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LA CULTURA

La cultura es uno de los conceptos más definidos en las ciencias sociales.

La primera definición del término "Cultura" se le atribuye al antropólogo británico


Edward Brunett Tylor (1832-1917), quien afirmó que: “Cultura o civilización, tomada
en su amplio sentido etnográfico, es todo el complejo que incluye el
conocimiento, la creencia, el arte, la moral, la ley, la costumbre y cualquier otra
capacidad o hábito adquirido por el hombre en tanto que miembros de una
sociedad” (Primitive Culture, 1871).

Para Bronislaw Malinowski (1884-1942), la cultura se define como: "conjunto integral


constituido por los utensilios y bienes de los consumidores, por el cuerpo de
normas que rige los diversos grupos sociales, por las ideas y artesanías,
creencias y costumbres" (Los argonautas del pacífico occidental, 1922).

Alfred L Kroeber (1876-1960) afirma “La cultura consiste en modelos implícitos y


explícitos, de conducta y para la conducta, modelos adquiridos y transmitidos
mediante símbolos. Y el núcleo esencial de la cultura consiste en ideas (…)
tradicionales (…) y especialmente en sus valores asociados.”

Así, en la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales, organizada por la


UNESCO y celebrada en la Ciudad México en 1982, a cultura se definió como “los
rasgos distintivos y específicos y las modalidades de pensamiento y de vida de
toda persona y de toda comunidad. La cultura engloba pues la creación artística
y la interpretación, la ejecución, la discusión de las obras de arte, la cultura
física, los deportes y los juegos, las actividades al aire libre, así como las
modalidades particulares mediante las cuales una sociedad y sus miembros
expresan su sentimiento de belleza y de armonía y su visión del mundo y sus
formas de creación científica y técnica y el dominio de su medio ambiente.”
(Mondiacult, 1982)

Más tarde Lourdes Arizpe, siendo Sub Directora General para la Cultura de la
UNESCO, afirmó “que la cultura es simbolismo. Es el proceder social que permite
crear sentimientos de identidad, de reconocimiento y de reciprocidad. Es la
representación más alta de la experiencia humana.” Y formuló una definición de
este proceso como "...el fluir continuo de significados que la gente imagina, funde
e intercambia. Con ellos construimos un patrimonio cultural y vivimos en su
memoria. Esos significados nos permiten crear lazos de familia, de comunidad,
de grupos culturales, de nación y de humanidad. Nos permite tener conciencia
de nosotros mismos".

En resumen, cultura se refiere al conjunto de bienes materiales y espirituales de un


grupo social transmitido de generación en generación a fin de orientar las prácticas
individuales y colectivas. Incluye lengua, procesos, modos de vida, costumbres,
tradiciones, hábitos, valores, patrones, herramientas y conocimiento.

La función de la cultura es garantizar la supervivencia y facilitar la adaptación de los


sujetos en el entorno.
ACULTURACION
Es un proceso que implica la recepción y asimilación de elementos culturales de un
grupo humano por parte de otro. De esta forma, un pueblo adquiere una filosofía
tradicional diferente a la suya o incorpora determinados aspectos de la cultura
descubierta, usualmente en detrimento de las propias bases culturales. La
colonización suele ser la causa externa de aculturación más común.

En este sentido, y partiendo de dicha premisa podemos subrayar como ejemplo el


momento histórico del descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón. Y es
que dicha acción dio lugar a que los indígenas de las mencionadas zonas descubiertas
se vieran en la obligación y en la necesidad de llevar a cabo un proceso de
aculturación. Así, entre otras cosas, tuvieron que ir asimilando las creencias religiosas
cristianas de España.

Aunque por aculturación se puede entender “todo tipo de fenómenos de interacción


que resultan del contacto de las culturas” , se puede entender como un proceso social
de encuentro de dos culturas en términos desiguales, donde una de ellas deviene
dominante y la otra dominada. Es dominante, por un lado, porque la acción cultural
invasora se impone por la fuerza o la violencia y, por otro lado, aunque la dominada es
violentada o conquistada, hace frente a la intervención de los primeros, mediante el
sometimiento incondicional o a través de la resistencia social, valiéndose de múltiples
recursos de subsistencia (Wachtel 1976). Esto quiere decir que la cultura que
“interviene” no logra necesariamente una dominación total sobre la otra, como
tampoco la cultura “intervenida” pierde totalmente sus patrones culturales y ésta, antes
bien, ejerce resistencia de muchos modos, porque –como en el decir de Arguedas-
“las culturas lenta y fatigosamente creadas por el hombre en su triunfal lucha contra
los elementos y la muerte no son fácilmente avasallables”

Las relaciones de aculturación están acompañadas de imágenes de los otros y de sí


mismos. Por una parte, la experiencia histórica nos ha mostrado que el lado
intervencionista ha creído tener la prerrogativa de autoconcebirse como poseedor de
la “cultura” y de no tener por qué alcanzar a reconocer en el otro este mismo rasgo,
además de confinar radicalmente al interlocutor al mundo de la “naturaleza” o, en el
mejor de los casos, limitarse a aproximarlo o relegarlo al mundo de los que pueden ser
de condición humana. Para muestra un botón. En la lógica de los conquistadores en la
historia latinoamericana los “nativos” eran casi siempre salvajes, paganos y bárbaros,
en suma eran seres “sans roi, sans loi, sans foi” (Cf. Rowe 1964). Sin embargo, los
acontecimientos actuales no se liberan de esta perspectiva, porque los otros siguen
siendo propensos a ser considerados como “infieles” o como “terroristas”, lo que
significa que la práctica aculturadora sigue vigente y es fundamentalmente
etnocéntrica.
SINCRETISMO CULTURAL
Como sincretismo se denomina el proceso mediante el cual se concilian o amalgaman
diferentes expresiones culturales o religiosas para conformar una nueva tradición. La
palabra, como tal, proviene del griego συγκρητισμός (synkretismós), que significa
‘coalición de dos adversarios contra un tercero’.

En este sentido, el concepto de sincretismo ha sido empleado por la antropología


cultural para referirse al proceso mediante el cual dos tradiciones diferentes que se
ven obligadas, por alguna circunstancia histórica, a convivir durante un prolongado
periodo de tiempo, experimentan una gradual asimilación de los elementos culturales
de la otra, dando como resultado una expresión cultural nueva y única formada a partir
de la mezcla de ambas.

Cuando hablamos del sincretismo, y más concretamente del sincretismo cultural, nos
referimos esencialmente a un proceso de mezcla de culturas que puede darse
mediante la hibridación o el mestizaje entre dos o más de ellas. Dicho de otra manera,
este fenómeno se refiere a la mezcolanza que pueden experimentar cuando dos
culturas se encuentran, sin que una se imponga sobre la otra.

Por lo tanto, gracias al sincretismo cultural, dos o más culturas pueden dar lugar a una
nueva, que resulta del producto de todas las que han intervenido, para dar lugar a un
conjunto de costumbres, valores y formas de actuar y pensar que beben de diversas
fuentes. Se estaría creando una cultura nueva gracias a la unión de otras que existían
previamente.

El sincretismo cultural puede afectar a todas las esferas de la cultura de una sociedad.
Históricamente ha ocurrido y de hecho ocurre. Diferentes escuelas de pensamiento de
una determinada ciencia pueden influirse mutuamente o incluso fusionarse y dar lugar
a otras nuevas. Lo mismo puede darse en el terreno de la religión, donde algunos
credos recogen pasajes de otras doctrinas y los toman como propios.

Sin embargo, a día de hoy existen voces críticas hacia el sincretismo cultural, pues
algunos sectores lo equiparan a otro fenómeno llamado apropiación cultural. Dicha
expresión hace referencia a la captación por parte de una determinada cultura de un
elemento propio de otro grupo. A dicho acto se le da una connotación negativa, ya que
se considera que ese elemento solo debería ser utilizado por la cultura a la que
pertenece.

Sin embargo, los procesos del sincretismo cultural, como muchos otros a nivel
antropológico por los cuales las culturas nacen, se desarrollan, se fusionan o
desaparecen, están más allá de esos juicios de valor. Las culturas no son herméticas,
sino que están expuestas a este tipo de mecanismos que de una u otra manera dan
pie a que sean modificadas o incluso lleguen a mezclarse sustancialmente con otras.
TRANSCULTURACIÓN
La transculturación es un fenómeno que ocurre cuando un grupo social recibe y
adopta las formas culturales que provienen de otro grupo. La comunidad, por lo tanto,
termina sustituyendo en mayor o menor medida sus propias prácticas culturales.

El concepto fue desarrollado en el campo de la antropología. El antropólogo cubano


Fernando Ortiz Fernández (1881–1969) es señalado como el responsable de acuñar la
noción en el marco de sus estudios sobre el contacto cultural entre distintos grupos.

Según Ortiz (1978), la misma historia de Cuba –y en cierta medida, de Latinoamérica–


está atravesada por intrincadísimas transculturaciones. Es decir, procesos que dan
cuenta de desarraigos y sincretismos culturales provocados –en el pasado– por las
inmigraciones (españolas y de africanos de razas y culturas diferentes) con los nativos
de la isla (y del subcontinente). En ese marco, el autor piensa el vocablo
transculturación como síntesis del doble trance de desajuste y de reajuste, de
desculturación o exculturación y de aculturación o inculturación. Tras las mutaciones
de culturas se transita un amestizamiento de razas y culturas en el devenir histórico.

Las condiciones que reflejan desagarre y amputación social, sobre todo, de quienes
fueron sometidos (indios y esclavos negros) a la cultura colonizante son claramente
descriptas en torno a dos fenómenos económicos (y sociales) como la producción del
tabaco y el azúcar. Estos productos permiten dilucidar diferencias o contrastes: por
una parte, el “cultivo de tabaco” involucra la inmigración de blancos, lo artesanal, la
“cubanidad”, la libertad, “una tarea en la que participan pocos”; mientras que el “cultivo
del azúcar” supone la trata de negros, “un trabajo de muchos”, la extranjería, el
coloniaje, la esclavitud.

El tabaco y el azúcar se entraman con las razas. Para el tabaco, históricamente, se


enlazan indios y negros y el blanco que obtiene rédito mientras que, para el azúcar,
fundamentalmente, el blanco explota al negro. La lógica de la caña de azúcar y el
tabaco devela la historia del pueblo cubano desde la misma formación étnica hasta su
contextura social, sus dinámicas políticas y relaciones internacionales.

La transculturación, por lo mencionado, hace visibles relaciones de poder que


acompañan procesos que el antropólogo cubano desentrama acabadamente y –
además– analiza el papel activo y creativo que a menudo le es negado o se ha omitido
de la cultura más débil.

Entendemos que el vocablo transculturación expresa mejor las diferentes fases de


este proceso transitivo de una cultura a otra, porque éste no consiste solamente en
adquirir una distinta cultura, que es lo que en rigor indica la voz anglo-americana
aculturation, sino que el proceso implica necesariamente la pérdida o desarraigo de
una cultura precedente, lo que podría decirse una parcial desculturación, y, además,
significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran
denominarse de neoculturación
INTERCULTURALIDAD
La palabra interculturalidad se refiere a las relaciones de intercambio y comunicación
igualitarias entre grupos culturales que diferentes en atención a criterios como etnia,
religión, lengua o nacionalidad, entre otros.

Por principio, el término no reconoce superioridad de una cultura sobre otra,


independientemente de la relación entre mayoría-minoría.

La interculturalidad apunta a construir una sociedad más democrática al visualizar,


describir y valorar igualitariamente los modos de apropiación y reelaboración de
significados entre diferentes grupos.

Está referida a los procesos de interrelación y comunicación de saberes, códigos,


patrones y valores entre diferentes grupos culturales, entendiendo que existe igualdad
entre sujetos, independientemente de la posición que ocupen en el sistema.

La interculturalidad conduce a la coexistencia de las culturas en un plano de igualdad


(Soriano, 2004). El término interculturalidad es polisémico, por lo que tiene múltiples
interpretaciones, que dependen del contexto de quien lo usa.

La interculturalidad es una herramienta de emancipación, de lucha por una igualdad


real, o equidad real, en el sentido no solo cultural muy superficial sino también
material. Esto resulta patente en la identidad de los pueblos indígenas, que nunca se
identifican solamente por su origen sino también por su ocupación, campesina y
obrera. Entonces, esas identidades son duales por lo menos en el sentido en el que
unen la clase y la etnia (Marakan, 2012).

La actual interculturalidad tiene que ver esa realidad con dos ojos; no solo etnia, no
solo cultura, en el sentido de folclore, sino también como clase; y la interculturalidad
crítica, además de intentar cambiar esos modelos que hasta hace poco se
consideraban inmutables, únicos, también presenta de otra manera las culturas, no
como entidades cerradas históricas que solo pueden aportarnos tradiciones históricas
culturales, raíces, sino como sociedades, pueblos, culturas vivas que pueden aportar
mucho, mucho más de lo folclórico a nuestras sociedades.

Según Araceli Mondragón (2010), el concepto de interculturalidad:

...surge un poco después del concepto de multiculturalidad y como una forma de


complementarlo; el uso de ambos como categoría analítica de las realidades sociales
y políticas se hace común y recurrente a finales del siglo XX. Así, si la propuesta
multicultural se refiere a la coexistencia de distintas culturas dentro de un mismo
territorio e incluso compartiendo un mismo marco jurídico, la interculturalidad apela a
la relación simétrica y dialógica entre culturas diversas en un intento de conocimiento y
aceptación, trascendiendo la simple tolerancia.

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