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Un Ensueño Entre Serpientes y Jaguares (Parte 2)
Un Ensueño Entre Serpientes y Jaguares (Parte 2)
SERPIENTES Y JAGUARES
(segunda parte)
escribe: Gustavo Fernández
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Cuautémoc. No es sino hasta el 2 de febrero de 1949 que el sacerdote,
enterado poco antes del secreto, lo revela, y los acontecimientos se precipitan.
El gobierno ordena investigaciones arqueológicas. La Iglesia --cuando no--
desacraliza el templo erige otro, a unos cincuenta metros de distancia. Y desde
entonces la mexicanidad indígena se apropia del lugar y lo transforma en
centro de sus peregrinaciones.
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Desde la torre de la iglesia, al frente el poste de los "hombres voladores".
Cerca, Edgar llamando a gritos a Gustavo, que se le había perdido.
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Frente del "altar".
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Edgar (izquierda) y Marcos Rodríguez, descendiente directo de Cuautémoc.
Monumento a Cuautémoc.
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Ixcateopan: antigua pirámide.
La conexión extraterrestre
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él y el kalpulli "Koakalko") cuando, con una sonrisa, me dijo: "Muchos de estos
conocimientos provienen de nuestros hermanos de las estrellas". ¡Bingo!, me dije.
No hace a este artículo fundamentar mi convicción en lo que se ha dado en
llamar "neoarqueología", la disciplina que supone esa presencia exocogitante
(no se asusten por el término; etimológicamente, significa "inteligencia
procedente de otro planeta"). Sólo señalar algunas ideas que sobre el particular
se me cruzaron en este deambular, y que se agolparon irremediablemente
cuando caminaba por Tula.
Recuerdo haberme sentado al pie de una de las pilastras del "Palacio de las Mil
Columnas" a meditar sobre el punto. Y recopilando:
- Las "armas" de estos atlantes. Recordemos que Tula fue centro del Segundo
Imperio Tolteca que aún tantas respuestas nos debe, entre ellas, el significado
primero de la genealogía de los "quetzalcoatl" y su origen ¿venusino?. Porque
a un Quetzalcoatl (no sé si a Ce Acatl Topitzin
Quetzalcoatl, es decir, "el" quetzalcoatl histórico que habría nacido en el barrio
Amatlán de Tepoztlán) se le asocia con ese planeta y, cuando es así, se le
representa con el cráneo exageradamente alargado, un "conehead" de olor
sospechosamente extraterrestre.
- Por otra parte, las reiteradas representaciones de "indígenas" más que
montando pájaros, conduciéndolos, es decir, reposando en sus vientres con
las manos apoyadas en una especie de caja de instrumentos. O emergiendo del
interior de círculos concéntricos.
- Y el inefable Pacal, el rey-sacerdote de Palenque, ya saben, el silencioso
habitante del templo que es representado en la losa sepulcral como en el
interior de un cohete, la mano apoyada en una especie de palanca y un
"respirador" conectado a su nariz. Pacal fue histórico y conocido pero,
¿alguien sabe que se haya realizado un estudio genético de sus restos? Y, de
todas formas, el enigma de la representación de su lápida le sobrevive.
- Seres evidentemente no nativos. Cráneos gigantescos, o negroides con casco
de piloto. Por cierto, es un hecho que el Anahuac fue en épocas pretéritas
nudo de comunicaciones e intercambio de africanos, seguramente egipcios y
orientales así como de americanos del sur (de la presencia aymara en esas
tierras, escribiré en otra oportunidad).
- Los secretos aún no revelados de las grandes construcciones. Teotihuacan,
"lugar de los hombres con esencia divina" (ya aclaré lo equivocado de la
traducción popularizada de "lugar donde los hombres se convierten en
dioses"). Bajo la pirámide del Sol, al igual que en la de Keops, la cámara del
Caos. En sus proximidades, cámaras subterráneas recubiertas de mica, jaulas
Faraday más propias de un centro de investigaciones electromagnéticas que de
un ancestral lugar de culto y habitacional. Y ese efecto de la pirámide...
Me lo habían sugerido: cuando llegara a la cima, debía repetir lo que había
experimentado en Teploztlán (ver AFR Nº 185) es decir, aproximar con los
ojos cerrados, mi entrecejo a un extraño y pulido disco de metal que se
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encuentra en el centro (algunos lo suponen una larga barra metálica enterrada
en el edificio). Lo hice, esperando un efecto similar (de desplazamiento del
cuerpo astral)... pero ocurrió otra cosa.
De repente, el bullicio de los turistas se eclipsó. Silencio. Sólo el viento. Y ya
no estaba yo allí, sino de pie junto al borde de la cúspide de la pirámide,
mirando hacia abajo. Es obvio: sí estaba físicamente en el mismo lugar, pero
no "en esencia". Teotihuacan, después de todo. Estaba de pie junto al borde
de la plataforma, observando un grupo numeroso de personas que, allá abajo,
e encolumnaban hacia la esacalinata. Los sospeché indígenas, pero no puedo
afirmar que en mi visión así los haya identificado.
Abrí los ojos. Regresó el ruido, las voces, las risas. Y yo de rodillas frente el
pulido disco de metal. Lo repetí una y otra vez. Una y otra vez, el mismo
resultado.
Allá en Tepoztlán, mi cuerpo astral, colijo, se había desplazado algo, muy
poco, en el espacio, fuera de mi cuerpo físico. Aquí, ¿lo hizo en el tiempo? No
sé, sólo formulo preguntas.
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inquietudes, interrogantes, búsquedas, avances (la empresa electrónica
del ya fallecido ummólogo Rafael Farriols desarrolló con éxito varios
aparatos en base a la información "ummita") a la vez que acude a
símbolos que hagan sospechar a algunos buscadores (nosotros, por
ejemplo) sobre su presencia...
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Obsérvese su cráneo oblongo, que se repite en toda América adscipto a la naturaleza
venusina.
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Un "dios" (¿es necesario recordar que no eran politeístas?)
"conduciendo" en el interior de un Gran Pájaro. ¿Metáfora de aparato volador?
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La "pirámide de la Luna", desde la cúspide de la pirámide del Sol
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Templete frente a la pirámide de la Luna.
Obsérvese su semejanza con el pectoral de los "atlantes de Tula" (ver más adelante).
Llegando a Tula
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Edgar (izq.) y Gustavo (der.) estudiando un "atlante".
Obsérvese el pectoral, símil el emblema de UMMO.
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¿UN STONEHENGE EN MÉXICO?
Durante el pasado mes de noviembre tuve oportunidad de visitar nuevamente la bella tierra
de toltecas y mayas. Como siempre, en plan de dictado de cursos y talleres. Como siempre,
investigando nuevos misterios. Como siempre, también, aprendiendo de quienes saben más
que yo. Y volví ahíto de satisfacciones en todos estos ámbitos.
Apareció casi de golpe, al doblar una curva en la senda peatonal del centro
arqueológico de Xochitecatl. Me detuve, pasmado, y un hormigueo que hace
tiempo no corría por mi columna vertebral volvió a decir "presente".
Merecería ser un oopart (1). Porque ese "trilito", ese tipo de monumento con
forma de dintel y formado por una piedra horizontal montada sobre dos
verticales, podemos encontrarlo en Europa, en Asia, pero... ¿en América?
Quizás --mucho más enigmática, por cierto-- rememore la Puerta del Sol, en
Tiwanaku, Bolivia. Pero (otra vez), ¿en México?
Allí estaba. En lo alto de una pirámide. No pude evitar girar con infantil
entusiasmo y gritarle a mi amiga Rosalinda Cantú Luna, que me había
acompañado al lugar, un "¡Allí está!" eufórico. Allí estaba. Había visto una foto
que no le hacía ningún homenaje en Internet, mientras preparaba mi recorrido
de esos días. Tlaxcala, Cacaxtla, Xochitecatl... mientras luchaba con mi lengua
trabándose en tantas "x", no había asimilado la información de esta extraña
conjunción. Dolmen + pirámide.
Único. Fascinante. Inexplicable.
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Dolmen en la cúspide de la pirámide de Xochitecatl
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Pero había aún más. Cuando ascendí a la pirámide, algunas grandes piedras
semienterradas que se abrían en semicírculo alrededor del dolmen me
mostraron que éste no era un monumento único. Que formó parte de una
construcción mayor. Y no se necesita mucha imaginación para completar el
semicírculo con la mirada e imaginar un cromlech, un círculo de piedras
enhiestas y cubiertas con dinteles, también de piedra. Y de allí a visualizar un
reducido Stonehenge local, sólo un paso.
Minutos antes, la experiencia, la vivencia espiritual del día. Son las pequeñas
cosas que jalonan mi existencia y que alegran mi espíritu, pues no he perdido
la capacidad de asombro y sorpresa, y aún río y me exalto como un niño
cuando estas cosas me suceden. Ocurre que antes de ascender a la pirámide,
prometiéndome dejar lo mejor para el final, observo a mi derecha un edificio
de baja altura.
Me lanzo a ascenderlo, sin ver, sin buscar, la infaltable estela explicativa. Una
vez dentro de él (sobre él, en realidad) me encuentro con una tinaja de piedra
de gran tamaño y dentro de ella, un monolito.
Me detengo a observarlo, y sentí un impulso visceral: ante el rostro de la
imagen, desdibujado por el tiempo, tuve la necesidad de tomar mi botella con
agua y derramar, en reverencial concentración, una buena cantidad sobre la
misma. Para disimular, supongo, mi incomodidad por lo que pensé un acto
irracional, simplemente agradecí a lo que fuera la oportunidad de estar allí. Y
bajé de regreso.
Al descender la explanada, descubro, a un costado, la estela explicativa. Y leo,
atónito, la explicación: que ese edificio era llamado "de la serpiente" (Coátl
era, después de todo, la imagen de la batea de piedra) donde los ancestros
concurrían a hacerle sus ofrendas de... agua.
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El edificio de la serpiente
Friso en Cacaxtla
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Cuicuilco
Cuicuilco
El Xitle
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Amatlán
La Universidad Nahuatl
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toltequidad para una época y una generación que parecen estar muy
necesitadas de ella.
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información que aún estoy digiriendo. Pero todo ello será parte de otra
historia...
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Lo que vengo a sostener aquí, empero, es el producto de lo reflexionado y
estudiado en mis viajes a México. Lo que los hermanos indigenistas me
pidieron encarecidamente que difundiera (también me pidieron que diera a
conocer su monoteísmo ancestral en contra de un supuesto politeísmo,
concepto también arraigado, pero de eso ya he escrito), lo que justificó la
represión física, psicológica, cultural y emocional de millones de personas a
través de cinco siglos.
Crónicas
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Razón de más para preguntarnos por qué la persistencia no sólo de su
afirmación, sino la poco prolija y responsable revisión de tales evidencias.
Y es esperable que sean los cronistas militares los que afirmen que"los
cráneos se apilaban a un lado de la piedra de sacrificio mientras al pie
de las pirámides los cuerpos decapitados se acumulaban como heces",
así como "la sangre corría por las escalinatas y las calles como
arroyuelos" (lo que además significaría que los autóctonos tenían la sangre
bastante diluida, porque, como sabemos, ésta coagula casi inmediatamente al
contacto con el aire). Es esperable porque difundir tamaña infamia en el
pueblo iletrado y crédulo de la Europa de entonces ocultaba y disimulaba las
propias atrocidades que en nombre del Rey y la Cruz se estaban haciendo: el
expolio, las masacres, las violaciones, la destrucción cultural. Se necesitaba
demonizar al indígena para que todo fuera permitido, para que nadie osara
cuestionar los métodos sanguinarios de militares y clérigos sedientos de
riquezas. Obsérvese, por otra parte, que los cronistas clericales cuidan
sugestivamente de no hacerse responsables de haber visto lo que escriben.
Dicen que "dicen que...". Por ejemplo, Diego de Landa propala, poco antes de
la monstruosa destrucción masiva de códices mayas que él mismo ordenó, la
especie que se le había relatado que este pueblo arrojaba decenas de hombres
vivos a su muerte en los "cenotes" (pozos naturales de agua dulce). Ahora
bien. Esos "cenotes" eran, en el Yucatán, la única fuente de agua potable de
estos pueblos (avanzadísimos en sus conocimientos médicos y prácticas
profilácticas, por otra parte). ¿Imaginan ustedes a los mayas siendo tan
estúpidos de envenenar con cadáveres la fuente del agua que debían
consumir? Ciertamente, se han encontrado restos óseos en los cenotes, pero
es imposible determinar si, por ejemplo, no fueron depositados allí como
ofrenda luego de haber sido descarnados, natural o artificialmente.
Algo similar ocurre en Teopanzolco, Cuernavaca. Allí, se afirma, en la Fosa de
los Muertos, se encontró los restos de una cuarentena de personas. Se los
supone sacrificados. ¿Por qué? Porque en sus vértebras se encuentran huellas
de cortes filosos, por lo que se les supone decapitados. Pregunto: ¿no
pudieron haber sido decapitados después de muertos, como parte de un
particular rito mortuorio?
Suponer que porque presentan esas marcas así fue como se acabó con ellos es
como suponer que los arqueólogos del futuro, al hallar urnas funerarias con
las cenizas de nuestros parientes, sostengan que quemábamos sacrificialmente
a nuestros seres queridos...
Códices
Es interesante señalar que la mayor parte de los códices que tenemos hoy en
día son del tiempo de la conquista, es decir, escritos y dibujados por indígenas
aculturalizados, convertidos a la fe católica.
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De allí, es dable suponer que deberíamos tomar con pinzas tales ilustraciones.
Obsérvese que, incluso, han cambiado su estilo ancestral, adoptando una
técnica muy propia del medioevo europeo... pero aun así, las ilustraciones de
supuestos sacrificios humanos aparecen aislados y sin entrar en detalles.
Alguien podría afirmar que es porque los escribas indígenas cristianizados
sentían vergüenza de explayarse sobre las macabras costumbres de sus
ancestros. Con el mismo criterio, yo podría decir que es porque lo hacían a
desgano, presionados por los clérigos. Y voy por más. ¿Necesariamente
porque los dibujos parezcan mostrar sacrificios "deben ser" sacrificios?
Códice de principios del siglo XVI pero de trazos "europeizantes". Obsérvese la evidente
diferencia estilística con los precolombinos.
Y al ver estas imágenes, uno ya sabe dónde se inspiró Mel Gibson para su deplorable
"Apocalypto".
Frisos y Murales
Una reflexión similar podemos hacernos con las imágenes en paredes de
templos y teocallis.
Vuelvo a hacer la pregunta: ¿serán lo que nos hicieron creer que son?
¿De qué estoy hablando?. Estoy hablando de Símbolos y Alegorías.
Tomen cualquier libro de Alquimia europea de esos tiempos. Abundan en
imágenes alegóricas, es más, se habla del "descuartizamiento de la virgen", del
"asesinato y consumición de la mujer tras la boda"... ¿Realmente creemos que
los alquimistas medievales sostenían que para alcanzar la Gran Obra debíamos
descuartizar una virgen (si conseguíamos alguna) o, tras casarnos, matar y
alimentarnos del cuerpo de nuestra mujer? Por supuesto que no. Recordemos
que una confusión similar sufrió en tiempos de persecución el propio
Cristianismo, cuando entre la plebe romana se hizo correr la versión de que
sus devotos devoraban el cuerpo de su Sumo Sacerdote y bebían su sangre en
todos sus rituales. Vino y hostias, y la metáfora de la misa, pero claro, el
pueblo romano no tenía o no quería saberlo. Realmente, cuando apedreaban y
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denunciaban a cristianos, lo hacían convencidos de brindar un servicio social:
a su entender, eran antropófagos, después de todo.
Así que aquí estamos en una situación similar. Comparen la brutalidad del
códice europeizante con un friso original donde además de la riqueza del
colorido --que no es lo que nos importa-- sobresale la "mesura" de la
representación. Suponer que esos cuerpos en el suelo están prestos a ser
sacrificados y devorados es como suponer que las ilustraciones alquímicas que
siguen a continuación deben interpretarse literalmente.
Grabado alquímico medieval: ¿creemos que los alquimistas esperaban que el Sol y la Luna
estuvieran simultáneamente en el cielo para trabajar,
o domesticaban un león que alimentaban con serpientes?
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Grabado alquímico moderno: ¿para obtener la Piedra Filosofal debemos reunir un hombre
negro y una mujer blanca y prenderles fuego?
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Grabado alquímico medieval: ¿Debemos darle Talidomida a nuestra mujeres para que tras
dar a luz bebés monstruosos con dos rostros y alas de murciélago podamos a ellos hacerlos
acceder a la Realeza?
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Pero la imagen es impactante y vende bien. Que lo diga Mel Gibson cuando
decidió producir "Apoclypto". Y aquí uno debería preguntarse el porqué de
un éxito de taquilla cuando es una falacia de cabo a rabo. Sus protagonistas
transitan los finales del siglo XV o comienzos del XVI (como se observa
cuando sobre el final son testigos de la llegada de los españoles) pero... hablan
en maya, civilización que ya había desaparecido 600 años antes. Proponen un
estado despótico que arrasa las tierras y sus habitantes, obsesionados por las
edificaciones ciclópeas en medio de una orgía permanente de sangre y terror,
cuando se sabe que jamás han aparecido los restos, los cementerios, los
entierros colectivos que siquiera abonen tal despropósito. Y uno (yo) se
pregunta si este Gibson, católico conservador militante, no está siendo
funcional a otros intereses, detrás de este buen negocio.
¿Qué intereses? Nuestros amigos, los Illuminati de siempre. Porque sospecho
que desde el bosquejo de la Gran Mentira, allá por el siglo XVI, había otras
inteligencias y otras intencionalidades.
Esa época no era nuestra época donde, tibiamente, podemos protestar,
informarnos, tenemos Internet y hacemos manifestaciones, despotricamos en
la TV o escribimos libros con nuestras ideas. En esa época cada uno pasaba
sus miserables pocos años de vida mirándose el ombligo, concentrado en la
supervivencia o la opulencia, dependiendo de lo que le hubiera tocado en
suerte en esta vida. Si el Rey o el Papa exterminaban un millón más o menos
de personas que andaban desnudas en algún confín del mundo, a nadie
importaba. Semejante operación de prensa, entonces, tenía otro fin: no ese
presente, sino este futuro. Los tiempos que vendrían. Sostengo que quienes
crearon el mito de los sacrificios humanos no lo hicieron para sus coetáneos,
sino para nuestras generaciones.
¿Y por qué?
Porque ellos, y los supongo Illuminati, sabían que en algún momento el
indigenismo reclamaría sus fueros. Que la curva de la Historia permitiría a los
pueblos originarios reivindicar sus derechos, sus tierras, su cultura, su
dignidad. Y que haciéndolo, no comprarían fácilmente ser parte del engranaje
que los Poderes en las Sombras han digitado para nosotros y, temo, nuestros
descendientes. Observen a los indígenas: mientras que cualquier occidental de
blanca piel y cabello claro camina radiante de felicidad con su iPod, sus Nike y
sus Ray Ban, ellos nos miran al pasar y sonríen, educada pero irónicamente.
Sufrieron demasiado, y transmitieron de abuelo a padre a hijo su sufrimiento
como para permitirse morder el anzuelo del consumismo frívolo...
Así que miremos con otros ojos esos códices y esos murales. Y
comprendamos lo que son: enseñanzas alegóricas y simbólicas. Tan alegórico
o simbólico, por ejemplo, como la representación de la iniciación masónica
donde el iniciado pasa por encima de un "cadáver"... ¿Realmente se arroja a su
paso los restos mortales de alguien? Cuando le decimos a un amigo "no
pierdas la cabeza", ¿es que tememos que ésta caiga de sus hombros? Cuando
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digo "te hablo con el corazón en la mano", ¿esvicero a alguien próximo para
extender mi diestra con el músculo cardíaco en ella?
Pero todo este lenguaje metafórico, alegórico y simbólico, incorporado al uso
y costumbre cotidiano desde hace siglos, no parece que lo viéramos entre los
indígenas. Claro: son pequeños, de piel oscura y andan desnudos...
EL RITUAL TEZCATLIPOCA
Dispuesto
- Chilam Ix -
a mi Tonatzin amada que me sujeta la fe
Fuensanta González
fuen29@prodigy.net.mx
(fragmento)
Me habló la tierra
desde su vientre;
comí la semilla que aún restaba
bajo la raíz de las piedras
inmóviles a esas vistas
secas, a ese musgo que las teñía
de un verde esmeralda
de nueva vida,
verde esperanza que de blanco vestiría
la trama gris de los tiempos sin rimas.
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Como escribiera en esa misma ocasión, la Conquista —y la historia "oficial"
que vino después— nos quiso convencer de que Quetzalcoátl, Tezcatlipoca y
otros "entes" eran dioses, cebada esta concepción en una errónea lectura
politeísta y sacrifiicial de la cultura nahuatl y maya. En el caso del segundo, se
lo supone —por los mal informados— dios del inframundo, del caos y la
destrucción. Quiero detenerme una vez más en este punto para aclarar
algunos conceptos. Porque la única relación entre lo infernal y Tezcatlipoca, a
la mente embrutecida de los conquistadores españoles, pasaba por su relación
con el ocaso, con el Occidente. Esto era ignorar que a título metafórico, cada
una de estas "emanaciones" del Increado, Inmanifestado, Ipalnemohuani, se
vincula con una "dirección" (cardinal). Y repasemos lo que escribí en esa
ocasión:
Por sobre todo, por estar en el Todo y ser el Todo, está IPALNEMOHUANI ("aquello
por lo que vivimos"), Inmanifestado. Esta
"inmanifestación" subyace como el "manas" polinésico, el "chi" del Celeste Imperio, el
Atman teosófico. Pero el Uno deviene en Dos, y emana en OMETEÓTL (la Dualidad),
las dos Fuerzas Creadoras que hacen Manifiesto loInmanifestado. Yin y Yang. El Dos
deviene en Cuatro (fuerzas que trabajan en la Creación): QUETZALCOÁTL (que es el
rumbo Este),
TEZCATLIPOCA (oeste), XIPEC – TOTEC (Norte) y HUITZILOPOZTLI
(sur).
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"de los ángeles" el "idioma enoquiano". Y más allá de este recurso
parapsicológico, Tezcatlipoca representa el inconsciente, ése que tiene una
imagen de sí mismo como la que nos devuelve el espejo empañado. Y al
"invocar" a Tezcatlipoca, el inconsciente se hace presente. Su ritual, por lo
tanto, saca a la luz los miedos, los temores, las dudas, las inseguridades. Es, si
se me permite, un "campo de entrenamiento" para otras experiencias más
duras que vendrán después, sobre las que regresaré.
La oportunidad estuvo en manos de dos de las personas que en este camino
encuentro como hermanos y maestros. Sus nombres: Marco Hernández y su
colaborador Antonio Torres. Ambos pertenecen al calpulli —fraternidad
indígena— Koakalco, "Danzantes del Sol" del Centro de Investigación para la
Difusión de las Raíces Culturales del Ser Humano
(www.culturaenred.org/atekokolkal_li), teléfono (045) 3313 82781, con sede
en las afueras de Teotihuacán. Fue unos días antes de acceder y conocer este
fantástico lugar, cuando con Edgar llegamos a su sede, donde se nota en cada
detalle el esfuerzo, la honestidad y la calidez puesta en funciones con un
objetivo expreso en su nombre. Un temascal, una nutridísima biblioteca, área
de reuniones, un equipo de médicos que en sumatoria a la medicina y
farmacopea antigua atienden casos llegados de todo el orbe, simples pero
funcionales habitaciones donde incluso se alojan estudiosos y hermanos de
distintas partes del mundo, una cocina abierta a toda hora para cualquiera y,
en la planta alta, un cómodo observatorio-sala de meditación-oratorio. El
potente telescopio apuntando a la Pirámide del Sol (desde donde realizan,
como sus remotos antepasados, sus concienzudos estudios astronómicos y
calendáricos) junto al altar donde ya muy viejos instrumentos y elementos
quizás propios de un museo arqueológico pero tan en funciones hoy como
ayer (y, por ello, dotados de un poder especial) conservan, a mi modo de
ver, esa magicidad propia de los templos-observatorios de la antigua
mexicanidad, donde el sacerdote era el científico al mismo tiempo.
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De izquierda a derecha: Antonio Torres, Marco Hernández y Egar Vargas
Olivera, en el "calpulli"
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En el techo del observatorio, la claraboya repite el fenómeno astronómico de
Xochicalco, ya tratado en el Nº 186 de AFR.
El altar.
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Fue Marco quien me desaznó sobre tantos conceptos grabados a cal y canto
por la educación primaria y secundaria de mi niñez y adolescencia. Por
ejemplo, nos detuvimos largamente en el concepto de los sacrificios humanos.
¿Realmente existieron? Varias observaciones son dignas de considerar:
- Cuando se estudian las crónicas de la época, se observa que los
representantes del clero, pese a tener buenos intereses en descalificar las
creencias autóctonas, nunca refieren haber visto sacrificios. Sólo se remiten a
comentarios de terceros, del tipo "dicen que dicen...". Los únicos que sí hablan
de sacrificios, que refieren "montones de cadáveres", "pilas de cabezas" (de
donde, sin duda, tomó Mel Gibson el alimento para su racismo en
"Apocalypto") y "arroyos de sangre chorreando por las escalinatas" (de donde
se deduce que la sangre aborigen tenía que estar licuada, porque nunca
correría la sangre así sin coagularse primero), los únicos, repito, son los
cronistas militares, es decir, los que acompañaban a las expediciones militares.
Y fuera que la historia la escribe siempre el vencedor, realmente, no parecen
fuentes confiables.
Más aún: consulten a cualquier anatomista o médico cirujano, y pregúntenle si
es tan sencillo extraer el corazón de una víctima humana. ¿Un golpe del
cuchillo, un tajo, meter la mano y extraer el corazón?. En absoluto. Y si bien
esto no demuestra por sí mismo que los sacrificios no existieron, pone por lo
menos un paño frío a esa concepción de sacerdotes automatizados en el
golpear-tajear-extraer-arrojar...
- Puede señalarse también que muchos frisos muestran escenas de sacrificios.
Cierto. Tan cierto como que los libros de Alquimia del Medioevo y el
Renacimiento hablan de "quemar el cadáver de la esposa y mezclar sus cenizas", o
"devorar a los hijos", o "desmembrar el cuerpo de una virgen". Entendemos que todo
ello es metafórico.
¿Ustedes se imaginan a los alquimistas europeos descuartizando al prójimo?
Claro que no. Se sobreentiende que esas descripciones y dibujos son
simbólicos. Entonces, ¿por qué no pueden ser simbólicos los americanos?
¿Porque son de piel cobriza, pequeños y andaban desnudos?
Pero además de enseñarme estas y unas cuantas cosas más —y sí, ya sé, es
quizás lo que a ustedes principalmente les interesa— llegó el momento de
hacer el ritual. Y partimos los cuatro, primero en un vehículo hasta la
montaña, y luego a pie, doscientos, trescientos metros más. Suerte de mis años
acumulados de montañismo.
Allá íbamos, esquivando las agudas espinas de tunas y cardales propios para
enhebrar elefantes, mientras Marco nos relataba el último encuentro con una
cascabel, días antes en el interior de su propio carro. Sudando (bah, ninguna
novedad a lo largo de todo ese mes) llegamos a la cavidad, entre la maleza.
Con sumo cuidado y una sonrisa un tanto aprensiva, Marco se deslizó en el
interior, por si había "visitantes indeseados", mientras Antonio,
parsimoniosamente, comenzaba a preparar los elementos del ritual. Y no
esperen aquí fotos del mismo. Porque la ecuación es sencilla: ritual que se
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fotografía, ritual que no es ritual, sino simplemente un "show" para los gringos.
El ritual es un espacio de lugar y de tiempo sagrado, y el estar fotografiándolo
y filmándolo con mero afán exhibicionista —por más que trate de disfrazarse
de academicismo antropológico— es una falta de respeto: así lo viven los
cultores de la ancestralidad. Marco mismo me comentó con pragmatismo
envidiable: cuando los "gringos" (ya saben, los yankees) quieren show, pues
algunos hermanos literalmente se disfrazan y por unos cientos de dólares por
cabeza le dan las fotos que luego seguramente mostrarán como quien
colecciona patos embalsamados de cacería.
Yo mismo, en distintos museos de México, he visto a estos extranjeros
riéndose a carcajadas, tomándose fotografías que ellos pensarán risueñas y yo
veo como ridículas gesticulando frente antiquísimas esculturas, tarareando raps
mientras observan entre extrañados e indiferentes. Seguramente habrá
excepciones. Yo no tuve la suerte de tropezarme con ninguna.
Así que, como les decía, no habrá fotos. Apenas ésta que me autorizaron a
tomar: la entrada a un túnel excavado en la misma tierra, que en forma de "U"
se extiende unos veinte metros dentro de la montaña, rematado al final por
una cámara donde llevamos a cabo el ritual. A propósito, mientras me
arrastraba al interior, en el preciso momento en que mi mano izquierda se
apoyaba en el umbral de acceso —ni veinte centímetros antes, ni después—
una sensación eléctrica, poderosa y persistente, recorrió todo mi brazo. Mi
primera reacción fue pensar en un mal movimiento o haberme recargado
sobre una piedra. Miré. Nada. Me apoyé en la mano derecha.
Nada. Volví a hacerlo sobre la izquierda. El "golpe eléctrico" otra vez.
Observación: los conocedores del Tzolkin piensen en qué significa la
articulación de la mano izquierda.
Sospecho que habrá alguno que dirá que, si no tengo evidencias fotográficas,
tal vez esté inventando esto del ritual. Con el mismo argumento, si mostrara
fotos podrían decir que están montadas para la producción. Y en definitiva, si
alguien duda de ello, me importa un bledo. Sólo —perdonen mi solipsismo—
importa saber que allí estuvimos, como han estado otros, y que uno cree
haberse ganado un derecho: el de poder saludarse con otros hermanos, ahora
llamarlos así, con ese cruce de antebrazos que se desliza luego en la misma
mano apoyada en el hombro derecho del compañero, con ambos brazos
entrelazados como dos serpientes, mientras se repite aquél:
"Ometeotl, in'lakesh".
Ometeotl: refiere a esa Dualidad Masculina Femenina, casi con significado mántrico
presente en toda afirmación de convicción. In'lakesh: "Yo soy tu Otro Yo. Si te daño,
me daño. Si me dañas, te dañas".
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La boca de acceso a la caverna donde se realizó el ritual.
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Cierro los ojos, Marco arremete con su huehuet (tambor). Qué ecos extraños.
Ahora suena frente a mí. Ahora detrás y a la izquierda. Ahora a mi derecha
(¿cómo diablos hizo para pasar sobre mí sin siquiera rozarme?). Ahora otra
vez delante pero al mismo tiempo por detrás y por encima... y de pronto tomo
conciencia de que la cavidad es demasiado pequeña para que Marco se ponga
de pie y menos para que se desplace a tanta velocidad en distintas direcciones
sin atropellarnos a todos. Y con cada golpe del huehuet, mi cuerpo comienza
a ser recorrido por espasmos violentos. No cedo a la tentación analítica y
decido dejarme llevar por el ritmo, a ver qué pasa. Y pasa lo que tenía que
pasar: de pronto Yo estoy aquí, pero hay otro Yo tan Yo como este Yo... un
metro quizás a la izquierda (no veo por qué se quejan: Si no lo entienden,
¿ahora comprenden por qué no podía describir la experiencia en el temascal
de Edgar?). El desdoblamiento astral más contundente que experimenté en mi
vida. Y disfruto la alegría de la experiencia. Y de ponerle una etiqueta, como
maldita costumbre tengo de siempre. Y claro, apenas hecho, este Yo volvió
dentro de este otro Yo.
Joderse.
Sin embargo, ya lo decían los antiguos maestros de Oriente: ¡cuidado con los
siddhis! (los fenómenos). Eso no es lo importante. ¿Qué es importante,
entonces?
Pues para mí, el sentimiento intensísimo de comunión, de común - unión
con los tres hermanos. Y cuando reptando salí a la luz del Sol, el sentimiento
latía dentro de mí, y sigue haciéndolo hasta hoy. Este ritual, por encima de
todo, me inculcó Fraternidad.
Tlacozamati (Gracias). Habría otros que lo harían con la Voluntad, la Humildad
y otras "pequeñeces" pero esa será otra historia.
Sentadas las bases de la fuerte presunción de este conocimiento mundial, vemos también
cómo se repiten conceptos fundamentales. Ya he escrito sobre el concepto
"reencarnacionista" de los nahuas. También, sobre la profundidad de su cosmovisión
monoteísta, donde el único dios, Ipalnemouani, se divide en una dualidad creadora
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Masculina Femenina llamada Ometeótl (otra vez el principio del Yin y Yang) y éste se
"derrama" en cuatro niveles asequibles a la conciencia humana llamados Quetzalcoátl,
Tezcatlipoca, Huitzilopochtli y Xopic Tepec.
In icotonca omeyocan
In canin ahmo oncah tlamanti
Yezeh in iteczinco hueli quizelilliz nemohuaz
In icotonca omeyocan
In ipampa mochi miqui
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Mochi caqui
Inc oczepac yelohuaz
Inc oczepac nemohuaz
¿Qué es un "temascal"?
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conglomerados urbanos, carece habitualmente de la posibilidad inmediata de
acercarse a estas prácticas que, además de sanas y estimulantes desde el punto
de vista físico y psíquico, permiten reencontrarnos con nuestras raíces y
nuestro glorioso pasado americano. Es importante destacar que el concepto
básicamente es el mismo que el de todo baño finlandés y escocés, con la
particularidad de contar el anexado de infusiones herbolarias de reconocidos
efectos y que por otra parte circulan libremente en el mercado. Esto, sumado
al contexto telúrico que le provee la ambientación, se transforma para nuestra
cultura cosmopolita en un atractivo exótico y absolutamente original.
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que elimina —y aún hasta hoy— un problema cervical no grave pero sí
incómodo. Hubo, en el proceso, percepciones de algo no existente en este
mundo pero sí quizás en otro. Ya lo he relatado en "Al Filo de la Realidad" Nº
184. Relato —apoyado en los recuerdos de Edgar— algo más: la percepción,
por parte de él, de un lobo, que asocié a un recuerdo infantil donde en sueños
era yo atacado por un hombre lobo (hoy, con más conocimiento del mundo
astral, sospecho que se producía por allí la relación). Edgar realizó cierto ritual
a lo cual respondí —no lo recuerdo— con contracciones de vómito seco y caí
desplomado al suelo. Finalmente, asocio —tiempo después— mi particular
simpatía actual por esos mamíferos —de heho, el perro más querido que he
tenido era una "alaskian mlamute", de nombre Khrisna, una perra
genéticamente casi emparentada con los lobos— y me pregunto si no se
trataría más bien de mi "nagual" que trataba de manifestarse.
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