Está en la página 1de 2

De amor y deseo.

Algunos fragmentos de :

Lía Schwartz, « Amor y deseo en textos de Fernando de Herrera, humanista, poeta


neoplatónico y estoico », Criticón [Online], 128 | 2016, Online since 20 April 2017, connection
on 20 October 2020. URL : http://journals.openedition.org/criticon/3188 ; DOI :
https://doi.org/10.4000/criticon.3188

Una revisión del significado adjudicado al lexema deseo o al verbo desear en diccionarios del
español clásico, ahora reunidos en CORDE, registra los matices que fue desarrollando en los
campos semánticos en los que funcionaba1. Mientras que Covarrubias daba como definición
de la forma verbal desear: «tener deseo de alguna cosa», deseado: «la cosa que se desea», un
siglo más tarde el Diccionario de Autoridades apuntó la siguiente para el sustantivo deseo:
«anhelo o apetencia del bien ausente o no poseído; del latín desiderium». Ilustra a
continuación la acepción citando unas frases pronunciadas por Sempronio en La
Celestina de Fernando de Rojas, que describen el deseo de su amo como excesivo y, por tanto,
irracional. Con este sentido se traduce deseo en diccionarios modernos del latín al inglés,
Lewis and Short, por ejemplo, donde leemos que desiderium es «a longing, ardent desire»
mientras se acotan una serie de sinónimos, o lexemas de acepción cercana, entre ellos los
sustantivos cupido,cupiditas, studium, appetitio, voluntas y, del mismo modo, según Gaffiot, el
sustantivo latino desiderium significa: «désir de quelque chose qu’on a eu, connu et qui fait
défaut». Por su parte, Corominas, en su DCELC, s. v. deseo, hace derivar el lexema del latín
vulgar desidium (‘deseo erótico’), con primera documentación en Berceo, lexema que, a su
vez, es «forma neutra correspondiente a la familiar clásica desidia (‘indolencia,pereza’)», que
ya en la Antigüedad «tomó el sentido de ‘libertinaje, voluptuosidad’» según la doctrina moral
de que «la ociosidad es el incentivo de la lujuria»; en cuanto al verbo desear sólo afirma que
éste imitó de su sinónimo, el latín desiderare, el significado de ‘echar de menos’.

El significado del lexema deseo en la obra de Fernando de Rojas ya aparecía resumido en uno
de los consejos que dio Sempronio a su amo para que superara su inaceptable impaciencia
ante la demora de la decisión de Melibea. Pero ya en páginas anteriores Rojas había
presentado a Pármeno y Sempronio burlándose de Calisto por haber «trobado» unos versos
en los que trataba de describir su deseo:

En gran peligro me veo

en mi muerte no ay tardança;

pues que me pide el deseo

lo que me niega esperança.

En efecto, Fernando de Rojas representó el amor de Calisto y Melibea como incontrolable


pasión y de dramáticas consecuencias por conducir a la muerte a sus protagonistas. Con los
mismos rasgos se describe el estado emocional de Melibea, aunque, en su caso, Rojas insista
en que el personaje no lo reconoce o no puede admitirlo. Traslada, por ello, al discurso de
su interlocutora, Celestina, la definición de la pasión amorosa cifrada en una serie
de oxymora:

Es un fuego escondido, una agradable llaga, un sabroso veneno, una dulce amargura, una
delectable dolencia, un alegre tormento, una dulce y fiera herida, una blanda muerte.

Fuente de placer y de dolor, es por ello comprensible que hiciera concluir la obra con el
famoso plancto del padre de Melibea, quien acusaba de su desgracia al mundo en el que le
había tocado vivir calificándolo, si recordamos, de auténtico «laberinto de errores» y
«morada de fieras», mientras increpaba a Eros por el poder que desplegaba para maltratar a
los amantes, «enemigo» como era «de toda razón».

Los conceptos de amor y deseo que derivan de la tradición neoplatónica, extendida en


España en décadas posteriores a la difusión de la poesía de Garcilaso —cuyos modelos
literarios, como sabemos, derivaban, por un lado, del Canzoniere de Petrarca, de Bembo y
otros poetas italianos del siglo xvi, por el otro, de textos filosóficos, funcionaron en un
ámbito semántico diferente.

En textos poéticos del xvi, y a partir de la obra de Garcilaso, en cambio, construidos ya en


juegos de imitatio de la tradición petrarquista y de influencia neoplatónica, el
lexema deseo no mantuvo el sentido de ‘relativo al amor o al placer sexual’ porque ‘excita el
deseo amoroso’ que mantuvo en la Tragicomedia.

También podría gustarte