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¿Qué factores explican el inicio de la Revolución Industrial en Inglaterra?

Un conjunto de factores permiten entender que Inglaterra fuese el país en el que se inició la Revolución
Industrial a fines del siglo XVIII. Allí se daban una serie de condiciones que favorecieron el inicio de este
proceso. Los historiadores discuten aún sobre la importancia de cada factor, sin ponerse de acuerdo.

Empecemos por lo mas sencillo, Gran Bretaña (cuya región sur es Inglaterra) es una isla y su ubicación
geográfica la mantuvo relativamente a cubierto de las guerras y convulsiones que habían afectado a
Europa continental (aunque los ingleses participaron en varios de esos conflictos, su isla estaba bastante
a salvo de una invasión, incluso cuando mas adelante participaron de las dos guerras mundiales).
Inglaterra poseía también yacimientos de carbón y hierro (el primero fue el combustible necesario para
las primeras máquinas a vapor y el segundo la materia prima esencial para construir esas máquinas).
Inglaterra poseía también yacimientos de carbón y hierro (el primero fue el combustible necesario para
las primeras máquinas a vapor y el segundo la materia prima esencial para construir esas máquinas).

Ningún punto del territorio está a mas de 100 kilómetros del mar, esto sumado a una costa con buenos
puertos y las necesidades comerciales y de defensa llevaron a Inglaterra a ser un país con fuerte
desarrollo marítimo. Los ingleses se enorgullecían de “reinar en los mares” y su flota mercante y de
guerra a fines del siglo XVIII era igual al total de las flotas del resto del mundo sumadas. El enorme
volumen del comercio marítimo inglés le permitió obtener las materias primas esenciales que no podía
producir en su propio territorio (sobre todo el algodón, típico producto de zonas tropicales que no podía
producirse en climas como el inglés).

El comercio marítimo y la “Revolución Agrícola” (un conjunto de mejoras en el aprovechamiento de la


tierra que se venía desarrolando) permitieron a los empresarios marítimos o agrícolas acumular enormes
fortunas que estos burgueses querían invertir en nuevas empresas que prometiesen ganancias
importantes, dicho de otro modo abundaban capitales en busca de una inversión productiva. Si bien las
primeras inversiones en las fábricas fueron modestas y las ganancias iniciales se volvían a invertir en
ellas, la abundancia de capitales facilitó ese primer impulso.

El comercio marítimo exigía además grandes cantidades de productos industriales para exportarlos a
otras regiones y en ese sentido impulsó el desarrollo inicial de las primeras fábricas y logró luego
extender los mercados de exportación e importación de los ingleses por todo el planeta (América por
ejemplo fue un importantísimo mercado para Inglaterra durante todo el siglo XIX y parte del XX, tanto
para obtener materias primas como para colocar su producción industrial en los países latinoamericanos
que carecían de fábricas).

Gran Bretaña participó de un fuerte crecimiento demográfico que se produce en Europa a partir de
1750 aproximadamente. Este se debió aparentemente a las mejoras en la producción de alimentos y su
abaratamiento. La mejor alimentación permitió que se redujeran las tasas de mortalidad y que se
mantuvieran las altas tasas de natalidad, lo que se tradujo en un rápido aumento de población (Inglaterra
y Gales tenían unos 6,5 millones de habitantes en 1750, 9 millones en 1801 y 16 millones en 1841). Mas
población significó mayor cantidad de consumidores y una abundante mano de obra barata para las
industrias.

El desarrollo industrial requería de un sistema comunicaciones barato y eficiente que permitiese el


traslado de personas, materias primas y productos elaborados entre los centros de exportación e
importación (puertos) y las zonas productoras de minerales o las grandes ciudades industriales (como
Manchester, la más importante en esa época). A fines del Siglo XVIII Inglaterra disponía de un sistema de
transportes ventajoso basado en la navegación fluvial (o sea a través de ríos y canales), que permitía el
transporte más rápido y a menor precio que en otros países.
La solución definitiva la traería la propia Revolución industrial con el desarrollo de los trenes de carga y
pasajeros. En 1750 hacer un viaje en diligencia desde Londres hasta Edimburgo (Escocia) llevaba entre
10 y 12 días en diligencia, en 1855 se tardaban 13 horas y 45 minutos, avance obtenido gracias a los
trenes.
Inglaterra tenía un sistema de gobierno diferente al que se aplicaba en el resto de Europa. En casi
toda Europa gobernaban monarquías absolutas en las que un Rey ejercía una fuerte concentración de
poderes apoyándose en una nobleza que no arriesgaba su fortuna en inversiones productivas o
comerciales y se beneficiaba con fuertes privilegios (como el de no pagar impuestos o el de cobrar peajes
a quienes atravesaran sus propiedades). En esos países la burguesía no tenía acceso a cargos de
gobierno y debía pagar impuestos muy elevados. Esto explica que casi al mismo tiempo que se inicia la
Revolución Industrial en Inglaterra (1780) en Francia esa burguesía desconforme se lance a la Revolución
Francesa (1789).
Los burgueses ingleses habían hecho su revolución política 100 años antes (la “Revolución Gloriosa” de
1688) y tenían por lo tanto una considerable ventaja. En Inglaterra el Absolutismo fue sustituido por una
Monarquía Parlamentaria, el Rey debía compartir las tareas de gobierno con un Parlamento Bicameral –
(o sea con dos cámaras: una de nobles –Cámara de los Pares- y otra electiva –Cámara de los Comunes).
El Parlamento no solo podía proponer, discutir, aprobar o rechazar las leyes que se aplicaban en el Reino
sino que además controlaba el Presupuesto del Estado, o sea que controlaba los gastos del Reino y los
impuestos que en el se cobraban.
Aclaremos, no era un sistema democrático, en las elecciones de la Cámara de los Comunes participaba
una minoría de varones ricos y cultos (en 1840 apenas votaba un 3,5 % de la población inglesa), pero
eso alcanzaba para que los burgueses mas poderosos pudiesen participar del gobierno e impulsar el
desarrollo industrial desde el Parlamento (por ejemplo limitando los impuestos cobrados por el Rey o
eliminando los peajes que encarecían y trababan el tráfico comercial).

Por último, el inicio de la Revolución Industrial requería (aunque mucho menos que las siguientes
etapas de la R.I.) cierto desarrollo de la ciencia y la tecnología que permitiese el desarrollo de máquinas
para la industria y el transporte. En ese sentido Inglaterra no tenía la mejor situación, países como
Francia o los estados alemanes estaban más avanzados. Pero existían en Escocia algunas universidades
que ya tenían laboratorios de física y química bastante modernos para esa época. Además en las ciudades
inglesas se formaban sociedades de empresarios e investigadores con fuerte sentido práctico, cuya
preocupación era encontrar soluciones tecnológicas prácticas que permitiesen obtener ganancias.
Inglaterra no disponía de una ciencia de primer nivel, pero si de artesanos educados con sentido
práctico y el suficiente conocimiento como para construir máquinas sencillas y eficientes (un ejemplo
típico lo fue el escocés James Watt , el inventor de la máquina a vapor). En los últimos 30 años del siglo
XIX, cuando fue necesario un mayor desarrollo científico y tecnológico, otros países como Alemania o
Estados Unidos tomarían la delantera.

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