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Frente a la ley natural, cuyos elementos son fenoménicos, la ley moral sólo
consta de elementos formales. Kant piensa que la ley moral está en la forma
de la razón humana, no en el mundo natural. El ser racional tiene conciencia
de la ley, no la percibe por los sentidos. Esta ley fundamental de la razón pura
práctica es el imperativo categórico. Kant dice que hay que obrar de tal modo
que cualquier persona en nuestro lugar debería de obrar de la misma
manera. Esto es obviamente criticable, pues hay miles de actores que
intervienen.
Hemos sobrepasado los límites de la razón pura, pero esto es posible, pues
estamos en el ámbito de la razón pura práctica.
Proposición sintética a priori:
Legalidad y moralidad:
Que dicha acción sea realizada por la ley misma, no solamente conforme a la
ley
lo segundo es legalidad
lo primero es moralidad
El bien y el mal
Al ser humano le quedan el deber y la razón. Pensar que podemos ser puros y
santos es caer en el misticismo moral. En nosotros no puede coincidir la ley
moral y la inclinación por cumplirla. La ley moral es casi coactiva. Es de todas
formas la propia razón la que nos proporciona la ley. La autonomía entonces
consiste en que es nuestra razón la que nos proporciona la ley moral. El ser
humano es pues autónomo frente a otros como los animales y las plantas que
carecen de libertad trascendental.
Lo que está en el fundamento es la ley moral, aunque sí hay una ontología del
bien. No hay contradicción entre poner un bien supremo como fundamento a
la vez que la ley moral. El bien supremo contiene a la ley moral, a la felicidad,
etc. El cumplimiento de la ley moral nos da dignidad de la felicidad.