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Credencialismo

La teoría credencialista o credencialismo desarrollada por el sociólogo Randall Collins,


sostiene que las credenciales educativas se convierten en un factor decisivo para justificar
el acceso a las posiciones sociales privilegiadas. Considera que junto al trabajo
productivo existe el trabajo político, que consiste en la formación de alianzas sociales para
influir en la percepción de determinados empleos. La escuela como institución, otorga
credenciales para acceder a los puestos de trabajo mejor valorados y mejor pagados
independientemente del conocimiento adquirido.
Los teóricos credencialistas señalan que los empleos más cotizados se encuentran dentro
del grupo de graduados o profesionales especializados, certificados en un determinado nivel
de estudios (Collins, 1979). Junto a los estudios sobre el Capital Humano tendríamos que
abordar el Capital Social, desarrollado por Bourdieu (1986), según el conjunto de redes
sociales son fundamentales para acceder a los mejores puestos del mercado de trabajo.
La función productiva de la educación puede sintetizarse en las siguientes propuestas:
Los requisitos escolares del trabajo en la sociedad industrial se incrementan constantemente
debido a los cambios tecnológicos. Dentro de ella podemos identificar dos procesos:
1-El porcentaje de trabajos que requieren de destrezas escasas disminuye. Los mismos
trabajos requieren actualmente mayores destrezas.
2- La educación formal proporciona la formación necesaria tanto en destrezas específicas
como en las capacidades generales para los trabajos más cualificados.
El credencialismo fuerte de Collins (1979) afirma que el aumento de la sociedad titulada
evitará que la formación académica afecte a los salarios viéndose la relación entre
ganancias y titulaciones afectada por la oferta excesiva.
El credencialismo débil de Thurow (1986), por su parte, sostiene que las calificaciones
educativas se utilizan como método de selección en los ámbitos laborales, lo que implica
que los empleados sean seleccionados basándose en aspectos relacionados con la
personalidad en lugar de aspectos cognitivos tales como orígenes familiares, capacidad
como estudiantes, etc. Por tanto, Thurow establece una crítica a la educación como un
instrumento para disminuir las desigualdades económicas.
En la actualidad, el periodo de escolarización es más largo, ya que se interpreta la
formación inicial como una base para las capacidades de autoconstrucción personal.
Además, la educación a lo largo de la vida ha pasado a ser, para un grueso importante de
empleos, una necesidad de primer orden, en la que los empleados tienen la obligación de
renovarse constantemente pues además es muy probable que cambien de empleo varias
veces en su vida.No obstante, esta situación provoca una sobreoferta de titulados,
desencadenándose una inflación de credenciales que devalúa los diplomas y aumenta la
competencia por los puestos de trabajo, quedando entonces las empresas en posición con la
ventaja de realizar una selección más estricta, ya que si bien los títulos son un requisito
general y necesario, siguen siendo insuficientes para el acceso a puestos de trabajo
cualificados. Estas tendencias del nuevo mercado están creando nuevas formas de exclusión
social en las clases medias

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