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Condena

La radio, exhausta de tantas transmisiones a diario, se tomó la libertad de apagarse en horas


de trabajo. Su jefe radiofónico al enterarse, la condenó a transmitir lecturas de tarot y signos
zodiacales.

Radio Independiente

Cansada de las injusticias en la ciudad, de la pasividad de su colegas y de la mano dura de su


jefe, la radio hizo sus maletas y se fue a las montañas del sureste.

TVfobia

Supe una vez sobre una radio que se sentía una televisión y que el día que lo confesó
tristemente en su pueblo fue una víctima más de la discriminación. Hizo sus maletas y se fue
a la capital pensando que sería mejor pero allá tampoco tuvo aceptación. Dicen que se puso a
trabajar en las calles y que se disfrazada como pantalla de plasma, que promovía la cultura, la
ciencia y la danza. También cuentan que al parecer esto a muchos molestaba y que se
alejaban de ella para que no los mal influenciara.
Nadie sabe cómo pasó pero un día la hallaron tirada y toda desvalijada, le habían arrancado
su disfraz y con ello la bobina; le extirparon los diodos y le aplastaron las bocinas, sobre su
antena rota y apenas sostenida le habían colgado un cartel que decía:
–¡Evita esto! ¡Acepta tu tecnología!–

La hora del café

Se abrió la puerta, mi abuela apagó el fogón. Una mujer de larga cabellera, de ojos de
almendra, con el rostro pálido y desfigurado por la impresión corrió para desplomarse en su
cama. Mi abuela sirvió el café. Los pasos de un hombre viejo, entraron a la alcoba con
dificultad, se acercó a la mujer y susurró con aire fúnebre: mi pequeña niña, deseo para ti la
más pronta resignación. La mujer entre sollozos, compuso el rostro, en sus ojos había fuego y
la irá que había estado agazapada la poseyó, próxima a estallar gritó:
–¡Has sido tú quien le ha matado!–
Mi abuela se retiró de la boca el pocillo con café y gritó también:
–¡Claro que fue él! ¡Maldito barbaján!–
Yo di un salto de la impresión y caí precipitadamente del banquillo, donde alegremente me
sentaba junto a mi abuela todas las tardes y escuchábamos por la radio esa misma radionovela
y donde casi siempre mi abuela parecía un personaje más.
Viaje en el tiempo

Para María fue tan doloroso como maravilloso, descubrir a sus 18 años qué podía viajar al
pasado. Sin hechizos, sin física compleja; sin saber siquiera de matemáticas. Lo descubrió
una noche de abril cuando al encender la radio una melodía trágica la paralizó por completo,
segundos después su corazón fue arrancado de un tajo. Su mente; sus ideas confusas y
revueltas fueron proyectadas a través del tiempo. Y sin saber muy bien cómo, llegó ahí.
Era otra vez ese domingo, otra vez esa noche espesa; su madre recostada sonreía y
pronunciaba sus últimas palabras. María se veía a sí misma en ese mar de lágrimas, que
parecían ahogar su pequeño cuerpo de apenas 10 años. En el fondo de aquella escena
desgarradora sonaba la misma melodía trágica que la había llevado hasta ahí. Sus
sentimientos completamente confundidos, se alegraban y al mismo tiempo se desgarraban.
María quería abrazarse a sí misma y a su madre pero no podía, estaba ahí como observadora,
sin poder moverse, sin poder hablar, tan sólo sintiendo.

Amor prohibido

Cuando Luisa se enamoró de él, ya lo había escuchado hablar una docena de ocasiones. Sus
amigos se burlaban,sus padres tampoco miraban el asunto muy bien. A veces invitaban a casa
a alguno de sus compañeros de la secundaría, esperaban que de alguno de ellos se enamorara.
Para Luisa no había nadie más, ya sabía su nombre y conocía su voz.
Una noche decidida a demostrar que su corazón no cometía un error, lo llamó y le declaró su
amor. El joven completamente enternecido, prometió que la noche siguiente de viva voz le
haría una dedicación y le leería un poema de amor.
Llegó esa noche y la familia se reunió. El joven después de una breve presentación, aclaró la
voz y comenzó:
–Para Luisa que me escucha en…–
El padre de Luisa apagó la radio bruscamente y aseveró:
–¡Luisa! ¡No puedes enamorarte del radio locutor!–

Sin ovaciones

Cuando era niña creí haber descubierto cómo funcionaba la radio y decidí compartirlo con mi
padre:
En la radio, he descubierto, viven personitas. Estas personitas reciben la información por
medio del un correo que nosotros no vemos por que son cartas muy pequeñas. A veces de
tanto trabajar, las personitas se duermen y por eso creemos que se pierde la señal. Aquellos
ruidos que se escuchan de pronto son solo sus ronquidos-
Me senté, y esperé las ovaciones.
–Ojalá fuera así de mágico– dijo mi padre esperanzadoramente.
Pasaron los años e hice hallazgos reveladores en la escuela. Nuevamente decidí compartir
esta información.
–Ahora sí que sé cómo funciona la radio (dije con aire de sabiduría) todo se trata de ondas de
radio. Se requiere un receptor de radio, que consiste en un circuito eléctrico diseñado para
filtrar una pequeña corriente, misma que se genera en la antena y que luego se amplifica
selectivamente miles de veces. Se envía a un electroimán que es el altavoz y es ahí donde las
ondas eléctricas se transforman en sonido y es así como podemos oírlo.
Nuevamente esperé ovaciones.
–Ojalá fuera así de técnico– dijo mi padre fulminantemente.

Nombre: Nubia Nallely Ramírez Gutiérrez


Seudónimo: Nubia Fránlid
Dirección: Cerrada de Juárez #26, Col. Santa Úrsula Coapa. CP.04650
Correo: ubinubux@gmail.com
Teléfono: 044 5534970746

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