libros del Conservador de Bienes Raíces: Los libros fundamentales que allí se llevan
son:
1) El Repertorio
2) El Registro
a. El Registro de Propiedad
b. El Registro de Hipotecas y Gravámenes
c. El Registro de Prohibiciones e Interdicciones
3) El Índice General.
Creado originalmente para los inmuebles leyes posteriores han entregado al Conservador el
mantenimiento de otros Registros para ciertos bienes o actos, como el Registro de Comercio, el
de Prenda Agraria, el de Prenda Industrial, el de Prenda de Cosa Mueble Vendida a Plazo.
75
prohibición se puede efectuar la inscripción aunque hayan transcurrido más de dos meses,
surtiendo efectos la inscripción, como siempre, desde la anotación en el Repertorio.
Se ha fallado también que subsanados los defectos del, título, debe requerirse al
Conservador nuevamente para que inscriba, no pudiendo éste hacerlo de oficio.
Algunos fallos señalan que no puede procederse a la inscripción de dominio, pero en otra
oportunidad se ha resuelto que, como la prohibición es posterior a la anotación en el
repertorio del título translaticio de dominio, él puede perfectamente inscribirse porque la
inscripción se retrotrae al de la anotación, tiempo en que no existía prohibición.
i. las hipotecas
ii. los censos
iii. los derechos de usufructo, uso y habitación
iv. los fideicomisos
v. las servidumbres
vi. otros gravámenes semejantes
c. REGISTRO de Interdicciones y Prohibiciones: En el Registro de Interdicciones
y Prohibiciones se inscribirán:
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ii. Todo impedimento o prohibición referente a inmuebles, sea convencional,
legal o judicial, que embarace o limite de cualquier modo el libre ejercicio
del derecho de enajenar (de acuerdo al artículo 53 del Reglamento tales
prohibiciones “pueden” inscribirse; si la inscripción se omite ellos no serán
oponibles a terceros)
La jurisprudencia ha determinado que la inscripción practicada en un Registro que no
corresponde, es nula absolutamente.
Cada Registro parcial contiene un índice por orden alfabético con los nombres de los
otorgantes, índice de especial importancia práctica para la ubicación de los títulos y
contribuye a caracterizar el Registro.
3) El Índice General: El Índice General, junto con los índices de cada Registro parcial,
permite, en realidad, el funcionamiento del sistema en cuanto mediante él se ubican las
inscripciones y se puede reconstruir la historia de los inmuebles partiendo de algunas
datos elementales.
--> Publicidad del Registro: El Registro es público, y el Conservador está obligado a dar las
copias y certificados que se le soliciten
Uno de los certificados es el que deja constancia de haberse inscrito el título en el Registro; se
estampa en la copia del título que se presentó al Conservador para la inscripción, copia que el
Conservador devuelve al interesado, ahora con esa certificación al final.
de dominio vigente, en que el Conservador deja constancia de que cierto inmueble está
actualmente inscrito a nombre de determinada persona
de gravámenes, en que consta la existencia o inexistencia de cargas
de prohibiciones, en que consta la existencia o inexistencia de impedimentos al libre
ejercicio del derecho de enajenar cierto inmueble
Puede agregarse el certificado de repertorio.
Frecuentemente se piden todos y el Conservador los emite en un solo instrumento.
El examen del Registro y, por tanto, las certificaciones, se retrotraen en el tiempo hasta el lapso
de la prescripción extraordinaria, que consolida la situación registrada, sin que pueda ser
removida por posibles defectos anteriores.
Sin embargo, aunque el certificado resulte erróneo (por ejemplo dice que el predio dio no tiene
hipotecas, y en el Registro existe una), el Registro igualmente mantiene sus efectos; los asientos
en el Registro tienen validez y eficacia con independencia de las certificaciones que respecto de
ellos emita él Conservador.
77
correspondencia entre las declaraciones sobre los predios y las reales características de
ellos.
Por lo mismo, el Estado no garantiza ni esta congruencia entre el título y los, caracteres
materiales de los predios ni la calidad de auténtico propietario que puede tener quien
aparece como dueño en la inscripción.
El Conservador tiene, sí, responsabilidad por la negligencia, dolo y abuso que cometa en el
cumplimiento de sus funciones.
La responsabilidad civil por daños se rige por las reglas generales; la responsabilidad
funcionaria, por las reglas, del Código Orgánico de Tribunales; la responsabilidad penal, por
las normas del Código del ramo, especialmente las relativas a delitos cometidos, por funcionarios
en el desempeño de sus cargos.
En cuanto a la remuneración, no percibe sueldo fiscal sino derechos arancelarios, que cobra a
los interesados, en las diligencias que allí se efectúan; con ello paga igualmente a los empleados
que le colaboran.
A. Títulos que Deben Inscribirse: El artículo 52 del reglamento enumera los títulos que
deben inscribirse en el Registro:
1. Los títulos translaticios de dominio de los bienes raíces; los títulos de derecho de
usufructo, uso, habitación, censo e hipoteca constituidos en inmuebles, y la
sentencia ejecutoria que declare la prescripción adquisitiva del dominio o de
cualquiera de dichos derechos.
Además, distintos textos legales han dispuesto también la obligación de inscribir otros
títulos, como por ejemplo, los relativos a la sucesión por causa muerte señalados.
Así las cosas, la sanción por la falta de Inscripción dependerá del rol que en cada caso le
corresponda desempeñar.
B. Títulos que Pueden Inscribirse: El artículo 53 menciona los títulos que pueden
inscribirse:
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1. Toda condición suspensiva o resolutoria del dominio de bienes inmuebles o de
otros derechos reales constituidos sobre ellos.
3. El arrendamiento en el caso del artículo 1962 del Código Civil y cualquiera otro
acto o contrato cuya inscripción sea permitida por la ley.
El N°3 del artículo 53 merece una referencia especial con relación a prohibiciones
judiciales: el Código de Procedimiento Civil ha dispuesto que ciertas medidas,
prohibiciones de celebrar actos y contratos y el embargo, cuando recaen sobre inmuebles,
no producen efecto respecto de terceros si no se inscriben, recordando que se ha
entendido que la expresión embargo tiene un alcance amplio, comprensivo también de
otras medidas judiciales que limiten la disposición del propietario.
Se ha sostenido que debe negarse, en base al artículo 13 del Reglamento, porque sería un
caso en que la inscripción es "legalmente inadmisible”. Se configura, se ha dicho un
“impedimento de registro": al existir una prohibición de enajenar vigente, inscrita, la
coherencia del Registro conduce a considerar legalmente inadmisible, un título que
contradice aquella inscripción
Pero también puede estimarse que el Conservador debe inscribir la enajenación: debe
recordarse, en primer término, que la validez de una tal estipulación es discutida.
Luego si se admite, ella genera una obligación de no hacer, de modo que la enajenación
no importa sino una infracción de esa obligación, que el Conservador no es el llamado a
controlar o juzgar; a este respecto, se tiene en cuenta que el principio general en Chile es
que el Conservador debe inscribir los títulos que se le presenten (siendo auténticos y
relativos a inmuebles), salvo limitadas excepciones, que deben interpretarse
restrictivamente, de manera que es escasa la "legalidad" registral.
Por último, el artículo 13 se refiere a las inscripciones que por ley son inadmisibles, no
por acuerdo entre particulares, de modo que para fundar la negativa debería precisarse el
precepto legal que declara inadmisible la inscripción.
79
Finalmente, conviene una aclaración sobre el enunciado de este tema.
La expresión títulos que “deben inscribirse" se entiende no como una orden a los
involucrados en el título o al funcionario, sino como una exigencia para un efecto; es
decir, los interesados siempre son libres para pedir o no la inscripción; pero si quieren
lograr el efecto jurídico fundamental previsto en el título, han de inscribir.
Por su parte, la expresión "títulos que pueden inscribirse" está referida a títulos cuyo
efecto fundamental no está sometido a inscripción, pero respecto de los cuales, en lugar
de prohibirse la inscripción, se permite, para aprovechar ventajas del registro, que
posibilita derivar consecuencias secundadas al efecto fundamental del contrato; entre
ellas, la oponibilidad. a los terceros, derivada de la publicidad que nace al registrarse.
--> Modo de Proceder a las Inscripciones, su Forma y Solemnidad: Admitidos los títulos, el
Conservador, conformándose a ellos, hará sin retardo la inscripción.
Se hará una sola inscripción, cualquiera sea el número de los acreedores y deudores, si hay
entre ellos unidad de derecho, o si son éstos solidarios o indivisible la obligación.
Pero si resultare de un título que muchos deudores o fiadores hubiesen hipotecado los
inmuebles que singularmente les correspondan, se verificarán tantas inscripciones como
cuantos sean los inmuebles.
Las partidas de inscripción, en cada Registro parcial se colocarán bajo el número que se les
haya asignado en el Repertorio.
Si el título es relativo a varios inmuebles, deberá inscribirse en los Registros de todas las
comunas a que por su ubicación pertenecen los inmuebles.
Si se efectúa en el Registro de una Comuna que no corresponde, ella será inútil, teniendo
aplicación el artículo 696 del Código Civil, esto es, los títulos no darán o transferirán la
posesión efectiva del respectivo derecho, mientras la inscripción no se efectúe de la manera que
ordena el Reglamento.
Algunos comentaristas sostienen que debe tenerse por inscrito en la parte o porción respectiva. La
jurisprudencia se ha inclinado por la ineficacia de esta inscripción y tiene todo el predio por no
inscrito.
En cambio, si el título es relativo a dos o más inmuebles, inscrito en una comuna, esa inscripción
es perfecta aunque la inscripción para el otro inmueble en su departamento no se efectúe o quede
defectuosa.
El artículo 56 establece que los decretos de interdicción, los que limitan o prohíben generalmente
el derecho de enajenar y los demás que no se contraigan a determinado inmueble, se inscribirán
en la comuna donde tenga su domicilio la persona sobre quien recae el decreto o prohibición,
además de inscribirse en las comunas en que estén situados los inmuebles que les pertenecieren.
--> Quién Puede Requerir la Inscripción: Los interesados pueden pedir la inscripción por sí,
por medio de personeros o de sus representantes legales.
Si la inscripción se pide para transferir el dominio u otro derecho real sobre un inmueble,
será necesario que el apoderado o representante legal presente el título de su mandato o
80
representación. En las demás inscripciones bastará que exhiban copia auténtica del título en
virtud del cual se demanda la inscripción.
Así se desprende:
a) Porque la seguridad que confiere esta clase de instrumentos permite la mínima estabilidad
necesaria para que el sistema cumpla su función
b) Porque varios preceptos también lo dan a entender: artículos 13, 57, 62, 65.
Los textos recién citados aluden a instrumentos auténticos". Se sabe que el Código emplea este
término en dos acepciones:
El artículo 78 del Reglamento señala las designaciones que debe contener la inscripción de
títulos de propiedad y de derechos reales.
1. La fecha de la inscripción
Esta última exigencia se justifica por cuanto lo que se está realizando es el acto
jurídico, denominado tradición, que siendo una convención, según se tiene
generalmente aceptado, requiere el consentimiento de ambas partes (artículos 670 y
siguientes del Código Civil)
81
Pero también está permitido actuar por apoderado, que puede quedar facultado en el mismo
título que ha de inscribirse.
Con esta base, en la práctica es muy habitual que se incorpore, en el título, una estipulación
que faculta para inscribir con una redacción como la siguiente: "SE FACULTA AL
PORTADOR DE COPIA AUTORIZADA DE ESTA ESCRITURA PARA REQUERIR Y
FIRMAR LAS ANOTACIONES, INSCRIPCIONES Y SUBINSCRIPCIONES QUE
PROCEDAN".
Tal estipulación facilita la diligencia registral evitando la concurrencia personal de las partes. Por
otro lado, al utilizarla pueden surgir dificultades, sobre las que se cierne la posible nulidad de la
inscripción-tradición.
Pero, dentro de esa técnica, parece más preciso distinguir dos etapas:
a) al conferirse, surgiría sólo una oferta de mandato a persona indeterminada (no puede
haber mandato porque aún no hay mandatario)
b) y más tarde, cuando alguien acepta el encargo, expresa o tácitamente (requiriendo la
inscripción), quedaría configurado el mandato.
Hay también otro planteamiento, en Chile con menos base legal, pero no por eso descartable,
puede concebirse como un acto de “apoderamiento” unilateral y que cobra vida propia desde que
se emite, independizándose de la suerte de quienes lo emitieron. Con cada alternativa, los
problemas advertidos tienen soluciones diversas.
Pero cabe agregar, además, que con el fin de mantener el encadenamiento de las inscripciones
del inmueble, y por lo mismo su historia, se exige, cuando procede, la mención de la inscripción
precedente.
Así lo establece el artículo 80 del Reglamento: “Siempre que se transfiera un derecho antes
inscrito, se mencionará en la nueva, al tiempo de designar el inmueble, la precedente inscripción,
citándose el Registro, folio y número de ella.”
Por otra parte, el Conservador debe poner, en las inscripciones anteriores "no canceladas” una
nota de referencia a las posteriores.
Esta nota, muy útil, que podría estimarse como la recíproca de la recién referida, no está clara en
su alcance.
Luego se verá que una inscripción se cancela mediante una subinscripción al margen; para ese
caso no hace falta la nota de referencia; pero también se puede cancelar por la sola circunstancia
de practicarse más adelante una nueva inscripción sin necesidad de una subinscripción en la
anterior.
Ahora bien, puede entenderse que en tales casos no está obligado el Conservador a poner la nota
de referencia, porque debe hacerlo en las "no canceladas" y ésta estaría cancelada por la
posterior; dándosele ese alcance, estaría obligado a poner la nota sólo en los casos en que, por
ejemplo, se inscribe una transferencia de parte del inmueble, con, lo que la anterior no quedaría
cancelada en su totalidad.
82
En la práctica, y para beneficio del Registro, frecuentemente se entiende que la nota procede cada
vez que no haya subinscripción, es decir, incluso en los casos en que se cancela virtualmente, de
manera que al examinarse la inscripción sea posible percatarse de que a adelante hay una nueva
inscripción más que la ha cancelado ya parcial, ya totalmente.
En cuanto a la época de las firmas, se ha sostenido que las firmas del Conservador, del tradente y
del adquirente (o de quien los represente), pueden estamparse con intervalos de tiempo.
--> Ausencia de Menciones en el Título: También el Reglamento señala la forma como debe
suplirse la falta en los títulos, de las designaciones que ha de contener la inscripción:
Dos menciones de la inscripción merecen un comentario especial, porque, más que otras, es
probable que no aparezcan en el título, o aparezcan incompletas:
1) los linderos
2) los datos de la inscripción precedente
Si no aparecen en el título, ¿debe rehusarse la inscripción?
Puede ocurrir que no exista en las partes o en una de ellas la voluntad de negociar hasta ese
lindero que el Conservador pretende suplir. Procede la negativa del Conservador, por la causal del
artículo 13, con el último ejemplo que la ilustra, unido al artículo 78 N°4 (que es la disposición
que exige tal mención en la inscripción)
El interesado deberá suplir el defecto, por escritura pública, o, según el caso, con una minuta.
En la práctica, la exigencia del nombre del predio se reemplaza, en los sectores urbanos, por la
calle y el número, solución que no merece objetarse.
83
Si en el título no se menciona la inscripción precedente, el Conservador, que tiene a su
disposición los libros, ¿podría suplirla acudiendo a los índices hasta encontrarla, y mencionarla
en la inscripción, o debe rehusar la inscripción mientras no se supla el defecto mediante escritura
pública, conforme al citado artículo 82.
Aquí la respuesta es más dudosa. Lo que falta es un dato, que está en el Registro y al, cual él
puede acceder.
Si la exigencia se entiende como que debe constar en el título, es un dato que falta y se
exigiría, para suplir la ausencia, escritura pública o minuta pero firmada por ambas partes;
y podría ocurrir que al interesado le sea imposible o difícil lograr que la otra parte subscriba la
escritura o minuta, quedando así obstaculizada la inscripción.
Admitiendo la duda, atendidos los textos, parece preferible concluir que el Conservador debe
negarse, de modo do que el interesado deberá suplir el defecto, como lo indica el artículo 82.
Su negativa encuentra fundamento en el artículo 13, con el ejemplo final, en relación con el
artículo 80.
Excepcionalmente puede negarse, por alguna de las causales señaladas en los artículos 13 y
14.
Si el Juez manda hacer la inscripción, el Conservador deberá practicarla y hacer mención en ella
del decreto que la hubiere ordenado.
Causales de Negativa
ARTÍCULO 13
Hay sólo una causal genérica ilustrada con varios ejemplos.
Esta observación induce a concluir que la expresión "en algún sentido legalmente inadmisible”
está referida, en general, a ese campo: infracciones legales en las formas de los títulos.
84
Sólo uno de los ejemplos permite dudar sobre su naturaleza: el penúltimo, "si es visible en el
título algún vicio o defecto que lo anule absolutamente".
Permite la duda porque, por una parte, siguiendo la tendencia de los otros, podría entenderse
referido sólo a vicios formales del título que provoquen nulidad absoluta, y que no estén incluidos
en los anteriores; además, en el Reglamento como en general en la materia registral, el término
"título" se emplea principalmente en el sentido instrumental.
Y, por otra, podría estimarse que se refiere a defectos de toda naturaleza, formales o substanciales
del acto, que provoquen nulidad absoluta, ya que la norma no distingue.
En todo caso, entendido este ejemplo con cualquier significado, amplio o restringido, presenta
dos limitaciones:
1. Conforme al texto, para poder negarse, debe tratarse de defecto que conduzca a nulidad y,
específicamente, absoluta.
2. Conforme a diversos fallos que se han pronunciado sobre el sentido de la expresión
"visible en el título", debe tratarse de vicios o defectos que puedan percibirse con el solo
examen del título respectivo, sin, que sea necesario confrontarlo con otros antecedentes o
documentos.
ARTÍCULO 14
Estas causales tampoco se refieren a la sustancia del negocio; se trata igualmente de objeciones
formales.
Una apreciación de conjunto permite concluir que las atribuciones de control conferidas al
funcionario, son limitadas, y constreñidas principalmente a las formas de los títulos, en relación
con el orden y funcionamiento, del Registro.
El sistema existente no controla, pues, la validez y eficacia de los actos. Ni siquiera la correlación
entre la descripción que el titulo efectúa del predio y las reales características de éste.
--> Plazo para Inscribir: El Reglamento no trata expresamente los puntos, desde cuándo y
hasta cuándo se puede proceder a la inscripción.
1. Como la inscripción es consecuencia del título, es éste el que debe examinarse para
concluir desde y hasta cuándo procede inscribir.
2. En ese examen, la indagación fundamental tendrá que orientarse a su eficacia al tiempo
en que se pretende inscribir. Así, será aceptable la inscripción desde que el título inicie su
eficacia y hasta qué la conserve. Esto en relación con la, función o funciones que la
inscripción cumple en el caso de que se trate.
85
de parte tuviere que hacer conforme al título inscrito, será objeto de una subinscripción; y se
verificará en el margen de la derecha de la inscripción respectiva, al frente de la designación
modificada.”
Así lo señala el artículo 91 del Reglamento: “Son igualmente objeto de subinscripción, las
cancelaciones, sean parciales o totales, convencionales o decretadas por la justicia.”
Pero en esta materia debe tenerse presente el artículo 728 del Código, según el cual para que cese
la posesión inscrita es necesario que la inscripción se cancele:
--> Sanción por Defectos de la Inscripción: Se ha visto que son varias las exigencias que debe
reunir una inscripción.
--> Calificación del Sistema Registral Chileno: La descripción de nuestro sistema, en los
términos relatados, permite cotejarlo con las principales alternativas teóricas en materia registral,
que se enunciaron al comienzo, con lo dicho, puede concluirse que:
86
los títulos al Registro; las mutaciones y estado actual de un predio se pueden establecer
mediante los índices de personas que han intervenido en los respectivos actos;
4. Ostenta una escasa "legalidad" pues las atribuciones del Conservador son muy limitadas
en cuanto al examen de los títulos; tanto la secuencia jurídica intachable, como la
correspondencia del registro con los caracteres materiales de los inmuebles, en muchas
ocasiones no se observan.
--> Saneamiento de Títulos: A través de la vigencia del sistema registral se ha constatado la
situación de numerosos inmuebles cuyos antecedentes jurídicos; no están claros, por defectos en
el título propiamente tal, o en la inscripción.
Para acelerar la solución de estas situaciones se han dictado numerosas "leyes de saneamiento de,
títulos", que fijan procedimientos especiales para inscribir en el Registro, y obtener así "título
saneado"
La sucesión por causa de muerte y la subdivisión, de inmuebles pueden mencionarse como dos
causas de importancia en la configuración del problema.
La dictación de leyes de saneamiento, por otra parte, es una demostración más de las debilidades
del sistema registral.
--> Tradición de Derechos Reales sobre Inmuebles: Como ya se dijo, la tradición del dominio
y demás derechos reales sobre inmuebles se efectúa por inscripción, (artículo 686), con las
excepciones que también se han mencionado
--> La Inscripción en la Prescripción: Los artículos 689 y 2513 del Código y el artículo 52 del
Reglamento requieren que la sentencia que declara la prescripción adquisitiva relativa a
inmuebles, se inscriba en el Registro del Conservador.
--> Tradición de Cuotas: El punto requiere de una mención especial porque los textos no
disponen claramente la forma de efectuar la tradición de la cuota de un objeto.
a) Tradición de una cuota en cosa singular: Si se trata de una cuota en cosa singular, la
doctrina y la jurisprudencia entienden que la, cuota participa del carácter mueble o
inmueble de la cosa.
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Durante el estado de indivisión el comunero de una universalidad suele disponer de su
cuota, pero referida a un bien de los que integran la comunidad; dispone usualmente
mediante una venta.
En este caso la forma de efectuar la tradición de esta cuota es la misma que para la
tradición de cuota en cosa singular, recién mencionada, distinguiéndose según la cosa sea
mueble o inmueble.
En su suma cuando se transfiere cuota de cosa singular, aunque ésta pertenezca a una
universalidad, la tradición se efectuará por el artículo 684 o por inscripción conservatoria,
según la cosa sea mueble o inmueble.
b) Tradición de una cuota en cosa universal: Si se trata de una cuota en cosa universal,
la respuesta es de controversia.
Luego aparece el desacierto sobre la posibilidad de que entre nosotros haya comunidad
sobre universalidad jurídica y, finalmente, el problema de la comunicación de la cuota en
cosa universal con los bienes contenidos en ella .
Las respuestas que se han ofrecido a estos dos últimos problemas influyen directamente
en el tema del modo que deben ser consideradas para concluir cómo se efectúa la
tradición de una cuota en cosa universal.
Esta sería la solución, según este predicamento, para efectuar la tradición de una cuota en
la comunidad quedada al disolverse una sociedad conyugal.
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El caso del establecimiento de comercio si se le califica de universalidad de hecho,
quedaría incluido en esta situación.
3) La Tradición del Derecho Real de Herencia: Se ha dicho que fallecido el causante, el heredero
puede disponer de la herencia o de su cuota hereditaria.
El Código, dentro del Título "De la cesión de derechos", destina un párrafo a la cesión del
derecho de herencia (artículos 1909 y 1910).
Emplea el equívoco término "cesión", que, por el contenido de los preceptos indicados, debe
entenderse equivalente a tradición.
Señala allí solamente algunos efectos de esta cesión, más no la forma como ha de efectuarse la
tradición.
Pero como en nuestro Derecho las transferencias por actos entre vivos se efectúan por la
concurrencia de un título y el modo, ellos deben también aquí configurarse.
El problema que ha llegado a ser de los clásicos en materia de derechos reales, es cómo se efectúa
la tradición del derecho real de herencia.
Así las cosas, la tradición se efectuaría de cualquier manera en que el tradente manifieste
su voluntad de transferir el dominio, y el adquirente la de adquirirlo.
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siendo varios, se origina entre ellos una comunidad sobre cosa universal (que sería
universalidad de hecho).
Así, se termina concluyendo que si lo cedido por el heredero es el derecho de herencia (a
lo que se estaría refiriendo el artículo 1909), por recaer éste sobre la universalidad
jurídica herencia, su tradición se efectuaría por las normas del artículo 684.
Pero si lo cedido es la cuota en la comunidad de dominio que se originó sobre los bienes
del causante (recordando la comunicación), se debe examinar la naturaleza de los bienes,
necesitándose inscripción conservatoria si hay inmuebles; y serán los términos del título,
escritura de compraventa, por ejemplo, los que demostrarán cuál ha sido la intención de
los contratantes, en orden a si lo cedido ha sido el derecho de herencia o la cuota en la
comunidad de dominio.
Compartimos, en buena medida, el planteamiento.
Por último, debe observarse que, según se dispone en el propio artículo 1909, se puede transferir
no solo el derecho a una herencia, sino también el derecho a un legado.
Según una doctrina, al parecer mayoritaria, el legatario de especie o cuerpo cierto adquiere el
dominio de la cosa legada por sucesión por causa de muerte, al fallecimiento del causante, y el de
género adquiere un crédito contra la sucesión.
Con esto, se puede concluir que tratándose de legado de especie o cuerpo cierto, cuando el
legatario pretende transferir su "derecho al legado" estaría transfiriendo el dominio de la cosa
legada, que ya ha adquirido, por lo que la tradición no tiene novedad; se efectuará como lo
imponga la naturaleza mueble o inmueble de la cosa.
Y para determinar cómo se efectúa la tradición hay que remitirse a las reglas de tradición de los
derechos Personales.
--> Las Inscripciones para Disponer de Inmuebles Hereditarios: Conforme al artículo 688 del
Código Civil, en el momento de deferirse la herencia, la posesión de ella se confiere por el sólo
ministerio de la ley al heredero; pero esta posesión legal no habilita al heredero para disponer de
manera alguna de un inmueble mientras no preceda:
1. El decreto judicial que da la posesión efectiva (el que debe inscribirse en el Registro de
la comuna en que ha pronunciado)
2. La inscripción especial de herencia (inscripción en el Registro de la comuna en que se
encuentren ubicados los inmuebles)
En virtud de ellas podrán los herederos disponer de consuno de los inmuebles hereditarios.
Pero además, si ha existido partición, para que el heredero puede disponer por sí solo de los
inmuebles que le hayan cabido en dicha partición, deberá proceder a su inscripción.
El año 1905 la Corte Suprema señaló que en tal caso, la disposición del inmuebles (el título
translaticio) era nulo por haberse contravenido una norma de orden público.
En 1908 sostuvo que las inscripciones del 688 regían tanto para las ventas voluntarias como las
forzadas; pero luego en 1909, concluyó que las exigencias sólo valen para las ventas voluntarias
pues de lo contrario se afectaría el derecho general de prenda de los acreedores.
El mismo año 1909, la Corte Suprema señaló que para determinar la sanción en caso de
infringirse la norma, debía distinguirse entre el título y el modo: el título es válido, pero el modo
adolece de nulidad absoluta.
90
Finalmente se llegó a la conclusión, que se sostiene hoy en día, que si se omiten las disposiciones
del artículo 688, la sanción no es la nulidad sino la sanción que la propia ley establece en el
artículo 697: la enajenación es válida, pero es ioperante porque no dará ni transferirá ni siquiera la
posesión del inmueble.
--> En cuanto a la herencia: Para la tesis de la abstracción, que ve en la herencia sólo una
universalidad jurídica, distinta de los bienes que la integran, por cierto, el heredero puede
enajenar su herencia. (o cuota) sin esas inscripciones precisamente por que están exigidas para
disponer de un inmueble hereditario y aquélla clasificación de bienes en muebles e inmuebles no
es aplicable.
En cambio, con el otro planteamiento, que distingue entre el derecho real de herencia y la
comunidad universal de dominio que se forma entre los herederos, hay que examinar qué es lo
que se pretende enajenar.
Si lo que se transfiere es sólo el derecho real de herencia, se concuerda con la opinión precedente;
no son necesarias esas inscripciones.
--> En cuanto al legado: Es posible, afirmar, como regla general, que el legatario puede disponer
de su derecho al legado o de la cosa legada, prescindiendo de las inscripciones del artículo 688,
pues ellas están exigidas para que el "heredero" pueda disponer de inmuebles hereditarios.
Para adquirir el dominio, este legatario no requiere inscribir, pero le conviene inscribir porque las
demás funciones que cumple la inscripción le reportan beneficio: pasa a ser poseedor inscrito;
mantiene la historia jurídica de su inmueble; queda expedito el camino para que un futuro
adquirente inscriba a su vez, según se verá más adelante; y porque, según una opinión, que
también se mencionará, necesita inscribir para disponer del inmueble.
Una opinión estima que el legatario puede requerirla comprobando el fallecimiento del testador,
el pago del impuesto que grava su asignación, y exhibiendo do copia del testamento,
judicialmente reconocido.
La exigencia de que el testamento esté judicialmente reconocido se explica, según esta posición,
porque ese reconocimiento confiere una verosimilitud de las pretensiones del legatario, teniendo
presente que está actuando con prescindencia de los herederos.
Por otra parte, los artículos 866 y siguientes del Código de Procedimiento Civil facultan al
legatario para solicitar esas diligencias.
91
Se agrega que no hay texto expreso que exija que para que inscriba a su nombre el inmueble
legado, esté primero inscrito el testamento; pero que es más concordante con el espíritu del
Registro Conservatorio inscribir previamente el testamento.
Y se añade que si bien es cierto que la ley de impuesto a las herencias obliga al heredero o
albacea a deducir previamente la suma que corresponda por impuesto, antes de proceder a
entregar la cosa legada, no exige la ley que esa entrega deba efectuarse por escritura pública.
Otra opinión estima que para inscribir es necesario exhibir al Conservador una escritura pública
en que los herederos o el albacea entreguen al legatario el inmueble legado (escritura de entrega
del legado). Ese acto de entrega lo justifican porque:
En cuanto a la forma de escritura pública, que esta segunda posición exige para ese acto de
entrega del legado, se justifica agregan por la circunstancia de que el Conservador inscribe sólo
instrumentos auténticos.
Si se sigue esta segunda tesis, para otorgar esa escritura de entrega de legado bastaría la
inscripción de la resolución de posesión efectiva (que declara quiénes son los herederos) y del
testamento (en que consta el legado), y no se justifica practicar la inscripción especial de
herencia, porque ese bien no, pertenece a los herederos, como para inscribirlo a su nombre.
Por lo mismo, no están "disponiendo" jurídicamente de él, sólo son tenedores de él.
En cuanto a las exigencias para que el legatario pueda disponer de la especie inmueble legada, ha
surgido también discrepancias.
En contra, se estima, que no es necesaria la inscripción; no la exige el artículo 688 (el cual se
refiere sólo al heredero) ni algún otro precepto.
Por otra parte, el artículo 691, que es citado por la tesis anterior, sólo dice qué menciones tendrá
la inscripción del testamento, pero no exige que el legatario tenga que inscribir para disponer de
la cosa legada.
Por lo demás, los textos son claros en orden a que la inscripción del testamento sólo se practica en
el Registro donde se inscribe la posesión efectiva, la cual se efectúa en el Registro de la comuna
en que fue concedida (esto es, en el último domicilio del causante) y no, además, en la comuna en
que esté situado el inmueble; de este modo, la inscripción del inmueble legado, como requisito
previo para disponer de él, ni siquiera sirve para mantener la historia del predio cuando el
inmueble legado está situado en lugar distinto del domicilio del testador.
92
En la práctica, cuando el legatario de la especie inmueble quiere disponer o enajenar, tendrá que
efectuar la tradición; y tendrá que hacerlo mediante inscripción.
Si ya se ha dicho que en tesis más fundada que no requiere inscripción previa a su nombre, puede
notarse que se está practicando inscripción a nombre de otro sin que el tradente tenga inscripción
a su nombre.
Nótese que en este caso el legatario es, sustantivamente dueño (por sucesión por causa de
muerte), pero registralmente no aparece como tal ni como poseedor.
4) Tradición de los Derechos Personales: En la sistemática del Código, los derechos personales o
créditos son bienes incorporales y siendo bienes, pueden transferirse por actos entre vivos y
transmitirse por causa de muerte.
Para efectuar la tradición de estos derechos personales reservó el Código un precepto especial: el
artículo 699 según el cual dicha tradición efectúa por la entrega del título hecha por el cedente al
cesionario.
Ha de entenderse por título aquí, él instrumento en que el crédito consta, donde se encuentra
escriturado.
El artículo 1901 establece que “la cesión de un crédito personal, a cualquier título que se haga,
no tendrá efecto entre el cedente y el cesionario, sino en virtud de la entrega del título.”
Conforme al artículo 1902, “la cesión no produce efecto contra el deudor ni contra terceros,
mientras no ha sido notificada por el cesionario al deudor o aceptada por éste.”
Antes que acepte o le sea notificada la transferencia, le es inoponible; el deudor podría pagar al
primitivo acreedor y pagaría bien.
La jurisprudencia ha, sentado que la entrega del título en que el crédito consta, que exigen los
preceptos indicados puede ser real o, simbólica.
Para aceptar estas formas de tradición se ha dado como argumento importante el siguiente: no es
necesaria la entrega puesto que, como se verá luego, pueden transferirse los créditos que no están
escriturados y, en tales casos, es evidente que no podrá exigirse la entrega del titulo, por no
existir.
Pero bien podría sostenerse que la exigencia de la entrega material o limitadamente simbólica se
exige en todo caso en que el crédito conste por escrito y la eximición de esa entrega se reserva
sólo para los casos de créditos no escriturados.
En cuanto a los créditos que no constan por escrito, bien podría concluirse que no pueden
transferirse, porque no habría, manera de cumplir a su respecto con el artículo 1901.
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En estas reglas, se señalan los efectos de la transferencia, mas no se precisa la forma como ha de
efectuarse la tradición.
El Código, en un concepto bastante discutido, declara que "se cede un derecho litigioso cuando el
objeto directo de la cesión es el evento incierto de la litis, del que no se hace responsable el
cedente"
“se entiende litigioso un derecho, para los efectos de los siguientes artículos, desde que se
notifica judicialmente la demanda.”
El traspaso del derecho litigioso no escapa a la regla de nuestro sistema, que impone la
concurrencia del titulo y el modo.
a) Si el derecho litigioso es real, se aplican las reglas tratadas para ellos, si es mueble, rigen
las formas indicadas en el artículo 684, y si es inmueble, será necesaria la inscripción
conservatoria.
b) Si el derecha litigioso es personal, se aplican las reglas vistas para la tradición de los
derechos personales.
Se observa que la tradición en el caso de los derechos reales sería difícil de efectuar, cuando el
cedente no tiene la cosa mueble en su poder o no tiene inscrito a su nombre el inmueble.
Se postula que aun cuando en forma mediata lo cedido pudiere ser un derecho real o personal, en
términos inmediatos lo cedido es siempre el evento incierto de la litis", y siendo siempre esa
pretensión lo cedido, la forma de efectuar la tradición ha de ser también una sola; como la ley no
lo señala, tendrá que ser una manifestación de voluntad en tal sentido, concretamente una
actuación realizada en el litigio por el cesionario no, con consentimiento expreso o tácito del
cedente y con expreso conocimiento de las demás partes del juicio, por la que el cesionario
substituye al cedente en la posición que éste tenía en la controversia.
--> Funciones de la Inscripción Conservatoria: Con lo dicho, puede resumirse que la inscripción
conservatoria cumple las siguientes funciones:
1. Forma de efectuar la tradición del dominio y demás derechos reales sobre bienes
inmueble: Es la única forma de efectuar la tradición del dominio y derechos reales sobre
inmuebles conforme a lo dispuesto en el artículo 686 del Código Civil, con la sola salvedad del
derecho real de servidumbre, cuyo tradición se efectúa por escritura pública en que el tradente
exprese constituirla y el adquirente aceptarlo (artículo 698).
Por lo demás, no todas las inscripciones constituyen tradición, en ocasiones es otro el modo de
adquirir, pero se inscribe para hacer el derecho oponible a terceros, como ocurre, por ejemplo,
con la inscripción de la sentencia que declara la prescripción adquisitiva.
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Sin embargo, hay quienes sostienen que la inscripción es únicamente la forma de efectuar la
tradición, pero no constituye solemnidad. Asimismo hay quienes señalan que la constitución de
usufructo de inmuebles por acto entre vivos también tiene como solemnidad la inscripción
conservatoria; pero otros indican que se trata únicamente de la forma de efectuar la tradición
del derecho.
La misma situación se plantea respecto del derecho de uso o habitación pues conforme al
artículo 812, se constituye y pierde de la misma manera que el usufructo.
De acuerdo al artículo 2027, la constitución de un censo deberá siempre constar por escritura
pública inscrita en el competente Registro; y sin este requisito no valdrá como constitución de
censo.
En lo que dice relación con la hipoteca, el artículo 2410 señala que la hipoteca deberá ser
inscrita en el Registro conservatorio y sin este requisito no tendrá valor alguno, ni se contará su
fecha sino desde su inscripción.
Prueba de la posesión, en cuanto el artículo 924 establece que la posesión de los derechos
inscritos se prueba por la competente inscripción.
Constituiría garantía de la posesión en la medida que el artículo 924 señala que mientras
subsista la inscripción, y con tal que haya durado un año completo, no es admisible ninguna
prueba de posesión con que se pretenda impugnarla.
Y conforme al artículo 728, para que cese la posesión inscrita, es necesario que la inscripción
se cancele, de manera que mientras subsiste la inscripción, el que se apodera de la cosa a que
ella se refiere no adquiere la posesión ni pone fin a la posesión existente.
9.1) Definición y Elementos de la Posesión: El Código la define en el artículo 700: "es la tenencia de
una cosa con ánimo de señor o dueño, sea que el dueño o el que se da por tal tenga la cosa por sí mismo,
o por otra, persona que la tenga en lugar y a nombre de él” (inciso 1°).
De la propia definición se desprende que en nuestro derecho la posesión está constituida por dos
elementos, ambos deben concurrir copulativamente (salvo la extraña posesión del artículo 722)
1. La Tenencia (corpus): Es la aprehensión o contacto físico con la cosa, en cuya virtud se dispone
materialmente de ella.
La naturaleza de ciertos bienes, especialmente los inmuebles, en relación con la capacidad física
del hombre, ha conducido siempre a estimar, esta aprehensión o contacto en términos no muy
materializados.
Y se ha llegado a admitir que puede consistir en la sola posibilidad de disponer de la cosa, aunque
no se tenga el contacto directo, corpóreo.
2. El Ánimo de Dueño (animus): Es éste un elemento intelectual, psíquico, que consiste en tener la
cosa como dueño, sintiéndose propietario de ella.
No parece estar claro si en definitiva nuestro Derecho, concede primacía al elemento intencional
o no.
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La mayoría de los autores parece dar por entendido que se sigue entre nosotros una concepción
más bien subjetiva, la preconizada por Savigny.
Pero por otra parte, es también frecuente que una persona detente una cosa con el ánimo de señor, sin que
sea, el verdadero dueño de ella; aquí aparece la posesión como una figura autónoma, independiente de la
propiedad; y se configura como una situación de hecho, a la que la ley le atribuye un conjunto de ventajas
y que conforman el llamado jus posessionis.
En el primer caso, se está ante un poseedor con derecho a poseer, y en el segundo, ante un poseedor
simplemente, o sin derecho a poseer; por cierto que este último se encontrará generalmente en vías de
ganar el dominio mediante la prescripción.
Esta última situación, además, implica admitir la existencia de dueños que no tienen la posesión.
No obstante, lo normal es que ambos jus possidendi y jus posessionis, vayan unidos, es decir,
generalmente el propietario tiene la posesión; él que tiene derecho a poseer, posee.
Y de ahí lo justificado de la presunción de que el poseedor se reputa dueño (artículo 700, inciso 2°)
9.3) Precedencia: Los autores se han preocupado de discutir acerca de la precedencia; en el orden lógico
y en el histórico, entre posesión y propiedad.
Considerando que primero tiene lugar un señorío efectivo o relación de hecho de los hombres sobre las
cosas, y que resulta esencial para la existencia humana, se ha sostenido que de la posesión se ha llegado a
la propiedad, y si se aboliera la propiedad, subsistiría aquélla.
En los Códigos Civiles, así como en las obras de doctrina, se observa la más completa variedad, incluso
dentro de cuerpos de una misma época o similar orientación.
Nuestro Código, como puede observarse trata primero del dominio y algunos, modos de adquirirlo y
luego de la posesión, y separada de la prescripción.
Los autores nacionales han tratado frecuentemente la posesión al estudiar, después de dar las bases del
dominio los modos de adquirirlo; como un requisito de la prescripción adquisitiva, aunque últimamente se
aprecia la tendencia a examinarla separadamente, pero siempre después de la propiedad.
9.4) Ventajas de la Posesión: Aparte del provecho material que un poseedor obtiene de la cosa que
posee, en Derecho la posesión confiere ventajas, entre las que pueden señalarse:
1. Habilita para llegar a adquirir la cosa por prescripción, luego de cierto tiempo (artículos 683,
2498 y siguientes)
2. Otorga una presunción legal de dominio de la cosa (artículo 700 inciso 2°): El poseedor es
reputado dueño mientras otro no justifique serlo.
3. Está protegida con las acciones posesorias (artículos 916 y siguientes)
4. El poseedor regular tiene una acción especial para recuperar la posesión, que es la acción
publiciana.
5. En ciertos casos el poseedor puede hacer suyos los frutos de la cosa poseída (artículo 907, inciso
3°)
9.5) Naturaleza Jurídica de la Posesión: Existen al respecto dos posiciones:
1. Es un Derecho Real: Ello porque se trata de una relación jurídica entre un sujeto con una cosa y
el interés jurídico del sujeto se encuentra protegido por el ordenamiento jurídico que le
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proporciona acciones, las que se sabe sólo emanan de los derechos.
a) El Código Civil al definirla señala que es la tenencia con ánimo de señor y dueño, y la
tenencia es claramente un hecho.
b) La posesión no se encuentra en la enumeración que de los derechos reales efectúa el
mismo Código Civil.
c) Si se acepta que se trata de un derecho debe ser un derecho real, sin embargo, el poseedor
no tiene derechos frente al dueño.
d) El hecho de que existan acciones que protegen la posesión tiene su razón de ser en evitar
los actos de justicia privada.
9.6) Cosas Susceptibles de Posesión: Del propio artículo 700 queda claro que la posesión ha recaer sobre
cosas determinadas.
No es posible concebir la posesión sobre cosas inciertas o indicadas sólo por su género, lo cual no impide
la posibilidad de que dos o más personas posean en común una cosa singular, y en tal caso, cada
comunero tiene la posesión de su cuota.
Particular interés reviste el problema de la posesión en relación con el carácter corporal de las cosas,
sobre todo cuando nuestro Código, como se ha dicho en otra ocasión, califica de bienes, cosas
incorporales, a los derechos.
En nuestro Código, por los artículos 700 y 715, queda claro que se comprende a los bienes corporales
como a los incorporales.
No precisó, sin embargo, en qué ha de consistir esa posesión sobre las cosas incorporales; hay que
entender, como lo estima la doctrina, que consiste en el goce o disfrute del derecho respectivo.
Hay algunas cosas corporales no susceptibles de posesión; las que no pueden apropiarse (como las cosas
comunes a todos los hombres, los bienes nacionales de uso público, etc.; pero los artículos 948 y 949
hacen a algunos de estos bienes, objeto de una suerte de protección posesoria)
En cuanto a las cosas incorporales, los términos amplios del artículo 715 inducen a concluir que pueden
poseerse tanto los derechos reales como los personales, pues ambos son cosas incorporales, en la
nomenclatura del Código (artículos 565 y 576)
Ello se vería confirmado por el artículo 2456 y sobre todo por el 1576, que habla precisamente un
"poseedor de crédito"; así lo entienden también algunos autores.
Sin embargo, se ha sostenido insistentemente en la doctrina extranjera que no es posible extender la
posesión a los derechos personales, que no permiten un ejercicio continuado como es posible en los
derechos reales.
Aquéllos se agotan al ejercerlos (al cobrar el crédito). Aunque puede responderse que, al menos en
créditos de dinero, podrían ejercerse actos de poseedor sin agotarse; por ejemplo cobrando
periódicamente los intereses.
Pescio, entre nosotros, no acepta la posesión de los derechos personales, aun ante las expresiones legales
citadas, estimando que el, artículo 1576 se está refiriendo no propiamente a la posesión sino a un "titular"
aparente del crédito; el Mensaje en la sección respectiva, confirmaría su afirmación.
Además, se discute si puede haber posesión sobre todos los derechos reales.
El artículo 882 impide ganar por prescripción las servidumbres discontinuas y las continuas inaparentes,
con lo que se puede estimar que ello, es porque e no pueden poseerse.
Por último, conviene puntualizar que no debe confundirse la dualidad de situaciones que pueden
producirse respecto de los derechos reales, se es poseedor del derecho real, pero mero tenedor de la cosa
sobre la que se ejerce (poseo el derecho de usufructo, pero soy mero tenedor de la cosa fructuaria)
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9.8) Clasificación de la Posesión: Siguiendo la nomenclatura más difundida, se distinguen:
1. Posesión Regular e Irregular: Con los textos positivos, posesión regular, es la definida en el
artículo 702 y posesión irregular la definida, en el artículo 708.
a) Posesión Regular: Como se ha dicho, está definida en el artículo 702: “Se llama posesión
regular la que procede de justo título y ha sido adquirida de buena fe; aunque la buena fe no
subsista después de adquirida la posesión.”
“Se puede ser por consiguiente poseedor regular y poseedor de mala fe, como viceversa
el poseedor de buena fe puede ser poseedor irregular.”
--> Elementos de la Posesión Regular: Del texto queda claro que son sus elementos:
1) Justo Título
2) Buena Fe
3) Tradición cuando el título es traslaticio de dominio
Podrá si observarse, a medida que se avance en los conceptos, que dos elementos, justo título
y buena fe, aparecen íntimamente relacionados y con frecuencia podrían constituir una sola
situación.
1) Justo Título: El Código no define lo que es título justo, ni siquiera era lo que es
título.
Atendidos nuestros textos, puede entenderse por "título justo", el que por su
naturaleza es apto para atribuir el dominio, siendo auténtico, real y válido.
Teniendo presentes los casos que el artículo 104 considera como títulos injustos los
falsificados, los nulos, etc., por deducción el justo ha de ostentar las características
opuestas: auténtico, real y válido.
El precepto aplica la distinción a los títulos justos, pero es aplicable también a los
injustos: una venta nula es título injusto y traslaticio de dominio.
i. Ocupación
ii. Accesión
iii. Prescripción (artículo 703).
En otros términos, a ciertos modos de adquirir el dominio, el Código les
atribuye el rol de título para poseer.
98
Respecto a la ocupación como título posesorio hay confirmación en el artículo
726: “se deja de poseer una cosa desde que otro se apodera de ella con ánimo
de hacerla suya; menos en los casos que las leyes expresamente exceptúan.”
Esta decisión legal, de tener a la ocupación como título para poseer, provoca
reflexiones, que pronto conducen a enjuiciarla.
b. Títulos Traslaticios de Dominio: Son "los que por su naturaleza sirven para
transferirlo, como la venta, permuta, donación entre vivos” (artículo 703)
Vemos aquí que estos títulos, al mismo tiempo que inician el proceso de
transferencia del dominio, son títulos para poseer.
La sucesión por causa de muerte servirá de justo título para poseer sin dominio
cuando por algún motivo no transmite el dominio, por ejemplo, el causante no
era dueño.
99
Al ser declarativos, estos actos se limitan a establecer que una situación,
discutida o dudoso, es o existe en ciertos términos, desde antes, desde que se
originó.
Para los efectos que aquí interesan, conviene señalar que, conforme a
aquellos conceptos, verdadera adjudicación sólo hay entre comuneros. Pero
en la práctica y, a veces, en el lenguaje de textos legales, se lama también
adjudicación a la transferencia de un bien de la comunidad a un extraño (por
ejemplo por remate dentro del proceso, particional).
Esto por el tenor del artículo 703, que simplemente la asimila a los
traslaticios; y en cuanto, al artículo 718, por los efectos que señala, se estaría
refiriendo, igual que el artículo 1344, al efecto declarativo respecto del
dominio.
100
regular, ya ha ganado la cosa por prescripción de dos años, que cumplió en
1982.
ii. Títulos de mera tenencia: Mero tenedor es quien tiene la tenencia de la cosa
pero reconoce dominio ajeno.
1) El falsificado
2) El conferido por una persona en calidad de mandatario o representante legal de
otra sin serlo
3) El que adolece de un vicio de nulidad
4) El meramente putativo
Incluso, así como existe la nulidad parcial, para actos que pueden descomponerse
en secciones independientes, en los que una parte puede adolecer de un vicio y
no el resto (como el testamento) así también podría ocurrir respecto de la
falsificación.
Si alguien vende una cosa ajena, pero como propia, actuando por sí, el título es
justo, en tanto que si la vende como ajena, diciéndose representante del dueño, el
título es injusto; la diferencia parece justificarse porque en este último caso el
adquirente debió examinar suficientemente el poder que aduce quien, le ha
manifestado ser representante.
Esto mismo nos lleva a conformar la íntima relación existente entre el elemento
título y el de la buena. fe.
101
3) En relación con los títulos nulos, punto interesante es determinar si es
necesaria la declaración judicial de nulidad para considerar injusto el
título: Una respuesta afirmativa se ve apoyada por el principio de que la nulidad
sólo produce efectos una vez que ha sido declarada judicialmente; mientras ello
no ocurre, el acto produce sus efectos, mirándose como válido.
Sin embargo, tal postura tropieza con la nulidad relativa. Como ella no puede ser
alegada sino por aquellos en cuyo beneficio la, han establecido las leyes, podría
darse el caso que el interesado en que se tenga por injusto el título no tuviera la
acción de nulidad relativa (A compra a un relativamente incapaz un objeto
perteneciente a B; B, reivindica, A le opone prescripción ordinaria, fundado en
posesión regular; B observa que el título es nulo relativamente, por tanto injusto,
lo que excluye la posesión regular y por ende la prescripción ordinaria; pero ésta
nulidad está establecida en favor del contratante incapaz y no en favor de B, por
lo que no podría obtener la declaración de nulidad del titulo)
Conforme al inciso final del artículo 704, “sin embargo, al heredero putativo a
quien por decreto judicial se haya dado la posesión efectiva, servirá de justo
título el decreto; como al legatario putativo el correspondiente acto testamentario
que haya sido judicialmente reconocido.”
Así, el artículo 706 define la buena fe como “la conciencia de haber adquirido el
dominio de la cosa por medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio.”
“Así en los títulos translaticios de dominio la buena fe supone la persuasión de
102
haberse recibido la cosa de quien tenía la facultad de enajenarla, y de no haber
habido fraude ni otro vicio en el acto o contrato.”
Pero la pérdida de la buena fe, entre nosotros, aunque mantiene al poseedor como
regular, trae consecuencias de interés (artículos 906, inciso 2°; 907, inciso 2°; 913)
“La buena fe se presume, excepto en los casos en que la ley establece la presunción
contraria. En todos los otros la mala fe deberá probarse.”
El texto del precepto citado parece excesivamente generoso. No Puede extremarse su tenor;
podrá faltar uno o más requisitos de la posesión regular pero han de concurrir los elementos
indispensables que signifiquen tenencia y ánimo de señor; de no, ser así, simplemente no hay
posesión.
103
En cada caso, pues, habrá que analizar el elementos que falten para concluir lo que procede
(por ejemplo si se exhibe título traslaticio de dominio, la tradición será indispensable pues sin
ella no habrá tenencia y sin ella no hay posesión posible; la buena fe sería allí la exigencia
que podría faltar)
El Código conoce la clasificación, aunque no define cada categoría, simplemente prescribe que
son posesiones viciosas, la violenta y la clandestina.
Con frecuencia se ha llamado posesión útil a la no viciosa, e inútil a la viciosa para significar que
la primera presta la utilidad de conducir a la prescripción y no la segunda.
El artículo 712 señala que “existe el vicio de violencia, sea que se haya empleado
contra el verdadero dueño de la cosa, o contra el que la poseía sin serlo, o contra el
que la tenía en lugar i a nombre de otro.”
“Lo mismo es que la violencia se ejecute por una persona o por sus agentes, y
que se ejecute con su consentimiento o que después de ejecutada se ratifique expresa
o tácitamente.”
Hay autores extranjeros que, ante textos semejantes a los nuestros, sostienen que la
posesión es violenta cuando se adquiere con violencia en las personas, no en las
cosas, salvo que se tipifique un delito.
b. Posesión Clandestina: Es la que se ejerce ocultándola a los que tienen derecho para
oponerse a ella (artículo 713)
Aquí es claro que sé trata de un vicio relativo; se puede ser poseedor clandestino
respecto de un interesado y no respecto de otro, ante quien se posee ostensiblemente.
104
Sin embargo, se ha llegado a discutir esta distinción, entendiéndose que los vicios de la
posesión son compatibles con su utilidad, y es posible concebir una posesión irregular, y aun
regular, con clandestinidad y, en ciertos casos, con violencia.
Un ejemplo: si se vende una cosa ajena, el comprador puede tener la posesión regular (tendrá
justo título, pues la venta de cosa ajena vale, puede estar de buena, fe, y se supone que se le
efectuó la tradición).
Si luego de un tiempo, llega a saber que la cosa es ajena, empieza a poseerla ocultándola al
verdadero dueño; con ello será poseedor clandestino, pues la ejerce con clandestinidad y
respecto de ello nada importa que la haya iniciado ostensiblemente, y será poseedor regular
porque, si bien ha terminado su buena fe, en este punto lo decisivo es que haya estado de
buena fe al iniciar la posesión, y lo estuvo. Se trataría, así, de una posesión regular (útil) y
clandestina.
Sin embargo, se vuelve a señalar que aun cuando la posesión viciosa sea regular, por el sólo
hecho de ser viciosa, no conducirá a la prescripción por lo que claramente señala el artículo
2510 (La disposición exige, para que opere la prescripción extraordinaria que el que la alega
pruebe haber poseído sin violencia ni clandestinidad)
a) Posesión Continua: Cuando ella no ha sido perdida porque otra persona entró en posesión de
ella, ni hubo hechos que impidieran seguir ejerciendo la posesión, y también cuando esa
posesión no ha sido desconocida por medio de demanda judicial.
Hay ciertos aspectos que en esta materia que es necesario tener en consideración. Nosotros vimos
que la posesión es personal, o sea, la posesión se inicia en el poseedor (artículo 717 parte inicial:
Sea que se suceda a título universal o singular, la posesión del sucesor, principia en él...); el
problema que tenemos es que los plazos de prescripción son largos, y antes lo eran mucho más.
Originalmente en el Código Civil la prescripción extraordinaria era de treinta años, y era de
quince años para los bienes inmuebles; posteriormente estos plazos fueron reducidos a quince
años para la prescripción extraordinaria; luego lo volvieron a reducir y ahora el plazo de
prescripción extraordinaria es de diez años.
Sin embargo diez años para algunos todavía es bastante tiempo. Para ganar la cosa por
prescripción hay que ser poseedor, y la posesión principia en él, entonces qué es lo que puede
suceder, puede que Javier tenga cuatro años y diez meses de posesión de un inmueble, por lo que
no cumple el tiempo de prescripción ordinaria y menos el de extraordinaria, por lo que si luego
Javier es demandado por otra persona que dice ser dueño él no va a poder hacer valer la
prescripción a su favor; pero Javier le había comprado la cosa a Cristian que también era
poseedor, entonces la ley establece para este efecto una institución que se llama la accesión de
posesión, que consiste en que el poseedor está facultado (no obligado), para agregar a su posesión
la de su o sus antecesores jurídicos (artículo 717)
105
Artículo 717: Sea que se suceda a título universal o singular, la posesión del sucesor,
principia en él; a menos que quiera añadir la de su antecesor a la suya; pero en tal caso
se la apropia con sus calidades y vicios.
Podrá agregarse en los mismos términos a la posesión propia la de una serie no
interrumpida de antecesores.
Este requisito emana del propia artículo 717que se pone en el caso en que haya una
relación entre el actual poseedor y el antecesor. Los artículos 719 y 2505 también
hablan de sucesor y antecesor, y si hay antecesor y sucesor es que hay un vínculo
jurídico entre ellos.
ii. Debe agregarse una serie ininterrumpida de posesiones: No se puede elegir entre
unas posesiones y otras (artículos 2500 y 717)
Artículo 2500 Si una cosa ha sido poseída sucesivamente y sin interrupción por dos
o más personas, el tiempo del antecesor puede o no agregarse al tiempo del sucesor,
según lo dispuesto en el artículo 717.
iii. El artículo 717 nos señala que estas posesiones que se agregan lo hace con sus
cualidades y vicios, o sea, no es que la posesión vaya a mejorar por el hecho de la
accesión de posesiones, por lo que si el antecesor tenía una posesión irregular, se
agregará como posesión irregular; y si se trata de una posesión inscrita, la accesión de
posesiones solamente puede hacerse hasta el título inscrito posterior a aquel contra el
cual se está prescribiendo.
No hay que olvidar que de acuerdo con el artículo 717, la accesión de posesiones es
facultativa; luego, si la persona quiere hace la accesión de posesiones o no.
9.9) La Mera Tenencia: Ya se ha dicho que son fundamentalmente tres las situaciones, en que es posible
encontrarse frente a una cosa, siendo la última la de mero tenedor.
La define el artículo 714: “se llama mera tenencia la que se ejerce sobre una cosa, no como dueño, sino
en lugar o a nombre del dueño.”
“Lo dicho se aplica generalmente a todo el que una cosa reconociendo dominio ajeno.”
Puede observarse que el mero tenedor detenta la cosa, tiene el corpus, pero reconociendo dominio ajeno,
lo que la separa nítidamente de la posesión.
No obstante ello, en casos concretos puede de no ser fácil determinar al alguien es poseedor o es mero
tenedor.
Además de la situación de mero tenedor, se pueden mencionar algunos otros contactos con la cosa que ni,
siquiera llegan a constituir mera tenencia, por su carácter irrelevante, como el del mensajero que lleva un
objeto de una persona para entregarlo de inmediato a otra, el de un invitado que detenta utensilios, como
huésped, o el caso extremo del que mantiene pisada una moneda sin saberlo.
106
Ordinariamente, el mero tenedor detentará la cosa ya porque tiene un derecho real sobre ella, cuyo
ejercicio implica detentar la cosa (como un usufructo, una prenda), o porque tiene un derecho personal
respecto del dueño (como un arrendamiento o un comodato)
Puede notarse que en la primera alternativa se es mero tenedor de la cosa, pero poseedor del respectivo
derecho real.
La mera tenencia es inmutable de acuerdo a lo señalado por el artículo 716: “El simple lapso de tiempo no
muda la mera tenencia en posesión; salvo el caso de del artículo 2510, regla 3°.”
Ello no significa que el mero tenedor no pueda llegar a transformarse en poseedor, sino que para ello no
basta el simple transcurso del tiempo.
A esa inmutabilidad se apunta como excepción el caso del artículo 2500 regla 3°, pero no es tan claro su
carácter de excepción, se trata más bien de la situación en que el mero tenedor se ha transformado en
poseedor.
9.10) Transmisión de la Posesión: Hay acuerdo mayoritario en concluir que, según nuestros textos, la
posesión no se transmite.
Se trata de un hecho, por lo que no pasa del causante a su heredero. Para tal conclusión se acude a varios
preceptos del Código, como:
a) El artículo 688, según el cual el heredero obtiene la. posesión no del causante sino por
gracia de la ley
b) El artículo 722, que implica la misma idea: “la posesión de la herencia se adquiere desde
el momento en que es deferida aunque el heredero lo ignore.” (este precepto hablaba de
transmisión de la posesión en su redacción en el Proyecto de 1851, que fue
posteriormente alterado)
c) El artículo 717, cuyos términos son bastante categóricos: “Sea que se suceda a título
universal o singular, la posesión del sucesor principia en él; a menos que quiera añadir la
de su antecesor a la suya; pero en tal caso se la apropia con sus calidades y vicios.”
Pero no puede dejar de mencionarse a manera de advertencia, lo dispuesto en el artículo 2500, inciso 2° y
en el artículo 919, que inducen a la transmisibilidad.
El inciso 2° del artículo 2500 señala que “la posesión principiada por una persona difunta continúa en la
herencia yacente, que se entiende poseer a nombre del heredero.”
El artículo 919 dispone que “el heredero tiene y está sujeto a las mismas acciones posesorias que tendría y
a que estaría sujeto su autor, si viviese.”
9.11) Transferencia de la Posesión: Asimismo se sostiene que la posesión no se transfiere por acto entre
vivos; los artículos 717 y 2590, inciso 1° conducen a esa conclusión.
En todo caso, debe precisarse, que lo dicho no se opone a la transferencia o transmisión del derecho a la
posesión (o jus possidendi) en los casos en que un tradente es dueño de la cosa entregada, al transferir el
dominio transfiere, por lo mismo, el derecho a poseer.
107
puede obtener, sumando a la suya la posesión exenta de vicios de su antecesor, se pueden lograr con la
facultativa agregación de posesiones, que se verá a continuación.
9.12) Agregación de la Posesión: El artículo 717 permite si el poseedor lo desea, agregar a la suya la
posesión de su a antecesor o antecesores.
En efecto dicha disposición señala que “Sea que se suceda a título universal o singular, la posesión del
sucesor principia en él; a menos que quiera añadir la de su antecesor a la suya; pero en tal caso se la
apropia con sus calidades y vicios.”
La doctrina conoce esta posibilidad con distintas denominaciones ("unión", "accesión", "adjunción",
"conjunción" de posesiones)
Ahora bien, para que proceda la agregación es necesario que la posesión del poseedor que agrega sea
contigua con la anterior, y si son varias, todas ellas deben ser contiguas, sin solución de continuidad.
Si una cosa ha sido poseída sucesivamente por A, B, C y D, éste no podrá pretender agregar a la suya la
posesión de C y de A, excluyendo la de B.
Se sabe que la natural puede ocurrir por imposibilidad de ejecutar, actos posesorios o por haber pasado la
posesión a otras manos; en este último caso, podrá tener lugar, no obstante, la agregación, si la posesión
se recuperó por los medios legales.
Tratándose de la interrupción civil, debe observarse que podrá oponerse a la agregación tan sólo el que
procedió a interrumpirla, conforme al artículo 2503.
Por otra parte, como lo dispone el precepto, la agregación se efectúa con las calidades y vicios.
De modo que si a una posesión de buena calidad se agrega una defectuosa (de mala fe, por ejemplo), ésta
inficiona a aquélla; a la inversa, no por agregar una posesión exenta de defectos se va a purificar, la
defectuosa del poseedor que la agrega.
Se ha sostenido, por otro lado, que si alguien tiene una posesión defectuosa (de mala fe, por ejemplo) y
observa que la de su antecesor era regular y había completado el plazo de prescripción ordinaria, podría
"disociar" su posesión de la del antecesor y utilizar sólo la de éste alegando prescripción ordinaria basada
en ella.
Como la generalidad de los textos positivos que contemplan la agregación se refieren a un sucesor que lo
sea a cualquier título respecto de un antecesor, como ocurre con nuestros 717 y 2500, se rechaza la
posibilidad de que el ladrón o el usurpador pudieren agregar posesiones, al no ser sucesores por título,
sino que la han obtenido por un hecho.
Conforme al artículo 718, “cada uno de los partícipes de una cosa que se poseía proindiviso, se
entenderá haber poseído exclusivamente la parte que por la división le cupiere durante todo el tiempo
que duró la indivisión.”
“Podrá pues añadir este tiempo al de su posesión exclusiva...”
108
a) El artículo 716 que señala que la mera tenencia no se transforma en posesión por el simple lapso
de tiempo
b) El artículo 2510, regla 3° señala, en relación con la prescripción extraordinaria, que la existencia
de un título de mera tenencia hará presumir mala fe, y no dará lugar a la prescripción, a menos
que concurran estas dos circunstancias:
a. el que se pretende dueño no pueda probar que en los últimos 10 años se haya reconocido
expresa o tácitamente su dominio por el que alega la prescripción
b. que el que alega la prescripción prueba haber poseído sin violencia, clandestinidad ni
interrupción por el mismo espacio de tiempo.
c) El artículo 730, que se refiere a la usurpación de la cosa efectuada por el mero tenedor, señalando
que en tal caso no pierde el dueño la posesión, a menos que el usurpador enajene a su propio
nombre la caso, pues en al caso a quien se enajena adquiere la posesión y pone fin a la posesión
anterior, salvo que se requiera inscricpción.
d) El artículo 719, inciso 2°, que señala que si se ha empezado a poseer a nombre ajeno, se presume
la continuación del mismo orden de cosas.
La intervensión encuentra su fundamento más que nada en los cambios que se ocasionan en la causa o
título por el cual el sujeto posee o detenta la cosa, por lo que bien podría hablarse, en lugar de
transformaciones de la posesión o mera tenencia, simplemente de cambios en el título o causa.
--> Mutación de la Mera Tenencia en Posesión: De los preceptos citados, aplicables a esta situación,
resulta que el puro lapso de tiempo es insuficiente para la transformación de mera tenencia en posesión.
Se han señalado como excepciones a esta regla los artículos 730 y 2510, N°3; en ambos casos se observa
que es necesaria la ocurrencia de otros antecedentes que se suman al transcurso del tiempo.
En el primer caso es el que recibe del tenedor usurpador el que adquiere posesión, siendo necesario el
acto de enajenación; y en el segundo las exigencias de la regla tercera demuestran un cambio evidente
tanto de la conducta del que era mero tenedor como del propietario.
Desde otro punto de vista, puede sí observarse cierta contradicción entre el artículo 730, inciso 1°, y él
artículo 2510, en cuanto el primero impide al mero tenedor transformarse en poseedor en términos
absolutos, mientras el artículo 2510 se lo permite, probando las circunstancias que indica la regla 3°.
9.9) La Posesión de la Herencia: Qué posee el heredero y desde cuándo, es una cuestión sumamente
discutida en la doctrina, y los textos positivos no la aclaran.
Se ha establecido a la herencia como un derecho real y, al mismo tiempo, como un modo de adquirir el
dominio de los bienes específicos que pertenecían al causante (artículo 588).
Al heredero, por el solo hecho de serlo se le tiene por poseedor "legal" de la universalidad herencia
(artículos 688 y 722).
A estas clases de posesión de la herencia puede agregarse según precedentes judiciales, la posesión "real"
de la herencia, que corresponde al que en la realidad detenta la herencia en calidad de heredero (que
puede ser o no el verdadero heredero), entendiéndose que se posee la herencia poseyendo los bienes del
causante en calidad de heredero.
109
Ahora bien, con respecto a la posesión, pueden formularse apreciaciones diferenciadas para la
universalidad herencia y para los bienes que la integran.
a) En cuanto a la herencia: Por cierto, el verdadero heredero puede tener las tres clases de posesión.
Si un falso heredero entra a poseer la herencia, en posesión real, el verdadero puede intentar la
acción de petición de herencia. Si no lo hace, el falso puede terminar ganándola por prescripción
de diez años; y aun de cinco, si ha obtenido la posesión efectiva.
En esta situación, estrictamente carece de título, pero, existiendo algún vestigio, el Código Civil
lo llama “título putativo”.
b) En cuanto a los bienes específicos: Debe advertirse que, al fallecer el causante puede haber tenido
bienes en diversas situaciones jurídicas:
a. en dominio
b. sólo en posesión
c. en mera tenencia
Al fallecer, cualquiera puede entrar a poseer un bien de esos y, siendo poseedor, llegar a ganarlo,
por prescripción todo conforme a las reglas generales.
Podrá aducir como título cualquiera de los que señala el artículo 703, según sea su caso, por
último, le basta el título llamado ocupación. (Por cierto, sí es inmueble, se planteará el problema
de la inscripción conservatoria.)
Si el que posee bienes manifiesta que lo hace porque es heredero, habrá que examinar si
verdaderamente es heredero y si el causante era dueño de la cosa tiene el dominio y por lo mismo,
el derecho a poseerla.
Aquí puede recordarse el artículo 717, en conformidad al cual el heredero inicia la posesión y no
le ha sido transmitida por el causante.
Pero ese precepto aparece en contradicción con el artículo 2500 inciso 2°: “La posesión
principiada por una persona difunta continúa en la herencia yacente, que se entiende poseer a
nombre del heredero.”
Si el causante poseía la cosa sin ser dueño, al entrar en posesión el heredero tendrá particular
importancia su posesión para llegar a adquirir el dominio por prescripción.
Por último si el causante era sólo tenedor, igual el heredero entrará en posesión.
En todos estos casos el titulo para poseer, es decir, la justificación del heredero de por qué posee,
será la sucesión por causa de muerte; salvo que él sepa que la cosa no era del dominio del
causante; en tal caso, tendrá que acudir a la ocupación.
Si no es heredero, sea que el causante tenía el dominio o sólo la posesión, o nada más que la mera
tenencia, la posesión en los bienes carecerá de título.
El creerá que es heredero y, por tanto, dirá que el título de su posesión (su justificación de por qué
posee los bienes) es porque es heredero. El Código califica a esta situación de "posesión con
título putativo"; y el título putativo será la sucesión por causa de muerte. Y si obtuvo posesión
efectiva, encuentra lo justo en el decreto que la concede.
110
9.10) Adquisición, Conservación y Pérdida de la posesión
--> Cuestiones Previas: Antes de tratar las particularidades de este tema, procede examinar dos
cuestiones aplicables a la adquisición de la posesión de toda, clase de bienes:
a) Capacidad para Adquirir la Posesión: Requiriéndose tan sólo aprehensión de una cosa unida a
la voluntad de hacerla suya, las reglas de capacidad en esta materia son algo menos exigentes que
las generales.
Del contenido del artículo 723 se infiere lo siguiente: la posesión de los muebles puede adquirirla
toda persona, con la sola excepción de los dementes y los infantes que carecen por completo de
voluntad.
Pero es notable la limitación que se agrega: los incapaces, si bien pueden adquirir la posesión de
los muebles, no pueden ejercer actos de poseedores sino con la correspondiente autorización.
La posesión de los inmuebles no, está sometida a norma particular por lo que en su adquisición y
ejercicio se regula por las normas generales; los relativamente incapaces podrán adquirirla, pero
podrán ejercerla sólo mediante sus representantes legales o autorizados por ellos.
En efecto, el artículo 720 dispone que “la posesión puede tomarse no sólo por el que trata de
adquirirla para sí, sino por mandatario, o por sus representantes legales.”
Tal intermediario podrá ser un representante legal, un mandatario y aun un agente oficioso.
Conforme al artículo 721: “si una persona toma la posesión de una cosa en lugar y a nombre de
otra de quien es mandatario o representante legal, la posesión del mandante o representado
principia en el mismo acto, aun sin su conocimiento.”
“Si el que toma la posesión a nombre de otra persona, no es su mandatario ni
representante, no poseerá ésta sino en virtud de su conocimiento y aceptación; pero se
retrotraerá su posesión al momento en que fue tomada a su nombre.”
Hay ciertos casos en que la posesión se puede adquirir sólo a través de otro.
Así les acontece a los infantes y dementes (artículo 723, inciso 2°), como ya ha quedado dicho, y
se puede agregar, a las personas jurídicas, que han de adquirirla a través de quienes las
representan; por, su naturaleza, ello acontece en todas sus actuaciones.
--> Principios Básicos: En cuanto a la adquisición de la posesión, es necesario recordar una regla
fundamental: la posesión se adquiere cuando se reúnen sus dos elementos constitutivos: el corpus y el
animus; tiene lugar cuando concurren la aprehensión o tenencia de la cosa, con el ánimo de apropiársela.
Tratándose de la muy particular "posesión de las herencia” se hace excepción a dicha regla, ya, que ella se
adquiere por el ministerio de la ley, aunque el heredero lo ignore.
Debe tenerse presente, asimismo, que si bien el Código señaló reglas para la adquisición de la posesión de
las cosas corporales, ha guardado, silencio respecto de las incorporales que pueden poseerse y que
por ser tales no pueden aprehenderse.
No se dan reglas para la adquisición de la posesión de los derechos reales distintos del dominio. Se suple
dicha deficiencia respecto de algunos derechos reales, como el usufructo, uso y habitación, cuando recaen
sobre inmuebles, censo e hipoteca (artículos 724 y 686).
Debido a las importantes diferencias entre bienes muebles e inmuebles respecto de la adquisición,
conservación y pérdida de la posesión, la materia se analizará en base a dicha clasificación de los bienes.
111
A. Adquisición, Conservación y Pérdida de la Posesión de Muebles
El corpus se configurará ya por la aprehensión, material, ya por un acto que signifique que de
hecho el sujeto queda con la cosa a su disposición, es decir, queda sometida a su potestad.
Así se desprende del artículo 727: “la posesión de la cosa muebles no se entiende perdida
mientras se halla bajo el poder del poseedor, aunque éste ignore accidentalmente su paradero.”
Por otro lado, puede un tercero detentar la cosa por mucho tiempo, como mero tenedor, sin que se
pierda la posesión (como es el caso del que entrega la cosa en arrendamiento o comodato)
Así, por caer el poseedor en demencia o durante su sueño, no se pierde la posesión. Más bien el
ánimo se presume mientras no se manifieste una voluntad contraria, como cuando la vende y la
mantiene en su poder como arrendatario, o la abandona para desprenderse definitivamente de ella.
Por otra parte, si se tiene la posesión por intermedio de otro (que será mero tenedor), siguiendo
varias reglas formuladas por Pothier, se entiende que si el mero tenedor cae en demencia o
fallece, no pierde el poseedor su posesión.
Tampoco se pierde si el mero tenedor tiene la cosa a su vez por otro, como en el subarriendo y
aunque este último ignore quién es el poseedor.
Se agrega que igualmente no se pierde si el mero tenedor cambia de propósito, como si la usurpa
y se da por dueño, a menos que la enajene a un tercero, pues en tal caso aquél adquiere la
posesión.
3. Pérdida de la Posesión de Bienes Muebles: Una vez más, siendo dos los elementos
constitutivos, la posesión se pierde al perderse cualquiera de ellos o ambos, sin perjuicio de lo
dicho precedentemente.
Conforme al artículo 726: “se deja de poseer una cosa desde que otro se apodera de ella con
ánimo de hacerla suya; menos en los casos que las leyes expresamente exceptúan.”
112
El artículo 730 se refiere a la usurpación cometida por el mero tenedor, señalando que el dueño o
poseedor no pierde la posesión ni la adquiere el usurpador.
I. Inmuebles no Inscritos
Hay autores que formulan una distinción entre ocupación y lo que denominan
"simple apoderamiento material" (muchos simplemente la siguen) porque la
ocupación se encuentra restringida sólo a los muebles. Y luego admiten que sí se
puede adquirir la posesión de inmuebles por simple apoderamiento material
sosteniendo que si el inmueble no está inscrito, no es necesaria inscripción.
Hay opiniones que en este caso exigen inscripción; el solo apoderamiento material
no bastaría.
113
Si se reconoce la posesión del bien principal sin necesidad de inscripción no podría
exigirse aquí la inscripción; al poseerse lo principal, se posee lo accesorio sin un
acto especial; éste sigue la suerte de aquél. Se entiende sí que para tener posesión
sobre lo accesorio, los actos posesorios deben ejercitarse también sobre lo que ha
accedido.
iv. Sucesión: Si se invoca la sucesión por causa de muerte, para adquirir la posesión no
es necesaria la inscripción, ya que los artículos 688 y 722 la confieren por el solo
ministerio de la ley; las inscripciones del artículo 688 habilitan al heredero para
disponer de los inmuebles, pero no son las que le confieren la posesión.
Si el inmueble no está inscrito, se inscribirá con las normas de los artículos 693 del
Código y 58 del Reglamento.
Y cuando se dispone que la posesión irregular es aquella a la que le faltan uno o más
requisitos de la regular ello podrá aplicarse cuándo es otro el título que se aduce, no uno
traslaticio, en que la inscripción (tradición) es indispensable; pudiera faltar la buena fe,
pero no la inscripción.
Se agrega también que el espíritu, del sistema parece más conforme con tal solución,
desde que así se progresa más seguramente en la inclusión de inmuebles en el sistema
registral implantado.
Pero también se ha sostenido que aun aduciendo título traslaticio de dominio, tratándose
de inmuebles no inscritos, para adquirir posesión irregular no es necesaria inscripción
pues el artículo 724 se estaría refiriendo sólo a los inscritos; el artículo 730 conduce a la
misma conclusión, pues se estaría refiriendo primero a los muebles y a los inmuebles no
inscritos y luego a los inmuebles inscritos.
La opinión que se ha ido imponiendo es esta última, esto es, que no se requiere
inscripción para obtener la posesión irregular de los inmuebles no inscritos, se requiere
únicamente para adquirir la posesión regular.
Se pierde su posesión desde que falta alguno de los elementos constitutivos, corpus o animus,
o ambos. El artículo 726 es plenamente aplicable a la materia.
114
El artículo 729 señala que “si alguien, pretendiéndose dueño se apodera violenta o
clandestinamente de un inmueble cuyo título no está inscrito, el que tenía la posesión la
pierde.”
Al igual que en los muebles, aquí también es oportuno cotejar dos preceptos para tratar de
precisar su campo de aplicación los artículos 729 y 730.
El texto confiere ese efecto al apoderamiento violento o clandestino; con mayor razón se
producirá si no hay violencia ni clandestinidad.
También debe recordarse que se ha sostenido, aisladamente, que, por la redacción del
precepto, A perdería la posesión pero no la adquiriría B.
115
II. Inmuebles Inscritos: Los autores nacionales han denominado "teoría de la posesión inscrita"
a un conjunto de principios y disposiciones legales diseminadas a través del Código Civil, y
que se refieren a la adquisición, conservación y pérdida de la posesión de los inmuebles.
Son preceptos fundamentales en la materia los artículos. 686, 696, 702, 724, 728,730, 924, 925
y 2505.
Conforme al artículo 686, “se efectuará la tradición del dominio de los bienes raíces por la
inscripción del título en el Registro del Conservador.”
El artículo 696 dispone que “los títulos cuya inscripción se prescribe en los artículos
anteriores, no darán o transferirán la posesión efectiva del respectivo derecho, mientras la
inscripción no se efectúe de la manera que en dichos artículos se ordena.”
El artículo 702, señalando los elementos de la posesión regular señala que “si el título es
translaticio de dominio, es también necesaria la inscripción.”
Conforme al artículo 724, “si la cosa es de aquellas cuya tradición debe hacerse por
inscripción en el Registro Conservador, nadie podrá adquirir la posesión de ella sino por este
medio.”
El artículo 728 establece que, “mientras subsista la inscripción, el que se apodera de la cosa a
que se refiere el título inscrito, no adquiere la posesión de ella ni pone fin a la posesión
existente.”
De acuerdo al inciso 2° del artículo 730, “si el que tiene la cosa en lugar y a nombre de un
poseedor inscrito, se da por dueño de ella y la enajena, no se pierde por una parte la posesión
ni se adquiere por otra, sin la competente inscripción.”
Finalmente , el artículo 2505 dispone que “contra título inscrito no tendrá lugar la prescripción
adquisitiva de bienes raíces, o de derechos reales constituidos en éstos, sino en virtud de otro
título inscrito; ni empezará a correr sino desde la inscripción del segundo.”
Los sostenedores de esta última posición llegan hasta los textos pero están más bien
estimulados por una concepción realista u objetiva de la posesión, por la cual el elemento
fundamental es la tenencia material, el aprovechamiento económico del bien de que se
trata, de modo que debe protegerse a quien realmente lo labora, aun en perjuicio de quien
pudiera afincar sus pretensiones en el solo Registro; éste perdería su validez si no es
reflejo de una situación real.
116
Conducen a tal conclusión:
II. Conservación y Pérdida de la Posesión de Inmuebles Inscritos: Una vez más debe
tenerse presente la correlación existente entre adquisición, conservación y pérdida.
a. Por Voluntad de las Partes: Esta situación se refiere al caso en que las partes han
celebrado un título translaticio y lo han inscrito, pero posteriormente deciden resciliar
el acto o contrato que generó la inscripción.
b. Por Decreto Judicial: Una sentencia puede también disponer que se cancele una
inscripción, cesando así la posesión inscrita existente a nombre de una de las partes.
El juicio reivindicatorio puede concluir con ese resultado. Puede ocurrir también en
juicios sobre nulidad o acción resolutoria.
El comprador exhibe dicho título al Conservador, con el que éste inscribe el inmueble
ahora a nombre del comprador.
117
Algunos fallos han estimado que no, pues ese título no "transfirió el derecho", como lo
dispone el artículo 728.
Pero también se ha aceptado, porque los artículos 728 y 2505 no distinguen la justicia o
injusticia del título y porque el 730 da por cancelada la inscripción, basada en un título
particularmente injusto, como es el del usurpador.
Si el bien del que se da por dueño y enajena es un inmueble inscrito, el artículo 730,
inciso 2° pretende resolver el punto; para que cese la posesión del poseedor inscrito, y
el adquirente entre en posesión es necesaria "competente inscripción”.
Para algunos, "competente inscripción" sería la que emana del poseedor inscrito; se
está refiriendo el texto a la misma que ya indica el artículo 728; sólo así queda
protegida la continuidad del Registro.
La exigencia de que aun en el caso del usurpador se exija que la inscripción emane del
poseedor inscrito puede aplicarse en varias hipótesis:
Los argumentos giran en tomo el los mismos preceptos, que se armonizan o contraponen con
variados razonamientos.
En ello ha influido sin duda aquella pretensión del codificador, expuesta en el Mensaje, de que en
materia de inmuebles con el tiempo se llegaran a identificar en la realidad los conceptos de
dominio, inscripción y posesión, que continúa postergada no sólo por la falta de obligatoriedad
del Registro, sino, entre otras causas, por un sistema de escasa legalidad registral y, por lo mismo,
poco seguro.
118
Pero del examen, de las distintas discusiones se observan unas posiciones constantes que
permiten delinear dos tendencias centrales:
Los fallos de los tribunales han oscilado entre las posiciones mencionadas; y en ocasiones
parece más bien que sin pretender sentar precedentes interpretativos sobre materia tan
fácilmente controvertible, han sentenciado en favor de quien exhibía más razonables
antecedentes para sus pretensiones.
Los autores adoptan una u otra posición y algunos las llevan a los extremos.
a) Tenencia
b) Animo de dueño
Probar el primero implica demostrar que al objeto respectivo se le tiene aprehendido físicamente,
o, al menos, que le gobierna, controla, o se le tiene a su disposición.
El segundo, por su naturaleza sicológica, es de imposible prueba directa; pero hay hechos que
permiten deducirlo.
Son los que conforman, normalmente la conducta de un dueño: que se le utiliza, se le mantiene, se
le mejora, se le transforma o refacciona, etc., sin esperar anuencia de nadie. Porque el poseedor ha
de demostrar que se comporta respecto de la cosa como se comporta un dueño.
Pero el Código establece al efecto presunciones positivas y negativas en el artículo 719 del Código
Civil:
Como se trata de la prueba de hechos, son idóneos todos los medios de prueba de admisión
general.
119
Respecto de los muebles registrables, recuérdese que la inscripción de un vehículo motorizado
terrestre constituye presunción de dominio, pero no de posesión. De ahí que se haya resuelto que
para probar posesión no basta la sola prueba documental.
II. Posesión de inmuebles: Tratándose de inmuebles inscritos, rige el artículo 924 de manera que la
posesión debe probarse mediante la inscripción correspondiente y mientras subsista, y con tal que
haya durado un año completo, no es admisible ninguna prueba de posesión con que se pretenda
impugnarla.
Tratándose de inmuebles no inscritos, la norma aplicable sería el artículo 925 debiendo probarse la
posesión a través de hechos positivos a que sólo da derecho el dominio, ejecutados sin el
consentimiento del que disputa la posesión.
Igualmente debe recurrirse al artículo 925 y probar la posesión a través de los mencionados
hechos positivos, en el caso que exista más de una inscripción sobre un mismo inmueble
(inscripciones paralelas)
El tema de la prueba de la posesión de inmuebles se analizará con más detalle al tratar las accione
posesorias.
1. La Adquisitiva (o Usucapión)
2. La Extintiva (o liberatoria)
Nuestro Código las trata conjuntamente, pues presentan elementos comunes:
Para beneficio del orden social se procede a consolidar situaciones luego de cierto lapso, que no podrían
quedar indefinidamente inciertas.
La difícil prueba del dominio, en nuestro Derecho, se ve también facilitada mediante la prescripción
adquisitiva.
10.1) Las Reglas Comunes a Toda Prescripción: Es tradicional hacer mención a tres reglas que, por ser
aplicables tanto a la prescripción adquisitiva como a la extintiva, se las ha denominado "reglas comunes a
toda prescripción”
a) Debe ser Alegada (artículo 2493): “El que quiera aprovecharse de la prescripción debe
alegarla; el juez no puede declararla de oficio.”
Tratándose de un beneficio, que podría ser renunciado, es justificado que se exija su alegación,
no pudiendo el Juez declararla de oficio.
Por otra parte, es necesario que se hagan constar las antecedentes o elementos que configuren la
pretensión de que ha operado; con la alegación se harán llegar esos antecedentes.
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Se entiende también que dicha alegación no podría plantearse sino en un juicio seguido contra
legítimo contradictor, que sería él dueño contra quien se prescribe en prescripción adquisitiva y el
contra quien se prescribe en la acreedor la prescripción extintiva.
Pero no basta una vaga referencia de ella sino que debe alegarse en términos concretos, aunque
puede aceptarse una alegación tácita; si se deduce claramente de los argumentos del prescribiente.
En todo caso, deben indicarse al juez los elementos esenciales que la configuran (cómo ocurre
con el plazo, que para saber si está cumplido, es necesario señalar desde cuando ha de de
empezarse a contar)
Algunos sostienen que la prescripción puede alegarse tanto como acción como excepción,
amparándose para ello:
a. En el artículo 310 del Código de Procedimiento Civil que permite oponer la excepción de
prescripción
b. En que la acción y la excepción no son sino simples medios o posiciones procesales que
adoptan los derechos o intereses controvertidos; en ambas hay un derecho o interés que se
hace valer y será la sentencia la que declarará cuál merece la garantía legal.
a. Es necesario obtener una declaración positiva del tribunal, en orden a que habiéndose
cumplido las exigencias, la cosa es del dominio del prescribiente, de modo que una pura
excepción opuesta en base a la prescripción sería insuficiente.
b. Como el artículo 310 del Código de Procedimiento Civil se refiere a la “excepción de
prescripción”, y dispone que ella puede oponerse en cualquier estado del juicio, se estima
que el precepto es sólo aplicable a la prescripción extintiva; por lo demás, la adquisitiva,
por su naturaleza, exige un juicio de lato conocimiento, lo que no se daría si se permitiera
oponerla como excepción en cualquier estado del juicio.
Así, lo que el prescribiente puede hacer es ejercer una acción que derive de su dominio (como la
reivindicatoria) señalando como causa de pedir la prescripción, ya que se dirá, dueño ello por la
prescripción, debiendo entonces probar dicha prescripción.
121
Hoy en día la jurisprudencia se ha ido uniformando y la discusión zanjando en el sentido de que
la prescripción adquisitiva sólo puede alegarse por vía de acción y si es el demandado el que
quiere alegarla, deberá hacerlo reconviniendo.
--> Cómo se Alega la Prescripción Extintiva: En este caso puede alegarse por vía de excepción
y en cualquier estado del juicio.
La duda es si puede alegarse por vía de acción, esto es, si se puede comparecer ante el tribunal
solicitando que declare la prescripción extintiva.
Este tema ha sido bastante discutido, pero en general parece concluirse que no existen
inconvenientes para que la prescripción extintiva pueda alegarse por vía de acción, pues para ello
basta tener interés y no cabe duda que el deudor tiene interés en quedar liberado de la obligación.
Pero como en la aplicación de la institución hay un general interés comprometido, se impide re-
nunciar, a ella anticipadamente y ya que de permitirse se intentaría la renuncia frecuentemente, al
celebrarse actos o contratos, con lo que su vigencia práctica iría inhibiendo.
El precepto mismo indica que la dicha renuncia puede ser expresa o tácita.
“Renúnciase tácitamente, cuando el que puede alegarla manifiesta por un hecho suyo que
reconoce el derecho el derecho del dueño o del acreedor; por ejemplo, cuando cumplidas las
condiciones legales de la prescripción, el poseedor de la cosa la toma en arriendo, o el que debe
dinero paga intereses o pide plazo.”
Del examen riguroso del precepto fluye, como idea repetida en su inciso 2°, que antes de
cumplirse las condiciones exigidas para que opere, no puede renunciarse.
Pero en la prescripción adquisitiva la fuerza de los acontecimientos obliga a una precisión; sin
duda que antes de iniciarse no podría renunciarse.
Pero, por otra parte, es imposible impedir al poseedor que, luego de poseer una parte del lapso,
deje de poseer; ciertamente, en cualquier instante podrá reconocer al dueño como tal o
simplemente alejarse de la cosa dejando de poseer.
En definitiva, lo que con la regla queda repudiado es el pacto en que se estipule la renuncia, el
cual es muy poco factible en la prescripción adquisitiva.
Cumplidos los requisitos de la prescripción adquisitiva, para que sea posible renunciar a ella se
exige poder de disposición del derecho de que se trata (artículo 2495: “no puede renunciar la
prescripción sino el que puede enajenar); como se estará actuando jurídicamente, parece claro que
se ha de exigir, además, plena capacidad de ejercicio.
122
En cuanto a los efectos de la renuncia, son relativos, esto es, sólo afectan al renunciantes. Por
ejemplo, si son varios los deudores, la renuncia sólo afecta al deudor que renunció y no a los
otros.
El precepto se explica en cuanto terminó con reglas de privilegio a favor de ciertas entidades
(como la Iglesia y el Fisco) en materia de prescripción.
Por otra parte, no se contempla tampoco la llamada “acción rescisoria del dominio”, conforme a
la cual el dueño al que le habían ganado la cosa por prescripción podía pedir que se rescindiera el
dominio ganado por el prescribiente, probando que había estado imposibilitado de impedir esa
prescripción.
2. Permite adquirir el dominio y los demás derechos reales, con excepción de las servidumbres
discontinuas y continuas inaparentes: Para concebir un derecho real distinto del dominio
adquirido por prescripción, puede pensarse, en términos generales, en derechos constituidos por
quien no es dueño o constituidos en forma imperfecta.
En cuanto a la posibilidad de, adquirir por prescripción los derechos personales el tema se inicia
con una polémica: la posesión de esta clase de derechos.
Esa controversia es básica porque si se rechaza que exista posesión de derechos personales, se
tendrá que rechazar, en consecuencia, su prescripción adquisitiva.
Si se admite la posesión de estos derechos, la conclusión normal será la de que pueden ganarse,
por prescripción.
Pero pudiere estimarse que aunque es posible poseerlos, no puedan ganarse por prescripción (y
sería uno de los casos de cosa poseíble, pero no prescriptible)
En el Código Civil chileno, hay dos preceptos que, en lo concerniente al objeto que se prescribe,
aparecen dirigidos sólo a los derechos reales (artículos 2498 y 2512)
En cambio, quien insista en que es posible ganarlos por prescripción, dirá que esas reglas no
excluyen expresamente la prescripción de los derechos personales, que la circunstancia de
dirigirse a los reales no implica necesariamente excluir a los personales.
123
10.3) Requisitos de la Prescripción como Modo de Adquirir: Los elementos son:
a) El dominio de los bienes corporales raíces o muebles, que están en el comercio humano
b) Los otros derechos reales que no estén especialmente exceptuados
Además, resulta básico que la cosa sea susceptible de posesión; si la cosa no es susceptible de
posesión, no podrá adquirirse por prescripción.
La regla general es que todas las cosas que pueden poseerse van a ganarse por prescripción.
¿Es concebible la posesión, con la imposibilidad, de ganar por prescripción? En otros términos;
¿puede haber posesión sin prescripción?
Lógicamente, no se ve obstáculo Por lo mismo, una ley puede disponer que cierto objeto puede
poseerse, pero que es imprescriptible.
Hay autores que ven esta situación en varias materias del Código, como por ejemplo:
Para mayor claridad, conviene aislar la situación del que adquiere la cosa común de manos de un
comunero que la enajena dándose por dueño exclusivo.
El adquirente no adquiere más derechos que los que tenía su causante, por lo que se hace dueño
sólo de la cuota de éste, pasando a ser comunero con los demás; pero la venta de cosa ajena es
válida y él, ignorando la existencia de la comunidad, posee toda la cosa exclusivamente; parece
no haber inconveniente en ello y puede llegar a adquirir el dominio exclusivo por prescripción
incluso ordinaria.
124
Pero también se ha sostenido que es posible:
a. El artículo 1317, permite pedir la partición, siempre que exista comunidad, lo que no
impediría esta solución; sobre todo porque no hay por qué rechazar el evento de que un
comunero, cambiando las circunstancias y con un cambio de actitud, empiece a poseer
exclusivamente.
b. Se debe proteger al comunero que efectivamente labora por largo tiempo la cosa común
mientras, los otros se han desentendido de ella.
Deben distinguirse los actos de posesión con los de mera facultad y de mera tolerancia; conforme
al artículo 2499, “la omisión de actos de mera facultad, y la mera tolerancia de actos de que no
resulta gravamen, no confieren posesión, ni dan fundamento a prescripción alguna.”
“Así el que por muchos años dejó de edificar en un terreno suyo, no por eso confiere a
su vecino el derecho de impedirle que edifique.”
“Del mismo modo, el que tolera que el ganado de su vecino transite por sus tierras
eriales o paste en ellas, no por eso se impone la servidumbre de este tránsito o pasto.”
“Se llaman actos de mera facultad los que cada cual puede ejecutar en lo suyo, sin
necesidad del consentimiento de otro.”
Puede resultar dudosa en ciertos casos la calificación de un acto como de mera facultad o
tolerancia, en lugar de acto posesorio propiamente; es cuestión de hecho que habrá de analizarse
en el contexto de la situación práctica, considerando la conducta del dueño y de su contrincante,
la magnitud objetiva de tales actos, su frecuencia, su exclusividad, su publicidad, etc.
Peor la posesión además debe ser continua, vale decir, no interrumpida y según el artículo 2501,
“posesión no interrumpida es la que no ha sufrido ninguna interrupción, natural o civil.”
--> Interrupción de la Prescripción: Es la pérdida del tiempo corrido para ganar por
prescripción, en virtud de un hecho al que la ley le atribuye ese mérito, acaecido antes de que el
lapso para prescribir se cumpla.
Pero la interrupción natural de la segunda especie hace perder todo el tiempo anterior, a
menos que se haya recobrado legalmente la posesión.
125
Y, desde luego, para resolver si en un caso determinado se está ante esta situación de
interrupción, tratándose de inmuebles el tema se relaciona con las controversias sobre
adquisición y pérdida de la posesión.
B. Interrupción Civil (artículo 2503): “Interrupción civil es todo recurso judicial intentado
por el que se pretende verdadero dueño de la cosa, contra el poseedor.”
Precisando sus características, los tribunales han puntualizado que se trata del ejercicio de
una acción, de un juicio, y no produce el efecto de interrumpir, una gestión no contenciosa
o extrajudicial. Ningún efecto produce una demanda intentada después que el plazo de
prescripción ya se ha cumplido. Si los demandados son varios, deberá notificarse a todos.
Conforme al mismo artículo 2502, sólo el que ha intentado este recurso podrá alegar la
interrupción.
En el caso del N°2 del artículo 2502, debe recordarse que no se pierde el tiempo de la posesión
anterior si el desposeído recobra legalmente la posesión.
Respecto de la interrupción civil debe tenerse presente que en ciertos casos, aun cuando se actuó
judicialmente, no queda interrumpida la prescripción:
No debe olvidarse tampoco la especial regla del artículo 2504: “Si la propiedad pertenece en
común a varias personas, todo lo que interrumpe la prescripción respecto de una de ellas, la
interrumpe también respecto de las otras.”
En cuanto al campo de aplicación de la interrupción, no hay duda, que tiene vigencia no sólo para
la prescripción ordinaria sino también para la extraordinaria.
La ubicación de estas reglas, antes de la distinción entre ambas, enunciada en el artículo 2506, y
la misma regla del artículo 2510, llevan a esa conclusión; no hay razón, por lo demás para
restringirla a la prescripción ordinaria.
3) Transcurso del Tiempo e Inactividad del Titular: Para llegar a ganar por prescripción, debe
poseerse durante un determinado lapso, que depende de la naturaleza de la cosa y de la clase de
prescripción de que se trate.
a) Prescripción Ordinaria:
a. Muebles: 2 años.
b. Inmubles: 5 años.
126
b) Prescripción Extraordinaria:
a. Muebles: 10 años.
b. Inmuebles: 10 años.
1. Prescripción Adquisitiva Ordinaria: Exige posesión regular durante dos años para los muebles
y cinco años para los bienes inmuebles (artículos 2507 y 2508).
La Ley N°16.952, de 1° de octubre de 1968 derogó las por las cuales si la persona, contra la cual
se prescribía residía en el extranjero, cada dos días se contaban por uno.
Sin definir la suspensión el Código señala las personas a cuyo favor opera y los efectos que
produce.
Conforme al artículo 2509, “la prescripción ordinaria puede suspenderse, sin extinguirse: en ese
caso, cesando la causa de la suspensión, se le cuenta el poseedor el tiempo anterior a ella, si
alguno hubo.”
a) Los menores; los dementes; los sordomudos; y todos lo que estén bajo patria potestad o
bajo tutela o curaduría.
b) La mujer casada en sociedad conyugal mientras dure ésta.
c) La herencia yacente
Algunas puntualizaciones:
--> La Suspensión entre Cónyuges (artículo 2509, inciso final): "La prescripción se suspende
siempre entre cónyuges.”
127
b) El artículo 2511 está insistiendo que la prescripción extraordinaria no se suspende a favor
de las personas enumeradas en el artículo 2509, y se entienden no sólo las "enumeradas"
(con números) sino todas las "mencionadas" allí;
c) Se trata la suspensión de un beneficio excepcional cuyos textos obligan a una
interpretación restrictiva
d) En fin, cuando se dispone que la prescripción se suspende "siempre" entre cónyuges, no
se refiere la ley a que ello rige en la ordinaria y en la extraordinaria, sino relación con la
ordinaria, regulando que se suspende entre cónyuges sin importar el régimen de bienes en
que vivan, tema al que se estaba recién refiriendo en el inciso anterior.
Fuera de estas argumentaciones de texto y más bien literales, permanece cómo muy fuerte la
razón de fondo de la suspensión, por las características de la institución del matrimonio, que
valen para toda forma de prescripción.
Se ha sostenido que aunque basta la posesión irregular, la posesión debe ser útil, es decir, no
viciosa, pero ello se ha discutido, según se mencionó.
Por último, está presente aquí la comentada regla del artículo 2510 N°3: la existencia de un título
de mera tenencia hará presumir mala fe, y no dará lugar a la prescripción, a menos de concurrir
estas dos circunstancias:
a) Que el que se pretende dueño no pueda probar que en los últimos diez años se haya
reconocido expresa o tácitamente su dominio por el que alega la prescripción.
b) Que el que alega la prescripción pruebe haber poseído sin violencia, clandestinidad ni
interrupción por el mismo lapso de tiempo.
En cuanto al transcurso del tiempo, se exige posesión por 10 años, lapso primitivamente de 30
años; se abrevió a 15 por Ley N°6.162 y, posteriormente, a 10, por 16.952.
128
10.5) Prescripción Adquisitiva de otros Derechos Reales: Para otros derechos reales, que es posible
igualmente ganar por prescripción, con algunas excepciones.
Señala el artículo 2512 que los derechos reales se adquieren por la prescripción de la misma manera que
el dominio, y están sujetos a las mismas reglas, salvas las excepciones siguientes:
Tratándose del derecho real de herencia, debe tenerse en cuenta que también puede ganarse por
prescripción de cinco anos, en el caso en que se ha obtenido la posesión efectiva.
11.6) La Adquisición del Dominio por la Prescripción: Como se ha dicho, por la prescripción
adquisitiva se adquiere el dominio y otros derechos reales.
Esta adquisición opera, no desde que se cumple el plazo necesario, sino retroactivamente, desde que se
inició la posesión.
La doctrina da distintos fundamento para esta retroactividad, como la presunción de que el anterior
propietario abdicó de su dominio antes de iniciarse la posesión, que debe protegerse a terceros que ya
durante la posesión contrataban con el poseedor teniéndolo por dueño, etcétera.
a) El poseedor queda dueño de los frutos producidos durante la posesión, aunque haya estado de
mala fe
b) Quedan firmes los gravámenes o cargas, que haya constituido en ese tiempo
c) Estrictamente, le han de ser inoponibles los que haya constituido el propietario en la misma
época.
Al poseer la cosa se ha sostenido, poseía asimismo esos derechos reales, de modo que al adquirirla, los
adquirió también y, simultáneamente con la adquisición, quedaron extinguidos, porque esos derechos
reales sólo se conciben en cosa ajena; aquí se extinguieron por confundirse, con el dominio, en un solo
titular.
A tal efecto suelen llamarle "usucapión liberatoria”, que parece preferible reemplazar por la
denominación de "efecto liberatorio de la usucapión".
10.8) La Sentencia que declara la Prescripción Adquisitiva: Se atribuye a la sentencia que declara la
prescripción adquisitiva la calidad de requisito de eficacia, sobre todo por lo dispuesto en el artículo 2513:
“La sentencia judicial que declara una prescripción hará las veces de escritura pública para la
propiedad de los bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos, pero no valdrá contra terceros
sin la competente inscripción.”
En contrario se ha sostenido que basta con que se cumplan las exigencias para que la prescripción
produzca sus efectos, y así, si después de ello se celebran actos de dueño, serán ellos eficaces; pero puede
replicarse que esa validez y eficacia la tendrán siempre que, al objetarse, un fallo posterior declare la
prescripción, fallo que al operar retroactivamente justifica esa validez y la eficacia de aquellos actos, y si
les adverso, quedarán sin efecto.
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10.9) Prescripción contra Título Inscrito: Conforme al artículo 2505, “Contra título inscrito no tendrá
lugar la prescripción adquisitiva de bienes raíces, o de derechos reales constituidos en éstos, sino en
virtud de otro título inscrito; ni empezará a correr sino desde la inscripción del segundo.”
Entonces, para que opere la prescripción contra título inscrito se requiere de nuevo título y una nueva
inscripción, a partir de la cual se cuenta el plazo.
La opinión que predomina es que la nueva inscripción no requiere derivar del poseedor inscrito
anterior, debiendo entenderse por competente inscripción aquella que se efectúa cumpliendo las
formalidades que establece el Reglamento del Conservador de Bienes Raíces.
Si se entiende que para adquirir la posesión de inmuebles inscritos, regular o irregular, se requiere
siempre inscripción, se entiende que el precepto es aplicable a toda forma de prescripción.
Pero, si se acepta que es posible adquirir la posesión irregular de inmuebles inscritos sin
inscripción, entonces, es factible concluir que el artículo 2505 no es aplicable a la prescripción
extraordinaria.
a) El Mensaje del Código expresa que e los 10 años se consolidan todos los derechos y se
extinguen todas las obligaciones.
b) Conforme al artículo 2510, para la prescripción extraordinaria no se requiere título
alguno
c) La prescripción extraordinaria acepta posesión irregular que es aquella a la que falta
alguno de los requisitos de la posesión regular, o sea, puede faltar el justo título y su
inscripción.
d) De no aceptarse esta tesis, jamás podría ganarse por prescripción un inmueble inscrito.
Alessandri, Claro Solar y Clemente Fabres sostienen que el artículo 2505 se aplica tanto a la
prescripción ordinaria como extraordinaria, por lo tanto, para ganar por prescripción
extraordinaria un bien inscrito, se requiere nueva inscripción. Ello por cuanto:
La jurisprudencia ha privilegiado la posesión inscrita, pero no debe olvidarse tampoco que los
tribunales frecuentemente han restado mérito a las inscripciones "de papel" que no exhiben un
antecedente de posesión material. Y recuérdese también que por la legislación de saneamiento de
títulos (DL 2695) es posible inscribir inmuebles antes inscritos, con consecuencias muy
controvertidas.
130
11.- La Sucesión por Causa de Muerte: De varios preceptos del Código se desprende que la sucesión
por causa de muerte es un modo de adquirir el dominio, el cual opera por el solo fallecimiento del
causante (artículos 588, 722, 955, 956, 1344)
Para atender a estas otras finalidades, se ha exigido también la inscripción en mutaciones del dominio que
se producen por otros modos; así ocurre con las inscripciones que se exigen cuándo, se adquiere por el
modo de adquirir sucesión por causa de muerte.
--> Si el heredero quiere disponer de un mueble hereditario, para ajustarse a la ley de impuesto de
herencias, debe:
Esta inscripción se practica en el Registro de Propiedad del Conservador del departamento en que
el auto de posesión efectiva fue pronunciado.
El procedimiento para solicitarla, obtenerla e inscribirla, y las diligencias para el pago del
impuesto a las herencias, están señalados en el Código de Procedimiento Civil y en la ley 16.271,
sobre impuesto a las herencias.
Con esta inscripción pueden los herederos disponer de consuno de los inmuebles hereditarios (y
podría un comunero disponer de su cuota referida a un inmueble determinado)
Con las inscripciones anteriores, se puede seguir en el Registro la historia de un inmueble que antes
perteneció a una persona, luego a sus herederos y por último se radicó en uno solo de ellos.
Pero estas inscripciones no constituyen requisito para adquirir por causa de muerte, sino que se trata de
requisitos para que los herederos puedan disponer de los inmuebles heredados.
131
12.- Los Derechos Reales Limitados: Al examinar las clasificaciones de los bienes se trató, en un
acápite especial, la noción de derecho real, su concepto y los principales problemas en torno a tal materia.
Estudiado ya el más completo de los derechos reales, el dominio, corresponde referirse a algunos
derechos reales menos completos, limitados en relación a aquél.
Se tratarán la
I. Propiedad Fiduciaria,
II. El Usufructo,
III. El Uso y Habitación
IV. Las Servidumbres.
Siguiendo la didáctica más usual, el estudio del derecho real de herencia queda entregado al capítulo del
Derecho sucesorio, y los derechos de censo, prenda e hipoteca, al de los contratos).
Los comentaristas han discrepado cuando intentan concebir los derechos reales limitados enfrentándolos
al dominio; las diferencias surgen más bien derivadas de la forma de concebir la propiedad.
Entendiendo el dominio como una suma de facultades separables unas de otras (uso, goce, disposición),
noción que se ha calificado de clásica, se entiende que los demás derechos reales no son más que
fracciones o desmembraciones de aquél, que, por tanto, se traspasan (por tradición) a otra persona.
Si, en cambio, se concibe al dominio nada más que como un poder o señorío único, el más completo, que
se tiene sobre una cosa, sin que puedan precisarse íntimos fraccionamientos de facultades, esos otros
derechos no emanan, como separaciones del dominio, ni existían, configurados, dentro del dominio, sino
que se constituyen fuera de él autónomamente.
El Código, en los artículos 698 y 1337, regla 6°, dicta normas que suponen más bien el primer criterio
(que se contiene también en la sección pertinente del Mensaje)
El Reglamento del Conservador, en cambio, que distingue entre la tradición de un derecho real (ya
constituido) y la constitución (efectuada por el propietario) del mismo (artículo 52, N° 1 y 2.
respectivamente), supone la idea contraria.
Aquí se emplea está última, haciendo presente que la propiedad fiduciario constituye un derecho real
especial: se considera una modalidad del dominio, un dominio limitado.
I.- La Propiedad Fiduciaria: Conforme al artículo 733 del Código Civil, “Se llama propiedad
fiduciaria la que está sujeta al gravamen de pasar a otra persona, por el hecho de verificarse una
condición.”
La reglamenta el Código en el Título VIII del Libro II, artículos 732 a 763.
Originada en el Derecho Romano para sortear dificultades en la adquisición y goce de derechos entre las
distintas categorías de ciudadanos, con aplicación principalmente en el sucesión por causa de muerte; en
la Edad Media es utilizada para la conservación de fortunas, a través de sus modalidades de fideicomisos
perpetuos y sucesivos.
Los postulados liberales de fines del siglo XVIII vuelven a modificar su orientación impidiendo que sus
características entrabaran la libre circulación de la riqueza.
El Código de Bello, manteniendo la institución, no podía menos que recoger este ideario, tanto en el
Mensaje como en sus disposiciones.
132
I.1) Constitución del Fideicomiso: La constitución de la propiedad fiduciaria se llama fideicomiso; pero
este nombre se da también a la cosa constituida en propiedad fiduciaria.
a) Si se constituye por acto entre vivos, requiere instrumento público (escritura pública)
b) Si se constituye por testamento, queda incluido en la solemnidad del acto testamentario.
Pero además, todo fideicomiso que afecte a inmuebles, debe inscribirse en el competente registro, que
será el Hipotecas y Gravámenes.
Cuando se constituye por acto testamentario, es claro que la inscripción no significa tradición de la
propiedad fiduciaria, porque el modo de adquisición será allí la sucesión por causa de muerte.
Para algunos autores la inscripción es en este caso solemnidad de la constitución del fideicomiso, en tanto
que para otros tiene por finalidad mantener la continuidad de las inscripciones, pues el inmueble, de estar
inscrito a nombre del causante, terminará, probablemente, inscrito a nombre del fideicomisario, y para dar
publicidad a las mutaciones del dominio.
Cuando se constituye por acto entre vivos, la inscripción tiene rol de tradición de la propiedad fiduciaria,
del constituyente al propietario fiduciario.
Para algunos es éste el único papel, mientras que, según. otros, es, además, solemnidad del acto
constitutivo, acto que no estaría perfecto en tanto dicha inscripción no se efectúe.
En términos prácticos, esta última posición implica afirmar que no sería posible exigir el cumplimiento de
las obligaciones derivadas del acto, entre otras, la entrega del inmueble de que se trata, ya que mientras no
se inscribe no estaría constituido el fideicomiso.
Se rechaza, por algunos, sosteniéndose que no puede concebirse que alguien reciba un bien determinado
con la intención de restituirlo a un tercero si se cumple una condición; por lo demás, no se menciona en el
artículo 735. El poseedor no va a ganar por prescripción la propiedad fiduciaria sino la propiedad plena.
Pero hay quienes lo aceptan, apoyándose principalmente en los artículos 2498 y 2512, que no lo
excluyen; no se ve inconveniente para ello, entendiendo que la adquisición de la propiedad fiduciaria por
prescripción tendrá lugar en casos en que hay un antecedente de la institución en base al cual se recibe la
propiedad, que implica aceptarla con el gravamen que significa el fideicomiso (por ejemplo, si se ha
constituido sobre una cosa ajena, por un instrumento público defectuoso, etc.)
La naturaleza de la institución, sí, obliga a excluir, los bienes consumibles: podrían incluirse
cosas consumibles cuando forman parte de la totalidad de una herencia o de una cuota de ella.
Excepción: la Ley de Bancos permite la constitución de fideicomisos sobre dineros para que el
Banco los administre.
133
2) Concurrencia de tres Personas:
a) Constituyente: Es el propietario del bien, que por testamento o por acto entre vivos declara
transferirlo, a otro, con una condición,, que es de la esencia del fideicomiso.
Si lo recibe por acto entre vivos, puede serlo a título gratuito o a título oneroso.
De acuerdo al artículo 742, “el que constituye un fideicomiso puede nombrar no sólo uno,
sino dos o más fiduciarios, y dos o más fideicomisarios.”
Si hay substitutos, debe tenerse, presente el, artículo 745, según el cual: “Se prohíbe la
constituir dos o más fideicomisos sucesivos, de manera que restituido el fideicomiso a una
persona, lo adquiera ésta con el gravamen de restituirlo eventualmente a otra.”
“Si de hecho se constituyeren, adquirido el fideicomiso por uno de los fideicomisarios
nombrados, se extinguirá para siempre la expectativa de los otros.”
Los fideicomisarios nombrados pueden ser varios, como los propietarios fiduciarios, (artículo
742); que existan o se espera que existan.
134
Si hay substitutos, debe tenerse presente el artículo 745 que prohíbe los fideicomisos
sucesivos.
Para conocer los efectos que se producen por la falta de fideicomisario, debe distinguirse
según falte antes de cumplirse la condición o después de cumplida:
El artículo 738 dispone que a la condición que siempre supone, de existencia del fideicomisario al
tiempo de la restitución, pueden agregarse otras, copulativa (junto a la anterior) o
disyuntivamente ( de manera alternativa a la anterior)
I.3) Tiempo en que debe Cumplirse la Condición: De acuerdo al artículo 739 “toda condición de que
penda la restitución de un fideicomiso, y que tarde más de cinco años en cumplirse, se tendrá por fallida,
a menos que la muerte del fiduciario sea el evento del penda la restitución.” (El plazo era antes de la Ley
16.952, de quince años)
Estos 5 años, conforme al inciso 2° del mismo artículo 739, se contarán desde la delación de la propiedad
fiduciaria.
135
El mismo precepto contiene una excepción: que la condición de que dependa la restitución sea la muerte
del fiduciario.
Se sabe que la muerte (en este caso del fiduciario) es un plazo, cierto e indeterminado; pero como se
exige, según se ha dicho, que a la época de la restitución, en este caso al morir el fiduciario, exista el
fideicomisario, dicho plazo se convierte en condición.
a) Derechos del Fiduciario: El punto de partida en esta materia es la idea que el fiduciario es
un propietario, aunque sujeto a la posibilidad de restituir el objeto de su dominio.
Conforme al artículo 754, “el propietario fiduciario tiene sobre las especies que puede ser
obligado a restituir, los derechos y cargas del usufructuario, con las modificaciones que en
los siguientes artículos se expresan.”
1) Enajenar la cosa por acto entre vivos y transmitirla por causa de muerte,
manteniéndose siempre indivisa y con el gravamen de eventual restitución
No será, sin embargo enajenable entre vivos, cuando el constituyente haya prohibido
la enajenación; ni transmisible cuando el día prefijado para la restitución sea el de la
muerte del fiduciario; y en este segundo caso, si el fiduciario la enajena en vida, será
siempre su muerte la que determine el día de la restitución.
Está, como propietario que es, premunido de la acción reivindicatoria (artículo 893);
y el objeto es inembargable en esa situación. Se ha resuelto que los frutos, sí son
embargables.
b) Obligaciones del Fiduciario: Pero a su vez, como consecuencia de la situación en que el
fiduciario se encuentra de restituir eventualmente la cosa, se le imponen ciertas obligaciones.
1) Como norma básica, se le imponen las cargas del usufructuario, salvo algunas
modificaciones (artículo 754). Con esto:
2) Como tiene las cargas del usufructuario, se entiende que debe confeccionar inventario
solemne de lo que recibe (el artículo 775 lo establece para el usufructuario) lo que es
útil también para apreciar el cumplimiento de obligación de restituir. Pero puede
observarse que se le imponen las "cargas" y no es claro que el inventario lo sea.
3) Puede verse obligado a rendir caución si el juez así lo ordena como medida
conservativa solicitada por el fideicomisario, cuando la propiedad pareciere peligrar o
deteriorarse en manos del fiduciario.
136
4) Debe asimismo conservar la cosa para poder así restituirla si se cumple la condición,
respondiendo, como se ha dicho, de la culpa leve en dicha conservación (artículo
758).
--> Excepciones: Los artículos 749 y 760 establecen tres situaciones que hacen excepción a las
obligaciones antes enunciadas:
El artículo 749 se refiere al llamado “tenedor fiduciario” que está obligado a restituir también los
frutos: “Si se dispusiere que mientras pende la condición se reserven los frutos para la persona
que en virtud de cumplirse o de faltar la condición, adquiera la propiedad absoluta, el que haya
de administrar los bienes será un tenedor fiduciario, que sólo tendrá las facultades de los
curadores de bienes.
El artículo 760, inciso 1°, permite la posibilidad de, liberar al fiduciario de responsabilidad por
todo deterioro: “Si por la constitución del fideicomiso se concede expresamente al fiduciario el
derecho de gozar de la propiedad a su arbitrio, no será responsable de ningún deterioro.”
Este es para él el efecto básico que se produce con la constitución de la propiedad fiduciaria
(artículo 761).
137
I.5) Extinción del Fideicomiso: Las varias causas por las que se extingue el fideicomiso están indicadas
en el artículo 763:
1) Por la restitución.
2) Por resolución del derecho de su autor, como cuando se ha constituido el fideicomiso sobre una
cosa que se ha comprado con pacto de retrovenderlo, y se verifica la retroventa.
3) Por la destrucción de la cosa en que está constituido.
4) Por la renuncia del fideicomisario antes del día de la restitución, sin perjuicio de los derechos de
los sustitutos.
5) Por faltar la condición o no haberse cumplido en tiempo hábil.
6) Por confundirse la calidad de único fideicomisario con la de único fiduciario.
Además, las leyes de expropiación generalmente destinan un precepto a la extinción de gravámenes sobre
el predio expropiado, con excepción de las servidumbres legales, facultando a los titulares para obtener
alguna compensación, sobre el valor de la indemnización que se paga al expropiado.
II.- El Usufructo: “Es un derecho real que consiste en la facultad de gozar de una cosa con cargo de
conservarla forma y substancia y de restituirla a su dueño, si la cosa no es fungible; o con cargo de
volver igual cantidad y calidad del mismo género, o de pagar su valor, si la cosa es fungible” (artículo
764)
Como tal, el propietario de este derecho real está premunido, para protegerlo, de la acción,
reivindicatoria y si recae sobre inmuebles, de las posesorias que correspondan.
Desde otro punto de vista, este derecho real coexiste con el de dominio, que queda reducido a la
facultad de disposición.
Este, derecho real, a diferencia de otros enumerados en el artículo 577, es principal; su finalidad
se encuentra, en su contenido y no en asegurar el cumplimiento de una obligación.
Por último, es un derecho real que puede ser mueble o inmueble, según lo sea el bien sobre el que
recaiga.
Cuando se constituye por acto entre vivos, por tradición, requiere de un título que la anteceda.
3. Es Temporal: Su duración la fija generalmente un plazo; puede ser también una condición y en
todo caso dura, a lo más, por toda la vida del usufructuario.
138
II.2) Elementos del Usufructo: Son los siguientes:
1) Bien Susceptible de Usufructo: El Código no ha establecido normas a este respecto, por lo que
se concluye en una amplia posibilidad de constituir usufructo, sobre cualquier clase de bienes:
Sin mencionarlo, contempla ahí las figuras del usufructo propiamente, en el primer caso, y del
llamado cuasiusufructo, en el segundo.
Los términos que el Código ha empleado para denominar una y otra clase de bienes han dado
lugar a discrepancias.
En base al tenor del artículo 764, se ha entendido que hay usufructo cuando la cosa es no fungible
y cuasiusufructo cuando es fungible.
Parece ser esto último lo más razonable, pues tratándose de cosas fungibles no consumibles, que
las hay, bien puede establecerse la obligación de restituir la misma aunque haya otras con igual
poder liberatorio; y es, en las consumibles donde ello es imposible y necesariamente ha de
restituirse otra en igual cantidad y calidad del mismo género o su valor (el antecedente de Bello
en este punto, el Código francés, lo dispone así)
a) El cuasiusufructo puede tener su origen en la ley, lo que nunca ocurre con el mutuo
139
b) El mutuo es un contrato real mientras el cuasiusufructo, cuando se constituye por acto
entre vivos, es consensual
c) La caución y el inventario se ven en el cuasiusufructo y no en el mutuo
d) Las causales de extinción son también diferentes
Pero es fácil asimismo apreciar que estas diferencias no logran configurar una distinción
substancial.
b) Nudo propietario: Es quien tiene la propiedad de la cosa fructuaria despojada del uso y
goce.
Puede ser el mismo constituyente, en cuyo caso conserva la propiedad nuda, o un tercero,
a quien se le atribuye.
No hay inconveniente, para que haya pluralidad en cada categoría de estos sujetos:
Asimismo se puede agregar una condición al plazo que se establezca (el usufructo se extinguirá
al cabo de diez años o antes si ocurre tal evento, por ejemplo)
Así lo señala el artículo 771: “Al usufructo constituido por tiempo determinado o por toda la vida
del usufructuario, según los artículos precedentes, podrá agregarse una condición, verificada la
cual se consolide con la propiedad.”
140
En síntesis, la situación debe entenderse así:
Por otra parte, el artículo 768 impide la suspensión condicional del usufructo, por la posibilidad
de encubrir tal situación usufructos sucesivos, ya que pendiente, la condición, podría usufructuar
la cosa un tercero, restituyendo el usufructo al cumplirse, etc.
II.3) Constitución del usufructo: El artículo 766 señala varias fuentes del usufructo.
1) Por ley
2) Por Voluntad del Propietario: Puede ser por testamento, Por donación, venta u otro acto entre
vivos
3) Prescripción
4) Esta disposición no es taxativa por cuanto el usufructo puede también constituirse por sentencia
judicial
Los números 2 y 3 del artículo 766 suelen agruparse como una sola forma de constitución: Por voluntad
del propietario.
El usufructo legal del padre o madre de familia sobre ciertos bienes del hijo
El usufructo del marido como administrador de la sociedad conyugal, en los bienes de la mujer
Estos usufructos legales constituyen en realidad verdaderos derechos legales de goce (incluso
tras la reforma introducida por la Ley N°19.585 el usufructo legal del padre o madre pasó a
denominarse derecho legal de goce, sin embargo, el legislador, para evitar cualquiera duda
estableció que este derecho recibe también la denominación de usufructo legal del padre o la
madre sobre los bienes del hijo).
También se ha sostenido que los poseedores provisorios de los bienes del desaparecido tendrían
sobre esos bienes un derecho de usufructo de origen legal, en base al artículo 89 (y que se
regularía por las normas de los artículos 764 y siguientes) pero puede entenderse que tienen no un
usufructo sino la propiedad sujeta a condición, resolutoria.
2) Por Voluntad del Propietario: El propietario puede dar origen al usufructo ya por testamento,
ya con un contratante por acto entre vivos.
141
Si por acto entre vivos, la formalidad depende de la naturaleza de la cosa fructuaria; si recae sobre
muebles, es consensual, si recae sobre inmuebles, es necesario instrumento público inscrito
(artículo 767).
Se sostiene por algunos que juega el doble papel de solemnidad del acto constitutivo y de
tradición del derecho real de usufructo; en tanto que para otros sólo desempeña está última
función, quedando perfecto el acto constitutivo con el solo perfeccionamiento del instrumento
público y sin que siquiera haya un plazo para proceder a tal inscripción.
Si se entiende que la inscripción es solemnidad del acto, no tendría tal derecho, pues justamente
con la inscripción recién estaría perfeccionado el título, lo que podría significar una dificultad
injusta para él.
Dentro de esta forma de constitución, cabe anotar, que los titulares de los derechos que nacen al
originarse el usufructo, pueden ser diferentes.
Así, el dueño de la cosa fructuaria puede reservarse el usufructo dando a otro la nuda propiedad
(retención) o mantener la nuda propiedad concediendo a otro el usufructo (vía directa), o, por
último, dispersar los derechos concediendo a un sujeto el usufructo y a otro la nuda propiedad
(desprendimiento).
Si por acto testamentario se concede a alguien el usufructo de una cosa determinada sin
designación de nudo propietario, corresponderá a los herederos del testador la nuda propiedad.
3) Por Prescripción: Esta posibilidad, contemplada expresamente en el artículo 766, N°4, no será
muy frecuente, ya que lo usual es que quien posee una cosa lo hace con el ánimo de señor sobre
el bien en su integridad.
Sin embargo, puede tener aplicación en casos como cuando se constituye el usufructo sobre cosa
ajena: al efectuarse la tradición del derecho real de usufructo, esta tradición no producirá su
efecto normal, porque el tradente no tenía el derecho; la tradición, entonces, constituirá título para
poseer (artículos 683 y 2498).
Las reglas y plazos para esta adquisición son las del dominio.
4) Por Sentencia Judicial: Nuestra legislación positiva contempla esta forma de constitución del
usufructo.
Suele citarse como ejemplo la disposición del artículo 1337 N°6 en la partición de bienes; pero
debe observarse que el precepto permite al partidor constituirlo, "con el legítimo consentimiento
de los interesados", lo que más, bien nos llevaría a un usufructo originado por voluntad de las
142
partes, que sólo formalmente se consigna en el fallo arbitral.
No hay duda que el precepto alude a la inscripción, de la prohibición. Pero no hay razón
para concluir que ésta esté substituyendo a la del usufructo. Parece más natural entender
que se agrega a ésta, pues, en el caso presente bien puede concluirse que e1 título es el
instrumento público sentencia y la tradición habrá de efectuarse por su inscripción; y,
además, por el precepto de la ley citada, debe inscribirse prohibición de enajenar el
inmueble.
b) El artículo 147 del Código Civil, modificado por la Ley 19335 de 1994: Señala esta
disposición que “durante el matrimonio o disuelto éste, el juez podrá constituir
prudencialmente, a favor del cónyuge no propietario, derechos de usufructo, uso o
habitación sobre los bienes familiares.”
II.4) Efectos del Usufructo: El usufructo produce efectos, derechos, y obligaciones, tanto para el
usufructuario (los más importantes y de mayor contenido) como para el nudo propietario.
1. Derecho a usar la cosa fructuaria: Conforme al artículo 787, “el usufructuario de cosa
mueble tiene el derecho de servirse de ella según su naturaleza y destino; y al fin del
usufructo no es obligado a restituirla sino en el estado en que se halle, respondiendo
solamente de aquellas pérdidas o deterioros que provengan de su dolo o culpa.”
El artículo 782, por su parte, dispone que “el usufructuario de una heredad goza de todas
las servidumbres activas constituidas a favor de ella, y está sujeto a todas las
servidumbres pasivas constituidas en ella.”
Finalmente, el artículo 785 establece que “el usufructo de una heredad se extiende a los
aumentos que ella reciba por aluvión o por otras accesiones naturales.”
2. Derecho a gozar la cosa fructuaria: Con lo cual el usufructuario adquiere los frutos,
tanto naturales como civiles, que produzca; los frutos civiles pertenecen al usufructuario
día por día (artículos 781 y 790)
Porque tiene derecho a los frutos civiles es que el usufructuario de una casa, por ejemplo,
puede darla en arriendo.
143
En términos generales, el usufructuario tiene derecho a los frutos, es decir, a lo que la cosa
fructuaria produce periódicamente sin detrimento de su substancia, pero no a los productos
salvo algunos que detallan los artículos 783, 784 y 788:
“El goce del usufructuario de una heredad se extiende a los bosques arbolados, pero con
el cargo de conservarlos en un ser, reponiendo los árboles que derribe, y respondiendo de
su menoscabo, en cuanto no dependa de causas naturales o accidentes fortuitos.” (783)
“Si la cosa fructuaria comprende minas y canteras en actual laboreo, podrá el
usufructuario aprovecharse de ellas, y no será responsable de la disminución de
productos que a consecuencia sobrevenga, con tal que haya observado las disposiciones
de la ordenanza respectiva.” (784)
Debe tenerse presente, para la extensión de estas atribuciones, que el acto constitutivo
será determinante (como lo señala el artículo 791), siendo las, reglas del Código sólo
supletorias.
Esta facultad ha motivado una discusión interesante en orden al objeto preciso del arriendo
o cesión (transferencia)
El punto se plantea con trascendencia en esta última: puede entenderse que es posible
ceder el usufructo mismo o sólo su ejercicio que se ha dado en llamar el "emolumento del
derecho de usufructo”.
144
Finalmente, para la protección de su derecho dispone de la acción reivindicatoria (artículo
891), y si recae sobre inmuebles de las acciones posesorias (artículos 916 y 922).
Incluso, se ha resuelto que puede entablar la acción de precario del artículo 2195, y aun
contra el nudo propietario, porque es dueño de su derecho de usufructo.
En todo caso, es embargable; más bien que el derecho mismo, su ejercicio (artículo 803 y
2466)
Respecto del inventario, éste debe ser solemne y no se exige tratándose de los
usufructos legales; la Ley 14.908 exige, en el usufructo que contempla, solamente
inventario simple.
Puede liberarse de la caución al usufructuario (artículo 715, inciso 2°) y la ley establece
esta liberación en ciertos casos (como el contemplado en el artículo 775, inciso 3°, en
los usufructos legales, en el de la Ley 14.908, antes mencionado, el contemplado en la
Ley General de Bancos)
Los artículo 776 y 777 señalan los efectos que se producen si no se cumple con estas
exigencias (esta última disposición hace referencia, en su inciso 5°, a la llamada
“caución juratoria”.
Desde otro punto de vista, estas disposiciones permiten insistir en que las exigencias de
caución e inventario, no forman parte de la constitución misma del derecho de
usufructo, sino que son posteriores, a ella y sólo previas a la entrada del usufructuario
en el goce de la cosa fructuaria.
145
a) Debe respetar los arriendos de la cosa fructuaria (artículo 792) y otras -cargas
personales (artículo 796) quedando sometido, desde luego, a las cargas reales,
por la naturaleza de éstas (como por ejemplo, las hipotecas que graven la cosa
fructuaria).
b) Debe respetar los arriendos en todo caso, aunque no consten por escritura
pública (el artículo 792 es especial en relación al artículo 1962).
c) Debe recibir la cosa en el estado en que se encuentra al momento de la
delación de su derecho de usufructo (artículo 774).
Serán de cargo del usufructuario, las pensiones, cánones y en general las cargas
periódicas con que de antemano haya sido gravado la cosa fructuaria y que se
devenguen durante el usufructo (artículo 796)
Corresponde al usufructuario el pago de los impuestos periódicos que graven la
cosa fructuaria durante el usufructo; si no los hiciere, deberá indemnizar al
propietario todo perjuicio que de ello se derive (artículo 796)
146
Serán de cargo del propietario, las obras o refacciones mayores necesarias para
la conservación de la cosa fructuaria, pero el usufructuario deberá pagarle,
mientras dure el usufructo, el interés legal de los dineros invertidos en ellas
(artículo 797)
Se entienden por obras o refacciones mayores, de acuerdo al artículo 798, las que
ocurran por una vez o a largos intervalos de tiempo, y que conciernen a la
conservación y permanente utilidad de la cosa fructuaria.
a. Será de cargo del propietario el pago de las deudas que recayere sobre la
cosa fructuaria
b. El usufructuario quedará obligado a satisfacerle los intereses corrientes de
la cantidad pagada, durante toda la duración del usufructo
c. Si el propietario no se allanare al pago, podrá hacerlo el usufructuario, y a
la expiración del usufructo tendrá derecho a que el propietario le reintegre
el capital sin intereses.
d. En el cumplimiento de estas obligaciones responde hasta de la culpa leve.
Debe tenerse presente que el nudo propietario puede reivindicar la cosa sino se le
entrega buenamente.
Puede, eso sí, que al usufructuario le corresponda un derecho legal de retención sobre
la cosa fructuaria.
En efecto, conforme al artículo 800 del Código Civil, “El usufructuario podrá retener
la cosa fructuaria hasta el pago de los reembolsos e indemnizaciones a que según los
artículos precedentes es obligado el propietario.”
147
2. Tiene derecho también a los frutos pendientes al momento de la restitución de la
cosa fructuaria: Conforme al artículo 781, los frutos que aún estén pendientes a la
terminación del usufructo, pertenecerán al propietario.
Pero en contra del usufructuario tiene además la acción personal que le nace al
constituirse el usufructo y que puede intentar al extinguirse, reclamando la cosa
fructuaria.
Se dice, discutiblemente, que esta acción personal presenta la ventaja para el nudo
propietario de que mientras en la acción reivindicatoria debe probar su dominio, en
aquélla sólo le sería necesario exhibir el acto constitutivo.
De manera que las obligaciones del nudo propietario se reducen al pago de expensas
extraordinarias mayores que se hayan ejecutado.
148
es decir, por el simple no ejercicio del derecho de usufructo, que en tal eventualidad se iría a
consolidar con la nuda propiedad.
El Código francés lo permite expresamente. Entre nosotros hay opiniones contrarias.
Se ha aceptado esta posibilidad siendo una grave limitación al dominio pleno, si el usufructo no
se ejercita, aparece como inútil y es justificable su extinción; en esto, el usufructo y demás
derechos reales difieren del dominio, que es perpetuo.
Pero también se ha negado la aplicación de la prescripción extintiva; la acción por la que se
reclama un derecho sólo se extingue por la prescripción adquisitiva del mismo derecho; además,
como en el esquema del Código el usufructuario tiene un derecho de dominio sobre su usufructo,
debe aplicársele la regla correspondiente, y el dominio no se extingue por el solo no ejercicio.
6) Por renuncia del usufructuario. Esta renuncia debe inscribirse en el Registro del Conservador
de Bienes Raíces.
7) Por destrucción completa de la cosa fructuaria: El artículo 808 soluciona la situación especial
de la heredad que se inunda; en tal caso revivirá el usufructo por el tiempo que falta para su
terminación. (esta norma especial prima sobre el artículo, de carácter general)
8) Por sentencia judicial, en los casos y con los requisitos señalados en el artículo 809.
Cuando se impone en una sentencia de alimentos, su extinción también podría dar lugar a la
dictación de otra resolución judicial que así lo declare cuando se extingue el derecho de
alimentos.
9) Además, debe considerarse la extinción por expropiación, indicada en la extinción del
fideicomiso.
III.- El Derecho Real de Uso o Habitación: La reglamentación la constituye el Título X del Libro II;
artículos 811 a 819.
La denominación del título anuncia dos derechos y las reglas están redactadas también con referencia a
dos derechos. Corrientemente, asimismo, se menciona a ambos.
Estrictamente, se trata de uno solo, el derecho real de uso, que al recaer sobre una casa, toma el nombre
de derecho de habitación; la definición lo deja establecido.
“El derecho de uso es un derecho real que consiste, generalmente, en la facultad de gozar de una parte
limitada de las utilidades y productos de una cosa.”
“Si se refiere a una casa, y a la utilidad de morar en ella, se llama derecho de habitación"
(artículo 811)
1. Es un derecho real
2. Es personalísimo, de manera que no pueden transferirse (si de hecho se transfiere la sanción es la
nulidad absoluta); sin embargo, puede ganarse por prescripción.
3. Es temporal (no es transmisible por causa de muerte)
4. Es inembargable
5. Se constituye y extingue según las reglas del usufructo, con la limitación sí del origen legal;
en cuanto al origen judicial, la Ley 14.908 permite también al juez constituir, en la sentencia de
alimentos, un derecho de uso o habitación.
6. Por regla general, el titular no tiene las obligaciones de caución e inventario (artículo 813).
7. Son derechos limitados a gozar de una parte determinada de la cosa, en el caso del
habitador, corresponde al derecho de morar en una casa.
La extensión que se concede a este derecho se determina por el título que lo constituye; si nada se
dice, se aplica el artículo 815, según el cual, básicamente, el uso o habitación se limita a las
necesidades personales del usuario o habitador, necesidades personales que comprenden las de la
respectiva familia.
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8. El usuario o habitador debe ejercitar su derecho con la moderación y cuidado de un buen
padre de familia, en otras palabras, ambos responden de culpa leve.
9. El usuario y el habitador están obligados a contribuir a las expensas ordinarias de
conservación y cultivo, a prorrata del beneficio que reporten.
IV.- Las Servidumbres: Desde el punto de vista del predio dominante la servidumbre constituye otro
derecho real limitado, enumerado en el artículo 577; sin embargo, desde el punto de vista del predio
sirviente es una limitación al dominio.
Esta doble faceta, que aparece en todo derecho real limitado, origina en esta institución las calificaciones
de servidumbre, activa, y pasiva.
Reglamenta esta materia, el título XI del Libro II, artículos 820 a 888, pero, además, son muchos los
textos legales que tratan de servidumbres especiales.
1) Dos Predios de Distinto Dueño: Existen dos predios: un predio sirviente y un predio dominante.
El artículo 821 señala que se llama predio sirviente el que sufre el gravamen y predio
dominante el que reporta la utilidad. Con respecto al predio dominante la servidumbre se
llama activa, y con respecto al predio sirviente, pasiva.
Se ha sostenido que se trata no sólo de inmuebles por naturaleza, sino también de inmuebles por
adherencia o por destinación; pero también se ha resuelto, en otra oportunidad, que sólo es
posible constituir servidumbre respecto de los primeros, pues la expresión está definida en el
artículo 568, que llama predios a las casas y heredades.
2) Un Gravamen: Este gravamen de uno de los predios a favor del otro que origina en el uno la
denominación de predio sirviente y en el otro la de predio dominante.
El gravamen puede consistir en un tolerar (los actos del dueño del predio dominante) o en un no
hacer (actos que obstaculicen el ejercicio del derecho de servidumbre y que, sin ella, podría
ejecutar como dueño) o en ambos; pero no en hacer algo, lo que implicaría una carga a la persona
del propietario y se opondría al carácter de derecho real de la servidumbre.
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IV.2) Características de las Servidumbres: La naturaleza de la institución obliga a señalar,
separadamente, características desde el punto de vista de uno y de otro predio:
1. La servidumbre significa un gravamen, que es de carácter real, porque real es el derecho que
es su extremo opuesto.
2. Las mutaciones de propietario no producen, pues, alteraciones en la carga.
1. Es un derecho real
2. Es un derecho inmueble
3. Es un derecho accesorio; esta característica de la servidumbre activa es de especial
importancia y deriva directamente de la predialidad de la servidumbre.
4. Es accesoria en cuanto no puede subsistir sin los predios sobre los cuales recae. De ahí que,
a diferencia de lo que ocurre en otros derechos reales, como el usufructo o el uso, se tiene
un derecho real de servidumbre como consecuencia de ser propietario de un predio (el
dominante) y no directamente, como el usufructuario, el usuario, el habitador.
5. Consecuencia, de lo anterior es que el derecho de servidumbre no puede, ser cedido,
embargado, hipotecado, independientemente del predio dominante, y, por otra parte, llega a
integrar el goce de la propiedad a que accede.
6. Es un derecho perpetuo, en el sentido de que subsiste mientras objetivamente existan los
predios a que se refiere y la necesidad o justificación del gravamen.
Sin embargo, debe tenerse presente que no hay impedimento para que se establezcan por las
partes con duración limitada y que pueden extinguirse por el no uso.
7. Es un derecho indivisible, lo que significa que la servidumbre no puede adquirirse, ejercerse
o extinguirse parcialmente, por partes por ello:
a. Si el predio sirviente tiene más de un dueño, todos ellos deben acordar la constitución
de la servidumbre.
b. Si el predio sirviente se divide, está división no afecta la servidumbre.
c. Si el predio dominante pertenece, a su vez, a más de un propietario, el goce de la
servidumbre por uno de ellos, interrumpe la prescripción respecto de todos.
1. Según su Origen: Según su origen las servidumbres pueden clasificarse en naturales, legales y
voluntarias.
a) Las servidumbres naturales son las provienen de la natural situación de los lugares.
b) Las servidumbres legales son las impuestas por la ley.
c) Y las voluntarias son constituidas por un hecho del hombre (artículo 831).
2. Según las Señales de su Existencia: Siguiendo este criterio las servidumbres suelen clasificarse
en aparentes e inaparentes (artículo 824).
a) Servidumbre aparente es la que está continuamente a la vista, como la de tránsito, cuando se
hace por una senda o una puerta especialmente destinada a él.
b) Es inaparente la que no se conoce por una señal exterior, como la misma de tránsito cuando
carece de estas dos circunstancias y de otras análogas.
A esta clasificación generalmente se le objeta su débil consistencia, pues depende sólo de ciertas
circunstancias materiales más o menos accidentales; muchas servidumbres que pueden ser
aparentes o inaparentes, (tránsito, acueducto) Hay sí otras que siempre serán inaparentes, como
ocurre con las que consisten en un no hacer en el predio sirviente.
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3. Según su Ejercicio: Según su ejercicio pueden ser continuas y discontinuas (artículo 822).
a) Servidumbre continua es la que se ejerce o se puede ejercer continuamente, sin necesidad de
un hecho actual del hombre, como la servidumbre de acueducto por un canal artificial que
pertenece al predio dominante.
b) Servidumbre discontinua es la que se ejerce a intervalos más o menos largos de tiempo, y
supone un hecho actual del hombre, como la servidumbre de tránsito.
La continuidad o discontinuidad es una característica que debe ser apreciada de manera objetiva y
universal en relación a la naturaleza del gravamen que constituye la servidumbre, lo que implica
prescindir del ejercicio real que en un caso determinado puede observarse.
Así, una servidumbre de acueducto será siempre continua por que siempre estará allí el canal o
cañería apto para el paso del agua, aun cuando realmente ésta sea transportada tan sólo
esporádicamente.
IV.4) Ejercicio del Derecho de Servidumbre: Para determinar la extensión y forma de ejercicio del
derecho de una servidumbre, los derechos del dueño del predio dominante, las obligaciones del dueño del
predio sirviente, debe atenderse a la fuente que le dio origen:
a) Si la servidumbre es natural o legal, habrá que atender a las normativa que da la ley.
b) Si es voluntaria, al contrato o a su forma de poseerla (artículo 884)
En todo caso, deben considerarse las reglas que señala el Código en los artículos 828, 829 y 830.
Conforme al artículo 828, el que tiene derecho a una servidumbre lo tiene igualmente a las medidas
necesarias para ejercerlo.
El artículo 829 dispone que el que goza de una servidumbre puede hacer las obras indispensables para
ejercerla, pero a su costa.
Finalmente, el artículo 830 establece que el dueño del predio sirviente no puede alterar, disminuir ni hacer
más incómoda para el predio dominante la servidumbre con que ésta gravado el suyo, pero a su vez, la
servidumbre debe ejercerse tratando de perjudicar lo menos posible al predio sirviente.
Esta última disposición y otras, como por ejemplo el artículo 833, se encuentran inspiradas en el
principio romano denominado comportamiento civiliter, por el que en el ejercicio de su derecho, el
dueño del predio dominante debe procurar el mínimo de perjuicio, evitando toda molestia o embarazo
innecesario en el predio sirviente.
IV.5) De las Diversas Clases de Servidumbres según su Origen: Siendo la fuente originaria la que
señala fundamentalmente las normas por las que se rige el ejercicio del derecho de servidumbre, el
Código, siguiendo antiguos precedentes, tomó esta clasificación para precisar, en base a ella, algunas
disposiciones.
Será predio dominante el que se encuentra más alto, y sirviente el que está más abajo, el que debe
recibir las aguas que descienden del predio superior naturalmente.
2. Servidumbres Legales (artículos 839 a 879): Según el artículo 831, son las impuestas por la ley.
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El artículo 839 las subclasifica en servidumbres de utilidad pública y de interés privado.
La circunstancia de que sean legales, significa que, cumplidos los supuestos en cada caso,
pueden imponerse, porque la ley lo autoriza, aun contra la voluntad del dueño del predio
sirviente, pero no que operen de pleno derecho, por el solo ministerio de la ley.
Según la situación, será necesario acudir al juez. Si se pretende que están configurados los
supuestos para imponer servidumbre de tránsito, se tendrá que concurrir al juez para que
constate que existen esos supuestos y para que a falta de acuerdo fije las características del
sendero y determine la indemnización que habrá de ser previamente pagada.
El artículo 841, dispone que ellas se determinan por las ordenanzas de policía rural,
limitándose el Código a regular las de demarcación, cerramiento, tránsito, medianería,
acueducto, luz y vista.
Las disposiciones relativas a las servidumbres de acueducto han sido suprimidas rigiendo
para ellas las contenidas en el Código de Aguas.
La disposición, citada se remite a las "ordenanzas de policía rural", lo que debe entenderse
como reminiscencia histórica, cuyos precedentes comienzan en Roma.
Desde entonces, las servidumbres siempre se han asociado al medio rústico; pero no se trata
de limitaciones para la existencia de servidumbres legales-urbanas; incluso algunas de las
reguladas por el Código son de aplicación preferentemente urbana, como las de luz y vista; y
el desarrollo industrial y urbanístico han traído consigo un incremento de está estas
servidumbres.
Como ejemplo de normas que establecen servidumbres legales de utilidad privada se suelen
señalar las contenidas en el Código de Aguas.; las de la Ley General de Servicios Eléctricos,
las del DFL. 221, sobre Navegación; la de la Ley General de Ferrocarriles.
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El Código la califica de servidumbre, pero puede observarse claramente que no
concurren los elementos para esa conclusión. Se trata sólo de una facultad derivada del
dominio, por la cual el dueño puede desplegar actividades tendientes a precisar el
contenido de su derecho.
Aunque sí es posible estimar que existe una acción de demarcación, la que puede ser
calificada de real, porque es indiferente quien sea el propietario vecino contra el cual se
ejerce; se ejerce contra el que sea el titular al tiempo de interponerla; y esta acción real,
nace del derecho real de dominio.
Pero la demarcación puede efectuarse de común acuerdo por los vecinos, y, a falta de
acuerdo, por el tribunal.
El solo instrumento privado cumple también esa función, pero tiene la desventaja de su
más fácil impugnación y de la falta de fecha cierta respecto de terceros.
Incluso, es concebible el caso en que ambos colindantes quieren fijar los deslindes,
pero, no logrando ponerse de acuerdo, deciden acudir al tribunal para que él los fije; no
se ve inconveniente para que se presenten conjuntamente.
La circunstancia de existir una línea divisoria, con señales o cerco, no parece ser
obstáculo para accionar de demarcación.
Por cierto cada una tiene su propio objetivo: fijar límites una y obtener la restitución de
la cosa la segunda.
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En todo caso, no hay inconveniente en plantear la acción de demarcación como
subsidiaria de la reivindicatoria.
Pero se señala para, advertir que si los predios están separados, por un río, lago, camino
u otro bien nacional de uso público, no procede. (Con todo, no es fácil descartar la
posibilidad, respecto de un camino público; es admisible la duda en orden a intentar
demarcar con el Fisco.)
En cuanto al sujeto pasivo de la demarcación, todos los que pueden demandar, pueden
ser demandados, de modo que se aplica lo dicho. Pero se ha resuelto que si el predio
vecino pertenece a una comunidad, para que el fallo afecte a todos, deben ser todos
incluidos en la demanda.
En cuanto al valor de los hitos y gastos de instalación no puede sino concluirse que
deben ser de cargo de ambos vecinos por iguales partes.
La demarcación, sea que provenga, del común acuerdo o de sentencia del juez, queda
definitiva, de modo que los sucesores de los predios los reciben con esa línea de
deslinde, incluso en orden a costear, también por iguales partes, los gastos de
conservación.
Por último, la remoción intencional de los hitos puede dar lugar a responsabilidad civil
y penal, sin perjuicio de la posibilidad de intentar acciones posesorias.
El dueño del predio perjudicado tiene derecho a pedir que el que lo ha quitado lo
reponga a su costa, y le indemnice los daños que de la remoción se le hubieren
originado.
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b. Cerramiento: Consiste en el derecho de todo propietario de cerrar su predio y de
obtener que contribuyan a esa actividad los dueños de los predios colindantes.
Igualmente, el dueño de un predio podrá obligar a los dueños de los predios colindantes
a que concurran a la reparación de cercas divisorias comunes.
Al igual que la demarcación, emana, del dominio y, por lo mismo, la acción respectiva
es real e imprescriptible.
La medianería se establece:
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servidumbre, restituyendo lo que al establecerse se le hubiere pagado por el valor del
terreno. (artículo 849)
La doctrina señala que esta disposición opera si se trata de una servidumbre legal, pero
no si la servidumbre de tránsito se ha constituido por convención de las partes.
3. Servidumbres Voluntarias: El artículo 880 señala la norma general para esta clase de
servidumbres: “Cada cual podrá sujetar su predio a las servidumbres que quiera, y adquirirlas
sobre los predios vecinos con la voluntad de sus dueños, con tal que no se dañe con ellas al
orden público, ni se contravenga a las leyes.”
Es claro que para que se pueda calificar de servidumbre deberán aparecer los elementos y
caracteres fundamentales de la institución.
a) Por título: Cuando la ley hace referencia a la constitución por titulo, no debe entenderse
el término en su sentido de instrumento material, sino como acto jurídico que puede dar
origen a la servidumbre.
Como se trata de servidumbres voluntarias, en. esta clase es el titulo justamente la fuente
más importante y de mayor aplicación.
Este título puede ser un acto entre vivos o un testamento; puede ser gratuito u oneroso; y,
en fin, por título se puede constituir toda clase de servidumbres.
Si se constituye por acto entre vivos a título oneroso, generalmente se configurará una
compraventa, para cuyo evento una disposición expresa exige escritura pública (artículo
1801).
Si se constituye por acto entre vivos a título gratuito, pudiere llegar a configurarse una
donación y admitiendo que hubiere donación, debe recordarse que en el sistema del Có-
digo los derechos reales (y personales) son bienes, y si recaen sobre inmuebles, son bienes
inmuebles. Ahora bien, según el artículo 1400, la donación de inmuebles requiere escritura
pública.
El título puede ser suplido por un reconocimiento expreso del dueño del predio sirviente
(artículo 883). Este reconocimiento viene a importar una verdadera constitución de la
servidumbre por lo que debe contener las precisiones necesarias para su ejercicio; así se ha
resuelto.
En cuanto a la tradición del derecho real de servidumbre, el artículo 698, corno forma
excepcional de entrega, dispone que la tradición del derecho real de servidumbre se
efectúa por escritura pública, que puede ser la misma del acto o contrato.
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b) Por sentencia judicial (artículo 880): Las leyes, en general, no contemplan casos de
servidumbre a establecerse por sentencia judicial, desde que éstas son declarativas de
derechos y no atributivas de los mismos; de otra parte, en tales situaciones no podría
hablarse de servidumbre voluntaria, pues se impondría por el fallador.
Pero debe insistirse se que no hay en nuestro Derecho una fórmula general que autorice al
juez a imponer servidumbres cuando la imposición de un gravamen puede ser útil para un
predio determinado.
c) Por prescripción: Sólo pueden adquirirse por prescripción las servidumbres continuas y
aparentes; las discontinuas y las continuas inaparentes no pueden adquirirse por este
medio y ni aun el goce inmemorial es suficiente (artículo 882)
d) Por destinación del padre de familia: Esta forma de constituir servidumbre es un acto
por el cual el dueño de dos predios establece un gravamen sobre uno en beneficio del otro,
originándose la servidumbre posteriormente y de pleno derecho al enajenarse, uno de
ellos, o ambos a propietarios distintos (artículo 881).
Nótese que puede tratarse de dos predios contiguos o de uno que mantiene un gravamen
en una sección del inmueble a favor de otra parte del mismo y que posteriormente es
dividida.
Como la institución exige que los predios pertenezcan a distintos dueños, la servidumbre
se configura al producirse la diferencia de propietarios y mientras ello no ocurre el,
establecimiento del gravamen permanecerá como un simple acto de ejercicio de su
derecho de propiedad, o, como dice el precedente romano que le dio nombre, como un
acto de padre de familia que administra como tal su propiedad.
El servicio que originará la servidumbre debe ser continúo y aparente (artículo 881).
IV.6) Derechos y Obligaciones de los Dueños de los Predios: Para determinar los derechos y
obligaciones, ya del dueño del predio dominante, ya del dueño del predio sirviente, hay que remitirse al
origen de la servidumbre: al título, a la forma en que se poseyó si se adquirió por prescripción, a la forma
en que se usó el servicio en el caso de destinación del padre de familia.
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Debe tenerse en cuenta también lo que prescribe el artículo 888. “Se puede adquirir y perder por la
prescripción un modo particular de ejercer la servidumbre, de la misma manera que podría adquirirse o
perderse la servidumbre misma.”
IV.7) Extinción de las Servidumbres: En principio las servidumbres, por constituir servicios de predio a
predio, son perpetuas.
Hay, sin embargo, causales que pueden producir su extinción. Están señaladas en el artículo 885:
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13.- Acciones Protectoras del Dominio
13.1) Diversas Formas de Protección: El dominio y los demás derechos reales necesitan de protección
jurídica para cuando un tercero pretende vulnerarlos o efectivamente los vulnera.
El ordenamiento jurídico consulta variados instrumentos de los que el titular dispone para la preservación
de su derecho.
La variedad de su naturaleza los ubica en diferentes sectores de la legislación. Recogiendo los más
importantes, pueden mencionarse en el cuadro siguiente:
a) La Legítima Defensa: Quizás la primera forma de protección que el titular del dominio
tiene es la denominada “legítima defensa” que cubre, como se sabe, no sólo a la persona,
sino también a los bienes.
Por una parte, se protege así al propietario de una eventual agresión legislativa, y, por otra,
obliga al legislador a dictar la normativa que haga operable esa protección y a la autoridad
administrativa, a que la mantenga en vigencia práctica.
Esta garantía constitucional tiene una vía de concreta eficacia, sin perjuicio de otras ya
existentes, en el "recurso de protección", que significa un acceso expedito a los tribunales,
ante ataques al derecho de propiedad, como a otros derechos constitucionales.
a) Acciones de Dominio Propiamente Tales: Un primer grupo constituido por las acciones
del dominio propiamente tales, que lo protegen en forma directa.
En doctrina se agregan:
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a. La acción confesoria, por la que se pretende que se declare a favor del
demandante la existencia de un derecho real limitado sobre una cosa de propiedad
del demandado.
b. La acción negatoria, con la que se pretende obtener una declaración de que una
cosa no está gravada con un derecho real que el demandado pretende.
Nuestro Código, entendiendo que las dos tienen como última finalidad el reconocimiento
de una situación, incluye a ambas en la acción reivindicatoria.
Otras acciones están destinadas a prevenir un daño que se teme, evitando que se consume,
como las llamadas acciones posesorias (o interdictos) de obra nueva y obra ruinosa.
Puede mencionarse, además, la tercería de posesión, artículos 518 y siguientes del Código
de Procedimiento Civil.
3. Acciones Personales: Por último, debe tenerse presente que si la turbación del dominio resulta
ser una derivación de una relación contractual, es posible, también que puede protegerse mediante
una acción personal emanada del respectivo contrato.
Sin duda que, prácticamente, así se está también protegiendo el dominio de esos bienes
específicos.
Y tal vez este camino resulte más expedito, pues la prueba del contrato respectivo puede ser
menos dificultosa para el perjudicado que la prueba del dominio, que, como veremos, es
necesaria para reivindicar; y es posible que encuentre también por esta vía un procedimiento más
rápido.
13.2) La Acción Reivindicatoria: Se encuentra reglamentada en el Título XII del Libro II (artículos 889
a 915). Hay además algunas normas especiales en la Ley de Quiebras.
De acuerdo al artículo 889: "La reivindicación o acción de dominio es la que tiene el dueño de una cosa
singular, de que no está en posesión, para que el poseedor de ella sea condenado a restituírsela”
--> Requisitos de la Acción Reivindicatoria: De la definición se desprende que para reivindicar son
necesarios los siguientes requisitos:
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a) Que se trate de una Cosa Susceptible de Reivindicarse: Pueden reivindicarse todas las cosas
corporales, sean muebles o inmuebles.
El último precepto de los citados ha originado un conflicto con el artículo 115 del
Código de Procedimiento Penal, cuando la especie ha sido hurtada, robada o estafada.
Se ha sostenido que hay contradicción entre ambas disposiciones por cuanto el Código
de Procedimiento Penal manda devolverla al dueño sin el requisito de rembolsar lo que
se gastó en adquirirla, y prima este precepto, por ser especial.
El artículo 891 anuncia una acción especial para una particular universalidad jurídica,
la herencia; tal, es la acción de petición de herencia, regulada en los artículos 1264 y
siguientes.
Pueden reivindicarse también los derechos reales, conforme al artículo 891; el Código
dispone que pueden reivindicarse como el dominio.
Debe entenderse que los demás derechos reales se pueden reivindicar según las mismas
reglas aquí tratadas para cuando el que reivindica es dueño de la cosa.
La ley se refiere expresamente, dentro de las cosas incorporales, a los derechos reales,
para concederles acción reivindicatoria, mas nada dispone respecto de los derechos
personales (sobre todo recordando que ha dicho que sobre las cosas incorporales,
genéricamente, hay también una especie de propiedad).
--> Reivindicación de cuota: Por el artículo 892, "se puede reivindicar una cuota
determinada proindiviso de una cosa singular". Tratándose de una cuota, de un bien que se
tenga en copropiedad, no hay imprecisión alguna que se oponga a la reivindicación.
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Pero se ha discutido la situación en que el bien cuya cuota se reivindica, pertenece él a una
universalidad, como cuando se reivindica el tercio de una cosa que forma parte de una
herencia.
De aceptarse la primera postura, sin duda que debe concederse la posibilidad, de que pueda
reivindicar el comunero su cuota en una cosa singular de la comunidad; de aceptarse la
segunda, la conclusión ha de ser negativa.
En todo caso, como la cuota debe ser "determinada", el actor tiene que precisar a cuánto
asciende.
b) Que el Reivindicante sea Dueño de la Cosa que se Reivindica: Puede ser propietario pleno o
nudo, absoluto o fiduciario, pero debe acreditar su calidad de dueño, pues al reivindicar, por la
propia definición de la acción que entabla, reconoce en el demandado la calidad de poseedor,
con lo que éste se apoya en la presunción de dominio del artículo 700, que el reivindicante
queda obligado a destruir.
Por aquí aparece una importante dificultad de la acción reivindicatoria, cual es la prueba del
dominio (probatio diabolica). Para acreditarlo tiene importancia determinar si el reivindicante
adquirió la cosa por un modo originario o derivativo.
En el primer caso, le bastará probar los hechos que constituyeron ese modo originario.
Pero, si adquirió por un modo derivativo, como no basta con probar que ese modo se configuró
a favor del que se pretende dueño, porque quedará la interrogante de si el antecesor, a su vez,
tenía o no el dominio (recordando que "nadie puede transferir más derechos que los que tiene";
nemo plus iuris dat quam ipse habet). Si el antecesor también adquirió por modo derivativo, la
duda persiste.
Pero, por otra parte el artículo 894, consagrando lo que el Derecho Romano denominó acción
publiciana, permite reivindicar al que sin ser dueño, poseyendo regularmente, estaba en vías de
ganar por prescripción:
“Se concede la misma acción, aunque no se pruebe dominio, al que ha perdido la posesión
regular de la cosa, y se hallaba en el caso de poderla ganar por prescripción.”
“Pero no valdrá ni contra el verdadero dueño, ni contra el que posea con igual o mejor
derecho.”
163
Pero lo más adecuado parece ser que no es necesario el cumplimiento del plazo de
prescripción; si el plazo ya está cumplido, no es necesaria la acción publiciana, pues bastaría
alegar la prescripción con lo que se podría reivindicar como dueño; por lo demás, así la
denotan el texto del precepto y la historia de su establecimiento, según la cual fue tomado de la
legislación romana, que no exigía el cumplimiento del plazo.
Con este predicamento, al dueño le quedarían posiblemente la acción de precario del artículo
11951 y las acciones criminales.
Pero bien puede sostenerse que, no obstante tener posesión inscrita, al privarse al dueño de la
tenencia material, se ha privado de una parte integrante de la posesión, su fase material, y
podría en tal caso el dueño reivindicar, al no ser integralmente poseedor.
--> ¿Contra Quién se Dirige la Acción?: Conforme al artículo 895, ha de dirigirse contra el actual
poseedor, en lo cual debe tenerse especial cuidado por el actor, dado el efecto relativo de las sentencias
judiciales.
Esto principalmente porque en la práctica pueden presentarse dudas acerca de la identidad de la persona
quien realmente está poseyendo.
El artículo 896 dispone que el mero tenedor de la cosa que se reivindica es obligado a declara el nombre y
residencia de la persona a cuyo nombre la tiene.
Y el artículo 897 señala que si alguien, de mala fe, se da por poseedor de la cosa que se reivindica sin
serlo, será condenado a la indemnización de todo perjuicio que de este engaño haya resultado al actor.
Para el caso que el poseedor fallezca, el artículo 899 establece una norma especial, señalando que la
acción de dominio no se dirige contra un heredero sino por la parte que posea en la cosa; pero las
prestaciones a que estaba obligado el poseedor por razón de los frutos o de los deterioros que le eran
imputables, pasan a los herederos de éste a prorrata de sus cuotas hereditarias.
Mientras la acción para obtener la entrega de la cosa es indivisible (no es posible cumplirla por partes), la
acción de indemnizar es perfectamente divisible.
Lo dicho anteriormente sobre el sujeto pasivo de la acción, sufre, sí, dos importantes excepciones:
a) Se puede dirigir la acción contra el que dejó de poseer: En primer lugar, conforme al artículo
898, la acción de dominio tendrá también lugar en contra del que enajenó la cosa para que
restituya lo que recibió por ella, siempre que por haberla enajenado se haya hecho imposible o
difícil su persecución.
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Y si la enajenó a sabiendas de que era ajena, el propietario tendrá también acción para la
indemnización de todo perjuicio.
En segundo lugar, conforme al artículo 900, contra el que poseía de mala fe y por hecho o culpa
suya ha dejado de poseer, podrá intentarse la acción de dominio, como si actualmente poseyese.
Si el demandado paga el valor de la cosa y el reivindicante lo acepta, sucederá en los derechos del
reivindicador sobre ella.
Es interesante destacar que en estos casos no se perseguirá con la reivindicación la cosa misma,
como es lo natural, sino un valor, de manera que se concluye que el artículo 900, que consagra la
llamada "reivindicatoria ficta", pues si bien no lo señala expresamente, no puede entenderse en
otro, sentido.
b) Se puede dirigir también contra el mero tenedor que retenga la cosa indebidamente :
Conforme al artículo 915, la acción de dominio también puede intentarse en contra del que
poseyendo a nombre ajeno retenga indebidamente una cosa raíz o mueble, aunque lo haga sin
ánimo de señor.
El alcance de este texto motiva discusión, y la importancia que puede llegar a tener merece, un
examen detenido.
En contra, se le ha considerado como una acción distinta, como puramente restitutoria contra el
mero tenedor, a la que el Código hace aplicables las reglas de la reivindicatoria, sobre todo en la
importante materia de las prestaciones mutuas.
a. Podría estimarse que se trata de una acción que corresponde al que entregó la mera
tenencia de una cosa a otro, por un contrato que produce ese efecto y que, al terminar la
vigencia de esa relación, el tenedor se niega a restituir.
La tendría además de la acción personal que surge del respectivo contrato, a la que podría
acudir cuando la personal no prosperara por cualquier causa, o simplemente puede optar.
Con este alcance, sería dudoso que pudiera intentarla el adquirente del dueño, por cuanto
él no es contratante del tenedor (salva la posibilidad de cesión de contrato).
Y, en todo caso, tampoco podría intentarse contra el que detenta la cosa sin una relación
jurídica inicial; es decir, contra el que desde un comienzo detenta sin justificación
jurídica.
b. Una, segunda alternativa es la de entenderla precisamente para la situación inversa:
aplicable sólo a aquellos tenedores que no tienen, y nunca tuvieron, un título que
justifique la detentación.
Ellos serían "injustos detentadores" y no aquellos que entraron a detentar la cosa
justamente, con un antecedente habilitante, aunque después se nieguen a restituir.
c. Pero también puede estimarse aplicable a ambas situaciones: sea que el detentador desde
un comienzo carezca de antecedente que lo justifique o que haya empezado a detentar
con un título justificante, pero mientras detentaba quedó sin justificación (porque ese
antecedente fue declarado nulo, resuelto, caduco, etc.); ambos serían al tiempo de la
demanda, "injustos detentadores".
165
La jurisprudencia ha aplicado la regla con bastante amplitud, a ambas categorías de tenedores.
Y el propietario puede verse impedido de actuar, no obstante su decisión de hacerlo, por no poder
encuadrarse en una acción tipificada.
Así, por ejemplo, acontece en casos de promesas de compraventa, en que se faculta al promitente
comprador para entrar en posesión material y posteriormente la promesa caduca; de ocupantes
cuyos contratos emanan de un tercero, que no es el propietario actual; etc.
La reivindicatoria no procede, porque no son poseedores; la posesoria tampoco, sea porque está
prescrita (y prescribe en el breve plazo de un año, y, aun, de seis meses), sea porque la cosa es
mueble; tampoco la de algún contrato, porque fue otro el contratante, o simplemente porque no ha
habido contrato alguno, etc.
La necesidad advertida se torna más imperiosa si se recuerda que el que aparece como tenedor, un
día puede llegar a aducir la prescripción, apoyado en el artículo 2510, regla 3°, el cual, aunque es
sabido que está en contradicción con el artículo 730, como posibilidad es suficiente para inquietar
al dueño actual; por último, pudiera acontecer que el tribunal llamado a conocer del caso
prefiriera el artículo 2510 en lugar del 730.
Con todo, su aplicación ha ido enfrentando duros obstáculos, por el cumplimiento de los
requisitos que exige, ante ciertas situaciones. Así, supone ausencia de contrato, lo que la deja, en
dudosa aplicación en todos los casos de contratos nulos, resueltos, emanados de persona distinta
del dueño, etc., que han merecido encontradas decisiones de los tribunales.
Sin perjuicio de mantener el reclamo para que se consagre formalmente una acción destinada a
esas situaciones, parece apropiado desenvolver ésta, la del artículo 915, como la que puede
desempeñar esa función.
Pero hay más. Puede sostenerse que el ordenamiento jurídico no exige encuadrar toda pretensión
en una determinada acción, nominada, regulada por la ley.
Basta que tenga arraigo en un derecho del reclamante que merezca ser tutelado. De este modo, un
dueño que injustamente está privado del objeto de su dominio bien puede reclamarla de quien la
tiene sin fundamento legítimo, y el juez tendría que ordenar restituirla, si se dan esos supuestos.
Con lo dicho, las siguientes son algunas de las actitudes que podría adoptar el demandado de
reivindicación, y que dejarían la situación en reñido debate:
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--> Prescripción de la Acción Reivindicatoria: La acción reivindicatoria protectora del dominio lo
acompaña mientras éste se mantiene; así, extinguido el dominio se extingue la protección.
De esta manera, la acción reivindicatoria no se extingue por su no uso, por prescripción extintiva, lo que
es lógico, porque mientras no se pierde por el dueño la posesión, no hay justificación para usarla.
Si el dominio llega a extinguirse porque un poseedor adquiere por prescripción adquisitiva, como
consecuencia, entonces, se extingue para el antiguo dueño su acción la que pierde simultáneamente con la
pérdida de su dominio.
Y los plazos para que se extinga la acción por prescripción serán, pues, los plazos necesarios para ganar
por prescripción, el dominio.
Es clara la expresión toda acción por la cual se reclama un derecho se extingue por la prescripción
adquisitiva del mismo derecho (artículo 2517).
--> Algunas Normas Procesales: Respecto de éstas, deben tenerse en cuenta algunas, como las que
señalan los artículos 901, 902 y 903:
Puede pedirse el secuestro de la cosa si hubiere motivo para temer que se pierda o deteriore en manos del
poseedor.
Si se reivindica el dominio u otro derecho real constituido sobre un inmueble, el poseedor seguirá
gozando de él hasta la sentencia definitiva ejecutoria, pero el demandante podrá impetrar las medidas
conservativas necesarias.
La acción reivindicatoria se extiende al embargo, en manos de tercero, de lo que por éste se deba como
precio o permuta al poseedor que enajenó la cosa.
Se trata de un litigio de detenido conocimiento, sometido al denominado juicio ordinario.
También conviene recordar, con el artículo 1689, que la acción, reivindicatoria puede resultar necesaria
como consecuencia del ejercicio de una acción de nulidad de un acto o contrato por el que se ha operado
la transferencia de un bien, que el contratante ha traspasado, a su vez, a un tercero, al tener que volver las
cosas al estado anterior al acto o contrato declarado judicialmente nulo.
Y no hay inconveniente para ejercitarla contra el tercero, conjuntamente con la acción de nulidad dirigida
en contra del contratante; es obvio que el éxito de la reivindicación dependerá de la suerte la acción de
nulidad.
Otro tanto ocurre con la acción resolutoria (teniendo presentes en este caso las limitaciones respecto de
terceros de buena fe, según los artículos 1490 y 1491).
Por último, como lo ha resuelto la jurisprudencia, la reivindicatoria es compatible con la acción posesoria
de restitución, que tiene análogo fin jurídico.
--> Prestaciones Mutuas: Consisten en las devoluciones e indemnizaciones que recíprocamente se deben
el reivindicante y el poseedor cuando éste es vencido en la reivindicación.
Tienen aplicación también en otras situaciones como son las de la acción de petición de herencia en que
deben efectuarse restituciones y de la acción de nulidad, conforme al artículo 1687. Este precepto se
remite a las reglas generales, entendiéndose que son estas del artículo 904 y siguientes.
Los artículos 904 y siguientes detallan estas reglas y pueden agruparse así:
1) Restitución de la cosa (artículos 904 y 905); La cosa debe restituirse en el plazo que el
juez señalare.
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En la restitución de una heredad se comprenden las cosas que forman parte de ella o que se
reputan como inmuebles por su conexión con ella.
En la restitución de toda cosa, se comprende la de los títulos que conciernan a ella, si se hallan
en manos del poseedor.
2) Indemnización de los deterioros sufridos por la cosa: Para estos efectos el artículo 906
distingue si el poseedor estaba de buena o mala fe.
Si estaba de mala fe, responde de todos lo deterioros que por su hecho o culpa hubiere sufrido
la cosa, e incluso responde de los casos fortuitos si se ha constituido en mora.
3) Restitución de los frutos (artículos 907 y 913): Para estos efectos, el Código nuevamente
distingue si el poseedor vencido estaba de buena o mala fe al tiempo de la percepción.
El poseedor de mala fe está obligado a restituir los frutos naturales y civiles percibidos y,
además, los que dueño hubiera podido percibir con mediana inteligencia y actividad.
Si los frutos no existen, deberá el valor que tenían o hubieran tenido al tiempo de la percepción.
Se considerarán como no existentes todos los que se hayan deteriorado en su poder.
1) Indemnización de los gastos ordinarios por la producción de los frutos (artículo 907): El
dueño deberá abonar al poseedor vencido los gatos ordinarios que ha invertido en la
producción de los frutos que ha debido restituirle.
2) Indemnización por las mejoras introducidas en la cosa: Se entiende por mejora toda obra
ejecutada para la conservación de una cosa, para aumentar su valor o para fines de
ornato o recreo.
Con este concepto, se distinguen tres clases de mejoras:
Sobre la base de esta distinción, y a la buena o mala fe del poseedor y teniendo en cuenta
algunos otros factores, se regulan las indemnizaciones por estas mejoras:
a) El poseedor vencido, sea de buena o de mala fe, tiene derecho a que se le abonen
las expensas necesarias:
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c. destinadas a obras que por su naturaleza no dejan un resultado material
permanente, como la defensa jurídica de la finca, en cuanto aprovecharen al
reivindicador y se hubieren ejecutado con mediana inteligencia y economía.
b) El Poseedor vencido de buena fe tiene derecho a que se le abonen las mejoras
útiles hechas antes de contestarse la demanda.
a. El reivindicador eligirá entre el pago de los que valgan al tiempo de la restitución,
o el pago de lo que en virtud de dichas mejoras valiere más la cosa en dicho
tiempo.
b. En cuanto a las mejoras útiles que haya efectuado después de la contestación de la
demanda regirán las reglas establecidas para el poseedor de mala fe.
c) El poseedor de mala fe no tiene derecho a que se le abonen las mejores útiles, pero
podrá llevarse los materiales de dichas mejoras, siempre que pueda separarlos sin
detrimento de la cosa reivindicada y el propietario rehúse pagarle el precio que
tendrían dichos materiales después de separados: Para estos efectos, se entiende que
hay detrimento cuando la cosa queda en peor estado que antes de ejecutarse la mejora.
d) En cuanto a las mejoras voluptuarias, el propietario no será obligado a pagarlas al
poseedor de mala ni buena fe, el que sólo tendrá respecto de ellas el derecho del
poseedor de mala respecto de las mejoras útiles: Debe tenerse presente que para
asegurar el pago de estas indemnizaciones, se confiere al poseedor vencido un
derecho de retención (artículo 914).
13.4) Acciones Posesorias: La ley ampara la posesión de los bienes inmuebles, otorgando al poseedor
ciertas acciones destinadas a proteger la posesión.
La conservación de la paz social, y las apariencias de propiedad que reviste, figuran entre las razones que
generalmente se señalan para justificar la protección.
El Código regula estas acciones en los Títulos XIII y XIV del Libro II, artículos 916 a 950,debiendo
tenerse presentes también las correspondientes normas procesales (artículos 549 y siguientes del Código
de Procedimiento Civil.)
Como otra protección posesoria debe mencionarse la tercería de posesión, contemplada en el Código de
Procedimiento Civil.
El artículo 916 dispone que: "Las acciones posesorias tienen por objeto conservar o recuperar la
posesión de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos"
Se ha controvertido este carácter, sobre todo como consecuencia de la discusión relativa a la calificación
de la posesión como hecho o como derecho.
Se ha sostenido, que siendo la posesión un hecho, no podrían tener la calificación ni de reales ni de
personales.
Generalmente se les califica de acciones reales por tratarse de acciones que se ejercen contra cualquier
persona, si turba o arrebata la posesión, sin que importe la existencia de un vínculo preestablecido con
ella.
En el ámbito procesal, puede mencionarse la circunstancia de que su ejercicio generalmente deja a salvo
el derecho a discutir posteriormente el dominio entre las mismas partes
En el caso de la querella de restablecimiento, cuyo carácter de acción posesoria se discute, como luego se
dirá, quedan a salvo incluso las acciones posesorias comunes.
--> Requisitos: Los requisitos son:
1) Ser poseedor del inmuebles o derecho real constituido sobre él teniendo posesión
tranquila y no interrumpida de al menos un año completo.
2) Objeto susceptible de acción posesoria.
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3) Interponerse en tiempo oportuno.
Ahora veámoslos en detalle:
1) Ser Poseedor: En conformidad al artículo 918, “no podrá instaurar una acción posesoria sino el
que ha estado en posesión tranquila y no interrumpida de un año completo.”
No se exige ser poseedor regular; la protección alcanza tanto a la posesión regular como a la
irregular.
a) Ha de ser tranquila
b) No interrumpida
c) Por un año a lo menos, contado en la forma que indica el artículo 920 (pero es
posible también la agregación de posesiones).
No se hace expresa referencia a que, deba ser pública con lo que se privaría de protección a la
clandestina y con ello a toda posesión viciosa, pero la jurisprudencia lo ha impuesto.
El artículo 919 señala que “el heredero tiene y está sujeto a las mismas acciones posesorias que
tendría y a que estaría sujeto su autor si viviese.”
--> Las acciones posesorias en la coposesión: Si dos o más personas poseen en común, es claro
que concurriendo todas, pueden entablar acción posesoria en contra de un tercero.
Es discutido si uno solo, o algunos, podrían entablar la acción para proteger la cosa coposeída; se
ha resuelto la afirmativa.
2) Objeto Susceptible de Acción Posesoria: Lo son los bienes raíces y los derechos reales
constituidos en ellos (artículo 916).
No presentándose duda respecto de los inmuebles por naturaleza y por adherencia, se ha resuelto
que la protección alcanza también a los inmuebles por destinación.
La protección se establece además para los derechos reales constituidos en inmuebles, sin
embargo, el artículo 917 excluye las cosas que no pueden ganarse por prescripción, como las
servidumbres inaparentes o discontinuas.
Se ha dicho recién que no corresponde acción posesoria a las cosas que no pueden ganarse por
prescripción. En otra ocasión se ha puntualizado que la circunstancia de que un precepto impida
que un objeto pueda ganarse por prescripción no implica automáticamente que no pueda
poseerse.
Ahora, la síntesis sería: es posible que se de el caso de un objeto que se puede poseer (porque
ningún precepto lo excluye), pero que en virtud de un texto expreso no puede ganarse por
prescripción; y por esto último, aplicando el artículo 917, no tendría protección posesoria.
Respecto de los bienes nacionales de uso público, como no pueden ganarse por prescripción, ni
siquiera pueden poseerse, se ha concluido que no procede acción posesoria. Pero, a su vez, si un
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particular adquiere un derecho, de uso y goce sobre ellos, de parte de la autoridad, puede proteger
ese derecho (real) con la correspondiente acción posesoria.
La doctrina estima que, al no tener el derecho real de herencia el carácter de inmueble (no es
mueble ni inmuebles) no proceden a su respecto las acciones posesorias; lo que no obsta a que el
heredero entable acción posesoria en contra de un tercero que efectúa atentados contra un
inmueble determinado de la herencia, y que estaba poseyendo como heredero.
3) Debe Interponerse en Tiempo Oportuno: Tras exigirse un año de posesión para tener acción
posesoria, se concede el plazo para ejercitarla.
Así, en el de privación de la posesión, el primer poseedor tiene un año para interponer acción y el
nuevo aún no tiene protección porque no ha cumplido por su parte ese plazo. Al cumplirse el año,
pierde la protección el primitivo poseedor y la adquiere el nuevo.
En caso de actos de turbación reiterados, si cada uno configura una molestia de naturaleza
distinta, el plazo se contará individualmente para cada caso.
--> Normas Procesales: En su aspecto, procesal, estos juicios, "querellas" o “interdictos" posesorios,
tienen señalada en los textos una tramitación rápida, a fin de no frustrar su objetivo.
A este propósito, merece una mención el conflicto acerca de si en nuestro Derecho se contempla o no la
"acción ordinaria de posesión", consagrada en la antigua legislación española, por la cual se discutiría el
"derecho a la posesión” en un juicio de lato conocimiento.
Tal acción, de admitirse sería útil sobre todo para quien ha visto la acción prescrita su posesoria
correspondiente.
Mientras el artículo 924 dispone que la posesión de los derechos inscritos se prueba por la
inscripción, el artículo 925 establece que la posesión del suelo se prueba por hechos posesorios
positivos.
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i. Para algunos autores, el artículo 924 es aplicable a la prueba de la posesión de todos los
derechos reales, a excepción del dominio este último, más fácil de ejercitarse mediante
actos materiales, debe probarse en la forma indicada en el artículo 925.
ii. Para otros, que rechazan aquella confusión entre el derecho y la cosa el artículo 924 se
refiere a la prueba de los derechos inscritos y el artículo 925 a los no inscritos, es decir,
que aún no se han incorporado al régimen registral.
iii. Se ha propuesto todavía otra solución, en que se estima que el artículo 924 se aplica a
la prueba de la posesión de los derechos, reales inscritos distintos del dominio, el 925 a la
prueba de la posesión de inmuebles no inscritos ,y ambos preceptos establecerían la
prueba de la posesión de inmuebles inscritos (por inscripción más actos posesorios
positivos).
Pero, como puede apreciarse, con este entendido quedarían sin decisión aquellos casos en
que un litigante exhibe inscripción y el otro actos posesorios.
Se ha afirmado que en estos casos, como es posible sostener que se puede adquirir posesión sin
necesidad de inscripción, la prueba de ello se regiría por el artículo 925.
Por último, se ha resuelto que la aplicación del artículo 924, en cuanto ordena que es la
inscripción el medio para probar la posesión de derechos inscritos, se limita a los casos en que la
inscripción es exigida como manera de efectuar la tradición de esos derechos, ya que en tales
casos la posesión se adquiere a través de la inscripción (artículos 724, 728).
Conviene aquí recordar lo dicho en otra ocasión en orden a que tratándose de bienes del Fisco, se
ha resuelto que si bien está amparado en cuanto al dominio, al atribuírsele los inmuebles que
carecen de otro dueño, no hay disposición que le confiera de pleno derecho la posesión de tales
bienes, por lo que en situación de entablar acción posesoria, debe como cualquier particular,
probarla.
Más precisamente, se deberán probar los hechos en que consisten (artículo 551 del Código de
Procedimiento Civil) y su fecha, para dejar claro así que se interpone en tiempo oportuno.
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--> Diversas Acciones Posesorias: Como ha podido observarse ya, el Código Civil distingue, varias de
estas acciones; el Código de Procedimiento Civil asigna denominación al procedimiento de cada una, bajo
la expresión de "querellas" o “interdictos":
1) Querella de amparo
2) Querella de restitución
3) Querella de restablecimiento
4) Denuncia de obra nueva
5) Denuncia de obra ruinosa
6) Interdictos especiales
El Código Civil trata las tres primeras en el Título XIII como "acciones posesorias" y las siguientes en el
Título XIV, bajo la denominación genérica de '”acciones posesorias especiales”.
1) Querella de Amparo: La querella de amparo es la que tiene por objeto conservar la posesión de
los bienes raíces y derechos reales constituidos en ellos (artículos 916 y 921 del Código Civil y
549 del CPC)
Turbación, embarazo o molestia causada a la posesión es todo acto o hecho voluntario, ejecutado
de buena o mala fe, que sin despojar a otro de su posesión entraña o supone disputar o cuestionar
el derecho que pretende tener el poseedor, de ejercerla.
La acción puede intentarse tanto cuando se ha tratado de turbar la posesión como cuando en el
hecho ya se ha turbado.
Ha dado lugar a numerosos litigios, la situación del poseedor inscrito que se opone a que otro
inscriba un título sobre el mismo inmueble; se ha concluido reiteradamente que esa oposición
configura una acción posesoria posesión de amparo, el que pretende inscribir perturba la
posesión.
El querellante ha sido ahora despojado de su posesión y por la querella pide que le sea restituida;
puede pedir además indemnización por los daños causados.
Previéndose la posibilidad de traspasos, se permite dirigir la acción contra todo el que derive su
posesión del que efectuó el despojo (artículo 927)
El despojo puede ser total o parcial; y no importa si el autor no tiene ánimo de entrar él en
posesión. La doctrina ha entendido que si privado de la posesión, luego el poseedor puede entrar
en ella libremente, se está en presencia más bien de una turbación.
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La situación del poseedor inscrito que es despojado materialmente de su finca, examinada
respecto de la procedencia de la acción reivindicatoria, debe también aquí ser recordada.
En este extremo sólo habría turbación si alguien pretende inscribir el mismo inmueble a su
nombre, y privación de posesión, si efectivamente inscribe.
Si se le tiene sólo como garantía de posesión que siempre es tenencia con ánimo de dueño, en el
caso propuesto habría sin duda turbación de la posesión, lo que daría fundamento a acción
posesoria de amparo.
Por último, bien puede entenderse que aun en los bienes inscritos la posesión material es un
elemento fundamental y al privarse de ella, se estaría privando del aspecto o fase material de la
posesión, y por lo menos habría un despojo parcial.
Como unos mismos hechos pueden constituir turbación de posesión en un sector del inmueble y
despojo en otro sector de él pueden plantearse simultáneamente amparo y restitución (artículo 17
Código de Procedimiento Civil)
Y en caso que hechos constituyen turbación o privación de posesión, bien pueden plantearse una
en subsidio de otra (artículo 17 del Código de Procedimiento Civil)
Tal podría ser la actitud que puede adoptarse cuando al poseedor inscrito se le priva de la
posesión material, en que podría intentarse acción posesoria de restitución y, en subsidio, de
amparo.
Esta acción, denominada también "querella de despojo violento", tiende a evitar que los
particulares se hagan justicia por sí mismos.
La doctrina, tanto nacional como extranjera, discute la naturaleza de esta acción, como posesoria
propiamente, o como acción personal de carácter delictual.
Tampoco es necesario que el actor carezca de acción posesoria de amparo o restitución; puede
recurrir a aquella no obstante disponer también de éstas.
Prescribe esta acción en seis meses, contados desde el acto de despojo, plazo que no se suspende,
conforme al artículo 2524.
Con el solo artículo 928 del Código Civil, se discutió la procedencia de la querella de
restablecimiento respecto de bienes muebles, duda que disipó el Código de Procedimiento Civil
en el artículo 549, con cuyo tenor queda claro que no es posible.
Se ha resuelto que, por su fundamento de evitar la justicia por mano propia, procede incluso
contra el dueño del inmueble. Pero como los hechos de violencia son personales, no puede
intentarse contra el sucesor del autor del acto de despojo violento.
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4) Denuncia de Obra Nueva: El artículo 930 establece el derecho del poseedor para pedir que se
prohíba toda obra nueva que se trate de construir sobre el suelo de que está en posesión.
Tiene asimismo derecho para impedir que se planten árboles a menos distancia que la de 15
decímetros, ni hortalizas o flores a menos distancia que la de 5 decímetros.
Los derechos concedidos subsistirán contra los árboles, flores u hortalizas plantadas, a menos que
la plantación haya precedido a la construcción de las paredes.
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