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SEÑUELOS.

Seducción y persuasión.






































“El 50% del éxito de todo lo que hagamos, está en el modo en que nos
relacionamos.”

Jaime Restrepo Caputo.







































JAIME RESTREPO CAPUTO


SEÑUELOS





EDITOR:
HOLLMAN VARELA

PORTADA:
NORELLA CORONELL

AGRADECIMIENTOS:
LUIS MIGUEL CABRERA
BEATRIZ SABBAGH
ANDRÉS JIMÉNEZ



Índice

1. Biografía - página 7
2. Deberías saber que… - página 8
3. Introducción - página 9
4. Capitulo 1 Empatía - página 13
4.1. Rusia 2018 - página 14
4.2. La modelo - página 18
4.3. Que hablen - página 21
4.4. Conclusión - página 28
5. Capitulo 2 El poder de la información - página 30
5.1. La entrevista mas difícil del mundo - página 31
5.2. La influenciadora - página 37
5.3. Alcohol, frío y el baño - página 39
5.4. Lo que quiere oír - página 43
5.5. Conclusión - página 46
6. Capitulo 3 Perdible - página 47
6.1. Aprovechan las oportunidades - página 48
6.2. De Compras - página 51
6.3. No voy a insistir más - página 57
6.4. EL patán - página 61
6.5. Conclusión - página 65
7. Capítulo 4 El instante - página 67
7.1. Una estrella - página 68
7.2. París - página 71
7.3. Juegos artificiales - página 75
7.4. Su Canción, tu momento - página 83
7.5. Conclusión - página 87
8. Capítulo 5 El arma más poderosa - página 89
8.1. Negocios prohibidos - página 90
8.2. Directo - página 93
8.3. Sin rodeos - pagina 96
8.4. Inalcanzable - página 100
8.5. Conclusión - página 107
9. Resumen final - página 108





Biografía

Jaime Restrepo Caputo, nacido en 1988 en la ciudad de Barranquilla,
Colombia. Comunicador social y periodista, egresado de la Universidad del
Norte. Ejerce como realizador audiovisual, vocación que le dio las
herramientas para iniciar su propio canal en redes sociales
@jaimerestrepocaputo. Un espacio creado para enseñar sobre habilidades
sociales y atracción. Sus más de 150 mil seguidores lo han catapultado a tal
punto de convertirse en uno de los influenciadores más importantes en
Latinoamérica sobre el tema. Speaker y escritor de un best seller en Amazon
en 2017 con su libro Magnetismo el arte de generar atracción, tiene
reconocimientos como “Cuenta Revelación 2014” en los premios QueBoleta,
gracias a su gran cantidad de testimonios y casos de éxitos.



























Deberías saber que…



En actividades de cacería, el señuelo es una herramienta que se utiliza para
atraer el animal que se desea capturar. Puede ser sangre para atraer tiburones,
un pito que imita sonido de aves para llamarlas, un pato de plástico para atraer
a otros de su misma especie o un pez de mentira hecho en acero con anzuelos
para pescar otros peces.

En el mundo de los humanos, para atraer a otros, regularmente usamos
señuelos. A veces hasta de forma inconsciente. Una mujer hermosa para atraer
hombres, un letrero grande que dice: “promoción” en una tienda, un buen
plan para enganchar una salida, son algunos señuelos que pueden hacer que la
gente se acerque. Cuando tomamos conciencia de cómo funcionamos las
personas en este aspecto, conseguir tus objetivos resultará mucho más
sencillo.

Este libro está enfocado a dar herramientas sobre el arte de persuadir y
seducir. A veces asociamos estas palabras: “seducir”, “persuadir”, solo con
sexualidad. Cuando realmente van mucho más allá. Quien sabe persuadir y
seducir, sabe vender, sabe hacer amigos, sabe cerrar negocios, sabe enamorar,
caer bien, superar una entrevista de trabajo, atraer clientes, resolver problemas
de relaciones y, sobre todas las cosas, siempre sabrá conseguir lo que se
propone.



















Introducción.

El show debe continuar.



Estoy convencido que debemos tener a diario una misión: ser mejores que
ayer. Una historia para ilustrar…

Para esos días me había inscrito en un taller de teatro, toda la vida me ha
gustado el mundo de la actuación y, en mi época del colegio, siempre me
ganaba los personajes principales en las obras que presentábamos. Sin
embargo, había decidido hacer aquel taller para mejorar el histrión de mi
corporalidad y seguir mejorando la capacidad de expresión en mis
conferencias.

El taller tenía una duración de 3 semanas, y ya había pasado la primera,
cuando nos pusieron a hacer algunos ejercicios en parejas. El trabajo de esa
noche, era que uno debía hacer una acción repetitiva (bailar, saltar, cantar,
correr, lo que fuese, sin parar) mientras que la otra persona debía reaccionar
de manera genuina ante la acción del compañero (reír, aburrirse, detenerle,
etc.). La profesora decidía en qué momento se detenía el ejercicio.

Luego que varias parejas pasaran haciendo diferentes acciones, llegó mi turno
con una compañera llamada, Laya. Ella hizo la acción repetida, que en este
caso fue saltar sin parar. Nos pusimos cara a cara, a un metro de distancia,
cuando la profesora dijo: “acción”, comenzó a saltar sin parar, mientras yo la
observaba fijamente. Fue ahí cuando me tomé un segundo para analizar el
panorama y tener el mejor resultado posible de este ejercicio, hasta el punto
que la profesora se sensibilizara.

Creo que no soy el mejor actor, pero tampoco soy tan malo. Si algo he
aprendido en los últimos 5 años de mi vida, son habilidades sociales,
especialmente a leer a las personas y a reconocer fortalezas y debilidades en
sus caras. Ya tenía claro en mi cabeza qué debía hacer para influir en las
emociones de Laya y hacer una escena más emocional.

Luego de permitir que saltara por aproximadamente un minuto sin parar, me
le acerqué, mirándola a los ojos, le di un abrazo muy fraternal, cálido y
prolongado, acompañado de las siguientes palabras al oído: “tranquila,
descansa, descansa.” Un silencio absoluto se apoderó del taller, el abrazo
continuó por unos segundos. Hasta que la estudiante más pequeña del salón,
una niña de aproximadamente 10 años soltó una risa inocente y fuera de
contexto que nos sacó a todos de ambiente y terminó el ejercicio.

Cuando separé mi cuerpo de Laya, noté sus ojos llorosos, al igual que los de
la profesora, que nos felicitó y pidió que nos sentáramos. Luego que todas las
parejas pasaran a hacer sus ejercicios, hicimos una mesa redonda para
analizarnos. Uno a uno cada estudiante comentó su sentir y reflexión del
ejercicio. Cuando nos tocó el turno, a Laya y a mí de opinar, ella tomó la
palabra y se expresó: “sentí que el abrazo de Jaime fue muy sincero, me trajo
paz y calma. Me puso sentimental.” A lo que la profesora le agregó: “sí, es de
los mejores ejercicios que he visto desde que soy maestra, reconozco que me
llegó, y me humedeció los ojos.”

Por mi parte preferí guardar silencio, pues mi opinión del ejercicio era muy
diferente al de ellas y no quería aniquilar el momento tan bonito que habían
vivido. Así que, me quedé callado. Al final de la clase, cuando todos se
habían ido me quedé a solas con la profesora, quien me reiteró sus felicidades
por el ejercicio:

- Buen trabajo muchacho, no cualquiera logra hacer que se me


humedezcan los ojos.

- Gracias, profesora.

- Sabes, creo que tienes talento para esto. Dime, ¿por qué no opinaste
sobre tu ejercicio? Por lo general eres más conversador.

- Sí, pero en este caso preferí ser prudente.


- ¿Pasó algo?

- No, es solo que no quería dañar la ilusión.


- ¿Ilusión? ¿cuál fue tu opinión del ejercicio?


- Opino que, Laya es una niña con un corazón muy delicado, sus ojos
lo reflejan, al igual que la cicatriz que tiene en la mejilla. Esta cicatriz la
llena de inseguridades. Está en la edad de los 19, una época de rebeldía,
miedo y dudas. Tiene una personalidad sensible, pero quiere venderse como
una chica dura. Si le sumamos todo lo anterior a que, su relación con los
papás no es la mejor, un abrazo y palabras de aliento se vuelven un
detonante de emociones.

- Muy mal. Respondió la profesora molesta.


- ¿Por qué está mal?


- ¡No puedes manipular a tu compañero de escena, ni pensar tanto en


la actuación!

- ¿Por qué no? Si hace un rato dijo que era de los mejores ejercicios
que había visto en sus clases. -Le respondí con amabilidad, pero siendo
asertivo-. Ella guardó silencio por unos segundos sin saber qué responder.

- Mañana hablamos con calma y te explico. -Dijo molesta e incómoda,


como queriendo salir del paso-.

- Está bien. -Respondí, para no incomodarla más-.



Nos despedimos y, por supuesto, al día siguiente no hablamos del tema, ni
ningún otro día. Esa fue una de las lecciones más valiosas que aprendí sobre
persuasión. Nunca permitas que la máscara caiga, no permitas que el truco se
revele. Pues serás odiado. La gente odia sentirse manipulada. Así sea que
hayan caído redondos. Si descubren que realmente no hubo magia y que todo
fue calculado por conocimiento, el encanto habrá llegado a su fin.

Que esta sea la primera lección para tener en cuenta de este libro, si con
conocimiento persuades a la gente, asegúrate de que nunca lo sepan. Porque
terminarán odiando a quien los persuadió.




























































CAPITULO 1.
Empatía.


















Rusia 2018

Era martes 3 de Julio de 2018, lo recuerdo bien porque era el día del partido
por octavos de final de la copa mundial de Rusia. Y yo estaba ahí en su
capital Moscú, con mi novia viviendo esa increíble experiencia. Por cosas de
la vida no logramos ingresar al estadio ese día, así que terminamos yendo al
FIFA FAN FEST, son eventos oficiales donde trasmiten los partidos en
pantallas gigantes con música en vivo y gente de todas partes del mundo.

Al llegar nos hicimos cerca de un grupo grande de colombianos para sentirnos
como en casa. Terminado el primer tiempo, el empate a cero se mantenía.
Después de varias cervezas mi vejiga me suplicaba ir a orinar. Fui hacer una
fila de aproximadamente 10 personas. Mientras esperaba, noté que el tipo que
estaba delante de mí era un inglés de aproximadamente 1,90 de altura con
camiseta de su selección.

El inglés volteó aburrido de la espera en la fila a mirar a todos lados y se
encontró con mi mirada. Soy el tipo de persona que le gusta hacer amigos por
donde va y más en un evento como el Mundial, en donde todas las personas
están en modo fiesta constantemente. Al verme le arroje una mirada
desafiante en forma de broma. El tipo se echó a reír, mientras empezábamos a
conversar en ingles sobre el partido. Tuvimos una charla en donde nos
prometimos cambiar nuestras camisas al final del partido sin importar lo que
pasara.

Ya casi retomaba el partido cuando llegó una mujer bonita con camisa de la
selección Colombia, abrazando al inglés y diciendo: “No puedo creer que mi
esposo este hablando con un colombiano, yo estoy aburrida, me tocó ver el
partido con puros ingleses y me siento incomoda.” Al escucharla, me dio
emoción la idea de poder alegrar a esta compatriota, así que los invité a que
vieran el segundo tiempo con nosotros y los colombianos.

La emoción de la colombiana fue tanta por la idea, que su esposo no tuvo
forma de decir no y a la vuelta de 10 minutos estábamos todos juntos, listos
para ver el segundo tiempo de Colombia contra Inglaterra. Era curioso ver
todo nuestro grupo de camisetas amarillas y solo una persona de camiseta
blanca con cara de: “Yo qué hago aquí”. Pero, a pesar de ser el diferente, se
veía complacido de ver a su esposa saltando de alegría.

El partido avanzó y con un penalti discutible, los ingleses se pusieron delante
con la anotación de Harry Kane, los gritos ingleses se escuchaban por todos
los alrededores. De ahí en adelante solo se escuchaban cantos en ingles hasta
que, en el minuto 93 un gol de cabeza de Yerri Mina ponía el partido
empatado a uno. Justo cuando todos los colombianos nos dábamos por
perdidos. Hubo una euforia increíble. Todos nos abrazamos, todos, excepto el
inglés que ya se hacía ganador antes de tiempo.
Después de 2 tiempos extras nos fuimos a penales, la tensión en el ambiente
era demasiada. Un silencio expectativo se sentía antes de cada penalti, y
rompía en mucho ruido sin importar si el disparo era gol o no. Al final de los
penales, Inglaterra ganó por un gol de diferencia.

Un momento muy duro para mí y todos los de amarillo. Me quedé en silencio
viendo cómo mis ojos se humedecían. Una que otra palmada de aliento recibí
por parte de algún extraño, hasta que me encontré con él inglés que con
mucho respeto me dio la mano y un abrazo muy amistoso. Intercambiamos
camisas, ante la mirada, aplausos y cámaras de muchos que nos hicieron un
círculo, para apreciar ese momento de juego limpio.

“Déjame invitarte una cerveza”, me dijo. Mientras su esposa me explicaba:
“esa es la manera cómo los ingleses expresan su amistad”. Acepté con mucho
gusto. Y terminamos en un bar compartiendo algo de beber y comida. Una
vez la conversación iba a iniciar, el inglés hizo un anuncio.

“Tengo que hacerles 4 preguntas”. Mi novia y yo nos quedamos mirando con
curiosidad, mientras su esposa sonreía como sabiendo lo que se venía. Vamos
a hacer un paréntesis en este punto de la historia, quiero que respondas en tu
mente las preguntas que el inglés nos hizo para que te sientas parte del juego.

Primera pregunta: ¿Cuál es tu animal favorito y por qué?
(Haz un alto y piensa tu respuesta. ¡Es importante!)

Segunda pregunta: ¿Cuál es tu segundo animal favorito y por qué?
(Haz un alto y piensa tu respuesta)

Tercera pregunta, tranquilo no es el tercer animal favorito: ¿Qué sientes al
imaginar el océano, el mar abierto?
(Haz un alto y piensa tu respuesta)

Cuarta y última pregunta: ¿Qué sientes cuando piensas en la oscuridad
absoluta?
(Haz un alto y piensa tu respuesta)

Una vez terminada las preguntas nos dijo que, cada una tiene un significado
en nuestras vidas: la primera tiene como significado, el cómo te ves o cómo
deseas verte a ti mismo. Tal vez empieces a encontrar similitudes con tu
respuesta. A mí me ocurrió, mi primer animal favorito es el camaleón. Por ser
un animal muy bien diseñado por la naturaleza, tiene la habilidad de cambiar
de color según el contexto en el que se encuentra para su conveniencia, puede
mirar a dos lugares distintos al tiempo, a pesar de ser lento con su cuerpo, con
la lengua tiene una velocidad y talento envidiable en el reino animal.

La siguiente pregunta, tenía por significado: lo que esperas de una pareja.
Analiza tu respuesta, creo encontrarás “coincidencias”. A esta pregunta, mi
respuesta fue el gato. Por su gracia, por su inteligencia, por ser independiente
y por ser oportunos. Tengo dos gatos y algo que he notado es que manejan
muy bien los tiempos, cuando sus dueños están tristes o enfermos, ellos se
quedan para dar compañía. Curiosamente esa descripción que hice era tal cual
como yo veía a mi novia.

La tercera pregunta, tenía por significado: el cómo vemos las relaciones
interpersonales: amor, familia, negocios, amigos. (Haz un alto y piensa tu
respuesta). Lo interesante de esta pregunta, es que mi respuesta fue: “lo veo
como un hermoso misterio por descubrir”. Lo curioso es que vivo de
investigar el mundo de las relaciones interpersonales.

La última pregunta, tenía cómo significado nuestro sentir hacia la muerte.
(Haz un alto y piensa tu respuesta). La mía fue: “Antes le tenía miedo ahora
me da tranquilidad”. El inglés terminó diciendo que este juego fue un invento,
hecho por el Dalai Lama. Esta parte no me terminó de convencer.

Ahí terminaba el ejercicio de las cuatro preguntas. Pero hubo algo que no
pude evitar notar en el proceso de estas, y era el ambiente que se sentía entre
nosotros mientras el inglés dirigía el ejercicio. Todos estábamos muy
conectados, algo especial tenía este juego, podía notarlo, además de que
acertaba en cada pregunta. Pocos minutos después le pregunté a su esposa, en
una conversación aparte, sobre cómo se había enamorado de él. Y su
respuesta confirmó mi sentir sobre este ejercicio: “después que me hizo estas
cuatro preguntas”, Respondió ella. Lo sabía, esto tenía algo mágico y yo tenía
que descubrirlo.

Un mes después de regresar a Colombia, aún tenía el recuerdo de ese día,
tanto por la derrota del partido, como las cuatro preguntas del inglés. Así que
me puse a investigar qué eran realmente esas preguntas, y encontré la
respuesta. Tal como lo pensaba, no tenía nada que ver con Dalai Lama, por el
contrario, era un test psicológico. Eso tenía más sentido para mí. Pero había
algo que no estaba en internet y en ningún lugar sobre esas preguntas, y era el
efecto que causaba en las personas, como lograba hacer que se concentraran
tanto a este juego e hiciera especial el momento. Comencé a hacer este
ejercicio con varias personas, para tomar nota de las reacciones, creo que lo
hice a más de 500 personas entre conferencias, reuniones de amigos o
individualmente, y el resultado siempre era igual: todos terminaban
concentrados, entusiasmados y felices. Era magnético este juego.

Después de tanto analizarlo, mientras escribía una conferencia sobre
persuasión y empatía, llegó a mí como revelación divina la respuesta que
estaba buscando. El motivo del encanto que tiene este juego de las cuatro
preguntas: No era más que poner sobre la mesa el tema favorito de las
personas: Ellos mismos. Este fue un ejercicio de introspección y
descubrimiento. Y como a todo aquel que le ponen un reflector encima, se
siente importante. Y por ende, en este caso, especiales.
































La modelo

Estaba en un cumpleaños bastante aburrido, sé que era aburrido porque no
recuerdo quién cumplía y estaba metido en el celular mirando Instagram.
Mientras seguía deslizando me detuve para ver con detalle la foto de un
amigo en donde salía posando con una mujer de belleza imponente. Era alta,
de aproximadamente 1,78, rubia, delgada, tenía un cuerpo muy completo,
abdomen plano y duro, estaba bien por delante y por detrás. De verdad que
estaba demasiado buena y, como dato curioso, la mujer transmitía en aire de
perversión que la hacía más llamativa.

No lo pensé dos veces y la seguí, tenía más de 10 mil seguidores en ese
momento, también noté que un par de famosos la seguían. Realmente no era
algo que me intimidara, para esos días mis redes no se quedaban atrás, incluso
tenía más seguidores que ella. Así que no me sentía en desventaja. Pero mi
sorpresa fue cuando me llegó una notificación al teléfono diciendo: “Angelica
también te sigue ahora”. Solo pude pensar: “que empiece el juego.”

Abrí la conversación diciéndole: “salúdame a Daniel”, refiriéndome a mi
amigo. Ella respondió amable y empezamos a conversar tonterías, poco a
poco, entrando en confianza. Luego de un par de palabras más, dejé la
conversación a medias intencionalmente con el fin de tener tema y un poco de
misterio para después.

Volví a escribirle, 2 días más tarde, para invitarla a salir, al día siguiente nos
vimos tipo 6:00 de la tarde. Fuimos por unas alitas picantes y unas cervezas.
Cuando nos vimos, me dio tranquilidad, que era igual que en las fotos, todos
sabemos lo que se siente esa decepción de sentirse engañados por los benditos
filtros y los programas de mejoras digitales. Pero para mi suerte, era igual o
mejor en persona.

Pasaron dos horas de buen ambiente, hasta ahí todo tranquilo, cero tensión
sexual, solo risas y conversaciones de proyectos a futuros. Por supuesto,
siempre estuve muy atento a sus palabras para descifrarla y saber por qué
camino llevar la cita, así que cuando me dijo que le fascinaba bailar, entendí
que ese debía ser el plan de la noche. Conversé con una pareja de amigos,
(Laura e Isaac). Y nos fuimos, los cuatro, a un bar a eso de las nueve de la
noche.

Empezamos tomando un par de tragos y creando un ambiente divertido entre
nosotros, el bar estaba lleno y pude percatar de cómo Angélica despertaba
muchas miradas entre hombres y mujeres, y no era de extrañarse. Era una
persona muy llamativa, tanto por su apariencia, como por su sensualidad al
momento de bailar. Incluso pude ver cómo conocidos de ella se le acercaban
para coquetearle o presentarles hombres que preguntaban por ella. Por
supuesto, yo ignoraba todo, mostrar celos o rabia es señal de debilidad. Lo
único que me preocupaba es que se la llevaran. Ya había pagado la botella.

Después de ver cómo Angélica rechazaba, amablemente, a todos los
pretendientes del bar, se dedicó a bailar conmigo y mis amigos. Empezó un
juego de coqueteo mientras bailábamos, ella se movía muy bien y éramos de
estaturas similares, eso hacía que bailar fuera más cómodo para los dos. De
repente el baile se tornó más sexy y apretado, acompañado de un roce de nariz
por aquí, una mirada por allá, y apareció el primer beso de la noche.

Mientras yo disfrutaba de Angélica y ella de mí, Laura e Isaac que eran
amigos, hacían apuestas sobre si entre nosotros pasaría algo más esa noche o
solo quedaría en besos. Ambos apostaron que solo serían besos. Y los
entiendo, llegó un punto donde Angélica bailaba más separada como en plan
de que todos la vieran mientras que yo quería tenerla cerca, no me culpen.
Ella estaba muy buena y los tragos la ponían aún mejor.

A las dos de la mañana decidimos que era tiempo de irnos. Tomé mi rumbo
con Angélica despidiéndome de mis amigos. Llegamos a mi casa, tenía la
esperanza de que algo pasara esa noche. Pero dentro de mí, había una voz que
me decía: “te vas a joder”, y esa voz no se equivocó. A los 20 minutos de
haber llegado a mi casa, Angélica empezó a quejarse casi como una pataleta
de que tenía hambre; entonces la llevé a comer un perro caliente, pues eso era
lo que quería, solo se comió la mitad y me pidió que la llevara a su casa
porque tenía sueño. Mis amigos habían ganado la apuesta.

Al día siguiente desperté, sin rabias, ni calenturas. Era consiente que aún tenía
una oportunidad de hacer que pasara algo más con Angélica. Conseguir una
segunda cita es más difícil que la primera. Porque ya no está el factor
curiosidad, sencillamente algo le interesó de la anterior, o no. Con esto claro,
debía proponer algo que no quisiera rechazar, o al menos que de verdad
quisiera. Así que la invité a grabar conmigo, como toda modelo de Instagram
le gusta ganar seguidores y ella sabía que de esta forma podría conseguir más.
Y, en efecto, aceptó la invitación.

Esa noche Angélica llegó a mi estudio de grabación con un bolso lleno de
ropa y con toda la actitud. Nos tomamos unos minutos antes de empezar para
explicarle los videos que haríamos, su actitud era un poco cretina y
desinteresada. Pero entendí que esa era su forma de ser. Las cámaras no la
intimidaban, por el contrario, le era muy natural estar en frente de ellas.

Grabamos varios videos durante 2 horas, al terminar ya eran más de las nueve
de la noche y teníamos hambre, así que pedimos algo de comer. Al terminar le
propuse relajarnos en el sofá, escuchar algo de música y, por supuesto,
intentar avanzar con ella. Lo que no contaba es que me iba a encontrar con un
muro. Esta vez ni besos me quiso dar, por el simple hecho de que no tenía
ganas. Pues eso respondía a mis intentos.

Comenzaba a molestarme por dentro, obviamente a nadie le gusta que lo
rechacen; pero ya llevaba un par de años en el mundo de las habilidades
sociales y era consciente que, si permitía que ella cambiara mi actitud y
energía, ahí realmente terminaría el juego. Así que preferí cambiar la
estrategia, dejé de coquetear, de seducir o intentar besarla. Y me limité a crear
confort.

Comencé a hacerle preguntas claves, sobre su forma de ser, su familia, sueños
e infancia. Y, poco a poco, se fue abriendo, hasta incluso cambiar de actitud.
Dejó caer esa máscara, de mujer dura y sexy. Y empezó a mostrar la niña que
tenía por dentro, me contó sobre cómo desde pequeña amaba brillar en tarima,
lo mucho que adora el baile y que alguna vez fue reina en unas fiestas.

Llegó a tal punto de emoción por seguir contándome sus logros, que me
preguntó: “¿quieres ver un video cómo fue el reinado infantil de belleza que
gané?”. Era imposible negarse a tal emoción que transmitía. Abrió la
computadora y por los siguientes 20 minutos se dedicó a mostrarme videos de
ella bailando y desfilando en concursos. Me limité a permitir que se expresara
y que fuera la protagonista de la noche.

Al terminar de hablar me miró llena de orgullo y me preguntó:

- ¿Qué te pareció?

- Genial, dije.

- ¿Cierto que sí?


- ¡Absolutamente!

Se quedó con una sonrisa enorme en la cara y, como por arte de magia, sin
previo aviso, se lanzó a abrazarme, me besó, hicimos el amor y nunca más,
después de esa noche, volvimos a vernos. No fue por nada malo en realidad,
después de eso, ella viajó a Bogotá en donde se quedó a vivir una temporada,
igualmente siempre supe que lo nuestro solo sería algo fugaz, por un tema de
personalidades. Pero mi mayor sorpresa fue cuando tiempo después me enteré
de que ella tenía un novio con el que llevaba más de 3 años de relación. Mi
instinto no me falló, siempre supe que ese aire de perversión era real, tanto en
la cama, como en la calle.

Que hablen.

Una noche terminando de comer con mi novia, me llegó un mensaje. Era una
notificación, que al día siguiente tendría una sesión de entrenamiento por
video llamada al medio día, y me puse a curiosear quién era la persona: su
nombre era Alejandro, vivía en Miami, pero era de Venezuela y tenía 21
años.

Mientras veía su perfil, mi novia me preguntó: ¿qué haces?
Entonces le comenté:

- Mañana tengo una sesión con este tipo. Le respondí mientras le


mostraba la foto.

- Es atractivo. ¿Porque te buscará?


- No lo sé, igual el físico es solo la punta del iceberg.


- ¿Te han tocado personas así antes?


- Sí, hombres y mujeres hermosas. Cada caso es diferente, a veces


buscan mejorar su seguridad, atraer a alguien que les gusta mucho,
aprender sobre ventas, empatizar, o incluso son muy buenos en general, y
sencillamente quieren ser mejores.

- Interesante. Me cuentas qué quiere, me da curiosidad.

- No.

- ¿Por qué no?


- Todas las sesiones son confidenciales, mejor dime ¿qué quieres de


postre?

Al día siguiente a las 12 del medio día ya estaba sentado en frente de mi
computadora esperando a Alejandro. Cuando se conectó me encontré con un
tipo sencillo, bien parecido, tranquilo, de buen corazón, muy receptivo y
dispuesto a aprender mucho. Cuando lo conocí me contó la razón por la cual
estábamos hablando y esa razón se llamaba, Daniela.

Empezó contándome sobre ella y su situación, la describió como una mujer
joven de 19 años, bonita, venezolana, con muchos admiradores, entre tantas
cosas que hablaba de ella, porque fueron muchas. Agregó que sentía que ella
a veces lo quería y otras veces no. Y no me era extraño de cierta forma, pues
emocionalmente las mujeres, por lo general no saben lo que quieren, ahora
imagina cuando son inmaduras.

Al pobre Alejandro lo tenían desorbitado, pues un día lo querían y al otro día
ya no. Y él la quería de verdad, para algo serio. Continuando con su historia,
ya habían ocurrido un par de besos con Daniela, pero de repente ella se
alejaba y lo dejaba de nuevo en un limbo. En donde el pasaba de ser el amante
de la noche, a nadie, o a un amigo más en cuestión de días.

Alejandro, sin aguantar más la situación me buscó y empezamos a trabajar.
Debo confesar que, cuando recibo a cualquier entrenado, en realidad no me
importa mucho si les gusta una persona en especial, pues siempre existirán
factores externos que influyen en los demás. Ejemplo: tú puedes hacer todo
perfecto con una mujer, pero si está enamorada de otro, ya perdiste. Lo que
realmente me importa, con cualquiera de las personas que acuden a mí, es
ayudarlos a crecer como seres humanos. Que pasen a un siguiente nivel,
aunque las cosas no funcionen con ese objetivo que tienen inicialmente y que
estén más que listos para las siguientes oportunidades. Yo tenía esto claro,
pero al parecer, Alejando estaba bastante enfocado en su misión principal:
Daniela.

Iniciamos por recuperar lo perdido, la atención de Daniela. Teníamos la
facilidad de que ella pertenecía al círculo social de amigos cercanos de
Alejandro, esto hizo un poco más sencillo lograr que lo viera en acción. Así
que empezamos con las instrucciones:

1. Socializa: Algo que es muy importante a donde vayamos es, relacionarnos
con los demás. A parte de que nos ayuda a conocer gente, tiene un efecto muy
positivo en cómo nos perciben las personas, entre más socialices y te rodees
de gente, más personas van a querer estar contigo. Si las personas andan
contigo, es porque algo especial debes tener.

2. Diviértete: Cuando estamos socializando, sea con un grupo de amigos, una
fiesta o en una cita, es importante tener buena actitud y nivel de energía,
divertirse se vuelve un estado muy positivo y magnético para el alrededor.
Cuando te diviertes las personas lo notan y se vuelve contagioso. En muchos
casos cuando salimos con alguien en un plan de conquista, tendemos a darle
prioridad a gustarle a la otra persona para empezar a divertirnos, cuando el
secreto es divertirnos para empezar a gustarle.

3. Trátala como si fuera tu mejor amiga: No estoy sugiriendo que nos
vayamos a la zona del amigo. Esta estrategia tiene un efecto psicológico tanto
para ti, como para tu objetivo, pues mentalmente te tranquiliza y pierdes la
presión de estar pensando en que todo debe ser perfecto o que te vas a
equivocar, por el contrario, estarás tranquilo y actuarás con naturalidad; así
transmitirás esa intención de que no tienes ningún interés más allá de pasarla
bien con esa persona. Por otro lado, el efecto que tendrá esta estrategia en el
caso de ella es que no sentirá presión que está tratando con un pretendiente
que quiere sexo o algún compromiso con ella, consiguiendo que baje los
escudos y sea ella misma, contigo. Nota: Es tratarla como si fuera tu mejor
amiga, no serlo.

Con estos pasos a seguir Alejandro volvió al ruedo y en más de una salida con
los amigos incluyendo a Daniela, empezó a trabajar los consejos. Nuestra
primera misión era recuperar la atención de ella y lo consiguió, él podía ver
cómo de repente comenzaba a ser más observado por Daniela mientras el
socializaba con hombres y mujeres.

Llegó un punto de quiebre en donde Daniela empezó a hablarle y a buscarlo,
en ese momento, Alejandro la empezó a tratar como si fuera su mejor amiga,
muy amable, con mucha confianza, cero interés sexual. A veces nos preocupa
caer en la zona del amigo por tratar a una mujer como tal, olvidando que entre
una pequeña conversación amistosa se puede esconder una gran tensión
sexual.

Fue cuestión de horas para recuperar la atención de Daniela, y cuestión de
días sus besos. Entre sesiones veía el avance de la situación, la actitud de
Alejandro reflejaba que estaba motivado, aunque de vez en cuando llegaba a
las sesiones un poco bajo de ánimos, y la respuesta siempre era la misma
cuando lo veía así: “Daniela”.

Esta fue una de esas conversaciones:

- Mis amigos me dicen que, ella hace conmigo lo que quiera, que no me
respeta, y que estoy hecho un idiota detrás de ella.

- ¿Qué pasó?

- Había una fiesta en la casa de un amigo en común, yo ya estaba ahí


cuando ella me llamó a preguntarme si podía recogerla donde una amiga y
hacer una pequeña parada en su casa, para recoger algo. Acepté y la
recogí, llegamos a su casa y me dijo “vuelvo enseguida” cosa que no hizo,
pues me puso a esperar por más de una hora.

- No puede ser, ¿y tú qué hiciste?


- La llamé un par de veces, me respondía que ya iba a salir y nada.


Hasta que pasado todo ese tiempo salió, cambiada de ropa maquillada y
oliendo a perfume.

- ¿O sea que te hizo esperar todo ese tiempo para que ella se cambiara
y ni te lo dijo?

- Sí. De ahí fuimos a la fiesta, y todos mis amigos me miraban como si


yo fuera un idiota.

- Me pregunto por qué… (sarcasmo).


- Jajaja ¿qué opinas?


- Opino que estas cediendo mucho terreno, ella está absolutamente


convencida que te tiene en sus manos y puede hacer contigo lo que le dé la
gana. Y sí, estas siendo un idiota.

- ¿Qué hacemos ahora?


- Primero calmarte, que se nota que tienes rabia, recuerda que si ella
detecta que te afecta lo que haga, el juego se acaba.

- Sí, estoy molesto.


- Lo sé. Y no puedes pensar bien, así que tranquilidad. Te voy a decir


algo que a lo mejor no es lo que estás buscando escuchar. Necesitas
cambiar el foco, creo que esta mujer no te conviene como novia y sé que eso
estás buscando en ella. Veo que es muy inestable y no te respeta.

- Igual, quiero intentarlo.


- Bueno esa es tu decisión, solo estoy aquí para ayudarte. Yo te doy


herramientas, tú verás cómo las usas.

- Soy consciente, quiero continuar.



Volví a darle una serie de pasos a seguir, en donde tenía que recuperar mucho
territorio con ella y respeto con él mismo. Fueron dos semanas donde
aparentemente todo iba a bien. Estaban saliendo 1 o 2 veces a la semana, y se
besaban. Todo estaba tranquilo hasta que llegó la tormenta.

Una noche llegó un mensaje de Alejandro, en donde podía percibir que estaba
completamente desesperado, decía “necesito una sesión, ¡ya!”. Al día
siguiente en la mañana, muy temprano, nos vimos por video-llamada. Solo al
encender la cámara pude confirmar que algo realmente terrible le había
pasado, su respiración era profunda, y hablaba más rudo de lo normal, esto
fue lo que sucedió:

- Cuéntame, Alejo, ¿qué pasó?


- Todo se fue a la mierda. Íbamos bien. Y el sábado fuimos mis amigos,


ella y yo, a un plan en yates por la bahía de Miami. En un principio todo
marchaba según lo planeado. Me encargué de socializar con todo el mundo,
me tome unos tragos, hable con otras mujeres, a veces molestaba con ella,
hasta que avanzado el día, la perdí de vista. No la encontré en el yate
donde estábamos.

- Ya veo por dónde va la historia…



- Al pasar 2 horas la vuelvo a ver muy borracha, se me acerca mi mejor
amiga, que también es amiga de Daniela, y me cuenta que en un momento
llego otro yate, con gente que no conocíamos, se ubicaron al lado de
nosotros bromeando y siendo amables, y en eso Daniela se subió a ese yate,
con otras amigas, y se terminó besando con un tipo que acababa de
conocer.

- Rayos…

Ese día Alejandro entendió que por más que hagamos las cosas bien, siempre
habrá factores externos que influyen en las decisiones de las personas, en este
caso podríamos decir que ella era inestable, inmadura, de vida alegre, o
incluso simplemente que no le gustaba Alejandro, o incluso que le gustó
mucho el tipo del otro yate, si quieren. Cualquiera que haya sido el motivo,
Alejandro estaba golpeado, por más que le insistí que ella no era la mujer en
este momento de su vida, el continuó, y no está mal, nada como la experiencia
en carne propia. Aquí termina esta historia, e inmediatamente, empezó otra.

Mi entrenado, había tocado fondo y una vez ahí el único camino es para
arriba.
Así que sin dar más vueltas le propuse:

- Es tiempo de que conozcas personas nuevas, y entre más pronto sea,


más rápido pasamos este trago amargo.

- ¿Qué tengo que hacer?


- Vamos a aprovechar las redes sociales, presta atención: paso 1,


vamos a usar Facebook e Instagram. Necesito que agregues a todas las
mujeres que veas y te gusten en redes, pero asegúrate de que te gusten o no
tendrá sentido ni sentirás presión a la hora de interactuar. Paso 2, espera
que te acepten y estén en línea, en ese momento les escribes con alguna
excusa, preferiblemente pidiendo una opinión. Ejemplo: “hola, hay algo
que necesito preguntarte”. Este abridor es muy importante porque de
entrada estamos despertando curiosidad en nuestro objetivo. Esto aumenta
la posibilidad que respondan el mensaje, en el caso que no responda, no
importa. Muchas veces te van a ignorar es parte del proceso. Paso 3,
probablemente te van a responder con un, “dime”, a continuación, vamos a
exponer una situación en donde ella pueda darte un consejo u opinión,
ejemplo: “mi mejor amigo tiene un problema y yo no he dado para dale
consejo, quería una opinión neutral. Te vi, y dije, “ella me puede
ayudar”. Si hasta este punto te ha leído estará más que curiosa por
continuar conversando. Dile algo como: “Mi amigo tiene su novia y una
mejor amiga, resulta que él salió con su mejor amiga hace como 5 años y
no pasó más que un par de salidas y besos. Actualmente son de verdad
mejores amigos. El problema es que la novia y futura esposa, sé enteró y
ahora le está pidiendo que deje de andar con ella, porque la incómoda
hasta el punto que lo amenazó con dejarlo si no lo hace”.

- ¿Y qué pasa cuando me dé su respuesta?, preguntó Alejandro.


- Este ejercicio se llama “problema sin solución”; cada respuesta que


te dé, tiene un callejón sin salida, ejemplo: si te dice que le dé prioridad a la
novia, le respondes que su amiga es tan importante para él, que quiere que
sea la madrina de su boda. Y si te dice que le dé prioridad a la amiga y
haga entrar en razón a su novia, le dices que ya le dio un ultimátum o
terminan. Hazlo así, o incluso si puedes crear tú mismo una historia, sería
mejor, así practicas tu creatividad, a veces lo que nos desmarca de ser uno
más del montón es la creatividad. Empieza y ya verás cómo se va
desarrollando las conversaciones.

- Está bien, empezaré hoy mismo.



Pasó una semana desde aquel día, para volverme a ver con Alejandro,
recuerdo que recibí un mensaje diciéndome “te tengo que contar.” la cosa
pintaba bien, al encender la cámara de la video-llamada lo confirmé, su rostro
era de satisfacción, algo había ocurrido.

- Hola. Tienes cara de querer hablar.


- Sí, me puse a trabajar en el ejercicio que me dijiste.


- ¿Cómo te fue?

- Agregué a más de 30 mujeres, algunas me aceptaron, otras no.


- Era de esperar.

- Algunas otras que sí me aceptaron me dejaron leído cuando les


empezaba a hablar.

- También era de esperarse.


- Pero varias me siguieron la conversación, en la mayoría de los casos


eran mujeres que realmente me gustaban. Lo interesante era lo que ocurría
una vez terminada de plantearles la situación. Como por arte de magia casi
todas tenían el mismo comportamiento, empezaban a escribir párrafos tras
párrafos.

- Jajaja… Acabas de aprender la fascinación de las mujeres por


resolver problemas. Ya entiendes porque les gustan los hombres
complicados.

- Te creo, eran mensajes muy largos y detallados, en donde me


contaban historias que les habían pasado antes muy similares, o a personas
cercanas. Al final me daban un consejo y yo les ponía una contra situación
haciendo que volvieran a escribir más párrafos. Y sin darme cuenta a se
había quebrado el hielo, al poco tiempo dejábamos de hablar de mi
supuesto mejor amigo, y nos concentrábamos en nosotros. Al final conseguí
un par de teléfonos y una cita.

- Uy, he creado un monstruo, jajaja. ¿cuándo es tu cita?


- Ayer.

- Oh, esa no la vi venir. ¿Y cómo te fue?


- ¡Excelente! Nos besamos ese mismo día. Y esta noche viene a mi


apartamento.

- Si me lo permites en mi próximo libro me gustaría contar esta


historia.

- Me encantaría.

Conclusión.

Analicemos, una a una, las historias de este primer capítulo. Empecemos con
la del inglés en Rusia. Cuando empezamos a jugar con las preguntas, algo
especial estaba pasando en la mesa. El ambiente era muy agradable en el
lugar. Pero ¿qué era realmente ese ejercicio? No era más que una forma de
auto descubrimiento. Tras cada una de sus preguntas, los que participamos
estábamos aprendiendo sobre el tema que más nos gusta, nosotros mismos.

Fijémonos en lo que sucedido en la historia de la modelo, en un principio fue
muy difícil lograr que se quitara esa mascara de súper modelo, pero una vez
ella empezó a ser el centro de la noche contando sus historias y logros, se
sintió tan cómoda que se entregó completamente.

Otro caso similar fue el de Alejandro luego de su mal momento con Daniela.
Llegó la decisión de conocer gente nueva y utilizamos la estrategia de las
redes sociales en donde se planteaba un problema a las mujeres, y ellas
comenzaban a expresarse. Era una forma de pasarle el balón a la otra persona
en donde podía hablar y desahogarse con sus opiniones sobre el tema,
sintiéndose escuchada y cómoda. A tal punto que pasa de sentir que está
hablando con un extraño a romper completamente el hielo. Pues ahora ellas
sienten que tienen los reflectores encima, y las hacen sentir especial.

Para qué entendamos, una parte fundamental de la persuasión es crear
empatía con el objetivo. Sea un cliente, alguien que nos gusta, un votante, o
para hacer amigos. En este primer capítulo, enfocamos la empatía a partir de
permitir que las personas hablen sobre ellos mismos, se descubran o
simplemente permitiendo que se expresen. Sucedió con las preguntas del
inglés, haciendo que los cuestionados, fueran felices contando sus gustos y
sensaciones. Sucedió con la modelo, cuando permití que me contara sus
triunfos. Sucedió cuando Alejandro buscaba consejos a desconocidas en la
red, ellas entraban en confianza por el simple hecho de expresarse. En cada
caso anterior tanto Alejandro, el inglés y yo, dimos algo para lograr un
objetivo. Entregamos el protagonismo del momento. Y una vez sienten
empatía contigo, puedes empezar a usarlo a tu favor.

Regla #1.
A las personas les gusta sentir protagonismo. ¡Aprovéchalo!





























































CAPITULO 2.
El poder de la información.


















La entrevista más difícil del mundo.



Recién graduado de comunicación social y periodismo, recibí mi diploma y
las siguientes palabras de parte de mis padres: “bueno hijo, hasta aquí
llegamos contigo”. Refiriéndose a que ahora me tocaba a mí, asumir todos
mis gastos. En ese momento no le di mucha importancia, era día de
celebración así que, me dediqué a pasarla bien. Días después me acordaría de
sus palabras.

Creo que una de las etapas más complicadas para cualquier persona, es
cuando salimos de la universidad sin trabajo, y nos preguntamos: ¿ahora qué
voy a hacer con mi vida?, pues bien, yo también pasé por ahí. A diferencia de
muchos, por mi forma de ser y pensar, estaba decidido que quería emprender.
Nunca me gustó la idea de seguir órdenes, desde el colegio ya odiaba hacer
caso solo porque así eran las reglas, odiaba despertarme a las 6 de la mañana
para ir hacer algo que no me gustaba, sin entender por qué, si el día tiene 24
horas no entendía por qué tenía que madrugar. Había tomado mi decisión, no
trabajaría para nadie. Así que compré una cámara de video, y dije: “ya soy
productor, que vengan los clientes”. Y por supuesto, nadie me llamó.

Comenzaron a pasar los meses y yo seguía con mi cámara esperando que
alguien me llamara. La presión de parte de mi familia para que buscara
trabajo, no se hizo esperar. Por más que odiara la idea de trabajar para otro, se
estaba convirtiendo en una necesidad. El punto de quiebre, fue un día que salí
con mis amigos a un cumpleaños, estábamos en un bar, cuando llegó la carta,
tomé mi billetera y fue ahí cuando sentí lo que es no tener ni para una
hamburguesa. Mis ojos se humedecieron de la rabia, y entendí que era hora de
buscar trabajo.

Comencé a enviar hojas de vida, no pasó mucho tiempo hasta que recibí la
primera llamada. Era para un puesto de director regional de una multinacional
de comunicaciones en la costa. En realidad, el nombre era más impresionante
de lo que el trabajo era; pero igual, lo necesitaba. La noche previa a la
entrevista recuerdo que estaba tan nervioso que no pude dormir, en lugar de
eso me puse a estudiar consejos para entrevistas de trabajo, luego comencé a
ver películas sobre emprendimiento y motivación. Una de las que vi esa
noche fue En búsqueda de la felicidad de Will Smith.

En esta película encontré una frase que me gustó tanto que la tomé como mía,
sentí que eran las palabras adecuadas para la entrevista que tendría al día
siguiente. Así que la guardé como un as bajo la manga, como un “rompa el
vidrio en caso de emergencia”. Por su puesto esa misma noche también oré.
Hasta el más incrédulo creé, cuando el avión se está cayendo.

Al día siguiente para cuando llegó el momento de la entrevista, yo ya estaba
arreglado de pies a cabeza, como si fuera a tener una cita con el amor de mi
vida, me eché perfume, convencido que iba a dejar una buena impresión. Me
bajé del carro que me había prestado mi mamá, y de repente, cayó un rayo.
Empezó a llover. Pasé de parecer un galán, a estar empapado. Parecía que
hubiera salido ebrio de una fiesta, a la entrevista.

No podía creer mi mala suerte, sin embargo, continuaba optimista. Llegué a la
puerta de la oficina, cuando iba a tocar me encontré con un letrero que decía
“cerrado”. Si en serio, la oficina estaba cerrada. Miré mi reloj y era la 1:45
pm. Seguramente estaban almorzando, así que me tumbé en el suelo a esperar.
Ese cuadro lo recuerdo bien, pues estaba mojado, solo en una esquina oscura.
Por mi cabeza pasó la idea que cualquiera podía pasar por mi lado y tirarme
monedas para que me comprara un pan, confundiéndome con un vagabundo.

Pasaron 30 minutos hasta que llegaron 4 personas, 3 mujeres y un hombre.
Abrieron la puerta y antes de entrar, el señor, de unos 50 años
aproximadamente, me arrojó una mirada muy desagradable y despectiva. Una
de las mujeres se me acercó y me dijo “disculpe, si viene por la entrevista,
puede seguir.” me puse de pie, y la recepcionista me señalo el camino
diciendo “adelante, el señor Jorge lo está esperando.”

Una vez dentro de la oficina, me encontré con el mismo tipo que segundos
antes me había mirado mal, esta vez apenas me vio, levantó la voz
gritándome:

- ¿USTED QUIEN ES, Y QUE HACE AQUI?


- Yo vine por la entrevista de trabajo… Respondí impresionado.


- ¿YO NO TENGO NINGUNA HOJA DE VIDA DE HOMBRES,


USTED QUIEN ES?

- A mí me dijeron que viniera por la entrevista. Respondí aún más


nervioso.

- ESPERE AHÍ. Dijo mientras sacaba su teléfono y llamaba a Bogotá.


- Está bien. Conteste confuso.


- Disculpe joven, ya me explicaron. Me habían enviado las hojas de


vida de otra ciudad por error. Lo que pasa es que ando nervioso por qué en
esta ciudad estoy amenazado de secuestro.

Maravilloso. Hasta apariencia de secuestrador me había visto el tipo. Ya se
podrán imaginar el nerviosismo que tenía en ese momento. Era tal mis nervios
después de todo lo que me había pasado ese día, que si me preguntaban hasta
mi nombre creo que dudaba la respuesta. Comenzó la entrevista con esta
pregunta:

- ¿Habla inglés? Preguntó el entrevistador.


- Maybe…

- ¿Podemos continuar esta conversación en inglés?


- Pues… yo preferiría español… Respondí muerto del susto.



Luego de un par de preguntas más el entrevistador me hace el siguiente
comentario:

- Le voy a ser sincero señor Jaime, usted no tiene el perfil que estamos
buscando. Necesitamos a una persona con características más comerciales,
le agradezco de igual manera el haber venido, cualquier cosa nosotros lo
llamamos. ¿Algo más que quisiera agregar a la entrevista para concluir?

Ese fue un comentario bastante desesperanzador, prácticamente ya me había
dicho que no, sin embargo, yo tenía una última carta que jugar, mi as bajo la
manga. Esa frase que había escuchado la noche anterior. Así que tomé aire y
le dije:

- Sí, señor Jorge hay algo que me gustaría agregar a la entrevista. A lo


mejor usted tiene razón y no tengo el perfil que están buscando. Pero hay
algo que quiero que sepa de mí. Quiero que sepa que soy el tipo de persona
que si le hace una pregunta y no sabe la respuesta le diré: “no lo sé”, pero
también quiero que sepa que soy el tipo de persona que hará todo lo posible
para encontrar la respuesta a esa pregunta. Muchas gracias.

Terminé de decir mientras me ponía de pie y le extendía la mano. La cara del
entrevistador cambió, quedó por unos segundos callado, pensando, hasta que
dijo “gracias por venir”. Salí de la oficina y me encontré con una fila de
varias personas esperando su turno para la entrevista. Pensé: “no, esto
definitivamente no es para mí”. Entré en el carro, aún seguía lloviendo. Me
quedé atrapado por los arroyos. Y como todo macho que se respete, rompí a
llorar.

Había sido increíblemente mala la entrevista, todo me jugó en contra, la
lluvia, mojarme, la oficina cerrada, el entrevistador que pensaba que lo iba a
secuestrar, mis nervios, mi inglés. ¿Maybe…? Miraba al cielo y solo decía:
“estas pesado conmigo”. Fue poco más de una hora reflexionando lo que duré
en el carro por culpa de la lluvia, hasta que sonó mi teléfono, era un número
desconocido. Pensé: “seguro es la telefonía cobrando”.

- ¿Aló? Contesté.

- ¿Señor Jaime?

- ¿Sí?

- Señor Jaime, lo llamamos de acá de la oficina.


- ¿Y eso?

- El señor Jorge quiere hablar con usted.


- Dígale que no lo voy a secuestrar.


- No es para eso.

- Y entonces ¿como para qué?


- El señor Jorge lo eligió a usted.



- ¿En serio?

- Sí.

- ¿No me estás jodiendo la vida?


- Señor Jaime, ¿cómo cree? Es en serio. El puesto es suyo.



Sí. Me habían escogido. Contra todo pronóstico, el puesto era mío. Ahora
bien, que tuvo que suceder para que me escogieran después de haberme dicho
en la cara que no era lo que estaban buscando, prácticamente un: “no nos
llames, nosotros te llamamos”.

Recordemos que cuando alguien está buscando contratar a una persona más
allá de los conocimientos o experiencias que tenga, realmente está buscando
un solucionador de problemas. Con la frase que usé: “soy el tipo de persona
que si le hace una pregunta y no sabe la respuesta le diré, no lo sé. Pero
también quiero que sepa qué soy el tipo de persona que hará todo lo posible
para encontrar la respuesta a esa pregunta.”

Esta frase es el resumen practico de lo que podría estar buscando cualquier
empleador, alguien que resuelva. Por eso el Señor Jorge al escuchar estas
palabras, incluso después de haber dicho que no era lo que estaban buscando,
cambió de opinión, pues escuchó lo que quería oír. Así es como funciona el
juego de las habilidades sociales, saber que botones presionar, conocer las
reglas de juego, conocernos como seres humanos, cómo funcionamos, y sacar
la máxima ventaja posible para lograr tus objetivos.










































































La influenciadora

Una mañana desperté con una notificación en mi correo sobre una sesión que
tendría con un chico de 20 años de la ciudad de Bogotá, su nombre era
Miguel. Cuando inició la videollamada me encontré con un tipo bien
parecido, todo se veía en orden. Era una persona normal, segura de sí mismo a
simple vista.

Resultó que tenía razón, era un buen chico, pero por esos días Miguel estaba
viviendo una obsesión, se estaba volviendo loco por conocer a una mujer que
era influenciadora deportiva en Instagram. La chica tenía unos 50 mil
seguidores aproximadamente. En un principio pensé que complicada esta
sesión, prácticamente quiere que lo ayude a levantar a su ídolo por redes. Eso
pensé hasta que me corrigió y agregó: que esa chica que él seguía desde hace
ya varios meses iba al parque donde el entrenaba.

Ahí el juego cambiaba considerablemente, ya nuestro intento por acercarnos
no sería un mensaje que se pudiera perder entre tantos que seguramente le
llegan, por el contrario, podríamos generar una interacción real, y sembrar
una semilla de interés.
Le pedí detalles, y esto me contó: la chica se llama LauraFit o algo así en
redes, todas las mañanas va al parque a trotar con su perro y unos audífonos
enormes, da como 30 vueltas al parque y se va sin dirigirle la palabra a nadie.

Por ser un caso tan particular, le pedí a Miguel que me diera 1 hora para
estudiar el perfil de Laura y darle unos pasos a seguir. A partir de ese
momento, comencé a analizar el Instagram de nuestro objetivo. Desde
publicaciones muy antiguas hasta las más recientes. Quería encontrar
elementos que nos sirvieran para crear empatía. Pasado un rato volví a hablar
con Miguel y le di unos pasos a seguir.

Luego de dos días Miguel estaba nuevamente en el parque, pero esta vez más
preparado que nunca. El hombre estaba preparado hasta los huesos con
elementos para coincidir con su querida Laura. El primer paso fue conseguir
un perro labrador preferiblemente macho, esto con la finalidad de hacer que el
perro de Laura (otro labrador hembra) se acercaran o en el peor de los casos
que ella misma lo hiciera. Y así fue. Miguel prestó el perro a una tía, y lo dejó
muy cerca de la acera en donde Laura trotaba con su mascota.

Fue casi inevitable que los perros se olieran entre ellos, logrando que Laura
hiciera una pausa casi obligatoria para ver a su animal jugar con el otro. Ella
se agachó para darle una caricia al perro de Miguel, fue ahí cuando él
apareció en la escena, haciendo lo mismo con el perro de ella, y diciendo:
“qué bonito, ¿cómo se llama?”. “Blanca”. Respondió ella, muy amable. ¿Y el
tuyo? Se llama Messi. “oh, ¿en serio, como el jugador?” - Sí. Respondió él.

Por supuesto esto no era coincidencia, cuando me tomé el tiempo de revisar
su Instagram, pude encontrar muchos de sus gustos y pasiones. Entre esos el
amor por el futbol, especialmente por el Barcelona, y el jugador Leonel
Messi. Claro que ahí mismo encontré la raza dé su perro, y el amor que tiene
por este animal.

Luego de qué Laura conociera a Messi, el supuesto perro de Miguel que en
realidad se llamaba Blacky. Ella empezó a ser más amistosa y conversadora.
Poniendo temas de futbol, del Barcelona, del perro. Y en ese momento
Miguel desconectó sus audífonos del celular, dejando escuchar la música que
estaba oyendo en ese instante, era una canción de Avicii, justamente el Dj
favorito de nuestro objetivo. “amo esa canción” dijo ella con mucha emoción,
como si hubiera conocido a su media naranja.

Ese mismo día intercambiaron números de teléfono y continuaron
conversando por chat. Miguel me confesó que esa semana fue intensa,
estuvieron saliendo casi que a diario, no hubo besos, ni sexo, ni nada serio.
Me reconoció que no pudo aguantar la presión, y que Laura lo intimidaba, a
tal punto que ella lo notó, y poco a poco perdió el interés en él.

Pasaron los días y Miguel regresó a Blacky el perro que había prestado, y
volvió a escuchar rock que es la música que le gusta. Pero para mi sorpresa,
no estaba triste ni decaído. Todo lo contrario, él se sentía como un campeón
por que al menos había salido con su amor platónico.

















Alcohol, frío y al baño.




Terminando de jugar un partido de futbol con mis amigos, se me acercó
Ricardo un conocido de mi equipo:

- Hola Jaime, buen partido.


- Buen partido, Ricardo. ¿Cómo sigues de la rodilla?


- Bien ya se me está pasando esa molestia.


- Que bien.

- Pero ahora tengo otra molestia.


- ¿Si, qué te pasó?


- Conocí a una mujer en la universidad que me tiene mal.


- Jajaja.

- Sé que es tu trabajo, pero ¿te puedo pedir consejo?


- Tranquilo, ¡dispara!

- Ya llevamos más de un mes saliendo y nada que hacemos el amor.


- ¿Algún motivo en especial?


- Es que nunca hemos podido estar a solas en un cuarto o casa, ella


siempre lo evita.

- ¿Será que no le gustas o no te tiene ganas?


- No es eso. Cuando nos besamos ella se excita mucho, me transmite


toda su sexualidad cuando me besa, o cuando bailamos. Así que estoy
convencido que no es por eso.

- ¿Y entonces qué es?


- Es una niña muy conservadora, muy mimada por los papás y hace
todo lo posible para no estar conmigo a solas, ni en un motel, o en mi
cuarto. Y me estoy desesperando porque sé que ella quiere hacerlo
conmigo, pero siempre dice que no es correcto y a mí se me están
rompiendo los pantalones cada vez que estoy con ella.

- Jajaja, entiendo.

- ¿Qué hago?

- Ricardo, partamos de la idea de que ella quiere, pero en su cabeza


creé que no debe, y evita a toda costa estar a solas contigo.

- Si.

- Bueno entonces ya que la conocemos, ahora debemos crear el momento
idóneo. Presta atención.

Esta estrategia o recurso la llamaremos “alcohol, frío y al baño.”

Recoge a tu cita, el plan de esa noche será dar vueltas en el carro, y compartir
algo de beber. Movilízate en las mismas cuadras, en círculos cerca de tu casa
y a la vez cerca de un establecimiento de comida, puede ser un McDonald’s, o
restaurante informal y asegúrate que lo que tomen esa noche tenga bastante
alcohol en una sola botella, puede ser una cerveza o un coctel, tranquilo no es
para que se emborrachen. Luego pon el aire acondicionado potente, sumado
todo, será cuestión de unos minutos que quiera ir orinar.

En ese momento le puedes decir “cerca de aquí hay un McDonald’s si quieres
vas al baño ahí.” hay una alta posibilidad de que le dé asco entrar y tener que
sentarse en un inodoro público. Así que si es el caso aprovecharas y le dirás
“tranquila, cerca de aquí está mi casa, vamos un momento para que uses el
baño.”

Una vez le den ganas de orinar la probabilidad de que esta vez acepte es muy
alta. Así que toma rumbo a tu casa, y como un caballero, acompáñala hasta la
puerta del baño. Cuando salga de ahí muéstrale la casa, los adornos y por
supuesto tu habitación. Una vez en tu cuarto no puede haber vuelta a atrás,
cierra la puerta y deja atrapada a la fiera. Me dijiste que antes no pasaba nada
porque nunca estaban a solas, bueno ya con esto habrás creado la situación.
Me cuentas como te va.

Ricardo, se despidió agradeciendo y prometiendo que me contaría. Fue
cuestión de una semana para que volviera a saber de el por el chat:

- Hey Jaime ¿cómo estás?


- Todo en orden.

- Hey, metí la pata, soy un idiota.

- ¿Qué pasó?

- Hice todo como me lo indicaste, primero pasé por ella, compre dos
cervezas con bastante alcohol, dimos como 45 minutos de vueltas en el
carro de mis papás, pues me toco prestarlo, manejé cerca de un McDonald’s
que estaba a un par de cuadras de mi casa, le subí al aire, nos dieron ganas
de orinar, y ella no quiso usar el baño publico así que fuimos a mi casa.
Después que salimos del baño, entramos a mi cuarto y empezamos a
besarnos, y ella se puso muy caliente, empezamos a besarnos con muchas
ganas, a ella se le escuchaba la respiración agitada, me bajó los pantalones
y me empezó hacer un oral increíble.

- Pero no veo donde te equivocaste.


- No he terminado, cuando le quité la ropa, en ese momento de


calentura, abrí una gaveta para sacar un condón y me doy cuenta que no
tenía.

- No puede ser.

- Si, entonces nos detuvimos, saqué el celular para pedir unos


preservativos. En ese momento se enfrió el ambiente, a ella se le paso la
calentura, se puso la ropa y me dijo “esto no está bien, vámonos”.

- Rayos…

- Y por más qué insistí, no hubo poder alguno de hacerla cambiar de


opinión.

- Jajaja. Te lo mereces, hombre precavido, vale por dos.
















































Lo que quiere oír.



Daniel era un buen amigo del gimnasio, con el que frecuentaba ir a entrenar.
Un día, Daniel conoció a Astrid, la dueña de la tienda de comida saludable del
gimnasio. Ella era una mujer de 40 años, pero créanme señores, esta mujer
estaba en todos sus papeles, tenía mejor cuerpo que la mitad de las personas
en ese lugar, dura de pies a cabeza con los músculos definidos. Estaba soltera,
y se había fijado en mi amigo.

Fue cuestión de pocos días para que Daniel y Astrid tuvieran su primera cita.
Fueron a un lugar que les había recomendado yo, en donde podían hablar en
una terraza, pedir algo de beber o comer, y por supuesto bailar. Siempre
recalco la importancia de tener diferentes opciones para hacer en una cita.
Esto ayuda a facilitar la interacción.

Daniel, era un tipo bien parecido, pero como todos, tenía virtudes y defectos,
uno de ellos siempre era su exceso de sinceridad, que en muchos casos se
convertía en imprudencia. Cuando llegó a su cita, él estaba absolutamente
claro de que iba solo a divertirse, pues él era un chico de 24 y ella le llevaba
más de 16 años de diferencia. No es que tenga nada en contra de las
diferencias de edades, pero seamos realistas, muy pocas son las veces que
ocurrirá algo serio en esas situaciones.

Al sentarse en la terraza pidieron una botella de aguardiente y empezaron a
conversar. Al principio todo parecía divertido y cómodo. Al poco rato el licor
empezó a tener efecto en Daniel y con eso apareció su imprudencia:

- Oye, dime algo ¿por qué sales conmigo?


- Por qué tú me gustas. Respondió ella de modo cariñoso.


- Tú también me gustas. Dijo amablemente Daniel.



Ella sonrío en ese momento mientras se miraban. Luego de un rato de
conversación y el aguardiente siguió haciendo lo suyo, se pusieron de pie y
empezaron a bailar. Era mucha la química que sentían sus cuerpos mientras se
movían con el ritmo. Pero Daniel volvió a abrir la boca, y esta vez arruinó el
momento.

- Me encanta que, a pesar de que sabes que entre tú y yo no va a pasar


nada serio quieras disfrutar este momento conmigo. Terminó de decir con
toda ingenuidad.

- ¿Y a ti quien te dijo que yo no te quiero en serio? dijo muy molesta.


- Pues lo supongo por la diferencia de edad, no creo que me quieras


tomar en serio.

- Pues estas muy equivocado, si solo quieres jugar conmigo. -Terminó


de decir mientras se sentaba en la mesa y se tomaba un trago-.

Fue en ese momento cuando me llegó un mensaje de texto diciendo: “la
cagué”. Era Daniel pidiendo ayuda y contándome lo sucedido:

- Tranquilo, lo puedes arreglar. Contesté.


- ¿Cómo? ella cambió toda la actitud y está molesta.


- A veces los errores traen ventajas.


- ¿Y cuál se supone que es la ventaja aquí?


- Ya sabes la verdad, ya conoces sus intenciones.


- Y entonces ¿qué hago?


- Si ya sabes lo que busca, dile lo que quiere oír, sin necesidad de


mentir.

- Creo que no estoy entendiendo.



- Dile lo que sabes que le gustaría escuchar. Pero no mientas.

- Está bien, ya sé lo que haré.


- ¡Me cuentas como te va!



Daniel volvió a la mesa, se tomó otro trago y le ofreció uno también a Astrid.
Ella no se lo recibió, pues quería asegurarse que Daniel siguiera enterado de
que la había molestado. Fue ahí cuando Daniel usó el consejo.

- Hey, no estés molesta conmigo.


- Sí, lo estoy.

- Creo que no me expresé bien.


- ¿A qué te refieres?

- Sí, yo supuse que no ibas a querer nada serio conmigo, por ser mucho
menor que tú.

- Para mí eso no es importante. Dijo ella con un tono triste.


- Qué bueno saberlo.


- ¿Y tú que quieres conmigo?



- Pues la verdad, tú me gustas y quiero hacer lo que estamos haciendo,
conociéndonos.

- ¿Seguro?

- Sí, ya después pasará lo que tenga que pasar.



Después de esa “aclaración”, Astrid volvió a ser la de antes, versión
mejorada, porque a partir de ese momento ella se dejó llevar, por la música, el
aguardiente y la sensualidad del momento, a tal punto de besarse mucho y
rozarse casi como si estuvieran haciendo el amor con ropa, pero se supone
que estaban bailando.

Fue tanta las ganas que se tenían esos dos que salieron del bar, directo a un
motel. Esa noche no hubo quejas, ambos se fueron a dormir felices. Por los
próximos días se vieron un par de veces más, Daniel estaba considerando la
posibilidad, tal vez de salir con ella a ver qué pasaba, pero Astrid comenzó a
tener una actitud muy extraña haciendo que Daniel se incomodara. Por
ejemplo: él la quería invitar a un restaurante lujoso, pero poco conocido, y
ella respondía: “claro, tú lo que quieres es esconderme”. O cuando lo veía en
el gym, en vez de ser amigable le reclamaba porque no había ido a su negocio
a saludar. Haciendo que cada vez fuera más incómodo para Daniel la
situación.

El fin para ellos llegó cuando Astrid, comenzó a insinuarle a Daniel que se
quería casar con él, y solo llevaban 8 días saliendo. Y según ella para darle
confianza a él, le mandó ejemplos de parejas famosas que se llevaban varios
años deferencia como ejemplo: Beyoncé Knowles y Jay Z, Nicolas Cage y su
esposa, entre otros. Esto tuvo exactamente el efecto contrario haciendo que
Daniel huyera.

Pues tantos problemas y presiones tan solo arrancando, fue suficiente para
alejarse de una persona que de por sí ya tenía dudas de estar con ella, en una
relación. Pero Daniel no cuenta esta historia con miedo, espanto o burla. Lo
cuenta con cara de satisfacción pues independientemente del final, él
consiguió lo que buscaba en un principio, pasarla bien.

Conclusión:

El día que tuve, la que fue posiblemente la peor entrevista de mi vida, más
allá de los nervios o las situaciones adversas, guardé conmigo una frase la
cual estaba convencido que tendría repercusiones positivas con mi
interlocutor, tenía clara la situación y lo que estaba buscando el entrevistador,
un solucionador de problemas. Por eso la frase “haré todo lo posible para
encontrar la respuesta a esa pregunta”. Tuvo un efecto tan positivo. Le dije lo
que él estaba buscando escuchar. A los seis meses me despidieron, en efecto
el tipo tenía razón y no era lo que buscaban. Aún estaba muy joven para el
puesto. Pero la experiencia que adquirí en esos meses fue imprescindible para
iniciar mis propios negocios.

En el segundo caso de este capítulo, nos encontramos con una modelo fitness,
bellísima e influenciadores en redes sociales. Por el otro lado teníamos a
Miguel que no era nada famoso, ni cercano a la farándula. Pero el tipo tenía lo
suyo. El objetivo de Miguel era ligar con una mujer que él conocía, pero eran
desconocidos. Para este caso usamos la misma plataforma en donde ella
trabajaba (Instagram), para descubrir sus gustos y pasiones, todo con la
finalidad de crear empatía con ella, en el momento que se encontraran por
primera vez.

En el caso de la cerveza y el baño, algunos podrían pensar que fue hacer
trampa o un poco maquiavélico, cuando en realidad solo fue un recurso para
logra un cometido. A pesar que Ricardo cometió el error garrafal de no estar
preparado con preservativos, el ejercicio había funcionado, estuvieron a solas
en su cuarto, era lo único que hacía falta para que sucediera lo que ambos
deseaban, pero la moral no la dejaba. Él ya tenía consciencia que en el fondo
ella quería que pasara, y con ese conocimiento solo era cuestión que el
momento perfecto ocurriera, o como en este caso, fuera creado.

En la historia de la cuarentona, una vez que Daniel supo lo que ella quería,
solo tuvo que decírselo, ella quería salir con él y eso le dijo. En realidad, él
nunca mintió, él dijo: “tú me gustas y quiero hacer lo que estamos haciendo,
conociéndonos. Ya después pasará lo que tenga que pasar.” nunca mintió
pues, en realidad nadie sabe lo que pasara después. Solo dijo lo que él sabía
que tranquilizaría a Astrid sin tener que mentir. Solo le basto escucharla y
conocerla, para saber qué palabras escoger.

Regla #2.
Conoce a tu objetivo.



















CAPITULO 3
Perdible.


















Aprovechan las oportunidades.



Si hay algo que me hizo sentir orgulloso durante el año 2018, fue la gran
cantidad de unidades vendidas de mi primer libro: Magnetismo, el arte de
generar atracción. Para esos días, sentí que tantos años de trabajo estaban por
fin dando frutos, no había ni un solo día en donde no se vendiera, era para mi
gratificante, tanto por la parte económica, como por los buenos comentarios
que recibía. El libro había logrado ser #1 en Amazon, en las categorías
desarrollo personal y guía sexual. Tenía la máxima calificación que esta
plataforma puede dar, un 5 estrellas. Sin mencionar las excelentes críticas.

Pero como todo lo que sube tiene que bajar, llegó un mes en donde las ventas
estaban por debajo del promedio, y era normal, ya había pasado más de un
año. Un poco preocupado por lo que sucedía, me reuní con mi programador
web. Él se había percatado de lo que estaba pasando, así que tuvimos una
reunión a ver que podíamos hacer:

- Tengo una idea. -Dijo Enrique-.


- Soy todo oídos.


- Hagamos una campaña.


- ¿Y de que se trata?

- Un cupón, vamos a crear un cupón, que sirva de descuento.


- ¿Cómo un código?

- Sí, le ponemos un nombre y, las personas tendrán un descuento por


usarlo.

- Está bien, intentémoslo a ver cómo le va.


- Sí, solo lo usaremos por una semana.


- ¡Listo!

Y fue así como lanzamos una campaña que duraría una semana, era algo
como:
“Sólo por esta semana, usa el código: Alfa1 Y obtendrás un 50% en nuestro
libro digital: Magnetismo. Sólo en nuestra web, machoalfaoficial.com”

Al día siguiente de hacer la publicidad en redes, comenzaron a venderse a un
gran ritmo los libros, para el final de la semana, habíamos superado nuestro
propio récord. Esa fue la semana en donde más libros se habían vendido. Y
todo gracias a un cupón. Pocos días después volví a hablar con Enrique y lo
felicité por su buena idea. A lo que respondió: “Eso no falla, la gente nunca
pierde una oportunidad para ganar”.








































































De compras.

Una mañana tuve que ir deprisa a comprar un regalo para a mi mamá, por el
día de las madres. No me considero tan mal hijo, para olvidarme de ella, pero
sí confieso que soy terrible para recordar fechas especiales. La noche anterior
me había enterado que se celebraba este día. Así que apenas abrieron las
tiendas fui a un centro comercial a comprar algo para ella.

Al llegar empecé a caminar mirando las vitrinas de cada local, aún no sabía
realmente qué quería comprar, si ropa, joyería, libros, accesorios o tecnología.
Lo que sí sabía, era las ganas desesperadas por vender de parte del personal
de cada tienda. Si bien es normal que todos quieran vender, la forma como lo
hacían era fastidiosa.

Solo por estar mirando desde afuera, los vendedores en las puertas empezaban
a decirte “amigo, a la orden, ¿qué busca?, ¿en qué lo puedo ayudar?, siga sin
compromiso.” Era muy incómodo, ver el hambre por querer vender en cada
uno de ellos. Para mí era completamente innecesario la forma como querían
abordar a las personas. Si cualquier persona necesitara ayuda, simplemente la
pediría. Seguramente algunos dirán: “pero eso es servicio al cliente o solo son
amables.” no, no, y no. Eso sería mal servicio al cliente o intensidad.

Les doy un ejemplo: Si están con un amigo, y él les ofrece una manzana, en
primera instancia podemos pensar “lo hace por amabilidad”. Supongamos que
dijiste que no querías. Pero cada dos minutos insiste, seguramente ya no vas a
pesar que es amable, sino que, es intenso, o hasta extraño. Es la misma
sensación de extrañeza que sentía cada vez que me ofrecían ayuda
desconocidos sin pedirla, y tantas veces.

Continuando con mi compra decidí, entrar a un local de ropa, desde que entre
una vendedora me abordo diciendo:

- Buenas, a la orden.

- Gracias. Respondí con falsa amabilidad, ya me estaba sintiendo


incomodo nuevamente.

- ¿En qué lo puedo ayudar? preguntó, con esa gentileza interesada por
vender.

- Gracias, estoy mirando.


- Con gusto. -Terminó de decir mientras me perseguía por toda la


tienda-.

No sabía por qué lo hacía, tal vez por amabilidad o tal vez creía que sus
clientes le iban a robar. En cualquiera de los dos casos, lo único que consiguió
es ejercer presión mientras estuve en la tienda, haciendo que me fuera a los
pocos segundos de haber ingresado a su local.

Poco después seguí avanzando sin saber qué comprarle a mi mamá. En el
camino como si se trataran de un guión, seguían diciéndome lo mismo en
cada local al que pasaba: “venga”, “entre”, “adelante”, etc. Ya me estaba
hartando cuando vi una tienda donde vendían pijamas. Convencido que era el
regalo perfecto para mi madre, compré una sin dudar.

Ya me iba del centro comercial, luego de haber finalizado mis compras.
Cuando de repente escuché a alguien decir mi nombre:

- Hey, Jaime. -Era Raúl un amigo de infancia-.


- Raúl, ¿cómo estás?


- Bien, hermano. Respondió muy efusivo.


- ¿Qué haces por acá? -pregunté-.


- Viejo Jaime, abrí mi negocio de ropa, ven y te lo muestro. -Me dijo


emocionado-.

- Vamos. -Respondí, no pude reusarme a su entusiasmo-.



Cuando llegamos, vi un local que se veía muy bien, tenía muchas marcas
importadas para vender. Así como también vi a sus dos vendedoras repetir el
mismo comportamiento de todos los otros locales, con cada cliente que
entraba o pasaba cerca de ahí. Incluso cuando me vieron entrar me dijeron lo
mismo: “buenas a la orden ¿en qué podemos servirle?”, sin importarles que
había ingresado a la tienda con el dueño. Realmente parecían robots, o un
antivirus de computadora, repitiendo lo mismo.

- Jaime, y cuéntame ¿cómo van las redes sociales y las conferencias? -


me preguntó Raúl-.

- Bien, ahora mismo estoy dando charlas en empresas sobre empatía,


persuasión y ventas.

- Oye que interesante, deberías darme un consejo a ver si mejoramos


las ventas acá.

- Los que quieras. -Respondí con ganas de ayudarlo en serio-.


- Las ventas, han estado lentas, hemos bajado precios, a tal punto de
estar igual que la competencia o un poco por debajo, pero se vende
prácticamente para pagar las deudas de la empresa y me queda muy poco
para mí.

- ¿Y no has pensado qué tal vez el problema no es la ropa o el precio?


- ¿A qué te refieres?

- Me atrevo a decir que una de las partes más importantes de una


empresa, es el servicio al cliente.

- ¿Y te parece que mis vendedoras son feas? -dijo con sarcasmo-.


- Pues no son mi tipo físicamente, pero tienen su encanto.


- Jajaja, entonces ¿cuál es el problema?


- Miremos como trabajan y te darás cuenta.

En ese momento entraba un nuevo cliente a la tienda, y una de las vendedoras


iniciaba el mismo ritual: “buenas, a la orden” decía mientras el cliente quería
ver si algo le gustaba. Pero ella lo perseguía y le seguía haciendo preguntas,
sobre que buscaba o cómo podía ayudarlo. A los pocos segundos el cliente se
fue sin terminar de ver casi nada de la tienda.

- ¿Qué tiene de malo? -preguntó Raúl-.


- ¿No te diste cuenta que era un cliente nuevo, que quería mirar a ver
si algo le gustaba. Y no había recorrido ni el 25% de la tienda cuando
decidió irse?

- Si, tienes razón, no me había dado cuenta. -Respondió mientras se


rascaba la cabeza-.

- Eso pasa porque lo están acosando.


- ¿En serio? pero si ella solo está siendo amable.


- Amigo mío, existe una delgada línea entre ser amable y un intenso.

- Explícame mejor.

- Primero, cada vez que alguien entra a tu local, tus vendedoras están
ofreciendo ayuda que nadie les ha pedido.

- Ajá. -Respondió Raúl prestando mucha atención y deseando entender


más-.

- Segundo, no puedes estar persiguiendo a tus clientes por toda la


tienda, porque lo único que estás haciendo es incomodarlos.

- …

- Tercero y lo más importante para que lo tengas presente.


- Dime. -Respondió mientras me miraba con mucha atención-.


- A las personas no les gusta que les vendan, a las personas les gusta
sentir que toman sus propias decisiones.

- …

- Y agrega una campaña atractiva, que siempre invite a que las


personas quieran entrar, como un código de descuento.

- Que tal algo como, “si tienes barba tienes el 10 % de descuento”, al


final esta es una tienda de hombres.

- Me parece buena idea, alguien me dijo alguna vez que las personas
nunca pierden una oportunidad para ganar.

Un silencio de reflexión sostuvo Raúl. Y lo terminó con un simple gracias.
Nos despedimos y tomé rumbo hacia mi casa en donde me esperaba mi
familia para almorzar. Desde ese día no supe más de Raúl. Dos meses
después, recibí un mensaje de él:

- Jaime, ¿cómo es la dirección de tu casa?


- ¿Porque lo preguntas?

- Quiero enviarte un detalle de agradecimiento.


- ¿Y eso?

- Tal vez no lo recuerdas, pero ese día que hablamos, seguí tus
consejos.

- Oh, si, lo había olvidado ¿cómo te fue?



Raúl, me llamó para contarme con detalle que, había cambiado la forma de
atender a los clientes. Ya no ponía a las vendedoras en la puerta a invitar a
pasar a las personas, y solo se limitaban a decir: “bienvenidos” cuando
alguien entraba. También habían dejado de perseguir a los clientes por toda la
tienda, y tan solo les hacía saber que si necesitaban ayuda ahí estaban para
cualquier cosa.

También colocó un aviso en su puerta que decía si tienes barba tienes el 10 %
de descuento. Esto hizo que entraran más clientes al local. El resultado fue,
que los visitantes duraban más tiempo en su local y al final esto también
representaba mayores ventas. Para ser exactos más de un 20 %. Y todo esto
por hacer menos esfuerzo que antes. Para que entendamos, en seducción y
persuasión, menos es más.



































































No voy a insistir más.



“Ya estamos afuera” me escribió mi prima Sandra, cuando me recogieron en
su carro. Nos dirigíamos a su colegio, para celebrar una fiesta de carnavales.
Cuando llegamos la gran mayoría de las personas estaban disfrazados por
motivos del evento. Había: micos, burros, cebras, bailarines, marimondas,
monocucos, entre otros. Si no reconoces algunos estos nombres, tranquilo,
son disfraces típicos del carnaval de Barranquilla en Colombia.

El evento, era algo muy sencillo. Había una pequeña tarima donde los
estudiantes bailaban y hacían sus shows, mientras los profesores y algunos
padres de familia vendían comida. Nosotros estábamos sentados en la última
fila, delante de la tarima para ver a los niños bailar. Era realmente aburrido,
así que, rápidamente mi mirada se desvío a cualquier otro lado. Para mi
sorpresa me topé con la mirada de una mujer que estaba a cuatro filas delante
de nosotros, ella estaba girada viéndome. Al principio pensé que pudo ser
casualidad, pero a los pocos minutos fueron tan repetido sus giros para
mirarme, que ya era obvio, tanto que mi prima se percató, y me dijo:

- Esa vieja no te deja de mirar.


- ¿Te parece?

- Sí, estoy segura.


- Qué bueno, es bonita.


- Yo la odio.

Mi prima me contó que ella era una compañera de clase y que sus amigas y
las de ella no se llevaban bien. La verdad poco o nada me importó, no me
involucro en problemas ajenos. Y creo que se notó que me daba lo mismo
porque apenas tuve la oportunidad de hablarle, lo hice.

Se estaba tomando una foto con una amiga, cuando justo yo pasaba por ahí.
Nuevamente su mirada se cruzó con la mía, y como si fuera una invitación me
acerqué y les pregunté: ¿me puedo tomar una foto con ustedes? Ellas un poco
apenadas pero sonrientes dijeron: “claro que sí.” Al tomarla, le dije con una
sonrisa amigable: ¿y ahora dónde puedo verla?, aceptémonos en Facebook. Y
así fue, luego nos despedimos. Y por ese día no la vi más, hasta el siguiente
que conversamos por chat.

- Hola, ¿cómo estás? Le dije para abrir conversación.


- Bien ¿y tú?

- Bien, me dio gustó conocerte.


- :)

- ¿Dónde puedo ver la foto?


- Toma. Respondió mientras me la enviaba.


- Nos vemos bien.


- Jajaja sí, Aunque yo parecía una loca con ese disfraz y el cabello
desordenado.

- No importa, te luce. (no esperen mucho de mi labia, apenas tenía


como 19 años)

- ¡Jaja, gracias!

A pesar que la conversación no era la más emocionante o interesante. Sabía
en el fondo que había interés mutuo, al menos eso creía. Por qué al cabo de un
par de días la invité a salir. Me dio una excusa y dijo: “no”. Realmente no lo
tomé a mal. A lo mejor sí estaba ocupada, como dije anteriormente, de verdad
creía que el interés era mutuo, así que, fue cuestión de pocos días para volver
a intentarlo. Para mi sorpresa la respuesta nuevamente fue: “no”.

Ya comenzaba a fastidiarme, creo que una de las cosas que más puede odiar
un hombre es que, lo rechacen cuando siente que es aceptado. Esto de cierta
manera más nos provoca conseguir el objetivo. Sí, a lo mejor es terquedad o
intensidad, pero apenas se dio la oportunidad lo volví a intentar. Lo curioso es
que esta vez cambié un poco la estrategia, y decidí tener una buena
conversación con ella. Si quieres tener una buena conversación con a una
persona, toca un tema que le mueva las emociones y la pondrás a hablar.

- Oye, me contaron que no te llevas bien con mi prima.


- Si es cierto, mis amigas y yo, tenemos mucha rivalidad con el grupo


de ella.

- ¿Y eso por qué? Cuéntame.



A partir de ese momento ella y yo empezamos a tener una larga conversación,
llena de anécdotas divertidas y risas. Duramos un par de horas en esas. Era
muy agradable el ambiente, y como fluía. Así que sentí que era el momento
perfecto, y lo hice nuevamente.

- Oye, ¿qué vas a hacer más tarde? Veámonos.


- No sé, la verdad no tengo ganas de salir. Respondió.



En ese instante tuve mucha rabia. Pero quién soy yo para discutir o pelear con
alguien que apenas estoy conociendo, por el hecho de no querer salir
conmigo. Yo no era nadie. A lo mejor no le gustaba lo suficiente, no le
emocionaba salir conmigo, o tal vez estaba hablando con alguien más. Todas
estas excusas pasaron por mi mente, y en realidad cualquiera era válida. Así
que, simplemente le dije:

“Sabes, esta es la tercera vez que te invito a salir, y tres veces me dijiste que
no. La verdad no sé por qué, creía que el interés era mutuo, pero por una
extraña razón no quieres o a lo mejor simplemente estaba equivocado.
Cualquiera que sea la razón, está bien. No voy a insistir más. Feliz noche.”
No dijo nada. Quedó callada y la conversación murió ahí. Pasó toda la noche,
y no supe más de ella. Al día siguiente ya ni pensaba en lo ocurrido, pero
llegada la tarde recibí una llamada al celular. Era ella:

- ¿Aló?

- Hola. Me saludo muy tiernamente.


- Hola… Respondí un poco a la expectativa.


- ¿Cómo estás?

- Bien, ¿y tú?

- Bien, ¿quieres ir esta noche por fresas con crema?


- No me gustan, pero vamos, yo pido otra cosa. Respondí.


- Bueno.

- ¿Paso por ti a las 8:00 P.M.? Le propuse.


- Si, te espero.






































El patán.

Les voy a contar una historia que todos hemos vivido o viviremos. Hace
varios años conocí a una mujer llamada Liliana. Era lo que se podía conocer
como “una niña buena” de aquellas que, no andaba en vuelta en chismes,
rumores, o mala fama. Era muy tranquila, de esas que iba a la iglesia los
domingos.

Liliana se había enamorado de un tipo que recién estaba asistiendo a su
iglesia, este sujeto era todo lo que un papá, no desearía para su hija, era
mujeriego, muy liberal, cuestionaba muchas cosas de la iglesia, poco familiar,
informal, de esos que no aparenta ser lo que no es por miedo al qué dirán, en
fin todo un patán ante los ojos de la sociedad, o sea un perfil atractivo para
una niña buena como Liliana.

Liliana vivía suspirando por el patán, sin importar cuál fuera la actividad que
hiciera la iglesia, ella estaba ahí para verlo. Con el tiempo empezaron a salir,
pues Lili a parte de ser una niña buena, también era una mujer bonita. Y fue
cuestión de pocos días para que él se fijara en ella.

Comenzaron a ir a bailar y hacer planes, pero mientras Liliana se enamoraba
cada día un poco más, él patán, solo la veía, como una de entre tantas mujeres
con que hablaba. Fue cuestión de tiempo para que él se fuera distanciando,
mientras que ella se quería acercar más.

Pasó lo que todas las amigas le advirtieron a Liliana. Él patán la había
cambiado por otra. Ella estaba furiosa, resentida, pero seguía enamorada. Así
que por más rabia tuviera, no podía dejarlo de querer. Incluso, cada vez que él
la buscaba, ella siempre corría para verlo, sabiendo que había otras en su lista.

Ella era consiente que no la estaban valorando, pero no perdía la esperanza,
que su gran amor le correspondiera al cien por ciento algún día. Y ese día
estaba más cerca de lo que creía. Liliana siempre fue muy vanidosa, ya era
una mujer bella, pero el día que decidió operarse los senos, pasó al siguiente
nivel de belleza.

Cuando el patán la vio solo le dijo: “te ves bien”. Y su trato hacia ella no
cambio para nada, siguió siendo una más que de vez en cuando salía con él.
Pero pasó un hecho inevitable, y es que, Liliana ahora con sus nuevas dos
amigas (las prótesis) comenzaron a tener más atención de parte de los
hombres.

En un principio al patán no le importaba que Liliana tuviera admiradores, él
estaba completamente seguro de que su corazón le pertenecía solo a él. Pero
esto iba a cambiar tarde o temprano, y el momento llegó. Liliana había
conocido a Andrés. Un tipo bien parecido, al cual a ella le había llamado la
atención, a este nuevo personaje le iba muy bien con las mujeres. Y esto lo
sabía muy bien el patán, porque por casualidades de la vida era amigo de él.

Fue en una llamada telefónica con Liliana que el patán se enteró que ahora sí
tenía competencia:

- Hola Lili.

- Hola. Respondió ella un poco seca.



- ¿Estamos bravos?

- No. Volvió a responder con la misma frialdad.


- ¿Y entonces porque estas tan seria y distante?


- Nada en especial.

- Está bien ¿qué vas a hacer mañana?


- Saldré con un amigo.


- Uy, ¿y eso, qué amigo?


- Con Andrés.

- ¿En serio?

- Si.

- Él es amigo mío.

- Si, yo sé.

- ¿No me digas que te gusta?


- Pues ¿por qué no? Él es un gran partido.


- …

En ese momento el Patán, por primera vez sintió que podía perderla, y se dio
cuenta de lo mucho que iba a dejar pasar sino actuaba rápido.

- ¿Y ya paso algo entre ustedes?


- No, nos conocimos hace poco, mañana saldremos por primera vez a
solas.

- Hmmm.

- ¿Te pasa algo?


- Si.

- ¿Que?

- No quiero que salgas con él.


- ¿Porque es tu amigo?

- No, ni con él ni con nadie.



- ¿Por qué?

- Por qué estoy celoso.


- Tú sabes lo que yo siento por ti, y siempre he estado ahí, pero no me


das el valor.

- Tienes razón… pero ya no más.


- ¿Y eso?

- Vamos a intentar las cosas.


- ¿En serio?

- Si.

Y así fue, después de esa conversación terminaron siendo novios. Ella lo
había conseguido por fin. Después de estar más de un año enamorada detrás
de él, un suceso lo cambió todo. Los celos pueden despertar los instintos más
profundos de nuestro ser, como proteger. Solo le bastó al patán sentirse
amenazado por competencia para que no pensara dos veces en formalizar las
cosas con ella. Y así lo hizo. ¿Que cómo sé lo que pensaba el patán? Lo sé,
porque ese patán, era yo.


































Conclusión

En la seducción hay un concepto llamado “falso limitante de tiempo.” Es un
recurso que, se utiliza para abordar a un desconocido en la calle avisando que
tienes poco tiempo para hablar y que te tienes que ir, así no lo incomodas
haciéndole creer que no le quitaras mucho tiempo.

Ejemplo: Vas caminando y ves una mujer en la calle que te gustó, te acercas,
y le dices: “Disculpa, que te moleste, pero mis amigos me están esperando
que vamos para una fiesta, voy tarde, Pero antes de irme te quería conocer,
¿cómo te llamas?”. Normalmente se le caíste bien y fuiste de su agrado, se va
a reír y te dará su nombre y su teléfono. Pensando que solo tiene esta
oportunidad. La toma o la deja.

Esta estrategia hace que la gente sea más receptiva a escucharte. Pues a las
personas les fastidia qué le quieran hacer perder el tiempo. Por ejemplo:
cuando vas por la calle y alguien te quiere detener para hacerte una encuesta o
pedirte un favor, seguramente te ha pasado y en la gran mayoría de veces, los
has ignorado o rechazado. Y esto ocurre porque no nos gusta la sensación de
que, nos van a hacer perder el tiempo.

Pero pasa todo lo contrario cuando algo está por tiempo limitado, o con el alto
riesgo de perderlo. Sea una promoción o una persona. En este capítulo
tuvimos varios casos, como el código de promoción que usamos en nuestra
página web, machoalfaoficial.com, logrando superar nuestro récord de
unidades vendidas. O el caso de la tienda de Raúl, que desde que dejó de
fastidiar a los clientes y puso un incentivo para entrar como era el tema del
descuento con la barba, las personas empezaron a visitarlo más.

Los otros dos ejemplos fueron con mujeres. El primero, de la chica que
siempre me rechazaba las invitaciones a salir, cuando se dio cuenta que ya no
la iba a invitar más, tomó la iniciativa por sí misma de vernos. Y la última
historia, la de Liliana, como el simple hecho de sentir competencia y saber
que iba a perderla de verdad, bastó para formar una relación antes de que la
perdiera.


Regla #3.
Las personas hacen más por no perder que por ganar.


















































CAPITULO 4.
El instante.


















Una estrella.

Un día recibí una llamada de una vieja conocida que me gustaba hace tiempo,
era alguien que había conocido por redes sociales hace un par de años y nos
llevábamos bien a distancia. Teníamos cosas en común y aparentemente
buena química, pero con el tiempo y la distancia se había apagado.

- Hola Jaime, ¿sabes con quién hablas?


- Hola, la verdad no, y me da miedo ponerme adivinar y meter la pata.


- Jajajaja, hablas con Lina, de Medellín.


- Oh, hola Lina! qué gusto escucharte. ¿Y este milagro?


- ¡Estoy en Barranquilla!

- Uy, en serio, qué buena noticia. ¿Qué haces por acá?


- Sí, en serio. Vine por motivos de trabajo, la empresa me envió, estaré


solo por hoy, y mañana me regreso temprano.

- Qué bueno, tenemos que vernos antes que te vayas.


- Bueno, si quieres hoy a las 9 de la noche me desocupo.



- Bueno, hagamos algo, yo tengo partido de futbol a esa hora, me
desocupo a las 10 y paso por ti, ¿te parece?

- Dale, pero no te demores que debo madrugar al día siguiente.



Esa llamada me alegró el día, pero me preocupaba un poco la logística de la
noche, no quería llegar tarde, y estos partidos de fútbol a veces se retrasaban.
Dejé en mi habitación la ropa que me pondría después del partido, para hacer
tiempo. Llegó la hora de ir a la cancha, y el inicio tuvo un retraso de veinte
minutos, fue una hora de partido. Cuando llegue a mi casa eran las once de la
noche, ya era tarde. Pensé que Lina podría cancelar nuestra cita cuando la
llamé.

- ¿Aló? -Contestó con voz de cansancio-.


- ¿Te dormiste?

- No, aún no.


- Ya voy por ti, ¿bueno?


- ¿Es un poco tarde no te parece?


- Si lo sé, el partido se retrasó.


- No sé, estoy algo cansada.


- Hagamos lo siguiente, ¿conoces el mar?


- No, tú sabes que en mi ciudad no hay costas.


- Bueno, vamos para que lo conozcas y no pierdas esta oportunidad.


- Eso me gustaría.

- Bueno, baja a la recepción en 5 minutos, bye.


- Está bien, Bye.



Subí a mi carro y me apresuré lo más que pude, tardé menos de 3 minutos en
llegar a su hotel, pues quedaba cerca de mi casa. Una vez ahí, la vi caminar
hacia mí, era una mujer muy hermosa, alta, delgada, elegante, de cabello
negro. Cuando subió al auto nos saludamos con mucho cariño. De inmediato
tomamos rumbo hacia la playa, que estaba a unos 25 minutos de distancia.

Tuvimos una conversación amena, muy tranquila, como si nos tuviéramos
mucha confianza. Me contó sobre su trabajo y lo que hacía en mi ciudad, para
cuando nos dimos cuenta ya habíamos llegado a la playa. Había escogido un
lugar en especial que era el restaurante de un hotel, con antorchas y bar. Pero
omití el pequeño detalle que era miércoles y estaba cerrado.

Ya eran las doce de la noche y tenía que cumplir lo prometido, enseñarle el
mar, así sea que lo oliera. Tomé la decisión de agarrar otro camino, era mucho
más oscuro y solitario, pero al menos me dejaba parquear el vehículo a
escasos metros del mar. No había una sola luz más allá de la de nuestros
celulares y las estrellas. Era todo completamente oscuro, hasta un poco
peligroso por lo solitario del lugar, Pero al menos había cumplido mi
promesa.

Lina, estaba feliz escuchando el oleaje romper contra la orilla, se podía oler la
sal de mar, y por supuesto ver un cielo estrellado. El ambiente era perfecto
para una pareja, Así que tenía que aprovechar. Comencé a hablar con ella de
lo perfecto que era el momento, aprovechando de cierta manera su instante de
felicidad para escalar.

De repente escuchamos unas voces y unos pasos a metros de nosotros, no se
veía absolutamente nada, nos quedamos en silencio mientras las voces se iban
diluyendo poco a poco. Lina se asustó y me pidió que nos fuéramos. Traté de
calmarla un poco, pero en realidad, no era muy seguro estar por ahí a esa
hora. Así que comencé a creer que era buena idea irnos. Ya había dado por
perdida la noche, no debí haber tardado tanto en ir a buscarla, pensé.

Ya me había resignado: “vamos”, le dije, cuando de repente levantamos por
última vez la mirada al cielo, y una estrella fugaz apareció e hizo el momento
mágico. Quedamos impresionados unos segundos, y a mi mente llego el
mensaje: “aprovecha”, había sido como un regalo del universo. La miré y le
dije “cierra los ojos y pide un deseo.” Ella se tomó un par de segundos para
pensar, y yo sin dudarlo dos veces me lance por ese beso. Al principio la tomó
por sorpresa, pero al pasar un segundo, el beso robado se fue convirtiendo en
mutuo, haciendo de ese momento, perfecto.
















París

Para esos días mi hermano había decidido con su prometida que se casaría en
Francia, más exacto en París. Al parecer habían decidido botar la casa por la
ventana, haciendo de su boda algo memorable para toda la familia. Admito
que para esos días la economía no era la mejor en mis bolsillos, pero como
era mi único hermano pasé la tarjeta de crédito con la mirada hacia otro lado.

Había llegado el día de viajar, iba a ser mi primera vez en Europa, estaba a la
expectativa a ver que me traería esta experiencia. Éramos un grupo de
aproximadamente 30 personas. Por parte de la familia de mi hermano éramos
8, mientras que por parte de la familia de su novia eran más de 20. No
conocía a casi ninguno de los miembros de esa familia, mas allá de los papás
o el hermano. Durante el viaje me tocó compartir asiento con Rafa, era uno de
los primos de la novia. Era un tipo bien parecido de unos 31 años, tenía una
personalidad extrovertida y alegre, bastante conversador. Durante este vuelo
que duró más de 7 horas, hablamos bastante y antes de aterrizar ya nos
habíamos hecho buenos amigos.

Rafa me había contado que en su infancia le gustaba mucho los temas de
seducción y había visto muchos videos en Internet del tema, e incluso le
gustaba el tema de abordar mujeres desconocidas en la calle, cosa que pude
comprobar durante todo el viaje. Desde que aterrizamos vi cómo Rafael
intentaba ligar con cuantas mujeres atractivas veía. Su primer intento fue la
chica de inmigración, realmente era un hombre arriesgado y con poca
vergüenza. Sin éxito en su primer intento de conquista Rafa me dijo: “no tiene
permitido darle su número a pasajeros”. Este fue el primero de muchos
intentos fallidos.

A medida que fui conociendo a Rafael noté que se le daba muy bien hablar
con mujeres desconocidas, rompía bien el hielo, manejaba un inglés
impecable, le agradaba a las personas, pero al final no lograba concretar su
misión de ligar. Lo estuve observando varias veces, incluso a veces hablar con
grupos de mujeres al tiempo y lo manejaba muy bien. Pero nuevamente no
pasaba nada más de ahí.

No soy de meterme en la vida de las personas si no me preguntan o me piden
consejos, a no ser que realmente considere que es muy necesario. Llegó el día
que fuimos a conocer la torre Eiffel, fuimos en grupo todos los familiares.
Cuando llegamos era realmente mágico, ni las fotografías o vídeos le hacían
justicia a tal lugar. Una vez instalados empezamos a tomar vino, a bailar con
la música de un violinista que andaba cerca, nos tomamos fotos, etc. Era
especial el ambiente.

Todos la estábamos pasando bien cuando de repente, Rafa me dice:
“acompáñame”. Rafael había visto un grupo de tres mujeres solas tomando
champaña, cerca de la torre y quería hablarles, pero necesitaba refuerzos. Así
que me pidió ayuda. Decidí acompañarlo, al llegar Rafa hizo lo que yo
considero que era realmente muy bueno, rompiendo el hielo. Las saludó en
inglés, preguntando de dónde eran y si podíamos acompañarlas.

- Claro que sí, siéntense con nosotras, somos de México ¿y ustedes?


- De Colombia.

- Qué bueno, nos gusta Colombia.


- Han ido alguna vez?


- No, pero lo que hemos visto por la televisión y redes nos encanta.

- Si, ¿como qué?


- Sus novelas, sus cantantes, y sus hombres. Decía una mientras reía.

- jajaja -Nosotros también reíamos-.


- Y ustedes, ¿qué conocen de México?


- Mariachis y tequila. Respondió Rafa.


- Jajaja

La conversación estaba muy agradable, mientras nos reíamos empecé analizar
a las mexicanas, de las tres solo una, era bonita a mi gusto. Las otras no
llamaron nuestra atención. Rafa ya empezaba a acercarse a la bonita y le
metía tema de conversación, mientras yo distraía a las demás. Sí, lo admito
me sacrifiqué por el equipo.

Pasaban los minutos y Rafael no tomaba acción con su objetivo, muchas
palabras y poco contacto físico. Ya me estaba aburriendo, pero sabía que si
me iba era el fin para la misión de Rafa. Me quedé más tiempo para ayudarlo.
La cosa se puso critica cuando una de ellas dice: “en 20 minutos nos tenemos
que ir”. Fue en ese momento. Qué me puse de pie, y dije: “voy por una
cerveza, ya vuelvo”. Tomé a Rafa por el Hombro y le dije que me
acompañara.

- ¿Que estas esperando para besarla? le pregunté a Rafa.


- Nada, me dijo que tiene novio.


- ¿Y?

- No veo posibilidad de que algo pase.



- Espera, ¿es que no te has dado cuenta en dónde estás?

- ¿A qué te refieres?

- Estas en la ciudad del amor, enfrente del lugar más romántico del
planeta.

- Sí, es cierto.

- ¿Y entonces que estas esperando? Lánzate por ese beso.


- Y si me quita la cara.

- Si eso llega a ocurrir, no pasa nada.


- Está bien.

- Recuerda, todos merecen un beso enfrente de la torre Eiffel.


- ¿Quién dijo esa frase?


- Yo te la acabo de decir. Ahora ve y bésala. ¿Acaso crees que viajó


desde México a Francia solo para tomar champaña con las amigas?

- Sí, tienes razón.



- Ahora ve, y haz lo tuyo. Como el tequila, de un golpe y sin pensarlo.
Le terminé de decir mientras lo empujaba hacia las mexicanas.

Volvimos a sentarnos con ellas y esta vez Rafa atacó a los pocos minutos,
pero fue rechazado, le quitaron la cara. Y cuando parecía que todo estaba
perdido, se quedaron hablando en voz baja, se miraron a los ojos, se pusieron
de pie y se alejaron de la vista de todos.

Pasó más de una hora, hasta que regresaron tomados de la mano y sonriendo.
Ya había oscurecido, nos despedimos de ellas y en seguida le pedí detalles a
Rafa.

- Que pasó, Vi que te había quitado la cara.


- Sí, al primer intento me la quitó, por su novio, luego insistí y me dijo


que no quería hacerlo delante de todos.

- Aja…

- Así que le propuse irnos para otro lugar en donde nadie nos viera, y
así fue.

- Qué bueno, y cuando le insististe, ¿qué le dijiste?


- Le dije que, todos merecemos un beso enfrente de la torre Eiffel.




























Fuegos artificiales.


Un día recibí la llamada de una profesora de baile:

- ¿Buenas tardes?

- Hola, buen día llamo para cotizar unos efectos visuales, estamos
trabajando en el baile de fin de año de un colegio y queremos colocar una
pantalla gigante con imágenes animadas.

- Claro que sí, ¿te envío una propuesta?


- Sí, pero también necesito que vengas al colegio y me ayudes a


convencer a los directivos.

- Está bien, no tengo inconveniente.


- Gracias, es que son ya mayores y a veces no valoran estas cosas, sé


que si les mostramos de la mano de un profesional lo que se puede hacer, se
pueden animar. ¡Muchas gracias!

- Con gusto, hasta luego.



Esta llamada sucedió hace varios años cuando tenía 23 de edad, para esa
época estaba dedicado de lleno en una pequeña empresa que había empezado
llamada Big Fish producciones, era sobre realizaciones audiovisuales. Todo lo
que les voy a contar sucedió mucho tiempo antes de que empezara a trabajar
en redes sociales o a escribir.

El día acordado, llegué al colegio con un computador portátil en mano. Me
recibió la profesora de baile y fuimos a reunirnos con la directiva. Fue una
reunión de aproximadamente 20 minutos, para que dijeran que sí. Creo que
siempre fui un buen vendedor.

Al poco tiempo de terminar la reunión me dice la profesora de danza que la
acompañe. Me llevó a el ensayo de los estudiantes, una vez ahí pude ver
aproximadamente a 80 alumnos de todas las clases desde primaria hasta los
de último grado. Mientras algunos bailaban otros estaban sentados en círculos
mirando o conversando. Cuando entre al auditorio dónde ensayaban. Pude
notar como prácticamente todos los estudiantes posaron sus ojos a en mí, de
forma curiosa. Algunos me señalaban disimuladamente, otros murmuraban,
otras le pegaban un codazo a la amiga despistada para que mirara. Me sentí
como el nuevo centro de atracción de un circo, pero se sentía bien.

Después de esa mañana comencé a frecuentar los ensayos, a tomar apuntes y
los tiempos de cada baile para coordinar con los videos, comencé a disfrutar
hacer este trabajo, la gente era muy especial conmigo, tanto la profesora que
me caía muy bien, como los estudiantes que eran muy atentos conmigo. A
veces me llevaban chocolates o galletas de regalo, realmente me hacían sentir
a gusto cada vez que iba a trabajar, especialmente las niñas de ultimo año.
Ellas a pesar de que los primeros días no me dirigían la palabra, a lo mejor
por pena o timidez, siempre me miraban mucho, y me sonreían.

Un día viendo los bailes, estaba tomando mis apuntes cuando de repente era
el turno de los estudiantes de último grado, fue ahí que la vi, era la niña más
bonita del colegio, rubia con una cara preciosa, y mucha actitud. Bailaba con
gracia, era la típica niña popular de la clase, con muchos admiradores atrás de
ella. Reconozco que había varias niñas bonitas en su curso, pero ella
destacaba por encima de las demás.

Al terminar la primera ronda de ensayos, los estudiantes de último grado
caminaron buscando un rincón donde descansar, en ese momento fue cuando
cruzamos miradas por primera vez, fue muy breve, pues creo que de cierta
forma la intimidaba, y no pudo sostenerla por mucho. Ella tomó asiento, a
pocos pasos de mí con sus amigas, y yo continué en lo mío. Ese mismo día,
mi cuaderno de apuntes se había acabado, y a falta de tener dónde escribir
tuve que buscar unas hojas, y ya se podrán imaginar a quien le pedí ayuda.

Me levanté de mi puesto y me acerqué a la rubia:

- Hola, ¿te puedo molestar?


- Hola, sí dime. Respondió con cara de sorpresa.


- Me regalas una hoja de tus cuadernos.


- Sí, claro, ¿una o dos? Preguntó con nerviosismo.


- Una está bien.


- Toma. -Me dijo, mientras me la entregaba, tratado de no hacer


contacto visual-.

- Gracias. -Respondí siendo cordial, mientras regresaba a mi puesto-.



Entendí en ese momento que de verdad la intimidaba. En ese instante pareció
hasta un poco inocente, pues la reacción que tuvieron sus amigas después de
eso fue emocionarse y murmurar más de lo acostumbrado. No le di más
vueltas y me dispuse a continuar en mis asuntos.

Al día siguiente, llegué temprano al ensayo, y antes de ir a trabajar hice un
pequeño desvío a la cafetería para buscar algo de tomar. Me senté en el
coliseo de voleibol mientras unos niños competían. Aún faltaba más de media
hora para que empezaran los ensayos, cuando de repente se me acerca una
niña de ultimo grado que estaba al otro lado del coliseo con sus amigas.

- Hola, Jaime, ¿verdad? me pregunto la niña siendo muy amistosa y


cálida.

- Hola, sí, mucho gusto.


- Soy Daniella.

- Gusto en conocerte, Daniella.

- Te extrañará que te hable.


- Sí, un poco. Eres la primera que lo hace.


- Si, es que me parece una tontería que todas te tengan pena


- ¿Pena? ¿por qué?


- Tienes varias enamoradas por ahí. Yo no, Aclaro que me caes bien a
simple vista.

- Jajaja está bien, tú también me caes bien.



Al poco rato se acercaron las demás amigas con que Daniella estaba sentada.
Eran 5 niñas más, todas fueron muy amables y cordiales. Se rompió el hielo y
a partir de ese día nos hicimos amigos todos. Cada vez que iba a los ensayos
todas me saludaban, se sentaban conmigo, esto le fue dando confianza a más
de una estudiante que no me habían hablado nunca.

Fue tanto el cariño que empecé a recibir de parte de las niñas de ultimo año,
que algunos profesores me empezaron a tener entre ojos. Una vez saliendo de
los ensayos ya estaba a punto de cruzar la puerta para irme, cuando uno de los
directivos del colegio, un señor de unos 50 años aproximadamente, me pidió
muy amablemente que lo acompañara a su oficina. Así lo hice, nos sentamos
y me comenzó a decir de la forma más amable que pudo, lo siguiente:

- Quería hablar contigo, por lo que está sucediendo con las


estudiantes.

- ¿Y qué les pasa a sus estudiantes? -pregunté, serio pero tranquilo, fue
un momento incomodo y había qué manejarlo con diplomacia-.

- Los profesores me han comentado que lo han visto conversando


mucho con las estudiantes.

- Si.

- ¿Sí? ¿es todo lo que va a decir?


- No entiendo, que quiere que le diga, si es verdad. Los estudiantes


desde que llegué han sido muy amables conmigo.

- Quiero que me entienda, no está bien visto que un empleado del


colegio hable con las estudiantes, además usted es una persona joven, y
puede confundirlas fácilmente. Yo sé que me entiende.

- Sí entiendo perfectamente lo que me está tratando de decir, y entiendo


que esta conversación es incómoda para ambos, pero déjeme hacerle una
pregunta: ¿Si una estudiante lo saluda, que hace?

- Eso es diferente.

- Por favor ¿dígame qué hace?


- La saludo, pero…

- Muy bien ¿si un estudiante le pregunta algo, ¿qué haría?

- …

- Lógicamente le responde.

- Joven…

- Ahora dígame, si sus estudiantes son amables con usted ¿qué haría?

- …
- Supongo que correspondería con amabilidad.

- Si, pero…

- Entonces creo que entiende a lo que voy, desde que llegué los
estudiantes han sido muy amables conmigo, al igual les he correspondido,
¿porque responder la amabilidad con indiferencia o grosería? Eso no tiene
ningún sentido.

- Creo que está desviando el tema.


- Pues yo le estoy explicando el tema cómo es, ahora si lo que me esta


insinuando es que yo ando buscando a las estudiantes o tocándolas ahí si
tenemos un problema grave, porque eso no puede estar más lejos de la
realidad, o ¿alguien a dicho algo así? Dije con mucha seriedad.

- No, nadie a dicho algo así.

- Ok.

- Solo le pido que evitemos malentendidos.


- Lo mismo digo. Le respondí con una sonrisa amable.



Salí de su oficina algo incomodo por la conversación, pero traté de no darle
mucha importancia al fin y al cabo no me sentía culpable por nada.
Irónicamente a los pocos segundos cuando me dirigía a mi carro me encontré
de frente con la rubia de ultimo grado que me había gustado, ahí se me olvido
la conversación que acababa de tener y la saludé con un:

- Hola, ¿cómo estás?


- Bien ¿y tú?

- Bien, sabes siempre nos vemos, pero no sé tu nombre.


- Adriana, y tú eres Jaime. dijo ella un poco apenada.


- ¿Como lo sabes?

- Todos lo saben. Me dijo con una sonrisa coqueta y un poco orgullosa.


- Me tengo que ir, hasta mañana. le dije con una sonrisa.


- Chao. Me respondió correspondiendo con una sonrisa, mientras


tomábamos caminos diferentes.

Después de esa conversación pude notar que era algo tímida conmigo, pero el
interés era mutuo. Luego de ese día en cada ensayo que asistía me saludaba,
me miraba mucho y se sonrojaba cuando hacíamos contacto visual.
Definitivamente los ojos hablan cuando la boca no sabe escoger las palabras.
Era una coquetería de cierta manera inocente. Sé que algunos estarán
pensando que soy un degenerado, pero no, al menos no tanto, en mi país es
legal salir con alguien después de los 16 años en adelante y ella ya iba
llegando a los 18, así que no me condenen antes de tiempo, no nos
llevábamos más de 5 años de diferencia.

Ya faltaban pocos días para el evento de fin de año del colegio en donde todos
los estudiantes bailarían, y todos andaban emocionados, incluyéndome. Los
últimos 3 ensayos fueron en el teatro donde se realizaría el evento final. Para
esos días estaba tomando los últimos detalles de los efectos visuales, y cada
día la pasaba mejor por qué había hecho muchos amigos entre los estudiantes.
Los que precisamente no me consideraban amigo, eran algunos profesores.
Cada vez que las estudiantes de último grado terminaban de ensayar, sin que
yo se los pidiera, venían y se sentaban junto a mí, en las sillas del público, ya
lo hacían por confianza. Ahí hablábamos y nos reíamos un rato. Pero al pasar
de unos minutos llegaba alguna profesora molesta a pedirme que no hablara
con las estudiantes, haciendo que me cambiara de puesto, o ellas lo hicieran.

En una ocasión Adriana había terminado de ensayar y mientras bajaba del
escenario me quedó mirando fijamente, y como si de una invitación se tratara
solo con la mirada, se sentó a mi lado, estábamos solos los dos hablando muy
cómodos, era agradable estar con ella, cada vez me gustaba más verla bailar,
era muy buena haciéndolo, y también notaba que el aumento de interés era
mutuo. Todo iba bien hasta qué, nuevamente volvió la misma profesora a
decirme que no podía hablar con los estudiantes con un tono grosero y altivo.
Ya empezaba a odiar a esa mujer, me tenía paseando por todo el teatro. Me
puse de pie para cambiarme nuevamente de sitio, cuando escuché unos
aplausos burlones detrás de mí. Eran un par de tipos de ultimo grado, que por
lo visto me tenían celos. Las razones eran obvias, enamorados de Adriana por
supuesto. Pero me molestó el intento de burla por parte de unos niños, así que
cuando volteé y vi fijamente a ver quiénes eran, miraron hacia otra dirección
disimulando y dejando de aplaudir. Ese día entendí que Adriana era una mujer
que despertaba amores y odios, porque así como estos gustaban, la mayoría
de las mujeres de su clase me hablaban mal de ella, a raíz del día que me
preguntaron cuál me parecía la más linda del colegio.

A dos días del evento, pasó algo que no esperaba. Camino al teatro me
encontré con Adriana en el pasillo a solas, nos topamos de frente, le sonreí en
forma de saludo a lo que ella respondió torciendo los ojos, tirándome el
cabello y dándome la espalda. Sí, fue un gesto bastante infantil, pero con toda
la intención de decirme: “estoy molesta contigo”. En ese instante no entendí
lo que pasaba. Al poco rato tomé asiento y me dispuse a seguir trabajando.

Pasada una hora, Daniella y sus amigas se sentaron conmigo, ya ellas sabían
de cierta forma que Adriana y yo coqueteábamos, y le pregunte a Daniella:

- Oye ¿sabes qué le pasa a Adriana conmigo?


- Sí. Respondió mientras se reía.


- Cuéntame.

- Ayer mis amigas y yo nos pusimos a hablar de ti, en ese momento ella
iba entrando y nos escuchó, se puso furiosa, porque algunas estaban
diciendo que estaban enamoradas de ti, que eras lindo y amable. Se puso
celosa y se fue.

- Eso explica su actitud. -Dije reflexivo-.


- Sí. -Respondió mientras seguía riendo-.



Terminé de trabajar por ese día, sin que Adriana me dirigiera la palabra,
regresé a mi casa pensando en ella, recordando que ya muy pronto no la vería
más, que no tenía su número, ni forma de verla por fuera del colegio, el
tiempo se estaba acabando para mí y tenía que hacer algo.

A la mañana siguiente, era el último día de ensayo, durante toda la práctica no
podía dejar de mirarla, estaba más que comprobado que, lo prohibido y difícil
es más deseado. A diferencia de mí que la miraba sin disimulo, ella trataba de
hacerlo de reojo, y obviamente yo lo notaba. Todos estaban corriendo,
ultimando detalles, ese día lleve las animaciones para revisarlas, todo estaba
bien, todo, menos mi cabeza sabiendo que ya esta temporada terminaría.

Había llegado el gran día, y yo la noche anterior no dormí del todo bien, me
sentía impaciente, algo preocupado, como si tuviera un asunto pendiente.
Llegué a al teatro un poco más temprano que los demás y me puse a ultimar
detalles de la pantalla, cuando llegaron todos los estudiantes ya había acabado
mi trabajo, ahora era cuestión de esperar que todo saliera bien detrás de la
tarima, junto a los monitores y consolas.

Entonces llegaron los estudiantes de último grado ya maquillados y
disfrazados, como siempre la mayoría me saludó cariñosamente, algunas me
llevaron cartas, y regalos de forma de despedida, fue un momento muy tierno,
no estaba acostumbrado a ese tipo de gestos. Pero todos esos gestos quedaron
en un segundo plano cuando llegó Adriana, se veía preciosa, me miró con
ganas de saludarme, pero la rabia, la pena o el orgullo, no la dejó hacerlo.

Arrancó el show, y uno a uno los estudiantes de cada curso fueron actuando o
bailando, estaba siendo un evento bonito, con sus pequeños errores y detalles
como toda obra escolar, pero divertida. Con música en vivo, juego de luces y
muchos colores, lo estaba disfrutando con normalidad cuando fue el turno del
ultimo grado, y con ellos, la aparición de Adriana en el escenario. Como
siempre lo hizo muy bien, y yo como un tonto viéndola moverse con esa
gracia que la diferenciaba de las demás. En ese momento me dije: “tienes que
hacer algo”. Sé que era difícil, todo estaba en contra, mucha gente al rededor,
profesores, padres, yo estaba ocupado, ella también, y súmenle lo molesta que
estaba conmigo.

Adriana terminó de bailar, y mientras salía de escena pasó a mi lado por el
backstage, nos miramos por un segundo mientras seguía su camino, entendí
que ahí había sido la última vez que la vería. Luego del baile de ultimo grado
llegó el acto final del show, en donde todos los integrantes del evento
saludarían al público, obviamente yo no, yo me quedé detrás del escenario,
solo. Cuando ya iba a llegar el último momento del show, me di cuenta que
los estudiantes de último grado estaban a mi lado, esperando salir para
despedirse del público. Fue en ese momento cuando vi que Adriana estaba a
mi lado por casualidad, nos miramos y le dije: “felicidades”. Ella sonrío con
un “gracias” mientras todos sus compañeros avanzaban al escenario.

Adriana estaba a punto de salir a escena, cuando le tomé la mano en forma de
despedida, a lo que ella decidió no seguir a sus compañeros en el momento
del cierre, nos quedamos en el backstage, solos por un segundo. De repente
mientras todos se despedían del público, salieron fuegos artificiales, y
papelitos por todos lados en la tarima. Y como si de un cuento de hadas se
tratara, nos miramos a los ojos, y nos acercamos lentamente, mientras los
aplausos del público se escuchaban en el fondo. Cerramos esta historia
literalmente, en un primer beso con fuegos artificiales.


Su canción, tu momento.

Uno de mis casos favoritos fue el de Manuel, un tipo de México que vivía en
Miami - Estados unidos. Era un sujeto que tenía todas las de ganar, dinero,
buena apariencia, una gran personalidad e inteligencia, eran tan inteligente
que acudió a mí, porque sabía que con la cabeza caliente no podía pensar bien
en la situación por la que estaba pasando.

Manuel se había enamorado perdidamente de una colombiana. “ella es tal
cual como mamá me enseño que me la consiguiera” me contaba Manuel,
mientras la describía. “es alta, delgada, rubia, una cara preciosa, elegante, de
mucha clase, tiene un gran sentido del humor.” Se notaba muy enamorado.
Entonces comencé a lanzar preguntas:

- ¿Cómo la conociste?

- En una fiesta en la casa de mi mejor amiga, nos presentaron y apenas


la vi dije: “ella es.”

- ¿Y cómo se sintió ella contigo?


- No lo sé, creo que le caí bien, se reía de mis chistes, fue muy amable y
educada.

- Es una buena señal.


- Si eso creo.

- ¿Y qué paso después? ¿qué te preocupa?


- Al día siguiente le pregunté a mi mejor amiga por Sofia, que es como


se llama.

- ¿Y qué te contó?

- Me dijo que hace 10 meses no sale con nadie.


- Eso es extraño para una mujer como la que acabas de describir.


- Si, lo sé.

- ¿Sabes el motivo?

- Mi amiga me contó que había terminado muy lastimada con su ex


pareja y dejó de confiar en los hombres y que, de cierta forma aún no
supera su pasado.

- Complicado.

- Sí, y me gusta demasiado, quiero proceder con cautela.


- ¿Te dio su teléfono?


- No, no se lo pedí.

- ¿Cuándo lo vas a hacer? -pregunté-.


- Esta noche.

- ¿Y eso?

- Por qué la voy a ver, hoy vamos a salir todos en grupo a un bar.

- Muy oportuno.

- Por eso te contacté ¿qué me recomiendas?




En ese momento le di mi primera recomendación, y es una que le puede servir
a cualquier hombre cuando conozca a una mujer de esas características: Por lo
pronto que la trates como una gran amiga, ese tipo de mujeres tienen dos
efectos en los hombres. El primero: intimidar, haciendo que nos comportemos
como unos tontos.

El segundo efecto que puede causar, en algunos hombres más arriesgados, es
que se vuelvan muy directos y empiecen un coqueteo frontal. Y esto no es
necesariamente malo, pero como ella es una mujer que está acostumbrada a
que los hombres la deseen, sumémosle que en este momento esta dolida con
el amor. Es muy probable que este perfil de hombres, la alerte y suba sus
defensas. Haciendo que sea mucho más difícil avanzar con ella.

Así que hoy vas a jugar a ganarte su confianza, la trataras como una amiga. Y
no, esto no es colocarte en la zona del amigo. Eso solo ocurre cuando ella te
ve como un amigo, no porque la tratan como una amiga. Y para que no te vea
como amigo, debe verte como un hombre. Así que juega tu rol de hombre
toda la noche, se generoso, habla con propiedad, sé divertido, disfruta la
noche, se caballeroso, atento, trátala como si ella fuera tu mejor amiga, así te
libraras de mucha presión en tu cabeza de hacer todo perfecto y sencillamente
actuaras relajado y sin pensar tanto. Eso sí, esta vez cuando termine la noche
asegúrate de pedirle su número de teléfono, lo necesitaremos. Terminamos la
sesión ahí y Manuel se despidió diciendo: “entendido”. Mientras colgaba la
video llamada.

A la semana siguiente volvimos a conversar. Me contó que le había ido
relativamente bien aquella noche. Hablaron, se rieron, y consiguió tener su
número, pero él sentía de cierta forma, que había un muro por parte de Sofia,
y no era contra él, sino contra todos los hombres, o que al menos ella era así.
Eso lo desanimó un poco, pero usamos esa situación para convertirla en un
reto.

Para mi segunda recomendación le pregunté:

- ¿Sabes qué hace que queramos a una persona entre tantas, y a las
demás no?

- No estoy seguro.

- En el mundo hay infinidades de mujeres, pero a la que le tocó ser tu


mamá, la quieres por encima de las demás, y eso sucede porque se creó un
vínculo, y la mejor forma de crear un vínculo es con cercanía.

- Entiendo, eso tiene mucho sentido.


- Bueno si ya lo entendiste, ahora, ¡hazlo!



A partir de ese día, Manuel y Sofia, empezaron a conversar más por chat, y a
veces por llamadas. Salían en grupo con sus amigos, él la recogía y la
regresaba a casa algunas veces. Comenzaron a ser más cercanos, poco a poco
llegó la confianza y con eso, el cariño. En alguna ocasión salieron solos a
tomar algo. La cosa empezaba a tener buen rumbo.

Tuvimos una tercera sesión, en esta, Manuel ya quería escalar, había pasado 2
semanas desde la última vez que hablamos, y ya el hombre quería su primer
beso con Sofia. Comenzamos a hablar de posibles escenarios para que no se
viera forzado o planeado, siempre lo natural se vende mejor. Le empecé hacer
sugerencias de planes, un viaje, ir a la playa de noche, o un concierto. Y como
si le hubiera llegado una revelación cuando le dije, concierto. Manuel
comentó: “la otra semana es el concierto de Ed Sheeran, acá en la Miami. Ella
ama a ese tipo”.

Y así fue como Manuel hizo hasta lo imposible para encontrar 2 entradas en
primera fila para ese concierto. Por supuesto Sofia aceptó la invitación sin
pensarlo dos veces. Llegado la noche, Manuel la recogió en un taxi, estaba
muy nervioso y ella muy emocionada, por ver su cantante favorito de cerca.
Ella estuvo durante toda la noche muy cariñosa con él, tal vez solo era
agradecimiento, o por el ambiente especial que trae un concierto. Cuando
empezó el show, Sofia reflejaba una sonrisa de oreja a oreja. A medida que
avanzaban las canciones, ella iba quedando sin voz, Y el ambiente se hacía
más especial, a lo mejor la champaña estaba haciendo efecto junto a la
música, porque cada vez estaban más cariñosos, abrazados y bailando.

De repente, comenzó a sonar la canción final del concierto, era la favorita de
ella: “Perfect” sé llamaba. Ella salto de emoción diciendo: “MI CANCIÓN”
mientras la cantaba, él la tomo por la espalda desde su cintura, dejándose
llevar por el instante. Ella se voltio, quedando nariz con nariz. Se miraron
fijamente y después de 10 meses Sofia volvió a dar un beso.

Podría haber terminado la historia aquí, pero si eres hombre sabrás que
Manuel no solo quería un beso, ni tampoco solo sexo. Este es el tipo de mujer
que mamá nos dijo que teníamos que llevar a la casa. Era el prototipo de
mujer con el que los hombres sueñan hacer familia. Así que una vez más,
Manuel se dejó llevar por el momento y le preguntó: ¿quieres ser mi novia?
El concierto, la champaña, la canción, el beso. Todo esto sumado, dio como
resultado, un sí absoluto, y un momento totalmente perfecto.






















Conclusión.

Una vez me contó una historia, Carlos, un gran amigo. Sobre cómo ascendió
económicamente en su vida. Tras varios años trabajando como vendedor en
una empresa, el dueño y gerente, decide que no va a continuar. Y habla con el
administrador de la empresa, para proponerle que lo reemplace. Pero el
administrador, sintiéndose que no está preparado para tal responsabilidad, sé a
sincera y rechaza la oferta.

Sin mas opción el dueño de la empresa le avisa al administrador que ponga la
vacante y empiece a hacer entrevistas. Carlos se enteró de la situación, y sin
pensarlo mucho, esa misma tardece tocó la puerta al dueño de la empresa.
Una vez reunidos, Carlos, le dijo que le diera la oportunidad a él. Pues
después de trabajar más de 7 años en la empresa en el área comercial, ya sabía
cómo se manejaba al derecho y al revés, sin mencionar que él conocía a cada
uno de los clientes, y la metodología de trabajo. El sí se sentía preparado para
el puesto. El dueño confío en sus palabras y experiencia, de inmediato mandó
a cancelar las entrevistas, e informó que tenía una decisión. Carlos pasó a ser
el nuevo gerente de la empresa. Y tiempo después se convirtió en el dueño.

Este capítulo está dirigido a tomar las oportunidades. Las personas pasamos
mucho tiempo esperando que llegue un momento adecuado para actuar. Y
pasan los días, y estamos tan ciegos o atrapados en una zona de confort que,
no nos atrevemos a tomar esos momentos incluso teniendo las señales en
nuestras narices.

Siempre tenemos dos opciones, tomamos las oportunidades o las dejamos ir.
Por qué las oportunidades no desaparecen, solo cambian de mano. Revisemos
las historias de este capítulo. La primera sobre Lina, la mujer de Medellín.
Cuando fuimos a la playa de noche, todo apuntaba que terminaría mal, desde
que el restaurante estaba cerrado, o cuando sentimos miedo por unos pasos en
el fondo, prácticamente ya nos íbamos, la noche se había arruinado. Pero
sucedió algo que no estaba en los planes, una estrella fugaz cayó del cielo
mientras mirábamos y estábamos solos. Era un momento perfecto y había que
aprovecharlo.

En la segunda historia en París, cuando Rafa toma conciencia que está en el
lugar más romántico del mundo, tomando champaña, con una hermosa mujer,
se llena de valor para besarla a pesar de que ella tenía a su novio esperándola
en México. Pero el momento, era una oportunidad tan especial, que tenía más
peso que cualquier compromiso social.

No muy diferente fue la historia del colegio, donde trabajé una temporada.
Cuando tuve esa última oportunidad con Adriana, en donde había música
emocionante en el fondo, papelitos, y fuegos artificiales. Aproveché, para
darle un beso que parecía escrito por los guionistas de Disney.

O el caso de Manuel, que le pidió ser su novia a una mujer que estaba
viviendo un momento de gran excitación y emociones, pues estaba en primera
fila, en el concierto de un artista que amaba, mientras cantaba su canción
favorita, la más romántica y bebiendo champaña. Creo que así era imposible
que cualquier mujer dijera que no.

Regla #4.
Aprovecha o crea el momento perfecto.












































CAPITULO 5
El arma más poderosa.



















Negocios prohibidos.

Un día llegó mi mamá de una reunión en la inmobiliaria que nos administraba
los locales de la familia. Había pasado una situación con un inquilino y ella
fue a revisar como solucionarlo. Una vez terminó de contarnos la conclusión
del problema me hizo el siguiente comentario: “Ah, por cierto, hijo, tienes
una enamorada en esa empresa”. Creo que esos comentarios son de los que
más le suben la moral a cualquier hombre.

Conversamos un poco sobre el tema, quién era, si era bonita, que había dicho,
entre otras. Según llegué a percibir en sus respuestas no era muy bonita la
“enamorada”. Así que no le di mucha trascendencia. Si, ya sé, que superficial,
¿qué puedo decir a mí favor? Soy hombre. Todo pasa primero por los ojos.

Pasaron los días y los problemas con el inquilino de nuestro local
continuaban, y esta vez me tocó ir a mí a la inmobiliaria, al llegar me atendió
una mujer mayor que yo, de unos 32 años, muy carismática, por no decir
buena vendedora. Era la gerente comercial. Su nombre era Juliana.

Conversamos sobre la situación del inquilino, me ofreció algo de tomar, era
formal y a la vez se notaba algo juguetona, como si algo tramara, a los 10
minutos de conversación llamó a una compañera de la oficina y me la
presentó: “Mira Jaime, por cierto, te presento a María, una compañera, para
que la conozcas.” Terminó de decir muy emocionada.

- Hola Señor Jaime mucho gusto. Se presentó María un poco apenada.


- Hola, un gusto. Respondí, mientras ella volvía a su puesto.



Fue demasiado obvio como para no entenderlo. María era la “enamorada” de
la que me había hablado mi mamá días antes. Y si, no era muy bonita, no
llamo mi atención. No solo por el físico sino también por su inseguridad y
pena. A diferencia de Juliana, la gerente, ella sí me había gustado, no solo era
atractiva, además su personalidad era coqueta y extrovertida. Al final de la
reunión, le dije a Juliana que me diera su número para cualquier duda. Ella
tomó una de sus tarjetas, me la entrego y nos despedimos, hasta ahí todo muy
profesional y formal.

Solo bastó subirme al carro, tomar su tarjeta, agregar el numero a mis
contactos y escribirle por chat de la siguiente manera:

- Oye, dime algo…


- ¡Hola! ¿sí, dime?


- ¿Quién es la persona que gusta de mi en tu empresa?


- ¿Por qué lo quieres saber?


- Porque si no eres tú, no me interesa. -Respondí directo y sin pena-.


- …

Después de unos segundos de silencio y misterio, ella fue igual de sincera
conmigo y reconoció que el interés era mutuo. Inició una temporada de
muchas conversaciones entre los dos, entre coqueteos, y humor. Pasó una
semana y le propuse vernos, en esa ocasión me dijo que no podía por trabajo,
tiempo después le volví a extender una invitación para ir a tomar algo, en esta
dijo que sí, pero en el último momento canceló.

Ya comenzaba a molestarme y a confundirme la situación, Sin embargo, como
dice la teoría, no hay que ser reactivo. No le di mucha importancia, a pesar
que sabía que era extraño. Para esos días los carnavales en mi ciudad
Barranquilla habían empezado y esa noche saldría con un grupo de amigos,
me pareció una buena oportunidad para invitarla. Así que lo hice y dijo que sí,
que ella llegaría a donde estuviéramos nosotros, pero al igual que la última
vez eso no sucedió.

Al final de la noche y con unos tragos encima, llegué a mi casa, revisé mi
teléfono y vi que estaba conectada, así que le escribí diciéndole que estaba
molesto con ella. Ya sé que me estoy contradiciendo con lo dicho
anteriormente de no darle importancia, pero estaba molesto y con tragos.

Pero para mi sorpresa conseguí que se a sincerara, y me dijo:

- Jaime, te tengo que decir la verdad.


- Uy ¿qué pasó? Me puse algo ansioso, sentía que algo importante me


iba a decir.

- De verdad tú me gustas mucho, pero hay un problema.


- Me estas preocupando, no me digas que eres un hombre.


- jajaja, tonto!

- Bueno, dime que me tienes nervioso.


- Tú me gustas Jaime, pero tienes que saber que soy casada.


- …

- Sino tienes problema con eso, podemos vernos, porque yo de verdad


quiero estar contigo.

- … Me quedé, en silencio, pensando qué hacer en ese momento, jamás


había estado con una mujer casada, pero definitivamente era perversamente
emocionante.

- Pero dime algo… -Insistió ella-.


- Solo con una condición.


- ¿Cuál?

- Que me asegures que tu esposo nunca se va a enterar.


- ¡Hecho!

Y así, cerramos el trato.

















Directo

Una tarde recibí un cliente por video llamada:

- Hola Jaime.

- David ¿cómo estás?


- Bien, un poco estresado.


- Tienes toda mi atención.


- Conocí a una chica hace aproximadamente dos meses, hemos salido


de forma intermitente, me gusta, creo que le gusto, pero no pasa nada a
mayores. Nos hemos dado algunos besos, pero ella no hace el esfuerzo de
besarme con ganas, no usa la lengua, ni abre la boca, solo me da picos, ya
llevamos en esto bastante tiempo.

- ¿Y qué es lo que quieres tú?


- Pues quiero escalar, pasar al siguiente nivel con ella.


- ¿Qué planes han hecho?


- Hemos ido a cine, a comer, a bailar, la he visitado, hemos visto


películas a solas en mi cuarto, pero no pasa nada, y de verdad estoy
haciendo mi mayor esfuerzo.

- Ese es el problema, te esfuerzas demasiado.


- ¿Entonces qué debo hacer?


- Dime la verdad que quieres hacer.


- Estar con ella. Respondió de una forma tímida.


- No, dime la verdad ¿qué quieres? pregunté siendo más exigente.


- Quiero hacer el amor con ella. Dijo tímidamente.


- ¿Puedes ser más sincero y sonar más convencido? dime ¿qué quieres
con ella?

- ¡Quiero sexo! Dijo completamente decidido.


- ¿Y porque no se lo dices?

- ¿Qué así de frente? ¿estás loco? se va a espantar!


- ¿Porque crees eso?


- ¡Ella no es una mujer fácil, es una mujer seria!


- ¿Y acaso a las mujeres serias no les gusta el sexo?


- …

- David, ya lo intentaste de todas las formas indirectas que conoces, y


no funcionó, si lo sigues intentando igual, tendrás los mismos resultados.

- Sí, tienes razón.


- Si ya lo intentaste de forma subliminal, ahora hazlo directo


- Pero nunca he sido tan directo con alguien antes.


- Déjamelo a mí.

Después de esa conversación le pasé por chat una especie de guía o pasos a
seguir:

1. Espera que sea de noche para que hablen. Esto hará que ya no
tenga distracciones ni compromisos, haciendo que se concentre en la
conversación.

2. Que la conversación sea por llamada. Esto hará que la experiencia
sea más personal y fluya.

3. Crea un ambiente cómodo antes de tocar el tema, asegúrate de
reírse, o que te cuente cosas que le apasionan para lograr hacer que se
sienta cómoda.

4. Dile lo que quieres y lo que piensas, sin tantos rodeos. Se vale un
poco de misterio al principio para ganar más interés de parte de ella,
pero asegúrate de decírselo como si de algo normal se tratara.
5. Si su respuesta llega hacer positiva, recuerda que el sexo es como
los negocios, se cierran en caliente. Así que busca la forma de verla lo
más pronto posible.

Dos días después volví a conversar con David, para preguntarle cómo le había
ido y esto me contó:

- El mismo día que hablamos, hice mi jugada. Primero le escribí como


a las 9 de la noche para saber qué hacía, me respondió: “nada viendo tele
en el cuarto”. Entonces le dije que la iba a llamar que quería hablarle de
algo. Ella aceptó y empezamos la llamada, al principio le desvié el tema
contándole una historia divertida de un amigo en común, luego le dije:
“pero eso no es lo que te quería decir”. Despertando curiosidad en ella. En
ese momento como si se tratara de dos amigos conversando le dije: “sabes
algo, tú me gustas y creo que yo también soy de tu agrado, hace rato te
tengo ganas y sé que tú a mí, yo quiero. ¿tu, quieres?”. Ella guardó silencio
unos segundos y respondió “sí, yo también.”

- ¿Y qué paso después?


- Nos fue Excelente, se acaba de ir.























Sin rodeos.

Era una época en mi vida en donde estaba sencillamente aburrido, sin pareja.
Estaba recién terminado, andaba un poco desganado, como buscando algo o
alguien emocionante para acabar con la soledad de turno, así que empecé a
mirar redes sociales, a tratar de relacionarme con personas nuevas, conocer
mujeres y socializar. En estos tiempos es la forma más fácil de conocer gente.
Si no lo has hecho te lo recomiendo, seguramente vas a recibir muchos
rechazos, pero también muy seguramente conocerás o retomaras asuntos
pendientes con alguien, como fue mi caso.

Una de las mejores formas que he visto para interactuar por redes sociales es
responder a publicaciones de las personas, de esta forma se facilita iniciar una
plática. Por ejemplo: veía la foto de un gato y podía comentar: “este es el mío
y le mandaba una foto de mi gato”. Veía una foto de un paseo y preguntaba:
“oye ¿y dónde es eso y qué tal?”. Y así sucesivamente. Si, lo sé, no tiene nada
de magia o misterio, pero así poco a poco vas reactivando la vida social que
para esos días no tenía.

Entre las tantas imágenes, vi una publicación de una hamburguesa. Sí, no era
nada especial. La publicación era de Mary, una niña bonita que había
conocido años atrás en un cumpleaños, para ese entonces ella era muy joven,
tenía 16 años y era tímida, siempre supe que gustaba de mí. Pero había pasado
el tiempo, y ya tenía 20 años. Se notaba en sus fotos que ya era una mujer.

Estaba tan poco creativo, pero tan seguro de que ella seguía gustando de mí,
que a la foto de la hamburguesa le comenté: ¿y qué tal está? Si lo sé, todo un
genio de la seducción (estoy siendo sarcástico) mis sospechas no eran
equivocadas, ella respondió muy amable y conversadora, haciendo fácil la
comunicación y el avanzar en temas.

Empezamos hablar un domingo, de ahí en adelante hablábamos muy de vez
en cuando entre semana, la verdad no eran las conversaciones más divertidas,
de hecho, eran hasta un poco aburridas, pero tenía curiosidad de verla de
adulta, ya que de niña siempre me pareció bonita así que, llegado el jueves, la
invite a tomarnos un trago. Mary acepto que nos viéramos a las 7:30 de la
noche. Llegada la hora yo estaba saliendo de una reunión de trabajo, estaba
cansado ese día, sin embargo, ya me había comprometido con ella. Así que la
llamé una hora antes de lo acordado:

- Aló. -Contestó ella-.


- Hola ¿cómo vamos?


- Bien, ¿y tú?

- Bien, saliendo de una reunión, iré a comer algo en este momento, te


recojo en una hora.

- Ay, Jaime, creo que te voy a quedar mal, estoy con una amiga, y me
desocupo tarde, además mañana viajo temprano.

- Oh, bueno, no te preocupes, será otro día.


- Lo siento.

- Tranquila, Adiós!

- Chao!

Colgué la llamada, en realidad no me molestó que cancelara, por lo cansado
que me sentía. Terminé de comer y me fui a mi casa, ya eran las 9 de la noche
y estaba en mi cama a punto de dormir del cansancio. De la nada me entra una
llamada telefónica, tomé mi celular, era Mary:

- Aló. Contesté con un poco de sueño.


- ¡Hola! ¿qué haces? Dijo ella en un tono muy alegre.


- En mi casa ¿y tú?

- Ya me desocupé, pensé que me iba a demorar más pero no fue así.



- Oh, que bien.

- Sí, ¿aun quieres que nos tomemos algo?


- Pues, sí.

- Dale, dame tu dirección y llego a tu casa. -Dijo con mucha


confianza-.

- Está bien.

Apenas colgué la llamada, salté de mi cama para quitarme la cara de sueño, y
poder arreglar un poco la sala. A los pocos minutos recibí la visita de Mary,
cuando nos saludamos, nos dimos un abrazo que a mi parecer fue bastante
frío. No le di mucha importancia y la hice pasar a mi sofá, estando ahí
empezamos a conversar sobre cosas sin importancia, parecía más una
conversación por cortesía y educación que dos personas que se querían
conocer o divertirse.

Fue cuestión de 10 minutos para darme cuenta que estaba aburrido, de verdad
la plática no fluía, era demasiado aburrida, Mary no logro hacer que el sueño
que tenía disminuyera, por el contrario, estaba aumentando, no sentía casi
empatía por parte de ella, había hasta silencios incomodos. Al poco rato ya
quería que se fuera de lo malo que era el ambiente.

De repente hice un último esfuerzo por hacer mejor el momento, me dije:
“bueno, si vamos a estar aquí un rato como minino intentare hacerlo más
ameno”. Había pedido algo de tomar por domicilio, pero no llegaba, entonces
le puse conversación mientras tanto:

- Oye ¿qué te han parecido el contenido que he subido en estos días?



- Bien, tus temas son interesantes.

- ¿Te parece?

- Sí, a todos les gusta el tema del amor y esas cosas.


- Y tú, ¿qué piensas del amor?


- Pues creo que todo depende de lo que cada persona quiera.


- ¿Y tú qué quieres?

- …

En ese momento me miró a los ojos, y en su mirada sentí una energía sexual
muy fuerte. Acto seguido dijo: “hacer el amor contigo”. Lo pronuncio como
si se tratara de algo completamente normal, como si estuviera pidiendo una
cerveza en una tienda. Yo quedé congelado, mi cerebro no procesó bien la
primera vez que la escuché, y pregunté:

- ¿Qué dijiste?

- Lo que escuchaste. Respondió con toda seguridad.


- …

Me quedé en silencio mientras ella me sostenía la mirada, rasqué mi cabeza,
fue supremamente extraño ese momento porque, no hubo un preámbulo de
nada, ella fue tajante, diciendo directamente lo que quería, sin pena, ni dudas.
Admito que fue extraño, diferente, pero incluso con todo lo anterior acepte.
Me puse de pie, caminé hacia ella, la empuje al sofá, en fin, ya saben lo
demás.

Al terminar le dije:

- Pensé que eras un poco tímida.


- Si, lo era.

- ¿Y qué pasó?

- Te tenía hace rato entre cejas.



Se puso de pie, se cambió, pidió un taxi y nunca más me volvió a ver, según
me explicó esto solo era un asunto pendiente que tenía por hacer. Nada
personal.



















Inalcanzable.

Esta es una historia que voy a disfrutar escribir. Empieza en el 2006, estaba
terminando mi último año escolar, yo era un estudiante “destacado”. Tenía
mis virtudes como ser buen deportista, llegué a ser el capitán de la selección
de mi colegio de futbol, campeón en el último año, y goleador en varias
ocasiones, me gradué personero, y siempre obtuve los papeles principales en
las obras de teatro. Hasta ahí todo muy bien, pero así como tenía mis
virtudes, estos eran mis defectos: Era flojo, mal estudiante, distraído,
introvertido, tímido, solitario, y un desastre con las mujeres.

Hagamos énfasis en: “tímido, y un desastre con las mujeres”. Tuve la fortuna
que en mi último año escolar, en mi salón, la mayoría de las mujeres eran
bellas, pero había una que era la más hermosa por lejos del salón, era Ana.
Delgada, alta, cabello largo, una cara, y sonrisa preciosa, trabajaba como
modelo, y si solo su físico no fuera poco, era la más inteligente del curso.
Sumado todo lo anterior, se podrán imaginar que, esa mujer nunca me iba a ni
escupir. Tenía aparentemente una vida perfecta.

Para que se hagan una idea de lo que les estoy contando; cuando finalizaban
las clases y todos iban a sus casas, la mayoría se iban en buses, taxis,
transporte escolar, y si eras afortunado tus papás te iban a buscar. Pero a ella,
ninguna de las anteriores. A ella la recogía un tipo que parecía sacado de una
publicidad de Calvin Klein, mucho mayor que yo, y montado en un carro del
año. Ya se podrán imaginar que tenía más posibilidad de ganarme la lotería, a
que ella se fijara en mí.

Hubo una ocasión en donde se acercaba el día de la familia en mi colegio, y
tuve la grandiosa idea de proponer crear una casa embrujada como atracción
para recoger fondos que irían destinados para la fiesta de fin de año de mi
promoción. Para los días que estábamos armando el interior de la casa del
terror, varias personas de mi curso estaban ayudando, entre esas, Ana.

Entre más de 10 compañeros nos encargamos de hacer el salón de ciencias un
lugar oscuro, con música siniestra, lleno de caminos sin salidas, obstáculos y
un par de estudiantes disfrazados de monstruos. Era el día previo al evento y
estábamos ultimando detalles, solo estábamos 4 compañeros decorando, entre
esos, Ana y yo.

Los otros dos compañeros eran un chico y una chica de mi curso que se
alejaron de nosotros para hacer de las suyas, o al menos para que el tipo lo
intentara, porque solo se escuchaba la voz de Margarita decir: “hey, ya,
para!”. Y mientras eso ocurría yo estaba frente a frente con Ana. Ella no decía
nada, era un momento de total silencio entre los dos. Era el momento perfecto
para intentar besarla, no iba a tener una segunda oportunidad como esa. Pero
desafortunadamente mi timidez en ese momento era más grande que mis
ganas de besarla. (lástima que no había leído el capítulo anterior en ese
entonces.)

Así fue como me quedé paralizado, fingiendo que no quería hacer nada. El
silencio entre nosotros termino cuando me dijo:

- Jaime, ve, y rescata a Margarita.


- Ellos están bien. Respondí para no dañarle la oportunidad a mi


compañero.

- Entonces voy yo.


- Espera. -Le dije mientras caminaba hacia ellos en la oscuridad,


dejándome solo-.

Si, ya lo sé, positivo para idiota. Cuándo les decía que en realidad era tímido
no lo estaba diciendo a la ligera. Después de ese día me tocó conformarme
verla en primera fila del salón, mientras reía, estudiaba o escribía. Y así fue
hasta que nos tocó el día de la graduación, en donde dejamos de compartir
clases.

Tuve la oportunidad de verla en la universidad nuevamente, ella estudiando
psicología y yo comunicación, ella igual de hermosa y yo igual de tímido,
bueno tal vez un poco menos, pero no lo suficiente como para hablarle. De
igual manera ya la podía ver en los pasillos de la universidad, con su novio
nuevo. Prácticamente una copia del anterior, un sujeto alto, con la misma
pinta de modelo, con la única diferencia que a este se le notaba que lo tenían
dominado, comiendo de la mano. Y no lo culpo, era una mujer intimidante e
inteligente. De esas que no conquistan el mundo por qué no le daban ganas.
Desde entonces no la vi más.

Habían pasado más de 10 años desde aquella oportunidad en la casa del terror.
Ya yo no era aquel chico tímido de la escuela. En mi vida había sucedido
muchas cosas, muchos cambios y experiencias. Entre todas esas vivencias por
mi vida habían pasado más de 5 años de estudio e investigaciones sobre
habilidades sociales, atracción y persuasión. Además de haber dado muchas
conferencias en vivo delante de cientos o miles de personas, hablé en radio y
televisión a nivel nacional, y por supuesto estuve generando contenido,
poniendo mi rostro, dando consejos casi que, a diario para decenas de miles
de seguidores por redes sociales. No cuento esto con la finalidad de presumir,
lo hago para que entiendas querido lector, que el mundo de las habilidades
sociales realmente cambia vidas. Y como maestro que he sido, yo debía ser
mi principal estudiante y testimonio.

Todo aquel que tuvo la oportunidad de conocerme de joven, sabe que hoy no
queda nada de esa timidez que me caracterizaba años atrás. Y como yo
siempre he creído que la vida tiene una forma muy poética de dar segundas
oportunidades, pronto iba a llegar la mía.

Pasaron muchos años desde la última vez que crucé palabras o miradas con
Ana. Solo la había visto por redes sociales con un nuevo novio, llámame loco
pero cuando la veía tenía dos sensaciones. La primera: Ella no era feliz con
ese tipo. Y la segunda: ella quería conmigo, pero aún no lo sabía. Sí, lo sé, me
tengo confianza, o a lo mejor solo era un presentimiento.

Todo eran suposiciones mías hasta que pocos días después, caminando por un
centro comercial me encontré con algo que me dio mucho gusto ver. Era Ana,
estaba sentada tomando un café con varias mujeres, eran como seis personas.
En ese momento solo pensé: “creo que la llamé con la mente”. Mientras yo
entraba a una tienda de ropa. Al salir, ella seguía ahí, no me había visto y si
no me hacía notar, no me iba a ver.

Fue en ese momento que una voz en mi cabeza me dijo: “salúdala, pero no de
lejos. ¡Ve y salúdala de frente, que te vea!”. Sin pensarlo dos veces, hice caso
a esa voz y caminé hacia ella, no me dio pena ni me importó que vieran todas
sus amigas. Me puse delante de ella, esperando que levantara la mirada.
Cuando me vio, pude sentirlo en sus ojos, le había agradado lo que estaba
viendo:

- ¡Ay, hola! me saludo con emoción.


- ¿Cómo estás? -Le pregunté mientras le daba un abrazo, con efusión,


cariño y con mucha confianza-.

- ¿Bien y tú? -Respondió mientras nos separábamos-.



En ese momento hice pocas preguntas, pero muy claves.

- ¿Qué hay de tu vida, ya te casaste?


- No, no tengo afán, sigo con mi novio. -Respondió muy relajada-


mientras yo por dentro decía: “lo sé”.

- Oh que bueno. -Respondí fingiendo sorpresa y agrado-.

- ¿Y tú? -Me devolvió la pregunta con mucha sutileza-.


- La verdad es que el matrimonio es un concepto que aún no me
termina de convencer. - Le contesté con una sonrisa amable para luego
despedirme de ella y sus amigas con un amistoso: “hasta luego”-.

Inmediatamente me despedí, me quedó dando vueltas en el estómago una
sensación extraña, como si estuviera completamente seguro que, la atracción
que yo sentía en ese momento, ella también lo sentía por mí. Llegué al
parqueadero del centro comercial, me subí al carro, saqué mi teléfono, y la
busqué en Instagram para escribirle:

- Hay algo que quería preguntarte y no lo hice.


- Jajaja ¿y eso, qué cosa? Respondió a los pocos segundos.


- ¿Estás enamorada?

- Jajaja ¿porque me preguntas eso? Pues, normal, lo quiero.


- Porque yo quiero salir contigo.


- Oh, esto me toma por sorpresa.


- ¿Solo me pasa a mí?


- No.

A partir de ese momento empezó un coqueteo fuerte de mi parte y muy sutil
de el de ella. Por prácticamente una semana completa estuvimos chateando,
todo parecía que estaba yendo bien, hasta que un día para otro, sin previo
aviso, dejó de responder mis mensajes. Fue un poco extraño para mí, no
entendía que pudo haber pasado, tal vez había arreglado su situación con su
pareja, o se aburrió de mí, no sabía con franqueza que había ocurrido. Sin
embargo, había algo que me repetía a mí mismo por esos días: “no me
importa si no pasa nada, el simple hecho de estar hablando con ella, de esa
forma y tener su atención, ya me hacía sentir ganador”.

Llegué a pensar que todo se había ido al carajo, cuando le escribí una segunda
vez, y nuevamente me dejó leído. Fue entonces cuando dejé de insistir. Todo
parecía haber quedado ahí, una pequeña historia superficial de coqueteo y
nada más. Pero como dije anteriormente, la vida tiene formas interesantes de
dar segundas oportunidades, y así fue cómo llegó otra.

Un día salí con un amigo y dos mujeres, todos éramos amigos en realidad, no
había nada entre ninguno. Era un viernes y habíamos decidido ir a tomar un
trago a un bar. Estábamos pasándola muy bien, cuando mi amigo me dice: “la
mujer que está en la mesa de atrás te está mirando mucho desde que llegamos
y es bonita”. Cuando volteé me encontré mirando fijamente a Ana. Ella estaba
con sus amigos. Tan solo nos miramos, ella me sonrío y yo le piqué el ojo. Y
no volví a mirarla en toda la noche. No la miré ni por orgullo, ni nada malo,
solo no sabía en qué actitud estaba conmigo, así que preferí dejarla que
siguiera mirando.

Ya eran las dos de la mañana, mis amigos y yo nos pusimos de pie para irnos,
ya Ana no estaba en su mesa. Cuando estábamos buscando un taxi para irnos,
la volví a ver, pero esta vez estaba ebria. Me le acerqué y le dije:

- ¿No me vas a saludar?


- Tú no me quisiste saludar en toda la noche. Me respondió con la


lengua un poco enredada. Nos quedamos frente a frente, mirándonos a los
ojos cuando le dije.

- Dame un beso…

- ¡No! Respondió abriendo los ojos sorprendida, mientras me daba la


espalda y se alejaba de mí, casi que huyendo.

A pesar de eso sentí que en el fondo ella quería, pero algo extraño ocurrió
para que se fuera así. Inmediatamente subí a mi taxi y ella al suyo con sus
amigas, le escribí:

- ¿Dónde estás? yo te recojo.


- Voy para mi casa, como se te ocurre escribirme si estas con tu novia.


Esta respuesta explicó el por qué de su comportamiento al huir.

- Era una amiga, ¿cómo crees que te voy a pedir un beso delante de
una novia? soy idiota pero no tanto.

- Jajajaja entonces quién era la mujer con que estabas, porque yo los vi
emparejados.

- Eran mis amigas, ¿estás celosa?


- No.

- ¿Dónde estás?
- Llegando a mi casa.

- Dame la dirección, ya voy por ti.

- No, no puedo salir, ya llegué y en mi casa me molestan mucho,


además estoy muy borracha.

- Ah bueno, entonces si estas muy ebria no me interesa.


- Ha, ¿sí? ¿y por qué?


- No vale la pena, yo te quiero concentrada en mí, y no ida por la


borrachera.

- ¿Y para qué quieres que este concentrada en ti?


- Para que me disfrutes como yo a ti.


- Hmmm.

- Dame tu teléfono, quiero llamarte.


- Ok.

Esa llamada duró desde las 2:30 am hasta las 6:00 am que salió el sol.
Hablamos de todo, fue muy profunda, divertida y sexy. Me contó que estaba
mal con su novio y que estaban terminados, entre otras tantas cosas, todo el
tiempo la conversación fluyó muy bien, a lo mejor fue porque ella estaba
ebria, o tal vez porque el trago le dio las ganas de decir muchas cosas que no
se atrevía a decirme.

La conclusión de la conversación es que ambos queríamos estar con el otro,
yo por un asunto pendiente con mi “yo” del colegio, y ella por la curiosidad a
mi personalidad y seguridad al hablar. Terminamos la conversación con el
trato de vernos al día siguiente. Pero la verdad yo no estaba seguro de si iba a
ocurrir o no, lo único que me restaba era esperar.

A la mañana siguiente hablamos al medio día, me levanté demasiado tarde y
ella también por la resaca de la noche anterior. Para no andar con tantos
rodeos y el misterio de si la iba a ver o no, le pregunte después de saludarla:

- ¿Aun quieres que nos veamos hoy, o se te fueron las ganas con la
borrachera de anoche?

- Jajaja aún quiero.


- Perfecto.

- Me desocupo a las 8:00 pm.


- ¡Listo!

- ¿Y a dónde vamos?

- Pues como sé que a pesar de tus dilemas, aun tienes a tu novio, y no


puedes exponerte, ven a mi casa y nos tomamos algo. Escribí con la
esperanza de no intimidarla.

- Está bien.

Esa tarde fui a cine y me distraje un rato, aunque por dentro la ansiedad me
comía, esperaba con muchas ganas que fueran las 8:00 pm. Cuando llegó el
momento, ya yo estaba arreglado de pies a cabeza, como si fuera a ir a un
restaurante elegante, puse música de fondo, luz tenue, dos copas, y algo de
beber. Pero faltaba lo más importante, ella.

Se hicieron las 9 de la noche y no llegaba, ya estaba a punto de resignarme,
cuando por mi ventana pude ver un carro parquear afuera de mi casa, la puerta
se abrió, y vi la silueta de una mujer alta, no había duda, era ella. Mientras
caminaba hacia mi puerta, con cada paso mi sonrisa se iba estirando, sentía
que estaba por pagar una deuda pendiente conmigo mismo que, debía hace
muchos años.

Eran las 9:05 de la noche cuando sonó el timbre de mi casa. Acabaré esta
historia diciendo que abrí la puerta y ella estaba ahí, delante de mí. Como
aquella vez en esa casa del terror, pero esta vez, no era un niño, no era tímido,
y sí tenía mucho por decir. El final se los dejo a su imaginación. Solo diré, la
vida tiene formas muy poéticas para dar segundas oportunidades.








Conclusión

Hace más de 4 años, en una entrevista para televisión, me preguntaron:
“Jaime, llevas varios años dedicado a dar consejos sobre habilidades sociales
y seducción, prácticamente eres un libro abierto para cualquier mujer que te
conozca, dime: ¿cuál es la mejor formar para seducir o conquistar, ¿cuál es tu
mejor estrategia?”.

A lo que respondí: “para mí, la mejor estrategia para conquistar es aquella que
no tiene estrategia. La mejor manera de seducir siempre será decir la verdad.
Ser sinceros es la máxima demostración de seguridad que puede tener
cualquier ser humano. A diferencia de aquel que miente sobre sí mismo, esto
no es más que el reflejo de que no está orgulloso de lo que hace o quién es. Y
la gente lo percibe”.

Este último capituló estuvo dedicado a explicar el arma más poderosa de la
seducción, la verdad. No existe una cualidad más atractiva que la seguridad, y
la seguridad se demuestra a través de la verdad. Una persona que dice lo que
siente o lo que piensa con sinceridad es una persona muy segura. (sin tener
que llegar a ser imprudente.)

Si analizamos una a una de las historias de este quinto capítulo encontraras
que en cada una el detonante, fue una verdad. En el caso de la gerente de la
inmobiliaria fue cuando le dije: “sino eres tú, la que gusta de mí en tu oficina,
no me interesa”. O cuando David le dijo a su cita que, él quería estar con ella,
y quería saber si ella también. O el caso de Mary cuando me dijo de frente
que, quería hacer el amor conmigo, sin rodeos. Y por supuesto la historia de
Ana, en donde el detonante fue decirle: “yo quiero salir contigo”. La gran
mayoría de los problemas que tiene la humanidad, se resolverán cuando
hablemos con la verdad.

Regla #5.
Aprende a decir la verdad.









Resumen final.

Si llegaste hasta aquí, déjame felicitarte, por tomarte el tiempo de invertir en
ti. Ese siempre será la mejor inversión que podrás hacer. Quiero dejar un
resumen de todo lo repasado en este libro, para que empieces a usar todas
estas herramientas en tu vida cotidiana:

Capítulo 1: A las personas les gusta sentir protagonismo. ¡Aprovéchalo!
Antes de conseguir algo de alguien el primer paso debe ser caerle bien, hacer
que se sientan a gusto contigo. Y para conseguirlo debes crear empatía. La
herramienta más recomendable para esto es dejar que la gente hable, se
exprese, prácticamente: ceder el protagonismo.

Capítulo 2: Conoce a tu objetivo.
Cuando sabes cómo piensa, qué quiere, que le gusta, a la persona que quieres
persuadir. Tienes una gran ventaja si la usas a tu favor. Es aquí donde aplica
esa frase que dice: El conocimiento es poder.

Capítulo 3: Las personas hacen más por no perder que por ganar.
“Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Era una frase muy utilizada
por mis papás. Cuando lo analizo de adulto, creo que no puede tener más
sentido por qué, no es posible. Cada vez que tenemos la sensación de que
vamos a perder algo, lo añoramos más que nunca. Sea un familiar, un amigo,
un objeto, un amor, una oportunidad. Por eso una gran estrategia para
persuadir siempre será: ser perdible.

Capítulo 4: Aprovecha o crea el momento perfecto.
Creo sin lugar a duda que una de las situaciones que más le duele a cualquier
ser humano es recordar una oportunidad que dejaron pasar. A veces la vida
misma nos da oportunidades maravillosas, y por no tomar iniciativa se van, y
nunca más vuelven. Por más obvias que sean, aprovéchalas, que con una alta
posibilidad, en la mayoría de los casos, nunca más volverán.

Capítulo 5: Aprende a decir la verdad.
Pensamos tanto en cómo va a reaccionar nuestro interlocutor, que hasta
suponemos situaciones que nunca han pasado o pasarán. Haciendo que no
actuemos de la forma más sencilla, diciendo la verdad. No conozco
herramienta más poderosa y atractiva en los seres humanos que la seguridad y
la sinceridad, y ambas van de la mano. Siempre recalcaré usarlas en cualquier
momento. E incluso si nos va mal, por decir la verdad. Puedes tener toda la
tranquilidad porque al final, sencillamente, fuiste sincero.

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